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Gladys Carmagnola A la intemperie a una mujer y a un hombre que acunaron en mí un antiguo sueño a Josefina Plá, quien de su oculto armario me legó vestidos que nunca tuve y que vestí en secreto a Cecilia y a Julio, que comprenden el afán de apresar un mínimo lucero a mis hermanos de sudor y sangre, que buscan aferrarse de algún modo al cielo Ofrecimiento En este corazón, pleonasmo de amor y de fisuras, despilfarro de sueños, mustio eco del que ahíto de llagas y ajetreos 5

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Gladys Carmagnola

A la intemperie a una mujer y a un hombre que acunaron en mí un antiguo sueño a Josefina Plá, quien de su oculto armario me legó vestidos que nunca tuve y que vestí en secreto a Cecilia y a Julio, que comprenden el afán de apresar un mínimo lucero a mis hermanos de sudor y sangre, que buscan aferrarse de algún modo al cielo Ofrecimiento En este corazón, pleonasmo de amor y de fisuras, despilfarro de sueños, mustio eco del que ahíto de llagas y ajetreos 5

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durmió entre la maraña de las horas y los vientos... En este corazón, cueva perdida en el confín del tiempo, no hay túnel, no hay salida 10 para el hato vandálico de trinos que golpean sus muros desde siempre... Arrímate a mirar en este corazón y arranca cuanto quieras. 1965 -10- Persuasión A ti, Poesía Durante mucho tiempo me disfracé de ruiseñor herido; o lo fui en realidad; no lo recuerdo; o quizá duele aun el admitirlo. ¡Cuánta fecundidad la que frecuento 5 de tu grandeza, de tu poderío! Si sólo meditándolo, proyecto mis circunstancias hacia algún prodigio y no existe palabra o sentimiento que pueda transformar su mecanismo. 10 Y éste habrá de ser nuestro secreto: ya verdad, ya disfraz, tu cometido ha de estar corroyéndome por dentro irrenunciablemente persuasivo. 1984

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-11- Identidad Igual que tú, tengo lo que llamamos nombre y apellido. Un pequeño cartel plastificado y un número chiquito. (¿Señas particulares? 5 Las verdaderas, muy poco visibles). Quién soy o quién no soy nadie lo ha dicho y nadie va a decirlo. Si al misterio de ser alguna vez lo cobijó algún libro, 10 yo no encontré sus páginas, ni sé si por casualidad las habré visto. (Sí. Tal vez por azar, ávidamente, me salté, sin querer, ese capítulo). Pero sé que no soy dieciséis letras en un visor de plástico 15 con unos pocos, tristes jeroglíficos. Sé que no soy un número -ni estrictamente polvo- que volverá de un modo u otro alguna vez a sus dominios. -12- Tal vez mi identidad es la que tú me das mientras buscamos juntos el camino. 20 Tal vez el mejor nombre que ser humano alguno habrá tenido es el que yo encontré cada vez que he amado y he sufrido, y es ése el único 25 con el que voluntariamente hoy me identifico. 1981

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-13- Mujer a Cecilia ¿Mis manos son débiles? No ha de doblegarlas el mero contacto del viento que azota la estirpe de mujer que llevo. Sentirse, saberse mujer, es hermoso. 5 Es perfecto. Y es hermoso saber que se lleva en el pecho algo que lastima, algo como un peso 10 que es suma y esencia del Verbo que he de compartir -aunque a veces duela- contigo, o con ellos. Lo sé. Soy humana. 15 Y aunque no me acucia en la vida otro anhelo que el de ser mujer -alma, forma, sueños; mujer nada más, ni menos- 20 a mí me han legado este peso dulcísimo, amado, infinito, -14- que no lleva huesos, que no tiene rostro de hembra o varón 25 ni se vanagloria de uno u otro sexo. (Señor: tu poesía me desborda toda, no cabe ya dentro). A veces me doblo y renuevo 30

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y al hallar al paso una carga nueva extirpo la antigua, aunque duela y en algún lugar la olvido ex profeso envuelta en ropaje real o en harapos métricos. No me han dado alforjas donde conservar 35 todo lo que encuentro. Por eso, sí, quizá por eso habrás de encontrarlo en cualquier rincón transformado en verso. 40 1966 -15- Nostalgia ¿Por qué este aroma que me trae el viento me inunda de nostalgia, de recuerdos? (Pétalo azul, agua, ternura, 5 cielo...). Aquel amor ¿fue amor? ¿ha sido todo cierto? Este aroma que vive desde entonces 10 ¿es auténtico? 1967 -16- Amigos

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a Ester de Izaguirre Es mejor hablar claro; hablar sencillamente, como viejos amigos. Toma mi mano. Así. Estemos juntos. 5 Tampoco a mí me basta el pan de trigo. Compartamos el otro, el que alimenta la sangre de este oficio, y aunque jamás hallemos la respuesta busquemos juntos. 10 Quiero saber quién soy y a qué he venido. 1981 -17- Razones a José María Gómez Sanjurjo Para cuando no sirvan las palabras aunque vivan las horas, araño la corteza de una sílaba e intento atrapar su magia ahora. 5 Para cuando no guarde misterios con los cuales nutrir mi corazón, la aurora; o su luz no me alcance para desbaratar las sombras o te hable y no me escuches 10 o me mires y no me reconozcas, debo seguir acumulando letras

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ahora. 1982 -18- Impotencia a Dora Gómez Bueno de Acuña Este escurrírseme la vida entre las venas y no poder pararla... Este sentirme herida en cada aurora; este saberme inválida, y esta angustia que me trepa al alma 5 y me envenena mintiéndome que nada sirve para nada; que no podré quedarme en un rincón perdido de la casa; que la profundidad del pozo apenas sirve 10 para saciar mi sed de agua; que tú, que yo, estaremos borrados -como algún error o alguna mancha- y aún estará la piedra, la inevitable podredumbre entre las plantas, 15 el kupi'i entre las vigas o una aureola gris de humedad en las paredes blancas. Sí. Yo -estirpe única privilegiada- soy indiscutible exponente de la raza humana. 20 1982 -19- De repente es otoño a Carlucho, Negra, Chino

