A. Van Hageland - Maestros de Ciencia Ficcion IV

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    MAESTROS DE CIENCIAFICCIN IV

    A. Van Hageland(Recopilador)

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    Traductor: Carlos Peralta 1980 Editorial A.T.E.ISBN: 84-7442-185-3

    Edicin digital: UmbrielR5 11/02

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    NDICE

    El diablo en Salvation Bluff(The devil on Salvation Bluff; 1954) Jack VanceCuestin de instinto (A matter of Instinct; 1962) Erc Frank Russell

    Artefacto (Artifact; 1955) Chad OliverGheto (Ghetto; 1954) Poul AndersonEsts muerto, Foster! (Foster, you're dead; 1954) Philip K. DickEl ramin (The rhum; 1953) Arthur PorgesMi querido demonio (Dare devil; 1950) Erc Frank Russell

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    EL DIABLO EN SALVATION BLUFFJack Vance

    Faltaban pocos minutos para el medioda cuando el sol dio un bandazo hacia el sur yse puso.

    La hermana Mary se quit violentamente el casco solar y lo lanz sobre el sof. Elalarde sorprendi y preocup a su esposo, el hermano Raymond, quien estrech sushombros temblorosos.

    Tranquila, querida. Tmatelo con calma y saldr mejor. Un estallido de clera no nosser de ninguna ayuda.

    Las lgrimas empezaron a rodar por las mejillas de la hermana Mary.Tan pronto como intentamos salir de casa desaparece el sol!se quej. Cada

    vez sucede lo mismo!Bueno... hay que tener paciencia. Pronto tendremos un sol nuevo.

    Puede que sea dentro de una hora. O de diez! Y nuestra tarea hay que llevarla acabo!El hermano Raymond se acerc a la ventana, descorri las cortinas de encaje

    almidonadas y mir hacia afuera.Si salimos ahora, llegaremos a la cima del cerro antes de que se haga de noche.Noche? pregunt a gritos la hermana Mary. A qu llamas t noche?El hermano Raymond habl convencido.Me refiero a la noche de acuerdo con el reloj: la noche real.El reloj... la hermana Mary suspir. Se dej caer en una silla. Si no fuera por el

    reloj, acabaramos todos majaretas.El hermano Raymond, junto a la ventana, miraba hacia Salvation Bluff, pero el reloj, tan

    importante ahora, era invisible. Mary se acerc a l y juntos intentaron penetrar laoscuridad. Al cabo de unos segundos Mary suspir.Lo siento mucho, querido. Pero es que me altera tanto... Raymond le dio unas

    palmaditas en el hombro.No es ninguna broma vivir en Glory. Mary sacudi la cabeza con decisin.No debera dejarme dominar por los nervios. Tenemos la colonia y debemos pensar

    en ella. Los pioneros no podemos ser dbiles.Se quedaron parados uno junto al otro, muy juntos. Consolndose mutuamente.Mira! exclam Raymond. Sealaba a lo lejos. Hay fuego, all arriba, en el viejo

    Fleetville.Ambos observaron perplejos el lejano resplandor.

    Pero todos ellos debieran estar abajo, en Villa-Nueva murmur la hermana Mary.A menos que se trate de algn ritual... La sal que les dimos...

    Raymond sonri con amargura y cit un postulado fundamental de la vida en Glory.No hay nadie ms imprevisible que los flits. Son propensos a hacer lo ms

    inesperado.Mary expres una verdad an ms fundamental.Cualquier cosa es propensa a cualquier cosa!Y los flits ms que nadie... Incluso les ha dado por morirse sin contar con nuestro

    consuelo y ayuda.Hicimos lo mejor que pudimos asegur Mary. La culpa no es nuestra! las

    ltimas palabras las dijo como si temiera que en realidad lo fuera.Puedes dar por descontado que nadie puede echarnos nada en cara.Excepto el inspector... Los flits prosperaban, antes de que se estableciera la colonia.

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    En nada los hemos molestado. Ni nos hemos inmiscuido en sus asuntos, ni loshemos forzado para nada, ni nos hemos interferido con ellos. En realidad, ms bien noshemos desvivido por ayudarlos. Y como recompensa, destruyen nuestras vallas, revientanel canal y arrojan lodo sobre nuestras casas recin pintadas.

    La hermana Mary habl con voz queda.Algunas veces odio a los flits... Y con frecuencia siento odio hacia Glory... Y muchas

    veces siento un odio inmenso por la colonia en su totalidad.El hermano Raymond se apret contra ella y acarici con los dedos su cabellera rubiarecogida en un moo perfecto.

    Te sentirs mucho mejor cuando salga alguno de los soles. Nos vamos?Est muy oscuro dijo Mary titubeando. Bastante mala es Glory incluso bajo la

    luz del sol...!Raymond sac hacia adelante el maxilar y lanz una mirada hacia el reloj.Ya es de da. El reloj as lo indica. sa es la pura verdad y a ella debemos aferramos.

    Es nuestro vnculo con la verdad y con nuestra salud mental!Est bien! Vmonos acept Mary. Raymond deposit un beso en su mejilla.Eres valiente, querida. La colonia puede enorgullecerse de ti.

    Nada de eso, amor mo neg Mary con la cabeza. Ni soy mejor ni ms valienteque cualquiera de las otras. Vinimos aqu para establecer nuestros hogares y vivir en laVerdad. Sabamos que la tarea sera ardua. Son demasiados los que dependen de cadauno. No podemos albergar debilidades.

    Raymond volvi a besarla, a pesar de sus protestas y sus risas, y gir la cabeza.Sigo creyendo que eres muy valiente... y muy dulce.Toma una linterna le aconsej Mary. Mejor an, tomemos varias. Nunca se sabe

    cunto durarn esas oscuridades insufribles.Se pusieron en camino a pie, ya que en la colonia los vehculos a motor eran

    considerados como un mal social. Frente a ellos, invisible debido a la oscuridad, selevantaba la Gran Montaa que era donde tenan los flits su reserva. Raymond y Maryadivinaban la masa impresionante de los riscos as como los campos netamente trazadosy las vallas y senderos de la colonia. Atravesaron el canal que llevaba las aguas de losmeandros del ro hasta una red de acequias de irrigacin. Raymond dirigi el haz de lalmpara hacia el lecho de hormign. Se quedaron paralizados, con un silencio que erams elocuente que cualquier maldicin.

    Est seco! De nuevo rompieron los diques!Por qu? pregunt Mary. Por qu? Si ellos ni siquiera utilizan el agua del

    ro...! Raymond se encogi de hombros.Simplemente, supongo que a los flits no les gustan los canales... En fin suspir,

    lo nico que cabe es averiguar el porqu.

    El camino serpenteaba por la ladera de la loma. Pasaron por delante del casco de unanave astral, cubierta de lquenes, que se haba estrellado en Glory quinientos aos atrs.Parece imposible manifest Mary. Los flits fueron, en algn tiempo, hombres y

    mujeres como nosotros, exactamente iguales a nosotros.Exactamente igual no, querida corrigi Raymond. La hermana Mary se estremeci.Los flits y sus cabras! Algunas veces sera difcil decir quines son ellos y quines

    las bestias!Pocos minutos despus Raymond cay en un hoyo rebosante de lodo, un cauce de

    cieno que rezumaba abundante agua y lo converta en peligroso. Forceje, jade y, con laayuda desesperada de Mary, logr poner pie en tierra firme. Se qued plantado,temblando. Estaba irritado, senta fro y estaba calado hasta los huesos.

    Esta maldita excavacin no estaba aqu anoche! se quit como pudo el lodo quele cubra la cara y la ropa. Son esas miserias las que convierten la vida en dura prueba.

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    Sacaremos de ella el mejor provecho, amor mo y agreg, con fanatismo:Lucharemos y venceremos! Impondremos el orden en Glory al precio que sea!

    Mientras discutan si proseguan o no su camino, el rojo Robundo asom en elhorizonte por el lado del noroeste y eso les permiti examinar mejor la situacin. Desdeluego, tanto las polainas caqui como la camisa blanca de Raymond estaban hechas unasco. Y no ofreca mejor aspecto el vestido de Mary.

    Raymond dijo descorazonado.Debemos regresar a casa y mudarnos de ropa.Por favor, Raymond. Tenemos tiempo?Nos veremos ridculos si nos presentamos ante los flits en esas condiciones.Ni siquiera se darn cuenta.Cmo podrn evitarlo? pregunt Raymond.No disponemos de tiempo insisti Mary para zanjar el asunto. El inspector

    llegar de un momento a otro y los flits se estn muriendo como moscas. Nos echar laculpa a nosotros... y eso ser el fin de la colonia del Evangelio tras una pausa agreg,con palabras mesuradas: Aunque la verdad es que no podemos ayudar mucho a losflits...

    Sigo con la idea de que causaramos mucha mejor impresin si nos presentramosante ellos con ropas limpias dijo Raymond indeciso.

    Bah! A ellos les importa un comino la ropa limpia. Piensa en su absurda manera devestir para corretear por all.

    Creo que tienes razn.En el horizonte, por el lado suroeste, asom un sol, pequeo, amarillento y verdoso.Ya tenemos aqu a Urbano... Estbamos sumidos en una oscuridad de alquitrn y

    luego, en un santiamn, disfrutamos de tres o cuatro soles al mismo tiempo.La luz solar hace que maduren las cosechas dijo Mary.Durante media hora treparon por la montaa y entonces se detuvieron unos instantes

    para recobrar el aliento. Se volvieron y contemplaron en el valle la colonia que tantoqueran. Setenta y dos mil almas poblaban aquella verde llanura, con un cuadriculadoperfecto trazado a cordel: hileras de casitas blancas bien pintadas y aseadas, concortinitas blancas como la nieve tras los cristales deslumbrantes; cspedes y macizos deflores, con abundantes tulipanes; huertos en los que cultivaban coles (de las gigantes y delas rizadas), calabacines...

    Raymond levant la vista hacia el cielo.Creo que llover afirm.Cmo lo sabes? pregunt Mary.Recuerda el chaparrn que cay la ltima vez que coincidieron por el oeste Urbano y

    Robundo.

    Mary insinu una negativa con la cabeza.Eso no indica nada.Tiene que significar alguna cosa. Esta es la ley que rige nuestro universo... La base

    de todo nuestro pensamiento!Desde las crestas lleg bramando una rfaga de viento que llevaba consigo grandes

    remolinos de polvo. Giraban con tonalidades complicadas y adquiran matices peculiaresbajo la luz contrapuesta amarilla y verde de Urano y el rojo encendido de Robundo.

    Ah tienes tu lluvia dijo Mary a gritos para imponerse al rugir del viento. Raymondorden con seas que se dieran prisa y al cabo de algunos minutos el viento amain.

    Aqu en Glory slo creo en la lluvia o en cualquier otro fenmeno cuando se me vieneencima dijo Mary.

    No contamos con bastantes datos afirm Raymond. No existe ninguna magia enlo imprevisible.

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    sta es exactamente la palabra Mary recorri con la vista toda la falda frontal de laGran Montaa. Demos gracias al reloj ya que al menos podemos confiar en l.

    El camino ascenda en zigzag por la ladera y atravesaba parcelas cercadas conestacas de espino y algunas zonas de maleza gris y de cardos purpreos. A veces elcamino desapareca y entonces procedan como si fueran exploradores. En otrasocasiones el camino pareca terminar frente un talud o un muro de piedra seca para

    continuar a un nivel distinto, tres metros ms arriba o tres metros ms abajo. Esosinconvenientes carecan de importancia y los salvaban fcilmente movidos por la fuerzade la costumbre. En realidad slo empezaron a abrigar preocupaciones cuando Robundoempez a derivar hacia el sur y Urbano a esconderse por el norte.

