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Adiós a la razón Paul Feyerabend

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  • Adis a la razn

    Paul Feyerabend

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  • PAUL FEYERABEND

    ADIOS A LA RAZON

    TERCERA EDICION

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  • Diseo de cubierta: Joaqun Gallego

    Traduccin de Jos R. de Rivera

    1.a edicin, 1984 Reimpresin, 1987

    2.a edicin, 19923.a edicin, 1996

    Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegido por la Ley, que establece penas de prisin y/o multas, adems de las correspondientes indemnizaciones por daos y perjuicios, para quieres reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren pblicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artsticao cientfica, o su transformacin, interpretacin o ejecucin artstica fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a travs de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacin.

    P a u l F e y e r a b e n d EDITORIAL TECNOS, S.A., 1992

    Juan Ignacio Luca de Tena, 15 - 28027 Madrid ISBN: 84-309-1071-9 Depsito Legai: S. 710-1996

    Prim ed in Spain. Impreso en Espaa por Grficas VARONA Polgono Industrial El Montalvo, parcela 49. 37008 Salamanca

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  • IN D ICE

    P r lo g o a la e d ic i n c a stella n a : C o n o c im ie n t oP A RA LA S U P E R V IV E N C IA ........................................ Pg. 9

    A di s a la ra z n ................................................................... 191. P an o r m ic a .................................................................... 192. L a e s tru c tu ra de la ciencia ..................................... 203. E stu d io s de caso ........................................................ 354. C iencia : u n a trad ic i n en tre m u ch as ................ 595. R a z n y p r c tic a ........................................................ 696. E lem en tos de u n a so c iedad libre ...................... 817. B ien y m al ....................................................................... 858. A d i s a la ra z n ......................................................... 93

    C ie n c ia : G r u p o d e p r e s i n p o l t ic a o in s t r u m en to de in v e s t ig a c i n ? ............................................... 103

    C ie n c ia c o m o a r t e ...................................................................... 1231. U n ex p e rim e n to re n a c e n tis ta y sus co n se c u e n

    cias 1232. V a lo rac i n del ep iso d io .......................................... 1293. R e a l i d a d ............................................................................ 1444. A bstracc iones: la v e rd ad ..................................... 1605. L a co n d ic i n de la v e rificab ilidad .................... 1836. R e su m en .......................................................................... 1877. O tra s in d icac io n es ...................................................... 190

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  • PROLOGO A LA EDICION CASTELLANA

    CONOCIMIENTO PARA LA SUPERVIVENCIA

    La ascensin del racionalism o en Occidente es el resultado de dos desarrollos, uno gradual e involuntario, y o tro ms bien repentino y basado en la obra de un pequeo grupo de intelectuales.

    El prim er desarrollo reem plaz los conceptos ricos y dependientes de la situacin, p ropios de la prim itiva pica, por unas pocas ideas abstractas e independientes de la situacin. El segundo desarrollo dio com ienzo con el descubrim iento, efectuado algo antes por Parm nides, de que las ideas abstractas e independientes de la situacin generan historias especiales, pronto llam adas pruebas o argumentos, cuya tram a no es im puesta a los caracteres principales, sino que se sigue de la naturaleza de ellos. No los relatos accidentales de una tradicin que son a m enudo contradichos por relatos procedentes de la misma tradicin o de otras tradiciones, sino que son las propias cosas las que producen la historia y la dicen objetivamente, esto es, independientem ente de las opiniones y de las com pulsiones histricas. Los dos desarrollos pron to se fundieron, y su presin conjunta afianz el criterio de que el conocim iento es nico existe una sola historia aceptable: la verdad , abstracto, independiente de la situacin (objetivo) y basado en argum ento. Se pueden hallar detalles y bibliografa en la seccin 4 del ensayo Ciencia como arte, incluido en el presente volum en, as

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  • como en mis escritos siguientes: Tratado contra el mtodo (Tecnos, M adrid, 1981), captulo 17; Philosophical Papers, vol. II (Cam bridge, 1981), captulo I; Xenophanes: a forerunner of critical rationalism?, en G unnar Andersson (ed.), Rationality in Science and Politics, D ordrecht, 1983.

    La idea abstracta del conocim iento desempe un im portante papel en la historia de la ciencia y filosofa occidentales, y ha subsistido hasta hoy. Es a m enudo incom pleta en un im portante aspecto: no revela si, y cmo, los hum anos van a sacar provecho de ella. Es, en parte, una supervivencia de las ms prim itivas formas de vida: el conocim iento abstracto , tal com o lo han presentado algunos de sus ms relevantes cam peones, tiene m ucho en com n con los decretos divinos, y el propsito de los decretos divinos slo en muy escasas ocasiones es explicado. La incom pletud es tam bin una consecuencia natural del enfoque abstracto: los conceptos objetivos, es decir, independientes de la situacin, no pueden captar a los sujetos hum anos y el m undo tal com o es visto y configurado por ellos. Con todo, los intelectuales han intentado frecuentemente extender el enfoque abstracto a todos los aspectos de la vida hum ana.

    La tentativa es claram ente paradjica: conceptos que son definidos de acuerdo con argum entos o historias-prueba explcitos, claram ente form ulados y drsticam ente no-histricos, no pueden expresar en absoluto el contenido de conceptos que estn adaptados a las caractersticas en parte conocidas, en parte desconocidas, pero siempre cambiantes de las vidas de los seres hum anos, y por ello constituyen partes inseparables de su historia. A lgunos de los prim eros fsicos fueron conscientes del problema. Ridiculizaron a los filsofos que pretendan reducir todas las enfermedades a unas pocas nociones simples, y contrastaron la pobreza de esas

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  • nociones con la riqueza de su propia experiencia prctica. P latn, pese a su inclinacin fuertem ente terica, nunca dej de preocuparse por la m ateria, y a m enudo retornaba a las formas tradicionales de pensam iento. Pero la m ayora de los cientficos y de los filsofos cientficos no son conscientes de los problem as implicados; para ellos, el enfoque abstrac to es el nico punto de vista aceptable. (Esto tam bin se aplica a pensadores m odernos, como Bohm, Prigogine o Thom , que rechazan el arm azn de la fsica clsica, dem andan una filosofa ms adecuada a los asuntos hum anos, pero siguen creyendo que una teora abstracta que incluya modelos de conducta hum ana al lado de tom os y galaxias ser la que d en el clavo. Slo Bohr y, hasta cierto punto, Prim as parecen haber dado cabida a la subjetividad de los seres hum anos individuales.)

    Es interesante observar que elementos im portantes del enfoque abstracto hacen su aparicin incluso en campos que han sido cultivados en abierta oposicin a l. Las hum anidades son un ejemplo. R etricos, poetas, hum anistas, psiclogos hum anistas, historiadores, frecuentemente han subrayado las deficiencias de los conceptos abstractos y objetivos, y han desarrollado m odos alternativos de investigacin y descripcin. Por ejemplo, subrayaron la im portancia de com prender ms all y por encima de los experim entos, observaciones y argumentos basados en ellos. Pero ese comprender que em plearon era el suyo propio, o bien un p ro ceso conform ado por la profesin a la que pertenecan; la com prensin de personas ajenas entr a form ar parte de sus clases docentes y de sus libros slo despus de haber sido tam izada por ese filtro particular. Por o tra parte, las ideas de un individuo ingenioso o de un grupo privilegiado se convierten en modelo para la vida de los dems.

    Pero, com o se preguntar el lector impaciente,

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  • de qu otra m anera podem os proceder?, de qu otra m anera podem os adquirir conocim iento sobre el m undo y la posicin de los hum anos en l? C onseguir saber cosas es una em presa difcil, y slo unos pocos tienen tiem po y disposicin para ello. Esta es la razn por la cual necesitamos grupos especiales de gente especialmente preparada; esta es la razn por la cual necesitamos expertos. Estoy de acuerdo en que necesitamos expertos. Pero la cuestin es: 1) cmo procederan esos expertos?;2) cmo han de ser juzgados sus resultados?, y3) quin tiene que decidir al respecto?

    La tercera cuestin ya fue discutida en la antigedad. H aba esencialmente dos respuestas, a saber: 3A) los expertos deben ser juzgados por super-expertos, y 3B) los expertos pueden ser juzgados por todos.

    La respuesta 3A era la de Platn. Los expertos, deca Platn, son muy buenos dentro de sus propios campos, pero carecen de un sentido de perspectiva y desconocen cm o se hacen consistentes los resultados especiales. Los filsofos (de la lnea correcta) s tienen este conocim iento. Por tan to , debiera drseles el poder de acom odar la sociedad de acuerdo con sus ideas. An hoy perdura parte de la respuesta de Platn. Se halla en la creencia de que hay ciencias bsicas y ciencias ms perifricas, y que la em presa de avanzar y com entar el conocim iento correspondera exclusivamente a las ciencias bsicas.

    La respuesta 3B parece haber sido la de Protgo- ras. Segn l, los ciudadanos de una dem ocracia donde la inform acin es fcilmente disponible descubrirn p ron to la fuerza y la debilidad de sus expertos. Com o los m iem bros de un jurado , descubrirn que los expertos tienden a exagerar la im portancia de su labor; que expertos diferentes tienen a menudo opiniones diferentes sobre el mismo asunto:

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  • que estn relativam ente bien inform ados en un pequeo cam po, pero que son muy ignorantes fuera de l; que casi nunca adm iten esta ignorancia y ni siquiera son conscientes de ella, pero la salvan m ediante un lenguaje altisonante, engaando de este m odo a s mismos y a los dem s; que no les repugnan las tcticas de presin de la peor especie; que pretenden buscar la verdad y usar la razn cuando su gua es la fam a y no la verdad, ni el deseo de esta r en lo co rrec to , ni la razn , etc. Es intil esperar concluir as su inform e un p roponente de la respuesta 3B que el supercientfico est libre de tales defectos: muy al contrario , al carecer de controles y contrapesos, pueden cultivarlos y hacerlos florecer del modo que deseen.

    Estos de acuerdo con esta respuesta. Llevo intentando explicarlo hace unos quince aos, y ms recientem ente en La ciencia en una sociedad libre (F rankfurt, 1980 [Siglo XXI, M xico-M adrid-Bo- got, 1982]) y en el volum en II, captulo 1, de mis Philosophical Papers. Los expertos deca yo estn pagados por los ciudadanos; son sus sirvientes, no sus am os, y han de ser supervisados por ellos com o el fontanero que repara una gotera ha de ser supervisado por la persona que lo contrata; de o tra m anera, sta tendr que hacerse cargo de i'na abultada factura e incluso de una gotera an mayor. Es intil esperar que la tica profesional de un cam po se preocupe del asunto por dentro. Para em pezar, una tica supone que el cam po es im portante y que debe crecer. Los ciudadanos de una sociedad libre pueden tener diferentes prioridades (por ejemplo, pueden decidir que es ms im portante m ejorar la calidad del aire, del agua y de los alimentos, que financiar an ms esa onerosa versin de la filatelia que se conoce por fsica de alta energa). Y p o r qu habram os de confiar en los cientficos den tro de su cam po cuando no confiam os en

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  • ellos fuera de l, som etindolos a las leyes civiles de la sociedad en que viven? Ciertamente, hay cientficos que roban, asesinan, mienten, a pesar del hecho de que la tica general parece prohibir tal com portam iento. Por qu habran de ser ms honrados al dedicarse a sus especialidades?

