LECTIO DIVINA Lectura orante de la Palabra de Dios

AGOSTO 2012

Arzobispado de Santiago Vicaría Oeste

PRESENTACIÓN

En los cuatro domingos de este mes de agosto, la liturgia de la Iglesia nos propone para nuestra oración la lectura paso a paso del discurso del pan de vida (Juan capítulo 6, 24-69). Son palabras que brotan desde el signo de la multiplicación de los panes, con que Cristo expresa una solidaridad concreta con nuestras necesidades más inmediatas, pero que no se conforma con remediar el hambre de la tierra sino que descubre en este gesto el signo que anuncia el Pan del cielo que es su cuerpo. Podremos reconocer en sus palabras la amplitud y la profundidad de la solidaridad de Cristo con toda la humanidad y con todo lo humano. Asumió nuestra condición en todo menos en el pecado. Por ello, conoce el apremio del hambre y no puede desentenderse de su urgencia cuando se trata de sus hermanos. Pero sabe bien que no es suficiente, que no hay plenitud humana en la simple satisfacción de las necesidades básicas. El corazón humano busca más, está llamado a la plenitud. En una época que respira olvido de Dios y en que los anhelos del corazón humano parecen tan confundidos en las cosas, en el consumo su palabra resuena como un grito: “Yo soy el pan de la vida” La solidaridad del cristiano está llamada a ser compromiso con cada persona en la riqueza de su misterio más profundo. Compromiso con todos y cada uno que se verifica en la solidaridad con el más pobre. El Cristo Eucarístico se manifiesta a una vez en el sacramento del altar y en el sacramento del pobre. Es el misterio que comprendió con tanta lucidez San Alberto Hurtado cuando afirmaba “mi vida es una Eucaristía prolongada”.

Pbro. Galo Fernández Vicario Zona Oeste

SOLIDARIDAD, CAMINO PARA VIVIR EL MENSAJE DE JESÚS

Llamados a vivir la solidaridad como expresión de que Dios habita en la profundidad de nuestro ser

La palabra de Dios actúa en la historia humana en las personas que cultivan el terreno sorprendente del amor solidario, de la escucha atenta del hermano y del servicio generoso y desinteresado a los excluidos. La palabra de Dios se hace fecunda en las comunidades y personas que asumen una actitud responsable ante la historia y permiten que la Buena nueva del evangelio se convierta en la Buena Noticia para los más excluidos de nuestra sociedad.

La propuesta de Jesús nos abre a la confianza, a la esperanza de un futuro en el que la Humanidad se reconoce en la justicia y en la práctica del amor solidario con su prójimo. Animados por el ejemplo de Alberto Hurtado, un hombre santo que con su vida nos enseña que la mejor manera de hacer visible el amor que Dios nos tiene es precisamente comprometiéndonos de verdad con la humanidad, siendo solidarios, en base a la dignidad de las personas en condición de pobreza.

1.- ¿Qué es la solidaridad?

La solidaridad es uno de los valores humanos por excelencia, del que se espera cuando un otro significativo requiere de nuestros buenos sentimientos, actitudes y acciones para salir adelante. En estos términos, la solidaridad se define como la colaboración mutua en las personas, como aquel sentimiento que las mantiene unidas en todo momento, sobre todo cuando se viven experiencias difíciles de las que no resulta fácil salir adelante. La verdadera solidaridad es ayudar a alguien sin recibir nada a cambio y sin que nadie se entere. Ser solidario es, en su esencia, ser desinteresado.

2.- San Alberto Hurtado, modelo de la solidaridad.

La espiritualidad del Padre Hurtado es el camino para llegar a una plena comunión de amor con Dios a través de la colaboración con Jesucristo en su misión redentora. El Padre Hurtado quiere ir con Jesús por los caminos del mundo, instaurando el Reino y haciendo el bien a todos, especialmente a los pobres. Se hace plenamente disponible a Él para esta misión, y por eso se pregunta en las diversas circunstancias de su vida lo que Él hubiera hecho estando en su lugar.

Su vastísima y múltiple actividad tiene su razón de ser y su destino en la unión con Cristo que transforma el mundo para entregarlo al Padre. Toda su vida y camino de evangelización dejan huellas profundas de solidaridad. Así, el Padre Hurtado es un camino abierto para todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo que se sienten llamados a la comunión e identificación plena con Jesucristo desde el servicio a su misión de instaurar en el mundo el Reino de Dios. San Alberto, modelo y testigo del amor de Dios, nos muestra en ese camino la dimensión cristiana de la solidaridad en plenitud.

3.- La Palabra de Dios nos invita a la solidaridad.

“La Biblia no menciona la palabra solidaridad, pero habla de la justicia y el amor. El Antiguo Testamento nos transmite el mensaje de un Dios que sale al encuentro de su pueblo, para liberarlo, conducirlo a una vida digna para todos. El Nuevo Testamento nos transmite la propuesta de Jesús,

Dios de la Vida, que llega a nosotros para enseñarnos el camino hacia el Reino, viviendo la solidaridad desde la clave del mandamiento del Amor1”.

