Actividad tema 3 evol fq_hva
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Máster de Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria y
Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanza de Idiomas
Francis Bacon
y la ciencia moderna
Evolución Histórica de las Ideas de
la Física y de la Química
Autor: Héctor Velasco Arregui
E-mail: [email protected]
Fecha: 18 de julio de 2015
Índice
1. Resumen...........................................................................................................................................3
2. Francis Bacon: filosofía de la ciencia ..............................................................................................4
2.1. Introducción..............................................................................................................................4
2.2. Biografía...................................................................................................................................4
2.3. Principales claves de la filosofía científica baconiana..............................................................5
2.4. La investigación científica en la actualidad .............................................................................7
2.5. Conclusiones ............................................................................................................................8
Bibliografía.........................................................................................................................................10
1. Resumen
“Como bien dice Sierra Bravo la ciencia es, en sentido estricto, un conjunto sistemático de
conocimientos sobre la realidad observable, obtenidos mediante el método de investigación
científico” (Asensi y Parra, 2002). Por tanto, para que esta disciplina nos permita hacer
descripciones útiles de la realidad debemos respetar un código y seguir unas normas: se trata de lo
que se denomina el método científico. Aunque la metodología de la investigación científica ha
evolucionado con el paso de los siglos, nutriéndose de las aportaciones de filósofos y científicos por
igual, en este proceso ha sido determinante la influencia de las ideas del político y filósofo del siglo
XVII Francis Bacon. Considerado el «padre de la filosofía experimental», su concepción holística
de la ciencia, basada tanto en la vital importancia que concede a su metodología y el papel del
investigador científico, como en el aspecto social e institucional que ha de adquirir, resulta
indispensable para comprender la ciencia moderna.
2. Francis Bacon: filosofía de la ciencia
2.1. Introducción
Hace unos meses tuve la ocasión de leer una frase que me llamó profundamente la atención:
“Quien no quiere pensar, es un fanático; quien no puede pensar, es un idiota; quien no osa a pensar,
es un cobarde”. El autor de la misma no era otro que Francis Bacon, personaje que nos ocupa y
cuyo nombre que se quedó inmediatamente grabado en mi mente. Cuál sería mi sorpresa al volver a
encontrarlo al entrar en contacto con el primer tema de esta asignatura.
La breve reseña aparecida en el citado texto despertó en mí aún mayor curiosidad. Aunque
mi primer impulso fue lanzarme a indagar sobre ese enigmático personaje que había sido capaz de
acuñar una cita tan directa como tajante, me contuve, a la espera de una posible reaparición a lo
largo del temario de la asignatura. Mi “espera” tuvo sus frutos, cuando de nuevo en el tema 3, el
nombre del artífice de tan certera cita volvía a ser motivo de interés. De nuevo, una breve reseña
biográfica y filosófica cuya síntesis no satisfacía completamente mi implacable curiosidad. Ese, sin
duda, fue el momento en el que tomé la determinación de investigar más profundamente a aquel
hombre del que se decía que había sentado las bases del método científico (considerando éste desde
una perspectiva generalista); a aquel (visionario) que había ideado una utópica civilización
gobernada por científicos, inspirando así lo que a la postre sería la más importante sociedad
científica de los años venideros (la Royal Society); a ese pensador, que dedicándose a un campo tan
distinto de la ciencia o la filosofía, como es la política, había sido capaz de aportar tanto a ambas.
Indudablemente, hay razones de sobra que justifiquen el estudio de este atípico personaje y
reformista visionario, que además de realizar aportaciones importantes en temas como la experi-
mentación científica, y destacando el protagonismo a los saberes operativos y útiles, lo hizo a partir
la creencia en un futuro optimista en el que la ciencia debía ocupar un papel central para el
desarrollo tecnológico al servicio (del bienestar) de la humanidad, cambiando sustancialmente la
forma de aproximarse al conocimiento científico que se tenía hasta entonces. Todo ello me ha
impulsado a centrar esta tarea en su figura, rindiéndole indirectamente un pequeño homenaje.
