Acapulco y Los Galeones de Manila

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    Acapulco y los galeones de Manila

    ICHIKAWA Shin-ichi

    Prlogo

    En mi artculo anterior, Los galeones de Manila y los gobernantes

    japoneses del siglo XVI I, aparecido en el Bul let i n of th e In st i t ute for

    M edi terr anean Stu dies. No.2. (2004), trat de poner de relieve las relaciones

    comerciales entre Nueva Espaa y J apn a principios del siglo XVI I ,

    basndome en documentos hallados en Sevilla (Espaa) y en Tokio.

    El principal objectivo de mi investigacin durante mi ltima estancia en

    Mxicoespecialmente en el Centro de Estudios del Pacfico de la

    Universidad de Guadalajaraha sido revisar dicho artculo, echado mano

    para ello del material conservado en la Biblioteca Central de Guadalajara.

    Desgraciadamente, no pude ampliarlo como habra esperado, debido a la

    escasez de documentacin.

    Con todo, tuve la suerte de encontrar all informacin que habra sido

    difcil de hallar en Tokio.

    As pues, de momento deber contentarme con completar parcialmente

    mi primer artculo con la ayuda del material hallado durante mi corta

    estancia en la Universidad de Guadalajara en 2005.

    I. El importante papel jugado por el puerto de Acapulco en el primer

    contacto de los espaales con J apn

    Durante los siglos XVI y XVI I , debido a la poltica de obstruccin de l a

    Corona espaola, el acceso de los extranjeros a sus grandes territorios en elNuevo Continente fue extremadamente difcil. Sin embargo, a mediados del

    siglo XVI , el viajero ingls Thomas Gage pudo visitar Nueva Espaa y dej

    constancia de su viaje en su relato A N ew Sur vey of t he West-I ndies(1648),

    traducido al espaol en el siglo XVIIdesafortunadamente, no tuve la suerte

    de leerla durante mi ltima estancia en Mxico.

    A fines del siglo XVI I , el napolitano Gemelli Carreri pudo pasar tambin

    por Nueva Espaa durante su vuelta al mundo y redact el Gir o del m ondo,

    del dot t or e D.Gio.Fr ancesco Gemell i Car r er i (1699-1700). 6 vol. La narracin

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    del viaje por Nueva Espaa se encuentra en el sexto tomo. Oportunamente,

    esta parte fue objeto de los traducciones, una en 1927 (Vi a je a la N ueva

    Espaa. Traducido por J os Mara de Agreda y Snchez) y otra en 1955(V i aj e a l a N ueva Espaa. M xi co a fi n es del si gl o XV - Mxi co, Prlogo de

    Fernando B. Sandoval).

    L a primera conservada en la Biblioteca de la Universidad de

    Guadalajara, la consult frecuentemente durante mi estancia all, lo cual me

    permiti encontrar una descripcin del viajero italiano sobre el puerto de

    Acapulco en aquel entonces.

    En cuanto a la ciudad de Acapulco, me parece que debera drsele elnombre de humilde aldea de pescadores, mejor que el engaoso de primer

    mercado del mar del Sur y escala de la China, pues que sus casas son bajas y

    viles y hechas de madera, barro y paja. Est situada a 17 grados de latitud,

    menos algunos minutos, y a 266 de longitud, al pie de altsimos montes, que si

    bien la defienden por la parte del Oriente, son la causa de haber en ella graves

    enfermedades desde el mes de noviembre hasta el fin de mayo. Estbamos all en

    el de enero y no obstante yo senta el mismo calor que en Europa en el tiempo de

    la cancula, lo cual proviene en parte de que no llueve all en los siete mesesdichos, sino solamente algo de junio a octubre, que sin embargo no basta para

    refrescar el ambiente. Debe notarse pues que en Acapulco, en Mxico y en otros

    lugares de la Nueva Espaa, jams llueve en las maanas, y as el que no quiere

    mojarse no tiene ms que hacer sino despachar sus negocios antes del medio da

    y estarse luego en su casa. Por tal destemplanza en el clima de Acapulco, y por

    ser el terreno tan fragoso, hay que llevar de otros lugares los vveres, y con este

    motivo son tan caros, que nadie puede vivir all sin gastar en una regular comida

    menos de un peso cada da; adems, las habitaciones, fuera de ser muy calientes,

    son fangosas e incmodas.

    Por estas causas no habitan all ms que negros y mulatos, que son los

    nacidos de negros y blancas; y rara vez se ve en aquel lugar algn nacido en l de

    color aceitunado. Terminada la feria que se hace en el puerto con ocasin de la

    llegada de la nao de China y de los navos del Per, que suelen aportar all

    cargados de cacao, se retiran los comerciantes espaoles, como tambin los

    oficiales reales y el castellano, a otros lugares, por causa del mal aire que reina

    en aquel, y as queda despoblada la ciudad. No hay en ella de bueno ms que la

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    seguridad natural del puerto, que siendo a manera de caracol, como antes se ha

    dicho, y con igual fondo por todas partes, quedan en l las naves encerradas

    como en un patio cercado de altsimos montes, y atadas a los rboles que estnen la ribera. Se entra en el mismo por dos embocaduras: la una pequea de la

    parte del Noroeste, y la otra grande de la del Sudeste. Defiende la entrada el

    castillo con cuarenta y dos piezas de artillera, de bronce, y sesenta soldados de

    guarnicin.1

    En la evocacin que el viajero napolitano hace del Acapulco de finales del

    siglo XVI I se puede observar que sola servir de puerto receptor a las naos de

    China y a los navos del Per. Es muy interesante saber que, debido al malaire de la ciudad, los comerciantes y oficiales espaoles solan venir al puerto

    slo durante el momento de los negocios para retirarse despus.