Para servir al Reino y colaborar en su construcción, Jesús nos invita a vivir el mandamiento del amor. Este amor se concreta en la vida de todos los días en actitudes compasivas y solidarias hacia los demás, en especial hacia los que sufren o están marginados de la sociedad. La solidaridad, como relación fraterna, de interés, cuidado y ayuda mutua entre los integrantes del grupo, era muy fuerte. Muchos textos bíblicos del Nuevo Testamento nos explicitan en qué consiste vivir el amor, desde la mirada de Jesús:

"Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. En esto reconocerán todos que son mis discípulos: en que se aman unos a otros." (Jn. 13, 34-35). "Si uno dice: Yo amo a Dios, y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Pues este es el mandamiento que recibimos de él: el que ama a Dios, ame también a su hermano." (1 Jn. 4, 20-21).

4.- La solidaridad en el Plan de Dios.

Ahora, volvamos nuestra mirada al inicio de la creación: Dios, con un amoroso proyecto, crea todo de la nada. Como culmen de su creación, forma al hombre -varón y mujer- a su imagen y semejanza (Gen 1,26-27) infundiéndole el soplo de su Espíritu Santo, (Gen 2,7).

Por tanto ¿podía vivir el ser humano desligado de su Creador? ¿Podía vivir solo, aislado de los demás? Dios mismo no lo proyectó así. En efecto, “Dios no creó al hombre solo... El hombre, por su misma naturaleza, es un ser social, y sin la relación con los demás no puede ni vivir ni desarrollar sus propias cualidades” (Gaudium et spes, 12). El verdadero encuentro hace fecundo al hombre, mientras que el aislamiento lo empobrece y destruye.

Así lo dispuso Dios, al crear a los hombres para la comunión, el diálogo y el encuentro. Por ello, desde el inicio la solidaridad ha venido siendo fundamental en las relaciones humanas: ayudándose mutuamente los unos a los otros en las diversas tareas humanas, desarrollando conjuntamente y cada cual sus particulares capacidades y talentos según el amoroso proyecto divino, la gran familia humana sería constructora de la civilización del amor querida por Dios para el ser humano. 5.- La Solidaridad Cristiana.

“Llegada la plenitud de los tiempos, el Hijo de Dios asumió plenamente la naturaleza humana por el misterio de la Encarnación. Así Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, se hace solidario de la humanidad entera para ofrecer a los hombres inquietos el agua que sacie su sed de infinito, (Jn 4, 5ss.)”2

Se podría decir que la solidaridad es la virtud de la caridad llevada al ámbito social. Está muy ligada al amor del prójimo e implica unidad, colaboración y compartir con el hermano sus necesidades primarias. Así como la caridad es el amor sobrenatural, la solidaridad es una de sus manifestaciones

1 Artículo. (www.buenasnuevas.com), por Marcelo A. Murrúa. Grupos Bíbicos. Solidaridad.

2 Artículo: “Camino Hacia Dios”. LA SOLIDARIDAD. http://www.caminohaciadios.com. /chd/67.html.

en el ámbito social. De esta manera es la ayuda mutua que debe existir entre las personas, no porque se les conozca o sean nuestros amigos, simplemente porque todos tenemos el deber de ayudar al prójimo y el derecho a recibir la ayuda de nuestros semejantes.

La solidaridad habla de buenos sentimientos, de corazones responsables, nobles y generosos, que se involucran en los problemas ajenos y se entristecen cuando las personas sufren un mal y tratan de solucionarlos o disminuir sus sufrimientos. Debemos descubrir y comprender que en cada lugar de trabajo y de convivencia, las personas tienen algo interesante que aportar y que enseñarnos. Así la solidaridad social consiste en colaborar de manera desinteresada con el bien común, teniendo como ejemplo a la persona de Jesús, cuando comparte con los marginados de la sociedad, curando a los enfermos, acompañando a las viudas, en fin estando cerca del dolor de los demás. En la que la multitud de creyentes no tiene sino “un solo corazón y una sola alma” (Hech 4, 32).

6.- Fundamentos de la acción social de la Iglesia.

“La Acción Social es una dimensión propia de la tarea Evangelizadora de la Iglesia, presente en su quehacer a lo largo de toda su historia, que se ha expresado de modos diferentes y con diversas acentuaciones según los desafíos que le presenta la historia.

Recordemos, en primer lugar, que la misión de la Iglesia es la Evangelización, es decir, como dice la Exhortación Apostólica de Pablo VI “Evangelii Nuntiandi”, del año 1974: “llegar con la Buena Nueva de Jesucristo a todos los ambientes de la humanidad para con su influjo, transformar, renovar desde dentro a la misma humanidad” En este contexto, podemos decir que la pastoral social de la Iglesia es: “La Acción Social por la cual la Iglesia se hace presente en la sociedad, en sus personas y en sus estructuras, para animar, ayudar a orientar y promover la liberación integral del hombre a la luz del Evangelio.”3

La Acción Social de la Iglesia está basada en dos valores fundamentales: El respeto a la dignidad del ser humano. El punto de partida de toda su acción

será, reconocer que en cada persona humana, nos encontramos con un hijo de Dios, hecho a su imagen y semejanza. De aquí se deducen consecuencias importantísimas.