    Todo parece indicar que es totalmente inconcebible que un sol se ponga a las sietede la tarde dijo Mary. Sera demasiado normal, excesivamente lgico.

    A las siete y cuarto se haban puesto ambos soles. Ahora tendran unos diez minutosde un magnfico ocaso, otros quince de crepsculo y en seguida llegara la noche de unaduracin indeterminada.

    Se perdieron la puesta de ambos soles debido a que se produjo un terremoto. Unacascada de piedras empez a llover sobre el camino. Se refugiaron debajo de un saliente

    de granito mientras los cantos rodados chocaban con estrpito en el sendero y trasrebotar seguan su cada por la ladera de la montaa.

    De repente ces la lluvia de piedras, excepto algunas chinas que cayeron de vez encuando como una ocurrencia tarda.

    Habr terminado? pregunt Mary con un ronco susurro.Eso creo.Tengo sed.Raymond le pas la cantimplora y Mary tom unos sorbos.Falta mucho para que lleguemos a Fleetville?La vieja Fleetville o Villa-Nueva?Lo mismo da dijo Mary con cansancio. Cualquiera de las dos.Raymond titube.En realidad, ignoro la distancia que haya tanto a la una como a la otra.Est bien, pero no vamos a quedarnos aqu toda la noche.Ya empieza a amanecer inform Raymond, cuando el enano y blanquecino Maudio

    empez a trazar lengetadas de matices plateados por el lado noreste.Es de noche! se lament Mary, con una fatalista resignacin. El reloj indica que

    es de noche. Poco me importa si brillan todos los soles de la galaxia, incluido el PadreSol. Mientras el reloj diga que es de noche, es de noche!

    Pero lo importante es que ya podemos ver de nuevo el camino... Villa-Nueva est delotro lado de la cresta. Recuerdo ese gran pilote. Aqu mismo estaba la ltima vez que

    vinimos.Raymond fue de ambos el que qued ms sorprendido al comprobar que Villa-Nuevase encontraba donde haba supuesto. Andando con dificultad entraron en ella.

    Todo est sorprendentemente tranquilo.Se levantaban unas tres docenas de barracones, construidos con hormign y excelente

    cristal traslcido, cada uno contaba con agua filtrada, ducha, baera y retrete. Paraajustarse a los prejuicios de los Hits, los tejados estaban cubiertos con espino y no habaninguna divisin en el interior de la vivienda. Ahora estaban completamente desiertas.

    Mary asom la cabeza al interior de uno de los barracones.Puah! Qu asco! frunci la nariz y mir a Raymond. Qu fetidez!La siguiente barraca estaba hurfana de cristales. En la cara de Raymond apareci una

    expresin feroz e irritada.Yo mismo acarre en mis espaldas cubiertas de ampollas los cristales de estaventana! As es como nos dan las gracias...

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    A m no me importa si nos las dan o no dijo Mary. Lo que me preocupa es elinspector. Nos echar en cara... traz en el aire un ademn esta suciedad. Al fin y alcabo se supone que la responsabilidad recae en nosotros.

    Bufando de clera, Raymond inspeccion el pueblo. Record aquel da que se celebrla inauguracin de la ciudad: una villa modelo, con treinta y seis barracones impecables,casi de igual calidad a las viviendas de la colonia. La bendicin estuvo a cargo del

    arcediano Burnette. En la construccin central se arrodillaron para orar los trabajadoresvoluntarios. De la cresta de la montaa bajaron cincuenta o sesenta flits para curiosear.Constituan un grupo de harapientos boquiabiertos. Los hombres espantosamentegreudos y las mujeres, rollizas y de mirada furtiva, predispuestas a la promiscuidad o esoera, por lo menos, lo que crean los colonos.

    Tras las preces, el arcediano Burnette present al jefe de la tribu la llave simblica d laciudad. Era una llave enorme, de madera contrachapada pintada con purpurina dorada.

    Jefe dijo el arcediano, en sus manos dejo el futuro y el bienestar de su pueblo.Guarde esta llave! Cudela!

    El jefe meda por lo menos dos metros diez de estatura. Delgado como una pica, conun perfil de ngulos pronunciados, era fuerte y duro como una tortuga. Cubierto con unos

    harapos grasientos de color negro llevaba en la mano un bculo muy largo forrado conpiel de cabra. Era el nico de la tribu que conoca el idioma de los colonos y lo hablabacon un acento sorprendentemente bueno.

    Esos no son asunto mo dijo con indiferencia y en voz ronca. Ellos hacen lo quequieren. Creemos que as es mejor.

    El arcediano Burnette ya haba tropezado anteriormente con esta actitud, pero comoera un hombre de amplio criterio, no demostr indignacin sino que ms bien trat deargir que consideraba aqulla una actitud irracional.

    No queris ser civilizados? No queris adorar a Dios, vivir con higiene y disfrutarde una vida sana?

    No respondi el jefe, terminantemente. El arcediano se limit a sonrer.Bueno, da igual. De todos modos os ayudaremos tanto como podamos. Os podemos

    ensear a leer, escribir, curar vuestras enfermedades. Claro est que deberismanteneros aseados y adoptar hbitos regulares... porque eso es precisamente lacivilizacin.

    El jefe gru.Vosotros ni siquiera sabis cmo apacentar cabras espet el jefe al arcediano.No somos misioneros prosigui Burnette, pero cuando decidis aprender la

    Verdad nos encontraris en la mejor disposicin para ayudaros.Huuumm... Qu provecho pensis sacar con eso?Ninguno el arcediano sonri. Sois seres humanos como nosotros y nuestra

    obligacin es ayudaros.El jefe le dio la espalda y empez a congregar a su tribu. Bajo su mandato huyeronjuntos y revueltos, en el mayor de los desrdenes, peas arriba. Parecan espectrosdesesperados con sus pelambres agitadas y sus pieles de cabra ondeando al viento.

    Qu os pasa? Regresad! gritaba el arcediano dirigindose al jefe que corracomo loco para unirse a los suyos.

    Cuando lleg a uno de los riscos, el jefe se volvi para replicar al arcediano y a loscolonos.

    Sois un hatajo de locos de remate!No! No! gritaba el arcediano.Era un espectculo magnfico dotado de la crudeza de un escenario teatral: el

    arcediano con sus cabellos blancos agitados gritando al jefe y a su tribu de salvajes. Unsanto varn dando rdenes a los stiros. Y toda la escena bajo la luz cambiante de tressoles.

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    Burnette con ciertas maas engatus al jefe para que regresara a Villa-Nueva. La viejaFleetville quedaba un kilmetro ms all, exactamente en un puerto de montaa quecanalizaba todos los vientos y nubes de la Gran Montaa, hasta tal punto que incluso lascabras tropezaban con dificultades para no perder pie y sostenerse sobre las rocas. Eraun lugar fro, malsano, hmedo y desapacible. El arcediano insista para meterles en lacabeza los inconvenientes de la vida en Fleetville. El jefe, por su parte, insista en que la

    preferan a Villa-Nueva.Las diferencias fueron allanadas mediante veinticinco kilogramos de sal. El arcedianocomprometi sus principios y se avino a usar el soborno. Alrededor de sesentacomponentes de la tribu aceptaron instalarse en los nuevos barracones y adoptaron unaire de divertido desenfado, como si el arcediano les hubiera pedido tomar parte en unjuego tonto.

    El arcediano Burnette bendijo por segunda vez el pueblo, los colonos volvieron aarrodillarse para rezar, mientras los flits observaban con curiosidad desde las ventanas ylas puertas de sus nuevos hogares. Al cabo de unos das, otros veinte o treinta msdescendieron del cerro con un rebao de cabras y se instalaron en la capillita. Elarcediano Burnette sonri con dolor, pero debe decirse en su favor que nada hizo para

    impedirlo.Poco despus los colonos regresaron a la parte inferior del valle. Actuaron lo mejor que

    supieron, aunque no estaban muy seguros de que aquello fuera lo adecuado.Dos meses despus, Villa-Nueva estaba desierta. El hermano Raymond y la hermana

    Mary Dunton recorrieron el pueblo. Todos los barracones aparecan a oscuras y laspuertas abiertas o desprendidas de los goznes.

    Dnde se habrn metido? pregunt Mary en voz baja.Estn completamente locos dijo Raymond. Rematadamente locos.Se dirigi a la capilla y asom la cabeza al interior. Apret con tal fuerza el marco de la

    puerta que los nudillos se le pusieron lvidos.Qu pasa? pregunt Mary ansiosamente. Raymond le impidi que se acercara.Cadveres... Aqu dentro hay diez, doce, tal vez quince muertos. Qu horrible!Raymond! exclam Mary. Se miraron mutuamente, sorprendidos. Cmo? Por

    qu?Raymond sacudi la cabeza preocupado. Ambos pensaron lo mismo en aquel preciso

    instante y levantaron sus miradas a la parte ms alta de la loma, a la vieja Fleetville.Mucho me temo que a nosotros nos corresponda averiguarlo.Pero, eso... En un lugar tan hermoso! Mary estall. Son bestias! Deban amar

    este lugar! se volvi y mir hacia el valle a fin de que Raymond no viera sus ojosarrasados en lgrimas. Villa-Nueva representaba tanto para ella! Con sus propias manoshaba enjalbegado las piedras y trazado linderos regulares alrededor de cada barracn.

    Las vallas haban sido derribadas a patadas y Mary se sinti profundamente disgustada. Dejemos que los flits vivan como les d la gana: sucios y sin recursos! Son unosirresponsables le dijo a Raymond. Sencillamente unos irresponsables...

    Sigamos hacia arriba, Mary. Tenemos deberes que cumplir.Mary se sec las lgrimas.Supongo que son criaturas del Seor, pero no alcanzo a ver por qu deben serlo

    dirigi una mirada a Raymond. Y por favor, no me digas que los caminos del Seor soninescrutables.

    Raymond respondi con un gesto de indiferencia y volvieron a trepar por las rocas endireccin a la vieja Fleetville. Cada vez se iba empequeeciendo el valle que se extendaa sus pies. Maudio, tras varias oscilaciones, alcanz su cnit y por un momento pareci

    que iba a quedarse all colgado.Se detuvieron un rato para descansar. Mary se frot los ojos.Me vuelvo loca o es que Maudio aument de tamao?

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    Tal vez se ha hinchado un poco opin Raymond tras dirigirle una mirada.Se trata de una nova o estamos entrando en el interior de una!Me imagino que en este sistema todo puede ocurrir suspir Raymond. Si en la

    rbita de Glory hay alguna ley que la regule te aseguro que desafa cualquier anlisis.Incluso podra muy bien ocurrir que cayramos en alguno de los soles coment

    pensativamente Mary. Raymond se encogi de hombros.

    El sistema ha estado girando desde hace unos cuantos millones de aos. Es sanuestra mejor garanta.Nuestra nica garanta, dirs... Mary cerr los puos. Si por lo menos tuviramos

    alguna certidumbre en alguna parte, algo que pudiramos observar y decir: Esto esinmutable, esto es invariable, esto es algo con lo que se puede contar. Pero no existenada. Es como para volver loco a cualquiera!

