Abrir todas las puertas. (en situaciones de discapacidad).

José María Olayo octubre 2011 olayo.blogspot.com

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Vivir es abrir puertas, también cerrarlas; la cuestión primordial es la libertad y la capacidad con las que contamos para decidirlo por nosotros mismos.




La propia vida es una puerta que se abre y a la que accedemos para ser y estar, compartir, crecer, intercambiar...


… una puerta que de forma irremediable debemos atravesar si queremos encontrarnos con los otros y vivir con ellos cada oportunidad y cada posibilidad...



… cada puerta esconde un espacio vital, una emoción, un regreso a lo nuestro, un reencuentro, un rincón para el afecto...



… un territorio propio donde uno es más yo, un instante, una eternidad que se desvanece al traspasar la siguiente puerta...




… un espejo que estira nuestros sueños, una reciprocidad en las necesidades, inquietudes y utopías.



Cada puerta esconde una duda, una oportunidad, la posibilidad de encontrar sin buscar y buscar sin encontrar...



… hay que traspasar cada puerta para ver más allá de uno mismo y penetrar en la mirada del otro...


… para compartir afectos y construir juntos emociones, vivir el riesgo de la felicidad, incrementar la pasión...




…tener y saciar el hambre del conocimiento y la competencia, adquirir hábitos saludables, no darse nunca por vencido ni por vencedor...



Cada puerta tiene su exigencia y su misterio, es frontera y fronteriza, puede ser la antesala de una guarida o territorio a mitad de camino de nada...



… atravesarla requiere decisión, presteza, optimismo, atrevimiento, actitud de búsqueda incansable...



… cada puerta requiere un esfuerzo, una pulsión, un pulso, un sentimiento de propósito que apenas asoma.



Cada puerta en la vida apunta una historia y un futuro, un tiempo para concretar y soñar, un espacio para la caricia y la sorpresa...



… sensaciones invisibles e intensas que refieren emociones y alianzas anteriores sobre las que se construyeron soledades compartidas...



… cadenas de intereses asumidos por muchos para alcanzar la máxima eficacia personal al servicio propio y de los demás.



Una puerta cerrada siempre provoca y evoca, desconcierta al incrédulo y predispone al emprendedor...


… despierta la curiosidad y azuza el ingenio, impulsa sentimientos encontrados entre los que tenemos que elegir...



… nos conecta con la razón y con los miedos, nos avisa de un tránsito hacia una nueva afirmación o desconexión.



Abrir una puerta nunca es fácil, ni cómodo ni, a veces, recomendable; pero necesitamos pasarla para alargar la ternura y la posibilidad de crecer...



… sentirnos vivos y capaces de soñar nuevas realidades y nuevos proyectos, equilibrar la balanza de afectos y esfuerzos...



… tener menos cautelas de las que se pueden soportar, recopilar fuerzas y razones para atrevernos más y atrevernos a más.



Cada puerta nos abre una duda y una posibilidad; nos anuncia una ausencia y una distancia, enseña el camino de los lamentos y las pérdidas, pero, también, de los logros y los besos...



… hay que correr ese riesgo y asumirlo con determinación: si te quedas fuera, estás muerto, o como poco, ausente incluso en ti...



… no hay elección: o la traspasas y vives, o te inhibes y quedas a merced de los ritmos de otros.



En la vida te encuentras con muchas puertas y tu debes decidir cuáles debes traspasar...



… en la elección está tu futuro y tu progreso, tu capacidad para desentrañar eso que llamamos infinito...



… debes aprender a administrar la esperanza y la confianza en ti mismo, porque en ello te va la vida y la memoria...



… ensanchar el “nosotros” y no renunciar a ningún horizonte, compartir la soledad y el dolor...



… sortear silencios incómodos, cruzar miradas y abrazos, tener y sostener la vida propia y ajena...



… para llegar a la última puerta de la vida, esa que pasamos todos de forma inexorable y que nos introduce, por fin, en el espejo de las ensoñaciones que nos quedaron por vivir.



“Si no puedo cruzar una puerta, cruzaré otra o haré otra, algo maravilloso vendrá,

no importa lo oscuro que sea el presente”.

Rabrindanath Tagore



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