La solidaridad: Que es la dependencia entre los seres humanos, que no pueden ser felices si no lo son los demás. Cuando hablamos de solidaridad, estamos en el ámbito más propio de la acción evangelizadora de la Iglesia, que no se agota en el trabajo al interior de ella, sino que prolonga este impulso de solidaridad activa a los problemas sociales y económicos que afectan a nuestros hermanos los más necesitados. (Cardenal Raúl Silva) (Cfr. “Parábola del Buen Samaritano” (Mt. 10,25-37), La solidaridad es una manera concreta de vivir el amor al que apunta la fe.

Esta solidaridad se expresa, ante todo, en el amor preferencial por los pobres, opción heredada de Jesús, que siempre ha sido el gran desafío para la Iglesia. En América Latina, la opción preferencial por los más pobres ha sido asumida por todas las Conferencias Episcopales, y con ello, ha animado la acción solidaria de la Iglesia.

3 Padre Obispo Manuel Camilo Vial, Obispo de Temuco, Villarrica, 28 de enero del 2003.

7.- María, modelo de solidaridad.

María nos muestra con su propia existencia los alcances de una vida cristiana edificada sobre la radicalidad del amor. En ella, el amor solidario se hace concreto en cada episodio de su vida. Con su “sí” generoso, la humilde Virgen de Nazaret renuncia a sus propios planes personales, haciéndose solidaria con la humanidad toda (Lc 1, 38). Corre presurosa al encuentro de Isabel, para servirla en la caridad, tanto con el anuncio evangelizador, como con la ayuda fraterna (Lc 1, 39ss). Su acción solidaria no se agotó en los hechos, sino que se prolonga en la historia a través de la intercesión que con afecto maternal, constantemente realiza por nosotros ante el Señor Jesús, su Hijo.

“Ser generosos con el que trabaja al lado tuyo, dar un abrazo a quien se siente solo,

regalar una sonrisa a quien está triste, acompañar a quien está enfermo;

eso también es la solidaridad”.

San Alberto Hurtado

“Señor, danos siempre de ese pan”.

Decimoctavo domingo del tiempo ordinario LECTIO DIVINA

05 de agosto de 2012- Ciclo B “Chile, una mesa para todos”

I.- PREPARÉMONOS PARA EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR

a. Comencemos desde nuestra vida: La vida está llena de signos importantes que muchas veces nos pasan desapercibidos. Por ejemplo, la naturaleza, los cambios de estación, el entorno que nos rodea. Otro signo hermoso es ver crecer a un bebé, sus primeras palabras, gestos, cariños… ¿Te has detenido a pensar en los signos fundamentales en tu vida?, ¿cuáles son?, ¿cuáles te han marcado?, ¿por qué?

b. Oración Inicial: Iniciamos la lectio divina con el siguiente estribillo:

Ven Espíritu de Santidad, ven Espíritu de Luz, ven Espíritu de Fuego, ven, abrásanos.

Ven espíritu del Padre, sé nuestra luz, derrama del cielo, tu esplendor de gloria.

Testimonio cierto, tú nos enseñas a proclamar que Jesús resucitó.

c. Petición: Señor, dame la gracia de creer que tú eres el Pan de vida, el que me da sentido en mi vida tanto en lo momentos felices como en los sufrimientos, porque contigo no tendré hambre y no tendré sed.

II.- OREMOS CON LA PALABRA DE DIOS: en el centro de la Lectio divina a. LECTURA (Lectio). ¿Qué dice la Palabra? La liturgia nos propone este domingo el comienzo del

discurso de Jesús sobre el pan de vida. Pon especial atención a la lectura del evangelio.

b. Lecturas: Lecturas: Primera Lectura: Éx. 16,2-4.12-15; Salmo responsorial: 77, 3-4bc. 23-25. 54;

Segunda lectura: Éf. 4, 17. 20-24; Evangelio: Juan 6, 24-35

Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban en el lugar donde el Señor había multiplicado los panes, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo llegaste?” Jesús les respondió: “Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es Él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello”. Ellos le preguntaron: “¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?” Jesús les respondió: “La obra de Dios es que ustedes crean en Aquél que Él ha enviado”. Y volvieron a preguntarle: “¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: “Les dio de comer el pan bajado del cielo”. Jesús respondió: “Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo”.

Ellos le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”. Jesús les respondió: “Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed”.

(Tomada del Leccionario Dominical)

Para Profundizar: Vuelve a leer el texto unas tres veces o más, en forma detenida, pausada, con ánimo de descubrir en ella lo más profundo del texto. Subraya las frases más importantes, encierra en un círculo los personajes y en un rectángulo los verbos.

c. Algunas preguntas que nos ayuden a reflexionar el Evangelio: Para profundizar, te

proponemos las siguientes preguntas. No es necesario que las respondas todas, y si el Espíritu Santo te propone otras interrogantes, sigue su moción.

Al comienzo del relato ¿de qué se da cuenta la multitud? ¿Qué hace?

¿Qué preguntas hacen a Jesús la multitud que lo busca?

¿Qué le dice Jesús a la multitud? y ¿por qué?

¿Qué relación hace Jesús entre Moisés y lo que está explicando?

¿Qué significa estas palabras pronunciadas por Jesús: “Yo soy el pan de Vida”?

d. Claves del texto:

† El texto de Juan desarrolla una catequesis basada en preguntas y respuestas entre Jesús y la gente que lo busca. Cuando uno lo va leyendo despacio y atentamente, descubre un itinerario interno a lo largo de él. En el texto vemos los siguientes pasos (itinerario):

El nuevo encuentro en “la otra orilla del mar” (6,24-25)

Primer movimiento: Del hombre hacia Dios. Purificar los motivos de la “búsqueda” (6,26-29) Segundo movimiento: De Dios hacia el hombre. Aprender a leer los signos de su amor y salvación (6,30-33)

La comunión vivificante entre el hombre y Dios: acoger el “Pan de Vida” que es Jesús (6,34-35).