    En la cara de Raymond apareci una sonrisa helada.No sigas, querida, La colonia ya tiene bastantes problemas entre manos.Mary se calm en seguida.Lo siento... Lo lamento mucho, Raymond. Te lo aseguro.Tambin a m me ha preocupado dijo Raymond. Ayer estuve hablando con el

    director Birch en el Hogar del descanso.Cuntos hay ahora?Casi tres mil. Y cada da ingresan ms suspir. Algo hay en Glory que acaba con

    los nervios de cualquiera.Mary aspir profundamente y estruj la mano de Raymond.Lucharemos y venceremos, querido! Todo volver a la normalidad. Ya lo

    arreglaremos. Raymond inclin la cabeza.Con la ayuda del Seor.Maudio ya est a punto de ponerse dijo Mary. Mejor ser que lleguemos a

    Fleetville antes de que anochezca.Minutos despus, encontraron alrededor de una docena de cabras que apacentaban

    otros tantos muchachos. Algunos vestan harapos, otros simplemente andaban desnudosy el viento soplaba contra su pecho en el que se podan contar las costillas.

    Al otro lado del sendero se encontraron con otro rebao de cabras. Quizs haba uncentenar y slo un rapaz para pastorearlas.

    Ah tienes el sistema flit coment Raymond, doce muchachos pastorean docecabras y aqu tenemos que uno solo se ocupa de un centenar.

    Seguramente estn afectados de alguna dolencia mental... No es acaso hereditariala locura?

    se es un asunto polmico... inmediatamente agreg: Ya puedo oler Fleetville.Maudio abandonaba el firmamento en un ngulo que prometa un crepsculo muy

    largo. A Raymond y Mary les dolan mucho las piernas y se abrieron caminotrabajosamente hacia el interior del pueblo. Pisndoles los talones entraban tambin lascabras y los pastores, mezclados indiscriminadamente.

    Mary habl con un tono de disgusto.Abandonan Villa-Nueva, la hermosa y limpia Villa-Nueva para venir a vivir aqu entre

    tanta porquera.No pises esa cabra! grit Raymond y gui a Mary para que pasara al lado de una

    cabra muerta y roda, tirada en mitad del paso. Mary se mordi los labios.Encontraron al jefe sentado en una roca mirando fijamente al vaco, que los salud. En

    su saludo no haba ni sorpresa ni alegra. Un grupo de muchachos estaban amontonandolea seca y ramas de arbusto para levantar una pira.

    Qu hay de nuevo? pregunt Raymond, con forzado humor. Un festn? Unadanza tpica?Cuatro hombres y dos mujeres se volvieron locos y murieron. Los quemaremos!

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    Mary dirigi una mirada a la pira.Ignoraba que quemarais a vuestros muertos.Esta vez los quemaremos estir el brazo y pas la mano por el brillante pelo

    dorado de Mary. Quieres ser mi mujer por una temporada?Mary retrocedi y dijo con voz temblorosa:No gracias! Estoy casada con Raymond.

    Para siempre?Para siempre.El jefe sacudi la cabeza.Estis bien locos. Muy pronto moriris... Raymond habl severamente.Por qu rompisteis el canal? Diez veces lo hemos reconstruido y diez veces los flits

    han bajado aprovechndose de la oscuridad y han roto los diques. El jefe reflexion unrato.

    El canal est loco.No lo est. Es para regar y supone una gran ayuda para los granjeros.Va demasiado trecho del mismo modo.Qu quieres decir? Qu es muy recto?

    Recto? Qu quiere decir recto?En lnea nica, en una sola direccin. El jefe se balance sobre sus pies.Ved la montaa. Es recta?No, claro que no.Y el Sol... Tambin es recto?Oye, jefe...Mi pierna el jefe extendi su pierna izquierda, nudosa y cubierta de pelo, es

    acaso recta?No suspir Raymond, tu pierna no es recta.Por qu hacer entonces recto el canal? Es una locura volvi a sentarse, dando el

    asunto por liquidado. Por qu vinisteis?Porque son demasiados los flits que mueren. Queremos ayudaros.As estamos bien.Nosotros no queremos que muris. Por qu no os mudis a Villa-Nueva?Los flits se vuelven locos y se tiran desde lo alto de los peascos el jefe se

    levant. Venid, vamos a comer.Dominando su repugnancia, Raymond y Mary mordisquearon trozos de cabra asada.

    Sin ninguna clase de ceremonia arrojaron cuatro cadveres a la hoguera. Algunos flitsempezaron a bailar.

    Mary dio disimuladamente un codazo a Raymond.Una civilizacin puede interpretarse por su tipo de danzas. Observa.

    As lo hizo Raymond.No veo ningn patrn especial. Algunos dan un par de saltos y luego se sientan;otros dan vueltas en crculo, y unos cuantos agitan los brazos.

    Estn completamente locos! dijo Mary en voz baja. Estn locos de atar...Empez a llover. El rojo Robundo pareca incendiar el cielo por el este, pero no ES

    tom la molestia de aparecer. La lluvia se convirti en granizo. Mary y Raymond serefugiaron en una choza. Varios hombres y mujeres se les unieron y como no tenan otracosa que hacer empezaron a hacerse el amor.

    Mary susurr con voz de repulsin.Son capaces de hacerlo aqu, frente a nosotros! Ni saben lo que es la vergenza!

    Raymond dijo ceudo:

    o nos vamos a ir con esa lluvia. Que hagan lo que les d la gana...Mary peg una bofetada a uno de los hombres que trataba de quitarle la blusa y brinchacia atrs.

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    Como si fueran perros! jade.No tienen ninguna clase de represiones dijo Raymond con apata. Las

    represiones significan psicosis.Entonces, yo soy psicpata refunfu Mary, puesto que tengo represiones.Tambin yo las tengo replic Raymond.Dej de granizar y el viento empuj las nubes a travs del desfiladero. El cielo se

    aclar. Raymond y Mary abandonaron la choza con una sensacin de alivio.La pira estaba empapada y entre las cenizas se vean cuatro cadveres chamuscados.Nadie les prestaba atencin.

    Raymond habl pensativamente.Lo tengo en la punta de la lengua... Se me ocurre una idea que an no logro darle

    forma.Cul es?La solucin de la totalidad de este folln flit.Qu piensas?Que los flits son locos, irracionales, irresponsables.Estoy totalmente de acuerdo.

    El inspector est al llegar. Deberemos demostrarle que la colonia no representaninguna amenaza para los aborgenes, es decir, para los flits, en el caso que nos ocupa.

    No podemos obligar a los flits a cambiar su sistema de vida.No. Pero si pudiramos sanarlos de su locura, si pudiramos por lo menos empezar

    a hacer algo contra esa psicosis de masa...Mary puso cara de sorpresa.Me parece que es una tarea irrealizable. Raymond asegur que no con la cabeza.Piensa con rigor, querida. Es un problema real: un grupo de aborgenes demasiado

    psicpatas para mantenerse en vida a s mismos. Pero debemos mantenerlos vivos.Solucin: curar la psicosis.

    Lo que dices parece muy sensato. Pero, en nombre del Seor!, debemosintentarlo?

    El jefe zanquilargo baj de entre las rocas masticando un pedazo de tripa de cabra.Deberemos empezar por el jefe sugiri Raymond.Eso es como quererle poner el cascabel al gato.Sal orden Raymond. Sera capaz de despellejar a su abuela a cambio de sal.Raymond se acerc al jefe, quien pareci sorprenderse de que se encontrara an en el

    pueblo. Mary observaba la escena desde un segundo trmino.Raymond arga y el jefe al principio pareca sorprendido y despus hosco. Raymond

    expona, protestaba. Ech mano del argumento ms contundente: la sal, tanta sal como eljefe pudiera cargar en sus espaldas, desde la colonia hasta el poblado. El jefe mir

    fijamente a Raymond desde su alta talla de ms de dos metros, dej caer los brazos y sealej, para ir a sentarse sobre una roca mientras segua mascando su pedazo de intestinode cabra.

    Raymond se reuni con Mary.Vendr con nosotros le dijo.

    El director Birch emple sus modales ms cordiales para con el jefe de los flits.Es un honor para m! No es frecuente tener visitantes tan distinguidos. Lo

    curaremos en menos de lo que canta un gallo!El jefe, con su bculo, trazaba curvas sin sentido en el suelo. Pregunt a Raymond

    suavemente:

    Cundo me darn la sal?Se la entregaremos muy pronto. Primero debe hablar con el director Birch.

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    Venga conmigo dijo ste. Ser un viaje magnfico... Pero el jefe dio media vueltay a grandes zancadas se encamin hacia la Gran Montaa.

    No, no! grit Raymond. Regrese en seguida!Pero el jefe aument la velocidad.Raymond ech a correr hacia l y lo ataj agarrndolo por sus nudosas rodillas. El jefe

    cay al suelo como si fuera un saco de patatas. El doctor Birch le inyect un sedante y al

    cabo de poco el jefe arrastrando los pies y con la mirada turbia, fue introducido yatado en el interior de la ambulancia.El hermano Raymond y la hermana Mary observaron cmo la ambulancia, dando

    tumbos, se alejaba por el camino. Una gran polvareda surga al paso del vehculo y sequedaba suspendida en el aire bajo la verde luz del sol. Las sombras parecan tener untinte azuloso y purpreo.

    Mary habl con voz temblorosa.Ojal estemos haciendo lo ms correcto...! El pobre jefe se vea tan pattico! Se me

    antoj igual que una de sus cabras atada para sacrificarla.Slo debemos hacer lo que creamos que es mejor dijo Raymond.Pero, ser eso, lo mejor?

    Ya no se vea la ambulancia y el polvo haba vuelto a caer al suelo. Sobre la GranMontaa parpadeaban los relmpagos que salan de una nubosidad negra y verde. Farobrillaba como un ojo de gato en el cnit. El reloj el fiel, el bueno, el cuerdo reloj,indicaba que era medioda.

    Lo mejor! exclam Mary pensativamente. Es una palabra muy relativa...Si acabamos con la psicosis de los flit dijo Raymond... si podemos ensearles a

    ser aseados, a llevar vidas ordenadas... entonces podremos decir que fue lo mejor trasunos segundos agreg: Lo que s es cierto es que ser lo mejor para la colonia.

    Eso espero suspir Mary. Pero el jefe tena un aspecto tan afligido!Maana iremos a verle propuso Raymond. Y ahora vmonos a casa a

    descansar.

    Cuando Raymond y Mary despertaron se filtraba por las persianas corridas la luzrosada de Robundo, posiblemente acompaado por Maudio.

    Mira el reloj bostez Mary. Es de noche o de da?Raymond se incorpor sobre un codo. Su reloj estaba incrustado en la pared: era una

    rplica del de Salvation Bluff, guiado por impulsos de radio desde el movimientocentralizado.

    Son las seis y diez de la tarde.Se levantaron y se vistieron con polainas limpias y camisas blancas. Desayunaron en la

    cocinita meticulosamente instalada y despus Raymond llam al Hogar del Descanso.

    De la caja sonora sali clara la voz del director Birch.Dios le ayude, hermano Raymond!Dios le ayude, seor director! Cmo est el jefe? El director Birch pareci titubear.Hemos tenido que mantenerle bajo el efecto de fuertes sedantes. Tiene unas

    obsesiones fuertemente arraigadas.Podr ayudarle? Es muy importante!Probaremos todo lo que creamos necesario. Intentaremos algo nuevo esta noche.Tal vez sera mejor que nosotros estuviramos cerca sugiri Mary.Si quieren... A las ocho?De acuerdo.El Hogar del Descanso era una edificacin muy larga y baja de techo, construida en las

    afueras de Glory. Recientemente se le haban agregado nuevas alas y en la parte deatrs podan verse una serie de barracones provisionales.El director Birch los salud con una expresin preocupada.

