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I. Puntos de partida: escenarios, fronteras. Recuperar hoy las contribuciones filosóficas de Manuel Sacristán podría parecer, en principio, un gesto de vocación escolástica en el marco del marxis- mo español, o -a lo sumo- un ejercicio académico de historia de las ideas. Estos son, de hecho, los dos es- collos más frecuentes que solemos encontrar a la ho- ra de tratar el pensamiento de autores vinculados a una tradición como el marxismo. Incluso cuando in- vocamos su pensamiento para hacerlo partícipe de los problemas y contradicciones del presente. De una parte, la codificación del discurso en un vocabulario cada vez más esotérico y especializado, sostenido por ciertas Quaestiones Disputatae –aquello que Gramsci denominó una vez con el nombre de bizantinismo 1 – ; de otra parte, la anestesia política con que las univer- sidades contemporáneas –clasistas y crecientemente mercantilizadas- honran los discursos críticos y po- tencialmente transformadores, absorbiéndolos pri- mero con cierta cautela para después domesticarlos sin excesivos conflictos. Este doble inconveniente si- gue siendo, sin duda, una de las características fun- damentales de gran parte del pensamiento marxista europeo en la actualidad, aún preso, como ya señala- ra Perry Anderson, de los límites temáticos e históri- cos del marxismo occidental 2 . Unos límites que pode- mos ilustrar, de un modo general, con la imagen del “divorcio estructural” entre la teoría y la práctica ini- ciado a comienzos de la segunda década del siglo XX dentro de los partidos comunistas europeos. Esta fractura operó un desplazamiento del intelectual de partido –tradicionalmente envuelto en tareas organi- zativas y de análisis político-económico– hacia el ho- rizonte universitario, separándose su figura de los es- cenarios de decisión política de la izquierda radical. Los casos de Lukács, Marcuse, Althusser o Della Volpe, todos ellos intelectuales de izquierda y profe- sores de universidad, son elocuentes al respecto 3 . Como también es elocuente la variación temática de sus trabajos, orientados fundamentalmente por la disciplina que todos ellos enseñaban en las faculta- des: filosofía. Una línea de investigación que los dis- tanciará netamente del marxismo clásico, enfocado de manera más firme hacia el análisis económico (Hilferding, Bauer o Sweezy), el ensayo histórico-po- lítico (Lenin, Luxemburgo) y la crónica periodística de análisis social. La mencionada escisión entre teoría y praxis 4 he- mos de situarla hoy en las paradojas de un discurso, 1.- Puede llamarse “bizantinismo” o “escolasticismo” la tendencia degenerativa a tratar las cuestiones llamadas teóricas como si tuvieran valor por sí mismas, independientemente de toda práctica determinada… ha de estar siempre vigente el principio de que las ideas no nacen de otras ideas, que las filosofías no engendran otras filosofías, sino que son expresión siempre renovada del desarrollo histórico real”. Antonio Gramsci, Cuadernos de la Cárcel, Tomo IV, Cuaderno XIV <PP 63>, Era, México 1986. 2.- Perry Anderson, Consideraciones sobre el marxismo occidental, Siglo XXI, Madrid 1979. 3.- Por su trayectoria política, el caso de Lukács podría parecer ajeno al de los demás intelectuales citados. Sin embargo, es un claro ejem- plo de la escisión entre la intelectualidad y la política del partido dentro del contexto soviético. Aunque Lukács fue comisario del área de cultura durante la corta vida de la República Soviética Húngara (23 Marzo-6 de Agosto 1919) y jugó un importante papel en la for- mación del Partido Comunista de Hungría, hubo de sobrevivir a dos purgas por disidencia intelectual y política (1930 y 1956). Sus críticas fueron continuamente desechadas por el partido y le valieron una vida marginal en la política a raíz de sus Tesis de Blum (1928), momento a partir del cual sólo pudo dedicarse –de manera oficial- a cuestiones teóricas y filosóficas. 4.- La ruptura de la relación orgánica entre pensamiento marxista y clase obrera obedece aquí, principalmente, a dos ejes: por un lado a los fracasos de las revoluciones proletarias en los países capitalistas más desarrollados de la vieja Europa, por otro a las decisiones ISBN: 1885-477X YOUKALI, 15 página 139 MISCELÁNEA A TRAVÉS DE MARX SACRISTÁN Y LOS LÍMITES DEL MARXISMO OCCIDENTAL por Mario Espinoza Pino Let’s sing another song boys, this one has grown old and bitter… Leonard Cohen, Songs of Love and Hate

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I. Puntos de partida: escenarios, fronteras.

Recuperar hoy las contribuciones filosóficas deManuel Sacristán podría parecer, en principio, ungesto de vocación escolástica en el marco del marxis-mo español, o -a lo sumo- un ejercicio académico dehistoria de las ideas. Estos son, de hecho, los dos es-collos más frecuentes que solemos encontrar a la ho-ra de tratar el pensamiento de autores vinculados auna tradición como el marxismo. Incluso cuando in-vocamos su pensamiento para hacerlo partícipe delos problemas y contradicciones del presente. De unaparte, la codificación del discurso en un vocabulariocada vez más esotérico y especializado, sostenido porciertas Quaestiones Disputatae –aquello que Gramscidenominó una vez con el nombre de bizantinismo1– ;de otra parte, la anestesia política con que las univer-sidades contemporáneas –clasistas y crecientementemercantilizadas- honran los discursos críticos y po-tencialmente transformadores, absorbiéndolos pri-mero con cierta cautela para después domesticarlossin excesivos conflictos. Este doble inconveniente si-gue siendo, sin duda, una de las características fun-damentales de gran parte del pensamiento marxistaeuropeo en la actualidad, aún preso, como ya señala-

ra Perry Anderson, de los límites temáticos e históri-cos del marxismo occidental2. Unos límites que pode-mos ilustrar, de un modo general, con la imagen del“divorcio estructural” entre la teoría y la práctica ini-ciado a comienzos de la segunda década del siglo XXdentro de los partidos comunistas europeos. Estafractura operó un desplazamiento del intelectual departido –tradicionalmente envuelto en tareas organi-zativas y de análisis político-económico– hacia el ho-rizonte universitario, separándose su figura de los es-cenarios de decisión política de la izquierda radical.Los casos de Lukács, Marcuse, Althusser o DellaVolpe, todos ellos intelectuales de izquierda y profe-sores de universidad, son elocuentes al respecto3.Como también es elocuente la variación temática desus trabajos, orientados fundamentalmente por ladisciplina que todos ellos enseñaban en las faculta-des: filosofía. Una línea de investigación que los dis-tanciará netamente del marxismo clásico, enfocadode manera más firme hacia el análisis económico(Hilferding, Bauer o Sweezy), el ensayo histórico-po-lítico (Lenin, Luxemburgo) y la crónica periodísticade análisis social.

La mencionada escisión entre teoría y praxis4 he-mos de situarla hoy en las paradojas de un discurso,

1.- Puede llamarse “bizantinismo” o “escolasticismo” la tendencia degenerativa a tratar las cuestiones llamadas teóricas como si tuvieran valor por símismas, independientemente de toda práctica determinada… ha de estar siempre vigente el principio de que las ideas no nacen de otras ideas, quelas filosofías no engendran otras filosofías, sino que son expresión siempre renovada del desarrollo histórico real”. Antonio Gramsci, Cuadernosde la Cárcel, Tomo IV, Cuaderno XIV <PP 63>, Era, México 1986.

2.- Perry Anderson, Consideraciones sobre el marxismo occidental, Siglo XXI, Madrid 1979.

3.- Por su trayectoria política, el caso de Lukács podría parecer ajeno al de los demás intelectuales citados. Sin embargo, es un claro ejem-plo de la escisión entre la intelectualidad y la política del partido dentro del contexto soviético. Aunque Lukács fue comisario del áreade cultura durante la corta vida de la República Soviética Húngara (23 Marzo-6 de Agosto 1919) y jugó un importante papel en la for-mación del Partido Comunista de Hungría, hubo de sobrevivir a dos purgas por disidencia intelectual y política (1930 y 1956). Suscríticas fueron continuamente desechadas por el partido y le valieron una vida marginal en la política a raíz de sus Tesis de Blum(1928), momento a partir del cual sólo pudo dedicarse –de manera oficial- a cuestiones teóricas y filosóficas.

4.- La ruptura de la relación orgánica entre pensamiento marxista y clase obrera obedece aquí, principalmente, a dos ejes: por un lado alos fracasos de las revoluciones proletarias en los países capitalistas más desarrollados de la vieja Europa, por otro a las decisiones IS

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SACRISTÁN Y LOS LÍMITES DEL MARXISMO OCCIDENTAL

por Mario Espinoza Pino

Let’s sing another song boys, this one has grown old and bitter…

Leonard Cohen, Songs of Love and Hate

el del marxismo, que por su conflictiva deriva históri-ca ha quedado reducido a un tipo singular de conoci-miento –teoría o crítica marxista- o a una corriente po-lémica dentro del pensamiento universitario contem-poráneo. Estos hechos han alejado progresivamente agran parte de la tradición marxista tanto de sus espa-cios originarios de acción –partidos y movimientospopulares– como de las disciplinas que intentabanorientar su proyecto político de liberación colectiva: elcomunismo. Así, la economía, el conocimiento históri-co y sociológico fueron desapareciendo del campo detrabajo del pensamiento heredero de Marx y Engels,desplazados por una problemática de carácter decidi-damente filosófico y cultural. Bosquejar este horizon-te nos permite señalar, de manera preliminar, el cami-no histórico de una tradición que -salvo excepciones5-no ha sabido superar las barreras político-intelectua-les de su propio pasado, quedando encerrada en undiscurso enfocado, de manera casi exclusiva, haciacuestiones teóricas (epistemología), estéticas y cultu-rales. Una constelación de problemas cuya teoriza-ción no dejó de renacer en continua discusión con lafilosofía burguesa más influyente del momento –deHegel al estructuralismo–, enriqueciéndose, además,gracias a una renovada hermenéutica de los textos deKarl Marx desde ópticas de signo muy diverso6. Másallá de de esta breve caracterización, asumir los lími-tes del marxismo occidental como punto de partida nosofrece la oportunidad de situarnos en las fronteras desu problemática, impulsándonos a plantear un deba-te lejos de sus coordenadas filosóficas. De este modo,

podremos intentar adoptar una posición crítica antenuestros problemas de distinto carácter a la manteni-da por la mayoría del pensamiento marxista duranteel convulso siglo XX. Algo que, como veremos, nosbrindará también la ocasión de abordar nuestro pasa-do de una manera más ajustada y actual.

