Agnès Sinaí. Cuando El Clima Aviva Los Conflictos. El Dipló. Edición Nro 194. Agosto de 2015

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El Dipló: Cuando el clima aviva los conflictos 1/6 2-08-2015 21:58:50 Por Agnès Sinaí* - 1 - Edición Nro 194 - Agosto de 2015 Edición Nro 194 - Agosto de 2015 Gustavo Cimadoro (http://cima-cima-doro.tumblr.com) DE LAS “PRIMAVERAS áRABES” A NIGERIA Cuando el clima aviva los conflictos Por Agnès Sinaí* Las sequías generalizadas y el deshielo del Ártico son dos de las consecuencias visibles del cambio climático. Sin embargo, el calentamiento global tiene efectos no sólo en la naturaleza sino que puede desatar la guerra entre los pueblos afectados. ntre 2006 y 2011, Siria padeció la más larga sequía y la más importante pérdida de cosechas jamás registrada desde las primeras civilizaciones de la “medialuna fértil”. En total, de los veintidós millones de habitantes con que contaba entonces el país, cerca de un millón y medio fueron impactados por la desertificación (1), lo que provocó migraciones masivas de agricultores, criadores y de familias rurales hacia las ciudades (2). Este éxodo intensificó las tensiones

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Por Agnès Sinaí* - 1 - Edición Nro 194 - Agosto de 2015

Edición Nro 194 - Agosto de 2015

Gustavo Cimadoro (http://cima-cima-doro.tumblr.com)

DE LAS “PRIMAVERAS áRABES” A NIGERIA

Cuando el clima aviva los conflictosPor Agnès Sinaí*

Las sequías generalizadas y el deshielo del Ártico son dos de las consecuencias visibles del cambio climático. Sinembargo, el calentamiento global tiene efectos no sólo en la naturaleza sino que puede desatar la guerra entre los pueblosafectados.

ntre 2006 y 2011, Siria padeció la más larga sequía y la más importante pérdida de cosechas jamás registrada desde lasprimeras civilizaciones de la “medialuna fértil”. En total, de los veintidós millones de habitantes con que contabaentonces el país, cerca de un millón y medio fueron impactados por la desertificación (1), lo que provocó migracionesmasivas de agricultores, criadores y de familias rurales hacia las ciudades (2). Este éxodo intensificó las tensiones

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provocadas por la afluencia de refugiados iraquíes que había continuado tras la invasión estadounidense de 2003.Durante decenios, el régimen baasista de Damasco descuidó los recursos del país, subvencionó cultivos de trigo y dealgodón que requerían mucha agua y alentó técnicas de irrigación ineficaces. Pastoreo intensivo y alza demográficareforzaron el proceso. Los recursos hídricos cayeron a la mitad entre 2002 y 2008.

El derrumbe del sistema agrícola sirio resulta de un juego complejo de factores que incluyen el cambio climático, unamala administración de los recursos naturales y la dinámica demográfica. Esta “combinación de cambios económicos,sociales, climáticos y ambientales erosionó el contrato social entre los ciudadanos y el gobierno, catalizó losmovimientos de oposición e irreversiblemente degradó la legitimidad del poder de Assad”, estiman Francesco Femia yCaitlin Werrell, del Centro por el Clima y la Seguridad. A su juicio, el surgimiento del Estado Islámico y su expansiónen Siria y en Irak son en parte consecuencia de la sequía (3). Y esta sequía no depende solamente de la variabilidadnatural del clima. Se trata de una anomalía: “El cambio del régimen de las precipitaciones en Siria está relacionado conel ascenso medio del nivel del mar en el este del Mediterráneo, acumulado con la caída de la humedad del suelo.Ninguna causa natural aparece en estas tendencias, mientras que la sequía y el recalentamiento corroboran los modelosde respuesta al aumento de los gases con efecto invernadero”, considera la revista de la Academia de Cienciasnorteamericana (4).

