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315 A MODO DE CONCLUSIÓN Aunque la naturaleza de este trabajo nos ha permitido ir avanzando conclusiones o recapitulaciones en la mayoría de los apartados de que consta la Tesis, y, por otra parte, la edición de la Interpretatio refleja en sí misma las “decisiones” que hemos ido tomando en cada uno de los momentos, nos parece conveniente seleccionar algunas de las consideracio- nes ya expuestas, por lo que será necesario volver a incidir en los mismos temas y en las mismas ideas. La primera conclusión está relacionada con el origen mismo del trabajo. Nos proponíamos estudiar y dar a conocer una obra de Nebrija, su Comentario a las Sátiras 1 de Persio, que podía aportar datos interesantes a quienes se ocupan en el estudio del satírico. El autor de la Interpretatio, así como el género en sí garantizaban en buena medida el acierto en la elección del tema 2 . El género del comentario, en efecto, constituía uno de los quehaceres más importantes de los humanistas 3 , y así el estudio o análisis de un comentario siempre proporcionaría claves o conclusiones bastante certeras sobre el modo de trabajar de estos estudiosos, y, en este caso, el del primer humanista español. En pleno desarrollo del Humanismo en Europa nace en España Antonio de Cala y Jarava, luego Elio Antonio de Nebrija, un hombre que muy pronto, desde sus primeros años de formación en Salamanca mostraría un destacado interés por el mundo clásico. Estos afanes se vieron materializados en su viaje a Italia, donde se preocupó por entrar en contacto con los mejores humanistas del momento. Allí pudo completar la formación que había iniciado en España y que pone al servicio de la restauración de la lengua del Lacio, que en nuestro país en aquel momento se encontraba en verdadero declive. Regresó a su patria, por la que había mostrado tanto amor, como también por su patria chica, de la que tomó primero el nombre, a la que cantó luego en dísticos, y a la que tenía prometida una gloria imperecedera tras concluir el objetivo que se ha propuesto: erradicar la barbarie. El lugar que escogió para dar comienzo a su empresa fue Salamanca y la base de la que debía partir, la gramática, la más humilde de todas las ciencias, pero a la que todas las demás tanto debían. Le guían el amor a la patria y a la gramática, pero se une a este sentimiento un deseo de que España no quede a la zaga del Humanismo europeo, principalmente del 1 La afirmación de que la Interpretatio de Nebrija era una obra “desconocida” debe entenderse en sus propios términos. 2 Que un autor como Nebrija no defrauda fue confirmado con creces posteriormente, especialmente, con los trabajos que estudiosos renombrados produjeron con ocasión de la celebración del centenario de su gramática. 3 El Comentario en el Humanismo, como lo venía siendo desde la Edad Media, constituía un “género” que era útil para enseñar; los humanistas pretendían iluminar bajo una nueva perspectiva la herencia de la

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A MODO DE CONCLUSIÓN Aunque la naturaleza de este trabajo nos ha permitido ir avanzando conclusiones o recapitulaciones en la mayoría de los apartados de que consta la Tesis, y, por otra parte, la edición de la Interpretatio refleja en sí misma las “decisiones” que hemos ido tomando en cada uno de los momentos, nos parece conveniente seleccionar algunas de las consideracio-nes ya expuestas, por lo que será necesario volver a incidir en los mismos temas y en las mismas ideas. La primera conclusión está relacionada con el origen mismo del trabajo. Nos proponíamos estudiar y dar a conocer una obra de Nebrija, su Comentario a las Sátiras1 de Persio, que podía aportar datos interesantes a quienes se ocupan en el estudio del satírico. El autor de la Interpretatio, así como el género en sí garantizaban en buena medida el acierto en la elección del tema2. El género del comentario, en efecto, constituía uno de los quehaceres más importantes de los humanistas3, y así el estudio o análisis de un comentario siempre proporcionaría claves o conclusiones bastante certeras sobre el modo de trabajar de estos estudiosos, y, en este caso, el del primer humanista español. En pleno desarrollo del Humanismo en Europa nace en España Antonio de Cala y Jarava, luego Elio Antonio de Nebrija, un hombre que muy pronto, desde sus primeros años de formación en Salamanca mostraría un destacado interés por el mundo clásico. Estos afanes se vieron materializados en su viaje a Italia, donde se preocupó por entrar en contacto con los mejores humanistas del momento. Allí pudo completar la formación que había iniciado en España y que pone al servicio de la restauración de la lengua del Lacio, que en nuestro país en aquel momento se encontraba en verdadero declive. Regresó a su patria, por la que había mostrado tanto amor, como también por su patria chica, de la que tomó primero el nombre, a la que cantó luego en dísticos, y a la que tenía prometida una gloria imperecedera tras concluir el objetivo que se ha propuesto: erradicar la barbarie. El lugar que escogió para dar comienzo a su empresa fue Salamanca y la base de la que debía partir, la gramática, la más humilde de todas las ciencias, pero a la que todas las demás tanto debían. Le guían el amor a la patria y a la gramática, pero se une a este sentimiento un deseo de que España no quede a la zaga del Humanismo europeo, principalmente del 1La afirmación de que la Interpretatio de Nebrija era una obra “desconocida” debe entenderse en sus propios términos. 2Que un autor como Nebrija no defrauda fue confirmado con creces posteriormente, especialmente, con los trabajos que estudiosos renombrados produjeron con ocasión de la celebración del centenario de su gramática. 3El Comentario en el Humanismo, como lo venía siendo desde la Edad Media, constituía un “género” que era útil para enseñar; los humanistas pretendían iluminar bajo una nueva perspectiva la herencia de la

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italiano. Siguiendo el ejemplo de un Prisciano o un Valla considera su deber realizar en España una labor comparable a la de éstos; por eso, como ellos, emprenderá una gran obra de vocablos4, y también como un deseo de imitar sus intereses, podemos entender que explique a Persio, del que se habían ocupado en Italia humanistas destacados5. Mientras se dedicaba con empeño a su obra de vocablos, un acontecimiento dificultó su trabajo: su matrimonio le impedía percibir la renta eclesiástica, por lo que a partir de entonces hubo de buscar el amparo de diversos mecenas; don Juan de Zúñiga, maestre de Alcántara y luego arzobispo de Sevilla, desempeñó este papel en el tiempo en que elaboró su Interpretatio. Fue precisamente el maestre el que le instó a abordar la explicación del poeta de Volaterra6, cuyas poesías -pensaba- eran agradables, entretenidas, pero de difícil comprensión en algunos pasajes. Era necesaria una nueva explicación del poeta, breve y que no dejara de lado nada importante, a diferencia de las explicaciones que existían hasta el momento, demasiado prolijas, abusadoras en ocasiones de la paciencia del lector y que dejaban sin resolver cuestiones difíciles. Nebrija acogió el requerimiento de su protector y se dispuso a la tarea del comentario. Muchos estudiosos se ocupaban en la enarratio auctorum, de los poetas principalmente, Persio no era una excepción. El comentario humanístico se halla así recorriendo un camino hasta convertirse en género. Se realizan comentarios encaminados a desentrañar a los autores, y, sobre todo, a acercar el texto a las gentes del Renacimiento, aprovechando la ocasión que los autores brindan para ofrecer otras enseñanzas, en las que con frecuencia los comentaristas se exceden7. Persio no es, como decíamos, una excepción; autor de fama desde el mismo momento de la publicación de su obra, aun habiendo pasado por momentos de menos furor en el interés por él, ha estado siempre entre los autores latinos conocidos y conservados: dan cuenta de ello numerosos hechos que hemos estudiado en el capítulo primero: su vita conservada, los manuscritos existentes, su condición de autor de escuela, su presencia en los “florilegios”, su mención en la correspondencia de los humanistas, y, sobre todo, en el siglo XV y albores del XVI se le ha valorado especialmente por lo que en sus Sátiras hay de invitación a huir del vicio y buscar la virtud, esto es, por la posibilidad que ofrece su explicación de imbuir en los jóvenes unos principios de moralidad. En este sentido se

antigüedad, y con él consiguieron influir incluso en los comentarios de otras ciencias. 4Sobre Derecho, Medicina y Sagrada Escritura. 5Fontius, Britannicus, Politianus, Plautius. Otro de sus modelos, Valla, aunque no abordó las Sátiras, estuvo igualmente immerso en el comentario humanístico, un comentario en el que sus intereses eran, por una parte, la imitación del latín de los autores antiguos y su saber, pero sin descuidar otra tarea fundamental del humanista: enseñar normas de comportamiento que pudieran desprenderse del autor comentado. 6También le había encomendado explicar a Virgilio, poeta que, como Persio, estaba incluido en el Canon de nuestro humanista. 7Así ocurría en comentarios como el de Beroaldo a Apuleyo o el de Perotti a Marcial, y, entre los de Persio, hemos tenido ocasión de comprobarlo con el de Plautius.