Tomando en cuenta lo anterior, la pertinencia deun análisis del pensamiento de Manuel Sacristán –unestilo particular de entender la labor de Karl Marx–sólo puede fundarse, más allá de ejercicios escolásti-cos, en la capacidad del autor para aproximarnos crí-ticamente al presente, en su fuerza para arrojar luzsobre las contradicciones del capitalismo tardío tantodesde una perspectiva teórica como política. Esto es:brindándonos instrumentos conceptuales destinados amejorar el conocimiento que tenemos de la sociedad

políticas adoptadas por el PCUS a partir de la III Internacional. Pese al triunfalismo de Lenin en Mayo de 1919, momento en que da aconocer al mundo la nueva orientación de la III Internacional, la posterior escalada de poder y gobierno de Stalin sellarán una pro-funda distancia entre el trabajo de los intelectuales marxistas, los órganos políticos del partido y las masas populares. Son de sobraconocidas las censuras y persecuciones del periodo del Culto a la personalidad, una serie de medidas creadas para ejercer un férreo con-trol ideológico que serán parcialmente exportadas a todo el bloque comunista. No obstante, y más allá del caso ruso, los partidos co-munistas europeos –como, por ejemplo, el PCF y el PCI- tenderán a admitir la actividad de los intelectuales marxistas. Si bien éstosmantendrán cierta autonomía teórica y prestigio cultural dentro de sus partidos, el precio a pagar por dicha “libertad” terminará sien-do su exclusión de los órganos de deliberación política, quedando sus ideas en el limbo de una “vanguardia inoperante”.

5.- Las excepciones al marxismo occidental surgieron, en el contexto europeo, desde tres frentes distintos. En Italia a partir de los movi-mientos operaistas de la década de los 60-70, con el trabajo de intelectuales de la talla de Raniero Panzieri, Mario Tronti o AntonioNegri en torno a las publicaciones Quaderni Rossi (1961) y Classe Operaia (1963). El mundo anglosajón inventó una nueva forma de ha-cer marxismo a raíz de la fundación de la New Left Review (1960) en Inglaterra, creada a partir de una firme disidencia teórica respec-to del marxismo soviético y las intervenciones políticas y militares de la URSS en la época del deshielo (1956). Ambos movimientosvertebrarán, con el paso del tiempo, alternativas tanto al marco teórico clásico del marxismo occidental como a las formas de tradicio-nales de organización de la clase obrera. Estas dos tendencias cuestionarían –aunque con distinto grado de radicalidad- la “forma-partido” y sus vínculos con los movimientos sociales, hecho que cobrará una relevancia práctica de primer orden en la organizaciónde las huelgas italianas de los años 60 y la década de los Anni di piombo. Por último, podríamos hablar de la tradición trotskista (ErnestMandel, Roman Rosdolsky) que, frente al marxismo occidental, enfocó siempre sus análisis hacia la economía y la política en vez deabordar temáticamente la cultura o la epistemología. Ver: Stuart Hall, Life and Times of the First New Left en New Left Review Nº 61(January-February 2010); Nanni Ballestrini y Primo Moroni, La Horda de Oro [1968-1977], Traficantes de Sueños, Madrid 2006; ErnestMandel, La Formación del pensamiento económico de Karl Marx, Siglo XXI, Madrid 2002.

6.- Los diferentes tipos de lectura de la obra de Marx dieron lugar a varias escuelas marxistas, encabezadas por pensadores de vanguar-dia. Los casos de Galvano Della Volpe en Italia y Louis Althusser en Francia, fundadores de escuelas o tendencias, son claros ejem-plos de este fenómeno dentro del desarrollo del marxismo de mediados del siglo XX.IS

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y, al mismo tiempo, líneas o estrategias de acción quenos permitan pensar –aun tentativamente– una pra-xis transformadora. Desde el ángulo de la teoría,abordar el pensamiento de Sacristán nos situará anteuna tarea doble. En un primer momento habremosde reconstruir las líneas filosóficas que dan forma asu proyecto –ideas fundamentales, fuentes y códigosde lectura respecto a la obra de Marx–, creando el es-pacio para una exposición crítica que destaque losdesarrollos e innovaciones más distintivos y origina-les del autor. También sus posiciones dentro de la tra-dición marxista. Este análisis atenderá, principal-mente, a sus obras e intervenciones más representati-vas: los Escritos sobre El Capital, Sobre Dialéctica y losartículos sobre marxismo dentro de Panfletos yMateriales. Dicha selección retiene, a nuestro juicio, laintegridad de su programa de investigación teórico,ofreciendo la base textual suficiente para abrir un po-sible debate. Dentro de este movimiento de análisis,llevaremos a cabo un trabajo de lectura que se articu-lará en torno a los conceptos de Metodología yDialéctica, importantes tanto desde el horizonte denuestros objetivos como desde el paisaje histórico yfilosófico de la tradición marxista. En un segundomomento, habremos de esbozar las líneas más suge-rentes del pensamiento de Sacristán en relación connuestro presente, un diálogo que intentará avanzarhacia una mejor comprensión de nuestras circunstan-cias y problemas en el marco del capitalismo post-fordista. Para ello nos dejaremos guiar, de nuevo, porel concepto de Dialéctica, pero explorando esta vezsus vínculos con el ámbito de la praxis política a par-tir de la noción de Concepción del mundo.

Tras establecer este itinerario de lectura, una trave-sía que coincidirá, en gran medida, con el itinerario deSacristán a través de Marx, cabría avanzar algunas ob-servaciones relativas a su posición en el contexto delmarxismo occidental. Podríamos considerar la pro-ducción filosófica sacristaniana bajo las figuras de lafrontera o el límite. Pero ¿qué constituiría en el traba-jo teórico y político del pensador español esa “fronte-ra”? ¿Por qué Sacristán dejaría leer mejor su legado através de cierta escenografía del límite? ¿Qué elementosnos permiten considerar su obra como un discurso-lí-

mite dentro de la intelectualidad marxista de media-dos del siglo XX?

Para comenzar, el hecho de que su obra toma forma–generacional e históricamente– en un momento enque el marxismo occidental entra en crisis: el trabajode Sacristán está atravesado por el proceso de desesta-linización, por el clima de los movimientos del 68 y laposterior ofensiva neoliberal iniciada a mediados de ladécada de los 70 del siglo pasado. Una serie de acon-tecimientos que impulsará una fase de disgregación,autocrítica y re-invención teórico-política en el seno delos diversos marxismos nacionales europeos. En estesentido, Sacristán puede ser considerado, junto aGalvano Della Volpe y Louis Althusser, el cierre de uncapítulo en la historia del marxismo y el camino haciala apertura de otro. En esta transición hay que hacer,por supuesto, distinciones. Pues si bien la aventuraepis temológica de autores como Della Volpe o Althusserterminaría por señalar el agotamiento de una forma depensar dentro de la tradición marxista, el caso deSacristán –más cercano al de Thompson o Negri– esdiferente. En este último podemos ver el desarrollo deun movimiento que se dirige hacia otros ámbitos depensamiento y acción social. Un gesto que asoma tam-bién, aunque de manera más tímida, en los últimos es-critos de un Althusser cada vez más preocupado poruna ontología en clave política.

Por otra parte, hay una clara diferencia entre la figu-ra del intelectual que representa Sacristán y la de otrosfilósofos de su misma época y tradición. Mientras queautores como Della Volpe y Althusser pertenecen auna generación de “vanguardias inoperantes”, cuyoradio de acción estuvo severamente limitado por la cé-lula directiva de sus partidos respectivos (PCI y PCF),la labor de Sacristán en el PSUC se acerca mucho mása la del intelectual orgánico dibujado por Gramsci en susQuaderni: un pensador con capacidad de organiza-ción, ocupado en tareas pedagógicas de formación mi-litante, análisis y dirección política7. Estos rasgos, uni-dos a su formación filosófica, de una elevada erudi-ción filológica, lógica y científica, hacen de Sacristánuna verdadera anomalía en el panorama de la filosofíamarxista. Volviendo a la imagen del límite, algo queno puede perderse de vista respecto del pensamiento

7.- Algo que no estuvo exento de problemas y que, como acabamos de mencionar, dotará la actividad política y teórica de Sacristán de unsello especial, una marca distintiva que continuará existiendo aun cuando abandone las filas el PSUC. Sobre este tema, el excelente tra-bajo de Giaime Pala: El intelectual y el partido, notas sobre la trayectoria política de Manuel Sacristán en el PSUC, en Salvador López Arnal eIñaki Vázquez Álvarez (ed.), El Legado de un Maestro. Homenaje a Manuel Sacristán, FIM, Madrid 2007. Apuntar, como hace el autor delartículo, que la política sobre los intelectuales en el seno del PSUC y el PCE – su multiplicación de tareas y falta de tiempo para la in-vestigación- impidió el nacimiento de una verdadera cultura marxista de cuño español a la altura de otras naciones europeas (Francia,Italia o Inglaterra). Es sintomático, en este sentido, que la obra Perry Anderson Consideraciones sobre el marxismo occidental sólo logre acer-carse al marxismo español a través de la figura de un Miguel de Unamuno, obviando totalmente la obra de Manuel Sacristán. IS

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sacristaniano -y ello a pesar de su carácter fronterizo ytransicional– es el hilo de continuidad que manifiestahacia el marxismo occidental, pues sigue mantenien-do una estrecha relación con los dilemas teóricos dedicha tradición. Consecuentemente, erraríamos si qui-siésemos ver en la producción teórica de Sacristán unaruptura temática en sentido fuerte. No obstante, nues-tra lectura intentará trazar diversas líneas de fuga yplanteamientos críticos fértiles desde su obra, esbo-zando una serie de propuestas que tendrán como ob-jetivo situarse en medio de nuestro tiempo.

