Agricultura Intensiva y Complejización Social Prehispanica en el Alto Magdalena - Carlos Sanchez
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MINISTERIO DE CULTURA
INSTITUTO COLOMBIANO DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA
AGRICULTURA INTENSIVA Y COMPLEJIZACIÓN SOCIAL PREHISPÁNICA EN EL
ALTO MAGDALENA
Por
Carlos Augusto Sánchez
Bogotá, agosto de 2003
2
ÍNDICE GENERAL
Pág.
Introducción 3
1. La zona de estudio 7
2. Objetivos de la investigación 18
3. Antecedentes de la investigación arqueológica
en el sur del Alto Magdalena 35
4 Actividades arqueológicas realizadas 41
5. Relaciones de parentesco y acceso a la tierra 93
6. Patrones de asentamiento y calidad de los suelos 102
7. Consideraciones finales 110
8. Bibliografía 117
3
ÍNDICE DE FIGURAS
Figura 1. Área general de investigación
Figura 2. Mapa de suelos
Figura 3. Límite del bosque muy húmedo pre-montano
Figura 4. Panorámica vereda La Marquesa
Figura 5. Sistema de canales prehispánicos
Figura 6. Canales para drenaje sobre colina
Figura 7. Canales en ladera de colina
Figura 8. Áreas de ocupación por períodos en 17 km2
Figura 9. Excavación estratigráfica de 1 x 1 m
Figura 10. Restos vegetales arqueológicos
Figura 11. Restos vegetales arqueológicos
Figura 12. Restos vegetales arqueológicos
Figura 13. Restos vegetales arqueológicos
Figura 14. Corte 1. Plano del sitio SA618
Figura 15. Estratigrafía del Corte 1
Figura 16. Corte 1. Plano del sitio SA739
Figura 17. Estratigrafía del Corte 2
Figura 18. Cortes 3, 4 y 5. Plano del sitio SA1503
Figura 19. Excavación de Cortes en el sitio SA1503
Figura 20. Estratigrafía del Corte 3.
Figura 21. Estratigrafía del Corte 4.
Figura 22. Estratigrafía del Corte 5.
4
Figura 23. Cortes Nos. 6A y 6B. Plano del sitio SA229
Figura 24. Vista del sitio SA229
Figura 25. Estratigrafía del Corte 6A
Figura 26. Estratigrafía del Corte 6B
Figura 27. Áreas de ocupación durante el período Formativo 1
Figura 28. Áreas de ocupación durante el período Formativo 2
Figura 29. Áreas de ocupación durante el período Formativo 3
Figura 30. Áreas de ocupación durante el período Clásico Regional
Figura 31. Áreas de ocupación durante el período Reciente
Figura 32. Concentraciones de material cerámico sobre cimas de colinas
Figura 33. Conjunto funerario Alto de Los Ídolos
Figura 34. Montículo funerario de tercer nivel jerárquico
Figura 35. Sitios funerarios monumentales en Isnos
5
ÍNDICE DE TABLAS
Tabla 1. Variación cronológica del número de asentamientos en los 17 km2 estudiados.
Tabla 2. Restos vegetales arqueológicos sobresalientes por período
Tabla 3. Variación cronológica de asentamientos en los 50 km2.
6
INTRODUCCIÓN
Los campos surcados por sistemas de canales para drenaje de suelos en el municipio de
Isnos, al sur del departamento del Huila, son evidencia de la implementación de una técnica
de uso intensivo de los suelos con fines agrícolas, en un contexto sociocultural histórico
prehispánico específico.
A partir de la información arqueológica sistemáticamente recabada y de los abundantes
referentes etnográficos, pretendemos advertir sobre la posibilidad de estar frente a un
desarrollo social cuyas manifestaciones culturales pueden diferir de las usualmente
aceptadas afirmaciones que en alto grado carecen de soporte empírico y de otras
consideraciones conceptuales.
Hay varios aspectos a considerar para tratar de entender las estrategias de subsistencia
implementadas por las sociedades prehispánicas agustinianas, pero sobre todo, la paulatina
complejización, que usualmente avanza simultáneamente con otros fenómenos del
desarrollo social como la intensificación de la economía, la integración política y la
diferenciación social (para un buen resumen sobre estos procesos, ver Johnson y Earle
1987); tendencias observadas por un elevado número de investigadores desde mediados
del siglo XIX, preocupados por los comportamientos de la economía y de la política en las
sociedades precapitalistas.
La solución de las necesidades de subsistencia entraña la implementación específica de
procesos productivos (inherentemente organizándose los procesos de trabajo incluida la
7
tecnología, y de relaciones sociales) por parte de las sociedades en condiciones específicas
de desarrollo histórico. Por tanto, nos moveremos simultáneamente en el análisis de
aspectos relacionados con las formaciones sociales a través del tiempo y con las
peculiaridades de sus formas de vida en las condiciones específicas de sus desarrollos. En
otras palabras, a partir de la evidencia arqueológica y de las condiciones específicas del
entorno físico, trataremos de explicar los cambios y características en las estrategias de
subsistencia implementadas, para así entender las singularidades de las formaciones
sociales.
"Agricultura intensiva y complejización social en el sur del Alto Magdalena" es un programa
de investigación arqueológica que se inició en 1998, auspiciado por el Instituto Colombiano
de Antropología e Historia en el municipio de Isnos, al sur del Departamento del Huila. Está
vinculado al "Programa de Arqueología Regional en el Alto Magdalena -PARAM-, en la
medida en que utiliza como punto de partida la información sobre áreas de ocupación
prehispánicas, delimitadas mediante el reconocimiento regional sistemático durante los
años 1993 a 1997. El PARAM es un convenio interinstitucional de investigación
arqueológica del que hacen parte el Instituto Colombiano de Antropología e Historia y las
universidades de Pittsburgh, Los Andes y Nacional de Colombia, bajo la dirección del
profesor Robert D. Drennan.
Con esta investigación arqueológica se busca información sobre el funcionamiento y
transformación de la agricultura extensiva, como práctica económica autosuficiente de las
unidades domésticas pertenecientes a comunidades locales y su paso a prácticas
productivas de tipo intensivo en el ámbito de la economía política propia de las sociedades
8
jerarquizadas de integración regional, en el sur del Alto Magdalena, a partir de los períodos
Clásico Regional (año 1 a 900 d.C.) y Reciente (900 a 1538 d.C.) de la cronología
agustiniana (Drennan 1993, 2000).
Han sido cinco años de arduo trabajo de campo y laboratorio, durante los cuales incluso se
modificó la metodología y las técnicas que permiten acceder a la comprensión de algunos
aspectos claves de los procesos productivos agrícolas locales. La experiencia y la
información que ha proporcionado esta investigación es un aliciente grande para ampliar la
información sobre el funcionamiento de la agricultura como base económica fundamental
de otras sociedades productoras de alimentos en épocas prehispánicas.
Fueron muchas las personas y varias las instituciones que contribuyeron de múltiples
maneras en la realización de esta investigación arqueológica; a ellas y ellos mis más
sinceros agradecimientos y deuda de infinita gratitud. Al Instituto Colombiano de
Antropología e Historia por el apoyo financiero para las diversas fases del estudio: en
especial a su directora María Victoria Uribe, y a Mónica Therrien, Camilo Díaz y Víctor
González, sucesivos coordinadores de la sección de arqueología por el permanente interés
en el tema; a Emiro José Díaz, Jefe de Planeación y por supuesto, a los demás
funcionarios del Instituto. Al Dr. Robert D. Drennan, Director del PARAM, por sus muchas
inquietudes, sugerencias y apoyo logístico. A la agróloga Natalia Rico por su concienzudo
estudio de suelos. En la Universidad Nacional de Colombia, al Departamento de
Antropología por facilitar y fortalecer la investigación. A los numerosos estudiantes, algunos
hoy colegas, que con su decidido y contagioso ánimo, a pesar de las múltiples vicisitudes en
el campo, recabaron la información y colaboraron en las tareas de laboratorio, entre ellos:
9
John A. González (U.N.), María F. Alegría (U.C), Xiomara López (U.C.), Ferney Caldón
(U.C.), Pedro Argüello (U.N.), Stella Rincón (U.N.), William Salazar (U.N.), Adriana
Aristizábal (U.A.), Gabriel Daza (U.N.), Julio Rodríguez (U.N.), Lourdes González (U.C.),
Samir Enríquez (U.C.), Claudia Ramón (U.N.), Yaddy Torres (U.C.), Alexis Villate (U.N.),
Edgar Benitez (U.N.), Angélica Vivas (U.N.), Libia Torres (U.N.) y Alessandro Martínez
(U.N.).
También mi reconocimiento a don Neftalí Meneses y a don Álvaro Muñoz, administradores
de los parques arqueológicos Alto de Los Ídolos en Isnos y Mesitas en San Agustín. A los
habitantes de las veredas La Marquesa, San Lorenzo y Mondeyal, por las permanentes
manifestaciones de hospitalidad y bondad, y por permitir llenar de "huecos" sus fincas.
La identificación de los restos botánicos aquí referenciados fue realizada por Gaspar
Morcote (Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional), Francisco Romano y
Alexandra Ramírez. Algunas fotografías de restos botánicos se deben a la habilidad de los
investigadores de la Fundación ERIGAIE, Fernando Montejo y Sneider Rojas. Los gráficos
estadísticos, los planos y dibujos de perfiles se deben al esfuerzo de Francisco Romano y
Pedro Argüello. A todos, muchas gracias.
Breves apartes de este texto se publicaron como artículo en la revista Arqueología del Área
Intermedia No. 2 de 2000 (Sánchez 2000).
10
1. LA ZONA DE ESTUDIO
La zona delimitada para este estudio comprende el sur y oriente de la cabecera municipal
de Isnos, entre la vertiente oriental de la cordillera Central y el cañón del río Magdalena
(Figura 1).
La orografía, al igual que las zonas aledañas más próximas al norte y occidente, es
ondulada y bastante uniforme, con colinas generalmente de cimas planas, de poca
elevación; existen varios conos volcánicos (La Montosa, Primavera y El Cacique) con
diámetros de 1 a 2 km en sus bases y cráteres de 300 m aproximadamente. En su
totalidad, la zona corresponde al piso térmico medio, en un gradiente que va de 1.600 a
1.800 msnm.; impera una temperatura media de 19°C y pluviosidad entre 1.100 y 1.500
mm anuales, con distribución de lluvias de tipo monomodal: una época de lluvias y una
época seca; la primera se presenta desde mediados de Marzo y se prolonga hasta finales
de Noviembre, correspondiendo Julio al mes de mayor precipitación; la época seca
comprende desde el mes de Diciembre al de Febrero (Rico 1998). No es una zona de
pisos térmicos contrastantes a corta distancia, excepto por la proximidad del piso Frío sobre
el flanco de la Cordillera Central, arriba de los 2.000 msnm.