2.2. Biografía
Hijo menor de Sir Nicholas Bacon, que llegó a a ostentar el cargo de guardián del Gran Sello
por la reina Isabel I, y su segunda esposa, Ann Cooke Bacon, considerada una de las mujeres más
ilustradas de su época, Francis Bacon nació el 22 de enero de 1561 en Londres. Se cree que, debido
a su débil salud, recibió tutorías en su casa durante hasta la edad de 13 años, momento en el que
ingresó en el Trinity College de la Universidad de Cambridge.
Aunque Bacon tenía una inclinación fuerte por la filosofía, su vida profesional la dedicó a la
política. Su búsqueda de poder lo llevó a buscar el apoyo de nobles y aristócratas, y muchas veces
se vio enredado en problemas de fraude, engaño y traición. En 1584, a los 23 años, Bacon fue
elegido al House of Commons, donde permaneció hasta 1614. Desde el inicio Bacon trataría de
ganar la confianza de la Reina Isabel I, pero sus consejos y sugerencias nunca fueron llevados a la
práctica. En 1603 su relación con la corte cambió con la llegada de Jaime I. Bacon propuso la unión
entre Inglaterra y Escocia, e hizo estudios sobre la forma en que la corona debía lidiar con los
problemas de los Católicos. En julio 23 de 1603 le fue otorgado el título de caballero en agrade-
cimiento a sus esfuerzos.
En los años siguientes, Bacon tuvo una vertiginosa carrera política con acceso a cargos y
títulos como el de Fiscal General (1613), Lord Chancellor (1618) y posteriormente Baron Verulam.
Sin embargo, en 1621 su vida política se vino abajo cuando el parlamento lo acusó de aceptar
sobornos. Bacon se declaró culpable y fue encarcelado en la Torre de Londres. Pocos meses después
salió libre y, aunque el rey le dio el perdón, se le prohibió acercarse al parlamento o a la corte del
rey por el resto de su vida. Bacon quedó excluido de la vida pública y regresó a la residencia de su
familia en Gorhambury. Pasó el resto de sus años haciendo peticiones al rey y a su sucesor Carlos I.
Murió, sin ser rehabilitado, el 9 de abril de 1626.
Aunque la vida de Bacon estuvo marcada por la actividad política, publicando en vida
numerosos escritos sobre temas jurídicos, religiosos y políticos, su obra como filósofo tuvo un eco
muy importante algunos años después de su muerte, ya que durante su vida apenas una parte de su
extensa obra filosófica (entre las que destacan The Advancement of Learning (1605); Instauaratio
Magna (1620), que incluye Novum Organum y Parasceve; De Augmentis Scientiarum (1623); y las
póstumas Historia naturalis et experimentalis (1622) y Sylva Sylvarum (1626) publicada con New
Atlantis). La influencia de Bacon en temas como la experimentación, y la importancia que le dio a
los saberes operativos y útiles, cambiaron sustancialmente la forma de aproximarse al conocimiento
científico. Esto le condujo, entre otras cosas, a que la Royal Society de Londres lo convirtiese en su
filósofo de cabecera.
2.3. Principales claves de la filosofía científica baconiana
“Bacon se presentaba a sí mismo y, de hecho lo fue, como el mentor de un proyecto, un
heraldo que anunciaba con el optimismo propio de su época que nuevos y mejores tiempos se
aproximaban para la humanidad toda, en los que se daría una forma distinta de apropiación de la
naturaleza por parte del hombre” (Manzo, 2007). Estas palabras resumen con gran acierto la
mentalidad de este pensador, considerado uno de los padres de la ciencia moderna. Son muchas las
ideas que podrían resaltarse, si bien por cuestión de espacio, de tiempo y, debemos admitirlo,
formación filosófica, sólo nos centraremos en aquellos planteamientos filosóficos y metodológicos
que tienen mayor vigencia en la realidad científica actual.
