A Modo de Manifiesto

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(A modo de) manifiesto del colectivo de filosofía latinoamericana. Podría decirse que sólo estamos como puestos en relación por el pensar/pensando, sin darle demasiada importancia a las determinaciones previas operadas desde afueras logo-etnocéntricos y más como gravitación del suelo. No podemos ni pre-tendemos decir qué o quiénes somos sino dónde y cómo estamos tendidos provisoriamente. La afirmación llegará, si llega, como consecuencia de un pensando juntos, tratando de decir nuestra palabra ahora. Las “partes” de lo que somos no son entonces lo primero y fundante, lo determinante. Las partes tienen que estar, no más, lo que significa que es la relación que acontece entre ellas la que establece el modo, aquí y ahora, en que están siendo. Estamos en tiempos en que el dominio simbólico y material se pretende violentamente unipolar, colonial e imperial simultáneamente: los “avances” propios de una racionalidad tecnocientífica llevada a los límites de su posibilidad, también aquellos que mediante el uso de estos saberes y aplicaciones sirven para reforzar la dominación diacrónica de todo aquello que es simultáneo y sincrónico. Pero esto mismo favorece el empoderarnos y el mutuo aprendizaje de nuevas y viejas posibilidades

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Texto del Colectivo de Filosofía Latinoamericana

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(A modo de) manifiesto del colectivo de filosofa latinoamericana.

Podra decirse que slo estamos como puestos en relacin por el pensar/pensando, sin darle demasiada importancia a las determinaciones previas operadas desde afueras logo-etnocntricos y ms como gravitacin del suelo. No podemos ni pre-tendemos decir qu o quines somos sino dnde y cmo estamos tendidos provisoriamente. La afirmacin llegar, si llega, como consecuencia de un pensando juntos, tratando de decir nuestra palabra ahora. Las partes de lo que somos no son entonces lo primero y fundante, lo determinante. Las partes tienen que estar, no ms, lo que significa que es la relacin que acontece entre ellas la que establece el modo, aqu y ahora, en que estn siendo. Estamos en tiempos en que el dominio simblico y material se pretende violentamente unipolar, colonial e imperial simultneamente: los avances propios de una racionalidad tecnocientfica llevada a los lmites de su posibilidad, tambin aquellos que mediante el uso de estos saberes y aplicaciones sirven para reforzar la dominacin diacrnica de todo aquello que es simultneo y sincrnico. Pero esto mismo favorece el empoderarnos y el mutuo aprendizaje de nuevas y viejas posibilidades culturales, ticas y polticas contra-hegemnicas. El empoderarnos es pluripolar, y opera desde las tradiciones ms diversas y a su vez desde el presente vivo de los pueblos, donde se da de distintos modos, como liberacin y como construccin propositiva de modos de vida. Nuestro empoderarnos es decir nuestra palabra y hacer todo lo posible por dejarnos habitar por otras palabras, en una invitacin constante y en un corrernos del lugar del saber monolgico, porque no estamos (y no pretendemos estarlo), en ltima instancia, seguros. En este contexto epocal pensamos desde una situacin concreta, en esta tarea nos parece de primer orden un compromiso del pensador con la vida, con su tiempo, con su poca y con aquellos valores con los cuales se posiciona tico-polticamente en otro, en la naturaleza y en el paisaje cultural de los que siempre se es parte. Coincidimos en una voluntad de valorar prioritariamente los rizomas del pensamiento en nuestra Amrica, es decir, del pensamiento colectivo de mltiples y diferentes comunidades organizadas para y en (una otra) integracin americana. Los movimientos sociales nos brindan un tipo de cohesin social propia de una democracia participativa. Por esto concebimos la poltica como una actividad que por una parte no se encuentra exclusivamente en lo estatal ni en lo individual, sino en lo colectivo, es decir en aquello que se da en el mbito de la sociedad civil en forma de los diversos movimientos sociales que traccionan por sus intereses interpelando al Estado y a la misma sociedad desde su nica base de legitimidad, que es el mandato popular de la democracia participativa como defensa de lo comn y lo pblico. Ligado a esto reconocemos que la labor histrica del pensar no se puede comprender exclusivamente desde las luces de las vanguardias iluminadas, sino en la cultura popular, desde una posicin crtica que permita convivir/fagocitar los smbolos y mecanismos de la globalizacin. Esto no significa un rechazo de plano de toda universalidad y una exaltacin de particularismos, sino estar siendo y encontrarnos en la mediacin de una profunda humanidad entendida y vivida como una universalidad deformada por la gravitacin del suelo. Sostenemos colectivamente el pensar en Amrica como filosofa comprendida desde su posicionamiento geocultural y tico-poltico. Se trata de buscar constantemente de dejar de pensar en la comunidad para pensar con/desde ella, mantener/poner los cuerpos all, para que esa relacin d su fruto o se pudra, pero deje siempre, nuevamente, su semilla.

