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ADI ĈIS AL HOMBRE ECONÓMICO. TEORíA SOCIAL Y TEORíA ECONÓMICA* Javier SILVESTRE RODRIGUEZ" Departamento de Estructura e Historia Económica y Economía P ŭblica Universidad de Zaragoza SUMARIO: I. La formación del individuo en el pensamiento económico. II. El indivi- dualismo metodológico. III. La concepción racionalista de la acción. IV. Procesos sociales y psicología humana. V. La dicotomía individuo/sociedad. I. LA FORMACION DEL INDIVIDUO EN EL PENSAMIENTO ECONO- MICO El desarrollo de la noción de individuo durante la modemidad es un fenómeno pa- ralelo a la separación o diferenciación de "lo económico" del resto de la actividad so- * Este artículo surge de la reelaboración de una parte de un trabajo anterior. En concreto, una exten- sa recensión sobre el libro Economics and Institucions. A manifesto for a Modern Institutional Economics de G. M. Hodgson. Mientras me encontraba escribiendo esta ŭltima, tuvo lugar el fallecimiento de una per- sona a la que me unía una estrecha amistad. Sirvan estas páginas de pequeño homenaje a Carlos Bielsa Ar- tidiello. ** Agradezco los comentarios y sugerencias de Domingo Gallego y Eloy Femández Clemente. 241

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ADIĈIS AL HOMBRE ECONÓMICO.TEORíA SOCIAL Y TEORíA ECONÓMICA*

Javier SILVESTRE RODRIGUEZ"Departamento de Estructura e Historia Económica y Economía Pŭblica

Universidad de Zaragoza

SUMARIO: I. La formación del individuo en el pensamiento económico. II. El indivi-

dualismo metodológico. III. La concepción racionalista de la acción. IV. Procesos sociales y

psicología humana. V. La dicotomía individuo/sociedad.

I. LA FORMACION DEL INDIVIDUO EN EL PENSAMIENTO ECONO-MICO

El desarrollo de la noción de individuo durante la modemidad es un fenómeno pa-ralelo a la separación o diferenciación de "lo económico" del resto de la actividad so-

* Este artículo surge de la reelaboración de una parte de un trabajo anterior. En concreto, una exten-sa recensión sobre el libro Economics and Institucions. A manifesto for a Modern Institutional Economicsde G. M. Hodgson. Mientras me encontraba escribiendo esta ŭltima, tuvo lugar el fallecimiento de una per-sona a la que me unía una estrecha amistad. Sirvan estas páginas de pequeño homenaje a Carlos Bielsa Ar-tidiello.

** Agradezco los comentarios y sugerencias de Domingo Gallego y Eloy Femández Clemente.

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cial. El pensamiento económico alberga estos dos procesos que comenzarían (de una -manera más tímida el de individuación, mediante la aparición de un individuo toda-via inmerso en el dominio global más que en el particular) con los fisiócratas, al sur-gir un sistema económico independizado -Tableau Economique de Quesnay- del "sis-tema social de la moral", y que cristalizan en las obras de Mandeville o Smith. En elprimero de estos sistemas es el interés propio el que determina la conducta a dife-rencia del segundo que es guíado por las reglas morales'. La paulatina distinción en-tre el hombre y la sociedad convierte a ésta en una agregación en la que los interesesprivados se convierten, a través de la mano invisible, en beneficios pŭblicos. Por suparte, el hombre se "libera" del sometimiento al conjunto -al todo-, se emancipa a lavez que se constituye como abstracción, sujeto a derechos individuales. Dichos cam-bios suponen el debilitamiento de percepciones holistas tradicionales de la sociedad,ordenada en tomo a la jerarquía y la subordinación y en la que cada uno asume su lu-gar en el grupo, junto a la instauración de la igualdad jurídica. En definitiva, la emer-gencia del individualismo y la supeditación de lo social (de lo entendido hasta en-tonces como social) a las necesidades individuales.

A partir de Marx, quien para Dumont (1982) representa prácticamente el finalde esta transformación al intentar compaginar a los individuos libres ilustrados con elimperativo de mantener la cohesión de la sociedad, la denominada revolución neo-clásica colocará al individuo y a su comportamiento en el centro del análisis econó-mico2. Los economistas neoclásicos no harán sino culminar la adopción del modelomecanicista surgido de las transformaciones científicas del siglo XVII y del modeloantropológico de Hobbes y Locke. El mito de la máquina descompone tanto a la ma-teria en átomos como a la sociedad en individuos, partículas indivisibles, indepen-dientes y de comportamiento predeterminable. De esta manera, la pertenencia a es-tamentos o clases, y la distribución del producto social entre estos grupos, en elpensamiento fisiócrata, clásico o de Marx, será sustituida por la agregación de indi-

1. No obstante, como ha sido advertido en numerosas ocasiones, no debería hacerse una interpretacióndel pensamiento de A. Smith basada ŭnicamente en La riqueza de las Naciones. Las reflexiones vertidasen La teoría de los sentimientos morales muestran la preocupación de Smith, no sólo por maximizar labertad y los beneficios individuales, sino por mantener los "controles sociales no legales". Entendidosestos como la dependencia mutua de los individuos egoístas y la importancia de la religión, la costumbre,la educación y la moral como mecanismos articuladores de la sociedad comercial y garantes de la misma,al impedir el individualismo exacerbado y destructivo (COAST [sin referencia exactal; SÁEZ, 1997)

2. Así, definiciones de la economía que la concebían, seg ŭn Karl Polanyi, como el aprovisionamien-to de bienes materiales por parte de la sociedad (dirección técnica), van siendo sustituidas por la conoci-da definición de Robbins (y otras similares) en la cual la economía "es la ciencia que estudia la conductahumana como una relación entre objetivos y medios escasos susceptibles de usos alternativos" (direccióneconomizante). Concepción de lo económico en la que son emitidos juicios de valor acerca de la su-ficiencia o insuficiencia de medios y que se apoya en el comportamiento racional, propio del homo oeco-nomicus neoclásico (y de origen clásico) calculador de medios y fines y maximizador de deseos o nece-sidades que tarde o temprano chocan con la escasez.

