Agradecer y Descansar

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Agradecer y descansar por Araceli Flores de Durazo Nombre y apellido: Araceli Flores de Durazo Edad: 46 años Estado civil: casada hace 22 años Hijos: 2, de 13 y 17 años Fe: seguidora de Cristo desde hace 26 años Estado de salud: muy bueno Problemas enfrentados: los normales A sí podría haber completado una ficha de mi vida hasta fines de marzo de 2008, cuando me diagnosticaron cáncer de mama. Fue entonces cuando pensé que todo lo que había enfrentado en mi vida era nada en comparación con lo que ahora se me presentaba. El médico me explicó las diferentes alternativas para enfrentar la enfermedad y me indicó que decidiera qué iba a hacer. Salí del consultorio tal como había entrado… por fuera, porque interiormente estaba muy asustada. En medio del desconcierto por el impacto de la noticia, vinieron a mi mente infinidad de pensamientos. En especial, me preocupaba el futuro inmediato al no saber qué iría a suceder. La convicción de vida eterna en el Señor Jesucristo me inundaba de paz, pero la aflicción del momento era muy intensa. Enseguida decidí que esta situación debía reflejar cuál es mi fe y pensé: Puedo ver la fortaleza de mi Dios, es tiempo de demostrar «a quién he creído» (2 Tim. 1:12). Decidí llevar cautivos a Cristo aquellos pensamientos de incertidumbre y comenzar por dar gracias al Señor. De manera que me puse a pensar en los motivos para agradecer que tenía. ¿En ese momento? Sí, en ese preciso momento. Por eso, di gracias a mi Señor por haberme permitido conocerlo. En esa actitud de agradecimiento, comenzaron a sucederse los motivos. Así fue que, a continuación, le di gracias a Dios por haberme dado un esposo que siempre fue muy valiente, y que en esta circunstancia me brindó todo su apoyo y me transmitió gran fortaleza. Juntos buscamos al Señor y no lo cuestionamos, porque somos conscientes de que mientras estemos en el cuerpo estamos expuestos a adversidades de cualquier tipo. Empezamos por pedir la intervención milagrosa del Padre y, junto con un sinnúmero de hermanos, clamamos para que así sucediera. Paralelamente, me sometí a exhaustivos estudios clínicos, siempre con la confianza de que nuestro Señor tenía todo bajo Su control. Entendemos que la verdadera confianza no es que el Señor haga lo que nosotros queremos, sino lo que Él sabe que es lo mejor para nuestra vida. Durante este tiempo de incertidumbre, como madre, me preocupaban mis hijos de trece y diecisiete años, pues aunque ya no eran pequeños, estaban en la etapa difícil de la adolescencia. Sin

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  • Agradecer y descansarpor Araceli Flores de Durazo

    Nombre y apellido: Araceli Flores de DurazoEdad: 46 aosEstado civil: casada hace 22 aosHijos: 2, de 13 y 17 aosFe: seguidora de Cristo desde hace 26 aosEstado de salud: muy buenoProblemas enfrentados: los normales

    As podra haber completado una ficha de mi vida hasta fines de marzo de 2008, cuando me diagnosticaron cncer de mama. Fue entonces cuando pens que todo lo que haba enfrentado en mi vida era nada en comparacin con lo que ahora se me presentaba.

    El mdico me explic las diferentes alternativas para enfrentar la enfermedad y me indic que decidiera qu iba a hacer. Sal del consultorio tal como haba entrado por fuera, porque interiormente estaba muy asustada. En medio del desconcierto por el impacto de la noticia, vinieron a mi mente infinidad de pensamientos. En especial, me preocupaba el futuro inmediato al no saber qu ira a suceder. La conviccin de vida eterna en el Seor Jesucristo me inundaba de paz, pero la afliccin del momento era muy intensa.

    Enseguida decid que esta situacin deba reflejar cul es mi fe y pens: Puedo ver la fortaleza de mi Dios, es tiempo de demostrar a quin he

    credo (2 Tim. 1:12). Decid llevar cautivos a Cristo aquellos pensamientos de incertidumbre y comenzar por dar gracias al Seor. De manera que me puse a pensar en los motivos para agradecer que tena. En ese momento? S, en ese preciso momento. Por eso, di gracias a mi Seor por haberme permitido conocerlo. En esa actitud de agradecimiento, comenzaron a sucederse los motivos. As fue que, a continuacin, le di gracias a Dios por haberme dado un esposo que siempre fue muy valiente, y que en esta circunstancia me brind todo su apoyo y me transmiti gran fortaleza. Juntos buscamos al Seor y no lo cuestionamos, porque somos conscientes de que mientras estemos en el cuerpo estamos expuestos a adversidades de cualquier tipo.

