Aborto Es Realmente Un Problema

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ABORTO: ¿ES REALMENTE EL PROBLEMA? Yo he abortado. Yo he abortado y siento alivio. Yo he abortado porque no deseo más hijos. Yo he abortado porque mi embarazo fue forzado. Yo he abortado porque estoy sola y no tengo recursos. Yo he abortado porque tengo 15 años y aún no quiero ser madre. Yo he abortado porque me violaron. No quiero un hijo de un violador. Yo he abortado porque no tuve acceso a métodos anticonceptivos. Yo he abortado porque el método anticonceptivo no funcionó Yo he abortado porque el embarazo ponía en riesgo mi vida. Yo he abortado porque en mi trabajo me podían despedir. Yo he abortado porque mi hijo venía gravemente enfermo. Yo he abortado porque sé lo que se me venía encima. Yo he abortado arriesgando mi vida Yo he abortado desafiando una ley injusta Yo he abortado sola, con miedo y a escondidas Yo he abortado y en el hospital me denunciaron. Pero he abortado y no me arrepiento Porque soy consciente y responsable Porque es mi vida y mi cuerpo Porque fue mi decisión. Porque es mi derecho. La realidad en cifras Se estima que a nivel mundial se realizan 15 millones de abortos ilegales por año, de los cuales 4 millones corresponden a América Latina y específicamente en Colombia por cada 10 nacidos vivos ocurren cerca de 4 abortos provocados * . Cada año ocurren en el mundo cerca de 75 millones de gestaciones indeseadas o inoportunas (Organización Mundial de la Salud –OMS-) que se vinculan a diversos factores. Por ejemplo, falta de poder social de las mujeres para rechazar las relaciones sexuales; demanda insatisfecha de métodos anticonceptivos; presión social y cultural sobre la maternidad para construir la identidad femenina; fallas de la anticoncepción; coerción o violencia sexual; dificultades económicas, emocionales, familiares o de otra índole que les impiden hacer suyo el proyecto de ser madres; entorno laboral o escolar hostil; razones de salud, como enfermedad de la mujer o del feto, etc. En Colombia hay 16.800.000 niñas y niños, de los cuales 1.137.000 viven en situación de miseria, cerca de 30.000 habitan la calle; por lo menos 2.500.000 trabaja. El país es fuente principal de tránsito para niñas víctimas de la trata de personas para la explotación sexual. 14 % de los menores de 5 años padecen desnutrición crónica; el 18% no tiene acceso al sistema educativo y entre el 48 y el 55% de la población desplazada son niños y niñas (cerca de 1.100.000) 1 . El irrespeto hacia la niñez se hace palpable en todos los ámbitos. * The Alan Guttmacher Institute, 1994- Aborto clandestino: Una realidad latinoamericana. En: Aborto, Factores involucrados y consecuencias . Oriéntame, Bogotá, 1995, p. 9 1 Encuesta nacional de demografía y salud. Año 2000. Profamilia UNICEF. www.unicef.org.co

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El aborto y sus implicaciones.

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ABORTO: ¿ES REALMENTE EL PROBLEMA?

Yo he abortado.Yo he abortado y siento alivio.Yo he abortado porque no deseo más hijos.Yo he abortado porque mi embarazo fue forzado.Yo he abortado porque estoy sola y no tengo recursos.Yo he abortado porque tengo 15 años y aún no quiero ser madre.Yo he abortado porque me violaron. No quiero un hijo de un violador.Yo he abortado porque no tuve acceso a métodos anticonceptivos.Yo he abortado porque el método anticonceptivo no funcionóYo he abortado porque el embarazo ponía en riesgo mi vida.Yo he abortado porque en mi trabajo me podían despedir.Yo he abortado porque mi hijo venía gravemente enfermo.Yo he abortado porque sé lo que se me venía encima.Yo he abortado arriesgando mi vidaYo he abortado desafiando una ley injusta Yo he abortado sola, con miedo y a escondidas Yo he abortado y en el hospital me denunciaron.Pero he abortado y no me arrepiento Porque soy consciente y responsablePorque es mi vida y mi cuerpoPorque fue mi decisión.Porque es mi derecho.

