Abal Medina Unidad 8

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  • SISTEMAS POLTICOS COMPARADOS CTEDRA: ABAL MEDINA

    UNIDAD 8

    -LIPSET, Seymour M. y Stein Rokkan (1992) uDivisin, sistemas de partidos y alineamientos electorales"

    Pg.l -SARTORI, Giovanni (1976) Partidos y sistemas de partidos, Madrid, Alianza

    . (caps. 5 y 6). Pag.45

    -ROBERTS, Kenneth (2002) "El sistema de partidos y la transformacin de la representacin poltica en la era neoliberallatin~americana.

    Pg. 101

    -rvfUST APIC, Ana Mara (2002) u Del Pa~tido Peronista al Partido Justicialista. Las transformaciones de un partido carismtico".

    Pg.113

    -LEVITSKY, Steven (2004) "Del sindicalismo al clientelismo: La transformacin de los vnculos partido-sindica tos en el peronis111o, 1983-1999n.

    ~ - Pg.127

    -ABAL MEDINA, Juan Manuel (2006) "Explicando las causas internas del surgimit::nto y la crisis del FrentE Grande".

    Pg.143

    -MACKINNON, Moira. tvf "Los aos formativos del partido peronista" Pg.l63

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  • uf\,'J.>J. !ffi: ~fa tj.

    10. ESTRUCTURAS DE DIVISIN, SISTEMAS DE PARTIDOS Y .ALINEAMIENTOS ELECTORALES

    por SEYMOUR MARTIN LIPSET y STEIN ROKKAN

    Formulaciones iniciales

    TEMAS PARA EL ANLISIS COMPARADO

    Los anlisis reunidos en ef:te trabajo abordan una serie de cuestiones fundamenta-les de la sociologa poltica comparada.

    El primer grupo de temas se relaciona con la gnesis del sistema de contrastes y di-''L,iones en una comunidad nacional: Qu conflictos se presentan primero y cules des-pues? Cules resultaron ser temporales y secundarios? Cules obstinados y omnipre-sentes? CuMes se mezclaron entre s y produjeron coincidencias entre aliados y enemi-gos, y cules se reforzaron mutuamente y polarizaron a la ciudadana nacional?

    El segqpdo grupo de temas se centra en las condiciones para el desarrollo de un sistema estable de divisiones y oposiciones en la vida poltica nacional: Por qu algunos conflictos tempranos establecieron oposiciones de partidos y otros no? Qu puntos de vista e intereses contrapuestos de la comunidad nacional produjeron oposicin directa en-tre partidos y cules se agruparon dentro de los amplios frentes de los partidos? Qu condiciones favorecieron agrupaciones amplias de grupos de oposicin, y cules ofrecie~ ron mayor incentivo para la articulacin fragmentada de intereses nicos o de causas es-l

  • 232 DIEZ TEXTOS BSICOS rv:: CiENCIA POLTICA

    rapidez los cambios en las condiciones econmicas, sociales y culturales, producidos por el estancamiento o crecimiento econmico, se tradujeron en cambios en las fuerzas y en las ~~strategias de los partidos'! Cmo influy el xito p9ltico en los ndices de movili~ zacin y en la obtencin de nuevos apoyos a cada partido? Los partidos reclutaron nue-vas clientelas y cambiaron de seguidores al demostrar su. viabilidad como canales de in-flueacia en los procesos de elaboracin de decisiones'! . . '

    stos son algunos de los temas que esperamos aclarar. Hemos reunido anlisis de datos sobre las condiciones econmicas, sociales y culturales de oposiciones partidistas y de reacciones del electorado en doce sistemas polticos competitivos en la actualidad y uno que fue competitivo anteriormente. Diez de los doce sistemas competitivos son oc-cidentales: cinco angioparlantes, tres europeos continentales y dos nrdicos. Espaa es el sistema que fue competitivo y luego autoritario. Los dos casos que no pertenecen a Oc-cidente son Brasil y Japn.

    Todos estos anlisis tienen una importante dimensin hist6rica. La mayora de ellos se centra en datos que corresponden a elecciones celebradas en los aos cincuenta, pero todos nos enfrentan de un modo u otro con la comparacin de desarrollos: para. entender los alineamientos concretos de los 'electores que respaldan a cada \lno de los partidos, de-bemcs disear el mapa de las variaciones en las secuencias de alternativas establecidas por los ciudadanos activos y pasivos de cada sistema desde que surgi una poltia com-petitiva. Los partidos no se presentan simplemente de novo al ciudadano en cada elec-cin. Cada uno de ellos tiene una historia, y .tambin la tiene el conjunto de alternativas que ofrecen al electorado. En estudios de una nacin concreta no siempre debemos tener en cu,~nta esta historia al analizar alineamientos contemporneos: suponemos que los par-tidos son hechos dados e igualmente visibles para todos los ciudadanos de la nacin. Pero, cuando entramos en anlisis comparativos, es necesario aadir una dimensin his-trica. No podemos simple y llanamente explicar el sentido de las variaciones en los ali-neamientos actuales sin datos detallados de las diferencias en los procesos de formacin de los partidos y en el carcter de las alternativas ofrecidas a los elec:torados antes y des-pus c:.e la ampliacin del sufragio.' Debemos efectuar nuestros anlisis comparativos en varias etapas. Primero tenemos que considerar los procesos iniciales para llegar a lapo-lti~a competitiva y a la institucionalizacin de las elecciones masivas, luego debemos de-senredar la maraa de divisiones y oposiciones que produjeron el sistema nacional de or-ganizaciones de masas para la accin electoral y entonces y slo entonces podremos apro-ximarLos a cierta comprensin de las fuerzas que producen los alineamientos actuales de

    J. A veces los analistas de una sola nacin muestran muy poca conciencia. de esta dimensin histrica de la in-vestigacin poltica: Bemard Berelson y sus colegas se preguntan en su captulo terico final de Voting (University f Chi-cago Press, Chicago, 1954), por qu han sobrevivido democracias a lo largo de los siglos (p. 311, la cursiva es nuestra). Lo problemtico de este enunciado poco riguroso no es el eJTOr del dato histrico (slo los Estados Unidos haban tenido poltica CQmpetitiva y sufragio casi universal durante ms de cen aos, aunque slo para varones blancos, y la mayorla de los Estados de Occidente no alcanzaron la etapa de la democracia con sufragio pleno antes de finales de la primera guerrc1 mundial) :;ino el supuesto de qu(~ la democracia de masas tiene una historia tan larga que los acontecimientos de las pri-meras etapas de movilizacin poltica no ejercen ya ninguna influencia en los alineamientos electorales de hoy. En reali-dad, en la mayora de los estado~ de Occidente los procesos decisivos de fom1acin de partidos se desarrollaron en las d-cadas inm~diatamente anteriores y posteriores a la ampliacin del sufragio. y estos mismos acontecimientos an estaban vivos en el recuerdo personal de grandes sectores de los elecwres en la dcada de 1950.

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  • DIVISIN, SISTEMAS DE PARTIDOS Y ALINEAMIENTOS ELECTORALES 233

    votantes que e;...,tn detrs de las altcmativas histricamente dadas. En las democracias oc-cidentales raras veces se convoca a los votantes para 'que manifiesten su posicin sobre temas sueltos. Lo habitual es que se enfrenten a elecciones entre ,paquetes histrica-mente dados de programas, compromisos, actitudes y, a veces, Weltanschauungen; y su compartamiento actual no puede entenderse sin cierto conocimiento de las series de acon-tecimientos y las combinaciones de fuerzas que produjeron esos paquetes. Nuestra ta-rea es elaborar modelos realistas que puedan explicar la formacin de los diferentes sis-temas de paquetes de este tipo bajo diferentes condiciones de desarrollo socioecon-mico y de poltica nacional, y ajustar la informacin sobre estas variaciones del carcter de las alternativas a nuestros planes para el anlisis de la conducta electoral actual. Te-nemos la esperanza de aclarar los orgenes y la solidificacin de diferentes tipos de sis-temas de partidos, y pretendemos reunir materiales para el anlisis c~mparatvo de los alineamientos actuales de votantes que estn detrs de los paquetes de alternativas his-tricamente dados en los diferentes sistemas.

    En este trabajo nos limitaremos a unos cuantos casos de comparacin sobresalien-tes. Para un estudio plenamente compararivo "de los sistemas de partidos y de los alinea--mientos electorales en Occidente, y ms an de los sistemas competitivos en otras regio-nes del mundo, hay que esperar a que se comp.letcn una serie de anlisis sociolgicos de-tallados sobre desarrollos polticos n~;:;ionales. 2 Analizaremos primero una tipologa de 1 as b::tses de divisin posibles dentro de comunidades polticas nacionales; pasaremos lue-go a considerar los sistemas de partidos concretos actuales de pases occidentales y, por ltimo, sealaremos laimportancia de las diferencias entre los sistemas de partidos en los :1!ine:mientos de los votantes segn las alternativas entre las que se les pide que elijan. En esta ltima seccin prestaremos atencin a alineamientos basados en criterios socio-C;llturales tan evidentes como regin, clase y credo religioso, pero tarnbin a alinea-n ientos basados en criterios estrictamente polticos de pertenencia a grupos de noso-

    lms frente a los ellos. Consideraremos la posibilidad de que los propios partidos se constituyan en polos de atraccin significativos y produzcan sus propios alineamientos independientemente de soportes geogrficos, sociales y cultural~s.

    EL PARTIDO POLTICO: AGENTE DE CONFLICTO E INSTRUMENTO DE INTEGRACIN

    Partido ha significado, a lo largo de la historia de la poltica de Occidente, divi-sin, conflicto, oposicin dentro de un cuerpo poltico.3 Partido deriva etimolgica-mente de parte y desde que apareci por primera vez en el discurso poltico, al final de

    2. Hay un estudio de intentos recientes de elaborar historias estadsticas de evoluciones polticas nacionales en S. Rokkan, Electoral Mobilization, Party Competition and National lmegraton, captulo de J. LaPalombara y Myron Weiner, eds., Political Porties and Political Deve/opment, Princeton Univ. Press, Princeton, 1966.

    3. Hay un anlisis sumamente ilustrativo del papel de la teorfa de los partidos en la historia del pensamiento po ltico en Erwin Faul, Verfenmung, Duldung und Anerkennung des Parteiwessens in der Geschchte des politischen Den-kenS>>, Poi. Viertelj.schr. 5(1), marzo 1964, pp. 60-80.

