Adios al colegio, bienvenida la Universidad

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Se trata de una mirada reflexiva acerca del cambio que significa para los estudiantes pasar del colegio a la universidad.

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ADIOS COLEGIO BIENVENIDA UNIVERSIDAD

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Primera edición del concurso de ensayos para alumnos de cuarto medio de la octa-va región; “Adios Colegio, Bienvenida Universidad: ¿Qué esperas del futuro?”

Organiza Facultad de Psicología

Facultad Educación y HumanidadesUniversidad del Desarrollo

Jurados de SelecciónCristián Warnken, Decano Facultad Educación y Humanidades UDD ConcepciónTeresita Serrano Gildemeister, Decano Facultad de Psicología UDD Concepción

Florencia Jofré Manieu, Vicerrectora pregrado UDD Concepción

Jurado de preselecciónVerónica Villarroel Henríquez, Directora Pregrado UDD Concepción

Víctor Berríos, Subdirector Facultad de Educación y Humanidades UDD ConcepciónMariela oyarzo Gutiérrez, Coodinadora Docente Periodismo UDD Concepción

Katherine Coloma Navarro, Centro Desarrollo Docente UDD ConcepciónDavid Sirlopu Díaz, Docente Fac.Psicología UDD Concepción

Horacio Salgado Fernández, Docente Fac.Psicología UDD ConcepciónDaniela Bruna Jofré, Coordinadora Admisión, Fac.Psicología UDD Concepción

Diseñadores

Nicole Giacaman AlamosJose Chandia Herrera

IlustradoresFernando Hernández Toledo (manuales)

Alejandra Salazar Sanchez (digitales)

Impreso en Trama Impresores S.A, Avenida Colón 7845, Hualpén, Concepción.

Se prohibe la copia de cualquier parte de esta publicación, incluido los diseños de la cubierta y contracubiera. No puede ser reproducida , almacenada ni trasmitida

por cualquier tipo de medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de gra-bación o fotografía sin permiso previo del editor.

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Prólogo p.8

Sentir es vivir p.10 Michaela Oliva Happacher Deutsche Schule, Chillán

Sin título p.12 Verónica Márquez Colguan Colegio Santa Bernardita, Talcahuano ¿Qué hacer con mi vida? p.14 Luis Contreras Aedo Instituto Santa María, Chillán Navegando por la vida p.16 Jorge Illanes Pareja Colegio Santa Luisa, Hualpén

Sin título p.20 Karla Muñoz Saldías Colegio Concepción Pedro de Valdivia, Concepción

Sin título p.23 Natalia Torres Concha Colegio Chileno Árabe, Chiguayante

INDICELa mejor decisión p.26 Francisco Montecino Bustos Colegio Salesianos, Don Bosco

Sin título p.30 Victoria Villa Ramírez Instituto Santa María, San Carlos Sin título p.32 Génesis Espinoza Muñoz Instituto Santa María, San Carlos

¿Qué esperas del futuro? p.34 Daniela Alarcón Chamorro Colegio Santa Bernardita, Talcahuano

Sin título p.37 Paulima Cofré Pedreros Colegio Concepción Pedro de Valdivia, Concepción

Sin título p.40 María Inés López Vargas Centro Educacional Adventista, Los Ángeles

Sin título p.43 Valeria Peralta Jiménez Colegio San Jorge, Laja

Sin título p.45 Cecilia Abarca Bignon Instituto Santa María, Chillán

Proceso: Historia de juventud p.47 Cristóbal Parra Muñoz Liceo Antonio Salamanca Morales, Coronel

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Sin título p.50 Anaís Alarcón Ávila Colegio San Rafael Arcángel, Los Ángeles

Del colegio a la Universidad, un gran paso p.53 Diego González Arriagada Colegio Darío Salas, Chillán

Sin título p.56 Valentina Bravo Verdugo Colegio de la Santísima Trinidad, San Pedro de la Paz

Te llevo conmigo p.58 Francisca Maureira Sepúlveda Deutsche Schule Chillán

Sin título p.61 Isabel Núñez Rifo Liceo Carlos Cousiño G. A-45, Lota

A un paso de mi futuro p.63 Gerardo Ávila Segura Liceo Carlos Montané Castro, Quirihue

Sueños, solo sueños p.66 Claudio Troncoso San Martín Instituto Santa María, Chillán

¿FUTURO?

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Prólogo

Cada año, miles de escolares que terminan el Cuarto Medio se enfrentan a la difícil e incierta tarea de decidir sobre su futuro. Así, este periodo marca el inicio de una fase de transición en las que los estudian-tes comienzan a despedirse de una etapa y prepararse para ingresar a un mundo muy distinto al que han vivido hasta ahora.

En nuestro país, el ingreso a la educación su-perior se ha convertido en una de las prin-cipales elecciones. Cabe mencionar que 45 de cada 100 jóvenes ingresa a una carrera profesional o técnica, cifra que se situaba en el 15% hace treinta años atrás. El gran número de jóvenes que hoy emprende este camino, nos lleva a preguntarnos sobre los desafíos, expectativas y temores que ellos enfrentan en esta nueva etapa.

La transición señalada involucra reflexionar en torno proceso de cambio que implica el paso a la universidad, ser capaz de destacar los aspectos positivos de esta evolución como también visualizar los desafíos que se enfrentarán.

Asimismo, requiere poder evaluarse res-pecto las propias fortalezas y debilida-des, y a partir de estos análisis, nutrir las decisiones que se tomarán.

Atentos a estos procesos, y a las necesi-dades de introspección de este tiempo, la Facultad de Psicología junto a la Facul-tad de Educación y Humanidades de la Universidad del Desarrollo, realizaron un Concurso de Ensayos Autobiográficos para alumnos de cuarto medio de la VIII Región. Este concurso se tituló: “Adiós Colegio, Bienvenida Universidad: ¿Qué esperas del futuro?” y contó con la parti-cipación de 102 alumnos de 34 estable-cimientos educacionales municipales, particulares subvencionados y particu-lares pagados de la Región del Bío-Bío.

El libro que a continuación se presenta, incluye los mejores 22 ensayos que fue-ron parte de la fase de preselección. En cada uno de ellos, se observa la intensa inquietud que viven los adolescentes y cómo van resolviendo su crisis voca-cional armados de la fuerza, esperanza y seguridad entregada en su colegio, familia y amigos. Esperamos que estos testimonios sirvan de orientación, guía y optimismo para los futuros escolares que sufran experiencias similares.

Verónica Villarroel HenríquezDirectora Facultad de Psicología

Universidad del Desarrollo, Concepción

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Decir adiós es, a la vez, darle la bien-venida a un nuevo comienzo, una nue-va aventura, una nueva etapa, o como quieran llamarlo. Que curioso es enfren-tarse a algo nuevo y complejo como es la universidad, pero, peor aún, es dejar el acogedor nido. Siempre suelo escuchar frases como: “no quiero salir del colegio” o más frecuente aún: “no quiero dejar mi casa”, como es en el caso de la gente provinciana, pero resumiendo todo, se puede concluir que el sentimiento más profundo es el miedo a la vida, a lo nue-vo. Desde mi punto de vista el miedo se basa en la desesperación de no poder controlarlo todo y el hecho de no cono-cer todo lo que se nos aproxima, pero aún así creo que es absurdo tenerle mie-do al verdadero vivir. Lo maravilloso es saber que el futuro es incierto, porque no tendría sentido alguno saber todo lo que la vida te prepara, no tendría valor la vida si se pudiera controlar fácilmen-te, se perdería el valor del asombro y la curiosidad con la cual se nutre nuestra mente, ya que son sensaciones que nos llevan al verdadero sentir.

El ser humano le teme a su propio cuer-po. El miedo es un sentimiento con el cual se debe aprender a vivir y saber convivir con las sensaciones que éste no produce aunque sean las más incon-trolables e inexplicables que existan. La persona es capaz de controlar eso y mu-cho más, al sentirlo y vivirlo será la única manera que el miedo se pueda superar de una forma sana y evolutiva.

Yo no le temo al futuro, sí a mis propias decisiones, ya que creo que el futuro de cierta manera está designado aunque no podamos verlo, y alterarlo es lo temi-ble, porque todo pasa a su determinado tiempo y con la fluidez que la vida le va dando. Me aterroriza el miedo, pero el he-cho de sentirme viva, porque siento, me empuja a salir adelante y querer conocer todo lo bueno y lo malo que la vida me prepara. Considero que el tiempo es el factor más importante en la vida, ya que es el principal regulador, todo pasa a su determinado tiempo y con la intensidad y duración que le corresponda. A veces he pensado en la paz que sentiría al es-

Sentir es vivirMichaela Oliva Happacher

Deutsche Schule Chillán

tar segura de la decisiones de este año, como saber qué estudiar y en fin, saber qué hacer con mi vida, ya que a estas al-turas de mi camino por el mundo creo, y me siento responsable, que esta ya es mi vida y que ahora soy yo la encargada de que sea lo mejor posible y lo más exitosa y auténtica que pueda llegar a ser.

La verdad es que el miedo me hace lle-gar a sentir el deseo de verme con unas grandes alas para poder volar a través del tiempo y ver si las decisiones toma-das fueron las correctas. Pero si me sien-to tranquila y pienso que las alas nunca llegarán, ya que no puedo volar, extraña-mente me agrada la sensación de incer-tidumbre y de inseguridad, porque sin ellas presentes no tendría razones para soñar y querer ser algo sobrenatural.Esos sentimientos me hacen vivir y agra-dezco el sentido que le dan a mi vida y a incentivarme por luchar, por lograr lo mejor posible una historia agradable de contar y un recuerdo imposible de olvidar; el miedo estará presente toda mi vida, pero aprendí a sentirlo parte importante de mí, lo quiero y acepto, y es necesario que lo veamos como algo paradojalmente maravilloso de la vida.

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¿Qué es el futuro? ¿Cuáles son nuestros planes? ¿Podremos realmente cumplir-los?. Éstas son las principales interrogan-tes que nos planteamos hoy, que nos encontramos en el momento de tomar una decisión que cambiará el rumbo de nuestras vidas, nuestro futuro no tan próximo de ser estudiantes universita-rios.Es una decisión relevante, ya que debemos tomar en cuenta que lo que hagamos influirá en nosotros por el res-to de nuestras vidas, además de que de-bemos hacer lo que a nosotros nos logre satisfacer, lo que sintamos que es nues-tra vocación, saber que el camino que elegimos es realmente el correcto.

Desde pequeños, cada niño tiene sue-ños, los que van cambiando a medida que pasa el tiempo; ya no basta sólo con lograr ser feliz, ahora lo necesario es lograr crear nuestras propias identida-des, cumplir nuestras metas y aportar a la sociedad de una forma positiva. Nos sentimos rodeados por la incertidum-bre, pues no sabemos si lo que estamos haciendo es lo correcto, son tantos los

rumbos y las vueltas que da la vida, son tantas las pequeñas decisiones que to-mamos cada día. Ya no basta con estar seguros de lo que queremos lograr, sino que ahora tenemos que pensar si somos capaces para lograrlo, ya que seremos nosotros mismos los que deberemos luchar por conseguirlo, porque nadie lo hará por nosotros.

El camino no será fácil; debemos tener-lo claro, por lo que debemos ser fuertes; para poder superar los obstáculos que se nos interpongan, ser claro con lo que deseamos conseguir; para no desviar-nos del camino, y por sobre todo, creer en nosotros mismos, tener fe en que tenemos la capacidad para lograr todo aquello que nos propongamos. ¿Qué es-peramos del futuro? Debemos tener en cuenta que cada uno construye su pro-pio futuro, cada pequeña decisión toma-da día a día es un aporte, es un paso para lograr nuestras metas, “El futuro somos y lo construimos nosotros mismos”. Para po-der saber que es lo que realmente espe-ramos, debemos buscar en nuestro inte-

Sin títuloVerónica Márquez ColguanColegio Santa Bernardita

Talcahuano

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rior y saber cuáles son nuestros miedos, nuestras fortalezas, nuestra vocación. El futuro cambiará dependiendo de cada paso que demos, por lo que si nuestras decisiones son correctas según lo que se nos ha enseñado durante la vida, debe-mos estar seguros que a futuro conse-guiremos nuestros sueños. Nadie tiene su futuro asegurado, nadie puede decir lo que logrará, ya que el futuro no es algo estable, que no esté sujeto a cam-bios durante el transcurso de la vida de una persona.

No podemos decir qué lograremos en el futuro, sólo esperamos luchar por lo que queremos lograr, teniendo la espe-ranza de que si realmente lo deseamos, podremos lograr todo lo que nos pro-pongamos. Sabemos que el futuro lo construiremos cada uno, paso a paso, y si contamos con las herramientas nece-sarias, y con fuerza de voluntad, lograre-mos responder a la interrogante “’¿Qué esperamos del futuro?”, esperamos to-mar las decisiones necesarias para ser capaces de lograr nuestros sueños, para ver cumplido nuestro propósito autoim-puesto, la finalidad de nuestra vida, ver concretados nuestros proyectos, anhe-los y metas, saber que nuestra vida fue productiva, tener la convicción que de-jaremos nuestra huella plasmada en la humanidad.

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Aun recuerdo cuando estaba en segun-do básico e inocentemente nos pregun-tábamos con un grupo amigos. ¿Qué vamos hacer cuando seamos grandes?, tan lejano me parecía esto. Seis años pa-saron y nuevamente me acordé de esta interrogante, al momento de graduarme de octavo básico, pero esta vez tenía una percepción distinta de lo que quería ser profesionalmente.