Manifiesta el Colectivo de Filosofa Latinoamericana.

Podra decirse que slo estamos.Pensar implica poner en relacin. En un pensar pre-meditado, las partes en relacin y la relacin entre las partes surgen de un posicionamiento previo, hay ya en ese pensar una determinacin previa del porvenir, de lo pensable, de aquello que puede o no resultar de esa relacin. Partimos de la negacin de esa premeditacin operada afuera, en el otro lado del charco. La afirmacin llegar, si llega, como consecuencia de un pensar situado. Estamos puestos en relacin, siendo pensamiento, pero sin determinacin previa ms que como negacin de la misma y como gravitacin del suelo. No podemos ni pre-tendemos decir qu o quines somos sino dnde y cmo estamos tendidos. Las partes no son entonces lo primero y fundante, lo determinante. Es, por el contrario, la relacin la que las determina como tales. Las partes tienen que estar, no ms. La relacin que componen entre ellas es la que establece el modo en que estn siendo, y esa modalidad del ser que nace de la estancia comn no est determinada por partes meramente formales y puras que pretenden ser fundamentales sin estar siquiera fundadas. En la historia universal estamos en un momento en que el dominio simblico y material es unipolar, colonial e imperial simultneamente, en una etapa del desarrollo humano denominada Globalizacin y caracterizada por una diversidad de fenmenos entre los que se puede mencionar aquellos radicalmente nuevos tales como los avances propios de una racionalidad tecnocientfica llevada a los lmites de su posibilidad, tambin la instrumentalizacin de estos saberes y aplicaciones en funcin de la dominacin opresiva, pero por eso mismo, como ricorsi de esta lgica poltica hegemnica vemos con esperanza el surgimiento del poder popular y el mutuo aprendizaje de nuevas y viejas posibilidades culturales, ticas y polticas contrahegemnicas, por un lado como resistencia a la opresin, pero por otro como una liberacin que permitan la construccin afirmativa e instituyente de modos de vida. En este contexto temporal y epocal pensamos desde una situacin geocultural concreta, en esta tarea nos parece de primer orden un compromiso del pensador con la vida, con su tiempo, con su poca, con su tierra y con aquellos valores con los cuales se posiciona tico-polticamente frente al otro, frente a la naturaleza y a la comunidad o el pueblo del que se es parte. En primera y en ltima instancia, como consecuencia de ese compromiso se podr tener la coherencia necesaria y suficiente entre lo que se dice-escribe y lo que se hace, no frente a s mismo o en el fuero interno, sino en la defensa de lo pblico. En ese sentido el dominio y el poder no son lo mismo, ni pueden homologarse en una sola cosmovisin. Posiblemente la pretensin de homologacin de ambos conceptos sea constitutiva de la racionalidad Imperial, cuyo inters capital y sistemtico es la dominacin de todos los seres del mundo, tanto los que habitan la multiplicidad de la naturaleza entre los cuales estn los hombres (seres humanos!) que pertenecen a la tierra misma. El poder, en cambio, es pluripolar, y no necesariamente es opresivo, opera desde las tradiciones ms diversas y a su vez desde el presente vivo de los pueblos.Pensamos y sostenemos el pensamiento como una relacin de compromiso, para encaminarnos a la justicia social, legtima, democrtica y participativa a travs de la soberana cultural, poltico y econmica de los pueblos sobre su destino. Asimismo pensamos que esto no puede darse nicamente en el marco de soberanas nacionales, por lo cual concebimos