II. Dialéctica y Totalización: el marxismo de Sacristán

No se debe ser marxista; lo único que tiene interés es deci-dir si se mueve uno, o no, dentro de una tradición que in-tenta avanzar, por la cresta, entre el valle del deseo y el dela realidad, en busca de un mar en el que ambos confluyan.

Manuel Sacristán

En un conocido escrito de madurez –El trabajo científi-co de Marx y su noción de ciencia8– Manuel Sacristándistingue, en un sentido fuerte, entre lo que sería el li-bre cultivo de una tradición y lo que podríamos denomi-nar un ejercicio de filología sobre la obra de un autor.Mientras que el cultivo crítico de cualquier tradición,por tratarse de la continuación de un legado, presu-pone el dominio de una dimensión fuertemente inter-pretativa9, todo ejercicio filológico poseería, sin em-bargo, un carácter fundamentalmente explicativo,destinado a considerar el contenido de la obra de unautor de manera inmanente. Es decir: desde sus pro-pios términos y dificultades. Obviando los problemasque pudiera acarrear una distinción metodológica tanneta, abordar de este modo el horizonte teórico delmarxismo occidental permite cartografiar la mayoríade sus producciones filosóficas de manera eficaz. Enel texto sobre el trabajo científico de Marx, que datade 1980, esta distinción tenía por objeto deshacer unaconfusión derivada de las últimas interpretaciones fi-losóficas sobre la obra del fundador del marxismopor parte de Louis Althusser y Lucio Colletti. Según

Sacristán, las contribuciones teóricas de estos filósofoshabían de ser concebidas como proyecto de continua-ción de las investigaciones de Marx en otro tiempo yhacia otros campos de problemas, algo que no debie-ra confundirse -tal y como sucedió en los años 60 y 70-con un verdadero análisis filológico de la obra deMarx. La apuesta de Sacristán, frente a la de los auto-res citados, trataría de situarse en un marco de carác-ter explicativo, centrado más en analizar y exponerlas tensiones de la obra del autor –sus contenidos ydistintos estratos temáticos– que en forzar un códigode lectura externo o realizar “grandes descubrimien-tos científicos” sobre la base de un texto. Esta “tomade posición”, que abre el escrito ya mencionado, pue-de ampliarse a su lectura global de la obra de Marx, asu tratamiento filosófico de la misma. La lectura sa-cristaniana será, por tanto, de vocación esencialmentefilológica, aunque –como veremos– no dejará de ver-se coloreada por ciertas tendencias interpretativasvinculadas a su formación científica e histórica, locual le llevará a traspasar en más de un sentido el ám-bito de la filología para producir, finalmente, una ori-ginal mirada dentro del marxismo.

Reconstruir el enfoque filológico e interpretativo deSacristán sobre la obra de Marx no es tarea sencilla. Lafragmentariedad de su escritura –hecha de prólogos,artículos y agudas intervenciones– hace que sea difí-

8.- El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia, en Manuel Sacristán, Sobre Marx y Marxismo. Panfletos y Materiales I, Icaria, Barcelona1983.

9.- En lo que respecta a la tradición marxista, han existido diferentes “modelos interpretativos” y criterios de análisis contrapuestos dela obra de Marx, cada uno de ellos auspiciado por la producción filosófica de un pensador de la tradición europea: Lukács accedió aMarx a través de Hegel y Weber, Gramsci desde Maquiavelo y Croce, Marcuse a través de Hegel y Freud, Della Volpe acercándosea Galileo y a la metodología científico-experimental, Althusser a través de Spinoza y el estructuralismo, etc. También, por otra parte,se ha tendido a privilegiar una etapa de la producción teórica de Marx para realizar, a partir de ella y de los lineamientos conceptua-les de momento elegido, una lectura global de su obra. La confrontación entre el joven Marx y el Marx maduro es, en este sentido,uno de los campos polémicos más tradicionales del marxismo de mediados del siglo XX. IS

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cil trabar la continuidad de un hilo narrativo sin sal-tos o cesuras algo abruptas, ya que las observacionesy desarrollos más importantes del autor se hallan di-seminados en lugares muy dispares. Este hecho nosobliga, forzosamente, a realizar una reconstrucción desu pensar que puede resultar artificial en apariencia,pero que, como iremos viendo, tratará de revelarsefiel a la imagen que Sacristán ofrece de Marx, su me-todología y sus perspectivas ideológico-políticas.Quizá el mejor punto de partida para adentrarse en lalectura sacristaniana de Marx, en su trama, sea formu-lar una serie de preguntas que recorran de formatransversal el discurso marxista. Por lo tanto, una pri-mera batería de cuestiones –todas ellas relativas al es-tatuto teórico del marxismo- podría venir a formular-se de este modo ¿Cuál es la naturaleza de la teoríamarxista? ¿Cuáles son sus características? ¿Es ésta ho-mologable a la teoría de las ciencias positivas? ¿Cómopodemos definir el trabajo científico de Marx? ¿Cómoevoluciona su obra hasta dar como fruto un texto“científico” como El Capital?

Siguiendo la distinción que Sacristán realizó en su cé-lebre prólogo al Anti-Dühring, tendríamos que tenerel cuidado de diferenciar la metodología de las “cien-cias positivas” del cometido y estructura de la teoríamarxista (una teoría enraizada en un pensamiento deinspiración dialéctica con objetivos explícitos de carác-ter político y social). Las ciencias empíricas como laFísica o la Química operan, en términos formales –ydesde la fundación de la ciencia moderna–, medianteuna metodología analítico-reductiva, es decir, a travésde procedimientos que buscan la descomposición defenómenos complejos y cualitativamente determina-dos en elementos cada vez más sencillos. Estos proce-sos teóricos y experimentales buscan, al mismo tiem-po, dotar de simplicidad y homogeneidad los fenó-menos analizados, de modo que su contenido cualita-tivo desaparezca en pos de una reducción a relacionesde carácter puramente cuantitativo. Un gesto que, aldecir de Sacristán, puede verse incluso en la evolu-ción de los conceptos que utilizan las ciencias, cadavez más formales y vacíos, depurados de cualquiercontenido afectivo o cualitativo10. La reducción deformaciones complejas a formaciones más simplesposibilita a las ciencias, como bien ve el filósofo, “elplanteamiento de preguntas muy exactas (cuantifica-das y sobre fenómenos “elementales”) a la naturaleza,así como previsiones precisas que, caso de cumplirse,confirman en mayor o menor medida las hipótesis enque se basan, y, caso de no cumplirse, las falsan defi-nitivamente”11. La tarea científica se juega, por tanto,en el proceso de investigación, formulación de hipó-tesis y posible falsación de las mismas. De este modo,clases completas de fenómenos pueden ser inferidasde manera causal desde los enunciados de una teoría,formulando leyes que los hagan previsibles, manipu-lables y cada vez más cognoscibles. En este trabajo yen el de mejora de las nociones que sirven para ope-

10.- Sacristán pone el ejemplo del concepto de presión atmosférica. Esta noción científica mantuvo el nombre de “horror de la naturalezaal vacío” en las obras de Galileo y Torricelli, para después transformarse, tras las investigaciones de Pascal y Périer, en la noción quemanejamos hoy día. El concepto fue depurado de sus contenidos afectivos y cualitativos (culturales e incluso supersticiosos), para re-ducirse a una ecuación que permitiese conocer con exactitud la fuerza ejercida por la atmósfera. Por otra parte, y a pesar del despre-cio de Sacristán por la epistemologie francesa, autores como Bourdieu o Canguilhem han explicado a través de razonamientos muy si-milares la formación de los conceptos científicos en sus respectivas áreas (Sociología, Historia de las ciencias médicas). Por ejemplo:“La sociología espontánea y los poderes del lenguaje, en Pierre Bourdieu, J.C. Chamboredon y J.C. Passeron., El oficio del sociólogo, Siglo XXI,Madrid 2005. Págs. 37-41. También: “La formación del concepto de regulación biológica en los siglos XVII y XIX” en Georges Canguilhem,Ideología y racionalidad en la historia de las ciencias de la vida”, Amorrortu, Buenos Aires 2005. Págs. 103-127. En ambos textos se exponela evolución de nociones pre-científicas o no depuradas de sus contextos de origen hasta su integración en un corpus científico con-sistente. Bourdieu destaca la constante necesidad de una vigilancia epistemológica que permita operar con un vocabulario “sin am-bigüedades”, no metafórico o demasiado cargado de sentidos en el terreno de la Sociología. Por otra parte, Canguilhem muestra laevolución de los conceptos de “regulación” y “regulador” desde sus orígenes y usos en Teodicea (Leibniz) y Mecánica (Newton) has-ta su integración –tras una depuración continua- en el vocabulario corriente de la Fisiología gracias a C. Bernard.

