A Rafael Alberti. Neruda

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RAFAEL, antes de llegar a España me salió al camino tu poesía, rosa literal, racimo biselado, y ella hasta ahora ha sido no para mí un recuerdo, sino luz olorosa, emanación de un mundo. A tu tierra reseca por la crueldad trajiste el rocío ue el tiempo había ol!idado, y España despertó contigo en la cintura, otra !ez coronada de aljó"ar matutino. Recordar#s lo ue yo traía$ sueños despedazados por implacables #cidos, permanencias en aguas desterradas, en silencios de donde las raíces amargas emergían como palos uemados en el bosue. %ómo puedo ol!idar, Ra"ael, auel tiempo& A tu país llegu' como uien cae a una luna de piedra, hallando en todas partes #guilas del erial, secas espinas, pero tu !oz allí, marinero, esperaba para darme la bien!enida y la "ragancia del alhelí, la miel de los "rutos marinos. ( tu poesía estaba en la mesa, desnuda. Los pinares del )ur, las razas de la u!a dieron a tu diamante cortado sus resinas, y al tocar tan hermosa claridad, mucha sombra de la ue traje al mundo, se deshizo. Aruitectura hecha en la luz, como los p'talos, a tra!'s de tus !ersos de embriagador aroma yo !i el agua de antaño, la nie!e hereditaria, y a ti m#s ue a ninguno debo España. %on tus dedos tou' panal y p#ramo, conocí las orillas gastadas por el pueblo corno por un oc'ano, y las gradas en ue la poesía "ue estrellando toda su !estidura de za"iros. *+ sabes ue no enseña sino el hermano. ( en esa hora no sólo auello me enseñaste, no sólo la apagada pompa de nuestra estirpe, sino la rectitud de tu destino, y cuando una !ez m#s llegó la sangre a España de"endí el patrimonio del pueblo ue era mío. (a sabes t+, ya sabe todo el mundo estas cosas. (o uiero solamente estar contigo, y hoy ue te "alta la mitad de la !ida, tu tierra, a la ue tienes m#s derecho ue un #rbol, hoy ue de las desdichas de la patria no sólo el luto del ue amamos, sino tu ausencia cubren la herencia del oli!o ue de!oran los lobos, te uiero dar, ay , si pudiera, hermano grande, la estrellada alegría ue t+ me diste entonces. Entre nosotros dos la poesía se toca como piel celeste, y contigo me gusta recoger un racimo, este p#mpano, auella raíz de las tinieblas. La en!idia ue abre puertas en los seres no pudo abrir tu puerta ni la mía. Es hermoso como cuando la cólera del !iento desencadena su !estido a"uera y est#n el pan, el !ino y el "uego con nosotros dejar ue a+lle el !endedor de "uria, dejar ue silbe el ue pasó entre tus pies, y le!antar la copa llena de #mbar con todo el rito de la transparencia. Alguien uiere ol!idar ue t+ eres el primero& -'jalo ue na!egue y encontrar# tu rostro. Alguien uiere enterrarnos precipitadamente& Est# bien, pero tiene la obligación del !uelo. endr#n, pero ui'n puede sacudir la cosecha ue con la mano del otoño "ue ele!ada hasta teñir el mundo con el temblor del !ino& -ame esa copa, hermano, y escucha$ estoy rodeado de mi Am'rica h+meda y torrencial, a !eces pierdo el silencio, pierdo la corola nocturna, y me rodea el odio, tal !ez nada, el !acío de un !acío, el crep+sculo

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Neruda

Transcript of A Rafael Alberti. Neruda

RAFAEL, antes de llegar a Espaa me sali alcaminotu poesa, rosa literal, racimo biselado,y ella hasta ahora ha sido no para m un recuerdo,sino luz olorosa, emanacin de un mundo.

A tu tierra reseca por la crueldad trajisteel roco que el tiempo haba olvidado,y Espaa despert contigo en la cintura,otra vez coronada de aljfar matutino.

Recordars lo que yo traa: sueosdespedazadospor implacables cidos, permanenciasen aguas desterradas, en silenciosde donde las races amargas emergancomo palos quemados en el bosque.Cmo puedo olvidar, Rafael, aquel tiempo?

A tu pas llegu como quien caea una luna de piedra, hallando en todaspartesguilas del erial, secas espinas,pero tu voz all, marinero, esperabapara darme la bienvenida y la fraganciadel alhel, la miel de los frutos marinos.

Y tu poesa estaba en la mesa, desnuda.

Los pinares del Sur, las razas de la uvadieron a tu diamante cortado sus resinas,y al tocar tan hermosa claridad, muchasombrade la que traje al mundo, se deshizo.

Arquitectura hecha en la luz, como losptalos,a travs de tus versos de embriagador aromayo vi el agua de antao, la nieve hereditaria,y a ti ms que a ninguno debo Espaa.Con tus dedos toqu panal y pramo,conoc las orillas gastadas por el pueblocorno por un ocano, y las gradasen que la poesa fue estrellandotoda su vestidura de zafiros.

T sabes que no ensea sino el hermano. Y en esahora no slo aquello me enseaste,no slo la apagada pompa de nuestra estirpe,sino la rectitud de tu destino,y cuando una vez ms lleg la sangre a Espaadefend el patrimonio del pueblo que era mo.

