ABRAVANEL ISAAC - Respuesta Al Edicto de Expulsion

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    Respuesta de Isaac Abravanel al

    Edicto de Expulsin

    2013

    T H E B E N G A O N S C O M P A N Y

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    Isaac Abravanel

    Respuesta al Edicto de Expulsin

    Sus Majestades:Abraham Senior y yo agradecemos esta oportunidad para hacer nuestra ultima expresin enpalabras llevando la voz de las comunidades Judas que nosotros representamos, condes,

    duques y marqueses de las cortes, caballeros y damas no es un gran honor cuando un judo esllamado a asistir por el bienestar y seguridad de su pueblo.

    Pero es una mayor desgracia cuando el Rey y la Reina de Castilla y Aragn y por supuesto detoda Espaa tiene que buscar su gloria en gente inofensiva.

    Encuentro muy difcil comprender como todo hombre judo, mujer y nio pueden ser unaamenaza la fe Catlica.

    Muy fuertes pero demasiados fuertes cargos.

    Es que nosotros lo destrozamos?

    Es todo lo opuesto. No estis Vos admitiendo en este edicto a confinar a todos los Judos enlugares restringidos y de tantas limitaciones en nuestros privilegios legales y sociales sinmencionar obligndonos a usar disturbios humillantes? No fueron suficientes las opresionesimpuestas, no nos aterrorizo con su diablica Inquisicin? Djeme hacer esta materiaperfectamente dura para todos los presentes no dejare callar la voz de Israel en este da.

    Escuchad Oh los cielos y adjudique escuchar , Rey y Reina de Espaa por mi IsaacAbravanel dirigirme a Vos yo y mi familia somos descendientes directamente del Rey Davidverdadera sangre real la misma sangre del Mesas corre por mis venas. Es mi herencia y yo loproclamo en nombre del rey de Israel.

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    En nombre de mi pueblo, el pueblo de Israel, los escogidos por Dios declaro son inocentes ysin culpa de todos los crmenes declarados en este abominable edicto. El crimen y latransgresin es para Vos no es para nosotros soportar el decreto sin justicia que Vos habeisproclamado hoy ser su derrota y este ao en el cual imagina como el ao de la gran gloriaser la vergenza ms grande de Espaa. Siendo como recompensa de esta virtud individual,siendo bien reconocido que la palabra de honor es su cometido apropiado para las buenas

    obras nobles de modo adicional cuando un acto inapropiado se cometiera que la reputacin dela persona sufrira. Y cuando los Reyes y Reinas cometen hechos dudosos se hacen dao aellos mismos. Y como bien se dice entre ms grande la persona que comete un error el error esmayor.

    Errores si son reconocidos temporalmente pueden ser corregidos y el ladrillo que soporta laestructura endeble puede ser vuelto a colocar en la posicin correcta. As mismo un edictoerrado si es cambiado a tiempo puede ser corregido pero objetivos religiosos han aventajadola razn y malos consejos han precedido justo razonamiento. El error de este edicto serirreversible lo mismo que estas obligaciones que proclama el Rey y la Reina mos,escuchadme bien: error ha sido su error profundo e inconcebible como Espaa nunca hayavisto hasta ahora. Vos sois los nicos responsables como armas del poder de una nacin comolas artes y letras dan las pautas de sensibilidades mas refinadas si Vos habeis aplacado elorgullo del Infiel Musulmn con la fuerza de su ejercito dando muestras de conocimiento delarte y la guerra por que de su estado interno de su conciencia Con qu derecho susInquisidores recorren los campos quemando libros por miles en piras publicas?

    Con qu autoridad los miembros de la Iglesia desean ahora quemar la inmensa bibliotecaArbica de este gran palacio moro y destruir sus preciosos manuscritos? porque, es por suautoridad mi Rey y mi Reina. En lo ms profundo de sus corazones Vuestras Mercedes handesconfiado del poder del conocimiento, y Vuestras Mercedes han respetado solo el poder.

    Con nosotros los Judos es diferente. Nosotros los Judos admiramos y estimulamos el poderdel conocimiento. En nuestros hogares y en nuestros lugares de rezo, el aprendizaje es unameta practicada por toda una vida. El aprendizaje es nuestra pasin que dura mientrasexistimos; es el corazon de nuestro ser; es la razon de acuerdo nuestras creencias para loscuales hemos sido creados. Nuestro agresivo amor a aprender pudo haber contrabalanceadosu excesivo amor al poder. Nos pudimos haber beneficiado de la proteccin ofrecida pornuestras armas reales y Vos os pudieseis haber beneficiado de nuestros adelantos de nuestracomunidad y el intercambio de conocimientos, y digo que nos hubisemos ayudadomutuamente.

    As como se nos ha recordado de nuestra falta de poder de modo que su nacin sufrir de las

    fuerzas de un desequilibrio que Vuestras Mercedes han dado su inicio. Por centurias futuras,vuestros descendientes pagaran por sus apreciados errores del presente. Vuestras Mercedesverificaran y la nacin se transformara en una nacin de conquistadores. Buscando oro yriquezas, viviendo por la espada y reinando con un puo de acero.

    Y al mismo tiempo os convertiris en una nacin de iletrados, vuestras instituciones deconocimiento, amedrentadas por la continuacin hertica de extraas ideas de otras tierras yotras gentes, no sern respetados. En el curso del tiempo el nombre tan admirado de Espaase convertir en un susurro ente las naciones. Espaa, que siempre ha sido pobre e ignorante,Espaa la nacin que mostr tanta promesa y que ha completado tan poco. Y entonces algn

    da, Espaa si preguntara a s misma: que ha sido de nosotros? Por qu somos el hazme rerentre las naciones? Y los Espaoles de esos das miraran a su pasado porque sucedi esto. Y

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    aquellos que son honestos sealaran a este da y a esta poca lo mismo cuando esta nacin seinicio. Y la causa de su decadencia no mostrara a nadie mas que a sus reverenciadossoberanos Catlicos, Fernando e Isabel, conquistadores de los Moros, expulsores de losJudos, fundadores de la Inquisicin y destructores de inquisitivas mentes de los Espaoles.

    El edicto es testimonio a la debilidad Cristiana. Esto ha demostrado que los Judos son

    capaces de ganarle a los siglos. Argumento viejo sobre estas dos creencias. Esto explica elporque existen falsos Cristianos: estos los Cristianos cuyas creencias han sido sacudidos porlos argumentos de que el Judo que conoce mejor. Esto explica porque la nacin Cristiana seperjudicara como dice que lo ha sido. Deseando silenciar la oposicin Juda, la mayoraCristiana ha decidido no seguir argumentando eliminando la fuente del contra argumento. Laoportunidad hacia el Judo no se le otorg.

    Despus de hoy esta es la ultima oportunidad a traer este tema en tierra Espaola. En estosltimos momentos de libertad otorgada por el Rey y la Reina, y yo como representante de laJudera Espaola, reposara en un punto de la disputa teolgica. Yo lo dejare con un mensajede partida a pesar de que a Vuestras mercedes no os guste.

    El mensaje es simple. El histrico pueblo de Israel, como se ha caracterizado por sustradiciones es el nico que puede emitir su juicio si Jess y sus demandas de ser el Mesas, ycomo Mesas su destino fue de salvar a Israel, de modo que debe venir de Israel a decidircuando debe salvarlo. Nuestra respuesta es la nica respuesta que importa, o si acaso Jessfue un falso Mesas. Mientras el pueblo de Israel exista, mientras las gentes de Jesscontinen en rechazarlo. Su religin no puede ser validada como verdadera. VuestrasMercedes pueden convertir a todas las gentes, a todos los salvajes del mundo, pero mientrasno convierta al Judo, Vuestras Mercedes no han probado nada excepto que VuestrasMercedes pueden persuadir a los que no estn informados.

    Lo dejamos por este confortante conocimiento. Por que Vuestras Mercedes pueden disponerde sus poderes, nosotros poseemos la verdad por lo alto. Vuestras Mercedes podrndesposeernos de individuos, pero no podrn desposeernos de nuestras almas sagradas y laverdad histrica la cual es el nico testigo nuestro.

    Escuchad Rey y Reina de Espaa, en este da Vuestras Mercedes han engrosado la lista defabricantes de maldades contra los remanentes de la Casa de Israel si Vuestras Mercedes seempean en destruirnos, todos han fracasado. Mas, sin embargo, nosotros prosperaremos enotras tierras lejanas. Y doquiera que iremos, el Dios de Israel estar con nosotros. Y aVuestras Mercedes Rey Fernando y Reina Isabel la mano de Dios los atrapara y castigara por

    la arrogancia de sus corazones.Hgase a Vuestras Mercedes autores de esta iniquidad, por generaciones a venir, ser relatadorepetidamente como su fe no fue benevolente y como su visin fue cegada. Pero ms de susactos de odio y fanatismo, el coraje del pueblo de Israel ser recordado por haberseenfrentado contra el poderoso Imperio Espaol y nos hemos apegado a las herenciasreligiosas de nuestros padres, resistiendo a los argumentos inciertos.

    Explsennos, arrjennos de esta tierra que hemos querido tanto como Vos, per losrecordaremos Rey y Reina de Espaa como los que figuran en nuestros santos libros comoaquellos que buscaron nuestros daos. Nosotros los Judos con sus hechos en las paginas de la

    historia, y de los recuerdos de nuestros sufrimientos e incurrirn en mayor dao a sushombres mas que el mal que nos ha causado.

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    Nosotros les recordaremos y a su vil edicto de Expulsin por siempre

    DON ISAAC ABRAVANEL

    BIOGRAFIA

    Don Isaac Abravanel, nacido en la ciudad de Lisboa en el ao de 1437 (5197 delcalendario hebreo), en el seno de una rica familia juda, los Abarbanel,conocidos tambin como Abravanel, que llevaban en Portugal desde haca casi100 aos, por lo que fue educado por los mejoresprofesores portugueses de mediados del siglo XV llegando a responsabilizarse delas finanzas de grandes nobles del Reino de Portugal, por aquel entonces unEstado prspero gracias al comercio atlntico centralizado en la capital, Lisboa,lo que ayud a superar la crisis econmica del siglo anterior que se habaextendido en el tiempo, bien entrado el Cuatrocientos.A mediados de la dcada de los 70 del siglo XV, entra al servicio de la Corona dePortugal, bajo el reinado de Alfonso V, pero las buenas relaciones de su familiacon el duque de Braganza acabarn perjudicndole ya que el noble fue acusadode conspirar contra la monarqua por lo que todos los que se relacionaban con lcayeron en desgracia ante los ojos del rey.

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    Cuando tena 46 aos de edad, Don Isaac fue uno de esos sospechosos deconspirar contra el rey Juan II de Portugal. En la Introduccin al Comentario aJosudice que la conjura de los nobles era falsa y que el Duque de Braganza erainocente:

    "Y se conspir contra ellos, diciendo: Sois reos de muerte, porque habis conspiradocontra m todos vosotros, para entregarme a m y a mi pas en mano de los reyes de

    Sefarad".