En el este de China, durante el invierno 2010-2011, la ausencia de precipitaciones y las tormentas de arena, quecondujeron al gobierno de Wen Jiabao a lanzar cohetes con la esperanza de desencadenar lluvias, tuvieron una cataratade repercusiones, mucho más allá de las fronteras del país. La pérdida de las cosechas, en efecto, obligó a Pekín acomprar trigo en el mercado internacional. La escalada de su precio a nivel mundial alimentó el descontento popular enEgipto, primer importador mundial de trigo, donde las familias destinan más del tercio de sus recursos a laalimentación. La duplicación del precio de la tonelada de trigo, que pasó de 157 dólares en junio de 2010 a 326 dólaresen febrero de 2011, fue fuertemente padecida en este país muy dependiente de las importaciones. El precio del pan setriplicó, lo que atizó el descontento popular contra el régimen autoritario del presidente Hosni Mubarak (5).

En el mismo período, las cosechas de trigo, de soja y de maíz del Hemisferio Sur fueron afectadas por La Niña, unacontecimiento climático severo que desencadenó una sequía en Argentina y lluvias torrenciales en Australia. En unartículo de la revista Nature, Solomon Hsiang, Kyle Meng y Mark Cane establecen una correlación entre las guerrasciviles y el fenómeno El Niño Southern Oscillation (ENSO), que, de tres a siete años, provoca una acumulación deaguas cálidas a lo largo de las costas de Ecuador y Perú, así como una inversión de los vientos alisios del Pacífico,asociados a importantes perturbaciones a escala mundial (6).

Para Hsiang y sus colegas, la probabilidad de conflictos civiles se duplica durante el fenómeno ENSO. Es la primerademostración de que la estabilidad de las sociedades modernas depende fuertemente del clima global.

La inseguridad ambiental

El cambio climático se ha convertido en un “multiplicador de amenazas”, y modifica el curso de las relacionesinternacionales. La hard security heredada de la Guerra Fría es reemplazada por la natural security, concepto forjadopor los militares norteamericanos reunidos en el seno del Center for a New American Security. Este think tank fuecreado en 2007 para oponerse al escepticismo climático de los neoconservadores e identificar las amenazas globalesemergentes (7).

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Las fuentes de la inseguridad ambientales ya no pueden reducirse a elementos meramente exógenos y naturales comolas erupciones volcánicas, los tsunamis o los terremotos. Las actividades humanas, la aceleración de los ciclosproductivos y su globalización colaboran en la desestabilización del clima. El neologismo “antropoceno” designa esahuella desmesurada de las sociedades industriales en el sistema terrestre.

En el Ártico, donde los hielos podrían haberse fundido por completo de aquí a fin de siglo, y donde los efectos delrecalentamiento global son dos veces más intensos que en otra parte, la reivindicación de nuevas fronteras terrestres ymarítimas reaviva las tensiones entre países circumpolares (8). Rusia, que explora el Ártico desde hace siglos, es laúnica nación que posee una flota de rompehielos nucleares. Un modelo gigante, en vías de construcción en losastilleros de San Petersburgo, será terminado en 2017 (9). Moscú renueva incluso su flota de submarinosultrasilenciosos de cuarta generación, con lanzamisiles de cabeza nuclear.

Por el lado norteamericano, la apertura del Ártico es presentada a la vez como una bendición comercial frente a Asia ycomo una posibilidad de salvaguardar nuevos recursos energéticos (10).

El deshielo del Ártico impone sus efectos sistémicos. La variación del vórtice polar, corriente de aire glacial del PoloNorte, explica el frío intenso que se abatió sobre América del Norte en el curso del invierno 2013-2014. “Lainteracción entre el Ártico y el recalentamiento global es algo nuevo en la historia estratégica humana, porquetransforma el encuentro entre geografía y geofísica en esa región en un poder nuevo y extraño, de naturaleza geofísica,que llamamos ‘el poder ambiental del Ártico’. Éste se ejerce a escala planetaria con consecuencias masivas”, observael experto en estrategia militar Jean-Michel Valantin (11). Sin embargo, el último informe del GrupoIntergubernamental de Expertos sobre la Evolución del Clima (GIEC) subraya que no hay una teoría estabilizada quepermita afirmar la ocurrencia de conflictos armados en el Polo Norte. El deshielo permitirá validar o no la solidez delas instituciones de cooperación transfronteriza circumpolares, como el Consejo del Ártico. Las causalidades resultancomplejas, inestables y evolutivas; los efectos del recalentamiento pesan más o menos sobre las sociedades en funciónde la resiliencia de los sistemas políticos, económicos y sociales establecidos (12).