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    Disponemos de escaso espacio y de muy poco tiempo. Es tan tremendamenteimportante este flit?

    Raymond le asegur que la salud del jefe era un asunto de la mayor importancia paratodo el mundo.

    El director Birch dej caer los brazos con desaliento.Los colonos claman que necesitan terapia. Me imagino que no les quedar ms

    remedio que esperar...Continan los problemas? pregunt Mary con voz tranquila.El Hogar fue construido para quinientas camas explic el director Birch.

    Actualmente tenemos tres mil seiscientos pacientes, sin mencionar los mil ochocientoscolonos que ya hemos evacuado de regreso a la Tierra.

    Seguramente, pronto irn mejor las cosas sugiri Raymond. La colonia ya havencido la principal dificultad: ya se cur la ansiedad que se experimentaba a la llegada.

    Pero, ahora el problema no estriba en la ansiedad.Cul es entonces?Supongo que la novedad del ambiente. Somos de tipo terrcola y el ambiente nos

    resulta extrao.

    Pero en realidad no lo es! adujo Mary. Hemos convertido el lugar en una rplicaexacta de una comunidad de la Tierra. Y de alguna de las mejores. Aqu tenemos casas,flores y rboles iguales que los de la Tierra.

    Dnde est el jefe? pregunt Raymond, cambiando de tema.Bueno... exactamente ahora... lo tenemos en una habitacin de mxima seguridad.Se ha puesto furioso?No, nicamente est poco cooperativo. Slo piensa en irse. Tiene un carcter

    destructivo! Nunca haba visto un caso parecido!Tiene usted alguna idea, aunque slo sea provisional? El director Birch mene la

    cabeza y frunci el ceo.An no hemos logrado clasificarlo. Mire tendi a Raymond un informe preliminar:

    se es un primer estudio.Inteligencia: cero Raymond levant la vista de la hoja. Me consta que no es tan

    estpido...Me extraa que crea eso. En realidad es una apreciacin vaga. Resulta que no

    podemos usar con l las pruebas acostumbradas: percepcin temtica y sistemas por elestilo. Todos ellos han sido pensados teniendo en cuenta nuestros antecedentesculturales. Pero las pruebas que aqu figuran con la mano golpe el informe sonbsicas. Son las que usamos con los animales: encajar piezas en determinados huecos,casar colores, sealar modelos discordantes, etctera.

    Y cmo reaccion el jefe?

    El doctor Birch sacudi la cabeza con pesar.Si fuera posible dar menos que cero en inteligencia, se lo ganara l.Cmo es posible?Voy a explicroslo. En vez de encajar un pequeo taco redondo en un agujerito

    tambin redondo, rompi primeramente el taquito que tiene forma de estrella, lo encaj ala fuerza en el agujero redondo y lo meti de lado. Cuando hubo terminado, rompi eltablero.

    Pero, por qu?No ofrece peligro, verdad? pregunt Raymond.Vamos a visitarlo... dijo Mary.Oh! Est completamente seguro.

    El jefe se hallaba confinado en una habitacin de exactamente tres metros por lado.Contaba con una cama blanca, sbanas tambin blancas con un cubrecamas gris. El

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    techo estaba pintado de un color verde que descansaba la vista y el suelo de un grisdiscreto.

    Madre ma! exclam Mary alegremente. Qu ocupado ha estado usted!S dijo el mdico chirriando de dientes. Es l quien ha permanecido muy

    ocupado!La ropa de cama estaba hecha trizas, la cama volcada de lado en medio de la

    habitacin, las paredes sucias. El jefe estaba sentado en el colchn.El doctor Birch dijo severamente:Por qu hizo este estropicio? No ha sido muy sensato, que digamos...Me tenis aqu encerrado, no? rugi el jefe. Usted en su casa arregla las cosas

    a su modo, que yo las arreglar en la ma de la manera que a m me gusta mir aRaymond y a Mary. Hasta cundo van a tenerme aqu?

    Un poco ms solamente le dijo Mary. Tratamos de ayudarle...Sandeces, puras sandeces! Todos estn locos! el jefe estaba perdiendo su

    excelente acento. Sus palabras lo tenan ahora spero, llenas de tonos fricativos yglticos. Por qu me trajeron aqu?

    Slo ser por un da o un par de das cuando mucho dijo Mary para apaciguarlo.

    Y luego le daremos sal, muchsima sal.Un da? Eso es mientras el sol est arriba.No dijo el hermano Raymond. Ve esto? indic el reloj colgado en la pared.

    Cuando esta manecilla haya dado dos vueltas completas... habr transcurrido un da.El jefe sonrea cnicamente.Nosotros guiamos nuestras vidas por este aparato dijo Raymond. Nos ayuda

    mucho.Igual que el gran reloj que hay en Salvation Bluff precis la hermana Mary.El gran Diablo!grit el jefe con ira. Vosotros sois buena gente, pero todos

    vosotros estis locos. Venid a Fleetville y os ayudar. Tenemos muchsimas cabrasexcelentes. Desde all apedrearemos al gran Diablo.

    No dijo Mary en voz baja. Eso nunca lo haramos. Ahora haga todo lo posiblepara complacer al mdico. Este folln que ha armado en este cuarto... est muy mal!

    El jefe se tom la cabeza entre las manos.Dejadme ir! Guardad vuestra sal, y dejad que yo me vaya para mi casa!Tranquilo... dijo el doctor Birch amablemente. No vamos a hacerle ningn dao

    consult el reloj. Es hora de la primera terapia.Llam a dos enfermeros para que llevaran al jefe hasta el laboratorio. Lo sentaron en

    una butaca tapizada y se le pusieron los brazos y las piernas de tal forma que no pudieralastimarse a s mismo. Profiri un grito terrible y ronco.

    Es el gran diablo que baja para observar mi vida...! El director Birch se dirigi a uno

    de los enfermeros.Cubra toda la pared donde est colgado el reloj, distraiga al paciente.Qudese tranquilo le dijo Mary. Tratamos de ayudarle... a usted y a toda la tribu.El enfermero le inyect una dosis de D-beta hipnidina. El jefe se calm, quedse con

    los ojos abiertos mirando al vaco y su pecho huesudo palpitaba.El director Birch habl en voz baja para que lo oyeran slo Mary y Raymond.Es poco sugestionable... Por favor, permanezcan muy quietos, no hagan el menor

    ruido.Mary y Raymond se sentaron cmodamente en dos butacas que estaban a un lado del

    laboratorio.Hola, jefe! dijo el director Birch.

    Hola!Est cmodo?

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    Esto brilla demasiado... Hay demasiada claridad... El enfermero baj la intensidad dela iluminacin.

    As est mejor?Mejor.Tiene trastornos?Las cabras se hieren las patas paradas en las rocas. Los locos han ocupado el valle

    y no quieren irse.Qu quiere decir locos?El jefe call. El director Birch les dijo en un susurro a Mary y a Raymond:Al analizar su concepcin de locura obtendremos alguna pista acerca de su propio

    desequilibrio mental.El jefe permaneca quieto. El director Birch le dijo con voz tranquilizadora:Qu le parece si me cuenta algo de su propia vida? El jefe habl con la mejor

    disposicin.Oh! Bueno. Soy el jefe. Comprendo todas las lenguas y nadie ms en la tribu sabe

    nada de nada.Vaya chollo, verdad?

    Ya lo creo, todo va de la mejor manera sigui hablando, con frases sin sentido, conpalabras a veces ininteligibles, pero apareca claramente, de todos modos, un retrato desu vida. Todo me va estupendamente, no tengo ningn problema y ningn trastorno.Todo es magnfico! Cuando llueve, me encanta calentarme al fuego. Cuando el sol brillay quema, y luego sopla el viento, me siento muy bien. Tenemos muchsimas cabras y haycomida para todo el mundo.

    No tiene problemas... preocupaciones?Oh, s! La gente loca que vive en el valle. Edificaron la ciudad Villa-Nueva. Mala.

    Recto, recto... recto. Malo. Eso es malo. Conseguimos mucha sal, pero abandonamosVilla-Nueva y huimos montaas arriba hasta llegar al viejo lugar.

    No le gusta la gente del valle?Son buena gente, pero estn completamente locos. El gran Diablo los condujo al

    valle y el gran Diablo los vigila constantemente. Pronto todos harn tic-tac... como el granDiablo.

    El director Birch se volvi a Raymond y Mary, con el semblante fruncido por laperplejidad.

    Esto no va bien. Tiene demasiada seguridad en s mismo, es excesivamente rotundo.Podr curarle? pregunt Raymond, con cautela.Antes de poder curar una psicosis explic el director Birch, necesito localizarla.

    Y, hasta el momento, creo estar muy lejos de su origen.Es insensato que mueran como moscas susurr Mary. Y eso es lo que estn

    haciendo los flits. El director se volvi hacia el jefe.Por qu muere su pueblo? Por qu mueren en Villa-Nueva?El jefe respondi con voz spera y ronca.Miran hacia abajo. El escenario no es bonito, pues todo est recortado de forma loca.

    No tenemos ro. El agua corre en lnea recta y duele a la vista. Reventamos el canal ehicimos un bonito ro... Los barracones son todos iguales. La gente se vuelve loca, losmataremos...

    El director Birch lleg a una conclusin provisional.Creo que por el momento es cuanto podemos saber, hasta que estudiemos el caso

    ms a fondo.En efecto dijo Raymond con voz turbada. Deberemos volver a pensarlo.

    Abandonaron el Hogar del Descanso por la puerta principal. Los bancos estabanatestados de pacientes que queran ser admitidos y que iban acompaados por sus

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    familiares. En el exterior el cielo estaba encapotado. Una luz poco intensa indicaba queUrbano se encontraba en alguna parte del espacio.

    El hermano Raymond y la hermana Mary esperaron el autobs junto a la curva dondeel trfico daba la vuelta alrededor de una plazoleta.

    Algo est equivocado dijo el hermano Raymond en voz triste. Algo est muy,pero que muy equivocado.

    Lo peor del caso es que no estoy segura de si la equivocacin est en nosotros lahermana Mary volvi la vista contemplando el paisaje, a travs de los huertos, hacia laavenida Sarah Gulvin y en la lejana el centro de Glory.

    Un planeta extrao siempre significa una lucha manifest el hermano Raymond.Debemos tener mucha confianza, confiar en Dios y, sobre todo, luchar!

    Mary le estruj el brazo. Raymond volvi la vista hacia ella.Qu pasa?He visto, o creo haber visto, a alguien corriendo a travs de los arbustos.Raymond estir el cuello.No veo a nadie.Me pareci que era alguien muy semejante al jefe.

    Imaginaciones tuyas, querida!Subieron al autobs y poco despus disfrutaban de la seguridad de su casita de

    blancas paredes, rodeada de csped y flores.Son el comunicador. Era el director Birch. Hablaba con voz muy alterada.No quera preocuparos, pero el jefe se ha escapado. No aparece por parte alguna.

    Ignoramos dnde est.Lo saba, lo saba! exclam Mary en voz baja.Cree que ofrece algn peligro? pregunt Raymond.No. Su locura no es de tipo violento. Pero ech cerrojo a mi puerta por si las moscas.Gracias por llamarnos, director.No hay de qu, hermano Raymond. Rein entre ambos un profundo silencio.Qu haremos ahora? pregunt Mary, rompindolo.Cerraremos cuidadosamente las puertas y nos iremos a dormir.En algn momento, durante la noche, Mary se despert sobresaltada. El hermano

    Raymond se volvi hacia ella.Qu te pasa?No s, exactamente dijo Mary. Qu hora es? Raymond ech una ojeada al reloj

    de pared.La una menos cinco.La hermana Mary echada en cama permaneca inmvil.Oste algo? pregunt Raymond.