    Pero, es realista querer contro lar no slo la conducta de los cientficos, sino tam bin la direccin de sus investigaciones y la validez de los resultados que ellos obtengan (cuestin 2)? Por ejemplo, es realista esperar que los deseos de los ciudadanos libres por una visin ms arm oniosa del m undo verbigracia, por una visin que utilice la religin para poner en perspectiva los logros del m aterialismo pueden re-dirigir la ciencia sin grave deterioro en la calidad de nuestro conocimiento? No es una locura dejar que los sueos antediluvianos de unos incom petentes perjudiquen un cuerpo de conocim iento y un m odo de investigacin que han sido desarrollados duran te siglos y apoyados por excelentes argum entos y por la evidencia del tipo ms poderoso y delicado? El ensayo Ciencia: grupo de presin poltica o instrum ento de investigacin? intenta responder a estas preguntas. En breves palabras, la respuesta es com o sigue.

    En prim er lugar, los logros de la ciencia m oderna parecen im portantes, y el dao para ellos parece desastroso, slo si ya se ha aceptado una cierta visin de la naturaleza y un cierto propsito de conocim iento. Sin em bargo, hay muchas visiones as, y cada una de ellas ha engendrado culturas con resultados y con conocim iento que guan y dan contenido a las vidas de m ucha gente. Cualquier dao a un conocim iento de este tipo significa un dao personal a la gente implicada. El hecho de que nuestros intelectuales de tendencia cientfica hablen de desilusiones y de un progreso glorioso que las elimina no cam bia esta situacin; slo

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  • revela la falta de respeto que m uestran los intelectuales por las form as de vida diferentes a las suyas. En una dem ocracia, no hay duda de que tienen derecho a esa falta de respeto, pero no tienen derecho a que toda la sociedad se adapte a ella.

    En segundo lugar, m uchos de los denom inados logros del m aterialism o cientfico son rum ores, no resultados cientficos. Por ejemplo, no existen grupos de control integrados por voluntarios, tratados por m todos no cientficos, para analizar la eficiencia de la medicina cientfica m oderna en reas tales com o el cncer, la nutricin, etc. En m uchos pases, y en m uchos de los Estados de EE.UU ., la form acin de grupos de control est prohibida p o r la ley, lo cual significa que los fsicos han conseguido em plear la ley com o proteccin contra posibles objeciones cientficas. Por o tro lado, corresponde a los ciudadanos evaluar y, quiz, cam biar esta situacin m ediante iniciativa o votacin popular.

    En tercer lugar, y lo que es ms im portante, la ciencia, tal como es practicada por los grandes cientficos (en cuanto opuestos a la congregacin de escritorzuelos que se dan el mismo nom bre), tiene un carcter tan abierto que no slo permite, sino que incluso demanda, la participacin democrtica. Para ver esto, supngase que una visin, A, que goza de las ms altas credenciales cientficas, es confrontada por o tra visin, B, que entra en conflicto con A, contradice la evidencia y los ms im portantes principios cientficos, y es adem s bastante ridicula y carente de desarrollo. En este caso, el juicio de los intelectuales de tendencia cientfica ser claro: A subsiste; los defensores de A reciben todo lo que la investigacin garantiza estar disponible en el rea; B debe desaparecer, y no habra que desperdiciar tiempo y dinero en intentar desarrollarla ms.

    Este juicio para por alto algunas caractersticas interesantes e im portantes de la investigacin cient

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  • fica: sola suceder que determ inados investigadores enfrentados con alternativas tales com o A y B se las apaaban para transferir de A a B tanto la evidencia como el apoyo de los principios bsicos; esto es, transform aban B en una parte respetable de la ciencia y m ostraban que A careca de mrito (los captulos 6 al 12 de Tratado contra el mtodo describen tal desarrollo). A hora bien, a partir de la naturaleza de la situacin resulta claro que esos desarrollos no pueden preverse de una m anera cientfica; ni los partidarios de A ni los partidarios de B pueden ofrecer argum entos contundentes para la o tra parte. Con todo, las conseuencias de defender A o B pueden afectar a la sociedad en su conjunto, lo cual significa que el asunto ha de decidirse de una m anera dem ocrtica, bien por votacin, bien por consenso. Y, como todos los casos en que la ciencia entra en conflicto con las dem andas populares son del tipo descrito, toda investigacin cientfica est en principio sujeta a una votacin democrtica.

    Con esto llego finalm ente a la cuestin de la supervivencia: la supervivencia de la naturaleza y de la hum anidad ante la m ala adm inistracin, la contam inacin y la am enaza de una guerra nuclear. Esto, en lo que a m se refiere, es el problem a ms difcil y urgente que existe. Nos concierne a todos: todas las clases, todos los pases, todo el m bito de la naturaleza estn afectados por l de la misma m anera. Nos fuerza a considerar seriamente nuestras prioridades: podemos continuar desarrollando asuntos recnditos y explayando sobre la belleza de soluciones que son evidentes para slo unos pocos especialistas?; podemos continuar siguiendo el ejemplo de nuestros intelectuales, cuando sabemos que ellos acostum bran a reem plazar los temas hum anos simples p o r modelos de s mismos, com plejos e intiles (marxismo, modelos evolucionistas, teora de sistemas, etc.)?; podemos continuar acep

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  • tando sus proposiciones y sus visiones del m undo que no incorporan a los seres hum anos y s sus caricaturas tericas, de las que han sido eliminadas la parte m s im portan te de la vida hu m an a, su subjetividad?, o acaso no es necesario inform ar a todos de las opciones disponibles y dejar que ellos decidan de acuerdo con sus amores, sus miedos, su piedad y su sentido de lo sagrado? H em os visto que los cam pos ms abstractos del conocim iento no slo permiten la participacin de todos los ciudadanos, sino que invitan a ella. Sabemos que los ciudadanos de la m ayor parte de los pases occidentales van muy por delante de sus polticos en su deseo de frenar la carrera de arm am entos. Sabemos tam bin que el sentido com n suele ser superior a las proposiciones de los expertos; esto lo dem uestran los juicios por ju rado que utilizan expertos. Com binemos estos descubrim ientos y desarrollem os una nueva clase de conocim iento que sea hum ano no porque incorpore una idea abstracta de hum anidad, sino porque todo el m undo pueda partic ipar en su construccin y cam bio, y empleemos este conocimiento para resolver los dos problem as pendientes en la actualidad, el problem a de la supervivencia y el problem a de la paz; p o r un lado, la paz entre los hum anos y, por o tro , la paz entre los hum anos y todo el conjunto de la Naturaleza.

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  • ADIOS A LA RAZON

    Traduccin de la versin inglesa de la respuesta a los ensayos recogidos por H. P. D rr, en Versu- chungen (Tentaciones), F rankfurt, 1981. Difiere de la versin alemana.

    La versin alem ana de este ensayo se basaba en la tam bin versin alem ana de Against M ethod (tra duccin al castellano: Tratado contra el mtodo, Ed. Tecnos, M adrid, 1981; abreviatura: TCM), que difiere de las versiones inglesa, francesa y holandesa. Erkenntnis f r freie Menschen (Conocim iento para hom bres libres; abreviatura: EFM) es una versin am pliada al alem n de la obra Science in a Free Society (traduccin al castellano: La ciencia en una sociedad libre, M adrid, 1982; abreviatura: CSL). No contiene los captulos sobre Kuhn, la Revolucin C opernicana, Aristteles y las respuestas a las crticas, que en la versin inglesa suponan ms de la m itad del texto. En su luga se ofrece una explicacin ms detallada de la relacin entre razn y prctica, un captulo am pliado sobre el Relativismo, un resumen del desarrollo filosfico desde Jenfa- nes a Lakatos, as como una reconstruccin racional del debate entre el au to r y estudiantes de la Universidad de Kassel.

    Las notas a pie de pgina deben leerse jun to con el texto: son contrapunto , no meras ideas elaboradas posteriorm ente.

    1. PANORAM ICA

    En TCM y en EFM he tra tado los temas siguientes: la estructura del raciocinio cientfico y el papel

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  • de una filosofa de la ciencia; la autoridad de la ciencia com parada con o tras formas de vida; la autoridad de las tradiciones en general y el papel del pensam iento cientfico (filosofa, religin, m etafsica) y de los ideales abstractos (por ejemplo, el hum anitarism o).

    2. LA ESTRUCTURA D E LA CIENCIA

    En lo que concierne al prim er punto, mis ideas son las siguientes: las ciencias no poseen una estructu ra com n, no hay elementos que se den en toda investigacin cientfica y que no aparezcan en otros dom inios Ocasionalm ente, desarrollos concretos tienen rasgos distintos y por ello, en ciertas circunstancias, podem os decir por qu y cm o han conducido tales rasgos al xito. Pero esto no es verdad para todo desarrollo cientfico, y un procedim iento que nos ayud en el pasado puede pronto llevarnos al desastre. La investigacin con xito no obedece a estndares generales: ya se apoya en una regla, ya en o tra , y no siempre se conocen explcitam ente los movimientos que la hacen avanzar. Una teora de la ciencia que apunta a estndares y elementos estructurales com unes a todas las actividades cientficas y las autorice por referencia a alguna teora de la racionalidad del quehacer cientfico, puede parecer m uy im ponente, pero es un instrum ento dem asiado tosco para ayudar al cientfico en su investigacin. Por o tro lado, podem os enum erar m todos empricos, aducir ejemplos histricos; usando estudios de caso podem os intentar dem ostrar la inherente complejidad de la investigacin y preparar as al cient-

    1 La objecin de que sin tales elem entos la pa labra ciencia no tendra significado presupone una teora del significado que ha sido criticada, con razones excelentes, por O ckham , Berkeley y "Wittgenstein.

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  • fico para la cinaga en que va a penetrar. Tal p ro cedim iento le dar una idea general de la riqueza del proceso histrico en que l quiere influir; le anim ar a dejar atrs cosas infantiles, com o la lgica y los sistemas epistemolgicos; le ayudar a pensar en derroteros ms complejos, y esto es todolo que podem os hacer, dada la naturaleza del material. Una teora que pretenda m s perder el contacto con la realidad precisam ente cuando debera ser puram ente norm ativa. No slo las norm as son algo que no usan los cientficos: es imposible obedecerlas, lo mismo que es im posible escalar el m onte Everest usando los pasos de ballet clsico.

