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Eugenia Revueltas Universidad Nacional Autónoma de México LAS PAREDES OYEN: EROS Y ETHOS EN EL DISCURSO ALARCONIANO Esta es sin duda una de las obras más importantes de Juan Ruíz de Alarcón, en ella el dramaturgo novohispano da muestra de una extraordinaria maestría tanto en la composición como en la serie de recursos estilísticos que utiliza. Historia y discurso se articulan de tal manera que la típica historia de intriga amorosa se convierte en una nueva forma de leer y entender el mundo a través de una cosmovisión que va matizando los topois, para acercarnos a una sensibilidad, que sobre todo en el ámbito de los personajes femeninos, partiendo de formas conductuales enraizadas en formas tradicionales, se va separando paulatinamente de ellas para enfrentarnos a un tipo de mujer que está más atenta a su razón y conveniencia, que a seguir los impulsos del corazón,juegan el juego del amor de manera ingeniosa, discreta y esencialmente pragmática, pues no se empecinan en un amor, sino que, reservadas y avizoras, siguen atentas las acciones de sus amantes y si ellas, de alguna manera menoscaban su honra o la estima que tienen de sí mismas, están prontas a abandonar al amante. El topoi: el amor es ciego, no vale para estas mujeres, que por el contrario mantienen sus ojos bien abiertos. Tal vez un caso diferente sea dentro de los personajes femeninos protagónicos, Aurora de La amistad castigada, no así Ana de Las paredes oyen, Leonor de Mudarse por mejorarse Inés de Examen de maridos, Jacinta de La verdad sopechosa o Teodora de Los empeños de un engaño, por sólo citar algunos de sus personajes femeninos. Las paredes oyen, es, una vez más, la historia de un desencuentro amoroso, de esa constante triangulación que encontramos en las obras del novohispano, en la cual, dos o más amantes, solicitan el amor de una dama que, o no les corresponde o habiéndolo hecho, esta reciprocidad en el sentimiento amoroso se pierde en virtud de los defectos del pretendiente, sean estos:la maldicencia y doblez, como en el caso de don Mendo en Las paredes oyen; la soberbia y la codicia de don Juan en La prueba de las promesas; vanidad y veleidad de don García en Mudarse por mejorarse, etc. Llama la atención la agudeza con la que Alarcón "brujulea" por los

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Eugenia RevueltasUniversidad Nacional Autónoma de México

LAS PAREDES OYEN: EROS Y ETHOS EN EL DISCURSOALARCONIANO

Esta es sin duda una de las obras más importantes de Juan Ruíz deAlarcón, en ella el dramaturgo novohispano da muestra de unaextraordinaria maestría tanto en la composición como en la serie derecursos estilísticos que utiliza. Historia y discurso se articulan de talmanera que la típica historia de intriga amorosa se convierte en unanueva forma de leer y entender el mundo a través de una cosmovisiónque va matizando los topois, para acercarnos a una sensibilidad, quesobre todo en el ámbito de los personajes femeninos, partiendo deformas conductuales enraizadas en formas tradicionales, se va separandopaulatinamente de ellas para enfrentarnos a un tipo de mujer que estámás atenta a su razón y conveniencia, que a seguir los impulsos delcorazón,juegan el juego del amor de manera ingeniosa, discreta yesencialmente pragmática, pues no se empecinan en un amor, sino que,reservadas y avizoras, siguen atentas las acciones de sus amantes y siellas, de alguna manera menoscaban su honra o la estima que tienen desí mismas, están prontas a abandonar al amante. El topoi: el amor es ciego,no vale para estas mujeres, que por el contrario mantienen sus ojos bienabiertos. Tal vez un caso diferente sea dentro de los personajesfemeninos protagónicos, Aurora de La amistad castigada, no así Ana deLas paredes oyen, Leonor de Mudarse por mejorarse Inés de Examen demaridos, Jacinta de La verdad sopechosa o Teodora de Los empeños de unengaño, por sólo citar algunos de sus personajes femeninos.

