¿ACTIVIDADES DE MANTENIMIENTO EN EL REGISTRO FUNERARIO? EL ... · dose prioritariamente en el...

26
Abstract: Gender based funerary studies have been concerned with the identification of sex and social status. Iberian archaeology, following this approach, has focused on the analysis of material culture changes as indi- cators of gender ideology, as well as the spatial patterning of skeletal material in relation to gender. By way of contrast, the present study will be concerned with comparative study on funerary offerings, osteological materials, spatial patterning and symbolic interpretation of mortuary contexts. This will enable a better understanding of maintenance activi- ties made by woman. Resumen: Los estudios de género realizados en contextos funerarios arqueológicos se han centrado en la identidad de género y el estatus, fiján- dose prioritariamente en el análisis de los cambios producidos en la cul- tura material como muestra del simbolismo de la ideología de género, así como en la desarticulación de la atribución sexual de los restos enterra- dos en base al ajuar. Aquí se realiza un estudio contrastado de ajuares funerarios, análisis osteológicos, lecturas espaciales e interpretaciones simbólicas de contextos funerarios a fin de valorar la posibilitad de anali- zar y conocer las actividades de mantenimiento propias de las mujeres a partir de dicho registro. Resum: Els estudis de gènere realitzats en contextos funeraris arqueolò- gics s’han centrat en la identitat i l’estatus, i s’han fixat sobretot en l’anà- lisi dels canvis produïts a la cultura material com a mostra dels simbolis- me en la ideología del gènere, així com en la desarticulació de l’atribució sexual de les restes sepultades en base al seu aixovar. Assatjem aquí la realització d’un apropament a l’estudi contrastat d’aixovars funeraris, anàlisis osteològiques, lectures espacials i interpretacions simbòliques de contextos funeraris per tal de valorar la possibilitat d’analitzar i conèixer les activitats de manteniment pròpies de les dones. Interpreting household practices Barcelona, 21-24 november 2007 Treballs d’Arqueologia 13 (2007): 147-173 ¿ACTIVIDADES DE MANTENIMIENTO EN EL REGISTRO FUNERARIO? EL CASO DE LAS NECRÓPOLIS IBERAS Carmen Rísquez Antonia García Luque 145

Transcript of ¿ACTIVIDADES DE MANTENIMIENTO EN EL REGISTRO FUNERARIO? EL ... · dose prioritariamente en el...

Abstract: Gender based funerary studies have been concerned with theidentification of sex and social status. Iberian archaeology, following thisapproach, has focused on the analysis of material culture changes as indi-cators of gender ideology, as well as the spatial patterning of skeletalmaterial in relation to gender. By way of contrast, the present study willbe concerned with comparative study on funerary offerings, osteologicalmaterials, spatial patterning and symbolic interpretation of mortuarycontexts. This will enable a better understanding of maintenance activi-ties made by woman.Resumen: Los estudios de género realizados en contextos funerariosarqueológicos se han centrado en la identidad de género y el estatus, fiján-dose prioritariamente en el análisis de los cambios producidos en la cul-tura material como muestra del simbolismo de la ideología de género, asícomo en la desarticulación de la atribución sexual de los restos enterra-dos en base al ajuar. Aquí se realiza un estudio contrastado de ajuaresfunerarios, análisis osteológicos, lecturas espaciales e interpretacionessimbólicas de contextos funerarios a fin de valorar la posibilitad de anali-zar y conocer las actividades de mantenimiento propias de las mujeres apartir de dicho registro. Resum: Els estudis de gènere realitzats en contextos funeraris arqueolò-gics s’han centrat en la identitat i l’estatus, i s’han fixat sobretot en l’anà-lisi dels canvis produïts a la cultura material com a mostra dels simbolis-me en la ideología del gènere, així com en la desarticulació de l’atribuciósexual de les restes sepultades en base al seu aixovar. Assatjem aquí larealització d’un apropament a l’estudi contrastat d’aixovars funeraris,anàlisis osteològiques, lectures espacials i interpretacions simbòliques decontextos funeraris per tal de valorar la possibilitat d’analitzar i conèixerles activitats de manteniment pròpies de les dones.

Interpreting household practicesBarcelona, 21-24 november 2007Treballs d’Arqueologia 13 (2007): 147-173

¿ACTIVIDADES DE MANTENIMIENTO EN ELREGISTRO FUNERARIO? EL CASO DE LAS

NECRÓPOLIS IBERAS

Carmen Rísquez Antonia García Luque

145

Introducción

La investigación ha prestado unaescasa atención, salvo excepciones,a las sepulturas femeninas. Tradi-cionalmente se ha obviado el consi-derable rol de las mujeres en los sis-temas de poder y en el mundosimbólico ritual, manifiesto en lagran riqueza de algunas sepulturasfemeninas de la élite. Pero no debe-mos perder de vista que estas muje-res tuvieron acceso a privilegios yriquezas fundamentalmente por elpapel que desempeñaron en susociedad. Los datos arqueológicosque tenemos de algunos de estosenterramientos nos permiten afir-mar que estas mujeres no sologozaron de un alto nivel de “rique-za” sino que también fueron impor-tantes y su importancia parecehaber residido en su condición yfunción y no solo en su asociacióncon hombres poderosos.

En las necrópolis iberas, cuya prác-tica ritual era la cremación, se cons-tata un fuerte desequilibrio entre lapoblación viva y la enterrada,limitándose este derecho a la éliteprivilegiada. En estos enterramien-tos se van a proyectar valores, ritosy creencias, y lo que pretendemos alo largo de este trabajo es ver si las

actividades de mantenimiento hanformado parte de los programasque se nos muestran en los ajuaresdepositados en los mismos.

Con todo, trataremos de exponer alo largo de estas páginas que elregistro funerario ibero, analizadobajo la perspectiva de género, nospuede proporcionar una interesan-te lectura del prestigio y singularpoder de estas mujeres, con inde-pendencia respecto a los varones,así como de su rol fundamentalpara el mantenimiento del ordensocial. Nos acercaremos de manerageneral al tema de la maternidad, yaque como madres, las mujeresgarantizan el futuro de la comuni-dad, y para ello, trataremos un casoconcreto como es la Tumba 200 dela necrópolis de El Cigarralejo, tra-tando de leer en ella otras activida-des. Cronológicamente, centrare-mos el periodo de estudio en el ibé-rico pleno (fines s.V-inicios s.IIIa.n.e.), que es el momento en que seconsolidan y adquieren su máximodesarrollo las aristocracias locales.

La maternidad: una actividad pocorepresentada en los contextos

funerarios

Uno de los roles fundamentales de

¿Actividades de mantenimiento en el registro funerario?