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viduos y el estudio de sus conductas. En palabras de L. Barbé, "con la especiali-zación y la división del trabajo se va perdiendo la perspectiva de conjunto de toda lasociedad"3.

II. EL INDIVIDUALISMO METODOLOGICOPese a la primacía que adquiere el individuo en el pensamiento económico desde

finales del siglo XIX y principios del XX, no va a ser fácil encontrar en los autoresneoclásicos alguna referencia explicita acerca del método. La reducción del ámbitoeconómico (se consideran dadas las preferencias, la tecnologia y los recursos y se ha-ce hincapié en la asignación de estos ŭ ltimos, todo ello sin hacer excesivas alusionesal marco institucional), deja poco espacio para describir la acción humana que esconcebida, al menos en los modelos, de forma pasiva, limitada al estímulo (precio)-respuesta (cantidad). Por ello, dadas las limitaciones del "calculador instantáneo"(segŭn expresión de Veblen), es a los pensadores reunidos en la conocida como es-cuela austríaca a los que deberemos recurrir para obtener datos relevantes sobre lospresupuestos de la investigación.

Dentro de esta escuela, aunque Menger compartía con los neoclásicos Walras yJevons un enfoque deductivo y ahistórico 4, el reconocido como fundador del pensa-miento económico austríaco se separó de los segundos al rechazar una visión de laeconorrŭa y la conducta humana demasiado estática y funcionalista. Menger entendíael hecho económico no como el formalizado equilibrio general walrasiano y sí comoun proceso continuo basado en la acción, el comportamiento activo y el carácter nointencionado o espontaneo (orgánico) de los fenómenos sociales.

Se trataría, por tanto, de un marco teórico más adecuado para desarrollar una de-finición del comportamiento individual que remarcara la actitud emprendedora, in-novadora, es decir, activa -y de claras reminiscencias schumpeterianas, al que, porcierto, se le atribuye el término individualismo metodológico- y que convierte al in-dividuo en el punto de partida de cualquier fenómeno socia1 3 . Para los economistasaustríacos, en este caso Von Mises y Hayek, la explicación de los hechos sociales yeconómicos, requiere la siguiente premisa: la acción humana parte de objetivos opropósitos definidos y conscientes; dicho presupuesto, además, explica gran parte

3. BARBÉ (1996), p. 268.4. Para una visión de un Menger más institucional, puede verse EKELUND y HEBERT (1991), p. 594.5. Conviene recordar cómo uno de los rasgos de la revolución marginalista es el culminar la sustitu-

ción de la teoría del valor clásica, basada en el coste de producción, por un valor puramente subjetivo ob-tenido a partir de la elección individual (con la excepción, quiza, de Marshall. A este respecto puede ver-se la escasa importancia que atribuy6 Schumpeter a la desviación de este autor. Schumpeter, 1971, parteIV, cap. 6, sección 4).

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de dichos fenómenos, sin tener que recurrir a ficciones como el concepto de socie-dad6. No obstante, el individualismo metodológico admite varios grados de "psico-logismo". Irían estos desde la postura inicial de los ya citados Von Mises y Hayek,que limita al máximo o rechaza la causación socio-histórica del comportamiento,apoyándose en una psicología centrada en pautas de conducta individuales; pasandopor la postura de Popper quien en alguno de sus escritos, sin abandonar la metodo-logía individualista, niega la base psicológica de las ciencias sociales al resistirse aaceptar algo parecido a la naturaleza humana; hasta el denominado individualismoinstitucional, de inspiración popperiana, de Agassi o Boland, que se centra más queen los comportamientos individuales, en su interacción estratégica y en las conse-cuencias no esperadas de la acción individual7.

Sin duda, el individualismo institucional, al admitir la influencia sobre el com-portamiento de factores no sólo psicológicos sino también sociales o institucionales,supone un enriquecimiento frente a explicaciones previas mantenidas por la corrien-te principal del pensamiento económico y un acercamiento a visiones más o menoscolectivas. Como afirma E. Bandrés, "manteniendo lo esencial del individualismometodológico, cabe, por tanto, reconocer que más tarde o más temprano existe un lí-mite a su potencialidad como principio procedimental del análisis económico. Ese re-conocimiento de que hay mecanismos de coordinación de las acciones individualesque supera el marco individualista es el que da paso al individualismo institucional"8.Sin embargo, a mi entender, la inclusión del marco institucional en la metodología in-dividualista resulta insuficiente ya que no bastaría con admitir la "influencia" de fac-tores ajenos a la propia psicología individual, sino reconocer a esos factores, sociales,políticos, culturales, en suma, institucionales, como condicionantes de la misma y,por lo tanto, del comportamiento humano y de la actividad económica.

