Acción Declarativa de Inconstitucionalidad. Javier I. Barraza. El Derecho

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    ARGENTINO

    CASA CENTRAL

    DOCTRINALa accin declarativa de inconstitucionalidad, por Javier Indalecio Barraza ................................................................................................................................................. 1

    JURISPRUDENCIACivilTurismo: Contrato de prestacin de servicios tursticos: frustracin del fin del contrato; intermediarias y organizadores del viaje; responsabilidad; rgimen; relacin de consumo;

    existencia; ley 24.240; aplicabilidad; deber de informacin; incumplimiento; revuelta popular; caso fortuito; eximicin de responsabilidad; rechazo; valor de las prestaciones que conformaban el paquete turstico; otorgamiento; dao moral; procedencia; indemnizacin; monto; fijacin; art. 1741 in fine del cd. civil y comercial; referencia; intereses; clculo; tasa aplicable. Cdigo Civil y Comercial: Aplicacin temporal: hecho daoso acaecido antes del advenimiento del nuevo Cdigo (CNCiv., sala A, agosto 24-2015) ....... 3

    OPINIONES Y DOCUMENTOSEjecutivo chileno presiona al Congreso para aprobar ley de identidad de gnero, por Mara Ins Franck ......................................................................................................... 8

    D i a r i o d e D o c t r i n a y J u r i s p r u d e n c i a

    Director:Guillermo F. Peyrano

    Consejo de Redaccin:Gabriel Fernando LimodioDaniel Alejandro Herrera

    Nelson G. A. CossariLuis Alfredo Anaya

    Buenos Aires, viernes 23 de octubre de 2015 ISSN 1666-8987 N 13.839 AO LIII ED 264

    CONTENIDO

    Sumario: I. ConCepto. II. FInalIdad. III. el mto-do. IV. los esCollos del anlIsIs CuantItatIVo. IV.1. El buscador dEl TsJ. IV.2. la calIdad dE los acTorEs. V. un prImer anlIsIs. V.1. QuInEs InTErponEn la accIn? V.2. lo pblIco y lo prIVado. VI. CantIdad y eVoluCIn. VI.1. InadmIsIbIlIdad dE la accIn. VI.2. adI prEsEnTadas por TEma. VI.3. adI con sEnTEncIa faVorablE. VI.3.a. ADI con sentencia favorable por calidad del actor. VII. Con-ClusIones.

    Cul es el estado actual de la ciencia jurdica en la Argentina? Para responder a este interrogante debemos observar sus instituciones, sus mecanismos de produccin cientfica, la estructura y el sentido de sus productos.

    Un dato revelador del estado de aquella es examinar la accin declarativa de inconstitucionalidad (ADI). Para ello, debemos recurrir a un producto cientfico: los fallos del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), analizar la estruc-tura de esas decisiones y examinar el sentido de tales pro-nunciamientos.

    Cul ha sido la epistemologa que ha guiado al TSJ pa-ra contribuir al desarrollo o estancamiento de esta accin? Qu poltica ha adoptado el referido Tribunal respecto de sus productos cientficos? En definitiva, de la poltica de la ciencia que se adopte depende la filosofa que inspire

    a sus operadores. En consecuencia, una filosofa idealista concebir a la ADI como una torre de marfil, una filosofa empirista fomentar la investigacin experimental sin gua terica, y una filosofa pragmtica menospreciar los con-tenidos tericos.

    En el caso, solamente una epistemologa equilibrada fomentar el desarrollo de la ADI. De ah la importancia de conocer estas cuestiones.

    La ADI(1) ha generado mltiples discusiones, que van desde su utilidad, pasando por los requisitos que la tornan admisible, hasta llegar a su finalidad para fortalecer siste-mas de democracia participativa.

    Por otra parte, los estudios sobre aquella no proporcio-nan datos cuantitativos que nos permitan medir su utiliza-cin por los distintos sectores de la comunidad, grado de xito; en fin, numerosas cuestiones que deben ser medidas y dilucidadas.

    En otro orden de ideas, la utilizacin promiscua de es-ta accin por legisladores que no logran obtener los con-sensos necesarios en su mbito especfico, o por grupos empresarios para fines comerciales, ha hecho que el TSJ optara por una fuerte restriccin. En efecto, mediante me-diciones cuantitativas surge que el referido Tribunal en toda su existencia admiti solo trece acciones de las 182 que se han interpuesto. Para ser ms claro, se ha realizado una medicin desde el 1 de febrero de 1999 (inicio de las actividades del Tribunal) hasta el 1 de junio de 2015. Es decir, en diecisis aos, tan solo se hizo lugar al 7,14% de las acciones.

    IConcepto

    La ADI es un instrumento jurdico concedido al ciuda-dano comn para que pueda impugnar cualquier norma contraria a las disposiciones de la Constitucin.

    IIFinalidad

    La finalidad de este tipo de accin es(2):1) mantener la supremaca constitucional, 2) crear conciencia constitucional,3) fortalecer la democracia participativa, y 4) evitar la subsistencia y aplicacin de normas contra-

    rias al orden constitucional.

    (1) La referida accin est prevista en el art. 113, inc. 2, de la Cons-titucin de la Ciudad de Buenos Aires. Posteriormente, fue regulada me-diante la ley 402.

    (2) Ver Ferreyra, Gustavo, Sobre la Constitucin portea, www.in-fojus.gov.ar. Se puede identificar as: Id Infojus: DACF140125.

    No obstante, estos fines no se han logrado, ya que el ciudadano comn no interpone este tipo de accin; dira ms, aquel no est interesado en estas cuestiones(3). Se po-dra decir que la accin declarativa de inconstitucionalidad es un instrumento til pero no utilizable.

    En el presente trabajo mostrar, mediante datos cuan-titativos, que el ciudadano comn no utiliza esta accin. Dira ms, no est interesado en esta cuestin. Por otra parte, la utilizacin de esta accin ha sido aprovechada por polticos, corporaciones empresarias, o profesionales, y siempre guiados por un inters patrimonial o personal.

    IIIEl mtodo

    La accin declarativa de inconstitucionalidad ha sido estudiada mediante el mtodo cualitativo. La abundante bibliografa, artculos y comentarios a fallos nos ensean el modo de interponerla, la legitimacin y los distintos avatares y vicisitudes que ha debido transitar el TSJ para modelarla con los perfiles actuales.

    Por otra parte, los estudios demuestran un fuerte sesgo positivista, basados en las previsiones de la Constitucin de la Ciudad de Buenos Aires y la ley 402 que regula esta accin.

    Teniendo en cuenta tales circunstancias, estimo que se debe realizar un estudio cuantitativo, a fin de disponer de cifras rigurosas y exactas que nos permitan responder a estas preguntas:

    Cuntas ADI se interpusieron desde que inici sus funciones el TSJ?

    Cuntos ciudadanos comunes utilizaron esta herra-mienta jurdica? Me refiero a personas sin cargos electi-vos, que no son profesionales o que no cuentan con posi-bilidades econmicas o financieras.

    Cuntos legisladores interpusieron esta accin? Cuntas empresas la utilizaron para la defensa de un

    inters propio? Cuntas personas fsicas presentaron esta accin para gestionar algo de tipo personal?

    Cules son los temas que mayoritariamente se debatie-ron en esas presentaciones?

    En definitiva, ha sido til esta accin para el ciudada-no comn o ha servido para que los legisladores cuando no logran los consensos necesarios en el mbito especfi-co puedan cuestionar una ley?

    (3) En el sitio web www.youtube.com se puede observar que se han subido tres audiencias sobre esta cuestin: Luduea, Jos Luis y otros c. GCBA s/accin declarativa de inconstitucionalidad, con tan solo cien visitas para una ciudad de tres millones de habitantes. Si se observa el vi-deo respectivo, se puede advertir que tan solo concurrieron cinco perso-nas del pblico en general, es decir, la misma cantidad que los miembros del Tribunal Superior. La causa n 9552/13, Gil Domnguez, Andrs c. GCBA s/accin declarativa de inconstitucionalidad con tan solo 192 visitas. En la causa n 9066/12, Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) c. GCBA s/accin declarativa de inconstitucionalidad, el nmero de visitas es de 112. En fin, se puede concluir que al ciudadano comn no le interesa este tipo de accin.

    Nota de Redaccin: Sobre el tema ver, adems, los siguientes tra-bajos publicados en El Derecho: Accin declarativa de inconstitucio-nalidad contra el decreto 1777/95, por Ricardo Eugenio Molina, ED, 176-377; Un buen recordatorio de la Corte, acerca de la accin declarativa, por A. Ricardo Wetzler Malbrn, ED, 179-275; De la accin declarativa de certeza a la accin declarativa de inconstitucio-nalidad (La conversin del caso federal en caso judicial), por Alber-to B. Bianchi, EDCO, 00/01-577; Respecto de la accin declarativa, por Hugo R. Carcavallo, TySS, 10/2003-844; La accin declarativa de inconstitucionalidad. Reflexiones a propsito de una sentencia, por Hctor Prez Bourbon, EDCO, 2004-411; La jurisdiccin de la Cor-te Suprema cuando una provincia es parte y la doctrina de la cuestin federal predominante en la causa (con particular referencia al abuso de las acciones meramente declarativas para debatir conflictos entre normas locales y federales), por Enrique Hidalgo, EDCO, 2005-694; La prohibicin de innovar, en el marco de una accin meramente decla-rativa, en materia tributaria, en la actual jurisprudencia de la Corte, por Juan Carlos Bruzzn, ED, 216-827; La accin declarativa y los controles de constitucionalidad, de supremaca federal y de legalidad, por Eugenio Luis Palazzo, EDCO, 2006-382; Los lmites del Dere-cho Constitucional, por Eugenio Luis Palazzo, EDCO, 2008-463; El proceso de constitucionalizacin: evolucin del constitucionalismo e influencias sobre el derecho de daos, por Marcelo Oscar Vuotto, EDCO, 2013-342. Todos los artculos citados pueden consultarse en www.elderecho.com.ar.

    (*) Doctor en Derecho por la Universidad de Buenos Aires. Director del Mster en Derecho Administrativo de la Universidad Abierta Inte-ramericana. Profesor Regular Adjunto de Derecho Administrativo de la Universidad de Buenos Aires. Profesor Asociado de Derecho Poltico de la Universidad del Salvador. Defensor Oficial del fuero contencioso administrativo y tributario de la Ciudad de Buenos Aires.

    La accin declarativa de inconstitucionalidadpor Javier Indalecio Barraza(*)

  • Buenos Aires, viernes 23 de octubre de 20152

    Es necesaria esta accin para el ciudadano o ha sido una herramienta para que las empresas defiendan sus de-rechos?

    Con el establecimiento de esta accin se fortalece el sistema democrtico?

    En suma, la falta de cifras nos impide hacer una medi-cin exacta de esta accin. Lo que se impone es la mate-matizacin de las ciencias jurdicas.

    Por otro lado, la accin declarativa de inconstituciona-lidad parte de una premisa dudosa: promueve la partici-pacin de cualquier persona en el control de la accin de gobierno y permite el acceso jurisdiccional sin lmites.

    La idea es seductora y maravillosa, pero la realidad es con frecuencia devastadora.