146

las mujeres a lo largo de la Historiaha sido la procreación y socializa-ción de la prole. El análisis de sepul-turas dobles que se correspondancon mujeres e infantiles/ neonatos,y que son interpretadas habitual-mente como correspondientes amadres e hijos por una parte, y porotra, la cultura material documen-tada en algunos contextos funera-rios que está asociada a la materni-dad (askos o palomas bibe-rón,sonajeros, etc.), junto con las terra-cotas que representan a curótrofas,nos permitirán analizar la materni-dad a través del registro funerario.

En las investigaciones del mundoibero, el ámbito infantil ha recibidopor lo general poca atención, pese aque en los últimos tiempos estamosasistiendo al desarrollo y auge de ladenominada Arqueología de laInfancia (Gusi 1970, 1989, 1992,1993; Ruiz Bremón y San Nicolás2000; Chapa 2001-2002, 2003, e. p.;De Miguel 2005). Uno de susaspectos más interesantes será laestrecha vinculación física e ideoló-gica existente entre el ámbitodoméstico y funerario, en tanto queson muchos los ejemplos de inhu-maciones infantiles realizadas bajoel suelo de los hábitats, sobre todoen algunas áreas de la Cultura

Ibera. Aunque no vamos a entrar eneste tema, ya que no es el objeto deeste trabajo, cabe señalar que tam-bién en el caso de este tipo de ente-rramiento, al vincularse principal-mente con los espacios domésticos,quedan directamente relacionadoscon lo femenino, con las mujeres, ycasi con toda probabilidad con lasmadres.

Pese a que este tipo de práctica esla más habitual para los seres infan-tiles, no podemos considerar quesea una costumbre o norma funera-ria ya que no se entierran a todoslos/as infantiles, y su representati-vidad tanto en poblados como ennecrópolis es significativamenteescasa. No olvidemos que el fuertedesequilibrio existente en las eda-des de la población viva y la sepul-tada, como así se manifiesta en laescasa representación de niños/as yjóvenes en los espacios funerarios.Se han documentado en las necró-polis iberas cremaciones de perina-tales, neonatos e infantiles (tumbas5, 36 y 62 de Los Villares; tumbas77A, 47, 93, 94 de Cabezo Lucero; 11casos en El Cigarralejo), muchos delos cuales suelen ser enterrados encompañía de individuos de edadadulta, prioritariamente femeninos(tumba 38 Turó del Dos Pins, tum-

Carmen Rísquez y Antonia García Luque

147

ba 73 de El Poblado de Coimbra delBarranco Ancho; sepultura 11/148 y11/149 de Castellones de Ceal;tumba 140 y 247 de El Cigarralero;tumba 19 de La Serreta de Alcoy ,etc.), aunque no siempre sea este elcaso, y nos encontremos esporádi-camente enterramientos masculi-nos con cremaciones infantiles(tumba 91 y 47 de Cabezo Lucero,tumba 55 de El Poblado).

Existen diferentes teorías sobre lascausas que expliquen estos excep-cionales casos de infantiles y neo-natos que fueron sepultados deforma individual o en compañía deadultos en áreas cementeriales des-tinadas sólo a una parte de lapoblación, la de mayor rango, quehabía completado con plenitud suciclo vital necesario para formarparte del grupo social y familiar(Cuadrado 1987; Chapa 2003: e. p.).Sin embargo, llama nuestra aten-ción el hecho de que ninguno deestos enterramientos va a seguiruna pauta de comportamiento apa-rentemente normalizada, ya que,atendiendo a las diferentes áreasibéricas, las necrópolis van a actuary se van a organizar de diferenteforma. Por ello, vamos a encontrar-nos con que estas sepulturas sonmuy diferentes en la tipología de

enterramiento, en la composiciónde los ajuares, en las localizacionesdentro de los recintos funerarios yen la práctica ritual.

La sepultura 140 de El Cigarralejo,(Mula, Murcia, 350-325 a.C.) con-tiene los restos óseos calcinados deuna mujer joven en el interior deuna urna ovoide, en la que con pos-terioridad se introdujo el cuerpoinhumado de un perinatal, acom-pañada por un considerable ajuarfemenino. Destacamos las 19 fusa-yolas de formas variadas, un núme-ro sin duda importante, aspectoque trataremos más adelante, y quele confiere a la mujer allí enterradauna posición social destacada.Entre el ajuar resaltamos tambiénun vaso geminado de pequeñotamaño, con carácter sin dudaritual, con escasa representación enesta necrópolis, y por ello, signifi-cativo (Cuadrado 1987). Otramuestra la tenemos en Castellonesde Ceal (Jaén), donde la sepulturade un neonato inhumado, se asociaal ustrinum 11/148 correspondientea la cremación de una mujer joven(18-20 años), realizada fuera delárea de las cremaciones, cuyo únicoelemento de ajuar era una ficha cir-cular de cerámica. El hecho de queaquí no se entierren juntos, nos

¿Actividades de mantenimiento en el registro funerario?

148

lleva a plantear varias hipótesis,bien que madre e hijo murieronsimultáneamente en un parto pre-maturo (si nos atenemos a los aná-lisis osteológicos de Reverte), porlo que cremaron el cuerpo de lamadre, no en la zona habitual, y elbebé fue introducido con posterio-ridad espacialmente cerca dedonde se realizó la cremación,practicando un rito más propio delos neonatos; o bien, también pudomorir la madre durante el parto yque el hijo le sobreviviera unosmeses (si nos atenemos a los resul-tados osteológicos de GómezBellar), a su muerte, su entornofamiliar tomó la decisión, de inhu-marlo en una zona próxima a la quehabía sido cremada su madre, perono con ella.

Cuando ambos personajes son cre-mados también se van a producirdiferencias en la práctica ritualcomo muestran por ejemplo lassepultura 38 del Turó del Dos Pins,Cabrera de Mar, Barcelona (de lasegunda mitad s.III a.n.e.), en lacual los restos óseos de una mujeradolescente y un infantil de pocosmeses fueron introducidos en lamisma urna cineraria, un ánforaibera (García Roselló 1993). Entanto que en la tumba 24S de La

Senda, Coimbra del BarrancoAncho, Murcia (segundo cuarto dels. IV a.n.e.) los restos óseos corres-pondiente un/a adulto/a-jovensexualmente indeterminado y uninfantil de 3-4 años, fueron coloca-dos directamente en el nicho,acompañados de un destacable yrico ajuar (García Cano 1997).Diferencias que pueden correspon-derse a tradiciones culturales dis-tintas según las áreas.

Con ello, señalamos que la enormegama de matices rituales imperan-tes en los espacios funerarios iberosimpide encontrar una explicaciónúnica aplicable a estos enterra-mientos dobles, de manera que sóloel análisis particularizado de cadauno de ellos en su contexto geográ-fico y temporal propio nos puedearrojar luz para su entendimiento.

