ADICIONES LEXICOLÓGICAS I · 2007. 11. 29. · las partes de esta obra— de clasificar voces...

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ADICIONES LEXICOLÓGICAS I En medio del empirismo desolador de las más generaliza- das prácticas de la Lexicografía tradicional y corriente, la ro- tulación algunas veces advertida y utilizada de "Diccionario ideológico", parece justificar que abramos un modesto crédito a la esperanza de hallar por fin realidades más venturosas que las ordinariamente ofrecidas a nuestra curiosidad insaciable. Ese estado de ánimo se apoderó de nuestro espíritu antes de hojear y estudiar la obra de D. Julio Casares titulada Diccio- nario ideológico de la lengua española. "Desde la idea a la pa- labra; desde la palabra a la idea" (Editorial Gustavo Gili, S. A. Barcelona, MCMXLII). El citado autor, en su Nuevo concep- to del Diccionario de la Lengua, y otros problemas de Lexico- grafía y gramática', formula estos asertos: "Lo verdaderamente necesario, lo que todos echamos menos a cada paso es un procedimiento mediante el cual se faciliten las operaciones activas del lenguaje, algo que, cuando llegue el caso, nos ayude a hablar, a escribir y también a pensar. . .". No necesi- taremos advertir que son muy laudables los indicados desig- nios y que acaso necesiten precisa aclaración y glosa las de- nominadas "operaciones activas del lenguaje", por si han de ser diferenciadas de otras "operaciones pasivas", que sólo con- jeturalmente sospechamos en qué puedan consistir. Mas el mencionado lexicógrafo propone para la realización de las altas finalidades indicadas la fórmula siguiente: " . . . para esto hay que crear junto al actual registro por abecé, archivo hermético y desarticulado, el Diccionario orgánico, viviente, sugeridor de imágenes y asociaciones, donde, al conjuro de la idea, se ofrezcan en tropel las voces, seguidas del útilísimo cortejo de si- nonimias, analogías, antítesis y referencias, un diccionario comparable 1 Tomo V de las Obras completas, Espasa Calpe, editor, Madrid, 1941, pág. 87.

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  • ADICIONES LEXICOLÓGICAS

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    En medio del empirismo desolador de las más generaliza-das prácticas de la Lexicografía tradicional y corriente, la ro-tulación algunas veces advertida y utilizada de "Diccionarioideológico", parece justificar que abramos un modesto créditoa la esperanza de hallar por fin realidades más venturosas quelas ordinariamente ofrecidas a nuestra curiosidad insaciable.Ese estado de ánimo se apoderó de nuestro espíritu antes dehojear y estudiar la obra de D. Julio Casares titulada Diccio-nario ideológico de la lengua española. "Desde la idea a la pa-labra; desde la palabra a la idea" (Editorial Gustavo Gili, S. A.Barcelona, MCMXLII). El citado autor, en su Nuevo concep-to del Diccionario de la Lengua, y otros problemas de Lexico-grafía y gramática', formula estos asertos: "Lo verdaderamentenecesario, lo que todos echamos menos a cada paso es unprocedimiento mediante el cual se faciliten las operacionesactivas del lenguaje, algo que, cuando llegue el caso, nosayude a hablar, a escribir y también a pensar. . .". No necesi-taremos advertir que son muy laudables los indicados desig-nios y que acaso necesiten precisa aclaración y glosa las de-nominadas "operaciones activas del lenguaje", por si han deser diferenciadas de otras "operaciones pasivas", que sólo con-jeturalmente sospechamos en qué puedan consistir. Mas elmencionado lexicógrafo propone para la realización de lasaltas finalidades indicadas la fórmula siguiente:

    " . . . para esto hay que crear junto al actual registro por abecé,archivo hermético y desarticulado, el Diccionario orgánico, viviente,sugeridor de imágenes y asociaciones, donde, al conjuro de la idea,se ofrezcan en tropel las voces, seguidas del útilísimo cortejo de si-nonimias, analogías, antítesis y referencias, un diccionario comparable

    1 Tomo V de las Obras completas, Espasa Calpe, editor, Madrid, 1941, pág. 87.

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    a esos bibliotecarios solícitos que, poniendo a contribución el índice dematerias, abren camino al lector más desorientado, le muestran pers-pectivas infinitas y le alumbran fuentes de información inagotables -.

    Las precedentes consideraciones fundamentan la clara ylaudable finalidad perseguida con el Diccionario ideológico,finalidad que "consiste en poner a disposición del lector, me-diante un inventario metódico, no intentado hasta ahor'a, elinmenso caudal de voces castizas que, por desconocidas uolvidadas, no nos prestan servicio alguno", etc., etc. \

    Para cuando menos intentar alcanzar la finalidad propuesta,hay que proceder a la "sistematización del vocabulario, reu-niendo en grupos conceptualmente homogéneos cuantas pala-bras guarden relación con una idea determinada" '. Se trata,pues, de un repertorio del lenguaje literario y vulgar, pero,en manera alguna, de un diccionario enciclopédico. Un dic-cionario general, no puede, ni debe incluir todos los tecnicis-mos de las ciencias y artes y se limita a "registrar los vocablostécnicos que en materia ajena, no debiera ignorar sin desdorouna persona culta". Mas al reunir "en grupos conceptualmentehomogéneos cuantas palabras guarden relación con una ideadeterminada", las clasificaciones así obtenidas responden tansólo o, cuando menos, principalmente, a finalidades prácticas,lo cual no es obstáculo para que se alcancen de esa manera de-terminados resultados de orden sin duda, en parte, científico.El autor, cuyas doctrinas estamos exponiendo, glosa las tesisque acabamos de consignar con estas significativas aseveracio-nes:

    Si consideramos el cuadro titulado Zoología . . . vemos que reproduceen cierta medida el índice metódico de un tratado de dicha disci-plina; aunque con la singularidad que se deriva —y esto afecta a todaslas partes de esta obra— de clasificar voces referentes a las cosas y nolas cosas mismas (op. cit., pág. xi).

    Creemos muy acertada la distinción de referencia y ten-dremos oportunidad en la exposición subsiguiente de insistir

    2 Op. cit., pág. 118.3 Julio Casares, Diccionario ideológico, plan de la obra c instrucciones para su

    manejo, pág. ix.4 Op. cit., loe. cit.

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    de nuevo en el hondo sentido que alcanza dicha tesis. Habrá,pues, que dar a las clasificaciones reflejadas en los cuadrossinópticos el relativo valor que puede corresponder a aquéllasen las referidas circunstancias. Cree el Sr. Casares, sin em-bargo, que en los cuadros de ideas abstractas, se ha podido u-tilizar en gran medida la contraposición en dos columnas delos conceptos antagónicos, pero no oculta que los grupos pre-sentados como antitéticos, no lo son siempre con todo rigorlógico.

    Después de exponer los conceptos que acabamos de extrac-tar, nuestro autor cuidadosamente describe las tres partes prin-cipales de su Diccionario ideológico (parte sinóptica, parteanalógica y parte alfabética), entrando en disquisiciones queno necesitaremos seguir aquí con toda minuciosidad. Baste conindicar tan sólo, porque tal excepción se justifica por la po-sible ambigüedad del término correspondiente empleado, quela segunda parte, la llamada Parte analógica, está "formadapor la serie de los grupos de palabras afines ordenados al-fabéticamente por la palabra que les sirve de enunciado o ca-beza" 5. Se nos advierte también por el mencionado autor quepara las cabezas o epígrafes de los grupos, se han preferido losnombres sustantivos, que ofrecen más extensión lógica que lasrestantes partes del discurso. Para conseguir esta finalidad ex-tensiva, ha habido que emplear vocablos de poco uso, o porcompleto inusitados, o incluso neologismos forjados ad hoc.Por último, el mismo autor además indica que ha retocado,o modernizado totalmente, gran cantidad de definiciones enla parte alfabética, siempre que le pareció indispensable, pe-ro que no ha querido ir demasiado lejos por este camino, afin de mantenerse, en lo posible, dentro de la ortodoxia re-presentada por el Diccionario de la Academia. En este puntodejamos al Sr. Casares toda la responsabilidad y todo el po-sible acierto o desacierto de semejante actitud.