    Por todo lo anterior, se vio obligado a marcharse al Reino vecino que los ReyesCatlicos de Castilla y Aragn estaban construyendo con la idea de unificar loque en su da fue Hispania, empresa de enorme envergadura que era seguida conrecelo por la monarqua portuguesa por lo que ello poda implicar para su

    seguridad ante el empuje expansionista de los reyes Fernando e Isabel a cuyoservicio entr Abravanel, el cual se estableci en la localidad de Segura de Len(Extremadura), donde iniciara una extensa obra literaria en hebreo volcadabsicamente en el estudio de La Biblia ya que en principio Isaac no queravolver a trabajar para la nobleza, pues estaba escarmentado de su experienciaportuguesa.

    Cuando los judos fueron expulsados de los Reinos hispnicos, los Abravanel

    emigraron a Italia aunque otra rama lo hara al Imperio turco viajando unosterceros al norte de frica, pero sera Europa el continente por el que sediseminaran principalmente, en el siglo XVI y una vez comenz a colonizarse elNuevo Mundo, tambin por Amrica, en el siglo XVII.

    Sin embargo, la relacin con Espaa vena de muy atrs pues est documentadala presencia de algunos miembros de esta gran familia en la ciudad de Sevilla,desde su conquista por los reyes cristianos Fernando III, el Santo y AlfonsoX, el Sabio. De hecho, el servicio prestado a la Corona de Castilla por la

    familia Abravanel fue decisivo para permitirle marchar con gran parte de sufortuna cuando fueron expulsados de Espaa junto con el resto de la comunidadjuda.

    Los Abravanel fueron tesoreros y recaudadores de impuestos durante el sigloXIV pero con motivo de las persecuciones de finales de este siglo, SamuelAbravanel se vio obligado a convertirse al cristianismo si quera sobrevivirjunto a su familia, si bien opt por marcharse a Portugal, donde el rey Juan I

    les acoga consciente de que era beneficioso para su Reino ya que los judos eranfamosos por ser excelentes administradores. Una vez en territorio luso y sin

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    peligro que correr, renunci al cristianismo para volver a practicar librementesus creencias religiosas.

    Judah Abravanel, hijo de Samuel y padre de Isaac, entrara al serviciofinanciero de Don Fernando de Portugal y del poderoso Duque de Braganza porlo que Isaac crecera en un ambiente refinado, convirtindose en un erudito deuna vastsima cultura al dominar el latn, el hebreo, el castellano y el portugusy estudiar tanto cultura y religin judas como escolstica medieval y filosofagrecorromana, lo que le permitira escribir su primera obra con tan solo veinteaos de edad: Las formas de los elementos.

    El hijo de Isaac Abravanel fue un reputado mdico que llegara a ser el doctorpersonal del Gran Capitn en sus campaas italianas as como un profuso

    escritor de estilo platnico, firmando sus obras como Len Hebreo.

    Isaac Abravanel siempre defendi su inocencia ante los reyes de Portugal perono fue odo por lo que acab dedicndose en cuerpo y alma a su nuevo Pas,Castilla. Aqu, otro ciudadano judo muy importante, Abraham Seero, quetrabajaba para la Corona de Castilla y Aragn, le propuso como arrendador delas rentas pblicas. La amistad de estos dos honorables y leales judos les llevincluso a financiar en parte (no solo aportando medios y caudal de sus

    respectivas fortunas sino tambin recaudando de otras) la campaa blica deGranada por la que los Reyes Catlicos pretendan poner fin a laReconquista histrica, iniciada con el alzamiento de los nobles asturianos contralos musulmanes en el siglo VIII.

    En la Introduccin al "Comentario a Reyes", Isaac Abravanel admite que esalguien afortunado:

    "Y me concedi Dios gracia ... a los ojos de los prncipes que se sientan al frente delreino .......... y estuve prximo a ellos muchos das y me ocup en su servicio ochoaos, con riqueza y con honor que se les hace, y viviendo con ellos me afianc en sus

    cortes y sus castillos () y me afianc el honor de reyes y prncipes del pas

    ()"fui la cabeza de todo mi pueblo, y se calm como lluvia para m; despus demis palabras no cambiaban".Pero en 1492, de repente, todo cambi y a pesar del esfuerzo recaudador y de losservicios prestados, sus Catlicas Majestades le dieron la espalda tanto a l comoal resto del pueblo judo, cuando nunca supusieron amenaza alguna para la

    estabilidad del Reino:

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    "Llam a mis amigos, que ven el rostro del rey, para pedirles por mi pueblo, y los

    nobles se concertaron para hablar al rey con toda energa para que retirase los

    documentos de la ira y de la clera y los pensamientos que haba pensado contra los

    judos para aniquilarlos" () "y como vbora sorda cerr su odo, no me respondinada".

    Lo cierto es que los reyes le apreciaban por su experiencia sobradamentedemostrada y confiaban en que se convirtiera al cristianismo para as poderquedarse en Espaa pero Isaac Abravanel no era un cobarde y decidi no dar laespalda a sus correligionarios y acompaarles en su amarga expulsin de la queconsideraban su tierra, en la que haban vivido generaciones y generacionesdesde tiempos romanos, una especie de nueva tierra prometida en la queconvivan con cristianos y musulmanes no sin ciertos roces por otro lado lgicos

    pero tambin comunes a otros reinos (no se trat de un fenmeno aislado deEspaa). En cambio, Sefarad era un verdadero paraso, con un clima clido peroagradable y solar de las tres grandes culturas, como pudo verse en al-Andalus,un experimento nico en el Mundo. Cierto que hubo persecuciones de ndolereligiosa, pero pronto los reyes comprendan que los judos eran los mejoresgestores y expertos comerciantes por lo que no tena sentido castigarles. En laPennsula Ibrica, si las circunstancias eran propicias y corran tiempos detolerancia, un judo poda prosperar y mucho, alcanzando las ms altas cotas depoder e influencia, por lo que sin lugar a dudas, la religin siempre fue una

    excusa peregrina para justificar las persecuciones: la verdadera razn era la

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    envidia que causaban los judos al ser ms emprendedores, por lo general, quelos cristianos lo que les granje mucha enemistad y recelo entre los que noconseguan destacar como los hebreos lo hacan, de ese modo tan natural, comosi lo llevaran en la sangre.De todos modos, lo normal era que se viera a los judos como personas normales

    y corrientes, dedicadas al comercio y que vivan en juderas pero a fin decuentas barrios con sus sinagogas y escuelas talmdicas y que si en ocasionesfueron tratadas como verdaderos guettos, con medidas legales segregacionistaspor parte de algunos monarcas influidos por la Iglesia cristiana del momento, locierto es que no sola haber problemas con la comunidad juda en ningn sitio.S existieron algunos roces entre gremios pero rara vez. Seguro que cuando losmusulmanes del reino de Granada, ya conquistado, vieron la procesin judaabandonar sus casas, llorando amargamente desconsolados, entre los cuales

    figuraran amigos suyos, sentiran un nudo en el estmago ya que en ese mismomomento se estaban percatando de que las Capitulaciones de Santa F eranpapel mojado y que sin duda, si se expulsaba a los judos cuando algunos deellos haban ayudado en la toma de Granada, las siguientes vctimas delfanatismo religioso cristiano espaol de los siglos XV y XVI seran los propiosmusulmanes.Seguro tambin que muchas familias cristianas no vean con buenos ojos laexpulsin de los judos con cuyos hijos los suyos jugaban a menudo. Es ms,tanto cristianos como musulmanes acogieron a judos y muchos se convirtieron

    al cristianismo solo por permanecer en la que era su patria. Pero IsaacAbravanel, aunque poda entenderlo, no era de esta clase de hombres:"Y marcharon sin fuerza, trescientos mil estandartes del pueblo dijo, yo entre ellos,desde joven a anciano, nios y mujeres, en un da, desde todas las ciudades del

    reino. Y yo tambin eleg su camino, el camino del barco, "en el corazn del mar"; y

    yo en medio del destierro vine [a Npoles] con toda mi casa".

    En el puerto de Valencia, Isaac Abravanel embarc con su familia, rumbo aNpoles, donde el rey nombr a Isaac su tesorero. En 1494, el nuevo rey deNpoles, Alfonso II, le mantuvo en el cargo, pero se vieron ambos obligados ahuir cuando los franceses invadieron Npoles. Una nueva tragedia sacudira aIsaac: su gran enciclopedia, que pudo rescatar de Espaa y llevarse consigo, unaverdadera joya literaria, fue destruida por los soldados franceses.

    El depuesto rey y su leal servidor junto con sus respectivas familias semarcharan a Messina, donde su protector, el rey Alfonso, morira.

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    Al ao siguiente regresara al Reino de Npoles, una vez se marcharon losfranceses pero nunca olvidara Sefarad (Espaa), a la que tanto amaba. Esprobable que junto con la familia Ibn Daud de Lucena fueran de los clanesjudos ms antiguos que llegaron a Hispania tras las guerras judas del siglo Ia.C. en que los romanos destruiran el Primer Templo de Jerusaln.

    Su periplo no acabara en el sur de Italia puesto que, en 1503, Isaac se trasladaal norte, a la floreciente Venecia, donde participara activamente en su polticacomercial como consejero de renombre.

    El final de Isaac es tan triste como su vida, plagada de destierros, uno tras otro,a pesar de la lealtad que siempre mostr a los monarcas a los que sirvi, lealtadno correspondida por esos reyes vidos de riquezas y poder y que no dudaban en

    sacrificar a sus mejores hombres en pro de su desmedida ambicin. Aunquemuri en Venecia, sera enterrado en Padua pero los soldados franceses entraronen la ciudad y una vez ms arrasaron todo lo que encontraban a su paso, entreotros lugares el cementerio donde fue enterrado Isaac Abravanel; ni siquiera unlugar sagrado como este fue respetado en esa vorgine depredadora en la que sehaban convertido las campaas blicas de Italia. La tumba de Isaac se perdi,destrozada como las dems, por lo que se desconoce qu fue de ella. Un final, sinduda, amargo e injusto para alguien cuyo nico pecado fue tener un altoconcepto de la lealtad y de la integridad.

    Su obra literaria es muy extensa; este es tan solo un resumen:

    Comentarios:

    - Comentario a los Profetas- Comentario a la Torah

    - Comentario al Libro de Josu- Comentario al Libro de Jueces- Comentario al Libro de Samuel- Comentario al Libro de Reyes- Comentario al Libro de Isaas

    - Comentario a Jeremas- Comentario a Ezequiel

    - Comentario a los Doce profetas menores

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    Ensayos:

    - Fuentes de Salvacin- Anunciador de Salvacin

    - Las Victorias de su Mesas- Corona de los Ancianos- Principio de la Fe- Sacrificio de Pascua- Herencia de los Padres- Gua de Perplejos de Maimnides- Obras de Dios

    - La Justicia de los Mundos

    El estilo de Abravanel es reiterativo y es contrario a interpretacionesracionalistas y alegoras, dando ms importancia a las lecciones de tipo moral.Su brillantez y lo prolfico de su obra le convierte en uno de los grandespensadores del siglo XVI, cuando verdaderamente comienza a darse a conocersu obra de forma masiva.