En la necrópolis de La Senda conta-mos con la sepultura 24S quehemos mencionado anteriormente.Interesa resaltar que en esta necró-polis, se constatan dos agrupacio-nes de enterramientos perfecta-mente diferenciados, en los cualesparece haber un tipo de articula-ción espacial en función del género.No se aprecian en ésta, sepulturasaristocráticas que ordenen el espa-

Carmen Rísquez y Antonia García Luque

149

cio, que sin embargo si parece orga-nizarse a partir de dos grupos fami-liares que irán ocupando con elpaso del tiempo el área funerariahasta llegar a unirse. Pese a quetampoco reconocemos en ambosgrupos una sepultura que articuleel espacio, si podemos apreciar enel grupo oriental que los enterra-mientos que inician la necrópolis,es decir, lo más antiguos, corres-pondientes al I cuarto del s. IV a. C.(37S y 41S), son considerados a par-tir de su ajuar como femeninos.

Este enterramiento destaca en estegrupo oriental en su segunda fase,ya que la riqueza de su ajuar es másque evidente (abundante cerámicaática de barniz negro: 1 kylix, 2escifos, 1 fuente, 2 platos-fuente; 1vaso de cerámica indígena; unaplaca y un punzón de hueso; unanillo de oro y otro de bronce y 2pasadores de hierro). Es interesan-te destacar la presencia de una joyade oro como es el anillo, que lle-varía además incrustaciones de pie-dra. Las joyas además de elementosde adorno son sin duda sinónimode riqueza y poder y casi con segu-ridad nos está indicando el presti-gio de la persona portadora. No escomún encontrarnos oro en lasnecrópolis, ya que este metal es ate-

sorable y puede ser fácilmente reu-tilizado. En ésta hay tan solo otrasepultura que contiene este metal,la 35S, muy próxima a la que esta-mos analizando y también femeni-na. Esto evidencia sin duda el altoestatus, o el prestigio de las muje-res allí enterradas.

Como podemos apreciar ni el tipode rito practicado para el individuoinfantil (inhumación o cremación),ni la edad de los personajes sepul-tados, son factores determinantes ala hora de establecer un comporta-miento tipo en esta clase de ente-rramientos, ya que vemos una enor-me variedad en su conducta ritual,evidenciada fundamentalmente enla diferente riqueza de los ajuaresfunerarios. Creemos, en cambio,que puede ser el rango o la autori-dad del personaje adulto/jovenfemenino de estas sepulturasdobles, interpretado como lamadre, el que justifique el enterra-miento de estos individuos infanti-les y neonatos.

Otra posible vía de análisis de lamaternidad en los contextos fune-rarios iberos es el estudio de mate-riales asociados a la misma, comopor ejemplo, las curótrofas enterracota documentadas en algunas

¿Actividades de mantenimiento en el registro funerario?

150

sepulturas (la tumba 341 y 343 de lanecrópolis de Cabecico del Tesoro,las L-127A y la F-100 de la

Albufereta, y en la necrópolis delPuig dels Molins) (Fig. 1). En lanecrópolis de Cabecico del Tesoro,

Carmen Rísquez y Antonia García Luque

151

Fig. 1. a y b)Curótrofas en terra-

cota de las tumbas341 y 343 respectiva-mente de la necrópo-

lis de Cabecico delTesoro. c) Curótrofa

en terracota de latumba L-127-A de La

Albufereta. d)Terracota de madre e

hijo de la tumba F-100 de La Albufereta.Fuente: García Cano

y Page del Pozo,2004; Olmos et alii,

1999.

Murcia, se han asociado estas pie-zas (300-250 a.n.e.), muy semejan-tes en términos tipológicos yestilísticos, con el género femeninode los enterramientos en que fue-ron halladas, estableciendo así unavinculación con el sexo de estasdiosas protectoras acompañantesen la vida y en la muerte (GarcíaCano y Page del Pozo 2004).

Estas curótrofas (Fig. 1a y b)representan a una mujer sentadaen un trono, con unas largas tren-zas que enmarcan un rostro frontaly atento, en cuya parte trasera seinfla un velo a modo de áurea divi-na. Este ambiente divino de pos-tración se acentúa a través del ves-tido algo inflamado por lo quesería el viento. En su regazo portaa una criatura a la que amamanta.Nos llama la atención el peinadode estas mujeres, pues las trenzashan sido en múltiples ocasionesasociadas en distintos contextos agrupos de edad (jóvenes/adoles-centes) y a ritos iniciáticos. Siaceptamos esta hipótesis paraestas imágenes, podríamos estarante las únicas evidencias ico-nográficas iberas de madres muyjóvenes, que además parecen estarrealizadas en molde.Sin embargo, creemos que las tren-

zas, como elementos formales aisla-dos y analizadas al margen del con-texto arqueológico, no son un atri-buto definitorio ni determinante deningún grupo de edad ni de ningúntipo de rito, puesto que se handocumentado esculturas en piedra(dama oferente del Cerro de losSantos) en contextos sagrados,cuyo peinado son unas largas tren-zas que enmarcan el rostro, perocuyo atuendo y ornamentos secorresponde más con una mujeradulta que con una adolescente, yen el caso de la necrópolis de laAlbufereta, donde apareció la placade la tumba F-100, correspondienteigualmente a una mujer adulta.

Por tanto, al no disponer en estassepulturas de restos óseos suscep-tibles de ser analizados, y basándo-nos sólo en el ajuar, estos enterra-mientos bien podrían correspondera mujeres, quizás jóvenes (en edadde procrear) a las cuales se lesintroduce una curótrofa ideológica-mente sagradas, con afán protector.O, pudieran ser enterramientos depersonajes infantiles de considera-ble rango a los que se les introdu-cen estas piezas interpretablescomo la ampliación y extensiónsimbólica e ideológica del cuidadomaternal cotidiano y terrenal en el

¿Actividades de mantenimiento en el registro funerario?

152

más allá. No olvidemos a este res-pecto que, en las investigacionesrealizadas con anterioridad a laincorporación de los análisis antro-pológicos y osteológicos, no eraextraño identificar a partir delajuar como sepulturas femeninas,por compartir muchos elementosde su cultura material (fusayolas,elementos ornamentales, fichas…),muchas de las que posteriormentese ha comprobado que se tratabande enterramientos infantiles.

En la necrópolis de La Albufereta,en la tumba L-127-A se documentóuna curótrofa (Fig. 1c), y en latumba F-100 (Fig. 1d), a una mujeren pie sujetando a un niño en subrazo izquierdo mientras con laderecha sostiene una paloma¿biberón? en un gesto de acerca-miento.

