A lvaro delPortillo - Opus Dei · Un hogar cristiano Ha dicho Los hijos,esculturas de Dios Favores...

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Boletín de la Oficina para las Causas de los Santos. Prelatura del Opus Dei. España Nº 31 • Año XXVIII • Octubre 2005 La familia, verdadera escuela del amor ´ A lvaro del P ortillo Hoja Informativa nº 3

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Boletín de la Oficina para las Causas de los Santos. Prelatura del Opus Dei. EspañaNº 31 • Año XXVIII • Octubre 2005

La familia, verdadera escuela del amor

´Alvaro del PortilloHoja Informativa nº 3

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EnseñanzasLa familia, verdaderaescuela del amor

Nos escribenEl «regalo» de un niño

VidaUn hogar cristiano

Ha dichoLos hijos, esculturas deDios

Favores

Mons. Álvaro del Portillo nació en España, en Madrid, el11 de marzo de 1914. Era Doctor Ingeniero de Caminos,y Doctor en Filosofía y en Derecho Canónico.En 1935 se incorporó al Opus Dei. El 25 de junio de1944 fue ordenado sacerdote y dos años después fijósu residencia en Roma, donde colaboró directamentecon San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. Suservicio a la Iglesia se puso de manifiesto también en ladedicación a los encargos que le confió la Santa Sede yen particular en su activa participación en los trabajosdel Concilio Vaticano II.En 1975, tras el fallecimiento de San Josemaría, fueelegido para sucederle al frente del Opus Dei. El 6 deenero de 1991 el Santo Padre Juan Pablo II le confirió laordenación episcopal. El gobierno pastoral del Siervo deDios se caracterizó por la fidelidad al espíritu delFundador y a su mensaje, con el afán de extenderincansablemente por todo el mundo los apostolados dela Prelatura y la llamada a la santidad en la vida ordina-ria.En la madrugada del 23 de marzo de 1994, pocas horasdespués de regresar de una peregrinación a TierraSanta, el Señor llamó a este siervo suyo bueno y fiel. Elmismo día, el Santo Padre Juan Pablo II acudió a rezarante sus restos mortales, que ahora reposan en la crip-ta de la iglesia prelaticia de Santa María de la Paz, enRoma.El proceso de beatificación y canonización de mons.Álvaro del Portillo se abrió en Roma el 5 de marzo de2004.

wwwPara tener más información acerca de mons.Álvaro del Portillo se puede consultar la página web

www.opusdei.orgy subscribirse al servicio gratuito para recibir

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A FAMILIA,VERDADERA ESCUELADEL AMOR

En 1994, Año Internacional de la Familia, tras la publicación de laCarta del Papa a las Familias, mons. del Portillo escribió este artículo,en el que comentaba el nuevo documento de Juan Pablo II

LEl nuevo documento, con un denso contenidoy de una notable extensión, expone los trazosfundamentales de la institución familiar: tra-zos que toda persona podrá reconocer comoverdaderos, gracias a la profunda sabiduría queproporciona la experiencia de la vida. Las ense-ñanzas del Santo Padre sobre la familia soncomo haces luminosos que al mismo tiempopueden servir de orientación para este AñoInternacional que estamos celebrando.«El hombre no puede vivir sin amor. Quedapor sí mismo como un ser incomprensible, suvida está falta de sentido y no se le revela elamor, si no se encuentra con el amor, si no loexperimenta y no lo hace suyo, si no participa

en él vivamente» ha escrito el Papa en laRedemptor hominis (n.10). Ahora insiste en laplena realización del hombre mediante elamor verdadero, cuya esencia se encuentra enel don sincero de sí, porque no existe amor sinsacrificio.Pero, ¿cómo es posible aprender a amar y adarse generosamente a los demás? Nada muevetanto a amar, decía Santo Tomás, como elsaberse amado. Y es justamente la familia–comunión de personas donde reina el amorgratuito, desinteresado y generoso– el lugardonde se aprende a amar. El amor recíproco delos esposos se prolonga en el amor a los hijos.Realmente, la familia –«más que cualquier

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• Don Álvaro con una familia de Nairobi, en Kenia, en 1989