Muy rápido se fueron esos años, ya que hoy me encuentro a punto de finalizar este proceso educacional e ingresar a la universidad, mi decisión parece más cla-ra y cercana, aunque estoy muy nervio-so de saber si mis sueños se cumplirán. El proceso para comprender qué quiero hacer para el resto de mi vida fue bastan-te largo, ya que implica tomar las riendas de mi vida y asumir las consecuencias de mis decisiones, sin embargo, ¿Cómo lo-grar construir mi proyecto de vida?.

Esta interrogante es la que atormenta a muchos jóvenes de mi edad, para dar respuesta esta pregunta, debemos saber

que este paso a la adultez representa una gran responsabilidad y las personas que admiramos juegan un rol prepon-derante a la hora de tomar una decisión, por esto no resulta extraño escuchar a un niño decir: “Yo quiero ser igual a mi papá”. Esto es lo que me sucedió, mis pa-dres son profesores y desde pequeño los he visto realizar sus clases admirándolos por su labor social, aunque no quiero es-tudiar para ser educador, si no que deseo desempeñarme como docente universi-tario en el área de mi agrado.También influye a la hora de hacer un proyecto de vida, los hechos importantes de tu existencia, es así como descubrí que me gusta la investigación, a través de dos hechos importantes para mí. El primero, el cambio de colegio donde desarrolle toda mi infancia, al Instituto Santa María de Chillán y su electivo Humanista, ins-titución que me enseñó a interesarme mucho más en las cosas que me gustan indagando en el tema para aprender más, desarrollando en sus estudiantes el deseo de investigar. Hasta el momento deben estar pensando que estudiaré ca-

¿Qué hacer con mi vida?Luis Contreras Aedo

Instituto Santa María Chillán

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rreras del área humanista como licencia-tura en historia o filosofía.

Pero, no fue hasta el verano pasado cuando descubrí mi verdadera vocación en el curso de microbiología de la Uni-versidad de Chile, el cual prepara a sus estudiantes en un completo aprendizaje en las materias de inmunidad y microor-ganismos patógenos. No obstante, los contenidos no fueron los únicos aprendi-zajes, además el conocerme a mi mismo y colocar a prueba mi independencia en una ciudad tan grande como Santiago, en la cual tu escala de valores se coloca a prueba cada día, en la medida que hago lo que considero bueno, en algo tan sim-ple como vivir solo dos semanas. Tam-bién, las experiencias son un factor que te acercan aún más a la construcción de un proyecto de vida, debido a que pue-do construir mi “Historia Personal”, en la cual debo aceptar mi realidad relatando mis defectos y virtudes, mis gustos y for-talezas, omitiendo todo lo que no soy realmente, reconociendo elementos tan esenciales como mi herencia genética: mi color de piel, mi peso, mi apariencia, ya que esto puede generar una baja au-toestima si no se acepta como uno es.El propósito de mi existencia no es un proceso independiente a lo que ocurre en el entorno, porque el ambiente fami-liar, social, geográfico o escolar son los elementos que construyen la identidad personal, que es la forma de ser de cada persona distinguiéndose de las demás y

no siendo una esencia innata, sino que un proceso cambiante por el ambiente. Eso explica que cambiemos continua-mente nuestras decisiones e ideales para nuestra vida.

Al finalizar este proceso podremos sa-ber en que nos queremos desempeñar y cuales son nuestras metas a cumplir para la vida, aunque yo aun no he termi-nado de contarles mi proyecto de vida, ya deben estar cercanos a lo que quiero estudiar.

Lo que deseo para mi vida es trabajar como docente e investigador universi-tario en el área de la microbiología oral, para lo cual quiero estudiar odontología, escogiéndola porque entre mis gustos está ir al dentista para arreglarme los dientes, ya que los considero una de las partes de nuestro cuerpo más importan-tes e interesantes, aunque siempre es bueno tener un plan B.

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Estoy aburrido de la igualdad, en la quí-mica, en la física, incluso en lenguaje, que somos todos iguales. Que un kilo de pan sea siempre un kilo, que el colegio siempre esté a la misma distancia, que al despertar tenga que bañarme, vestirme y cumplir un horario, clases predestina-das, programas y controles, mientras que la vida, no sigue esas reglas, no si-gue leyes. Es eso, esa esencia de desper-tar y poder encontrarte con algo nuevo, lo que verdaderamente me mantiene vivo y lleno de ganas por descubrir este mundo.

Navegábamos en un río, todos juntos, uno al lado del otro, era cosa de mirar hacia donde uno quisiera y me encon-traría con los compañeros de viaje, fami-lia, amigos, pero con el pasar de los años nos acercamos al final de este río, y fuer-tes sentimientos se me vienen encima. Era la oportunidad de lanzarse al mar para muchos. No fui la excepción. Muchos se despiden con abrazos, besos, enfatizando en las ganas por volver a verlos, yo simplemente deseo el éxito de

cada uno en sus nuevos viajes, y que, si el destino quiere, volvamos a cruzarnos en esta u otra vida, o bien, en el cielo.Pero al momento de tocar el océano, me di cuenta de que ya no tenía nadie a mi alrededor, no tenía fronteras, dirección definida. A lo lejos puedo ver cómo otros siguen inspirados en el viento, en las olas, mientras algunos querrían volver al camino marcado y direcciones seguras, donde día a día sabes para dónde tienes que caminar. La senda ha desaparecido, ahora sólo el corazón y la razón darán la dirección y pondrán fuerza a los pasos.En el camino, si es que puede llamar-se así, no hay rastros de nada, es difícil intentar seguir algo que uno no ve, es cuando comienza a valer la decisión, el pensar, el estudiar fríamente el camino, con la única pista del humo de algún vapor que haya pasado por allí antes, pero he aquí el misterio ¿Será el camino correcto?, ¿El que yo quisiera, realmen-te, seguir?, pues no lo sé con certeza, mi vida cambiará sí o sí, deberé recibir este cambio con los brazos abiertos, pues es lo que elegí, aunque puedo seguir ese

Navegando por la vida

Jorge Illanes ParejaColegio Santa Luisa

Hualpén

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rastro leve que dejan algunos, otros que caminaron antes que yo, pero si no es lo mío, habré perdido senda, he encontra-do una vía. Lo he navegado y estoy se-guro de que no quiero seguir a otros y no caeré nuevamente en esa trampa ni en ese camino que ya es conocido y fa-miliar.

Justamente, es acá donde comienza la diversión, el agua se torna turbia, los vientos se transforman en fuertes ventis-cados y aparecen las tormentas, desvían tu nave hacia rincones oscuros. Y estoy sólo, sin nadie que pueda ayudarme, sin una mano que tomar, sin un brazo que coger, debo asumir lo que yo elegí. Sólo contra el océano, no puedo caer, he na-vegado toda mi vida para estar acá y lo-grar encontrar mi destino, mi camino, no valen las leyes de la física, la primera ley de la termodinámica, sólo vale la perse-verancia. Porque no importa que se rom-pan 3 mástiles, o no me queden velas, mi nave seguirá en pie, ya que para esto he luchado toda mi vida, me he preparado 13 años y una sencilla marejada no po-drá borrar mi sueño.

Voy llegando, por el catalejo, puedo observar mis antiguos compañeros, lu-chando por no caer, buscando su cami-no, observo atentamente, me gustaría ayudarlos, pero son tareas que simple-mente, deben resolverlas solos. Aunque ahí estoy, aguardando, ante cualquier problema pueda entrar en su auxilio, por

que juntos somos mucho más que dos.Sin embargo, para cualquiera es difícil dejar todo esto atrás. No existe otra ma-nera, es el término de una etapa lo que nos mueve el encontrar el principio de otra, tomarla, cobijarla, aceptarla y cui-darla, no desperdiciar el tiempo, siem-pre y cuando, sea lo que yo he querido: un nuevo camino. Una vez andando el camino se torna más fácil, de un apren-dizaje para la vida, más puro e inclusive, acogedor, más que la misma meta: ter-minar una carrera universitaria.

Como dice en la canción del autor An-tonio Machado “…caminante no hay camino-se hace camino al andar-al andar se hace camino-y al volver la vista atrás-se ve la senda que nunca- se ha de volver a pisar...”. Simplemente yo decido, y ya decidí. Estoy tranquilo. Siempre recor-daré cuando éramos guiados por nues-tros padres, cada acción tenía una reac-ción en ellos, pero ahora las cosas que yo hago solamente repercuten en mí, afectando a los demás, pero siempre el foco de atención seré yo. Si arreo las ve-las, me quedaré estancado, sin comida, sin luz, atrapado en la tormenta antes mencionada. Pero si pienso en que iré mas allá lo conseguiré. Y aunque yo, o mi compañero, tardemos más de lo espera-do en encontrar y terminar el camino, lo habremos acabado y en ello, habremos acumulado experiencias, conocimientos de los mares, como enfrentar tormenta, cuál es la mejor corriente. Y aunque en

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realidad es un viaje hermoso es impues-to por la sociedad y la cultura actual, ¿o acaso no lo es?, ¿quién dijo que debía-mos movernos después de navegar el río? Perfectamente podríamos habernos quedado en la costa, disfrutando de lo que ya hemos logrado, pero no es así, to-dos buscan el nuevo horizonte, y todos mueven a uno, no al revés.

Es por ello que simplemente no queda otra opción de salir por donde el sol se esconde y luchar contra obstáculos que perfectamente podrían acabar con nues-tra perdida odisea. Ítaca, Ítaca, repetía Odiseo en su viaje, y quizás es exacta-mente donde todos queremos llegar y sin apresurar nuestro pasar. La meta no es nada sin el riesgo. El punto de llegada no es un punto al final, si no, que es este mismo, atravesarlo hasta conseguirlo… no ser iguales, vivir la diferencia, hacer las cosas distintas, atreverse y triunfar que no hay caminos amigos, no hay ca-minos.

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Futuro, palabra poderosa, imponente, llena de nuevas experiencias que marca-rán otras páginas de nuestra vida, otros ensayos por escribir, nuevos fracasos, nuevas oportunidades, nuevas liber-tades, etc. ¿Yo?, tengo diecisiete años, ¿qué quiero estudiar?, ese es un buen comienzo, simplemente he llegado a una etapa donde todo se da vuelta en tu vida, ya no sabes que si debes guiarte por el medio inserto, por tus sentimien-tos, o, simplemente porque el “dinero suena”, no sé nada.

Quizás el ser un tanto extrovertida y te-ner una variedad de gustos me da dere-cho a pararme mejor frente a la indeci-sión, o, en vez, me lleve a un camino de perdición mediante el simple cuestiona-miento de siempre, que yo creo que más de algún adolescente ha vivido: ¿Para qué soy buena, o bueno?, ¿Tendré estó-mago para vivir toda mi vida en alguna carrera? , y frente a esto veo mis ganas derrotadas al pasar más y más el tiempo; los que decían que cuarto medio es fácil, que era una etapa donde los profesores

“regalaban notas” y “ayudaban cariñosa-mente”, me parece una burla o una mala propaganda para un producto que vie-ne con fallas de elaboración.

¿Quién dijo en su santo juicio que cuarto medio es fácil?, en el caso de mis com-pañeros, y yo, cuarto medio ha sido una etapa de desgaste extremo, y eso que el año pasado también hicimos pre-universitarios, hoy, nos sentimos como “zombies”, sin ganas, zombies que flotan arrastrando por los pasillos sus zapatillas de turno. Así me siento, un bulto, pero no un bulto cualquiera, sino que un bul-to que tiene que decidir entre ser un bul-to exitoso en dinero, o, un bulto que ama lo que hace a pesar de “ganar un moco”. Profesión, vocación, éxito, libertad, etc. Palabras que llegan a ser la promesa de todas las universidades emergentes hacia nosotros, que, las creemos, nos confundimos, nos inventamos situacio-nes utópicas, irreales e impredecibles en todo ámbito. Miles de personas sueñan con la capacidad de sacar 850 puntos, entre ellas, la vecina, vecino, andante,

Sin títuloKarla Muñoz SaldíasColegio Concepción

Pedro de Valdivia, Concepción

amigo, o, tío ¿Por qué no?, la PSU para mí no es un método fiable para medir y re-conocer si una persona tiene talento, vo-cación y sentimiento para su carrera so-ñada, pero ¿Qué opinión puedo ejercer si ni siquiera tengo claro lo que quiero?. Desde pequeña soñé con ser bailarina de flamenco, pero una tía, de las que uno odia porque se cree de clase alta o sim-plemente mira en menos aquello que no va con su forma de ser, me dijo que ellas no ganaban dinero y que si quería ser una muerta de hambre siguiera con eso, obviamente la conexión entre muerte y baile no me parecía tierno a los 6 años y preferí tomar otros caminos donde la ali-mentación y la muerte no estuvieran en juego. Imaginando y viendo pasar tantas personas en la ventana, vino mi nueva inspiración adulta: Bombera, ¿Por qué?, simplemente pensaba que esos carros tenían muchas literas y que dentro eran pequeñas casas rodantes que ayudaban a los bomberos a viajar cómodamente y preparándose sándwiches a toda hora, bajando de un tubo de metal dentro del vehículo.

Claramente mi concepto de lo heroico iba más allá que un sándwich, creo que más bien iba hacia ayudar, ayudar a un gatito en un árbol típico de películas y ancianas con problemas visuales, ayu-dar desde aquél gato hasta un edificio de cien pisos donde necesitaran a una fuerte mujer llamada “Karla Muñoz” que fuera en su rescate, que rescatara a los

bebés del último piso y que quedara llena de cenizas de solidaridad. Lo más cómico es que a los nueve años ya tenía una imagen bombera de mí, como una Barbara Blade de los comerciales de des-odorante, y ¿quién dice que ese perso-naje no fue sacado de mí inconsciente mediante transfusión de sueños?, nada es imposible cuando tienes 9, hasta eres bombera sin sudar, eres cantante en un par de días y reconocida mundialmen-te, sólo en tú cabeza. Amo la niñez, ¿Por qué no se puede volver?.