La sepultura L-127- A, es la conoci-da como la “Gran Sepultura deritual”, de forma que hemos deinterpretar sus imágenes en elmarco del complejo y pensado pro-grama iconográfico, de gran cargasimbólica y difícilmente compren-sibles de forma aislada, en el quedestacamos un modelo de cueva enarcilla con numerosas perforacio-nes y unas copas áticas que relatan

un tránsito (Olmos 2000-2001). Enla curótrofa hallada en este enterra-miento, no podemos reconocer elpeinado, dado el estado de conser-vación de la misma, ni tan siquierapodemos decir que se intuyan unastrenzas. Sólo podríamos conjeturarla posibilidad de hallarnos ante unamadre joven al estilo de las docu-mentadas en Cabecico del Tesoro.Por la ausencia de armas y a laabundancia de imágenes femeninasdocumentadas en esta tumba,podría sugerirse un enterramientofemenino, pese a reconocer que noson argumentos suficientementesólidos, más bien conjeturables.

En la gran tumba F-100 de LaAlbufereta, se halló un impresio-nante grupo escultórico de exce-lente calidad (s. IV a.C.) formadopor el conocido altorrelieve poli-cromado en el que se representabaa una mujer y a un varón, amboscon sus correspondientes atribu-tos: un thymateriun de cabezafemenina; y la terracota anterior-mente mencionada. Esta pieza escomúnmente interpretada comouna diosa asociada a la fertilidad,fundamentalmente por la palomaque tiene en una de sus manos, queen la iconografía ibera es un símbo-lo sagrado (recuérdese a modo de

Carmen Rísquez y Antonia García Luque

153

ejemplo la paloma que porta laDama de Baza, o el caso que acaba-mos de ver de la terracota de LaSerreta de Alcoy, o la Dama de ElCigarralejo). En este sentido, esimportante mencionar que haytumbas en las que se han documen-tado askos con la forma de esta ave,que se han leído como posiblesbiberones (sepultura 70 de ElPoblado). El uso del biberón estáampliamente documentado para elmundo griego. En cambio, en laCultura Ibera son pocas las eviden-cias que se ha registrado, tanto enlas fuentes iconográficas como enlos ámbitos domésticos, sacros(ofrendas) o funerarios (ajuares).Un ejemplo es el anteriormentecitado caso del biberón hallado enel departamento 14 del Puntal delsLlops, cuya funcionalidad real sedesconoce (Bonet y Mata 2002).

Con todo, la introducción en elinterior de las sepulturas de estetipo de piezas con iconografíamaternal, puede interpretarse dediferentes formas. Por un lado,como un rito de iniciación deldifunto en el más allá, de modo queéste sería como el recién nacido enla nueva vida que le espera en elallende, y la divinidad la encargadade cuidarlo y alimentarlo en esta

nueva vida (Almagro-Gorbea 1980;Olmos 1992). Por otro lado, el ama-mantamiento puede simbolizar enestos contextos fúnebres la trans-misión de la vida en el más allá(Blech 1997), y la tumba es enton-ces entendida como un caminosubterráneo de iniciación.

Finalmente, planteamos que con laintroducción de estas curótrofas enel interior de las tumbas, por tantosin intencionalidad previa de serexpuestas públicamente, podía pre-tenderse establecer una vinculacióno asociación ideológica y simbólicaentre el espacio doméstico y el ámbi-to sagrado del más allá, y con ellouna ampliación del cuidado mater-nal cotidiano y terrenal al cuidado delos/as difuntos/as. Si bien puedeentenderse que no tiene porquehaber relación entre estas imágenesy el género femenino del personajeenterrado, hay que señalar quemayoritariamente las sepulturas enlas que se encuentran son femeninas.

Una lectura de las actividades demantenimiento. La tumba 200 de

la necrópolis de El Cigarralejo

La tumba 200 de la necrópolis de ElCigarralejo es considerada, al igualque la 277, como una sepultura

¿Actividades de mantenimiento en el registro funerario?

154

principesca, tanto por la riqueza desu cultura material como por sutipología de enterramiento, situán-dose cronológicamente ente el 400y el 350 a.n.e. Ambas sepulturasson identificadas por Cuadrado(1987), a partir de su ajuar, comoenterramientos de parejas (mujer-hombre), y ocupan un lugar prefe-rencial de la necrópolis, al tiempoque generan un espacio de respeto.Lo interesante de la tumba 200 esque se superpone ligeramente enun escalón a la 277, lo que indica suconstrucción posterior y posible-mente el filum familiar. Ambas, vie-nen a representar la memoria fun-dacional de un linaje, constituyén-dose en referencia para las genera-ciones posteriores del mismo.

Sobre el enterramiento de parejasque inician espacios funerarios y elrol de las mujeres en el origen yconsolidación del modelo aris-tocrático ibérico elaboramos untrabajo al que remitimos (RuizRodríguez y Molinos 2005;Rísquez y García Luque 2007;Molinos y Ruiz Rodríguez 2007;Ruiz Rodríguez et al. e. p.).Señalamos entonces la importanciade estas parejas en la reproduccióndel sistema y la construcción de laidentidad de los grupos familiares,

así como, la de las mujeres queestán dentro de la estructura aris-tocrática. Éstas asumen funcionesespecificas en el control de laestructura familiar, que no solo serestringen a los pactos matrimonia-les, importantes para crear o pro-fundizar en los vínculos de depen-dencia y cooperación entre los gru-pos sociales, y fortalecer activida-des económicas, sino que como sepone de manifiesto a partir de susajuares, también ellas son impor-tantes receptoras de bienes de lujo,al igual que productoras de deter-minados bienes que podrían llevar-las a tener un papel destacado enlos intercambios comerciales.

La tumba 200 que centra este traba-jo presenta un ajuar funerario, deta-lladamente descrito por Cuadrado(1987) que es de extraordinariariqueza y prioritariamente femeni-no, como él mismo señala, a diferen-cia del de la 277: “tan rica como laanterior, difiere de ella en la pre-ponderancia del ajuar masculino, …las armas son lo más importante, 1falcata, un pilum, dos lanzas largas,3 jabalinas, dos manillas de escudo,un puñal, un casco, espuelas y arre-os de caballo” (Cuadrado 1968:172).En la sepultura 200, el número dearmas es menor, de tal manera que,

Carmen Rísquez y Antonia García Luque

155

cobran mayor importancia los ele-mentos asociados tradicionalmentea las mujeres.

Partimos de la base de que los ele-mentos que conforman su ajuar sonportadores de algún tipo de signifi-cado de gran relevancia que los vin-culan a las personas allí enterradas.Por el contexto funerario, está claroque no dejan de tener un valorsimbólico importante, pero almismo tiempo creemos que tam-bién son marcadores que no sóloreflejan el estatus de las personasmuertas, sino también las funcionesque sustentaron su posición social.

Un número muy importante depiezas se refiere al ámbito femeni-no, vinculándose al cuidado perso-nal. Es el caso de las cajitas demadera utilizadas como objetos detocador donde se conservaronaceites y productos de belleza, unacucharilla, o el pequeño ungüenta-rio de alabastro, que sería casi contoda probabilidad una botellita deperfume, y que destacamos al tra-tarse de una pieza “rara” que tieneun origen oriental, que muestra elprestigio de la persona que podíaacceder a este tipo de bienes.