    La "ortodoxia representada por el Diccionario de la Acade-mia" no ha sido ciertamente en muchas ocasiones incontrover-tible, ni ha dejado de ser muchas veces violenta y hasta fun-

    5 Op. cit., pág. XII.

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    damentalmente controvertida. En ese sector de las actuacioneslexicográficas, no pocas heterodoxias han tenido manifiesta le-gitimación. Pero insistimos en dejar la justificación de la ac-titud mencionada a quien con toda solvencia y responsabili-dad puede adoptar dicha orientación doctrinal G. Por nuestraparte, no es el últimamente indicado aspecto el que de modocapital nos interesa, ni puede interesarnos con la obligada ob-jetividad en la dirección doctrinal que representan los parti-darios del susodicho Diccionario ideológico. Centramos nues-tra atención y nuestra efusiva curiosidad en otras perspectivasdistintas de la que acabamos de registrar. Y pensamos: ¿seráposible que un "diccionario" del tipo del descrito ponga eneficaz tensión las llamadas "operaciones activas" del lenguaje ?¿Asistiremos con el Diccionario ideológico al momento crucialque nos permita obtener de los léxicos insospechados e ina-preciables dones? Abrimos esta interrogante con leal sinceri-dad, y lamentamos que acaso no nos sea posible disiparla conterminantes y decisivas aseveraciones.

    En primer término hagamos constar que el intento perse-guido con tal diccionario ideológico es, en todos sentidos,laudable; aun en el supuesto de que la realización de dichoanhelo no fuera asequible en un plazo prudencial de tiempo,semejante capital finalidad puede legítimamente requerir yutilizar las más abnegadas capacidades y los más denodadosesfuerzos de los lexicógrafos conscientes y responsables. Eneste punto, no puede ofrecer atenuación ni duda la adhesión

    6 Adviértese que el propio Sr. Casares dista mucho de desconocer los erroresque en el Diccionario académico han hallado frecuente y dolorosa acogida. Estasnobles palabras del docto citado (vid. su obra titulada El idioma como instrumentoy el Diccionario como símbolo, Mad. 1944, págs. 32-33) señalarán a la "ortodoxia"de referencia sus inexcusables límites prudenciales: "Es de lamentar ciertamenteque las envidiables dotes de escritor y de polemista con que se adornaba Valbuenano hubiesen ido acompañadas de una competencia, siquiera decorosa, en las mate-rias que trataba; pero no se puede negar que sus agrias censuras sirvieron parareparar no pocos desaciertos del Diccionario y para que éste se mantuviese durantealgún tiempo —y a esto voy a parar— en el campo de atención de españoles ehispanoamericanos . . . Creo que toda crítica objetiva, aun la más hostil y des-vergonzada, contiene elementos de colaboración aprovechables, y la considero pre-ferible al silencio, que, benévolamente interpretado, puede significar respeto exce-sivo, pero que también podrá ser, ay! síntoma de desvío y desinterés".

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    sincera que prestamos al designio prefijado. Que un diccionariosea un verdadero y eficacísimo fermento de las actividadeslingüísticas más eficaces y fructuosas, es un justo y nobilísimopropósito, digno de la más calurosa simpatía. Todos sabemosbien, por dolorosísimas experiencias personales, que no sonde ordinario los léxicos útiles muy eficaces para poner en ten-sión creadora las actividades lingüísticas y a todos nos constaque con los diccionarios tradicionales, hemos consumido horasde esfuerzos tediosos y, en gran parte, frustrados e inútiles.Las "lágrimas del latín y del griego" que algunos prudentesescritores han tratado de evitar, débense en no poca parte alos farragosos infolios de los diccionarios más corrientes de esasdos admirables lenguas clásicas.

    Mas si creo que podremos llegar casi a la unanimidad en elreconocimiento de los males indicados y del explicable anhelode su eficaz y definitiva remoción, sospecho en cambio queno hemos de llegar a la misma coincidencia ideal en la de-terminación de los medios que permitan superar los defectoslexicográficos recordados y alcanzar el bien apetecido en esaesfera lingüística, del que, como hemos visto ya, es elocuentevocero D. J. Casares. Creemos sinceramente que para que unDiccionario sirva de verdadero vivero de formas léxicas y degiros sintácticos, es muy difícil que basten o que sean eficaz-mente suficientes los cuadros sinópticos, la parte analógica yla parte alfabética del Léxico ideológico del docto mencio-nado. Mas como esta personal apreciación no tiene en su abo-no autoridad alguna, pues de toda carece el que se atreve a for-mular el precedente aserto, que los razonamientos subsiguien-tes sirvan para cimentar o para desvirtuar la tesis aquí sentada.

    He aquí, pues, las razones en que basamos nuestra prece-dente valoración. Será muy difícil que se pueda estimular yfecundar con manifiesta eficacia las susomentadas operacionesactivas del lenguaje sirviéndose de clasificaciones conceptua-les del tipo de la propuesta y utilizada por el Sr. Casares ensu mencionado Diccionario ideológico. Tales clasificaciones con-ceptuales tienen, como veremos en un segundo capítulo de esteestudio, precedentes históricos en síntesis representativas de

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    valor casi enciclopédico siempre, sin duda, meritorias, peroen parte artificiosas siempre también y acomodadas al nivelde cultura de cada época y de cada autor. La obligada rela-tividad y el inexcusable artificio, por tanto, de esas ordenacio-nes de ideas y de representaciones, han de influir en formainequívoca de muy desigual manera sobre las distintas in-dividualidades psíquicas sometidas a la eficiencia lingüísticade los léxicos ideológicos. Esta eficiencia lingüística plasma-dora de los léxicos ideológicos será manifiesta y notoria enlos límites y en el grado y medida en que tales diccionariosreproduzcan o reflejen los procesos reales psíquico-lingüísticosque intentan provocar o intensificar. Sabido es que, como yaH. Paul con toda determinación advirtió en el primer terciodel siglo en curso, verdaderos sistemas de representacionesen distintos grados y en diversas formas de asociación ligadas,sirven de inexcusables soportes a la actuación lingüística nor-mal y ordinaria.

    Si los diccionarios ideológicos fundamentalmente se aco-modan a esas estructuras psíquico-lingüísticas, su eficacia plas-madora queda desde luego garantizada, mas si tales léxicos ar-tificiosamente se separan de las habituales perspectivas de nues-tro mundo psicológico-lingüístico, hay gran riesgo de quese frustren los mejores propósitos y las más abnegadas tareasde la moderna lexicografía.

    Este aspecto específicamente lingüístico, es el que echamosmenos en la "exposición de motivos" que pueden legitimar lalabor de los léxicos ideológicos formulados por el Sr. Casares.Y juzgamos imprescindible subrayar tal perspectiva, no ya solopor su indiscutible valor intrínseco, sino hasta por sus conse-cuencias de orden metodológico. Sabido es que sentimos enocasiones un irrefrenable desdén por la ordenación alfabética,de cuyo valor pragmático no dudamos, sin embargo, jamás.Pues bien, esa humilde ordenación alfabética que nos parecedistante toto cáelo de la más superficial clasificación concep-tual, tiene una desconocida importancia que interesa no olvi-dar. Alfabéticamente conserva también nuestra memoria gló-tica grupos de vocablos y de sus correspondientes conceptos,

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    y en los procesos analógicos, las similitudes fonológicas tienenfrecuente y muchas veces fructuosa, fecunda repercusión. Nopocos hechos de la denominada "etimología popular" son de-bidos a semejanzas fonológicas incluíbles en el orden de lasagrupaciones alfabéticas. Véase por donde la desdeñada su-cesión de las letras del alfabeto, es algo más que un cómodoprocedimiento de catalogación lexicográfica. Pensando en es-tas notorias e indiscutibles realidades del mundo lingüístico,más de una vez he llegado a creer que el relativo desdén delos nuevos lexicógrafos por el orden tradicional alfabético, ar-guye en no pocos casos una visión no muy amplia y compren-siva de los fenómenos lingüísticos lexicográficos. La Lingüísticageneral, o, cuando menos, la Psicología lingüística, puede ymerece ser consultada por los más audaces y eficaces inves-tigadores de la Lexicografía.