Mucha gente, aunque es ilógico, se re-nuncia a sí misma, bajo su propio con-sentimiento, y seamos honestos, todos lo hacemos bajo un cierto grado, es más, somos pequeñas cárceles obligados a se-guir un patrón dentro de lo descubierto y lo establecido, mediante generaciones y generaciones, aún así, ¿seremos capa-ces de romper esquemas?, creo que de-pendiendo del ámbito dentro de nues-tra vida podemos ponernos a prueba, porque si habláramos colectivamente, todos tenemos diferentes habilidades, modos de pensar y sobresalir del resto. ¿Cuáles son mis habilidades?, definitiva-mente soy una humanista encubierta, es tan triste tener tantos sentimientos que expresar y no poder por miedo a repre-salias, y para eso la mejor cura es el tea-tro. El teatro, mi pasión oculta, lo que me hace reír y llorar, moverme y expresar, multifacéticamente. A cada personaje le doy vida, lo hago sentir, así es actuar.

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Veo a la gente reír y disfrutar, me llena, me da vida. Pero a pesar de todo, un sue-ño, nada más. Sonrisas abrazos y cariños, eso quiero como profesional. ¿Un avan-ce no?, al menos sé por dónde voy. Amo la biología y la química, mi lado normal del día, bajo miles de guías sabiendo las composiciones de cada cosa y su com-portamiento, y ¿saben qué?, me encanta. Ser médico para ayudar a mi hermano y a su autismo siempre ha sido mi meta, desde el principio. Ser una especie de Patch Adams Chilena siempre me ha lle-nado, hacer reír mientras comparto con los mejores amigos De un médico: sus pacientes. Y es que la vocación es así, el doctor es un amigo, alguien que te saca una sonrisa, te escucha y te aconseja, para recibir un abrazo confortador.

Finalmente una Barbara blade con me-nos escote y un delantal blanco me es-pera, lista para hacer reír, ser confidente de los más profundo de los sentimientos de mis pacientes. Y, ¿Quién dice que un médico no puede ser actor?

Uno de los sueños más importantes durante la juventud es poder entrar a la Universidad, y ojalá a la carrera que uno deseaba. Pero… ¿Cómo hacerlo si no tienes una familia que te apoye y te guíe en este camino? Esto podrá parecer algo lejano en hogares bien constituidos, en donde los padres se preocupan del bien-estar de sus hijos y siempre están ahí para ellos. Estos niños pueden conside-rarse muy afortunados, y me considero dentro de ellos, pues viven llenos de ex-pectativas para un futuro alcanzable, en el cual sus sueños son realizables y tie-nen todas las herramientas para lograr-los. Pero no, no me quiero referir a ellos, quiero hablar acerca de la otra juventud, la que todo el mundo critica, pero no se toman en cuenta sus carencias, esa ju-ventud que siempre está en boca de to-dos los medios de comunicación por sus defectos y agresiones hacia la sociedad, pero ¿acaso nos fijamos en la causa de sus comportamientos?.

Mi madre es profesora, trabaja en un liceo de alta vulnerabilidad social. Las

historias de vida de sus alumnos son indignantes, debido a que hay muchos que tienen buenas capacidades pero que no son apoyados por sus respecti-vas familias, siendo fácilmente absorbi-dos por el medio sociocultural en el que se desenvuelven. Conozco a Daniel, él es un joven que cursaba tercero medio y era un alumno sobresaliente, por éste mismo hecho era castigado y discrimi-nado socialmente por sus compañeros, quienes lo excluían de sus grupos, ha-ciéndolo sentir extraño y diferente a los demás. Esto hizo que su autoestima dis-minuyera y ya no quisiera asistir más a clases. Cuando se intentó hablar con su madre, ésta indicó que Daniel no quería seguir estudiando porque tenía una po-sibilidad de trabajo, y ella, por su parte, estaba de acuerdo con que él tomara esa decisión, puesto que le ayudaría econó-micamente para sustentar el hogar. No es extraño que esto siga sucediendo: estudiar implica gastos y prescindir del ingreso que podría generar el adoles-cente. Mi madre ha tenido que lidiar con muchos alumnos que tienen problemas

Sin títuloNatalia Torres ConchaColegio Chileno Árabe

Chiguayante

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intrafamiliares, y todas las historias son similares: jóvenes con padres ausentes (alcohólicos, drogadictos, agresivos, o que simplemente no cumplen con su rol educativo), quienes ven el futuro sin ma-yores expectativas, y quienes las tienen, se han dado cuenta de que si quieren al-canzar sus sueños, deberán hacerlo por sus propios medios, sustentados sólo por los deseos de surgir y lograr una me-jor calidad de vida.

También me quiero detener en el tema de los profesores y las injustas acusacio-nes que reciben (me refiero a profesores de educación municipalizada principal-mente), ya que se dice que no son aptos para entregar educación de calidad a sus alumnos y son duramente criticados de-bido a los resultados del SIMCE o de la PSU. Pero, ¿Cómo entregar educación de calidad con jóvenes tan desmotivados? La respuesta parece lógica: con mucha dificultad. A éste tipo de estudiante no le interesa la materia que están enseñan-do, lo único que le interesa es distraerse y evadir sus propios problemas por un momento, ya que carecen de metas a largo plazo, pues las perciben como inal-canzables, por lo que se preocupan sólo del presente.

No consideran que la educación es un proceso de crecimiento personal, y a la vez, el único medio de movilidad social, el cual permite romper el círculo de la pobreza, y así obtener un mejor futuro.

Muchas veces se juzga a las personas sin saber lo que realmente sucede, la socie-dad en que vivimos está llena de prejui-cios, los cuales de una vez por todas hay que exterminar. Recuerdo la historia de un joven emprendedor, quien terminó la enseñanza media con muy buenas notas, pero no pudo continuar con sus estudios superiores por falta de medios económicos. Decidió entonces conse-guir un trabajo de junior en una universi-dad, siendo muy eficiente en la labor que desempeñaba, debido a su dedicación y calidad humana, valores que se los había infundido su madre. Esto le permitió as-cender de puesto rápidamente, gracias al apoyo de la universidad tuvo la posibi-lidad de hacer un curso de mantención de computadores, quedando a cargo del mantenimiento del departamento de computación de la facultad de inge-niería. Debido al ambiente en el que se desenvolvía, se vio involucrado en un delito, siendo juzgado por la ley y pos-teriormente dejado en libertad por falta de méritos. Aún comprobándose que él no había sido el culpable, por el hecho de no poder contratar a un abogado, sus antecedentes quedaron marcados de por vida, y no solo eso; tuvo que pasar dos meses en la cárcel hasta que se compro-bara que era inocente. Este hecho des-afortunado le significó perder el puesto de trabajo que con tanto esfuerzo había logrado conseguir. Esto demuestra que no son muchas las oportunidades reales que se les entregan a las personas con

mayor vulnerabilidad social para surgir honestamente en la vida. Claro, algunos dirán: yo tampoco contrataría a alguien que hubiera estado en la cárcel, pero ¿aunque se haya comprobado que era inocente?

Si seguimos pensando así nunca podre-mos construir un país con verdaderas oportunidades para salir de la pobreza. También debemos preocuparnos de for-talecer la familia, crear un apoyo incon-dicional. Aunque un hogar tenga una familia poco convencional, de igual ma-nera puede lograr que sus integrantes se sientan unidos entre sí, y respaldados por el resto de ella.

Me gustaría pensar en un futuro con mayores igualdades para todos y en donde se den las oportunidades a la gente capaz, esforzada, y que sueña con entregarle a su familia un porvenir mas prospero y alentador. Quizás convendría hacer algo por aquello y estudiar para cumplir tal objetivo.

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Que la mayoría de tus primos escogió la droga antes que seguir estudiando; que tu madre no acabó la enseñanza básica, ni tu padre la media por falta de dinero y, por ende, vives en un barrio en el que te da miedo vivir. Fueron las principales causas que me motivaron a estudiar. Ingresé en un colegio en el que pensaba que todo era estudio, que los profesores me exigirían más y no tendría otra cosa que libros, lápices y cuadernos para for-jar mi futuro. Comencé primero medio con una mentalidad, quizá, un tanto pe-simista, pues todo me parecía mal. Me costó el proceso de adaptación, debido al tema de la exigencia, ya que ésta era mayor que en los años anteriores. Pero encontré algo más que materiales de estudio, porque llegué a un curso en el que casi todos éramos nuevos, lo que me permitió un mejor desempeño en el ámbito social, dando paso a futuras amistades.

Un día de vacaciones, alrededor de la una de la madrugada, sonaron fuertes balazos. Se desataba una pugna entre

dos vecinos que buscaban resolver sus problemas. Fue la segunda vez que pre-sencié una balacera a menos de cien me-tros de mi casa. Punta y codo en tu pro-pio hogar, en las cuatro paredes donde deberías sentirte seguro.

Comencé segundo medio con una idea más clara respecto al objetivo que pre-tende el colegio: formar “un buen cristia-no y honesto ciudadano”. Sin embargo, era sólo una mera frase repetida en la boca de los docentes, con la que espe-raban inculcarnos aquel estilo de vida, pero muchos no se daban cuenta que no bastaba con sólo hablar, sino se necesita-ban hechos contundentes que corrobo-raran dicha máxima. Dentro de ese año aprendí mucho, me di cuenta que tenía compañeros que discretamente guarda-ban toda una historia digna de valorar, que hubo profesores que se preocupa-ban de las notas que más tarde definirán nuestros puntajes, que hubo un religio-so que daba palabras de vida y trasmitía esa alegría que se derrumba al no saber convivir con las cargas cotidianas.

La mejor decisiónFrancisco Montecino Bustos

Colegio Salesianos Don Bosco

Enero de 2009, una pandilla de malhe-chores invadió la casa de uno de mis vecinos, por motivos que desconozco. Balazos, vidrios rotos, puerta abajo, un Charade volcado, alcohol, droga; un bus con carabineros que no se atrevieron a bajar y los de la PDI que detuvieron los disturbios.

Ese año suponía ser más difícil que los anteriores, pues comenzaba tercero medio, un año con más ramos, con más presiones de parte del colegio y de mis padres. Ingresé a la especialidad científi-ca sin saber bien lo que quería estudiar, tenía en mente algo relacionado con la biología, ya que el campo laboral es am-plio y mis padres se sentirían orgullosos de tener a sus hijos con un futuro distinto al de ellos. Aquel año nos cambiaron a la mayoría de los profesores, el cambio fue mejor de lo que imaginé, aunque como todo principio honorable fue bastante difícil, porque la modalidad de traba-jo era distinta, los requerimientos eran mayores, pero a cambio recibimos algo más que contenidos programados, nos entregaron sus valores, su preocupación y ocupación, su cercanía, su alegría, su amabilidad y lo que de un profesor, creo, que jamás olvidaré: ‘la vocación es más importante que el dinero’. Cada día se aprende algo nuevo y ése no fue la ex-cepción, quizá sabía que lo mío no era realmente la biología o algo relacionado con los números, pero no quería darme cuenta para no sentir que a lo mejor co-

metí un error al escoger mal el electivo. En el transcurso del año me tocó apren-der de varios errores, pero siempre ha-bía un sacerdote, más bien, una mano amiga, que me devolvía la fe y las ganas de vivir, me recomendó un libro, del cual aprendí mucho sobre el trato a las per-sonas. Por los votos de obediencia lo trasladaron de la región, a Punta Arenas. Gracias a él aprendí algunas cosas de la vida y sentí que de alguna forma debía retribuir el favor.

Una tarde de verano del presente año, caminaba a la casa de una amiga, cuan-do llegué me sorprendió que su ánimo fuera pésimo y además que estuviera con alcohol en sus venas. Estaba sola y se reprochaba por qué su padre ya no vi-vía con ella; las ganas de no estar en este planeta, ‘Vino y media botella de whis-ky’; fueron las principales causas de su estado mental y físico, y las de cuestio-narme que había hecho yo, como amigo para que eso no sucediera.

Cuarto medio, la percepción de las cosas son distintas, el sentido de la vida es otro, alcanzar la meta del puntaje que pide la carrera se transforma en algo primor-dial en tus ideales. Los hecho que relaté, hace un tiempo me hicieron pensar que algo raro estaba pasando, o quizá estaba abriendo los ojos a un mundo que está lleno de personas que les cuesta afron-tar los problemas, o tal vez, tomar bue-nas decisiones. Pero mi intención no es

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quedarme de brazos cruzados mientras se le desfigura el rostro a una persona que necesita ayuda.

Mi meta no es ser un experto en ciencias, mientras sé que alguien sufre de cán-cer y pasa por una depresión; tampoco quiero ser un experto en matemáticas, si antes de construir cualquier edificio se debe solidificar la base moral de quien lo precise. Sin menospreciar ambas ramas de enseñanza, sólo quiero hacer hinca-pié en lo importante que han sido para mí las letras y la comunicación.

Cada vez que alguien me pregunta qué quiero estudiar, ya no pienso si el campo laboral es amplio o no, sólo pienso que con vocación se puede lograr más de lo que cualquiera pensaría, y contesto con firme decisión: Psicología, quiero estu-diar Psicología.