que el proceso de integracin regional puede y debe ser conseguido por la ampliacin de derechos, no solo aquellos individuales civiles y polticos, sino tambin y fundamentalmente aquellos colectivos econmicos y sociales, los de las minoras y los de la naturaleza de la que somos parte. Hoy nuevamente en Nuestra Amrica nuestra lucha entronca con las revoluciones independentistas de los pueblos afrodescendientes del Caribe como la de Hait, las de los pueblos originarios y los pueblos mestizos de los libertadores Bolvar y San Martn, hermanados en un sentimiento de integracin latinoamericana, proyectando modos propios de vida, no en desmedro del resto de los pueblos del mundo (ocenicos, asiticos y africanos) sino como aliento profundo a la liberacin de las opresiones y a la construccin de poder popular instituyente de dignidad y de justicia. En ese sentido expresamos nuestra voluntad de valorar lo propio de la raz popular y colectiva de la comunidad organizada en la integracin regional latinoamericana.Los movimientos sociales nos brindan un tipo de cohesin social y construccin de poder popular propia de la democracia participativa. Que a diferencia de la democracia formal, que de la mano de polticas de corte neoliberal desmotaron los derechos del los sectores ms vulnerables e histricamente postergados en favor de las libertades (entendidas como privilegios sectoriales del satu quo poltico-econmico representado tanto por las elites nacionales oligrquicas como por los intereses transnacionales imperiales), implica un movimiento instituyente de inclusin social. Reconocemos que la labor histrica del pensamiento no se puede comprender exclusivamente desde las luces de las vanguardias iluminadas, sino adems y fundamentalmente en la cultura y el pensamiento popular, desde una posicin crtica que permita convivir con los elementos de la Globalizacin. Esto no significa un rechazo de plano de toda universalidad y una exaltacin de particularismos, sino estar siendo y encontrarnos en la mediacin de una profunda humanidad entendida como una universalidad paradjicamente propia. Sostenemos colectivamente la Filosofa latinoamericana con derecho propio (con derecho a llamarse filosofa y con derecho a pensar y actuar en la ampliacin e institucin de derechos), comprendida desde su posicionamiento geocultural y tico-poltico. En y desde esta postura concebimos la poltica unida a un ethos popular, como a la raz vital de toda cultura comunitaria, relacional, operatoria. Ni en la atomizacin confinada al mbito de la conciencia individual segmentada ni en la totalizacin que confina cada parte en un sistema cerrado, cualquiera de ambos refugios frente al otro imposibilitan la responsabilidad por la cohesin social sin la cual no hubo, no hay, no habr ni puede haber justicia social, histrica y presente para todas y todos, ni siquiera justicia futura para los an no nacidos.Se trata, como dira Kusch, de negar la episteme para empezar de nuevo, pero partiendo de nuestra doxa, de nuestro suelo y nuestro horizonte simblico. Negar las pre-meditaciones es entonces una vuelta al pueblo para empezar de nuevo. Empezar desde la primera persona del plural que no es ya un sujeto tcito sino un colectivo explcito: una comunidad que es el Pueblo y con el cual el Colectivo de Filosofa latinoamericana se relaciona dejando de pensar al pueblo para pensar con el pueblo, poner los cuerpos ah, para que de esa relacin florezca, d su fruto o se pudra, su semilla y nueva vida, un pensamiento que es hoy indito, novedoso e impensable. Nuestra Amrica, Argentina, 2013.