La realidad en cifras

Se estima que a nivel mundial se realizan 15 millones de abortos ilegales por año, de los cuales 4 millones corresponden a América Latina y específicamente en Colombia por cada 10 nacidos vivos ocurren cerca de 4 abortos provocados*.

Cada año ocurren en el mundo cerca de 75 millones de gestaciones indeseadas o inoportunas (Organización Mundial de la Salud –OMS-) que se vinculan a diversos factores. Por ejemplo, falta de poder social de las mujeres para rechazar las relaciones sexuales; demanda insatisfecha de métodos anticonceptivos; presión social y cultural sobre la maternidad para construir la identidad femenina; fallas de la anticoncepción; coerción o violencia sexual; dificultades económicas, emocionales, familiares o de otra índole que les impiden hacer suyo el proyecto de ser madres; entorno laboral o escolar hostil; razones de salud, como enfermedad de la mujer o del feto, etc.

En Colombia hay 16.800.000 niñas y niños, de los cuales 1.137.000 viven en situación de miseria, cerca de 30.000 habitan la calle; por lo menos 2.500.000 trabaja. El país es fuente principal de tránsito para niñas víctimas de la trata de personas para la explotación sexual. 14 % de los menores de 5 años padecen desnutrición crónica; el 18% no tiene acceso al sistema educativo y entre el 48 y el 55% de la población desplazada son niños y niñas (cerca de 1.100.000)1. El irrespeto hacia la niñez se hace palpable en todos los ámbitos.

Todos estos hechos son los que hacen parte de la vida real de la mayoría de personas, no los entornos y mundos idílicos que se nos muestran a través de imágenes fabricadas por una sociedad hipócrita que no se estremece por la enorme injusticia, indignidad y miseria en la que viven millones de seres humanos en el mundo pero sí lo hace, y hasta el llanto, ante una escena teatral en la que una voz falsa “proveniente” de un feto (es decir de un no-ser) ridículamente clama por el derecho a la vida, desafiando la lógica más simple que pueda ser imaginada. ¿Con qué autoridad esta sociedad, que permite el maltrato, el abandono y la irresponsabilidad de los hombres frente a los hijos que engendra, se atreve a condenar a las mujeres por decidir no dar vida a un hijo que no puede o no quiere tener? ¿Con qué autoridad moral rechaza a las mujeres que abortan con argumentos como el de la “defensa de la vida” cuando tolera la muerte diaria de millones de personas que a diferencia de los fetos, sí tienen pensamiento, además de una historia y un pasado; que sí claman con su propia voz por una oportunidad para vivir, por un espacio para habitar y por ser considerados como seres humanos; cuando se queda inerme frente a la muerte por hambre, violencia y explotación de seres humanos ya constituidos?

* The Alan Guttmacher Institute, 1994- Aborto clandestino: Una realidad latinoamericana. En: Aborto, Factores involucrados y consecuencias. Oriéntame, Bogotá, 1995, p. 9

1 Encuesta nacional de demografía y salud. Año 2000. Profamilia UNICEF. www.unicef.org.co

Ante esta realidad que no puede esconderse, ¿no será más lícito afirmar que la pobreza, la marginación y la explotación son realmente el verdadero problema de nuestra sociedad y no el aborto? ¿No sería más honesto y más ético que la sociedad se dedicara a erradicar las condiciones indignas de vida de tod@s l@s pobladores del mundo que rasgarse las vestiduras por una práctica que, de hacerse con el apoyo de la ciencia, evitaría la muerte de muchas mujeres en el mundo?