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¿A qué ilusorio afán doné mis horas? ¿En qué estéril empresa, cometida en nombre del amor, gasté las lágrimas y derroché la libertad, la risa? Ya no hay lugar para malentendidos: 5 de repente es otoño; y parecía que las festividades del verano jamás acabarían. Procuro establecer identidades entre el otoño y la melancolía, 10 el ejercicio pleno del amor y la íntima razón de la alegría, entre alguna esperanza desairada y esta fe aumentada y corregida, entre una larga búsqueda 15 y la verdad que esconde la poesía. Y aunque sé que sinónimo de edad no es experiencia, ni sabiduría, hoy comprendo que sí valió la pena tanta escondida suerte (tanta vida 20 ineludiblemente sojuzgada con una que otra pena compartida). -20- Si acaso celebramos esta noche la ceremonia de mi despedida déjame a la intemperie: estoy ansiosa 25 de admitir mis estériles fatigas, mi ingratitud, mis dudas, mis fracasos -esta incompleta, inacabable lista que empecé un dos de enero y desde entonces impregna mis sandalias de ceniza. 30 Déjame a la intemperie: estoy dispuesta junto a mi Dueño a inaugurar la vida. 1984 -21-

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Reencuentro a Carlos Villagra Marsal Yo (también peregrina), habitante de un hermoso país de flor y fuego, albergo, como tú, una patria de voces y silencios, áspera y dulce como la guayaba, 5 de aroma de jazmines y madero. Patria de voces puras, de adjetivos sencillos, simples verbos; de sustantivos parcos; comedidos -andamiaje aborigen: rudo, escueto- 10 y patria de quebrachos desgajados y de cañaverales de silencio regados por el vil brebaje amargo y viscoso del miedo. (Palomar, campanarios y sonidos 15 -ansia testimonial de un hemisferio). Antigua voz oculta que todo ser humano lleva dentro es la que escapa hoy a los caminos de tajy, yerba mate y cocotero 20 para decirte sólo una palabra breve, imperturbable ante el horror del vértigo -22- y fiel -como se dice sólo han sido algunos pocos perros. Sus dos sílabas puras 25 en las que crees tú, en las que creo, viven aún aquí, en esta tierra que nos une a los dos como en un beso y han de darnos la voz en esta hora impostergable ya para el reencuentro. 30 1983

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-23- Te amo, abril a Neiny y Charly Te amo, abril, te amo por tu sol, tus hojas amarillas y tu Semana Santa. Te amo por las notas que entregas a este otoño 5 embriagado de música y fragancia. Te amo porque de ti una oscura garganta se nutre y fortalece, y es feliz, y canta. Te amo porque en ti 10 hallo mi alma y la luz sintetizadas. Te amo, abril, porque estamos. Y te lo digo como si hiciera falta. 1966 -24- En mayo a Josefina Plá Si pudiera esta tarde soleada, perfecta,

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destrabar las ventanas del alma y que todas mis ansias fundidas en un diminuto poema al fin desprendieran su vida 5 del mundo que oculta mi forma imperfecta... Con sólo soñarlo me siento hecha vid siempre renovada en uvas eternas. Quizá alguna tarde -como yo en las tuyas- alguien pose su planta insegura en mi huella, y aunque ya mis cenizas abonen -¡ojalá!- 10 la tierra, de las ansias que esconde un minúsculo poema extirpe la fuerza que esta tarde me arrastra hecha sílaba trémula. 15 1965 -25- Suposición a Marta Elena Walsh Si hubiéramos estado hechos de metal, quizá me habría tocado ser de lata. Somos de carne y hueso y nos pudrimos. Tampoco el óxido me gusta nada. Si hubiésemos estado hechos de madera 5 me habría gustado ser la viga de mi casa. ¿Haría tic-tac igual mi corazón si en vez de ser mujer, fuese una caja? ¿No hubiera sido preferible acaso tener en el cerebro cien mil patas 10 y en vez de corazón una hermosa cajita de hojalata? Definitivamente no. Y estoy quejándome

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de que a veces me faltan las palabras para admitir que de lo más valioso 15 que esconde nuestra cáscara lo más hermoso es verdaderamente el corazón mientras sea realmente corazón y no una vieja y oxidada pieza de hojalata. 1981 -26- Calaguala y limón japonés para Ana Maná y Carlos No recuerdo haber visto en «La Alcándara» calaguala ni limón japonés. Pues entonces, germinen sus letras en el humus vital de un papel. Acaricie sus ramas el tiempo 5 generoso obsequiado a los tres mientras vamos andando la vida y el cariño los hace crecer. Calaguala: pronuncio tu nombre y disfruto al besarte, tal vez 10 más que el breve, mezquino momento cuando algunas te sorben la vida en un té. Calaguala: germina en mis versos porque es junio y hay sol; y después deja sitio a tu lado a las letras 15 de un fructífero, exótico, bello y jugoso limón japonés. 1984 -27-

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Profesión para Ana Iris y Óscar Ferreiro Uñas y dientes hundidos en la carne dura que no muere ni sangra. Lamentos. Y plegarias. 5 Ella, inconmovible; y nosotros, temerosos y débiles, siempre hacia algún lugar, con nuestros sueños. Esfera de ansiedades en el hombre 10 que contempla aterido su propia fuga en piel herida, seca, y en gusanos. Inmutable verdad: nos vamos. 15 Sí. Nos vamos. ¿Pero no queda nada, nada de un huésped transitorio que ha entregado un poco más de amor 20 y alguno que otro sueño -común o diferente? -28- Sí. Ya lo sé. Es inútil: no puedes contestarme. 25 Pero alguien, aquí; alguien escondido, atisbando en el fondo de mis átomos, siente que algo vibra y se mueve y se levanta 30 y sale y va de mí

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y pretende quedarse y no puedo evitarlo. Ah, nuestros sueños. 35 1964 -29- Ignorancia No. No puedo explicar por qué la vida, aunque sí da -y mucho- exige en trueque siempre tanto. Si todo fuera como ir de compras 5 con monedero y bolso hasta el mercado... Mas no es así: la vida no recibe -como tal vez aceptaría un ser humano- pago en papel moneda o en metálico. 10 1978 -30- Detrás de mi ventana in memoriam R. T. ¿Será para mi corazón una diadema blanca? Todo perfume guarda;