11.- Manuel Sacristán, Sobre Dialéctica, Viejo Topo, Barcelona 2009. “La tarea de Engels en el Anti-Dühring”, Pág. 81. ISBN

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rar con sus objetos (fenómenos y elementos simplesde diferentes campos de la naturaleza), consistiría–formalmente– el trabajo de la ciencia.

Ahora bien, lo que se pierde con este tipo de análi-sis, cuya tendencia es la particularización y la reduc-ción, es el ámbito de la concreción, el espacio de locualitativo. Las determinaciones cualitativas de los fe-nómenos quedan excluidas del análisis-reductivo.Pero no sólo. La tendencia de las ciencias a la divisióndiferencial en campos teóricos de investigación –sunecesaria especialización– fragmenta, al mismo tiem-po, la experiencia que tenemos de la realidad, dotán-donos de un conocimiento muy valioso desde unaóptica científica pero muy exiguo desde una perspec-tiva práctica. La teoría marxista arrancaría, precisa-mente, en este punto, guiada por su afán de transfor-mar la realidad de la sociedad capitalista más allá deuna mera interpretación crítica de sus conflictos. Unatarea para la cual necesitará proveerse de una indivi-duación concreta del momento histórico-social, viéndo-se obligada, por tanto, a desbordar la limitada visiónde los diversos saberes empíricos (economía, política,historia, derecho, etc.) tomados cada uno desde su es-fera autónoma de conocimiento. Esta necesidad intro-duce una línea de fuerza que Sacristán leerá en clavede dialéctica, inspirada parcialmente en Lukács12, y

que pondrá el acento en que lo cualitativo y lo concre-to sólo pueden ser conocidos a través de una síntesis.Una comprensión totalizadora de los saberes positivos ysus resultados. El conocimiento dialéctico sólo será talpor su referencia al todo, a la totalidad social, sus proce-sos de producción, reproducción y antagonismos in-ternos. La teoría marxista habrá de ser, entonces, laelevación a síntesis conceptual de las diferentes esfe-ras de conocimiento, generando, a partir de ellas, untipo de saber global capaz de restituir las dimensionescualitativas excluidas por las ciencias particulares yofrecer, a la vez, una lectura rigurosa de las contradic-ciones que vertebran la coyuntura social e histórica.La teoría se convierte así en un instrumento eficaz pa-ra una intervención colectiva, una acción cuyo objeti-vo último es la transformación revolucionaria del mo-do de producción capitalista.

A partir de la interpretación sacristaniana del obje-to y labor de la teoría marxista, cabría preguntarse,desde su óptica, por la génesis y evolución de los“métodos” de abstracción científica de Marx en supropia obra. También, y de un modo más perfilado,por los campos privilegiados por sus investigaciones.Esto nos acercará no sólo una mejor comprensión delo que Sacristán entiende por teoría marxista, sinoque nos dotará de una cartografía filosófica que po-dremos valorar desde el presente, situando mejor, almismo tiempo, las virtualidades políticas y estratégi-cas de su pensar.

Desde la perspectiva de la evolución teórica deMarx, Sacristán realiza un análisis que pone atencióntanto en los factores internos de su pensar (el desarro-llo de su corpus teórico en relación con las diversasproblemáticas que aborda) como en los avatares his-tóricos y políticos desde los que emerge su teoría.Pero además, y adoptando un gesto poco común enla crítica marxista de mediados del S. XX, realizará sulectura desde un conocimiento de primera mano dela historia de las ciencias positivas e históricas, dotan-do al marco contextual del surgimiento de la teoríamarxista de una incisiva profundidad. En su texto Eltrabajo científico de Marx y su noción de ciencia,Sacristán estructura la evolución del trabajo teórico

12.- Ibídem. “Sobre historia y consciencia de clase” Págs. 241-252. Sacristán sigue a Lukács en su caracterización del conocimiento de la so-ciedad.Éste, para ser verdaderamente tal, ha de ser histórico-dialéctico, esto es, por referencia al todo y al proceso histórico de mane-ra unitaria (a la estructura social en su totalidad, en la cual el modo de producción y la articulación de las clases sociales tienen un pa-pel fundamental). Ahora bien, Manuel Sacristán critica el olvido lukacsiano de la distinción entre ciencias y dialéctica, entre conoci-miento analítico-reductivo y sintético-totalizador, pues acaba dando a éste último el verdadero título de “ciencia”. El denominar cien-cia en sentido “puro” el conocimiento dialéctico crea para Sacristán una confusión que ha condenado al marxismo del joven Lukácsa un hegelianismo anti-científico. Además, éste es crítico con las ciencias empíricas por mor de su génesis en los inicios de la moder-nidad y el capitalismo, como sí únicamente fuesen el reflejo o expresión de la racionalidad de este último. En este sentido cabe recor-dar la crítica del autor húngaro al concepto de experimento, reducido a un ejemplo más de la conciencia contemplativa burguesa queimpregna el modo de producción capitalista. Ver: G. Lukács, Historia y Consciencia de Clase, Grijalbo, Barcelona 1975. Págs. 178-182.IS

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de Marx a través de tres interpretaciones diferentesdel término “ciencia” que aparecen en la obra del fi-lósofo alemán; la ciencia como crítica, la ciencia comoscience (o, al modo de T. Kuhn, “ciencia normal”) y, fi-nalmente, el concepto germánico de saber, herederodel idealismo: la ciencia como Wissenschaft. Esta tría-da de conceptos permiten acercarse a la obra de Marxcon cierta cautela crítica, proporcionando ademásuna periodización no dogmática de su producciónteórica. Pero ¿por qué “no dogmática”? Porque estasnociones no suponen “cortes limpios” o “rupturas”puras en la evolución del pensamiento de Marx, sinomás bien elementos que forman parte del acervocientífico del autor, y que adquirirán una mayor omenor relevancia según éste avance en sus investiga-ciones. Algo que le llevará a realizar, finalmente, unesfuerzo científico sui generis en un escrito como ElCapital, texto en el que siguen siendo rastreables estastres tipologías de ciencia.

Siguiendo a Sacristán, podríamos hablar de una pre-dominancia de la ciencia como crítica durante los pri-meros años de la producción teórica de Marx. Desde1840 hasta 1844, Marx se habría visto envuelto en elpanorama cultural del joven-hegelianismo en Berlín,participando de unas concepciones “científicas” emi-nentemente literarias e idealistas. Para los jóvenes he-gelianos (los hermanos Bruno y Edgar Bauer, D.Strauss, M. Hess, etc.) hacer ciencia era realizar unacrítica de tipo “libresco” o erudito, orientada princi-palmente a las áreas de la cultura, la religión y la filo-sofía. Un juicio crítico que se convertirá más adelante,y siempre tomando éstas áreas como fundamento, enel despliegue de una problematización “ideal” de lopolítico. Lejos de las consideraciones habituales de es-te período, Sacristán destaca –inspirándose en DellaVolpe13- algunos momentos intelectuales de impor-tancia crucial para la posterior incursión marxiana enlos terrenos de la ciencia histórica y en la economía, co-mo, por ejemplo, la incendiaria Crítica del Estado deHegel (1843), radicalmente influenciada por LudwigFeuerbach, o los Manuscritos de París (1844). Duranteeste período, Marx cuenta principalmente con una crí-

tica de la dialéctica especulativa de Hegel y con una con-cepción del hombre, heredada de Feuerbach, que po-sibilitan no ya una “inversión de la dialéctica” (con-cepto, por lo demás, confuso) sino un emplazamientocada vez más materialista de sus propias investigacio-nes. Algo a lo que también contribuyó –como recorda-rá el propio Marx en un conocido escrito de 185914– sucada vez más constante trato con los antagonismos re-ales en las páginas de la Gaceta Renana y los AnalesFranco-Alemanes. Para dar algunas notas característicasde este período en la evolución del pensamiento deMarx, cabría aludir a los dos textos anteriormente cita-dos poniendo de relieve –tal y como hace Sacristán– ladoble faz de una misma problemática: la crítica a ladialéctica de Hegel y la adhesión antropológico-políti-ca a las vías del materialismo feuerbachiano. Dos pa-sos decisivos que abren a Marx el camino, aunque deuna manera limitada, hacia la economía en tanto queciencia social15.

En su Crítica del Estado de Hegel, Marx violenta el es-quema especulativo mediante el que el pensador ide-alista aborda la constitución política del Estado. Hegeltoma la “Idea de Estado” como origen de las estructu-ras de gobierno y la realidad social, una idea que ge-nerará, a partir de su propio movimiento interno dediferenciación, la Constitución y la Sociedad Civil co-mo formas derivadas de su naturaleza trascendente.De esta manera, todo el entramado jurídico, político ycivil aparece como el fenómeno (Erscheinung) de unaesencia (Wesen) profunda, espiritual y racional, tenien-do las instituciones siempre una naturaleza distintade sí mismas, pues sólo son expresiones de la Idea ensu auto-despliegue. Según Sa cristán: “Hegel recogelos hechos empíricos tal como son, los describe, peroa continuación los sanciona, los santifica por así decir-lo… al afirmar que son racionales tal como los hechosson. Pero luego, nuevo plano de crítica… resulta quela racionalidad de esos hechos –por ejemplo, de la his-toria griega o de nuestra historia– no es una raciona-lidad de causas internas a esos hechos sino una racio-nalidad mística que les viene de que los hechos sonconcebidos como manifestación de la Idea”16.

13.- Frente a la tradición francesa, inspirada en el pensamiento de Louis Althusser, Della Volpe propuso en su célebre Logica y en otrostextos sobre crítica materialista que el viraje marxiano hacia las realidades político-económicas había que buscarlo en los manuscritosde Kreuznach (1843), hoy disponibles bajo el nombre de Crítica del Estado de Hegel. Sacristán se hace eco en sus análisis de dicha influen-cia, que es, por otra parte, filológicamente más correcta que la propuesta althusseriana de la coupure.