    No. Simplemente tuve... sent como una punzada. Algo va mal, Raymond!El la atrajo hacia s y apret contra su pecho la rubia cabeza de Mary.Todo lo que hicimos creyendo que era lo mejor. Debemos esperar que haya sido la

    voluntad de Dios.Cayeron en un sueo racheado, durante el cual se agitaron y cambiaron

    frecuentemente de posicin. Raymond se levant para ir al cuarto de bao. En el exteriorreinaban las tinieblas. Contra un cielo oscursimo, en el horizonte, por el norte se vea unatenue luz rosada. El rojo Robundo vagabundeaba por alguna parte.

    Raymond, sooliento, regres a la cama arrastrando los pies.Qu hora es, amor mo? volvi a preguntar Mary. Raymond de nuevo lanz una

    mirada al reloj.

    La una menos cinco.Raymond se meti en cama. El cuerpo de Mary estaba rgido.Dijiste... la una menos cinco?

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    Eso dije. Por qu? al cabo de unos segundos Raymond salt de la cama y entren la cocina.

    Tambin el de la cocina indica la misma hora. Llamar al servicio horario y les pedirconfirmacin.

    Se dirigi al comunicador y puls unos botones. Nadie respondi.No contestan.

    Mary se haba incorporado y se apoyaba en un codo.Vuelve a intentarlo.Raymond puls de nuevo los botones correspondientes.Qu raro!Llama a informacin insisti Mary. Raymond marc informacin. Antes de que

    pudiera formular ninguna pregunta una voz clara le comunic.El gran Reloj est averiado de momento. Por favor tenga paciencia. El gran Reloj

    est averiado...A Raymond le pareci que reconoca la voz. Apret el botn de imagen. La voz dijo:Dios le ayude, hermano Raymond.Dios le ayude, hermano Ramsdell... Qu pasa? El mundo anda de cabeza?

    Es culpa de uno de sus protegidos, Raymond. Uno de los flits. Le dio un ataque delocura. Ha roto el reloj a pedradas.

    Que ha roto el reloj... Cmo dice?S, provoc un desprendimiento de tierras y los cantos rodados han acabado con

    nuestro Reloj. Ya no tenemos Reloj!

    Cuando el inspector Coble aterriz en el espaciopuerto de Glory, no encontr a nadiepara recibirlo y darle la bienvenida. Mir de arriba abajo las pistas de despegue. Estabasolo! Un trozo de papel volaba a travs de la parte ms alejada de la pista. Era lo nicoque se mova.

    Qu raro!, pens el inspector Coble. Siempre se encontr a su llegada con uncomit que le daba la bienvenida y le anunciaba un programa que era halagador aunquegeneralmente le agotaba. Primero a la villa del arcediano para un banquete, discursosaduladores e informes sobre los progresos realizados, luego servicios religiosos en lacapilla central y finalmente una visita ceremoniosa a la Gran Montaa.

    Excelentes colonos, los conceptuaba el inspector Coble; pero eran excesivamentehonestos y fanticos para considerarlos interesantes.

    Dio instrucciones a los dos hombres que tripulaban la nave espacial oficial y empez acaminar en direccin a Glory. El rojo Robundo apareca muy alto pero empezaba sudescenso hacia el este. El inspector mir hacia Salvation Bluff para ver cul era la horalocal. Pero un humo intenso y la niebla impedan la visin.

    El inspector Coble marchaba a paso vivo por la carretera y de repente peg un salto yse detuvo. Estir la cabeza, como si oliera el aire y dio una mirada perfectamente circulara su alrededor. Frunci el ceo y sigui caminando, pero ahora lentamente.

    Al parecer los colonos han introducido muchos cambios, pens el inspector. Nopoda determinar en seguida cules, ni cmo. Aquella valla, por ejemplo, estabaparcialmente arrancada. Las hierbas crecan con abundancia en los arcenes. Examin elcanal y entonces percibi unos movimientos entre los arbustos y el sonido de unas vocesjuveniles. Su curiosidad fue en aumento. Coble salv el canal y con los brazos apartunos arbustos.

    Un muchacho y una chica, de diecisis aos poco ms o menos, chapoteaban en uncharco poco profundo. La chica sostena en las manos un mustio ramo de flores acuticas

    mientras el muchacho la besaba. Sorprendidos, volvieron sus rostros hacia le inspector.ste se bati en retirada.

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    De regreso al centro de la carretera, mir de nuevo de arriba abajo. Dnde diablosestaba todo el mundo? Los campos, se hallaban vacos. Nadie trabajaba. El inspectorCoble se encogi de hombros y sigui su camino.

    Pas frente al Hogar del Descanso y mir con curiosidad. Le pareci mucho msgrande de lo que l recordaba: le haban agregado un par de alas nuevas y algunosbarracones provisionales. Se fij en que la gravilla del camino de acceso no estaba tan

    cuidada como debiera. La ambulancia estacionada a un lado del camino aparecaoxidada. El lugar daba la vaga impresin de haber sido abandonado. El inspector, porsegunda vez, se par en seco. Era msica lo que se oa en el Hogar del Descanso?

    Entr en el sendero de acceso y se dirigi al Hogar. A medida que avanzaba oa lamsica con mayor intensidad. El inspector Coble empuj lentamente la puerta de entrada.En la sala de recepcin haba ocho o diez personas ataviados de modo estrafalario:plumas, manojos de hierba seca, corbatas fantsticas de cristal y metal. La msica se oaestridentemente y proceda del auditorio. Era una especie de aullidos salvajes.

    El inspector! grit una mujer guapa de cabellos rubios. Es el inspector Coble!Ya ha llegado!

    El inspector estudi aquella cara. La mujer iba vestida con una chaqueta hecha con

    retales y cosida con cascabelitos metlicos.Es... es... la hermana Mary Dunton? Es... usted?Claro que soy yo! Llega en un momento muy oportuno. Estamos celebrando un baile

    de carnaval. Con disfraces y la tira!El hermano Raymond dio unas fuertes palmaditas amistosas en la espalda del

    inspector.Qu gusto me da verle viejo! Venga, tomaremos un poco de sidra. De primera

    fermentacin! El inspector Coble no acept.No, muchas gracias se aclar la garganta. Voy a salir a inspeccionar por aqu...

    Tal vez ms tarde volver a darme una vuelta por la fiesta.El inspector Coble se encamin a la Gran Montaa. Not que gran nmero de los

    chalets haban sido repintados en los colores ms variados: verde, azul, amarillo y que lasvallas, en muchos casos, haban sido arrancadas. En cuanto al aspecto de los jardinesera deplorable, cubiertos de herbajes y descuidados.

    Empez a ascender por el camino que iba a la vieja Fleetville y al llegar entrevist aljefe. Al parecer los flits no eran explotados, sobornados, engaados, ni estaban enfermosni se sentan esclavizados. Tampoco se llevaba a cabo entre ellos el proselitismo forzosoni eran irritados sistemticamente. Y el jefe pareca de excelente buen humor.

    Mat al gran Diablo le cont al inspector Coble. Ahora las cosas van muchomejor.

    El inspector planeaba escabullirse sin hacerse notar, ir al espaciopuerto y largarse.

    Pero cuando pasaba frente al chalet del hermano Raymond, ste le vio y lo llam.Ha desayunado, inspector?Querrs decir, si ha cenado amor mo! se oy la voz de la hermana Mary que

    llegaba del interior de la casa. Urbano acaba de ponerse.Pero es que Maudio acaba de asomar por el horizonte.Da igual! Huevos con jamn, inspector? Coble estaba cansado y oli el caf recin

    hecho.Gracias! dijo. Si no les importa aceptar su invitacin.Tras los huevos con jamn y cuando ya se tomaban la segunda taza de caf, el

    inspector dijo cautelosamente:Tienen muy buen aspecto, ambos.

    Sobre todo la hermana Mary luca preciosa con su rubia cabellera suelta que le caasobre los hombros.

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    Nunca nos sentimos mejor confes el hermano Raymond. Es simplemente unacuestin de ritmo, inspector. El inspector parpade.

    Cmo dijo? Ritmo? pregunt sorprendido.Para decirlo con palabras ms precisas, inspector: falta de ritmo precis la

    hermana Mary.Todo empez dijo el hermano Raymond cuando perdimos el gran Reloj.

    El inspector Coble gradualmente fue reconstruyendo la historia. Tres semanasdespus, cuando ya estaba de regreso a la ciudad de Surge, se lo explic con sus propiaspalabras al inspector Keefer.

    Estaban perdiendo la mitad de sus energas aferrndose a... bueno, llmelo usteduna falsa realidad. Todos estaban asustados del nuevo planeta. Pretendan que fuera laTierra y, movidos por el entusiasmo, llegaron a mentalizarse hasta el punto de que aquelplaneta era la misma Tierra. Naturalmente, se relaman de gusto incluso antes de haberempezado. Glory es posiblemente el planeta ms desconcertante que cabe esperar. Lospobres diablos trataban de imponer un ritmo terrestre y la rutina de la Tierra sobre aqueldescomunal desorden. Y result lo que no poda por menos que ocurrir: un caosdescomunal!

    No es de extraarse que todos se volvieran locos. El inspector Coble asinti.Al principio, cuando se quedaron sin Reloj, todos creyeron que estaban perdidos.

    Encomendaron sus almas al Seor y se dieron por vencidos. Transcurrieron un par dedas, creo yo... Y se quedaron sorprendidos al constatar que an seguan con vida. Paradecir verdad, incluso disfrutando de la vida. Se acostaban cuando oscureca y trabajabancuando brillaba el sol.

    Pues, segn parece, es un magnfico lugar donde retirarse dijo el inspectorKeefer. Qu tal anda la pesca all, en Glory?

    No es muy buena, la verdad. Pero el pastoreo de las cabras es algo soberbio!

    CUESTIN DE INSTINTOEric Frank Russell

    Era el da de salida de su recepcionista y el doctor Blain deba atender por s mismo elzumbador que comunicaba con la sala de espera. Mentalmente maldijo la prolongadaausencia de su ayudante, Tod Mercer. Puso el tapn en la bureta graduada, tom laprobeta de lquido neutralizante que tena debajo y lo coloc todo en un estante.

    Introdujo una esptula plegable en el bolsillo de su chaleco, se restreg las manos y

    dirigi una breve mirada circular al pequeo laboratorio. Luego, alto y desgarbado,entreabri la puerta que daba a la sala de espera.

    El visitante estaba tumbado en un cmodo butacn. Tras una primera mirada ausente,el doctor Blain le dirigi una segunda ms atenta. Lo que vio fue a un sujeto de semblantecadavrico con ojos de besugo, la tez manchada y plida y las manos hinchadas. Lavestimenta que llevaba le caa al tipo peor que un saco vaco de patatas.

    Blain diagnostic mentalmente que a buen seguro se trataba de un caso de lcerasperniciosas o tal vez de algn esperanzado vendedor de plizas de seguro que el doctorno pensaba ni remotamente adquirir. En cualquier caso, decidi para sus adentros que laexpresin de aquel hombre pareca extraamente retorcida. Lo cierto es que le puso lospelos de punta.

    Hablo con el doctor Blain, supongo? pregunt el hombre del butacn.Hablaba lentamente con una voz que pareca estuviera haciendo grgaras, con un tono

    extrao y su sonido produca un extrao estremecimiento en el interior del doctor Blain.