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otra realidad humana»– es el ámbito en el cualel hombre es amado por sí mismo y aprende avivir «el don sincero de sí» (n.11). Esto es, lafamilia en cuanto escuela de amor: con la con-dición, sin embargo, de que sepa conservar lapropia identidad, la de una comunidad establede amor entre un hombre y una mujer, basadaen el matrimonio y abierta a la vida. Cuando falta el amor, la fidelidad o la genero-sidad hacia los hijos, la familia se desfigura. Ylas consecuencias no tardan en aparecer: paralos adultos, la soledad; para los hijos, el aban-dono; y para todos, la vida se convierte en unterreno inhóspito.Por ello, concluye Juan Pablo II, «ningunasociedad humana puede correr el riesgo delpermisivismo en cuestiones de fondo relacio-nadas con la esencia del matrimonio y de lafamilia» (n.17): palabras que no son profecía,sino constatación. El Santo Padre convoca atodas las familias, también a aquellas que seencuentran en dificultad, para que sean fieles asu propia vocación de servicio a la vida y a laplena humanidad del hombre, fundamento deuna cultura del amor.A aquel que tuviera temor a las exigencias queesta fidelidad comporta, el Papa le dice: ¡Notengáis miedo a los riesgos! ¡La fuerza divina

es mucho más potente que vuestras dificulta-des! Inmensamente más grande que el mal queobra en el mundo es la eficacia del sacramentode la Reconciliación» (n.18). Todavía recienteel Día de oración y ayuno para la paz en la exYugoslavia, el Santo Padre vuelve a referirse ala necesidad de la oración, especialmente de laoración en la familia y para la familia. La fami-lia es una comunidad que reza, que se dirige aDios, en quien vuelve a encontrar su alegría, lafuerza para los momentos difíciles, el vigornecesario para ejercer la misión –excelsa yardua– de la paternidad y de la maternidad. Es conmovedor constatar cuánto espera elPapa de la oración de las familias. Juan Pablo IIademás se refiere a la necesidad de reconocerel valor insustituible del trabajo de la mujer enel hogar: «El trabajo de la mujer, que despuésde dar a luz un hijo, lo alimenta, lo cuida y sepreocupa de su educación, especialmente enlos primeros años, es tan grande que no puedecompararse con ninguna tarea profesional», y«tiene, por lo tanto, que obtener un reconoci-miento, incluso económico» (n.17). Por otraparte, todos sabemos que el amor de la madreen casa es un don impagable, tesoro que seguarda para siempre dentro del corazón.Quiera Dios que esta carta del Santo Padreencienda una luz en el corazón de muchoshombres y de muchas mujeres y haga que seencuentre de nuevo en la familia la felicidadque tanto anhelan.

• Roma, 22 de marzo de 1994. Aeropuerto de Ciampino. Última foto-grafia de Mons. Álvaro de Portillo, tomada pocas horas antes de falle-cer. Al bajar del avión, por la noche, a su regreso de Tierra Santa, tuvola grata sorpresa de encontrarse con varias familias que le esperaban

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Como cada año, en la ciudad donde vivo yejerzo el ministerio sacerdotal, también esteaño he ayudado al Párroco a bendecir a lasfamilias. Me ha ocurrido –cosa rara– quepasé por una tienda en la que el año anteriorhabía dado la bendición en presencia de lospropietarios. Antes de entrar, una señoraamiga de la familia me dijo: «¿Sabe que des-pués han recibido el regalo?». Algo intrigadopor la frase, intento con esfuerzo recordar elepisodio.Aquel día del pasado año me había entrete-nido algo más con aquella familia porquemarido y mujer, de unos cuarenta años, mehabían expuesto una preocupación suya.Estaban casados desde hacía cinco años y

aún no habían tenido hijos. Los pedían alSeñor, pero el hecho que la mujer hubiesetenido ya dos abortos espontáneos, no losanimaba a ser optimistas. Después de escu-charlos, les dije que le pediría a don Álvaro,un santo sacerdote, su intercesión para quetuviesen un niño y les aconsejé que recurrie-sen, ellos también, a su intercesión. Este episodio ocurría a finales de noviembre;en septiembre del año siguiente nacía el«regalo» de un niño que ha cambiado com-pletamente la vida de la pareja, animándolesa tener más hijos. Estoy seguro de la inter-cesión de don Álvaro y mando este escritolleno de gratitud.