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  • 234 DlEZ TextoS BSICOS IJE CIENCIA POLfTtCA

    la Edad Media, ha conservado siempre esta referencia a 011 conjunto de elementos en competicin o.en discusin con otra serie de el-ementos en un conjunto unificido.4

    Se objetar que, como el siglo xx nos ha proporcionado una abundancia de parti do5 m()nolticos, pat'tidos totalitarios y Sistemns unipartidistas, ello augiere otro aenti do delt' 1mino, un uso divergente. Se trata de Ul}ll vieja ambigedad en su uso. Max We-ber en Wirtsc:haft und Gtselltschaft analizaba la utilizncin de la palabra partido en descripciones de ln poltica de las ciudades italiauus medievales y afinnaba que los gUel fos florentinos dejaron de ser un pru:tido en sentido sociolgico cuando se constituyeron en parte de la burocracia goben1ante de la ciudad.! Weber se neg expl9itamente a acep-tar cualquier equivalencia entre partido como se utilizaba en las descripciones de lapo-ltica voluntaria competitiva, y partido como se aplicaba a los sistemas monolticos. Aunque la diferenciacin. tenga una evidente importancia analtica, hay, sin embargo, .una unidad latente de uso. El partido totalitario no opera a travs de la.freie Werbung (la libre competencia cr1 el mercado poltico)sino que es una parte de un conjunto mucho mayor y est en oposicin a otras fuerzas dentro de ese conjunto. El partido totalitario tpico est formado por la parte activa, movHizadora del sistema nacional: no compite con otros par-tidos por cargos y favores pero, aun as, procura movilizar al pueblo contra algo: contra fuerzas conspiradoras dentro de la comunidad nacional o contra las presiones amenazadq-ras de enemigos extranjeros. Desde una pe1spectiva occidental, tal vez las elecciones no tengan mucho sentido en los sistemas totalitarios, pero cumplen, sin embargo, importantes funciones legitimadoras: son rituales de confirmacin en una campaa continua contra la opcsicin oculta, contra los adversarios ilegtimos del rgimen establecido.

    3ea cual sea la estructura de la organizacin poltica, los partidos han servido como agentes esenciales de movilizacin y han ayudado a integrar comunidades locales en la . naciri o en una federacin ms amplia. Esto sucedi con los primeros sistemas de parti-dos competitivos y sigue siendo bsicamente cierto en las naciones con pa1tido nico de la era poscolonial. Will.am Chambers, en su penetrante anlisis de la formacin del sis-tema de partidos estadounidense, ha reunido una amplia gama de indicios del papel inte-grador de los primeros partidos nacionales, los federalistas y los republicanos democrti-cos: fueron las primeras organizaciones autnticamente nacionales, y realizaron los pri-meros esfuerzos positivos para sacar a los nmteamericanos de su comunidad local y de su Est::tdo y asignarles papeles en la poltica nacional. 6 Los estudios de partidos en las nuevas naciones del siglo xx llegan a conclusiones similares. Ruth Schachter ha demos-trado cmo las organizaciones un partidistas africanas han sido utilizadas por los diri-gentes polticos para despertar un sentido de comunidad nacional ms amplio 7 y para

    4. Hay un estudio general de los usos actuales del trmino partido en el marco de un anlisis comparado de sistemas polticos monolticos frente a pluralistas en Giovanni Sartori, Porties and Party Systems, Harper & Row, Nueva York, 197.

    5. Wenn cine Partei eine geschlossene, durch die Verbandsordnung dem Verwaltungsstab eingegliederte Verge-selschaftung wird -wk z.B. die "parte Guelfa" ... -, so" ist sic keine Partei mehr sondern ein Teilverband des politischen Verbandc.V>> (la bastardilla es nuestra), Winschaf/ und Gesellschaft, 4.' ed., Mohr, Tubinga, 1956, I, p. 168; vase la tentativa de traduccin en The Theory of Social and Economic Organizo/ion. The Free Press, Nueva York, 1974, pp. 409-410.

    6. W. Ch.ambers, Pm;ties in a New Narion, Oxford University Press, Nueva York, 1963, p. 80. 7. Ruth Schachter. , Amer. Po/. Sci. Rev., 55 (1961), p. 301.

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  • . 236 DIEZ TEXTOS BSICOS DE CIENCIA POLfTICA

    tos y l~'s contrastes y tensiones latentes de ]a estructura social existente, y fuerzan -a los ciudadanos a aliarse entre ellos por enCima de .Jas. lnea~ de divisin ~structurales as oomo a establecer prioridades entre sus fidelidades hacia los papeles. establecidos o even-tuales del sistema. Los partidos tienen una funcin expresiva; elaboran una re~rica para la tradccin de los contrastes de la estructura. social y cultural en exigencias y presiones

    para la accin o la no accin. Pero tienen tambin funciones instrumentales y represen-tativas: fuerzan a los portavoces de los diversos puntos de vista e intereses contrapuestos a llegar a acuerdos, a escalonar peticiones y a agregar presiones. Los partidos pequeos pueden contentarse con funciones expresivas, pero ningn partido puede tener la espe-ranza ae llegar a ejercer una influencia decisiva en los asuntos de una comunidad sin cier-ta voluntad de superar las divisiones existentes para establecer frentes comunes con ad-versarivs y enemigos potenciales. Esto sucedi en la primera etapa de las formaciones partidistas embrionruias en tomo a agmpaciones y clubes de notables y legisladores, pero la necesidad de alianzas ms amplias se agudiz al ampliarse los derechos de participa-cin a nuevos estratos de la ciudadana.

    Los partidos que aspiran a posiciones mayoritarias en Occidente ~on conglomera-dos de grupos que discrep:an en an1plias gamas de cuestiones, pero, sin embargo, estn unidos por su mayor hostilidad hacia sus competidores de los otros campos. Pueden sur-gir conflictos y controversias de una gran variedad de rela;::iones en la estructura social, pero slo unos pocos tienden a polarizar la poltica de un sistema determinado. Hay una jerarqua de bases de divisin en cada sistema y estos rdenes de primaca poltica no slo vruian entre Estados, sino que tienden tambin a experimentar cambios con el tiem-po. Estas diferencias y cambios del peso poltico de las divisiones socioculturales plan-tean problemas fundamentales en la investigacin comparada: Cundo es ms probable que resulte polarizadora la pertenencia a una regin, una lengua o una raza? Cundo al-canzar preeminencia la clase social? Cundo sern bases de divisin igualmente im-portantes las fidelidades de credo y las identidades religiosas? Qu circunstancias es ms probable que favorez~an el acuerdo de esas oposiciones dentro de los partidos y en qu circunstancias es ms probable que constituyan problemas entrelos partidos? Qu tipos de alianzas tienden a maximizar la tensin sobre el Estado y cules ayudan a integrarlo? Cuestiones como stas estarn en el programa de la sociologa poltica comparada du-rante lts aos futuros. No es que falten hiptesis, pero se ha hecho muy poco hasta el momento en relacin con el anlisis sistemtico de varios sistemas. Se ha dicho a menu-do que los sistemas estarn sometidos a una tensin mucho mayor si las principales l-neas de 'divisin .se relacionan con la moral y la naturaleza del destino humano que si se refieren a cuestiones negociables y mundanas como los precios de los artculos, los dere-chos de deudores y acreedores, los salarios y beneficios y el control d,e la propiedad. Sin embargo, esto no nos lleva demasiado lejos; lo que queremos saber es cundo un tipo de divisin destacar ms que otro, qu clases de alianzas han producido y qu.consecuen-cias ha tenido este conjunto de fuerzas en la elaboracion del consenso en el Estado na-cional. No pretendemos encontrar soluciones claramente definidas, pero hemos intentado empujar el anlisis un paso ms all. Empezaremos re.visando una serie de fuentes lgi-camente posibles de tensiones y oposiciones en estmcturas sociales y pasaremos luego a

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  • ' ,;r()~, s;"TEMAS DE PAKTIDOS Y ALINEAMIENTOS ELECTORALES 237

    .) ,\ ,; maro de ,;J~ :~jemplos empricamente existentes de expresiones polticas c.Oi!flictos. En este contextono hemos intentado ofrecer un esquema glo-

    . ,d ',, Jnll :;1s, pero nos gustara sealar una posible va de aproximacin. ,j( ~. 't' naes de divisin. 1 1 :rn, cudruple apareci por primera vez en Working Papers in the Theory

    . N /.. 1 arta de una clasificacin cruzada de cuatro alternativas bsicas de orienta-

    . ,.o:, ,, Tlape!es adoptados por agentes en los sistemas sociales:

    -------------------------- : 'oi ~'f{oriwci6n

    uh;ew >iturH:iona/es

    (iniversa:ismo a ldrisnlo

    \e ua_r;_.~

    l:l

    Calidad

    Actitudes hacia objetos

    III. Especificidad frente a Dispt!rsin

    IV, Afectividad frente a Neutralidad

    Funciones correspondientes para .el sistema

    Adapta..:1n

    Integracin

    Logro de Objetivos Latencia: pauta mantenimiento y alivio tensin

    t:sl1n::;rna abstracto sirvi como paradigma bsico en una serie de intentos su-, r:

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    238 DlEZ TEXTOS BSICOS DB CJBNClA POL.t1'1CA

    PEFUIP!CTIVA TEMPOAAL

    lnttrument"l Con1umldor

    0 @]

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    1 Subtltltml Logro adapUitlvo ..,__" Movlllzacl6n de1eoureoe .... objetivo -~~ ""i~

    Jf ......... ....-:'~. . '' ~~~ '~! [] IIl

    0 Mantenimiento Subsistema E pauta integrador .!!! = familias --- lealtad, solidaridad, compromiso El Pblico .5 Escuelas "Comunidades

    Asoaaaones

    F1a. 10.1. El paradigma parsoniano de intercambios sociales.

    ciedad territorial determinada limitan las alternativas e influyen en las decisiones de los dirigentes del gobierno y de sus organismos ejecutivos: todos ellos son procesos de in-tercambio entre los subsistemas 1 y O .13 . .

    Tambin quiere saber lo dispuestos o lo reacios que son los sujetos individuales y las familias de la sociedad a dejarse movilizar para la acdn por los diversos movimien-tos y asociaciones, y cmo deciden en casos de rivalidad y conflicto entre diferentes agentes movilizadores: todas stas son cuestiones sobre intercambios entre los subsiste-mas Le/.

    Por ltimo, le interesa localizar regularidades en la conducta de familias y sujetos individuales en SJ.IS intercambios directos (L a O, O aL) con los rganos territoriales de gobierno, ya sea en el cumplimiento de normas legales,. como contribuyentes y como po-tencial human.o reclutado, o como votantes en elecciones y consultas institucionalizadas.

    13. Parsons ha especificado las entradas y salidas del intercambio 1-0 en estos trminos:

    Apoyo generalizado

    Jefatura efectiva O: ESTADO PBLICO:/

    Defensa de polticas

    Decisiones vinculantes

    Vase Voting and the Equilibrium of the American Political System, en E. Burdick y A. Brodbeck, eds., American Vo-ting Behmior, The Free Press, Nueva York, 1959, pp. 80-120.

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  • DIVISIN, SISTEMAS DE PARTIDOS Y ALINEAMIENTOS ELECfORALES 239

    Pero no pretendemos abordar todos los intercambios entre 1 y O, entre 1 yL, o C?n-tre L y O. Slo nos interesan los intercambios /-0 en cuanto fomentan el desarrollo de sistemas de partidos competitivos, y los intercambios 1-L en la medida en que ayudan a establecer vnculos claros de pertenencia, identificacin y disposicin a.la movilizacin entre ciertos partidos y ciertas categoras de sujetos y de familias. Y no nos interesan en absoluto los intercambios L-0, sino slo los que se expresan en elecciones y en organi-zaciones para la representacin formal.

    De acuerdo con el paradigma parsoniano nuestras tareas son en realidad cu-druples:

    1. Primero debemos examinar la estructura interna del cuadrante 1 en una serie de sociedades territoriales: Qu divisiones se haban manifestado en la comunidad na-cional en las primeras fases de consolidacin Y qu divisiones surgieron en las fases sub:-siguientes de centralizacin y crecimiento econmico? Abordaremos cuestiones de este tipo en la seccin siguiente.