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    Sin esperar una respuesta y con aquellos ojos muertos fijos en el doctor Blain que seguade pie, el visitante prosigui:

    Somos un individuo de semblante cadavrico con ojos de besugo, de tez manchaday plida y con las manos hinchadas.

    El doctor Blain se sent bruscamente y apret con las manos los brazos del silln, contal fuerza que los nudillos quedaron exanges.

    Su visitante sigui gargarizando lenta e imperturbablemente.Nuestro traje nos cae peor que un saco vaco de patatas. Podramos padecer delceras perniciosas o tal vez somos un esperanzado vendedor de plizas de seguros queusted no piensa ni remotamente adquirir. Nuestra expresin es extraamente retorcida yle pone a usted los pelos de punta.

    El visitante dirigi una mirada de soslayo con unos ojos horriblemente opacos al atnitoBlain. Y agreg:

    Cuando hablamos parece que hacemos grgaras y el sonido de nuestra voz produceun extrao estremecimiento en su interior. Miramos de soslayo con ojos horriblementeopacos.

    Sobreponindose, el doctor Blain se inclin hacia adelante, con la cara sonrojada, todo

    el cuerpo tembloroso. Los pelos grises de su nuca estaban erizados. Antes de quepudiera abrir la boca, su visitante profiri por su cuenta las palabras que el doctor an nohaba expresado.

    Santo cielo! Ha estado leyendo mis pensamientos!Los ojos fros del tipo seguan fijos en la cara sorprendida de Blain mientras ste de un

    salto se puso de pie. En seguida dijo breve y simplemente:Sintese.Blain se qued de pie. Pequeas gotas de sudor surgieron en la piel de su frente y

    empezaron a resbalar por las arrugas de su cara estirada.Con mayor apremio, casi amenazante, el otro repiti:Sintese!El doctor Blain sinti una extraa flojedad en las piernas y se sent. Mir las facciones

    cadavricas de su visitante y pregunt titubeante:Quin diablos es usted?se! el visitante lanz frente al doctor un recorte de peridico.El doctor Blain le dirigi una mirada de indiferencia, pero inmediatamente la cambi por

    una de mayor intensidad e inmediatamente protest:Se trata de una informacin periodstica acerca de un cuerpo sustrado al depsito de

    cadveres.Exactamente reconoci el ser que estaba frente a l.Sigo sin comprender... las estiradas facciones del doctor Blain traicionaban su

    desconcierto.ste dijo el otro, apuntando un dedo exange a su chaleco que le quedabagrande es el cadver de marras.

    Cmo? por segunda vez, el doctor Blain se puso de pie de un salto. De susdedos que temblaban se escap el recorte de peridico que cay revoloteando sobre laalfombra. Baj los ojos hacia el asiento de su butaca donde iba a sentarse, sac poco apoco el aliento con un sonoro siseo y trat de encontrar en vano qu decir.

    ste es el cuerpo repiti el tipo. Su voz sonaba como si fuera expelida a travs deun aceite espeso. Seal con el ndice el recorte.

    No se ha fijado en el retrato? Mrelo. Compare la cara con la nuestra.Nuestra? pregunt Blain a quien la cabeza empezaba a darle vueltas.

    S. nuestra. Nosotros somos muchos. Nosotros dirigimos este cuerpo. Sintese.Pero...Sintese!

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    La criatura sentada frente al doctor Blain desliz una mano fra y flccida al interior delchaleco sucio que usaba y extrajo una gran pistola automtica. Desmaadamente apuntcon ella al doctor. Desde el lugar donde Blain se encontraba la boca del arma parecainmensa. Se sent, recogi el recorte y mir fijamente la fotografa.

    Bajo la misma se lea: El difunto James Winstanley Clegg, cuyo cuerpo hadesaparecido misteriosamente anoche del depsito de cadveres de Simmstown.

    Blain contempl el visitante, luego mir la fotografa y luego de nuevo al desconocido.Ambos parecan tan iguales, que indudablemente eran la misma persona. Y la sangreempez a agolparse a sus sienes.

    El otro baj el arma, e hizo que oscilara entre sus dedos hasta que nuevamente lalevant apuntando al doctor.

    Sus preguntas son anticipadas babose el difunto James Winstanley Clegg. No,no se trata de un caso de resurreccin espontnea de un catalptico. Su idea esingeniosa, pero no explicara la lectura de sus pensamientos.

    Entonces en qu consiste el caso? pregunt Blain haciendo de repente acopio devalor.

    En una confiscacin sus ojos saltaron de forma rara. Hemos entrado en

    posesin de un cuerpo. Ante sus ojos est un hombre posedo el desconocido sepermiti una risita macabra. Al parecer, cuando viva, este cerebro que usamos estabadotado de cierto sentido del humor.

    Sin embargo, no puedo...Cllese! el arma se agit como para dar mayor nfasis a la orden. Debemos

    hablar y usted debe escucharnos. Debemos comprender sus pensamientos.De acuerdo el doctor Blain se retrep en su butaca y con la mirada cansada

    vigilaba la puerta. Estaba convencido que se las entenda con un loco. S, exactamente,un manaco... a pesar de su lectura del pensamiento, a pesar de esta fotografa quefiguraba en el recorte de peridico.

    Hace dos das gorje Clegg o quien en otro tiempo haba sido Clegg, un llamadometeorito tom tierra en las afueras de esta ciudad.

    Algo le en los peridicos admiti el doctor Blain. Lo estuvieron buscando, perono lo encontraron.

    Se trataba en realidad de una nave espacial la automtica colgaba de la manoflccida. El que la empuaba dej que la misma descansara sobre sus rodillas. Setrataba de una nave espacial que nos trajo desde nuestro mundo, Glantok. La nave eraextraordinariamente diminuta de acuerdo con vuestros criterios... pero tambin nosotrossomos muy pequeos, muy diminutos: somos submicroscpicos y constituimos unamirada.

    No, no somos grmenes inteligentes su cadavrico interlocutor acababa de robarle

    el pensamiento que le rondaba por la mente. Somos an ms pequeos hizo unapausa mientras buscaba algunas expresiones ms explcitas. En masa, nosasemejamos a un lquido. Podra considerarnos como unos virus inteligentes, para decirloen cierto modo.

    Oh! Blain luchaba en su interior calculando el nmero de saltos que necesitarapara llegar a la puerta y hacerlo sin revelarle al otro sus pensamientos.

    Nosotros, los glantokianos, somos parsitos en el sentido de que moramos ycontrolamos los cuerpos de criaturas inferiores. Llegamos aqu, a vuestro mundo,mientras ocupbamos el cuerpo de un pequeo mamfero glantokiano tosi con unaviscosidad cavernosa que sala de lo ms hondo de su garganta. En seguida continu:Un perro excitado persigui a nuestra criatura hasta pescarla. Y nosotros nos apoderamos

    del perro. Nuestra criatura muri tan pronto la abandonamos. Y el perro no nos era tilpara lo que pretendamos, pero siquiera nos sirvi para transportarnos a vuestra ciudad

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    hasta encontrar este cuerpo. Y lo adquirimos. Cuando abandonamos el perro, ste seech de espaldas y muri.

    Se oy chirriar la verja de entrada con un ruido repentino que puso los tirantes nerviosde Blain al borde de la ruptura. En el sendero de asfalto que iba hasta la puerta principalse oyeron unos pasos suaves. El doctor Blain esper, conteniendo el aliento, aguzandolos odos y los ojos bien abiertos por la aprensin.

    Tomamos este cuerpo, aflojamos las articulaciones ya rgidas, ablandamos losmsculos muertos e hicimos que andar. Parece que su cerebro era notablementeinteligente en vida e incluso despus de muerto no se han desvanecido los recuerdosalmacenados en su memoria. Utilizamos este cerebro muerto y sus conocimientos parapoder pensar en trminos humanos y conversar con usted de acuerdo con vuestra propiamanera de expresaros.

    Las pisadas se acercaban, se oan ya muy cerca. Blain movi sus pies para adquiriruna posicin ms slida sobre la alfombra, endureci su apretn en los brazos de labutaca y trat de mantener sus pensamientos bajo control. El otro no se dio cuenta niremotamente, pero segua con su cara macilenta vuelta hacia el doctor Blain y continuabahablando.

    Bajo nuestro control, el cuerpo rob esa vestimenta y esta arma. La mente denuestro difunto recordaba el uso de las armas y nos cont cmo esgrimirlas. Y tambinnos habl acerca de usted.

    De m? sorprendido, el doctor Blain se inclin al frente, apuntal sus brazos ycalcul que su pretendido salto difcilmente aventajara a la rapidez con que el otrolevantara su arma.

    Las pisadas que se oan en el exterior haban llegado a los peldaos de acceso aledificio.

    No es sensato le advirti la extraa criatura que manifestaba ser un cadver.Levant el arma con una mano letrgica. Sus pensamientos no son simplemente ledossino que adems son anticipadas sus conclusiones.

    Blain se relaj. Se oan las pisadas que suban por los peldaos y que prontoalcanzaran la puerta principal.

    Un cadver es un mero arreglo provisional prosigui el otro. Nosotrosnecesitamos un cuerpo viviente con pocas o ninguna tara orgnica. A medida quevayamos aumentando necesitaremos ms cuerpos. Desgraciadamente, la susceptibilidadde los sistemas nerviosos est en proporcin directa con la inteligencia de suspropietarios jade, luego pareci atragantarse con el mismo ruido lquido de antes.

    No podemos garantizar que ocuparemos los cuerpos de los inteligentementeconscientes sin volverlos locos durante el tratamiento. Un cerebro desequilibrado nossirve menos que el de un hombre muerto recientemente. Nos servira menos de lo que

    servira a usted una mquina que estuviera averiada.Los pasitos ligeros de antes cesaron, se abri la puerta principal y alguien entr en elpasillo. Se oy que la persona que acababa de entrar cerraba la puerta tras ella. Los piessonaban ahora en la alfombra que se extenda hasta la sala de espera.

    Por lo tanto prosegua el humano que no era humano, nosotros debemos ocuparun ser inteligente mientras est profundamente inconsciente para que no se vea afectadopor nuestra penetracin y debemos haber completado nuestra posesin cuando despierte.Necesitamos del concurso de alguien capaz de tratar al ser inteligente en la forma pornosotros deseada y hacerlo de modo que no provoque sospechas. En otras palabras,necesitamos de la cooperacin de un mdico.

    Aquellos ojos espantosos se abultaron ligeramente. Su actual propietario agreg:

    Teniendo en cuenta que est ms all de nuestro poder animar este cuerpoineficiente por mucho ms tiempo, necesitamos cuanto antes uno fresco, vivo, saludable.

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    hizo deslizar las puertecitas correderas de cristal y tom una botella de sales. Entoncessinti la presin de la automtica entre sus omoplatos.

    Parece olvidar que los procesos de su mente son para nosotros como un libroabierto. Est tratando de reanimarla y ganar tiempo el enfermizo semblante de quienempuaba el arma forzaba a sus msculos para que adoptaran un gesto torcido .Coloque el cuerpo encima de esa mesa y anestsielo.

    A disgusto, el doctor Blain retir la mano del armarito. Tom a la joven, la tendi en lamesa de exmenes y encendi la poderosa lmpara colgada directamente encima deaqulla.

    No ms demoras! coment el otro. Apague esa lmpara... Hay de sobras con laque ya tiene encendida.