En el conjunto allí depositado, cabe

señalar la importancia de elementosque se pueden vincular con la activi-dad textil. Hasta ahora, la presenciade elementos, relacionados con estetipo de actividad en contextos fune-rarios, se ha querido relacionar conla consideración de la tela como unvalor permanente tras la muerte, latemporalidad e incluso la metáforadel hilo que une todavía al difunto ala vida en el más allá. Como señalaIzquierdo, podría formar parte delsimbolismo del “tejido–destino, teji-do–memoria” bien conocido en elmundo mediterráneo antiguo(Izquierdo 2001:299). Las fusayolasdepositadas como parte del ajuar,han tenido igualmente su lecturadesde el plano simbólico, rela-cionándose con la mujer que ha lle-vado una vida íntegramente dedica-da al cuidado de su hogar, puestoque las tareas de hilar y tejer eranconsideradas como paradigmas dela mujer honesta, vinculándose aritos de tránsito, sobre todo matri-monio y muerte, de ahí que laspodamos encontrar igualmente enlas tumbas masculinas.

Sin embargo, la abundancia de estoselementos en esta sepultura nospermite hablar de que se trata dealgo que va más allá del planosimbólico. La presencia de 57 fusa-

¿Actividades de mantenimiento en el registro funerario?

156

yolas -un número demasiado altopara interpretarlas únicamentecomo elementos de hilado-, juntocon el huso, nos hacen pensar, comoya señalara el mismo Cuadrado(1987), o Iniesta, Page y GarcíaCano (1987), que pudieron formarparte de un telar vertical. A estocabría añadir algunos elementos demadera que figuran en las láminas yque podrían corresponderse, comoya habría señalado Alfaro, con bobi-nas o carretes en las que se enro-llarían los hilos ya terminados y quese depositarían en cestas de mim-bre, que también aparecen en esta

tumba. Esta autora señala comoestos elementos se podrían atribuira tal fin y no a partes de mueblescomo han señalado otros investiga-dores, ya que este tipo de madera deboj y olivo, muy duras, son apropia-das para este tipo de instrumentos,que debían estar muy pulidos paraevitar que el hilo se enganchara(Alfaro 1984:77). Aunque tambiénlo podríamos interpretar como par-tes de un posible huso por los para-lelos que hemos encontrado (MeterWild 1988:26) (Fig. 2).

Aparece también en este contexto

Carmen Rísquez y Antonia García Luque

157

Fig. 2. Paralelos de husosromanos de distintos asen-tamientos europeos (1) conelementos indeterminados

de la tumba 200 de lanecrópolis de El Cigarralejo

(2). Fuente: Wild, 1988;Cuadrado, 1987.

¿Actividades de mantenimiento en el registro funerario?

158

Fig. 3. Elementos relacionados con la producción textil de la tumba 200 de ElCigarralejo. Fuente: Cuadrado, 1987.

un posible raspador (nº 143 delinventario), además de dos plaqui-tas de hueso perforadas que, comotambién se ha puesto de manifiestoen otros trabajos que han tratadoeste tipo de elementos más exhaus-tivamente (Ruano y Montero1989), están vinculadas y relaciona-das con la actividad textil, ypodrían formar parte de algúnpequeño telar. Junto a ello, la pre-sencia de placas de madera (nº 100)que formarían parte de un telar deplacas, bien conocido dentro de laproducción textil (Fig. 3). Es inte-resante resaltar que se trata en estecaso de placas de 3 y 3’5 cm. de ladoy de un grosor de poco más de 1mm., lo que hace que la persona quetuviera que manejarlos, fuera unaexperta (Alfaro 1984). Sumaríamostambién a esta actividad la presen-cia de agujas de bronce, y un núme-ro importante de agujones dehueso, algunos de los cualespodrían haber funcionado en algu-nos casos como punzones.

Todo ello nos permite hablar de undesarrollo importante del trabajotextil, entre el que tendríamos quecitar el trabajo de la lana, tejido ésteque también parece estar presenteen esta tumba. Como señala Alfaro,la lana bajo el efecto del fuego se

transforma en una masa de materiacarbonizada semejante a la espuma,y los análisis realizados por Hundtsobre los restos de tejido encontra-dos en esta sepultura señalaronindicios de la descomposición dealguna pieza de lana. El trabajo tex-til pues parecer estar marcandouna de las funciones importantesque se quiere destacar en estatumba.

Si bien la plástica ibérica no nos hadejado ninguna imagen completaque nos muestre el desarrollo deeste proceso, si podemos recurrir aalgunas de las referencias que tene-mos para la cultura etrusca o lagriega (Fig. 4). Para el primer caso,el trono de Verucchio encontradoen la tumba 89 (figura 4a) con unacronología de ½ del s. VII a.n.e..Aparece en primer lugar una dobleescena, la primera de hilaturarepresentada por dos mujeres depie con el huso en la mano y lasegunda, de tejido, bien legible, dosmujeres sentadas ante la evidenciade un telar vertical muy alto. Tresescenas seguidas leídas una al ladode otra muestran el proceso com-pleto de adquisición y elaboraciónde la lana, reconstruida en unasecuencia que marca la jerarquía deespacios dentro de la casa. Como

Carmen Rísquez y Antonia García Luque

159

interpreta Torelli (1997) el procesoproductivo es reconstruido aquí demanera racional con una rigurosasecuencia espacio temporal, prime-ro las actividades que se realizan enlos espacios más externos, en la

antesala de la casa por mujeres derango algo inferior, mientras que laactividad final la del tejido, rica deimplicaciones relativas al saber téc-nico, aparece como la operación demás elevado prestigio social y como

¿Actividades de mantenimiento en el registro funerario?

160

Fig. 4. a) Trono de la tumba 89 de Verucchio. b): Tintinnabulo de la tumba femeninadegli Ori de Bolonia. c) Imagen representada en un lecito de figuras rojas realizada porel pintor de Amasis. Fuente: Torelli, 1997; Barber, 1992; Bazzanella et ali (eds.), 2003.

tal reservada a la mater familia.Este no es el único caso, el tintinna-bulo o colgante de la tumba femeni-na conocida como degli Ori deBolonia, con una cronología delsiglo VII a.n.e. (Fig. 4b), nos ilustraigualmente del proceso secuencialde la producción doméstica de lalana que tenemos que leer en undoble sentido, el técnico, de cómose produce y también en términosdel prestigio que conlleva. Primerose procede al enrollado de la lanaque es cardada con un peine, escenaen la que aparecen dos mujeres, elhilado con huso, practicado poruna única mujer de pie y de tamañomayor, lo que indicaría segúnTorelli su rango más elevado, a con-tinuación, la preparación de losovillos de lana. De nuevo dos muje-res, la de la izquierda sobre untrono, indica rango, la de la dere-cha, la auxiliar, estatus inferior. Ypor último, el tejido con un telarvertical, aquí una mujer lleva a otrala lana para tejer, ésta sobre untrono la recogerá, la operación másprestigiosa de todas. Esta pieza, deindudable significado ideológico,describe la actividad domésticarelativa a la preparación de la lana yde la tela.

