Adolescenciay drogadicción

Lic. Mireya Frioni de Ortega(Integrante del Laboratorio de Adolescentes

de la Asociación Psicoanalítica del Uruguay)

Exposición realizada en la Mesa Redonda sobre Adolescencia y Dro­gadicción realizada en el marco del VII Congreso Latinoamericano dePsiquiatría Infantil, en Montevideo, diciembre de 1987.

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El "problema de la droga" en nuestrosdías es un fenómeno complejo y difícil dereducirenalgunas ideas.

El uso de las drogas existió en práctica­mente la totalidad de las culturas, pero elllamado "problema de la droga" no es lamanifestación de un fenómeno extraño a

nuestra sociedad, sino que surge de su mis­ma entraña.

Múltiples tipos de organizaciones eco­nómicas, a nivel nacional o multinacional,legales o ilegales, están vinculadas a la pro­ducción, a la distribución o a la comerciali­zación de sustancias pasibles de ser consu­midas como droga, y ello sólo podría dar­nos una idea de su tremenda inserción ennuestra realidad.

Lo que aquí queremos considerar sin

embargo, con respecto a este fenómeno, essu extensión relativamente reciente y cre­ciente a los adolescentes, el nuevo grupo deconsumidores en nuestra sociedad.

No tenemos una respuesta única frenteal tema de la drogadicción. Numerosos au­tores y diversas escuelas tienen diferentesposturas al respecto.

El Laboratorio de Adolescentes de la

Asociación Psicoanalítica del Uruguay seha dedicado, en este año de trabajo, a estu­diar la crisis del adolescente, de la cual ladrogadicción es uno de los posibles trastor­nos.

Hablamos aquí solamente de la droga anivel individual en la adolescencia, si bienvale la pena mencionar la importancia quetiene en el uso de la droga el apoyo grupal.

Moda o no, la droga no es casi nunca unasolución individual. Viene de los otros,principalmente de los pares.

A efectos de fijar ideas diremos que laadolescencia comienza después de la pu­bertad y termina con el acceso a la edadadulta. Este tránsito comprende la sumatotal de las modificaciones psicológicasque pueden atribuirse, directa o indirecta­mente, a la aparición deJa pubertad.

La gran tarea del adolescente consisteen separarse de sus padres y en la creaciónde una nueva identidad. Entendemos que10 que caracteriza a este tránsito es una re­gresión narcisista, que puede llegar hastael narcisismo primario. Esta regresión seríala consecuencia de los cambios corporalesy de la reactivación del Complejo de Edipo.

Debemos subrayar aquí que todo ado­lescente pasará, en mayor o menor medida,por esta crisis.

Es principalmente en este período degran susceptibilidad narcisista que losadolescentes se muestran proclives al con­sumo de drogas.

Nos preguntamos entonces: ¿Por qué seacercan a la droga?

Los moti vos pueden ser muchos: curio­sidad, interés por la experiencia novedosa,oposicionismo, atracción por lo prohibi­do ...

Pero esto les llevaría a ser "probadoresocasionales", y muchos de ellos van másallá. Aunque por supuesto, la droga no esuna solución cualquiera en la búsqueda dela propia identidad.

Diferenciamos entonces estos tipos deconductas de la de los "drogadictos pro­piamente dichos".

Intentaremos describir aquí qué condi­ciones son necesarias para que se instale ladroga como una necesidad, convirtiendoal sujeto en drogadicto, o sea adicto a unadroga.

Pero, ¿qué es la adicción?Pensando en tomo a este tema, creemos

que se puede hablar de una organización

adictiva en tanto reconocemos en ella al

modo de relacionarse de ciertos sujetos consus objetos.

Si vamos al origen del término, la adic­ción designaba antiguamente a la situacióndel sujeto que se convertía en esclavo, dan­do su cuerpo como pago para así saldaruna deuda que no podía pagar de otro mo­do.

Esta esclavitud sería en muchos aspec­tos semejante a la relación del lactante consu madre. Una dependencia absoluta-enel sentido que Winnicott da al término- esdecir una historia que no puede ser defini­da solamente en términos de él.