Geología
Las características geológicas del área de estudio, y en general del municipio de Isnos,
están relacionadas con el origen y evolución de las cordilleras Central y Oriental, al igual que
al desarrollo del valle alto del río Magdalena; esto se refleja en la variedad de paisajes, los
11
tipos de relieve, las litologías, los tipos de suelos, la actividad volcánica y la actividad
sísmica.
A esto se agrega que los cambios climáticos durante las glaciaciones indujeron procesos
erosivos que modelaron los diferentes paisajes sobre la cordillera Central. De todos estos
eventos resultaron la gran variedad de rocas ígneas, sedimentarias y metamórficas, con
edades que van desde el Precámbrico hasta el Cuaternario; además de gruesas y extensas
coberturas sedimentarias del Cuaternario (como la terraza de Matanzas) que rellenaron los
valles a lo largo de la depresión del río Magdalena (Rico 1998).
Suelos
En términos generales, los suelos varían de poco evolucionados (suelos jóvenes con
horizontes poco definidos –Inceptisoles– como Typic Dystropets) a medianamente
evolucionados (Mollisoles como Typic Hapludolls y Andisoles como Ultic Hapludans). En el
área se distinguen unidades de origen volcánico y fluvio-volcánicos, producto de diversas
fases de actividad que se han sucedido sobre el eje que forman las dos cordilleras; por
tanto, existen varios conos de escoria (conos volcánicos de poca elevación), sectores con
lavas de diferentes composiciones, al igual que de ignimbritas de origen Pliopleistocénico
(que comprende materiales geológicos muy pobres en minerales básicos como partes de
los elementos nutricionales de las plantas) y con extensa cobertura, mantos piroclásticos y
ceniza volcánica (para una comprensión detallada de las características de las ignimbritas
de la zona, ver Kroonenberg et al. 1981; Kroonenberg y Diederix 1985 y Tello 1981). Por
los eventos de alta precipitación pluvial que se presentaron en el pasado (Herrera et al.
12
1989), los suelos sufrieron degradación debido a fuerte lavado; a esto se agrega un clima
de humedad relativa alta en el presente (1.100 a 1.500 mm anuales) y saturación de
arcillas, por lo tanto, la formación y acumulación de minerales con alto contenido de
intercambio catiónico y saturación de bases (elementos nutricionales aprovechables por las
plantas) no es ideal para la constitución de suelos de alta fertilidad inherente u óptima para
la producción agrícola, aunque sostengan asociaciones particulares de plantas.
A partir de la clasificación taxonómica basada en las propiedades físicas, químicas, grado
de erosión, características de las pendientes, nivel freático, etc., se pasó a la clasificación
agrológica de las tierras, de acuerdo con las potencialidades y limitaciones de los suelos
para su uso en actividades agrícolas (Figura 2).
Se desprende del análisis, que todas las unidades se caracterizan en mayor o menor grado
por serias limitaciones para las prácticas agrícolas. Tal vez el área con mayores limitaciones
corresponde a las veredas La Marquesa y San Lorenzo, unidad agrológica MhV3.1.cd
(plataforma ignimbrítica con cobertura de ceniza volcánica); escasa profundidad efectiva de
los suelos, presencia de horizontes arcillosos superficiales y sub-superficiales que en
períodos húmedos se hacen muy plásticos y cohesionados (suelos pesados difíciles de
trabajar); suelos con drenaje moderado interno y externo, que se traduce en humedad
permanente. Químicamente estos suelos poseen un pH medianamente ácido en los
horizontes superficiales y muy ácidos en los subsiguientes, hay saturación de aluminio y
deficiencia en los contenidos de fósforo; poseen contenidos de materiales nutrientes bajos
aunque la capacidad de intercambio catiónico es alta (capacidad de retención de
nutrientes). Es ésta precisamente el área en que los sistemas de canales para drenaje de
13
épocas prehispánicas son más profundos (Rico 1998).
Este relieve de piedemonte, con cadenas de colinas descendentes, de poca elevación, con
cimas planas extensas, es surcado por disecciones profundas, por las que discurren ríos
como el Mazamorras y el Bordones; y en el área de estudio quebradas, como La Chorrera,
Gallineros, Mortiño y Quebradanegra, que nacen en el flanco oriental de la cordillera Central
y discurren en dirección sur, hacia el cañón del río Magdalena. Desafortunadamente, todas
las fuentes abajo de los 2.000 msnm. se encuentran altamente contaminadas por las
excretas y residuos de las fincas y del área urbana, o se han secado debido al desmonte
inmisericorde, con el objeto de sembrar caña panelera, muy cerca de sus cauces. Por otra
parte, esta industria artesanal contamina en grandes magnitudes, pues como combustible,
además del mismo bagazo de la caña molida, hasta finales del año 2000 se utilizaron
grandes cantidades de llantas).
Flora y Fauna
Por la extensión de los campos con adecuaciones de suelos para la producción agrícola,
por el sistema de siembra siguiendo la dirección de las pendientes, es posible advertir que
ya en épocas prehispánicas se inició, por acción antrópica, la perturbación y transformación
del medio por lo menos en los recursos de flora. Hoy, a pesar del acelerado proceso de
recolonización de la zona, existen pequeños relictos de bosque húmedo premontano (bh-
MB) en medio del monocultivo de la caña, de pastizales para ganadería y de reducidas
parcelas de pancoger (plátano, yuca, maíz, fríjol, achira) y café. Sobre cotas superiores a
los 2.000 msnm. (muy próximo al área urbana de Isnos), se encuentra el límite del bosque
14
muy húmedo premontano (bmh-MB) sin mucha perturbación (Figura 3). En la actualidad se
percibe, en una buena cantidad de la población, preocupación por la preservación de estos
remanentes, aunque varias especies desaparecieron del inventario local como
consecuencia de la tala indiscriminada por parte de los grandes hacendados y colonos
(invariablemente todas la viviendas tanto rurales como urbanas se construían totalmente en
madera), y por supuesto, la destrucción también propiciada por la demanda de los centros
urbanos y por industrias como la del cuero que utilizaba ingentes cantidades de corteza de
Mondey, que por su alto contenido de tanino, se utilizaba en el curtido de pieles.
Por información suministrada por antiguos aserradores y viejos colonos, y por visitas
orientadas por campesinos a los relictos de bosque, algunas especies maderables son:
Nombre vernáculo Nombre científico
Manzano Billia columbiana Cedro rosado y negro Cedrela sp Comino Aniba perutiles Roble Quercus humboldtit Higuerón Oreoponax bogotense Balso Ochroma pyramidale Mondey Mahagoni candollei Laurel Myrica polycarpa Bodoquero Viburnum sp Candelero Croton cupreatus Mestizo Cupania cinerea Granizo Hedyosmun bonplandianum Aliso Alnus acuminata Aguacatillo Persea caerulea Nogal Cordia alliodora Palma chonta Bactris ciliata
Diseminados por la zona, principalmente en las cañadas, se observan frondosos guaduales
(Guadua angustifolia) y en los relictos de bosques secundarios crecen en abundancia:
Yarumo Cecropia teleincana
15
Siete cueros Flia. Melastomataceae Caspe Toxicodendron striata Caucho Ficus sp Platanillo Heliconia huilensis. Palma Chonta Bactris ciliata Palma de cera Ceroxylon quindiuese Iraca o Palmicha Carludovica palmata
Como cercas vivas se utiliza Sangregao (Croton funckianus) y Lechero (Euphorbia
cotinifolia) y como sombrío en los pocos cafetales que aún se cultivan, se utiliza Guamo
macheta (Inga densiflora) y Guamo cola de mico (Inga cordonan). No es muy frecuente
que los pobladores cultiven frutales, pero se observan:
Tomate de árbol Cyphomandra betacea Papaya Carica papaya Chirimoya Poulsenia armanta Caimo Chrysophillum caimito Guatila Chayota edulis Pepino dulce Solanum muricatum Ait Lulo Solanum quitoense Lam. Chulupa Passiflora maliformis L. Tomate de monte Cyphomandra crassifolia
Las plantas de uso medicinal, silvestres o introducidas más sobresalientes son:
Adormidera Mimusa pudica Agraz Vitis tiliaefolia Barba de chivo Ageratum conyzoides Borrachero Datura D. candida Coca Erythroxylon coca Chilco Baccharis polyantha Malva Salva sylestris Pringamosa Urea bacífera Paico Chenopodium antoelminticus Poleo Micromeria brownei Salvia Salvia palaefolia Sauco Sambucus peruvianus
En forma silvestre crecen Iguillo (Carica Goudotiana), Chachafruto (Erythrina edulis),
16
Guayaba (Psidium guajava) y Guayabilla (Psidium guineense); además de las especies
introducidas como Níspero, Brevo, Limón (ácido y dulce), Lima, Naranja (ácida y dulce) y
Mora de Castilla.
Fauna
No obstante la destrucción del hábitat natural, aún es posible observar especies como:
Conejo silvestre Sylvilagus sp Comadreja Mustela frenata Armadillo Dasypus novemcintus Zorro Vulpes cinereoorgentus Burugo Cuniculus taczanowskil Chucha Didelphis colombiana
Entre las aves sobresalen: Coscongo o búho (Otus choliba), gavilanes (flia. Arcipitridos),
carpinteros (Flia. Picidae), Quinquina, Guacharaca, Aguila tijereta (Elanoide forticatus),
Diostedé, Toche (Cterus chrysater), Loro maicero (Forpus passerinus), torcazas, azulejo
(Thraupis episcopus), Perdiz (Flia. Fasianidos) y Chamón (Crotopaga ani). En la cordillera,
a más de 2.000 msnm subsiste Danta, Tigrillo, Oso de anteojos, Oso perezoso y Mono
aullador, entre otras especies. También en los cauces superiores de ríos y quebradas son
abundantes los peces, entre ellos la trucha.