    La ley es producto de un acuerdo, luego de un debate de ideas. Es el instrumento fundamental para el orden y la convivencia social. La ley es sancionada por nuestros representantes, pues hemos adoptado el mecanismo de democracia representativa: el pueblo no gobierna ni de-libera sino por medio de sus representantes. En definiti-va, acatamos la ley porque es el convenio de la mayora. Ahora bien, ese convenio puede ser cuestionado por una sola persona? Porque, en definitiva, la accin declarativa permite eso, que cualquier ciudadano cuestione una ley porque segn su parecer no se adapta a los parmetros constitucionales o internacionales.

    Puede esa persona objetar ese convenio que ha sido celebrado por sus representantes? Cul es el lmite tico de un diputado que ha aceptado unas reglas y luego intenta cambiarlas por otras vas institucionales?

    No pierde el Estado su fuerza institucional si sus leyes pueden ser cuestionadas por cualquiera? Mucho ms, no pierde el Estado su fuerza institucional porque una perso-na en abstracto tal el requisito de la accin ha pensado que es lesiva para el orden jurdico? En qu posicin se coloca a la Legislatura?

    El problema es mucho ms profundo que permitir a un ciudadano que pueda cuestionar una ley.

    En momentos en que el Estado y sus instituciones pier-den su fuerza tutelar, en la que todo se cuestiona y existe una dictadura del relativismo, aceptar este mecanismo ins-titucional debe llevarnos a reflexionar. Qu tipo de orga-nizacin jurdico-institucional queremos establecer?

    La accin declarativa de inconstitucionalidad no es un modo de hacerle perder universalidad a la ley? La ley pue-de ser cuestionable por cualquier va, que va de la accin comn a acciones populares. Cmo creamos legitimidad si la ley puede ser cuestionada por vas directas, indirectas o canales informales? Cmo creamos legitimidad si los mismos que hacen la ley una vez vencidos en el mbito de sus incumbencias luego buscan otros mecanismos?

    IVLos escollos del anlisis cuantitativo

    Realizar un anlisis cuantitativo de este tipo de accin encuentra algunos obstculos.

    IV.1. El buscador del TSJ

    En primer lugar, la base de datos oficial del TSJ inclu-ye la totalidad de las acciones en las que se ha tratado el tema, o en la que se incluye la voz accin declarativa de inconstitucionalidad. Esta circunstancia hace que, del cotejo de la base de datos oficial, la totalidad de acciones declarativas de inconstitucionalidad sea de 412. En rea-lidad, el Tribunal ha tratado 182 acciones; el resto son cuestiones que incidentalmente abordaron la cuestin, pe-ro no cabe tenerlas como acciones declarativas de incons-titucionalidad.

    Por otra parte, dicho buscador no discrimina entre las medidas previas que emiti el TSJ y las sentencias defini-tivas.

    Es decir, si se intenta saber mediante la pgina oficial la cantidad de sentencias que se pronunciaron sobre esta cuestin, no es posible saberlo.

    Ni mucho menos la cantidad de sentencias en las que se admiti este tipo de accin. En consecuencia, es preciso hacer una pesquisa caso por caso.

    Tampoco es posible conocer la cantidad de diputados que han interpuesto este tipo de accin. En efecto, si se toma la cartula del juicio, tan solo surge uno solo; pero si se examina el caso concreto, se observan mltiples actores (v. gr. casos Hourest dos, Bidonde dos, Brusca cinco, Olivetto cinco, Nadeo trece). Este es

    otro punto crucial, pues si se toma nicamente la cartula, se podra decir que en el caso de los polticos y diputados tan solo un 10,05% ha utilizado esta accin. Ahora bien, si se computa la totalidad de los actores, el nmero asciende rpidamente; tal el caso Nadeo, en el que trece diputa-dos interpusieron la accin.

    IV.2. La calidad de los actores

    Por otra parte, tampoco es posible conocer en su tota-lidad la calidad de los actores, esto es, a qu se dedican, si tienen ttulo profesional, etc. Del examen cuantitativo realizado, existe un 11,11% cuya calidad es desconocida.

    Asimismo, existen entidades o personas fsicas que interpusieron varias acciones de este tipo, por lo que tambin resulta dificultoso conocer esta cuestin (v. gr. Asociacin por los Derechos Civiles, la Defensora del Pueblo, el Ministerio Pblico). En efecto, el buscador nos brinda todo lo que se decidi, sin discriminar por tema, o por medidas previas, por lo que se hace preciso hacer un relevamiento manual. Esta tarea se dificulta, pues la cartula siempre es la misma y lo nico que difiere es el nmero de expediente.

    En suma, conocer la calidad de los actores es crucial, pues de esa forma podemos advertir si han interpuesto esta accin para el sostenimiento de los valores constituciona-les, o bien si ha sido el instrumento para la gestin de un inters personal (v. gr. un docente que cuestiona una nor-ma por una cuestin que le afecta su sueldo, o un arquitec-to por una norma que no le permite construir y desplegar su actividad profesional).

    VUn primer anlisis(4)

    Desde que inici sus funciones el TSJ hasta el 1 de julio de 2015, se han interpuesto 182 ADI. En diecisis aos que lleva de funcionamiento aquel, se admitieron tre-ce ADI. Es decir, se hizo lugar a esta accin en un 7,14%. De esa admisin se hizo lugar parcialmente en siete casos y solamente en seis casos se hizo lugar en forma total. Es decir, se admiti parcialmente la accin en un 3,84%, y en forma total en un 3,29%.

    Por otra parte, las acciones han sido rechazadas por las siguientes razones:

    1) cuestiones formales, 2) intimacin para que el actor explique o fundamente

    su presentacin,3) inaccin del actor,4) desistimiento,5) declaracin de incompetencia del Tribunal,6) porque la cuestin haba devenido abstracta.Lo que se puede advertir es que muy pocas acciones

    fueron admitidas, y en las que fueron rechazadas el TSJ no entr a analizar la cuestin de fondo, sino que centr su accionar en aspectos formales.

    V.1. Quines interponen la accin?

    Un dato importante es que esta accin, concebida como una accin popular para que el pueblo pueda participar y propiciar el sostenimiento de los valores constitucionales, no es tal. As, los actores son mayoritariamente diputados (quienes tienen inmunidades y privilegios), corporaciones empresarias, empresas, abogados o comerciantes. Es decir, el ciudadano comn (el que carece de aquellas inmuni-dades y privilegios, el que no tiene podero econmico o no ostenta un ttulo profesional) no ha interpuesto esta accin.

    Del mismo modo, la mayora de las sentencias revela que no se han interpuesto para el sostenimiento de los va-lores constitucionales, sino para gestionar un inters par-ticular.

    En el caso de los legisladores segn los datos consig-nados en el cuadro parecera que esta accin es utilizada cuando no logran obtener los consensos necesarios en el mbito especfico de sus incumbencias. En consecuencia, recurren a aquella para obstaculizar la accin de gobierno o ante la imposibilidad de aceptar su derrota en la arena poltica.

    (4) En el perodo que va desde el 1 de febrero de 1999 hasta el 1 de julio de 2008 se interpusieron 143 acciones declarativas de incons-titucionalidad y se rechazaron 91. Es decir, un poco ms del 63% (v. Saavedra, Heriberto, La accin declarativa de inconstitucionalidad portea. Diez aos de ejercicio, artculo publicado en Revista Jurdica La Ley-Suplemento Actualidad del 20-11-08).

    En el caso de los abogados tambin se nota una parti-cularidad, parecera que utilizan esta herramienta jurdica para la gestin de un inters profesional.

    En el caso de las empresas, la accin se interpone no para salvaguardar el inters general, sino para resguardar un inters sectorial especfico.

    En suma, la ADI ideada para propiciar la participacin del pueblo, del ciudadano comn, paradjicamente, en su ejercicio ha sido llevado adelante por(5):

    Comerciantes y empresarios (20,55%) Juristas (14,44%) Legisladores y polticos (10%) Sociedades comerciales (10%) Asociaciones civiles, ONG y fundaciones (8,33%) Corporaciones empresarias (3,88%) Entidades sindicales (2,77%) Ministerio Pblico (2,77%) Profesionales escribanos, arquitectos, contadores,

    periodistas (2,77%) Docentes para la defensa de su salario (2,22%) Empleados del GCBA (2,22%) Defensora del Pueblo (2,22%) Bancos (0,55%) Colegios Profesionales (1,66%) Jueces (1,11%) Taxistas (0,55%) Militares (0,55%) Clubes (0,55%)

    V.2. Lo pblico y lo privado

    Por otra parte, de las cifras consignadas tambin se puede advertir que la ADI ha sido utilizada mayoritaria-mente por el sector privado.

    VICantidad y evolucin

    En el Cuadro N 1 que se presenta, el nmero total de ADI es de 182, en tanto las que obtuvieron sentencia favo-rable, total o parcialmente, son tan solo trece.

    Por otra parte, si tomamos como referencia el total de sentencias pronunciadas por el TSJ, ms de 9000(6) en el perodo 1999-2015, se puede inferir que las ADI represen-tan solo el 2,02% del total de los fallos del TSJ.

    Adems, las sentencias que declaran la inconstituciona-lidad de la norma o el acto cuestionado alcanzan solamen-te al 7,14% del total de las presentadas. Esto demuestra un coeficiente de xito muy bajo.

    Cuadro N 1Cantidad de ADI presentadas y con sentencia favorable

    1999-2015

    Ao Presentadas Sentencia favorable

    1999 55 1

    2000 9 0

    2001 9 2

    2002 6 1

    2003 7 1

    2004 12 2

    2005 5 0

    2006 6 0

    2007 15 3

    2008 9 0

    2009 9 0

    2010 11 1

    2011 11 0

    2012 12 1

    2013 3 0

    2014* 3 1

    182 13

    (5) Este porcentaje puede variar, pues en un 10,73% es desconocida la calidad del actor.

    (6) El ltimo fallo publicado en el portal del TSJ es el Expte. N 9281, del 4-11-14, http://www.tsjbaires.gov.ar/images/stories/fallos/2014-11-04 _%20expte.%20_9281-12_gcba%20en%20hbfuller.pdf, consultado el 9-12-14.

  • 3Buenos Aires, viernes 23 de octubre de 2015

    En el Cuadro N 1 se advierte el ritmo descendente de las ADI, en particular despus del primer ao (1999), en el que se alcanz casi un tercio del total.

    Desde 2008 se visualiza un ritmo descendente ms ate-nuado.

    En el perodo (1999-2007) se presentaron 124 ADI, es-to es, ms de los dos tercios de estas acciones, y solo un tercio en los ltimos seis aos.

    Asimismo, se puede advertir un ritmo descendente de las acciones que tuvieron acogida favorable: de las trece exitosas, diez corresponden al perodo 1999-2007 y solo tres al posterior, lo que coincide con la modificacin de la composicin del TSJ.

    VI.1. Inadmisibilidad de la accin

    Por otra parte, se puede observar que la mayora de las ADI han sido rechazadas, lo cual representa el 92,85% del unierso revelado.

    Entre las que declararon la inconstitucionalidad es leve-mente superior el nmero de las acogidas en forma parcial por sobre las exitosas totalmente.

    Cuadro N 2Detalle de las ADI presentadas

    Resultado Nmero

    Inadmisible 95

    Rechazo 43

    Incompetencia 21

    Se hace lugar parcialmente 7

    Abstracto 6

    Se hace lugar en forma total 6

    Caducidad 2

    Desistimiento 2

    Total 182

    VI.2. ADI presentadas por tema

    En cuanto a temas debatidos en las ADI, se advierte que las cuestiones tributarias y las de licencias y permisos abarcan cerca del 50% del total de acciones.

