A principios de julio, la Mesa Departamental de Víctimas...

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8 No. 91 Medellín, agosto de 2018 A principios de julio, la Mesa Departamental de Víctimas de Bolívar recibió un panfleto, presun- tamente de las Autodefensas Gaitanistas de Co- lombia (AGC), que amenazaba de muerte a ocho de sus miembros. Entre los nombres de quienes señalaba como “guerrilleros disfrazados de la defensa de derechos huma- nos”, estaba el de Deyder Henríquez Matos, representante de juventudes en la Mesa Nacional de Víctimas. Deyder tiene 26 años y vive en Cartagena hace 15. Na- ció en Santa Marta, pero fue víctima de un desplazamiento forzado que obligó a su familia a salir de su ciudad de origen. “Llegué siendo un niño de 11 años y me tocó vivir todos los efectos que genera el desplazamiento, pero decidí ser parte de la solución a las problemáticas de las victimas e inclusive de las comunidades empobrecidas de Cartagena”, dice. Así fue como antes de pertenecer a la Mesa de Vícti- mas, Deyder llegó a la Coordinación de la Mesa Alternativa Deyder Henríquez Matos es integrante de la Mesa Departamental de Víctimas de Bolívar. En julio, su nombre apareció junto al de varios de sus compañeros en un panfleto que los declaró “objetivo militar”. Hablamos con él sobre las amenazas y los retos para las políticas de víctimas con la llegada de Iván Duque a la Presidencia. Santiago Rodríguez [email protected] de Juventudes de Cartagena y participó en la formulación de la política pública de juventudes de esta ciudad. Sin embargo, por su trabajo en comunidad varias ve- ces ha sido víctima de hostigamientos y persecuciones. La amenaza de julio ratificó la situación que la Defensoría del Pueblo ya había denunciado en febrero con el Informe de Riesgo 023-18. En ese documento detallaba, por cada departamento, las organizaciones de la sociedad civil que podrían ser objeto de agresiones. En Bolívar, destacó el caso de su Mesa de Víctimas. Esa amenaza ocurre en el contexto de transición que implica el nuevo gobierno de Iván Duque, quien el 7 de agosto asumió la Presidencia antecedido por la oposición de su partido a los acuerdos de paz con las Farc. Sumado a esto están las disputas por parte del ELN, las llamadas “bacrim” y las disidencias de las Farc por los territorios que ocupaba antiguamente esta guerrilla. Todo ello con- figura un escenario complejo para los liderazgos sociales y, en particular, para los representantes de las víctimas. Según el Informe Piedra en el Zapato del Programa Somos Defensores, en 2017 fueron asesinados tres de- fensores de víctimas en el país, quienes hacen parte de la cifra de 282 personas que, de acuerdo con la Defensoría del Pueblo, fueron asesinadas entre enero de 2016 y febrero de 2018 por su “defensa de su comunidad o de los de- rechos humanos”. En un momento de balance sobre los asuntos pendientes que deja el gobierno Santos en cuanto a la implementación de los acuerdos de paz y la política de reparación integral, y ante el nuevo pano- rama que representa Duque, hablamos con Deyder sobre la expectativa de las víctimas y el reto de defender su propia vida. ¿Por qué decidió formar parte de la Mesa de Víctimas? Decidí hacer parte de las Mesas de Víc- timas para aportar a las luchas por la vida, la paz, la finalización del conflicto armado y la reparación integral de las víctimas. Soy un ser humano que siempre ha creído que es posible construir un país diferente, donde podamos vivir en paz, con todas las condiciones para que todos los colombianos accedamos a nuestros derechos y así lograr la realización de una vida digna, con territorios autónomos donde se proteja el am- biente y los animales. Deyder llegó a Cartagena desplazado desde Santa Marta cuando tenía 11 años. En la capital de Bolívar empezó su participación en movimientos sociales en defensa de las víctimas del conflicto armado. Fotografía: Cortesía la otra deuda de la paz El Clan del Golfo:

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No. 91 Medellín, agosto de 2018

A principios de julio, la Mesa Departamental de Víctimas de Bolívar recibió un panfleto, presun-tamente de las Autodefensas Gaitanistas de Co-

lombia (AGC), que amenazaba de muerte a ocho de sus miembros. Entre los nombres de quienes señalaba como “guerrilleros disfrazados de la defensa de derechos huma-nos”, estaba el de Deyder Henríquez Matos, representante de juventudes en la Mesa Nacional de Víctimas.