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En mi habitación tengo una pequeña foto de mi primer día de clases. La toma-ron en mi casa, antes de que mis padres cogieran cada una de mis manos y me llevaran al lugar donde inicié mi educa-ción escolar. Es increíble como pasa el tiempo y lo mucho que he cambiado. ¿Qué es lo que veo en la foto? Veo a una pequeña niña, con una mochila rosada, una cinta en el cabello, con los dedos en-trelazados, nerviosa por el nuevo mundo que se me abría.

Y han pasado doce años desde que esa imagen fue capturada, y hoy siendo sin-cera, me siento de la misma manera. No es como si no hubiese sabido que el colegio llegaba a su fin. Las etapas termi-nan, eso siempre me lo dijeron, sin em-bargo que el colegio acabe me abruma y una pregunta en particular nace en mi cabeza ¿Qué voy hacer de mi vida? Durante estos doce años estaba acos-tumbrada a tener una rutina, que a pesar que la odié en algunos momentos, era mi vida. En este instante no logro verme haciendo otra cosa.

Nunca pude imaginar como sería este año, mi último año en el colegio que fue mi segunda casa. Con mis compañeros que se convirtieron, con el paso de los años, en mis hermanos.Todos, las 34 per-sonas con las que compartí, seguirán un camino diferente. Nos separaremos para iniciar una vida totalmente distinta a esta. Algunos serán artistas, ingenieros, marinos, militares, doctores, profesores, etc. Por lo mismo estoy disfrutando cada día con ellos. Porque sé que nunca vol-veremos a hacer la familia que somos ahora y eso me entristece.

Durante estos últimos cuatro años me he estado preparando para dar una prueba que, según la sociedad, depende mi futuro, pero no me prepare para decir Adiós y no sé si estoy lista para eso. En pocos meses más tendré que hacer una importante elección. Siento una gran admiración por los que tienen una elección hecha, por los que saben, como decimos nosotros, “para donde va la mi-cro”. Yo no he tomado esa gran decisión y es por miedo a tomarla de manera

Sin títuloVictoria Villa Ramírez Instituto Santa María

San Carlos

errónea. Tengo claro que nadie me juz-gará si me equivoco, pero me juzgaré a mi misma por no ser lo suficientemente madura, y creo que reconocer un error propio es mucho más doloroso.

Tengo miedo al fracaso. De no poder conseguir lo que me proponga en la uni-versidad. Algunos me han dicho que el mundo que se acerca es muy competi-tivo, donde tengo que ser la mejor para poder llegar más alto. Que la complici-dad que tengo ahora con mis compa-ñeros, no existirá en la universidad. Así es la vida también, supongo, tienes que ser siempre el mejor ¿Es eso ser egoísta? ¿Tengo que velar solo por mí más ade-lante?. No tengo la respuesta clara, pero creo que lo sabre en un futuro no tan le-jano. Además de dejar el colegio atrás, también tendré que dejar mi hogar, como casi todos. No tendré a mi mamá cerca cuando me enferme, ni tendré que pedir permiso para salir a fiestas. Tendré que preocuparme que haya comida en el refrigerador y nadie me mandará a es-tudiar. Si, surgen una serie de libertades, no obstante, vienen acompañadas con un montón de responsabilidades.

Tendré que afrontar un mundo de difi-cultades. Eso es un hecho, solo espero poder estar preparada. Pero tengo fe que podré, porque hace doce años enfrente la misma incertidumbre. Salí de mi casa para ir al colegio, ahora tendré que salir del colegio para irme a la universidad.

Ahora sólo espero que mi futuro se haga presente para comenzar a vivirlo.

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Un día, del que ya solo queda un vago recuerdo, estaba con mi padre admiran-do el primer título profesional de nuestra familia, pertenecía a la mayor de mis pri-mas; mi padre me cargaba en sus brazos cuando luego de un beso lo mire y le dije que algún día yo le regalaría uno igual, mi padre sonrió mientras una lágrima ro-daba por su mejilla. Hoy es el sueño que ambos compartimos.

A los cuatro años, y de la mano de mis padres, llegué a la cuna donde me con-vertí en lo que soy, la cuna donde me han enseñado a leer y escribir, desarrollando también el arte de pensar. Es justamen-te aquí donde conocí personas maravi-llosas que jamás se borraran de mí ser; con las cuales pasé momentos impere-cederos, los cuales quedan marcados en el lienzo de mi vida. Me es muy difícil dimensionar lo que será comenzar esta nueva etapa sin aquellos seres que día a día van dejando una huella. Distancia es lo que más se repite hoy entre nosotros, ¿mantendremos nuestra amistad?, es lo que muchos nos preguntamos, pero

cómo no preguntarlo, si hemos pasado tantos años en hermandad y en un ins-tante sonará una campana y todo habrá cambiado. Cada uno de nosotros sabe con quienes lucharemos por mantener el contacto, sin importar lo que suceda; y a quienes saludaremos cordialmente en nombre a los años transcurridos en la sala de clase. Pero no sólo mis ami-gos estarán lejos, también mi familia; ellos quienes sin importar lo que suceda siempre apuestan a mí como ganadora, los que ponen una fe ciega en que yo puedo, ellos quienes me enseñaron que con esfuerzo y perseverancia podemos alcanzar lo que deseemos, aun cuando el camino parezca difícil; y que más di-fícil que comenzar una vida sin el apoyo de los que me han visto crecer, ya que es justamente ese momento donde co-mienzo a formar lo que tanto anhelo, a despegar, a pasar por alto mis miedos y luchar por lo que sueño; teniendo con-fianza que estos años no fueron sólo juegos y risas, sino también desarrollo y experiencia. El miedo a la soledad de la tan anhelada independencia, por la

Sin títuloGénesis Espinoza Muñoz

Instituto Santa MaríaSan Carlos

cual muchas veces luche, y que ahora veo aproximarse sin haberla llamado, sin una tregua; es justamente este mie-do al cual debo dar fin, con la ayuda de los que amo, sin dejar jamás que éste se apodere de mi y me haga olvidar quien soy; consumiendo mis motivaciones.

Conozco plenamente mi sueño de un mundo mejor, sé que para lograrlo debo trabajar por ello día a día; sé a donde quiero llegar, pero que sucede si una de-cisión tan importante como ¿qué estu-diar? va coartando mis expectativas, que pasara si esa carrera que tanto idealice, como la mejor herramienta que puedo usar para lograr mis sueños, de pronto deja de parecer la mejor y se convierte en la acidia del día a día. ¿Seguiré teniendo acaso el apoyo de todos los que hoy di-cen dármelo?, ya que no lo puedo saber, solo me resta tener confianza en mí y en los que me rodean, tener confianza en que así como tantas veces me he caído y me he sabido parar, con toda mi fuerza podré hacerlo una y otra vez, por que en la vida no hay perdedores, ya que día a día comenzamos un juego donde el pre-mio mayor lo lleva quien sabe aprender.

Nadie podrá jamás predecir lo que aún no ha sido escrito; así como tampoco podemos comenzar a temer, sin antes empezar a vivir. Cada uno de nosotros tenemos el deber de trabajar por lo que deseamos, sin importar cuan difícil sea el camino, sabemos que nuestra recom-

pensa será mejor, ya que la mejor de las recompensas es y será siempre nuestra felicidad.

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¿Cómo llegué aquí? ¿En qué momento el tiempo fue invisible para mi concien-cia? Me he hecho estas preguntas, una y mil veces, y aún no encuentro cla-ridad para responder a ellas con certeza. Creo que es el tiempo en que debo ha-cerme cargo de aclarar mis dudas, o por lo menos, darle luz a mis dudas. El ser humano debe hacerse cargo de su luz y oscuridad, de sus sueños y temores. Asu-mo entonces, que una de las tareas de los estudiantes de secundaria es preci-samente, “tener claro el futuro”, aunque muchos llegan a la adultez sin saber qué esperar de la vida.Comienzo a hacer mía la interrogante, ¿qué espero en adelante de mi vida?, ¿qué quiero llegara a ser?.

Vuelvo a mi infancia, aquellos sueños que me despertaban cada noche con imágenes de dinosaurios, fósiles perdi-dos en medio del desierto, tal cual como lo veía en las películas, se transforma-ron en anhelos llenos de significados. Porque nuestra naturaleza nos obliga a comprender la vida de otro modo, sin escenas de películas, es decir, la realidad

tal cual. La metamorfosis de mis senti-mientos y pensamientos sufridos en la adolescencia, hicieron que mi atención distinguiera las injusticias, y como nun-ca antes, observé el dolor ajeno y por primera vez, sentí como ellos, pude ima-ginarme su dolor de tal manera que su-fro cuando me doy cuenta que en esta vida, se necesita mucha gente que sien-ta como yo.

Comencé a prestarle más atención a la medicina y a las leyes, para pretender hacer algo de manera “más concreta”, pero poco a poco al seguir creciendo, mis sueños tomaron un color matizado, mi mundo interno nuevamente se esta-ba transformando como para dudar de mí misma. ¿Qué es lo que debo hacer?Hoy con diecisiete años creo que haber encontrado mi vocación, que muy lejos se encuentra de los dinosaurios, de esos desiertos llenos de fósiles por encontrar; lejos de la medicina, con sus agujas y todas las heridas que curar. Mi vocación surge como una inyección, que causa desconcierto, pero logra iluminar mi ra-

¿Qué esperasdel futuro?

Daniela Alarcón ChamorroColegio Santa Bernardita

Talcahuano

zón. Ayudar a las personas, ir en su auxi-lio para mitigar su sed de justicia, a ser su voz cuando sus carencias le impidan auto socorrerse, brindar una palabra de aliento y hacerlas sentir que yo sí puedo sentir como ellos, aunque que sea en mi imaginación. Sin embargo, la esencia del hombre no se agota, y una interrogan-te surgió hace unos días y es lo que me tiene hoy escribiendo esto: ¿qué esperas del futuro?.

Intento responder por medio de este ensayo. Analizo lo que pienso y me doy cuenta que espero demasiado. Tal vez, mi mente infantil se las arregló para no abandonarme, y hace que mis senti-mientos sólo anhelen tener siempre a mi familia y a mis amigos conmigo. Ellos han sido las personas más importantes en mi vida, me enseñaron lo dulce y lo amargo de la vida, estuvieron conmigo en los momentos en que más los nece-sité, incluso cuando sentí que mis ilusio-nes se partían en millones de pedacitos, cuando mi corazón no soportó que mi cuento de hadas se fraccionara, en ese momento ellos estuvieron ahí para mí y se los agradezco cada día que pasa.Pienso y analizo (una actividad que muy pocos llevan a cabo), pero también “sien-to”, y sé que tengo algo a mi favor: sé que tengo vocación para hacer algo con mi vida de aquí en adelante, pero, eso no restringe que las debilidades humanas se interpongan antes de cualquier pro-yección. Espero que lo que sea que de-

cida no me equivoque, que decida para bien. Creo que el ser humano está hecho para cometer errores, pues desde ahí se valora mejor las cosas, y uno se enrique-ce enmendando los tropezones de la vida.

Mi temor radica en el tiempo, pues, no podemos retroceder el tiempo como en la ciencia ficción; ¿y si no puedo superar los obstáculos que están fuera de mis po-sibilidades para dar solución? No quiero dormirme en mis sueños, quiero hacer realidad lo que me propongo, por eso, aprovecharé la inyección de energía que me entrega mi certeza vocacional para hacer todo lo que esté a mi alcance.El amor es mi motor esencial, lo conozco, lo vivo y por eso, quiero una familia, una donde puede despertar cada mañana e irme a dormir cada noche diciendo que estoy feliz, o por lo menos, encontrarme en un estado de equilibrio, en el justo medio como decía Aristóteles.

Creo que estoy lista para querer y poder alcanzar lo que espero del futuro, con todos mis miedos y mis ojos puestos en el tiempo. La música, don de la vida hu-mana, me hace relacionar una letra de una canción de Kelly Clarkson con lo que planteo: “Yo extendí mis alas y aprendí cómo volar, haré lo que debo hasta tocar el cielo y yo pediré un deseo. Tomaré una oportunidad, haré un cambio y me sepa-raré, fuera de la oscuridad y en el sol, pero no olvidaré a todos los que amo. Yo toma-

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ré un riesgo tomaré una oportunidad, haré un cambio y me separaré”. Estas palabras debo hacerlas propias, para enfrentarme a esta realidad que se acerca cada día a pasos agigantados. Al final, si llegué hasta aquí es porque yo me lo propuse, porque luché y me apoyaron mis seres queridos.

¿Por qué habré de temerle al tiempo?, tengo lo que necesito, estoy lista para batallar. Tomando una sentencia del filó-sofo Jean Paul Sartre “la suerte está echa-da” y afirmo: yo no creo en la suerte.

¿Conocen esa extraña sensación de vértigo?¿La sensación de estar cayendo rápidamente sin poder detenerse? Sim-plemente caes y caes, el viento te azota la cara, entonces ves el suelo cada vez más cerca y te preguntas en que estabas pensando cuando saltaste…Adiós cole-gio, bienvenida Universidad: ¿Qué espe-ro del futuro?.