    Las ideas expuestas (ilustradas con ejemplos histricos en TCM ) no son nuevas. Las encontram os en Boltzm ann, M ach, Duhem , Einstein y tam bin, de una form a filosficamente desecada, en W itt- genstein. Estos cientficos y o tros antes de ellos han exam inado abstracciones com o espacio, tiempo, substancia, hecho, espritu, cuerpo, y las encontraron defectuosas. Ni las mismas leyes de la lgica quedaron exentas de sus dudas, y, por ejemplo, Boltzm ann las consideraba com o ayudas tem porales al pensam iento que pronto seran sustituidas por leyes mejores

    Estos cientficos crean que todo lo que influye en la ciencia debe tam bin ser exam inado por ella. Hacer ciencia no significa resolver problem as sobre la base de condiciones externas previam ente conocidas, poner restricciones a la investigacin y capacitarnos para anticipar propiedades generales de todas las posibles soluciones (por ejemplo, todas las soluciones son racionales y conform es a las leyes de la lgica); significa adap ta r cualquier conocimiento que uno tenga y cualquier instrum ento (fsico, psicolgico, etC:) que uno use a las ideas y

    10 Populre Schriften, Leipzig, 1905, p. 318.

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  • exigencias de un particular estadio histrico. Un cientfico no es un sum iso traba jador que obedece piadosam ente a leyes bsicas vigiladas por sumos sacerdotes estelares (lgicos y /o filsofos de la ciencia), sino que es un oportunista que va plegando los resultados del pasado y los ms sacros principios del presente a uno u o tro objetivo, suponiendo que llegue siquiera a prestarles atencin 2. Los principios generales pueden desem pear un papel, pero son usados (y, todava con m ayor frecuencia, abusados) de acuerdo con la situacin concreta de la investigacin. Es intil intentar explicar o justificar o presentarlos sistem ticam ente y los cientficos que acabo de m encionar llam an realm ente a sus invenciones aperus u observaciones m arginales o incluso jokes (bromas) 3. Especialmente, Mach rehusaba hablar de filosofa. En la m edida en que el cientfico est interesado, hay tam bin investigacin, hay m todos empricos ilustrados histricam ente para cientficos del futuro, y no hay ms que hablar.

    Los esquem atism os de la lgica form al y de la lgica inductiva tienen slo poca u tilidad p ara la investigacin, porque la situacin intelectual jam s se repite de la m ism a form a. Sin em bargo , los ejem plos de los grandes cientficos son m uy estim ulantes, y as es com o se da el in ten to de realizar experim entos m entales a su m anera. Esta es, pues, la form a en que generaciones posteriores han hecho avanzar a la ciencia [ ...]4.

    2 Einstein escribe (P. A. Schilpp [d.], Albert Einstein: Philosopher Scientist, New Y ork, 1951, pp. 683 ss.): Las condiciones externas establecidas [para el cientfico] p o r los hechos de la experiencia no le perm iten restringirse l m ismo dem asiado en la construccin de su m undo conceptual adhirindose a un sistema epistem olgico. Por esta razn, an te los ojos del epistem ologista sistem tico debe aparecer com o un o p o rtun ista sin escrpulos [...].

    1 Aperus, en E. M ach, Analyse der Empfindungen, Jena, 1922, p. 39; Jokes, en Philipp F rank , Einstein, his L ife and Times. London, 1948, p. 261.

    4' M ach, Erkenntnis und Irrtum, Leipzig, 1917, p. 200.

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  • Todas las ciencias, psicologa, fisiologa incluida, colaboraron en el examen de categoras tradicionales, com o la categora de una existencia objetiva, y el estudio de la historia se adap ta al m ismo propsito 5. Incluso las leyes ms fundam entales del pensam iento pueden ser derribadas en el curso del cam bio cientfico. Esto no fue palabrera vaca; se trat de ideas fecundas: la revolucin de la fsica m oderna hubiera sido imposible sin ellas 6. Surgi entonces una fsica que no era ya un esquema de predicciones, sino una concepcin filosfica, y esta concepcin, a su vez, no era simple verbalism o intelectual: estaba llena de contenido concreto.

    A hora bien, es interesante contem plar cm o esta fecunda colaboracin entre pensam iento filosfico, estudio histrico e investigacin cientfica ces repentinam ente y fue sustituida por un nuevo prim itivismo filosfico 1. C ircundados por descubrim ientos revolucionarios en el cam po de las ciencias, por interesantes puntos de vista en las artes, por sorprendentes desarrollos en poltica, los filsofos del Crculo de Viena se retiraron a un estrecho y mal construido bastin. Se rom pieron los lazos con la historia; dej de usarse el tra ta r tem as distantes para solucionar problem as filosficos; se impuso una term inologa ajena a las ciencias, as com o problem as sin relevancia cientfica 8. Despus de un largo perodo de tiempo, Polanyi y luego Kuhn fue

    5 Se recuerda al lector cm o usaba Aristteles la historia para ay udar a la filosofa y las ciencias e in tegraba en el proceso fisica, biologa, psicologa, filosofa poltica, retrica, teora de las ideas y de la poesa.

    6 El in ten to de Z ahar de m ostrar que Einstein fue un popperiano y que slo M ach le habra pod ido frenar en dicha tendencia ha sido refu tado en el vol. II, cap. 6, de mis Philosophical Papers, C am bridge, 1981.

    * As es com o yo interpret la situacin de form a m uy diferente a la de Ravetz.

    8 Para detalles, cf. vol. II, cap. 5, de mis Philosophical Papers.

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  • ron los prim eros pensadores qu com pararon la filosofa escolar resultante con su pretendido objeto la ciencia y m ostraron as su carcter de ilusin. Esto no m ejor la situacin. Los filsofos no volvieron a la historia. No abandonaron las charadas lgicas que eran su negocio actual. Las enriquecieron con nuevos gestos vacos, la m ayora tom ados de Khun (paradigm a, crisis, revolucin, etctera), sin tener encuenta el contexto, y complicaron su doctrina, pero no la acercaron ms a la realidad 9. El positivismo pre-kuhniano era infantil, pero relativam ente claro (esto incluye a Popper que es un positivista en todos los aspectos relevantes). El positivismo post-kuhniano ha perm anecido siendo infantil, pero adems es muy oscuro.

    Im re Lakatos fue el nico filsofo de la ciencia que se enfrent seriam ente con el desafo de Kuhn. C om bati a K uhn sobre su propio fundam ento y con sus propias arm as. A dm iti que el positivismo y el falsificacionism o ni ilum inan al cientfico ni le ayudan en su investigacin. Sin em bargo, neg que adentrarse ms en la historia forzara a una relativi- zacin de todos los estndares. Esa puede ser la reaccin de un racionalista confuso que se enfrenta por prim era vez a la historia en todo su esplendor. Pero un estudio ms profundo del mismo m aterial m uestra que los procesos cientficos com parten una estructura y obedecen a reglas generales. Hay una teora de la ciencia y, ms generalm ente, una teora de la racionalidad por la que el pensam iento penetra en la historia de una form a legtima.

    9 Polanyi tiene slo una influencia m enor: l era dem asiado difcil para los cientos de jvenes socilogos y filsofos de la ciencia que preferan fraseologas ms m anejables y conceptos acabados a un tipo de com prensin que no puede com prim irse en un esquem a filosfico. A dem s, l estaba influido por Kier- kegaard, uno de los m s radicales enem igos de una filosofa de resultados.

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  • En TCM, as com o en el captulo 10 del volum enII de mis Philosophical Papers (Cam bridge 1981) he intentado refutar esta tesis. Mi form a de proceder fue parcialm ente abstracta, consistiendo en una crtica de la interpretacin de la historia hecha por Lakatos, parcialm ente histrica. A lgunos crticos niegan que mis ejemplos histricos apoyen mi causa (abajo sern tratadas sus objeciones). Sin em bargo, si estoy en lo ju sto y me hallo bastante seguro de ello , entonces es necesario volver a la posicin de Mach y Einstein. Entonces es imposible una teora de la ciencia. Slo existe un proceso de investigacin, y hay todo tipo de reglas em pricas que nos ayudan en nuestro in tento de avanzar, pero que tienen que ser siempre examinadas para asegurar que siguen siendo tiles 10.

    Con esto tenem os una sencilla respuesta a las diversas crticas que o me corrigen por oponerm e a las teoras de la ciencia y por llegar a desarrollar yo mismo una teora, o me reprenden po r no dar una determ inacin positiva de aquello en que consiste una buena ciencia (Diederich): si un conjunto de reglas empricas es llam ado teora, entonces, desde luego, yo tengo una teora pero esto difiere considerablem ente de los antispticos castillos soados de K ant y Hegel o de las perreras de C arnap y Popper. Por o tra parte, Mach y W ittgenstein carecen de un im ponente edificio m ental, de un sistem a, como les gusta decir a los alemanes, no por carecer de potencia especuladora, sino por haberse

    10 Cules son los criterios que guan el proceso de co m p ro bacin? H ay criterios que parecen m s aprop iados para la situacin a m ano. C m o po d r determ inarse su adecuacin? N oso tros la constituim os en la m isma investigacin que realizam os: los criterios no slo enjuician sucesos y procesos; con frecuencia quedan constituidos p o r dichos elem entos y deben ser in troducidos de esta fo rm a, o , de lo con tra rio , la investigacin jam s podr ser iniciada. Cf. TCM, p. 16.

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  • percatado de que los sistemas podran ser la muerte de las ciencias (artes, religin, etc.) u . Y las ciencias naturales, especialmente la fsica y la astro nom a, introducen el argum ento, no porque yo est fascinado por ellas, como han notado algunos

    " L akatos, W orral y Lenk despus de l han p resen tado la objecin de que, si esto podra ser verdad en las reglas epistemolgicas que in ten tan guiar la investigacin, no p odra , en cam bio, aplicarse a las p au tas con que se juzgan resultados. A hora bien, tales juicios o lim itan la investigacin, o son actos verbales sin consecuencias prcticas. L akatos, W orral y Lenk, en reaccin a anteriores observaciones crticas mas y de Mus- g rave, excluyen la p rim e ra a lte rn a tiv a (cf. L ak a to s , en C. H ow son [ed.], M ethod and Appraisal in the Physical Sciences, C am bridge, 1976, pp. 15 ss.) e identifican la honestidad cientfica con el ofrecim iento de descripciones correctas, en pa labras de L akatos, de estadios transito rios de la investigacin sin afecta r a los m ism os estadios. Pero cul es la u tilidad de una tica donde un ladrn puede robar todo lo que quiera, es a labado com o un hom bre h o n rad o p o r la polica y po r el hom bre de la calle a condicin de que l cuente a todos que es un ladrn? Si ste es el sentido en que la m etodolog a de los p rogram as de investigacin difiere del anarquism o, entonces yo estoy dispuesto a convertirm e en un seguidor de los p rogram as de investigacin. Porque quin no preferir ser a labado a ser criticado cuando todo lo que tiene que hacer es describir sus actos en la jerga de una determ inada escuela? Cf. mis Phil. Papers, vol. II, cap. 10, no ta 25.