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y esconde casi el infinito hecho rocío y llama 5 en su pétalo azul único y su forma perfecta, pura, diáfana. ¿Será definitivamente para mí una diadema casta hecha para mi corazón por unas manos 10 desconocidas, ásperas? ¿Ha de seguir el grito anudado en el fondo, en la garganta? ¿Ha de seguir royendo las entrañas 15 esa gota amarga? Mientras de alguna forma al fin encuentro la respuesta que falta, quédate junto a mí a mirar la vida 20 correr allí, detrás de mi ventana. -31- Y no preguntes más el porqué de estas lágrimas. 1996 -32- Por ese solo beso Toma, viento, mi mano. Llévala a la frontera de esta herida lenta y larga. Por ese solo beso. De infancia. 5 De olas y raíces. Beso también de un tiempo y de un espacio viejos. (Tiempo: proyección de minutos lentos, torpes,

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en la minúscula ilusión de noches y mañanas). 10 Por ese solo beso. Manso. Vivo. Fusión de llama y nieve. (Espacio: un ciprés de sepulcro descuidado 15 y una triste abeja soñadora en trajín afanoso entre las flores). Por ese solo beso. -33- Toma, viento, mi mano. Llévala a la frontera de esta herida 20 que me opaca la voz, me traba el gesto, porque es demasiado lenta y larga. 1965 -34- Avaricia Toma lo que te he dado y vete sin pronunciar palabra. Es deliciosamente mansa y tibia la caricia del sol esta mañana, y quisiera soñar 5 con la pura pasión del agua clara mientras van diluyéndose lágrima y rebeldía en mis entrañas. No insistas. Vete ya. Déjame ser al menos esta vez insobornablemente avara. 10 para que cuando alguna vez regreses con tus ojos a implorarme migajas pueda aún entregarte una sílaba intacta.

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1965 -35- Instante Fue como un soplo. Fue como un suspiro: Aún te aguardaba y ya tú te habías ido. Sólo quedó después 5 algo así como un grito amarrado a una sílaba que se volvió gemido. Alguna vez sabré si realmente fuimos, 10 y aún entonces estará excluido de mi vocabulario tu camino. 1963 -36- Vergüenza Tener esta forma tan vívida y plena y no guardar dentro lo que tú entre escuálidos huesos, displicente, llevas. No ser lo que tú: 5 espiga repleta. Sí. Duele a mi alma hasta la sonrisa que tu boca ostenta.

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Mira: si mis manos, mis ansias, mi boca pudieran 10 lograr que no fuese sólo cuanto soy, quizá de mi voz no se oirían blasfemias y quizá tendría tu misma mirada confiada, serena. Lastima decirte que al verte pasar a mi lado 15 esta siesta preferí otra muerte que ésta tan lenta de simple, vulgar pasajera vacía con ansias de tener un retazo siquiera 20 -37- bien suyo que dar con gemidos de luz a la tierra. Es bárbaro admitirlo. Y es ardua, terrible tarea ser 25 bajo el dolor que oprime las venas mujer como tantas -dócil, mesurada, tranquila, discreta... Es duro admitirse envidioso de la dicha ajena. 30 Y es duro sentir en los párpados el peso de piedra de lágrimas torpes, brutales, calientes, que no osan fluir de los ojos de tanta vergüenza. 1965 -38- Tuve el mundo Quise un mundo de flores y frutas en mi forma de oscura mujer, y una fuente en el pecho que fuera el hogar donde él fuese él. 5

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Tuve el mundo de flores y frutas y tuve la fuente que a nadie permití beber. (Tantos muros guardaban el mundo que mi amor construyó para él 10 que hasta él que pasaba apurado pasó; -y pasó sin ver). Y aquí estoy, 15 con el mundo de flores y frutas que siento crecer, y un dolor que se quiebra en el pecho y perfora esta forma de ayer y me arrastra consigo amarrada de manos y pies. 1965 -39- Horas He andado. (He vivido). He pensado también. He comprendido. Miré mis propios ojos 5 contener su mirada entre los cirios. No. No lloré. Entre mis brazos cobijé mi dolor; y sus racimos. Horas. ¿Qué son al fin las horas? 10 Sólo el filo de lo que fue, lo que vendrá, y lo que -sin poder nosotros evitarlo- se ha perdido. Y tú

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has andado también. Has entendido. 15 1966 -40- Domingo gris a Ida Talavera de Fracchia Domingo gris sin vuelo de palomas. Domingo que revive los recuerdos aunque mueran las horas. Domingo gris, 5 con minutos de penas duras, hondas. Domingo de no estar conmigo a solas. Domingo gris: ¿también tú sabes el secreto, ahora? ¡Y se mueven las hojas! 10 Por eso estás así. Y no hay palomas. Y en la vereda fría la flor azul también lo sabe y llora. 15 1965 -41-

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Arabescos Un papel o una minúscula hoja seca. ¿Eso somos? Y en nuestros sueños ¿llevamos un círculo de soledad todos 5 como éste intensamente dibujado en tinta oscura? -verde o azul, o roja o negra- y el croquis persistente, 10 a veces suave; y a veces tan intensamente lleno, con arabescos largos, enredados en todos nuestros sueños. Un papel sofocado. 15 Una hoja seca. Y la tinta que fluye, inacabable con asfixiantes, largos arabescos. 1965 -42- Otoño Llegan las horas siempre. Idénticas parecen unas a otras en la perpetua ronda. Es otoño otra vez. Comienzan a caer, a nuestro alrededor, amarillas, las horas, 5 y como de un rosario antiguo se desprenden casi tímidamente, algunas gotas.