Geoingeniería: una posible solución

En un libro inquietante el periodista Gwynne Dyer describe un mundo donde el recalentamiento se acelera y donde losrefugiados, hambrientos por la sequía, expulsados por el ascenso de los océanos, intentan llegar al Hemisferio Norte,mientras que los últimos países autosuficientes en alimentos, aquellos de las latitudes más altas, deben defenderse,inclusive con armas nucleares, de vecinos cada vez más agresivos: los de Europa del Sur y de las orillas delMediterráneo, transformadas en desiertos (13).

Frente a lo que algunos científicos llaman una “ruptura climática mayor de origen humano” (anthropogenic climatedisruption), la geoingeniería, es decir, la intervención deliberada para contrarrestar el recalentamiento del planeta,intenta tomar el control del clima (14). Ésta consiste en un conjunto de técnicas que apuntan a retirar una parte de losexcedentes de carbono de la atmósfera (carbon dioxyde removal) y a regular las radiaciones solares (solar radiationmanagement), a riesgo de una desestabilización mayor de las sociedades y los ecosistemas. La pulverización de azufre,por ejemplo, supone difundir una capa suficientemente espesa en la atmósfera para que tenga un efecto óptico deimpedimento de la radiación solar y, de ese modo, refresque el planeta. Pero la observación de las erupcionesvolcánicas conduce a los climatólogos a alegar que, si las partículas de azufre ayudan a enfriar la atmósfera, tambiéninducen sequías regionales y accesoriamente pueden reducir la producción de los paneles solares, acarrear ladegradación de la capa de ozono y debilitar el ciclo hidrogeológico global. “Además, sin acuerdos internacionales que

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definan cómo y en qué proporciones utilizar la geoingeniería, las técnicas de administración de la radiación solarpresentan un riesgo geopolítico. Como el costo de esta tecnología se cifra en decenas de miles de millones de dólarespor año, podría ser asumido por actores no estatales o por pequeños Estados que actúen por su cuenta, contribuyendoasí a la emergencia de conflictos globales o regionales”, advierte el último informe del GIEC (15).

Clima de guerra

El cambio climático no solamente crea motivos suplementarios de conflictos violentos, sino también nuevas formas deguerras, recalca por su parte el psicosociólogo Harald Welzer. La violencia extrema de estos conflictos excede elmarco de las teorías clásicas e “instaura espacios de acción para los cuales ningún marco referencial es provisto por lasexperiencias vividas en el mundo muy apacible del Hemisferio Occidental desde la Segunda Guerra Mundial” (16).Combates asimétricos entre poblaciones y señores de la guerra al servicio de grandes grupos privados se entremezclanen el seno de los mercados de la violencia, amplificados por el recalentamiento climático. El caos de Darfur, en Sudán,que perdura desde 1987, es emblemático de esta dinámica autodestructiva agravada por la fragilidad de los Estados. Enel norte de Nigeria, la degradación de las tierras perturbó los modos de vida agrícolas y pastoriles e interfiere con lasrutas migratorias. Varios centenares de pueblos fueron abandonados y las migraciones resultantes contribuyeron adesestabilizar la región, haciéndole el juego al movimiento islamista Boko Haram.

El último informe del GIEC define la noción de “riesgo compuesto” (compound risk), que implica la convergencia deimpactos múltiples en un área geográfica dada: “Puesto que la temperatura media del globo es susceptible de aumentarde 2 a 4º C respecto de las temperaturas del año 2000 de aquí a 2050, en el futuro hay un potencial —siendo iguales lasdemás cosas— para que haya grandes modificaciones en los esquemas de violencia interpersonal, de conflictos degrupo y de inestabilidad social” (17).

El investigador Marshall B. Burke, de la Universidad de Berkeley, en California, y sus coautores anticipan uncrecimiento de los conflictos armados del 54% de aquí a 2030. Su estudio propone la primera evaluación de conjuntode los impactos potenciales del cambio climático en las guerras en África subsahariana. Dicho estudio pone demanifiesto el lazo entre guerra civil, alza de las temperaturas y baja de las precipitaciones extrapolando lasproyecciones medianas de emisiones de gas con efecto invernadero del GIEC para dichas regiones entre 2020 y 2039 (18).