La población
El municipio de Isnos, es en el Departamento del Huila una de las divisiones político-
administrativas con mayor densidad de población (25.7 habitantes por km2) y de actividad
económica, que se basa en un 80% en el cultivo de caña para la producción de panela, con
17
la que se surten los mercados locales y de los departamentos de Putumayo y Caquetá
(IGAC 1993). La población actual es básicamente de origen nariñense y caucano,
descendiente de colonos que comenzaron a arribar en la década de los años cuarenta;
esto no significa en absoluto que se tratara, hasta esa época, de un territorio del que habían
desaparecido por completo los descendientes de aquellas poblaciones contra las que
arremetieron los españoles cuando arribaron a comienzos del siglo XVI. Sin duda, la
embestida española contra los pobladores nativos se tradujo en catástrofe demográfica
(muertes violentas en la arremetida militar, trabajos extenuantes en las encomiendas,
contagio de enfermedades nuevas, desplazamiento forzoso, etc.); tanto que Llanos
(1981:36-37) señala que la Provincia de Timaná (que abarcaba todo el sur del actual
departamento del Huila) presentaba la densidad demográfica nativa más baja de la
gobernación de Popayán en el siglo XVI. No obstante ese colapso, algunas poblaciones
sobrevivieron; Juan Friede (1944, 1974) da cuenta de arduas luchas legales que bien
avanzado el siglo XIX se presentaban en San Agustín por el respeto a las tierras indígenas.
18
2. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
En 1993 se inició el Programa de Arqueología Regional en el Alto Magdalena (PARAM);
investigación que mediante la técnica del reconocimiento regional sistemático o de
cubrimiento total, abarcó una extensión de 350 Km2 en los actuales municipios de San
Agustín e Isnos, al sur del departamento del Huila, epicentro de la llamada "Cultura
Agustiniana". En desarrollo del reconocimiento, al suroeste del área urbana de Isnos
(Figura 4), en las veredas La Marquesa y San Lorenzo, fue inventariada una elevada
cantidad de sistemas de canales para drenaje de los suelos, construidos en épocas
prehispánicas sobre las cimas y laderas de las colinas, que abarcan un área de
aproximadamente 17 km2 (Figura 5).
El territorio de estas dos veredas hacía parte de un latifundio dedicado a la ganadería hasta
finales de los años sesenta, cuando se inició su subdivisión y comenzaron las explotaciones
agrícolas de pancoger (maíz, fríjol, plátano y yuca), y posteriormente, en los años ochenta
el cultivo extensivo la caña de azúcar para la producción de panela. Los predios dedicados
a ganadería, aunque mucho más extensos, no son de explotación extensiva, por lo que
mientras el 60% está cubierto de pastos, el restante 40% permanece cubierto de rastrojo
muy denso, a tal grado que imposibilita el seguimiento y registro de canales (a ello se debe
en buena medida la ausencia o blancos en el mapa de canales). Situación similar acontece
con las áreas dedicadas al cultivo de caña; la extensión es mucho menor a la dedicada a la
ganadería, y el laboreo de los suelos, aunque realizado con herramientas y procesos
sencillos (se ara con yunta o azadón), paulatinamente empareja la superficie o
sencillamente la densidad del cultivo impide la revisión de la superficie y por tanto el registro
de los drenajes.
19
En síntesis, las prácticas ganaderas recientes con su predominio de pasto y rastrojo
hicieron posible la conservación de los sistemas de canales para drenaje en los campos
agrícolas prehispánicos.
Características de los sistemas de canales
En el sur del Alto Magdalena, algunos sistemas de canales para drenaje y los campos de
cultivo asociados fueron originalmente reportados por Duque (1981), Llanos y Durán (1983),
Llanos (1988) y Moreno (1991); en estos casos se trata de pequeñas áreas dispersas y
alejadas unas de otras en un extenso territorio de aproximadamente 500 km2, en los
municipios de San Agustín, Isnos y Saladoblanco.
Morfológicamente no es posible hablar con rigurosidad de un patrón homogéneo en la
construcción de los sistemas de drenaje en los 17 km2 de las veredas La Marquesa y San
Lorenzo del municipio de Isnos; se observan algunas diferencias de colina a colina y de
campo a campo; también se advierten pequeños conjuntos aislados en el paisaje, por lo
que es presumible que sus construcciones no debieron requerir una numerosa y simultánea
fuerza de trabajo. Para entender las diferencias en los trazados y de los pequeños
conjuntos, debemos pensar en diversos factores posibles, entre ellos, que se tratara de
labores realizadas por las unidades domésticas individuales o mediante la cooperación de
unas pocas de ellas; la forma del relieve, los tipos de plantas cultivadas, la periodicidad de
cultivo de los terrenos, y la densidad de las precipitaciones locales.
20
En general, se pueden apreciar canales rectilíneos y curvilíneos que constituyen sistemas o
patrones biaxiales (Figura 5). En este patrón biaxial, un eje lo constituyen los canales
centrales de hasta 350 m de longitud y entre 50 y 60 cm de profundidad y 2,50 m de ancho;
a ellos fluye el agua de las extensas cimas levemente inclinadas de las colinas (Figura 6),
para dirigirla hacia la ladera mediante conectores que se desprenden de ellos o por uno de
sus extremos. Los canales secundarios forman el otro eje; son más numerosos y de
dimensiones más reducidas, se construyeron hasta de 150 m de longitud, y en promedio 35
cm de profundidad por 60 cm de ancho. Estos canales desempeñaban doble función;
como drenaje en las cimas, conducen el agua que captan de la escorrentía en sus
proximidades hacia el canal principal, o la conducen desde el principal a los cauces
naturales (Figura 7). Hay un tercer tipo de drenajes que forman estructuras biaxiales con los
secundarios, estos pequeños canales se construyeron oblicuos a los secundarios para
captar el agua de escorrentía de las áreas entre los canales secundarios, y conducirla hacia
ellos en dirección a las cañadas.
Agricultura intensiva
La presencia de obras de ingeniería con fines agrícolas, en este caso los canales para
drenaje de suelos, usualmente se asocian con el uso intensivo con fines productivos
(Denevan 1980:615), o en otras palabras, con la práctica de la agricultura intensiva, que
implica, inicialmente elevada inversión de capital en forma de fuerza de trabajo con el fin de
incrementar la productividad de los campos. Aunque el concepto de agricultura intensiva
generalmente alude a la intensificación de la producción debido a la demanda de recursos
por una elevada población cuando se han agotado otras estrategias de suministro, como
21
las que señalan Johnson y Earle (1987), aquí nos referimos a la mayor frecuencia de uso
de una misma unidad de laboreo y a la producción de alimentos en cantidades adecuadas
para el abastecimiento de las unidades domésticas y de las comunidades. La intensificación
es medida por las diversas estrategias tecnológicas empleadas para obtener los recursos:
adecuación de suelos mediante excavación de drenajes, canales de irrigación, construcción
de terrazas, utilización de fertilizantes, eliminación de plantas no deseadas, control de
plagas y enfermedades y frecuencia de los cultivos. Netting (1993:262) señala:
La intensificación, más precisamente definida, es un proceso de
incremento en la utilización o productividad de la tierra
corrientemente bajo producción, y contrasta con expansión, que es
la extensión de tierra bajo cultivo.
La transformación de los campos agrícolas mediante sistemas de canales para drenaje, al
igual que otras innovaciones tecnológicas, como señala Gilman (1981), resulta en la
estabilización de la producción, pero en el proceso de producción como implementación
tecnológica implica inicialmente elevada fuerza de trabajo, esfuerzo con el que se espera
que los campos modificados produzcan el rendimiento planeado a largo plazo.
Es también Netting (1993:28) quien señala una serie muy amplia de rasgos de la agricultura
intensiva en el paisaje, entre ellos el movimiento y manipulación de los suelos para propiciar
el crecimiento de las plantas: construcción de grandes eras (bancadas), camellones y
terrazas, o la regulación del agua mediante el aumento de su abastecimiento (irrigación) o
la evacuación de sus excesos (drenajes).
Propiedades de los drenajes
22
Partimos de la premisa fundamental de que todos los suelos poseen una fertilidad natural
inherente, de ahí que de acuerdo con sus características permiten y soportan el desarrollo
de especies particulares de plantas silvestres. Por otra parte, la producción agrícola
depende directamente de las propiedades y capacidad de los suelos para desarrollar en
forma adecuada los cultivos a partir de especies nativas o foráneas que toleren esas
condiciones. Ahora bien, en perspectiva estrictamente agrícola, la capacidad de los suelos
varía de acuerdo con las cualidades de los procesos de formación físicos, químicos y
biológicos, en los que inciden poderosamente, entre otros aspectos, los regímenes de
humedad y de temperatura.
Las plantas absorben los nutrientes para su desarrollo a través de las raíces, el tallo y las
hojas, aunque la absorción fundamental se realiza mediante la raíz, que al penetrar en los
suelos ponen en contacto los pelos absorbentes con el agua en que se hallan disueltos en
finísimas partículas, los nutrientes minerales. Para que se produzca una adecuada
absorción de nutrientes es necesario presencia óptima de aire y agua en los espacios de la
estructura del suelo (poros entre las partículas) hasta donde llegan los pelos absorbentes de
las raíces.
En un suelo de condiciones óptimas, se encuentran poros grandes y pequeños; en los
primeros se concentra el aire y en los segundos el agua. Cuando se produce una
precipitación los poros grandes se pueden llenar de agua, pero la absorción de las plantas y
la percolación hacia el subsuelo, hacen que los poros se aireen renovándose el oxígeno.
Así, un suelo con adecuada aireación (oxigenación) es óptimo para el desarrollo de las
23
raíces y para hacer posible la actividad de los micro-organismos que descomponen la
materia orgánica. Pero ante condiciones adversas o de poco intercambio de aire (baja
concentración de oxígeno), se pueden generar compuestos tóxicos que impiden el
crecimiento de las plantas y la actividad microbiana.
Como se señaló antes, los suelos del área de La Marquesa y San Lorenzo se caracterizan
por saturación de arcillas. Tan pronto se inician las lluvias, el agua penetra rápidamente en
los poros e intersticios entre las partículas del suelo hasta alcanzar los niveles de mayor
concentración de arcillas y allí permanecerá sin dejar posibilidad de aireación, hasta que se
pierde por evapotranspiración cuando se inicia el período de sequía.
En cuanto a la temperatura de los suelos, ésta incide principalmente en la meteorización de
los minerales, en la actividad biológica y en la velocidad de descomposición de la materia
orgánica. En la temperatura del suelo no solo incide la temperatura atmosférica; también es
resultado de la cantidad de aire y agua presente en los suelos. Por lo tanto, los mal
drenados o que permanecen encharcados conservan bajas temperaturas por lo que
merma considerablemente la actividad microbiana y se reduce el crecimiento de las
plantas. Por supuesto, hay una buena variedad de especies con estructuras y fisiologías
adaptadas a esos ambientes cenagosos.