14.- Nos referimos al prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859).

15.- Otro paso que hay que mencionar, por su importancia en la formación económica de Marx, es la influencia del texto de FriedrichEngels Esbozo de crítica de la economía política (Umrisse zu einer Kiritk der Nationalökonomie), texto en el que Engels se enfrenta, por vezprimera, a los problemas de la economía política (discusiones con Ricardo, Mc Culloch, Malthus, la incidencia de la maquinaria enel proletariado y cierto proto-análisis del valor).

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El efecto de esta “metafísica del derecho” es la crea-ción de una narrativa ficticia sobre la construcción dela realidad política y social, un relato que justifica ra-cionalmente el estado de cosas (la situación de Prusiay sus desigualdades) e impide valorar cuales son losverdaderos sujetos o agentes políticos en la escena deconstitución del Estado y el gobierno. Lo que descu-brirá Marx a través de su crítica a Hegel será la verda-dera dimensión histórico-genética de las esferas polí-tica y material, su ordo et connexio real. Lejos de la ima-gen de la inversión, Sacristán verá de un modo acer-tado que la crítica de Marx le obliga a una doble re-construcción de la realidad socio-histórica: una re-construcción de tipo material, que explique las di-mensiones empíricas de la sociedad desde sí mismas,y otra “ideal”, dedicada a mostrar los auténticos vín-culos y contenidos de las ideas o formaciones idealesque Hegel usa como sujetos en su discurso17. La recu-sación de la auto-formación ideal de la realidad socio-política abre a Marx la comprensión de los fenómenossociales desde una consideración inmanente, sin refe-rencia a ninguna lógica mística (el Espíritu, la Idea) quepudiera organizarlos. Tras el velo ideal hegelianoaparecerán los hombres, auténticos agentes de la so-ciedad, cuya esencia y actividad se objetivará en elplano político y material; si bien –como mostrarán losManuscritos- de un modo enajenado por los antagonis-mos y contradicciones del capitalismo.

La valoración sacristaniana de los Manuscritos deParís es positiva, ya que estos suponen el abandonode las problemáticas literarias joven-hegelianas parair acercando cada vez más a Marx al plano específicode la investigación económica. A lo largo de los tresmanuscritos que dan cuerpo a la obra, el filósofo ale-

mán cargará de contenido propositivo sus críticas aHegel y las desigualdades sociales de la época desdeuna lectura política de la antropología de Feuerbach,llevando el concepto de alienación (Entfremdung) hacialos ámbitos del análisis económico y la conciencia deun proletariado sometido. A raíz de dicha noción,Marx puede criticar la expropiación vital que sufre elobrero, enajenado tanto de sus productos como de supropia actividad por el poder de un otro –el capitalis-ta– que acaba formando una imagen especular suyaaunque invertida. Frente al ascetismo, la pobreza y lavida animal de la clase obrera, el capitalista destacarápor su exuberancia, la posibilidad del goce y la pose-sión de la riqueza. El efecto global de la enajenaciónsobre el proletariado será la devaluación de su esenciahumana, la destrucción de su ser común, fraternal ycolectivo, por medio de los poderes del capital, la pro-piedad privada y un individualismo egoísta, atomi-zador. No obstante, y pese a la importancia de estenúcleo antropológico en el texto de Marx, Sacristán sedistanciará tanto de interpretaciones humanistas co-mo anti-humanistas de la obra, desmarcándose de es-te campo polémico. La lectura sacristaniana de losManuscritos destacará, sobre todo, la paradoja de quesus progresos en materia económica sean, al mismotiempo, el origen de sus propias deficiencias. AunqueMarx logra un rendimiento crítico y analítico impor-tante a través de la interpretación feuerbachiana querealiza de la esfera de la producción, su capacidad decomprensión se ve restringida por los conceptos queusa, terminando muchas veces en una denuncia mo-ral de los efectos de la economía capitalista. Si aborda-mos de un modo más técnico el discurso económicode Marx, comprobaremos que los tanteos con las no-ciones utilizadas regularmente por el discurso de laEconomía Política (salario, tasas de beneficio, renta dela tierra, capital fijo, capital “circulante”, etc.) son limi-tados, poseen más la forma de un comienzo que la deuna consolidación teórica. Esta limitación se debe, engran medida, a las principales fuentes y nociones quedan vida a esta fase del pensamiento de Marx, aún crí-tica, las cuales actúan muchas veces como obstáculosepistemológicos para el desarrollo de su conocimientosobre las dinámicas económicas del capitalismo.Estamos –como señalará Sacristán– ante un Marxmuy alejado de obras como los Grundrisse, las Teoríasde la Plusvalía o El Capital: “cuando empieza sus estu-dios económicos profundos, su primera reacción esde rechazo de la economía clásica, un rechazo ademásque no es sólo teórico sino que tiene una clara compo-

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nente no científica, moral, no teórica. Por ejemplo,cuando reprocha a los ricardianos lo que llama “infa-mia de la economía política”, entendiendo por infa-mia la utilización de cifras medias y estadísticas.Porque este joven Marx de 1843-1844, y hasta 1845,piensa que la utilización de cifras medias y estadísti-cas es una manera de encubrir el sufrimiento social delos grupos sociales más desprovistos”18. AunqueMarx sólo haya comenzado a familiarizarse con lametodología de las ciencias sociales, puede decirseque, desde estos momentos, los elementos de la scien-ce o “ciencia social normal” comenzarán a dominar elhorizonte de su formación.

Frente a otras corrientes de periodización histórica ytemática de la obra de Marx, Manuel Sacristán enten-derá que los escritos de “juventud” del pensador ale-mán se prolongan hasta los años 1856-1857, momentoen que éste vuelve a acercarse a Hegel a través de laLógica. Sin embargo, y como hemos podido compro-bar, esta fase de juventud no es para nada homogénea,y se verá sometida a una mutación más cuando Marxy Engels sometan a crítica en la Ideología Alemana(1845-46) su “conciencia filosófica anterior”, es decir,las raíces feuerbachianas y joven-hegelianas de supensamiento. Aquí el pensamiento de Marx comienzaa adquirir la forma de la investigación histórica y em-pírica “normal”, preparando el terreno para el análisiseconómico desde bases científicas. Serán incontableslas notas, monografías y cuadernos de Marx que, apartir de entonces, abordarán áreas tan distantes comola química agropecuaria, la historia de la moneda o losestudios demográficos, ámbitos desde los que cons-truirá numerosas hipótesis. Sin embargo, no será has-ta bien entrada la década de los años 50, tras las nume-rosas visitas del pensador alemán al British Museum19,que podamos decir que Marx cuenta con un criteriocientífico coherente, substantivo, que le permitirá si-tuarse ante el Pánico de 1857 con datos suficientes pa-ra escribir los Grundrisse: el primer trazado serio de lateoría del valor. Ahora bien, el enfoque de una obra co-mo la emprendida por Marx entre finales 1857 y me-diados de 1858 no pudo llevarse a cabo, segúnSacristán, sin una polémica fundamental con el pensa-miento hegeliano, hecho que vendría a afirmarse a tra-vés de la lectura de la Lógica por parte de Marx duran-te la escritura de los Grundrisse. Al hilo de la produc-ción filosófica marxiana de este período, el pensador

español comentará: “… el Marx más hegeliano es elMarx que va de 1857, cuando escribe ese gran manus-crito que se conoce con el nombre de Grundrisse, hasta1867, cuando termina el libro I de El Capital. Esos diezaños son precisamente la época más hegeliana deMarx, la época de madurez… En su momento más he-geliano Marx escribe esta introducción [Sacristán se re-fiere a la Einleitung de 1857] reproduciendo ideas demétodo de Hegel pero, claro, viéndose obligado porotra parte a modificarlas…”20. En este punto, los mé-todos de análisis de la science (inducción, deducción,hipótesis y matematización), técnicas heurísticas atri-buibles a cualquier ciencia social, se vinculan con otraidea de saber, la Wissenschaft hegeliana, un ideal de co-nocimiento dialéctico o totalizador que dará un nuevoaliento al trabajo teórico de Marx.

En aras de comprender este enfoque totalizador,vinculado a la “metodología” del propio Marx y suproducción de madurez, podemos rastrear algunostextos importantes del pensador alemán en busca delas determinaciones específicas de su método y su“ideal” científico. Un ideal que hará cristalizar en ElCapital las tres nociones de “ciencia” que hemos men-cionado. Dentro de los textos que Marx dedica al“problema del método”, cabría destacar especialmen-te dos: la Introducción de 1857 a los Grundrisse y elEpílogo a la II edición de El Capital. Sacristán realizaráuna lectura comprensiva de los mismos, poniendo atrabajar sobre ellos el criterio de análisis que le brin-dan las dos series de distinciones ya comentadas: 1) ladistinción entre método analítico-reductivo y aspiraciónsintético-totalizadora, esbozada más arriba al hablar desu prólogo al Anti-Dühring; 2) el establecimiento detres acepciones diferentes del concepto de ciencia(Crítica, Science, Wissenschaft) en su interpretación deltrabajo científico de Marx.

Si repasamos las notas de Sacristán sobre losGrundrisse y sus clases sobre la metodología de Marx,cuyo hilo es, en definitiva, el problema de la dialéctica,lo primero que nos llama la atención es el vínculo in-mediato que el pensador español establece entre deltrabajo teórico de Marx, la filosofía de G.W.F. Hegel yla escuela histórica alemana (G.F Schmoller, W.Sombart). Mientras que la primera influencia, presen-te en la estructura y el estilo de los Grundrisse, es másobvia, la segunda sólo lo es por su contemporaneidadhistórica y aspiración respecto a su objeto de conoci-

18.- Ibídem. 206.