    Mientras la nao de Filipinas est en el puerto, se ven cantidad de

    comerciantes. Pero apenas ha partido cuando todos se retiran. Los habitantes,

    incluso los ms ricos, van a pasar mucho antes el verano en las tierras, para

    evitar los malos aires de Acapulco, durante los calores que all son excesivos.2

    En el famoso libro Acapul co en l a H is tor i a y en la L eyenda. (Mxico,

    1948), menciona el autor Vito Alessio Robles:

    La obsesin europea a fines del siglo XV y en los albores del siglo XVI (...)

    fue la navegacin hacia las costas asiticas por el camino de occidente. (...)

    Esa ruta, una vez explorada, hubo de abandonarse y casi qued relegada al

    olvido por ms de tres siglos. En el lapso que media entre la exploracin de

    Magallanes, efectuada en 1520, y el viaje de estudio al mismo estrecho, llevado a

    1 J uan Francisco Gemelli Carreri,V ia je a l a N ueva E spaa. Traducido por J os Mara deAgreda y Snchez. (Mxico, 1927). pp.8-9.2 Vase tambin otro testimonio: Du pre Taillandier, missionnaire de la compagnie de

    J sus, au pre Willard, de la mme compagnie, A Pondichry, le 20 fvrier 1711. Tandisque le vaisseau des Philippines est dans le port, on y voit quantit de marchands : mais peine est-il parti que chacun se retire. Les habitants, mme les plus riches, vont passerlt plus avant dans les terres, pour viter le mauvais air dAcapulco, pendant les chaleursqui y sont excessives. L et t r es di fi an t es et cur ieuses des m i ssi on s de lAmr ique

    mr i di onal e par qu elqu es mi ssiona i r es de l a compan i e de Jsus. Prface de ClaudeReichler. (Editions Utz,1991). p.226.

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    cabo por la fragata Santa Mara de la Cabeza, en los aos de 1785 y 1786, slo

    haban surcado el peligroso estrecho treinta expediciones martimas, algunas de

    ellas fracasadas, otras perdidas en lo absoluto, muchas organizadas por piratasy corsarios ingleses, holandeses y franceses para hostilizar el comercio espaol y

    todas, en una palabra, desprovistas de finalidades comerciales.

    A estas circunstancias debi Acapulco su prominencia mercantil,

    estratgica y martima, que lo convirti en un emporio comercial de primer

    orden, en la llave del Pacfico y en el nudo de las comunicaciones entre Europa y

    Asia.3

    De esta manera, se hace hincapi en el papel jugado por el puerto deAcapulco entre Europa y Asia (va Manila).

    Al remontarnos a la historia de la conquista hacia Occidente, hay que

    recordar tambin la ambicin de Hernn Corts, as como la del Emperador

    Carlos V.

    En el libro Urdaneta y Tornaviaje, aparecido en 1965, Enrique

    Crdenas de La Pea refiere la siguiente noticia:

    Para entonces Carlos I de Espaa recibe la noticia de la gran Tenuxtilanpor Hernn Corts y el anhelo que este capitn expresa de ensanchar sus

    dominios hacia el Poniente.4

    En cuanto al establecimiento de la ruta tan anhelada por Hernn Corts,

    es sabido que habra que esperar al descubrimiento de la ruta martima de

    regreso hacia Acapulco (desde Manila) hecho en 1565 por Andrs de

    Urdaneta.

    En efecto, fue este agustino, quien descubri la ruta del tornaviaje entreFilipinas y la Nueva Espaa, al aprovechar la corriente negra llamada en

    japons kuro-shio.5

    Si hacemos caso a la tradicin que la expedicin encabezada por el

    adelantado Lpez de Legazpi se hizo a la vela desde el puerto de Acapulco,

    3 Vito Alessio Robles, Acapulco, Sal t i l l o y M ont err eyen la H is to r i a y en la L eyenda.(Editorial Porra, S.A., Mxico, 1978). p.33.4

    Enrique Crdenas de La Pea, U rdan eta y Tornavi aje. (Mxico, 1965).p.12.5 I b i d., p.133.

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    pero segn L as M emor i as del capi tn Jean de M onsgurpodra haber sido

    tambin el puerto de Navidad el punto de salida.