    '2. A continuacin, nuestra tarea es comparar series de intercambios 1-0 para lo-calizar regularidades en el proceso deformacin de partidos. Cmo encontraron expre-sin poltica las divisiones heredadas y cmo la organizacin tenitorial del Estado-na-cin, la divisin de poderes entre gobiernos y parlamentos y la ampliacin de los dere-chos de participacin y consulta influyeron en la formacin de alianzas y oposiciones emre lcndencias polticas y movimi~ntos y acabaron produciendo un sistema de partidos diferenciado? En las dos secciones siguientes nos ocuparemos de cuestiones relacionadas con esl.os problemas.

    ::;. Nuestra tercera tarea es estudiar las consecuencias de estos fenmenos para los intercambios 1-L. Qu idenudades, qu solidaridades, qu experiencias comunes pudie-ron reforzar y utilizar los partidos emergentes y cules tuvieron que suavizar o ignorar? ,En qu secta~ de la estrucmra social les fue ms fcil a los partidos encontrar apoyo es-table y dnde hallaron ias barreras ms impenetrables de recelo 'y rechazo? Abordaremos estas cuestiones en la seccin final.

    4. Y nuestra tarea final es aplicar todos estos datos al anlisis de los intercambios L-0 en el funcionamiento de las elecciones y el reclutamierzto de representantes. Hasta qu punto las distribuciones electorales reflejan divisiones estructurales en la sociedad concreta de que se trata? Cmo influye en la conducta electoral la disminucin de alter-nativas que trae consigo el sistema de partidos?' Hasta dnde son obstaculizadas las ten-tativas de adoctrinamiento y movilizacin, debido a la formacin de una maquinaria elec-toral polticamente neutral, la formalizacin y regularizacin de procedimientos. y la im-plantacin del voto secreto?14

    i4. Talcott Parsons, en una comunicacin privada, ha sealado una serie de dificutades en este enunciado: hemos singularil.ado los atributos funcionales dominantes de una serie de actos pollticos con'cretos sin considerar sus diversas fun-ciones secundarias. Es evidente. que ur. \oto puede considerarse un acto de apoyo a un movimiento concreto (L-l) o a un grupo concreto de dirigentes {1-0) as como una ficha en la interaccin directa entre familias y autoridades territoriales cons-tituidas (L-0). Nuestra idea es que, en el eswdio de politica electoral de masas en los sistemas competitivos de Occidente, ha)' que establecer una diferenciacin bsica entre el voto como una fonna normal de legitimacin (al representante elegido le legitiman los votos efecti"OS. incluso los de, sus ad.ersaripsl y el voto como expresin de lealtd al partido. La regulari-

    Q 1

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    240 nmz TW\TOS liSICOS O! ClaNCJA ~OL.fTICA

    . Bajo esta interprt:taci6n del c;~aquama pano1~iano, hu)' un modelo simple de trc1 fa sea del proceso de fomtacin de la rtac:i6n:

    En la primera fase los esfuer:ws de penetracin 'y rcsularizacin que parten del cen tro nacional aumentun las resistencias territoriales y pluntean problemu de identidad cul tural. I .. a frase Soy virginiano o norteamericaJlO? de Robert E. Lee ea una expreal6n tpica de las ten~iones O"L que se generan en el proceso de f'onnacin de la nacin.

    Un la segunda fase e.~tas r.1posiciones locales a la centralizacin producen una va' riedad de alianzas entre lus Ct'J:rtlunidades de lu nacin: los destinos comunea de laa fa milias de la casilla L generan asociaciones y organizaciones en la casilla /, En algunos casos (~Stas alianzas pondrn a una patte del territorio nacional cqntra otra. ste es el caso tpico de pases donde convergen una serie de lealtades contrarias al orden establecido: tnicas, religiosas y de dase, en Irlanda bajo el dominio britnico; de lengua y clase en Blgica, Finlandia, Espaa y Canad. En otros casos las alianzas tendern a extenderse por la nacin y a enfrentar a adversarios en todas las localidades. En la tercera fase, las alianzas de la casilla 1 entrarn en la casilla O y lograrn cierto control, no slo del uso de recursos nacionales centrales (intercambios 0-A), sino tambin sobre la canalizacin de los flujos de legitimacin de L a O. Esto puede materializarse en reformas electorales, en carn.bios en los procedimientos de registro y votacin, en nuevas normas de agrega-cin electoral, y en ampl.iaciones de las esferas de intervencin legislativa.

    . Este modelo puede desarrollarse en varias direcciones. Hemos decidido centrar la atend.n en las posibles diferenciaciones dentro de la casilla /: el lugar donde se fonnan los partidos polticos en las democracias de masas. .

    DIMENSIONES DE DIVISIN Y ALIANZAS

    Dos dimensiones de divisin: la cultural~territorial y la funcional

    Hasta el momento, Talcott Parsons ha prestado una atencin sorprendentemente es-casa a las posibilidades de diferenciacin interna dentro de la casilla /. Entre sus colabora-dores, Smelser ha dedicado mucho inrenio a elaborar un esquema abstracto para explicar reacciones y movimientos colectivos,'- pero est~ procedimiento complejo de anlisis nivel por ni,rel se centra bsicamente en la aparicin de manifestaciones aisladas y no aporta cla-ves directas para 1a clasificacjn y comparacin de sistemas de ~ovimientos sociales y par-tidos polticos en sociedades histricamente determinadas. No podemos tener la esperanza de llenar esta laguna de la literatura terica, pero nos sentimos tentados a proponer una l-, nea de elaboracin conceptual a partir del paradigma bsico A-0-1-L. Nuestra propuesta es que las divisiones cruciales y sus expresiones polticas pueden ordenarse dentro del espacio bidimensional generado por las dos diagonales de la doble dicotoma (fig. 1 0.2).

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    242 DIEZ TEXTOS BSIC"OS DE CIENCIA POLTICA

    n:sol~erse mediante negociacin racional, estableci,endo normas de distribucin unive~sales. Cuanto ms avanzamos hacia el extremo i del eje, ms difusos son lo~ criterios de alineamiento, ms intensa es la identificacin con el grupo nosotros y ms tajante el :rechazo del grupo ellos. En el extremo i de la dimensin hallamos las tpicas oposi-ciones amigo-enemigo de movimientos ideolgicos o religiosos muy detenninantes de la comunidad que les rodea. El conflicto no es ya sobre prdidas o ganancias concretas sino sobre concepciones de verdad moral o sobre la interpretacin de la historia y del des-tino humano; la pertenencia no es ya cuestin de afiliacin mltiple en varias direccio-nes, sino una lealtad difusa de jornada completa, incompatible con otros vnculos de la comunidad; y no hay ya comunicacin que fluya libremente por encima de las lneas de divisin sino que est .restringida y regulada para proteger el movimiento contra impure-zas y contra las semillas del pacto.

    Las divisiones histricamente documentadas raras veces caen en los extremos de los dos ejes: un conflicto concreto raras veces es exclusivame~te territorial o exclusiva-mente funcional, sino que se alimentar de tensiones de ambas direcciones. El modelo sirve bsicamente como una red en el anlisis comparativo de sistemas polticos: la tarea consiste en localizar las alianzas entre partidos en determinados momentos dentro de este espacio bidimensional. Los ejes no son fcilmente cuantificables y pueden no satisfacer ninguno de los criterios sobre una escala rigurosa; sin embargo, parecen heursticamente tiles para propsitos como el nuestro de enlazar variaciones empricas de estructuras po-lticas con los conceptos actuales de la teora sociolgica.

    Unos cuantos ejemplos concretos del origen de los partidos pueden ayudar a acla-rar las diferencias de nu~stro modelo.

    En Inglaterra, el primer Estado-nacin que reconoci la legitimic,lad de las oposicio-nes partidistas, los cont1ictos iniciales fueron bsicamente de los tipos que hemos situado en el extremo l del eje vertical. Los cabezas de familia independientes y propietarios de

    tierras de los condados se oponan a los poderes y las decisiones del gobierno y la admi-nistracin de Londres. La oposicin entre el partido agrario de caballeros e hidalgos y el partido de la Corte y el Tesoro de los magnates liberales y de los funcionarios fue en prir;cipio territorial. La animosidad de los conservadores no iba dirigida inevitablemente conlra el predominio de Londres en los asuntos de la nacin pero, sin duda, la provocaba la forma desdeosa con que actuaban los funcionarios influyentes de la administracin y sus podei_'osos aliados de los municipios. El conflicto no era sobre poltica general sino so-bre patronazgo y cargos. La aristocracia no recibi su cuota de los intercambios quid pro quo de influencia local en relac_in con los. cargos del gobierno y nunca estableci un fren-te comn claro contra los que detentaban el poder central. El conservadurismo era, hacia 1750, ms que nada la oposicin de los dirigentes locales ?- la autoridad central y se esfu-m cuando los miembros de esa clase entraron en la rbita del gobiemo.17

    Estas oposiciones partcularistas, centradas en el parentesco, en oposiciones. interior-exteor, son comunes en las primeras fases de la formacin de una nacin: las clientelas

    17. Lewie Namier, En~!and in ;he A~ e of the American Revolutian, Macmillan, Londres, 1930, cita de la segun-da edicin, 1961, p. 183.

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  • DiVISIN, SISTEMAS DE PARTIDOS Y (~.LINEAMIENTOS ELECTORALES 243

    ekr;torales son pequeas, diferenciadas y fcilmente controlables, y lo que se puede ganar o p,o;rder en la vida pblica tiende a ser personal y concreto ms. que colectivo y general.