Uno de los ejemplos más claros de

este proceso lo tenemos en el lécitode figuras rojas que se encuentra enel Metropolitan Museum de NuevaYork que corresponde al pintor deAmasis (Figura 4c). Siguiendo ladescripción que hace Lissarrague(2000), vemos como de nuevo senos muestra el trabajo completohasta obtener el tejido. Nuevemujeres repartidas en cuatro gru-pos trabajan la lana, unas hilan, yasean gruesos ovillos que salen delcesto, ya sea una rueca más fina conhuso; tres de ellas pesan la lana,otras dos manipulan un telar verti-cal donde el tejido se enrolla en laparte superior, las dos últimas plie-gan un trozo de tela.

Siguiendo esta última imagen,podemos relacionar también conesta actividad textil, la presencia enla tumba 200 de El Cigarralejo deuna serie de 10 ponderales de bron-ce de forma troncocónica, ya queefectivamente uno de los valoresdel tejido es el peso, y éstos podríanestar relacionados simbólicamentecon el peso de la lana. Respecto aeste tipo de piezas, ya se ha puestode manifiesto que se trata de unaevidencia arqueológica de tipopetrológico, que puede estar indi-cando unas pautas de comporta-miento en el intercambio que inci-

Carmen Rísquez y Antonia García Luque

161

den en el desarrollo histórico deestas comunidades; como afirmanGrau y Moratalla (2002-2003:50),los ponderales llevan implícita unafuerte carga de significado econó-mico y político, dado que respon-den a unas necesidades propias desistemas sociales avanzados quetienen en el intercambio una de susorientaciones económicas princi-pales. Esta claro que su incorpora-ción como ajuar funerario refuerzasu carácter simbólico, pero unido alresto de los materiales que hemosdescrito, obtenemos una vertienteno tan simbólica, sino funcional.De la misma forma podríamos vin-cular a todo el proceso el importan-te número de tabas, cerca de 300,que aunque tradicionalmente sevienen considerando como piezasde juego, una cantidad tan elevadapuede relacionarse con otro tipo deactividad, que bien pudiera ser,como señalaba ya Cuadrado, la defichas de cambio, o lo que es lomismo, algún sistema para llevar lacontabilidad, que se pudiera poneren relación con la actividad textilque estamos describiendo.

Uniendo pues todos estos elemen-tos, si bien esta clara la componen-te simbólica de los mismos al serintroducidos como ajuar funerario,

no podemos olvidar que han sidoseleccionados para depositarlos enese contexto, para mostrarnos laimportancia que la actividad textiltendría como producción, una pro-ducción que parece estar vinculadaa la mujer allí enterrada. Estamosante la reconstrucción completa deun proceso. No tenemos la imageniconográfica, como en los casos quehemos expuesto, pero la suma detodos estos materiales reproduce lamisma escena que en ellos se haquerido representar.

Esa importancia de lo textil quedaademás reflejada en la presencia derestos de distintos tejidos tanto deorigen vegetal como animal, que alcarbonizarse en la pira han permi-tido su conservación, pese a loperecedero del material. Cuadradonos relata como algunos son finísi-mos, casi como un velo, otros reali-zados en tafetán más grueso, otrosfinos y una cinta cosida en forma demanga en tafetán más grueso(Cuadrado 1987:103). Efectivamen-te los estudios realizados porHundt, y por Alfaro, muestran lapresencia de distintos tejidos.Algunos de ellos estaban confeccio-nados con telares de placas, comoel que aparece en la misma tumba,cuyo resultado sería piezas de lana,

¿Actividades de mantenimiento en el registro funerario?

162

materia utilizada para la elabora-ción de mantos y túnicas, y tam-bién piezas de lino, algunas de ellasmuy finas, casi transparentes, quepodrían tratarse de velos.

Esto nos permite incluso señalar lapresencia de algunas de las prendasde vestir que se encontraban en latumba, como túnicas, velos, man-tos. La importancia que se da alproducto final de la actividad tex-til, la elaboración de prendas devestido entre otros, se pone tam-bién de manifiesto por el importan-te número de fíbulas que se hanlocalizado y que tendríamos queponer en relación precisamente conestas prendas. El distinto tamañode las fíbulas nos indica también suuso, siendo las de mayor tamañopara prendas más gruesas y mayo-res como pueden ser los mantos ylas más pequeñas para las distintastúnicas. No podemos olvidar quelas mujeres de alto estatus socialvisten varias túnicas superpuestascomo nos dejan ver algunas de lasesculturas más conocidas -pense-mos en la Dama de Baza o en laGran Dama oferente del Cerro delos Santos-, además del manto,incluso los tocados, velos, quepodrían corresponderse pues conprendas como las encontradas en

este enterramiento. También seseñala entre el ajuar lo que pudo serla parte metálica de un cinturón, unpectoral o un tocado de cabeza, delos que sólo han quedado restos deuna serie de casquetes esféricos dedistintos diámetros y huecos, pie-zas que deberían unir cuero conchapa fina o cuero con tejido.

A estos elementos de vestido,uniríamos todos aquellos materia-les que se relacionan con el vestidoo adorno, como una hebilla dehueso, cuentas de collar de muydistintos tipos y materiales, uncollar con 35 cuentas de hueso, cua-tro anillos, torques, además de lasfíbulas como ya hemos señalado.

Algunos textos que nos han llega-do, muestran la importancia de laactividad que estamos tratando,como el famoso concurso narradopor Éforo: Las mujeres de los iberostodos los años exponen en públicolas telas que han tejido. Unos hom-bres elegidos por votos juzgan yhonran preferentemente a la que hatrabajado más. Tienen tambiéncierta medida del talle, y si el vien-tre de alguna no puede ser rodeadopor ella, se tiene por infame (Nicol.Dam. Fragm. 102. FragmentaHistoricorum Graecorum, III:456).

Carmen Rísquez y Antonia García Luque

163

Si los productos textiles son mer-cancías de prestigio que se puedenintercambiar, lo que nos está indi-cando esta tumba, es que la aristo-cracia, ya que la tumba es de lasdenominadas principescas, en estecaso la aristócrata, tiene el controlde estos bienes, y tutela la produc-ción y el intercambio, es decir, lacomercialización de los mismos. Seune así poder y estatus socioeconó-mico, además del simbolismo queindudablemente tiene el tejido en elcontexto funerario.