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Recuerdo un domingo de otoño de ésos en los que el sol en tibios rayos se desborda 10 y todo se hace luz sobre la tierra y canta hasta la piedra que sus rayos tocan. En su espera tenía el corazón como brioso corcel que se desboca 15 y cuando fui a su encuentro -como se va hacia un sueño- se extendieron mis brazos y se incendió de cánticos mi boca. Una mañana 20 se adormecieron de esperar mis brazos, -43- y dentro, el corazón, repletas sus alforjas, empezó su misión transmutatoria. Un marzo y otro marzo. 25 Una mirada dentro de la otra. Nada es igual a nada en esta ronda: Yo estrangulo, sonriente, mi congoja, porque es marzo otra vez 30 y parecen idénticas las cosas. No importa que en el umbral, perdida en el silencio y en las sombras una oscura forma esconda, erguida, su sonrisa rota 35 y en línea vertical mire otra aurora aún llena de cánticos la boca. 1966 -44- Iteración

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Amor: te vas. Una vez más te vas. ¡Pero si ya te has ido! Y sin embargo estás en mí 5 cada mañana yéndote y yéndote cada vez más y cada vez más lejos. Amor: 10 te vas. Y hace ya tanto tiempo que te has ido. 1966 -45- Muro a Raquel Chaves No. Los pies no nos sirven para horadar la niebla de las cosas. No son estas partículas de sangre, hueso y piel tibia y rugosa las que nos hacen traspasar el muro 5 y nos llevan al germen de la aurora. No son los pies. Nunca serán ellos los que lleven al sitio de la copa que busca quien la beba y se niega, rotunda, a tantas bocas. 10 Jamás serán los pies -tan torpes, pobres, para tantas cosas-. Fíjate en cuántos corren o caminan con el alma dormida, oscura, sola.

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Tampoco a mí los pies me sirven 15 ni servirán mañana más que ahora, cuando, mudos mis pies, físicamente sola, mi alma se confunde con la arena, con el aire, la luz; con las olas; 20 se impregna de todos los aromas y llega -46- hasta el germen de todas las auroras para hacer de la vida al mismo tiempo 25 espina y rosa. 1965 -47- Sí. «Hay un sitio» a José-Luis Appleyard Sí. Hay un sitio. Es una oscura fosa de reptiles y humanos confundidos. En ella se une la sílaba infinita 5 con la oscura palabra sin sentido y se encuentran veladas Mesalinas platicando con Judas y Dionisios enmedio de plegarias y rugidos. 10 Sí. Hay un sitio que no se lavará con la palabra que nos lacera casi hasta el martirio y nos quiebra la voz 15 porque de estar guardado tantos siglos nuestro murmullo se ha trocado en grito que no encuentra en las cuerdas ni la forma ni en la ansiedad del corazón, sonido. 20

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Es cierto: hay un sitio -48- donde todos los sueños se emponzoñan de tanto y tanto recibir mordiscos. Pero 25 también desde el umbral del sitio se divisa una flor como sobre las fauces de cualquier abismo. 1965 -49- India ¡Qué triste vas rumiando historias viejas con un rudo bastón por la vereda! Mis ojos -tiempos nuevos- 5 como eras entonces, india, te contemplan, y ven no las llagas de ese mudo dolor que ahora ostentas; no lo que de tu blusa asoma como un harapo más -eso que fue semilla, flor y agua mansa y fresca 10 para nutrir de amor los hijos de esta tierra. India: qué triste vas, y cabizbaja y ciega que no ves cómo estoy arrebujada 15 en un turbio rebozo de vergüenza. 1965 -50-

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Réquiem Flores de agosto -pétalos amarillos de mi infancia. Frescas aún sólo serán despojos cuando el alba. El viento, el sol, las nubes, 5 están tejiéndoles tenue mortaja, y desde el corazón ya surge incontenible el cortejo de lágrimas. Luciérnagas azules llevan breve ataúd sobre las alas 10 y en cada susurrar de hojas en las ramas se escucha, trémula, una plegaria. No ha vuelto el sol aún. Aún duerme el alba. 15 Y ya el suspiro último ha encendido su lámpara. Se duerme cada flor, acurrucada -51- en la amarilla luz 20 de su fragancia. Entre el son de los grillos que cantan se oye un silbido agudo y se estremece la última fibra que esconden mis entrañas. 25 (Es la voz de la muerte que pasa). Adiós, flores de agosto -símbolos amarillos de mi infancia.

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1966 -52- Importancia No importa que nadie comprenda esto que te digo. Retazo de piel que yo visto: cómo puedo mostrarte los árboles del bosque donde mi corazón ha renacido palmo a palmo. 5 Es tal vez una valla, algún cerco; o quizá el camino que escogí -escarpado, en penumbras, sin semáforos. O podría ser esta carga que llevo sin ayuda de nadie la que impide que seamos los de antes. 10 A veces, como hoy, me detengo al llegar al umbral tambaleante de azul y marañas y allí me siente a meditar el horizonte roto y a llorarte. 15 Porque tampoco tú comprendes ya lo que te digo. Y eso sí me importa, hermano. 1965 -53- Dos Cuánto tardaste ya no me interesa. No escondían mis venas ni una gota 5 de sangre de pelea.

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Las flores estaban marchitándose sangrando savia triste en primavera. Y tú -aquél que yo reconocí y separé de la ingrata leyenda- 10 eres quien impide a la voz volverse vieja. Aquel insomne canto ya no existe ni el eco gris del huerto. Igual que sus naranjas, pudieron recobrar su real color 15 y los zapatos perdieron al final las riendas y cruzaron los cercos de los algodonales y las siembras. -Síntesis del abrazo hecho febril substancia de flor y de madera- 20 -54- (No podía caminar entre peñascos, sola: era dura la tierra y la gracia no daba un atisbo de piedad sobre la oscura piedra). Quise reconocerme en tu mirada 25 y busqué confundirme en tu silueta. ¿Eras así, ya? ¿Era tan importante tu presencia? En realidad, ya jamás lo sabré. Pero era la mañana tan blanca, tan perfecta 30 y eran tus manos como son aún tibias y protectoras y serenas. Estás. Y haces caso omiso de esto que todavía pesa. Juntos lo cargaremos en los hombros 35 y juntos lo llevaremos -aun a rastras- por la tierra.

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1966 En defensa propia ¿Quién pretende exhibir su corazón como un colorido trapo de vidriera? Tal vez yo anhele encontrar un alma hecha guadaña inflexible, fiera, que me ayude a segar -ya para siempre- 5 esta hierba tenaz llamada indiferencia, o tal vez necesite quien me alcance -para dártela a ti- la luz de alguna estrella. -¿En este tiempo? 10 -Sí. En este tiempo. Quizás entonces este zumo amargo que en vez de sangre a veces corre por mis venas se evapore y la vida de pronto se convierta 15 en algo más que una desteñida flor artificial. En algo más que una marchita rosa vieja. 1982 -56- Distancia Quise convertirme en caricia infinita que impregnara de toda ternura tu alma, tu cuerpo. Intenté doblegarme ante el mínimo capricho que desde tu voz me ordenara el deseo y ser una forma pacífica y trémula 5 que tus ansias pudieran palpar hueso a hueso.