    II

    Mas para deparar a todas nuestras precedentes glosas lanecesaria documentación y la justificación indispensable, vamosa entrar ahora en un orden de consideraciones históricas quecreemos fundamental. Hagamos constar en primer términoque aunque el Sr. Casares pretende haber alcanzado la prio-ridad en España en la dirección lexicográfica ideológica, nocorresponde a dicho docto tal honor, atribuíble, en cambio,a D. Eduardo Benot. Ignoramos las razones que haya tenidoD. Julio Casares para silenciar la labor de su mencionado pre-cursor, pero no nos creemos ni obligados, ni menos autorizadosa seguir semejante conducta en debido acatamiento a la ver-dad histórica y fuera de toda consideración personal, pues elque traza estas notas no ha tenido el honor de tratar ni de co-nocer siquiera personalmente a ninguno de los dos citadosSrs. académicos. Procedemos, pues, como es indispensable pro-ceder en estos casos, sine ira et studio, y a una inmensa distanciade cualquiera orientación profanada por reprobables sectaris-mos. Aunque quienes nos conocen, saben bien que no hemosseguido nunca otra conducta que la que acreditan los prece-dentes asertos, acaso no huelguen estas salvedades en la atmós-

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    fera saturada de pasiones que agobia al mundo contemporáneode la postguerra.

    Pues bien, el citado D. Eduardo Benot en su conocido Dic-cionario de ideas afines y elementos de tecnología compuestopor una sociedad de literatos bajo la dirección de D. E. B. (Mad.,Imp* de D. Pedro Nuñez, s. f.: F. C. n9 5466) ', terminante-mente señala su orientación ideológica en estos precisos térmi-nos (op. cit., pról. pág. v): "Los Diccionarios vulgares que an-dan en manos de todo el mundo, se proponen resolver el si-guiente problema: "Dada una palabra averiguar las ideas ex-presadas por ella".

    Pero el fin de este Léxico especial, que ahora por primera vezsale a luz en nuestra España, es precisamente todo lo contra-rio: "Dada una idea encontrar las palabras que la expresan".

    No se puede desconocer que es tan legítima una como otrade las dos finalidades últimamente contrapuestas, mas la queaquí ahora subrayamos, sirve, según el mismo Sr. Benot indica{op. cit., loe. cit., pág. V I I ) , para un objetivo esencialmentepráctico, puntualizado en estos términos:

    A los que se abren penosamente camino luchando con las dificul-tades del escribir, trata de ayudar este Diccionario de ideas, suminis-trándoles sobre cada asunto todo el caudal de voces y de frases que lalengua puede suministrar para la expresión, no sólo del asunto quepintan o discuten, sino también para los matices e irisaciones de susvariantes, de sus estados y sus límites, de sus modificaciones y sub-tibilidades (sic), del fondo esencial de la idea que preside a tales pa-labras, y de lo accidental de los conceptos.

    Mediante el largo pasaje trascrito, cabe comprobar que seperseguía una finalidad esencialmente pragmática con los léxi-cos ideológicos. Preocupaba ante todo y sobre todo la nece-sidad de suministrar material lexicográfico a quienes compo-

    T Utilizamos también de esta obra una reciente reimpresión, que lleva la si-guiente portada: Diccionario . . . E. B. (De la Academia Española). Este Dicciona-rio, además de tener agrupadas todas las palabras de la lengua castellana, siguiendoun orden de afinidad, contiene copiosos vocabularios de ciencias, artes, oficios, pro-fesiones, etc. Primera edición totalmente revisada y esmeradamente corregida, Bue-nos Aires, Editorial Sopeña, Argentina, S. R. L. (Al dorso de esta portada, leemos:Primera edición, Dcbre. de 1941).

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    nían en una lengua que sólo imperfectamente les era cono-cida. Y, sin embargo, ese objetivo práctico, no impide a Benotrazonar la eficacia de los léxicos que estudiamos con argu-mentos de estricto valor científico. Dice así el citado autor (op.cit., loe. ctt., pág. vu):

    Las voces son las alas de nuestros pensamientos. Sin la agencia delas palabras, los fenómenos de la mente carecerían de aire para su de-sarrollo. La lengua aumenta nuestra vista mental, fija las ideas y lasimágenes, y las detiene para someterlas a constante contemplación. Entodo proceso del raciocinio entra el lenguaje como elemento esencial.

    Juzgamos acertadísimas, indiscutibles las aseveraciones queacabamos de transcribir, no siempre tenidas en cuenta con elrigor y esmero apetecibles. No se trata ya sólo de suministrarnoble vestuario léxico a ideas más o menos vagas e impreci-sas; es que hasta para pensar silenciosamente, debemos dar dis-cretos signos orales a nuestros más delicados procesos de idea-ción, si pretendemos obtener de éstos el máximum de su ren-dimiento conceptual.

    Ahora bien, ¿cuáles son los precursores conocidos de laslabores lexicográfico-ideológicas reseñadas? Porque ni Casares,ni Benot pretenden haber abierto ruta por primera vez en ladirección indicada, y ambos señalan los precedentes que hantenido en cuenta en sus respectivas lucubraciones lexicográficas.Casares se limita a señalar como precursores de la clasifica-ción ideológica del Léxico a Roget en Inglaterra (1852) y aBoissiére en Francia (1862), citando además la obra tituladaDictionnaire des idees suggerées par les tnots de Rouaix (Ar-mand Collin, Paris). Benot, en cambio, recogiendo y amplian-do las referencias de Roget (al que nos referiremos despuésen forma muy particularizada), registra en la serie de las in-dicadas fuentes en primer término el Amera Cosha, o Voca-bulario de la lengua sánscrita por Amera Sinha. En este pun-to, puedo y debo hacer algunas rectificaciones a estos datos.El vocabulario aquí citado (mal citado por Roget y por Benot,que sigue a Roget) llevaba, en realidad, este rótulo: Amara-Koca (e. d., inmortal tesoro; su autor fue Amara-simha, e.

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    d., inmortal león). Vid. en comprobación de la exactitud delas rectificaciones propuestas Dictionnaire sansl{rit-frangais parN. Stchoupak, L. Nitti et L. Renou, Paris, Adrien Maisonneuve,1931, pág. 74. En la obra Otto Bóhtlingl(s Sanshjit-Chresto-mathie, dritte verbesserte und vermehrte Auflage herausge-geben von Richard Garbe, Leipzig, H. Haessel Verlag, 1909,págs. 278-282, se incluye el texto sánscrito de dos fragmentosdel Amarako^a, nombre en dicha Crestomatía así transcrito:Amarakosa (una y otra transcripción, c, y s, son aceptables yaceptadas para representar con tipo latino la sibilante palatalsorda, mas lo que no se ha aceptado nunca es la representa-ción de dicha sibilante por el signo sh). Los fragmentos dereferencia corresponden a 2, 6, 3, 1-41 y 3, 4, 13, 48-59 delLéxico mencionado, según aparecen en las ediciones que elmismo Garbe (op. cit., pág. 412) registra en estos términos:"Nach den Ausgg. von Th. H. Colebrooke, Loiseleur Deslong-champs and Chintamani Shastri Thatte (under the superin-tendence of Dr. F. Kielhorn, second edition, Bombay, 1882)".Me propongo traducir los fragmentos citados y discriminadosde la Crestomatía de Bóhtlingk-Garbe para unir mi proyectadaversión castellana como apéndice a este ensayo monográficopor la extraordinaria rareza del texto en cuestión, del quedudo hallar ejemplar alguno en las bibliotecas de Bogotá. Cons-te, pues, el anhelo, por si su realización no me fuera en definiti-va asequible, ya que dispongo en el lugar de mi actual y ha-bitual residencia de muy escasos medios lexicográficos parasemejante labor. Mientras tanto, podremos con Roget sospecharque en esa, al parecer, primera tentativa lexicográfica en sen-tido ideológico, no se cosechan inmediatamente muy venturo-sos resultados. La clasificación de los vocablos es de temer quefuera bastante imperfecta y confusa en dicho Léxico. Sobre to-do en la parte concerniente a los términos de conceptos abs-tractos, o de operaciones mentales. La indicada conjetura secomprueba leyendo los rótulos de los capítulos de la primerasección de tal Diccionario, que comprendía estos apartados:Cielo, Dioses, Demonios, Fuego, Aire, Velocidad, Eternidad,Muchedumbre; en la cuarta sección de la misma obra, se mez-claban confusamente las divisiones rotuladas Vicio, Virtud,