Tal vez eso estaba en mi mente, ocupan-do los espacios más recónditos de ella.Cuando estaba en tercero medio todo me parecía emocionante, lo único que quería era que el tiempo pasara rápida-mente para así comenzar cuarto medio. Ilusamente pensé que al ser el último año las cosas serían más sencillas, que mis padres me otorgarían mi espacio vital, mi intimidad, y que dejarían de asediar-me con tantas preguntas sobre el futu-ro. También creí que los profesores ten-drían consideración al ser el último año, que tal vez sólo realizaríamos ensayos preparándonos para la PSU, y un par de pruebas con facilidades como décimas, y que los largos y tediosos trabajos sufri-

rían una muerte súbita. Ingenua. Empe-zó cuarto medio, o debería decir cuarto miedo, y yo automáticamente dejé atrás la adolescencia, comenzando una nueva etapa llamada insomnio fulminante. Al-gunos denominan esta nueva fase en mi vida como la adultez, el hecho de dejar de lado las niñerías y pensar en el futuro, proyectarse como un participante acti-vo de la sociedad e integrarse y desin-tegrarse tomando cantidades absurdas de café para mantenerse en pie… El co-nocimiento de esto, de la realidad, fue una fuerte bofetada en la cara, una loca carrera desde mi casa hacia el preuni-versitario, una lucha interminable para no quedarme dormida en clases, peleas constantes con compañeros holgaza-nes que no hacían nada en los trabajos asignados y grandes dosis de frustración frente a la presión y consejos de mis pa-dres ante tan vital decisión: “Estudia esto que ganarás dinero” ó “Mira la tontera que quieres estudiar” y cosas de ese estilo. A pesar de esto, en medio de tanta confu-sión, el miedo que solía asaltarme se ha ido desvaneciendo y he ido encontran-

Sin títuloPaulima Cofré Pedreros

Colegio Concepción Pedro de Valdivia, Concepción

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do apoyo en los buenos amigos. Ya no me asusta saltar hacia esta nueva etapa porque sé que a pesar de todo caeré de pie, y si no llegará a suceder esto, y sim-plemente cayera, creo que seré capaz de ponerme de pie y continuar. Después de todo no es la decisión lo atemorizante, es el vértigo que provoca la indecisión lo intimidante.

No sé porque, pero cuando pienso en la Universidad mi mente inmediatamen-te asocia el pensamiento a la historia de Alicia en el país de las maravillas. Tal vez se deba a que es mi libro favorito, una historia con la que me he podido identificar a través de los años y en dife-rentes ocasiones, o bien puede ser que, al fin y al cabo, llegar a la Universidad es en su totalidad un viaje maravilloso a un mundo poblado de animales que reali-zan una serie de acciones determinantes para lograr sus objetivos y contar sus historias, darle voz propia a sus vivencias y cuerpo a sus experiencias. Todos estos elementos conforman un viaje en el que una persona crece y se empequeñece no solo en el sentido físico (gracias al des-orden alimenticio que tantos trabajos y presión provocan en ti, y claro esta, el exceso de café), sino también en la per-cepción del mundo. Posiblemente sean la gran variedad de hechos sorprenden-tes, de enseñanzas adquiridas, y la inten-sidad con que se vive cada historia, su atractivo mayor. Sin embargo creo con todas mis fuerzas que es la naturalidad

con que los protagonistas, los alumnos y profesores, perciben cada momento lo que hace de la Universidad un lugar tan mágico, un sueño en una noche de verano.

Del futuro sólo espero grandes enseñan-zas y experiencias que pueda transmitir para así poder vivir de lo que me gusta, que es escribir, y que supone para mi una felicidad interminable. Lo demás me ima-gino que vendrá por añadidura siempre y cuando me mantenga fiel a mis ideales y creencias. La Universidad es el lugar en donde concretaré muchos de los sueños concebidos durante mi existencia y en donde adquiriré herramientas necesa-rias para desenvolverme en el mundo profesional. Es un paso decisivo, pero a la vez reconfortante. Es el lugar al donde quiero llegar y vivir cada segundo, cada minuto, con absoluta naturalidad. No es un sueño, es más que eso, es un mundo de ensoñaciones, un universo lleno de opciones para conquistar la realidad, en donde todo puede pasar si se valora la inmensa oportunidad.

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Al compás de la infinita melodía; “Les Jours tristes” de Yann Tiersen -uno de los grandes compositores y músicos franceses- comienzo este ensayo de mil palabras, aunque aún no sé cómo logré hacerlo sólo de mil. Todavía me lamen-to por borrar las setecientas quince pa-labras que me sobraban, decían tantas verdades….

Ciertamente, el motivo de mi partici-pación en este concurso fue mi soñado futuro. ¡Es la santa verdad! Respecto de mi futuro, quiero dedicar mi vida a en-señar, siendo profesora de lenguaje y escritora -además de otras cosas-. Lo que quiero decir es, quién sabe, quizás esta puede ser mi primera oportunidad de crear algo, en este caso un ensayo, y comprobar si de verdad tengo “Dedos para el piano” –es un poco insólito pero cierto-.Soy una soñadora e imagino que si puedo tener un “Premio especial para mi mención honrosa”. Si algún día escri-biré, habrá críticos que evalúen, y esta es la primera vez en que puedo probar mi futuro. No quiero parecer sugestiva

e irrespetuosa, a veces soy exorbitante-mente honesta, no consigo guardarme algunas cosas. Mi segundo motivo, por lo demás enormemente desatinado e incoherente, pero muy obligatorio: esta-mos en invierno y necesito comprarme una chaqueta. Si, una chaqueta. Tengo una pero su cierre está arrancado, cuan-do me muevo, ¡La chaqueta se abre sola! La gente me observa de reojo y sonríe, es vergonzoso. La chaqueta que quiero cuesta sesenta mil pesos, -creo que erré al principio, no me conviene el premio honroso-. Y por último; necesito escri-bir, como forma de orientación conmigo misma, qué es lo que realmente preten-do realizar en mi porvenir estudiantil y laboral. Escribir acerca de mi paso por el liceo. Contarles de mis aspiraciones, an-helos y presiones.

Los momentos que dejaré en mi liceo serán muchos. Pero quiero contar un hecho en particular, que cada vez que lo recuerdo, me siento agradecida de la vida. “Don Dagoberto”, más conoci-do como “Don Dago”, o “Don Trago”, es

Sin títuloMaría Inés López Vargas

Centro Educacional Adventista Los Ángeles

un paradocente sabio y viejo que lleva trabajando más de 20 años en el liceo. Cada vez que la vida nos junta lo salu-do muy alegremente. Cierta vez, debido a mis saludos cordiales, él me obsequió un confite, y luego, mirándome con su angelical rostro dijo: “Le regalo esto, por-que usted es muy educada, y cada vez que me ve, no agacha, ni se esconde como otros, sino que siempre me saluda y eso se agradece”. Para mí era la gloria, era como un obsequio del mismo Rey de España, me sentía realizada, que el cari-ño y experiencia de un sabio como Don Dago reconociera algo en esta humilde joven. Ese es únicamente un hecho, son muchos más los momentos vividos en mi mágico liceo CEALA.

Por eso, cuarto medio para mí es el año más nostálgico y estresante. Nostalgia por lo que dejaré y estresante por lo que ha de venir. Más bien, yo diría que es más estresante, pues este año debo dejar en claro mi futuro, este año debo decidir-me. El significado de la palabra decidir, según el diccionario de la lengua espa-ñola es: “Proceso reflexivo previo a la toma de una decisión”, “Formar juicio definitivo sobre un asunto” o “Determinarse y tomar una resolución”. Sin duda, hay muchos significados. Sin embargo, al decidir un juicio definitivo sobre qué trabajo haré por el resto de mi vida, si Dios lo permite, es una cuestión de tal magnitud, que es-pero haber discernido acertadamente.Decirle adiós al colegio, o estar en cuarto

medio es como tener 9 meses de vida. Suena indiscutiblemente exagerado, mas es la verdad. Poco a poco se acerca el adiós al vientre de cuarto medio, hasta nunca diecisiete años.

Saludamos con una sonrisa irónica los dieciocho años. Solía vivir en mi burbuja de joven en un mundo joven, casi inge-nua. De un salto comienzo a dar leccio-nes decisivas sobre mi expectante vida. ¡Ahora debo pensar en cómo no ser una más de los cesantes de mi país! Lenta-mente y sin querer se acerca “la selva de la realidad”, asustan diciendo que es una selva donde vence el más fuerte, el más mentiroso, donde no hay permiso para equivocarse, y debes ser astuto y feroz como un león o pueden devorarte. Por el contrario, ¡Estoy en desacuerdo con esa perspectiva! Yo creo que mientras valla siempre de la mano de Dios y los seis principios de etiqueta basta y sobra.

Sólo sueño con recorrer el mundo. Fan-taseo en ser la segunda Isabel Allende, la sucesora de Gabriela Mistral, o una García Márquez cualquiera, y así creci-damente podría terminar este ensayo nombrando más y más escritores. Mis desafíos o metas son tajantes; tener un libro (aunque sea sólo uno), perfeccio-nar la pedagogía en otro país, haciendo un doctorado o algún magíster, y escri-bir y seguir escribiendo, aunque pierda este concurso (no paro de reír). Quiero finalizar con una especie de moraleja

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que en este mismo ensayo descubrí. Si en un lado de la balanza estuvieran mis objetivos e ilusiones y por el otro lado mis presiones o peros, pesarían conside-rablemente más mis ilusiones, todos mis sueños, los viajes, los libros, los proyec-tos de vida, ¡pesan mucho más! En esta misteriosa vida, los estudios y las aspira-ciones son fundamentales para ser feliz, por supuesto, aspiraciones sin que se vuelvan ambiciones. Por eso, cada vez que estudio, acompañada de la solita-ria noche, o el cotidiano día, pienso que lo hago para ser feliz o hacer feliz a al-guien.

Quiero sentirme en armonía conmigo misma cuando enseñe lenguaje a mis alumnos. No parar de soñar nunca con mis viajes. Quiero descubrir el sentido de la vida, y sé que ese sentido se basa en decisiones transcendentales sobre mi futuro. Futuro incierto pero cierto, porque al final de todo esto algo seré, y estoy segura que algo lograré. Adiós colegio, bienvenida universidad, ¿Qué espero de mi futuro? Animada por un fu-turo lleno de desafíos y felicidad, porque el mundo está en mis manos, eso espe-ro de mi futuro... Y así será como piense aquel último día de clases…

Es complejo darnos el trabajo de pensar en lo que hemos construido, ya que las ansias ciegan todo razonamiento lógico. En muchas ocasiones tropezamos, triun-famos o tan solo fuimos los afortunados, pero llega un punto en el cual debemos tomar una decisión, y nos vemos en esta posición, tan solo meses para rendir una prueba de selección universitaria, y lo que podría ser un evento “único” para al-gunos o de menor relevancia para otros. Todos pretendemos de la misma forma en que vivimos el sueño, realizar nuestro futuro, vivir esas emociones y cumplir lo-gros, sentirnos realizados y satisfechos. Estamos abriendo las puertas de un nue-vo mundo y descubriendo nuevas rutas, si no lo intentamos se da por hecho que jamás sabremos cómo podría haber sido. Si todo resulta como debiese, lo más di-fícil para la mayoría será dejar el hogar, donde el calor en el invierno, la comida gourmet, que probablemente lleguemos a llamar así, la atención y cariño, y sobre todo la familia, harán mucha falta. La práctica nos ha demostrado la aparición de ciertos “sacrificios”, adaptaciones a

una nueva vida pero además, encontrar a muchas nuevas almas que alimentaran y complementaran nuestra esencia, y así nos ayudaran a crecer. Pensar positivo, es lo más “saludablemente razonable” que debe alojarse en nosotros.

Imaginación, otra gran palabra que se-guirá acompañándonos, el deseo de predecir el día a día, ¿Qué más se le pue-de hacer? un gran ingeniero, un recono-cido científico, el mejor doctor o quizá un nombrado abogado. Probablemente la mayor parte de nuestras motivacio-nes han sido y serán los sueños y la frase “algún día quiero ser… o me gustaría que fuese…”. Pero debemos ser precavidos, centrarnos en sueños puede llegar a causar gran daño, por lo que la imagi-nación debería ser usada tan solo como complemento, y de buen modo, como propulsor para alcanzar metas y romper barreras.

Otro elemento digno de tomar en cuen-ta, es que quizás algunos, incluso mu-chos, puedan verse en contra, ya que no

Sin títuloValeria Peralta Jiménez

Colegio San JorgeLaja

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ADIOS COLEGIO BIENVENIDA UNIVERSIDAD

todos somos y vivimos igual, pero mi experiencia me ha enseñado la posi-ción en la que estoy, y pienso que las cosas deben verse por “ambas caras de la monada”. Por ello planteo mi espe-ranza y mi creencia ante la “bien-venida” que debiese ser y será la Universidad.

Por lo tanto, aunque suene bastante monótono, tras esta posición, lo que espero es llegar a ser el gran profesio-nal que todos mencionan, destacar ante mi propio yo y disfrutar en vez de “sufrir”, ya que tan solo existe una oportunidad para cada momento en la vida.

El paso del colegio a la universidad es una etapa de grandes cambios en la vida de una persona, ya que, muchas veces la cantidad de amigos que alguna vez se tuvo, los valores con que fuiste educa-do junto con tus compañeros, y el am-biente, cambian radicalmente. Cuando era pequeña veía el llegar a la universi-dad con una lejanía tal que ni siquiera me molestaba en imaginar el momento en que lo haría, porque parecía ser que éste no llegaría nunca. Tampoco se me hubiese ocurrido preguntarme que sig-nificaba esta etapa. Después, cuando ya se nos empezó a mostrar que esta reali-dad estaba cada año un poco más cerca inicié un proceso en el que la pregunta central era a qué quería dedicar mi vida de trabajo.