Las paredes oyen, es, una vez más, la historia de un desencuentroamoroso, de esa constante triangulación que encontramos en las obrasdel novohispano, en la cual, dos o más amantes, solicitan el amor de unadama que, o no les corresponde o habiéndolo hecho, esta reciprocidaden el sentimiento amoroso se pierde en virtud de los defectos delpretendiente, sean estos:la maldicencia y doblez, como en el caso de donMendo en Las paredes oyen; la soberbia y la codicia de don Juan en Laprueba de las promesas; vanidad y veleidad de don García en Mudarse pormejorarse, etc.

Llama la atención la agudeza con la que Alarcón "brujulea" por los

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complicados meandros del sentimiento amoroso; cómo a partir desituaciones convencionalizadas, él va cambiando las perspectivas de larelación amorosa; cómo esa relación entra en conflicto con su entornosocial y siendo parte de él, es un espejo en el que se reflejan muchos desus vicios y algunas de sus virtudes: mentira, codicia, mudanza,soberbia, deslealtad, maledicencia, lujuria, abuso del poder, por un ladoy por otro : amor, belleza, lealtad, amistad, inteligencia, discreción, valorentereza. Realidad y virtualidad. Ser y deber ser. Mundos contrapuestosy actuantes que libran sus batallas en el corazón humano y Alarcón noslas va relatando con humor, ironía, mesura, irritación contenida, unapreocupación ética, que no se contenta con describir costumbres, sinoque va más allá, las pone en tela de juicio de manera tal, que compro-mete al lector a cuestionar el mundo contemplado, todo ello sin caernunca en la ñoña moralina.

En Las paredes oyen admira la aguda percepción que Alarcón tiene delamor y de un cierto tipo de la condición femenina, y admira, porquesegún cuenta la tradición, el dramaturgo no fue afortunado en amoresposiblemente debido a su desdichada fealdad, en una época en que labelleza era un atributo que tanto en hombres como en mujeres eraverdaderamente inapreciable; creemos que precisamente estas carenciaslo hicieron más sensible y perspicaz ante una experiencia como laamorosa que debió ser para él, un coto casi cerrado, pues como muybien saben los psicólogos, lo que no se posee, se transforma en unaobsesión, que en este caso y dados los procesos de sublimación de laexperiencia estética, se transforma en constantes temáticas y expresivasque dan un perfil definido al creador. Amor, belleza, mudanza, desamortraición, deseo, desengaño, esperanza, intentar, obligar, pretender,remediar, celos, desdicha serán las palabras disparaderos, de un discursoamoroso, que en esta obra, a la que se le reconoce un fuerte contenidoautobiográfico, poseen una fuerza y un poder sensibilizador que otrasmuchas no tienen, pues se mueven dentro de los parámetros del canonde la comedia de enredo. En esta obra, las convenciones del géneroquedan relegadas a un segundo término, privilegiando los procesos deinteriorización de los personajes. Así paso a paso, vamos siguiendo losesguinces espirituales de Mendo, Ana y Juan, de modo que las accionesse vuelven explicables y verosímiles. Los apartes con sus preguntasretóricas, nos permiten acceder al inconfesado mundo de la interioridaddel personaje y el desfase que ésta tiene con las declaraciones que él

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mismo hace. Mundo de dobles y triples vertientes, en la que los ojosdesdicen lo que los labios dicen; en el que las acciones traicionan lo quelas declaraciones proclaman; en el que el mundo de los sueños y losdeseos se estrella contra el inexorable mundo de la necesidad;metonímico mundo en el que Las paredes oyen y el hombre imprudentequeda atrapado por sus irreflexivas palabras. Campo de encontradossentimientos, en el que, el humilde y fiel amante, aceptando la desdichade no ser amado, no cesa, una y otra vez de intentar serlo, aunque estosuponga reabrir una y otra vez una "herida que no cesa," pues don Juanaunque desesperado no pierde la esperanza de lograr el amor de doñaAna:

Don Juan: Lo que en gran tiempo no ha hecho,hace amor en un sólo día,

venciendo al fin la porfía.