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    Ventura, Destino, Causa, Naturaleza, Intelecto, Conocimiento,Sentidos, Sabores, Olores, etc., etc. De todas suertes, no cabedesconocer que una ordenación, cuando menos, en líneas ge-nerales lógica, presidía las secciones del Amara-koca referentesa los términos empleados para designar seres de la naturaleza,y así ocupaban sus propios y correlativos lugares en lá citadaobra las nomenclaturas aplicables al mar, a la tierra, a las ciu-dades, a los animales, etc., etc. Pudieron acreditarse de esa ma-nera muy laudables tentativas de análisis ideológico y lingüís-tico en la época relativamente remota en que vivió AmaraSimha.

    Los trabajos del obispo Wilkins, publicados en 1668 bajoel rótulo An Essay towards a Real Character and a Philoso-phical Language, no son ya en realidad, una verdadera conti-nuación de la dirección lexicográfica ideológica representadapor el Amara-koca. Wilkins pretendía en su citado Ensayoformar un sistema de símbolos que alcanzaran el valor de unlenguaje universal, mas para obtener tan codiciable objetivo,sostenía dicho autor que había necesitado trazar "un plano deanálisis de las cosas o nociones, a las que habrían de ser asig-nadas sus designaciones correspondientes". Aunque este recursoeurístico parcialmente incluye a Wilkins en la dirección lexi-cográfica que estamos examinando, no cabe hacerse muchas ilu-siones de los resultados así obtenidos. La extraordinaria labo-riosidad y la misma ingenuidad de Wilkins, no libran a su En-sayo ni a su sistema de resultar y parecer demasiado abstrusosy recónditos para una aplicación práctica de cierta eficacia.

    Estos mismos males aquejan a la obra anónima publicadael año 1797 con el título: Pasigraphie, ou Premiers Elémentsdu Nouvel Art-Science d'ecrire et d'imprimer une languede maniere a étre lu et entendu dans toute autre languesans traduction. En esta producción, de la que se publicó pron-to una edición alemana, hallamos un gran número de tablas decategorías artificiosas, arbitrarias y de dificilísima aplicación,e incluso aprehensión conceptual, a juicio, cuando menos, deRoget, cuyas indicaciones seguimos fielmente en estos extre-mos, porque no hemos logrado hallar, ni consultar, por tanto,

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    la mencionada Pasigraphia 8. Mas conste que ninguna de lasobras lexicográficas hasta ahora citadas en el texto de nuestro"ensayo" y en la última nota del mismo, logró el éxito que es-taba reservado al Thesaurus de Peter Mark Roget, a pesar dela laboriosidad y de los laudabilísimos deseos de sus prestigio-sos autores. El mencionado Thesaurus presenta esta portada enel ejemplar que hemos podido consultar en la Biblioteca Na-cional de Bogotá: "Peter Mark Roget, Thesaurus of englishwords and phrases classified and arranged as to ^acuítate theexpression of ideas and assist in literary composition... "It isimpossible we should thoroughly understand the nature of thet h i n g s s i g n i f i e d". — "Eiteu JITEQÓEVIU . . . Eight Edition.London, Longman, Brown, Green, Longmans, & Roberts 1859".Mas el prólogo de la citada obra ofrece una sobria y meditadaorientación acerca de la posición lexicográfica adoptada porsu autor en una serie de curiosos razonamientos. Roget ad-vierte, en primer término, la finalidad que persigue con suThesaurus: ofrecer una colección de las palabras y de los girosde un idioma clasificados no alfabéticamente, sino conformea las ideas expresadas por tales giros y palabras. Es decir, dadala idea, deberemos hallar la palabra o las palabras que pue-dan con más acierto y plasticidad expresar aquélla concep-ción de nuestra mente ". Cumplida esa útil finalidad, ló-

    8 Debemos además a D. Eduardo Benot estas referencias bibliográficas com-plementarias, que registramos a continuación: En 1835 apareció en Londres unDiccionario analítico de la lengua inglesa escrito para agrupar las palabras en re-lación con las ideas por David Both. Boissiere, por su parte, publicó en París en1862 un Diccionario analógico de la lengua francesa, repertorio completo de laspalabras por las ideas y de las ideas por las palabras. Además Elias Blanc publicótambién en París en el año de 1882 su Diccionario lógico de la lengua francesa,en el que, como en los antes citados, se pretende agrupar las palabras conformea las ideas en tales vocablos expresadas. Todavía debemos advertir que si enEspaña ha sido relativamente tardía la aparición de los Léxicos ideológicos, quecreemos se inicia con el Diccionario de ideas afines del maestro Benot, no ha ocu-rrido lo mismo en Francia, ni en Alemania, como acreditan los textos siguientes:Dictionnaire idéologiqtie por T. Robcrtson (París, 1859, ed. ya hace tiempo ago-tada); Deutscher Sprachschatz por Sanders (Hamburgo, 1878) y Deutscher Worts-chatz por Schelling (Stuttgart, 1892). Adicionaré incidentalmente a estas referen-cias que de Daniel Sanders he podido hallar y consultar la curiosísima monografíatitulada Axis der Werlistatt eines W órterbuchschreibers. Plandereien.. . (Berlín,Verlag von Hans Laustcrnódcr 1889: F. C. n ' 01589).

    9 Op. cit., Introd. pág. vil: "The present work is intended to supply . . . a

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    grase con ella aumentar copiosamente la provisión de voca-blos y frases de los usufructuarios del Diccionario ideológico,quienes podrán conseguir así expresar los más huidizos y cam-biantes matices de las realidades significadas 10.

    Mas con notorio acierto advierte también Roget que lalabor de versiones, es el mejor ejercicio para alcanzar "maestríade lenguaje y felicidad de dicción, fuentes de una atractivay persuasiva elocuencia". Al intentar convertirnos en fieles in-térpretes del pensamiento ajeno, somos recompensados con elaumento de nuestra diligencia y hasta de nuestra capacidadpara expresar nuestros propios pensamientos. Quien sabe obe-decer es quien está más capacitado para saber mandar n .

    Pero todas las precedentes observaciones, notoriamente dis-cretas y acertadas, no alcanzan la importancia que debemosatribuir a las que ahora recojamos, continuando en la exposi-ción de la orientación doctrinal de nuestro autor. Roget no selimita a registrar la utilidad que reportan los Léxicos ideoló-gicos y los ejercicios de traslación de una lengua a otra, paraintensificar y depurar las posibilidades expresivas de cualquierestudioso, regularmente dotado. Ve en el lenguaje no sólo elmedio necesario de la comunicación entre los seres racionales,sino incluso el inexcusable instrumento del pensamiento, delque las palabras son más bien alas para volar que mero

    desiderátum hitherto unsupplicd in any language; namely, a collection of the words itcontains and of the idiomatic combinations peculiar to it, arranged not in alphabeti-cal order as they are in a Dictionary, but according to the ideas which they ex-press . . . The object aimed in the present undertaking is exactly the converse ofthis: namely, — The idea being given, to find the vvord, or words, by which thatidea may be most fitly and aptly expressed".