No es una cuestión de matices. El individualismo institucional cuenta con dosproblemas añadidos señalados por Hodgson (1988). Segŭn nos dice el mismo, unavez que en muchos modelos individualista-institucionales es reconocida la existenciade esta influencia, a continuación es obviada (se considera un factor exógeno, resi-dual) sin Ilegar a analizar las interrelaciones entre el individuo y sus "circunstan-cias". Por otra parte, y mucho más relevante, si se parte del individuo aislado, sobe-rano, incluso influenciado por alg ŭn valor colectivo, y portador de una psicología

6. A pesar de que el propio Von Mises reconociera que el individuo es también una "abstracción va-cía"

7. El estudio de las consecuencias no queridas de la acción individual ha sido tratado por numerososteóricos sociales contemporáneos como Popper, Hayek, Merton, Olson, Hirschman, etc., y se inscribe enun modelo del individualismo metodológico que se opone a la otra versión de la no intencionalidad, basadaen un origen social, extemo, que escapa a los hombres. Holismo con origen en Durkheim y Hegel (BÉJAR,1993, pp. 109-150).

8. BANDRÉS (1996), p. 117.

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individual, no hay ninguna razón para no Ilevar la postura subjetivista hasta el extre-mo (hasta dónde alcanza en realidad una influencia exterior que termina por toparcon el individuo?) y aceptar concepciones del hombre y del sistema económico comola de los "austríacos" Kirzner, Lachman o Shackle (Ban-y, 1991 ; Srepanti y Zamag-ni, 1997). Estos autores remarcan el carácter subjetivo, espontáneo e indeterminadodel comportamiento y prácticamente niegan cualquier teorización sobre la sociedad.En todo caso, "lo social" sólo puede ser el resultado imprevisto de la interacción deindividuos. En lo que afecta a la actividad económica, ésta es concebida como unconjunto de percepciones privadas y casi incomunicables que corresponden a sujetosque se guían mediante la generación de expectativas individuales de difícil, pero noimposible, coordinación°.

A pesar de todo, como se expondrá más abajo, el admitir la pertenencia a una es-tructura social o a un conjunto de instituciones y el señalar las consecuencias de es-te "formar parte del colectivo" sobre la conducta individual, no implica caer en el otroextremo. El del determinismo estructural, en el cual la decisión humana, la concien-cia, es clausurada o bloqueada por el peso de la realidad externa, la estructura. Co-mo ha señalado, entre otros, P. Anderson, se han producido extrapolaciones abusivasdel modelo estructural, de origen lingüístico, al resto de ciencias sociales, incluida laeconomía. Para este autor, existen varias razones por las cuales no son equiparableslas estructuras ling,ísticas y las sociales. Entre ellas, la mayor movilidad histórica delas instituciones sociales y la capacidad del sujeto para transformar su entorno'°.

III. LA CONCEPCION RACIONALISTA DE LA ACCION

Una vez que el individuo se constituye como origen del análisis económico, el pa-so siguiente para la economía neoclásica y todas sus derivaciones es dotar a dichoagente de un comportamiento denominado racional. A partir de una información ini-cial, que puede ser perfecta o no, sobre los gustos propios, los posibles estados de lanaturaleza y las conductas tanto propias como ajenas, la racionalidad económica seentiende como la consistencia intema de las preferencias y la adopción de una con-ducta maximizadora como criterio de decisión, todo ello como etapa previa a la ac-ción o puesta en marcha de la actividad económica n . De esta definición se derivan

9. Debe recordase que la economía neoclásica es duramente criticada por la corriente austríaca pre-cisamente por la visión mecanicista de la primera que no deja lugar para la acción humana en un mundo—recalcan los economistas austríacos— por naturaleza incierto e impredecible. Sin embargo, dichos auto-res, al poner el énfasis, siguiendo la línea weberiana, en la toma de decisiones humanas, no tienen encuenta cómo las voluntades individuales también son determinadas por la estructura o realidad social ex-terna, si bien, esta determinación es mediada subjetivamente. (LAMO DE ESPINOSA. 1981).

10. Dicho abuso fue denunciado por el propio Saussure (ANDERSON, 1986, pp. 47-49).11.En términos más generales. "diremos que un agente es racional si persigue finalidades coherentes

entre sí y si los medios que emplea para alcanzarlas son los más adecuados" (TORRES LÓPEZ, 1995, p. 68).

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multitud de críticas, adaptaciones y reformulaciones que afectan a una o a más de lasvarias presuposiciones o axiomas que forman parte del concepto de racionalidadeconómica. Aportaciones que nos interesan para comprobar la mayor o menor vi-gencia de uno de los fundamentos de la metodología individualista en economía, alsuponerse que los resultados de la actividad económica son fruto de la interacción deindividuos que se comportan racionalmente.

En primer lugar, podríamos hablar del desarrollo de la noción de consistencia,bien sea la consistencia interna de las preferencias (relación binaria, completa y tran-sitiva de las mismas), o la consistencia temporal (preferencias estables a lo largo deltiempo) I2 . Y también del interesante y permanente debate en Economía del Bienestaracerca del egoísmo de la conducta maximizadora,en principio (y seguramente frutode una no muy fiel o interesada interpretación), uno de los presupuestos tenidos porfundamentales e inamovibles dentro de la economía, o la consideración de actitudesaltruistas en las funciones de utilidad (interdependencia). Sin embargo, se trata de crí-ticas integrables que los propios modelos neoclásicos pueden asumir dando lugar auna visión menos exigente del concepto de racionalidad y que no obliga a abando-narlo13.

De mayor calado son aquellas críticas relativas al tratamiento de la información,de la cantidad y calidad de información disponible a la hora de maximizar, entre lasque merecen ser destacadas las aportaciones de la escuela conductista. En concreto ladenominada ineficiencia-X y el concepto, a ella asociado, de racionalidad selectiva deLibestein junto a la noción de racionalidad limitada de Simon. Estas críticas nieganla existencia de información perfecta e inciden respectivamente en el no esfuerzocompleto de los agentes por maximizar (dado el coste que supone la obtención demás información) o en la complejidad que lleva consigo la maximización y que ha-ría que los individuos, a ŭn siendo racionales en sus intenciones (maximizadoras),realmente no obtuvieran el mejor resultado posible dadas las limitaciones humanas ala hora de procesar toda la información. Situación que conduciría a la aceptación deuna información imperfecta.