Bertrán: Que te sucede sospecholo que al tahúr, que en perdiendosolamente con decir"que no sepa yo gruñir"!está sin cesar gruñendo.Tú dices que desesperas,y entre el mismo no esperarnunca dejas de intentar.

¿qué más haces cuando esperas?¿Tú que piensas que el esperares alguna confecciónvenida allá del Japón?El esperar es pensar

que puede al fin suceder

aquello que se desea:

y quien hace porque sea,bien piensa que pueda ser.

En el diálogo anterior, cuyos subrayados son nuestros, escuchamos,las voces de Don Juan de Mendoza y su criado y amigo Bertrán. Elprimero, el desdeñado amante de doña Ana, devorado por la agudaconciencia de su fealdad y pobreza,se sabe vencido de antemano en la

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empresa amorosa, pero a pesar de la certeza de su convicción, aunquele ha señalado a Beltrán todos los obstáculos que a su deseo se levantan,al mismo tiempo y a pesar de que desespera, en el momento mismo enque extrema su desconsuelo, intenta nuevos caminos para obtener elamor de doña Ana; el segundo, desde la objetiva perspectiva del que noestá involucrado en la relación amorosa, le señala las inconsecuenciasentre lo que dice y lo que hace y que son el resultado natural de sucondición de amante, que enajenado en el objeto de su amor, no se dacuenta que desesperarse y en cierto modo declararse vencido, no sonsino una forma retórica de engolosinarse en el pesar, ya que comoBeltrán dice: esperar es, abrirse a la esperanza de obtener aquello que sedesea, pensar en la posibilidad de su realización; el que espera, al mismotiempo desespera, como dice el refrán, pero como él señala con todalucidez, se sigue pensando en la posibilidad de acceder a lo esperado...."y quien hace porque sea / bien piensa que puede ser..." y si esaposibilidad está en principio dada por la naturaleza misma del amor,que es azarosa e impredecible, al mismo tiempo el amante ha de insistiruna y otra vez y con la mayor inteligencia, para vencer la fortaleza dela amada y de allí el recurso que propone el amante, de la carta viviente,asegurando don Juan que: "Pues si con esta invención / (saca una carta)/ en su desdén no hay mudanza / aunque viva mi esperanza, / morirámi pretensión."

Sabemos que las cartas son una de las estrategias amorosas con lasque el amante intenta seducir, cautivar y acercarse a la amada; con ellasel amante expresa su devoción, la necesidad que tiene de comunicar sussentimientos por la amada. La carta es una explosión de afectividad,casipodríamos decir que es efectividad pura, que busca establecer unarelación y por ello mismo obligar al otro, implícitamente,a contestar.Ahora bien, sabemos que frecuentemente la carta queda sin contestacióny el amado se encierra en una muralla de silencio, de allí que lainvención ideada por don Juan, sea tan aguda, pues siendo él la cartamisma, obliga de una manera u otra a doña Ana, a dialogar con él,quellevará la voz cantante y cuyo objetivo es, que ella cambie el desdén porel amor.

Por otro lado, si atendemos al sentido de los dos últimos versos,veremos que aunque hay una oposición que se refuerza por el uso de losverbos vivir y morir radicalmente antitéticos entre sí, a su vez lossustantivos, esperanza que significa "Estado de ánimo en el cual se nos

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presenta como posible lo que deseamos" y pretensión: "Solicitación paraconseguir una cosa que se desea," ambas palabras están emparentadaspor la posibilidad de la obtención de un deseo, de manera que laoposición sólo es aparente y no real, dando así la razón a Beltrán, queya había señalado antes, cómo don Juan, cuando por un lado estáaceptando su derrota por el otro lado inmediatamente, está inventandoestrategias para lograr su empeño, lo que queda evidenciado, por eljuego, desenmascarador, de los versos antes señalados. Pareceríasiempre, que don Juan está dispuesto a abandonar la contienda amorosa,pero si su pretensión muere, mantiene simpre viva la esperanza, aún enla situación más desesperada y es este empecinamiento para algunos ypara él, fidelidad jamás desmentida, lo que le llevará a triunfar en causatan desesperada.