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Pero algo, en el fondo, muy dentro, se alzó como un muro en el medio. 10 Y no pude, aun cuando todo mi ser se escapaba hacia el tibio contacto que guarda tu mano en su hueco -tal vez porque supe que iba a ser muy fácil así convencerte- ahora lo comprendo. Ojalá lo asumas también, y lo aceptes. 15 Por eso he vivido esta forma de amarte en la cual todo es siempre imposible o ajeno. Como antes no pude ser la forma dócil en la cual prolongarte contra todos los garfios del tiempo, 20 como antes, te digo que no; no pretendo -57- esgrimirlo como arma, galardón o mérito. Sólo pido me dejes 25 conservar de tu amor el más puro recuerdo quedándote ahí donde estás: muy cerca y muy lejos. 1967 -58- Suerte Yo decidí una vez dejar de amarte y me negué la vida de repente: por esa misma puerta entró el dolor a incrustarme una llaga permanente. ¿Fue entonces quizá cuando traspuse 5 los frágiles umbrales de la muerte llevándome conmigo una campana, mi colección de lluvia transparente y unos cuantos suspiros, por si acaso retorno alguna vez y logro verte? 10

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(Recuerdo aquel arroyo de mi infancia, la tarde azul, cañaverales verdes y nubes como inmensos potros blancos cabalgar cada tarde hacia el poniente. 15 Y te recuerdo a ti: cómo teníamos la misma voz -ni el timbre diferente- una sola mirada, un camino 20 y el mismo empecinado corazón rebelde). -59- Sí. Yo arrojé las llaves de la dicha a un negro pozo, lejos de tu suerte; y al trancarme la vida sus ventanas 25 me dejó a la intemperie. Pero entiéndelo bien; estoy segura de que sí tengo suerte: aún me restan lágrimas 30 y a veces diferencio la vida de la muerte. 1982 -60- Yo Dentro de mí se anudan flores, insectos, mares y campanas y vientos y turbias tempestades. Albergo en mí colmenas y cantares, y hay cien niños aquí, en mis entrañas. 5 ¿No me crees? ¿No escuchas cómo bullen en mí las tempestades?

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(Perro que ladra, al fin...) ¡No me amordaces! Es cierto: me amedrentan los grillos humanos. 10 No insistas. No me hables. A veces mis raíces se desprenden de mí y cantan por el campo y la tarde se arma de cuchillos para matarme. Quizá estoy muerta ya y no guarde colmenas ni campanas. 15 -61- Pero son cien los niños que aguardan todavía en mis entrañas. 1966 -62- Posesión Hoy desperté al escuchar el trino de los pájaros. Había llovido. (Olvidé la ropa por contemplar la flor azul del patio). Me aturdió súbitamente un trueno 5 y no me enceguecieron los relámpagos. (Cómo dejarme avasallar teniendo tanto). Haré café. Enjuagaré dos tazas. Entretanto caerá la lluvia 10 y guardarán trino y retorno para mí los pájaros. Y muda ante el milagro de la hija que será cuando los mangos, seré como una más este domingo de lluvia y de relámpagos 15

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que no logra pintarme de gris porque hoy abarco todo el mundo en una mano (¿débil mortal?) yo que lo tengo todo sin haber esperado nunca tanto. 20 1967 -63- Minuto a José Antonio Bilbao ¿Que se nos van las horas? Sí: se borrarán los siglos uno a uno y aún estará el tiempo. ¿Que se deshace ya en partículas esta vida que guardo entre los huesos? 5 Sí. Que los más ávidos gusanos, que los más hambrientos sean los que abracen este cuerpo cuando el sueño me venza. 10 ¿Que todo debe ser así? Que todo sea así, tal como debe ser -sin darme cuenta- y en derredor 15 prudente y silencioso aguarde el cielo. Pero que entre la incertidumbre de la vida y la certeza de lo otro que carcome mis ansias en silencio, tenga un minuto al menos, sólo mío, 20 para dejar -64- un retazo siquiera, diminuto, de esto.

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1968 -65- Para decir amor Para decir amor necesitamos despojarnos de sílabas impuras; abrir la realidad, y de su entraña elegir de entre todas las verdades, tal vez una. Para decir amor ¿ayuda comprender 5 que el ser tiene sus letras ineludiblemente ocultas en la brutal certeza de una palabra hecha de tierra oscura? Para decir amor necesitamos vivir. (Y vivir no es hacer con nuestras dudas un paquete al cual dar pronta y piadosa sepultura, 10 sino entender que aunque enterremos todas habrán quedado siempre varias insepultas). Para decir amor... ¿Decir? ¿Amor? 15 ¿Y por qué no aceptar esta verdad sin evasivas, sin rebeldías turbias, sin excusas? -66- ¿Por qué sencillamente no aprendemos a amar 20 mientras vivimos esta larga búsqueda? 1981 -67- Honoris causa

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a Josefina Plá ¿En qué universidad se otorga el título de oráculo del tiempo? A veces imagino sus aulas como grutas o como laberintos decorados de sombra y de silencio en donde se oyen milenarias voces 5 enmarañadas en su propio eco. A veces la imagino sólo un patio -luz y verdor eternos- en donde la verdad -flor rara y bella- vive pronta a entregarse hasta el último pétalo. 10 A veces la presiento con ojivas con un sencillo altar, igual que un templo donde una mujer y un hombre velan esperanzados, un antiguo féretro donde la humanidad depositó sus sueños. 15 Patio (verdor y luz) o laberintos pétreos o diminuto altar donde detiene a veces su empecinado andar el universo: -68- pelando la palabra 20 llegó a ti una mujer abrazada a la cruz de su misterio. 1981 -69- Juego Empecé como un juego a recordarte.