En realidad, estas aportaciones, u otras similares, son adaptables al cuerpo teóri-co neoclásico si se acepta la existencia de costes de transacción asumibles. Pero, apartir de estas críticas conductistas podemos encontrar contribuciones que difícil-mente casan con los axiomas neoclásicos. En concreto, la racionalidad de proceso,también de Simon, y la racionalidad adaptativa, críticas de inspiración hayekiana(por su rechazo de reglas a priori) que se alejan del proceso maximizador y de la ra-

12. Supuesto sobre el que, en gran parte, reposa la predictibilidad de la ciencia económica. Cambiosen las condiciones de la toma de decisiones darán lugar a respuestas esperadas (TORRES LÓPEZ, 1995).

13. En lo que se refiere al tema de la consistencia puede verse Barberá (1991). Respecto al altruismoy otros temas afines, BANDRÉS (1993).

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cionalidad abstracta neoclásica al proponer un conocimiento adaptativo o experi-mental basado en la puesta en práctica. 0 sea, en una acción concreta y por un indi-viduo determinado, en vez de en construcciones teóricas previas a todo acto decisio-nal. Procedimiento evolutivo y subjetivista que engarza, de nuevo, con losplanteamientos austríacos. Para Lachman, la información produce conocimiento demanera que los individuos no reaccionan mecánicamente ante los acontecimientos14.La discusión acerca de la información completa (perfecta) o escasa (como cualquierbien económico) está mal planteada o, al menos, es insuficiente ya que no hay trans-misión de información sin estudio del proceso cognoscitivo.

Lógicamente, estas críticas a la concepción neoclásica de la información, efec-tuadas por teóricos austríacos, repercuten en la defensa de la actitud maximizadoradel homo oeconomicus. Mostrada la complejidad del conocimiento humano, alejadodel automatismo neoclásico, los resultados de la maximización resultan, por tanto,mucho menos evidentes. De todas formas, el alcance de los reproches a la concepciónracionalista de la acción ha sido mucho mayor al aparecer, desde otro punto de vis-ta, un conjunto de reflexiones que, más que relativizar el campo de acción de la ma-ximización, cuestionan la propia existencia de una actitud maximizadora en el com-portamiento humano, sin tener en cuenta el grado o las condiciones en las que semaximiza15.

Frente a esta postura, la economía neoclásica más reciente presenta un conceptode maximización más laxo o afectado por algunas de las aportaciones citadas. Sinembargo, se aduce que el supuesto de maximización u optimización está incluido enel nŭcleo duro lakatosiano y, por tanto, no es falsable o contrastable al no poseer unabase empírica. De manera que salvo las concesiones hechas ocasionalmente y que re-lajan la rigidez del concepto, la crítica frontal no tendría mucho sentido. Se admitenalusiones a la "cantidad" de maximización, pero no al hecho de maximizar. Así, Bo-land afirma que el comportamiento maximizador está por encima de la existencia demás o menos incertidumbre o conocimiento, mientras que Machlup admite que elsupuesto es una ficción, pero apela al mismo como ŭtil y necesario (Hodgson, 1988;Bandrés, 1996). Posición, esta ŭ ltima, que tanto recuerda al instrumentalismo deFriedman y que, dada la contundencia de argumentos pragmáticos o retóricos, ter-mina, al menos aparentemente, por zanjar la posible discusión16.

14. Véase SCREPANTI y ZAMAGNI (1997), p. 407.15.Como el propio Veblen o, desde la antropología económica, K. Polanyi o M. Shalins. Con respecto

a la polémica entre formalistas (partidarios de aplicar los conceptos de la teoría económica neoclásica alestudio de sociedades primitivas, campesinas o no capitalistas) y subtantivistas (opuestos), puede verse unacrítica a ambas posturas en Martínez-Veiga (1990).

16. No obstante, con respecto a la cuestión del n ŭcleo duro maximizador y en general a los funda-mentos de la ciencia económica, pienso que la discusión podría haber Ilegado a un punto límite en el quepoco se va a avanzar si no se incluyen otros enfoques. Parece cierto que la economía neoclásica se adap-

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IV. PROCESOS SOCIALES Y PSICOLOGíA HUMANA

El modelo de comportamiento racional descrito, y sobre el que se apoya la co-rriente principal de la economía, proviene del paradigma neoclásico de finales del si-glo pasado y comienzos del actual. Desde entonces, de forma paralela a su consoli-dación, las críticas a las que ha sido sometido no han sido pocas. Aportaciones, máso menos ilustres y bien conocidas, que han podido dar lugar a corrientes más o me-nos "heterodoxas" (Keynes, institucionalismo, marxismos, poskeynesianos, nuevoinstitucionalismo, etc.). Muchas también han sido las reformas y transformacionessufridas por el modelo, entre las que destacan las citadas en el epígrafe anterior. Cam-bios originados "desde dentro" de la corriente principal de la economía o por críticasaustríacas, surgidos desde nuevas líneas de investigación o subdisciplinas aparecidas,sobre todo, a partir de la década de 1970 (public choice, nueva economía institucio-nal, conductismo, etc.).