Por otra parte, quienes se centran en la vida del feto como argumento para rechazar la práctica del aborto sólo fomentan la confusión y un contradictorio sentimentalismo. En realidad la discusión sobre el aborto no tiene nada que ver con niñas y niños. Resulta bastante ilógico, y de paso sospechoso, que después de tanto esfuerzo por defender la vida del feto estos grupos pro-vida, una vez nacidos los miles de niños y niñas indeseados, se desentiendan del asunto y simplemente los dejen a la deriva en el mundo sin importarles la suerte que de ahí en adelante corran. Verdaderamente estos grupos o padecen una confusión sicológica muy grande o son los más cínicos y descarados de los que se tenga noticia, pues ¿cómo llamar de otra manera tanta preocupación y desvelo por la suerte de unas células en el cuerpo de la mujer en lugar de dirigir sus energías a defender efectivamente la vida de seres de carne, hueso y pensamiento?

El aborto no es un asesinato

Así, “en defensa de la vida”, tales grupos convencen a mucha gente ingenua de la “bondad” de sus propósitos. Pero, ¿cuál es el concepto de vida que dicen defender?

Si se trata de la vida a secas, tenemos que de hecho muchos seres vivientes son sacrificados diariamente para nuestra alimentación, otros son simplemente eliminados en fumigaciones o en combate de enfermedades e infecciones, o por simple diversión o depredación; y eso que ya son seres formados. La conservación de la vida a toda costa nunca ha tenido cabida en nuestras mentes por la sencilla razón de que si así lo hiciéramos pondríamos en riesgo nuestra propia vida; necesitamos “sacrificar” vida para vivir. Hay que entender que un feto aún no es un ser formado, es un grupo de células unidas al cuerpo de una mujer. Nunca se ha hablado de eliminar a un ser humano pleno, por esto EL ABORTO NO ES UN ASESINATO. Diariamente perdemos cantidades de células de la piel, del intestino, de la sangre, etc. y no estamos haciendo un escándalo de ello. Los espermatozoides salen en millones en una sola eyaculación y millones de ellos se pierden sin ningún problema, aunque son células vivas, formadoras potenciales de un ser humano

Si por el contrario, se trata de defender la vida humana, concebida ésta como el bien mayor, entonces hay que reconocer que ella no se caracteriza por el hecho de constituir un tejido de células, sino más bien por estar dotada de dignidad, sentido, bienestar, respeto, etc. Desde esta mirada ¿cómo explican los sublimes defensores de la vida el silencio y renuncia a su lucha frente a la limpieza social, la pena de muerte, la venta de armas, las guerras, etc.? ¿Como justifican esta ceguera?

Esto no es una invitación a abortar a todas las que estén embarazadas, estamos a favor de la maternidad como elección y no como imposición y por supuesto, del lado de la vida de las mujeres que no debe ser lo último en ponerse en consideración cuando de vida se trata. Es una invitación a ponerse en el lugar de quienes no tienen opción, de las que están en una situación desesperada por razones incluso ajenas a ellas (violación, enfermedad, exclusión, etc) y a las que la sociedad no protege, pero sí juzga y quiere tomar control sobre sus cuerpos y sus vidas al antojo. Cuando se le prohíbe a la mujer tener control sobre su propio cuerpo, se está aceptando la violación, el maltrato y la degradación

Las organizaciones antiaborto no son moralmente superiores, ni representan a la mayoría, por el contrario al insistir en penalizar esta práctica tienen mucha culpabilidad en la muerte de miles de mujeres.

Porque las mujeres somos algo más que un útero, un recipiente, una incubadora, algo más que esclavas paridoras

rechazamos y condenamos la actitud de los médicos que denunciaron, violando el secreto profesional, a las dos jóvenes de la ciudad de Pamplona que abortaron, al rector de la universidad que ordenó la cancelación de sus matrículas, y a todas aquellas personas que las condenaron por realizar un acto que consideramos era su derecho.

¡Vale más la vida de una mujer que la de un feto cuyo futuro es incierto!

Mayo 27 de 2005