    Cuadro N 3ADI presentadas por tema

    Tema Nmero

    Derecho tributario 42

    Licencias y permisos 35

    Empleo pblico 15

    Procedimiento legislativo 15

    Derecho del trabajo y seguridad social 13

    Derecho administrativo 12

    Derecho penal contravencional y de faltas 9

    Asociaciones de profesionales 9

    Otros 10

    Administracin de justicia 5

    Derecho electoral 5

    Derecho urbanstico 5

    Derecho a la salud 4

    Derecho a la vivienda 2

    Libertad de expresin 1

    Total 182

    VI.3. ADI con sentencia favorable

    En el Cuadro N 4 se presentan las acciones acogi-das total o parcialmente segn tema. Se constata que, a pesar de concentrar buena parte de las acciones, las de de recho tributario han logrado un solo xito y este es parcial, en tanto que el empleo pblico, el derecho del trabajo y la seguridad social son las que mayores xitos han re cogido.

    Cuadro N 4ADI con sentencia favorable total o parcialmente

    segn tema

    TemaSentencia favorable

    (total)

    Sentencia favorable (parcial)

    Total

    Derecho electoral 1 1

    Derecho administrativo 1 1

    Derecho tributario 1 1

    Empleo pblico 2 1 3

    Licencias y permisos 1 1

    Administracin de justicia

    1 1

    Derecho a la vivienda 1 1

    Derecho del trabajo y seguridad social

    2 2

    Procedimiento legisla-tivo

    1 1

    Derecho penal contra-vencional y de faltas

    1 1

    VI.3.a. ADI con sentencia favorable por calidad del actor

    En cuanto a la calidad del actor, ms de los dos tercios de las acciones presentadas corresponden a personas f-sicas y el resto son personas jurdicas de inters social, empresas y organismos o funcionarios pblicos.

    En efecto, de las trece acciones con sentencia favorable, cuatro fueron iniciadas por organizaciones civiles o sin-dicales, una por funcionarios u organismos gubernamen-tales, y dos por empresas. Por otra parte, de las seis ADI promovidas por personas fsicas, tres fueron presentadas por abogados.

    VIIConclusiones

    Como se puede advertir, la ADI ha sido un instrumen-to utilizado por sectores ms aventajados para la gestin de un inters personal, corporativo o por cuestiones po-lticas.

    Este estudio revela que ninguna persona en situacin de pobreza o en alto estado de vulnerabilidad interpuso esta accin. Para el proverbial hombre de la calle, el sosteni-miento del orden jurdico es indiferente. Los textos legales para el ciudadano comn son inentendibles por su intrans-parencia lgica y creciente complejidad.

    Ahora bien, debemos eliminar esta accin dado que no todos la utilizan? De ninguna manera. No obstante, debe-mos repensar cmo la diseamos para que aquellos que no cuentan con cargos polticos ni podero econmico puedan participar en el sostenimiento de los valores constitucio-nales.

    Asimismo, debemos modelar esta accin para que aquellos que gestionan un inters privado, poltico o comercial no utilicen ni abusen de esta herramienta ju-rdica.

    En otro orden de ideas, el TSJ hizo lugar a muy pocas acciones de este tipo, tal como se expuso. Asimismo, se rechazaron muy pocas acciones por la cuestin de fon-do. En efecto, del universo referido, tan solo un 24,44% se rechaz sobre estas circunstancias. La mayora ha sido desestimada por cuestiones formales. Aqu podramos pre-guntarnos: los letrados que interpusieron la accin fueron tan ineficientes que no conocan los requisitos formales para presentarla?

    El Tribunal no quiso utilizar su funcin poltica para dejar sin efecto una ley?

    En fin, por medio de una investigacin cuantitativa po-demos reconstruir conceptualmente la ADI, hacindola ms amplia para vastos sectores de la comunidad; ms profunda, a fin de que podamos entender los valores sus-tanciales que la inspiran, y ms exacta, de manera que el rechazo por cuestiones formales sea ms claro. A riesgo de resultar reiterativos, debemos reformular esta accin para hacerla ms amplia, profunda y exacta.

    VOCES: DERECHO PROCESAL - ACCIN DECLARATIVA - CONSTITUCIN NACIONAL - DERECHO - DERE-CHO ADMINISTRATIVO

    Turismo:Contrato de prestacin de servicios tursticos: frustracin del fin del contrato; intermediarias y organizadores del viaje; responsabilidad; r-gimen; relacin de consumo; existencia; ley 24.240; aplicabilidad; deber de informacin; incumplimiento; revuelta popular; caso for-tuito; eximicin de responsabilidad; rechazo; valor de las prestaciones que conformaban el paquete turstico; otorgamiento; dao moral; procedencia; indemnizacin; monto; fijacin; art. 1741 in fine del cd. civil y comercial; referencia; intereses; clculo; tasa aplicable. Cdigo Civil y Comercial: Aplica-cin temporal: hecho daoso acaecido antes del advenimiento del nuevo Cdigo.

    1 Si bien es cierto que la ley 18.829, decreto 2182/72, y la Convencin de Bruselas estructuran en principio un siste-ma de responsabilidad subjetiva, basado en la diligencia que deben poner las agencias intermediarias y los organizadores de viajes en la prestacin del servicio prometido por ellas y en la seleccin de las personas (fsicas o jurdicas) que eligen para ejecutarlo, no lo es menos que el art. 2, inc. 2, de aquella Convencin dispone que sus reglas se aplicarn sin perjuicio de las legislaciones especiales que establez-can disposiciones ms favorables para algunas categoras de viajeros, por lo cual aquel rgimen especial debe integrarse con los principios generales de la responsabilidad civil esta-blecidos en el Cdigo Civil. Por otra parte, cuando, como en el caso, se contrata la provisin de un servicio de turismo pa-ra su consumo final, se configuran los extremos previstos por los arts. 1 y 2 de la ley 24.240, razn por la cual el rgimen aplicable al contrato de turismo tambin debe considerarse integrado por las disposiciones de la Ley de Defensa del Con-sumidor (del voto del doctor Picasso que forma mayora).

    2 Dado que las actoras contrataron con las demandadas la provisin de un servicio de turismo (que inclua transportes areos, terrestres y navales, hospedajes, alimentacin y ex-cursiones) para su consumo final, se configuran los extremos previstos por los arts. 1 y 2 de la ley 24.240, por lo cual resulta indudable que exista entre las partes una relacin de consumo que hace aplicables las normas tuitivas de los con-sumidores y usuarios (del voto del doctor Picasso que forma mayora).

    3 Puesto que el consumidor que concurre a una agencia de viajes confiando en el prestigio que tiene la marca o el nom-bre comercial de esa empresa puede legtimamente suponer que aquella se obliga personalmente a la realizacin de las prestaciones que le ofrece, esta confianza legtima, que en el derecho del consumo cuenta con expresa proteccin legal (arts. 4, 7 y 8, ley 24.240), lleva a considerar personal-mente obligada a la agencia siempre que no haya informado

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    JURISPRUDENCIA

  • Buenos Aires, viernes 23 de octubre de 20154

    clara y detalladamente al viajero la calidad en la que inter-vena y el hecho de que su intervencin y su consiguiente responsabilidad se limitaba a oficiar de intermediaria entre el consumidor y el organizador de viajes (del voto del doctor Picasso que forma mayora).

    4 Corresponde responsabilizar a la organizadora y a la ope-radora del viaje contratado por las actoras por los perjuicios sufridos por estas ltimas a raz de la grave conmocin inte-rior existente en el pas de destino, pues si bien las accionan-tes fueron efectivamente trasladadas a este y se cumplieron algunas de las prestaciones programadas (alojamiento en hoteles, realizacin de un crucero), otras no pudieron con-cretarse debido al estado de virtual guerra civil que en ese momento viva el mencionado pas, por lo cual cabe concluir que esa situacin puede analizarse como una frustracin del fin del contrato turstico que, en el caso, se combina con el in-cumplimiento de obligaciones asumidas por las demandadas (incumplimiento de parte de los servicios tursticos compro-metidos e infraccin del deber de informacin, lo que caus una inejecucin total). Mxime que las emplazadas no han acreditado una imposibilidad absoluta y objetiva para cum-plir sus obligaciones, lo que las hace responsables por la inejecucin (del voto del doctor Picasso que forma mayora).

    5 Como todo contrato, el de prestacin de servicios tursticos tiene una causa-fin objetiva (la efectiva prestacin del servi-cio contra el pago del precio pactado), pero tambin puede comprender una causa-fin subjetiva, entendida como el mvil que llev a las partes a contratar y cuya frustracin generada por circunstancias extraordinarias ajenas al riesgo asumido por la parte afectada permite a esta ltima solicitar la reso-lucin del acuerdo, situacin esta que se configur en el sub lite, pues no cabe duda de que la conmocin interior vivi-da en Egipto en la poca del viaje realizado por las actoras constituy un acontecimiento extraordinario, ajeno al riesgo que comnmente asumen los turistas, que quit a su viaje to-da posibilidad de disfrute y lo convirti, ms bien, en una an-gustiosa exposicin a peligros y sinsabores, que implic una frustracin de la finalidad turstica y placentera que las haba llevado a contratar un paquete turstico para visitar ese pas, y que las autoriz a pedir su resolucin (del voto del doctor Picasso que forma mayora).

    6 Aun cuando es evidente que una revuelta popular es un he-cho irresistible y que la frustracin del viaje contratado por las actoras se debi a un caso fortuito, que fueron los aconte-cimientos que se desencadenaron en el pas de destino, cabe considerar que esta eximente no puede ser considerada para eximir de responsabilidad a las demandadas la organizado-ra y la operadora del viaje, pues no es esa frustracin la que compromete la responsabilidad de estas, sino que ella se debe a que incumplieron su obligacin de informacin, que las normas tuitivas del consumidor les imponan (que era distinta e independiente de la de prestar los servicios tursticos), y vulneraron la buena fe al pretender continuar adelante con un contrato cuya finalidad manifiestamente se haba frustra-do (del voto del doctor Picasso que forma mayora).

    7 En tanto que las actoras no resolvieron el contrato de ser-vicios tursticos celebrado con la demandada (art. 1204, cd. civil), no procede la restitucin de las prestaciones cumplidas total o parcialmente por las accionadas; el reclamo debe, entonces, calificarse como la pretensin de obtener el cum-plimiento por equivalente dinerario de obligaciones de hacer que fueron definitivamente incumplidas (tanto porque no se cumpli parte del plan prestacional como porque la que se ejecut efectivamente no satisfizo el inters de las viajeras, que se haba visto frustrado a causa de acontecimientos no debidamente informados por las emplazadas). No se est, en-tonces, en el terreno de la indemnizacin de daos y perjui-cios, sino en el de la ejecucin forzada de la obligacin, que da derecho a las pretensoras a obtener el valor de la presta-cin incumplida (art. 505, inc. 3, cd. civil), y dado que el incumplimiento debe calificarse como definitivo, corresponde otorgar a las accionantes el valor de la totalidad de las pres-taciones que conformaban el paquete turstico que pagaron (del voto del doctor Picasso que forma mayora).

    8 Puesto que, ante la frustracin de un viaje de vacaciones a un destino turstico importante que troc el descanso y el disfrute que sin duda perseguan las actoras en una situacin de angustia e incertidumbre, la existencia de un dao mo-ral es fcilmente presumible, corresponde hacer lugar a este rubro indemnizatorio (del voto del doctor Picasso que forma mayora).