Beltrán que es la voz del sentido común, la que desmitifica, señalatanto las flaquezas de la amada como los vicios del entorno social; nadaescapa a su crítica mirada y así cuando la criada dificulta la entrada a lacasa de su amada, irónico, afirma que: "No hay pobre con calidad: / siun villano rico fueras, / a fe que nunca tuvieras / en verla dificultad,"enfatizando un topoi ético de la sociedad de su tiempo y tal vez de todoslos tiempos: "poderoso caballero es don dinero," pues no hay nobleza nicalidad, si ésta no se apoya en el poder del dinero; duras palabras paraun amante que a diferencia de otros del mundo alarconiano pobre y feocomo es, aunque de noble linaje, sólo ofrece como caudal, sus prendasmorales: amor, lealtad, fidelidad, bondad y entereza en el sufrimiento.Es conveniente hacer hincapié en lo de la fealdad, pues es el único feoy de mal talle, de entre todos los galanes del mundo alarconiano, ya que,dentro de las convenciones del discurso amoroso dominante, la bellezaes la condición sine qua non de los amantes, sean damas o galanes, de allílo extraordinario de la empresa de don Juan; crear un personaje así, esexpresión de una rebelión alarconiana, una sublimación estética de susmás recónditos anhelos, que se transparenta en el uso casi obsesivo ensus constantes léxicas, de las palabras: amor y belleza y las que dealguna manera se emparentan con ellas.

Claro es que como dice Reyes en Tres puntos de exegética literaria:"nada es más misterioso que esta aventura hacia el yo profundo delcreador. El camino es un oscuro túnel, el suelo es una tembladera. Sinduda hay vados, pero hay que buscarlos por tanteos y error."1 Uno deestos vados, que tal vez es aventurado cruzar pero al mismo tiempo

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sugestivo, es el que nos brinda el hecho de una única ruptura alarquetipo del amante y el uso de las constantes léxicas de su discursoamoroso que podrían llevarnos a establecer esas delicadas e inefablesrelaciones entre vida y poesía.

Cuando Freud analiza los sueños diurnos o tagtraeme, señala lavinculación entre ellos y la creación:

Como su nombre lo indica no tienen relación con el estado dereposo ... observamos que en estas producciones imaginativas nose trata de sucesos alucinaciones, sino de representaciones, puessabemos que fantaseamos y no vemos nada, sino que lopensamos.... Estos sueños diurnos son la materia bruta de laproducción poética, pues sometiéndolos a determinadastransformaciones y abreviaciones y revistiéndolos con determi-nados ropajes, es como el poeta crea las situaciones que incluyeluego en sus novelas, sus cuentos y sus obras teatrales.2

Ahora bien, una de las características de los sueños diurnos es la deque, el soñador, es frecuentemente el protagonista de los sueños, en losque se cumplen los deseos, a veces inconfesados pero sustanciales, delque sueña o mejor dicho, ensueña, ya que es un soñar en estado devigilia; por otro lado el sueño diurno como la poesía, es un hecho de laimaginación y representación del mundo, lo que otorga a lo soñado oensoñado y a lo creado, una libertad radical. El soñador y el poetaimaginan lo posible y lo deseado o temido, pero mientras la experienciadel soñador queda como una experiencia subjetiva que puedepermanecer encerrada y silenciosa, en cambio, la experiencia en elcreador, se vuelve un acto de comunicación que en el caso de laliteratura se verbaliza con una intención estética, que metamorfosea laprimera, en una experiencia estética que busca un receptor con el cualcomunicarse.