    1 0 Op. cit., pág. VIII: "The assistance it gives is that of furnishing on everytopic a curious store of words and phrases, adapted to express all the recognizableshades and modifications of the general idea under which those words and phrasesare arranged".

    1 1 Op. cit., pág. ix: "Regarded simply as a mental exercise, the practise of trans-lation is the best training for the attainment of that mastery of language andfelicity of diction, which are the sources of a graceful and persuasive eloquence.By rendering ourselves the faithful interprcters of the thoughts and feelings ofothers, we are rewarded with the acquisition of greater readiness and facility incorrectly expressing our own; as he who has best lcarncd to execute the ordersof a commander, becomes himself best qualified to command".

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    vehículo para trasladarse rodando de un lugar a otro del es-pacio. La revisión de un catálogo de vocablos de significacio-nes análogas, es un recurso muy sugestivo de toda una copio-sa serie de asociaciones ideales, que permiten contemplar lasrealidades que intentamos exponer bajo nuevos y variados as-pectos, ampliando indefinida y venturosamente nuestras pers-pectivas mentales. Al producirse este fenómeno, la mayor ex-tensión y complejidad de nuestras contemplaciones, con fa-cilidad y con frecuencia suscita metáforas, meras imágenes,rayos de luz espiritual que nos consienten obtener imprevistosrazonamientos, inopinados rasgos emotivos, tonos de persua-sión acaso inasequibles en el curso ordinario de nuestra acti-vidad creadora. Parece como si en el descrito ambiente, nues-tras capacidades psíquicas hallaran especialmente estimuladassus potencias inventivas. En tan dichosa situación, no es di-fícil lograr los más rotundos éxitos en el espíritu y en el co-razón de nuestros lectores, o de nuestros auditores" 12.

    Mas claro es que si las palabras asociadas y ordenadas consus contenidos ideales y emotivos legítimos, pueden cooperaral gradual e intensivo acrecentamiento de nuestra vida inte-rior, cuando tales signos traicionan su finalidad expresiva,ética e ideal, o con error son empleados, engendran males sincuento, ni medida. Una "mala inteligencia", o una "mala in-terpretación", o un "error de nombre" (ligado al consiguientedel concepto respectivo), un insidioso y sofístico equívoco, unaartera falacia han podido producir, han producido y es de

    12 "The use of languagc is not confined to its being the médium throughwhich we communicate our ideas to onc another; it fulfils1 a no lcss importantfunction as an instrument oj thought; not being merely its vehide, but giving itwings for flight . . . It is on this ground, also that the prcsent work founds aclaim to utility. The review of a catalogue of words of analogous signification, willoften suggest by association other trains of thought, which, prcscnting the subiectunder new and varied aspects, will vastly expand the sphcre of our mental visión.Amidst the many objects thus brought within the range of our contemplation,some striking similirude or appropiate image, some cxcursivc flight or brilliantconception, may flash on the tnind, giving point and forcé to our argumcnts,awakcning a responsive chord in the imagination or scnsibility of the rcadcr, andprocuring for our reasonings a ready access both to his understanding and to hisheart".

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    temer que sigan produciendo gravísimas consecuencias: gue-rras, revoluciones, mortíferas disputas, etc., etc. I3.

    Las reflexiones que acabamos de registrar, son tan ciertascomo discretas. Los profesionales de la Filología y de la Lin-güística saben —y no deben olvidar— que la palabra es unrecurso tan soberanamente eficaz para el bien, como para elmal y que merece máximos cuidados y respetos por tal razón.

    Mas ya en el orden de sus lucubraciones lingüísticas, Rogetformula otros asertos no menos interesantes que los que aca-bamos de glosar. Las agrupaciones en familias de los vocablosde un idioma por sus analogías, contrastes y variadas correla-ciones significativas, deparan enseñanzas interesantísimas yresultados doctrinales muy curiosos. La orientación lexicográ-fica que estamos estudiando, permite que el léxico de los idio-mas a ella sometido se ofrezca con insospechadas perspectivas.Estamos mal acostumbrados a pensar en los vocablos comounidades insolidarias en el tesoro lingüístico de que formanparte, y la dirección ideológica de ,1a Lexicografía acredita, porel contrario, que las palabras viven intensa vida de relación,dentro del sistema de signos que integran en cada lenguaparticular. De las consecuencias que hasta para la historia dela organización social del pueblo romano cabe deducir consi-derando el contraste que en la época imperial se acredita en-tre miles y paganus, nos proporciona Roget esta curiosa citatomada de D. Hume, Essay on the Populousness of AncientNaüons:

    The military government of the Román emperors has exalted thesoldiery so high that they balanced all the other orders of the state;henee miles and paganus became relative terms; a thing till them,unknown to ancient, and still so to modern language 14.

    1 3 Op. cil., loe. cit., pág. x i : "A misapplied or misapprehended term is sufficientto give rise to ficrce and interminable disputes; a misnomer has turned the tideof popular opinión; a verbal sophism has decided a party question: an artfulwachtword, thrown atnong combustible materials, has kindled the flames of dcadlywarfarc, and changed the destiny of an empire".

    1 4 Vid. op. cit., loe. cit., pág. xiv, n. En este mismo lugar y de la mismacitada fuente de Hume se menciona esta sugestiva explicación del valor genéricode servus, frente al específico de verna: "The term for a slave, born and bred in the

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    No pretendemos defender, o impugnar las tesis históricassostenidas en las interpretaciones de Hume, que a través dela cita de Roget acabamos de registrar. Admitimos la posibi-lidad de que sean acertadas tales aseveraciones, mas aunqueno lo fueran, tienen para nosotros y en este caso especial in-terés. Acreditan esos conceptos, sin duda, originales y acree-dores a atenta meditación, que el estudio de los vocablos enla dirección doctrinal lexicográfica denominada ideológica, sehalla, cuando menos, henchido de promesas eurísticas de altacalidad. Y no debe extrañarnos que tan dichosos resultadospuedan cosecharse y se cosechen en dicha ruta, porque es na-tural que los vocablos rindan el máximum de su eficienciadialéctica y discursiva, contemplados a la plena luz de sus re-laciones con cuantos les rodean y con ellos conviven en cadaLéxico particular. Aparte de que, como veremos en algunaoportunidad, esa convivencia extendida a la totalidad de laslenguas habladas en un determinado momento histórico, pue-de deparar aun más venturosas consecuencias que las hastaeste instante apuntadas. Véase, pues, como la Lexicografíaabre y señala rutas a los progresos incesantes de la Lingüísticageneral.

    Pero aún hay más, aunque no es desdeñable nada de loque llevamos dicho. La agrupación de vocablos con el criterioideológico permite advertir, con la obligada precisión, queciertos correlativos, al parecer, meramente positivos y nega-tivos de cualidades bien definidas, tienen más complejidadde la que un examen superficial pudiera pretender atribuirles.La negación no es pura y simplemente tal, sino que, a veces,coexiste con calidades distintas, parcial o totalmente opuestasa la con ella negada y excluida: el irrespeto no es sólo faltade respeto, sino también desdén o desprecio; la irreligión no

    family, was verna. As servus was the ñame of the genus, and vcrna of the spccieswithout any correlativc, this forms a strong presumption that the latter warc byfar the lcast numerous: and from the same principe I infer that if thc numberof slaves brought by the Romans from foreign countries had not extremely exceededthose which wcre bred at home, vcrna would have had a corrclative, which wouldhave expressed the former spccies of slaves. But these, it would sccm, composedthc main body of the ancicnt slaves, and the latter were but a few exceptions".

  • 28 P. U. GONZÁLEZ DE LA CALLE B1CC, II, 1946

    supone sólo falta de religión, sino que, a veces, va aliada conla impiedad, etc., etc. 15.