    Se podra decir que fue un humanista que estudi diferentes materias, por lo quedominaba varias disciplinas lo que trasladado a su trabajo como hombre definanzas o gestor de fortunas ya fueran reales, esto es, de las monarquas a cuyoservicio estuvo, ya de grandes seores de la nobleza portuguesa, castellana oitaliana, lo que le reportara un gran prestigio pero tambin le granjeara lasenvidias de muchos contemporneos que se sentan amenazados por suinfluencia. Sin embargo, Isaac se haba criado en un ambiente tolerante,recibiendo de su padre el consejo de conocer antes a los hombres por suscualidades y potencial que hacerse una idea de ellos preconcebida dejndose

    llevar nicamente por sus creencias religiosas. Gracias a este planteamiento, sealeja de la simplicidad de muchos estudiosos eclesisticos que todo lo reducan ala voluntad de Dios, como excusa pues no comprendan nada de lo que lesrodeaba ni se molestaban en hacerlo, mientras que Abravanel analizabadetenidamente su entorno y cualquier escrito que comentara si bien es verdadque, llevado por su universo proftico de ngeles y demonios, para estemagnfico empresario y asesor financiero, el Mundo se entiende perfectamentecomprendiendo antes las Sagradas Escrituras, por lo que se dedic a estudiarlasa fondo. Sin embargo, supo diferenciar un poder civil de otro eclesistico como

    la forma de gobierno ms aconsejable (durante su estancia en Venecia lleg a

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    decir que el mejor Gobierno de un Estado era el de los jueces, similar al de la"Serensima Repblica de San Marcos").

    An as, estableci un mtodo de trabajo novedoso y adelantado a su pocacomo fue introducir un texto que despus es comentado ampliamente, como hoyen da sigue hacindose adems de clasificar su ingente obra en colecciones contemticas parecidas llevando un orden que pocas veces hemos visto ni antes nidespus de l salvo ya entrado el siglo XIX.

    Isaac Abravanel, un hombre honesto y cumplidor, leal hasta la muerte perodesencantado de la realeza de la que se dio cuenta que no haca mejores a loshombres sino ms viles. Defendi su inocencia en la conjura de Portugaldurante toda su vida, incluso cuando ya en Venecia los enviados comerciales

    portugueses le miraban con recelo al comprobar que asesoraba al Gobierno delDux; a fin de cuentas, su condena a muerte por la justicia portuguesa seguavigente.

    Debi de ser muy duro comunicar a su pueblo que los Reyes Catlicos deCastilla y Aragn haban decretado expulsarles cuando la toma de Granadaestaba an reciente, una campaa en la que haban participado Abravanel yotras grandes familias judas de modo muy activo y que ms que motivo de

    tristeza y pesadumbre debera haber sido la celebracin de una victoriamerecida que en gran parte fue debida a su excelente gestin al frente de losrecursos militares cristianos. En cambio, los reyes les pagaron sus servicios conla expulsin.

    Unos monarcas obsesionados por la unidad absoluta con lo que hacer realidad laReconquista y pasar as a la Historia dejndose llevar por los fundamentalistasreligiosos de la poca, que entonces era la Iglesia cristiana y su inquisidorgeneral, Toms de Torquemada. No obstante, debemos recordar lo injusto que

    sera juzgar a todo un pueblo como el castellano ya que el respaldo era mnimopues tambin sufri las torturas y desmanes de la Inquisicin tanto como losjudos, tal vez peor puesto que a ellos se les expuls pero a los castellanos ymucho ms a los conversos, se les prohibi la libertad de culto y expresin puessegn las disposiciones de la Santa Inquisicin, cualquier sbdito que

    estuviera ya en la adolescencia era sospechoso de sus actos y dichos por lo queera igualmente susceptible de sospecha sobre su identidad religiosa, pasando porlos oscuros cuartos de tortura ms de 110.000 personas, solo en poca deTorquemada. Tal vez, los judos fueron unos privilegiados al marcharse puestoque los que se quedaron sufrieron la sinrazon y el fanatismo en sus carnes.

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    Documentos sobre la expulsin

    La expulsin de los judos. (Documento n. 1)

    El da 31 de marzo de 1492 los Reyes Catlicos firmaban en Granada el edicto de expulsin de los judosde la Corona de Castilla, mientras otro documento con ligeras variaciones era firmado slo por Fernando paralos judos de la Corona de Aragn; ambos textos partan de un borrador elaborado pocos das antes por el

    inquisidor general. fray Toms de Torquemada. Las argumentaciones oficiales de tan rigurosa medida eranfundamentalmente religiosas.

    La expulsin de los judos. (Documento n. 2)

    La actividad que desarroll la Inquisicin sevillana contra los judaizantes lleg, a partir de 1480, a losms reprobables extremos. Solamente en 1481 fueron quemadas vivas unas 2.000 personas; otras tantas fueronquemadas en estatua, por haber muerto o huido, y 17.000 sufrieron penas ms o menos graves. Los muertosfueron desenterrados y sus huesos incinerados. Los bienes de todos los que, vivos o muertos, haban sidodeclarados reos de muerte eran confiscados y sus hijos inhabilitados para oficios o beneficios. En Andaluca

    quedaron vacas ms de 4.000 casas.

    El Decreto de Expulsin de 1492 (Documento n. 3)

    No sabemos todava muy bien por qu, los historiadores continuarn durante mucho tiempodebatindolo, pero ocurri que el 31 de marzo de 1492 los Reyes Catlicos emitieron el famoso Edicto deExpulsin que pona fin a la presencia centenaria de judos en territorios de la Corona de Castilla y de la Coronade Aragn. Sabemos que el texto del famoso documento llevaba varios das redactado y reposaba, incmoda ymolestamente, en la mesa de despacho de los reyes. All haba sido depositado una vez que el inquisidor frayToms de Torquemada lo hubiera redactado, arguyendo las mismas razones que explicaban, una decena deaos anteriormente, el establecimiento del Santo Oficio de la Inquisicin.

    La expulsin de los judos. (Documento no. 1)

    El da 31 de marzo de 1492 los Reyes Catlicos firmaban en Granada el edicto deexpulsin de los judos de la Corona de Castilla, mientras otro documento con ligerasvariaciones era firmado slo por Fernando para los judos de la Corona de Aragn;

    ambos textos partan de un borrador elaborado pocos das antes por el inquisidorgeneral. fray Toms de Torquemada. Las argumentaciones oficiales de tan rigurosa

    http://sefarad.rediris.es/textos/0expulsiondocs.htm#1http://sefarad.rediris.es/textos/0expulsiondocs.htm#1http://sefarad.rediris.es/textos/0expulsiondocs.htm#2http://sefarad.rediris.es/textos/0expulsiondocs.htm#2http://sefarad.rediris.es/textos/0expulsiondocs.htm#3http://sefarad.rediris.es/textos/0expulsiondocs.htm#3http://sefarad.rediris.es/textos/0expulsiondocs.htm#refhttp://sefarad.rediris.es/textos/0expulsiondocs.htm#refhttp://sefarad.rediris.es/textos/0expulsiondocs.htm#refhttp://sefarad.rediris.es/textos/0expulsiondocs.htm#3http://sefarad.rediris.es/textos/0expulsiondocs.htm#2http://sefarad.rediris.es/textos/0expulsiondocs.htm#1
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    medida eran fundamentalmente religiosas: "combatir la hertica pravedad que los judosextendan por toda la Corona, pues segn es notorio y segn somos informados de los

    inquisidores y de otras muchas personas religiosas, eclesisticas y seglares, consta y parece

    el gran dao que a los cristianos se ha seguido y sigue de la participacin, conversacin,

    comunicacin que han tenido y tienen con los judos, los cuales se prueba que procuran

    siempre, por cuantas vas y maneras pueden, de subvertir y sustraer de nuestra santa fecatlica a los fieles cristianos y los partar della y atraer y pervertir a su danada creencia y

    opinin". El edicto recordaba las medidas de expulsin y segregacin tomadasanteriormente,"pero, como ello no basta para entero remedio para obviar y remediar comocese tan gran oprobio y ofensa de la fe y religin cristiana, porque cada da se halla y

    parece que los dichos judos crecen en continuar su malo y danado propsito", eranecesario, en defensa de la colectividad del reino, suprimir de raz la comunidad juda,utilizando para la expulsin global el recurso argumental de "porque cuando algngrave y detestable crimen es cometido por algunos de algn colegio y universidad

    (colectividad), es razn que tal colegio y universidad sean disolvidos y aniquilados y los

    menores por los mayores, y los unos por los otros punidos y que aquellos que pervierten elbuen y honesto vivir de las ciudades y villas y por contagio pueden danar a los otros sean

    expelidos de los pueblos, y aun por otras ms leves causas que sean en dano de la

    repblica, cuanto ms por el mayor de los crmenes y ms peligroso y contagioso, como lo es

    ste". Seguidamente el edicto fijaba las condiciones de la expulsin. Se ordenaba salircon carcter definitivo y sin excepcin a todos los judos, los cuales no solamente eranexpulsados de los reinos peninsulares, sino de todos los dominios de los reyes. El plazopara su marcha era de cuatro meses, es decir, hasta el 31 de julio, aunque un edictoposterior del inquisidor Torquemada lo prolong en diez das para compensar el

    tiempo pasado en la promulgacin y conocimiento del decreto. Se impona la salida enese plazo bajo pena de muerte y confiscacin de bienes, dando los reyes su seguro realpara que en esos cuatro meses negociasen los judos toda su fortuna y se la llevasen enforma de letras de cambio, pues deban respetarse las leyes que prohiban la saca deoro, plata, monedas, armas y caballos. Aunque el edicto no haca ninguna alusin a laposibilidad de conversin al cristianismo, sta era una alternativa que sesobreentenda, y fueron especialmente muchos individuos de la elite hebrea los queabrazaron la religin cristiana para evitar la expulsin. Entre ellos figur AbrahamSenior, rab mayor de Castilla, que recibi el bautismo el 15 de junio de 1492 con elpadrinazgo de los mismos reyes, pasando desde entonces a llamarse Fernn Nez

    Coronel y desempeando despus de su conversin los cargos de regidor de Segovia,miembro del Consejo Real y contador mayor del prncipe Juan. Las conversiones sedieron en un grado muy distinto segn las zonas y las localidades, aunqueprobablemente fue mucho mayor el nmero de judos que eligieron el camino delexilio que el de los que abjuraron de la ley mosaica para permanecer en la Sefarad desus antepasados.

    Las causas de la expulsin de los judos han dado lugar a un intenso debatehistoriogrfico en el que se han manejado Interpretaciones muy diversas, Se hanaducido explicaciones basadas en la presin de la opinin popular antijuda, el odio

    del pueblo (Amrico Castro), o en la animadversin hacia los judos a causa de laprctica de la usura y de su acumulacin de riquezas (Claudio Snchez Albornoz).