(Milán)

ENTREVISTASOBRE EL FUNDADORDEL OPUS DEIrealizada por Cesare CavalleriEdiciones Rialp,Madrid 1993

ÁLVARO DEL PORTILLO,PRELADODEL OPUS DEIde Salvador BernalEdiciones Rialp,Madrid 1996ilano 1997

UNA VIDAPARA DIOSde Álvaro del PortilloEdiciones Rialp,Madrid 1992Edizioni Ares, Milano 1997

FIELES Y LAICOSEN LA IGLESIAEUNSA, Pamplona 3ª edición 1991

SERVO BUONO EFEDELEScritti sulla figura dimons. Álvaro del Portilloa cura di Vicente BoschLibreria Editrice Vaticana,Roma 2001

RENDERE AMABILE LA VERITÀRaccolta di scritti di mons. Álvaro del PortilloLibreria Editrice Vaticana,Roma 1995

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ESCRITOS SOBREEL SACERDOCIOde Álvaro del PortilloEdiciones Palabra,Madrid 1991

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El ambiente familiar infundió en su alma ladevoción a la Virgen, a través del rezo del SantoRosario. Y aprendió de labios de su madre unapopular e ingenua oración a Santa María, que seacostumbró a rezar a diario: «Dulce madre, note alejes, / tu vista de mi no apartes, / ven con-migo a todas partes / y solo nunca me dejes. / Yaque me proteges tanto, / como verdadera Madre,/ haz que me bendiga el Padre, / el Hijo y elEspíritu Santo».Evocaba también sus raíces mexicanas en agos-to de 1977, a propósito del apelativo Santina–«señal de cariño, de confianza, de amor»– conque se dirigen en Asturias a su Patrona. Nos con-fesó que, de pequeño, llamaba a su madre«mamasita», y que después aprendió de SanJosemaría a invocar a la Santísima Virgendiciéndole: ¡Madre, Madrecita!

Un día de julio de 1977, al comenzar el almuer-zo, mientras se servía, absorto en la conversa-ción, don Álvaro no advirtió que se ponía algu-nas patatas, además de las consabidas verduras.Al darse cuenta, se las pasó a don FlorencioSánchez Bella y a don Joaquín Alonso, sentadosjunto a él. Esto le recordó algunas palabras quele decía de pequeño Clementina, su madre.Álvaro tenía que comer rápidamente para llegara tiempo a las clases de la tarde en el colegio. Aldespedirse, tomaba algo del plato de postre desu madre, y ella solía repetir: «De tu boca te loquitarán a ti tus hijos».Clementina Diez de Sollano Portillo era guapa ydistinguida, buena cristiana. Había nacido enCuernavaca, en Méjico, donde vivieron sus padreshasta su regreso a España tras el proceso revolu-cionario que comenzó en 1910. Conservaba lanacionalidad mexicana y el acento dulce y suavedel habla de aquella tierra. Realizó parte de susestudios en Londres, en el Colegio de las Esclavasdel Sagrado Corazón: además de consolidar elinglés, que siempre manejó bien, tal vez aprendióallí a vivir la rectitud cristiana con flexibilidad,sin sentimentalismos, con sentido común yvisión sobrenatural.Mujer culta y aficionada a la lectura, le gustabaleer biografías y libros de espiritualidad. Teníasiempre a mano el Kempis. Acudía diariamente aMisa.Su hijo Álvaro heredó algunos de los rasgos de sucarácter, tales como la afabilidad y la delicadezaen el trato; la sonrisa que acompañaba sus deci-siones, aún las más enérgicas, el acendrado espí-ritu de comprensión, que le llevaba a no hablarmal de nadie ni criticar a ninguna persona. Yheredó algo mucho más elemental: la capacidadde tomar imperturbablemente las comidas euro-peas más picantes, nunca tan sabrosas para él,como el viejo chile chipotle mexicano.