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entiende que diga Britannicus en la Epístola dedicatoria de su explicación del poeta que emprende este comentario quod a iuventute brixiana maxime exoptabatur8; y se entiende también que Murmellius, humanista que se ocupó del poeta unos años después de Nebrija, evitara explicar pasajes escabrosos que no convienen a la juventud. Otros ejemplos de la moralidad que se extrae de su obra lo ofrece el que con gusto lo hayan leído y citado los Padres de la Iglesia, y los obispos. Ocupaba, por tanto, Persio, junto a otros grandes poetas, un lugar en la enseñanza de las aulas en el momento que le tocó vivir a Nebrija. Además estaba siendo objeto de comentarios en Europa (se habían publicado los de Fontius, Britannicus, Badius, Scipio Ferrarius y Plautius). Estos comentarios gozaban de éxito y con frecuencia se reeditaron; sin embargo, se hacía necesaria, como mencionábamos supra, una explicación menos ampulosa y de mayor utilidad. Con esta realidad sobre Persio se encuentra Nebrija cuando recibe el encargo de su mecenas. Además, no existía en España ningún comentario sobre Persio y este trabajo proporcionaría a Nebrija la oportunidad para insistir en su profesión de gramático, sin ser desdeñable la educación moral que propiciaba el texto. Todas estas circunstancias hicieron que un estudioso como Nebrija, amante de la patria, de la lengua del Lacio, y con gran vocación de pedagogo9, no pudiera desatender la petición de don Juan de Zúñiga, por quien sentía enorme respeto y cuyos deseos estaba dispuesto a complacer10. Se siente incapaz de desoírlo, pese a que, según manifiesta en otros lugares, preferiría atender otros campos que interesan a muchos. Sin embargo, pese a lo que -sin olvidar el tópico del sobrepujamiento- pueda haber de cierto en su “desgana” o interés “menor” en la elaboración de esta tarea, su trabajo no desmerece en modo alguno del resto de su producción11, pudiendo situarse a la altura de los que con características similares realizaron otros. No nos ha decepcionado, pues, el maestro de gramática. El siguiente resultado de nuestra Tesis ha sido la edición de la obra de Nebrija. Era necesario disponer de un texto lo más fiel posible, y, una vez realizado el esfuerzo, ofrecerlo a los lectores a la manera de las ediciones modernas, resolviendo abreviaturas, facilitando grafías y puntuación, localizando citas, corrigiendo lo que nos parecían errores y erratas, etc. 8Y más adelante: Quis enim Persio magis ad ea vitia fugienda nos doceat. Quis ad virtutem sequendam magis erigat. Ideas similares se encuentran en otros humanistas. 9Así lo vio ya Olmedo en un capítulo de su obra: Nebrija debelador de la barbarie, comentador eclesiástico, pedagogo y poeta (OLMEDO 1942); y así lo corroboran su vida -la enseñanza- y su obra -De liberis, amén del resto de su producción, en la que se incluye, indudablemente, el Comentario que nos ocupa). Volveremos sobre el docere en su trabajo sobre Persio. 10Que para él, como se desprende de la lectura del Proemio o Epístola dedicatoria, son “órdenes” (tanto le debe a su “amadísimo padre”). 11Cf. RICO 1978.

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Para elaborar nuestra edición, debíamos contar con un número de ediciones representativos; de las que hemos utilizado, la primera data de 1504 (que corrige errores de la de 1503) ambas publicadas en Sevilla; la última se editó en 1529 en Logroño. Una vez confrontado el texto de la Interpretatio en las distintas ediciones, constata-mos, como hemos expuesto detalladamente en su lugar, que la edición de Sevilla y la primera que se editó en Logroño12 son muy similares (tienen en común errores, lagunas en algunas citas; también diferencias, como por ejemplo, la no inclusión en la logroñense de las anotaciones marginales que ofrece la de Sevilla); la complutense de 1514, que se propone enmendar errores, pero que incurre en muchos otros, no dista mucho de las anteriores; más completa es la antes mencionada de Logroño de 1529, que vio la luz mucho después de la muerte del autor. La edición de I. Badius Ascensius de 1523 incorporaba, junto con los comentarios de otros humanistas, la Interpretatio de Nebrija; el editor se permite algunas intervencio-nes; por lo general se mantienen la mayoría de alusiones a lo hispano que estaban en Nebrija, pero en algún caso el humanista belga, que desarrolla su trabajo en la Galia, las ha “nacionalizado”. La edición de Stephanus muestra intervenciones en el texto de la Interpretatio que tratan de ajustar algunas lecturas a lo que en ese momento se leía en Persio, así como adaptar, con más asiduidad que la de Badius, los lugares en que Nebrija había hecho alguna referencia a costumbres o léxico hispanos; así en tres lugares el humanista francés ha sustituido la correspondencia hispana por la gala: en I 43 cambia el hispane dicitur alcartaz (traducción de cucullus) por Galli a similitudine corniculum vocant; en II 70, donde Nebrija había dicho puppae... Hispani vocant muñecas, él rectifica Galli pouppées vocant, y en IV 24 (sobre mantica) sustituye el Hispani vocant alforjas nebrisense por Galli vocant beface. En definitiva, se colige, pues, que el texto de la Interpretatio, ha sido “retocado” con el paso de los años; en muchos casos se trata de mejoras que van desde el propio aspecto material (incorporación de caracteres griegos, diferenciación de los lemas, tipo de letra, división en párrafos, indicación de los versos a que se refiere el comentario) hasta el mismo texto, sobre todo, el de las citas de autores incluidas en la obra: se va completando la localización y se “modernizan” algunas lectiones. La edición de la obra suponía, por tanto, facilitar la lectura, primero a nosotros mismos y luego a posibles lectores; por eso pensamos que también sería útil, como ya ha ocurrido en otras ediciones de su obra, ponerla en castellano; era una manera de que otros se pudiesen servir del trabajo realizado y aportar un material que, así, podría igualmente ser corregido y mejorado por posteriores estudiosos de la obra. Tanto en el texto latino como en la traducción hemos intentado facilitar ese acercamiento, completando las citas; en la traducción las ponemos en latín y también

12Aparte de la singularidad derivada del ejemplar que hemos manejado, que está falto de unas hojas, cuyo texto se copia probablemente de la edición complutense de 1514.

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traducidas; en fin, hemos acudido a todos los medios que están a disposición del filólogo, de todo lo cual damos cuenta en su lugar. Hemos comprobado en esta tarea que la manera de reproducir Nebrija los textos clásicos refleja en muchas ocasiones que están citados de memoria, hecho que no sorprende, dado el gran conocimiento que nuestro humanista poseía de los autores de la Antigüedad. El estudio y valoración de la aportación nebrisense pasaba por confrontar su trabajo con el de sus predecesores, y para ello hemos analizado los comentarios de Fontius, Badius, Britannicus, Ferrarius y Plautius; a su vez lo hemos comparado con el de otro humanista cercano en el tiempo, aunque posterior, el de Murmellius. De dicha comparación los resultados fueron en parte los esperables; los comentaristas suelen trabajar teniendo en cuenta lo hecho hasta el momento; suelen aprovechar lo ya realizado y suelen cambiar o añadir algo, en aras de una lógica pretensión de “originalidad”, aunque esta originalidad esté muy lejos de lo que se entiende en otra clase de obras, sobre todo, de las consideradas literarias o de creación. Así hemos podido constatar que Nebrija continúa en la línea de actuación de los humanistas que comentaron antes a Persio que para llevar a cabo su trabajo parte de las ediciones publicadas13, las que ya hemos mencionado; y que trata de aprovechar de ellas lo que allí había. No es necesario insistir en que la formación de nuestro humanista le permitía sobradamente aportar explicaciones o citas de autores que conocía bien, sin necesidad de acudir a otros, y que muchas semejanzas o coincidencias eran inevitables. Igualmente las había entre Fontius y Britannicus, Plautius y Britannicus, Ferrarius y los anteriores, o Murmellius y Nebrija. El texto que a modo de ejemplo hemos incorporado en su lugar creemos que nos exime de ser más prolijos. No copia, pues, Nebrija a otros comentaristas, sino que hace lo que era normal e incluso “norma” hacer. Esta constatación nos permite librar de algunas “críticas” a nuestro humanismo; las coincidencias entre la obra de un humanista hispano, en este caso Nebrija, y otras obras de semejante naturaleza no pueden llevarnos a hablar de plagio; esta afirmación, en nuestra opinión, no se mantiene, al menos si no se añade que otros hicieron cosas semejantes y en ocasiones con mayor intensidad14. El estudio de nuestro comentario sirve para poner un grano de arena en esta cuestión, sobre la que, afortunadamente, ya hay grandes e importantes cambios de opinión. Pero, si bien puede ser lo más frecuente que un comentarista partiendo de trabajos 13No podemos estar seguros de que conociera o no los comentarios manuscritos de Politianus, por ejemplo. 14Hemos visto entre algunos comentaristas “identidades” ocasionales que lo son incluso en los términos utilizados en la explicación; el hecho ocurre con cierta frecuencia entre Plautius y Britannicus, pero es “demasiado” frecuente en el caso de Ferrarius que en ocasiones es igual a Fontius, otras veces a Britannicus, o suma la información de ambos; asimismo hay que señalar la coincidencia al pie de la letra en algunos fragmentos entre los comentarios de Plautius y Ferrarius, sin que hasta hoy se sepa cuál fue el que lo publicó primero (recordamos que en 1502 está datada la primera edición del de Parma, pero acerca del véneto de Monteferrato hay muchas dudas en la cronología).

