A propósito de la Hegemonía y el desarrollo teórico del concepto por Antonio Gramsci

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A propósito de la Hegemonía y el desarrollo teórico del concepto por Antonio Gramsci Por Marcelo Padilla El término “hegemonía” fue empleado para designar, en los tiempos clásicos, la supremacía de una comunidad política sobre otras. Luego, los teóricos de la razón, ampliaron esa relación para plantear que el primado de una sociedad o sector sobre otro no implicaba exclusivamente una supremacía político-militar, sino que se amplificaba a lo civil y moral, ya no basado en el uso de la fuerza, sino en la cultura y las costumbres. Si bien ha sido Antonio Gramsci (1891-1937) (teórico italiano fundador del partido Comunista de Italia en 1921) quien en sus Cuadernos de la cárcel más ha contribuido a la difusión del término, ya había sido utilizado, aunque con diversos significados, en las discusiones al interior de la socialdemocracia rusa hacia 1905. Según Perry Anderson en Consideraciones sobre el marxismo occidental (1976), el concepto “hegemonía” proviene del movimiento socialista ruso, donde Plejánov y Axelrod fueron los primeros en emplearlo en discusiones estratégicas sobre la futura dirección por la clase obrera de una revolución en Rusia. Más allá de la anécdota histórica, desde un punto de vista teórico, el concepto hegemonía fue formulado por Gramsci para designar “la fortaleza y la complejidad muchísimo mayores de la dominación de la burguesía en Europa occidental”, que había impedido la repetición de la revolución de octubre en las zonas capitalistas avanzadas del continente. Este sistema hegemónico de poder, fue definido “por el grado de consenso que obtenía de las masas populares a las que dominaba y la consiguiente reducción en la cantidad de coerción necesaria para reprimirlas”. Sus mecanismos de control para asegurarse este consenso residían en una red ramificada de instituciones culturales: escuelas, iglesias, partidos, asociaciones, etc., que inculcaban a las masas explotadas la subordinación pasiva. A Gramsci se lo define como el primer marxista que estableció una problemática no reduccionista de la hegemonía. Recordemos que la tradición teórica del marxismo definía a la hegemonía como “imposición de la ideología dominante, gracias al control que esta ejerce sobre los aparatos ideológicos de estado” (Althusser, 1977). Gramsci definió a la hegemonía como “dirección política, intelectual y moral impresa por un grupo dominante al conjunto de la sociedad, dirección aceptada, consciente o inconscientemente, por las demás clases”. La clase dirigente “convence” activamente a las clases subalternas de que la dirección ideológica y cultural de la sociedad va en el sentido indicado por ésta. La capa social encargada de producir y promover este consenso es la encargada, por lo mismo, de desarrollar la función hegemónica (de dirección) en la sociedad. En efecto, el dominio de la clase hegemónica y dominante sobre los gobernados se funda más que nada en las fuerzas “espirituales”, vale decir culturales, que promueven un modo de vida acorde con los afanes de mantener el poder y su orden que tiene la clase dirigente. Para

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A propósito de la Hegemonía y el desarrollo teórico del concepto por Antonio Gramsci

Por Marcelo Padilla

El término “hegemonía” fue empleado para designar, en los tiempos clásicos, la supremacía de una comunidad política sobre otras. Luego, los teóricos de la razón, ampliaron esa relación para plantear que el primado de una sociedad o sector sobre otro no implicaba exclusivamente una supremacía político-militar, sino que se amplificaba a lo civil y moral, ya no basado en el uso de la fuerza, sino en la cultura y las costumbres.