La posibilidad de romper el canon dominante de la conductaamorosa, hace a Juan Ruiz de Alarcón, crear un galán, que es galánporque enamora, pero no lo es de ninguna manera si el término loaplicamos al arquetipo de belleza al que la palabra, por convención nosremite; no sólo lo hace participar en la lid amorosa sino triunfa, adiferencia de la mayor parte de los galanes de sus obras, que frecuente-mente quedan chasqueados; por otro lado, crea a Don Mendo, y ya el

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nombre propio del galán, subraya una aviesa aunque oblicua y mesuradaintención por la resonancia que la palabra tiene, pues además de que alo largo de la obra en dos ocasiones hace juego de palabras con elnombre, de manera que el receptor, inmediatamente establece un vínculode significación con mendacidad y doblez, que marcan al personaje queal mismo tiempo posee todas las cualidades que el entorno socialprivilegia en un amante, es: bello, rico, noble, y mancebo y ademásafortunado en amores pues, dos damas principales lo aman y estándispuestas a entregarle manos y bienes. A la devoción de sus amantesel corresponde con veleidoso desapego.

Doña Ana y doña Teodora establecen una competencia por el amorde don Mendo y como advierte Beltrán: ...."A competencia lo quieren /doña Ana y doña Teodora; / doña Lucrecia lo adora; / todas, al fin, porél mueren / jamás el desdén gustó." La palabra competencia con su fuertecontenido bélico, signa toda la secuencia, ya que significa: "disputa ocontienda sobre alguna cosa." Rivalidad, que a su vez significa:"oposición entre dos o más personas que aspiran a tener la misma cosa."De modo tal que don Mendo es el objeto del apasionado deseo de susamantes de las cuales prefiere a Ana pero, como es avariento de amor,a las no amadas no se decide a desengañarlas pues sabe que el amor esveleidoso.

El arte de amar de Don Mendo es expresión por un lado de unainformación que proviene de las ars amandi de la antigüedad, perotambién de una praxis, que le hace seguir una serie de tácticas amatorias,que le permiten gozar de los placeres del amor, sin que sus desdichas lohagan su víctima.

El vértice del triángulo amoroso principal, es doña Ana, quepertenece a la línea de mujeres inteligentes, ingeniosas, mesuradas yprudentes que el novohispano prefiere. Al principio de la obra laencontramos enamorada, deseosa de contraer nupcias con Don Mendo,pero por una serie de azares funestos para el galán, se va dando cuentade su innoble condición moral en la que el peor de los vicios, es el deuna maledicencia que no respeta nada y de la que es víctima la mismadoña Ana, aunque los motivos que llevan al galán a hablar mal de sudama, sean los de evitar que el Marqués don Fadrique, se enamore deAna. Paso a paso, la imagen del amante se va deteriorando, hasta que elamor se muda en menosprecio; al mismo tiempo que don Juan, elamante desdeñado, va ganando en su porfía amorosa, por sus cualidades

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morales, que para una mujer verdaderamente enamorada de don Mendotal vez no pesarían tanto, pero si para la juiciosa doña Ana.

Lo que importa señalar es la coherencia interna de los personajes, queles otorga una densidad psicológica, los hace problemáticos y por ellosperdurables en la percepción del lector-espectador. Las acciones de lospersonajes no están determinadas por las necesidades de la intriga, comohabitualmente sucede en las comedias de enredo sino que la intriga, estádeterminada por la dinámica psicológica de los personajes, lo que da asus acciones un sentido y una problematicidad específica.

En esta obra de Alarcón hay oblicua crítica a los dramaturgos de sutiempo, fundamentalmente a Lope y a Tirso, que hacen de sus heroínasunas amantes apasionadas y tempestuosas; capaces de abandonarlo todo,hasta el respeto que a sí mismas se deben, persiguiendo a unos galanes,que inconstantes las abandonan y que ellas se dedican a perseguir hastalograr apresarlos en la complicada intriga de sus estrategias. Frente aestas heroínas, se yergen las mujeres alarconianas: poderosas e inmóviles,seguras, mesuradas, corteses, amables y bellas, firmes en su sitial deamadas, y como la Venus de Lucas Cranach, seducen pero no seentregan.

Notas

1 Alfonso Reyes, Tres puntos de exegética literaria, Obras completas, vol. XIV(México: Fondo de Cultura Económica, 1972) 267.

2 Sigmud Freud, Lecciones introductorias al psicoanálisis, Obras completas, vol. II(Madrid: Biblioteca Nueva, 1973) 2173.