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anteriores quiera mostrar su originalidad haciendo gala de nuevos conocimientos o de una gran erudición, no es éste el caso de Nebrija. Nuestro humanista se sitúa en el polo opuesto a Plautius, cuyos comentarios son a veces interminables y ciertamente farragosos; quizá éste último queriéndose mostrar digno alumno de Beroaldus, y tras repetir -incluso con las mismas palabras- lo que ya estaba dicho, incorpora citas y más citas, noticias tras noticias, lejanas al texto de Persio e innecesarias para su entendimiento; con el comentario de Plautius el lector puede “aprender” sobre la antigüedad, pero no mucho más sobre Persio. Hay momentos en que Nebrija se separa de los comentaristas anteriores, lo cual, aunque no quiere decir que acierte siempre, sí dice que toma postura. Igualmente, y de acuerdo con lo que propone, comentará o se detendrá en aspectos omitidos por otros. Nuestro humanista, de manera opuesta al proceder de Plautius, y según ya reflejaba en su Epístola dedicatoria, trató de hacer lo que su mecenas le pedía, sin duda porque estaba muy de acuerdo con él, explicar a Persio brevemente, decir lo que era fundamental para entenderlo, sin añadir lo innecesario, aunque, eso sí, no dejando nada, cuya explicación requiriese el entendimiento del texto. Y en ello, adornado siempre desde la perspectiva del gramático, quiso que estuviera su originalidad. Esta brevedad y claridad, que puede comprobarse acudiendo a la lectura de la obra, es uno de sus méritos, y este comentario puede, aún hoy, servir de guía a quienes se acercan a Persio. Forma parte de su “originalidad” y de su fidelidad al plan que se propuso. Quería enseñar (docere) y deleitar (delectare), que en este caso es lo mismo que no cansar o aburrir. No hay duda de que además de la tradición de los comentarios a Persio, le han sido útiles las recomendaciones de Quintiliano al hablar de una de las misiones del gramático15, cuando se ocupa de la enarratio auctorum16; hemos visto que las ideas del de Calahorra inundan toda la Interpretatio, pero especialmente lo ha tenido presente en su aportación de gramático: “expresar el sentido de casi todas las cláusulas, explicar cada una de las partículas, incluso aquellas que son claras acudiendo a otras más conocidas o igualmente conocidas, ordenar las partes de la oración y, por fin, lo que recomienda Quintiliano que se haga siempre que haya necesidad, cambiar ciertos versos incluso con paráfrasis17. Desde luego, hemos visto que esta misión la ha cumplido, sustituyendo expresiones por otras más sencillas18, añadiendo lo que era necesario19, haciendo indicaciones de realia

15inst. 1, 4: haec igitur professio cum brevissime in duas partes dividatur, recte loquendi scientiam et poetarum enarrationem. 16QQvviinntt. inst. 10, 5. 17quod est grammatici proprium, omnium prope clausularum sensa exprimere, singulas particulas etiam illas quae sunt impromptu per alias notiores aut aeque notas exponere, orationis partes ordinare et quod fieri Quintilianus <inst. 10, 5, 5> praecipit, quotiens opus fuerit, versus quosdam etiam paraphrasi vertere. 18Se ve especialmente en el gran número de expresiones como id est u hoc est que hallamos.

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suficientes para que nada en las Sátiras resultara extraño (costumbres, geografía, etc.); y del mismo modo, eran imprescindibles, aunque en ello no estuviera su interés principal, algunas consideraciones sobre crítica textual, sobre métrica, o sobre una cuestión que en el caso de algunos fragmentos es básica, como el reparto de papeles; pero, sobre todo, ha hecho de la explicación del poeta una clase de gramática. Las cuestiones comentadas son, pues, las requeridas para entender a Persio y, lógicamente, las mismas, por lo general, que hallamos en otros comentaristas. El comentario, como un continuum en el que todo lo necesario se aborda, lo hemos intentado separar para nuestro estudio en dos grandes bloques, el lingüístico y el de realia, pese a los problemas que nos ha planteado y que no en todos los casos hemos podido resolver. Este análisis nos lleva a algunas conclusiones: En primer lugar, las cuestiones de grafía le preocupan, aunque no abunda en ellas demasiado a no ser que lo exija el sensus. Afirmación semejante podemos hacer de lo que en su Comentario hay de cuestiones prosódicas: sus referencias a la métrica son para contribuir a sus explicaciones gramaticales o, como en la introducción a los coliambos, para ofrecer una consideración general sobre la forma usada por el poeta. De dichas explicaciones “prosódicas” se puede afirmar -de todas- que son muy breves; van desde la mera alusión en el origen de ovatus (II 55) y vapidus (V 117 y V 148) -quamquam syllabae quantitas obstet-, a la más extensa del verso 4 del prólogo, en que justifica la adición de la enclítica -que. Son también menos numerosas que las de otros humanistas y sólo en algún lugar sirven para apoyar una lectura escogida (melos pr. 14). Interés primordial dedica al léxico, y no sólo porque él sea lexicógrafo, sino porque sabe que muchas obscuridades se solventan si se encuentra el equivalente que aporte mayor información o se desentraña la significación de un vocablo y ello se hace imprescindible al explicar a un autor cuyo vocabulario encierra muchas dificultades que “desanudadas” lo hacen más inteligible. Como él, también nosotros nos hemos detenido en este aspecto tratando de ver las distintas maneras de explicar las palabras que él utiliza en su Interpretatio, a saber, “sinónimos”, “etimologías”, “definiciones”. Hemos podido ver en este “grupo” de aclaraciones que las únicas, pocas, informaciones eruditas que hallamos en el comentario de Nebrija son relativas al léxico; aunque, desde luego, sus “excesos” sean siempre menores que los de Britannicus (el único de los que le precedieron que muestra en este aspecto del comentario preocupaciones semejantes), y nunca puedan compararse a las dimensiones del de Plautius. Al mismo tiempo, hemos advertido en este apartado sobre el léxico que, al igual que en otros aspectos del Comentario, hay en las explicaciones etimológicas semejanzas 19Como refleja la abundante presencia de verbos como subaudire o subintelligere en su explicación.

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evidentes en las glosas de los humanistas: se observa, por ejemplo, la similitud extrema entre Britannicus y Plautius en la explicación de II 48 (ferto opimo)20, pero también entre Nebrija y Britannicus21, Nebrija y Badius22, entre Nebrija y Plautius23, o Nebrija y Murmellius24; a veces las anotaciones del hispano se asemejan25 a las de dos de ellos26. Respecto a cada uno de los apartados del léxico, constatamos que en los “sinónimos” es donde está su aportación más original, al ser el primero que incorpora algunos de la lengua27 castellana, y también, y como nota erudita a la vez que didáctica, los correspondientes en lengua griega (halipheus, plegma, chrysamos)28. En las “definiciones” se hace evidente que está detrás su labor de vocablos a la que dedicó su vida. Buen conocedor, pues, de esta forma de explicar las palabras, hemos comprobado que la presencia de las definiciones en la Interpretatio está siempre justificada, bien porque con esa definición aclara el vocablo, bien porque es necesaria para que se entienda una explicación de Persio que acaba de ofrecer. En este punto de glosas a modo de definiciones de diccionario hay que destacar su manera de tener en cuenta el contexto (suspendere I 118) con un hoc in loco, o los cambios semánticos diacrónicos (I 131 abacus, I 58 pinsere). Las informaciones semánticas extratextuales que da Nebrija suelen estar limitadas a ofrecer el significado proprie para, a partir de él, dar cuenta del uso metafórico que ha hecho Persio, pero nada más. Se aprecia, en cualquier caso, su faceta de lingüista, que puede entenderse en el sentido más moderno; sus explicaciones binarias, su poner en relación dos vocablos de un mismo campo semántico de modo que el significado de uno dé luz sobre el de otro o lo precise29 lo confirman. La consideración de la lengua 20Se pueden constatar explicaciones parecidas de ambos humanistas en otros muchos lugares. 21Lo vemos en la explicación de semuncia (V 121). Nebrija: nam “semuncia” est dimidia pars unciae, ut “semodius”, “selibra”; Britannicus: semuncia dicitur quod dimidia pars unciae, semis et se, valet dimidium, ut in selibra et semodio. 22Cf. su comentario a fertum, donde dice Badius: i. tali libo su libamine, ad sacra crebro ferri solito, opimo, i. pingui, que también tiene ecos de Plautius y Britannicus. 23Un ejemplo puede ser el comentario a trientem (III 100). Nebrija: id est, calicem potorium qui uncias quattuor capit; nam vasa potoria ab unciarium numero appellabantur. Plautius: vas potorium, calicem a numero unciarum, quarum est capax. Est enim trien pars tertia assis, Mart... y sigue con un texto de Marcial, otro de Propercio, explicaciones de éste, etc. 24Recordamos que la Interpretatio del hispano es anterior a la obra de Murmellius. 25Hablamos siempre de “semejanza”, ninguna, según hemos demostrado, de tanta identidad como las que en Ferrarius se observan con sus predecesores. 26Muestra de parecido con Britannicus y Plautius es el comentario de compitum (IV 28 compita). Nebrija: nam ex eo dicebantur “compita”, quod in eum locum plures viae competebant; Britannicus: ...autem dicta quod ubi viae competunt tumc in compitis sacrificatur; Plautius: compita sunt loca, ad quae vel tres vel prures viae competunt, unde ait Ovid... Similitudes Badius-Nebrija-Murmellius tenemos en la explicación de sessilis (5, 148). Badius: qui cum sit lato fundo quasi sedere potest. Nebrija: vas cuius fundus est latior; dicta sessilis a sedendo, sic lactuca sessilis a Vergilio in Priapeia <51, 19> dicitur, quae folia super terrae faciem expandit; Murmellius: obba poculi lignei genus et obba, quae cum fundo latiore sit, eoque sedere videatur, recte sessilis dicitur. 27Volvemos más adelante al tratar sobre su interés por lo hispano. 28Procedimiento habitual en su tratamiento del léxico: cf. su Vocabulario de Romance en latín, donde, a pesar del título, de muchísimas palabras ofrece tanto la correspondencia en latín como en griego. 29Así ofrece unidas las explicaciones de cevere y crissare (I 87), oletum y olenticetum (I 112), fas y ius (II