    Claro es que la experiencia de la composición de diccio-narios ideológicos puede también comprobar que, donde unasuperficial atención cree advertir completas contraposicionesconceptuales, absoluta contrariedad lógica, el análisis diligentedel lingüista o del filólogo no acusa el mismo resultado. Sinquedar al margen de la Lógica, ni mucho menos, el lenguajede ordinario no reproduce las más puras estructuras del logi-cismo formalista. Aparte de que es muy posible que, sin difi-cultad, se conciba un determinado sentido negativo de otropositivo, previamente expresado, sin que se acuse la necesidaden la práctica lingüística consuetudinaria de forjar un términonuevo, o acomodar otro para aquél opuesto, concebible y con-cebido. En faenas lingüísticas, las existencias han de ser regu-ladas por las demandas. Aquí no es aplicable el refrán de que"lo que abunda, no daña". Puede desde luego dañar una ri-queza léxica totalmente, o, en buena parte, inaplicable e in-aplicada 10.

    Pero hay que referirse a otro sector lingüístico para com-probar y exaltar debidamente los beneficiosos resultados delestudio lexicográfico-ideológico: aludo a la Semasiología o Se-mántica. El propio Roget, en la exposición que estamos extrac-tando, incidentalmente proporciona estas curiosas y exactas re-ferencias {op. cit., loe. cit., págs. xvn-xvm, n.):

    Such changes are innumerable: for instance, the words tyrant, pa-rasite, sophisl, churl, /(nave, villain anciently conveyed no opprobious

    1¡í Op. cit., loe. cit., pág. xvi: "The correlative term sometimes assumes theform of a mere negative, although it is really endowed with a considerablepositive forcé. Thus Disrespect is not merely the absence of Respect; its significa-tion Crenches on the opposite ideas, namely Contempt. In like manner Untruth isnot merely the negative of Truth; it involves a degree of Falsehood. Irreligión,which is properly the want 0/ Religión, is understood as being nearly synonymouswith Impiety.

    1(1 Op. cit., loe. cit., pág. XVH: "The correlative idea, especially that whichconstitutes a sense negative to the primary one, may, indeed, be formed or con-ceived; but from its ocurring rarely, no word has been framed to represent it;for, in language, as in others matters, the supply fails when there is no probabilityof a demand".

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    mcaning. lmpertinent merely cxpresscd irrelative; and implied ncitherrudeness ñor intrusión, as it does at present. lndijferent originally meantimpartid; extravagant was simply digressive: and to prevent was pro-perly to precede and assist. The oíd translations of the Scriptures fur-nish many striking exemples of the alterations which time has broughtin the signification of words. Much curious information on this sub-ject is contained in Trench's Lectores on the Study of Words.

    No necesitaremos comentar que las más precisas determi-naciones de los sucesivos cambios semasiológicos, pueden y de-ben alcanzarse en la contemplación de los vocablos dentro delos ambientes que les circundan en las clasificaciones ideoló-gicas. Incluso hasta porque en muchas ocasiones, tales ambien-tes condicionan semejantes cambios semánticos.

    Mas ¿ qué podremos decir y prometer de esas clasificacionesde palabras con criterio ideológico? ¿Servirán, v. gr., para di-ferenciar, con fronteras muy precisas, los vulgarismos de loscasticismos? Roget en este extremo no se hace inmoderadasilusiones. No piensa que pueda trazar un modelo de purezaléxica, pues recuerda que su propósito no es, ciertamente, elde regular el uso, sino el de abastecer y hasta sugerir este úl-timo, según las necesidades del momento, mas dejando la elec-ción propiamente dicha a la discreción y al gusto del usuariode su repertorio lexicográfico 1T. Tan mesurada, discreta y cir-cunspecta actitud, libra la ruta de prejuicios casticistas y abrehorizontes a la consideración más objetiva del vocabulario cla-sificado. Procediendo de otro modo, nuestro autor hubiera co-rrido el grave riesgo de incidir en dogmáticas y muchas vecesdiscutibles exclusiones o condenaciones de vocablos o de gi-ros, sin poder siempre, ni siquiera en la generalidad de los ca-sos, razonar y justificar sus criterios selectivos.

    Mas cree, en cambio, que los metafísicos entregados a lasmás abstrusas investigaciones de la Filosofía del lenguaje, ha-

    n Op. cit., loe. cit., pág. xxi: "]t is obvious that, with respect to degrees ofconventionality, I could not havc attempted to draw any strict lines of demarca-tion; and far less could I have presumcd to crcct any absolute standard ofpurity. My object, be ¡t remcmbered, is not to regúlate the use of words, butsimply to supply and to suggest such as may be wanted on occasion, leaving theproper election to the discretion and taste of the employer".

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    lian preparado el campo de sus labores en una clasificaciónde nuestras ideas, ya que en tal clasificación de ideas, ha dehallarse la inexcusable base de la clasificación de sus respec-tivos símbolos, las palabras. Y en nota advierte que el prin-cipio por él aceptado en la clasificación de vocablos, es el mis-mo empleado en varios sectores de la Historia Natural, puespiensa que la filiación de las palabras presenta una red aná-loga a la filiación de plantas y animales 1S. No compartimoscon Roget la opinión que acabamos de registrar. Pensamosque los vocablos siguen en su vida trayectorias condicionadaspor sus propias contexturas fonológicas, o léxicas, que no siem-pre coinciden con sus respectivos contenidos ideológicos. Lossímbolos no quedan, en todo momento, ligados a sus valoressemánticos, o sintácticos, y si pretendiéramos desconocer o si-lenciar esos hechos de notoria efectividad, nos expondríamosa desviarnos por la ruta de los supuestos menos verosímiles.Aparte de que, como es sabido, la misma conexión adveraday admitida del término léxico con su contenido ideológico, nose libra nunca, o casi nunca, de un cierto quantum de conven-cionalidad y de artificio que no cabe, lícitamente al menos,desconocer. Pero aunque esta convicción que exponemos ycontrastamos con la adversa, tiene todo nuestro leal asenti-miento, reconocemos también que la tesis combatida, puedeofrecer y ofrece apariencias de verosimilitud muy cautivadoras.Que porque pasamos de la idea a la palabra y de la palabraa la idea, lleguemos a creer que clasificar ideas, puede servirde obligado y previo fundamento a la clasificación de las pa-labras, no puede, en verdad, extrañarnos, aunque no llegue endefinitiva a convencernos después de un atento examen deesas realidades conexas, pero no idénticas, sino notablementediversas, en medio y sobre su eficaz y plástica conjunción.

    1 8 Op. cit., loe. cit., págs. XXIII - xxiv: "Metaphysicians engaged in the moreprofound investigation of the Pliilosophy of Language will be materially assisted byhaving the ground thus prepared for thcm, in a previous analysis and classificationof our ideas; for such classification of ideas is the trae basis on which words,which are their symbols, should be classified*. *Thc principie by which I havebcen guided in framing my verbal classification is the same as that which iscmployed in die various departments of Natural History . . . the filiation of wordspresents a net work analogous to the natural filiation of plants or animáis".

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    Claro es que estos modestísimos y razonados reparos quenos permitimos oponer a la tesis aquí expuesta y discutida, noempecen al reconocimiento de que los Léxicos ideológicosfundados en la observación atenta de la causalidad lingüística,pueden recibir y deparar beneficios valiosísimos en el ambien-te científico de la propia Lingüística general, que creemos lescorresponde con legitimidad indiscutible. La Lingüística cien-tífica hace posible la aparición de meditados y sistemáticosLéxicos ideológicos, y éstos, a su vez, contribuyen a los ince-santes progresos de la misma ciencia lingüística, recíprocosfructuosos resultados que no pueden, ni deben extrañarnos,mas que han de estimular incesantemente nuestras mejoresenergías creadoras. A espaldas de la Lingüística y, mucho me-nos, frente a y en contra de la Lingüística, no podrán ni de-berán ser trazados los diccionarios ideológicos, ni los generalesque aspiran a merecer la confianza de sus más devotos usua-rios, pero la propia Lingüística no deberá prescindir de lasenseñanzas que esos mismos repertorios lexicográficos puedanllegar a reportarla y, efectivamente, en muchos casos la de-paran. Tan razonable conducta parece de inexcusable aplica-ción y no creemos que pueda demandar especiales, ni circuns-tanciados esclarecimientos.