† Con la expresión “Yo soy el pan de Vida”, Jesús afirma que en entre él y nosotros los hombres hay una relación profunda. La esencia más vital de la Buena Noticia proclamada por Jesús (y que debería ser evidente en la predicación y discurso de la Iglesia), es que Dios nos ha dado en Cristo la posibilidad y la fuente de una vida maravillosa ya en el presente y que, además, no es vencida ni siquiera por la muerte física.

† En la fe en Jesús, el poder y la eficacia dadora de vida que proviene del nexo personal con él, llega a su punto culminante. Y lo más importante: la fe en Jesús da vida eterna. Este es el alimento que permanece para la vida eterna. MEDITACIÓN (Meditatio): ¿Qué me dice el texto? Para meditar el texto bíblico te proponemos las siguientes preguntas: 1.- ¿En qué momentos de mi vida he buscado al Señor? 2.- ¿Qué tan profunda es mi relación con Jesús? 3.- ¿Creo verdaderamente que Jesús es el Pan de vida? ORACIÓN (Oratio): ¿Qué le digo a Dios con esta Palabra? Jesús, verdadero pan de Vida, quiere saciar no sólo los cuerpos, sino también las almas, dando un alimento espiritual que pueda colmar los deseos más profundos de los hombres y mujeres. Desde estas palabras ora al Señor, cuéntale lo que hay en tu corazón. CONTEMPLACIÓN (Contemplatio): Gusta a Dios internamente en tu corazón: Pongamos en las manos de Dios nuestras vidas, dejémonos guiar por él, a fin de orientarnos a la verdadera adhesión en la fe para así encontrar la paz profunda.

III.- CELEBREMOS EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR

a. Acción: ¿qué me hace vivir el Señor a partir de su Palabra? El que acoge a Jesús plenamente en su propia vida deja de tener hambre y sed, porque sus deseos más profundos quedan saciados. Por eso te invitamos a reflexionar sobre ¿qué haré para acoger a Jesús?

b. Signo para llevar a la vida: (silla e imagen de Jesús)

Coloca la imagen de Jesús en el centro del altar. Luego ubica la silla mirando el altar. Mira fijamente la imagen de Jesús, piensa cómo es tu relación con Jesús, preguntándote si es él verdaderamente el Pan de tu vida. De acuerdo a esto toma tu silla y colócate a la distancia que crees que hoy te encuentras de Jesús cerca, lejos, medianamente cerca, medianamente lejos, etc. Quédate por algunos minutos así. c. Oración final: Finaliza la Lectura Orante con la siguiente canción: “Me tocaste, Jesús”

Me tocaste, Jesús, y cerré mi puerta

y me hablaste, Jesús, con el pan y el vino y así con tu sombra detrás que todo alumbró,

tu rostro sereno.

Con un trozo de ayer yo te esperé en mi puerta, con un montón de papel que jamás se pudo leer

y casi sin mirar me alejé, Jesús. Sentí tu llamada.

Me sonrió dulce y me miró fijo,

Yo soy tu amigo, me dijo. Le sonreí luego y lo sentí cerca,

tienes un nuevo amigo.

Hoy he vuelto al lugar donde hay amor sincero. No me quiero alejar, por favor escucha, Jesús:

Donde hay vida tu estarás, quiero ser de Ti, tu hermano, tu amigo.

“Yo soy el pan bajado del cielo”

Decimonoveno domingo del tiempo ordinario LECTIO DIVINA

12 de agosto de 2012 – Ciclo B “Chile, una mesa para todos”

I.- PREPARÉMONOS PARA EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR

a. Comencemos desde nuestra vida: La amistad es el vínculo más hermoso entre dos personas que se tienen cariño. Muchos son los testimonios que relatan lo fundamental que ha sido en sus vidas contar con un amigo o amiga. Por eso, queremos invitarte a reflexionar en lo siguiente: ¿quién o quiénes son tus amigos?, ¿qué valoras de su amistad?, ¿cuáles crees que son los elementos importantes de la amistad?

b. Oración Inicial: Inicia esta lectura orante invocando al Espíritu Santo

Espíritu del Señor, Espíritu que sorprende cuando llega

y hace brotar la Vida, haz fértil mi campo.

Lejos de ti la fuerza y el poder que usan los hombres,

mas tu presencia es más fuerte y potente

que cualquier riqueza de este mundo.

Ven y concédeme tu plenitud; ven, que mis sentidos te acojan;

ven, que mi espíritu se goce contigo; ven, que mi hambre se satisfaga en tus dones.

Ven, Vida de mi vida.

c. Petición: Te pedimos Señor, creer que tú eres la Palabra de Dios y que estás presente en la Eucaristía.