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    Tambin se han esgrimido causas funda mentadas en alineamientos sociales: unepisodio de la lucha de clases entre los tradicionales grupos privilegiados nobleza yclero y la burguesa incipiente de los judos (Henry Kamen) o la expulsin comoresultado de la alianza de las oligarquas urbanas antijudas con la Monarqua(Stephen Haliczer). Sin embargo, en aquella poca, ni la opinin de las masas

    populares tena gran incidencia en las decisiones de la alta poltica, ni laecuacin judos = burguesa tiene fundamento, como tampoco la tiene elantagonismo nobleza judos, pues muchos hebreos eran administradores de losestados de la aristocracia; asimismo las oligarquas ciudadanas tampoco tenan laimpronta suficiente para imponer una decisin de tanta trascendencia sobre unamonarqua autoritaria que, por otro lado, controlaba a los municipios a travs de loscorregidores. A pesar de la dificultad de establecer con precisin la razn ltima quellev a los Reyes Catlicos a la expulsin tal como reconoci recientemente uncongreso de especialistas celebrado en Jerusaln en 1992 hay algunos puntos queparecen bastante asentados en el debate historiogrfico actual. Uno seria el hecho de

    que la iniciativa de la expulsin parti de los inquisidores que pretendan, con tanradical medida, acabar con la "hertica pravedad que conllevaba el contacto entre judos ycristianos". En segundo lugar, en general, se reconoce un fondo poltico a estadecisin: constituir un paso ms de la monarqua autoritaria de los Reyes Catlicos ensu afn por lograr una mayor cohesin social repetidamente resquebrajada, no loolvidemos, por los tumultos antijudos de la dcada de los aos ochenta a partir de launidad de la fe. En este sentido, Joseph Prez ha afirmado que Isabel y Fernandoesperan que la eliminacin del judasmo facilite la asimilacin definitiva y laintegracin de los conversos en la sociedad espaola, mientras Luis Surez ha

    sostenido que los reyes aspiraban a un mximo religioso concretado en la unidad de lafe catlica que habra que interpretar como un elemento de la maduracin del poderde la monarqua en la construccin del estado moderno espaol. Las cifras de laexpulsin han constituido otro tema polmico. Las limitaciones de las fuentes, lasconversiones y los retornos dificultan los intentos de precisar el volumen de judosexpulsados. Las cifras globales manejadas tienen un carcter tan dispar que JosHinojosa Montalvo no ha dudado en calificarlas como cifras de la discordia.Reproducimos a continuacin algunos clculos de reconocidos especialistas:

    Historiador Cantidad de expulsados

    Yitzhar Baer 150.000 a 170.000

    Haim Beinart 200.000

    Bernard Vicent 100.000 a 150.000

    Joseph Prez 50.000 a 150.000

    A. Domnguez Ortiz 100.000

    Luis Surez 100.000

    Julio Valden 100.000

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    Ladero Quesada +/ 90.000

    Jaime Contreras 70.000 a 90 000

    Como puede observarse, las estimaciones defendidas por los historiadoreshebreos son sensiblemente superiores a las cifras de expulsados salidas de lasinvestigaciones de los estudiosos espaoles, los cuales, en general, olvidndose de lasapreciaciones de los cronistas coetneos, han extrapolado los resultados de los anlisisde padrones fiscales, relaciones fragmentarias de expulsados, contratos de embarque,etc., que ofrecen datos parciales pero documentados. La prdida demogrfica quesignific la expulsin no fue excesivamente relevante aproximadamente un 2 por 100del potencial poblacional conjunto de las coronas de Castilla y Aragn, si aceptamosla cifra de 100.000 judos expulsados, pero cabe subrayar la desigual incidencia quetuvo en los distintos territorios. En la Corona de Aragn la poblacin hebrea eramucho menor que en la Corona de Castilla y la expulsin slo supuso una prdida de10.000 12.000 habitantes.

    En la Corona de Castilla, donde la poblacin juda era ms numerosa. lasaljamas eran escasas en la zona norte y en Galicia, concentrndose la mayora de ellasen las dos Castillas, Andaluca y Murcia. El camino del exilio condujo a los judoscastellanos y aragoneses mayoritariamente a Portugal y Navarra, reinos de dondedespus tambin seran expulsados, y en menor medida a Flandes, el norte de frica,Italia y los territorios mediterrneos del imperio otomano, donde el sultn BayacetoII dio instrucciones de acogerlos favorablemente. Pero para muchos de ellos el camino

    del destierro estuvo lleno de penalidades. como las que relata Salomn ben Verga ensu crnica Sebet Yehuda: "Pero he ah que por todas partes encontraron aflicciones,extensas y sombras tinieblas, graves tribulaciones. rapacidad, quebranto, hambre y peste.

    Parte de ellos se metieron en el mar, buscando en las olas un sendero , tambin all se

    mostr contraria a ellos la mano del Seor para confundirlos y exterminarlos pues muchos

    de los desterrados fueron vendidos por siervos y criados en todas las regiones de los pueblos

    y no pocos se sumergieron en el mar, hundindose al fin, como plomo". Las consecuenciaseconmicas de la expulsin han sido muchas veces exageradas al interpretar que lamarcha de los judos elimin de la vida social y econmica hispana los nicos gruposque podan haber recogido el impulso del primer capitalismo. Las consideraciones yaapuntadas anteriormente sobre la situacin econmico-profesional de la comunidadhebrea a finales del siglo XV invalidan esta interpretacin: slo en las localidadesdonde los judos eran numricamente importan tes, los trastornos en el mundoartesanal y de los negocios fueron relevantes. Pero, adems de las econmicas, no hayque olvidar las repercusiones religiosas de la expulsin: el aumento del nmero de conversos y falsos conversos y la consolidacin de la divisin social entre cristianos viejosy cristianos nuevos. Asimismo, la expulsin supuso la prdida de destacadaspersonalidades del mundo cultural y cientfico, comoAbraham Zacuto, ilustreastrnomo y cosmgrafo, Salomn ben Verga, escritor sevillano autor del emocionado

    relato antes citado sobre las vicisitudes de la expulsin o Jud Abrabanel, hijo delconsejero de los Reyes Catlicos Isaac Abravanel y autor de unos Dialoghi di Amore.

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    La expulsin de los judos. (Documento no. 2)

    La actividad que desarroll la Inquisicin sevillana contra los judaizantes lleg,a partir de 1480, a los ms reprobables extremos. Solamente en 1481 fueronquemadas vivas unas 2.000 personas; otras tantas fueron quemadas en estatua, porhaber muerto o huido, y 17.000 sufrieron penas ms o menos graves. Los muertosfueron desenterrados y sus huesos incinerados. Los bienes de todos los que, vivos omuertos, haban sido declarados reos de muerte eran confiscados y sus hijosinhabilitados para oficios o beneficios. En Andaluca quedaron vacas ms de 4.000casas.

    Se hizo ver a la reina que la desaparicin o emigracin de gentes tan activashara decaer el comercio. Pero no por ello cedi Isabel. Tambin sobre Roma llovieronlas quejas, obligando a intervenir al papa Sixto IV, que lo hizo a principios de 1482mediante una bula en la que recoga las principales quejas llegadas a sus odos encontra de la Inquisicin:

    Segn me cuentan han encarcelado a muchos injusta e indeliberadamente, sin

    atenerse a ordenacin jurdica alguna; los han sometido a espantosas torturas, los han

    declarado injustamente herejes y han arrebatado sus bienes a los condenados al ltimo

    suplicio.

    La Inquisicin atraves, como consecuencia, una aguda crisis. A instancias delPapa, se impona una reorganizacin que, de momento, dio un parn de cerca de unao a la persecucin inquisitorial contra los conversos.

    Pero de las ltimas experiencias se haba llegado a una conclusin clarsima: losconversos solan volver a sus antiguas prcticas, incitados, al parecer, por susantiguos correligionarios. Haba, pues, que expulsar del pas a los judos. En 1482comienzan, adems, las hostilidades contra el reino de Granada; en consecuencia,haba nuevos motivos para sospechar de los judos: del mismo modo que en tiempospasados abrieron las puertas de las ciudades a los invasores rabes, tambin ahorapodan espiar para los moros granadinos, colaborar con ellos a manera de quintacolumna enemiga en medio de los cristianos. Adems, como sola ocurrir siempre quearda la guerra, los judos aprovecharan las circunstancias para enriquecerse a costade los cristianos. Todos estos problemas se sentan con ms agudeza en Andaluca, pormotivos bien evidentes. As, pues, el 1 de enero de 1483 la Inquisicin hizo pregonaren Sevilla un decreto que expulsaba a los judos de las dicesis de Sevilla, Crdoba yCdiz. Aquella primera expulsin vino a ser un ensayo general de lo que ms tardeocurri. Los judos ya no tenan motivos para esperar otra cosa. Constantementevivan bajo la terrorfica amenaza:

    A causa de nuestros pecados -escriban los judos de Castilla, en 1487, a las

    comunidades de Roma y Lombarda-, slo pocos quedamos de los muchos, y sufrimosmuchas persecuciones y padecimientos, tanto que seremos aniquilados si Dios no nos

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    guarda.En Aragn se llev a cabo otra expulsin parcial en 1486, que afect a los judos

    zaragozanos y a los de la dicesis de Albarracn (Teruel). El motivo inmediato loofreci el asesinato del Inquisidor Pedro de Arbes, instigado por los judaizantes, quelevant a los cristianos al grito de Al fuego los conversos, que han muerto al

    inquisidor. Los judos comenzaban a responder a la violencia con la violencia. A loscrmenes ciertos, si los hubo, se unieron los que cre la imaginacin popular. En unclima tan enrarecido, un ltimo caso colm el vaso ya rebosante.

    El 17 de diciembre de 1490 dio comienzo el proceso contra dos judos (YucFranco de Tembleque y Moshe Abenamas de Zamora) y seis conversos (Alonso,Lope, Garca, Juan Franco, Juan Ocaa y Benito Garca), vecinos de La Guardia,pueblo de Toledo por el que hoy atraviesa la autova A-4 Madrid-Cdiz. Segnparece, enfurecidos y aterrorizados a la vista de un auto de fe que haban presenciadoen Toledo, realizaron un conjuro, fruto de la supersticin y de las ideas mgicas tanextendidas en la poca; mediante l queran conseguir que todos los cristianos rabiaseny se acabara su ley. Para ello, se apoderaron presuntamente del nio JuanPasamontes, y el viernes santo repitieron en l la pasin de Cristo, crucificndole ysacndole, finalmente, el corazn. Otro de los ingredientes del conjuro, junto con elcorazn, era una hostia consagrada que previamente haban comprado.