Pero había que tener claro que para eso había que pasar por la universidad. Ahora la palabra universidad significa mucho en nuestras vidas, tanto que será una institución en la que principalmente aprenderemos a hacer lo mejor posible lo que seguiremos haciendo el resto de

nuestra vida. En la universidad conoce-remos gran cantidad de personas, en las que encontraremos múltiples tipos de personalidades, estilos de vida y va-lores, y posiblemente, con las personas que tengamos más diferencias, en pen-samientos e ideales, serán con las que fueron formadas en colegios y ambien-tes muy diferentes a en el que nosotros fuimos formados.

También la forma de educación y la exigencia de la universidad es muy di-ferente a la de los colegios en general; considerando esta diferencia académica mi colegio ha intentado, hace algunos años, (cada estudiante egresado sabrá si este intento fue o no en vano) acercar un poco la realidad académica universitaria a la de nosotros, motivando más el es-tudio e investigación personal y subien-do un poco más la exigencia en algunas áreas, para que al llegar a la situación de la universidad se nos pueda hacer más fácil la adaptación a las nuevas exigen-cias.Seguramente cuando viva la expe-riencia de la universidad daré gran valor

Sin títuloCecilia Abarca BignonInstituto Santa María

Chillán

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a esta consideración de parte de mi co-legio, aunque en este momento piense, por alguna razón, el colegio tiene la exi-gencia que debe tener y la universidad la propia de ella; son etapas y cada una se debería vivir sin alterar el curso nor-mal de ellas.

En este último aspecto el colegio nos puede ayudar poco o mucho, dependien-do de la percepción de cada estudiante, pero en lo que realmente no nos puede ayudar el colegio, es en el gran cambio que sufriremos socialmente, porque un colegio puede intentar formar personas de determinada manera, creando un ambiente que algunos llaman “burbuja” con respecto a la realidad universitaria, pero al llegar a la universidad, si el cole-gio y/o familias no se han preocupado especialmente de formar una solidez y una seguridad necesarias (esa solidez que permite a las personas tener una gran convicción al momento de enfren-tar las adversidades y novedades de esta “nueva” realidad), gran cantidad de esos intentos de formación quedan atrás con la apertura de, hasta se podría decir, un nuevo mundo que quizás antes no se nos había privado tan marcadamente de ella pero las circunstancias nos habían impedido conocerla en su totalidad.

No puedo sino decir “¡qué rápido ha pa-sado este tiempo!”. El cómo cuatro años de educación se transformaron en un haz de recuerdos que configuraron (y configuran) mi juventud, mis días desde marzo a diciembre, en el camino de lo que llaman “la media”.

Coronel, mi ciudad, es una de las comu-nas con más cesantía en Chile. Nuestra gente lleva en su rostro la humildad y la alegría de quienes viven con lo justo, de los que caminan con la esperanza del fu-turo para sus hijos. Una ciudad periférica, donde la lluvia cae en las casas bajas y el sol trepa por las callejuelas de los cerros en la mañana. En medio de este ambien-te de grises nací, crecí y fui desenvol-viéndome durante estos 18 otoños que cuenta mi vida, y con inocencia e inge-nuidad llegué al “Liceo de Coronel A-49”. No podría decir que es un nombre muy glamoroso, ni jactarme en una conversa-ción entre amigos sobre en qué colegio estamos. Y ni pensar en compararlo con colegios de otra índole monetaria, pero es mi Liceo, y no me cabe duda: me ha

enseñado cosas que en una sala sin ra-yas y con borradores de pizarra no ha-bría aprendido.

Está bien, lo acepto: quizá no seamos los mejores en lo académico, quizá mis compañeros no han sido galardonados en concursos de matemática ni ciencias, pero hemos aprendido a valorar, a ver en cada rostro y en cada sonrisa una histo-ria de esfuerzo y de entrega. Todas esas mañanas en que en la sala de clases so-mos todos iguales, tenemos las mismas oportunidades y el mismo objetivo. “Es que en tu liceo cualquiera se saca un siete”. Yo no lo creo así. Y es que estos cuatro años me han armado para enfrentarme con la realidad, con los que parecen in-mensos desafíos para un joven de tan corta edad.

Es todo un proceso, ya lo decían mis pro-fesores. Es también una carrera donde unos llegan a la meta y otros, lisa y llana-mente, se quedan atrás. No es sólo una carrera en los estudios, también lo es en la persona, en cómo su pensar va madu-

Proceso: Historiade juventud

Cristóbal Parra MuñozLiceo Antonio Salamanca Morales

Coronel

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rando y desarrollándose, en la difícil ta-rea de todos los jóvenes de crecer. Pero vayamos con calma y pensemos: ¿Cuál es el ambiente en que este futuro de Chile estudia? Más de una vez he escuchado decir “No creo que siga estudiando, voy a ayudar a mi papá en tal cosa” o “No voy a estudiar eso, mis padres dicen que no lucra y voy a perder mi tiempo”. ¿Donde está la verdadera vocación, cuando son nues-tros propios progenitores los que, en un afán de resguardar la futura econo-mía de sus hijos, les cortan las alas? Para quienes están en esta situación creo que hay un consejo, tal vez repetitivo y cliché, pero útil: Sigue tu sueño. Sé artista, bai-la, estudia Medicina, viaja al extranjero. Atreverse es el primer paso para el éxito. Y así hay cientos de palabras, cientos de frases y actitudes que quitan al estudio el brillo del sueño. Es una de las dificul-tades del camino, nadie dijo que no las habría.

Aunque siempre están los que persisten, esos que a la pregunta más repetitiva he-cha en la educación media (¿Qué quieres estudiar?) responden sin vacilar y con el rostro iluminado por la vocación. Éstos no tienen el fantasma del pasado ni el de “ganar poco” sobre sus cabezas.Mochilas, viajes en buses y pruebas, toda una aventura de 4 años que desemboca en lo que más nos cuesta: madurar. El paso de esta etapa marca un proceso que no todos terminan, un “cuello de botella” que en gran parte define el por-

venir de nuestros días. Y al llegar a este año crucial nos encontramos con que, explícita e implícitamente, muchos nos han ayudado, muchos han puesto su fe en nosotros y esperan con ilusión. Toco aquí un tema delicado para los que ya van dejando atrás la enseñanza media: Esperan, muchas personas esperan ese “algo”, que claro está, es nuestro ingre-so a la educación superior. ¿Qué decir si, por mi única y total responsabilidad, he defraudado a esos muchos que creye-ron en mí? ¿Es una opción perder? Y así, podríamos enumerar cientos de puntos que hacen de este tiempo un tiempo di-fícil, pero a la vez, hermoso.

Tengo un sueño, y sé que el mañana es-pera por mí. Confío plenamente en que mi futura vida universitaria deparará mil experiencias, sonrisas, estudio y vida. Y como muchos otros, guardaré en mis recuerdos el año que marcó mis días.Para nosotros, este paso es el periodo de prueba para el que nos hemos prepara-do. Es un desafío titánico, una odisea, y sin embargo, es sólo el primero de mu-chos. No me cabe duda que estos años no los olvidaré, y cuando de blanco se tiña mi cabellera, recordaré cómo mi juventud entrelazada con la de muchos otros, escribió la historia de mi país, de mi vida.

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Atrás quedó el período en que nuestros padres podían responder por nuestras acciones, esa época en que sólo impor-taba jugar, divertirnos, sin preocupacio-nes. Parece que hubiese sido ayer cuan-do nos despedíamos de la Enseñanza Básica, con la incertidumbre de saber en qué colegio continuaríamos nuestra educación, acaso seguiríamos con nues-tros compañeros de curso y qué tan dis-tinta sería la enseñanza media. Ese mis-mo sentimiento de incertidumbre es el que nos embarga al pensar en el paso a la Universidad, ambos significan un cam-bio de etapa, la finalización de un ciclo y el comienzo de uno nuevo.

Ya han transcurrido 4 años, que comen-zaron ese primer día de clases en el co-legio San Rafael, llegamos siendo “car-neros” para el resto del colegio, todos los cursos amontonados en el patio, se iban retirando a sus salas y sólo quedábamos los primeros medios, aún sin conocer nuestro curso, y comenzaban a pasar la lista, en ese momento sabíamos quienes eran nuestros compañeros, luego el pri-

mer recreo, ambientarnos al cambio, a los profesores. Así transcurría el tiempo, encariñándonos con ese pequeño cole-gio, de infraestructura carente, pero to-dos sabíamos que sería así, y decidimos estar ahí, era un privilegio estar en este lugar, ya que el Colegio San Rafael es un colegio de excelencia académica. Ese ambiente tan familiar rara vez se percibe en una institución, la confianza y el co-nocerse todo el alumnado.

Común era a las horas de almuerzo pa-sear por el centro, o si olvidábamos un material, poder ir a comprarlo a las libre-rías cercanas, y las trufas de Don Vittorio, que cómodos estábamos con todo a la mano, acostumbrados a la jornada es-colar completa, a tener clases en la ma-ñana, a esos viernes de tarde libre y los sábados dormir hasta tarde.

Rápidamente llegó 4to medio, nuestro ultimo año, días antes de entrar a clases las ansias se hacían presente, hasta el 26 de febrero estábamos todos prepara-dos a que el siguiente lunes comenzaría

Sin títuloAnaís Alarcón Ávila

Colegio San Rafael ArcángelLos Ángeles

nuestro ultimo año, ese último fin de se-mana de vacaciones del ultimo año es-colar, y esa noche, ese 27 de febrero del 2010 nos cambió rotundamente la vida a todos, con los días supimos que el terre-moto había dejado inutilizable nuestro colegio, sería demolido y ya no podría-mos tener clases ahí. Mucha frustración se sentía al saber que tendríamos clases en jornada de tarde, incluidos los sába-dos en la mañana y en un colegio lejano, al cual nos trasportaríamos en buses. No nos quedaba mayor opción que acatar e intentar disfrutar y aprovechar al máxi-mo este año que sabíamos sería tan bre-ve. Nadie puede negar que este año en que culmina nuestra educación media, ha sido el más fugaz y extraño de nues-tras vidas.

Hemos sido capaces de adaptarnos a un cambio tan inesperado como el quedar-nos sin colegio y llegar a un colegio dis-tinto, con un horario que a no muchos agradó, trabajar bajo tanta presión, te-ner que aprender muchos contenidos en la mitad de horas de clase. El hecho de haber superado esos grandes obstácu-los, me hace sentir más preparada para poder adaptarme a lo que significará la universidad.

Estoy a un solo paso de comenzar mi vida universitaria, me siento confiada en que obtendré los resultados que deseo para quedar en la carrera que anhelo, estoy totalmente mentalizada con lo-

grar mis objetivos, en el punto que hasta ahora no he pensado es en como será ese primer día universitario, lo cual sólo el tiempo dirá en su debido momento; en el real peso de dejar la cuna materna para comenzar a valerlas por mí misma, esa independencia anhelada. Tengo cla-ro lo que quiero realizar en el siguiente paso de la construcción de mi proyecto de vida, y eso hace que me sienta más ansiosa de comenzarlo pronto, pero, a la vez, no quiero que culmine esta eta-pa, no quiero dejar de ver a mis amigos como los puedo ver hasta ahora, y sé que aunque el horario que tengo ahora es muy apretado, en la universidad lo será mas aún, o eso es lo que cuentan quie-nes ya están estudiando, todos mencio-nan lo distinto que es y pienso que no podré saberlo concretamente hasta que lo viva, las emociones que más predo-minan en mí son las ansias y el nervio-sismo, alegría y, al mimo tiempo, tris-teza; me explico; me emociona la idea de estudiar lo que realmente quiero, en vez de materias que no siempre son de mi agrado, como es en el colegio, en el que uno debe aprender de todo y rendir de la mejor manera en todo aquello, en cambio, se me ocurre que en la univer-sidad como estudiaré la carrera que yo mima elegiré, aprenderé lo necesario so-lamente para lo que realmente quiero. Y a la vez, siento tristeza por dejar atrás la Educación Media, por irme a vivir a una ciudad distinta, sin la compañía de mi familia, y siento nerviosismo y ansiedad,

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por los nuevos desafíos que se apron-tan. Deseo que mis compañeros sientan la misma tranquilidad que siento yo, sé que muchos aún no deciden que será de sus vidas, muchos aún no encuentran su vocación y, desde mi experiencia, que aún no logro concretar absolutamente, puedo decirles que, a partir del autoco-nocimiento de sí mismos, encontrarán las respuestas que necesitan.

Para concluir, quisiera agradecer la la-bor que desempeñan nuestros queridos profesores, quienes con su ejemplo y de-dicación han logrado entregar aprendi-zajes y valores a cada uno de los que hoy y en generaciones anteriores han transi-tado por nuestro querido colegio.

Gracias compañeros, gracias profeso-res, gracias auxiliares, gracias padres y apoderados, muchas gracias a todos los que han formado parte de esta etapa de aprendizaje. Y, fundamentalmente, gracias Dios por el maravilloso regalo de la vida y por hacer que todo esto sea posible.“Por la senda del saber y del servir, líderes del mañana”.

Se aproxima una nueva etapa llena de cambios, que muchas veces se ve leja-na. ¿Quién lo iba a pensar? “¡Yo que lo vi chiquitito!”, dicen algunos, y claro, si yo mismo, como cualquier estudiante vi muy lejos esto que ahora está muy cer-ca. Pasaron trece años de educación, en los que elaboré sueños y fantasías.