Con la construcción de drenajes se regula la humedad de los suelos, la cantidad de agua
en los horizontes donde se desarrollan las raíces, simultáneamente se eleva la temperatura
del suelo, se facilita la aireación y la descomposición de la materia orgánica porque
aumenta la población microbiana.
24
Factores determinantes de la agricultura intensiva
Es usual que, en el estudio de las singularidades que manifiesta la dinámica del cambio
social, se recurra a la observación y contrastación de algunos factores inherentes a las
formaciones sociales, a su génesis y pervivencia. Estos factores son de índole político,
económico, medio-ambiental y demográfico. No obstante la diversidad de enfoques
teóricos y metodológicos de los estudios sobre el tema, indisolublemente ligado a esos
factores se hallan, entre otros aspectos, la producción de alimentos, de bienes utilitarios de
consumo masivo, de productos indispensables para el diario vivir de las poblaciones y de
bienes de acceso restringido. Una conveniente perspectiva que busca explicar las
características de las estructuras sociales, sobre todo en su relación con los orígenes,
institucionalización y peculiaridades del ejercicio del poder político, debe comprender las
relaciones de producción, fundamentalmente las relaciones sociales dominantes que se
establecen en los procesos productivos en esas sociedades.
Desafortunadamente, a pesar de la importancia determinante de los procesos productivos
de bienes indispensables y sus expresiones tangibles (v. gr. cambios formales en los
artefactos o en el laboreo de la tierra), cuando se advierten cambios drásticos en estas
últimas, se les considera como efecto de algún acontecimiento de tipo medio ambiental o
colapso de algún socio-cultural.
La presencia de sistemas de canales para drenaje con fines agrícolas, construidos en
épocas prehispánicas en el sur del Alto Magdalena, y en particular en el territorio del actual
25
municipio de Isnos, suscita una amplia gama de inquietudes porque se relacionan con
acontecimientos y comportamientos políticos, ideológicos y económicos de trascendental
importancia en el desarrollo social, particularmente con la jerarquización política y la
complejización social.
Para lograr un adecuado procedimiento de investigación, esas inquietudes deben ser
ordenadas para lograr percibir relaciones entre ellas y así derivar también respuestas
adecuadas. Atendiendo a este principio, las dos primeras preguntas que se deben
responder son: cuándo y por qué surge la necesidad de laborar más frecuentemente una
misma unidad de tierra para producir alimentos.
Si se consideran históricamente las inquietudes que han guiado el quehacer de nuestra
disciplina, el cuándo, como interrogante central dejó de tener gran relevancia; pero su
formulación en relación con asuntos como el que aquí se trata sí resulta de fundamental
importancia, ya que en nuestra comprensión de procesos a largo plazo, como se verá en el
desarrollo de este estudio, repercute sobre otros aspectos. Por lo tanto, uno de los objetivos
es entender en qué momento del desarrollo histórico local surgió el uso intensivo de los
suelos.
En cuanto al por qué, se trata de un cuestionamiento capital sobre la singularidad de una
estrategia productiva que debe ser cuidadosamente observada, pues con bastante
frecuencia, al desconocer o hacer caso omiso de los procedimientos usuales del método de
investigación científica, terminamos aceptando como ley lo que con el primer dato empírico
resulta invalidado.
26
Por otra parte, es también determinante absolver estas inquietudes, porque en general, y
sobre el sur del Alto Magdalena en particular, como razones del surgimiento de la
agricultura intensiva, se han señalado eventos sin considerar numerosos inconvenientes y
contradicciones a la luz de la información de que se dispone. Por ejemplo: ¿Es pertinente
considerar su práctica como parte de un proceso productivo generador de excedentes en el
ámbito de una economía política? O por el contrario: ¿Pudo ser una estrategia productiva
posible en una economía de subsistencia? (Ver Johnson y Earle 1987). ¿Se trata de una
tecnología exclusiva utilizada en el ámbito económico de una sociedad cacical que necesita
sostener a grupos especializados en otras actividades y movilizar los excedentes
producidos en una red de intercambio intra e inter-regional? (Llanos 1983:105 1999:104).
¿Es posible entonces pensar la existencia durante el período Clásico Regional de
cacicazgos con liderazgo central institucionalizado?
Por lo anterior, resulta esencial conocer el comportamiento de algunos factores o causas,
implícitos en diversas orientaciones conceptuales, que con mayor frecuencia son
considerados cuando se estudian los procesos productivos agrícolas antiguos, desde el
Neolítico en el Viejo Mundo y durante épocas prehispánicas en América; esos factores son
presión demográfica, economía política y riesgo medioambiental.
Por supuesto, considerar estas causas exige indagar sobre la práctica de la agricultura
intensiva como proceso productivo propio de formaciones sociales concretas; es decir,
debemos entender si se trata de una actividad desarrollada a nivel de la comunidad local o
si lo fue a nivel de una sociedad supra-local de integración regional. Como veremos, esto es
27
importante, pues los sectores donde se construyeron los sistemas de adecuación de suelos
mediante drenajes no son muy extensos ni numerosos.
En relación con la trascendencia de la presión demográfica, en primera instancia se
considera aquella señalada por Ester Boserup (1967), en que el uso intensivo de los suelos
y por ende la agricultura intensiva, son el resultado de la presencia, en un momento dado,
de una población que se aproxima o excede el límite de la capacidad de sostenimiento del
medio (ver también Turner II et al. 1977; Sanoja 1978; Cohen 1981; Carneiro 1981; Earle
1987).
La información sobre dinámica de población obtenida en el Valle de La Plata (Drennan
2000) y en sectores del municipio de Isnos (Sánchez 1994) indica crecimiento demográfico
constante durante toda la secuencia cronológica, aunque la tasa disminuyó ligeramente al
final (Drennan 2000:55-58). Las densidades de población inferidas no son tan elevadas en
ninguno de los períodos de la secuencia como para aproximarse o exceder la capacidad de
sostenimiento del medio. Por otra parte, aunque los cálculos se efectúan a partir de la
densidad de fragmentos producidos y utilizados en cada período de la cronología regional
(Drennan 1985), no todas las concentraciones de deshechos producidos por las unidades
domésticas fueron exactamente contemporáneas, pues los períodos contemplados son
muy extensos, y la presencia de sistemas de canales para drenaje, que sugiere uso
intensivo de los suelos, solo fue significativo en los terrenos de las actuales veredas La
Marquesa y San Lorenzo, menos notorios y extensos en Mondeyal (al oriente de San
Lorenzo) y menores aun en algunos sectores próximos al Alto de Idolos (al occidente de La
Marquesa).
28
Si la agricultura intensiva es una respuesta obvia al crecimiento acelerado de la población o
a la presión poblacional sobre los recursos, debe reconocerse que este es un fenómeno
que se afronta mediante estrategias asumidas a nivel de las unidades domésticas (Earle
1987); no hay que olvidar que éstas son simultáneamente las unidades básicas de
producción, segmento social en el que primero se siente el crecimiento demográfico, y por
tanto ellas afrontan la necesidad de resolver el desequilibrio entre la cantidad de individuos y
los recursos disponibles, trátese de sociedades igualitarias o jerarquizadas (Netting
1990a:22-39, 1990b:39-43). Si el desequilibrio es tan agudo que excede la capacidad de la
familia, entonces toda la comunidad implementará estrategias para solventar la situación.
La solución al nivel básico de producción (la familia) consiste en desplazarse hacia áreas
con extensiones de tierra y recursos adecuados; si no hay posibilidad de emigrar, porque no
hay tierra disponible próxima al área de constreñimiento, es necesario incrementar la
producción introduciendo cambios tecnológicos en todo el proceso productivo (medios de
producción y organización del trabajo) sin recurrir a la ampliación de los campos agrícolas;
es decir, efectuando cambios en las técnicas de laboreo: uso intensivo de los suelos,
utilización de la azada para removerlos, cultivo en eras, fertilización, drenajes, irrigación,
construcción de terrazas, etc.
Antes advertimos sobre la importancia de saber si la agricultura intensiva a que nos
referimos se practicó en el ámbito de una comunidad local, o por el contrario, en el de una
sociedad de integración regional.
En el caso que nos ocupa, la investigación enfoca su atención en sociedades que han
29
trascendido el nivel de la comunidad local (período Clásico Regional [1 - 900 d. C.]) y luego
en el período Reciente (900 d.C. a 1538 d.C.) de la cronología regional (Drennan 1995,
2000), cuando se trata de unidades socio-políticas en las que la jerarquización y la
integración política regional se han institucionalizado.
En relación con la economía política, algunos autores entre ellos Gilman (1991) y Kirch
(1984), señalan que si la producción de alimentos obtenida mediante la agricultura intensiva
excede frecuentemente las necesidades básicas de las comunidades, seguramente es
debido a requerimientos definidos por algún nivel de la estructura social que trasciende el
ámbito meramente local; en otras palabras, puede deberse a decisiones tomadas a un nivel
superior en la organización supralocal.
Pero de nuevo, surge la inquietud: si la comunidad está presionada de alguna manera a
producir y ceder el excedente producido a un agente central de la estructura supralocal, se
trataría del control sobre la producción; control que ejercerían las elites para beneficiarse
directamente y subvencionar a individuos a su servicio dedicados a actividades
especializadas diferentes a la producción de alimentos o de bienes básicos, hecho que
difícilmente sucedió durante el período Clásico Regional como nos los sugiere Drennan
(1995, 2000).
Finalmente, es necesario considerar la validez de la proposición que señala el uso intensivo
de los suelos y de la agricultura intensiva como un mecanismo implementado por las
comunidades con el propósito de minimizar riesgos a futuro, produciendo excedentes
almacenables, debido al carácter impredecible de las condiciones ambientales, o al
30
constreñimiento ambiental que exige la adopción de técnicas especiales para lograr la
producción.
Según la información medioambiental obtenida en el Valle de La Plata (Herrera et al. 1989),
área contigua con características geográficas y desarrollo cultural muy similares, las
condiciones climáticas imperantes en la zona, del año 1050 a.C. al 50 a.C. (período
Formativo), se caracterizaron por alta precipitación y bajas temperaturas (Drennan et al.