Además de la actividad textil, hayotras actividades que podemos leeren el registro arqueológico de estatumba. Vamos a centrarnos en losalimentos que aparecen en lamisma. Nos habla Cuadrado de la

presencia de una espuerta que seencontraba totalmente carboniza-da que contenía cereal, al parecertrigo. Como sabemos el trigo puedeser tratado de muy diversas mane-ras para servir de alimento (picado,en tartas, en gachas y sobre todo enforma de pan). Los cereales engeneral, al ser ricos en hidratos decarbono y calorías han constituidola base de la alimentación del áreamediterránea durante siglos, debi-do sobre todo a su facilidad de cul-tivo, transporte y almacenaje.También aparecen bellotas peque-ñas, este fruto también es utilizadopara la alimentación, según Plinioel Viejo en su época la bellota enHispania figuraba entre los postres(N.H.XVI.30), Estrabón destaca enel libro III de su Geografía dedicado

¿Actividades de mantenimiento en el registro funerario?

164

Fig. 5. Vaso (nº inventario 157) y olla (nº inventario 136) de la tumba 200 de ElCigarralejo. Fuente: Cuadrado, 1987.

a Iberia: “...en las tres cuartas partesdel año, los montañeses no senutren sino de bellotas que secas ytrituradas se muelen para hacerpan, el cual puede guardarse duran-te mucho tiempo...”. La harina debellota también es utilizada para laalimentación, pero además, tam-bién podía ser utilizada una vezcocida y quitándole el amargor enotros platos cocinados, como hanpuesto de manifiesto investigado-ras de la cocina y la alimentación enépoca ibérica, tal como nos sugierenuestra compañera Carmen Pozo.

Se ha constatado igualmente la pre-sencia de almendras carbonizadasy piñones. Estos también son ricosen proteínas y grasas, además sonespecies de fácil almacenaje, setrata de productos que en principiose destinan al consumo familiar.Dentro de lo que podrían ser reci-pientes de almacenaje, nos encon-tramos los vasos nº 156, nº 157 y nº158, de cerámica ibérica con deco-ración geométrica, de gran tamaño,pero que aparecen muy destruidos.La presencia de alimentos nos llevaa hablar de otra actividad comopuede ser la cocina, la de alimenta-ción, algo fundamental para lareproducción de la fuerza de traba-jo y de las condiciones de vida del

grupo doméstico. Es importante lapreparación de los alimentos, coci-narlos de muy diversas formas.Aquí queremos destacar otra piezaque nos parece interesante en elconjunto de este ajuar, y que estáclaro que tiene igualmente unasconnotaciones simbólicas relacio-nadas con todo lo que aquí estamosdiciendo. Se trata de una pequeñaollita de cocina ya que tan sólotiene 12 cm. de altura (nº 136 deinventario) (Fig. 5), descrita comoolla de barro basto con collar deimpresiones, que recuerda la tradi-ción de las ollas de cocina realiza-das a mano, y una tapadera igual-mente de barro basto. Dentro de loque es el simbolismo que se quisie-ra representar, podemos estarigualmente ante el reparto y con-trol de los alimentos que están en labase de la estructura social, y queparecen relacionarse con el perso-naje femenino aquí enterrado.

Por otra parte tenemos un impor-tante número de recipientes cerá-micos de barniz rojo, y sobre todo,en cerámica ática, que pueden rela-cionarse con la bebida y con ritua-les casi con toda probabilidad debanquete. El banquete fúnebre, unritual en el que se come y se bebe enhonor a los difuntos, en el que par-

Carmen Rísquez y Antonia García Luque

165

ticipaban los parientes más próxi-mos, los clientes y también, de unmodo simbólico, los propios difun-tos. Esta cerámica que aparece ennúmero importante en esta tumba,nos muestra la presencia de 5 páte-ras de distinto tamaño, 7 kotyles,uno mayor de 15’6 cm de diámetro,y el resto entre 11 y 12 cm, se tratade vasos para beber, es junto a loskántharos, de los que aparecen 2completos y un fragmento, la copade importación ática más extendi-da entre las poblaciones ibéricas dela zona de Murcia, en la que seencuentra esta necrópolis de ElCigarralejo. Son las copas con lasque se participaba en el ritual debeber el vino. Otro elemento rela-cionado con el banquete, podría serun cuchillo de hierro (nº 142 deinventario).

Tenemos que destacar también losdos kylix de cerámica de figurasrojas (Fig. 6), sobre todo por larepresentación que contienen. Unode ellos decorado interiormentecon una cabeza femenina que miraa la izquierda, el reverso se decoracon dos parejas de embozados, conpalmetas bajo las asas. El segundotiene el reverso con idénticos moti-vos, mientras que en el interior sedecora con un embozado que mira

a la derecha. Resulta significativoque en la tumba se enterraran comoya hemos señalado una pareja a laque pueden hacer alusión estas doscopas.

Por último, hemos de señalar tam-bién la descripción que Cuadradohace de parte de los fragmentos demadera y de metal aparecidos, loque podría ser una silla de mano detransporte. Tenemos algunas imá-genes de estos elementos en cerá-micas ibéricas relacionados tam-bién con personajes femeninos(Sant Miquel de Lliria, La Serretade Alcoy y Santa Catalina delMonte), con lo que pudiera tratarsede una silla efectivamente vincula-da al personaje femenino.

Queremos destacar también laposibilidad de poder reconocerparte de algunos rituales que se lle-varían a cabo en la tumba 200 y 277como es la visita a las mismas o eldepósito de ofrendas, dentro de loque seríaa el culto a la tumba. Enesta dirección nos parece intere-sante la observación que se hacesobre algunos materiales que sehan encontrado depositados sobrela tumba 200, como son un kantha-ros ático y agujones de hueso, juntocon un vaso en miniatura y de un

¿Actividades de mantenimiento en el registro funerario?

166

Carmen Rísquez y Antonia García Luque

167

Fig. 6. Kylix de figuras rojas con decoración figurada de la tumba 200 de El Cigarralejo.Fuente: Cuadrado, 1987.

lote de fusayolas en el margen deltúmulo 277, que habían sido inter-pretados en su momento porCuadrado como tumbas (231, 232 y352), pero solo contenían estosmateriales y han sido reinterpreta-dos por Lucas Pellicer como ofren-das (Lucas Pellicer 2001-2002). Setrata como vemos de elementosmayoritariamente vinculados amujeres, que nos podrían indicarque eran ellas quienes harían estasofrendas a las mujeres allí enterra-das, símbolo de la importancia delas mismas, al mismo tiempo quenos indica, su participación en elmantenimiento de esas tumbas.