19.- Sobre las investigaciones de Marx durante esta época: Maximilien Rubel, Crónica de Marx: datos sobre su vida y obra, Anagrama,Barcelona 1972; David McLellan, Karl Marx: su vida y sus ideas, Crítica, Barcelona 1977. Ambos textos ofrecen un buen seguimiento delos trabajos teóricos de Marx durante ese período.

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miento: un individuo histórico, es decir, la descripcióncomprensiva de una sociedad con unas característicasy estructuras concretas en una época determinada. Lalectura sacristaniana de la introducción de 1857 harádos calas de interés: a) la descripción del proceso deconocimiento histórico-social según Marx; b) el carác-ter del objeto de conocimiento de la teoría marxista.Para comenzar, antes de hablar sobre el proceso deconocimiento, Sacristán incide en dos elementos bási-cos de la crítica de Marx a la economía clásica a partirde la selección de dos fragmentos de la introducción.Dos fragmentos impregnados de hegelianismo queilustran bien las dimensiones críticas del discurso eco-nómico marxista. Por una parte Marx dirá: “La grose-ría y la falta de concepto [de los economistas] consis-te precisamente en relacionar casualmente lo que vajunto orgánicamente, en llevarlo a una mera conexiónde la reflexión”21. El carácter accidental con que loseconomistas tratan las relaciones entre la economía, lapolítica y el derecho, por ejemplo, se funda en su fal-ta de comprensión de lógicas sociales transversales,de relaciones de carácter global que sólo pueden en-tenderse desde la perspectiva del “todo”. Esta críticase amplía en un segundo texto que selecciona el filó-sofo español, y que tiene como fin exponer –frente alas distinciones formales y parciales de los economis-tas– el tipo de causalidad que se establece entre laproducción, la distribución, el intercambio y el consu-mo: “Tiene lugar una acción recíproca entre los diferen-tes momentos. Esto ocurre en todos los conjuntos or-gánicos”22. Estas críticas, que privilegian el conoci-miento de lo global a través del concepto de “conjun-to orgánico” o, si somos fieles a otras descripciones deMarx en su texto, “cuerpo social”, anuncian formal-mente el carácter del objeto a conocer por parte de lateoría marxista, su dimensión totalizadora como ejesobre el que se articulan tanto epistemología comoanálisis crítico.

Centrándonos ahora en la exposición marxiana delproceso de conocimiento, Sacristán describe como elpensador alemán delimita dos vías para conocer, unade orden analítico y otra de naturaleza sintético-cons-tructiva. La primera vía partiría de lo real y concreto

–en este caso, una sociedad histórica– para aislar susdeterminaciones más simples en categorías (las cla-ses, las modalidades de la producción material, el in-tercambio, la agricultura, la industria, la renta de latierra, etc.), de modo que éstas puedan ser posterior-mente organizadas y compongan un cuadro generalde la estructura social. El segundo aspecto del proce-so de conocimiento consistiría en el trabajo interno derelación conceptual, de síntesis de determinacionessimples que permiten el acceso a una figura de la so-ciedad histórica como totalidad: un todo complejo, es-tructurado y contradictorio. Una sociedad que seráindividualizada, en definitiva, a partir del instrumen-tal depurado por Marx gracias a su crítica de la eco-nomía y sus vastos conocimientos empíricos en polí-tica, sociología e historia. Siguiendo el hilo del escritode Marx, Sacristán se dará cuenta de que estos dos ca-minos –momentos de un mismo proceso– exigen unpaso previo que queda implícito: la existencia de unaformación teórica anterior que permita realizar las in-ducciones de los fenómenos estudiados; es decir, unabatería conceptual previa y un “esquema hipotético”que dote de sentido el análisis económico del pensa-dor alemán. Este “esquema” heurístico previo es loque muchos pensadores marxistas denominarán “te-oría del modo de producción”, las hipótesis específi-cas que guían a Marx en su forma de abordar la his-toria, la sociedad y la economía23. Pero ¿Cuáles son

21.- Manuel Sacristán, Escritos sobre El Capital (y textos afines), El Viejo Topo, Barcelona 2004. Pág. 64. Cita original de los Grundrisse enOME 21, 12; p. 25.

22.- Ibídem. 64. Cita original de los Grundrisse en OME 21, 23; p. 35.

23.- Althusser, entre otros, asume la existencia de una teoría general, una teoría que sirve para delimitar el campo de análisis del mate-rialismo histórico y sus objetos específicos. Sin el desarrollo de sus conceptos básicos, gran parte de la práctica del análisis materia-lista se hallaría en un estado de “ceguera”. La teoría marxista se aplicaría a través de diferentes métodos al campo histórico, social yeconómico, ofreciendo una totalización sincrónica del momento histórico considerado. El pensador francés nos invita, frente aSacristán, a desarrollar en el plano de la investigación empírica las coordenadas teóricas de análisis de este esquema previo, y a en-tenderlas como un desarrollo legítimamente científico, pese a tener como objeto una formación social, un modo de producción, que siem-pre es –al decir de Althusser- un todo complejo y estructurado. IS

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estas hipótesis? Si seguimos el resumen del prólogo de1859 a la Contribución a la crítica de la economía políticaobtendremos una descripción general de las mismas:“en la producción social de su vida los hombres esta-blecen determinadas relaciones necesarias e indepen-dientes de su voluntad, relaciones de producción quecorresponden a una fase determinada de desarrollode sus fuerzas productivas materiales. El conjunto deestas relaciones de producción forma la estructuraeconómica de la sociedad, la base real sobre la que selevanta la superestructura jurídica y política y a la quecorresponden determinadas formas de conciencia so-cial. El modo de producción de la vida material con-diciona el proceso de la vida social, política y espiri-tual en general. No es la conciencia del hombre la quedetermina su ser sino, por el contrario, el ser social eslo que determina su conciencia…Al cambiar la baseeconómica se transforma, más o menos rápidamente,toda la inmensa superestructura erigida sobre ella”24.

Este esbozo programático no será asumido porSacristán con el carácter de una teoría aplicable sensustricto, si no que será entendido al modo de una aspi-ración o estilo intelectual de raíz hegeliana –dialéctica–,heredera de la búsqueda de una “ciencia de lo parti-cular” que tendría por padres a Spinoza y a Leibniz.Una aspiración que recorrerá también la lógica de las

“leyes de la dialéctica” descritas por Friedrich Engelsen el Anti-Dühring. Para el pensador español, el senti-do razonable de un término hegeliano como “univer-sal concreto” no puede sino aludir a un tipo de cono-cimiento que reconstruye –como sucede en Marx–una “totalidad real”, una sociedad o época, en defini-tiva, “una singularidad histórica no repetible”. Estaciencia de lo “particular-histórico” adquirirá en elfundador del marxismo -tal y como hemos podidoobservar líneas más arriba -una serie de matices espe-cíficos por el carácter materialista de su empresa cien-tífica. Ahora bien, esta reconstrucción sintética e histó-rico-social posee, al mismo tiempo, y según Sacristán,un parentesco de estilo con la escuela histórica, puesel objeto de ambos enfoques es crear el retrato de unaépoca, ilustrando su articulación interna de una ma-nera fiel. Por lo tanto, el término dialéctico no se referi-rá tanto al método o a la teoría que coordinaría el es-fuerzo de Marx por conocer, comprender y criticar elcapitalismo como modo de producción y momentohistórico, sino que lo dialéctico sería más bien unacualidad del producto elaborado por el conocimiento,esa “síntesis de múltiples determinaciones” que es lasociedad: “Dialéctica es una cierta manera de ser delproducto intelectual consistente en su globalidad, co-mo en el caso de la escuela histórica, en el hecho deque es autoexplicado, autocontenido, no tiene expli-caciones exógenas, tiene un elemento de historicidad,de singularización del objeto, “el capitalismo”, comoen el caso de Sombart, o El Capital, que en el fondoquiere decir lo mismo”25. La diferencia entre la escue-la histórica y Marx estribaría más en el tipo de heurís-tica emprendido que en el producto final de sus tra-bajos. Mientras que para Marx la economía, sus méto-dos deducción, matematización e inducción, son fun-damentales para comprender la sociedad –la econo-mía, como hemos visto, es su base–, para la escuelahistórica la economía y la cientificidad derivada de lamisma representan un esfuerzo vano por entender elflujo de la historia y la significación de un momentohistórico en toda su riqueza26.

24.- Karl Marx, Contribución a la crítica de la economía política, Siglo XXI, Madrid 2000. Págs. 4-5.

25.- Op. Cit. 215.

26.- Para algunos historiadores marxistas, como Maurice Dobb, este acercamiento entre la Escuela Histórica y Marx no sería del todo le-gítimo, ya que ambos paradigmas no entienden lo mismo por “capitalismo”. Mientras que para el marxismo es, fundamentalmente,un modo de producción, para la escuela histórica (por ejemplo, Sombart y, más adelante, Weber) la esencial del capitalismo no estáen su anatomía, sino más bien en el conjunto de expresiones epocales, entendidas como un todo, que representan el geist singular deun período histórico, su inspiración fundamental. Este espíritu sería –en el caso del capitalismo– el espíritu de empresa burgués ca-racterizado por el cálculo y la racionalidad. De este modo, todo grupo de individuos (organización u empresa) que busque el lucroa través de su actividad, basándose en una racionalidad calculadora para maximizar sistemáticamente sus beneficios, sería capitalis-ta. Sin embargo, para Marx un modo de producción se define por el estado de desarrollo de las fuerzas productivas, las innovacio-nes tecnológicas del mismo y, principalmente, por la forma de apropiación de los medios de producción y las relaciones entre los in- IS

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Además de esta cercanía con la escuela histórica, lapresencia inspiradora de la Wissenschaft hegeliana ha-rá que Marx elabore una importante distinción en ElCapital entre el método de investigación que ha dado lu-gar a su obra y método de exposición a través del cual seha organizado el material analizado en la misma. Enel II Epílogo a su gran obra, Karl Marx tratará de saliral paso de una serie de críticas con una diferenciaciónentre lo que podríamos denominar los procedimien-tos heurísticos de una ciencia socio-histórica “nor-mal” –o science –, y la forma en la que los datos obte-nidos por análisis son trabados y organizados, ungesto de síntesis que en El Capital aparecerá vincula-do al ideal hegeliano de exposición y totalización.Según Sacristán: “Marx distingue, bastante acertada-mente, entre método de investigación y de exposi-ción, y dice: para investigar, en cuanto a método deinvestigación, no hay más métodos que los conoci-dos, deducción, inducción, observación, análisis, pe-ro, en cambio, la exposición es cosa distinta si en ellauno consigue, dice él, que el material se organice detal forma que parezca vivo, que parezca reflejar la vi-da que tenía el objeto. Entonces, a un lector poco pre-venido, puede darle la impresión de que eso es un ar-tificio, que es lo que reprobaban sus críticos al estilodialéctico”27.