1989); a partir del año 50 a.C. (comienzos del período Clásico Regional), mejoraron hacia
las condiciones actuales, pero luego del año 550 d.C. y hasta el 1300 d.C. hubo incremento
de la precipitación y de la temperatura. Con estos cambios y condiciones, a diferencia del
Valle de La Plata (Piñeros 1989:222), en el sector La Marquesa-San Lorenzo, y a pesar de
tratarse de relieve de colinas, las condiciones adversas de los suelos se agudizaron y se
convirtieron en serios limitantes para las actividades agrícolas; razón por la cual sus
habitantes debieron drenar los campos para poder cultivarlos, e igual pudo suceder en otros
sectores de la zona.
En cuanto a la segunda parte de la proposición, el constreñimiento ambiental (v. gr. baja
fertilidad inherente de los suelos), se trata de un hecho frecuentemente minimizado en los
estudios sobre el tema a nivel tanto arqueológico como etnográfico, pero de gran
importancia en el caso de Isnos, como se observará a lo largo de este trabajo.
Es necesario recalcar que con el término agricultura intensiva, nos referimos únicamente al
incremento en el uso de un área de tierra para la producción, es decir, de la frecuencia de
cultivo de una misma unidad de tierra (a pesar que desconocemos en el caso de Isnos, los
31
ciclos de rotación cultivo-barbecho). Como veremos, el concepto de agricultura intensiva no
necesariamente implica incremento de la productividad, salvo tal vez, hacia finales del
período Reciente de la cronología regional, de acuerdo con las declaraciones de los nativos
cuando se efectuaron las "visitas" de los funcionarios coloniales para definir los montos
tributarios.
Además de las inquietudes anteriores, hay otras consideraciones que incitaron y guían el
estudio de la producción agrícola prehispánica en el actual municipio de Isnos, y se
relacionan con afirmaciones e ideas esbozadas por estudiosos de las problemáticas
prehispánicas en el Alto Magdalena, pero que aún carecen de sustento empírico. Como se
señaló anteriormente, este estudio se fundamenta en el reconocimiento regional de
cubrimiento total para ahondar en la tarea de lograr información sobre la integración política
desde las primeras sociedades agrícolas sedentarias o comunidades locales (1100 a.C. a 1
d.C. –período Formativo), hasta aquellas con altos grados de integración y centralización
política (900 d.C. al 1530 d.C. –período Reciente). Creemos que mediante esta perspectiva
se resuelven algunas limitaciones que implica el estudio de sitios áreas muy reducidas que
simplemente no son adecuadas para inferir patrones de asentamiento, densidades de
población y otros procesos básicos necesarios para el estudio del cambio a largo plazo.
32
3. ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA SOBRE
AGRICULTURA EN EL SUR DEL ALTO MAGDALENA
El primer investigador en referirse a facetas de la economía en las sociedades agustinianas
fue Luis Duque Gómez (1981) quien señaló la presencia de eras para cultivo, restos de
semillas obtenidas en las excavaciones de tumbas y plantas de vivienda; y mencionó
algunos aspectos formales de la estatuaria relacionados con actividades productivas. Pero
fueron Llanos y Durán (1983) quienes por primera vez se preocuparon por las actividades
agrícolas como referentes de primer orden. Concluyen estos autores que las ocupaciones
de Quinchana correspondían al período Clásico Regional y a comienzos del período
Reciente. Por otra parte, señalan que las diferencias evidentes en la construcción de las
eras para cultivo asociadas a las viviendas que estudiaron, unas veces siguiendo la
dirección de las pendientes, otras en sentido contrario o a veces irregulares en el trazado,
son el resultado de la ocupación del área por diversos grupos humanos (Llanos y Durán
1983:105), insinuando que se trata de poblaciones pertenecientes a diferentes tradiciones
culturales. De todas formas existe aún muy poca información sobre las estructuras socio-
políticas de los grupos que ocuparon Quinchana durante el lapso de tiempo señalado.
Sobre la presencia de canales para drenaje, eras para cultivo, caminos y terrazas artificiales
para viviendas, señalan los autores una complejidad tecnológica propia de una sociedad
cacical que producía excedentes para el mantenimiento de especialistas como los
alfareros, los escultores y para el intercambio a larga distancia (Llanos y Durán 1983:105).
Señalan así la existencia de una sociedad jerarquizada, en la que era posible por parte de
un centro de toma de decisiones, planear la producción de excedentes, de los que podía
33
disponer para sostener a grupos de individuos no vinculados a la producción de alimentos.
Sin embargo, no existe en Quinchana evidencia alguna de la existencia de una organización
socio-política de tal magnitud. La "complejidad tecnológica" que señalan los autores, solo es
evidencia de la presencia de grupos de agricultores, sobre los que desconocemos por
completo los grados de integración y la magnitud real como unidad política.
Subrayan también Llanos y Durán la presencia de especialistas diferentes a los agricultores,
entre ellos a los talladores. Sin embargo, en Quinchana sólo se conocen cuatro esculturas
(Sotomayor y Uribe 1989:96-99), cantidad que no sugiere la existencia allí de algún grupo
de escultores especialistas. Si se considera la relación entre número total de esculturas y el
casi millar de años que comprende el período Clásico Regional, durante el que
posiblemente se tallaron la mayoría de esculturas, es dudosa la presencia de ciertos
escultores que como grupo especializado estuviera al servicio de las élites locales, durante
dicho período incluso en el área central de desarrollo de la cultura agustiniana.
Finalmente, la posibilidad de intercambio a larga distancia de productos de consumo
masivo como son los alimentos, es supremamente difícil de practicar por los grandes
volúmenes y peso que poseen, más cuando se carece de vías y medios de transporte
adecuados. Usualmente el intercambio a larga distancia comprende bienes utilitarios o de
prestigio a los que, en una sociedad jerarquizada, tienen acceso básicamente las élites y no
recursos de consumo básicos (al respecto ver Drennan; 1984 y Gilman 1991); por lo
demás, es difícil aceptar la idea de un centro de toma de decisiones desempeñando roles
mesiánicos, alejados totalmente de pretensiones económicas y políticas (ver Gilman 1991 y
Earle 1991), como lo sugieren los autores.
34
Un segundo estudio en el que las obras de adecuación de los suelos son un elemento
sobresaliente, fue realizado por Llanos (1988) en la localidad de Morelia, municipio de
Saladoblanco, en el cañón del río Granates, afluente del Magdalena. Aquí la magnitud de
los canales para drenaje es mayor que la descrita en Quinchana, aunque encuentra algunas
similitudes, entre ellas los amontonamientos de piedras. Pero una gran diferencia con
Quinchana es que, según el autor, los canales para drenaje se construyeron en alguna
época entre el año 800 d.C. y el 1150 d.C. (período Reciente). Resulta, sin embargo,
discutible la idea de que un desequilibrio medio-ambiental o demográfico (interno o externo)
pueda dar al traste con estructuras de pensamiento "mítico-rituales" centenarios y que esto
se manifieste en la presencia de campos de cultivo con canales para drenaje (Llanos
1988:110). ¿Significa esto que cuando las configuraciones mentales dominantes son
“mítico-rituales, los procesos productivos, en este caso agrícolas, no dejan huellas en el
paisaje; o que cuando dominan las configuraciones mentales “mítico-rituales” no puede
haber uso intensivo del suelo? Por otra parte, es discutible la idea de que el control de
aguas (los canales para drenaje) explicarían la tendencia a la nucleación de la población, y
no que son reflejo de la existencia de nuevas formas de organización socio-políticas o
simplemente una respuesta obvia de las mismas poblaciones a las nuevas condiciones
climáticas para poder sobrevivir.
El tercer trabajo arqueológico que menciona las actividades agrícolas, lo realiza el mismo
autor (Llanos 1990) en el Valle de Laboyos (municipio de Pitalito). No hay evidencia directa
sobre la producción agrícola antes del 1000 a.C., pero el autor infiere la presencia de
agricultores tempranos basado en un análisis palinológico que señala una zona de
35
inundación frecuente. Esta afirmación estaría respaldada por un fogón hallado por Duque y
Cubillos (1988) en el Alto del Lavapatas y fechado en el 3300 a.C., pero que no se halló
asociado a ningún otro rasgo arqueológico; nada indica que la fecha sea consistente o que
como los investigadores señalan, corresponda a un período Arcaico precerámico. Llanos
(1990 1993:47), basado en el cálculo de los palinólogos, concluye que para esa fecha ya
vivían en la región poblaciones de agricultores que desconocían la cerámica, y que por lo
tanto el período Formativo se desplazaría hasta el 3500 a.C. (Llanos 1993:53), aunque
ciñéndose a las fechas disponibles asociadas a cerámica, acepta la periodización refinada
en el Valle de La Plata (Llanos 1993:54). Los agricultores que habitaban la región durante el
período Reciente, a partir del año 900 d.C. habrían sido los yalcones (Llanos 1990,
1993:48, 1997:125), etnia que llegaría a la región procedente de un lugar desconocido. Los
yalcones serían una población organizada políticamente a nivel de cacicazgos complejos, a
tal grado, que el territorio del actual municipio de Garzón, habría sido parte del cacicazgo de
Timaná (Llanos 1993:80); extensión territorial claramente excesiva para una organización
socio-política de este tipo (Earle 1987).
La preocupación por las actividades económicas de los grupos agustinianos, continúa en
Saladoblanco (El Mondey) por parte del arqueólogo Leonardo Moreno (1991). Para este
autor, las obras de adecuación de suelos mediante canales para drenaje, se efectuaron
entre los siglos III a.C. y I d.C., lapso de tiempo durante el cual la población supuestamente
era numerosa y habitaba en forma nucleada. Llega a esta conclusión simplemente porque
las colinas próximas al sitio excavado poseen cimas explanadas, y esto le lleva a asumir
que las ocupaciones humanas y los canales para drenaje que indican la presencia de
campos para dedicación agrícola, excavados en las laderas de esas colinas, deben ser
36
todos contemporáneos a las ocupaciones de las cimas.
Ha sido en el Valle de La Plata (Herrera et al. 1989; Drennan y Quattrin 1995a, 1995b;
Jaramillo 1996) donde de manera pormenorizada se ha estudiado el comportamiento
histórico de los patrones de asentamiento y su relación con la producción agrícola del Alto
Magdalena.