Uno de sus rasgos más destacados es su fe en el gran papel que han de jugar la ciencia y los
científicos en la mejora de la sociedad (idea central de una de sus obras más conocidas, “La Nueva
Atlántida”), abogando por una ciencia pública y al servicio de la humanidad. Aquí hemos de resaltar
dos importantes ideas subyacentes: en primer lugar, la influencia que ejerce sobre la ideología del
investigador científico, para lo que resulta sumamente ilustrativa su concepción de la ambición:
“Distinguiremos seguidamente tres especies y como tres grados de ambición; la
primera especie, es la de los hombres que quieren acrecentar su poderío en su
país; ésta es la más vulgar y la más baja de todas; la segunda, la de los hombres
que se esfuerzan en acrecentar la potencia y el imperio de su país sobre el género
humano; ésta tiene más dignidad, pero aquellos que se esfuerzan por fundar y
extender el imperio del género humano sobre la naturaleza tienen una ambición
(si es que este nombre puede aplicársele) incomparablemente más sabia y elevada
que los otros. pero el imperio del hombre sobre las coas, tiene su único
fundamento en las artes y en las ciencias, pues sólo se ejerce imperio en la
naturaleza obedeciéndola” (Novum Organum).
En segundo, con un espíritu claramente reformista, también anticipó el papel que debía jugar
el Estado en la promoción de la investigación y de la cultura científica. En cuanto al aspecto
institucional, considera que la clave consiste en la articulación de la actividad científica con el
Estado, ya que considera la ciencia un departamento indispensable dentro de éste. Según Bacon, el
Estado debería proporcionar instalaciones debidamente equipadas para la investigación, así como
procurar el bienestar económico a que quienes se dediquen a la actividad científica, de manera que
no tengan que dedicarse a solucionar sus propios problemas materiales, sino plenamente a la
búsqueda del conocimiento (ideas que desarrolla principalmente en su obra “La Nueva Atlántida”).
Mediante esta subvención y promoción de la actividad científica, la sociedad se aseguraría así
mismo su producción y control, lo que según el autor beneficiaría claramente a sus integrantes.
Aunque sin duda, las ideas que han tenido mayor trascendencia han sido las referidas a los
aspectos metodológicos de la ciencia. Si bien este autor acepta parte del legado aristotélico, es muy
crítico con la filosofía racionalista basada en el paradigma del mismo. Admirador de Aristóteles y
consciente de que la novedad de su filosofía podía resultar a sus lectores difícil de entender, tomó la
definición del conocimiento como conocimiento por las causas y el clásico esquema tetracausal,
aludiendo a fines didácticos (para “expresar lo nuevo a través de las viejas palabras ya conocidas”;
Manzo, 2007). Pese a ello, fue muy crítico con la filosofía racionalista, de clara ascendencia
aristotélica, ya que considera que su lógica no era capaz de explicar la Naturaleza real, sino
solamente “anticiparla”, al elaborar teorías especulativas a partir de unos pocos casos empíricos
particulares examinados sin diligencia y, por lo tanto, sustentarse en una experiencia somera y
superficial. Esto le lleva a desmarcarse desde un primer momento de esta tendencia, abogando por
un estudio sistemático de la Naturaleza mediante nuevos procedimientos metodológicos, basado en
la observación minuciosa, la recopilación y la experimentación. Aunque no llegó a desarrollar su
metodología (hecho por el que ha sido criticado), sin duda su propuesta de una nueva lógica,
eminentemente experimental, mediante la que se busca dominar la naturaleza a través de la acción
inductiva del investigador, trascendió de forma inequívoca en los siglos posteriores.
Pese a que estas son las claves/características básicas del método científico que promulga,
eminentemente empírico, cabe destacar que también criticó con dureza a los filósofos empíricos de
su tiempo. Bacon consideraba que, aunque éstos basaban sus teorías en la experiencia, lo hacían a
partir de una base de observaciones demasiado estrecha, de manera que los resultados de la
experimentación unas pocas instancias servían para elaborar una teoría global que les permitía
adaptar su propia filosofía a esos experimentos. Bacon se opone a esta metodología y promulga otra
basada en el estudio y la validación de numerosos hechos/experimentos particulares, que debida-
mente recopilados, verificados y organizados posibilitarán la posterior generalización de normas o
leyes científicas (el paso de lo particular a lo general). Y es esta idea de normas generales obtenidas
a partir de hechos comprobados, partiendo de una postura escéptica y objetiva, es la que aún
perdura como fin último de la ciencia, como herramienta que permite realizar descripciones útiles
de la realidad. Sírvanos como ejemplo la afirmación de Kohan: “el objetivo principal de una
ciencia, más que una mera descripción de fenómenos empíricos, es establecer, mediante leyes y
teorías, los principios generales con que se pueden explicar y pronosticar los fenómenos empíricos”
(Asensi y Parra, 2002).