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• 1927. Con Teresa, su hermana pequeña

ron al último piso de otro edificio en la no leja-na Calle Conde de Aranda, número 16. Tuvieronocho hijos: Ramón, Paco, Álvaro, Pilar, Pepe,Ángel, Tere y Carlos. Álvaro nació el 11 de marzo de 1914 y fue bau-tizado seis días después en la Parroquia de SanJosé.Le impusieron el nombre de Álvaro José MaríaEulogio (este último, santo del día, según unacostumbre muy arraigada entonces en España).El 28 diciembre de 1916 recibió la Confirmación,en la parroquia de la Concepción (en aquellaépoca era usual en España administrar ensegui-da este sacramento a los niños).El 11 de marzo de 1989, cuando cumplía 75años, don Álvaro celebró la Misa en la iglesiaprelaticia de Santa María de la Paz. En la homi-lía, al repasar con gratitud tantos beneficioscomo había recibido del Señor a lo largo de suvida, evocó en primer término, el hecho dehaber nacido en el seno de una familia cristiana,donde aprendió a ser piadoso.Recordó a doña Clementina, «que me inculcóuna especial devoción al Sagrado Corazón y alEspíritu Santo, y una particular veneración a lasantísima Virgen bajo la advocación de NuestraSeñora del Carmen». Y añadía: «Dios nuestroSeñor quiso que fuera amigo de mi padre, yesto, evidentemente, evitó que tuviese malasamistades».

De Salvador Bernal,«Recuerdo de Álvaro del Portillo,Prelado del Opus Dei», Ediciones Rialp, Madrid 1996

Algunas semanas atrás, en ese verano de 1977,relató incidentalmente un detalle heroico de lavida cristiana de su madre. Aunque ella teníagran delicadeza de alma de no hablar de esto, suhijo se había dado cuenta de que se levantabamuy pronto –me pareció entender que a las cua-tro de la mañana– , se bañaba con agua fría pormortificación y, luego hacía una hora de ora-ción. Don Álvaro asociaba estos detalles con lapreocupación de doña Clementina por la fe deuna persona próxima a la que quería mucho.Su marido, don Ramón del Portillo Pardo, habíanacido en Madrid y estudió la carrera de derechoen la entonces llamada Universidad Central.Trabajó en la compañía de seguros Plus Ultra.Hombre ordenado y trabajador, muy hogareño,era –según evoca su hija Pilar– «pulcro ycorrecto en todo, muy educado y elegante;sumamente puntual y muy minucioso».Prevalecía en su carácter la precisión, la exacti-tud, la seriedad.«De todos modos –puntualiza otro hijo,Carlos,– era serio, pero no severo. No lo recuer-do en absoluto como persona adusta, envaradao fría».Clementina y Ramón vivieron, al comienzo desu matrimonio, en calle del Caballero de Gracia.Pero pronto se trasladaron a una casa másamplia en la calle de Alcalá 75. Allí nació Álvaro.Casi en frente, estaba el «Sotanillo», una choco-latería castiza, hoy desaparecida, ligada a lasactividades apostólicas del Fundador del OpusDei en los años treinta. Más adelante, marcha-

Los hijos, esculturas de DiosNo tengáis miedo a los hijos. Son siempre una bendición de Dios. En el momento de la concepción, Dioscrea el alma, que es inmortal, y confía esta persona a los padres, para que la eduquen de manera quedesarrolle su misión. Y la misión principal de los hombres y de las mujeres es alcanzar el Cielo y gozarpara siempre, para siempre, de la compañía de Dios. Para que alcancen este objetivo, el Señor confía en los padres, pone en sus manos aquellas tiernas almas,aquellos seres humanos acabados de nacer, para que los vayan modelando, como el escultor modela elbarro para realizar una escultura. Los hijos deben ser como la escultura de Dios, deben parecerse a Él.Por esto, hijos míos, deben ser semejantes a vosotros, porque vosotros sois semejantes a Cristo.