    Las oposiciones puramente territoriales raras 'veces sobreviven a las ampliaciones del sufragio. Depender mucho de la coordinacin de las etapas cruciales de la formacin de la nacin: unificacin territorial, instauracin de un gobierno legtimo y monopoliza-cin de los rganos de violencia, el despegue, hacia la industrializacin y el crecimiento econmico, el desarrollo de la instruccin popular y la incorporacin de las clases ms bajas a la poltica organizada. La primera etapa de la democratizacin no genera necesa-rian,1ente marcadas divisiones segn las lneas funcionales. El resultado inicial de una am-pliacin del sufragio ser con frecuencia una acentuacin de los contrastes entre el cam-po y los centros urbanos, entre las creencias fundamentalistas-ortodoxas del campesina-do y de los habitantes de las poblaciones pequeas y el secularismo que se nutre de las grandes ciudades y las metrpolis. En los Estados Unidos las divisiones eran caracters-ticamente culturales y religiosas. Las luchas entre los jeffersionanos y los federalistas, los j.:v:kmnianos y los conservadores, los demcratas y los republicanos se centraban en con-c.epciones contrapuestas de la moral pblica, y enfrentaban a puritanos y otros protestan-tecs contra destas, masones e inmigrantes catlicos y judos. 1_ La afluencia acelerada de inmigrantes de clase baja en las reas metropolitanas y les centros industriales acentu kos rontrastes entre los mbitos culturales rural y urbano y entre los estados atrasados y

  • -

    244 DIEZ TEXTOS FSICOS DE CIENCIA POLTICA

    en el sur y el oeste de Noruega tiene paralelos interesantes en la franja celta de Ingla-terra. En estas zonas, sobre todo en Gales, la oposic~n al dominio territorial, cultural y econmico de los ingleses brind la base para un apoyo de alcance con1unitario. a los li-berales y retras el desarrollo de la poltica de clase directa, ~ncluso en las zonas mine-ras.20 El surgimiento sbito de fuerzas socialistas en la periferia norte de Noruega guarda un paralelismo con la espectacular victmia del pa1tido obrero finland6s en las primeras elecciones con sufragio universal: los pescadores y los pequefios arrendatarios del norte de Noruega apoyaron a un partido de clase baja apenus consiguieron el voto, y lo mismo hizo el proletariado fins. 21 Atenindonos a nuestro modelo abstracto, la poltica de las periferias occidentales de Noruega y de Inglatt:rra tienen su foco en el extremo inferior del eje l-o, mientras que la poltica de los distritos atrasados de Finlandia y del norte nb-ruego muestra la formacin de alianzas ms prximas a o y en puntos variables del eje a-i. En un caso, el criterio decisivo de alineacin es lealtad a la localidad y a su cultura dominante: se vota con la propia comunidad y sus dirigentes independientemente de la posicin econmica. En el otro caso el criterio es lealtad a una clase y a sus intereses co-lectivos: votas con otros que estn en la misma situacin que t, vivan donde vivan, y es-ts dispuesto a hacerlo as aunque esto. te enfrente a miembros de tu comunidad. Raras veces encontrarnos un criterio de alineamiento completamente dominante. Habr desvia-ciones de la votacin territorial estricta con la misma frecuencia que en la votacin de clase estricta. Pero a menudo hallamos diferencias mareadas entre regiones en el peso de uno u otro criterio de alineacin. Los anlisis ecolgicos de resultados electorales y los datos del censo de las primeras fases de movilizacin pueden ayudarnos a trazar el mapa de esas variaciones con mayor detalle y a sealar los factores que refuerzan el predomi-nio de polticas territoriales o los que aceleran el proceso de polarizacin de clase.22

    LAS DOS REVOLUCIONES: LA NACIONAL Y LA INDUSTRIAL

    La$ oposiciones territoriales limitan el proceso de formacin nacional; llevadas a un punto extremo conducen a la guerra, la secesin e, incluso, a posibles xodos. Las opo-sicione~,:funcionales slo pueden desarrollarse despus de cierta consolidacin inicial del territorio naci;:mal. Surgen con la comunicacin. e interaccin crecientes entre las locali-dades,y las regiones, y se difunden a travs de un proceso de movilizacin social. 2~ El

    /l('. Vase Kenneth O. Morgan, Wales in British Politics 1868-1922, Univ. of Wales Press, Cardiff, 1963, pp. 45-255. Hay un anlisis ecolgico detallado de las distribuciones del voto en Gales, de 1861 a 1951, en K. R. Cox, Regional Anomalie.r in the Voting Behavior of the Popu/ation of England andWales: 1921-51, Univ. of Illinois, 1966. Cox explica la fueiza de los Iperales en Gales en trminos muy parecidos a como explican Rokkan y Valen la fuerza de Iu contra-cultwa de izquierdas en el sur y el oeste de Noruega: el predominio de explotaciones agrcolas pequeas, la estructura de clli~ igualitaria, oposicin lingstica e inconformismo religioso. / 21. f".Ta Noruega, vanse las obras de S. Rokkan ya citadas. Par:1 Finlandia, vase Pirkko Rommi, Finland, eo 'Prob/emer i.nordisk hisrorie~forskning. H. Framveksten av de politiske partier i de nordiske land pll 1800-tallet, Uni-

    / versitetsfo#~get, Bergen, 1964, pp. 103-130; E. Allardt, Patterns of Class Contlict and Working Class Consciousncss in Finnish P111itics, en E. Allardt e Y. Littunen, C/eavages, 1deo/ogies and Party Systems, pp. 97-1.31.

    22. Vase S. Rokkan, Electoral mobilization ... , op. cit. 23. Hay una definicin de este concepto y una especificacin de posibles indicadores en Karl Deutsch. Social

    Mobilizat!on and Political Dcvelopment, Am. Po!. Sci. Rev .. 55, 1961, pp. 493-514 .

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  • DIVISI!'\, SISTEMAS Df PARTIDOS'{ ALlNEA!\liE!'\TOS ELECTORALES 245

    Estado-nacin en formacin fue creando una amplia serie de agentesde unificacin y re-gularizacin y penetr poco a poco en los baluartes de 'la cultura local primordial.~4 Lo mismo hicieron las organizaciones de. la Iglesia, a veces en estrecha relacin con los or-ganizadores laicos, y con frecuencia oponindose a los funcionarios del Estado, compi-tiendo con ellos. Y lo mismo hicieron los diversos agentes autnomos de desarrollo y cre-cimiento econmico,. las redes de comerciantes y mercaderes, de banqueros y financieros, de artesanos Y. de empresarios industriales.

    En un principio, el crecimiento de la burocracia nacional bsicamente tendi a pro-ducir oposiciones territoriales. Pero la ampliacin subsiguiente del mbito de las activi-dades gube.mamentales y la aceleracin de las interacciones entre poblaciones fomenta-ron poco a poco sistemas de alineamiento mucho ms complejos, algunos entre pobla-ciones y otros por encima y dentro de las poblaciones.

    Las primeras olas de contramovilizacin amenazaron a menudo la unidad teiTitorial de la nacin, la federacin y el imperio. La movilizacin del campesinado en Noruega y en Suecia fue imposibilitando el mantenimiento de la unin; la movilizacin delos pue-blos sometidos de los territorios de los Habsburgo destruy el Imperio; la movilizacin de los catlicos irlandeses llev a la guerra civil y a la separacin. Las tensiones actua-les del proceso de formacin de naciones en los nuevos Estados de frica y Asia refle-jan conflictos similares entre culturas dominantes y dominadas; las historias recientes del Congo, la India, Indonesia, Mala&ia, Nigeria y Sudn pueden describirse en estos trmi-nos. En algunos casos las primeras olas de movilizacin pueden po haber llevado el sis-tema territorial al borde de la ruptura, pero s haber dejado una herencia insuperable de conflicto tenitorial-cultural: las oposiciones catalano-vasco-castellanas en Espaa, el con-t1cto entre flamencos y valones en Blgica, y la divisin ingls-francs en Canad. Las condiciones para la suavizacin o el endurecimiento de estas lneas de divisin en Esta-dos plenamente movilizados apenas han sido estudiadas. Las mltiples divisiones triico~ religiosas de Suiza y los conflictos lingsticos de Finlandia y Noruega han resultado mu-cho ms manejables que el conflicto recientemente agravado entre flamencos y francfo-nos en Blgica, y entre Quebec y las provincias angloparlantes de Canad.

    Para abordar esas variaciones, es evidente que no podemos actuar divisi61 por di-visin sino que debemos analizar agrupaciones de lneas de conflicto en cada organiza-cin poltica.

    Para abordar las variaciones de estos conjuntos nos ha parecido fructfero diferen-ciar cuatro lneas de divisin criticas (fig. 10.3).

    Dos de estas divisiones son producto directo de lo que podramo~ llamar _.l. Revo-lucin nacional: el conflicto entre la cultura central que construye la nacin y te. resis-tencia .~reciente de las poblaciones sometidas de las provincias y las periferias, tnica, lin-gstica o religiosamente diferenciadas (1 en figura 10.3 ), el conflicto entre el Eo)iado-na-

    2-~. La diferencia entre vinculacin primordial>> a los > (nuestro polo o) la ha descrito con gran inteligencia Clifford Geertz en The Integrative Revolution, en C. Geertz, ed., Old Societies and New Srates, Tbe Free Press, Nueva York, 1963, pp. 105-157; vase Edward Shils,

  • 246

    Economla a

    DIEZ TEXTOS I:!SlCOS D CIENCIA I'OL1TICA

    economa

    pnmaria frente a economia secundaria

    Polftlca

    o

    localidad, familia

    Integracin

    F1o. 10.3. Localizaciones propuestas de cuatro divisiones crticas en el paradigma a- o-- i -l.

    cin centralizante, regularizador y movilizador, y los privilegios cmporativos histrica-mente establecidos de la Iglesia (2).

    Dos de ellas son producto de la Revolucin in"dustrial: el conflicto entre los intere-ses temitenientes y la clase emergente de empresarios industriales (3) y el conflicto en-tre propietarios y patronos. por un lado y arrendatarios, jornaleros y obreros por el otro(4).

    Gran parte de la historia de Europa, desde principios del siglo XIX, puede descri-birse en funcin de la interaccin entre estos dos procesos de cambio revolucionario: uno desencadenado en Francia y otro originado en Gran Bretaa. Ambos tuvieron conse-cuencias para la estructura de divisin de cada nacin, pero el que produjo"las oposicio-nes ms enconadas y profundas fue la Revolucin francesa. La batalla decisiva termin por enfrentar las aspiraciones del Estado-nacin movilizador coiz las pretensiones cor-porativa.i de las Iglesias. Esto era mucho ms que una cuestin de economa. No hay duda de que el estatus de las propiedades de la Iglesia y la financiaCin de las activida-des religiosas eran temas de polmica violenta, pero la cuestin fundamental era un pro-blema de moral, de controi de las normas de la comunidad. Esto se reflej en luchas en tomo a cuestiones como la solemnizacin del matrimonio y la concesin de divorcios, la organizacin ,de obras de caridad y el tratamiento de las desviaciones, las funciones de los funcionarios mdicos frente a los religiosos y la organizacin de los funerales. Sin embrugo, el enfrentamiento fundamental entre la Iglesia y el Estado se centr en el con-trol de la educacin.

    La Iglesia, tanto la catlica romana como la luterana o la reformada, llevaba siglos

    , IG

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  • DJVISIOI'i. SISTEMAS DE PARTIDOS Y ALINEAMIENTOS ELECTORALES 247

    .J:rmando su derecho a representar el estado espiritual del hombre y a controlar la edu-cacin de los nios en la fe verdadera. En los pases luteranos ya se tomaron medidas en el siglo XVII para impartir la enseanza elemental en lengua verncula a todos los nios. Las Iglesias nacionales oficiales se convirtieron simplemente en agentes del Estado y no tenan ninguna razn para oponerse a esas medidas. Pero en. los pases religiosamente mixtos y en los puramente catlicos las ideas de la Revolucin francesa dividieron p;ofundamente a la poblacin. La institucin de la enseanza obligatoria bajo cqntrol laico centralizado para todos los nios de la nacin choc directamente con los derechos e:;tablecidos de los pouvoirs intermdiaires religiosos y provoc oleadas de movilizacio-nes de masas, mediante partidos de protesta de mbito nacional. Para los radicales y liberales inspirados por la Revolucin, la instauracin de la enseanza obligatoria slo era una ms de las diversas medi.das que formaban parte de un esfuerzo sistemtico para crear vnculos directos de influencia y control entre el Estado-nacin y el ciudadano in-dividual, pero su pretensin de acceder directamente a los nios sin consultar a los pa-dres y a sus autoridades espirituales provoc una oposicin generalizada y. agrios enfren-

    25 wrmentos.