Sin embargo, si en algo se ha mantenido fiel la ciencia económica dominante a lolargo del tiempo es en el mantenimiento de fundamentos individualistas, tanto en suvisión de la sociedad, como en su concepción de la conducta (si bien, lo anterior de-be ser matizado, como se expondrá en el ŭltimo epígrafe al abordar la nueva econo-mía institucional). Esta situación contrasta con otras ciencias sociales y con la abun-dante literatura "heterodoxa" dentro de la propia economía, las cuales, a la hora deanalizar y sistematizar la conducta humana o al modelizar la sociedad, parten de pre-supuestos diferentes al incluir otras variables sociales que complementan o integranal comportamiento individual en marcos teóricos más ampliOs, todo ello sin guiarsepor una teoría del ser humano pretendidamente universal.

Estas contribuciones inciden, desde diferentes áreas, en advertir cómo la teoríaeconómica estándar, al concebir la sociedad como un agregado de conductas (gene-ralmente, y a pesar de los avances teóricos, subjetivas, no influenciadas o participa-

ta mejor a las categorías de Lakatos que a la estrategia de Popper basada en la falsabilidad (BANDRÉS,1996), pero me pregunto si los economistas debemos seguir insistiendo en la depuración del método guia-dos por la "razón científica". La explicación del cambio científlco a partir de la historia interna y los pro-cedimientos racionales del conocitniento, y en general la filosofía de la ciencia inscrita en la tradición la-katosiana y popperiana, comenzó a resquebrajarse con la obras de Kuhn y Feyerabend. En concreto, laaportación del primero contribuyó a ampliar el análisis del quehacer científico dando cabida a un enfoquemás sociológico. La vía abierta por La estructura de las Revoluciones Cientificas, en realidad ya transita-da por algunas contribuciones filosóficas (como la tesis de Duhem-Quine y la tesis de la carga teórica dela observación), ha dado lugar, ya en las décadas de los setenta y ochenta, a análisis como el de la socio-logía del conocimiento científico, dentro del cual destacaría una de sus principales corrientes, el Progra-ma Fuerte y sus derivaciones posteriores. Estas corrientes (influenciadas por autores como Durkheim,Wittgestein o M. Polanyi), cuyos efectos sobre el campo de la metodología económica desconozco, noshan hablado de unas reglas metodológicas también contextualizadas y de una verdad (intersubjetiva) y unconocimiento que no provienen directamente de la realidad, ni son un reflejo literal de ésta, ya que el co-nocimiento y en buena medida la realidad se consideran socialmente construidos.

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das), está olvidando la relación dialéctica entre el individuo y su contexto social. De-tengámonos a continuación en el comportamiento humano y, en el epígrafe siguien-te, en el modelo de sociedad, con la intención de intentar dilucidar si la subjetividadpuede tomarse como algo dado, un dato más. En concreto, con respecto a los dos pi-lares de la concepción racionalista de la acción, el tratamiento de la información y laconducta maximizadora de los individuos, cabe hacer los siguientes comentarios.

El problema de la información, como es ya reconocido por parte de los teóricosneoclásicos o conductistas, no tiene por qué ser su escasez, sino que más bien, alcontrario, lo que suele ocurrir es la imposibilidad de abarcar toda la información dis-ponible ante una decisión, y no sólo por su abultada cantidad sino por su heteroge-neidad y complejidad. Esta imposibilidad de recoger y procesar toda la informaciónno da lugar a una conducta irracional o, ni siquiera, a una racionalidad limitada. Ha-blaremos entonces de una jerarquización (Koestler) i7 que pennite, ante la imposibi-lidad e inutilidad de abarcar toda la información disponible, abandonar la parte no re-levante de la misma". Y de varios niveles de consciencia o, al menos, de lainsuficiencia del cerebro humano para computar en el nivel consciente toda la infor-mación y acciones posibles. More hayekiano, si un agente planificador central es in-capaz de procesar toda la información disponible en la sociedad, también es difícilcreer que, a otra escala, pueda hacerlo de manera consciente un solo indiv iduo(Hodgson, 1988).

Una postura empirista que dé por supuestos la obtención y el acceso a la infor-mación y que conciba la razón tan sólo como la capacidad de procesar información,no está reflejando la complejidad y riqueza del proceso cognoscitivo humano. Lamente también "crea" al desprenderse de aquella información no tan importante; lasfuentes de información también son configuradas mediante el conocimiento indivi-dual y éste, como veremos luego, también es sociall9.

17. Véase HODGSON (1988), pp. 69-70, 109-110.18. Refiexión que permite ser, más o menos, integrada en el cuerpo teórico neoclásico a través de las

preferencias lexicográficas de Georgescu-Roegen.19. En esta línea pueden verse diversas introducciones a la cibernética como, por ejemplo, Navarro

(1990). Allí se plantea como una visión shannoniana de la información, selección entre un conjunto inva-riante de opciones, debería ser completada con una concepción etimológica. Información, es decir, relati-vo a "dar forma", "transformar lo que informa", donde los individuos no sólo eligen entre posibilidadesdadas sino que también las constituyen. Refiexiones pos-goclilianas y reflexivas que sugieren que el co-nocimiento no puede ser explicarse al margen de sus conocedores y que las leyes que rigen los fenómenospueden ser ellas mismas producto de los fenómenos. Estos modelos de la complejidad, no necesariamen-te deterministas, o dotados de cierta autonomía, tienen en el estudio del funcionamiento del mercado, y enlos procesos de generación y distribución de información en general, un amplio campo para desarrollarse."A decir verdad, sólo desde hace poco los teóricos de la economía aceptan mirar de frente la posibilidadde que sus modelos (...) engendren una gran variedad y una gran complejidad de "comportamientos pro-pios" o puntos fijos. La epistemología de estos modelos de la crisis está en lo esencial por hacer" (DUPUY,1990, p. 70).