    A este efecto, el ao 1559, don L uis Velasco, segundo virrey de Mxico,

    mand aparejar una pequea flota con algunas tropas de desembarco, cuyo

    mando dio a un Vizcano llamado Miguel Lpez de Legaspi, al cual encarg

    descubrir y conquistar algunas de estas islas. Aquel general sali del puerto de

    Acapulco, y segn otros del de la Navidad y llevando siempre ruta hacia el

    Occidente...6

    Es esta teora la que defienden autores como Carlos Pizano y Saucedo:

    El 21 de noviembre de 1564 parti del puerto de Navidad la expedicin del

    adelantado Miguel Lpez de Legazpi y Fray Andrs de Urdaneta hacia las Islas

    Filipinas.7

    II. La ruta martima de regreso hacia Acapulco (desde Manila) y Rodrigo de

    Vivero, ex-Gobernador General temporal de las Filipinas(1609-1610)

    Adems del estudio sobre Rodrigo de Vivero (1564-1636) de lainvestigadora francesa J uliette Monbeig, al que me refer en mi precedente

    artculo durante mi estancia en Mxico, tuve la suerte de leer tambin el libro

    de Lothar K nauth, donde pude encontrar ms detalles sobre la ruta martima

    de regreso hacia Acapulco (desde Manila) .

    En julio de 1609, dos galeones de Manila haban zarpado de Cavite, al sur

    de Manila, rumbo a su viaje anual hacia Acapulco. Uno era el Santa An a, al

    mando de Andrs de Molina y el otro, el barco del almirante, el San Fr ancisco, en

    6 VeseMmoir es du M exiqueLe man uscr it de Jean de M onsgur (1709). Introduction &notes de J ean-Paul Duviols. (Chandeigne, 2002). A cet effet, en lan 1559, don Luis Velasco,second vice-roi du Mexique fit quiper une petite flotte avec quelques troupes dedbarquement dont il donna le commandement un Biscayen appel Miguel Lpez deLegaspy quil chargea de la dcouverte et de la conqute de quelques-unes de ces les. Legnral partit du port dAcapulco et selon dautres de celui de la Navit et faisant toujoursroute vers loccident; [...]. p.294.7 Carlos Pizano y Saucedo, Jal i sco en l a Conqui sta de L as Fi l ipin as. / Bar ra de Navi dad y

    la E xpedi cin de Lpez de L egazpi. (Edicin de la Sociedad de Geografa y Estadstica y elGobierno del Estado de J alisco. Guadalajara, J al., Mxico,1964). p.25.

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    mando de J uan Esquera, que conduca de regreso a la Nueva Espaa al

    gobernador interino, Rodrigo de Vivero. Los dos barcos se encontraron con mal

    tiempo, pero mientras el Santa An alogr escapar a un puerto de Bungo parareparaciones, el San F ranciscosufri naufragio en la costa de Chiba, en la parte

    trasera de la baha de Tokio, cerca del pueblo de Uwada.

    [...] los nufragos espaoles fueron recibidos por el seor local. Los

    sobrevivientes recibieron ropa, provisiones y fueron conducidos al castillo

    shogunal de Edo. Despus de una entrevista suntuosa, Rodrigo de Vivero fue

    llevado a Sumpu a ver a Ieyasu(1542-1616).8

    Conclusin

    Quisiera decir que este rpido estudio efectuado en 2005 en el Centro de

    Estudios del Pacfico de la Universidad de Guadalajara es slo el primer paso

    hacia una investigacin ms amplia sobre el mismo tema.

    Por el momento, concluyo con estas lneas del bien documentado

    libro de Lothar Knauth diciendo:

    La confrontacin entre J apn y el Imperio hispnico termin en empate, y

    los protagonistas, que una y otra vez parecan convertirse en socios compatibles,quedaron prisioneros de sus estructuras y prejuicios ideolgicos.9

    8 Lothar K nauth, Confr ontacin T r anspacfi caE l Jap n y el N uevo M un do H i spn ico.

    1542-1639. (UNAM, 1972). p.190.9 Ib id., p.358.

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    Nota adicional:

    Deseo agradecer al Sr. OKABE Taku, investigador de la Universidad deGuadalajara, que me haya enviado la fotocopia deL as N uevas M emor ias del

    Capi tn Jean de M onsgu r. Edicin e Introduccin J ean-Pierre Berthe.

    (UNAM, 1994).

    Despus de haberles echado una ojeada, quisiera sealar que este

    documento acerca de los peligros que para la Nueva Espaa estraaba el

    comercio con Filipinas est escrito a partir de la visin de un hombre que pudo

    conocer slo parcialmenteMxico y alrededoreslos vastos territorrios de la

    Corona Espaola, y es evidente que refleja el punto de vista del Gobiernofrancs de la poca, que no es necesariamente el mismo que el del Rey de

    Espaa, como bien demuestra el hecho de que los galeones de Manila

    continuasen realizando su ruto hacia Acapulco hasta 1815.

    [Tokio, 25 de diciembre de 2006].

    [Por ltimo, el autor desea expresar aqu su agradecimiento a la Secretara de

    Relaciones Exteriores (SRE) del Gobierno de Mxico, por la beca concedida

    para poder investigar en la Universidad de Guadalajara en 2005, as como alDr. Roberto Hernndez Hernndez, J efe de Departamento de Estudios del

    Pacfico.]