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Fue fácil oír tu voz hablándole y hablándole a mi corazón como tú sabes. Hoy 5 es un poco demasiado tarde: no sólo te recuerdo más que antes, sino que este amor inagotable no sabe cómo hacer para olvidarte. 10 1966 -70- Gracias a tus poemas, Ester Contéstame: ¿Puedo decir con «gracias» lo que siento? ¿Puedo acaso explicar cómo la vida de repente me envuelve en un hondo misterio y no existen la luz, la sombra, el agua, 5 la flor azul, el viento ni la porción de eternidad huidiza y tenaz llamada tiempo? (Y sin embargo es mucho más lo que me oprime dentro). 10 Contéstame: ¿Puedo expresar cómo de pronto la luz, la sombra, el agua, el viento, la flor azul, el tiempo son uno solo en mí 15 sin yo misma entenderlo? Pero ven.

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Siéntate. Díctame, por favor, algún final de cuento. Pero antes 20 -71- dime: ¿Puedo decir con «gracias» lo que siento? 1980 -72- Con tus mismas palabras a Lidia Lancieri de Ferrón ¿Dónde estarás, inolvidable dueña de mi infancia? ¿Dónde están tus oídos, que he dañado con mis yerros, torpezas e ignorancia? ¿En dónde está tu voz, que aún recuerdo 5 mejor que cualquier regla de gramática aquélla con la cual, para mí sola todo el amor del mundo conjugabas? Ahora cuando el viaje que transito no lleva ya a tu casa 10 entiendo que es ésa tu sonrisa la que falta en el aula. (Es otra aula donde el tiempo va dejando severas enseñanzas 15 y donde es imposible en eufemismos disimular las marcas). ¿Dónde estarás? ¿Existe algún lugar, en algún mapa donde no viva el tiempo 20 ni medien las distancias, donde puedas tomar entre tus manos -73- mi mano y dibujemos juntas el mañana?

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Si te encuentras allí 25 donde sólo el amor tiene importancia, deja a tus ojos resbalar su ternura en estas páginas y oye cómo te digo que te quiero con tus mismas palabras. 30 1981 -74- Retorno De la distancia oscura de un insalvable abismo; de lejos, de donde, agazapadas de temor están debilitándose y cayendo las alas 5 de los sueños; desde la soledad sin fin de la tristeza; de lejos, callada, mansamente, entretejo 10 este réquiem de amor a tu recuerdo. Hoy otra vez -como sucede a veces- aprisiono tus restos con el temor de entonces 15 de lastimar tu nombre en el encuentro. Sostiene el vuelo aún el ala rota. Detrás, el corazón ha desgajado uno a uno estériles lamentos. Así cual hoy, a veces 20 te nombro; te recuerdo -75- con esa plenitud que sólo existe donde moran los sueños.

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1966 -76- A la intemperie Deja en mi reposo una flor. A mí, déjame afuera. No amo encierros de cárcel. Yo quisiera quedar así nomás 5 con besos de luciérnagas y lluvias en la cara. Entonces sí todo valdría la pena -y que tal vez el viento me llevara ceniza ya; y que tú comprendieras 10 que si he dejado el alma a la intemperie preferiré seguir de la misma manera. Entierra ya el jazmín. A mí, déjame afuera. 1965 -77- Dudas No comprendo si estoy o si me he ido. No entiendo si mi cuerpo es esta cáscara -tuya quizá- que visto y no sé si morir sería vivir 5 más que el vivir que algunas veces vivo. Escúchame: tú y yo somos realmente bastante parecidos.

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Sólo que mientras niegas cuanto ves, yo afirmo 10 acerca de lo tuyo y de lo mío; sólo que cuando escucho tú les echas cerrojo a tus oídos; sólo que mientras callas 15 yo me busco y te busco en alaridos. Si lo pensamos bien, en realidad tú y yo somos casi lo mismo. 1981 -78- Piedra bruta para Annie Granada y Luis Alberto Boh ¿Cómo puedo nombrarte? ¿Qué palabra penetra tu substancia categórica, tu firme pulsación, la fortaleza tenaz de tu misterio? 5 Si pudiese auscultarte el corazón y descubrir tu esencia. Si pudiera entender por qué me habitas como si fueras tú mi propio tiempo, como si compartieras mis latidos 10 y todos mis secretos. Tú estás aquí. Palparte se asemeja a rasgar con mis uñas las raíces del alma 15 y destrozar a gritos el silencio. Sé que me entenderás, noble materia;

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y sé que tu aspereza desbordante me lastima las venas porque me reconoces, y comprendes 20 el desamparo y la fragilidad de mis cimientos. -79- ¿Cómo nombrarte? Déjame que te inunde el corazón; que te muerda la vida que recorre 25 todos tus poros, todos tus senderos; y deja que te llame a mi modo semilla, luz, sonido, pan y fuego, indicio, realidad, 30 amparo, vuelo, ternura, tosquedad, espina y pétalo. Y ya que estás aquí, amarra a tu verdad todos mis sueños. 1981 -80- A mi papelera Porque me has sido fiel desde que mi memoria lo recuerda, préstame tus oídos y recibe mi confidencia: creo que tú comprendes desde entonces 5 que pretendo escribir mi nombre a mi manera, que deseo elegir yo sola el molde y trazar sin ayuda cada letra. Por eso ensayo, tacho, borroneo, y te regalo páginas enteras 10 o hermosas pelotitas de papel. Son tuyas más de las que yo quisiera.

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No te asombre. Tú sabes que este oficio de buscar la palabra verdadera tiene extrañas, 15 sutiles herramientas. Ayúdame a buscarlas quedándote a mi lado, servicial, atenta, hasta que alguna vez ya vieja -tú- 20 -81- desde tu imprescindible sitio veas cómo logro escribir tras una antigua puerta. Y ahora sigamos. Pero antes recuerda 25 que nunca como hoy he valorado tanto tu prudencia. 1982 -82- Crear a Luis Szarán La irreductible puerta del misterio no había sido tal: sin magia, sin astucia, una palabra y el cerrojo se dejó violar. Tal vez los alquimistas predijeron 5 -aproximadamente- la fórmula eficaz o algún filósofo intuyó la clave de la unidad verídica esencial: Cierro los ojos (miro, oigo, siento). Y del misterio 10 emerge una palabra y otra.