Deyder tiene 26 años y vive en Cartagena hace 15. Na-ció en Santa Marta, pero fue víctima de un desplazamiento forzado que obligó a su familia a salir de su ciudad de origen. “Llegué siendo un niño de 11 años y me tocó vivir todos los efectos que genera el desplazamiento, pero decidí ser parte de la solución a las problemáticas de las victimas e inclusive de las comunidades empobrecidas de Cartagena”, dice.

Así fue como antes de pertenecer a la Mesa de Vícti-mas, Deyder llegó a la Coordinación de la Mesa Alternativa

Deyder Henríquez Matos es integrante de la Mesa Departamental de Víctimas de Bolívar. En julio, su nombre apareció junto al de varios de sus

compañeros en un panfleto que los declaró “objetivo militar”. Hablamos con él sobre las amenazas y los retos para las políticas de víctimas con la

llegada de Iván Duque a la Presidencia.

Santiago Rodríguez [email protected]

de Juventudes de Cartagena y participó en la formulación de la política pública de juventudes de esta ciudad.

Sin embargo, por su trabajo en comunidad varias ve-ces ha sido víctima de hostigamientos y persecuciones. La amenaza de julio ratificó la situación que la Defensoría del Pueblo ya había denunciado en febrero con el Informe de Riesgo 023-18. En ese documento detallaba, por cada departamento, las organizaciones de la sociedad civil que podrían ser objeto de agresiones. En Bolívar, destacó el caso de su Mesa de Víctimas.

Esa amenaza ocurre en el contexto de transición que implica el nuevo gobierno de Iván Duque, quien el 7 de agosto asumió la Presidencia antecedido por la oposición de su partido a los acuerdos de paz con las Farc. Sumado a esto están las disputas por parte del ELN, las llamadas “bacrim” y las disidencias de las Farc por los territorios que ocupaba antiguamente esta guerrilla. Todo ello con-figura un escenario complejo para los liderazgos sociales y, en particular, para los representantes de las víctimas.

Según el Informe Piedra en el Zapato del Programa Somos Defensores, en 2017 fueron asesinados tres de-fensores de víctimas en el país, quienes hacen parte de

la cifra de 282 personas que, de acuerdo con la Defensoría del Pueblo, fueron

asesinadas entre enero de 2016 y febrero de 2018 por su “defensa

de su comunidad o de los de-rechos humanos”.

En un momento de balance sobre los

asuntos pendientes que deja el gobierno Santos en cuanto a la implementación de los acuerdos de paz y la política de

reparación integral, y ante el nuevo pano-

rama que representa Duque, hablamos con Deyder sobre la expectativa de las

víctimas y el reto de defender su propia vida.

¿Por qué decidió formar parte de la Mesa de Víctimas?

Decidí hacer parte de las Mesas de Víc-timas para aportar a las luchas por la vida,

la paz, la finalización del conflicto armado y la reparación integral de las víctimas. Soy un

ser humano que siempre ha creído que es posible construir un país diferente, donde podamos vivir en paz, con todas las condiciones para que todos los colombianos accedamos a nuestros derechos y así lograr la realización de una vida digna, con territorios autónomos donde se proteja el am-biente y los animales.

Deyder llegó a Cartagena desplazado desde Santa Marta cuando tenía 11 años. En la capital de Bolívar empezó su participación en movimientos sociales en defensa de las víctimas del conflicto armado.