Todo lo anterior, considerado en conjunto, explica el incuestionable protagonismo de Bacon
en la historia de la filosofía y de la ciencia occidentales, que se tiene su origen en su capacidad para
concebir la primera reflexión que aúna tanto el aspecto epistémico (reproducibilidad y refutabilidad
de la ciencia) como el aspecto social y político de la ciencia (implicación social y articulación
institucional).
2.4. La investigación científica en la actualidad
Los últimos siglos han sido testigos de profundos cambios en el estilo de vida de la raza
humana. Sin la ciencia, y el desarrollo tecnológico que ha posibilitado, nos sería imposible entender
la realidad de las sociedades humanas tal y como la conocemos. Dado que “Sierra Bravo define la
ciencia, en sentido estricto, como un conjunto sistemático de conocimientos sobre la realidad
observable, obtenidos mediante el método de investigación científico” (Asensi y Parra, 2002), para
comprender la ciencia actual es imprescindible desgranar la metodología que permite su avance.
Hoy en día, para el correcto desarrollo de un trabajo de investigación son necesarias la
realización de tareas tres básicas: documentación, experimentación y comunicación. El proceso
investigador suele iniciarse cuando se plantea un problema del que se desconoce la solución, tras lo
cual se procede a recopilar información sobre el conocimiento existente sobre el tema de interés (lo
que se denomina “estado del arte”; algo análogo a lo que se propuso el propio Bacon con “El
avance del aprendizaje”: obra publicada en 1605, en la que pretendía hacer un recuento del estado
del conocimiento en su época ). Esta información debe ser estudiada y analizada, ya que supondrá el
punto de partida y el elemento soporte fundamental de la investigación.
Tras la etapa de experimentación consiste en la recogida, análisis e interpretación de los
datos, con técnicas específicas propias para los diferentes campos del saber, se procederá a la
comunicación del trabajo científico, como culminación del trabajo de investigación. Ésta requiere
un formato y diseño adecuados, tanto en su redacción como en su comunicación oral, establecidos
por el método general de la ciencia, que permitan expresar de manera fidedigna el contenido del
trabajo de investigación llevado a cabo. De esta manera, el investigador puede contribuir al
crecimiento del conocimiento científico.
Como vemos, el método científico es la normativa que preside y justifica cada una de las
actuaciones propias del investigador: desde la búsqueda de la documentación relacionada con el
problema, hasta su difusión por los canales formalmente establecidos por la comunidad científica y
respetando la forma y estructura, asimismo acordada para la comunicación oral o escrita.
2.5. Conclusiones
En los requisitos (generales) de las tareas de los temas 1, 3, 4, 5, 9 y 10, se pide que el autor
la actividad se posicione en relación al tema tratado. Obviamente, el discurso seguido durante estas
líneas evidencia la admiración y el respeto que profeso a nuestro protagonista. Estando como estoy,
vinculado directamente a la investigación científica, es emocionante descubrir cómo se gestó la
metodología, o por lo menos sus cimientos, que hoy se haya instaurada.
Si bien es cierto que la aportación de este gran autor quizá sólo constituya un peldaño o dos
de esa interminable escalera en la que se ha convertido la ciencia en general, no puede obviarse la
influencia que tuvo, entre otros, sobre eminentes pensadores y científicos de su tiempo (dígase
Boyle, Descartes o el propio Newton). Quizá el suyo no fue un papel revolucionario, pero sus ideas,
a priori discretas y poco ruidosas, fueron calando de tal manera que se impusieron con el paso del
tiempo, evolucionando hasta convertirse en lo que hoy conocemos como método científico, además
una parte importante de la ideología del investigador en ciencia y de la concepción social de la
misma.
Es por todo ello que, más allá de los elogios de sus numerosos admiradores y de las críticas
de posibles detractores, considero innegable la influencia de este autor, no ya para la filosofía
científica, sino también en el desarrollo científico-tecnológico de los últimos siglos y, por ende, de
la humanidad en general.
Bibliografía
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de Documentación, 9 - 19. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=63500001
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• Bacon, F. La Nueva Atlántida (1975). En: Utopías del Renacimiento. Estudio preliminar
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