    En su au tob iografa , que contiene la relacin m s c la ra sobre la filosofa de Popper, he ledo en algn sitio que G erard Rad- n itzky escribe que yo he m alogrado el problem a de la evaluacin de la teora tan to com o antes lo hizo K uhn (Philosophers on their own work, ed. A. M ercier am d M. Svilar, vol. 7, Berne- Las Vegas, 1981, p. 167). El a rgum ento en el tex to m uestra que no hem os estropeado el p roblem a, sino que lo hem os articu lado no existe un prob lem a de evaluacin de teoras con una so lucin, sino que hay tan to s prob lem as y tan tas soluciones com o teoras m ayores y le hem os asignado a l, o, m ejor d icho, a los m uchos problem as que han sido reem plazados p o r los sim plistas cuentos de hadas de los filsofos, su contexto adecuado, el de la investigacin cientfica real: las filosofas que se ocupan de la evaluacin de teoras en form a ab strac ta e independientem ente de la situacin en investigacin en que debera realizarse la evaluacin no son sino necios in tentos de constru ir un instrum en to de m edida sin considerar lo que se va a m edir y en qu circunstancias. Cf. CSL, p. 33.

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  • crticos, sino porque son el tem a en cuestin: m atem ticas, fsica y astronom a fueron las arm as que usaron los positivistas y sus angustiados an ta gonistas, los racionalistas crticos, para asesinar o tras filosofas; aho ra esta arm a se vuelve contra sus utilizadores y dispara contra ellos llfl.

    Tam poco hablo de progreso porque yo crea en l o sepa lo que significa, sino con el propsito de crear dificultades a los racionalistas, que son, pues, los am antes del progreso (utilizar una reductio ad absurdum no implica que el argum entante tenga que aceptar las prem isas 12 [cf. TCM, pgina 12]). En lo que concierne al lema todo sirve, sin em bargo el asunto es muy sencillo. En TCM, esta consigna slo aparece una vez y yo explico lo que significa {TCM, pgina 12):

    A quienes consideren el rico m aterial que p ro p o rciona la h istoria y no intenten empobrecerlo, para dar satisfaccin a sus m s bajos instin tos y a su deseo de seguridad in telectual con el pre tex to de c laridad , p recisin, objetividad, verdad, a esas personas les parecer que slo hay un principio que puede defenderse bajo cualquier c ircunstancia y en todas las etapas del desarro llo hum ano. Me refiero al princip io todo sirve.

    Esta es una explicacin en s ya clara, pero puede leerse todava de dos formas: yo adop to dicho lema y sugiero se use como base del pensam iento; yo no

    110 A dem s, cualquier nio puede a taca r un racionalism o abstrac to con m aterial sacado de las ciencias sociales o de las hum anidades. Los rasgos irracionales de las ciencias naturales son algo m ucho m s difcil de identificar, son m ucho m s so rprendentes y ste es el pu n to central tienen substancia.

    12 Parece que un sorprenden te nm ero de crticas no conoce esta sim ple regla de argum entacin que era ya a rch isab ida po r P la tn , y que fue codificada po r A ristteles en sus Tpicos: los ms clam orosos defensores del racionalism o no conocen el contenido de su doc trin a favorita . P ara m s detalles, cf. C SL, parte tercera (C onversaciones con analfabetos), especialm ente pp. 182 ss.

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  • lo adopto , pero describo simplemente el destino de un am ante de los principios que tom a en consideracin la historia: el nico principio que le queda ser el todo sirve. En la pgina 17 de TC M (y lo repito en EFM y en CSL) he rechazado explcitam ente la prim era in terpre tacin . Yo escribo ah:

    Mi in tencin no es sustitu ir un con jun to de reglas generales p o r o tro con jun to ; p o r el co n tra rio , mi intencin es convencer al lector de que todas las m etodologas, incluidas las ms obvias, tienen sus lm ites u .

    Un crtico irritado , que desgraciadam ente no ha sido bendecido por un exceso de inteligencia, denom ina este com entario un intento de inm unizacin. Pero uno, ciertam ente, debe distinguir entre correcciones que dan nuevos significados a afirm aciones anteriores y o tras correcciones que citan afirmaciones ya hechas pero pasadas por alto por la crtica. Mis comentarios son del segundo tipo y revelan o una falta de pensam iento claro o una considerable falta de cuidado por parte de mis lectores menos amistosos 14.

    13 El pasaje contina: La m ejor m anera de hacer ver esto consiste en d em o stra r los lim ites, e incluso la irrac ionalidad de alguna de las reglas que la m etodologa o el lector gustan consi-

    j derar com o bsicas. En el caso de la induccin (incluida lainduccin po r falsacin) lo an te rio r equivale a dem ostrar que la

    contrainduccin puede ser defendida satisfactoriam ente con! argum entos [...]: la contrainduccin es una parte de la crtica

    de m todos tradicionales, no el pu n to de p a rtid a de una nueva m etodologa com o parecen suponer m uchos crticos.

    14 Un ejem plo in teresante, y extrem o, en cierto m odo, es la! recensin de m is libros en la New York Review o f B ooks hecha( po r Joravsky . C iertam ente , a Jo ravsky no le gusta mi estilo , mi

    form a de presentar, mis ideas; esto lo m anifiesta con claridad y abundantem ente . Sin em bargo, me pide que aporte criterios p ara preferir una teora o un p rogram a de investigacin a otros. Pero sta es precisam ente la cuestin que yo p lanteo y respondo en TC M y en CSL. En TCM, el contexto es la investigacin cientfica y la respuesta es; los criterios p ara la investigacin cientfica varan de un proyecto de investigacin al prxim o. In ten tar d iscutirlos y fijarlos independientem ente de la situacin

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  • La situacin se clarifica an ms si se consideran las siguientes circunstancias 15.

    Despus de producir la consigna todo sirve, escrib: Este principio debe ahora ser exam inado y explicado en sus detalles concretos (TCM , pgina 12). Lo que quiere decir: el principio carece

    que se presum e deben gu iar ellos m ism os es algo tan necio com o in ten tar constru ir un instrum ento de m edida sin saber lo que uno va a m edir. En C SL, el contexto es una sociedad libre, y la respuesta: los resultados cientficos son valorados po r las pautas de la tradicin a que se ofrecen, lo que na turalm ente presupone una separacin entre E stado y ciencia. La pregunta de Joravsky m uestra que l no ha podido en co n trar estas respuestas, aunque estn explicadas a lo largo de am bos libros y resum idas en las secciones in troductorias. Lo que ha podido encon trar han sido tres lneas de naturaleza au tob iogrfica que tra tan del co lo r de mi orina. O bviam ente, l podra ser un excelente co rrec to r de p ruebas para anuncios de arabescos. U no se p regunta qu es lo que ha m ovido a los editores p ara creer que l tam bin podra recensionar libros.

    15 El analfabetism o es una parte esencial de la historia de las ideas: el tem a no existira sin l. Escritores filosficos, incluyendo al cu idadoso Sim plicio, m ucho tiem po pensaron que Platn y A ristteles tenan la misma filosofa. En este caso se unan poderosos m otivos tericos. Fuertes m otivos tericos estn tam bin subyacentes en la tesis de que los filsofos, y tam bin el m ismo A ristteles, traba jan todos con un sistem a nico y que jam s cam bian de m entalidad. En el caso de A rist teles esta idea ha sido su perada slo en el siglo xx, com o resu ltado del incisivo anlisis de W erner Jger. Los m otivos tericos se com binaban con voracidad (de fam a) y la simple ignorancia tran sform a M ach en un filsofo de los da to s sensibles (cf. vol. II, cap. 6, de m is Phil. Papers p ara una explicacin m s detallada). Niels Bohr invent una interpretacin predisposicional de la p robab ilidad y una in terpretacin objetiva de los hechos cun ticos slo p ara que Popper le criticara su subjetivism o, siendo muy interesante que el m ismo Popper em plea una versin recortad a de la idea de Bohr sobre la p ropensin com o su instru m ento de crtica (Phil. Papers, vol. I, cap. 16). T odo holgazn de la filosofa de la ciencia ha criticado, o por lo m enos anatem atizado, a A ristteles o a Hegel, sin el m s rud im entario conocim iento de las ideas de am bos. Se em plean m uchos prejuicios basados, c iertam ente, en la ignorancia: Quiere usted que volvam os a Aristteles?, escribi M ary Hesse en una crtica a uno de mis prim eros trabajos (cf. TCM, p. 32, no ta 36) e influy en m uchos lectores que jam s han ledo una sola lnea de este

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  • todava de contenido. Su contenido lo adquiere mediante un anlisis de procesos concretos, lo mismo que el concepto de Renacimiento, para tom ar un ejem plo histrico, recibe su contenido desde la investigacin histrica, que tra ta situaciones muy diferentes y complejas. Los procesos h istricos a que aludo son, desde luego, estudios de caso. Estos estudios m uestran cm o Coprnico, Newton, Galileo, los presocrticos y Einstein lograron lo que hoy es conocido como sus xitos. Los derroteros que siguieron no carecan de direccin, y todos ellos tenan ideas muy concretas sobre sus m todos, aunque las ideas a las que llegaron fueron muy distintas de sus puntos de partida. Tam poco pudo preverse la direccin final de la investigacin. Nadie conoca de antem ano los virajes y vueltas que tendra que hacer; nadie prevea los m todos que tendra que utilizar en el curso del viaje, pero nuestros viajeros no dudaron y se adentraron valerosam ente en t ie r ra de n ad ie . R e tro sp ec tiv a m e n te podem os con frecuencia identificar itinerarios bien definidos; podem os retrazarlos en detalle y con precisin (TCM , captulo 11), pero estos itinerarios difirieron considerablem ente de las heliografas de los filsofos (ver las m alhum oradas objeciones de D escartes a G alileo en TCM, pgina 53) y no eran conocidos previam ente. O portunidad, actividad hum ana, leyes naturales, circunstancias sociales; todo esto contribuy de la form a ms curiosa y asom

    filsofo. B runo y G alileo presentan objeciones de tal fo rm a que se advierte que no conocan o no queran tener en cuen ta las excelentes respuestas que A ristteles da a las m ism as objeciones. Lessing, el g ran racionalista y poeta a lem n , hace tiem po que reco n o c i es ta c a ra c te rs tic a de Ja h is to r ia de las id eas e in tent com batirla escribiendo rehabilitaciones (Rettungen) de gente que haba sido calum niada p o r crasa ignorancia y po r analfabetism o. D esgraciadam ente, su hum anitarism o nunca fue po p u lar entre los lderes intelectuales cuya fam a y existencia parece depender de rum ores desaprensivos.