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Siguiendo a Hodgson (1988), podemos distinguir tres pasos en todo tratamientode la información: una selección previa de los datos, una interpretación de los mis-mos y la inclusión del resultado en la visión del mundo del observador. Es cierto quepensadores conductistas o austríacos han insistido en el estudio del proceso cognos-citivo. Sin embargo estas aportaciones se han basado en una defensa a ultranza de lanaturaleza exclusivamente subjetiva del modo de conocer. A pesar del avance que su-pone la propuesta austríaca respecto del idealismo neoclásico, el estudio de las inte-rrelaciones entre la acción humana y el marco institucional resulta, por lo menos, in-suficiente, cuando no distorsionador, si se parte de un planteamiento subjetivista tanradical en el que los sujetos actŭan exclusivamente guiados por motivos propios noinfluenciables. En realidad, la interrelación entre la información y el sujeto es muchomás intrincada que el mero reconocimiento de una mediación subjetiva del conoci-miento -aunque está defensa de "lo individual" pueda tener la intención de reconocerel papel de la acción humana, del entrepeneur, en el desenvolvimiento de la actividadeconómica.

En este sentido, la clásica obra de Berger y Lucicman (1972) nos muestra cómo elconocimiento no puede ser entendido sin el individuo, pero tampoco sin la sociedad.Sirviéndose de un enfoque dialéctico, los autores nos explican como el individuocrea la sociedad, pero al mismo tiempo, también es creado por ella. El mundo exter-no, nos dicen Berger y Luckman, es construido por el hombre. Esta realidad exteriorse independiza y retorna objetiva a unos hombres que la asumen mediante la insti-tucionalización (repetición de una misma acción que se convierte en típica, los há-bitos) y la legitimación (la vida individual cobra sentido). Este mundo social es acep-tado e interiorizado por el hombre a través de los procesos de socialización primaria,(en la nifiez) y secundaria (después, especialmente en la división social del trabajo).Sin embargo, está socialización nunca es completa ni tampoco es uniforme, varian-do en función de las características de la persona y de su lugar en la sociedad o cul-tura a la que pertenece.

Poniendo más el énfasis en el individuo o en la sociedad, y sin caer en el reduc-cionismo psicológico (que establece una equivalencia entre estimulos físicos y estí-mulos humanos) ni en el sociológico (el individuo es totalmente dependiente de suculturá o estructura social), diversas aportaciones nos sugieren cómo la percepcióndel mundo está organizada socialmente y la mente individual se forma en interacciónsocia1 20. No hay posibilidad de "librarse" de la doble causación individuo-sociedad,al estar estos modelos mentales, en realidad construidos por individuos, compartidos.

20. Para una visión panorámica sobre psicología cognitiva o psicología social en general, puede ver-se MORALES (1997). Ya en el ámbito económico, quizá sea el consumo la parte más analizada. Apartede "clásicos" como Veblen o Baudrillard, merecen ser destacarse, desde una perspectiva sociológica, lasinvestigaciones de Jesŭs Ibáñez (MARÚN DE D1OS, 1990) o también, para una visión teórica del asun-to en psicología social actual (QU1NTAN1LLA, 1993).

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Es decir, debemos tener en cuenta que "el conocimiento mediatiza todos los procesossociales que intervienen en la dialéctica entre individuo y sociedad. La realidad esconstruida y mantenida mediante el elemento cognoscitivo"21.

Por otra parte, tipos ideales, como el del maximizador, tienen la ventaja de ser,efectivamente, ŭtiles, y de agilizar la explicación, pero a su vez también tienen elinconveniente de alejarse, abstraerse, de los contextos reales y concretos. Como sepropondrá más abajo, debe quedar claro que previa o simultáneamente al estudio delos intercambios, por ejemplo en el mercado, debe estudiarse el marco institucionaldonde tienen lugar y donde son conformados. 0 lo que es lo mismo, que deberá va-lorarse la utilidad o no de concepciones maximizadoras del comportamiento seg ŭn loque se esté estudiando, periodo histórico, lugar, escala, etc., e invertir la dirección delanálisis para no adaptar al modelo el caso a estudiar y, de otra manera, ver en qué me-dida el modelo responde o no al caso concreto para cambiarlo o reformularlo. Esta es-trategia no supone el abandono (por otra parte imposible) de la teoría, ya que ésta de-be delimitar el objeto de estudio y ayudar en la selección de los datos relevantes.

Además, desde la antropología económica, la sociología o la historia, se ha su-gerido en bastantes ocasiones la no existencia de personas ideales y sí la multiplici-dad de formas de racionalidad económica 22. Por ejemplo, desde una postura digna deser resaltada por su intención integradora, para Godelier (1989) sí que existen estra-tegias de optimización sólo que lo significativo no es si se optimiza o no, sino cuan-to permiten optimizar las restricciones institucionales. La racionalidad intencional,consciente, que busca la mejor forma da alcanzar unos objetivos, y que es de la quetradicionalmente hablan los economistas, por sí sola es insuficiente en la explica-ción ya que debe ser incluida en el modo específico en que cada sistema económicoy social determina lo que es correcto o bueno, es decir debe tenerse en cuenta la ra-cionalidad no intencional donde se halla inscrita.