Ahora estamos en posición de responder las pre-guntas planteadas al comienzo de esta cartografía sa-cristaniana del pensamiento de Marx, una cartografíaque es, al mismo tiempo, una exposición de las tesis

más relevantes del pensador español en materia decrítica marxista. Sintetizando lo que hemos desarro-llado, habría que señalar que la teoría marxista, por suenfoque sintético-totalizador, no es homologable a lasteorías científicas tradicionales y sus prácticas en sen-tido estricto. Sus métodos de investigación, sin em-bargo, sí lo serían, ya que cumplirían –al modo de lascience– los requisitos de todo saber histórico y social.Sin embargo, la visión dialéctica, la totalización realiza-da por Marx, no poseería una metodología específica,capaz de un intercambio de información epistémicaentre una comunidad científica que permitiese – co-mo si sucede en otros saberes– dotar a todos los indi-viduos de la misma capacidad para repetir esa re-construcción histórico-social individualizada. ParaSacristán esa capacidad de individuación históricatiene mucho de artístico, de creativo, y este aspectoestético no tiene nada que ver con la repetición de unaserie de técnicas científicas contrastables. Por lo tanto,cuando se habla de teoría marxista, se cae en el errorde hacer pasar por metodología científica y teoría ensentido fuerte lo que es un estilo intelectual. Un estiloque, además, no está orientado de forma pura al co-nocimiento, sino que posee como preocupación bási-ca la emancipación de la humanidad, esto es, unatransformación de carácter político y social. Algo queaparecerá claramente cuando Sacristán, tratando decomprender la producción literaria de Marx, se inte-rrogue por el género literario de una obra como ElCapital y entienda que el fondo de dicho texto, su es-tilo principal, sea la praxeología. Es decir: la fundamen-tación y formulación racional de un proyecto detransformación de la sociedad o, por decirlo de mane-ra más clara, la fundamentación científica de unapráctica. Este es el género que guía la producción demadurez de Marx y al que hay que vincular la “re-construcción dialéctica” o totalizadora. Sin embargo,esta vocación política no condiciona de manera nega-tiva los datos obtenidos por la ciencia en sentido nor-mal, ya que, al decir de Sacristán, no hay una relacióncontradictoria entre ambas dimensiones, sino que haysólo una supraordinación: “La relación entre el “géne-ro literario” praxeológico y el de la teoría pura (ensentido fuerte o formal) no es de antagonismo, sinode supraordinación: para la clarificación y la funda-

dividuos que resultan de tal organización productiva. De este modo, y siguiendo a Dobb: “No basta que haya poseedores de capital,por “lucrativo” que sea: tienen que emplear ese capital para extraer plusvalía de la fuerza de trabajo en el proceso de producción”.[Ver: Maurice Dobb, Ensayos sobre el desarrollo del capitalismo, Siglo XXI, Argentina 1971. Pág. 22]. Es la estructura productiva, y no latotalidad de manifestaciones epocales, lo que permite llamar capitalismo a una época, manifestaciones que, además, se verán condi-cionadas por la estructura material de la sociedad. Eric Hobsbawm, sin embargo, sostiene un juicio más integrador respecto a Weberen su Introducción a Formaciones económicas precapitalistas, tratando de criticar los aspectos economicistas de algunos autores marxis-tas y su poca perspectiva “global”. Ver: Karl Marx, Formaciones económicas precapitalistas, Siglo XXI, México 2004. Introducción. IS

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mentación de una práctica racional a teoría es el ins-trumento más valioso, aparte de su valor no instru-mental, de conocimiento. Marx lo ha sabido muybien… y eso hace de él, precisamente, una figura úni-ca en la galería de los grandes revolucionarios de lahistoria”28.

Lo que muchos autores de la tradición marxista handenominado “teoría” -entre ellos Althusser– no seríasino, para Sacristán, un estilo intelectual de motiva-ción praxeológica. La aspiración a producir una vi-sión de conjunto de la sociedad, sus antagonismos,sus diferentes esferas sociales y planos posibles de in-tervención. Por lo tanto la dialéctica –como estilo– se-ría profundamente política, un saber de intervención,un conocimiento formador de estrategias de transfor-mación social más que una metodología o una “teoríade teorías”. De aquí se sigue que la totalización dialéc-tica sea importante en la construcción de concepcio-nes del mundo, de un sentido común capaz de rom-per a través de la praxis y la cultura las ataduras delcapitalismo en pos de una nueva organización de losmedios de producción.

III. Una apuesta dialéctica para el presente:mapas, estrategias

Crear una nueva cultura no significa solo hacer indivi-dualmente descubrimientos “originales”; significa tam-bién, y especialmente, difundir verdades ya descubiertas,“socializarlas”, por así decir, convertirlas en base de accio-nes vitales, en elemento de coordinación y de orden inte-lectual y moral.

Antonio Gramsci

Como hemos visto en nuestro trazado teórico, Ma -nuel Sacristán lleva a cabo una lectura rigurosa y per-sonal de los escritos de Karl Marx –por desgracia po-co conocida- que pone el acento sobre la pulsión praxe-ológica de la obra del pensador alemán. Ahora bien, ypese a este enfoque praxeológico, Sacristán no cedeun ápice ante las antropologías filosóficas de cuñomarxista, revitalizadoras de la noción de praxis29, co-mo tampoco lo hará –aun reivindicando un conceptosólido de ciencia– ante el “teoricismo estructural” delprimer Althusser. Lo que define a Sacristán es, másbien, una encendida pugna por distinguir metodoló-gicamente el ámbito de lo científico en un sentido es-tricto y el de la teoría marxista, de modo que las di-

mensiones prácticas del trabajo de Marx no se veanreducidas a un discurso puramente epistémico o seanbanalizadas en una vaga metafísica antropológica.Este gesto, como hemos podido observar, no irá enmenoscabo del rigor de los análisis histórico-econó-micos de Marx, sino que dotará al concepto de “dia-léctica” de una serie de características distintivas querebasarán el horizonte puramente científico o crítico.

Yendo más allá de las determinaciones de la dialéc-tica en el terreno de la teoría, de sus procedimientosde construcción, esta noción apuntará -desde la posi-ción mantenida por Sacristán- hacia la intervenciónpolítica a través de una mediación esencial: la concep-ción del mundo vinculada al proyecto político comu-nista. Las “síntesis-dialécticas” operadas por la unifi-cación teórica de datos económicos, jurídicos, políti-cos y sociales elaborados por Marx, su forma antago-nista de construir una “individualidad histórica”, mi-ran hacia la transformación de la sociedad, algo quesólo puede adquirir unidad y coherencia políticas en elseno de una cultura. Es decir, formando parte de unsentido común que oriente la praxis colectiva de unaclase. Siguiendo a Antonio Gramsci, Sacristán es ple-namente consciente de la importancia de adquirir he-gemonía social a partir de una concepción del mundoexplícita y racional, capaz de terminar con la “obnu-bilación de la consciencia, con la presencia en la con-ducta humana de factores no reconocidos o idealiza-dos”30. Esta sería la única forma de adquirir una di-rección consciente para las esferas política y económi-ca, un requisito fundamental para el comunismo alque alude Marx al final del primer capítulo de El

27.- Op. Cit. 214.

28.- Op. Cit. 51.

29.- En este sentido, los clásicos de E. Fromm, Marx y su concepto de Hombre o las producciones teóricas del grupo Praxis en la antiguaYugoslavia, fundado por Gajo Petrović, y Mihailo Marković.

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Capital31: frente al fetichismo de las sociedades pro-ductoras de mercancías, en la que los trabajos se rela-cionan entre sí de manera reificada, azarosa, los traba-jadores de una asociación de hombres libres requieren deuna guía consciente de sus objetivos y capacidades.Convertir una multitud de fuerzas de trabajo indivi-duales en una fuerza de trabajo social, una fuerza quese dé a sí misma un mundo a través de la colectiviza-ción de los medios de producción, requiere, ante to-do, tres cosas: 1) la consciencia clara de su lugar den-tro de la trama social actual en la que vive, de su en-torno y los antagonismos a los que se ve sometida entanto que clase social; 2) un esbozo de los marcos de ac-ción, de las estrategias a seguir para conseguir sus ob-jetivos revolucionarios; 3) el requisito previo a poseeruna mirada capaz de crítica ideológica, capaz de cre-ar un mapa social para sus estrategias prácticas: conoci-miento. Un conocimiento que no podrá ser parcial, si-no que habrá de presentarse como cartográfico y glo-bal, pues su cometido es forjar el substrato de unaconcepción del mundo que guíe el sentido político ymoral de la colectividad. De ahí la necesidad de quesea dialéctico, concreto.