    Los partidos de defensa de la religin naCdos en este proceso se convirtieron en , t'plios movimientos de masas luego de la adopcin del sufragio masculino y pudieron :c

  • 248 IJlsZ 'f'H~'ffJ~ OIUCfJS l"'t; CJfiNeiA POl.'fiCA

    dlforoneiAdAI: ht mu~ltmftJ .. UborAI=rtoeulu, froeuente11uanta denomin&d,A 11 lsm1n1, el 8ector ~sonorul: l cglumnu proiutanto ortodou y 1&1 eolumnll eat61icn.n

    La eoJumnll proteatante ortodoxA ae fomu~ a trav6a de una 11erle de violentol con fltetos en tomo 11 tomAs domrlmde11 dentro de la Ile11ia nacional oficial. La Nld11land1 H"svDmd~t K~rk 10 vlo ~tamatldi a un1r~n pre11l6n en 111 ddeada1 que afuleron ala Re voluei6n tr~nee1D y A la11 eonvulllon11 napol16nlea1. Con la propaaaeln delaeculllimo y del mcionalismo, los fundamcntallstas fueron quedando reducido proreslvamente a una posicin minoritaria, tanto en la Ilesia como en el campo de la ensetlanza. Bn prin cipio, las protestas ortodoxas contl'a estos procesos se limitaron a movimientos evanll cos intelectuales dentro del orden establecido y a una secesin aislacionista de elementos pietistas de clase baja en la separacin (Afscheiding) de 1843. Pero, a partir de la d6cada de 1860, el movimiento alcanz un gran impulso bajo la inspiraci6n organizadora de Abraham Kuyper. Este clrigo fundamentalista organiz en 1872 la Liga Contra la Ley de Escolarizacin, y en 1879, Jogr unir a una serie de grupos ortodoxos. en un partido dirigido explcitamente contra las ideas de la Revolucin francesa, el partido antirrevolu- cionario. Pero este vigoroso movimiento de masas pronto se escindi por cuestiones doc-trinales y de identificacin cultural. Kuyper sac a sus seguidores de la Iglesia madre en 1886 y defendi el derecho del Kerkvolk, los cristianos calvinistas devotos, a crear una corimnidad cultural propia, sin ningn vncu!o con el Estado ni con la nacin. El propio extremismo de esta posicin, contraria al orden establecido, produjo varios movimientos

    de signo contrario dentro del Hervomde Kerk. Grupos importantes de calvinistas ortodo-xos no quisieron dejar la Iglesia madre sino que prefirieron reformarla desde dentro; preferan un Volkskerk alll,Plio en vez de un Ker/..:-volk aislado. El choque entre estas dos concepciones de la comuriidad cristiana condujo a la escisin del partido antirrevolucio-nario en 1894 y a la fo~cin de un segundo partido calvinista, la Unin Histrica Cris-tiana, que se consolid oficialmente en 1908. Estos dos partidos se convirtieron en las organizaciones bsicas 4e las dos alas del frente protestante ortodoxo en la sociedad ho-landesa: la fuerza bsi~ de los antirrevolucionarios proceda del Gereformeerden, tanto de Iglesias disidentes 1dependientes como de congregaciones H ervomde controladas por .eclesisticos del misrrio credo; elapoyo a los cristianos histricos proceda casi exclus- vamente de otros sectores ort.odoxos internos de la Iglesia madre.

    La minora catlica romana haba considerado en principio ventajoso para ella tra-bajar dentro de l,a ~ayora liberal, pero a partir de los aos sesenta inici la formacin de organizaciones polticas y sociales diferenciadas. Pero fue un proceso lento; la primera

    / ' /

    ' 27. Hay estdst.cas detalladas" en J. P. Krujt, Verzuiling, Heijnis. Zaandjk, 1959, y en J. P .Kruijt y W. God-dijn, VerzuHing en clntzuiling als sociologisch proces en A. J. den Hollander y otros, eds., Drift en Koers, Van Gorcum. Assen, 1962, pp, 227-263. Hay un intento de interpretacin ms amplia del Verzuiling y sus consecuencias para la teora de la democract en Arend Lijphart, Thc Politics of Accommodation: Pluralis"! and Democracy in the Netherlands, ma-nuscrito, 1967. ay interpretaciones compa.rativas de datos sobre segmentacin religiosa en David O. Moberg. Religion and Society in e Netherlands aild in America, Am. Quarr .. 13. 1961, pp. 172-178 y en G. Lenski, Th~ Religious Factor, edicin revisa~; Coubleday Anchor Books, Garden City, 1963, pp. 359-366; vase tambin J. Mathes, ed., Religiiiser Plu-ralismus und :;eu/lschaftssrruktur, Westdeutscher Verlag, Colonia, 1965.

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  • DIVJ')IN, SISTEMAS DE PART!_I)OS Y ALINEAMIENTOS ELECTORALES 249

    federacin de asociaciones de votantes catlicos no se cre hasta 1904 y no se fund un partido nacional con una organizacin oficial hasta los aos veirite. 28

    Tanto los movimientos protestantes como los catlicos cabar~n por formar gran-des redes de asociaciones e instituciones para sus miembros y pudieron crear bases de apoyo de notable estabilidad incluso en la clase obrera. Un estudio a escala nacional, realizado en 1956,29 muestra claramente la importancia de las lealtades religiosas en la eleccin poltica dentro del sistema holands.

    CUADRO 10.1. Credo, asistencia a la iglesia y eleccin de partido en Holanda.

    Cr~do

    Asistencia:

    Partido: KPN (comunistas) PvdA (socialistas) VVD (liberales) Histrico cristiano "-.ntirrevolucionario Calvinista extremista .KVP (catlicos) Otros

    N= 100%

    Ninguno

    7 /o 75% 11 %

    1% 6%

    (218)

    Datos correspondientes a 1956

    Heno,md Gereformeerd

    S No S No

    22% 51% 2% 27% 7% 18%

    45% 19% 3% 17% 6% 90% 63% 3% 1% 5%

    - - - -4% 3% 4% . 5%

    (134) (236) (101) (22)

    Car6/ico

    Sf

    3%

    94% 2%

    (329)

    No

    30% 9%

    6%

    52% 3%

    (33)

    Donde se encuentra una segmentacin ms completa es dentro de los movimientos minoritarios activos e intransigentes: los Gereformeerden, los Hervormden religiosamen-te activos y los catlicos.

    Los miembros pasivos de la Iglesia nacional tradicional y los onkerkelijken tienden 3 alii1earse ms por razones de clase que de credo religioso; ste fue durante mucho tiem-f'') el nico sector del electorado holands en el que hubo un entrecruzamiento efectivo ele influencias.

    Si nos atenemos a nuestro paradigma, los catlicos y los protestantes ortodoxos for-man frentes polticos cerca del extremo i del eje cruzado (cross-local). Si las tres sub-culturas hubiesen alzado brreras tan fuertes entre ellas es muy posible que pudiese ha-ber estallado el sistema, de~la misma forma que lo hizo el Estado austraco en 1934. El nivel ms bajo de Verzuiling en el sector nacional y las mayores posibilidades de ne-

    28. Hay exposiciones generales de la fonnacin de las oposiciones de partidos y de poltica segmentada en Ho-ia;,da, en JI. Daalder. Parties and Politics in the Netherlands, Poi. Swdies, 3, 1955, pp. 1-16, y en su captulo en R. A. DahL ect., Political Oppositions in Western Democracies, Yale Univ. Press, New Haven, 1966. Hay antecedentes y crono-logas de prtidos.en H. Daalder, Nederland: het politieke stelseh>, en L. van der Land, ed., Repertorium van de Socia/e V;etenschappen, I, Elsevier, Amsterdam, 1958, pp. 213-238.

    29. Citado en S. M. Lipset, Polirica/ Man, op. cit., p. 258; hay anlisis ms detallados de una muestra de un su-burbio de Amsterdam' en L. van der Land, y otros, Kie:er en verkie7.nf!,. Nederlandse Kring voor Wetenschap der Politiek, 1\msterdam, 1963, mimeografiado Hay anlisis de una encuesta, v;cal. nacional de 1964 en Lijphart, op. cit., cap. Il.

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  • 2SO DIEZ 1 EXTOS f3;\Stcm: nn CIENCIA POLITICA

    gociacin y acuerdo en un sistema triangular de op~sicin puede explicar en ran med da el funcionamiento positivo del pluralismo corporativo en el Estado holand6s.

    El anlisis de los datos holandeses sobl'e las tres subculturas ha intentado estable ccr indicadores dt' carnbio.~ a lo largo del tiempo en el grado de aislan1ienlo de cada uno de los semenlos verticales: utilizan el trmino Ontzuiling ~nra disminuciones en ~~ ca racterh:ac:in de cada sector y Verzuiling para los aumentos. En nuestro paradima stos corresponden a movimientos a lo largo del eje a-i: cuanto ms ontzuild es una oposicin dctenninada, ms enttecruzamientl)$ de pertenencias mllltiples hay en el sistema y, en ~e neral, rnenos intolerancia y de~:.confianza hacia los ciudadanos situados en el otro lado; cuanto ms verzuild es la oposicin, menos presiones cruzadas hay y menos frecuentes son las lealtades por e'ncima de las divisiones. En un sistema altamente ontzuild hay baja

    cristalizacin de lealtad; la mayora. de l9s participantes tienden a estar vinculados a or-ganizadones y entornos que les exponen a presiones polfticas divergentes. Por el contra-rio, en un sistema altamente verzuild hay alta cristalizacin de lealtad: la mayora de Jos participantes tiende a estar expuesta a mensajes y esfuerzos persuasivos en la misma di-reccin general en todos sus entornos 24 horas-7 das. 31 .