En resumen, una teoría del comportamiento que pretenda reflejar fielmente lasconductas económicas, no debería alejarse del contexto socio-histórico concreto. Ló-gicamente, las consecuencias de esta pertenencia no anulan la voluntad, pero sí mues-tran la insuficiencia de concepciones exclusivamente deductivas como la del hombreeconómico. La teoría económica estándar, al concebir las decisiones como resultadode procesos conscientes de indagación de necesidades individuales, no condiciona-das, se asocia con la sugerente, qué duda cabe, idea de libertad individual; pero, pre-cisamente por ello, de esta forma se excusa de no indagar en la génesis ideológica de

21. LAMO DE ESPINOSA, GONZÁLEZ GARCÍA, TORRES ALBERO (1994), p. 417.22. En realidad, como señala Sabio (1995), la idea de que las categorías económicas han sido confl-

guradas por procesos históricos ya formaba parte de historiadores y economistas franceses de los años 30como Simiand, Labrousse, Febvre, Bloch, etc. Las décadas posteriores darían lugar a un "repliegue" de laeconomía dominante que la alejaría de otras ciencias sociales, por lo menos hasta los años 70.

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dichas necesidades y en los mecanismos de influencia en la conducta. Todavía más alabstraer la elección mediante su formulación en el vacío.

V. LA DICOTOMÍA INDIVIDUO/SOCIEDAD

Las limitaciones del individualismo metodológico referido a la conducta econó-mica mostradas en epígrafes anteriores deben completarse con propuestas de mode-los teóricos sobre la sociedad que integren al individuo en su dimensión social e his-tórica. En la actualidad, encontramos dos líneas de investigación que, seg ŭn parece,están en continua aproximación.

En primer lugar, encontramos un compendio de escuelas y autores reunidos en laque se suele denominar "nueva economía-política" o, también (por una de sus deri-vaciones más en boga) "nueva economía institucional" o "economía neoclásico-ins-titucional". Se trata de aportaciones más o menos recientes que suelen partir del en-foque neoclásico tradicional e integran conceptos austríacos, schumpeterianos, etc.Estas teorías reconocen la excesiva abstracción de los modelos neoclásicos tradicio-nales, que no suelen tener en cuenta ninguna "variable institucional" que haga alusiónal marco político-administrativo concreto donde se desarrollan los procesos de pro-ducción e intercambio. Dado que, en gran medida, los resultados de la actividad eco-nómica dependen de las reglas sociales, no pueden obviarse estas restricciones re-flejadas en el marco legal, que son incluidas explícitamente en la modelización23.

Este análisis se lleva a cabo mediante la incorporación de costes de transacción (alrelajar la hipótesis de información perfecta e intercambio sin costes) y el estudio delas restricciones, definidas por reglas y contratos, de los derechos de propiedad. Deesta manera, a través de la investigación de la influencia de las instituciones sobre losmecanismos de coordinación, y desde una perspectiva evolucionista o contractualis-ta podrá, bien justificarse microeconomicamente la eficiencia de las instituciones;bien denunciar la pervivencia de unas estructuras destinadas a satisfacer interesesprivados más que a reducir los costes de transacción o la incertidumbre.

No obstante, con respecto a la metodología empleada, estas nuevas corrientesmantienen, en lo fundamental, premisas individualistas. Es decir, se defiende la con-cepción racionalista de la acción, aunque en versiones menos estrictas, como guía delcomportamiento económico y se sigue considerando la gestación de gustos o pre-ferencias como una variable exógena. En cuanto a la interacción de conductas y sus

23. Encontramos aquí desde la teoría de la elección p ŭblica hasta la nueva economía institucionalpropiamente dicha, pasando por la economía de los derechos de propiedad, la economía conductista, etc.Para una visión más exhaustiva, incluyendo autores, puede verse SERRANO (1994), BANDRÉS (1996),SCREPANTI y ZAMAGNI (1997), cap. 11.

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resultados, la explicación se sirve del individualismo institucional y de los efectos noesperados de la acción individual24.

Por otra parte, encontramos otras líneas de investigación cuya principal diferen-cia, en cuanto al tema en cuestión, es matizar, complementar o incluso rechazar el in-dividualismo metodológico. Quizá podríamos encuadrar a estos autores en lo que seha venido en llamar "nuevo institucionalismo europeo", aunque en realidad pode-mos incluir aquí las aportaciones actuales que derivan de lo que se conoce como"economía radical" de inspiración marxista, poskeynesiana, institucional, etc. Enverdad, varias escuelas de imposible reunión bajo una etiqueta. Sin embargo, sí quecreo que en lo que se refiere a cuestiones metodológicas podrían compartir bastantesde los siguientes rasgos.

En primer lugar, quizá como punto de partida comŭn, el rechazo de concepcionesexclusivamente contractualistas de las instituciones. Frente a ellas, se piensa que labŭsqueda por parte de los individuos de unos principios de gobierno o de unos mo-dos económicamente eficientes, presupone que estos individuos ya Ilevan incorpo-rados previamente unos principios (en función de criterios socio-históricos, cultura-les, económicos), entre otros motivos, porque son racionales. Por ello, se contemplael hecho económico no sólo como resultado de decisiones humanas (teoría de laagencia) , sino fruto de la relación entre la acción individual y la estructura. El indi-viduo es un producto social, la sociedad se reproduce y transforma por los individuosy los grupos. Esta relación es procesual, evolutiva, nunca estática y, por lo tanto, his-tórica25.