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como sistema de signos y la interdepencia que entre ellos existe, los valores derivados del contexto, el campo semántico y la evolución diacrónica del significado, la polisemia, todo, en definitiva, está presente en él y siempre refrendado en cualquiera de sus usos por auctoritates. Ofrece en algunos lugares más de una interpretación de un vocablo, aun mostrándose claramente partidario de una. Presentar dos explicaciones (como también dos lectiones) es muy común a lo largo de la interpretación de este poeta, y también cuando se trata de aclarar el léxico. Hay con frecuencia dos definiciones, ya porque lo exija la explicación del cambio semántico o del uso trasladado, o bien para ampliar la erudición. Hemos repasado en las “etimologías” otra manera de hacer más claras las palabras, dentro de una forma de explicarlas que está en otros humanistas y que contaba además con el precedente de un hispano, auctor Etymologiarum lo llama Nebrija. En la sintaxis, y frente a la competencia que en ella tenía, no se detiene sino en algunos aspectos; ahora bien, hay que señalar que lo hace en más ocasiones y con mayor detenimiento que otros comentaristas de la época. Es uno de los aspectos donde el comentario del hispano más se distingue de los que le precedieron. En otros comentarios hallamos anotaciones como “nominativo por vocativo”, o “presente por futuro”, pero las aclaraciones nebrisenses que revelan preocupación sintáctica son más numerosas. Las explicaciones sobre sintaxis que Nebrija va ofreciendo a lo largo de su comentario ponen de relieve una selección realizada y un discernimiento sobre qué cosas eran básicas para entender las Sátiras, sin que el comentario cayera en la pesada ampulosidad de otros. Su comentario se asemeja a otros en lo que respecta a adverbios o a la modalidad de la frase30. Alguna diferencia hallamos en lo referente a la construcción de un adverbio (equidem I 110) o en la “obsesión” por señalar que una frase es enunciativa o interrogativa, cuando quiere hablar de dos posibles interpretaciones, pero, nada más. Sus comentarios son claramente diversos de los que ofrecen otros humanistas en la mayoría de las aclaraciones que tienen que ver con la sintaxis de los casos31: particularmen-te en la equivalencia genitivo-ablativo, o ablativo-inter más acusativo. Hay también diferencias en sus glosas sobre el valor del infinitivo: en especial, cuando explica el valor de finalidad. Las anotaciones que realiza sobre el carácter de los adjetivos y el valor de las conjunciones no suelen estar tampoco en otros humanistas. Al observar sus comentarios a la sintaxis, y contemplar su forma de explicar las construcciones, advertimos de modo especial su amor por la lengua, capaz de acercar y hacer más fácil a Persio, y no tanto en las explicaciones sobre ella como en lo que en la 73), penus y penarium (III 74), tragoedus y tragicus (V 3), catasta y ergastulum (VI 77). 30La sustantivación de un adverbio, o la indicación de que una frase ha de ser interrogativa -aparte de que el propio signo lo indica- está también en otros. 31A excepción del nominativo por vocativo, que explican, nada hay en ellos sobre equivalencias de construcciones en casos diferentes o sobre uso de vocativo en lugar de nominativo.

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glosa se halla; sabe bien que no se trata de “etiquetar”, sino de deshacer lo que puede aparecer oscuro de forma que se torne esclarecido32. También merece ser reseñado como manera de trabajar de Nebrija el que intenta explicar a Persio partiendo del mismo texto del satírico, por lo que no pocas veces remite a lugares de su obra ya mencionados o que comentará más tarde; su interés pedagógico sin duda le lleva a ver el texto como un todo y a insistir en ideas que son de su agrado y que, parece, quiere intentar que el lector no olvide. Como también alude a explicaciones realizadas en otros lugares de su producción, aunque a veces no lo mencione; así son sus alusiones a los dísticos de In vafre dicta philosophorum33, o su indicación cuando comenta varus34; también sus notas eruditas sobre las medidas tienen detrás otros lugares de su producción. Con todo los temas presentes en su obra son múltiples; la sociedad romana pasa por sus páginas, y Nebrija habla de religión y mitos, de profesiones, comidas, vestidos o geografía. Explicaba a Persio e incorporaba a su obra un caudal de conocimientos para conocer esa sociedad romana allí representada y para entender otras muchas obras en que costumbres, personas o temas semejantes pueden encontrarse; un breve “manual de cultura y civilización” hecho a propósito de un texto; así a la vez ofrecía garantías de permanecer en la memoria, mucho más que si se estudiaban en abstracto estas cuestiones. Ahora bien, tenemos que volver a recordar que el estudio que hemos hecho es el de un comentario de una época concreta, pero que éste con las peculiaridades que tiene y de las que vamos dando cuenta, es un ejemplo de comentario humanístico; temas semejantes, preocupaciones más o menos parecidas los había igualmente en los demás. Para señalar las notas en cierto modo distintas hay que centrarse en los aspectos que tienen que ver con la moralidad35, en los que nos permitimos ahora deternos un poco. Nada especial aporta en sus reflexiones de carácter moral a propósito de la Sátira segunda (según el propio poema sugería y actuando de forma similar a otros comentadores); pero hallamos que también expresa pensamientos de este tipo, conducentes a formar los criterios morales de un lector joven36, en otros lugares de la Interpretatio. Éstas son algunas de esas ideas: 32Un modo de actuar semejante ha tenido al tratar las figuras estilísticas. Se ve en la Interpretatio que no abundan los nombres de figuras: sabe bien Nebrija que para facilitar la comprensión es importante explicar la figura, no ofrecer su denominación. 33En II 43 y III 66 alude a sendos dísticos de Diógenes Laercio y Bías. 34V 138. 35Recordamos que en el planteamiento que se hacía de la educación, ésta no era sólo lingüística. El humanista tenía otra tarea: enseñar normas de comportamiento que pudieran desprenderse de algún lugar del autor comentado. 36Probablemente en la selección de las citas que incorpora en sus explicaciones haya tenido en cuenta también este extremo. De esta manera se entendería mejor el hecho de que sea, exceptuado Plautius, quien más citas incluye de Séneca (amén de las razones de los puntos comunes de su filosofía con la que está en las Sátiras y de que -como en otro lugar sugerimos- su condición de hispano representara un atractivo especial para Nebrija, cf. AMO 1999). Por otra parte, las citas de este autor son las más largas que

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La importancia únicamente de la conciencia y no de la opinión que sobre nosotros se forjen los demás le lleva a decir en I 44 que la finalidad de hacer las cosas bien no se ampara en lo que los demás puedan decir de nosotros, sino en la conciencia de las cosas bien hechas37. Y vuelve sobre el tema en IV 43 para asegurar que no pueden engañar a su conciencia quienes viven mal38. Las ideas que sobre la esclavitud manifiesta Persio en la Sátira quinta amparan sus afirmaciones acerca de que sólo el vicio es señor que esclaviza y, por el contrario, no suponen servidumbre los esfuerzos encaminados a la virtud: pueden confrontarse sus afirmaciones en V 158 (hacer esto -sc. vencer sólo una vez una pasión que te domina- no es conseguir la libertad39) y en V 63 y ss. en que sobre certum había afirmado con Aristóteles que no hay cosa más certera que el esfuerzo encaminado a la virtud40. Una invitación a la comunión de bienes entre los amigos expone en la interpretación de VI 31 (frange aliquid41). A los valores pedagógicos y didácticos de la obra de Nebrija hay que añadir, pues, el “moralizante”42; el texto de Persio permitía insistir en valores o virtudes humanas que hay que potenciar o en atacar vicios que es preciso alejar, sobre todo de la juventud, lo que no lleva, sin embargo, como sí hace Murmellius, a omitir el comentario de pasajes “escabrosos”43; él sí comenta todo lo que encuentra sea de la índole que sea, pero siempre con el mismo fin moralizador; de ahí deriva que entre todos los autores citados, que son muchísimos, como damos cuenta en su lugar, sean Séneca o Aristóteles los que le prorporcionan materia adecuada a sus fines, y por ello estén muy presentes en las citas y éstas sean, además, de considerable extensión en relación a las de otros autores. Ahora bien, aunque acude a Séneca o a Aristóteles para avalar sus ideas y las de Persio, no encontramos, sin embargo, gran presencia de textos “cristianos”; muy pocas son

encontramos en la Interpretatio. 37QVISQVIS ES sed quod non in eo debet constitui finis benefactorum operum, sed in rei recte factae conscientia. 38VIVITVR HOC PACTO, id est, sic omnes vivunt, ut carpant et carpantur. SIC NOVIMVS, id est, didicimus; subaudi “vivere”; ILIA SVBTER, sensus est: qui secreto male vivunt, alios quidem possunt decipere, conscientiam vero suam minime. 39NEC TV CVM SEMEL, sensus est: non sufficit semel a vitiis continuisse se, cum una dies non faciat hominem foelicem aut miserum, NEC TV DICAS [EGO] RVPI IAM VINCVLA, id est, expedivi me a servitio voluptatis aut avariciae, CVM SEMEL OBSTITERIS, id est, cum semel restiteris animi perturbationibus, [ET] NEGARIS PARERE, id est, oboedire, IMPERIO, illius vitii dominantis tibi, et INSTANTI, id est, instanter tibi imperanti. Nam hoc facere non est vendicare se in libertatem. 40PETITE HINC, scilicet, a Cornuto, sive a philosophia, FINEM ANIMI CERTVM, id est, veram foelicitatem, quae est, Aristotele auctore <EN 1100a, 1102a>, operatio animi secundum virtutem optimam in vita perfecta. “Certum” autem dixit, quia eodem auctore, nulla in re certitudo tanta esse potest, quanta in operatione secundum virtutem. 41FRANGE ALIQVID, id est, partire cum illo; quandoquidem amicorum omnia communia esse debent. 42Objetivo que, recordamos, estaba presente en el comentario humanístico. 43También D. López en el siglo XVII dice cosas como que “los siguientes versos no se explican” o en el XVIII el jesuita J. Juvencio quien no introduce en su edición los versos “obscenos” (IV 36-41, IV 48, etc.): obscoenitatem omnem in primis ita detersimus, ut impune legi libellus totus possit; en el comentario de Ludovicus Prateus de 1684, en que los versos escabrosos están sustituidos por asteriscos.