Fotografía: Cortesía

la otra deuda de la pazEl Clan del Golfo:

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Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia

A propósito de la elección de Iván Duque y te-niendo en cuenta que su partido, Centro Democrá-tico, se opuso a las 16 circunscripciones especiales de paz acordadas en La Habana, ¿qué expectativa tiene la Mesa Nacional de Víctimas?

El presidente Iván Duque y su partido consideran que las circunscripciones especiales de paz para las víc-timas son curules que van a ser entregadas a guerrilleros de las Farc o a miembros del nuevo partido que surgió de la desmovilización de la guerrilla. La realidad es que estas curules son para 16 territorios en donde el conflic-to ha tenido mayor impacto; de ahí saldrían las 16 vícti-mas que irían al Congreso. Duque tenía una propuesta, un nuevo proyecto de ley para que las curules fueran entregadas, como dicen ellos, a “verdaderas víctimas” y no a guerrilleros. Era un proyecto que solo contem-plaba ocho curules, pero de ese proyecto finalmente no supimos nada. Hay que esperar que el presidente electo presente un nuevo proyecto de ley, que respete el que ya se venía tramitando con el apoyo de la Mesa Nacional de Víctimas o que realicemos uno nuevo en conjunto, como Mesa Nacional y Gobierno Nacional, que sería lo ideal.

Precisamente sobre los Acuerdos de Paz, una de las banderas del Centro Democrático ha sido que el Acuerdo “no tuvo en cuenta a las víctimas de las Farc”. ¿Qué tanto se han sintieron las víctimas in-cluidas en los Acuerdos de Paz?

Muchas víctimas de las Farc, muchísimas, se encuen-tran integrando la Mesa Nacional de Víctimas y algunas de ellas participaron en los diálogos. Yo no tuve la oportuni-dad de participar formalmente, pero uno siente que otros compañeros y compañeras pudieron dar el debate y aportar sus posturas. Evidentemente faltó mucho más dialogo, eso sí quiero decir, porque debió ser algo mucho más partici-pativo, pero lo que se dio fue también favorable. Entonces eso de que no hayan participado las víctimas de las Farc es una estrategia del uribismo.

¿Y en la implementación de lo pactado?Desde la Mesa estamos dando nuestra lucha para

participar en cada una de las partes de la implemen-tación de los acuerdos. En nuestro último plenario, estuvimos con el presidente Santos, con los magistra-dos de la Jurisdicción Especial para la Paz ( JEP), con integrantes de la Comisión de la Verdad, con muchos ministerios, acordando nuestra participación en la im-plementación de los Acuerdos de Paz. Lo cierto es que hay que movilizarse, hay que incidir y hay que presio-nar. Desafortunadamente, en este país nada se nos va a dar en las manos, todo es una lucha por los derechos, por el territorio, por la vida y por los espacios en los que se decide a favor de las comunidades.

¿Qué otro reto queda para el próximo gobierno?En general el Acuerdo de paz con las Farc es el reto

que tiene el gobierno del presidente Duque; la implemen-

tación debe acogerla con total compromiso. Pero este nuevo gobierno genera incertidumbre frente a la continuidad de la paz.

En los últimos meses hemos presenciado el asesinato de decenas de líderes sociales, entre ellos, defensores de los derechos de las víctimas y de la restitución de tierras, ¿qué le pide al nuevo gobierno frente a este tema?

Este es uno de los temas más neurálgicos hoy por hoy en el país: nos están matando. Queremos ver a este nuevo gobierno comprometido con la protección de líderes y lideresas sociales, y con la prevención de las agresiones, las violaciones a los derechos humanos, las amenazas y los asesinatos a los liderazgos en Colombia.

Usted mismo acaba de ser amenazado su defensa de las políticas de víctimas, ¿ya había sido amenazado en otras ocasiones?

En el pasado también habíamos sido hostigados y perseguidos. Seguimientos de personas en moto, de extraños merodeando nuestras casas y los lugares en que hacemos incidencia. Pero esta es la más reciente y la que más ha llamado la atención de la sociedad civil y de la prensa.

¿Qué han dicho las autoridades frente a esta amenaza?