    9 A pesar de que el nuevo Cdigo Civil y Comercial no es, en principio, aplicable al sub lite, es indudable que los pre-ceptos que lo integran deben inspirar la interpretacin de las normas del Cdigo Civil derogado en aquellos casos en que mantienen ultractividad, en la medida en que reflejan la deci-sin del legislador actual acerca de cmo deben regularse los distintos aspectos de la vida civil de nuestro pas, por lo cual corresponde tener en cuenta ese criterio establecido en el art. 1741 in fine del nuevo cuerpo legal para evaluar la suma que corresponde fijar en el sub lite en concepto de dao moral, a la luz de las caractersticas del hecho generador, su repercu-sin espiritual en las vctimas y las dems circunstancias del caso (del voto del doctor Picasso que forma mayora).

    10 Si bien a partir del 1 de agosto de 2015 ha entrado en vigor el nuevo Cdigo Civil y Comercial de la Nacin, los he-chos ventilados en el sub lite (y, por ende, la constitucin de la obligacin de reparar) han acaecido durante la vigencia del Cdigo Civil derogado, por lo cual, y con excepcin de ciertas normas puntuales de la nueva legislacin que resultan inmediatamente aplicables, la cuestin debe juzgarse a la luz de la legislacin derogada, que mantiene ultractividad en este supuesto (art. 7, cd. civil y comercial de la Nacin) (del voto del doctor Picasso que forma mayora).

    11 Toda vez que en la especie se fijaron los valores indemniza-torios al momento del presente decisorio, la tasa activa esta-blecida en el plenario Samudio debe regir recin a partir de este pronunciamiento, ya que, de imponerse esos intereses desde el origen de la mora, se consagrara una alteracin del capital establecido en la sentencia, configurando un en-riquecimiento indebido. Por ello, corresponde que, desde el momento de la mora y hasta el presente pronunciamiento, se calculen los intereses a la tasa de inters del 8% anual, que representan los rditos puros, y desde entonces y hasta el efectivo pago, a la tasa activa cartera general (prstamos) nominal anual vencida a treinta das del Banco de la Nacin Argentina (del voto del doctor Li Rosi que forma mayora).

    12 Las sumas indemnizatorias reconocidas llevarn intereses que deben ser calculados desde la fecha del hecho hasta su efectivo pago a la tasa activa cartera general (prstamos) no-minal anual vencida a treinta das del Banco de la Nacin Ar-gentina, tal como lo establece la jurisprudencia plenaria de esta Cmara in re Samudio de Martnez, Ladislaa c. Trans-portes Doscientos Setenta S.A. s/daos y perjuicios, del 20-4-09 (del voto en disidencia parcial del doctor Picasso). R.C.

    58.882 CNCiv., sala A, agosto 24-2015. P. N., M. M. y otro c. J.ToursS.A. y otro s/daos y perjuicios.

    En la Ciudad de Buenos Aires, capital de la Repblica Argentina, a los 24 das del mes de agosto del ao dos mil quince, reunidos en acuerdo los seores jueces de la Sala A de la Excma. Cmara Nacional de Apelaciones en lo Civil, para conocer en los recursos de apelacin in-terpuestos en los autos caratulados: P. N., M. M. y otro c/ J. Tours S.A. y otro s/ Daos y perjuicios, respecto de la sentencia de fs. 820/826 el tribunal estableci la siguiente cuestin a resolver:

    Se ajusta a derecho la sentencia apelada?Practicado el sorteo result que la votacin deba reali-

    zarse en el siguiente orden: seores jueces de Cmara doc-tores Sebastin Picasso - Ricardo Li Rosi - Hugo Molteni.

    A la cuestin propuesta, el Dr. Sebastin Picasso dijo:

    I. La sentencia de fs. 820/826 rechaz la demanda inter-puesta por M. M. P. N. y E. M. R. contra Julia Tours S.A. y Lesami S.A., con las costas del juicio por su orden.

    El pronunciamiento fue apelado por las actoras, quie-nes expresaron agravios a fs. 853/873. Las demandantes se quejan por el rechazo de la demanda y achacan a la sentenciante arbitrariedad en la valoracin de las distintas pruebas que obran en el expediente. Esta presentacin fue contestada por J. Tours S.A. a fs. 890/893.

    Por su parte, la demandada J. Tours S.A. expres agra-vios a fs. 881/882, por la imposicin de las costas por su orden, lo que fue respondido por las actoras a fs. 885/888.

    II. Memoro que los jueces no estn obligados a hacerse cargo de todos y cada uno de los argumentos expuestos por las partes ni a analizar las pruebas producidas en su totalidad, sino que pueden centrar su atencin nicamente en aquellos que sean conducentes para la correcta decisin de la cuestin planteada (art. 386, Cdigo Procesal).

    Asimismo aclaro que, al cumplir los agravios de las recurrentes la crtica concreta y razonada que prescribe

    el art. 265 del Cdigo Procesal, en aras de la amplitud de la garanta de defensa en juicio, y conforme al crite-rio restrictivo que rige en esta materia (Gozani, Osvaldo A., Cdigo Procesal Civil y Comercial de la Nacin. Co-mentado y Anotado, La Ley, Buenos Aires, 2006, t. II, p. 101/102; Kielmanovich, Jorge L., Cdigo Procesal Civil y Comercial de la Nacin. Comentado y Anotado, Lexis-Nexis, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2003, t. I, p. 426), no propiciar la sancin de desercin que postula Julia Tour S.A. a fs. 890/893.

    Por ltimo creo menester poner de resalto que, si bien a partir del 1 de agosto de 2015 ha entrado en vigor el nuevo Cdigo Civil y Comercial de la Nacin, los hechos ventilados en el sub lite (y por ende, la constitucin de la obligacin de reparar) han acaecido durante la vigen-cia del Cdigo Civil derogado. Por consiguiente y con excepcin de ciertas normas puntuales de la nueva legis-lacin que resultan inmediatamente aplicables, segn se expondr en cada caso, la cuestin debe juzgarse a la luz de la legislacin derogada, que mantiene ultractivi-dad en este supuesto (art. 7, Cdigo Civil y Comercial de la Nacin; vid. Roubier, Paul, Le droit transitoire. Conflit des lois dans le temps, Dalloz, Paris, 2008, p. 188/190; Kemelmajer de Carlucci, Ada, La aplicacin del Cdigo Civil y Comercial a las relaciones y situaciones jurdicas existentes, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2015, p. 158).

    III. Antes de entrar en el tratamiento de las quejas, es pertinente realizar un breve resumen de las constancias de la causa.

    No est discutido que las Sras. P. N. y R. contrataron con Lesami S.A., en el mes de noviembre de 2010, un tour para dos personas (reconocido por esa demandada a fs. 276, punto V) a Egipto (Valle de los Reyes y adicional a Abu Simbel), a travs del operador J. Tours S.A., con salida desde el aeropuerto de Ezeiza el da 29/1/2011, y llegada al aeropuerto de El Cairo el da 30/1/2011, previa escala en Roma (fs. 30/32 y 36/37).

    Tampoco caben dudas de que con fecha 25/1/2011 comenzaron los movimientos revolucionarios en Egip-to (fs. 601, ap. a). Esto surge de distintos medios de prensa y, adems, fue de pblico conocimiento. Con fe-cha 26/1/2011 la revuelta social en El Cairo era noticia mundial reflejada en los principales diarios de nuestro pas (vid. fs. 430/496 y 558/576). Es por ese motivo que las ac-toras se pusieron en contacto con Lesami S.A., y personal de esa sociedad confirm que el operador Julia Tours S.A. les haba informado que el turismo poda desarrollarse con normalidad (esto fue corroborado por los empleados de esta ltima sociedad, el Sr. B., la Sra. T. y el Sr. T. vid. fs. 394 vta., rta. 4 y 6, 398 vta., rtas. 4 y 6, y 400 vta. rta. 4, respectivamente, y reconocido por el Sr. M., emplea-do de Lesami S.A., a fs. 521 vta., rtas. 3 y repregunta 5, y por esta ltima empresa de turismo a fs. 276, punto V).

    Segn inform la embajada argentina en El Cairo: A partir del 28 de enero la circulacin por las calles de El Cairo result sumamente difcil cuando no imposible por los numerosos cortes, controles, manifestaciones, desvos, etc. Asimismo, el 28 de enero se interrumpi el servicio de telefona mvil y el acceso a Internet. Desde el viernes 29 a la noche el Gobierno egipcio dej de prestar el servi-cio de polica retirando las fuerzas de seguridad de la va pblica. La Embajada dej de recibir seguridad policial. Esta situacin se agrav notablemente a partir del sbado 29 con la masiva fuga de delincuentes comunes de varios establecimientos carcelarios quienes asolaron los barrios de El Cairo, incluso de clase media alta, y de las localida-des aledaas muidos con armas de fuego aparentemente sustradas de comisaras incendiadas. Por otra parte, de-jaron de funcionar los bancos y los cajeros automticos, la mayor parte de los comercios cerr y se comenz a verifi-car desabastecimiento de algunos productos. El muy esca-so transporte pblico observ significativas restricciones. Los colegios pblicos y privados tambin cerraron (sic, fs. 602, rta. d, lo que por otra parte se refleja en las notas de los diarios ya referenciados, fs. 430/496 y 558/576).

    Las demandantes partieron desde Ezeiza el da progra-mado, arribaron el 30/1/2011 al aeropuerto de Fiumicino, y se embarcaron en otro vuelo hacia El Cairo. Ese da, en atencin al toque de queda que se haba establecido en Egipto a partir del 28/1/2011 (fs. 602, rta. b), la cancille-ra argentina emiti un comunicado en el que recomenda-ba evitar viajes no indispensables a ese pas hasta tanto la situacin retorne a la normalidad (fs. 608).

  • 5Buenos Aires, viernes 23 de octubre de 2015

    Las actoras alegaron que cuando arribaron a El Cairo haba toque de queda en la ciudad, y que la mayora de los servicios ofrecidos en el tour estaban cancelados. Se-gn relataron, llegar al hotel fue una odisea a causa de las barricadas en las calles, de la presencia de civiles arma-dos, militares, tanques de guerra y, sobre todo, del camino escogido por el gua encargado de transportarlos desde el aeropuerto hasta el hotel, pues aquel los llev por la plaza en donde se concentraba la muchedumbre. Una vez en el hotel, les avisaron que nadie poda salir de aquel lugar. Es-to es coherente con el comunicado de la cancillera argen-tina antes mencionado, que en su parte pertinente deca: La Embajada recomienda tambin a los argentinos que se encuentren en Egipto evitar desplazamientos al interior del pas que no sean estrictamente necesarios (sic, fs. 608, comunicado del 30/1/2011). Adems, coincide con el relato que brind la testigo L. (fs. 389 vta./390, rtas. 2, 3 y 4). Advirtase que el toque de queda rega desde las 16 h hasta las 8 h (fs. 602, rta. b).