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las ocasiones y no siempre de carga “moral”. No es, pues, pródigo en citas de autores cristianos o en el número de los que cita44; y no son tampoco abundantísimos los lugares de la Biblia que sirven a Nebrija para explicar el contenido de las Sátiras; es ésta una nota personal que tiene que responder a alguna razón. Sólo cinco son las citas de las Sagradas Escrituras45 que se hallan en la Interpreta-tio: son lugares conocidos y repetidos, casi “tópicos”, aunque sí hay que mencionar que no cita estos lugares porque los comentaristas anteriores lo hubieran hecho; no coincide cierta-mente con lo que aportaron otros. Sin duda, no era el desconocimiento de la materia el que lo debió de impulsar a obrar así, puesto que nos consta que era experto en ella y que en ella estaba ocupado cuando recibe el encargo de llevar a cabo el comentario. Quizá por ello no acudió a más ejemplos, o quizá porque, como decimos en su lugar, le bastaban los autores paganos como ejemplo de moral. En la sátira II, no lejana en algunos casos de la que se predica en el Evangelio, vieron otros muestras de moralidad46. Britannicus, por ejemplo, reveló los elogios que había despertado en Lactancio el contenido de II 61 y siguientes, y el nombre de Lactancio fue luego citado en este lugar por Plautius, Murmellius y Badius47, y este último puso en relación el fragmento con el mensaje evangélico48. Nebrija, en cambio, no establece en esta sátira conexión alguna con los autores cristianos. Y en ocasiones lo que Nebrija señala de la sociedad reflejada en las Sátiras tiene su continuación en la de su tiempo: muchas veces son costumbres universales, pero especial-mente le interesa señalar que son compartidas con la sociedad española de ese momento, lo cual responde a un propósito didáctico, pues trata de hacer familiares a sus compatriotas las expresiones de las Sátiras. Si exceptuamos el comentario de Plautius, en el que, dadas sus dimensiones y la especial atención a cuestiones de realia, todo tiene cabida (y lógicamente también las referencias a través de la primera persona del plural a usos de la sociedad italiana49), no hay

44Se limitan a tres menciones de San Jerónimo en el principio de la Sátira sexta para explicar algunos datos autobiográficos de Persio y dos más con motivo de la explicación de otros tantos términos (canthus de V 71, en que se le refiere en tanto que traductor de la Biblia- y palpo, en V 176). San Agustín sólo una vez es traído para un tema tópico (IV 24 in tergo precedenti) en un lugar en que también aduce un texto de Catulo y un fragmento del Salmo 49. Por último, hay una alusión a S. Isidoro al que alude como auctor Etymologiarum para ilustrar los testimonios sobre la ípsilon como símbolo de los dos caminos (III 56). 45Y algunas referencias. 46Sobre lo que ya está en Persio de que la oración a los dioses ha de consistir no en el ofrecimiento de oro y plata sino en llevar una vida honesta, que todos los comentaristas del humanismo suelen aprovechar para impartir lecciones de moralidad, se expresa así Fontius: Quin damus ut superis: honestatem vitae morumque sanctitatem, non aurum aut argentum superis largiendum hortatur. (Nebrija resumirá este pensamiento en el final de la sátira con un fragmento del Salmo 50, 19: sacrificium Deo spiritus contribulatus, cor contritum et humiliatum). 47BADIUS (1523), en el argumentum de este pasaje. 48Quae sententia congruit cum evangelica et miris laudibus ab Lactantio effertur. 49Desciende incluso a ejemplos de particulares. En la Sátira segunda, en que Persio alaba a Macrino -brixiano (como Britannicus) según la cita de Plinio que el de Brescia aduce- establece Plautius una comparación entre las virtudes de este hombre y un eximio varón de su época: D. Franciscus Ruveris

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en los demás humanistas alusiones a universales hábitos compartidos por la sociedad romana y la del comentarista. Muchas comparaciones entre la sociedad que desfila por las Sátiras y la de la España del siglo XV se limitan a consideraciones lingüísticas50. Otras sirven para hacer más cercana la metáfora de las Sátiras: en I 49 el totum hoc belle de Persio lo vierte Nebrija como examina istas laudes, y luego añade: et est sumptum a saccis quos excutimus ut sciamus quod intus continent; o en III 21-22, tras explicar el sentido de sonat vitium, incluye que a través de lo que los adolescentes dicen y hacen podemos averiguar si van por el camino del vicio o el de la virtud. Son, por tanto, dos indicaciones, en sátiras diferentes, que apuntan en un mismo sentido: descubrir en un caso la sinceridad de los elogios, en otro, la verdad de las actuaciones adolescentes (entendiendo siempre Nebrija que la única verdad es el camino de la virtud51). Normalmente este tipo de referencias a su época las introduce Nebrija mediante una primera persona del plural (solemus es la forma más frecuente), sin que se pueda siempre asegurar que tiene realmente valor de primera persona, pues a menudo es una manera de enunciar oraciones impersonales, o sencillamente de indicar que se trata de una costumbre universal. No de otra manera han de entenderse comentarios como los de II 4, II 44, II 63, II 75, IV 25 o IV 45. Predominan, pues, en la Sátira segunda (sobre cómo han de hacerse las plegarias) en la que las aclaraciones en primera persona son utilizadas también por otros humanistas, ya que las actitudes del hombre en su relación con la divinidad son atemporales; como común es a todas las épocas nuestro afán por censurar a los otros o nuestra falta de confianza en que se regeneren los que consideramos “echados a perder” (ideas que aparecen en la Sátira cuarta y sobre las que Nebrija hace consideraciones que incluyen a la totalidad). Recordamos algunos de estos lugares: en II 4 (divis nisi seductis) comenta Nebrija: id est, seorsum ductis, et ex secreto, nam inhonesta secreto petere solemus, honesta vero palam. En II 63 dice para explicar scelerata: quoniam aurum thus odores et caetera quae diis offerimus multorum malorum causa sunt cum ad homines referuntur. Y así se expresa sobre ut mavis de IV 45: id est, fac ut voles; sic enim eos valere sinimus de quorum salute desperamus. O sea, estamos en todos los casos, ante asertos cuasi universales. Hay otras generalizaciones expresadas simplemente en presente (30 persona), Reverendissimus episcopus Vgubii (ad II 3). 50Cf. I 2 (sobre la común costumbre de expresar con una interrogación retórica algo que está muy claro), I 36 (de nuestro “R. I. P”), I 129 (alusión al “título” de “donnadie” -nihili- que otorgamos a las personas que estimamos de poco valor), I 131 (sobre el significado de abacus en su tiempo), III 16 (sobre el ru, ru, ru de las niñeras), III 31 (acerca del sentido que damos a los adjetivos discinctus, praecinctus y accinctus), IV 10 (de cómo en nuestra lengua la denominación de balanza -bilanx- tiene relación con el gemina lance persiano), VI 57 (sobre la carencia de términos que designen las relaciones de parentesco más allá de los tatarabuelos). 51Cf. comentario a V 63 y ss.

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aunque éste puede considerarse presente histórico. En III 106, por ejemplo, aprovecha el comentario de capite induto para hablar de la costumbre de llevar luto: CAPITE INDVTO, id est, cucullo, more illorum qui mortuos lugent, obtecto; aut “induto”, id est, pileato; nam servi facti liberi raso capite pileum sumebant idque erat insigne libertatis. También puede introducirlas mediante complementos de tiempo: nostro saeculo, hodie, nostro tempore, tempestate nostra52, que, como algunos verbos en primera persona, con frecuencia se limitan a introducir costumbres muy similares o relacionadas con las que aparecen en las Sátiras. Así en I 114, a propósito de pinge duos angues, expresión que alude a la costumbre de los romanos de indicar mediante las serpientes pintadas que es un lugar sagrado y que, por tanto, se prohíbe allí hacer aguas menores o mayores, introduce el hábito de su época de señalar tal prohibición mediante un san Antonio o una cruz del Señor: sic et nostro saeculo fit, ut imago divi Antonii aut crucis dominicae pingamus iis in locis, ubi oletum fieri vetamus53. O en II 32, al comentar infami digito, introduce el uso de amuletos en su época: Hodie quoque videmus inter puerorum crepundia sive crepitacula pro amuleto contra fascinum gestari manum eburneam sive osseam digitis in hanc formam complicatis. Similitud entre las costumbres de una y otra época se halla en el modo de conservar el pescado (en III 76 a propósito de maenaque54) o en la manera de orientarse los navegan-tes (V 102 rudis luciferi55). Y también sobre el tipo de pescado que consumen los judíos hay coincidencia en ambas épocas: la cauda thymni de V 182 es un alimento insípido que era y es en la época de la Interpretatio propio de los judíos56. Otro aspecto en el que se revela que su comentario es “pedagógico” es en aquellos lugares en que su comentario aparenta ser “machacón” por el modo en que repite algunas de sus explicaciones. Ya hemos aludido a las referencias que a veces realiza a otros lugares de su Interpretación; pero no siempre lo que hace es remitir a otra explicación, sino que con frecuencia la repite. Así, sin ni siquiera enunciar un ut diximus, hallamos repetidas sus explicaciones sobre el Helicón o vappa, como también reitera una y otra vez que los pingues son tardos de ingenio. Didáctico se muestra también con los ejemplos y símiles que hagan más fácil la comprensión de lo que está comentando; así cuando explica los contrarios en la Sátira primera, ejemplifica con “como el día a la noche”. Se observa igualmente cuando formula un símil: como en III 13 en que sobre quem haeres proximus impello dice “voy detrás de él”, y añade “como la ola que va detrás empuja a la precedente” o “el que va detrás teniendo prisa, empuja al que va delante”. Otro ejemplo con el que

52Esta manera de contextualizar los usos de su evo son, por otra parte, los que utiliza en otras obras. Así en el iuris civilis lexicon (cf. PERONA 1988: 209). 53Convirtiéndose en el único que hace un excursus de esta clase en este lugar. 54quod maena piscis marinus qui, ut nostro tempore thymni, in frustra concisus falsusque asservabatur. 55RVDIS LVCIFERI, id est, inexpertus et imperitus astrorum, ad quae antiqui per noctem navigabant; sicut nostro tempore ad acum lapide magnete temperatam. 56cauda thymni, thymnus Iudaeorum cibus etiam tempestate nostra peculiaris; cuius cauda quia pingui caret, insipidior est.