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  • brosa a llevarles a sus objetivos. Por esta razn, los estudios de caso tienen un resultado positivo y o tro negativo. El resultado negativo es que se violan y hay que violar m uchos estndares si querem os obtener lo que ahora consideram os ser logros de im portancia. N o hay estndares que tengan un contenido y den una explicacin correcta de todos los descubrim ientos hechos en las ciencias. El resultado positivo es que m todos que hoy parecen poseer cierta racionalidad e integridad (estas cosas, sin. em bargo, tenan un aspecto muy distinto cuando se las us por prim era vez [cf. M argolis]) tuvieron xito y pueden ser considerados como tiles reglas empricas para la investigacin del futuro. (Estoy muy lejos de recom endar la eliminacin de todas las reglas y m todos de las que intento explicar cmo ayudaron a conseguir los xitos pasados, es decir, sobre qu acciones fueron posibles dichos xitos; yo solam ente hago n o tar que los xitos se dieron bajo condiciones especficas prcticam ente desconocidas, que nosotros frecuentemente no com prendem os a dnde se dirigan y que su repeticin no slo no es una cosa natural, sino algo bastante im probable; adems, que las ideas sobre xito y progreso cam bian de un episodio de la investigacin al prxim o.)

    Slo pocos lectores han escuchado mi advertencia y han prestado atencin a los estudios de caso. La m ayora de los crticos parecen haber suspendido su lectura despus del prim er todo sirve. Para ellos, los estudios de caso o han debido ser dem asiado difciles 16, o dem asiado detallados, o, si es que han tom ado el vaco interno en sus cabezas como pauta,

    16 As, Gellner, en su crtica (cf. CSL, pa rte tercera, seccin 2), adm ite su incom petencia en m aterias cientficas y de historia de la ciencia, pero escribe, sin em bargo , una recensin suponiendo , com o tam bin lo han hecho o tros, que mis a firm aciones pueden ser criticadas independientem ente de los ejem plos que eleg para ilustrarlas.

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  • han debido pensar que el vaco y el principio sin explicar eran ya la misma cosa.

    H ay o tra razn que justifica el que no se tom en los ejemplos seriamente. Se basa en una idea que desempea un im portante papel en todas las trad iciones racionalistas y que puede expresarse diciendo

    > que lo que importara en una argumentacin no son los ejemplos mismos sino sus descripciones abstractas. Desde luego, las descripciones deben ser exam inadas com parndolas con los ejemplos. Sin em bargo, si son verdad, entonces su fuerza argum entativa es independiente de una estrecha fam iliaridad con tales ejemplos. La idea se viene abajo con las obras de arte. Para juzgar logros artsticos, uno tiene que fam iliarizarse con ellos; no bastan las descripciones, por verdaderas y bien confirmadas que sean. A hora bien, uno de los principales puntos del anlisis de las ciencias en M ach, de la actitud de Einstein ante la investigacin cientfica, de la filosofa de Bohr, as com o de los dos libros que ycr he escrito para defender a estos pensadores, es que precisamente en esta problem tica es donde las ciencias se asemejan a las artes. O que, para expresarlo de una form a algo paradjica, la ciencia en su mejor aspecto, es decir, la ciencia en cuanto es practicada por nuestros grandes cientficos, es una habilidad, o un arte, pero no una ciencia en el sentido de una empresa racional que obedece estndares inalterables de la razn y que usa conceptos bien definidos, estables, objetivos y por esto tambin independientes de la prctica. O, para utilizar una term inologa tom ada del gran debate sobre la distincin entre Geisteswissenschaften (Ciencias del espritu) y Naturwissenschaften (Ciencias de la naturaleza), no existen ciencias en el sentido de nuestros racionalistas; slo hay humanidades. Las ciencias en cuanto opuestas a las humanidades slo existen en las cabezas de os filsofos cabalgadas por los sueos.

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  • Este resultado tendr luego su im portancia cuando trate de la poltica.

    Los com entarios de los tres ltim os prrafos no slo se aplican a los crticos que se oponen al todo sirve, sino tam bin a los autores que lo siguen y que quieren utilizarlo en provecho propio. En este caso, mi objecin es que la ausencia de estndares objetivos no hace la vida ms fcil: la dificulta an ms. Los cientficos no pueden seguir apoyndose en reglas de pensam iento y accin bien definidas. No pueden decir: nosotros poseem os ya los mtodos y estndares para una investigacin correcta; todo lo que necesitam os es aplicarlos. Porque segn la visin de la ciencia defendida por M ach, Boltzmann y Einstein, y que yo he presentado de nuevo en TCM, los cientficos no slo son responsables de una aplicacin adecuada de los estndares existentes, sino que adems son responsables de esos mismos estndares. Ni siquiera puede uno referirse a las leyes de la lgica, porque pueden darse circunstancias que nos fuerzan a revisarlas tam bin (por ejemplo, la m ecnica cuntica analizada por Von Neum ann y Birkhoff, por Jauch y Pirn, por Primas y otros). H ay que recordar esta situacin cuando consideram os la relacin entre los grandes pensadores, por un lado, y los editores, benefactores e instituciones cientficas, por o tro . Antes, los cientficos con ideas inusitadas y las instituciones a las que pedan ayuda com partan ciertas ideas generales, y todo lo que tena que hacer un cientfico que necesitaba dinero era m ostrar que su investigacin, aparte de contener ciertas sugerencias originales, estaba de acuerdo con estas ideas. Ahora, los cientficos y sus jueces tienen tam bin que argum entar acerca de principios; no pueden confiar ya en tpicos establecidos (su intercam bio es libre, no guiado [CSL, pgina 28]). En esta situacin, la peticin de los cientficos anarquistas de m ayor

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  • libertad puede interpretarse de dos formas: se la puede considerar com o deseo de que se realice una discusin cientfica libre no ligada a regla especfica alguna, pero que intenta (cf. de nuevo CSL, pgina 28) llegar a una base com n. O puede in terpretarse tam bin com o exigencia de que se acepten ideas de investigacin sin examen alguno simplem ente para hacer la vida ms fcil a grandes e inusitadas mentes (o en la m ayora de las veces a gente que pretende tener tales cabezas). Siguiendo la argum entacin de TC M y de CSL, el segundo tipo de peticin puede apoyarse en la puntualizacin de que las ideas absurdas e inusitadas frecuentemente han llevado al progreso. La argum entacin pasa por alto que los jueces, editores, benefactores pueden utilizar la misma form a de razonar: el statu quo tam bin ha llevado al progreso y el todo sirve tam bin se aplica a sus defensores. Por esto es necesario ofrecer algo ms que la arrogante peticin de m ayor libertad. Los estudios de caso m uestran que los cientficos rebeldes verdaderam ente ofrecieron m ucho ms. Galileo, por ejemplo, no se content con quejarse y resignarse: intent convencer a sus adversarios con los mejores medios de que dispona. Estos medios frecuentemente diferan de los procedim ientos tradicionales aqu se encuentra la com ponente anarqustica de la investigacin de G alileo , pero con frecuencia tuvieron xito. Y no olvidemos que una plena dem ocratizacin de la ciencia incluso har ms difcil la vida a los auto- proclam ados descubridores de G randes Ideas. Porque stos tendrn que dirigirse a gentes que no com parten precisam ente su inters por la ciencia. Qu harn nuestros anarquistas que am an la libertad en tales circunstancias? Sobre todo cuando sus adversarios no son ya odiados personajes de alto coturno, sino ciudadanos libres queridos por todos.

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  • 3. ESTUDIOS DE CASO

    Mis estudios de caso han sido criticados por dos caballeros: clara y hum orsticam ente, por G unnar Anderson (abreviado en GA); prim itivam ente y de una form a bastante confusa, por Jonathan Wurril (JW). Ellos no com entan mis consideraciones generales (TCM , captulos 1, 12, 18; CLS, partes 1 y 2); lo que analizan y cuestionan es el m ismo material histrico y las conclusiones que yo he deducido de l. El m aterial dicen no apoya las conclusiones. Segn G A , el caso Galileo puede poner en peligro una versin dem asiado simple e ingenua del falsifi- cacionismo, pero no am enazara una filosofa donde teoras y observaciones fueran falibles. As pues, mi interpretacin de las hiptesis de Galileo revelara que yo no he com prendido la definicin de las hiptesis ad hoc dada por Popper. GA dice que las h ip tesis ad hoc no son m eras suposiciones introducidas para explicar efectos especficos, sino que rebajan el grado de falsificacin del sistema en que ocurren. A hora bien, esto es precisam ente lo que hacen las suposiciones ms fundam entales de Galileo. Galileo no slo introduce una teora del m ovimiento que convierte el argum ento de la torre de una refutacin de Coprnico en una confirm acin; el contenido de esta teora del m ovim iento es considerablem ente ms restringido que el de la teora aristotlica que le haba precedido {TCM, pginas 128 ss.).

    La teora de Aristteles tal como se la desarrolla en los libros I, II, VII y VIII de la Fsica es una teora universal del movimiento que abarca el movimiento espacial, la generacin y corrupcin, cambio cualitativo, crecimiento y decrecimiento. Contiene teorem as com o los siguientes: todo movimiento es precedido (tem poralm ente) por o tro m ovim iento; existe una causa inm vil del m ovi

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  • m iento y un prim er m ovimiento (en la serie causal) cuyo ritm o de cam bio es constante; la longitud de un objeto en m ovim iento no tiene valor exacto, etc. El prim er teorem a se apoya en la suposicin de que el m undo es una entidad som etida a leyes. Puede utilizrsele contra ideas tales com o la teora del Bing Bang (estallido inicial) sobre el origen del universo; y la idea de W igner de que la reduccin del paquete de ondas se debe a la accin de la conciencia. As pues, la teora de Aristteles era coherente: exista una term inologa unificada para la descripcin y explicacin de todos los tipos de movim iento. E staba confirm ada en un alto grado, estim ulaba la investigacin en fsica, fisiologa, biologa, epidemiologa, y condujo a num erosos descubrimientos 17. Sigue teniendo im portancia hoy porque las ideas de la mecnica de los siglos x v n y x v m

    17 La teora que acaba de describirse debe distinguirse de las leyes especiales que form ula A ristteles en el De Coelo. T enem os, pues, que p ro c u ra r no co nfund ir un debate sobre condiciones especiales con un debate sobre leyes fundam entales. As, A ristteles a firm a m uy explcitam ente que en un vaco todos los objetos tienen la misma velocidad (Fsica, 216a20), pero niega que el m undo contenga un vaco: su teora del m ovim iento es suficientem ente general com o p a ra cubrir am bos tipos de m ovim iento , en un m edio o en el vaco. H ace depender el m ovim iento de la form a y naturaleza del m edio, de la n a tu ra leza de la fuerza inherente; lo que m uestra que el fam oso argum ento de G alileo con tra la ley de la cada libre de A ristteles (si los objetos ms pesados cayeran m s deprisa que los m enos pesados, entonces un objeto pequeo sujeto a uno m ayor debera hacer que am bos se m ovieran m s deprisa, p o rque el objeto com binado es ahora m s pesado, y no tan deprisa, porque el objeto pequeo retendra el m ovim iento del m ayor) no se puede ap licar a Aristteles, donde el m ovim iento resultante depende de la m anera com o se com binan los objetos (estam os tra tan d o de un problem a de m ecnica de fluidos). Y as sucesivam ente. H istricam ente, el debate no tuvo lugar entre Galileo y A ristteles, sino entre G alileo y un chapurrero A rist teles artificiosam ente m on tado p ara hacer aparecer com o invencibles los a rgum entos de G alileo. (Para este pun to , cf. tam bin la nota 15 supra.) T am bin nuestros filsofos de la ciencia p resentan una relacin chapurrera de este m ismo debate.