    Las actoras aadieron que al da siguiente, el 31/1/2011, se dirigieron al aeropuerto domstico, en donde con de-mora partieron hacia Luxor a fin de realizar un crucero que estaba programado. Sin embargo, no podan salir del crucero sin la compaa del gua, y navegaron hasta Asun sin detenerse en Esna y Edfu, que estaban previstos en el voucher original. Una vez en Asun, les comunicaron que la excursin a Abu Simbel haba sido cancelada. Ade-ms, les informaron que en El Cairo haba una guerra civil y que el da 4/2/2011, fecha en que tenan que regresar a esa ciudad, iba a haber una marcha de la oposicin para pedir la renuncia del presidente. Segn alegaron las de-mandantes, no fue aceptado su pedido de que las sacasen de Egipto desde Asun, sin ir a El Cairo, por lo que vol-vieron a dicha ciudad, en donde quedaron alojadas una no-che. Finalmente, el 5/2/2011 salieron hacia Roma, donde permanecieron hasta la fecha de regreso a la Argentina, el 7/2/2011. Ese relato fue confirmado por los testigos L. (fs. 390/391, rtas. 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 18 y 19), B. (fs. 395, rtas. 3 y 4), la Sra. T. (fs. 398 vta./399, rta. 9), el Sr. T. (fs. 400 vta., rta. 9, y el Sr. M., rta. 521 vta./522, rtas. 5, 9 y 10).

    Frente a este panorama, las recurrentes sostuvieron que no se cumpli con los servicios prometidos al momento de contratar el tour, que vivieron momentos de tensin, y que sintieron que sus vidas peligraban. Reclamaron ser indem-nizados por dao moral y psicolgico, y la devolucin del dinero abonado por el viaje.

    Por su parte, Lesami S.A. aleg que brind informacin a las actoras y que ella es titular de una agencia interme-diaria; aadi que la organizadora del viaje y de las excur-siones fue Julia Tours S.A., razn por la cual ella no puede ser responsabilizada por el incumplimiento alegado por las actoras (fs. 276/277, punto V). Asimismo, invoc la exis-tencia de un caso de fuerza mayor.

    A su turno, la codemandada Julia Tours S.A. (fs. 291 vta./294) dijo que no tena el deber de conocer con exac-titud y precisin hechos vinculados a una revolucin que excede hasta la propia fila oficial de seguridad interior de aquel pas. Adems, expres que sus operadores locales en El Cairo le informaron que el turismo poda desarro-llarse con normalidad. Tambin agreg que se deriv a las actoras a Roma, y que a su regreso a la Argentina sus inquietudes fueron atendidas.

    La Sra. juez de grado consider que los episodios que sucedieron en Egipto constituyeron una causa ajena res-pecto de las emplazadas, ya que no tenan posibilidad de conocer aquellos hechos, por lo que se configur un caso de fuerza mayor que quebr el nexo causal. Por lo tanto como ya lo anticip rechaz la demanda.

    Esta decisin fue apelada por las demandantes, quienes pretenden que se revoque la sentencia, con fundamento en la prueba obrante en la causa y en que las demandadas pudieron haber evitado enviarlos a un pas con las condi-ciones sociales en las que se encontraba Egipto das antes de su partida desde Argentina.

    As reseados los hechos y las pretensiones de las par-tes, corresponde ahora subsumirlos en el derecho aplicable al caso.

    IV. La actividad de las agencias de viajes est sujeta a las disposiciones de la ley n 18.829 (Ley Nacional de Agen-tes de Viajes), cuyo decreto reglamentario (n 2182/1972) establece: Las agencias de viajes sern responsables por cualquier servicio que hayan comprometido ellas, sus su-

    cursales o sus corresponsales, siempre que no estn com-prendidas en el prrafo siguiente. Quedan eximidas las agencias de toda responsabilidad frente al usuario, no mediando culpa, dolo o negligencia de su parte, cuando sean intermediarias entre las empresas de servicios y los mencionados usuarios, siempre y cuando tales empresas desarrollen sus actividades sujetas a un reglamento o le-gislacin aprobado por autoridad competente que esta-blezca las modalidades de la contratacin entre esas em-presas y los usuarios (art. 14).

    Asimismo, el contrato internacional de viaje est regu-lado por la Convencin Internacional relativa al Contra-to de Viaje celebrada en Bruselas en 1970 (en adelante, Convencin de Bruselas), adoptada por nuestro pas a travs de la ley 19.918.

    Segn esa convencin, organizador de viaje es toda per-sona que habitualmente se compromete en su nombre a procurar a otra, mediante un precio global, un conjunto de prestaciones combinadas de transporte, de estada dis-tintas del transporte o de otros servicios que se relacionan con l (sic), sea a ttulo principal o accesorio, profesional o no (art. 1, incs. 2 y 5). Ese mismo instrumento define como intermediario de viaje a toda persona que habitual-mente se obliga a procurar a otra, mediante un precio, o bien un contrato de organizacin de viaje, o una de las prestaciones aisladas que permitan realizar un viaje o una estada cualquiera, sea a ttulo principal o accesorio, profesional o no (art. 1, incs. 3 y 6). Asimismo, el art. 17 de la convencin estipula: Todo contrato celebrado por el intermediario de viajes con un organizador de viajes o con personas que suministran servicios aislados, es consi-derado como que ha sido celebrado por el viajero (sic).

    Sin embargo, el art. 18 de aquella convencin establece en su inc. 1: Cuando el contrato de intermediario de viaje se refiere a un contrato de organizacin de viaje, se some-ter a las disposiciones de los arts. 5 y 6, debiendo com-pletarse la mencin del nombre y del domicilio del organi-zador de viajes, con la indicacin del nombre y direccin del intermediario de viajes y con la mencin que ste acta en calidad de intermediario del primero. La sancin a la inobservancia de tal requisito est prevista en el art. 19, inc. 2: En caso de violacin de las obligaciones mencio-nadas en el prrafo primero del art. 18, el intermediario de viajes ser considerado como organizador de viajes.

    Con relacin a la responsabilidad del organizador de viajes, el art. 13 de la Convencin de Bruselas establece que: ser responsable de todo perjuicio causado al viaje-ro en razn del incumplimiento, total o parcial, de sus obli-gaciones de organizacin tales como resultan del contra-to de la presente Convencin, salvo que pruebe que l ha obrado como un diligente organizador de viajes. Y el 15 de ese cuerpo normativo dice: El organizador de viajes que hace efectuar por terceros prestaciones de transporte, alojamiento o cualquier otro servicio relativo a la ejecu-cin del viaje o la estada, ser responsable de todo perjui-cio causado al viajero en razn del incumplimiento total o parcial de esas prestaciones, conforme a las disposiciones que las rigen. Idntico criterio se seguir ante cualquier perjuicio causado al viajero en ocasin de la ejecucin de estas prestaciones, salvo si el organizador de viajes prueba que l se ha comportado como un diligente organizador de viajes en la eleccin de la persona que realiza el servicio.

    Por otra parte, respecto del intermediario de viajes la convencin estipula que l: ser responsable de los ac-tos y omisiones de sus empleados y agentes cuando estos acten en el ejercicio de sus funciones, como si fueran propios (art. 21). Y, adems, en el art. 22 inc. 1 establece: El intermediario de viajes ser responsable por toda fal-ta que cometa en la ejecucin de sus obligaciones, debien-do apreciarse dicha culpa en relacin con los deberes que incumben a un diligente intermediario de viajes.

    Es prstino que las normas recin mencionadas (ley 18.829, decreto 2182/1972, y Convencin de Bruselas) estructuran en principio un sistema de responsabilidad subjetiva, basado en la diligencia que deben poner las agencias intermediarias y los organizadores de viajes en la prestacin del servicio prometido por ellas y en la se-leccin de las personas (fsicas o jurdicas) que eligen para ejecutarlas. Sin embargo, el art. 2 inc. 2 de aquella con-vencin dispone que sus reglas se aplicarn: sin perjuicio de las legislaciones especiales que establezcan disposicio-nes ms favorables para algunas categoras de viajeros.

    En consecuencia, aquel rgimen especial debe integrar-se con los principios generales de la responsabilidad civil

    establecidos en el Cdigo Civil. Por otra parte, no caben dudas de que, en tanto las actoras contrataron con las de-mandadas la provisin de un servicio de turismo (que in-clua transportes areos, terrestres y navales, hospedajes, alimentacin, y excursiones) para su consumo final, se configuran los extremos previstos por los arts. 1 y 2 de la ley 24.240, razn por la cual resulta indudable que exista entre las partes una relacin de consumo. Por tal razn, el rgimen aplicable al contrato de turismo tambin debe considerarse integrado por las disposiciones de la recin citada Ley de Defensa del Consumidor (vid. Lorenzetti, Ricardo L., Consumidores, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2009, p. 380 y ss.; Vzquez Ferreyra, Roberto A., De-recho del consumidor y usuario de servicios tursticos, RCyS, 2001-242; Borda, Alejandro, El contrato celebra-do con organizadores de viajes tursticos es un contrato de consumo, LL 2003-B-213; Barreiro, Karina M., La responsabilidad de las agencias organizadoras de viajes frente al viajero por el incumplimiento en el deber de in-formar, LL, 2008-F, 382; Rinessi, Antonio J., Proteccin del consumidor de servicios tursticos, en Picasso, Sebas-tin - Vzquez Ferreyra, Roberto A. [dirs.], Ley de defen-sa del consumidor comentada y anotada, La Ley, Buenos Aires, 2009, t. II, p. 199 y ss.; Kemelmajer de Carlucci, Ada, El contrato de servicios tursticos. Su realidad en la jurisprudencia argentina reciente, Revista de Derecho Privado y Comunitario, 2005-2, 21; Tale, Camilo, Contra-to de viaje. Responsabilidad de las empresas de turismo por incumplimiento y por dao al viajero, Hammurabi, Buenos Aires, 2005, t. 1, p. 269, 281 y ss.).

    Entre otras cosas, la aplicacin al sub lite de las normas tuitivas de los consumidores y usuarios lleva a poner el acento en el deber de informacin que dimana tanto del art. 42 de la Constitucin Nacional como del art. 4 de la ley 24.240. Es sabido que en las relaciones de consumo ese deber se ve particularmente acentuado, y abarca tanto la etapa precontractual como la contractual propiamen-te dicha. En la primera de ellas, la informacin tiene por finalidad que el consumidor tome una decisin razonada, en conocimiento de todas las caractersticas de las cosas o servicios que adquiere, las condiciones de comerciali-zacin, etc. En cambio, en la etapa contractual (en la que cabe enmarcar la cuestin debatida en el sub lite) su finali-dad es la de garantizar una ejecucin satisfactoria del con-trato, lo que constituye un factor ntimamente vinculado al principio cardinal de la buena fe (Stiglitz, Rubn S., De-ber de informacin precontractual y contractual. Deber de Consejo. La cuestin en los contratos paritarios y de con-sumo, LL 2009-B, 1085; Rinessi, Antonio J., Relacin de consumo y derechos del consumidor, Astrea, Buenos Aires, 2006, p. 144; Junyent Bas, Francisco A. - Garzino, Mara C., El deber de informacin al consumidor, LL 2012-B, 1159; Mosset Iturraspe, Jorge - Wajntraub, Javier H., Ley de Defensa del Consumidor, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2010, p. 68).