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aclara lo que el texto dice encontramos en IV 50, donde para que se entienda bibulas, dicho de aures, anota: “así como la arena absorbe la humedad”. Su empeño pedagógico no siempre se manifiesta, empero, con la iteración o la adición de ejemplos. En ocasiones, por el contrario, nos encontramos con su silencio ante las cuestiones que juzga bien conocidas. Él mismo lo expresa en III 40 para evitar extenderse en la narración de una historia57. O sólo alude a Prometeo (VI 61) sin sobre él añadir nada más porque, aunque no lo exprese, lo cree un mito muy conocido. Efectivamente, al detenerse a comentar cuestiones de realia su interés pedagógico le lleva a explicar lo que cree necesario para entender el texto, pasando por alto asuntos que considera del acervo común, limitándose a remitir a un autor en que se pueden encontrar; como ejemplo recordamos que remite a Ovidio para que se lea allí, si se quiere, un mito, o dice que ninguna aclaración, por sabido, requiere el nombre y personaje de Eco. Como también silencia, o de forma curiosa omite otras cuestiones; valga de ejemplo el que nada diga, cuando sí lo habían hecho otros, de Escombreras, a propósito del scombros de I 43. Según ya hemos apuntado, otra característica de su comentario es la de su interés por lo hispano; nada semejante habíamos encontramos en sus precedentes; se advierte cuando explica el léxico, sobre todo, pero también ofrece alguna expresión nuestra o menciona costumbres españolas de su época semejantes a las romanas. Ha innovado nuestro humanista ofreciendo las equivalencias de algunos términos en español, si bien ha expresado el término romance sólo cuando no podía referirse a él de forma que se entendiera. Así ha presentado en latín, al explicar murmurat sub lingua (II 9), la expresión española “hablar entre dientes” diciendo en latín loqui inter dentes, o para aclarar el genuinum de I 115 ha recordado que de forma similar los españoles decimos “muela del juicio”, dicho en latín sapientiae molaris. En otros casos ha mencionado el término español pero poniéndole incluso el morfema del caso que en la frase le corresponde; tan sólo una vez hallamos una traducción “total”: cuando vierte nostra casia (II 64) como el cantueso, única ocasión en que utiliza el artículo. Y estas equivalencias romances no son una adición innecesaria. Pues, por una parte, incorporando términos hispanos Nebrija “hacía patria”; por otra, y esta es la razón principal, las alusiones romances ponían a sus lectores más cerca del texto de las Sátiras, plagadas éstas de un vocabulario tan específico a veces que podía convertir el poema en un enigma; cual Edipo redivivo consiguió Nebrija librar de esa maldición a los españoles de su época. Hasta aquí la breve recapitulación acerca del comentario; nos detenemos ahora en los lemas del texto de Persio que son comentados, es decir que encabezan los diversos comentarios. Recordamos lo ya dicho; no siempre reproducen fielmente el texto de Persio; el explicar las Sátiras en su conjunto hace que algunos términos estén modificados para 57caetera nota sunt, dice para concluir.

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adaptarse -incorporados a ella- a la sintaxis del comentario; pero dejados aparte estos lugares, que fácilmente descubre cualquier lector de Persio, sí que es necesario recordar otros extremos. No parece oportuno insistir, pues es algo bien sabido, en que el texto de Persio es un texto problemático y en que muchas cuestiones están aún sin resolver. A nosotros nos interesaba saber cómo veía Nebrija, sobre todo, estos lugares, y lo hemos hecho en el apartado “lecturas significativas”. Con todo había problemas de menos importancia pero que no por ello debían ser dejados de lado. Una vez comparado el texto de los lemas del comentario y el texto que acompaña su edición58 advertíamos, como tampoco es inusual, que los lemas no estaban siempre en consonancia con lo que se lee en el texto que le acompaña. Por ello pretendimos “descubrir” cuál era el texto nebrisense de Persio, y una de las conclusiones de nuestro trabajo consiste precisamente en ofrecer lo que pensamos que podía ser su texto. El modo de llevarlo a cabo ya lo hemos expuesto; nos hemos ocupado de la comparación y el análisis de las variantes encontradas; tras ese análisis hemos optado por considerar lecturas de Nebrija aquellas que contaban con los avales necesarios, el mayor de los cuales era que Nebrija expresamente las hubiese defendido. Así es que hemos incorporado un número relativamente significativo de lecturas de sus lemas59; hemos podido comprobar que, aunque muchos han sido desechados por editores posteriores, algunos sí han sido incorporados, como recordaremos también infra, muchas veces silenciándose el nombre de nuestro humanista y atribuyéndose a otros la paternidad de la elección o defensa. El minucioso trabajo que hemos llevado a cabo, y cuyo resumen aparece en los cuadros que ofrecemos, muestra que Nebrija, que no había hecho crítica textual como tal (muy esporádicas son las ocasiones en las que se ocupa de estas cuestiones), que no había manejado manuscritos, sí tiene una opinión clara -a veces quizá errónea- sobre bastantes de las lecturas de Persio. El texto que ofrecemos es pues “el de Nebrija”60. Ofrecer el texto de Persio de Nebrija es otra de las conclusiones de nuestro trabajo;

58Recordamos que se mantiene prácticamente inalterado en las sucesivas ediciones, aunque hay, como ocurre -aunque muchos menos- en el texto de la Interpretatio, algunas variantes, erratas o errores, de todo lo cual damos cuenta en su lugar. 59No quiere decir que sean suyas exclusivamente y no estén en otras ediciones anteriores o posteriores. 60Esto no se opone a que en algunos casos hayamos optado por no seguir ni la lectura de su lema ni la que aparecía en el texto de la edición del comentario; son muy pocos ejemplos (I 15 pexus, I 48 finem, V 66 fiet hoc, V 134 saperdas, V 153 hora quod, que hemos sustituido por pexusque, finemque, hoc fiet, saperdam, hora hoc quod, respectivamente) y en todos ellos juzgamos necesario intervenir, porque era evidente que se trataba de errores que Nebrija, de haberse ocupado del texto como tal, hubiese detectado; muchas de estas lecturas aparecen correctas en los textos de la época.

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el aparato que hemos añadido, además de la introducción que precede al texto, informa suficientemente de su naturaleza. Otra conclusión, desde nuestro punto de vista interesante, era comprobar qué semejanzas y diferencias había con otros textos del Humanismo, de manera que se pudiera tener una fácil y rápida visión de conjunto y, sobre todo, pudiese servir para valorar el trabajo de nuestro humanista. La comparación con la edición de Badius nos pareció suficiente61; observamos los lugares en que coinciden y difieren; de ellos hemos dado cuenta y hemos intentado ofrecer así una visión de conjunto -que no total ni exhaustiva- de cómo se leía Persio en el Humanismo. Las diferencias importantes entre las lecturas de Nebrija y Badius (y casi por extensión de los humanistas) son escasas. La mayoría son muy poco relevantes, se refieren a cambios surgidos de una glosa62 (sacro/ templo en II 69, turbinis/ temporis en V 78, sudore/ sudare en V 150, fissa/ fixa en VI 70), o de un error de oído o de lectura (iacis/ iaces II 27, fissa/ fixa VI 70); las hay de cambio de orden, aspecto en el que hay que destacar que Badius incorpore en su edición de 1523 el cambio que aparece sugerido en Nebrija en el último verso de los coliambos, cambio que no estaba en las primeras ediciones de su comentario de Persio. Las divergencias más destacadas ocurren en lugares todavía hoy discutidos como ebulliat/ ebullet de II 10, exudat/ exuberat de III 89, ambas criticadas por Badius por los problemas métricos que presentan; si bien sólo en el primer caso tiene razón. No mostró juicio tan negativo en ninguna otra ocasión en que lo mencionó por asuntos textuales. La valoración que nos proponíamos hacer pasaba por poner también en parangón su texto con el de otras ediciones modernas; nos hemos servido para ello de la edición de Jahn (y Clausen), ofreciendo las variantes distribuidas en diversos apartados. Las conclusiones extraídas nos parecen interesantes: algunas, como el hecho de que el texto de Persio de nuestro autor fuera más cercano a las ediciones del humanismo que a las modernas, eran las esperables; otras, no tanto, a saber, el que ninguna lectura de las ediciones modernas fuera nueva, o lo que es lo mismo, muchas de las lecturas de los humanistas se mantienen hoy. El cuadro comparativo que nos permite, casi de una ojeada, observar la situación de Persio en épocas distantes, consideramos que es una modesta contribución al estudio de

61Nuestro trabajo pretendía contemplar cómo se trabajaba en el humanismo de su época y extraer luego conclusiones al contrastarlo con la visión que de Persio se tiene en las ediciones modernas. No atendimos, pues, de una forma exhaustiva -aunque sí hagamos ocasionales referencias a ellos- a estudiosos de otros momentos del humanismo, entre los que destacan Casaubonus y, para nosotros, de manera especial nuestro Sánchez de las Brozas. 62Así llama a algunos tipos de variantes Villeneuve, entre las cuales enumera algunas de las que son distintas en Nebrija y Badius.