    Empezamos por pedir la intervencin milagrosa del Padre y, junto con un sinnmero de hermanos, clamamos para que as sucediera. Paralelamente, me somet a exhaustivos estudios clnicos, siempre con la confianza de que nuestro Seor tena todo bajo Su control. Entendemos que la verdadera confianza no es que el Seor haga lo que nosotros queremos, sino lo que l sabe que es lo mejor para nuestra vida.

    Durante este tiempo de incertidumbre, como madre, me preocupaban mis hijos de trece y diecisiete aos, pues aunque ya no eran pequeos, estaban en la etapa difcil de la adolescencia. Sin

  • embargo, as como al principio haba decidido agradecer, ahora decid descansar en el Seor porque l los ama infinitamente ms que yo. Record lo que conozco acerca de Dios. De manera que estaba segura de que l nunca los dejara ni los desamparara (Heb. 13:5).

    Transcurrieron varias semanas de exhaustivos estudios y el diagnstico fue confirmado. Entendimos y aceptamos que la voluntad del Seor no haba sido realizar un milagro como el que nosotros esperbamos. Por lo tanto, la ciruga era la alternativa que segua. Tuve que someterme a la dolorosa experiencia de una mastectoma. No haba recibido la sanidad milagrosa de mi cuerpo, pero Dios haba hecho el milagro en mi ser interior, por lo que poda declarar: Jesucristo es la fortaleza de mi vida!

    Una vez extirpado el tumor, detectaron rplicas en unos ganglios, por lo que decidieron someterme a tratamientos de quimioterapia y radioterapia, con sus conocidos efectos secundarios (agotamiento, debilidad, nuseas, prdida del cabello). El Seor nos guarda en las pruebas, pero no necesariamente nos quita el sufrimiento que conllevan. Sin embargo, no dejaba de ver Su inmensa misericordia, porque a pesar de los agresivos tratamientos, notaba que era menor mi afliccin que la que enfrentaban otros pacientes en las mismas circunstancias. Dios abri puertas para que yo pudiera transmitir a mis compaeros circunstanciales lo que significa vivir la vida tomados de la mano de Jesucristo. Me

    consolaba saber que era de bendicin para otros, ya que algunos hasta preguntaban cundo eran mis sesiones de quimioterapia y radioterapia para que les tocaran conmigo, porque sentan que algo especial irradiaba de m. Gloria al Seor por Su poder y Su gracia!

    Otra de las formas maravillosas en que vimos la misericordia del Seor durante este trance, fue la manifestacin de la generosidad, la solidaridad y el gran amor de nuestros familiares, de nuestro pastor y de los hermanos en Jesucristo. No solo nos ayudaron mucho con sus oraciones y sus palabras de aliento, sino que adems nos proveyeron con generosidad para cubrir gran parte de los gastos que ocasionaba mi enfermedad.

    Fueron tiempos muy difciles, pero en uno de esos das en que me senta especialmente agotada, el Seor me habl por medio del Salmo 18. Tambin experiment gran paz al recordar el Salmo 91:14-16, pues sent que haba alcanzado misericordia.

    Hasta el momento, no se hallaron nuevas rplicas del cncer. El Seor se glorific en mi afliccin, y como lo expresa Juan 9:3: ... para que las obras de Dios se manifiesten.

    Estoy plenamente segura de que el Seor nunca me ha abandonado y le estar eternamente agradecida. Experimento una mayor comunin con l, una unin ms estrecha con Su persona. Me ha enseado tambin a ver la vida de una manera diferente, sin darle el valor que el mundo le da porque s que esto se acaba, pero quienes somos de l

  • permanecemos para siempre. Aprend tambin a ver a los dems con mayor compasin y comprensin. Este es el Dios de amor y misericordia que tenemos: nos cuida, nos protege, nos acompaa, nos revela Su corazn y nos da oportunidades de servirlo. Qu importante es recordar que daremos cuenta de cmo reaccionamos ante las circunstancias que se nos presentan en la vida. Dios no nos llam a ser felices sino santos, y viviendo en santidad, podremos ser felices a pesar de la adversidad. Gloria a Su santo nombre!

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