Desde pequeño soñando con utopías, con deseos que iba cambiando, siendo ellos más maduros y quizá más reales con el pasar de los años. ¿A quién no le ha pasado aquello? eso de que en prin-cipio son muchas y variadas las profe-siones que nos atraen, en paralelo con los sueños y promesas hechas a nuestra familia, como: “yo, mamá, te regalaré un auto y una casa”, o “yo mamá te pasearé por el lugar del mundo que quieras”. Lue-go vienen los deseos de tener una casa propia, una familia, y todo aquello que tenga relación con una vida indepen-diente, con nuestro desarrollo perso-nal. En fin, todo eso sigue en pie, pero ahora es el momento de decidir, para así ese mundo utópico de la niñez se vaya

transformando en realidad, asumiendo lo que significa el cambio del colegio a la Universidad. Sin dudas es muy distinto, ya que de una responsabilidad compar-tida entre apoderado y alumno, o mejor dicho, padres e hijo, pasa a ser un com-promiso totalmente y exclusivamente dependiente de uno mismo como alum-no. Ya no bastará con estar estudiando a última hora, pues es sabido que si llegara a ser así, deberemos asumir los malos re-sultados, lo que conlleva, muchas veces, tener que atrasar nuestros estudios, y dedicar más tiempo al intento de lograr terminar y titularse. Lo mismo sucederá con las inasistencias a clases, pues en la educación básica o media, eso puede justificarse sólo pidiendo prestado un cuaderno y copiando la materia corres-pondiente a las asignaturas. Problema so-lucionado. En cambio, ahora no puede ni debe ser así, ya que el material expuesto en las clases universitarias es abundante, y es esencial estar presente en las clases para comprender de mejor manera y así posteriormente reforzar. Son muchas las diferencias que existen entre estar

Del colegio a la univer-sidad, un gran paso

Diego González ArriagadaColegio Darío Salas

Chillán

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educándose para llegar a la Universidad y definitivamente enfrentarse a ella. En resumen, este cambio conlleva asuntos intransables: la responsabilidad y la in-dependencia, dos elementos totalmen-te trascendentes y complementarios en la nueva etapa que comenzaré.

Ahora llegó la hora de decidir de forma madura y lógica, de acuerdo con las me-jores habilidades que poseo y que fui desarrollando en la etapa escolar. ¿Área humanista o científica? Esta es una de las preguntas claves para ello. Yo prefiero el área humanista. En realidad, los temas relacionados con las humanidades siem-pre fueron mi preferencia, y además es donde mejores habilidades tengo.

Por lo tanto ahora, ¿que carrera profesio-nal elegir? El campo de las humanidades es amplio, son variadas las carreras que puedo escoger, pero la que más admiro y más quisiera dedicarle mi formación profesional es Derecho. El por qué de esta elección consiste simplemente en que siempre sentí atracción hacia el tema de las leyes y todo lo que conlle-van, además del interés e interrogantes que me causó el cambio que se produjo en el proceso que se lleva a cabo para determinar la resolución de un caso en el Poder Judicial: al juez, que tenía todas las responsabilidades, se le disminuye-ron varias funciones, como por ejem-plo la de indagar sobre las evidencias y argumentos del por qué se acusaba,

para luego determinar la culpabilidad y a la vez la sanción respectiva, rol que fue asignado a un nuevo profesional, el fiscal. Me interesé mucho en averiguar sobre ello y sobre aquella nueva respon-sabilidad de los fiscales. Con el pasar del tiempo, lamentablemente me informa-ron que son los peor evaluados en el sistema. “Debe haber una razón”, pensé, y claro, como son ellos los encargados de presentar los testimonios de la o las víc-timas, además de los antecedentes para que sea sancionado el culpable con todo el rigor de la ley, se les culpaba que es-taban cumpliendo deficientemente esa función. Por ello el disgusto de tantas personas: muchos imputados ingresan en juicios para ser penalizados, pero son dejados en libertad, en realidad, libres de toda culpa. En verdad a primera vis-ta es una decepción que un profesional como el fiscal sea el peor evaluado que-riendo ser yo uno de ellos, pero en reali-dad aquí la culpa no se le puede atribuir solamente a uno de tantos profesionales involucrados en un proceso judicial, ya que todo esto tiene una base, las cua-les son las leyes que están establecidas desde hace mucho tiempo atrás. Son muchas las que existen, lo mismo pasa con los derechos y deberes que tienen tanto acusado como víctima. El gran problema presente es la ignorancia de las personas, sobre todo aquellas que ja-más han sido parte de un proceso. Sólo cuando están en las circunstancias men-cionadas se informan de aquellos asun-

tos. Por todos los asuntos expuestos me interesa estudiar la carrera de Derecho, además que siempre existirán personas que cometan actos ilícitos y necesiten ser informadas y orientadas del tema y por supuesto defendidas.

A pesar del mal funcionamiento de hoy en día y de las malas resoluciones en al-gunos casos. Existen personas que de-sean estudiar la carrera con el motivo de mejorar el sistema tratando de ser conspicuo en su profesión. Y una de esas personas soy yo, él que tiene la esperan-za de que la ley sea aplicada como dice nuestra Constitución: “Igual para todos”.

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Adiós Colegio. Bienvenida universidad: ¿Qué esperas del fututro? Al oír esta fra-se, lo primero que vino a mi mente fue: “quiero hacerlo pero, ¿qué voy a escribir si aun no sé que quiero estudiar?”, luego, en la siguiente fracción de segundo em-pezó a asomar entre aquella incentivarte idea, mi “valentinosidad”, ese algo que es tan especial, único y reconfortante que es posible reconocerlo como tu esencia. Fue ahí entonces cuando me respondí, que no existe nada dentro de mi cono-cimiento que sea capaz de limitarme, ni aun en el más ínfimo sentido, y por lo tanto sería absurdo de mi parte caer en el negativismo común y negarme a reali-zar algo que me siga definiendo como el individuo libre y único que soy.

Al encontrarme dando el paso desde mi primera y hermosa etapa de “pingüina”, hacia la educación superior y búsqueda de mi universalidad, siento una cuota de incertidumbre y un adelanto de nostal-gia; siempre me he sentido distinta al resto, mientras todos quieren terminar luego este periodo, yo por el contrario,

intento detener el reloj de arena y “vivo mis días como si fueran el ultimo”, claro que con responsabilidad, intento aplicar esta filosofía en todos los aspectos de mi día para así no caer en la temida rutina. Me considero una persona sencilla, ca-paz de disfrutar con las pequeñeces de la vida, las cuales dentro de mí se con-vierten en grandezas. Vivo desde las 7:55 en el trayecto a pie hacia mi colegio cada mañana, respiro el bosque, fijo mi vista en la desembocadura, y circula por mí la melodía simple de Marley. Al entrar al Santísima Trinidad siento que estoy en el lugar perfecto en el momento adecuado, es un sitio donde me rodean personas integrales que son parte de mi historia, la cual se sigue forjando día a día, desde el saludo a Don Juanito, el auxiliar, hasta el explote de risa junto a mis 4 amigas-hermanas.

A pesar de esta plenitud y consecuente evasión a lo incierto, ¿Por qué temerle al segundo tiempo? No tengo miedo, más aun, siento una seguridad tranquiliza-dora que me indica que todo va a salir

Sin títuloValentina Bravo Verdugo

Colegio de la Santísima Trinidad San Pedro de la Paz

bien a su debido tiempo, que mi colegio junto a mi familia y las experiencias de vida, me han entregado todas la herra-mientas necesarias y han hecho de mi, una joven lista para enfrentar la realidad que nos capta, una joven capaz de de-sarrollar sus habilidades con responsabi-lidad, de desenvolverse con su prójimo con respeto, de mirar los obstáculos con un enfoque positivo, y por sobretodo buscar la felicidad intentando remover de mis planes el sistema que impida mis intereses y que nuble mis ideales.

Estoy feliz de estar tranquila y enfocada en mis deberes inmediatos, los cuales me darán una base sólida para mis deci-siones trascendentales a tomar en los si-guientes 6 meses. “No ceses en momento alguno, de esculpir tu propia estatua”.

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Colegio, universidad, cambio, soledad, responsabilidad, estrés, miedo, desor-ganización, cambio de ambiente, liber-tad, inquietudes. Son millares las ideas que se nos vienen a la mente al pensar en este traspaso. Este cambio de ciudad, desesperación. Qué tan grande somos para ser independientes. Nunca, nunca estamos lo suficientemente preparados para un cambio. ¡Y qué es esto que pre-tendemos!. Volviendo a nuestra niñez, recuerdo el primer día de clases. Pre-Kinder, mi padre me tomaba una mano y me dejaba hasta la puerta de la sala, y así fueron pasando los días, las semanas, meses, años.

Básica, cambio de colegio, comenzaron las notas y allí estaba nuestra madre, ayudándonos, y a veces, hasta obligán-donos a estudiar. Nuevos años, nuevas metas, amigos, vergüenza, pubertad.Pubertad, gran cambio, desacuerdos con los padres, peleas, “no me entien-den” ¡Qué difícil!; arreglarse, las fiestas, los niños, coqueteos, primer pololeo. Y llegamos a la enseñanza media, nuevos

profesores, cambio de pasillo, nuevos compañeros, nuevas materias; “ahora sí me darán permiso”, desilusión. Nuestra madre ya ha dejado de estar allí, ahora estudiamos solos; nuestro padre ya no está de la mano con nosotros dejándo-nos en la sala y no porque no lo quieran, sino porque nos van dejando de a poco solos para estar preparados.

Cuarto medio, es hora de la PSU, pre-parándonos el año en el colegio y pre-universitarios. Ahora es poco el tiempo libre, de 8:00 AM a 9:00 PM fuera de la casa. Comienza a asemejarse un poco a cómo será luego. ¿Será tan terrible como todos dicen? Se acerca la licenciatura, ¡no nos veremos más compañeros! O será muy difícil mantenernos en contacto. Se acerca, un nuevo cambio, nueva ciudad, nuevos profesores, nueva vida.

Cómo será el alejarnos de casa, cómo será la vida sin nuestros padres cuidan-do de nosotros ¡sin quién se preocupen de que no nos mojemos!. Ya lo veremos al momento de asistir a la primera clase,

Te llevo conmigoFrancisca Maureira Sepúlveda

Deutsche Schule Chillán

sin la mano de nuestro padre, sin el de-sayuno de mi madre; sin la comodidad.

¡Más libertad! Es cierto, pero ¿podremos llegar con vida en un mes más a ver a nuestros padres? ¿Qué tan realmente libres seremos?Madre, si estás allí, pa-dre, si puedes escucharme, ¿acompáñ-enme donde el cerrajero, veamos si los puede volver en miniatura y quedarse de llavero? Pensar que ya han pasado 18 años, “volando”. ¿Quién he sido en es-tos 18 años?. Hace poco vi una película, “Remember me”, había una interrogante dando vuelta en todo el transcurso, Mo-zart llevaba 20 conciertos dados a los 20 años de edad, ¿y nosotros?, ¿hemos sido alguien?, ¿hemos hecho algo? “Cualquier cosa que tengamos que hacer, por insigni-ficante que sea, debemos hacerla, porque si no lo hacemos nosotros, ¿quién más lo hará?”. Llegamos a la universidad siendo ¿quiénes? ¿Quiénes queremos ser al cúl-mine de nuestra carrera?.

Un gran estrecho hay de aquí al térmi-no de la universidad, pero cuando nos detengamos a pensar en esto, ya habrá acabado.La vida tiene capítulos y este capítulo está a punto de terminar, co-menzará uno nuevo ¿cómo lo empeza-remos?. ¡Aún no estoy lista mamá! Uno nunca está listo, nadie estaba preparado para el terremoto recién pasado, pero aquí estamos, con vida, sobreviviendo.Sin embargo, el asunto no es sobrevivir, es salir victorioso. En estos momentos

que me quedan antes de la universidad, me detendré a pensar en los cambios trascendentes en mi vida, en quién me he convertido y en cómo he salido ade-lante.

No sé cómo enfrentarme a esto, y es por eso que estoy lista.Sostendré la espada que me dio mi padre mientras crecía y llevaré puesto el escudo abrigador como aún suele hacerlo mi madre.Y aquí estoy, lista para el campo de batalla.

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Sin títuloIsabel Núñez Rifo

Liceo Carlos Cousiño G. A-45 Lota

El paso del colegio a la universidad es algo importante para quien quiere ser profesional, no solo por el hecho de ser un cambio de ambiente al que esta-mos acostumbrados, sino que también porque estaremos en presencia de una transformación en nuestras existencia, en nuestro futuro. Yo, por mi parte, sé que es el desafío más grande que se me presentará, puesto que es el momento en el cual mi vida cambiará para siem-pre, mis sueños pueden verse hechos realidad o simplemente pueden quedar en eso, sueños no realizados.

Obviamente, cuando pienso en el futuro se me vienen a la mente unas simples y a la vez amenazadoras siglas: “PSU”. Se preguntarán por qué me detengo en estas siglas, pues le digo que mi motivo es fácil de explicar, ese monstruoso exa-men que me evaluará será quien decida si mis sueños se logran o no. Gracias a el sabré si podré o no ser una universitaria. Claro, hay otras opciones como los ins-titutos privados, dirá usted señor lector, pero no para mí.

En fin, volviendo al tema de que la PSU decidirá mi futuro ¿Qué pienso cuando me dicen dichas iniciales? Mi respuesta es instantánea: ¡Pavor, pánico, no quiero que llegue el momento de enfrentarme a ella! Supongo que muchos alumnos pen-sarán como yo, al menos los que no se sienten preparados. Como ya lo habrán advertido, realmente deseo entrar a una universidad, ser “profesional”. Tengo mu-cha facilidad con el arte de las palabras, la amada literatura que para mí lo es todo, lenguaje es mi fuerte pero...ahí viene mi “pero”, ese que todos odiamos; el cual se llama MATEMATICA. ¿Por qué lo escribo con mayúscula? Porque es mi gran ene-miga, mi tortura diaria. Sinceramente, no creo que vaya a usar la fórmula para “sacar el valor del coseno de alfa” en algún momento de mi vida, ¿para qué?, ¿quién la utiliza diariamente?. Los números, los odiados números a los que todos temen de una u otra forma, la materia que me hace ver un poco más lejano un buen puntaje en la PSU. pero me esfuerzo, por que sé que es lo que quiero.