    Desde luego que los acusados se confesaron culpables, y sometidos despus altormento se ratificaron en su confesin. Como tales, se les ejecut en noviembre de1491. Pero lo que menos importa en este caso es pararse a comprobar la veracidad delas acusaciones que sobre ellos pesaron. Lo que realmente importa es constatar lasensacin que este hecho, verdadero o no, produjo en el pueblo cristiano, el clima depasin que rode al suceso, el odio insuperable que despert y la insufrible tensin nacidade la convivencia (Azcona).

    Y as se llega al decreto de expulsin del 31 de marzo de 1942, con el quecomenzbamos este captulo.

    Durante el plazo concedido para salir del pas, los judos y sus bienes quedabanamparados por el seguro real, de modo que nadie poda daarlos ni despojarlosviolentamente. Sin embargo, no era necesario recurrir a la violencia para obtener losmismos resultados.

    Se les ofreca la alternativa del destierro o la conversin. Algunos fueron los que

    optaron por el bautismo pero la mayora no abandon su fe. En estas circunstancias,el pueblo israelita dio un alto ejemplo de fidelidad a sus convicciones religiosas y desolidaridad con sus hermanos. Despus de un siglo de constante persecucin, lasociedad juda se haba reducido, s, pero al mismo tiempo se haba depurado,librndose de indecisos e indiferentes. Adems, el miedo a caer bajo la jurisdiccininquisitorial una vez convertidos era un motivo de disuasin ms que suficiente.

    A pesar de ello, la sociedad cristiana intent un supremo esfuerzo de captacin.Se llev a cabo una campaa de predicacin intensiva para convertirlos sin resultadosapreciables. Se les prometi condonarles las deudas si las tenan, en caso de

    convertirse, como de hecho se hizo posteriormente, por ejemplo, con los conversos delcondado de Luna. Los bautismos de judos importantes se rodearon del mayor

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    esplendor y pompa posibles, con miras claramente propagandsticas. De los cuatropersonajes ms destacados de la comunidad juda, tres de ellos se convirtieron: el rabAbraham; tambin el rabino mayor de las aljamas, Abraham Seneor, y su yerno elrabino Mayr. El 15 de junio de 1942 recibieron solemnemente el bautismo enGuadalupe. El nuncio y el gran cardenal de Espaa apadrinaron al primero.

    Los reyes a los otros dos, que recibieron, respectivamente, los nombres deFernando Prez Coronel y Fernando Nez Coronel. Todos ellos pasaron,inmediatamente, a ocupar puestos de relieve en el reino.

    El cuarto judo notable, Isaac ben Yudah Abravanel, permaneci fiel a sureligin. l fue quien se puso, como un nuevo Moiss, al frente de su pueblo, paraconducirlo por el xodo que pronto iban a emprender. E incluso dio la cara en lacorte, tratando de parar el golpe que sobre su pueblo se cerna:

    Habl por tres veces al monarca, como pude, y le implor diciendo: -Favor, oh rey.

    )Por qu obras de este modo con tus sbditos? Impnnos fuertes gravmenes; regalos de oro

    y plata y cuanto posee un hombre de la casa de Israel lo dar por su tierra natal. Implor amis amigos, que gozaban de favor real para que intercediesen por mi pueblo, y los

    principales celebraron consulta para hablar al soberano con todas sus fuerzas que retirara

    las rdenes de clera y furor y abandonara su proyecto de exterminio de los judos.

    Tambin la Reina, que estaba a su derecha para corromperlo, le inclin poderosa

    persuasin a ejecutar su obra empezada y acabarla. Trabajamos con ahnco, pero no

    tuvimos xito. No tuve tranquilidad, ni descanso. Mas la desgracia lleg.Los judos, antes de marchar, deban vender sus bienes inmuebles y los muebles

    que no podan transportar.

    Aparte de la baja que experimentaron los precios como consecuencia delrepentino exceso de oferta, la avidez de los compradores agrav muchsimo ms lasituacin. En algunos sitios se prohibi a los cristianos que compraran los bienes delos judos y en otros se establecieron guardias para que no pudieran salir de lasaljamas hasta el da de la marcha. Sus haciendas, pues, se malbarataron, casi seabandonaron a cambio de cuatro cuartos.

    Bien es verdad que el decreto real les permita dar poderes a otras personas paraque liquidaran sus propiedades con menos prisa, pero, como al mismo tiemponecesitaban dinero para el viaje, muchos optaron por vender entonces.

    Podan sacar los judos cuanto pudieran llevar consigo, menos aquellos artculosque prohiban sacar del pas las leyes aduaneras. As pues, deban dejar aqu suscaballos (con lo que el viaje se haca ms difcil) y tambin el oro, la plata y lamoneda acuada. Los contraventores podan ser castigados con la confiscacin debienes o la muerte, segn el volumen del contrabando. En este caso se urgi a lasautoridades aduaneras para que aplicasen las penas establecidas con el mayor rigor.

    Slo haba un medio para conservar los bienes: entregar a los banqueros losdineros y metales preciosos, recibiendo de ellos los justificantes pertinentes, es decir,letras de cambio, que podran hacer efectivas una vez que se encontrasen fuera deEspaa. Los banqueros italianos, en especial los genoveses, se prestaron a llevar a

    cabo estas operaciones, gravndolas, como era de prever con fortsimos intereses.Tambin ocurri que los cristianos que deban dinero a los judos se negaron a

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    saldar sus deudas, no slo los capitales que haban recibido en prstamo a ttuloparticular sino tambin los impuestos que los cobradores judos haban adelantado alfisco y deban cobrar despus a cada contribuyente con los correspondientes intereses.

    Cumplido el plazo fijado, los judos salieron de sus casas. Todos los testigos de laamarga despedida mencionan las tristes escenas que tuvieron lugar cuando

    abandonaban los lugares donde haban estado afincados desde muchas generacionesatrs. En seguida emprendieron la marcha hacia los puntos en que debanconcentrarse antes de salir al extranjero.

    Segn los clculos ms objetivos, de los 200.000 individuos que formaban lacomunidad juda de Aragn y Castilla, ms de 150.000 eligieron el destierro:

    Salieron -cuenta el cronista Bernldez- de las tierras de sus nacimientos, chicos ygrandes, viejos y nios, a pie y caballeros en asnos y otras bestias, y en carretas, y

    continuaron sus viajes, cada uno a los puertos que haban de ir, e iban por los caminos y

    campos por donde iban con muchos trabajos y fortunas, unos cayendo, otros levantando,

    otros muriendo, otros naciendo, otros enfermando, que no haba cristiano que no hubiesedolor de ellos, y siempre por do iban los convidaban al baptismo y algunos, con la cuita, se

    convertan y quedaban, pero muy pocos, y los rabies los iban esforzando y hacan cantar a

    las mujeres y mancebos y taer panderos y adufos para alegrar la gente, y as salieron de

    Castilla.La mayor parte de los judos de Castilla intentaron pasar a Portugal. Por donde

    iban no faltaban gentes que trataban de aprovecharse de su infortunio, sin excluir alas autoridades. Hubo salteadores que cayeron sobre ellos para robarles. En las tierrasde la Orden de San Juan les cobraron derechos abusivos.

    En Portugal no fue mejor el trato que recibieron. Se fijaron cuatro puntos deentrada a lo largo de la frontera. Cada persona deba pagar ocho cruzados paraobtener un permiso de residencia de ocho meses, transcurridos los cuales deberanpasar a frica en naves portuguesas, pagando el pasaje que se les fijara. Los nios depecho y los obreros manuales que quisieran establecerse en el pas slo deban pagarcuatro cruzados. Pero estos ltimos fueron obligados, adems, a recibir el bautismo.Los que no tuvieron dinero para pagar aquel arancel o el pasaje, as como los quepenetraron en el pas clandestinamente, fueron vendidos como esclavos o enviados alas islas de Los Lagartos. Si malo fue el trato que les dieron en Espaa peor an fue elque recibieron en Portugal, que hizo clamar al obispo de Silves, Jernimo Osorio,

    contra aquellafuerza inicua contra ley y contra religin.Desde Portugal, muchos salieron hacia las costas de frica, donde se unieron a

    los que haban llegado directamente de Espaa. Los que quedaron en Portugal fueronexpulsados, finalmente, en 1496. He aqu el motivo: El rey Juan II muri en 1495. Losucedi su primo Manuel, que se empe en casar con Isabel. hija de los ReyesCatlicos. Isabel, viuda de Alfonso, prncipe heredero de Portugal, estaba convencidade que la muerte de su primer esposo haba sido castigo de Dios por haber amparadoa los judos y conversos perseguidos. Por eso, exigi, como condicin para su nuevomatrimonio, que salieran del reino todos los refugiados. Y as se hizo.

    Parte de los expulsados de Espaa intentaron pasar directamente a frica.Hubo armadores que, despus de recibir el importe de los pasajes, no cumplieron sus

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    contratos; un numeroso grupo sali de Cdiz hacia Orn en una flota de 25 navesdirigidas por Pedro Fernndez Cabrn. Parte de ellos fueron arrojados por el mar enlas costas de Mlaga y Cartagena donde muchos de ellos se convirtieron.

    Los dems fueron a parar al puerto de Arcila (Marruecos), despus que lossoldados que les custodiaban les robaran lo que llevaban encima y violaran a sus

    mujeres e hijas. All se les unieron los fugitivos de Portugal y luego se dispersaronhacia distintos puntos de Marruecos, buscando correligionarios que les ayudaran.Por los caminos los moros repitieron con ellos los anteriores vejmenes; muchos

    fueron abiertos en canal, porque al no hallarles oro ni en los equipajes ni entre lasvestiduras, caba la posibilidad de que se lo hubieran tragado. Aterrorizados, muchosvolvieron a Arcila con la esperanza de poder regresar a Espaa.

    Hubo otros muchos grupos, en especial aragoneses, que embarcaron en lospuertos del Mediterrneo y se establecieron en Gnova, Npoles, Turqua, losBalcanes y otras tierras del Prximo y Medio Oriente. Parte llegaron tambin a

    Francia Inglaterra, los Pases Bajos y Alemania.Abatidos por tantos sufrimientos, muchos de ellos prefirieron volver a laPennsula. En noviembre de 1492 los reyes les permitieron entrar en el pas con lacondicin de que se bautizaran al llegar o trajeran certificado de haber sidobautizados antes de pasar la frontera. En este caso se les permita recuperar los bienesvendidos por el mismo precio que haban recibido de los compradores. El cura de LosPalacios (Sevilla) bautiz a muchos de los que volvan desnudos, descalzos y llenos depiojos, muertos de hambre y muy mal aventurados, que era dolor de los ver.

    Despus de la expulsin, los reyes ordenaron llevar a cabo una estricta

    investigacin. Se descubri que algunos judos haban logrado sacar oro y plata,sobornando a las autoridades. Los reyes, al saberlo, anularon las letras de cambio; aspues, los banqueros entregaron a la Corona los bienes que haban recibido de losjudos, reservndose el 20 por 100 de cuanto tenan en depsito.