II.- OREMOS CON LA PALABRA DE DIOS: en el centro de la Lectio divina

a. LECTURA (Lectio). ¿Qué dice la Palabra? La lectura del evangelio es una continuación del texto

de la semana pasada, sobre el Pan de Vida. Lee atentamente el texto.

b. Lecturas: Primera Lectura: 1 Reyes 19, 1-8; Salmo responsorial: 33, 2-9; Segunda Lectura: Efesios 4, 30-5, 2;

Evangelio: Juan 6, 41-51

Los judíos murmuraban de Jesús, porque había dicho: “Yo soy el pan bajado del cielo”. Y decían: “¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: “Yo he bajado del cielo?” Jesús tomó la palabra y les dijo: “No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y Yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: “Todos serán instruidos por Dios”. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo Él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida.

Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero éste es el pan que desciende del cielo, para que aquél que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo”.

(Tomada del Leccionario Dominical)

Para Profundizar: Vuelve a leer el texto unas tres veces o más, en forma detenida, pausada, con ánimo de descubrir en ella lo más profundo del texto. Subraya las frases más importantes, encierra en un círculo los personajes y en un rectángulo los verbos.

c. Algunas preguntas que nos ayuden a reflexionar el Evangelio: Para profundizar, te proponemos las siguientes preguntas. No es necesario que las respondas todas, y si el Espíritu Santo te propone otras interrogantes, sigue su moción:

¿Quiénes murmuran de Jesucristo?

¿Por qué murmuran de él?

¿Qué les dice Jesús sobre su Padre?

¿Qué dice Jesús respecto a la vida eterna?

¿Por qué Jesús hace referencia al maná del desierto?

¿Qué entenderán los discípulos sobre las palabras pronunciadas por Jesús?

d. Claves del texto:

† La liturgia nos propone hoy la continuación del discurso de Jesús sobre el pan de vida. Una división para la lectura del texto es la siguiente: (1) una objeción a Jesús, en la cual se nota un rechazo al misterio de la encarnación (en los vv.41-42)

(2) una revelación acerca de Jesús, que contiene dos partes: Jesús es el don del Pan-Palabra que baja del cielo (6,43-47)

Jesús es el don del Pan-Carne que se nos da en alimento (6,48-51).

† El evangelista hace notar que los oyentes de la catequesis no comprenden que el término “pan” es sinónimo de “Palabra” identificada con Jesús: si la palabra se “escucha” se convierte en invitación a la cena, en alimento, en vida y resurrección. Por lo tanto, en Juan, la bellísima expresión “Pan de la Vida”, significa ante todo “Palabra que hay que acoger (=creer) y en encarnar (=comer)”, su verdadero sentido es “Pan de vida = Palabra hecha carne”.

† Le fe es el vehículo necesario para confiar en la Palabra de Jesús y recibirlo como lo que es: el que trae la Vida desde Dios. Para el que camina con fe, todo es encuentro con el Señor. Creer es un don, una gracia de Dios. Pero, al mismo tiempo, es una tarea de búsqueda y respuesta de cada persona. El que cree tiene vida eterna (v. 47). Éste es el Camino: creer en la Palabra, aceptar a Jesús por la fe, recibir el principio de Vida y crecer en esa misma Vida, para llegar a la plenitud de la Vida.

† El Pan que ofrece Jesús es el Pan de la fe y el Pan de la Eucaristía. Hay que creer en Jesús, Pan vivo que se da en alimento en la Eucaristía: “El pan que yo daré es mi carne. Yo la doy para la vida del mundo (v.51)”. La Iglesia nos ofrece en cada Misa el Pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía. Si no acogemos la Palabra y no recibimos la Eucaristía, no viviremos en comunión de fe y amor con Jesús, el Enviado, el Pan bajado del cielo. MEDITACIÓN (Meditatio): ¿Qué me dice el texto? Para profundizar el evangelio se proponen las siguientes preguntas:

1.- ¿Creo que Jesús es la Palabra de Dios? 2.- ¿En qué aspectos de mi vida de fe me ha ayudado asistir a la Eucaristía? 3.- ¿De qué manera hago parte de mi vida la Palabra de Dios?

ORACIÓN (Oratio): ¿Qué le digo a Dios con esta Palabra? Señor Jesús, ¡cuántas veces me he sentido débil, teniéndote a Ti en mi interior, en la Palabra y en la Eucaristía! Me doy cuenta de que, como los judíos, no confío en Ti plenamente. Me falta fe, visión para contemplarte en todo tu Ser divino, fortaleza y salvación. Me falta fe, convicción para estar contigo y no tener miedo, ni debilidad, ni pereza. Porque Tú eres el alimento total y la Vida plena. Señor Jesús, haz que yo confíe siempre y cada vez más en Ti.

CONTEMPLACIÓN (Contemplatio): Gusta a Dios internamente en tu corazón Señor, sé que estás presente en mi vida, lo experimento fuertemente en lo que hoy me toca vivir y en este momento en que me dejo acariciar por tu amor que todo lo abarca. Estoy cierto de que me rodeas para hacer de mi un hombre y una mujer nueva.

III.- CELEBREMOS EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR

a. Acción: ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de su Palabra?

Hoy hemos descubierto dos aspectos importantes del texto. Jesús es el pan de vida que significa por un lado la Palabra que hay que acoger y, por otro, Palabra que hay que encarnar, hacer vida. ¿Cómo puedo hacer para que en mi vida Jesús sea Palabra y Encarnación?

b. Signo para llevar a la vida:

En las claves del texto se nos explicaba que el “Pan de la Vida”, significa ante todo “Palabra que hay que acoger (=creer) y en encarnar (=comer)”, por lo tanto el sentido completo del “Pan de vida es Palabra hecha carne”.