La información del Proyecto Valle de La Plata procede del reconocimiento regional de
cubrimiento total en 600 km2 que incluye el inventario de todas las áreas de ocupación,
análisis de las propiedades agrológicas de los suelos, reconstrucción paleoecológica
regional y análisis particulares relacionados con unidades habitacionales. En resumen,
Drennan y Quattrin (1995a, 1995b) señalan que una de las hipótesis que desde el comienzo
de la investigación se quiso contrastar, es aquella que señala la preocupación permanente
de las sociedades andinas por controlar la mayor diversidad medio-ambiental, con el ánimo
de lograr complementariedad productiva. Plantean que son evidentes los extremos
limitantes medio-ambientales que se observan a lo largo del valle; por ejemplo, el sector
más bajo y cálido fue poco habitado en épocas prehispánicas, incluso durante períodos en
que las condiciones climáticas fueron más adecuadas que en el presente. Señalan también
que en la parte media del valle, sector que albergó la mayor población durante la mayor
parte de la historia prehispánica probablemente por calidad de suelos y topografía, no hubo
asentamientos a los que se los pueda considerar cabalmente como aldeas; sencillamente
se trató de agregaciones de población con viviendas a cuyo alrededor se hallaban los
campos de cultivo. Por otra parte, dicen que esas agregaciones de población antes que
reflejar relaciones directas con aptitudes agrícolas óptimas de los suelos, tal vez
37
obedecieron a factores de índole socio-político (las agregaciones de población y los sitios
con concentraciones de estatuaria no se encuentran sobre suelos de óptima calidad
agrológica, aunque tampoco sobre los suelos de muy baja calidad).
38
4. ACTIVIDADES ARQUEOLÓGICAS REALIZADAS
Se manifestó en la introducción, que en el transcurso de la investigación hubo necesidad de
redefinir las estrategias metodológicas y técnicas, tendientes a obtener información
adecuada sobre los cambios y características de los patrones de asentamiento y de las
modalidades productivas agrícolas practicadas por los grupos humanos que habitaron al sur
oriente del actual área urbana de Isnos.
El interés de este estudio en las transformaciones y características de la producción de
alimentos en el sur del Alto Magdalena durante la historia prehispánica, se relaciona con los
objetivos generales del PARAM en torno a los orígenes, transformaciones y características
de las sociedades que allí habitaron. Como el ámbito económico, en el aspecto de los
procesos productivos de bienes de consumo masivo se halla forzosamente ligado a los
procesos de transformación de las sociedades, por lo tanto, la producción de alimentos es
fundamental para entender las características de esas unidades socio-políticas y la
singularidad y el cambio en ellas operado.
Para verificar la validez de tres factores señalados antes, se consideró adecuado examinar
el área de 17 km2 en que se encuentra la mayor cantidad de canales para drenaje, en las
veredas La Marquesa y San Lorenzo, y un pequeño sector al norte próximo al cauce de la
quebrada La Chorrera. Estos 17 km2 (recuadro pequeño en la Figura 1) comprenden 83
sitios o áreas de ocupación, delimitados cuando se realizó el reconocimiento sistemático o
de cubrimiento total (para una descripción de esta técnica ver Drennan 1985, 2000;
Sánchez 1994). Se procedió a clasificar el material cerámico obtenido en el
39
reconocimiento, atendiendo a la tipología definida por Drennan (1985) en el Valle de La
Plata, y con base en los resultados se elaboraron mapas correspondientes a las
extensiones de terreno donde se emplazaron viviendas, durante cada uno de los períodos
de la cronología regional (Duque y Cubillos 1989, 1993) refinada por Drennan y Quattrin
(1995a)1.
En esta extensión territorial, el comportamiento de los asentamientos a través del tiempo
(Tabla 1, Figura 8) señala procesos particulares para el área La Marquesa-San Lorenzo,
que no son característicos del resto de la región: 1. la población disminuyó ostensiblemente
durante el período Reciente comparado con el período anterior o Clásico Regional (se
abandonaron 17 áreas de ocupación), disminuyeron las extensiones de las áreas que
continuaron ocupadas y se redujo abruptamente la densidad de fragmentos cerámicos (de
10.2 fragmentos a sólo 5.2 fragmentos por sondeo); 2. La tasa de crecimiento poblacional
durante el Formativo 2 y el Formativo 3 fue similar, pues la densidad de fragmentos por
sondeo fue de 2.2 en promedio; 3. La tasa de crecimiento poblacional se elevó
drásticamete durante el Clásico Regional (de 2.4 a 10.2 fragmentos por sondeo); 4.
Durante el período Clásico Regional no es posible distinguir nucleaciones de población por
cuanto aumentó el número de áreas de ocupación y se ampliaron las extensiones de las
ocupadas desde el período precedente. Como se podrá apreciar más adelante, al ampliar
el área de investigación, la dinámica de los asentamientos contrasta en forma drástica.
Ahora bien, independientemente de las dimensiones del área delimitada para estudio, y no
obstante la ventaja de tener información sobre las concentraciones de material cerámico en
las áreas de ocupación, que indica la extensión de las ocupaciones durante cada período,
40
responder a las inquietudes cuándo y por qué surgió la agricultura intensiva, exigió definir y
aplicar técnicas adecuadas para obtener la información apropiada a recuperar en el campo.
FORMATIVO 1 2 3
CLASICO REGIONAL
RECIENTE
Total áreas de ocupación
6.0
13.0
43.0
79.0
66.0
Áreas de continua ocupación
3.0
15.0
39.0
62.0
Áreas abandonadas
1.0
2.0
1.0
17.0
Áreas reocupadas 0.0
1.0
2.0 0.0 Áreas de nueva ocupación
10.0
27.0
38
4.0
Promedio de fragmentos cerámicos por sondeo
1.38
2.0
2.4
10.2
5.2
Tabla 1. Variación cronológica del número de asentamientos en los 17 km2 estudiados.
Reconocimiento intensivo
El primer inconveniente a resolver se relacionó con el procedimiento a seguir para lograr
información sobre la asociación y contemporaneidad entre algunas de las muchas viviendas
construidas sobre las cimas de las colinas durante diversos momentos del devenir histórico
(plantas de vivienda que en el registro arqueológico son generalmente intrusivas), y las
obras de adecuación de suelos con fines agrícolas (drenajes y eras para cultivo).
Resulta extremadamente difícil y arriesgado, de acuerdo con los estudios regionales de
cubrimiento total que se han realizado en el sur del Alto Magdalena, colegir asociación y
contemporaneidad entre estos elementos, por el simple hecho de ser contiguos en el
espacio, cuando se carece de adecuada y suficiente información diacrónica, sobre
densidades de áreas de ocupación y sobre las distribuciones de las viviendas en ellas.
41
Para la obtención de esa información fue necesario, como primer paso, aplicar la técnica
que en el PARAM se denominó "reconocimiento intensivo": se trata de la excavación de
cortes estratigráficos de 1 x 1 m de lado mediante niveles de 5 cm de espesor, a intervalos
de 40 m, fundamentalmente sobre las cimas de las colinas (áreas de ocupación), en este
caso cubriendo una extensión de 5,5 km2 en el centro sur de los 17 km2 previamente
delimitados para observar la dinámica de las ocupaciones. Con esto se logra de manera
más rigurosa obtener información sobre concentraciones de restos de artefactos, pues el
muestreo es más contiguo, de mayor amplitud y con mejor control estratigráfico. Los cortes
se realizaron sin considerar las distancias a las que se hallaban los canales, porque se
buscaba un muestreo lo más representativo posible de las áreas sobre las colinas donde
estuvieron ubicadas las viviendas en épocas prehispánicas.
Simultáneamente se buscaba información sobre posibles diferencias cualitativas entre las
unidades residenciales, en las diferentes áreas de ocupación del sector, y extraer muestras
de suelos (5 litros por cada nivel excavado de 5 cm de espesor en todos los cortes
realizados) para, mediante flotación, recuperar restos botánicos procedentes de las
proximidades de las plantas de viviendas prehispánicas y de ser posible, de los campos de
cultivo.
Otro objetivo que se perseguía con el reconocimiento intensivo, era, al efectuarlos en las
proximidades de plantas de vivienda, establecer el proceso de introducción histórica de
cultivos, para que sirviera a propósitos comparativos entre la introducción de acuerdo con
las cualidades agrológicas de los suelos y posibles diferencias con los tipos de vivienda y su
42
ubicación en el patrón de asentamiento (dispersión y nucleación o agregación) a través del
tiempo. En el proceso de excavación, realizado mediante raspado con pala y palustre, a
medida que aparecían fragmentos o briznas de carbón sobre la planta, se extraía en bloque
con la tierra circundante (recuperación directa). Cuando percibíamos presencia de suelos
revueltos o de tumbas, se registraba el hecho en los formularios correspondientes y se
abandonaba la excavación (rellenando previamente), pues se trata de suficiente evidencia
de perturbación estratigráfica de la información cultural que buscábamos.
Recuperación de restos botánicos
Concluido el reconocimiento intensivo de los 5,5 km2 en el sector La Marquesa-San
Lorenzo, se emprendió un muestreo selectivo de cortes con las mismas dimensiones en
áreas de ocupación (sitios) correspondientes a los diferentes períodos de la cronología
regional, ubicados en la franja de suelos con óptima vocación agrícola, que bordea a la
Marquesa-San Lorenzo por el oeste y el norte.
En total se excavaron 388 cortes; 232 en 156 áreas de ocupación en La Marquesa-San
Lorenzo y 156 en 27 áreas de ocupación a su alrededor (recuadro mayor en la Figura 1).
De estos cortes se extrajeron 1.502 muestras de suelos (cada una de 5 litros de tierra) para
flotación, de las que 624 resultaron óptimas por la presencia de semillas tanto de plantas
cultivadas como de silvestres. Por ahora, de las muestras se extrajeron las semillas más
representativas por considerarlas cultivadas o por ser las más abundantes (domesticadas y
silvestres). Muchas de ellas, especialmente las correspondientes a plantas colonizadoras
nativas o a plantas introducidas, se hallaron en forma seca (no carbonizadas ni
43
mineralizadas—v. gr. pasto y mora) y en abundante cantidad.
Algunos cortes coincidieron con las áreas internas centrales de las plantas de vivienda y por
ello la información obtenida no fue óptima, pues las densidades de fragmentos cerámicos y
restos botánicos fueron muy bajas.