    Esta dimensin atraviesa todo el campo de divisiones funcionales de nuestro para-digma, sean econmicas, sociales o religiosas. La representacin simtrica de las cuatro lneas de divisin bsicas de la figura 10.3 slo se refiere a tendencias medias y no ex-cluye amplias variaciones de ubicacin a lo largo del eje a-i. Los conflictos en tomo a la integracin cvica de culturas regionales recalcitrantes (1) y organizaciones religiosas (2) no tien~~n por qu desembocar siempre en Verzuiling. Un anlisis de las disL-repancias en-tre Suiza y Holanda nos explicar muchas cosas sobre las diferencias en las condiciot;1es para el desarrollo del aislamiento pluralista. Los conflictos entre los productores prima-rios y los intereses urbano-industriales han tendido normalmente hacia el polo a del eje. Pero hay varios ejemplos de oposiciones campesinas, sumamente ideologizadas, a fun-cionarios y burgueses. Los conflictos entre obreros y patronos han incluido siempre ele-mentos de negociacin econmica, pero tambin ha habido con frecuencia elementos fuertes de oposicin cultural y de aislamiento ideolgico. Los partidos obreros en la opo-sicin, carentes de poder, han tendido a ser ms verzuild, a estar ms envueltos en su pro-pia mitologa distintiva, ms aislados frente al resto de la sociedad. Por el contrario, los partidos obreros victoriosos han tendido a hacerse ontzuild, a domesticarse, a hacerse ms receptivos a la influencia de todos los sectores de la sociedad nacional. Se producirn variaciones similares en una amplia serie de cuestiones en el eje te-rritorial de nuestro esquema. En el anlisis inicial del polo l dbamos ejemplos de resis-tencias culturales y religiosas al dominio de la lite nacional central, pero esas oposicio-nes no siempre son puramente territoriales. Los movimientos pueden ser absolutamente dominantes en_ sus bastiones provinciales, pero tambin pueden encontrar aliados en las

    30. Kruijt y Goddijn, op. c. _ 31. E( concepto de cristalizacin de pertenencias Jo fonnui6 pl.

  • DiV!SIC)~, 0JSTEMAS DE PARTIDOS Y ALlNEAMIEKTOS ELECTORALES 251

    /i

  • 252 DIEZ TEXTOS BSICOS DE CIENCIA PvLTlCA

    entr

  • DIVISIN. SISTEMAS DE PARTIDOS Y ALINEAMIENTOS ELECTORALES 253

    ie'\til contra la lite central de funcionarios y patricios (una divisin sobre el eje l-o de nuestro modelo), pero haba otros elementos de oposicin econmica en el movimiento: los campesinos se sentan explotados por las gentes de las ciudades y queran trasladar las cargas fiscales a las economas urbanas en expansin. Estas divisiones econmicas fueron hacindose ms pronunciadas a medida que las comunidades de produccin pri-maria se incorporaron a la economa monetaria y de mercado nacional. El resultado fue que se form un amplio frente de cooperativas y organizaciones de intereses y se crearon partidos agrarios difere.nciados. A estos partidos agrarios no les fue posible crear frentes comtme!; con Jos conservadores que defendan a la comunidad de los negocios ni siquie-ra despus de que surgiesen partidos obreros que aspiraban a dominar el mbito nacional. Los contrastes culturales entre el campo y las ciudades an eran fuertes, y los rigurosos controles de mercado favorecidos por los partidos agrarios no podan conciliarse fcil-mente con la filosofa de la libre competencia que profesaban muchos conservadores.

    El conflicto entre intereses rurales y urbanos se centr en el mercado de productos. Los campesinos queran vender los suyos a los mejores precios posibles, y comprar lo que ilecesitaban a los productores industriales y urbanos a bajo costo. Estos conflictos no desembocaron invariablemente en la formacin de partidof.:. Podan abordarse dentro de frente~; partidistas amplios o canalizarse a travs de organizaciones de intereses con m-bitos ms estrechos de negociacin y representacin funcionaL Slo surgieron partidos diferenciadamente agrarios donde las oposiciones culturales fuertes haban profundizado !os conflictos estrictamente econmicos.

    Los conflictos en el mercado de trabajo resultaron mucho ms uniformemente di-visorios. Surgieron partidos obreros en todos los pases de Europa a partir de los prime-ros avances de la industrializacin. Las crecientes masas de asalariados en la agricultura a gran escala, en las actividades forestales o en la industria estaban descontentas por sus , cmdicwnes de trabajo y por la inseguridad de sus contratos, y muchos de ellos se sen- fan social y culturalmente distintos de los propietarios y los patronos. El resultado fue que se form una diversidad de sindicatos y se crearon partidos socialistas de mbito na-cionaL El xito de estos movimientos dependi de una variedad de factores: la fuerza de ias tradicones patemalistas de reconocimiento del estatus del trabajador, el tamao de la unidad de trabajo y los vnculos locales de los trabajadores, el nivel de prosperidad y la estabilidad del empleo en la industria concreta, y las posibilidades de mejoras y ascensos por diligencia y lealtad o por la instruccin y el xito.

    Un factor crucial en la formacin de un movimiento obrero diferenciado fue el gra-do de apertura de la sociedad: Era el estatus del obrero una condicin vitalicia o haba posibliidades de promocin? Era fcil conseguir una instruccin que permitiese al indi-'icuo cambiar de estatus? Qu posibilidades haba de que uno se estableciese por su cuent

  • 254 DIEZ TEXTOS BSICOS DE CIENCIA POLTICA

    establecidos podan alcanzar mejores posiciones porque nuevas oleadas de inmigrantes asuman las tareas de los e status ms bajos. 38 Actualmente se est produciendo un proce-so similar en los pases avanzados de Europa occidental. Los proletariados inmigrantes

    . de los pases mediterrneos y del Caribe permiten pasar a la clase media a los hijos de la clase obrera nacional establecida, y ~stas nuevas oleadas tienden a eliminar fuentes tra-dicionales de resentimiento.

    En la Europa del siglo XIX y principios del xx las barreras de estatus eran notoria-mente ms altas. La tradicin de la sociedad dividida en estamentos mantena a los obre-ros en su sitio, y la estrechez de los canales educativos de movilidad haca tambin que a sus hijos e hijas les resultase difcil subir por encima de sus padres. Haba, sin embar-go, variaciones importantes entre los pases de Europa en la actitud de las lites estable-'cidas y en ascenso hacia las demandas de los obreros, y estas diferencias influyeron cla-ramente en la evolucin de los sindicatos y de los partidos socialistas. En Gran Bretaa y en los pases escandinavos las lites tendieron a ser abiertas y pragmticas. Hubo, como en d resto de los pases, una resistencia activa a las reclamaciones de los obreros pero poca o ninguna represin directa. stos son hoy ]os pases con los mayores partidos obre-ros y ms domesticados de Europa. En Alemania y Austria, Francia, Italia y Espaa, las divisiones fueron mucho ms profundas. Hubo muchas tentativas de reprimir a los sindi;. catos y a los socialistas y, debido a ello, las asociaciones obreras tendieron a aislarse de la cultura nacional y a formar soziale Ghuettoparteien;39 movimientos fuertemente ideo-lgicos que pretendan aislar a sus miembros y simpatizantes de las influencias de la at-msfera social del entorno. Estos partidos estaban, volviendo a nuestro paradigma, tan cerca del polo i como sus adversarios del campo religioso. Esta orientacin antisistema de grandes sectores de la clase obrera europea alcanz su punto lgido despus de la Re-volucin rusa. El movimiento comunista no slo hablaba en nombre del estrato margina-do e la comunidad territorial, sino que se lo consider una conspiracin externa contra la nacin. Estos procesos llevaron a una serie de pases europeos al borde de la guerra ci-vil en los aos veinte y treinta. Cuanto mayor era el nmero de ciudadanos atrapados en estas op9siciones mutuas directas amigo-enemigo, mayor era el peligro de ruptura to-tal del cuerpo poltico.

    Desarrollos posteriores a la segunda guerra mundial han conducido a una disminu-cin de estas oposiciones encarnizadas y a cierta suavizacin de las tensiones ideolgi-cas: un desplazamiento del polo i hacia el polo de nuestro paradigma.40 Una diversidad de fr.cto'res contribuy a este proceso: la experiencia de .cooperacin nacional durante la guena, las mejoras del nivel de vida en los aos cincuenta, el rpido crecimiento de una

    38. Vase S. M. Lipset, The FirstNew Narion, op.ct., caps. 5, 6 y'7. . 39. sta es la fr.tse que utiliza Emes Fraenkel, Parlament und offentiche Meinung>>, en Zur Geschichtc und Pro-

    blematik der Demokrarie: Festgahefr H. Herzfeld, Duncker & Humblot, Berln, 1958, p. 178. Hay ms detalles sobre los procesos alemanes en el reciente estudio de Gnther Roth, The Social Democrats in Imperial Germany, Bedminster Press, Totown, 1963, caps. 7-10.

    40. Uno de los primeros analistas polticos que llam la atencin sobre estos !>rocesos fue Herbert Tingsten, en-tonces director jefe del importante peridico sueco Dasens Ny/zetcr; vase su at A;~ ?rafa; Mit Lil': Tidningen, Norstedts, Estocolmo, 1963, pp. 224-231. Hay ms detalles en S. M. Lipsct, Thc Cha:\;:l,g : lass Structure and Contemporary European Politics, Daedalus, 93. 1964, pp. 27I-30::t.

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  • DJ\'ISlt Sl'\TEMAS DE PARTIDOS Y ALINEAIVIiENTOS ELECTORALES :255

    nueva clase media q_,_; haca de puente entre la clase obrera tradicional y la burguesa. 1 , 'i\> el factor ms importante posiblemente fuese el asentamiento de los partidos ohre-I'O en eStrUCtUraS de gobiernO [OCafeS Y naciona{eS, Y SU COnsiguiente dOmeStiCaCin de; 1tro del sistema establecido.

    DiVISIONES EN ESTADOS PLENAMENTE MOVILIZADOS

    L1s cuatro divisiones crticas descritas de acuerdo con nuestro paradigma eran mo-1 ,, n ic~ntos de protesta contra la lite nacional establecida y sus pautas culturales, y for-rrutban parte de una amplia oleada de emancipacin y movilizacin. En Estados-nacin !' nmncnte movilizados se han producido tipos completamente distintos de alineamien-:cs de protesta. En stos el foco de protesta no ha sido ya la cultura central tradicional ,,--,o las redes crecientes de nuevas lites, como los dirigentes de las nuevas y grandes bu-,-cl\;racias de la industria y el gobierno, aquellos que controlan los diversos sectores de la mdustria de las comunicaciones, los jefes de organizaciones de masas y, en algunos pa-~'es, los dirigentes de grupos religiosos o tnicos minoritario.::. anteriormente dbiles o de ,ao cstatus, etc. La protesta contra estas nuevas li.tes y 1as instituciones que las apoyan

    :.1-ioptado con frecuencia forma /.dntisistema aunque la ideologa haya variado de un 'i,o; a otro: fascismo en Italia, nacionalsocialismo en Alemania, pouJadismo en Francia,

    ; u:.ismo radical>~ en los Estados Unidos. En nuestro paradigma estos movimientos de . :,'; ;ta cortaran el eje territorial muy cerca delextremo o; el conflicto no es ya entre las

    ,, . .Jades territoriales que constituyen la nacin, sino entre distintas concepciones de la H:f:titucin y la organizacn del Estado nacional. Todos ellos han sido movimientos na-

    ~ "'Zuild habra de emplazarse en la interseccin o-i, fuera de lo que pod.iamos , .. diamante de

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    256

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    corporeclonlamo funcional: negociacin de lntere111

    federalismo comunal

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    DIEZ TEXTOS BSICOS DE CIENCIA POLt'J'ICA

    .------ o 1 - -~-- - _ _ _ _ .totallta'rlamo 1 - - - - ""''""""' : , 1 nocin lrent 1

    1 /-'6n ~ IIMoma 1 onom~OJ 1 ' :

    1

    1

    : oposi~ci6n a cultura central 1 ' 1

    ~ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __________ 1 totalitarismo

    1 irredentista

    Fla. 1 0.4. Emplazamientos propuestos de cuatro extremos en el esquema a-o- i -l.

    Schouerer; stas obtenan bsicamente su apoyo entre obreros y artesanos de habla ale-mana amenazados por la invasin de los checos en los nuevos centros industriales.41 La xenofobia de la clase obrera austraca result contagiosa. Hay claros vnculos entre el pri-mer nacionalismo obrero de los aos ochenta y noventa y el movimiento nacionalsocia-lista despus de la derrota de 1918.42 Hitler hered su odio hacia los eslavos y los judos de los nacionalistas obreros austracos. En nuestra terminologa, el movimiento nacional-socialista fue una alianza del extremo o del eje territorial-cultural, el equivalente en la cul-tura nacional dominante a una oposicin 1 en cierta poblacin sometida de la periferia.