    La injusticia se evidencia en el hecho de que pagaron justos por pecadores; sinembargo, los reyes tranquilizaron sus conciencias pensando que no haban tratadocon individuos particulares, sino con la comunidad juda como tal. Los complicadosen el contrabando fueron castigados. Pero, al mismo tiempo, pasaron a poder de laCorona bienes cuantiosos. Las propiedades de las aljamas, que eran bienes comunes alos miembros de ellas, haban sido declaradas inalienables. La Corona se las apropi.

    Tambin se apoderaron de los decomisos de artculos prohibidos hechos por lasautoridades aduaneras. Los judos que haban enviado capitales al extranjero y luegose quedaron en Espaa fueron obligados a pagar una cantidad semejante a laevadida. Las deudas no pagadas a los judos tambin fueron cobradas por lasautoridades.

    En 1496 volvieron los inspectores reales a rastrillar el pas, pidiendo cuentas alos que se haban hecho cargo de los bienes de los judos. Todava fue posible reunirms de 2.000.000 de maraveds, ms de lo que haba costado financiar eldescubrimiento de Amrica.

    Los grandes seores laicos y eclesisticos no dejaron pasar de largo aquellaextraordinaria ocasin. Unos y otros escribieron a los reyes, quejndose del perjuicio

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    que se les haba causado privndolos de unos vecinos tan industriosos, que tantoaportaban a la prosperidad de sus seoros. Innumerables son las cdulas en que losreyes distribuyeron parte de los bienes confiscados entre los nobles y lasiglesias,acatando la prdida de vasallos y de renta que perdi.

    En 1499 la cuestin juda haba quedado resuelta. El punto final lo puso un

    decreto por el que se determin que cualquier judo que, en adelante, fuese capturadoen los reinos peninsulares sera condenado a muerte.Aquella generacin de judos qued marcada para siempre con el trauma de la

    expulsin. Todava sus descendientes, dondequiera que se encuentren, conservan lalengua de sus padres, un antiguo y pintoresco castellano, sus tradiciones, costumbres,leyendas, canciones y romances. Muchas familias guardan hasta el da de hoy, comooro en pao, las llaves de las casas que sus antepasados dejaron en Espaa, comosmbolo de un amor a su segunda patria espaola, que no pudo borrar siquiera el odiode que fueron vctimas. Estos sefardes o sefarditas (as llamados por el nombre de"Sefarad+, que daban a Espaa) conservaron tambin el orgullo de su origenhispnico y de su cultura peculiar, hasta el punto de que el imperio turco reconocisiempre su nacionalidad espaola. Incluso llegaron a crearse roces y antagonismosentre estos sefarditas y otras comunidades judas de distinta procedencia.

    Los que se convirtieron, entre 1391 y 1499, se fundieron paulatinamente con lapoblacin espaola, llegando a ocupar, como se ha dicho, altos puestos polticos yeclesisticos. La expulsin no hizo desaparecer de Espaa el grupo tnico judo. Elantisemitismo hispnico nunca se present como segregacionismo racial, aunque s lohizo en el aspecto social y en el religioso. Por eso, una vez que se rompieron estasbarreras y que los judos aceptaron, de grado o por la fuerza, integrarse plenamente

    en la comunidad poltica y religiosa, no se tuvieron en cuenta sus peculiaridadesraciales. Sus familias entroncaron con las de ms rancio abolengo e incluso con la altanobleza; sus apellidos tpicos, conservados hoy da, nada dicen sobre su origen aquienes los escuchan y es posible que ni siquiera quienes los llevan hayan sospechadonunca que descienden de linajes judos.

    La expulsin de los judos. (Documento no. 3)

    El Decreto de Expulsin de 1492

    Por Jaime Contreras Catedrtico de Historia Moderna.

    http://sefarad.rediris.es/textos/0expulsiondocs.htm#refhttp://sefarad.rediris.es/textos/0expulsiondocs.htm#refhttp://sefarad.rediris.es/textos/0expulsiondocs.htm#ref
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    Universidad de Alcal de Henares

    No sabemos todava muy bien por qu, los historiadores continuarn durantemucho tiempo debatindolo, pero ocurri que el 31 de marzo de 1492 los ReyesCatlicos emitieron el famoso Edicto de Expulsin que pona fin a la presencia

    centenaria de judos en territorios de la Corona de Castilla y de la Corona de Aragn.Sabemos que el texto del famoso documento llevaba varios das redactado yreposaba, incmoda y molestamente, en la mesa de despacho de los reyes. All habasido depositado una vez que el inquisidor fray Toms de Torquemada lo hubieraredactado, arguyendo las mismas razones que explicaban, una decena de aosanteriormente, el establecimiento del Santo Oficio de la Inquisicin.

    El documento que declaraba la obligacin de los judos de abandonar los reinoshispnicos afirmaba que en, el plazo de tres meses, todos los habitantes judos de lasaljamas que no hubieran salido seran castigados con penas rigurossimas porque,

    desde entonces, la prctica de su religin sera considerada como un crimen gravsimoy detestable. Se aada tambin que, durante el plazo establecido, los judos no slodeberan atender a poner a buen recaudo sus bienes, transformndolos en mercancasexportables o en letras de cambio. Tambin deberan considerar la conveniencia deaceptar la posible alternativa que al exilio ofrecan los reyes: la conversin alcristianismo y la integracin, como sbditos cristianos, en la sociedad mayoritaria. Seaada tambin que si, una vez abandonados los territorios del Reino de Castilla y losreinos de la Corona de Aragn, algn judo deseaba volver a sus lugares de origen,pasado un tiempo prudencial podra libremente hacerlo; recuperara sus bienesabandonados y sera recibido benvolamente en la sociedad cristiana, sociedad en la

    que debera insertarse, obviamente.El edicto en cuestin obligaba al exilio y permita la conversin. Judos hubo

    que se exiliaron y judos tambin que, con ms frecuencia de la percibida hasta ahora,optaron en el ltimo momento por acudir a las pilas bautismales, tornarse cristianos einiciar un proceso, largo y dificultoso, de asimilacin en la sociedad de la mayora. Nofue, en cualquier caso, una decisin fcil, porque si el exilio significaba el desarraigode la tierra, la conversin supona tambin profundos desgarros personales, sentidosen lo ms ntimo de la mentalidad y la conciencia.

    El drama afectaba por partida doble a aquella comunidad. Uno de los problemas

    historiogrficos ms controvertidos es el del nmero de los judos que se alejaron delos reinos hispnicos; otro problema, tambin singular, busca encontrar las razonesverdaderas que puedan explicar el mvil de aquella decisin: la de expulsarlos.

    Hoy parece abrirse camino la idea de que la tantas veces invocada toleranciamedieval, aquella Espaa de las tres comunidades conviviendo entre sarmnicamente, ms parece responder a deseos de nuestro propio presente que a larealidad que sostena las relaciones entre las tres grandes culturas peninsulares:cristiana, rabe y juda.

    Repasando la historia de los siglos XIV y XV en los reinos hispnicos, el

    espectculo de luchas y conflictos polticos, cambios dinsticos, movimientosculturales y religiosos, divisiones y partidismos internos, parece cubrir totalmente

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    aquellos tiempos. poca difcil y problemtica que contribuy sin duda a que, enmedio del conflicto generalizado, las relaciones entre la mayora cristiana y, en estecaso, la minora juda se agriaran hasta romperse el frgil equilibrio entre cristianos yjudos, configurando, para estos ltimos, una situacin precisa de marginacin, Nopueden olvidarse tampoco los efectos negativos que para las propias comunidades

    judas de Castilla y Aragn tuvieron las profundas disensiones que se abrieron entresectores diversos de las aljamas. Se ha hablado con frecuencia de un progresivomaterialismo averrosta cercenando los viejos principios de la tradicin talmdica, ytambin se conocen los constantes conflictos entre diversas escuelas cabalsticas que,sin duda ninguna, transmiten la imagen de una comunidad juda escindida entresectores establecidos y otros marginados y excluidos.

    No faltaron persecuciones dursimas, como las de 1391, y actitudes deproselitismo descarado de prrocos, obispos y justicias cristianos. Todo ello de unamanera continuada a lo largo de ms de un siglo. El resultado, inequvocamente, fueque, en vsperas de la expulsin de 1492, cuando los reinos hispnicos despertaban alos tiempos modernos, del tronco originario judo surgieron tres grandes problemasque en aquellos momentos condicionaron tanto la decisin de establecer el Tribunalde la Fe como la de decretar el Edicto de Expulsin.

    Estos tres problemas fueron: el de la minora juda, cada vez ms deteriorada ydisminuida; el problema hertico que afectaba a los judaizantes, esos cristianosconvertidos que seguan judaizando, y el tercer problema, el de los conversos, un tipocultural de singulares caractersticas que, en su mayor parte, intent asimilarse socialmente en el cuadro de valores de la mayora de cristianos y cuyas implicaciones con lahereja apenas existieron sino en una pequea franja de individuos de muy reciente

    conversin.A la altura de 1492, la gran cuestin es: cuntos judos, cuntos conversos,

    )cuntos judaizantes? Existen algunos indicios que permiten reconstruir parcialmentela situacin de aquellos momentos.

    Nadie puede dudar hoy que el siglo XV fue una centuria negra para lascomunidades judas de los reinos hispnicos. Las persecuciones y la polticaantihebrea de la sociedad cristiana modificaron el mapa de la geografa judapeninsular. Abandonaron las grandes ciudades, donde fueron brutalmente reprimidos,y se refugiaron en pequeas aglomeraciones rurales, perdiendo en tan drstico cambio

    gran parte de sus efectivos, que, pasando por el bautismo, optaron por instalarse en lasociedad cristiana. Las grandes aljamas medievales desaparecieron: la de Toledo, la deBurgos, la de Sevilla. En la Corona de Aragn, el vaco no fue menos espectacular: envsperas de la expulsin, apenas existan judos en Barcelona, en Valencia o enMallorca, y tal vez fuera Zaragoza la nica excepcin. Por contra, aparecierondiseminadas en gran nmero juderas por zonas rurales, cuyos efectivos apenasllegaron, en el mejor de los casos, a superar comunidades de ms de cien familias.

    Cambio drstico que produjo efectos singulares. El primero de ellos fue laprdida de influencia poltica y social como minora, en relacin con la mayora decristianos y por referencia a la vinculacin institucional que les ligaba a la monarqua.Pueden, sin duda, sealarse excepciones a esa regla, pero no son ms que espejismos

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    que no pueden empaar una imagen de decadencia poltica y de crisis econmica ysocial.

    Sin duda, tambin aquella comunidad sufri el trauma de ver cmo perdaefectivos constantemente, hasta el punto de ser mucho ms numerosos los que habandecidido traspasar la frontera del judasmo para arribar a la orilla cristiana. He aqu,

    pues, cmo los conversos se constituyeron en un singular problema, tanto porreferencia al grupo languideciente del que salan como por las reticencias de loscristianos (viejos ya) que los reciban.