    En cambio (y en esto discrepo con el encuadre normati-vo efectuado por la anterior sentenciante), ningn rol cum-ple en esta causa el art. 40 de la Ley de Defensa del Con-sumidor. Como ya ha tenido oportunidad de sealarlo este tribunal, esa norma al igual que el art. 5 de la ley 24.240 se dirige a tutelar lo que la doctrina contempornea deno-mina el inters de proteccin del consumidor, es decir, su inters en no sufrir daos, en el mbito de la relacin de consumo, como consecuencia de la lesin de bienes distin-tos de los que constituyen el objeto del contrato (vid. esta sala, 20/2/2014, N. C. L. B. y otro c/ Edificio Segu 4653 S.A. y otros s/ vicios redhibitorios, L. n 595.667). En el sub lite, en cambio, las actoras reclaman por la frustracin de su inters de prestacin, pues se quejan por los perjui-cios derivados del incumplimiento de las obligaciones prin-cipales asumidas por las demandadas (frustracin de los servicios tursticos, que constituan, precisamente, el objeto contractual). En consecuencia, la eventual responsabilidad de las emplazadas nada tiene que ver con la infraccin de deberes de proteccin (como sera el caso, v. gr., del dao sufrido por un viajero a causa de las lesiones fsicas oca-sionadas durante un accidente mientras era transportado en cumplimiento del contrato), lo que excluye la aplicacin de los arts. 5 y 40 de la ley 24.240, ya mencionados.

    V. Previamente a analizar sobre la base de los par-metros que quedan as sentados la responsabilidad de las demandadas, es preciso establecer en qu calidad actuaron ellas en este caso, pues ya se ha visto que el rgimen de

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    responsabilidad aplicables a los organizadores y los inter-mediarios de viajes difiere en aspectos importantes.

    Ninguna duda cabe de que J. Tours S.A. actu en la especie como organizadora. En cambio, Lesami S.A. pre-tende alegar su supuesto carcter de intermediaria, a fin de desligarse de la responsabilidad que se le endilga.

    Sin embargo, ya he sealado que la normativa aplicable requiere, como condicin para hacer valer ese carcter, que el contrato mencione el nombre y el domicilio del organizador de viajes, con la indicacin del nombre y di-reccin del intermediario de viajes y la mencin que este acta en calidad de intermediario del primero (arts. 18 inc. 1, y 19 inc. 2, Convencin de Bruselas).

    No otra cosa resulta, asimismo, de la aplicacin de los arts. 42 de la Constitucin Nacional y 4 y concs. de la ley 24.240, que ponen en cabeza del proveedor la obliga-cin de suministrar al consumidor una informacin com-pleta y detallada sobre todas las circunstancias relevantes del contrato de consumo. A ese respecto debe sealarse que el consumidor que concurre a una agencia de viajes confiando en el prestigio que tiene la marca o el nombre comercial de esa empresa puede legtimamente suponer que aquella se obliga personalmente a la realizacin de las prestaciones que le ofrece. Esta confianza legtima, que en el derecho del consumo cuenta con expresa proteccin legal (arts. 4, 7 y 8, ley 24.240), lleva a considerar perso-nalmente obligada a la agencia siempre que no haya in-formado clara y detalladamente al viajero la calidad en la que intervena, y el hecho de que su intervencin y su consiguiente responsabilidad se limitaba a oficiar de in-termediaria entre el consumidor y el organizador de viajes.

    Ahora bien, de la documentacin aportada a la causa no surge que Lesami S.A. haya informado su calidad de intermediaria. En efecto, esa circunstancia no surge del billete electrnico que se otorg a las actoras (fs. 34/37) ni del itinerario (fs. 30/32), pues si bien all figura el nombre de Julia Tours S.A., de ningn lado surge que Lesami S.A. era una sociedad intermediaria. Mucho menos se hizo tal distincin al momento de cobrarse el viaje (fs. 267).

    Alguna duda podran generar las condiciones generales impresas en la factura de Lesami S.A. (fs. 267 vta.), pero si bien all se dice que La empresa declara expresamente que acta en el carcter de intermediaria en la reserva o contratacin de los distintos servicios vinculados e in-cluidos en el respectivo tour o reservacin de servicios (texto que coincide con el punto i de las condiciones ge-nerales del contrato de servicios tursticos aprobadas por la resolucin 256/2000 de la Secretara de Turismo de la Nacin), lo cierto es que no se identifica en ese instrumen-to con precisin quin era el organizador del viaje.

    Por ese motivo debe considerarse contrariamente a lo sostenido en la sentencia recurrida que Lesami S.A. ac-tu en el caso como organizador del viaje, al igual que J. Tours S.A., pues ambas aparecieron ante los ojos de las viajeras como comprometiendo el paquete contratado, la primera como organizadora y la segunda como operadora.

    VI. Establecida cul es la normativa aplicable, y la ca-lidad en la que intervinieron las emplazadas, es hora de analizar concretamente la imputacin de responsabilidad que les formulan las recurrentes.

    Como ya lo he sealado, no est discutido en autos que, si bien las actoras fueron efectivamente trasladadas a Egipto, y se cumplieron algunas de las prestaciones pro-gramadas (alojamiento en hoteles, realizacin de un cru-cero), otras no pudieron concretarse debido al estado de virtual guerra civil que en ese momento viva el menciona-do pas. Entiendo que esa situacin puede analizarse como una frustracin del fin contrato turstico que, en el caso, se combina con el incumplimiento de obligaciones asumidas por las demandadas (incumplimiento de parte de los ser-vicios tursticos comprometidos e infraccin del deber de informacin, lo que caus una inejecucin total). Tambin juzgo que las emplazadas no han acreditado una imposibi-lidad absoluta y objetiva para cumplir sus obligaciones, lo que las hace responsables por la inejecucin.

    Vamos por partes. Como todo contrato, el de prestacin de servicios tursticos tiene una causa-fin objetiva (la efec-tiva prestacin del servicio contra el pago del precio pac-tado) pero tambin puede comprender una causa-fin sub-jetiva, en la medida en que exista un mvil causalizado, lo que requiere que este haya sido debidamente aceptado por ambas partes, y determinante de la celebracin del contrato (Bueres, Alberto J., Objeto del negocio jurdico, Hammu-

    rabi, Buenos Aires, 1986, p. 139; De Lorenzo, Miguel F., La causa del negocio jurdico. Relevancia gentica y fun-cional. La frustracin de la causa fin, en Tobas, Jos W. [dir.], Coleccin de anlisis jurisprudencial. Derecho Civil - Parte General, La Ley, Buenos Aires, 2003, p. 479 y ss.). Poca duda cabe de que eso es lo que sucedi en el sub li-te, pues la adquisicin de un paquete turstico para visitar Egipto no puede haber tenido otra finalidad que la de dis-frutar de los atractivos tursticos ofrecidos por ese destino.

    Este mvil es compartido y determinante, pues si no fuera por l los operadores tursticos no ofreceran esa cla-se de paquetes, que implica el pago de tarifas acordes con el destino en cuestin y la naturaleza hedonstica del viaje.

    Ahora bien, es sabido que la frustracin del fin del con-trato (entendido como el o los mviles que guiaron a las partes a contratar, debidamente causalizados por la concu-rrencia de los requisitos antes mencionados) generada por circunstancias extraordinarias ajenas al riesgo asumido por la parte afectada permite a esta ltima solicitar la re-solucin del acuerdo. Este principio era ya aceptado por la doctrina y la jurisprudencia sobre la base de diversos ins-titutos previstos por el Cdigo Civil de Vlez Sarsfield (la buena fe, la teora de la causa, y el art. 1522; vid. Borda, Alejandro, La frustracin del fin del contrato, LL 1991-E, 1450; Alterini, Atilio A., Contratos civiles comercia-les de consumo. Teora general, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1999, p. 456 y ss.; Lorenzetti, Ricardo L., Tratado de los contratos, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2006, t. III, p. 203 y ss.), y est expresamente consagrado ahora por el art. 1090 del Cdigo Civil y Comercial de la Nacin (que si bien no es aplicable al sub lite debe ser tenido en cuenta en tanto expresa la intencin actual del legislador, pauta esencialsima de interpretacin de la ley).

    En el caso, poca duda cabe de que la conmocin inte-rior vivida en Egipto en la poca del viaje realizado por las actoras constituy un acontecimiento extraordinario, ajeno al riesgo que comnmente asumen los turistas (que llueva o haga buen tiempo, que el destino turstico cumpla ms o menos las expectativas que se haban generado, etc.), que quit a su viaje toda posibilidad de disfrute y lo con-virti, ms bien, en una angustiosa exposicin a peligros y sinsabores. En esas circunstancias, cabe considerar que medi una frustracin del fin del contrato que autorizaba a las demandantes a pedir su resolucin o, al menos, la reprogramacin del viaje, en tanto, pese a que las pres-taciones comprometidas pudieran de todos modos haberse ejecutado (algunas fueron efectivamente ejecutadas y otras no), ellas eran inhbiles para lograr la finalidad turstica y placentera perseguida.

    Naturalmente, una cosa es que la frustracin del fin del contrato pueda conllevar su ineficacia funcional, y otra distinta que ese hecho desencadene la responsabilidad ci-vil de los operadores tursticos. Es evidente que en el caso esa responsabilidad no deriva de la simple frustracin de la finalidad (que no implica en s misma ningn incumpli-miento de las demandadas), sino de la omisin de haber informado oportuna y eficazmente esa circunstancia a las actoras y haber optado, en cambio en una actitud clara-mente reida con la buena fe, por ejecutar mecnicamen-te un plan prestacional que ya no tena ninguna utilidad para las viajeras, e incluso las expona a riesgos evidentes.

    Corresponde en este punto traer nuevamente a colacin el deber de informacin que pesa sobre los proveedores, que en el caso exiga, segn lo acabo de sealar, imponer a las actoras del real estado de cosas en el destino y ofre-cerles suspender o reprogramar el viaje. No cabe soslayar que, como lo seala con razn Vzquez Ferreyra, la obli-gacin de informar al turista de todo cambio que se opere en los servicios contratados es de resultado y eso implica que su incumplimiento acarrea la consiguiente responsa-bilidad civil, salvo que la agencia de turismo acredite una causa ajena (caso fortuito stricto sensu, culpa de la propia vctima o de un tercero por quien no debe responder) (Vzquez Ferreyra, Roberto A., Turismo y defensa del consumidor, LL 1996-C, 206).

    En lo atinente a los efectos que pueden seguirse de la violacin del deber de informacin en el contrato de turis-mo, se ha sostenido: a) Puede ocurrir que por la falta de informacin no pueda iniciar el viaje, o que luego de ini-ciado no pueda aprovecharlo en absoluto (incumplimiento total del contrato). b) Que le haga perder parte del viaje, o el disfrute de alguno de sus elementos (incumplimiento parcial). c) Que aproveche todos los elementos, pero de-ficientemente (cumplimiento defectuoso) (Tale, op. cit.,

    t. 2, p. 809). Es evidente que en el caso nos encontramos ante el primer supuesto, pues mal puede pensarse que las actoras hayan podido obtener algn provecho o satisfac-cin de un viaje realizado en medio de una virtual guerra civil y de un estado de caos generalizado. Se configur as la situacin descripta por Lorenzetti: el incumplimiento total es aquel que conduce a la frustracin de la obtencin de las ventajas perseguidas en el contrato, de modo que necesariamente significa que debe afectar el viaje con-tratado, impidindolo o dificultndolo ostensiblemente (Lorenzetti, op. cit., p. 390).