    Blain apag la luz. La cara tirante por la agitacin, pero con la cabeza erguida, lospuos apretados, se enfrent al arma que le amenazaba y dijo:

    Esccheme. Voy hacerle una proposicin.Sandeces! el ex Clegg daba vueltas alrededor de la mesa lentamente, arrastrando

    los pies. Como ya le indiqu antes, usted est tratando de ganar tiempo. Su propiocerebro lo dice a gritos se interrumpi de repente cuando oy que la muchacha

    recostada murmuraba palabras vagas y trataba de sentarse en la mesa. Rpido!Aplquele anestsico!

    Antes de que ninguno pudiera moverse, la joven se sent. Enderez la cabeza y mirdirectamente aquella cara cadavrica que haca muecas a menos de un palmo de la suya.Se estremeci y grit con voz que daba pena:

    Dejadme ir de aqu! Permitid que me vaya! Por favor!Una mano hinchada avanz hacia ella y la empuj. Ella se dej caer en la mesa para

    evitar aquel contacto.Pretendiendo sacar ventaja de aquella breve distraccin, Blain desliz una mano a sus

    espaldas tratando de agarrar un atizador de adorno que colgaba en la pared. La pistolaapunt inmediatamente en su direccin incluso antes de que sus dedos pudieran entraren contacto con el arma improvisada y doblarlos sobre el fro metal.

    Usted se olvida de s mismo chispas de ira se encendieron en los apagados ojosdel otro. La comprensin mental no est limitada en determinada direccin. Nosotrosvemos incluso cuando estamos mirando hacia otra parte movi la pistola y con ellaseal a la muchacha: Amrrela.

    Obediente, el doctor Blain encontr unas correas y sujet a la joven en la mesa.Cuando se inclin sobre ella para cerrar las hebillas not que tena hmedos sus grisescabellos y la cara sudorosa. Mir a la joven aparentando un valor y una fe que no senta, ysusurr:

    Paciencia... no tema.

    Dirigi una mirada significativa al reloj de pared que marcaba la hora. Las manecillasindicaban que faltaban dos minutos para las ocho.Por lo que vemos espera que de un momento a otro le llegue ayuda los tonos de

    una mirada de corpsculos efervescan. Tod Mercer, su facttum, debera estar aqudesde hace buen rato. Usted cree que podra serle de ayuda a pesar de que tiene muypoca fe en sus pocas luces. En su opinin es un asno, incapaz de distinguir dnde tienelas manos y dnde los pies.

    Maldito demonio! exclam el doctor Blain ante este recuento de sus propiospensamientos.

    Dejemos que llegue este Mercer. Puede sernos tiles... a nosotros! Somosdemasiado numerosos para slo dos cuerpos, e incluso un tonto viviente es mejor que un

    cadver educado sus labios anmicos se torcieron con un gruido. Entretanto,pngase a trabajar con este cuerpo.Temo que no me queda nada de ter rezong Blain.

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    Pero tiene algo con que reemplazarlo. En este instante piensa en algo parasustituirlo! Y vaya rpido, a menos que quiera que nos apoderemos de su cuerpo aunquetengamos que matarle.

    Tragando saliva, Blain abri un cajn y extrajo una careta nasal. Embuti dentro unpoco de algodn hidrfilo y en seguida lo coloc encima de la nariz de la asustadamuchacha. Se sinti ms tranquilo cuando pudo hacerle un guio para infundirle

    confianza. Un guio no es un pensamiento.Abri una vez ms el armarito. Blain se qued parado frente al mismo, se arm detodas sus facultades y oblig a su mente a recitar: ter, ter, ter. Al mismo tiempooblig a su mano a tomar una botella de cido sulfrico concentrado. Hizo un esfuerzopoderoso para lograr su doble propsito, forzando a sus dedos para que se aproximaranal frasco. Y lo tom.

    Forzando cada fibra de su ser a fin de hacer una cosa distinta a aquella en que estabaconcentrada su mente, dio vuelta en redondo y mientras lo haca desenrosc el tapn delfrasco. Luego se qued inmvil con la botella abierta en su mano derecha. El cadverviviente se puso inmediatamente frente a l apuntndole con la pistola.

    ter! proferan con sarcasmo las cuerdas vocales de Clegg. Su mente

    consciente gritaba ter! mientras su subconsciente susurraba cido!. Cree que suinteligencia inferior puede hacer frente a la nuestra? Cree poder destruir lo que ya estmuerto? Loco! la pistola avanz unos centmetros. El anestsico! Se acabaron lasdilaciones!

    Sin responder, el doctor Blain volvi a tapar la botella y la dej donde la haba tomado.Con mayor deliberacin, movindose con gran lentitud, atraves la habitacin hacia unarmario an ms pequeo, lo abri y tom un pequeo frasco de ter. Lo coloc sobre elradiador y empez a cerrar el armario.

    Squelo de aqu! gru el extrao con chillona voz de alarma. La pistola emiti unclic de aviso mientras Blain volva a tapar la botella. Esperaba que el calor del radiadorprovocara la rpida evaporacin del ter y que el fracaso estallara?

    El doctor Blain no respondi. Tomndose tanto tiempo como pudo, llev el lquidovoltil hasta la mesa. La joven observaba cmo se iba aproximando y en sus ojos seapreciaba la aprensin. Sollozaba en voz baja.

    Blain dirigi una mirada al reloj. Pero, an con mayor rapidez que su mirada, suesclavizador capt su pensamiento y sonri.

    Ya ha llegado.Quin? pregunt Blain.Su hombre, Mercer. Est afuera, a punto de entrar por la puerta principal. Percibimos

    los desvaros de su mente torpe. De verdad que usted no ha subestimado su nfimainteligencia.

    Se abri la puerta principal en confirmacin de la profeca del ex Clegg. La joven seagit bajo las ataduras a fin de levantar la cabeza y apareci en sus ojos un asomo deesperanza.

    Pngale algo en la boca para mantenrsela abierta articul la voz bajo controlajeno. Debemos entrar a travs de su boca hizo una pausa mientras se percibanunos pies pesados que restregaban el felpudo de la puerta de entrada. Y llame a esebobo para que venga aqu. Deberemos usarlo tambin a l.

    Con las venas hinchndose en su frente, el doctor Blain llam a su empleado.Tod! Ven ac!Una corriente de excitacin recorri sus nervios desde los pies a la cabeza. No exista

    ninguna pistola capaz de disparar a dos lugares opuestos simultneamente. Si poda

    lograr que ese idiota de Mercer se pusiera en el lugar adecuado y hacer que por unmomento pensara cuerdamente... si l pudiera estar en un lugar y Mercer en el opuesto...

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    No lo intente! le aconsej Clegg repentinamente animado. Nj siquiera se leocurra pensarlo. Si lo hace lo nico que lograr ser que les poseamos a ambos.

    Tod Mercer entr pesadamente en la habitacin y sus gruesas suelas aporrearon laalfombra. Era corpulento, con anchos hombros que sobresalan debajo de una cara deluna, rechoncha, que luca una barba de un par de das. Se par en seco cuando vio lamesa de operaciones y la chica. Sus ojos grandes, muy abiertos y estpidos iban de la

    chica al doctor y regresaban a la primera.Hola, doctor! dijo con agitacin nerviosa. Tuve un pinchazo y tuve que cambiarun neumtico en plena carretera.

    No te preocupes por eso dijo tras l una voz cavernosa y sardnica. Llegas muya punto.

    Tod dio media vuelta con lentitud retorciendo sus botas como si cada una pesara unatonelada. Fij la vista en lo que haba sido Clegg y dijo:

    Perdone, caballero. No saba que estaba usted aqu.Sus ojos bovinos recorrieron con desinters el cadver viviente, se detuvieron en la

    automtica y luego giraron en direccin al apurado mdico. Tod abri la boca como paradecir algo. Volvi a cerrarla. En sus gruesas y toscas facciones apareci una mirada de

    sorpresa. Sus ojos oscilantes volvieron a fijarse en la pistola.Esta vez la mirada no dur una dcima de segundo. Con la vista solamente se dio

    perfecta cuenta de cuanto ocurra y, con una rapidez increble, descarg un puo macizocomo un jamn en la horrorosa jeta del ex Clegg. El golpe fue dinamita, pura dinamita. Elcadver cay al suelo con un estruendo que hizo vibrar la habitacin.

    Rpido! grit el doctor Blain. Coge la pistola!Salt por encima de la mesa que le separaba de Tod muchacha incluida, aterriz

    pesadamente del otro lado y lanz un puntapi salvaje al arma que an empuaba laflccida mano.

    Tod Mercer estaba de pie avergonzado, volviendo la mirada de un lado para otro. Lapistola dispar con estruendo y el proyectil mell el borde metlico de la mesa, rebot conun ruido similar al de una sierra circular y arranc un buen pedazo de yeso de la paredopuesta. Blain daba puntapis frenticamente. El arma volvi a disparar y el ruido atronen el interior de la habitacin. Se quebraron los cristales del armario ms alejado. Lajoven, amarrada a la mesa, profera gritos agudsimos.

    Las gritos penetraron a travs del obtuso crneo de Mercer y ste entr en accin.Golpeando fuertemente con su pesada bota la mueca de caucho hizo que sta soltara laautomtica de entre sus dedos helados. Entonces se apoder del arma y apunt al exClegg.

    No puedes matarlo de un balazo grit Blain. Dio un codazo a Mercer para ponermayor nfasis a sus palabras. Llvate la muchacha de aqu! Hazlo en seguida,

    muchacho, por el amor de Dios!La voz tajante de Blain no daba pie a ninguna discusin. Mercer entreg la pistola aldoctor, se acerc a la mesa, cort las correas y dej en libertad a la joven que lloraba.Con sus brazos inmensos la levant en vilo y se la llev de la habitacin.

    Tirado en el suelo, el cuerpo robado se retorca y bregaba para ponerse de pie. Susojos haban desaparecido. Sus cuencas estaban ahora inundadas con remolinos deluminosidad esmeralda. Boqueaba y por sus labios se escapaba lentamente unafosforescencia de un verde brillante. l engendro de Glantok abandonaba su husped!

    El cuerpo estaba sentado con las espaldas apoyadas en la pared. Sus extremidades sesobresaltaban y retorcan en posturas de pesadilla. Era un espantoso travest de un serhumano. Verde brillante y vivo verde, se arrastraba sinuosamente, abandonndolo

    por los ojos y por la boca, y formaba serpientes retorcidas y ondulantes y charcos sobre elsuelo. Blain dio un salto fantstico hasta llegar a la puerta y destap la botella de ter queestaba sobre la mesa en el momento de pasar. Se qued un segundo en el umbral,

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    temblando. Luego lanz la botella en el centro de aquella masa verde hormigueante.Encendi su mechero automtico y lo arroj tras la botella. Toda la habitacinresplandeci con un poderoso estallido de llamas que pronto se convirtieron en un fuegoinfernal.

    La joven se aferr fuertemente al brazo del doctor Blain. Ambos estaban de pie junto ala carretera contemplando cmo la casa se converta en pavesas.

    Vine para pedirle que acudiera a visitar a un hermanito mo explic la joven.Creo que tiene sarampin.Pasar a verlo en seguida le prometi Blain.Una furgoneta vena rugiendo por la carretera y se detuvo cerca de ellos con el motor

    an en marcha. Un polica asom la cabeza por la ventanilla y grit.Qu hoguera! Vimos la llamarada desde la carretera a un par de kilmetros de

    distancia de aqu. Ya dimos aviso a los bomberos.Mucho me temo que llegarn demasiado tarde dijo Blain.Estaba asegurada? pregunt el polica con amabilidad.S.No qued nadie en el interior de la casa?