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Nace así, letra a letra, la verdad. Y la vida se deja -no muy dócilmente- aprisionar. 1982 -83- Consejo a Pepa Kostianovsky Siempre han tenido algunos oxidadas, filosas herramientas. Mejor vacúnate, porque hay heridas que conozco también por experiencia de las que inevitablemente 5 se nos trepa a la sangre una gangrena. No sea que haga falta que te extirpen un brazo o una pierna. Eso sería fatal -ya seas zurda o diestra- 10 a menos que comiences hoy tu práctica de trepar con muletas. 1982 -84- Pedido a Julio Existe algún lugar en mí

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que invariablemente ocupa la tristeza -oscura madriguera con pasadizos largos 5 y escaleras que van hacia algún cielo turbio que se llena de alambradas de púas que me punzan y arrojan como a una intrusa afuera. 10 Pero ven, compañero. Quédate. Acompáñame. Saberte cerca me retarda la huida hacia el crepúsculo; pone a la angustia singular barrera; arropa mi quejumbre, me acoge el corazón 15 y sus torcidos sueños endereza. Quédate aquí como has estado siempre, querido, insobornable centinela. Aguárdame cuando mi corazón me arroje, malherida, afuera. 20 1982 -85- Crepúsculo Ahora, cuando cruzo -sin posibilidad de detenerme- hacia el crepúsculo, constato que he tenido un pequeño lugar donde desparramar mis utensilios 5 y donde cobijarme en los inviernos; en donde amar (¿se dice así, aún?) y estar y parecer y ser -reiterada, y creo, merecidamente- amada; donde colgar de la pared un espejo ovalado 10 para reconocer de vez en cuando un rostro diferente, similar a tantos. ¿Es que alguna ecuación ya lo predijo? Tal vez mi desamparo es una llamarada sin remedio; quizá esta arquitectura antigua 15

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(moldes de adobe -lágrimas y lodo-) ya no alcance a albergar este bullir y rebullir de sueños; o tal vez sus oscuros caminos cenicientos sean tan sólo 20 ásperos recuerdos cuyo destino es el común destino de polvo después de alguno que otro rudo crujir de huesos. -86- Tal vez. En realidad ahora no importa demasiado la gran Verdad 25 cuando por fin comprendo que esta lucha no es tan desleal como parece: es cierto que no tiene clemencia y no acepta rescate; simplemente lo exige todo, todo lo arrebata. Pero todo está bien así. 30 Todo está bien ahora que lo entiendo. 1982 -87- Domingo a Gonzalo Zubizarreta Lo sé: mañana lunes venderé mis horas, alquilaré mis manos y mi voz (empeñaré una dosis que ha de quedar allí). Sólo conservaré la cáscara 5 de lo que soy y de mi real motivo. Pero cuando repiquen en sordina las campanas que llaman a cruzar diariamente la invisible barrera hacia el crepúsculo, iré a buscarme a las entrañas de mí misma. 10 Alguien sin rostro me dará sin duda algo -unas manos- que reconoceré como las mías, diferentes, y tal vez una voz 15 más monocorde que antes,

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han de ayudarme a retomar las alas arrumbadas en un rincón cualquiera. Y esta voz unicorde -cuando la inmensa noche me prometa 20 el verdadero día- será la que por mí rendirá cuentas: -88- «No he podido dar más. Disculpa. He alquilado o vendido lo tuyo y regreso vacía». Entonces 25 -ojalá- la voz del único que acepto como Dueño, dirá sencillamente: «Pasa». 1982 -89- Misterio a Ramiro Domínguez Hay veces cuando todas las palabras parecen eludirme sin remedio (no sólo las palabras específicas que describen un acontecimiento sino hasta aquella diminuta sílaba 5 de mi simplísimo ritual doméstico). Entonces es cuando un temor anónimo trasciende cada uno de mis gestos; me opaca la visión, y sin permiso se me apretuja en cada uno de los huesos 10 hasta que no doy más, y al fin me rindo a la oscura plegaria del silencio. Es en esta oración donde reviven -de mi orfandad cuasi sometimiento-

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color y forma, aromas y sonidos, 15 vértebra y sangre, luz y movimiento de todo cuanto alguna vez ha sido, es o será una vida, algún objeto. Y es entonces cuando yo renazco, y al recobrar la voz, también recuerdo 20 -90- que todo tiene su razón de ser, que no es improvisado este misterio. 1984 -91- Brindis ¿Cuánto tiempo pasó? Tiene lo nuestro de pronto un especial sabor antiguo. Y sin embargo, amor, de qué manera todo se vuelve novedad contigo: el gusto de la sal, la luz del patio 5 y el lento desayuno los domingos. Hay algo entre nosotros que convierte cada instante en milagro renacido. Ven. Levántate ya. Cecilia duerme. Pongámonos nuestro mejor vestido; 10 vayamos a la mesa a festejar sin ni siquiera ella por testigo. Sé que no observarás nuestro desorden pero sí el mantel que he elegido. Está crujiente y oloroso el pan; 15 y ¿sabes? hoy te preparé cocido. Nada tiene que ver el calendario con la celebración que compartimos. Ninguna agenda tiene registrado su motivo; 20 ninguna enciclopedia lo menciona; no consta en ningún libro: -92-

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Es sólo que yo sé que aún te amo y aún es como entonces, tan sencillo. Pero por sobre todo, es porque entiendes 25 que entre tantos afanes, tantos ritos, en aquél de estafar a las estrellas nadie podrá jamás contar conmigo. Alcánzame ya el pan. Sigamos siendo siempre nosotros mismos. 30 1983 -93- Nunca me llamaste hermosa Tu voz -con anillos y poros- me habla un lenguaje de flores y espinas cuando es primavera y me miras. Alzan al ocaso el roto evangelio 5 tus manos cautivas; una voz musgosa -reloj de agonía- habla su cansancio mientras tú me miras; 10 y una boca triste, dura, entumecida, cuenta del sudario que besas y lloras quizá porque es primavera y me miras. Sí. Claro que entiendes: 15 abril en el patio; flores amarillas. Nunca me llamaste hermosa. 1967 -94-