    Se ha hablado de unos 250.000 convertidos del judasmo, una cantidad sin dudanotable que muestra una realidad incontrovertible: dos de cada tres judos, en aquellacenturia del siglo XV, se tornaron cristianos. De ellos, digmoslo tambin, la herejajudaizante, de ser cierta, tan slo afectaba a un pequeo y reducidsimo grupo.

    En vsperas de la expulsin, la poblacin juda se hallaba extremadamentedebilitada. Es verdad que no podemos dar cifras fiables, porque tampoco tenemos

    recuentos precisos, pero la historiografa ms moderna y las tcnicas depuradas de lademografa histrica han llegado a perfilar algunas cifras que hablan de 50.000individuos judos en la Corona de Castilla y unos 20.000 en la Corona de Aragn.Unos sumandos claramente diferenciados que elevan la cantidad de judos en losreinos hispnicos en torno a los 70.000, cifra que ya indica por s misma el procesodecadente del que venimos hablando. Se ha dicho que esa cifra debe retocarse al alzadebido a varios factores, pero en cualquier caso la cifra jams puede ascender a msde 90.000 judos, que habitaban los reinos de Castilla, Aragn y Navarra, de dondefueron tambin expulsados en 1498. Sobre este contingente de personas recayeron lasexigencias de la expulsin: exilio o conversin.

    A aquellas alturas, la minora juda opt, sin duda y mayoritariamente, por laexpulsin, aunque tampoco pueden despreciarse numerosos casos que describen laafluencia de judos hacia las aguas del bautismo. Conocemos de algunas aljamas queconjuntamente y en bloque decidieron permanecer en sus hogares como cristianos, ytambin de grupos que, habiendo salido ya de sus pueblos, en el camino hacia elexilio, antes de cruzar la frontera, se hicieron tornadizos, es decir, decidieron laconversin in extremis... all, el miedo, la ansiedad y la extorsn jugaron todas susbazas.

    El judasmo hispano qued, en su nueva dispora, dividido y disperso, por

    cuanto fueron muchos y diferentes los lugares de destino. Sin duda, los msafortunados fueron los que encaminaron sus destinos hacia tierras de Italia, enmuchas de cuyas ciudades se instalaron, unos de forma definitiva, otros de paso paracomunidades del Imperio otomano. Otros, poco numerosos, eligieron zonas del centroy Norte europeos, Inglaterra y Flandes principalmente. En unas y otras zonas,aquellos exiliados de Espaa deban aunque con cierta tolerancia simular sercristianos por cuanto el judasmo estaba tambin prohibido.

    Pero los mayores contingentes de exiliados, principalmente procedentes detierras de Castilla, optaron por dirigirse hacia Portugal y Navarra, aun cuando la

    situacin de estos reinos evolucionaba hacia opciones tan intransigentes y duras comolas que se vivan en Castilla y Aragn. Efectivamente, unos pocos aos despus, en

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    1497, el Reino de Portugal obligaba a la conversin forzosa de todos aquellos judosllegados de Espaa. Finalmente, aquel exilio del judasmo hispnico tom caminotambin, aunque fueron muy pocos sus efectivos, hacia el Norte de frica, ubicndoseen Marruecos y en otras ciudades, como Orn, donde lleg a constituirse una singularcomunidad juda, singular porque durante el largo perodo en que aquella plaza

    reconoci la soberana de la monarqua catlica, aquellos judos los de la aljama deOrn fueron los nicos que siguieron reconocindose como sbditos de Su Majestad.

    Edicto de expulsin de los judos

    os Reyes Fernando e Isabel, por la gracia de Dios, Reyes de Castilla,

    Len, Aragn y otros dominios de la corona- al prncipe Juan, los

    duques, marqueses, condes, ordenes religiosas y sus Maestres,...seores de los Castillos, caballeros y a todos los judos hombres y

    mujeres de cualquier edad y a quienquiera esta carta le concierna,

    salud y gracia para l.

    Bien es sabido que en nuestros dominios, existen algunos malos cristianos que han

    judaizado y han cometido apostasa contra la santa fe Catlica, siendo causa la

    mayora por las relaciones entre judos y cristianos. Por lo tanto, en el ao de 1480,

    ordenamos que los judos fueran separados de las ciudades y provincias de nuestros

    dominios y que les fueran adjudicados sectores separados, esperando que con estaseparacin la situacin existente sera remediada, y nosotros ordenamos que se

    estableciera la Inquisicin en estos dominios; y en el trmino de 12 aos ha

    funcionado y la Inquisicin ha encontrado muchas personas culpables adems,

    estamos informados por la Inquisicin y otros el gran dao que persiste a los

    cristianos al relacionarse con los judos, y a su vez estos judos tratan de todas

    maneras a subvertir la Santa Fe Catlica y estn tratando de obstaculizar cristianos

    creyentes de acercarse a sus creencias.

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    Estos Judos han instruido a esos cristianos en las ceremonias y creencias de sus

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    leyes, circuncidando a sus hijos y dndoles libros para sus rezos, y declarando a ellos

    los das de ayuno, y reunindoles para ensearles las historias de sus leyes,

    informndoles cuando son las festividades de Pascua y como seguirla, dndoles el

    pan sin levadura y las carnes preparadas ceremonialmente, y dando instruccin de

    las cosas que deben abstenerse con relacin a alimentos y otras cosas requiriendo el

    seguimiento de las leyes de Moiss, hacindoles saber a pleno conocimiento que no

    existe otra ley o verdad fuera de esta. Y as lo hace claro basados en sus confesiones

    de estos judos lo mismo a los cuales han pervertido que ha sido resultado en un gran

    dao y detrimento a la santa fe Catlica, y como nosotros conocamos el verdadero

    remedio de estos daos y las dificultades yacan en el interferir de toda comunicacin

    entre los mencionados Judos y los Cristianos y envindolos fuera de todos nuestros

    dominios, nosotros nos contentamos en ordenar si ya dichos Judos de todas las

    ciudades y villas y lugares de Andaluca donde aparentemente ellos haban efectuado

    el mayor dao, y creyendo que esto seria suficiente de modo que en esos y otras

    ciudades y villas y lugares en nuestros reinos y nuestras posesiones seria efectivo y

    cesaran a cometer lo mencionado. Y porque hemos sido informados que nada de

    esto, ni es el caso ni las justicias hechas para algunos de los mencionados judos

    encontrndolos muy culpables por lo por los susodichos crmenes y transgresiones

    contra la santa fe Catlica han sido un remedio completo obviar y corregir estos

    delitos y ofensas. Y a la fe Cristiana y religin cada da parece que los Judos

    incrementan en continuar su maldad y dao objetivo a donde residan y conversen; yporque no existe lugar donde ofender de mas a nuestra santa creencia, como a los

    cuales Dios ha protegido hasta el da de hoy y a aquellos que han sido influenciados,

    deber de la Santa Madre Iglesia reparar y reducir esta situacin al estado anterior,

    debido a lo frgil del ser humano, pudiese ocurrir que podemos sucumbir a la

    diablica tentacin que continuamente combate contra nosotros, de modo que, si

    siendo la causa principal los llamados judos si no son convertidos debern ser

    expulsados de el Reino.

    Debido a que cuando un crimen detestable y poderoso es cometido por algunosmiembros de algn grupo es razonable el grupo debe ser absuelto o aniquilado y los

    menores por los mayores sern castigados uno por el otro y aquellos que permiten a

    los buenos y honestos en las ciudades y en las villas y por su contacto puedan

    perjudicar a otros debern ser expulsados del grupo de gentes y a pesar de menores

    razones sern perjudiciales a la Repblica y los mas por la mayora de sus crmenes

    seria peligroso y contagioso de modo que el Consejo de hombres eminentes y

    caballeros de nuestro reinado y de otras personas de conciencia y conocimiento de

    nuestro supremo concejo y despus de muchsima deliberacin se acord en dictar

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    que todos los Judos y Judas deben abandonar nuestros reinados y que no sea

    permitido nunca regresar.

    Nosotros ordenamos adems en este edicto que los Judos y Judas cualquiera edadque residan en nuestros dominios o territorios que partan con sus hijos e hijas,

    sirvientes y familiares pequeos o grandes de todas las edades al fin de Julio de este

    ao y que no se atrevan a regresar a nuestras tierras y que no tomen un paso

    adelante a traspasar de la manera que si algn Judo que no acepte este edicto si

    acaso es encontrado en estos dominios o regresa ser culpado a muerte y

    confiscacin de sus bienes.

    Y hemos ordenado que ninguna persona en nuestro reinado sin importar su estado

    social incluyendo nobles que escondan o guarden o defiendan a un Judo o Juda yasea pblicamente o secretamente desde fines de Julio y meses subsiguientes en sus

    hogares o en otro sitio en nuestra regin con riesgos de perder como castigo todos

    sus feudos y fortificaciones, privilegios y bienes hereditarios.

    Hgase que los Judos puedan deshacerse de sus hogares y todas sus pertenencias en

    el plazo estipulado por lo tanto nosotros proveemos nuestro compromiso de la

    proteccin y la seguridad de modo que al final del mes de Julio ellos puedan vender e

    intercambiar sus propiedades y muebles y cualquier otro articulo y disponer de ellos

    libremente a su criterio que durante este plazo nadie debe hacerles ningn dao,herirlos o injusticias a estas personas o a sus bienes lo cual seria injustificado y el

    que transgrediese esto incurrir en el castigo los que violen nuestra seguridad Real.

    Damos y otorgamos permiso a los anteriormente referidos Judos y Judas a llevar

    consigo fuera de nuestras regiones sus bienes y pertenencias por mar o por tierra

    exceptuando oro y plata, o moneda acuada u otro articulo prohibido por las leyes

    del reinado.

    De modo que ordenamos a todos los concejales, magistrados, caballeros, guardias,oficiales, buenos hombres de la ciudad de Burgos y otras ciudades y villas de nuestro

    reino y dominios, y a todos nuestros vasallos y personas, que respeten y obedezcan

    con esta carta y con todo lo que contiene en ella, y que den la clase de asistencia y

    ayuda necesaria para su ejecucin, sujeta a castigo por nuestra gracia soberana y

    por la confiscacin de todos los bienes y propiedades para nuestra casa real y que

    esta sea notificada a todos y que ninguno pretenda ignorarla, ordenamos que este

    edicto sea proclamado en todas las plazas y los sitios de reunin de todas las ciudades

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    y en las ciudades principales y villas de las dicesis, y sea hecho por el heraldo en

    presencia de el escribano pblico, y que ninguno o nadie haga lo contrario de lo que

    ha sido definido, sujeto al castigo de nuestra gracia soberana y la anulacin de sus

    cargos y confiscacin de sus bienes al que haga lo contrario.

    Y ordenamos que se evidencie y pruebe a la corte con un testimonio firmado

    especificando la manera en que el edicto fue llevado a cabo.

    Dado en esta ciudad de Granada el Treinta y uno da de marzo del ao de nuestro

    seor Jesucristo de 1492.