En un encuentro con familias en Sidney, en 1987

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Hace algún tiempo acudí a D. Álvaropidiendo insistentemente por que se resol-vieran los problemas familiares de mi her-mana. Su matrimonio pasaba por un malmomento, su marido se encontraba en otrocontinente y no le iban bien los negocios. Ami hermana le llegaban noticias poco alen-tadoras para su matrimonio.Acudimos a D. Álvaro y le pedimos queresolviera esta situación. Mi cuñado volvióy ha podido comenzar de nuevo junto a lossuyos. De nuevo tuve que acudir a D. Álva-ro ante una enfermedad grave de mi cuña-do y antes de operarse se confesó y asistió aMisa después de muchos años. Mi hermanay mis sobrinos han vuelto a estar centradosy ahora espero que todos se acerquen mása Dios.Le prometí a D. Álvaro que si la familia demi hermana se mantenía en el tiempo,enviaría la información. Es hora de seragradecidos y por eso os envió esta nota.

T. L.Ch.

Me devolvió a mi hijo

El día 31 de enero un hijo mío abandonó sufamilia, mujer e hijos, renunció al puestode trabajo que tenía y marchó hacia para-dero desconocido.A través de sendos correos electrónicos,uno a su mujer y otro al director de suempresa, les indicaba que marchaba a tie-rras lejanas a iniciar una nueva vida yempezar de cero, ya que en la actualidad niera feliz él ni sabía hacer felices a losdemás.Los motivos expuestos eran del todo sor-prendentes e inexplicables para nosotros,pues en apariencia era un matrimonio felizy nada hacía sospechar tal situación.Esta decisión de mi hijo nos dejó a todossumidos en la más profunda amargura eimpotencia, pues no sabíamos a donde diri-girnos para poder localizarlo.Al cabo de los días, miércoles dos de febre-ro, decidí poner el asunto en manos deD. Álvaro, y comencé a rezar con insisten-

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cia y mucha devoción la oración de laestampa varias veces al día. Ocurrió que esemismo día, por la noche, mi hijo llamó a sumujer por teléfono para saber cómo estabaella, los niños, el resto de la familia, perosin decir dónde estaba ni si tenía pensa-miento en volver. Al menos fue un motivode tranquilidad saber que estaba vivo. Apartir de ese momento se estableció unacomunicación a través del correo electró-nico entre él y toda la familia (esposa, her-manos y padres). Todos instándole a quevolviera y que juntos le ayudaríamos aresolver su problema. Yo seguía encomen-dando la situación a D. Álvaro, convencidode que me iba a hacer este gran favor, aun-que no me imaginaba que sería tan pronto.El miércoles día nueve, Miércoles deCeniza, a las seis y media de la tarde,estando yo sólo en casa, mi hijo llamó a lapuerta y pude vivir en mi propia carne laescena del regreso del Hijo Pródigo quenarran los Evangelios. Llamé inmediata-mente a su esposa, a mi mujer y al resto demis hijos. En unos momentos estábamostodos reunidos llenos de un gozo indes-criptible.

En agradecimiento al Señor nos fuimostodos a Misa y a la consiguiente imposiciónde la ceniza. La situación familiar ha vuel-to a la normalidad gracias al favor quehemos obtenido de Dios por la intercesiónde D. Álvaro.

V.B.A.Cartagena (Murcia)

Quiero comunicar un favor recibido deD. Álvaro, porque me había comprometidoa ello, aunque el asunto objetivamente notenga mayor importancia.En días pasados me encontraba a conside-rable distancia de mi domicilio habitual,cuando mi familia, por teléfono, me hizosaber la recepción de un requerimiento dela Agencia Tributaria, que debía ser atendi-do por mí.El desasosiego que me causó la noticia, pordesconocer su alcance y contenido, en unprimer momento me hizo considerar lavuelta inmediata a casa abandonando elcurso de formación, debido a la distancia,pero decidí encomendarme a D. Álvaro

Quería testimoniar un favor concedido por la mediación de don Álvaro del Portillo.

Volviendo una tarde de la universidad, dejé olvidada en el autobús una carpeta grande.Contenía varias láminas de una asignatura de proyectos de arquitectura, entre ellas algunasque tenía que entregar en breve en la Escuela. Su contenido era pues de relativa importancia.

Cuando me di cuenta en casa de que no la tenía, volví a la parada del autobús y pregunté alprimer conductor que pasó. Aunque no tenía noticia, me aseguró que daría el aviso porradio. Mientras tanto, ya había rezado una vez la estampa del siervo de Dios pidiendo elrecuperar mis trabajos.