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nuestro humanista y del texto de Persio. En el aparato de nuestra edición aparecen las variantes de todos ellos. Tenida en cuenta la ya casi proverbial dificultad de Persio y los problemas textuales que conlleva, no podíamos limitarnos a reseñar las variantes encontradas; nos parecía necesario comentarlas, como hemos hecho, y sobre todo creíamos ineludible detenernos un poco más en las lecturas significativas, que lo son no porque Nebrija diga algo nuevo y distinto, sino porque toma postura, al lado de unos u otros, o a veces en solitario, acerca de pasajes, sobre los que la discusión suele perdurar. Son bastantes en número los lugares en que encontramos una lectura diferente y de nuestro estudio comparativo podemos igualmente inferir algunas conclusiones importantes. Recordamos ahora algunas, a pesar de que hemos ido haciendo consideraciones sobre las divergencias entre el texto de Persio de Nebrija y el que se halla en las ediciones modernas; aunque tenemos en cuenta especialmente a Jahn y Clausen, no silenciamos lo que otros editores del satírico leyeron en algunos de esos lugares; en este sentido hemos establecido ocasionales comparaciones con las ediciones de Villeneuve, Conington, Scivoletto, Ramsay, Dolç, etc. Aunque estas variantes de importancia eran objeto primordial, no hemos excluido analizar otras menos significativas, de las que ahora damos cuenta en primer lugar. Nada destacable había en las variantes gráficas (fruto sencillamente de una época) o en las que hemos agrupado como cambio de orden y supresión o adición de un monosíla-bo63. Las variantes que afectan a vocablos de poca carga semántica constituyen muchas veces diferencias que no atañen al sentido del poema y que pueden ser sólo una manera de explicarlo y no necesariamente una forma de leerlo. Tampoco en las variantes que tienen que ver con un cambio morfológico o de prefijo hay diferencias relevantes para el sentido del texto. Nos ha parecido digno de reseña que en las elecciones de Nebrija, inserto siempre en una época, aflora también su vena de gramático, mostrando preferencia por aquellas construcciones que son más cercanas al romance (genitivos en vez de ablativos, al estilo de animi en II 65 en vez del común animo), o las que se compadecen mejor con el estilo del poeta (tal puede ser su secreti -predicativo, en V 21- en lugar del adverbio secrete que leyeron otros). Su elección coincide con lo que se mantiene en la edición de Jahn en la mayoría de ocasiones64, en otras, su

63Como también hemos señalado en el tratamiento de este grupo de variantes, la explicación del texto lleva a Nebrija a cambiar el orden del mismo en los lemas y no siempre podemos estar seguros, salvo -claro está- en su apostilla de pr. 14, de cuál fue el orden que Nebrija prefirió. Generalmente el texto es “reordenado” cuando aparece en el lema: le interesa al gramático, también con el orden de palabras, hacer más claro al poeta. Además, procura que en cada lemma quede situado al final el vocablo del que va a ocuparse de inmediato, y esto revierte también en el orden. 64II apponit, III 13 vanescat, III 105 rigidos, V 17 dicas, V 87 haec reliqua, V 174 quem, VI 24 salivam;

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coincidencia es con otros65. Las variantes que hemos agrupado como “glosas” son normalmente producto de una forma de leer al poeta en algún momento. Precisamente, y como no es exclusivo de este autor, algunas lecturas diferentes de los manuscritos, como han señalado, por ejemplo, Jahn o Villeneuve, derivan de glosas. Por otra parte, se torna evidente a lo largo del trabajo de Nebrija su gusto por explicar al poeta con términos que ofrecen una equivalencia con lo que en las Sátiras hay; hemos visto que, incluso, incorpora este tipo de explicación en los lemmata, aun cuando claramente no se trata de lecturas sino de términos que recogen lo que estaba en el poema66. Hemos advertido ya en este grupo de variantes una manera de actuar que ha quedado constatada en las que hemos incluido en el grupo de las significativas67. Es decir, se trata en la mayoría de las ocasiones de lecturas que en su tiempo coexistían con otras (muchas de ellas se mantienen en ediciones modernas68), y que el gramático juzga que se avienen mejor al “estilo” del poeta69; asimismo, como en otros aspectos de su Comentario, no ha desaprovechado la oportunidad de enseñar “valores”, en la línea de la más pura modernidad de las pretensiones de los planes educativos de hoy70. Y de las lecturas nebrisenses de este grupo nos hemos detenido en la de II 13, ducitur, donde otros prefieren conditur, por el acierto de nuestro humanista en la elección e interpretación de este lugar: seguramente fue el primero que atinó en el significado que, desde nuestro punto de vista, tiene el verbo ducere aquí, esto es, relacionado con ducere uxorem y no, como otros han entendido, con la conducción a enterrar.

en las que Clausen prefiere otras opciones. 65Clausen lee lo mismo que Nebrija en en III 93 (rogabit), V 134 (saperdas) y VI 26 (metuas). 66Así es el nego del comentario a I 48 en vez de recuso (en un lemma anterior había utilizado el vocablo de la Sátira, pero después recoge el sentido con un verbo equivalente); como también parum por paulum (V 69), dant por donant (V 82) y tabella por tabula (VI 33), que, además de no aparecer en ningún aparato crítico, no encajan en el héxametro y que no hemos incorporado al texto, sino que han sido juzgadas como formas de “glosar” el poema. 67No se nos oculta que muchas de las lecturas de cada uno de estos dos apartados, “glosas” y “significativas” podrían haberse incluido en cualquiera de ellos. Como en otras ocasiones, nuestra “clasificación” responde a opciones personales que, lógicamente, pueden ser contestadas con facilidad. 68videmus (I 69), ducitur (II 14), iuvenesque (V 64). 69En su opción por peragant en V 150 se ha podido sentirse influido por el perages de unos versos antes (139) usado en un contexto semejante. 70Su interpretación en IV 11, en que eligió verum, no dista mucho de lo que podría entenderse con rectum (una alusión moral a la distinción que existe entre lo “recto y lo “torcido”); para Nebrija es importante diferenciar lo que es “verdadero” de lo “falso”. Y ello convenía al mensaje que, a partir del satírico, Nebrija pretendía difundir. Como en IV 48 su preferencia por amarum (otros amorum), aun siendo opción mayoritaria en su tiempo, vemos que se trata de una lectura que se cuadra mejor con a los modelos éticos de actuación que él quiere transmitir: con esta interpretación se acerca al mensaje que hay en la Sátira quinta: no es verdaderamente libre quien está esclavizado por las pasiones; así pues, dos razones hay para no someterse a ellas: no privarse de la libertad (como se expresa en la Sátira siguiente) y no entregarse a la amargura. Curiosamente cuando los estudiosos modernos se refieren a la interpretación de este lugar se “olvidan” de la versión del hispano y refieren solamente del humanismo lo que en este pasaje entendieron Turnebus o Casaubonus. Y aún más importante nos resulta la ausencia del nombre de Nebrija en el comentario de Dolç en un lugar en que se ocupa ampliamente de las interpretaciones de este pasaje, citando a Diego López, que también aquí parece “deudor” del gramático andaluz.

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En los lugares que hemos agrupado como variantes significativas hemos asistido al modo de proceder de un gramático que no se ha dejado llevar por un criterio único de actuación; no le han movido las mismas razones en todos los casos, sino que sopesando tradición textual, lecturas comunes de una época, ocurrencias más frecuentes en Persio o en otras auctoritates, u objetivo moralizante de las Sátiras (y también suyo), se ha manifestado junto a la mayoría, con la minoría, o en solitario a favor de una manera de ver al satírico en la que tienen preferencia los criterios gramaticales, pues no en vano desde esta perspectiva había abordado el acercamiento a Persio. En los pasajes de Persio con problemas textuales en los que ha tomado partido vemos elecciones que aportan poco a los acercamientos de hoy, aunque nos informen de la manera de verlo en el Humanismo: tal son sus lecturas en III 9 (finditur)71, III 55 (indetonsa), III 89 (exuberat)72, IV 51 (respice) o VI 51 (audeo). Reseñables son las que constituyen una postura aislada en su época en II 19 (cui non) y V 120 (farre), de las que la segunda se corresponde con la importancia dada al contexto73; como también está en minoría en II 27 (iacis) descartando el unánime iaces, o con bullat (III 34), o en V 140 en que lee puer is (otros, pueris), y se convierte en el único entre los humanistas que así eligió. Traslucen algunas de ellas su visión “pedagógico-moralizante” del poema, que hemos demostrado en otros detalles del Comentario. De esta manera hemos entendido su preferencia por bullat (III 34), no seguida por sus contemporáneos, pero, sobre todo, su elección de ostendit (V 38) o puer is (V 40). Su interés de gramático se ha revelado claro en las opciones y explicaciones de poetidas (pr. 13), mellos (pr. 14), Troiades (I 4) y praegrandi (I 97). Como también fruto de ese oficio son algunas de sus elecciones derivadas del sensus74: I 86 (doctus), I 92 (abdita). Hay que destacar, por último, en estas variantes la “coincidencia” con un editor de la talla de Jahn en pavisse de VI 77, que no entraña mucha diferencia con plausisse defendida por otros como Clausen; y sobre todo, que leyera ebuliat, como hoy se sigue haciendo, en un lugar en que los comentaristas de su época resolvieron con ebullet los problemas métricos que advertían75 en ebuliat, al no tener en cuenta la sinecesis que, al igual que en Virgilio, suele admitirse. Quizá el modelo del mantuano fue también lo que

71Que convive en su época con la que hoy se acepta, findor ut. 72Aunque ya en su época, y por los problemas prosódicos que de ella se derivan, tuviera contestación en algunos comentaristas, llevándoles a conjeturar otras soluciones (Badius: exudat). 73Parte para su lectura de otro lugar de las Sátiras (II 73), en que aparece usado este sustantivo como complemento del verbo litare, al que también acompaña en este caso. La lectura unánime de V 120 es ture, que también conoce y menciona Nebrija. 74También aludido en las mencionadas cui non (II 19) y iacis (II 27). 75Y que hicieron a Badius criticar la opción del hispano.