En este sentido piensa en aquella frase bíblica que más te ha consolado.

Dila en voz alta tres veces.

c. Oración final: Finaliza esta lectura orante con la siguiente oración:

Pan Vivo, sólo Tú eres el Pan vivo y nosotros buscando saciarnos en tantos rincones, lejos de Ti.

Pan Vivo, Tú el bajado del cielo para nosotros, y yo tratando de “ascender”

de tantos momentos extraños.

Pan Vivo, Tú sales a mi encuentro en los hermanos y yo, recorriendo otros caminos que me cuestan menos.

Pan Vivo, Tú has visto al Padre y nosotros preferimos encontrarlo

ignorando tus senderos.

Pan Vivo, Tú eres la Vida del mundo y nosotros sufrimos hambrientos

mientras nuestras muertes nos ahogan.

Pan Vivo, atráenos a Ti para que nos saciemos de la Vida y, convertidos en panes para la Vida del mundo, todos los hombres y mujeres se vean colmados

de tu “Vida en abundancia” (Jn 10,10)

“Yo lo resucitaré en el último día”

Vigésimo domingo del Tiempo Ordinario LECTIO DIVINA

19 de agosto de 2012 – Ciclo B “Chile, una mesa para todos”

I. PREPARÉMONOS PARA EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR

a. Comencemos desde nuestra vida: Juntarse en torno a una cena con la familia, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, etc., siempre es un momento de intensa vida comunitaria, de encuentro con el otro. Con esta idea en mente queremos iniciar esta lectura orante pensando en aquellas cenas o comidas que más han tocado mi corazón por alguna razón y puedas compartir: ¿cuál o cuáles cenas han sido más significativas en mi vida?, ¿qué detalles han llamado mi atención?

b. Oración Inicial: le pedimos al Espíritu que nos acompañe y ayude, lo hacemos con la siguiente antífona:

Ven, Espíritu de Dios; ven, Espíritu de amor (ven, de amor);

ven a llenar el corazón, une los pueblos de la tierra.

Envíanos, Señor, esa fuerza de tu amor, que penetre el corazón y conceda bendición

a los hombres en la tierra y al resto de tu creación; a los pueblos que esperan tu salvación;

Alaben, pueblos todos, las obras de nuestro Dios.

bendigan las naciones al Señor

c. Petición: Señor, pido tu gracia para unirme profundamente a Ti cada vez que coma tu Cuerpo y beba tu Sangre.

II. OREMOS CON LA PALABRA DE DIOS: en el centro de la Lectio divina a. LECTURA (Lectio). ¿Qué dice la Palabra? Regalémosle a Dios e tiempo de nuestra oración y este

tiempo se convertirá en un regalo para nosotros. Por eso, podemos tomarnos el tiempo que sea necesario para introducirnos y recrear la escena bíblica.

b. Lecturas: Primera Lectura: Proverbios 9, 1-6; Salmo responsorial: 33, 2-3. 10-15; Segunda Lectura:

Efesios 5, 15-20 Evangelio: Juan 6, 51-59

Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo”. Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?” Jesús les respondió: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y Yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y Yo en él. Así como Yo, que he sido enviado por el Padre que tiene

Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”. Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaúm.

(Tomada del Leccionario dominical)

c. Algunas preguntas que nos ayuden a reflexionar el Evangelio: Para profundizar, te

proponemos las siguientes preguntas. No es necesario que las respondas todas, y si el Espíritu Santo te propone otras interrogantes, sigue su moción.

¿Qué dice Jesús a los judíos sobre el “Pan vivo”?

¿Qué discuten los judíos entre sí?

¿Quiénes tendrán vida eterna?

¿Por qué Jesús habla sobre la resurrección en el último día?

¿Cuáles son las características para permanecer en Jesús?

¿En qué lugar enseñaba Jesús?

d. Claves del texto

† Este domingo seguimos meditando sobre el gran don de la Eucaristía. Jesús, en la Última Cena, hizo entrega a su Iglesia del don de su amor con este sacramento de su Cuerpo y de su Sangre. Jesús explica que la eucaristía nos hace entrar en la nueva alianza. La nueva alianza consiste en una relación íntima con él, en una interioridad recíproca.

† El mensaje del texto bíblico está marcado fuertemente por las siete afirmaciones que Jesús hace sobre la comida de su carne. En las siete afirmaciones se repite siempre, ni una sola vez falta, la palabra “comer”. Comer significa asimilar, significa hacer verdaderamente la comunión. En cada una de las afirmaciones hay una variante que nos abre a una nueva comprensión del misterio Eucarístico.

† La primera afirmación expresa una condición: “Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros”. La segunda afirmación es positiva: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día”. La tercera afirmación es una insistencia: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida”. La cuarta afirmación introduce la idea de la alianza, de la comunión: “El que come mi carne y bebe mi sangre vive en mí y yo en él”. La quinta afirmación nos muestra una semejanza: “Así como el Padre que me ha enviado posee la vida y yo vivo por Él, así también el que me coma vivirá por mí”. La sexta y la séptima afirmación están estrechamente vinculadas: “Este es el pan que ha bajado del cielo, no como el pan que comieron vuestros antepasados, ellos murieron”. Y partiendo de esta realidad negativa, “ellos murieron” en seguida la séptima afirmación, la última, la más vibrante, la más alta, es la positiva para aquel que entra en alianza y en comunión con Cristo a través de la Eucaristía: “El que coma de este pan vivirá para siempre”.

