Acto de abjuración

Para romper las ataduras maléficas originadas por el contacto con el mundo del ocultismo en general, se recomienda hacer de forma verbal —al menos tres veces al día, durante treinta días— el siguiente acto de abjuración. Se agarra un crucifijo y se trazan con él grandes señales de la cruz sobre nosotros diciendo al mismo tiempo:

En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, y por los méritos infinitos de su Preciosísima Sangre derramada en la Pasión, corto toda atadura oculta existente entre las fuerzas del mal y mi persona; pongo éstas ataduras a los pies de la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo y le pido que llene éste vacío con su amor.

Para ello, renuncio con todas mis fuerzas a Satanás y al pecado, así como a toda influencia de la obra de las tinieblas, que haya quedado en mí por (nombrar según el caso: espíritu de adivinación, de magia, de espiritismo): -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Renuncio también a los espíritus de (decir aquí, uno detrás de otro, el nombre de la ciencia oculta, secta, mago o demonio al que nos hemos dirigido): --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------y a todo espíritu maléfico que ronde a mi alrededor.

Te pido perdón, Señor, por éstos pecados de idolatría, y con tu gracia me perdono a mí mism@ y a todas las personas que me hayan llevado a éstas acciones, porque pienso que me hicieron un mal.

Declaro que Jesucristo es el Señor de mi vida, de mi cuerpo y de mi espíritu, y le ruego que sane y reconstruya todo daño que haya quedado en mí ─en mi cuerpo y en mi espíritu─ como consecuencia de estas acciones, y que llene éste vacío con su amor. Báñame, Señor, con tu Sangre y cúbreme con tu amor.

Imploro la intercesión de la Santísima Virgen María, de su Esposo virginal san José, la poderosa protección del Arcángel san Miguel y de mi Ángel custodio, y me abro a la acción del Espíritu Santo en mi vida, para que, al

fin libre, pueda glorificar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.