    Ha habido varias tentativas de determinar qu condiciones han de darse para que surjan esos conflictos en el extremo o del sistema poltico. Han influido sin duda las di-ferencias de continuidad y regularidad en La formacin de la ~acin. Austria, Alemania, Francia, Italia, Espaa y Estados Unidos han pasado por crisis de formacin de la nacin extremadamente dolorosas y tienen que enfrentarse an a las herencias de c.onflictos que giran en torno a la integracin nacional. Rlf Dahrendorf ha interpretado recientemente el as-:enso del nacional-socialismo como el salto final de Alemania hacia la moderniza-cin poltica .. Destruy las bolsas locales de aislamiento y estableci die traditionsji"eie Gleichheieit der Ausgangsstellung al/er Menschen, una sociedad orientada hacia el xi-to, libre al fin de barreras de estatus difusas.43 Los historiales estadsticos de una serie de movimientos antisistema de este tipo indican que obtuvieron sus mayores triunfos elec-

    41.: Vase Andrew G. Whiteside, Austrian National Socialism before 1918, Nijgff, La Haya, 1962, y su artcu-lo sobre Austria en T. Rogger y E. Weber, eds., The European Right. Weidenfeld, Londres, 1965, pp. 328-363.

    42. ' Hay un anlisis detallado de la invencin austraca del antisemitismo de masas en Peter Pulzer, Tlle Rse of Poltica/ AntiScmitism in Germany and Austria, Wiley, Nueva York, 1964. .

    43 .. : R. Dahrendorf, Gese/lschaft und Demokratie in Deutsclrland, Piper, Municn, 1965, especialmente al cap. 26.

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  • Dl\'JSl! ... SiSTEMAS DE PARTIDOS Y ALINEAMIENTOS ELECTORALES 257

    10calcs mcuiilllte llamadas al kleine Mann, el ciudadano un,dad amenazado por el as-..:enso, dentro de un cuerpo poltco pluralista, de sociedades annimas fuertes y comple-jas. El hombre pequeo se aline no slo contra los grandes intereses financieros, las granct.~s empresas y las burocracias asentadas sino tambin contra el poder de las Iglesias, los sindicatos y las cooperativas. Estudios de las decisivas elecciones alemanas de 1,930, 1932 y 1933, muestran indiscutiblemente que el empuje decisivo del apoyo popular a los nacional-socialistas procedi de propietarios de explotaciones agrcolas de tamao pe-queo y medio, de artesanos, tenderos y otros ciudadanos independientes de los escalo-nes ms bajos de la clase media, la mayora protestantes, que se oponan, de modo ms o menos directo, a Jos crteles gigantes y a las redes financieras, a los sindicatos y a la formidable columna de organizaciones catlicas que se agrupaban en tomo al Zentrum.44

    Se han documentado alineamientos similares en Italia, Noruega, Francia y los Estados Unidos. Hay variaciones de contexto evidentes, pero los datos sugieren semejanzas im-portantes en las condiciones para el crecimiento de estos movimientos antisistema.45

    Hemos llegado al final de una revisin sucinta' de las divisiones caractersticas que se han producido en los Estados de Occidente durante las primeras fases de consolidacin nacional y las fases posteriores de ampliacin del sufragio y crecimiento organizativo. He-mos procedido por medio de ejemrl0s y no a travs de una comparacin evolutiva rigu-rosa. No nos proponamos una c:xposicin exahustiva de diferencias y similitudes pas por pas, sino explorar las posbilidades de un sistema de clasificacin elaborado a partir de conceptos bsicos de la teora sociolgica actual. Esperamos continuar en esta direccin en otros marcos; aqu slo hemos querido iniciar el anlisis de estas posibilidades e indi-car los nuevos medios para analizar la experiencia histrica de estos pases tan diferentes.

    Sean cuales sean los fallos de las aplicaciones empricas, estamos convencidos de 'lt::~ el esquema parsoniano A-0-1-L puede propocionar una serie de instrumentos analti-cos de gran valor para comparar el desarrollo. de sistemas poltic~s. Sin duda, en varios puntos nos hemos desviado de las interpretaciones habituales del modelo parsoniano, y quiz lo hayamos forzado al convertirlo en un sistema de coordenadas bidimensional.

    44. Sobre el apoyo electoral al NSDAP vase sobre todo Sten S. Nilson,

  • 25t; DIEZ TEXTOS BSICOS DE CIENCIA POLTICA

    Para nosotros esto tiene una importancia secundaria. Nos hemos lim.itado a utilizar el es-quema original como trampoln para intentar poner' cierto orden en el anlisis compa~ativo de los procesos de formacin de la poltica de pattidos. Sin duda, podramos haber propuesto un paradigma muy similar sin recurrir al modelo bsico parsoniano, pero creemos que la unificacin de conceptualizaciones que agrupen varios sectores de la vida social tiene grandes ventajas intelectuales. El propio hecho de que el mismo esquema abstracto haya inspirado desarrollos analticos en campos tan dispares como la familia, las profesiones, la religin y la poltica nos parece prometedor para el futuro.

    La transformacin de estructuras de divisin eri los sistemas de partidos

    CONDICIONES PARA LA CANALIZACIN DE LA OPOSICIN

    Hasta. ahora nos hemos centrado en el surgimiento de una divisin concreta y slo espordicamente nos hemos interesado por la aparicin de sistemas de divisin y su tra-duccin en conjuntos de partidos polticos. En el lenguaje de nuestro esquema nos hemos limitado al anlisis de las diferenciaciones internas del cuadrante 1 y slo hemos aborda-do implcitamente intercambios entre 1 y O, 1 y L, L y O. Pero las divisiones no se tra-ducen en oposiciones de partidos de modo natural: hay COJ.?.Sideraciones de estrategia or-ganizativa y electoral; hay que tener en cuenta el peso de los beneficios de las alianzas frente a las prdidas de las escisiones; y hay que contemplar la disminucin progresiva del mercado de movilizacin por las secuencias temporales de esfuerzos organizativos. Entramos aqu en un sector de importancia cruCial en la investigacin y la teorizacin ac-ttiales, un sector verdaderamente fascinante que est pidiendo a gritos una investigacin detallada y cooperacin. An es necesario trabajar mucho en la tarea de volver a analizar los datos correspondientes a cada sistema nacional de partidos y, an ms, investigar las posibilidades de situar estos datos en un marco terico ms amplio; No podemos alber-gar la esperanza de abordar exhaustivamente estas posibilidades de comparacin en este trabajo y nos limitaremos a analizar unos cuantos procesos caractersticos y a sugerir una tipologa aproximada.

    Cmo se convierte un conflicto sociocultural en oposicin entre partidos? Para abordctr una interpretacin de las variaciones de esos procesos de conversin debemos examinar mucha informacin sobre las condiciones para la expresin de protesta y la re-presentacin de intereses en cada sociedad.

    En primer lugar, debemos conocer las tradiciones de toma de decisiones del estado correspondiente: el predominio de procedimientos de conciliacin frente a procedimien-tos autocrticos del gobierno central, las nonnas establecidas para la solucin de agravios y protestas, las medidas adoptadas para controiar o proteger asociaciones polticas, la li-bertad de comunicacin, y la organizacin de manifestacioneS.46

    46. Hans Daaldcr, en un reciente estudio de los acontecimientos de Europa occidental, ha defendido este punto con mucho empeo. E.~ imposible entender la evolucin. la estructura y el funcionamiento de los sistemas de partidos sin e~tmhar en qu medida exista competencia elitista antes de las revoluciones industrial y democrtica. Daalder seiiala In-

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  • O>, ~;r:;;:Jii .S DE Pi\RT!DOS \' AUNEAM[ENTOS ELECTORALES 259

    n s,;gundo lugar, .ht:mos de tener conoCimiento .de los canales para la expresin y ',.~;,un de protesta. Haba un sistema de representacin y, en el caso que as fue-;,. ta qu punto eran ~ccesibles los representantes, qun tena derecho a elegirlos y

    o~;nc :e elegan? (.Se expresaba en prim~r. trmino el conflicto a travs de manifestacio-rh;cctas. a travs de L11elgas, sabotajes o violencia manifiesta, o poda canalizarse a

    ; ,i;~ .. de eleccwne.s regwares y a travs de presiones sobre representantes legtimamen-c u, JeCidOS!

    En tercer !ngar, necesitamos informacin sobre la~ oportunidades, los resultados y costes de ias alianzas en el sistema: Hasta qu punto los antiguos movimientos se

    , JJ,\,ti:lan dispuestos o rcac1os a ensanchar sus bases de apoyo, y hasta qu punto era f-ifCii que nuevos aovirrentos obtuviesen representacin propia? Er~ cuarto y ltimo lugar, debemos conocer las posibilidades, las consecuencias y

    , . /mutaciones del gobierno de la mayora en el sistema: Qu tipo de alianzas produ-:t an probao!en1entc. el control por parte de la mayora de los rganos de representacin

    u grado de in1uencl:l podran ejercer ele hecho esas mayoras en la estructuracin b-(i} de la~ iristituciones y las distribuciones dentro del sistema?

    :;', \JATRO UMBRALE~;

    r;'>Li :;ene de cuestiones sugiere una secuencia de umbrales en el camino de cual-u:.> iilOVImH::nto que pretenda plantear nuevas exigencias dentro de un sistema poltico.

    Prirncro, el umbral de legitimacin: Se rechazan todas las protestas como conspi-.. ;1s, o hay cierto reconocimiento del derecho de peticin, crtica y oposicin?

    3cgundo, el umbral de incorporacin: Se niega a todos o a la mayora de los que , , an el mnvtmiento esta tus de participantes en la eleccin de representantes, o se les '", ar, lo~. mismo:> derechos de ciudadana poltica que a sus adversarios?

    TercetG e,l mnbrai de representacin: Debe el nuevo movimiento incorporarse a jc,-[os 1 :w /;;e::: ; antiguos para acceder a rganos representativos o puede ab-

    A' ... .o.r .. _{;:l prcJia.'.: :1 l;,qbra! ele poder de la mayora: En el sistema, hay frenos y fuerzas con-

    >l~; H!Cor-cnKlos co11tra el gobierno de la mayora numrica o la victoria de un parti-_11' , 1 urnas J. e otorgar poder para introducir cambios estructurales 'im-

    l.-idtc:--; en -; .::.rH ~1acional? F~stu re~:: . . u;,; , osea tipologa de cuatro variables de condiciones para la forma-

    ~ ., ~ ., sstuna.< oe partidos.

    Empmcawcnfe, cambios en uno de estos umbrles generaron tarde o temprano cw:-:5 P"' CJ.r);biax otros, pero hubo variaciones en las secuencias de los cambios. No

    Hcl;

  • 260 DIEZ 1'EX1'0S BASICOS DE CIENCIA I'tJLfTICA

    . E5QUllMA A

    ----------------~---- -----~-----------------------------Niv1l d1 tada umhral ~----------MU---------------~----

    flli macldn

    Jncorpo racin

    Rtprtllll tacfll

    /'nd11 mayor{ a

    Sl.ffl.mw de ptmltio.r rnsultanlt

    -----~--~----------------

    Alto A A

    Medio A

    M M A.