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hizo a Nebrija optar por esta lectura76, que hoy seguimos hallando en las ediciones de Persio. También su lectio de I 97 (praegrandi) que solventa los problemas de interpretación de la otra posibilidad, vegrandi77, es una opción que se mantiene en estudiosos modernos (Scivoletto, en este caso). Si, como hemos repetido, éste ha sido el resultado de una obra que acogió casi como “obligación”, y que juzgaba de escaso interés para la mayoría, se nos hace difícil imaginar qué más podría haber hecho para enodare al satírico habiendo partido de otros presupuestos. En fin, nuestro estudio de esta obra de Nebrija no tenía como finalidad defender la bondad del trabajo o las virtudes filológicas de nuestro humanista, sino estudiar y valorar su comentario. Contábamos, desde luego, previamente con dos hechos significativos: que en la Galia dos humanistas de prestigio apreciaran su trabajo, como muestra el que Badius lo incorporase a su edición de 1523 y Stephanus editase su Comentario en 1527; por otra parte, sabíamos que había sido reeditado en España en muchas ocasiones y que aún en 1551 se juzgaba merecedor de ser incluido en una edición realizada en Basilea con otros comentarios. Ahora ya sabemos más acerca de su papel. Su Comentario es un ejemplo de comentario humanístico; su quehacer es similar al de otros; su condición de grammaticus le hace enfrentarse desde esa perspectiva, las más de las veces, al texto. Ofrece una obra que fue evidentemente útil; fue capaz también él de ver la importancia que tenían en la filología los comentarios y por ello se dedicó a hacerlos. Por último, este trabajo no se puede desligar del hombre y su obra. Aquí está su hispanismo, su finalidad didáctica y moral y aquí igualmente sus amplios conocimientos en los diversos campos que correspondían por derecho propio al humanista; en todos ellos se mueve con la soltura de quien conoce el lugar por el que transita. Los defectos de su obra son los achacables a su época; vendrá luego Casaubonus, que aprovechándose de lo que antes se había hecho, también del trabajo de Nebrija, imprimirá su sello de “modernidad filológica”; había pasado, no hay que olvidar, un siglo desde que la Interpretatio de Nebrija viese la luz; vendrá luego Jahn, que imprimirá su rigor y los avances habidos en la filología, y luego otros, pero en ese camino todos han tenido su lugar y su papel, y el de nuestro Nebrija, es nuestra humilde opinión, no 76No vamos a insistir en el profundo conocimiento que Nebrija tenía de Virgilio; no en balde cuando realiza este comentario a Persio, ya había explicado la obra de aquél; como tampoco necesitamos volver a mencionar el respeto que en cuestiones de lengua muestra Nebrija por el poeta de Mantua. Todo ello acarrea una influencia de este poeta sobre el humanista, que está patente en los lugares en que lo aduce como auctoritas, y que llevó al hispano -recordamos- a leer erróneamente (desde un punto de vista prosódico) aureis (en vez de auratis en III 40), porque, como en Virgilio, el adjetivo acompañaba en Persio a laquearibus. También Virgilio, además del himno homérico, respalda su elección de melos en pr. 14.

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desmerece de ellos. El resultado final da cuenta, por tanto, de que con creces ha conseguido los objetivos que se había propuesto: la brevedad, que destaca por encima de muchos; el no omitir nada de lo necesario. Si bien es verdad que algunos términos no se hallan lematizados, ello no empece para que la comprensión del poema sea posible, porque unos términos puestos como lemas y luego aclarados, y otros, sin lematizar, a través de paráfrasis, hacen que en la “Interpreta-ción” de Nebrija todo lo que había en las Sátiras quede aclarado. En cuanto a su aportación personal, hay que destacar que, además de las peculia-riades hasta aquí repasadas de su comentario, lingüístico y no lingüístico, con sus incursiones en la moralidad y en el “hispanismo”, o su manera de leer a Persio distanciándose a veces en solitario de las lecturas de su tiempo, podemos apreciar en su obra una posición particular en la manera de entender algunos lugares de las Sátiras; lugares que han hecho que nuestro humanista deba ser de mención casi obligada cuando se abordan. Nos referimos, especialmente, a su manera de comentar el ocyma de IV 2278, seguido por Casaubonus y que todavía en nuestro tiempo ha sido recordado, aunque se muestra en desacuerdo, por el profesor M. Dolç79. Destacable nos parece asimismo que su interpretación de II 48-51 sea la misma que luego hicieron eruditos como Jahn y Hermann. Como también original fue su forma de explicar el tetigisse naso (IV 19), a pesar de no ser después muy aludida80 al no tratarse de un lugar especialmente oscuro. Mas, en general, la fortuna de su comentario, si exceptuamos el relativo éxito obtenido en su época, manifestado en las múltiples reediciones, o el que fuera incorporado a la edición de Badius, no ha tenido el éxito, que, creemos, quizá hubiera merecido. En el siglo XVII otro hispano, alumno del Brocense y que como su maestro se ocupó de Persio, menciona en su obra en más ocasiones a Britannicus o a Badius que a Nebrija. Pero antes de recordar qué pasó después del siglo XVI con la Interpretatio, repetimos algunos de los hechos que se desprenden de su inclusión en la edición parisina de Badius. Abiertamente había mostrado este humanista belga una preferencia por los comentarios de Britannicus y Plautius desde el comienzo (de exactissimi había calificado los de Britannicus en 1500); los de Nebrija, no obstante, no quedam muy mal parados en lo que de ellos afirma, junto con los de Murmellius, en la edición de 1523: alteros duos

77Cuyo prefijo ve-, recordamos, es entendido de dos maneras opuestas. 78A saber, con significado de insultos, partiendo de que, según Plinio, la albahaca crece con más rapidez si se profieren insultos al sembrarla. Recordamos que a la interpretación del pasaje, no unánime en su tiempo, aportó una posible solución L. I. Scoppa sugiriendo leer ocia. 79Otro español, Diego López, tampoco consideró acertada esta forma de entender ocyma, razonando que extraer, partiendo de Plinio, la conclusión de que la albahaca crece más rápidamente si se le insulta, es exagerada. 80Sí que lo refiere D. LÓPEZ (1642: 146) en el único lugar que este humanista nombra al “maestro Antonio” sin criticarlo; ciertamente él ofrece otra manera de entender el pasaje, pero del comentario de Nebrija afirma: “no es mala esta declaracion”.

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neutiquam poenitendos, Aelii videlicet Nebrissensis et Johannis Murmelii Ruremundensis, nactus sum. Después, siguen siendo Britannicus y Plautius los comentaristas más nombrados y más dignos de confianza para él, pero Nebrija es mencionado en más de 30 ocasiones; unas veces es a propósito de una lectura distinta, otras de una interpretación. Aun no mostrando el humanista belga especial predilección por la Interpretatio, en las ocasiones que alude a ella los juicios son muy diversos; muchos son ciertamente negativos: non placet (I 90, II 50), nequaquam congruit (II 27) o la calificación de nihil frigidius que da a la manera de entender Nebrija ocyma (IV 22); predominan, no obstante, las menciones en que ninguna apreciación expone Badius a favor o en contra de lo que Nebrija expresó. También hallamos, sin embargo, ocasionalmente un mihi placet (sobre la lectio “qua” en III 68, o duorum en V 49) que aprueba la explicación del hispano. Ya hemos mencionado que un humanista español del siglo XVII, D. López, sólo tres veces lo cita en su Declaracion Magistral81; a pesar de que son manifiestamente parecidos muchísimos de los comentarios que hallamos en su explicación de Persio82. Ha sido silenciado por grandes estudiosos como Casaubonus o Jahn, que en algunos lugares comprometidos en que el hispano tomó postura podían haberlo nombrado. Incluso en España y en nuestro siglo, un buen trabajo sobre Persio en el que se da cuenta de muchas interpretaciones de otros investigadores, y en el que Diego López es citado en quince ocasiones, Nebrija aparece mencionado sólo en cuatro lugares, siendo sus propuestas y sus interpretaciones anteriores, e idénticas, en algunos sitios, a las que se atribuyen al humanista de Valencia. Conington recordó su aportación a ducitur uxor (II 14). Villeneuve lo mencionó a propósito melos (pr. 14), y de su mano fueron conocidas por Paratore las explicaciones que sobre el polémico final de los coliambos había realizado; e incluso en la referencia del erudito francés se omite que ya estaba en el Comentario de Nebrija lo que él atribuye a Casaubonus, a saber, la sugerencia de escribir mellos (con geminada) para reflejar la cantidad larga de la e. Es evidente, por tanto, que hasta hoy no ha sido justamente valorado. Esperamos haber contribuido a situar su trabajo y sus aportaciones en el lugar que merecen.

81Además de IV 19 y IV 22, que ya hemos citado, D. López desaprueba al maestro Antonio en I 97 arma virum; no estima acertado que aquí vea Nebrija una crítica a Virgilio. 82Coincide, por ejemplo, en algunas aclaraciones que remiten a otros sitios de las Sátiras y colocadas en los mismos lugares; puede verse como muestra lo que explica de la sátira II 8 (D. LÓPEZ 1642: 74), la lectio farre en V 120, que sólo hemos visto en Nebrija, o el comentario a V 73.