A1 cabo de un rato volví a ir a la parada, pensando que el autobús donde dejé la carpetapodría pasar en breve por allí. De nuevo recé la estampa de don Álvaro con igual intención.El primer autobús que paré a preguntar era en el que había venido. La carpeta con todo sucontenido se encontraba en el mismo lugar en el que la había dejado, tras un asiento.

F.L.A. 13-XII-2004

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para que me proporcionara la necesariaserenidad y paz para continuar, y que elretraso en atender el requerimiento noresultara perjudicial. Transcurrida unasemana regresé a casa, recibí la notifica-ción y pude comprobar que se trataba deuna resolución de mero trámite. Quieroagradecer mediante estas líneas el doblefavor recibido, tanto en lo que se refiere ala paz con que pude continuar el cursocomo a la satisfactoria solución final.

P.H.O

Muy señores míos:

Quiero comunicarles que mi mujer,MªAngeles, sufría de un espolón en el talónizquierdo que le hacía la vida imposible.Los médicos la atendieron con varios ydilatados tratamientos a través de variosmeses.Incluso hizo ejercicios de rehabilitacióndurante dos meses, y el dolor no remitía.Ya desesperados, porque mi mujer casi nopodía andar, decidimos acudir a D. Álvarodel Portillo para que intercediera por ladesaparición del molestísimo dolor.Todos los días, con la estampa de D. Álvaroen la mano, rezábamos por la curación demi mujer y por la beatificación de D. Álva-ro. Al cabo de cierto tiempo (unos quince oveinte días) le desapareció el dolor a mimujer. Hoy ya anda sin dificultad.

Córdoba

Soy chileno, casado y tengo un hijo que sellama Álvaro (en honor a don Álvaro). Envarias ocasiones don Álvaro me había dadopequeños milagros, pero nunca me habíaanimado a escribir.Hace unas tres semanas me operaron y me

sacaron un tumor abdominal en la mejorclínica del país con los mejores doctores.Saliendo de la operación me dijeron que eltumor era cáncer pero que no sabían laintensidad y la peligrosidad de este.Inmediatamente me encomendé a donÁlvaro del Portillo.A gran sorpresa mía, ayer lunes 14 en lamañana llega un fax diciendo que el tumorno era cáncer sino una inflamación (unpseudo tumor).Estoy completamente seguro de que fue unmilagro de don Álvaro.Saludos,

S. K. B.

En diciembre de 2002, yendo un día porla calle tuve un grave accidente contraumatismo craneal. Consecuencia deello he estado dos años con pérdida tem-poral del habla y dificultades de concen-tración y memoria. En los últimos mesesde la baja decidí preparar una oposición,que era imprescindible para mantener-me en mi trabajo como profesora interi-na en un instituto de enseñanza secun-daria.En octubre comencé la preparación, y enfebrero tuve que someterme a unasegunda operación. El primer examenera el día 25 de junio y cuando supe lafecha decidí encomendar a D. Álvarotanto el resultado del examen como mirendimiento en el estudio, ya que des-pués de la operación estaba muy cansaday me costaba grandes esfuerzos concen-trarme y asimilar la información queintentaba estudiar.En ese primer examen escrito obtuve unade las notas más altas de la oposición.Seguí encomendándole a D. Álvaro mirendimiento y los resultados del segundoexamen, esta vez oral. Pude realizarlo

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con desenvoltura, seguridad y fluidez. Elhecho es que no sólo aprobé el examen ysaqué la oposición sino que obtuve unode los primeros puestos.He seguido pidiéndole con fuerza que medieran una plaza para este curso en lamisma ciudad en la que vivo. D. Álvaroha vuelto a lucirse puesto que no sólo mehan destinado para este curso a un insti-tuto en mi ciudad, sino que además eraen el que yo tenía más interés.Atribuyo a D. Álvaro este favor ya que apesar del esfuerzo invertido sólo yo sabíala dificultad que entrañaba para mí enese momento una tarea intelectual deeste tipo.