    Se suma a lo dicho que como ya lo puntualic una parte de las prestaciones comprometidas ni siquiera pudo ser ejecutada (alteracin de las paradas previstas duran-te el crucero, cancelacin de la excursin a Abu Simbel, partida adelantada de El Cairo), lo cual indudablemente constituye tambin una infraccin del plan prestacional comprometido por las demandadas. Como lo acabo de ex-poner, esa ejecucin mecnica y parcial de algunas presta-ciones, que sumada al incumplimiento de la obligacin de informacin tuvo nula utilidad para las demandantes, debe asimilarse a un incumplimiento definitivo, lo que im-plica que las viajeras tienen derecho a obtener una indem-nizacin de la misma manera que si se hubiese cancela-do el viaje antes de su inicio (Tale, op. cit., t. 2, p. 877).

    Ahora bien, es sabido que, establecido el incumpli-miento de una obligacin (en el caso, tanto la de informar a los consumidores como la de prestar correctamente los servicios tursticos ofrecidos), la nica forma que tiene el deudor para exonerarse consiste en probar la imposibi-lidad sobreviniente, total, objetiva y absoluta de la pres-tacin, causada por caso fortuito (Bueres, Alberto J., El incumplimiento de la obligacin y la responsabilidad del deudor, Revista de Derecho Privado y Comunitario, n 17 [Responsabilidad contractual], Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1998, p. 113; Pizarro, Ramn D. - Vallespinos, Carlos G., Obligaciones, Hammurabi, Buenos Aires, 1999, t. 3, p. 312). Precisamente, ambas demandadas han echado mano de esa eximente, al alegar que los acontecimientos desen-cadenados en Egipto en la poca del viaje habran consti-tuido un caso de fuerza mayor. Explicar seguidamente los motivos que me llevan a no compartir este encuadre.

    Es evidente que una revuelta popular es un hecho irre-sistible. Sin embargo, ya he sealado que frente a la exis-tencia de tales acontecimientos que causaron una frustra-cin del fin del contrato la buena fe y las normas tuitivas del consumidor imponan a las demandadas informar in-mediatamente a las actoras y suspender la ejecucin del viaje, cosa que no hicieron. En otras palabras, la frustra-cin del viaje se debi a un caso fortuito (los aconteci-mientos vividos en Egipto), pero no es esa frustracin la que compromete la responsabilidad de las demandadas, sino que ella se debe a que incumplieron su obligacin de informacin (que era distinta e independiente de la de prestar los servicios tursticos) y vulneraron la buena fe al pretender continuar adelante con un contrato cuya finali-dad manifiestamente se haba frustrado.

    Lo que cabe analizar entonces es si era imposible para las demandadas conocer la situacin que se viva en Egipto en ese momento, pues en tal caso podra pensarse que ha-bran quedado liberadas de su obligacin de informar, y que la ejecucin de (al menos) los primeros tramos del viaje, pe-se a la existencia de una revuelta popular en pleno desarro-llo, no habra contrariado la buena fe. Sin embargo, el hecho de que el toque de queda en Egipto haya sido dispuesto dos das antes de la llegada de los turistas a aquel pas (es decir, el 28/1/2011) impide sostener esta ltima tesitura, pues se trataba de hechos notorios que incluso como ya lo seal eran informados desde das atrs por la prensa de nuestro pas. Tanto es as que las propias actoras se pusieron en con-tacto con Lesami S.A. para preguntar si el viaje poda ser efectuado, pero como tambin lo puntualic ms arriba lejos de imponerlas de la realidad de la situacin aquella agencia afirm que Julia Tours S.A. haba informado que el viaje poda desarrollarse con normalidad.

    Apunto, al pasar, que en nada excusa la responsabilidad de las demandadas el hecho no probado debidamente de que la informacin errnea hubiera partido de los opera-dores de J. Tours S.A. en El Cairo, pues esa sola circuns-tancia aun de haber sido cierta no configur un caso for-tuito que les hubiera impedido cumplir con su obligacin (de resultado) de informar a las demandantes. La sola cir-cunstancia de que alguien les hubiese transmitido una in-formacin errnea no les impeda informarse debidamente

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    por otras vas (mxime ante la trascendencia pblica de la situacin en Egipto), lo que descarta la existencia de una imposibilidad absoluta y objetiva de cumplimiento, no im-putable y causada por caso fortuito. A lo que cabe aadir que el hecho del tercero (en el caso, los operadores loca-les) que el deudor contractual pone a cumplir la prestacin en su lugar compromete la responsabilidad del obligado de la misma manera que si se tratase de su propio hecho (esta sala, 8/3/2012, L., H. d. V. c/ D. L. F., M. y otros s/ Daos y perjuicios, L. n 581.002, entre muchos otros; vid. mi obra La singularidad de la responsabilidad con-tractual, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2011, p. 136 y ss., p. 29 y ss.; y Responsabilidad civil en un caso de trans-fusin de sangre contaminada, RCyS, agosto de 2006, p. 42; Kemelmajer de Carlucci, Ada, Daos causados por los dependientes, Hammurabi, Buenos Aires, 1992, p. 41; Banchio, Enrique C., Responsabilidad obligacional indi-recta, Astrea, Buenos Aires, 1973, p. 66).

    Por consiguiente, hallndose acreditado el incumpli-miento de las demandadas, y no habindose demostrado la extincin de la obligacin por imposibilidad de cumpli-miento, corresponde revocar la sentencia y hacer lugar a la demanda, lo que as propongo a mis distinguidos colegas.

    VII. Antes de abocarme al anlisis de los rubros recla-mados en la demanda aclaro que las actoras cifraron su pretensin en dlares (fs. 259 y vta., punto VII).

    Ahora bien, como es sabido la moneda de curso legal y forzoso en nuestro pas es el peso (ley 23.928), y en el sub lite no se trata del incumplimiento de una obligacin de dar una suma de moneda extranjera (art. 617, Cdigo Ci-vil), sino de obligaciones de hacer. Por consiguiente, fijar la indemnizacin en moneda nacional.

    VIII. Hecha esa aclaracin, corresponde analizar las partidas indemnizatorias solicitadas por las actoras.

    a) Devolucin del dinero abonadoLas demandantes reclaman que les sean devueltas las

    sumas que pagaron por el tour teniendo en cuenta que no se cumpli con lo convenido.

    La primera observacin que cabe realizar al respecto es que las actoras no resolvieron el contrato celebrado con la demandada (art. 1204, Cdigo Civil), razn por la cual pese al nomen iuris empleado en la demanda no procede la restitucin de las prestaciones cumplidas total o parcialmente. El reclamo debe entonces calificarse como la pretensin de obtener el cumplimiento por equivalente dinerario de obligaciones de hacer que fueron definitiva-mente incumplidas (tanto porque no se cumpli parte del plan prestacional como porque la que se ejecut efectiva-mente no satisfizo el inters de los viajeros, que se haba visto frustrado a causa de acontecimientos no debidamen-te informados por las emplazadas). No estamos entonces en el terreno de la indemnizacin de daos y perjuicios, sino en el de la ejecucin forzada de la obligacin, que da derecho a las pretensoras a obtener el valor de la pres-tacin incumplida (art. 505 inc. 3, Cdigo Civil; vid. mi obra La singularidad de la responsabilidad contractual, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2011, p. 136 y ss.).

    Dado que como queda dicho el incumplimiento debe calificarse como definitivo, corresponde otorgar a las acto-ras el valor de la totalidad de las prestaciones que confor-maban el paquete turstico que pagaron. Segn las constan-cias acompaadas en autos, las demandantes habran abo-nado el monto de $ 26.060 (fs. 49/50 y 51, coincidente con la copia de la factura adjuntada por Lesami S.A. a fs. 267).

    Teniendo en cuenta esto ltimo, as como la naturaleza y la extensin del viaje contratado por las actoras, estimo equitativo fijar su valor en la suma de $ 120.000 (art. 165 del Cdigo Procesal). Aclaro que si bien las demandantes solicitaron un importe menor sujetaron su reclamo a lo que en ms o en menos resultare de las probanzas de autos (fs. 224), lo que habilita al tribunal a establecer un monto mayor. Mxime considerando que, como ya lo puntualic, se trata de una deuda de valor (el equivalente dinerario de la prestacin, y no la simple restitucin de una suma de dinero) que debe ser cifrada en el momento ms cercano a la sentencia.

    Asimismo, propondr a mis colegas que, al no haber elementos que acrediten qu parte del precio total fue

    abonada por cada una, ese importe sea dividido en par-tes iguales entre las demandantes. En consecuencia, si mi voto fuere compartido, el rubro prosperara por la suma de $ 60.000 para cada demandante.

    b) Dao moralPuede definirse al dao moral como: una minoracin

    en la subjetividad de la persona, derivada de la lesin a un inters no patrimonial. O, con mayor precisin, una modificacin disvaliosa del espritu, en el desenvolvimien-to de su capacidad de entender, querer o sentir, conse-cuencia de una lesin a un inters no patrimonial, que ha-br de traducirse en un modo de estar diferente de aquel al que se hallaba antes del hecho, como consecuencia de ste y anmicamente perjudicial (Pizarro, Ramn D., Da-o moral. Prevencin. Reparacin. Punicin. El dao mo-ral en las diversas ramas del derecho, Hammurabi, Bue-nos Aires, 2004, p. 31).

    En lo que atae a su prueba, cabe sealar que, a tenor del principio que sienta el art. 377 del Cdigo Procesal, se en-cuentra en cabeza de las actoras la acreditacin de su exis-tencia y magnitud, aunque, en atencin a las caractersticas de esta especial clase de perjuicios, sea muy difcil producir prueba directa en ese sentido, lo que otorga gran valor a las presunciones (Bustamante Alsina, Jorge, Equitativa valua-cin del dao no mensurable, LL, 1990-A-655).

    En el caso, ante la frustracin de un viaje de vacaciones a un destino turstico importante, lo que troc el descanso y el disfrute que sin duda perseguan las actoras en una situacin de angustia e incertidumbre, la existencia de un dao moral es fcilmente presumible (art. 163 inc. 5, Cdigo Procesal).

    En cuanto a su valuacin, cabe recordar lo recientemen-te sealado por la Corte Suprema de Justicia de la Nacin en el sentido de que: Aun cuando el dinero sea un factor muy inadecuado de reparacin, puede procurar algunas satisfacciones de orden moral, susceptibles, en cierto gra-do, de reemplazar en el patrimonio moral el valor que del mismo ha desaparecido. Se trata de compensar, en la medida posible, un dao consumado (). El dinero es un medio de obtener satisfaccin, goces y distracciones para reestablecer el equilibrio en los bienes extrapatrimonia-les. El dinero no cumple una funcin valorativa exacta, el dolor no puede medirse o tasarse, sino que se trata sola-mente de dar algunos medios de satisfaccin, lo cual no es igual a la equivalencia. Empero, la dificultad en calcular los dolores no impide apreciarlos en su intensidad y gra-do, por lo que cabe sostener que es posible justipreciar la satisfaccin que procede para resarcir dentro de lo hu-manamente posible, las angustias, inquietudes, miedos, padecimientos y tristeza propios de la situacin vivida (CSJN, 12/4/2011, Baeza, Silvia Ofelia c/ Provincia de Buenos Aires y otros, RCyS, noviembre de 2011, p. 261, con nota de Jorge Mario Galds).

    En otras palabras, el dao moral puede medirse en la suma de dinero equivalente para utilizarla y afectarla a actividades, quehaceres o tareas que proporcionen gozo, satisfacciones, distracciones y esparcimiento que mitiguen el padecimiento extrapatrimonial sufrido por la vctima (Galds, Jorge M., Breve apostilla sobre el dao moral [como precio del consuelo] y la Corte Nacional, RCyS, noviembre de 2011, p. 259).