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Y sin embargo... Y sin embargo he sido, soy hermosa porque me amaste; porque yo te quise. Y sigo hermosa ahora, ya marchita: el pasado es presente. Así de simple. 1984 -95- Portadores Si -porque soy mujer- algo conozco igual que tú, del ritual de la vida, ¿he de gastar mi tiempo en una historia tan antigua? Ser hombre. Ser mujer. La diferencia 5 antes que en formas, en verdad radica no en quién tiene poder de engendrar hijos sino en quién será siempre albergue de la vida; no en quién consigue el pan, sino en quién debe darle además su dosis de alegría. 10 ¿Para qué revivir estas polémicas patológicamente repetidas -óvulo de quebrantos, esperma de rencillas? Si tú y yo somos hombre o mujer, 15 eso de ningún modo significa que no podamos ser realmente seres humanos -portadores, cada cual a su modo, del germen de la vida. 1983 -96- Amor

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I De pronto me sucede, patria mía, que entiendo haber violado un viejo pacto. Te busco entonces. Me respondes. Siento al besarte el cariño de tu abrazo. Y ya no dudo más: Aquí me tienes 5 con el antiguo sentimiento intacto. Hoy sé que no debí callar por miedo de mancillar la flor de tus lapachos, desafinar la nota en tus guitarras, desabrir con mi angustia tus naranjos, 10 arrebatar de rojo tus jazmines, estorbar con mi furia tu descanso, ensombrecer con mi ansiedad tu cielo o asesinar con mi dolor tus pájaros. II Cuando intenté gritar, un centinela 15 me señaló el incendio en aquel patio (el mismo sitio donde un dos de enero acordamos tú y yo nuestro contrato -97- -allá a lo lejos, donde aún la vida inaugura sus sueños y presagios). 20 Sí. Sólo por callar, sobre los hombros cargué una espesa nube de quebranto, se enredó la tristeza entre mis sílabas, se arrinconó debajo de los párpados un paisaje hecho flor en la dulzura 25 empecinada del amor y el llanto. Y siempre estabas tú en el sabor más puro de mis labios.

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III Qué importa ya que no pudiera liberar mi canto 30 contigo y para ti, quizá por no estorbarte con un antiguo sueño traicionado. Importa sí que sepas que comprendo que también guardas tu terrón amargo y no impides que a veces se te esparza 35 y germine en los campos. Es esa libertad sutil que ejerce tu inmenso corazón mediterráneo la que en verdad sostiene -más que tus tiernos y valientes brazos- 40 las raíces, los frutos: la cosecha de todos mis hermanos; y es esa libertad la que me aferra -98- libremente, a tus átomos y me insta por siempre a confesarte: 45 patria mía, te amo. 1983 -99- Voz Dijo la voz al hombre aquella vez en el engendro de los siglos: «Tiempo y lugar te doy. Suficientes para llenarlos a tu modo y arbitrio». Y lo dejó, con su forma y un corazón de sueños 5 sólo consigo mismo. Anduvo el hombre. Cabalgó con sus ansias el potro del destino. Doblegó piedra, bronce, agua, y se armó de cuchillos 10 contra las bestias y contra todo hocico.

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Se hizo una voz. Vistió sus desnudeces contra el frío. Edificó cabañas y columnas 15 y sus manos moldearon monumentos que se desmoronaron por sí mismos. Luchó. Sufrió. El hambre más de una vez minó sus intestinos y brazos invisibles lo tentaron (lo tientan) a entregarse a otros sueños y a otros ídolos. 20 -100- Compró y vendió a su hermano por nada. O por un grano mísero. Y de su propia venta su corazón fue el único testigo. Y sigue el hombre hoy. 25 Porque es el mismo éste que anda y desanda los caminos con sus sueños, sus dudas y esperanzas, sus pies cansados, su llorar distinto. 30 Tanto ya el hombre vio; de tantas ilusiones muertas fue testigo que sólo a veces, como hoy, recuerda aquella voz que oyó en el engendro de los siglos. 1965 -101- Balance Ha llegado la hora del balance y es preciso un recuento: cuánto me debes tú, cuánto te debo. No. No por ser mujer; 5 pero hoy prefiero

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-si no hay inconveniente, desde luego- que se mencione aquí mi haber primero. 10 Me desangré, disfrazada de angustia durante mucho tiempo. Fui flor, semilla, fruta olvidada a la orilla del sendero. Todo era igual: la lluvia, las tormentas, 15 y hasta el filo de aquel feroz cuchillo negro. Cuántas veces alcé mi voz con plegarias frenéticas entre el fragor del trueno y con hachas al hombro traté de derribar tu puerta para asomarme de algún modo al cielo. 20 -102- Inútilmente: con lentitud de siglos que no llegan aguardé la luz de un mínimo lucero con la mirada vertical y el nombre sumergido más y más dentro del tiempo. Me fue difícil: 25 demasiado, creo. Es muy duro esperar cuando se lleva a cuestas más que la forma que llamamos cuerpo una obsesión hecha columna dura, firme ¿como acero? 30 Pero esperé. Y ahora estamos tú y yo en inventario previo. Cuando ya no quería abandonar la protegida cárcel de mis sueños tus manos se aferraron 35 de mis manos, mi boca, mis cabellos, y me arrancaron a golpes el silencio. Juntos reconocimos el infinito don del universo 40 y exploramos ansiosos

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una parte vital de su misterio. Y aquí empieza tu haber y se agrandan mis deudas. Perdóname. Pero el balance quedará en proyecto. 1966 -103- Confesión Sí. Yo llamé a tu puerta día tras día y mendigué cuanto pudieras darme -como una pordiosera. ¿Por qué hablo en pasado? 5 Todavía tiendo mi mano a ti cuando la tarde disimula mi angustia y mi vergüenza. Te amo más que nunca y tu avaricia me duele siempre igual; 10 pero dejarte, yo, Poesía, ¿dejarte? ¡Muerta! 15 -104- Como un padrenuestro a Cecilia Si muero hoy,

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conoces el modelo -color y forma- de lápida que quiero. Que silbe, cuando cave la tierra 5 un eficaz sepulturero buscando dónde arrinconar mis huesos. Que nada importe ya de mí -camino hacia el reencuentro. 10 Pero que alguna vez, alguna tarde propicia, singular para el recuerdo, leas una palabra, un poema que derribe los muros del silencio y llegue a mí, sencillo, elemental, 15 como un Padrenuestro. 1983

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