Si bien ha sido Antonio Gramsci (1891-1937) (teórico italiano fundador del partido Comunista de Italia en 1921) quien en sus Cuadernos de la cárcel más ha contribuido a la difusión del término, ya había sido utilizado, aunque con diversos significados, en las discusiones al interior de la socialdemocracia rusa hacia 1905. Según Perry Anderson en Consideraciones sobre el marxismo occidental (1976), el concepto “hegemonía” proviene del movimiento socialista ruso, donde Plejánov y Axelrod fueron los primeros en emplearlo en discusiones estratégicas sobre la futura dirección por la clase obrera de una revolución en Rusia. Más allá de la anécdota histórica, desde un punto de vista teórico, el concepto hegemonía fue formulado por Gramsci para designar “la fortaleza y la complejidad muchísimo mayores de la dominación de la burguesía en Europa occidental”, que había impedido la repetición de la revolución de octubre en las zonas capitalistas avanzadas del continente. Este sistema hegemónico de poder, fue definido “por el grado de consenso que obtenía de las masas populares a las que dominaba y la consiguiente reducción en la cantidad de coerción necesaria para reprimirlas”. Sus mecanismos de control para asegurarse este consenso residían en una red ramificada de instituciones culturales: escuelas, iglesias, partidos, asociaciones, etc., que inculcaban a las masas explotadas la subordinación pasiva.A Gramsci se lo define como el primer marxista que estableció una problemática no reduccionista de la hegemonía. Recordemos que la tradición teórica del marxismo definía a la hegemonía como “imposición de la ideología dominante, gracias al control que esta ejerce sobre los aparatos ideológicos de estado” (Althusser, 1977).Gramsci definió a la hegemonía como “dirección política, intelectual y moral impresa por un grupo dominante al conjunto de la sociedad, dirección aceptada, consciente o inconscientemente, por las demás clases”. La clase dirigente “convence” activamente a las clases subalternas de que la dirección ideológica y cultural de la sociedad va en el sentido indicado por ésta. La capa social encargada de producir y promover este consenso es la encargada, por lo mismo, de desarrollar la función hegemónica (de dirección) en la sociedad. En efecto, el dominio de la clase hegemónica y dominante sobre los gobernados se funda más que nada en las fuerzas “espirituales”, vale decir culturales, que promueven un modo de vida acorde con los afanes de mantener el poder y su orden que tiene la clase dirigente. Para Gramsci, tanto la dirección como la coerción que imponen la clase dominante promueven sobre los gobernados, en el ámbito de su modo de vida cotidiano, un consenso activo, una aceptación espontánea.El concepto gramsciano de hegemonía está íntimamente relacionado con el de ideología. La ideología no reside única y principalmente en las ideas. Se extiende el “efecto ideológico” a los usos, a las costumbres, al modo de vida de los agentes de una sociedad. Es decir que la ideología se concreta y expresa en las prácticas de los

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hombres y no tanto en lo que piensan que son.El aporte de Gramsci reside en que, para él, ideología, es todo el complejo de actividades prácticas y teóricas con las cuales la clase dirigente no sólo justifica y mantiene su dominio sino también, y esto es importante, logra obtener el consenso activo de los gobernados.Sin embargo, el análisis de Gramsci no queda allí. A la función de la hegemonía dominante, pueden los subordinados imponerle una contrahegemonía cultural e ideológico-política. Esto resultaría de la articulación de los intereses de las clases populares en la conformación de un “bloque histórico contrahegemónico” que intente doblegar la dirección ideológica de la sociedad. Este aspecto último, la contrahegemonía, es rescatado por muchos autores marxistas quienes advirtieron la posibilidad de establecer luchas ideológicas en el seno mismo de la dominación, para contrarrestarla.Se puede decir que el aporte principal de Gramsci al concepto de hegemonía es haberlo hecho trascender los estrechos límites en que se movía, para ubicarlo en un marco mucho más universal para la teoría política contemporánea. A partir de los aportes de Gramsci, la palabra hegemonía comenzará a funcionar como un instrumento de análisis para las ciencias sociales en un rango que va de la ciencia política y la sociología histórica, hasta la teoría de la cultura y el estudio de los procesos de socialización y de constitución de ideologías.Inspirados por los textos gramscianos, un significativo núcleo de intelectuales ingleses, a la cabeza de los cuales hay que ubicar a Raymond Williams, incorpora y desarrolla la noción de hegemonía como un elemento clave de los Estudios Culturales. Definida en general “como una manera particular de ver el mundo, la naturaleza y las relaciones humanas, sus efectos sobre la teoría cultural –según señala Williams en Marxismo y literatura (1980)– son directos, porque incluye y supera a dos poderosos conceptos anteriores: los de cultura e ideología”. Tendría un alcance mayor que el de “cultura”, por la capacidad de advertir sobre la distribución de poder que califica a un proceso social. También que el de “ideología”, porque no incluiría solamente un sistema consciente de ideas y creencias, formal y articulado, sino la conciencia heterogénea, difusa e incompleta que guía las prácticas sociales e individuales. Williams la define de la siguiente manera: “La hegemonía constituye todo un cuerpo de prácticas y expectativas en relación con la totalidad de la vida (…) es un sistema vívido de significados y valores que otorga un sentido de realidad para la mayoría de las gentes de la sociedad”. Ello permite que la cultura no sea considerada una “superestructura”, en la medida en que la tradición y la práctica cultural son comprendidas como algo más que “reflejos” de una estructura económica. Una hegemonía es siempre un proceso compuesto de experiencias, relaciones y actos y no se produce de modo pasivo: es permanentemente desafiada y resistida por otras presiones que constituyen los momentos contrahegemónicos o de hegemonías alternativas. Si la hegemonía, por definición, siempre es dominante, jamás lo es de un modo total y exclusivo, en la visión de Williams, por cuanto los procesos culturales no deben ser vistos como simplemente adaptativos, sino como procesos complejos y vivos bajo los cuales se articulan y enfrentan, la dominación y la resistencia.