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  • siguen siendo totalm ente inadecuadas para tra ta r el m ovimiento 18. Qu es lo que hace Galileo? El reemplaza esta compleja y sofisticada teora con su propia ley de la inercia, que carece de confirm acin excepto en el contexto de la teora aristotlica 19, la aplica solam ente a la locom ocin y reduce drsticamente el grado de falsificacin de todo el sistema.

    Sin em bargo, si se considera la falsificabilidad de las afirmaciones observacionales, la situacin es la siguiente: el racionalism o crtico, la filosofa que defiende G A , o es un fecundo pun to de vista que gua al cientfico, o es m era charla hueca que puede ponerse de acuerdo con cualquier mtodo. Los popperianos afirm an que se tra ta de lo prim ero (rechazo de la afirmacin de Neurath de que cualquier afirm acin puede ser refutada por cualquier razn). Por esto insisten en que afirmaciones fundam entales que intentan refutar una teora tienen que estar muy bien com probadas. Las observaciones realizadas al telescopio por Galileo no satisfacen esta exigencia: por autocontradictorias, no pueden ser repetidas p o r cualquiera; los que las repiten como Kepler llegan a resultados diferentes, y no hay teora que perm ita separar fantasmas de los

    18 Bohm , Prigogine, Eigen, Jan tsch y o tro s han com entado los inconvenientes de la m ecnica clsica (incluyendo algunos aspectos de la m ecnica cun tica) y han ped ido una filosofa en la que el cam bio no fuera una apariencia perifrica, sino un fenm eno fundam ental. A ristteles ha desarro llado precisam ente una filosofa de ese gnero y podem os ap render m ucho de l. Incluso en los detalles, A ristteles ocasionalm ente va bastante m s lejos que sus m odernos sucesores. Un ejem plo es su teora de la continuidad. Cf. mis Remarles on A risto tles T heory o f M athem atics, en M idwestern Studies in Philosophy, 1982.

    19 C oprn ico y G alileo se m ueven d en tro del m arco aris to t lico de una oposicin entre el m ovim iento rectilneo y el circular, pero in ten tan a d ap ta rlo a la hiptesis de que la tierra es un astro (y p o r ello participa del m ovim iento circular).

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  • fenmenos verdicos (la ptica fsica m encionada por GA es irrelevante, porque las afirmaciones bsicas en discusin no tratan de los rayos de luz, sino de la oposicin, color y estructuras de los remiendos visuales, y una hiptesis popular que pone en correlacin la prim era con la segunda se puede m ostrar fcilmente que es falsa [TCM , pgina 148]). Por esta razn, las afirmaciones bsicas de Galileo son hiptesis atrevidas, sin m ucha confirmacin. GA parece aceptar esta descripcin: hace falta tiem po se dir para obtener evidencia confirm adora (y las teoras-piedra-de-toque concernientes, para usar una excelente expresin de Lakatos). La prim era interpretacin del racionalismo crtico m encionado arriba afirm a que durante ese tiem po las afirmaciones no tienen poder refuta- dor. Si uno dice, com o G A, que Galileo refut concepciones populares con sus observaciones, entonces se desplaza uno de la prim era a la segunda interpretacin, donde las afirmaciones bsicas pueden utilizarse de cualquier m anera. La expresin literal sigue siendo crtica, pero su contenido se ha evaporado totalm ente. Este es claram ente el punto donde un honesto adversario de confusiones babilnicas, tal com o pretende serlo G A, debe tom ar posicin. Debe confesar que, m ientras que l no puede tener su Galileo y hacerle racional, al mismo tiem po se encuentra dem asiado em barazado para adm itir esto en pblico.

    Esta es una buena ocasin para m encionar una crtica que ha publicado T. A. W hitaker en dos cartas en la revista Science 20. W hitaker seala que existen dos conjuntos de imgenes de la luna, los grabados en m adera (que mencion y m ostr en TCM) y los en cobre, que son m ucho m s exactos, desde un pun to de vista m oderno, que los grabados

    - 20 2 de m ayo y 10 de octubre de 1980.

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  • en m adera. Segn W hitaker, los grabados en cobre m uestran a un Galileo que era m ucho m ejor observador de la luna que el Galileo que he p in tado yo. Pues bien, lo prim ero es que yo jam s he dudado de la capacidad de Galileo com o observador. C itando a R. W olf (Geschichte der Asronomie, pgina 396), que escribe que Galileo no era un gran observador astronm ico, a no ser que las emociones producidas por tantos descubrim ientos telescpicos com o l hizo en este perodo hubieran dism inuido su destreza o su sentido crtico, responda yo (TCM, pgina 117):

    Esta afirm acin tal vez sea verdadera (aunque me inclino a pon erla en d u d a a la vista de la ex trao rd in a ria hab ilidad observacional que m anifiesta G alileo en o tras ocasiones). Pero resulta pobre de con ten ido y, creo, poco interesante [...]. Existen, sin em bargo , o tras h iptesis que s conducen a nuevas sugerencias y que nos revelan cun com pleja era la situacin en tiem pos de Galileo.

    Luego m enciono dos de tales hiptesis, una que trata de las peculiaridades de la visin telescpica contem pornea, la o tra que considera la suposicin de que las percepciones, es decir, las cosas vistas con el ojo desnudo, tienen una historia (que puede descubrirse com binando la historia de la astronoma visual con la de la p in tura, poesa, etc.). En segundo lugar, la referencia a los grabados de cobre no elimina todos los aspectos problem ticos de las observaciones de Galileo sobre la luna. Galileo no slo dibuj, sino que tam bin describi verbalm ente lo visto. Por ejem plo, pregunta (TCM, pgina 115):

    P or qu no vemos desigualdades, rugosidades e irregularidades en la periferia de la luna creciente, hacia el oeste, o en el o tro borde c ircular de la luna m enguante, hacia el este, o en el crculo ex terio r de la luna llena? Por qu aparecen perfectam ente redondas y circulares?

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  • Kepler responda, basndose en observaciones hechas a ojo desnudo (TCM , pgina 115, nota 167):

    Si m iras cu idadosam ente la luna llena, parece perceptible que algo falla en su crcularidad.

    Y contesta a la pregunta de Galileo:

    No s cun cuidadosam ente has reflexionado sobre este asu n to , o si tu p regunta , com o es m s probable , se basa en im presiones populares. Pues [...] yo afirm o que existe con seguridad alguna im perfeccin en ese crculo externo du ran te el perodo de luna llena. Vuelve a estudiar el asunto e infrm anos qu te parece.

    Esta pequea discusin nos m uestra, en tercer lugar, que el problem a de la observacin existente en el tiempo de Galileo no puede resolverse mostrando que las observaciones de Galileo estn de acuerdo con nuestra visin del asunto. Para m ostrar cm o actuaba Galileo, si fue racional o si quebran t reglas im portantes del m todo cientfico, tenem os que com parar sus logros y sus sugerencias con su circunstancia y no con la situacin de un futuro todava desconocido. Por ejemplo, tenemos que preguntar: dados los medios aceptados y las pautas de observacin de la poca, fueron las in fo rm ac iones de G alileo in fo rm aciones de hechos?, es decir, eran algo repetible y bien fundam entado tericam ente? Para encontrar una respuesta a esta pregunta tenemos que com parar las observaciones de Galileo con observaciones hechas por astrnom os de su propio tiempo, as com o con teoras de visin y, especialmente, de la visin telescpica en que se apoyaron dichas observaciones. Si resulta que los fenm enos referidos por G alileo no fueron confirm ados p o r ningn otro , que no haba razones para confiar en el telescopio com o en un instrum ento de investigacin, sino que existan muchas razones, tan to tericas com o observaciona- les, que hablaban contra tal instrum ento, entonces

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  • tambin habra sido un m todo no cientfico el que Galileo propugnara la existencia de dichos fenm enos lo mismo que tam poco sera cientfico hoy afirm ar resultados experimentales que carecieran de corroboracin independiente y que se obtuviesen con m todos no probados , sin importar hasta qu punto sus observaciones se aproximarn a las nuestras. Para ser cientficos en el sentido que discutimos aqu (y que se critica en TCM y C SL ) hay que actuar adecuadam ente con respeto a los conocimientos existentes y no por respeto a las teoras y observaciones de un futuro desconocido.

    A hora bien, para calibrar las reacciones de los contem porneos de Galileo he utilizado los g rabados en m adera. Ntese que no intent p robar que Galileo fuera un cientfico mediocre apoyndom e en el hecho de que los grabados en m adera difieren de las imgenes m odernas de la luna (tal argum entacin hubiera contradicho las consideraciones que acabo de exponer). Mi suposicin fue, ms bien, que la luna en cuanto se la contem pla a ojo desnudo tiene un aspecto muy distinto del ofrecido por los grabados en m adera, que podra haber tenido otro aspecto distin to para los contem porneos de Galileo, y que algunos de ellos podran haber criticado el Sidereus Nuncius apoyndose en sus propias observaciones a ojo desnudo. Esta suposicin sigue siendo til, porque los grabados en m adera acom paaban la m ayora de las ediciones de la obra. Se aplica tam bin a las lminas? S, como se m uestra por las crticas de Kepler. Por aadidura, haba m uchas razones p o r las que el telescopio no era considerado unnim em ente com o un fiable producto r de hechos (algunas de estas razones, empricas y tericas, han sido expuestas en TCM). La afirm acin de W hitaker, hecha en su segunda com unicacin, de que los dibujos de la luna hechos p o r G alileo tienen una excelente calidad com parados con

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  • imgenes m odernas, es algo irrelevante con respecto a esta discusin.