A modo de conclusión y como hipó-tesis para seguir trabajando, pensa-mos que lo que aquí se nos estamostrando, es la relevancia que estamujer enterrada en la tumba 200tiene dentro de su comunidad,enterrándose con una serie de obje-tos representativos de su prestigio.El hecho de querer vincularse direc-tamente con la tumba 277 al super-ponerse en un escalón, vendría amarcar su relación familiar con lapareja allí enterrada, la hija proba-blemente, que daría continuidad allinaje familiar, mostrándonos deesta forma, que aquí el prestigio leviene dado por su condición y sus

funciones y no tanto por el matri-monio con el hombre que se haenterrado junto a ella.

Bibliografía

ALFARO, C. 1984. Tejido y cestería enla Península Ibérica. Historia de sutécnica e industrias desde laPrehistoria hasta la Romanización.Biblioteca PraehistóricaHispana Vol. XXI, Madrid.

BARBER, E.J.W. 1990. Prehistorictextiles. The development of cloth theNeolithic and bronze ages.Princeton University Press.

BONET, H. y MATA, C. 2002. ElPuntal Dels Llops un fortín edetano.Servicio de InvestigaciónPrehistórica. Serie de TrabajosVarios 99. DiputaciónProvincial de Valencia.

CHAPA, T. 2001-2002. La infanciaen el mundo funerario ibérico através de la necrópolis de ElCigarralero (Mula, Murcia).AnMurcia 16-1:159-170.

CHAPA, T. 2003. La percepción dela infancia en el mundo ibérico.Trabajos de Prehistoria 60-1:115-138.

CHAPA, T. e.p. Presencia infantil yritual funerario en el mundo ibé-rico. En F. Gusi (ed.)Enterramientos infantiles a lo largo

¿Actividades de mantenimiento en el registro funerario?

168

de la Historia: una visión arqueológi-ca, antropológica y simbólica.

CUADRADO, E. 1968. Tumbasprincipescas de El Cigarralero.MM 9:148-186.

CUADRADO, E. 1987ª. La Necrópolisdel Cigarralejo, Mula, Murcia.Biblioteca PraehistóricaHispana Vol, XXIII. Madrid.

DE MIGUEL, Mª P. 2005. Muertesy ritos. Aportes desde la osteo-arqueología. En L. Abad, F. Salay I. Grau (eds.) La ContestaniaIbérica. Treinta años después.Universidad de Alicante, págs.325-336.

GARCÍA CANO, J. M. 1997. Lasnecrópolis ibéricas de Coimbra delBarranco Ancho (Jumilla, Murcia).Murcia: Servicio dePublicaciones de la Universidadde Murcia.

GARCÍA CANO, J. y PAGE DELPOZO, V. 2004. Terracotas y vasosplásticos de la necrópolis de Cabecicodel Tesoro, Verdolay, Murcia.Dirección General de Cultura.

GARCÍA ROSELLÓ, J. 1993. Turódels Dos Pins: necrópolis ibérica.Mataró: Museu Comarcal delMaresme.

GUSI, F. 1975. Sondeos arqueológi-cos en la necrópolis ibérica de LaPunta (Vall de Uxó). CPAC2:163164.

GUSI, F. 1989. Posibles recintosnecrolátricos infantiles ibéricosen Castellón. CPAC 14:19-42.

GUSI, F. 1992. Nuevas perspectivasen el conocimiento de los ente-rramientos infantiles de épocaibérica. En Estudios deArqueología Ibérica y Romana.Homenaje a E. Ballester.Valencia: S.I.P., Serie deTrabajos Varios 89:239-260.

GUSI, F. 1993. Noves puntualitzacionsentorn dels establiments ibèrics ambenterraments infantils: 463-475.Home-natge a Miquel Tarradell.Barcelona.

GRAU, I. y MORATALLA, J. 2003-2004. La regulación del peso enla Contestania Ibérica.Contribución al estudio formaly petrológico de las pesas debalanza. AnMurcia 19-20:25-54.

GUAITOLI, M.T. 2003. La vita e lamorte, il divino e l’umano nellametáfora del filo e del tessuto.En Bazzanella, M., Mayr, A.,Moser, L. y Rast-Eicher, A.(eds.) Textiles. Intrecci e tessutidalla prehistoria europea. Trento.

INIESTA, A., PAGE, V y GARCIACANO, J.M. 1987. La sepultura 70de la necrópolis de Coimbra delBarranco Ancho (Jumilla).Colección Documentos, SerieArqueología 1. Murcia.

Carmen Rísquez y Antonia García Luque

169

IZQUIERDO, I. 2001. La trama deltejido y el vestido femenino en lacultura ibérica. En M. Marín(ed.) Tejer y vestir: De la Antigüedadal Islam. Estudios árabes e islá-micos. Monografías I::287-311.CSIC.

LISSARRAGUE, F. 1992. Unamirada ateniense. En Duby, G yPerrot, M. Historia de las mujeres:I183-250. Ed. Taurus.

LUCAS PELLICER, Mª. R. 2001-2002. Entre dioses y hombres: elparadigma de El Cigarralejo(Mula, Murcia). AnMurcia 16-17:147-158

METER WILD, J 1988. Textiles inArchaeology. Shire Archaeology.

OLMOS, R. 1992. El surgimiento dela imagen en la sociedad ibérica.En R. Olmos, T. Tortosa y P.Iguacel (eds.) La sociedad ibérica através de la imagen: 8-32. Madrid:Ministerio de Cultura.

OLMOS, R. 2000-2001. Diosas yanimales que amamantan: latransmisión de la vida en la ico-nografía ibérica. Zephyrus 53-54:353-378.

RISQUEZ, C. y GARCÍA LUQUE,A. 2007. Mujeres en el origen dela aristocracia ibera. Una lectura

desde la muerte. Complutum18:271-280.

RUANO, E. y MONTERO I. 1989.Placas de hueso perforadas pro-cedentes de la necrópolis de ElCigarralejo (Mula, Murcia).Espacio, Tiempo y Forma, S.I.Prehistoria y Arqueología,t.2:281-302.

RUIZ BREMÓN, M. y SANNICOLÁS, M.ª P. 2000.Arqueología y antropología ibéricas.Madrid: UNED.

RUIZ RODRÍGUEZ, A. y MOLI-NOS, M. 2005. En la vida y en lamuerte: el final del períodoorientalizante en el AltoGuadalquivir. Anejos deArchivo Español deArqueología. Actas del III SimposioInternacional de Arqueología deMérida: Protohistoria delMediterráneo Occidental:787-799.

RUÍZ RODRÍGUEZ, A.,RÍSQUEZ, C. y MOLINOS, M.e.p. Túmulos, linajes y clientes: laconstrucción del paisaje funerarioaristocrático en el Sur de la PenínsulaIbérica.

TORELLI, M. 1997. Il rango, il rito el’immagine. Alle origine della rappre-sentazione storica romana. Electa.

¿Actividades de mantenimiento en el registro funerario?

170