† Por lo tanto, la eucaristía nos impulsa a vivir en una continua acción de gracias. En la Eucaristía está el misterio del sacrificio redentor de Cristo en la cruz, por eso su valor salvífico para nuestras vidas; por la Eucaristía accedemos a la vida en Dios, a la salvación que Él nos regala.

MEDITACIÓN (Meditatio): ¿Qué me dice el texto? La Palabra nos invita ante todo a reflexionar mediante las siguientes preguntas:

1.- ¿Me identifico realmente a Jesús en la Eucaristía? ¿Cómo lo sé? 2.- ¿Cómo es mi unión con Jesús? 3.- ¿Qué entiendo sobre la Vida eterna?

ORACIÓN (Oratio): ¿Qué le digo a Dios con esta Palabra? Vuelvo a leer cada una de las afirmaciones del texto. ¿Qué le digo yo a Jesús ante cada afirmación? ¿Cómo puedo hacer oración ante cada expresión de Jesús? CONTEMPLACIÓN (Contemplatio): Gusta a Dios internamente en tu corazón Jesús quiere subrayarnos que estamos llamados a alimentarnos del Verbo hecho carne, alimentarnos de Él como Palabra en la que hay que creer, como ejemplo que hay que seguir, como víctima propiciatoria a la que hay que adherirse. Adherirse profundamente con Él en el sacramento. Dejo que el Señor habite en mi corazón.

III.- CELEBREMOS EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR

a. Acción: ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de su Palabra? La lectura y oración de la Palabra pueden ayudarnos a celebrar con mayor profundidad la Eucaristía, reconociendo en ella la Presencia real de Jesús. ¿Cómo puedo transmitir a los demás la vida que Jesús me regala en la Eucaristía? Pienso y escribo acciones concretas.

b. Signo para llevar a la vida: (visita al sagrario) El sagrario es el lugar donde se guarda a Jesús sacramentado, presencia real de Jesucristo, por eso te proponemos para esta semana lo siguiente:

Encuentra un día en la semana en que puedas dedicar una hora de tu tiempo al Señor.

Visita el sagrario de tu parroquia o capilla.

En oración profunda con el Señor, dale gracias porque se ha quedado contigo.

Oración final: terminamos este momento de lectio con la siguiente oración:

Alma de Cristo

Alma de Cristo, santifícanos, Cuerpo de Cristo sálvanos

Sangre de Cristo embriáganos, agua del costado de Cristo, lávanos.

Pasión de Cristo confórtanos. ¡Oh buen Jesús óyenos!

y dentro de tus llagas escóndenos. No permitas que nos apartemos de ti,

del enemigo defiéndenos, en la hora de nuestra muerte, llámanos,

y mándanos ir a ti, para con tus santos te alabemos

por los siglos de los siglos.

Amén.

“Tú tienes palabras de Vida eterna”

Vigesimoprimer domingo del Tiempo Ordinario LECTIO DIVINA

26 de agosto de 2012 – Ciclo B “Chile, una mesa para todos”

I. PREPARÉMONOS PARA EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR

a. Comencemos desde nuestra vida: Durante el proceso de nuestra vida, con seguridad habrán situaciones que nos escandalizan por algún motivo u otro, y probamente nos afectan en nuestra forma de proceder. Por eso te invitamos a pensar, ¿qué situación me han escandalizado el último tiempo?, ¿cómo he reaccionado?, ¿qué juicios he realizado?

b. Oración Inicial: Nos preparamos para hacer la lectura orante con el salmo 139:

Señor, tú me sondeas y me conoces, me conoces cuando me siento o me levanto,

de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda.

Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma.

Tanto saber me sobrepasa, es sublime y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada? Si escalo el cielo, allí estás tú;

si me acuesto en el abismo, allí te encuentro; si vuelo hasta el margen de la aurora,

si emigro hasta el confín del mar, allí me alcanzará tu izquierda,

me agarrará tu derecha.

Señor, sondéame y conoce mi corazón, ponme a prueba y conoce mis sentimientos,

mira si mi camino se desvía, guíame por el camino eterno.

c. Petición: Señor, pido tu gracia para no alejarme de ti, para buscarte y realizar tu voluntad, que es mi felicidad.

II. OREMOS CON LA PALABRA DE DIOS: en el centro de la Lectio divina a. LECTURA (Lectio). ¿Qué dice la Palabra? Terminado el discurso de la promesa de Eucaristía, que

es incomprendido por la multitud, Jesús invita a los apóstoles a hacer su elección después que muchos se han echado para atrás.

Lecturas: Primera Lectura: Josué 24, 1-2a.15-17; Salmo responsorial: 130, 1-3; Segunda Lectura: Efesios

5, 21-33; Evangelio: Juan 6,60-69

Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían: “¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?”

Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen”. En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y agregó: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”. Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de Él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: “¿También ustedes quieren irse?” Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”.