    Bajo M A

    B M A

    M B A

    B B A

    A

    A

    AoM

    A

    M

    A

    A

    RegCmene~ autoc!'ticos u oligrquicos, Ve1:/emurag de todos los partidos:., protestas y agravios canalizados a travs del campo de la administracin o a travs de la repreRentacin es tarnental.

    Si:itema de partidos interno y embrionario: camarillas de rt~presenlantes, clubes de notables. Ejemplos: Inglaterra an tes de 1832, Sue.cia durante las luchas entre sombreros y

    ~ . gorras.

    Sistemas de partidos internos que generan apoyo externo rudimentario a travs. del registro de asociacin; con protec-cin para las organizaciones yaincorporadas al sistema: pre-dominantes en Europa occidental.durante el perodo del hun-dimiento del absolutismo monrquico y la in'stauracin del gobierno parlamentario con sufragio masculino.

    Fase inicial del desarrollo de los sistemas de partidos externos: movimientos de las clases ms bajas con libertad para desarrollarse. Sufragio an limitado y/o desigual. Ejem-plo: Suecia antes de 1909.

    Situacin idntica, pero con gobierno parlamentario: Blgica antes de 1899; Noruega, 1884-1900.

    Aislamiento del sistema nacional de los partidos de minoras religios::s o de clase baja: medidas restrictivas contra las or-ganizaciones polticas. pero sufragio masculino pleno. Ejem-plos: eJ Reich guillennino durante el perodo de la Socia/is-tensesetze. 1878-1890; Francia durante el Segundo Imperio y primeras dcadas de la Tercera Repblica.

    Sistemas de partidos competitivos con sufragio masculino igual y universal, con grandes beneficios para las alianzas y con una separacin clara de los poderes legislativo y ejecuti-Vl1. El mejor ejemplo seran los Estados Unidos, si no hubie-ra sido por las restricciones a las actividades del partido cmnunsta y el bajo derecho de sufragio de jacto de los ne-gros en el Sur. Francia durante la Quinta Repblica podra ser un ejemplo mejor.

    47. ste es el trmino de Faui para la fase inicial de la fom1acin de partidos, op. cit., pp. 62-69. 48. Vase especialmeme Gummar Olson, Hallar och miissor: Studier over parriviisendet i SveriKe. 1751-1762.

    Akdemiforlaget, Gotemburgo, 1963.

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  • ;)ji/::;:, '.t;; 1'EMAS :E P; :nrDJS Y ALINEAMIENTOS ELECTORALES 261

    EsQUEMA A (connn:H

  • 262 Dlf'.Z TEXTOS BSICOS DE CIENCIA POLTICA

    sistemas electorales estimularon una gran diversidad de tentativas de anlisis comparado, . pero las considerables fidelidades emotivas a favor de un lado u otro condujeron a me-. nudo a inter:)retacio'nes discutibles de los datos y a generalizaciones excesivamente precipitadas a partir de pruebas escasas. Pocos autores fueron capaces de contentarse con comparaci'ones de secuencias de cambio en pases distintos. Quisieron influir en el curso futuro de los acontecimientos y fueron sumamente optimistas sobre las posibili dades de in'ttoducir cambios en los sistemas de partidos establecidos a travs de la in,;, geniera electoral. OlvidBI'On que los partidos, una vez establecidos, construyen una es-tructura interna propia y crean compromisos internos a largo plazo entre el mlcleo cen-tral de seguidores. Las maniobras electorales pueden impedir o d~morar.la formacin de un partido, pero una vez que ste ha tomado forma y se ha asentado, resulta difcil cambiar su carcter modificando tan slo las condiciones de agregacin electoral. En realidad, en la mayora de los casos tiene poco sentido tratar los sistemas electorales como variables independientes y los sistemas de partidos como dependientes. Los es-trategas de los partidos tendrn en general influencia decisiva sobre la legislacin elec-toral y optarn por los sistemas de agregacin que consoliden su propia posicin, bien a travs de un aumento en su representacin, a travs del refuerzo de las alianzas pre-feridas o a travs de mecanismos contra movimientos de esCisin. En trminos tericos quiz pueda tener sentido la hiptesis de que sistemas de mayora simple originarn oposicions bipartidistas en los sectores culturalmente ms homogneos de un Estado y slo generarn otros partidos a travs de divisiones territoriales. Sin embargo, la ni-ca base convincente para esta generalizacin .procede de pases con una historia cQnti-nuada de agregaciones de mayora simple desde los inicios de la poltica democrtica de masas. Hay pocas pruebas firmes y mucha inseguridad en cuanto a los efectos de posteriores cambios en las leyes electorales sobre los sistemas de partidos: una razn simple es que los partidos ya asentados en el estado influirn mucho en la amplitud y la direccin de estos cambios y, cuanto menos, se mostrarn reacios a que se les borre de la existencia por una: votacin.

    Cualquier tentativa de anlisis sistemtico de variaciones en las condiciones y las estrategias de la competencia de partidos debe nacer de estas diferenciaciones en las fa-ses evolutivas. En este contexto, no podemos hacer comparaciones detalladas pas por pas. Nos hemos limitado, entonces, a revisar datos conespondientes a dos secuencias di-ferentes de cambio: la aparicin de movimientos y partidos de clase baja y la decaden-cia de los partidos de rgime censitaire.

    LAS NORMAS DEL JUEGO ELECTORAL

    Los primeros sistemas electorales establecieron un umbral elevado para los partidos que surgan. A los paitdos obreros les fue muy difcil en todas partes obtener represen-tacin propia, pero hubo variaciones significativas en el apertmismo de los sistemas de-bido a las presiones de los nuevos estratos. Los sistemas de votacin de segunda vuelta, tan bien conocidos del Reich Guillennino, oc la Tercera Repblica francesa y de la Quin-

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  • DIVISIN, SISTEMAS DE PARTIDOS Y ALINEAMIENTOS ELECTORALES 263

    ,nJcc:c.on la barrera ms. alta posible, la mayora absoluta, pero posibilitaron al , ,ntu ucrnpo una d1 versidad de alianzas loGales entre los adversarios de los socialistas:

    ;,.istema mantuvo subrepresentaqos a los nuevos incorporados pero, sin embargo, no o; z a los viejos partidos a fundirse o aliarse a esc~la nacional. Las injusticias manifies-ia:< del sistema electoral aumentaron an ms el alejamiento de las clases trabajadoras de J.t: nsttuciones nacionales y generaron lo que Giovanni Sartori ha calificado como sis-temas de pluralismo centrfugo:50 un importnte.movimiento fuera del mbito poltico establecido y varios partidos opuestos dentro de l.

    Los sistemas de mayora simple del tipo britnico-norteamericano establecen tam-1An altas barreras contra los movimientos en ascenso que pretenden incorporarse al m-bm poltico; sin embargo, el nivel inicial no est establecido en el 50% de los votos emi-

    en cada circunscripcin sino que vara desde el principio con las estrategias adop-wdas por los partidos. Si stos se agrupan en defensa de sus intereses comunes, el umbral .,~:-; alto; si cada uno se centra en su propio inters, es bajo. En las primeras fases de la mo-,. iiJzacin obrera, estos sistemas fomentaron alianzas del tipo liberales-obreristas. Los , ,:cin llegados al electorado vieron que sus nicas posibilidades de representacin esta- !r!n en candidaturas conjuntas con el partido oficial ms reforrnista. En fases posteriores, ~;8>rtidos claramente soCialistas obtuvieron representacin propia, en sectores de gran con-~;;Jacin industrial y elevada se~:cgacin de clase, pero esto no provoc invariable-

    ' '''Jte alianzas contrarias por pdrte de los partidos ms antiguos. Sin embargo, no en todos los Estados de mayora simple se formaron partidos

    ..-h,rr~ros tan fuertes y diferenciados. Cat:tad y Estados Unidos se quedaron en lo quepo-nna.:rnos llamar la etapa liberal-obrerista. Los analistas de estas dos naciones des-';acionistas han otorgado preeminencia a factores como la temprana concesin del de-

    ,o :::~1 voto;-la elevada movilidad, el federalismo asentado y la marcada diversidad H,Fdl, tnica y religiosa. 51 Pero hay importantes diferencias entre los dos casos que d :c.c:n mucho sobre la importancia del cuarto de nuestros umbrale~. la proteccin

    ,:, el poder de la mayora directa. En una comparacin reciente de lu sistemas de ces canadiense y norteamericano, Leon D. Epstein ha argumentado, C')n una lgi-

    "' dmrable, que las diferencias decisivas reflejan contrastes en los pn:-cedimientos de .oroa central de decisiones constitucionalmente establecidos: en Canac1, responsabili-a. dei gabinete frente a una mayora parlamentaria; en Estados Unidos, Doderes sepa-Jti'\ H1quiridos a travs de dos canales de representacin diferenciado.; 52 El sistema

    1 ;artlmcntario rebaja el umbral de poder de las mayoras numricas, perl' el gobierno cr1ende para su existencia de una votacin disciplinada dentro del partido l.; 1e los par-

    que lo apoyan en la legislatura. El sistema de separacin de poderes h.\ ~e que re-'

    50. European Political Parties: The Case of Polarizd Pluralism, en J. LaPalombara y M. Wner, ! is., Political ,>,";';,;s ar:d Political Development, op. cit.

    51 Hay una exposicin de similitudes y diferencias entre dos democracias anglfonas en L. LlP>on, Party Sys-.: !h: ~Jnited Kingdom and the Older Commonwealth, Po/. Srudies, 1, 1959, pp. 12-31; S. M. LipS'.!, Th!' First New

    ''o.'' ,, caps. 5, 6 y 7; y R. Alford, Party and Society: The Anglo-American Democracies, Rand McNally 1.~hicago, 1963, , ;;;. .. ai.mente el cap. XII.

    :;:1. Leon D. Epstein, A Comparative Study of Canadian Parties,., Amer. Poi. Sci. Rev., 63, m I.ZO de 1964, -'!", ~9

    l; ,'

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    264 Dl!Z TUX'fOS BSiCOS DI CIINCIA ,1'01.i'rlCA

    sult~ m~a difcil traducir victorias num6r1cas en cambloa dlfdrenciados;de polttica, pero permit~ tambin alianzas mucho ms flexibles dentro' de cada uno de los partidos. Los partidos canadienses tienden a estar unidos en su comporta,miento leislativo y a man tener un control estricto sobre el reclutamiento de candidatos. Los partidos norteameri canos tienden a ser una federacin flexible, con ,una estructura interna mnima y un sis tema de elecciones primarias que los obliga a dejar las decisiones sobre el recluta-miento a un mercado electoral ms amplio. Como consecuencia, el sistema canadiense ha fomentado los partidos de protesta regionales y culturales, mientras que los partidos norteamericanos se han mostrado notablemente abiertos a exigencias locales o de fac-cin, a una gran variedad de movimientos e intereses. El estricto sistema bipartidista predominante en Estados Unidos no puede considerarse un resultado normal de elec-ciones por mayora simple. Los partidos estadounidenses difieren marcadamente, por su estructura y por su carcter, de otros partidos surgidos con este sis~ema de eleccio-nes y pueden explicarse mejor a travs de un anlisis de la separacin const