M. M. A.Zaragoza, 1 de Septiembre de 2004

Desde hace bastante tiempo, estaba enco-mendando a don Álvaro a un antiguo com-pañero de universidad. Está enfermo y ape-nas puede caminar y salir de casa. Le pedíaque este amigo se confesara porque llevababastantes años sin hacerlo. También fui aver a un sacerdote de la parroquia que semostró dispuesto a visitarle, pero esperabaque mi amigo se lo dijera.Le insistí a mi amigo, por escrito y de pala-bra, para que llamara al sacerdote. Por fin,hace unos días, me comunicó que ya lehabía llamado y que había ido a su casa. Medijo también que estaba muy contento yque ahora se podía morir tranquilo. Quiero agradecer a Monseñor del Portilloesta intervención y le pido al Señor que leveamos muy pronto en los altares.

A.R.S. 17-IX-2005

Mi padre, de 86 años, padecía insuficiencia cardiaca e insuficiencia renal. Puede decirse queera una buena persona; solía asistir a Misa los domingos, pero sólo se confesaba con ocasiónde algún acontecimiento como bodas o primeras comuniones en la familia, aunque última-mente llevaba varios años sin confesarse, y parece que no tenía ningún interés en hacerlo.Desde hace algún tiempo yo pedía para que se confesase, y en alguna ocasión se lo habíadicho. Un día su salud se complicó, por lo que decidí poner el asunto en manos de don Álva-ro, acudiendo a su intercesión.

El día seis de octubre, aniversario de la canonización de san Josemaría, por la noche, suvida comenzó a correr peligro y en un momento en que yo no estaba, mi esposa habló a mimadre diciéndole que éste seria el mejor momento para confesarse y recibir la Unción delos enfermos. Un médico, amigo nuestro, que estaba presente en ese momento, también lehabló de lo bueno que sería si así lo hiciese.

Esa misma noche me quedé cuidando a mi padre y tuvimos una interesante conversaciónen la que, entre otras cosas, me dijo que al día siguiente se confesaría y que quería recibirla Unción de los enfermos. Así lo hizo. Luego su salud empeoró y falleció a los pocos días.En esa conversación vi claramente la ayuda de don Álvaro, no sólo por esa decisión tanimportante que había tomado mi padre sino, también, porque eso nos ayudó enormemen-te a superar esos momentos tan duros y, además, porque algunas de las cosas que me dijo,nos han hecho mucho bien a mi familia y a mí.

Teruel, 23-X-2004

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De conformidad con los decretos del Papa Urbano VIII, declaramos queen nada se pretende prevenir el juicio de la Autoridad eclesiástica y queesta oración no tiene finalidad alguna de culto público.

Este Boletín se distribuyegratuitamente.Quien desee recibirlo puedepedirlo a: Prelatura del Opus Dei, Oficinapara las Causas de los Santos,calle Diego de León, 14, 28006. MadridQuienes deseen ayudar, con suslimosnas, a los gastos de ediciónde esta publicación, puedenmandar los donativos a:Prelatura del Opus Dei, Oficinapara las Causas de los Santos,por giro postal o portransferencia a la c/c. número 0182-4017- 57-0018820005, delBBVA, Agencia Urbana de lacalle Diego de León, 16, 28006 Madrid

De conformidad con lalegislación sobre protección delos datos personales, segarantiza la posibilidad de pedirla cancelación del propionombre en la dirección delBoletín, enviando un e-mail [email protected], o bien porcorreo a: Prelatura del Opus Dei, Oficinapara las Causas de los Santos,Diego de León, 14, 28006 MadridEn caso de no encontrar aldestinatario, devolver alremitente.Director Responsable: José Carlos Martín de la Hoz

Imprimatur:+Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei.

ORACIÓNpara la devoción privada

Dios Padre misericordioso,

que concediste a tu siervo Álvaro, Obispo,

la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio

de la Iglesia y fidelísimo hijo y sucesor

de san Josemaría, Fundador del Opus Dei:

haz que yo sepa también responder

con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana,

convirtiendo todos los momentos y circunstancias

de mi vida en ocasión de amarte

y de servir al Reino de Jesucristo;

dígnate glorificar a tu siervo Álvaro

y concédeme por su intercesión el favor que te pido: ...

(pídase). Así sea.

Padre nuestro, Ave María, Gloria.

Idea grafica : MCM S.r.l. - Firenze Dep. Leg.: B.6.592-1988Imprenta: Litoplex Industria Gráfica sa