    El caso de las observaciones de la luna hechas por Galileo constituye slo una pequea parte de mi argum entacin de que Galileo no aplic lo que la m ayora de los cientficos y todos los filsofos de la ciencia consideran hoy como el m todo cientfico adecuado y que no podra haber realizado sus descubrim ientos de dicho modo. En cuanto la investigacin histrica avanza y altera nuestras ideas sobre el pasado, la evidencia que yo em pleo en mi argum entacin tam bin puede, naturalm ente, quedar m odificada. Estoy claram ente decidido a conceder que esto puede hacer ms cientfico a Galileo en algunas reas. Sin em bargo, debates ms recientes (algunos de ellos m encionados en TCM: hablo de la dem ostracin hecha en la torre inclinada, del experim ento con el plano inclinado de sus observaciones de las lunas de Jpiter, del paso del mpetus a la relatividad galileica) han m ostrado que est ms bien aum entando el nm ero de reas en que aparece menos cientfico. Esto no convertir en un mal cientfico a Galileo; simplemente m uestra que la ciencia tiene poco que ver con lo que los filsofos, e incluso los mismos cientficos, dicen sobre ella.

    M ientras que GA se equivoca, porque la perplejidad oscurece su visin, la razn del fallo de JW es simplemente incompetencia. Verdaderam ente, su aportacin es un triste ejemplo del deterioro de los estndares de la discusin racional que se han impuesto en la LSE tras la muerte de Imre Lakatos. JW expone cuatro quejas: una concerniente a la pretendida originalidad de mis ideas, o tra sobre mi form a de ver la relacin entre teoras y hechos, o tra sobre el experim ento de la torre y, finalm ente, otra sobre mi interpretacin del movimiento browniano. - Para em pezar, yo nunca he pretendido en ningn

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  • sitio haber inventado las ideas que discuto. Todo lo contrario: ms de una vez he rehusado el dudoso honor de haber sido el iniciador de una y o tra inteligente idella 21. Desde luego, he hablado y escrito de una form a muy directa, pero esto, slo puede crear confusin en los seguidores de pensadores que consideran su afirm acin ms trivial com o su ms ntim a propiedad y que carecen de inform acin histrica para conocer m ejor las cosas; en una palabra, entre los popperianos 22.

    En segundo lugar, JW me atribuye el truism o de que los hechos tericos son dependientes de la

    21 C om o ejem plo cf. cap. 6, no ta 1, de mis Philosophical Papers, vol. I (C am bridge, 1981). Este traba jo se public por p rim era vez en 1965. En la versin original yo tam bin m encionaba a Popper. H abiendo descubierto luego que su contribucin al problem a discutido es nula, he bo rrad o su nom bre de la lista.

    Es curioso observar la frecuencia con que la gente interpreta una form a de escribir directa y sincera com o si im plicara pretender ser original. Perm tasem e repetir p o r esto lo que he dicho frecuentem ente en mis conferencias y he sub rayado en mis trabajos escritos: ninguna de las ideas que describo y defiendo es p rop iedad ma. N o soy un creador de ideas p ara eso se necesitan talentos m uy distin tos del m o ; soy un defensor y un p ropagandista de ideas valorables pero m altratadas, es decir, soy una especie de periodista. Quin invent las ideas que yo defiendo? No A dorno , com o dice Ju tta . Y tam poco Popper, com o escribe Agassi en su confusa explosin. No me interesan efm eros insectos filosficos com o stos. Pero he aprendido de Protgoras, al cual el m ism o Platn le p resent de tal form a que perm ite que un a ten to lector pueda re fu ta r la m ism a crtica de P latn. He aprendido de K ierkegaard, que e labor excelentes argum entos con tra cualquier filosofa de resultados y con tra cualquier form a de racionalism o basada en el p rogreso en el cam po de los resultados. He aprendido de H elm holtz, M axwell, B oltzm ann, D uhem y M ach, que hace ya tiem po pusieron en claro que el cam bio cientfico puede de rrib a r cualqu ier pau ta , aunque sea racional, sin tener que term inar en el caos. He aprendido de A ristteles que las fantasas ab strac tas cuen tan poco cuando se las com para con los elem entos de las fo rm as de vida de donde surgieron. E stos y o tros m uchos escritores han sido m is m aestros, y yo he in ten tado rehabilitarlos del m ismo m odo que Lessing rehabilit en sus Rettungen a grandes y difam ados escritores.

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  • teora, as com o argum entos que dependen de tom ar hecho a un nivel terico muy elevado. Lo que realm ente afirm o en el texto en que se explican estos tem as es que todos los hechos son tericos (o, de m odo form al, hablando lgicamente, todos los trm inos son tericos 23). Y esto no es una afirm acin que introduzco sin ms para convertirla luego en base de posterior retrica: todo el texto est dedicado a m ostrar que, y por qu, esto es preferible a o tras alternativas, incluyendo la que el mismo JW parece tener en la cabeza 24. Las quejas

    23 Phil. Papers, vol. I, p. 32, no ta 22, ltim a frase.Theory ladenness (carga terica) fue in troducida por H anson

    en 1958 (Patterns o f Discovery). El m ism o a o publiqu yo An A ttem pt a t a Realistic In terp re ta tion o f Experience (reim preso com o cap. 2, vol. I, de mis Philosophical Papers), d onde se in troduce la tesis del carcter plenam ente terico de todos los hechos (y no slo de los hechos tericos), se la funda a rgum entativam ente y se la defiende con tra las crticas. A qu JW puede en co n trar todos los argum entos reales que quiere escuchar. Sobre el m ism o pu n to pueden encontrarse m s argum en tos en mi trab a jo D as Problem der Existenz T heoretischer E ntitten, que apareci en 1960. JW no tra ta estos argum entos en ningn sitio.

    24 JW tiene gran dificultad con la naturaleza de los hechos. Quiere d istinguir entre hechos em pricos y hechos tericos, pero no tiene idea de cm o separarlos. En alguna ocasin define la diferencia en trm inos pu ram ente psicolgicos (lo que m ucho antes que l, y de una form a m ucho ms clara, fue hecho ya por C arnap , en Testability and Meaning, y p o r m m ism o, en A ttem pt , seccin 2), com o una diferencia entre hechos que son aceptados p o r todos los expertos en un cierto dom inio y o tro s hechos que suscitan debate. En o tras ocasiones parece suponer que el acuerdo logrado es algo ms que psicolgico, pero fundam en tado sobre los m ismos hechos: los hechos em pricos estaran m enos im pregnados de teora de lo que lo estn los hechos tericos; tendran un ncleo em prico. N eurath , C arnap y yo d iram os que tales hechos aparecen com o m enos invadidos p o r teora: los antiguos griegos perciban d irectam ente a sus dioses; estos fenm enos no m ostraban ningn elem ento te rico , p e ro a lgu ien d esc u b ri ev en tu a lm en te la id eo log a com pleja existente en la base y m ostr cm o incluso hechos muy sencillos estn constitu idos po r una estructura ex trem adam ente com pleja (cf. TCM, cap. 17). Los fsicos clsicos descri-

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  • de JW no tienen nad a que ver con esta posicin y con estos argum entos.

    El argum ento de la torre, segn JW fue desarrollado por Galileo del siguiente modo: la tierra en m ovimiento, de acuerdo con la teora aristotlica

    ban y siguen describ iendo nuestro en to rn o en un lenguaje que apenas considera la relacin entre el observador y los objetos observados (suponem os cosas estables e inalterables; basam os nuestros experim entos en ellas), pero la teora de la relatividad y la teora cun tica nos han hecho c o n sta ta r que este lenguaje, esta form a de percepcin y esta m anera de realizar experim entos tienen consecuencias cosm olgicas. No se fo rm ulan explcitam ente las consecuencias y po r esto no las advertim os y seguimos hab lan d o sencillam ente de hechos em pricos , pero dichass consecuencias se encuentran en la base de todos los fenm enos; es decir, los hechos aparentem ente em pricos son plenam ente tericos aun cuando frecuentem ente funcionen como jueces entre alternativas tericas. JW supone que tales jueces deben con tener o una com ponente terica neu tra l, o un ncleo no-terico fctico; es decir, supone que los cientficos que u tilizan hechos al exam inar diversas teoras no los a lte ran , por ejem plo, no los convierten en hechos diferentes. Se m uestra fcilm ente el e rro r de esta suposicin. Los relativistas y los tericos del ter tienen hechos diferentes, precisam ente en el d om inio de observacin. P ara el relativista, la m asa, la longitud, el intervalo de tiem po observados son proyecciones de estructuras de cuatro dim ensiones en ciertos sistem as de referencia (cf. Synge, en D e W itt y De W itt, Relativity, Groups and Topology, New Y ork, 1964), m ientras que el absolutista los considera com o propiedades intrnsecas de los objetos fsicos. El relativista adm ite que las descripciones clsicas (pensadas para expresar hechos clsicos) pueden usarse ocasionalm ente p ara tran sp o rta r inform acin sobre hechos relativistas y no las em plea en las circunstancias pertinen tes. Pero esto no im plica que l acepte su interpretacin clsica. T odo lo con trario . Su actitud est muy cerca de la del p siqu ia tra que puede h ab la r con un paciente que cree estar posedo, em pleando el lenguaje del paciente, sin que ello im plique que acepte tam bin una on tologa de dem onios, ngeles, etc.: nuestra form a norm al de hab lar, incluyendo los a rg u m e n to s c ie n tf ic o s , es m u ch o m s c l s ica de lo que cree JW .

    T odas estas cosas han sido explicadas con gran detalle en la literatu ra de los pasados trein ta aos (la argum entacin de las ltim as lneas, po r ejem plo, se explica en la seccin 7 de mi E xplanation , R eduction and Em piricism , que se public p o r prim era vez en 1962; ah o ra , en el cap. 4 del vol. 1 de mis Philo-

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  • del m ovim iento, hara que la piedra se apartase de la torre. La p iedra no se aparta de la torre, luego, afirm a el Galileo de JW , el experimento no refuta a Coprnico, sino a un sistema terico ms amplio, y reem plaza la dinm ica de Aristteles que es parte de este sistem a, por su propia ley de inercia. Al hacer esto permanece dentro del m arco del anlisis de la teora del cam bio de Duhem . Ms especialm ente, l corrige un error lgico de los anti-copernicanos segn el cual la afirm acin falsa (la piedra se mueve alejndose de la torre) seguira directam ente de la suposicin de que la tierra gira. H asta aqu JW .

    Pero, en prim er lugar, el pretendido error lgico nunca fue com etido por los anti-copernica- nos. Estos saban muy bien que la conclusin necesitaba por lo menos dos premisas. Tambin las m encionaban, pero dirigan la flecha de la falsificacin slo contra una de ellas el m ovim iento de la tierra , pues la o tra prem isa era tericam ente plausible y estaba confirm ada en un alto grado, y, adem s, no era el asunto en discusin (cf. los com entarios de Popper a la argum entacin de Duhem).