Lo que dicen las autoridades siempre es que es mentira, que esto no es de fuerzas oscuras, que esto no es de los paramilitares, que no se preocupen, que no hay riesgo y tampoco brindan la protección oportuna.

¿Qué medidas está utilizando para prote-gerse?

En Colombia los líderes sociales hemos sobrevi-vido con nuestro propio autocuidado, eso es lo único que nos queda: no frecuentar los mismos lugares, te-ner precaución en las redes sociales, en ciertos mo-mentos debemos ser muy estratégicos para dar nues-tra postura política alternativa, a veces toca dormir en otras casas, a veces mudarse de barrio, a veces no hablar todos los temas delicados por celular, sino per-sonalmente con nuestros amigos y nuestras amigas, compañeros y compañeras.

¿Cómo cree que su activismo político se re-laciona con esas amenazas?, ¿ha pensado en ha-cerse a un lado?

Este liderazgo ha sido el motivo para que sea-mos amenazados por fuerzas que desconocemos, pero que indiscutiblemente rechazamos. Ya hemos dicho que no nos vamos a intimidar y vamos a se-guir adelante en estos procesos sociales, y que aho-ra más que nunca vamos a seguir juntándonos a fa-vor de la política de la vida, en contra de la política de la muerte.

¿Qué panorama encontró cuando empezó a participar activamente como representante de víctimas?

Era el año 2013 y se estaban instalando en Co-lombia cada una de las mesas municipales, distritales, departamentales y la Mesa Nacional en el marco de la Ley 1448 de 2011 o Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, que las crea formalmente. Son espacios que na-cieron en un contexto todavía de guerra. En esa época, apenas era el primer año de las negociaciones de paz con las Farc y todavía no había diálogos con el ELN. El proceso de paz era una exigencia que tenían las po-blaciones colombianas, principalmente afectadas por la guerra, de que esta se acabara en los territorios.

¿Qué había antes de esa ley en políticas de víctimas?

Hay que recordar que el gobierno de Álvaro Uribe no reconocía ni siquiera la existencia de un conflicto armado. Es el gobierno de Juan Manuel Santos el que reconoce la existencia del conflicto armado, crea la Ley de Víctimas, impulsa las mesas y los Acuerdos de Paz con las Farc.

¿En qué estado deja el gobierno nacional la implementación de las políticas de repara-ción integral?

Con unos mínimos avances y, eso sí, con grandí-simos retos en cuanto a reparación de víctimas y a la finalización de la guerra en Colombia. De los apro-ximadamente 8 millones de víctimas que existen en Colombia, solo han sido indemnizadas alrededor de 800 mil personas, un equivalente a, más o menos, el 10% del total. Hay un gran reto en el tema de la fi-nanciación de las políticas de reparación integral, los recursos no alcanzan y el gobierno le ha expresado a la Mesa Nacional de Víctimas, a través del Departa-mento de Planeación, el Ministerio de Hacienda y la Unidad para las Víctimas, que, si continúan con estos mismos recursos, necesitarían 30 años.

Ese panorama plantea entonces que no es posible reparar integralmente a las víctimas, te-niendo en cuenta que la vigencia de la Ley 1448 es solo de 10 años.

Es un tema que preocupa. La Ley de Víctimas debe finalizar en el 2021, pues se aprobó en 2011. Ya llevamos siete años de implementación de esta ley y faltarían solo tres. Si esta se termina, millones de víc-timas quedarían sin una reparación integral. Entonces es importante que este nuevo gobierno se comprometa para la prolongación de la Ley de Víctimas y Restitu-ción de Tierras, para que se le inyecten recursos y se planee bien el tema presupuestal. En la construcción del Plan Nacional de Desarrollo debe haber una defi-nición concreta que demuestre el compromiso de Iván Duque con las víctimas del conflicto.

El 6 de julio, cientos de personas se reunieron en el Parque de los Deseos, en Medellín, para rechazar los asesinatos de líderes sociales. Una imagen similar tuvo lugar en varias ciudades del país. Fotografía: Alejandro Valencia Carmona