Ya sabes t, ya sabe todo el mundo estas cosas.Yo quiero solamente estar contigo,y hoy que te falta la mitad de la vida,tu tierra, a la que tienes ms derecho que unrbol,hoy que de las desdichas de la patria no sloel luto del que amamos, sino tu ausencia cubrenla herencia del olivo que devoran los lobos,te quiero dar, ay!, si pudiera, hermano grande,la estrellada alegra que t me diste entonces.

Entre nosotros dos la poesase toca como piel celeste,y contigo me gusta recoger un racimo,este pmpano, aquella raz de las tinieblas.

La envidia que abre puertas en los seresno pudo abrir tu puerta ni la ma. Es hermosocomo cuando la clera del vientodesencadena su vestido afueray estn el pan, el vino y el fuego con nosotrosdejar que alle el vendedor de furia,dejar que silbe el que pas entre tus pies,y levantar la copa llena de mbarcon todo el rito de la transparencia.

Alguien quiere olvidar que t eres el primero?Djalo que navegue y encontrar tu rostro.Alguien quiere enterrarnos precipitadamente?Est bien, pero tiene la obligacin del vuelo.

Vendrn, pero quin puede sacudir la cosechaque con la mano del otoo fue elevadahasta teir el mundo con el temblor del vino?

Dame esa copa, hermano, y escucha: estoy rodeadode mi Amrica hmeda y torrencial, a vecespierdo el silencio, pierdo la corola nocturna,y me rodea el odio, tal vez nada, el vacode un vaco, el crepsculode un perro, de una rana,y entonces siento que tanta tierra ma nos separe,y quiero irme a tu casa en que, yo s, me esperas,slo para ser buenos como slo nosotrospodemos serlo. No debemos nada.

Y a ti s que te deben, y es una patria: espera.

Volvers, volveremos. Quiero contigo un daen tus riberas, ir embriagados de orohacia tus puertos, puertos del Sur que entonces noalcanc.Me mostrars el mar donde sardinasy aceitunas disputan las arenas,y aquellos campos con los toros de ojos verdesque Villaln (amigo que tampocome vino a ver, porque estaba enterrado)tena, y los toneles del jerez, catedralesen cuyos corazones gongorinosarde el topacio con plido fuego.

Iremos, Rafael, adonde yaceaquel que con sus manos y las tuyasla cintura de Espaa sostena.El muerto que no pudo morir, aquel a quien tguardas,porque slo tu existencia lo defiende.

All est Federico, pero hay muchos que, hundidos,enterrados,entre las cordilleras espaolas, cadosinjustamente, derramados,perdido cereal en las montaas,son nuestros, y nosotros estamos en su arcilla.

T vives porque siempre fuiste un dios milagroso.A nadie ms que a ti te buscaron, querandevorarte los lobos, romper tu podero.Cada uno quera ser gusano en tu muerte.

Pues bien, se equivocaron. Es tal vez la estructurade tu cancin, intacta transparencia,armada decisin de tu dulzura,dureza, fortaleza, delicada,la que salv tu amor para la tierra.

Yo ir contigo para probar el aguadel Genil, del dominio que me diste,a mirar en la plata que navegalas efigies dormidas que fundaronlas slabas azules de tu canto.

Entraremos tambin en las herreras: ahorael metal de los pueblos all esperanacer en los cuchillos: pasaremos cantandojunto a las redes rojas que mueve el firmamento.Cuchillos, redes, cantos borrarn los dolores.Tu pueblo llevar con las manos quemadaspor la plvora, como laurel de las praderas,lo que tu amor fue desgranando en la desdicha.

S, de nuestros destierros nace la flor, la formade la patria que el pueblo reconquista con truenos,y no es un da solo el que elaborala miel perdida, la verdad del sueo,sino cada raz que se hace cantohasta poblar el mundo con sus hojas.T ests all, no hay nada que no muevala luna diamantina que dejaste:

la soledad, el viento en los rincones,todo toca tu puro territorio,y los ltimos muertos, los que caenen la prisin, leones fusilados,y los de las guerrillas, capitanesdel corazn, estn humedeciendotu propia investidura cristalina,tu propio corazn con sus races.

Ha pasado el tiempo desde aquellos das en quecompartimosdolores que dejaron una herida radiante,el caballo de la guerra que con sus herradurasatropell la aldea destrozando los vidrios.Todo aquello naci bajo la plvora,todo aquello te aguarda para elevar la espiga,y en ese nacimiento se envolvern de nuevoel humo y la ternura de aquellos duros das.

Ancha es la piel de Espaa y en ella tu acicatevive como una espada de ilustre empuadura,y no hay olvido, no hay invierno que te borre,hermano fulgurante, de los labios del pueblo.As te hablo, olvidando tal vez una palabra,contestando al fin cartas que no recuerdasy que cuando los climas del Este me cubrieroncomo aroma escarlata, llegaronhasta mi soledad.Que tu frente doradaencuentre en esta carta un da de otro tiempo,y otro tiempo de un da que vendr.Me despidohoy, 1948, diecisis de diciembre,en algn punto de Amrica en que canto.

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