La afluencia de refugiados a las puertas del islote de prosperidad que es Europa podría proseguir y acentuarse en elcurso del siglo xxi. “En la actualidad hay por lo menos tantas personas desplazadas en el mundo como consecuencia dedegradaciones del medio ambiente como personas desplazadas por guerras y violencias”, estima el politólogo FrançoisGemenne (19). Estos migrantes huyen de las guerras que se desarrollan lejos de Occidente. El cual, a despecho de suresponsabilidad histórica en el recalentamiento global, pone mala cara en reconocerles un estatuto: “Impugnar eltérmino de ‘refugiado climático’ equivale entonces a impugnar el hecho de que el cambio climático sea una forma depersecución hacia los más vulnerables”. Estas son las víctimas de un proceso de transformación de la Tierra que lossupera.

1. “Syria: Drought driving farmers to the cities”, IRIN News, 2 de septiembre de 2009, www.irinnews.org

2. Gary Nabhan, “Drought drives Middle Eastern pepper farmers out of business, threatens prized heirloom chilies”,Grist.org, 16 de enero de 2010.

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3. “The Arab Spring and climate change”, The Center for Climate and Security, Washington DC, febrero de 2013.

4. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS), Vol. 112, N° 11,Washington DC, 17 de marzo de 2015.

5. Troy Sternberg, “Chinese drought, bread and the Arab Spring”, Applied Geography, Vol. 34, Amsterdam, mayo de2012; Krista Mahr, “Bread is life: food and protest in Egypt”, Time, Nueva York, 31 de enero de 2011.

6. Solomon M. Hsiang, Kyle C. Meng y Mark A. Cane, “Civil conflicts are associated with the global climate”, Nature,N° 476 (7361), Londres, 25 de agosto de 2011.

7. Jean-Michel Valantin, Guerre et nature. L’Amérique se prépare à la guerre du climat, Gennevilliers, Éditions Prisma,2013.

8. Véase Gilles Lapouge, “Fascination pour les pôles”, Le Monde diplomatique, París, diciembre de 2010.

9. “Russia lays down world’s largest icebreaker”, Russia Today, 5 de noviembre de 2013, www.rt.com

10. “National strategy for the Arctic region”, Casa Blanca, Washington DC, 10 de mayo de 2013,www.whitehouse.gov

11. Jean-Michel Valantin, “The warming Arctic, a hyper strategic analysis”, The Red (Team) Analysis Society, 20 deenero de 2014.

12. Intergovernmental Panel on Climate Change, Climate Change 2014: Impacts, Adaptation, and Vulnerability,Cambridge y Nueva York, Cambridge University Press, 2014.

13. Gwynne Dyer, Climate Wars: The Fight for Survival as the World Overheats, Oneworld Publications, Londres,2010. [Hay versión en castellano: Guerras climáticas. La lucha por sobrevivir en un mundo que se calienta, trad. deMartín Bragado Arias, Barcelona, Librooks, 2014.]

14. Clive Hamilton, Les Apprentis Sorciers du climat. Raisons et déraisons de la géo-ingénierie, Seuil, París, 2013.

15. Intergovernmental Panel on Climate Change, Climate Change 2014, op. cit.

16. Harald Welzer, Les Guerres du climat. Comment on tue au xxie siècle, Gallimard, París, 2009.

17. Intergovernmental Panel on Climate Change, Climate Change 2014, op. cit.

18. Marshall B. Burke, Edward Miguel, Shanker Satyanath, John A. Dykema y David B. Lobell, “Warming increasesthe risk of civil war in Africa”, PNAS, 8 de diciembre de 2009.

19. Naomi Klein, Susan George y Desmond Tutu, Stop crime climatique. L’appel de la société civile pour sortir del’âge des fossiles, de próxima aparición en Seuil, col. “Anthropocène”, el 27 de agosto de 2015.

* Periodista.

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Por Agnès Sinaí* - 6 - Edición Nro 194 - Agosto de 2015

Traducción: Víctor Goldstein