    La misma idea resulta del art. 1741 in fine del Cdigo Civil y Comercial de la Nacin, a cuyo tenor: El monto de la indemnizacin debe fijarse ponderando las satisfac-ciones sustitutivas y compensatorias que pueden procurar las sumas reconocidas. Si bien segn ya lo expliqu ese cuerpo normativo no es en principio aplicable al sub lite es indudable que los preceptos que lo integran deben inspirar la interpretacin de las normas del Cdigo Civil derogado en aquellos casos en que mantienen ultractivi-dad, en la medida en que reflejan la decisin del legislador actual acerca de cmo deben regularse los distintos aspec-tos de la vida civil de nuestro pas.

    Por consiguiente, tendr particularmente en cuenta ese criterio para evaluar la suma que corresponde fijar en el sub lite en concepto de dao moral, a la luz de las carac-tersticas del hecho generador, su repercusin espiritual en las vctimas, y las dems circunstancias del caso.

    La perito psicloga designada de oficio inform que no hubo dao psicolgico (fs. 554). Destaco que la actora

    pidi que se ampliara la experticia (fs. 588), lo que fue re-chazado por el juzgado de grado por no contener pedido de explicaciones en forma correcta (fs. 600).

    Por lo tanto, otorgo pleno valor probatorio a la experticia psicolgica presentada en auto (art. 477, Cdigo Procesal).

    Sentado lo expuesto, y teniendo en los malestares y las angustias que un evento como el de autos pudo haber ge-nerado en las actoras, juzgo que debera fijarse por el pre-sente concepto la suma de $ 50.000 para cada una de las demandantes (art. 165, Cdigo Procesal).

    IX. Las sumas reconocidas en el presente voto lleva-rn intereses, que deben ser calculados desde la fecha del hecho hasta su efectivo pago a la tasa activa cartera gene-ral (prstamos) nominal anual vencida a treinta das del Banco de la Nacin Argentina, tal como lo establece la jurisprudencia plenaria de esta cmara in re Samudio de Martnez, Ladislaa c/ Transportes Doscientos Setenta S.A. s/ daos y perjuicios, del 20 de abril de 2009.

    No desconozco que el art. 303 del Cdigo Procesal fue derogado por el art. 12 de la ley 26.853. Sin embargo, en virtud del art. 15 de aquella norma, tal disposicin recin entrar en vigor a partir de la efectiva integracin y pues-ta en funcionamiento de los tribunales que all se crean, razn por la cual hasta ese momento contina vigente la doctrina plenaria. Ello se ve reforzado, asimismo, por lo dispuesto en la acordada n 23/2013 de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin, que estableci que la operativi-dad de los recursos procesales creados por aquella ley se halla supeditada a la instalacin y funcionamiento de las cmaras federales y nacionales que crea, e hizo saber que oportunamente el tribunal dictar las medidas conducentes para llevar a cabo la puesta en funcionamiento, instalacin y habilitacin de esos nuevos tribunales.

    X. En cuanto al pedido de actualizacin monetaria, dicha pretensin se encuentra prohibida legalmente. En efecto, el art. 10 de la ley 23.928 aun con la modifica-cin introducida por la ley 25.561 prohibi a partir del 1/4/1991 toda indexacin por precios, actualizacin mo-netaria, variacin de costos o cualquier otra forma de re-potenciacin de las deudas.

    Ms all de esa circunstancia, lo cierto es que como acabo de sealarlo el equivalente dinerario de la presta-cin ha sido fijado a valores actuales.

    Por ese motivo, mociono rechazar la pretensin en es-tudio.

    XI. Finalmente, con relacin a las costas de primera instancia, en virtud de lo dispuesto por los arts. 68 y 279 del Cdigo Procesal, al tratarse de un juicio donde se dis-cuti la responsabilidad civil de las emplazadas, resulta de aplicacin la jurisprudencia reiterada que hace soportar la totalidad de las costas al responsable, aun cuando algunos de los rubros reclamados no hubieran sido acogidos, o lo hubieran sido por un monto inferior al reclamado, pues las costas forman parte de la indemnizacin, y su cuanta es acorde al monto de la condena (esta sala, 30/11/2011, N., Cristina Beatriz c/ Lnea 22 S.A. y otros s/ Ds. y Ps. y S. R., Jorge Enrique c/ Lnea 22 S.A. y otros s/ Ds. y Ps., L. n 580.397 y n 580.398, entre muchos otros). Propongo por lo tanto que las costas correspondientes a la primera instancia se impongan a las vencidas.

    Interior: Baha Blanca: Notas Jurdicas: Tel. (0291) 4527524 / La Plata: Jos Panfili Tel./Fax (0221) 155770480 / Mar del Plata: Jorge Rabini Tel./Fax (0223) 4893109 / Crdoba: Alveroni Libros Jurdicos (0351) 4217842Mendoza, San Juan, San Luis: Jos Graffigna Tel. (0261) 1534849616 / S. S. Jujuy: Librera Universitaria Tel./Fax (0388) 4237963 / San Miguel de Tucumn: Bibliotex Tel. (0381) 4217089

    Noreste: Jorge Thea Tel. (011) 1564660335 / Patagonia: Nelson Ramrez Tel. (011) 1564629553

    SUCESIONES

    El Juzgado Nacional de 1 Instancia en lo Civil N 99, Secretara nica, cita y emplaza por treinta das a los efectos de hacer valer sus derechos a herederos y acreedores de ELSA AMALIA PULCINI. El presente de-ber publicarse por tres das en el diario El Derecho. Buenos Aires, 24 de septiembre de 2015. Guillermina Echage Cullen, sec.

    I. 23-10-15. V. 27-10-15 5217

    El Juzgado Nacional en lo Civil Nro 55, Secretara Unica, sita en Av. de los Inmigrantes 1950, 4to. piso y emplaza por treinta das a herede-ros y acreedores de BREA, SUSA-

    NA, a los efectos de que hagan va-ler sus derechos. El presente edicto deber publicarse por tres das en El Derecho. Buenos Aires, octubre 13 de 2015. Olga Mara Schelotto, sec.

    I. 21-10-15. V. 23-10-15 5215

    El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N 39, cita y emplaza por treinta das a herederos y acreedores de TOPOLIAN MIGUEL a fin de hacer valer sus derechos. El presente deber publicarse por tres das en el diario El Derecho. Buenos Aires, 7 de octubre de 2015. Gabriel Pablo Prez Portela, sec.

    I. 22-10-15. V. 26-10-15 5216

    EDICTOS

  • AO LIIIN 13.839

    D i a r i o d e J u r i s p r u d e n c i a y D o c t r i n a

    Primer Director: Jorge S. Fornieles (1961 - 1978)

    Propietario Universitas S.R.L. Cuit 30-50015162-1Tucumn 1436/38 (1050) Capital Federal

    Redaccin y Administracin:Tel. / Fax: 4371-2004 (lneas rotativas)

    e-mail: [email protected] www.elderecho.com.ar

    Buenos Aires, viernes 23 de octubre de 2015

    Igual suerte deben seguir las costas de alzada, pues las demandadas resultaran sustancialmente vencidas en esta instancia.

    XII. En sntesis, para el caso de que mi voto fuere com-partido, propongo al acuerdo hacer lugar al recurso de apelacin de las actoras, y en consecuencia: 1) Revocar la sentencia apelada; 2) Hacer lugar a la demanda entablada por M. M. P. N. y E. M. R. contra Lesami S.A. y Julia Tours S.A., y condenar a estas ltimas a abonar a cada una de las actoras la suma de $ 110.000, dentro de los diez das de quedar firme y aprobada la liquidacin que habr de practicarse en autos; 3) Disponer que los montos de condena llevarn intereses calculados en la forma descrip-ta en el considerando IX del presente voto, y 4) Imponer las costas de ambas instancias a las vencidas.

    A la misma cuestin, el Dr. Li Rosi dijo:Por anlogas razones, acompao el voto propuesto por

    el vocal preopinante con la salvedad respecto del rgimen de intereses.

    En efecto, y de acuerdo a lo establecido por la doctri-na plenaria sentada por esta Cmara Civil en los autos Samudio de Martnez, Ladislaa c/ Transportes Doscien-tos Setenta S.A. s/ daos y perjuicios del 20/04/09, so-bre el capital reconocido corresponde aplicar la tasa activa cartera general (prstamos) nominal anual vencida a trein-ta das del Banco de la Nacin Argentina.

    Empero, toda vez que en la especie se fijaron los va-lores indemnizatorios al momento del presente decisorio, la indicada tasa debe regir recin a partir de este pronun-ciamiento, ya que de imponerse esos intereses desde el origen de la mora, se consagrara una alteracin del capital establecido en la sentencia, configurado un enriquecimien-to indebido, tal como puntualmente prev la parte final de la referida doctrina plenaria, al contemplar una excepcin a la vigencia de la tasa moratoria legal. Ello as, en la me-dida de que uno de los factores que consagran la entidad de la referida tasa, lo constituye la paulatina prdida de valor de la moneda, extremo que en la especie ya fuera ponderado al definir el capital a valores actuales.

    Por ello, corresponde que desde el momento de la mora y hasta el presente pronunciamiento, se calculen los inte-reses a la tasa de inters del 8% anual, que representan los rditos puros y, desde entonces y hasta el efectivo pago, a la tasa activa cartera general (prstamos) nominal anual vencida a treinta das del Banco de la Nacin Argentina.

    En consecuencia, con la disidencia sostenida, adhiero al voto del Sr. Juez preopinante.

    A la misma cuestin el Dr. Molteni dijo:Con la salvedad formulada por el Dr. Li Rosi, en punto

    a la tasa de los intereses, sumo mi adhesin al fundado voto del Dr. Picasso.

    Y Vistos:Por lo que resulta del acuerdo que informa el acta que

    antecede, se resuelve: 1) Revocar la sentencia apelada; 2) Hacer lugar a la demanda entablada por M. M. P. N. y E. M. R. contra Lesami S.A. y J. Tours S.A., y condenar a estas ltimas a abonar a cada una de las actoras la suma de Pesos ciento diez mil ($ 110.000), dentro de los diez das de que-dar firme y aprobada la liquidacin que habr de practicarse en autos; 3) Calcular los intereses desde el momento de la mora y hasta el presente pronunciamiento, a la tasa de inte-rs del 8% anual, y, desde entonces y hasta el efectivo pago, a la tasa activa cartera general (prstamos) nominal anual vencida a treinta das del Banco de la Nacin Argentina y 4) Imponer las costas de ambas instancias a las vencidas.

    Atento lo decidido precedentemente corresponde ade-cuar los honorarios fijados en la anterior instancia, de con-formidad con lo establecido por el artculo 279 del ordena-miento adjetivo y dentro de los lmites del artculo 730 del Cdigo Civil y Comercial de la Nacin.

    Ello as, valorando la calidad y extensin de la labor desplegada por los profesionales intervinientes dentro de las tres etapas en que se dividen los juicios ordinarios, monto de la condena con sus intereses, la existencia de

    un litisconsorcio pasivo perdedor, lo establecido por los artculos l, 6, 7, 11, 19, 37 y 38 de la ley 21.839 y concor-dantes de la 24.432 como as tambin lo