    Blain movi la cabeza afirmativamente y el polica dijo:Sucede que estbamos por esos alrededores buscando a un luntico que se ha

    escapado la furgoneta empez a ponerse en marcha.Oiga! grit Blain. La furgoneta volvi a detenerse. Acaso este loco se llama

    James Winstanley Clegg?Clegg? era la voz del chfer procedente del otro lado de la camioneta.

    Precisamente as se llamaba el tipo que se escap del depsito de cadveresaprovechando que uno de los empleados estuvo de espaldas un minuto. Lo divertido delcaso es que encontraron un perro muerto exactamente donde debiera encontrarse elcadver desaparecido. Los reporteros han empezado a llamarlo hombre lobo, pero a mientender se trata de un simple perro.

    De todos modos, el tipo que buscamos no se llama Clegg intervino el primerpolica. Se llama Wilson. Es chaparro y asqueroso. Vea cmo es sac una manodesde el interior del coche y mostr una fotografa a Blain.

    Blain estudi la foto a la luz de las llamas que se elevaban de la casa. No se pareca niremotamente al visitante inesperado de esta noche.

    Recordar esa cara asegur el doctor Blain, devolviendo la fotografa al polica.Sabe algo acerca de este misterio del tal Clegg? inquiri el polica que conduca

    la furgoneta.Lo nico que s es que est muerto respondi Blain.Y sa era la verdad.

    Pensativamente, el doctor Blain observaba las llamas que como lengetadas seelevaban hacia el cielo de la que fue su morada. Se volvi hacia Mercer que aparecaboquiabierto.

    Lo que me intriga a m es cmo te las compusiste para dar vuelta en redondo ypegarle al tipo se sin que l anticipara tu accin y te dejara seco de un balazo donde teencontrabas.

    Vi el arma y le pegu de inmediato dijo Mercer, extendiendo las manos comoexcusndose. Vi que esgrima la pistola y le pegu sin pensarlo.

    Sin pensarlo! repiti Blain en un murmullo.El doctor Blain se mordi el labio superior y se qued absorto contemplando el fuego

    que iba en aumento. Las vigas del techo se derrumbaban estrepitosamente aumentando

    la intensidad de la hoguera. Suba hacia el cielo una corriente de chispas y pavesas.Con la mente, no con los odos, oy dbiles cantos fnebres de unos extraoslamentos que fueron debilitndose lentamente para finalmente dejar de orse.

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    ARTEFACTOChad Oliver

    Finales de agosto de 1991.Muy por encima de un campo de Nuevo Mxico, por encima incluso del cielo azul, una

    nave disminuy su velocidad y descendi, casi flotando, sobre la Tierra. El astro cercano,abrasador en la oscuridad, perdi su desnudez y se convirti en el dorado sol. La naveprocedente del vaco roz las nubes blancas.

    A lo lejos, a cientos de kilmetros, a travs de medio estado de Tejas, el doctor DixonSanders estaba sentado en su despacho de la Universidad y miraba por la ventana. Lafresca brisa era agradable tras un verano caluroso y las lluvias de agosto haban puestoverdes pinceladas en la tierra.

    Ignoraba que el hombre hubiera descendido por primera vez en Marte.Ignoraba qu tipo de gente haba encontrado all.Tres das despus llamaron a Sanders desde Washington.Al cabo de una hora de haber recibido la llamada subi a un jet que lo deposit en un

    campo de Nuevo Mxico. No apareca ninguna nave espacial a la vista. Vio solamente unblocao de gruesos muros de hormign, dos estructuras parecidas a araas y que tal vezeran torres de radio, misiles antiareos y cobertizos. Vio algunos jets que patrullaban loscielos.

    Un helicptero lo llev tres kilmetros ms all, hasta una nueva y limpia colonia enpleno desierto. Las casas eran blancas y compactas, y una red soterrada de canales deirrigacin haba convertido el rea en un oasis de rboles verdes, hierba, vides y flores.

    En uno de los tejados apareca en letras enormes, una inscripcin: BIENVENIDOS ALSUMIDERO DEL MONSTRUO GILA. Un letrero ms pequeo era ms oficial: rea verde,Nuevo Mxico. Propiedad del gobierno de los Estados Unidos. Prohibido aterrizar.

    Pero ellos aterrizaron.Un camino con un techo que le daba sombra los condujo por delante de seis casas y al

    llegar a la sptima encontraron tres policas militares que montaban guardia ante la puertade entrada. Penetraron en el interior y por una escalera descendieron hasta una sala derecepcin decorada rsticamente. Una pareja de policas militares les abri una puertalateral.

    Sanders entr en la habitacin. Segua reconociendo a un general cuando vea uno ysu impulso a saludar militarmente fue casi incontrolable.

    Es usted Sanders?Para servirlo.Mucho gusto en conocerle, seor. Tiene la bondad de tomar asiento?Sanders se sent, ligeramente sorprendido de que un general le tratara de seor.Seor Sanders, soy el general Ransom, del Servicio de informacin. Quiero

    manifestarle lo mucho que le agradecemos que se haya tomado la molestia de venir aqu.No ha sido ninguna molestia.Sanders experimentaba el deseo de fumar. El general era un tipo grandote,

    simpticamente feo, de pelo gris y unos agudos ojos azules. A Sanders le cay bien.Naturalmente, comprender que cuanto vea y oiga en este lugar debe ser

    considerado como informacin absolutamente reservada. Contamos con su discrecin.Lo comprendo perfectamente, general Ransom.Empecemos.

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    El general dio unos pasos para cruzar la habitacin hasta sentarse detrs de suescritorio. Abri uno de los cajones y sac una cajita. Tena forma cbica y era de ms omenos ocho centmetros de alto. Su apariencia era totalmente corriente. Era metlica. Elgeneral tamborile con los dedos encima del escritorio. Luego, de repente, desliz la tapade la cajita y tendi sta al doctor Sanders.

    En su opinin, doctor, qu es eso? Sanders tom la cajita y mir a su interior.

    Puedo sacarlo?Desde luego.Extrajo el objeto y lo sostuvo en alto con la mano. Era un pedazo de piedra de color

    castao de unos nueve centmetros de largo, por cinco de ancho. Lo examincuidadosamente. La parte superior de la piedra estaba pulida y pareca muy usada. Laparte inferior haba sido tallada netamente, al parecer desconchada a presin, hastaconvertirla en un filo en forma de V. Las huellas del tallado an eran claramente visibles.Visto de lado, el objeto era ligeramente cncavo en su borde tallado. Sanders lo empu ylo sostuvo con la parte pulida superior en la palma de su mano cerrada.

    Qu dice, doctor?Presumo que se trata de algo muy importante, quin sabe por qu razn.

    S, es muy importante.Sanders escogi cuidadosamente sus palabras.Fabricado con slice o pedernal o algo sumamente parecido. El borde inferior

    evidentemente trabajado. Yo dira que por medio de tallado de presin indirecta. A miparecer se trata de un artefacto, una herramienta hecha por el hombre. Podra ser unrascador. Es una herramienta corriente para despellejar u otro uso parecido. Sin embargo,difcil sera decir cmo fue usado. Es un utensilio hecho muy toscamente, pero bien hechoen lo que cabe. Mucho me temo decirle que no le veo nada de particular.

    El general se inclin hacia adelante por encima de su mesa.Qu edad tiene?Sanders se encogi de hombros.Lo siento, pero slo con el raspador no puedo decirlo. La mayora se parecen mucho

    y se encuentran por todas partes del mundo y desde comienzos del Pleistoceno hastanuestros das. Si lo hubieran encontrado junto con huesos, restos de carbn o cermica, opuntas de lanza... diablos, cerca de algo! O si lo hubieran encontrado en algn estratogeolgico de fecha determinada, podra intentar fijarle una edad determinada.

    Lo encontramos solo, sin nada alrededor. En la superficie del desierto explic elgeneral Ransom, sonriente.

    Entonces, en realidad, fijarle fecha sera asunto de mera conjetura.Pero se trata de un utensilio?Ya lo dije, s. Ignoraba que el ejrcito estuviera tan interesado en las culturas

    primitivas.Eso depende de dnde se encuentran tales primitivos.De nuevo en guerra con los apaches?No, aunque tenemos uno en este campo que es un ingeniero espacial de primera

    clase. Ojal fuera de los apaches de quienes tuviramos que ocuparnos... Dgame unacosa, doctor, si usted como arquelogo tuviera que hallar ms datos acerca de estepequeo utensilio quin lo fabric, qu edad tiene, informaciones de ese tipo, cmoy por dnde empezara?

    Sanders frunci el cejo.Regresara al lugar donde fue hallado y tratara de encontrar alguno de similar en el

    mismo lugar. Si tras excavar encontrbamos alguno ms junto con otros objetos,

    podramos darle mayor informacin sobre l.Estara dispuesto a emprender una bsqueda, doctor, si el gobierno de nuestro passe lo pidiera?

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    Claro, si fuera tan importante. Desde luego tengo clases que dar en el instituto... Apropsito, de dnde proviene? De esos alrededores?

    Depende de lo que se entienda por alrededores, doctor Sanders. Fue encontrado enMarte.

    Fue un poco lento de comprensin. Sbitamente se dio cuenta.Pero eso quiere decir que...

    Exactamente interrumpi el general Ransom.

    Sanders estaba algo sorprendido ante su tranquila aceptacin del hecho de que elhombre hubiera puesto pie en Marte, en realidad lo estuvo esperando como todo elmundo. Saba que sucedera en cualquier momento.

    Pero hallar all un utensilio era otra sorpresa.Un utensilio es una herramienta hecha por el hombre.O por alguien parecido al hombre?Por qu yo? pregunt. No soy astronauta. Y me gusta vivir aqu.Voy a serle completamente sincero. Nuestra expedicin ha sido organizada en el

    mayor de los secretos. No es precisamente la forma que hubiramos preferido pero

    teniendo en cuenta la situacin mundial sa es la nica manera de proceder. Tarde otemprano se darn las noticias. Se nos presenta por delante un espinoso asunto en laONU. No tenemos ningn derecho de mantener el utensilio en secreto y cuandotengamos que hablar de l se formularn algunas preguntas que habr que responder.Comprende?

    Bueno, comprendo que necesiten un arquelogo. Pero de nuevo le pregunto, porqu yo?

    No podemos obligarle a ir...Me doy cuenta de eso. Simplemente quisiera saber por qu razones me solicitan.Ransom empez a enumerrselas.Una, podemos confiar en usted. Dos, creemos que es el hombre indicado para el

    trabajo: bien preparado para l y adems con una buena dosis de imaginacin. Tres, esten buenas condiciones fsicas; aunque, desde luego, lo someteramos a un examenmdico oficial. Finalmente... Me permite que se lo diga con franqueza brutal?

    Hable.Tengo entendido que su esposa se divorci de usted. Sinti que le escoca la vieja

    herida, pero mantuvo cara inexpresiva.Es verdad.Sus padres ya murieron. Tiene un hijo trabajando en negocios petrolferos.

    Precisamente, no se lleva muy bien con l.As es.

    Decidi trabajar en una oscura institucin de enseanza y su ausencia puede serfcilmente cubierta.En otras palabras, nadie me echar de menos si no regreso.Bueno, no llegara a decirlo con estas palabras.Sanders dirigi una mirada z\ utensilio que tena en la mano. Lo volvi a meter en el

    interior de la caja y se la alarg al general.Har lo que est en mi mano.Se lo agradeceremos mucho, Sanders. Si quiere una medalla ya puede empezar a