En los primeros tiempos del niño, lamadre le garantiza la vida y sostiene su ac­tividad psíquica. La relación humana es,desde su origen, una relación de depen­dencia. Son los cuidados matemos, con susmuestras de ternura, los que despiertan lapulsión sexual del hijo, dejando impresaslas huellas mnémicas de esa relación.

La dependencia está en relación con eltiempo en que el yo no puede aún recono­cerse como diferente. El tiempo de la orali­dad ambivalente, de las identificacionesprimarias en las que el objeto es incorpora­do al precio de ser destruido, el tiempo delnarcisismo primario.

Esta problemática del drogadicto pue­de ser planteada en términos de separa­ción-individuación. Separación difícil sinoimposible.

La relación de estos adolescentes es unarelación de esclavitud. Así como el niño

que no toma el pecho se muere de hambre,el drogadicto se siente morir en su imperio­sa necesidad por la droga.

El drogadicto tiene demasiada necesi­dad de sus objetos para tolerar la depen­dencia y permitirse una actitud de recepti­vidad hacia ella. Tiende entonces a susti­

tuir estos objetos por un objeto-droga. Conél se protege de la decepción que puedeocasionarle el otro. A la vez, no le debe na­da. Pero cae en una trampa en la que que-

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da dependiente del objeto material que 10

dominará y al que no podrá controlar. Seempobrece su vida de relación quedandoaprisionado en la relación con la droga. Je­ammet afirma que la dificultad de separa­ción no ha sido elaborada sino reemplaza­da por una dependencia toxicómana.

Recordamos a este propósito un ejem­plo de una madre, que consultaba por tras­tornos de su hija.

En la historia relató que cuando la habíaamamantado colocaba una almohada querodeaba la niña de modo tal, que no la toca­ba ni con su cuerpo ni con su brazo. El úni­co contacto que establecía con la pequeñaera a través del pezón, sin olor y sin calor.

Podemos suponer que en este caso lamadre-ambiente que definía Winnicott noexiste. La adicción sería entonces,deacuer­do con esto, la persistencia de la relacióndependiente.

Pero, ¿dependiente de qué?Dependiente de un objeto-droga. Este

oculta la ausencia de la madre y la sustitu­ye por un objeto inanimado que aplacará laangustia.

Según Joyce McDougall, en las organi­zaciones adicti vas se esconde la madre-pe­cho arcaica, es decir, una patte de la madreque no puede ser internalizada. Su funciónse vuelve entonces equivalente a una sus­tancia adictiva: la madre-droga.

Pero a su vez, la adicción sería la repe­tición compulsiva, donde se sigue buscan­do un objeto, al que no se puede encontraren tanto no se ha interna liza do y por lo tan­to, simbolizado.

Una característica del adicto es que nopuede mediatizar con la reflexión su nece­sidad de actuar. Como no puede tolerar laspérdidas, la droga le resulta imprescindi­ble pues 10 sustrae a la ansiedad de la espe­ra ya la angustia de la fragmentación.

Veamos entonces cómo se constituyeuna adicción.

Sonia Abadi describe la constitución de

la adicción como una escena en que el otro

--deseado y deseante-- se sustrae, insta­lando en su lugar un objeto inanimado ysin deseos.

La madre se "corre" del lugar del en­sambleconel hijo, saca el cuerpo yponeensu lugar un objeto. Vale la pena recordaraquí el ejemplo antes citado.

Al no lograr conectarse con su hijo co­mo persona sino más bien como cosa, lamadre llevará a' que éste tienda a libidini­zar los objetos que se le ofrecen.

El objeto-" cosa" deberá ocupar el lugardel otro. Este objeto inanimado reemplazaa la madre-pecho, pero sin representarla.

El aparato simbólico estaría así trastor­nado. Y así si los jóvenes logran luego salirdel estado de abandono en que se encon­traban se conectarán con personas que lesden cosas concretas.

Conclusión

Podemos decir en suma, a través deltrabajo que hemos venido desarrollando yalgunas de cuyas conclusiones intentamosexponer, de experiencias clínicas con pa­cientes en análisis y de la simple constata­ción de la realidad, que si bien cualquieradolescente puede llegar a ser un consumi­dor ocasional de drogas, dado que integrala franja más propicia de nuestra sociedadpara entrar en contacto con ellas, se puedeconvertir en drogadicto aquel que mantie­ne con el objeto una relación adictiva.