    Mas quédanos por dilucidar un tema para poner términoa estas modestas Adiciones lexicográficas. Las clasificacionesde los Diccionarios ideológicos y los resultados que de talesclasificaciones y de tales Léxicos quepa deducir, ¿serán apli-cables, a la formación de un Diccionario de construcción yrégimen como el iniciado por el maestro Cuervo, que se hallaen vías de ser continuado por el Instituto Caro y Cuervo? In-cuestionable parecerá a cuantos se planteen el problema queacabamos de formular, que ambas especies citadas de Diccio-narios, la de los ideológicos y la de los de construcción y ré-gimen, no son equivalentes, ni menos idénticas, aunque sí,tan sólo y sin duda, dotadas de cierta semejanza, que no eslícito ni conveniente desconocer o silenciar. Los Diccionariosideológicos no prescinden para establecer sus necesarias agru-paciones de las funciones sintácticas de los vocablos agrupa-dos, y en los Diccionarios de construcción y régimen, las acep-

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    ciones de los mismos vocablos son muy tenidas en cuentapara definir sus respectivas funciones sintácticas. En ciertomodo, las mismas realidades pueden ser contempladas, o des-de el punto de vista específicamente ideológico, o desde elpunto de vista específicamente sintáctico. Y no creemos ni irrea-lizable, ni menos ilegítima la finalidad que persiga establecerprecisas y lúcidas relaciones entre esas dos facetas diversas, pe-ro no contradictorias de las realidades lingüísticas estudiadasy catalogadas en las susodichas dos especies de repertorios le-xicográficos. Pero esta aseveración sí merece más amplios es-clarecimientos que los que hasta ahora ha podido hallar ennuestra precedente exposición, por lo que se nos permitiráque entremos aquí y ahora en semejante interesantísima labor.

    No siempre pueden trazarse límites muy definidos y pre-cisos entre la Semasiología y la Sintaxis, fuera de que hay quereconocer la legitimidad conceptual de todo un largo capítulode Semasiología sintáctica en los tratados doctrinales de Se-mántica con más solidez y documentación trazados. De or-dinario, la función ideológica de las formas léxicas, tiene cla-ros reflejos sintácticos, así como éstos, en general también, seconcretan en precisas acepciones ideológicas. Pero hay posibi-lidad de señalar algún criterio diferencial, que permita clara-mente distinguir esas realidades tan afines y semejantes. Silos contenidos ideológicos de los términos examinados para es-ta finalidad discriminativa, particularmente subrayan sus fun-ciones sintácticas de sujeto, de predicado, de objeto directo,de objeto indirecto, de complemento circunstancial, de adiciónpredicativa, etc., etc., en tales perspectivas funcionales los alu-didos conceptos deben ser de muy principal modo referidosa la jurisdicción propia de la Sintaxis. En una expresión comoesta: El agente de una acción, ejecuta actos conducentes a lafinalidad perseguida, apenas hay vocablo que en su significa-ción usual y corriente no haga precisa referencia a su tambiénordinaria eficiencia sintáctica. Sujeto = el agente; determina-ción del sujeto = de una acción; predicado verbal = ejecuta;complemento de objeto directo = actos, etc., etc. En cambioen un giro como el siguiente: ¡Honda perturbación, tremen-do duelo!, sólo la evocación de la coyuntura histórica en que

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    tal expresión tuvo lugar, nos permitirá atribuirla su específicovalor funcional sintáctico de sujeto, de predicado nominal, dedeterminación apositiva o predicativa, etc., etc. Inmediata-mente considerada dicha expresión, sólo nos permite apreciaruna exaltación, un encarecimiento de orden emocional, ma-nifiesto reflejo de nuestros sentimientos evocados en el mo-mento de proferir tales palabras. Cuando las ideas, sentimien-tos y voliciones expresados ni se subrayan, ni quedan espe-cialmente caracterizados por las funciones sintácticas que sussímbolos orales o escritos desempeñan, entonces, obrando casial margen de la estructura fraseológica, entramos de lleno enlos dominios de la Semasiología pura. Mas no se podrá ni de-berá olvidar que aun pareciendo así lograda la distinción pre-tendida, en ella no es siempre posible permanecer muchotiempo, porque no cabe desconocer que el puro valor ideoló-gico de los términos lingüísticos orales o escritos, alcanza encada momento particulares y eficacísimas concreciones semán-ticas, según la ruta funcional sintáctica seguida por cada unode tales elementos léxicos.

    Nos damos clara cuenta de que con las aclaraciones pro-puestas, no se logra trazar tajante línea divisoria entre la Se-mántica y la Sintaxis, pero creemos claramente justificada esasituación de hecho que halla sus más sólidos cimientos en laspropias realidades doctrinales, en parte y sólo en parte dife-renciadas, porque únicamente de modo parcial pueden ser dis-tinguidas. Sin duda que no suele agradarnos llegar a solucio-nes tan humildes como la que acabamos de registrar, pues conpreferencia apetecemos resultados más precisos, de mayor vo-lumen y densidad. Deberemos, sin embargo, resignarnos conlo hasta el momento logrado, sin prescindir, claro es, de con-tinuar en la brecha, y sintiéndonos relativamente tranquilosal advertir que una parte de lo hallado, corresponde a lo queesperábamos hallar. Porque de la relatividad inexcusable dela diferenciación notada, podremos deducir algunas conse-cuencias acaso de valor estimable.

    En primer término creemos poder afirmar que la Lexico-grafía sintáctica, no debe prescindir de las aportaciones quepueda ofrecerle la Lexicografía ideológica. Creemos que la

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    aseveración contraria y recíproca, e. d., la de que la Lexico-grafía ideológica puede y debe beneficiarse de la Lexicogra-fía sintáctica, es también acertada, pero no intentaremos re-coger tal aserto en este lugar por razones asequibles a la dis-creción de nuestros lectores, quienes comprenderán que nece-sitamos restringir el campo de aplicación de nuestras modes-tísimas capacidades, para sortear seguros yerros, procediendode otro modo, de frustración lamentable. Ahora bien, man-teniéndonos en la esfera en que podemos y debemos mover-nos, fácil será comprender que la labor lexicográfica sintác-tica (e. d., la labor lexicográfica de los Diccionarios de cons-trucción y régimen), podrá hallar y deberá hallar en losDiccionarios ideológicos el ambiente más propicio para verlas realidades sintácticas en sus más amplios y comprensi-vos horizontes semasiológicos, con lo que la labor especí-fica de nuestro cometido hallará sólida base de cimentaciónadecuada a sus construcciones doctrinales y eficaces reme-dios de huir los peligrosos escollos de una exclusivista par-cialidad de criterio, posible y siempre lamentable como con-secuencia de la muy acusada especialización sintáctica pro-fesional a que nos sentimos de modo casi inevitable inclina-dos. En pocas palabras resumiremos el razonamiento pre-cedente diciendo que una Sintaxis oreada con las auras dela Semasiología, puede ser, suele ser y, en general, debeser por el vuelo y la trascendencia de sus concepciones doctri-nales, preferible a una Sintaxis tradicional y empírica, ahe-rrojada en los moldes de la Gramática que se desentien-de de toda contemplación de la lengua viva y hablada. LosDiccionarios de construcción y régimen elaborados en la di-rección apuntada, podrán superar, sin dificultades de con-sideración, prejuicios peligrosísimos del logicismo ancestral,no siempre totalmente debelados en los días que corren. Y,cuando menos, podrán enfrentar el estudio de los hechossintácticos sobre cimientos no tan deleznables como los con-suetudinariamente aceptados en la concepción de la Sintaxiscomo un capítulo de la Lógica general. De ese cambio deperspectiva tan sólo, podemos confiadamente esperar fruc-tuosísimos resultados, que deberán consolidarse con los es-