Entendemos ahora mejor, pero esta vez de una ma-nera práctica, por qué Sacristán –frente a Colletti yAlthusser– se niega rotundamente a hacer de las tota-lizaciones dialécticas un supra-saber o una teoríacientífica en sentido fuerte: porque de ser así, se per-dería el vínculo esencial entre dialéctica y concepcióndel mundo, evaporándose también los lazos realesdel proletariado y su consciencia con el proyecto co-munista. No se trata sólo de que la síntesis dialécticano sea metodológicamente homologable a otras disci-plinas positivas, sino que su objeto es la transforma-ción de la realidad social a través de la modificaciónsubstancial de una concepción del mundo colectiva.Pero esta transformación, frente a la creencia del jo-ven Lukács, no tiene su clave última en la toma deconsciencia, pues “la liberación de la consciencia pre-supone la liberación de la práctica de las manos”32. Esdecir, la transformación de la concepción del mundono es nada sin la lucha de clases, sin la acción social ypolítica, cuyo objetivo es la re-organización de la es-tructura productiva capitalista. No obstante, el cono-cimiento permite una gradual crítica de las ideologíasexistentes y un mayor entendimiento de las posibili-dades de la clase, así como la construcción de un en-tramado normativo y estratégico que dote de conteni-

dos adecuados la actividad antagonista del proleta-riado. Por todo ello, “la totalización dialéctica aspira ano ser una teoría, un sistema global por encima de lasciencias, sino una fundamentación práctica del mo-mento… […] la práctica que ha de servir al criteriodialéctico es una práctica no tecnológica sino revolu-cionaria… […] el criterio de ponerla a prueba… prác-tico social, en grande o en pequeño, no quiere decirsólo en una revolución importante sino también enpequeñas revoluciones del tejido social”33. La sínte-sis-dialéctica funda, al arraigarse a la concepción delmundo comunista, las herramientas estratégicas parala acción.

Quizá esta arista de la dialéctica sea la más produc-tiva para enfrentar, tentativamente, nuestro presente.Si, como hemos dicho, una práctica colectiva de inspi-ración comunista necesita una consciencia clara de suposición, un mapa de la sociedad para participar acti-vamente en ella, cabría pensar, en la actualidad, las ví-as para producir una comprensión dialéctica de nues-tro horizonte globalizado. Especialmente ahora, unmomento en que la banalidad de la cultura posmoder-na y la fragmentación de los relatos sociales han llega-do a la exasperación dentro de un marco de crisis eco-nómica mundial. Asistimos hoy a un momento histó-rico en que las mutaciones productivas del capitalis-mo post-fordista y mundializado han promovido unaconcepción del mundo que llama libertad a la posibi-lidad de elegir entre una gran diversidad de “subjeti-vidades”, “juegos lingüísticos” y prácticas privadas,aparentemente inconmensurables, mediadas por unacultura de masas que oscila entre el vacío y la repeti-ción. Todo ello auspiciado por la hegemonía de la ide-ología neoliberal, caracterizada por su continuo ataquea las instituciones democráticas y a lo público, valedo-ra de un individualismo atomizador, consumista eirresponsable. Pero esta falsa libertad de elección a laque nos invita la sociedad de consumo, sustentada enuna desigual participación en el mercado y en la dis-tribución de la riqueza colectiva – común– sigue te-niendo una medida única: la ley del valor, la ley de lamercantilización de lo existente. Un proceso que, comopodemos comprobar por la generalización del sectorservicios en las economías de las naciones dominan-tes, se ha extendido a esferas de prácticas humanasque antiguamente quedaban al margen de la explota-ción capitalista o no estaban tan integradas en su di-námica expansiva (creatividad, afectos, conocimiento).

31.- Karl Marx, El Capital, RBA, Madrid 2003. Pág. 41 (Edición de SigloXXI).

32.- Op. Cit. 79.

33.- Ibídem. 144ISBN

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Podríamos decir, siguiendo el hilo de lo anterior, quetanto la forma que han adquirido las relaciones socia-les como las ideologías que han dominado estas últi-mas décadas la esfera cultural, han creado una panta-lla epistémica que nos ha impedido adquirir, subjeti-vamente, elementos teóricos y estratégicos para orien-tarnos en nuestras sociedades globalizadas. FredricJameson, uno de los críticos marxistas más agudos delposmodernismo, comentaba en una de sus más im-portantes contribuciones34 que una iniciativa intelec-tual o estética actual de izquierda debería poseer unafunción primordialmente pedagógica y didáctica; si noshallamos en un entorno cada vez más desdibujado, enel que las relaciones sociales se encuentran atomiza-das y desgajadas de su pertenencia a un todo, debe-mos generar formas de orientación subjetiva que ha-gan posible el trazado de una cartografía cognitiva. Unmapa de lo social que no eluda la confrontación con ladimensión del todo, con lo global. De este modo, cre-ando nexos entre los diversos universos de discurso yexperiencia que tienen lugar en nuestras sociedades,explorando las lógicas que los atraviesan, podremoscrear una pedagogía política que sirva de fundamen-to a la institución de una cultura crítica, a una concep-ción del mundo comunista renovada e históricamenteorgánica en un nuevo tipo de formación social.

Sin embargo, y frente a la época en la que Sacristán,

Althusser o Colletti pensaban, hoy día los relatos socia-les dominantes no poseen la misma polarización ideo-lógica (estamos lejos de la Guerra Fría), las sedes de losagentes capaces de producir cambios sociales y sus ca-racterísticas subjetivas han mutado, pluralizándose yrebasando los cauces clásicos a través de los cuales elproletariado industrial accedía a la lucha y su organiza-ción militante. Una modificación del panorama socialque ha seguido la trayectoria de las transformacionesdel capitalismo y las luchas que han tenido lugar des-de la segunda mitad del siglo XX. Por lo tanto, reivin-dicar hoy esta dimensión práctica de la dialéctica ha depasar por la creación de un nuevo marco de compren-sión para las contradicciones actuales, tomando encuenta las modificaciones estructurales en el modo deproducción capitalista y los nuevos problemas con losque nos encontramos hoy día: desde la abusiva flexibi-lización de la esfera laboral y la desregulación financie-ra, a la privatización de lo público. Como también, porsupuesto, debe atender a la mencionada diseminaciónde los antagonismos, que han adquirido nuevas iden-tidades y líneas de crítica. Una totalización dialécticaactual requeriría, en definitiva, la producción de unainvestigación empírica de largo alcance sobre las áreasen las que Marx hizo destacar su tarea: historia, econo-mía, sociología, política, conflictos sociales, etc. Sólo alelaborar una síntesis global de dichos ámbitos estaría-mos en condiciones de producir un mapa cognitivo, unconocimiento y un espacio de representación subjetivapara lo social que pudiese ir más allá de las imágenes ydiscursos dominantes, deformadores e inhibidores deuna praxis colectiva verdaderamente constituyente.

Si queremos ser fieles a la concepción sacristanianade la dialéctica, ésta nos exige, antes de producir unasíntesis de los procesos y contradicciones sociales, untrabajo con lo empírico, con los resultados de los sabe-res constituidos, para sólo después restituir a ese co-nocimiento su carácter concreto. Este es el único mo-do de no crear ni totalizaciones de carácter especula-tivo (Hegel o incluso la posmodernidad) ni reiterarconsignas discursivas dentro del marxismo que ter-minen por condenarlo a una perspectiva escolástica,alejada de los campos de conflicto real35. El pensa-

34.- Fredric Jameson, El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, Paidós, Barcelona 1991. Págs. 101-121.

35.- A partir de las tradiciones italiana (Antonio Negri, Maurizio Lazzarato), anglosajona (David Harvey, Fredric Jameson, I. Wallerstein)y latinoamericana (Enrique Dussel, Néstor Kohan) el marxismo se ha visto revitalizado desde hace más de dos décadas por análisishistóricos, económicos y sociológicos. Sin embargo en España, Francia, Portugal. Alemania y Grecia aún seguimos –salvo notablesexcepciones– a la sombra del marxismo occidental. Respecto del caso español, hemos visto que el marxismo practicado en España seha ido desplazando hacia el exterior de las facultades, siguiendo el rumbo de los nuevos movimientos sociales, lo que le ha llevadoa un acercamiento cada vez mayor a los problemas más inmediatos y urgentes. Cabe destacar la renovada labor de editoriales y re-vistas como El Viejo Topo, Akal –con su colección sobre Cuestiones de Antagonismo y su difusión de la New Left Review en España–, pe-ro también Tierradenadie Ediciones y revistas como Youkali, Sin Permiso o Viento Sur. Cabe también destacar la labor de la página webMarxismo Crítico, cuyo alcance desborda de lejos la perspectiva nacional. IS

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miento de Manuel Sacristán nos invita hoy, entonces,no sólo a crear mapas dialécticos para intervenir ennuestras vidas, sino que también nos permite romperlos nudos que nos atan a la tradición del marxismooccidental, a sus excesos teoréticos y culturales, gra-cias al carácter praxeológico de su mirada sobre Marxy el marxismo. Hemos de seguir investigando en lascondiciones de nuestra explotación, sobre las varia-ciones acaecidas en las hegemonías económicas y po-líticas internacionales así como en los conflictos queactualmente se articulan en la nervadura del modo deproducción capitalista. Quizá sea este el modo másfértil de actuar junto a una multitud ya indignada, am-pliando su mirada a través de análisis eficaces y co-creando con ella una concepción del mundo que pug-ne por la subversión del horizonte de desigualdad ycrisis en que nos encontramos. Esta será también laúnica forma de romper con un marxismo estático, en-cerrado en sí mismo, que debe dejar de entonar lamisma vieja canción para comenzar a cantar otra.Una que permita luchar por que el valle del deseo y elde la realidad confluyan en un mismo mar.

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