    Firmado Yo, el Rey, Yo la Reina, y Juan de la Colonia secretario del Rey y la Reina

    quien lo ha escrito por orden de sus Majestades.

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    Recientes aportaciones a la situacin de los judos en la

    Hispania tardoantigua

    Jos Mara Blzquez Martnez

    Historia y Arqueologa de las civilizaciones

    [Publicado previamente en: Elena Romero (ed.), Judasmo hispano. Estudios en honor de

    Jos Luis Lacave Riao, Madrid 2003, 409-425. Versin digital del manuscrito, editada aqupor cortesa del autor, con la paginacin de la versin impresa].

    En los ltimos aos han aparecido varios artculos y libros que convienecomentar, pues arrojan luz en el importante tema de Hispania en la Antigedad 1

    .Comencemos por comentar el estudio de E. Gozalbes Cravioto, visin reciente

    sobre la presencia juda en Hispania 2

    .El autor comienza su artculo con la afirmacin de que. el nmero de sirios y

    hebreos en Hispania es pequeo si se compara con el de los tracios o griegos. Estaafirmacin es cierta para los tres primeros siglos imperiales. Por su parte, A. Garca yBellido era de la opinin. que me comunic de palabra varias veces. de que con locada de Jerusaln en el 70 muchos judos llegaron a Hispania, pero que su nmero nose poda determinar, pues frecuentemente utilizan nombres romanos. A esta tesis nosunimos.

    E. Gozalbes Cravioto la encuentra dbil, posiblemente con razn, ya que en el

    norte de frica esta ocultacin del nombre no se detecta. Acierta el autor cuando diceque la dispora hebrea en Occidente debi ser escasa, por lo menos antes del siglo IV.

    _______________1 Sobre este asunto es importante L. Garca Iglesias, Los judos en la Espaa

    Antigua, Madrid 1978. Como juicio vanse J.L. Lacave, Los judos de Espaa.Presencia histrica y cultural, Madrid 1989; y B. Saitta, L'antisemitismo nellaSpagna visigotica, Roma 1995.

    2 Algunos datos sobre las comunidades judas en el Occidente Romano, Boletnde la Sociedad Espaola de Orientalistas 36 (2000) 183-202. 410 E. Gozalbes Cravioto

    comenta las dos tesis que han propuesto los investigadores. La primera defendidapor M. Koch 3

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    cree que las comunidades judas en Occidente tuvieron una inusitadaantigedad. Segn estos autores en muchas ciudades de Hispania haba numerososhebreos dedicados al comercio, que se haban enriquecido como intermediarios entreOriente y Occidente. Debido a la riqueza alcanzada habra surgido el antisemitismoen el seno del cristianismo.

    El principal argumento de M. Koch se apoya en que la abundancia de plata de laque habla la Biblia (IRe 10.22) en poca de Salomn no poda llegar de ningn lugarms que de Hispania. En la costa de Israel ha aparecido un barco hundido quellevaba tortas de fundicin con letras tartsicas, de las que nosotros pudimos veralgn ejemplar en el Museo de Jerusaln.

    Tiene razn E. Gozalbes Cravioto cuando dice que esta tesis aplica criterios de lapoca visigoda a los siglos anteriores y que no hay huellas de antisemitismo en laHispania Antigua. Esta tesis ha influido en la obra de A. Garca Moreno 4

    . Recuerda acertadamente Gozalbes Cravioto que existe un antisemitismo de

    raz cristiana y antiguo en el Imperio Romano. Baste recordar la ms antiguaapologa cristiana contra los judos de Aristn de Pella, autor de posible origenalejandrino, que lleva por ttulo Discusin entre Jasn y Popisco sobre Cristo (Orig.Contr. Cels. 4.52), escrita en torno al 140, y el Dilogo contra Trifn de Justino,redactado en feso segn Eusebio (Hist. Eccl. 4. 18.6), a los que siguen los dos librosde Milcades. originario de Asia Menor, probable discpulo de Justino, que se titulanContra los judos y La demostracin contra los judos, atribuida a Hiplito de Roma;as como el Adversus Iudaeus de Cipriano, sermn del siglo III, seguramentecompuesto antes del 260.

    Cirilo de Alejandra envi a las iglesias de Egipto cartas pastorales de las quealgunas (Hom. 1.4.10.20.21.29) van contra los judos y su infidelidad. La Demostratioevangelica de Eusebio de Cesarea, por el ttulo, se diriga contra judos y paganos, aligual que el Contra iudaeos et gentiles quod Christus sit Deus de Juan Crisstomo.Las ocho homilas contra los judos pronunciadas en Antioqua entre los aos 386-389por este autor, en las que calumnia desvergonzadamente a los judos, prueban que porlo menos en su poca tenan un gran poder social y religioso en Siria.

    _______________3 Zur frhen jdischen Diaspora auf der Iberischen Halbinsel, Revista de la

    Universidad de Madrid 109 (1977) 225-254; vid. tambin H. Beinart, Los judos en

    Espaa, Madrid 1992, 11-37.4 Los judos de la Espaa Antigua, Madrid 1993.Hay que aadir el sermn titulado Contra Iudaeos de Basilio de Selucida, que

    muy posiblemente no es suyo; y la Interpretatio in Isaiam de Teodoreto de Cirro,donde el autor ataca a los judos por sus exposiciones insuficientes y falsas de lasEscrituras. Un antijudo furibundo fue el sirio San Efrn.

    Toda esta literatura antijuda de procedencia cristiana no tuvo ningn influjo enOccidente, ya que debi ser desconocida y buena parte de ella es de fecha posterior.En los siglo IV y V el cristianismo estaba muy poco extendido en

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    Hispania 5 y este influjo antijudo de los tres primeros siglos imperiales debi serdesconocido.

    La segunda lnea de investigacin, cuyo principal exponente es L. GarcaIglesias, se centra en los textos y en la epigrafa. Segn E. Gozalbes Cravioto no lograuna respuesta alternativo a la anterior ni contestar a los mltiples interrogantes

    planteados, pero demuestra la gran debilidad argumental y documental de la primerainterpretacin, lo que es muy probable.

    Seguramente tiene razn este autor cuando dice que las comunidades judas deOccidente llegaron a Hispania con motivo de las guerras de Palestina de pocaimperial, la de los Flavios y la de Hadriano. Probablemente los judos llegados aHispania seran en su mayora esclavos; no seran comerciantes y por su estado socialno dejaron huellas en la epigrafa.

    Coincidimos con E. Gozalbes Cravioto en que en poca imperial no huboantisemitismo en Hispania. Las comunidades judas de cierta importancia en

    Hispania son ya del siglo IV. Es un acierto de este autor los dos textos que aduce parademostrar esta tesis sobre la dispora juda: el de Filn de Alejandra (Leg, ad Caium281-282), que visit Roma en el ao 39, y los Hechos de los Apstoles, obras quemencionan en qu pases habla asentadas comunidades judas en el siglo I, pero en lasque no se cita el Occidente.

    De esas obras se desprende que la presencia de las comunidades judas enHispania no es anterior al siglo I, como indica E. Gozalbes Cravioto, que encuentrauna primera prueba de la dispora juda en Occidente en la carta 129.4 de Jernimoen la que se menciona a judos en Mauritania, a lo que nos referiremos ms adelante;

    pero este testimonio es muy reciente y responde a la realidad._______________5J.M. Blzquez, Historia de Espaa II. Espaa Romana, Madrid 1982. 416-485;

    ltimas aportaciones de la arqueologa al conocimiento del cristianismo primitivo deHispania, en J. Andrs-Gallego (ed.), Historia de la Iglesia en Espaa y en el mundohispano, Murcia 2001, 23-58. Vid. tambin M. Sotomayor, Historia de la Iglesia enEspaa I. La Iglesia en la Espaa romana y visigoda (siglos I - VIII), Madrid 1979,58-372. J. Fontaine, Le grandi chiese missionarie: Spagna, Gallia, Bretagna, en

    Storia del Cristianesimo: Religione, Politica, Cultura, sotto la direzione di Jean-MarieMayeur; vol. II. La nascita di una cristianit (250-430), eds. C. y L. Pietri, Roma2000, 758-776. 412

    Siguiendo a este autor en su magnifico estudio, no creemos que las leyendasmedievales que hablan de la gran antigedad de la presencia juda en Hispaniatengan ningn valor histrico. Las naves de Tarsis de la Biblia no venan alOccidente, sino que probablemente iban a la India 6

    .La situacin de los judos hispanos en poca imperial no debi ser mejor que la

    que tuvieron en el norte de frica, donde al parecer eran pobres y no anteriores al

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    siglo II (Tertuliano, Adv. Iudaeos [c. 155-220] les ataca). En este punto coincidimos,como en otros casos, con el pensamiento de E. Gozalbes Cravioto.

    Es muy probable que la llegada de los judos a Hispania fuera a travs de Italia.Comunidades judas hubo muy probablemente en Tarragona en el siglo IV, dondeuna inscripcin menciona al archisinagogo. La supuesta sinagoga de Elche, fechada

    en la segunda mitad del siglo IV 7, es la iglesia de una comunidad griega.Los principales documentos de la presencia juda en Hispania en la Tarda

    Antigedad son los siguientes: los cuatro cnones del Concilio de Elvira, celebrado enlos primeros aos del siglo IV 8; las homilas de Gregorio de Elvira contra los judos; ylas menciones a judos de diferentes autores hispanos cristianos del siglo IV, comoPrudencio o Potamio de Olisipo 9

    .Estos autores ya disputan con los judos como en todas partes; pero, como muy

    bien apunta E. Gozalbes Cravioto, no reflejan ningn espritu antijudo, lo que

    prueba que la literatura cristiana antijuda citada anteriormente era desconocida enHispania, aunque las relaciones de Hispania con Oriente eran fluidas 10. _______________6J.M. Blzquez, Tartesos y los orgenes de la colonizacin fenicia en Occidente,

    Madrid 1975, 1-21; e Historia de Espaa Antigua I. Protohistoria, Madrid 1980, 288-295. Contraria es la tesis de M. Koch, Tarsisch und Hispanien, Berlin 1989. Vid. J.Alvar, Fenicios y cartagineses en el Mediterrneo, Madrid 1999, 371-377;Interaccin econmica y social de los fenicios en la Tarside, en II Congreso de

    Historia Antigua de Mlaga, Mlaga 2000, 11-33; Las fuentes literarias sobreTartessos, en Catlogo de la Exposicin Argantonio rey de Tartessos, Sevilla 2000,37-67; y De Argantonio a los romanos. La Iberia protohistrica, Madrid 1995, dondesita el territorio de Tartessos entre el Guadiana y el Guadalquivir, con la capital msbien hacia la desembocadura de este ltimo ro. Vid. tambin M.E. Aubet, Tiro y lascolonias fenicias de Occidente, Barcelona 1994, passim. 77 H. Schlunk, Th.Hauschild, Hispania Antigua. Die Denkmler der frhchristlichen und westgotischenZeit, Maguncia 1978, lms. 36-37, figs. 86-87.