(Tomada del Leccionario Dominical)

b. Algunas preguntas que nos ayuden a reflexionar el Evangelio: Para profundizar, te

proponemos las siguientes preguntas. No es necesario que las respondas todas, y si el Espíritu Santo te propone otras interrogantes, sigue su moción:

¿Por qué las palabras de Jesús resultan duras para los discípulos?

¿Qué importancia tiene la fe para acoger el mensaje de Jesús?

¿Quiénes se alejaron de Jesús?

¿Quiénes permanecieron con Él? ¿Por qué? ¿Cómo reacciona Jesús frente a la partida de algunos discípulos?

c. Claves del texto:

† Después de la resistencia de los judíos, tampoco los discípulos acogen la palabra. Los discípulos son distintos del grupo de los Doce. “Dureza” reside, no en la Palabra misma, sino en su corazón, que está cerrado. Los discípulos piensan sólo a nivel humano, no logran entrar en la mentalidad de Jesús porque para eso es necesaria la fe. Ellos no se abren, no confiesan sus dudas a Jesús, no dialogan con Él.

† Sabiendo Jesús lo que había en el corazón de sus discípulos, anuncia su partida al Padre, de donde había salido. Sólo así los discípulos pueden recibir el Espíritu Santo que les permitirá entender, en la fe, los misterios de Jesús. La verdadera vida deriva del Espíritu. Jesús no quiere decir que la carne sea mala, sino que intenta dejar claro que a través de la carne no se puede entender la sabiduría de Dios, que es espíritu. Sólo el Espíritu hace nacer y renueva en nosotros la vida de Jesús. La condición para recibirlo es ésta: Jesús debe ir al Padre. Su regreso, sin embargo, pasa por la muerte. Ahora Él ofrece a sus discípulos sus palabras, que llevan en sí mismas el Espíritu y la vida. Sobre estas palabras se fundamenta toda nuestra fe.

† Jesús sabe quiénes son los que no creen. Están con Él quizá por casualidad, o por los signos que han visto, pero no logran entrar en el nivel de la fe. Muchos discípulos dejan de seguir a Jesús. El misterio del Pan vivo es tan difícil que no soportan este escándalo y se echan atrás. La amistad con Jesús es el camino, muy dinámico y creativo. Pero el Maestro deja a cada uno de los discípulos en libertad.

† También los doce son sometidos a esta prueba. Jesús se dirige a ellos. Provoca una situación que requiere decisión, claridad y verdad. Simón Pedro responde en nombre de los doce. Después de haber conocido a Jesús, Pedro no ve a nadie a quien poder ir. Jesús es el único.

MEDITACIÓN (Meditatio): ¿Qué me dice el texto? Meditemos la riqueza de este texto

1.- ¿Me escandalizan las Palabras de Jesús?? 2.- Pronto se iniciará el Año de la Fe, propuesto por el Papa Benedicto XVI ¿Cómo estoy viviendo mi fe? 3.- ¿Experimento en mi vida que Jesús tiene palabras de vida eterna?

ORACIÓN (Oratio): ¿Qué le digo a Dios con esta Palabra? Si Jesús me preguntara: “¿También tú quieres irte?” ¿Qué le respondería? Con mucho amor cuéntale al Señor todo lo que hay en tu corazón.

CONTEMPLACIÓN (Contemplatio) : Gusta a Dios internamente en tu corazón La escena de hoy es muy radical Jesús nos pone frente a un tema profundo de nuestra vida, me coloco en las manos amorosas de Dios, nuevamente recreo la escena bíblica en mi corazón y dejo que Dios me transmita su ternura.

III.- CELEBREMOS EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR: a. ACCIÓN: ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de su Palabra? La pregunta de Pedro, que en realidad es una afirmación fortísima de fe y de adhesión al Señor Jesús, significa esto: "¡Señor, yo no iré a ningún otro, sino solamente a ti! ¿Es así mi vida? ¿Siento en mí estas palabras apasionadas? Respondo cada día, en cada momento, en las situaciones más diversas de mi vida, en mi ambiente, delante de las personas, a la invitación que me hace Jesús personalmente.

b. Signo para llevar a la vida: (set de velitas) La pregunta que hace Jesús es muy significativa, la respuesta de Pedro es aún más conmovedora “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna”, por eso hoy que le responde tu, a cada respuesta enciende una velita…

Señor, tú tienes palabras de vida eterna porque me amas profundamente (Enciende una velita)

Señor, tú tienes palabras de vida eterna porque te has acordado de mi familia

(Enciende una velita)

… completa según lo que hay en tu corazón

c. Oración final: Finaliza cantando “Maranatha”

Me miras desde el silencio de la cruz y tu Palabra resuena en mi corazón, Señor. ¿También ustedes se irán?, ¿también me abandonarán? ¿A quién iremos, Señor, si sólo Tú tienes palabras de vida eterna, palabras de vida eterna? Entonces, ¿a qué tememos cuando el dolor toca a la puerta y nuestros ojos olvidan la paz? Bienaventurado, tú, que lloras;

que un día en mi casa mi Padre enjugará todas aquellas lágrimas, Él te consolará. Y ese día, al fin será la paz y el tiempo de fraternidad; y el mundo viejo habrá pasado ya y con él los sufrimientos; y Dios alumbrará todos los corazones, Señor, Maranathá (bis).