    En segundo lugar, el reem plazamiento de la ley de inercia de Aristteles fue slo una parte de los cambios llevados a cabo por Galileo. La ley aristo-

    sophical Papers), y especialm ente en el esplndido ensayo de L akatos sobre los p rogram as de investigacin, pero JW parece que no ha o do nunca nada de esto. Su form a de p lan tear p ro blem as, su term inologa, sus sugerencias pertenecen a alguna edad arcaica an te rio r al prim er perodo de ilustracin d en tro del C rculo de Viena que encontr su expresin en la o b ra de C ar- nap , Testatibility and Meaning. Por esto adm ito que me equivoqu al d en o m in ar falsas (C SL, p. 256) las sugerencias de JW ; pero tena mis razones; dab a por hecho que el an tiguo a lum no de L akatos estaba m ejor inform ado de lo que est realm ente. La apo rtac i n de JW m uestra que me hab a equivocado. JW no es una persona de intenciones falsas; es sim plem ente incom petente.

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  • tlica describa m ovimientos absolutos, y lo mismo hizo el argum ento de la torre (la predicha desviacin de la p iedra de la torre es, desde luego, la diferencia entre dos movimientos absolutos y, por eso, un cam bio relativo; pero el problem a es lo que cambi G alileo y no las razones por las que realiz dichos cambios). Si se introduce una nueva hiptesis auxiliar, entonces esta hiptesis tam bin debe utilizar nociones absolutas: debe ser una form a de la teora del mpetus. Por o tro lado, Galileo se convirti gradualm ente en un relativista del movimiento (TCM , pgina 63, nota 82; pgina 83, nota 117). Su hiptesis auxiliar tena que funcionar sin mpetus. As, al final, l no slo cam bi una hiptesis de un sistema conceptual no m odificado en lo dems (el m ovimiento absoluto es alrededor de la tierra, o alrededor del sol, pero no directam ente hacia el centro), sino que sustituy los conceptos del s is tem a p o r o tro s co n cep to s: in tro d u jo una nueva misin del m undo. El prim er proceso puede expresarse p o r el esquem a de D uhem ; el segundo, no.

    En el caso del movimiento browniano, finalmente, JW ofrece un anlisis jun to con unos pocos apartes teatrales srdidos. Estos son ingenuos, o, para expresarlo de una form a suave: Por qu consideran Exner y G ouy el movimiento brow niano como un riesgo para la segunda ley? Porque consideraban la hiptesis atm ica, aunque esta hiptesis les condujo ya una vez a dificultades (ver las medidas de Exner que se exponen en TCM, pgina 24, no ta 27). Los clculos del equilibrio de energa que se supone determ inan si la energa de la partcula es obtenida del fluido sin ms trabajo, usan la prim era ley, no la examinan. En lo que atae al m ovimiento brow niano, mi respuesta es la siguiente. Yo in tro duzco un argum ento. JW dice que l no com prende este argum ento. H asta aqu todo va bien. Para

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  • com prender el argum ento, JW lo traduce a un lenguaje fam iliar para l, a una especie de lgica cha- purrera. Esto es tam bin un mtodo muy razonable: si yo no entiendo un argum ento intentar reform u- larlo a mi m odo. JW va ms all. Lam enta que yo no haya form ulado mi argum ento en su lenguaje ya desde el principio. Esto sera una queja legtima si yo hubiera escrito el argum ento personalm ente para JW . Pero esto no lo hice. Lo constru para fsicos que favorecen un monismo terico, y stos parecen haberlo com prendido perfectam ente (originalm ente, el argum ento provena de David Bohm). Adems, JW no presenta precisam ente una objecin a que se le haya dejado fuera, sino que supone que el lenguaje que l com prende es el nico razonable. En esto, ciertam ente, se equivoca, com o se m uestra por el sinsentido que produce su traduccin 25.

    Com o los nativos que hablan un lenguaje del que no conocen sus propios lmites, l proyecta el sinsentido sobre mi propio argum ento y pretende haber m ostrado as su incoherencia. Yo, por o tro lado, concluira que hay muchas cosas que pueden expresarse m ucho m ejor en el lenguaje inform al utilizado por los cientficos cuando discuten problem as del cam bio terico; es decir, argum entara: supongamos que poseemos una teora T (y con esto aludo a toda la teora compleja ms las condiciones iniciales, ms las hiptesis auxiliares, etc.). T afirm a que ocurrir C. C no ocurre; en su lugar ocurre C . Si se conociera este hecho, entonces uno podra decir que T ha sido refutada y C sera la evidencia refu-

    25 Su nocin de evidencia, p o r ejem plo, le hace im posible h ab la r de evidencia desconocida o de sucesos que, aunque bien conocidos y aunque exista evidencia, no son conocidos como ev iden tes. Mi nocin de evidencia es de o tro tip o d is tin to , m s cercana a la form a com o hablan los fsicos (y que tam bin concuerda con el uso del trm ino en Sherlock Holm es); JW parece suponer que su nocin es la nica legtima.

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  • tadora (ntese que yo no distingo entre hechos y afirmaciones; no hay paso en la argum entacin que dependa de la distincin, y ninguna persona inteligente se sentira confusa ante tal ausencia). Supongamos ahora, adems, que las leyes de la naturaleza nos previenen para que no sepamos C y C : no hay experimento que pueda inform arnos sobre la diferencia. Por o tro lado, podra ser posible identificar C de una form a vaga, con la ayuda de efectos especiales que ocurren ante C pero no en presencia de C y que son excluidos por T, pero postulados por una teora alternativa T \ Un ejemplo de tales efectos sera que C pone en m ovimiento un m acro- proceso M 26. En tal caso, T puede ayudarnos a encontrar una evidencia contra T que no habra sido descubierta utilizando slo la teora T y los experimentos descritos con sus categoras: para Dios, M o C son evidencias contra T; nosotros, sin embargo, necesitamos T para tener seguridad de este hecho. El m ovim iento brow niano es un caso especial de esta situacin general: C son los procesos en un medio no perturbado en equilibrio trmico, segn la teora fenomenolgica de la term odinmica; C son los procesos en el mismo m edio( segn la teora cintica. C y C ' no pueden distinguirse directam ente por ningn instrum ento, porque la m edida del contenido en calor contiene las mismas fluctuaciones de calor que supona revelara. M es el m ovim iento de una partcula brow niana; T , la teora cintica. Com o en el caso de Galileo, es posible presionar estos elementos en el esquem a de Duhem diciendo que se ha reem plazado una hiptesis auxiliar por o tra y que as se ha elim inado algo de la dificultad pero ntese que, en nuestro caso, no fue la dificultad la que condujo a la sustitucin,

    26 JW tiene dificultades con triggers [im pulsar, en el sentido del gatillo para d isparar (N. del T .) \ C ualquier d iccionario le puede inform ar sobre el significado del trm ino.

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  • sino que sta nos ayud a encontrar la dificultad y este pun to se ha perdido com pletam ente en el anlisis de JW (es com o si alguien negara la diferencia entre los m todos de induccin y de falsificacin po r el m otivo de que en am bos casos se deducen afirmaciones singulares de. otras generales).

    Estoy dispuesto sinceram ente a adm itir con Ian Hacking (IH) que la ciencia es ms compleja y polifactica de lo que yo he expuesto en alguno de mis escritos anteriores e incluso en algunas partes del TCM. He com etido dos tipos de equivocaciones: he tenido una idea dem asiado simplista de los elementos de la ciencia, y he tenido una idea dem asiado simplista de la relacin entre los elementos. La ciencia contiene teoras, pero stas no son sus nicos ingredientes ni pueden analizarse stos en trm inos de proposiciones asertivas (o de entidades de Sneed, en esta m ateria). La ciencia ocasionalm ente analiza sus ingredientes en trm inos de los conceptos disponibles ms abstractos, pero este m todo no es universal ni aplicable universalm ente. Por ejemplo, puede que no sea posible tra ta r teoras ya derribadas com o casos especiales de sus sucesores; en cam bio, quiz debam os restringirlas ambas a dom inios especiales (por ejemplo, la teora cuntica y la mecnica clsica del punto). En conjunto, la em presa cientfica puede ser algo ms cercano a la m ultiform idad de las artes de lo que han supuesto los lgicos (y yo entre ellos) y existen indicios de que el progreso cientfico es imposible m ientras prevalezcan tendencias abstractas y universalizado- ras. Mis prim eras dudas sobre el m todo abstracto surgieron del estudio de los escritos de W ittgens- tein; pero yo expresaba entonces mis dudas de form a abstracta, en trm inos de problem as conceptuales (inconm ensurabilidad, elementos subjetivos de la teora de la explicacin). Al iniciar el trabajo del captulo 17 de TCM me encontr ante cuestiones

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  • ms precisas sobre la naturaleza, el origen y la adecuacin de los m todos abstractos, tan to en las ciencias com o en la filosofa de la ciencia 27. Intentando contestar a las cuestiones y resolver las dudas, distingu entre dos tipos de tradiciones que yo he denom inado tradiciones abstractas y tradiciones histricas respectivam ente 28. Hay muchos modos de caracterizar estas tradiciones. Una diferencia que encontr com o punto de partida favorable es la form a en que los dos tipos de tradiciones tratan sus objetos (gente, ideas, dioses, m ateria, universo, sociedades, etc.). Las tradiciones abstractas form ulan proposiciones. Las proposiciones se sujetan a ciertas reglas (reglas lgicas, reglas de experim entacin, reglas de argum entacin, etc.) y los objetos slo afectan a las proposiciones en conform idad con las reglas. Esto se dice garantiza la objetividad de la inform acin transm itida por las proposiciones o el conocimiento que ellas contienen. Es posible entender, criticar y m ejorar tales proposiciones sin haber tropezado con uno solo de los objetos descritos (ejemplos: fsica de las partcu las elementales; psicologa conductista; biologa

    27 Aqu me ayudaron tres libros: el m agnfico Discovery o f the Mind, de B runo Snell; Principies o f Egyptian Art, de H einrich Schfer, O xford, 1974 (lie u tilizado la edicin alem ana m ucho ms desordenada, pero tam bin m ucho m s in teresante, que fue preparada todav a p o r el m ismo au to r), y la ob ra de Vasco Ronchi, Optics, the Science o f Vision. H oy a ad ira los escritos sobre la h isto ria del arte de Panofsky y, especialm ente, su obra que abre nuevas ru tas, Die Perspektive als Symbolische Form, (reim presa en A ufstze zu Grundfragen der Kunstwissenschaft, Berlin, 1974), y Alois Riegl, Sptrmische Kunstindustrie, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, D arm stad t, 1973. Estos escritores han com prendido m ejor que casi todos los filsofos m odernos el proceso de la adquisicin del conocim iento y el cam bio de conocim iento.

    28 Para detalles, cf. cap. I, vol. II, de mis Philosophical Papers. El tem a fue m s e laborado en mi leccin inaugural, ETH -Zrich , 7 de ju lio de 1981, con el ttulo de W issenschaft als Kunst (Ciencia com o Arte).

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  • molecular que puede ser expuesta por personas que jam s han visto en su vida un perro o un cerdo). Los miembros de las tradiciones histricas tam bin form ulan proposiciones, pero llegan a ellas y las exam inan de una form a totalm