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    tudios monográficos de la Sintaxis científica contemporánea.Cónstanos, desde luego, que los mencionados estudios mono-gráficos de la Sintaxis científica contemporánea, se hallantodavía en los días que corren en período de provisional, nodefinitiva construcción sistemática, pero de las aportacionesde Wackernagel, de Lófstedt, de Gray, de Keniston, de Alon-so, etc. etc., a distintos sectores de la Sintaxis histórico-com-parativa, no será conveniente, ni siquiera lícito prescindir enlas tareas de Lexicografía sintáctica que nos aguardan parallevar a cabo la abrumadora misión de continuar el Diccio-nario de construcción y régimen del maestro Cuervo. Porquehemos tenido ocasión de leer, con la debida atención, algu-nas de las monografías escritas por los doctos últimamentecitados, no vacilamos en insistir en que en la indicada di-rección doctrinal, no se ha llegado aún a levantar un cuerpode teorías suficientemente coherente y bien fraguado, pero,de todos modos, se ha conseguido ya enfrentar los problemassintácticos en una posición ideal que considerablemente eludeno pocos de los yerros tradicionales y abre esperanzadas pers-pectivas para un futuro muy próximo. Formulamos estosasertos sin que nos sea inmediatamente posible presentar to-das las apetecibles comprobaciones de los mismos, que algúndía intentaremos ofrecer, mas solicitando un modesto créditode confianza para el presente y el futuro inmediato, debe-mos subrayar que si no somos víctimas de una ilusión enel caso, los trabajos de Lexicografía sintáctica tendrán en elambiente que les atribuímos una vitalidad y un dramatismode los que les creían por completo ayunos ciertos decepcio-nados pesimistas. Los aludidos han visto siempre con mani-fiesto desdén y como botada a ineluctable frustración, laempresa en que estamos empeñados cuantos compartimos elhonor y la carga de continuar el famoso Diccionario delmaestro Cuervo. Quienes así opinan y tienen, como es lógico,todos nuestros respetos, más de una vez han supuesto quecontinuar la genial labor de referencia, supone entregarse auna tarea tan penosa, como inútil, ineficaz e improductiva.Conjeturan nuestros adversarios que es labor semejante a lade intentar llenar de agua un cesto de mimbres, componer

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    el razonado y sistemático registro de las construcciones sin-tácticas de los principales vocablos del léxico del español,pues no piensan que en dicho trabajo quepa descubrir fun-damentales realidades lingüísticas y sí tan sólo, y cuando más,realidades y artificios del uso más arbitrario y anárquico quequepa imaginar o presumir. Esta posición doctrinal mereceser atentamente examinada, y nos proponemos dedicar a suestudio y a su razonada impugnación algunos desvelos.

    Mas baste por ahora con formular algunas advertenciasprevias, que acaso no huelguen, para entregarnos algún día,y en momento más propicio que el presente, a los necesariosdesenvolvimientos de las tesis aquí apuntadas. Quienes gra-dúan de botada a fatal frustración la continuación de refe-rencia del susodicho Léxico, generalmente comienzan porno conceder a la propia producción lexicográfica comen-zada por el maestro Cuervo la importancia que a nuestrojuicio tiene dicha obra. No es ya sólo que los censores alu-didos, pueden descender a las comparaciones personales y enese espinoso terreno, no creen que los continuadores de laobra lexicográfica del maestro bogotano tienen la altura cien-tífica apetecible y requerida. Tan explicable temor podrá sersólo razonable en lo que respecta al que traza estas líneas,pero insistimos en que son los reparos a que aludimos de mástrascendencia que los que pueden suscitar las siempre dis-cutibles capacidades personales. Quienes creen que es inútilcontinuar el torso del Diccionario de construcción y régimen,de ordinario se sienten inclinados a pensar que tal obra aca-so no debió comenzarse nunca, porque terminada o sin ter-minar, no ha de producir frutos de bendición en el campode la cultura humana. Y quienes así piensan, llegan a tandolorosas conclusiones, porque no ven en la obra referida másque un indigesto registro de usos, tan varios como artificio-sos y tan arbitrarios como inexplicables. Esa posición de uncierto agnosticismo lingüístico, no es, sin duda alguna, des-deñable, ni tampoco es acreedora a violentas repulsas. No ocul-tamos que no compartimos tal creencia, mejor diríamos talfalta de creencia en la virtualidad científica de los estudiossintácticos, pero no nos permitiremos rechazar semejante ag-

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    nosticismo sin someterle a las debidas pruebas del razona-miento científico más objetivo y desapasionado.

    Piensen quienes quieran hacer "tabla rasa" de obras co-mo el Diccionario de construcción y régimen si no son víc-timas de erróneas orientaciones doctrinales, que han hechode la Sintaxis más que un estudio de realidades, un superfi-cial juego de apariencias y de abstracciones. No creamos queni las deficiencias teóricas reiteradamente advertidas, son siem-pre, ni aun siquiera en la generalidad de los casos convenien-temente evitadas. Si todos hemos tronado alguna vez contraancestrales y triviales logicismos de la Sintaxis tradicional,dígasenos si todos hemos acomodado luego nuestras prácticasde investigación y de docencia a las más elementales rectifi-caciones de las nuevas corrientes del pensamiento científicoen el campo de los estudios lingüísticos. Un severo examende conciencia nos permitirá reconocer que en el citado caso,como en otros similares, conocemos más y mejor el mal queel remedio.

    Mas ahora dígasenos si un estudio minucioso, microscó-pico y macroscópico de todos, o, cuando menos, de los ca-pitales hechos sintácticos, vistos en la compleja condiciona-lidad en que surgen, sin desdeñar ninguna fuente de inves-tigación y de información lingüística, o no lingüística, quenos permita alcanzar plena iluminación de conocimiento cien-tífico en la esfera de la etiología sintáctica investigada, díga-senos, repito, si tal estudio es inasequible, desdeñable o inú-til, porque lealmente pensamos todo lo contrario. Creemosardua, difícil, pero humanamente posible esa labor, estima-bilísima y a todas luces útil, pues aunque sea sólo en partecumplida, servirá para librarnos del peso agobiador de losdogmatismos caducos y merecedores de completa y defini-tiva repulsa, así como para sentar la planta con la debidadecisión en las rutas del futuro científico más autorizado ysolvente. Puede pedírsenos ahora que de las risueñas pers-pectivas últimamente evocadas, recojamos algunos trozos depaisaje para proponerlos a la consideración de los renuentes,mas se comprenderá que en este momento y lugar, no va aser posible "predicar" y "dar trigo". Pudieran tener las con-

  • 38 P. U. GONZÁLEZ DE LA CALLE BICC, II, 1946

    sideraciones aquí iniciadas su más inmediato complementoen un bosquejo de los conceptos fundamentales de la Sin-taxis general, utilizables y aplicables en los trabajos de Lexi-cografía sintáctica, materia que el que traza estas líneas hatenido alguna vez que tratar en sus cursos ordinarios de laEscuela Normal Superior de la capital de la República deColombia.

    Pero tengan o no tengan grato cumplimiento las prome-sas apuntadas en las referencias que acabo de formular, serásiempre incuestionable que para operar con eficacia en la con-tinuación o en la composición de nueva planta de un Diccio-nario de construcción y régimen, habrá que entregarse a losestudios de Sintaxis científica con toda la devoción e inten-sidad asequibles a los mejores y más levantados anhelos delos profesionales abnegados de la investigación lingüísticadoctrinal e histórica. Y no necesitaremos insistir en que esaobligada actuación, hallará fructuosísima correspondencia enla propia labor lexicográfica, que podrá y deberá refluir enmanifiestos y eficacísimos auxilios, para promover el incesanteavance de los peculiares estudios de la Sintaxis científica ge-neral y particular. Los Léxicos, basados en la ciencia lingüís-tica, han de aportar inmediatamente a la propia ciencia lin-güística sus mejores y más granados frutos. Tal es al menosel modesto, pero sentido ideal del que traza estas líneas.

    PEDRO URBANO GONZÁLEZ DE LA CALLE

    CampoTexto: THESAURUS. Tomo II. Núm. 1 (1946). Pedro Urbano GONZÁLEZ DE LA CALLE. Adiciones ...