En segundo lugar, deben superarse visiones fragmentarias de la sociedad más omenos influenciadas por el, tan extendido entre los economistas, funcionalismo par-soniano que reduce la sociedad a un conjunto de subsistemas independientes. Esto noimplica una renuncia a la investigación de la actividad económica en la sociedad, yaque "Io económico" tiene suficiente entidad como para ser estudiado por sí mismo,sin embargo, sí conlleva, un estudio de la "parte no dominante" 26. Las sociedadescapitalistas son en realidad mucho más complejas que lo que multitud de modeloseconómicos sugieren. Como mostraron A. Smith, Marx y Schumpeter, los sistemaseconómicos no se encuentran aislados, no son "puros". Así, es necesario replantear-

24. En realidad, no es sólo el individualismo el punto de partida en estos modelos sino que, en bas-tantes ocasiones (más recientemente), se incluyen los grupos de presión y de bŭsqueda de rentas. BAN-DRÉS (1993), cap. 7; SERRANO (1994), GALLEGO (1997).

25. En este sentido puede verse GIDDENS (1987), en especial el capítulo "The social sciences andphilosophy trends in recent social theory".

26. No obstante, el rechazo del reduccionismo económico no debe confundirse con la inevitable es-pecialización y, en su caso, la no menos importante selección de un reducido n ŭmero de variables a la ho-ra de estudiar un fenómeno económico, más todavia si se pretenden analizar plazos cortos.

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se los modelos que explican el funcionamiento de los mercados y de las sociedadescapitalistas en general, y aquí, el utilitarismo individualista (continuamente refor-mado) resulta insuficiente. Tanto la producción como las relaciones de intercambiodeben contemplarse inscritas en marcos institucionales que contribuyen a crearlas ya sostenerlas.

En tercer lugar, el concepto de institución debe entenderse como hábitos de pen-samiento establecidos y comunes, pactos tácitos o costumbres de aceptación socialque impregnan toda actividad económica al moldear las acciones individuales y pro-ducir comportamientos colectivos (Screpanti y Zamagni, 1997). Las instituciones,aclara Bromley, no son organizaciones, definen las organizaciones. Constituyen "lasnormas previas -emanadas de las acciones colectivas de los individuos a fin de arti-cular las condiciones para la acción individual y grupal, y de manifestar su acuerdopara sentirse vinculados por esas normas- que establecen, en palabras de Commons,las "reglas operativas para un normal funcionamiento de las instituciones"27.

De esta manera, el mercado no surge espontáneamente de la agregación de pre-ferencias subjetiva sino que se da en un contexto institucional que, en gran parte, esel que configura o predispone tanto las preferencias como las acciones y los resulta-dos. Esta trabazón entre organización de la producción, mercados y marco institu-cional, no renuncia a la abstracción, puede ser modelizada, por ejemplo, mediante te-orías reproductivas en las que tanto la producción como la distribución de la rentacondicionan la formación de precios. Este análisis termina por conducirnos al estudiode las redes de poder y los mecanismos de modificación de reglas, piezas funda-mentales para comprender el funcionamiento de los sistemas económicos (Gallego,1995 y 1997).

Por ŭltimo, se recupera el papel de los grupos sociales, los cuales, no obstante, nose entienden configurados solamente a partir de variables distributivas. Su forma-ción y continuidad en el tiempo no es debida sólo a motivos económicos, al estartambién determinados por motivos políticos, culturales, familiares, etc.. Además, notienen por qué ser homogéneos ni cerrados ni estar necesariamente siempre en con-flicto, encontrándonos situaciones en las que aparecen estrategias negociadoras, decolaboración, etc. En todo caso, el énfasis es puesto no sólo en la conducta individualo en los aspectos relacionales de los individuos, sino en la interacción entre indivi-duos, grupos sociales e instituciones p ŭblicas. Relaciones que se dan no en mercadosideales, sino formando parte de contextos institucionales concretos que condicionanlos resultados económicos28.

27. Bromley (1985), p. 60.28. En palabras de Marx: "El propio interés privado es ya un interés determinado, y puede alcanzar-

se solamente en el ámbito de las condiciones que fija la sociedad y con los medios que ella ofrece" (ci-tado por LAMO DE ESPINOSA (1981), p.45.

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En conclusión, dos formas de aproximarse a lo mismo. La incapacidad de des-cribir fielmente los sistemas económicos de sociedades capitalistas a través de idea-lizados modelos donde la agregación de comportamientos de individuos racionalesatomizados conduce a equilibrios conciliadores. La superación de los estrechos már-genes neoclásicos no debe quedarse en las agudas apreciaciones de Keynes con res-pecto a la incierta supervivencia de un capitalismo basado en los ajustes automáticosde la concurrencia de intereses en el mercado. La complejidad social exige una cien-cia económica menos aferrada a supuestos de partida simplificados que sacrifican laaproximación a realidades concretas en aras de una refinada modelización que sejustifica a si misma mediante el recurso a la sofisticación. Por ello, por un lado apa-recen unas corrientes que mantienen los fundamentos individualistas (rechazandolas "variables sociales"), pero que los matizan o relajan mediante el reconocimientode instituciones o valores compartidos surgidos a partir de las consecuencias, no ne-cesariamente deseadas, de la interacción ñlo que se ha Ilamado individualismo insti-tucional. Y, por otro, disponemos de otra serie de corrientes que llevan a cabo el in-tento de integración entre el individuo y la sociedad reconociendo la existencia demecanismos colectivos de generación de identidades, normas, posibilidades y cons-treñimientos que terminan por convertir al individuo, al homo oeconomicus, al me-nos, en una variable más a añadir a la acción de grupos sociales, poderes pŭblicos yprivados o instituciones. Con el tiempo veremos en qué medida ambas posturas aper-turistas se separan todavía más dando lugar a paradigmas irreconciliables, hecho que,en verdad, no debería sorprendernos ya que los objetivos de ambas posturas puedenno ser los mismos (y tampoco la integración tiene por qué ser un requisito impres-cindible o deseado), o, por el contrario, confluyen fructíferamente hacia campos deinvestigación comunes.

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