No obstante lo anterior, siempre existe un área externa próxima a la planta de vivienda
óptima para la obtención de información por la acumulación de desperdicios; no porque
corresponda estrictamente a basureros, pues puede tratarse de acumulaciones de
remanentes pequeños de artefactos y ecofactos. Por otra parte, no podemos ignorar la
posibilidad de que algunas actividades no se circunscribieran solamente al área de la
vivienda sino que implicaran un espacio externo en el que se desarrollaran algunas
actividades relacionadas con el procesamiento inicial de los alimentos, o incluso, si se
trataba de viviendas próximas unas de otras, espacio y utillaje utilizados por más de una
unidad familiar. A pesar de la elevada cantidad de cortes efectuados, no estamos muy
convencidos de haber recuperado una muestra suficientemente representativa de restos
botánicos de las especies consumidas (silvestres y domesticadas), porque en el
procesamiento y preparación como alimento difieren unas de otras; muchos se cuecen y
consumen dejando pocas cantidades susceptibles de preservación, otros son macerados o
triturados y molidos y posteriormente cocidos (o a la inversa) y algunos se rallan.
Como resultado del reconocimiento sistemático y obviamente de las excavaciones del
reconocimiento intensivo practicado en proximidades a las áreas de vivienda, se deduce
que el poblamiento en La Marquesa-San Lorenzo durante los períodos Formativo 1 y
44
Formativo 2 fue escaso y discreto (pocas áreas de ocupación y baja densidad de
deshechos); de ahí que las evidencias de cultivos proceden fundamentalmente de las
ocupaciones de los períodos siguientes. Sin embargo, en época contemporánea, la franja
de suelos óptimos que rodea al sector fue profusamente ocupada desde inicios del
Formativo 1, por lo que los vacíos aquí manifiestos para los dos primeros períodos, y la
información que presentamos no refleja a cabalidad los recursos utilizados en la zona.
Hasta el momento no se ha logrado una completa identificación y cuantificación de los
restos botánicos recobrados en campo. Pese a los elevados recursos invertidos, ésta tarea
se ha frustrado por la escasa preparación de profesionales en el país y la carencia de
adecuadas y accesibles colecciones de referencia.
De las muestras de restos botánicos recuperados, solo una ínfima proporción de semillas
ha podido ser identificada, por lo que en el futuro próximo será necesario dedicar esfuerzos
y recursos adicionales en un análisis cuantitativo y cualitativo concienzudo; y al hacerlo, será
necesario también tratar de evaluar los procesos pre y post-deposicionales (preparación,
consumo, carbonizado, humedad, etc.).
Las evidencias de materiales botánicos en estado seco y procedente de niveles
superficiales, corresponden a la vegetación actual de la zona y demuestran la utilización de
los suelos en épocas recientes. Algunos géneros identificados son denominados "malezas"
primarias o secundarias y están asociados a cultivos actuales de gramíneas,
caryophyllaceas y otras especies cultivadas en la región subandina (1.000 a 2.000 msnm.).
No obstante, algunos materiales secos y actuales se registraron a profundidades de hasta
45
60 cm (SA347/27F—Caryophyllaceae) y casos de carbonizados como maíz provienen de
estratos superiores (SA459/30C). Por lo tanto, será necesario revisar también la influencia
de las características edafológicas en los procesos post-deposicionales en la zona y
observar cuidadosamente hasta qué profundidades se encuentran materiales actuales, y las
posibles razones para hallar restos carbonizados en niveles superficiales.
Hay certeza de la presencia de plantas alimenticias domesticadas y silvestres, pero también
de una elevada cantidad de especies y tipos no identificados que pudieron hacer parte de la
dieta o de utilización médica. Es elevado el número de semillas correspondientes a plantas
colonizadoras que se relacionan con los procesos de tala de los bosques y con los períodos
de barbecho o abandono de los campos agrícolas.
En Isnos se percibe una secuencia histórica de utilización e introducción de plantas
cultivadas que marcha pareja con el proceso de cambio cultural; desde los primeros grupos
sedentarios de agricultores del Formativo 1 (1000 a 600 a.C.) hasta los grupos cacicales del
período Reciente (900 a 1538 d.C.). Estamos seguros que, como en la vecina parte media
del Valle de La Plata, desde épocas muy tempranas en Isnos se cultivaba una amplia
variedad de plantas; sin embargo, no esperamos que todas las registradas allá hayan
hecho parte de la dieta o fueran utilizados por la población que habitaba aquí, y menos aún
en el sector La Marquesa-San Lorenzo (dado los tipos de suelos señalados anteriormente),
pues la diversidad fisiológica de las plantas es enorme, por lo que sus capacidades de
adaptación varían de acuerdo con las características de los suelos. Por otra parte, es
46
importante recalcar que nuestra información procede de la obtención de muestras de
macrorrestos (fundamentalmente semillas carbonizadas y mineralizadas), por lo que es
posible que los tipos recobrados mediante flotación o recuperación directa no correspondan
a cabalidad al alimento vegetal usual de la población; las especies cultivadas registradas
sólo las referimos por su presencia como productos utilizados por las personas y no como
índice de dieta o por sus valores nutricionales (Figuras 10, 11, 12, 13).
Ahora bien, la evidencia cronológica de utilización e introducción de plantas cultivadas no es
absolutamente concluyente, pues su uso y ubicación temporal las inferimos por sus
asociaciones con los materiales cerámicos en uso o por lo menos representativos de los
diversos períodos de la cronología regional.
FORMATIVO 1 2 3
CLASICO REGIONAL
RECIENTE
Maíz–Zea Mays. Raquis Copillas Granos
X X X
X
X
X X X
Frijol–Phaseolus vulgaris. X X X Achira–Canna cf. X Tomate–Lycopersicum cf. Esculentum. X X Algodón–Gossipium sp. X X Chirimoya–Annona Cherimola. X Guayaba–Psidium guajava X X X Guava–Phytolacca rivinoides. X X Mora–Rubus glaucus. X Papaya–Carica papaya. X X X Uchuva–Physalis cf. Peruviana. X X X Achiote–Bixa orellana. X Palma–Prestoea sp. X X X X Platanillo–Heliconia huilensis. X X X Maní–Arachis hypogea. X Rizoma (indeterminada). X X
Tabla 2. Restos vegetales arqueológicos sobresalientes por período
47
Se recuperaron granos, fragmentos de copillas, de raquis y ápices correspondientes a por
lo menos tres variedades de Maíz (Zea mays), presentes en diversos niveles de los cortes
(Figura 10; Figura 13 A, B), asociados a materiales cerámicos representativos de todos los
períodos de la cronología regional, excepto del Formativo 1 (Tabla 2). Se destacan los
fragmentos de raquis y copillas obtenidas en el Corte 114 del sitio SA622, a 53 y 57 cm de
profundidad, asociadas con cerámica del grupo Planaditas (Formativo 2). A pesar de la
importancia sobresaliente de éste cereal en las poblaciones prehispánicas, se conoce muy
poco sobre las variedades cultivadas, por lo que es difícil, en nuestro medio, especificar con
seguridad sobre las halladas en contextos arqueológicos.
Es de destacar la presencia elevada de frutos de palma (Figura 11 C, D), Platanillo (Figura
12 A, B) y un pequeño rizoma aún no identificado (Figura 11 E), en toda la secuencia
cronológica a partir del período Formativo 2 (Tabla 2). La alta frecuencia de semillas de
palmas, especialmente Prestoea acuminata y platanillo (Heliconia huilensis) en el registro
arqueológico es evidencia de la relevante importancia de los recursos silvestres en la dieta
alimenticia y en la medicina de las poblaciones agricultoras prehispánicas. Es más, varios
estudios ofrecen amplia información sobre la utilidad médica y alimenticia de algunas
palmas para las poblaciones actuales en la zona andina (Morales et al. 2000; DAMA 1998).
Las referencias arqueológicas, aunque reducidas, también denotan que se trató de un
recurso altamente utilizado en las áreas de montaña (Romano y Morcote 2001). Además
de su utilización en la construcción de viviendas (tallo y hojas), en la fabricación de
artefactos de uso cotidiano como cedazos, mochilas, canastos, etc., como recurso
alimenticio y medicinal fue significativo: el cogollo de algunas especies conocidas como
palmichos es comestible, entre ellas Prestoea acuminata (Romano y Morcote 2001),
48
Euterpe precatoria (Morales et al. 2000) e Iraca (Carludovica palmata). Con los frutos se
preparan bebidas y se extraen grasas, y las raíces de algunas como Euterpe precatoria
tienen uso medicinal.
La presencia de Heliconia huilensis (Platanillo) no es menos importante, y se utiliza en
prácticas médicas (Boom 1989) y esotéricas (Antonio Guzmán2, comunicación personal);
sus semillas pulverizadas y mezcladas con tabaco previenen ataques de fieras y serpientes
cuando se penetra en la selva en actividades de caza.
Sobre la presencia de algodón (Gossipium sp.) en la zona (Figura 11 A), es necesario
señalar que, aunque en la actualidad se cultiva en clima medio, las referencias
etnohistóricas señalan su cultivo en el piso térmico cálido, y de allí mediante intercambio lo
obtenían las comunidades que habitaron las tierras altas, en bruto o hilado (Patiño 1977).
De las plantas cultivadas, la presencia del Achiote (Figura 13 F) resulta un poco
problemática porque en las revisiones de campo no se observó en las huertas caseras
actuales. Por otra parte, el muestreo se efectuó sobre la cota de 1.750 msnm., altura
excesiva de acuerdo con Brako y Zarucchy (1993), para quienes esta planta prospera entre
0 y 1.000 msnm; pero sí posible para Bernal y Correa (1989) quienes señalan que se la
observa entre 45 y 2000 msnm. Por supuesto, en caso de tener razón Brako y Zarucchy
existe la posibilidad que se obtuvieran procedente del piso térmico cálido, no muy distante,
en el Valle del Magdalena. El achiote es utilizado como colorante, en medicina y sus
semillas fritas en grasa son comestibles (Boom 1989: 83).
49
¿Cuándo se construyeron los canales para drenaje?
Confirmada la distribución de las concentraciones de restos de artefactos prehispánicos
mediante la técnica de Reconocimiento Intensivo, se puso en práctica un procedimiento que
proporcionara información sobre la época en la que se construyeron los sistemas de
drenaje. El mecanismo más sencillo de que disponíamos era conocer las posiciones
estratigráficas de los restos de artefactos acumulados en las proximidades de los bordes de
los canales para drenaje, donde se depositó la tierra extraída al excavarlos. Por supuesto,
las áreas de las colinas con canales, con mejores condiciones de preservación de las
acumulaciones son las partes planas sobre las cimas. Allí concentramos nuestros
esfuerzos.
Para lograr información adecuada, se excavaron trincheras que cortaron
perpendicularmente los canales más profundos, de tal forma que se apreciaran las
características de los depósitos de basura, por lo menos en 2 m a lado y lado del canal.