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Espero que cuando en unos años más mire hacia mi atrás y me vea a mi misma luchando para aprender trigonometría, algebra y todos esas unidades que me hicieron tener pesadillas, pueda decir ¿Eso me costó tanto? En el fondo sé que habrá sido una etapa más, al igual que la enseñanza básica. El liceo, mi querido colegio, pronto se unirá a este grupo de fases vencidas. Lo extrañaré, claro está, en ningún lugar me sentiré tan cómoda como me siento en mi escuela. Nunca olvidaré que fue ahí donde viví y aún vivo mi juventud, mi inmadurez, la cual tendré que dejar de lado cuando pase a la universidad. En un año más será la universidad la que me dé problemas, preocupaciones, éxitos, angustias y ale-grías, nunca más la escuela media. Sí, me dará preocupaciones como dije an-teriormente, ya no habrá un profesor amigo que te diga: “Si me haces un in-forme de 20 páginas te subo la décima que te falta” o “No importa si faltaste al examen, puedes rendirlo mañana”…no, ya no estarán esas opciones. Cada uno tendrá que hacerse cargo de sus propias responsabilidades, o al menos, eso me han dicho y recalcado personas que han sido universitarias.

Algunas veces pienso ¿Seré capaz a pe-sar de mi gran problema con las cifras? Sinceramente creo no poder expresar con palabras realmente lo mucho que detesto y discrepo con los dichosos nú-meros. Muchas veces antes de dormir me

lo cuestiono, dado que la presión... ¿Dije presión? Pues sí, hay presión por parte de mi familia, de mis padres, el ahínco por parte de ellos de ver cumplido en mí su sueño frustrado, que yo haga “lo que ellos nunca pudieron hacer”. Jamás me lo dicen directamente, pero lo veo en sus rostros cada vez que hablo de la carrera que quiero estudiar y me doy cuenta en ese momento que ellos quieren algo me-jor para mí. Puedo llamar a esto presión, pero al mismo tiempo lo tomo como un apoyo, agradezco que me comprendan y que quieran que siga estudiando. Mu-chos niños no cuentan con eso por parte de su familia. Sí, aunque no lo demues-tro, reconozco que me agrada su apoyo. Es por ellos que me esfuerzo, por mí, por mi familia, por demostrarles a las per-sonas que me dijeron que yo no podría que sí soy capaz, porque siempre hay personas que me dirán eso y en estos momentos en los que estoy terminando de expresar lo que pienso, me doy cuen-ta que en el fondo sé que soy capaz y que tengo un porvenir prometedor por delante que está lejos de ser arruinado por mi antagonística materia, que con ardor, optimismo y ansias de superación podré ser quien yo quiera y, quién sabe, tal vez el próximo año nos encontremos señor lector, yo como alumna de facul-tad y usted como alguna de las personas que me enseñará u orientará en el ca-mino que me espera por recorrer en esa nueva etapa tan desconocida para mí y a la vez tan ansiada llamada “Universidad”.

Hace cuatro años atrás experimenté un cambio similar al que hoy me apresto a vivir, pasé de la enseñanza básica a la educación media, cambio que no fue tan trascendental en mi vida personal, a lo mejor por la inmadurez intelectual que aún tenía. En este cambio conocí a profesores con técnicas nuevas de ense-ñanza, a nuevos compañeros y amigos. Uno de ellos muy particular, sobre todo para esta ocasión, ya que éste estaba en 4º medio y se encontraba en una situa-ción complicada: tenía que decidir sobre su futuro, con todas las consecuencias que ello implicaba. Este amigo, llama-do Felipe, creía que no iba a ser capaz de soportar una presión constante de pruebas, certámenes etc., y siempre se mostraba con un poco de angustia. Yo lo observaba con distancia, pero han pasa-do ya cuatro años y hoy soy yo quien me encuentro en esa misma situación.

A tan sólo 5 meses, y algo más, de ren-dir la PSU y de poner a prueba todos mis conocimientos, me acerco inevitable-mente al momento de decidir sobre mi

futuro, “es donde me juego mi prestigio“, será algo complicado, ya que todos los jóvenes en general, incluyéndome tam-bién, tenemos la concepción de que la universidad es como un juego de aje-drez, que si no sabes como proteger a tu rey (que seria en este caso tu carrera) y formar una buena fortaleza, (formarte como persona y formar buenos valores) eres un rey sin imperio, desprotegido, en el cual en tan sólo en un mal movimien-to (el primer año de la universidad), si no te proteges y no formulas un buen plan de ataque te van a hacer fácilmente un jaque mate.

En realidad creo que mi paso por la uni-versidad va a ser complicado, complejo, duro, que voy a tener que ambientarme a una nueva forma de vida que en este momento para mí es desconocida, pero también pienso y creo que por un lado me va a servir como una maduración in-terna como persona, habrá tiempo para disfrutar, tiempo para compartir con las amistades, logrando así salir adelan-te con mis metas y desafíos que se me

A un paso de mi futuro

Gerardo Ávila SeguraLiceo Carlos Montané Castro

Quirihue

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planteen de ahora en adelante. En lo concreto este tema es complejo, ya que mediante mi proceso de preparación he ido viendo y averiguando sobre estadís-ticas que para mí parecer pueden causar cierta inquietud para nosotros los jóve-nes de 4º medio, entre esos datos pue-do mencionar en términos globales que del porcentaje de alumnos que quedan o ingresan a una carrera el 40% o 50% no termina su carrera y se quedan por el camino mas bien frustrados.

Este verano quise vivir una situación si-milar a la que alumnos universitarios se ven expuestos en su primer año. Viajé a Santiago a hacer una escuela de verano en una universidad X, experiencia imbo-rrable de mi memoria, allí por primera vez sentí una presión, presión fatigante, presión que por instante pensé que no iba a poder contrarrestar, pero a medi-da que iban transcurriendo los días me fui dando cuenta que si le ponía un 10% más de empeño a lo mejor iba a ver ma-yores resultados, resultados que más tar-de se iban a ver reflejados en mis notas.Bueno las metas que tengo en mi mente y que pienso realizar si ingreso a la uni-versidad van a ser: tratar de mantener-me dentro de ella y formarme como una persona más responsable, ya que esta virtud es un pilar fundamental para po-der ser un excelente profesional.Al revisar los puntajes de los últimos matriculados en las carreras de Ingenie-ría de las Universidades de todo el país

resalta un indicador que debemos tener en cuenta en este análisis: los puntajes de los últimos matriculados están entre los 670 y 460 puntos. Veamos el caso de un alumno que obtiene en la Prueba de Selección universitaria (PSU) parte mate-mática 550 puntos e ingresa a una carrera de índole matemático, caso bastante co-mún. Su puntaje nos indica que obtuvo, aproximadamente, 35 preguntas correc-tas de las 70 que contiene dicha prueba (considerando que no tuvo incorrectas) por lo que se puede concluir que, de los Objetivos Fundamentales y Contenidos Mínimos propuestos para lograrse en los 4 años de Educación Media, este alumno logró sólo el 50%.

Otro punto a considerar en el fracaso es-colar universitario es la Orientación Vo-cacional, la cual se ha transformado, se-gún mi visión particular, en Información Vocacional. Más allá de unos folletos, algunas charlas de especialistas y visitas de Instituciones Universitarias, no existe mayor compromiso con los alumnos, en cuanto a guiarlos a definir con responsa-bilidad y certeza su futuro estudiantil y más, su proyecto de vida.

Favorece la deserción el currículo en túnel que desarrolla cada universidad, donde el que ingresa a una carrera, debe egresar de la misma, sin posibilidad de cambio aún dentro de la misma univer-sidad, también el currículo fraccionario, compuesto por asignaturas, cada una

cubriendo un campo de conocimiento determinado y la secuencia estándar: ”de la teoría a la práctica”. El experto, de la Universidad de Texas, Dr. Roberto Ose-gueda, que aplica el sistema Model Insti-tutions for Excellence, MIE, exitosamen-te en ese plantel desde hace siete años, explica que: “la clave para retener a los alumnos está en el compromiso de calidad educacional, el desarrollo de actitudes de estudio y la creación de una comunidad estudiantil positiva, ya que por lo general los alumnos dejan la universidad debido a un fracaso en lo académico o no han desa-rrollado nexos de apoyo con sus compañe-ros, o bien han tenido malas experiencias vivenciales en la universidad; sin dejar de considerar los problemas familiares y/o económicos”.

Por todos estos motivos creo que el desafío que se viene por delante no es menor, sin embargo, gran parte del éxito depende de mi propio compromiso con mi futuro, razón suficiente para esperar que los frutos que yo mismo he sembra-do sean los mejores que pueda obtener.

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A todos la vida nos cambió este verano, a nadie para bien. Con el miedo, mi fami-lia y muchas familias de mi villa, nos vi-mos obligados a dormir en un potrero en una especie de campamento de supervi-vencia. Como no había energía eléctrica, el tiempo se mataba hablando, ahí fue cuando escuché una conversación don-de alguien dijo que su hija se perdió la posibilidad de entrar a la universidad porque no tenía la forma de pagar los noventa y tantos mil pesos que costaba la matrícula. Este tema, desde escuchar aquella historia, comenzó a inquietarme mucho más de lo normal.

Comencé a analizar mi vida, el camino que he recorrido para poder estar aquí, pensando y escribiendo sobre el futuro, pero analizar sólo mis posibles futuros no lo creo fructífero para el resto de mis contemporáneos, creo que debo ir más allá, meditar desde el pequeño camino que muchos comenzamos, que al com-pararlo con lo que se nos viene, parece un caminito rural al lado de una gran au-topista concesionada, donde cada nue-

vo aprendizaje o logro se ve obstaculi-zado por un peaje, que desde diciembre recibe el nombre de universidad. En la que logremos estar, el peaje es obliga-torio, nada nos dejará avanzar al sueño sin antes dar el debido tributo al señor cobranza, ese que nos acompañará los respectivos años que duren los posibles caminos.Desde niño mis padres me in-culcaron que el estudio era la base de todo, que solo con él podría llegar más lejos que ellos, para variar, no se equivo-caron, lo que me espera se ve más prós-pero que el futuro al que ellos aspiraron. Creo que esta tónica se debe repetir en la mayoría de los jóvenes chilenos, y en los que no se emula, es porque algo malo están haciendo.

Cuando en la escuela me hacían soñar con lo que quería ser cuando fuera gran-de, yo imaginaba un mundo muy utópi-co, casi como una familia de comercial, y siempre la profesora me decía que si estudiaba siempre con el empeño de aquella época, lo podría lograr; yo feliz estaba, creciendo e imaginando mi co-

Sueños, solo sueñosClaudio Troncoso San Martín

Instituto Santa MaríaChillán

mercial, pero a medida que el tiempo avanzaba y yo “maduraba”, el comercial cada vez ofrecía menos productos, y no porque yo estudiara menos, sino por-que comenzaba a comprender el real funcionamiento de este mundo, donde todo se mueve impulsado con dinero. Entendí también que los sueños poco importan si no tienen ese importante propulsor. Aquí es donde vuelve a mi ca-beza el caso de mi desconocida vecina, por lo poco que sé, puedo decir que de verdad se ha esforzado demasiado para lograr soñar con la universidad, ya que sus limitantes son mucho más que dine-ro, también influye la salud. Más de ella no puedo decir, lo que sí puedo decir, es que la pena que sentí por ella aún la tengo al tratar de englobar en mi cabeza a los miles de jóvenes que desecharon sus ilusiones porque no contaron con la propulsión necesaria. Algunos tuvieron la suerte de becas u otro beneficio fiscal o privado, que impulsaron sus sueños, pero NO TODOS, que es lo realmente im-portante.

Aquí es donde quiero centrar mi dis-gusto, porque concluyo que el verda-dero problema del futuro incierto que muchos podemos llegar a tener por cuestiones económica, va más allá de una simple crítica a los que lucran con la educación, puesto que ellos, que mu-chas veces constriñen a familias enteras que tienen el anhelo de ver surgir a sus hijos; al fin de cuentas logran una bue-

na acción, en este caso, el fin justifica los medios, como no debiera ser.

Mi desazón pasa más por algo adminis-trativo, independiente del color político, porque en el amplio arco iris ideológi-co que tenemos como nación, ninguno logra cumplir el gran sueño para todos. Entonces, no puedo quedarme tan solo en la queja, debo proponer alguna solu-ción, pero no puedo, ya que ésta es ob-via, una educación gratuita para todos y de calidad, pero quién no ha soñado con es alguna vez en su vida y no lo ha visto cumplido, sospecho que muchos.

Cerrando mi buen intencionado escrito, y limitándome al título de este concurso, digo con absoluta seguridad que lo que espero para mi futuro, es que todos los futuros paralelos al mío, se cumplan, y se cumplan bien, sin interesadas deudas, sin diferencias ni comparaciones odio-sas, sin segregaciones, es decir, se logren tal y como muchos lo soñábamos a los 9 años, como una utopía, pero mas her-mosa que una familia de comercial, sino como algo verdadero.Así podría decirle adiós a mi colegio y recibir a la universi-dad totalmente feliz, con el sueño cum-plido.

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Agradecimientos al jurado de la preselección, jurado de la selección, diseñadores, ilustradores y al departamento de admisión.

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