Si al construir un canal, la tierra se depositó sobre la superficie elevada a partir del borde y si
el canal se construyó en algún momento de un período intermedio, en ese espacio se
espera encontrar una secuencia inicial de fragmentos correspondientes a los períodos más
antiguos, interrumpida por la presencia de materiales revueltos de los períodos antiguos, y
sobre estos, materiales de los períodos posteriores. Si las ocupaciones correspondieron a
un solo período, solo se hallarán materiales del período correspondiente. Y, si hubo
ocupaciones durante toda la secuencia cronológica y los canales se construyeron en algún
momento del último período, se espera encontrar una secuencia inicial correspondiente a
50
los primeros períodos, luego el material revuelto y sobre estos, los correspondientes al
período Reciente.
Una constante en las áreas de ocupación en Isnos es la presencia de acumulaciones de
restos de artefactos cerámicos producidos y utilizados durante casi todos los períodos, con
mayor densidad a partir del Formativo 2.
A continuación, se describen las excavaciones estratigráficas con especial énfasis en las
secuencias de estratos y el orden de tipos cerámicos hallados en ellos para determinar la
fecha probable de construcción de canales.
Corte 1 (sitio SA618, vereda La Marquesa)
Se efectuó en el área de la unidad agrológica Mh V.3.1cd. Se trata de una colina de cima
plana levemente inclinada (2° de pendiente), a 1.730 msnm., bordeada al oriente y
occidente por laderas con pendientes de 14º surcadas por canales secundarios que
descienden hacia cauces naturales. Hacia el norte se prolonga formando una cadena que
se eleva hasta los 1.850 msnm., y hacia el sur desciende hasta el cauce de la quebrada
Aguablanca.
El área del sitio SA618, está atravesada por un canal de 130 m de longitud, con 3,50 m de
ancho y 0,65 m de profundidad (Figura 14).
El corte se trazó de 8 m de longitud por 1 m de ancho, en el extremo sur sobre la sección
51
más plana de la cima; se lo dividió en 8 cuadrículas, excavadas por niveles convencionales
de 10 cm.
A pesar de la poca profundidad hasta la que se halló material cultural (30 cm), en la capa
de suelo de color pardo oscuro, la mayor concentración se presenta en las Cuadrículas 1 y
7, en los extremos de la trinchera. Como se puede apreciar en la Figura 15, los fragmentos
cerámicos típicos de los tres períodos cronológicos se hallan mezclados en todas las
cuadrículas.
La frecuencia de materiales Barranquilla (período Reciente) es bastante baja en todas las
cuadrículas e incluso están ausentes en 1, 2, 3, 4 y 5, indicativo de la construcción del canal
ya iniciado el período Reciente. Nótese que los materiales más tempranos con alta
frecuencia son los Lourdes que corresponden al Formativo 3; y una muy baja densidad de
Planaditas (Formativo 2, que no se detectó durante los reconocimientos), correspondientes
tal vez, a una ocupación bastante discreta, o porque se trató de recipientes aún utilizados
en el período siguiente (al respecto ver Jaramillo 1996). La presencia de cerámica en la
Cuadrícula 5 se debe a depositamiento tardío, es decir, a eventos posteriores a la
construcción del canal, pues comprende la parte más profunda de éste.
Por otra parte, es de destacar que a pesar de la sedimentación y erosión que han sufrido
los canales desde el momento en que dejaron de funcionar en relación con las actividades
agrícolas, no fueron mucho más profundos que en la actualidad; en la excavación se
descendió en promedio 30 cm hasta encontrar en el centro del canal un suelo de color
rojizo oscuro de textura arcillo-limosa (sedimentación inicial), depositado sobre el suelo de
52
color amarillo de textura arcillosa; horizonte C constante en la zona.
Corte 2 (sitio SA739) La Marquesa
Corresponde a la misma unidad agrológica del corte anterior, se excavó cortando
perpendicularmente un canal sobre la cima levemente pendiente (2°) de una colina aislada.
Los canales, cuyo trazado se inicia sobre la parte más elevada, son menos extensos y
profundos que el excavado en el sitio SA618. Aquí se realizó un corte de 5m de largo por 1
m de ancho (Figura 16).
Las características de los depósitos de materiales no difieren mucho en relación con los del
Corte 1, son superficiales (30 cm); la cerámica del grupo Barranquilla (período Reciente)
representa solo el 22%, y al igual que en el primer corte, se encuentran mezclados con
materiales del Formativo 3 y del Clásico Regional (Figura 17). Esto, al igual que en sitio
anterior indica que el canal se excavó ya avanzado el período Reciente. Como informa
también el reconocimiento sistemático realizado, sobre esta colina no hubo asentamientos
anteriores al Formativo 3.
Cortes 3, 4 y 5 (sitio SA1503) Mondeyal
Estas excavaciones se realizaron en la vereda Mondeyal (unidad agrológica Mh V.3.1 cd),
ubicada al oriente de San Lorenzo, los cortes se efectuaron sobre una colina de poca
elevación, con cima plana de 2 ha en forma de “L” (Figura 18). En esta ocasión las
trincheras no cortaron los canales, simplemente se excavaron de 3 m de longitud por 1 m
de ancho, a partir de los taludes (Figura 19).
53
En el Corte 3, (Figura 20), el 56% de la cerámica corresponde al grupo Barranquilla
(período Reciente de la cronología regional), el 40% a Guacas (período Clásico Regional) y
el 4% a Lourdes (período Formativo 3). La evidencia estratigráfica es bastante sugestiva
(Figura 20); los materiales Barranquilla y Guacas aparecen mezclados, aunque en la
Cuadrícula 1, próxima al talud del canal, la proporción de Guacas es mayor que
Barranquilla en los niveles superficiales (en la capa de suelo de color pardo oscuro). En la
Cuadrícula 2, aunque en los niveles superiores hay mezcla, a partir de los 40 cm de
profundidad, los Guacas mantienen su ubicación original (en un suelo de color pardo claro).
En la Cuadrícula 3, más alejada del talud, hasta los 40 cm de profundidad, Barranquilla y
Guacas de hallan revueltos y los materiales Lourdes no fueron removidos, conservando la
ubicación esperada en la capa de suelo pardo claro.
La densidad de material cultural en el Corte 4 es menor, aunque como se puede observar
también aquí (Figura 21) los materiales típicos de los períodos Formativo 3 (Lourdes),
Clásico Regional (Guacas) y Reciente (Barranquilla) en proximidad al talud, se hallan
revueltos, mientras los del Formativo 2 (Planaditas) conservan la ubicación estratigráfica
esperada. A mayor distancia del talud (Cuadrícula 3) el comportamiento estratigráfico
parece mantener mejor la secuencia cronológica.
En el Corte 5 (Figura 22), la información es igualmente sugestiva. La cerámica corresponde
46% a Barranquilla (Reciente), 46% a Guacas (Clásico Regional), 4,5% a Lourdes
(Formativo 3), 1.4% a Planaditas (Formativo 2) y 2% a Tachuelo (Formativo 1). En la
Cuadrícula 1, próxima al talud del canal, hasta los 35 cm de profundidad la cerámica
54
Barranquilla, Guacas y Lourdes se hallan mezcladas, mientras Planaditas, a partir de 50 cm
de profundidad parece conservar su ubicación original. En la Cuadrícula 2, todos los
materiales aparecen revueltos, y en la Cuadrícula 3, lo evidente es, materiales Barranquilla
mezclados con Guacas hasta los 35 cm de profundidad. A mayor profundidad se percibe
una distribución de frecuencia bien definida, una buena proporción de Guacas y luego
materiales Tachuelo, es decir, mantienen la secuencia estratigráfica esperada.
Cortes 6A y 6B (Sitio SA229) Vereda Los Ídolos.
Estos cortes se realizaron sobre una colina de cima plana extensa (1.5 ha), vecina al Alto de
Los Idolos, 150 m al sur de la carretera que de Isnos conduce al Parque Arqueológico
(Figura 23). Los suelos del área corresponden a la unidad agrológica Mh V2. 1d,
caracterizados como de óptima aptitud agrícola. En este sitio, sobre la cima y las laderas se
construyeron canales para drenaje (Figura 24), sin embargo, se trata de un sistema de
poca extensión (3. ha).
Los depósitos son bastante profundos (Figuras 25 y 26), pues se encuentra material cultural
hasta los 80 cm. La ocupación del sitio se inició durante el período Formativo 1 (cerámica
Tachuelo) y se prolongó hasta el Reciente (Barranquilla) de la cronología regional. Gracias
a la alta densidad de fragmentos que se halló, es posible advertir aquí con mayor claridad la
mezcla debido a la remoción de tierra cuando se construyeron los canales.
La distribución de frecuencias indica que a profundidades mayores a 60 cm se conserva la
secuencia de depositación de desechos por lo menos del Formativo 1 (carámica Tachuelo)
55
y el subsiguiente Formativo 2 (cerámica Planaditas). De 60 cm hacia la superficie, los
materiales de todos los períodos se hallan revueltos, excepto los Tachuelo en el Corte 6B.
Los cortes se realizaron sin atravesar el canal; sin embargo, se excavaron uno frente al otro
a partir de los taludes. Como se puede apreciar en el perfil del Corte 6A, el límite superior
de la segunda capa de suelos (pardo oscuro) es bastante irregular, indicio de haber sufrido
fuerte alteración antrópica, tal vez, por el laboreo agrícola, hecho que se refleja en el
comportamiento estratigráfico de la cerámica. Curiosamente, en el Corte 6B, la capa de
suelo es de color pardo oscuro que corresponde a la segunda capa de suelo en 6A; aquí el
límite superior de la segunda capa de suelo (pardo claro) es bastante regular aunque
presenta manchas de arcilla amarilla.
La información obtenida de los cortes excavados nos confirma que: 1) los materiales
cerámicos del período Clásico Regional (cerámica Guacas) se hallan diseminados
ampliamente sobre las cimas de las colinas donde se construyeron canales para drenaje,
2) Hay presencia de los diversos grupos cerámicos, en especial Barranquilla (período
Reciente) y Guacas (Clásico Regional) mezclados en los niveles superficiales y medios de
los depósitos y 3) la densidad de los materiales del período Reciente (grupo Barranquilla) es
bastante menor que la del período anterior o Clásico Regional en el área de estudio. 4) En
general, la secuencia de tipos cerámicos mantiene el orden estratigráfico esperado con
más mezcla de materiales en zonas cercanas a los canales y en los niveles superiores. 5)
La construcción de los canales sucede sobre áreas que presentan ocupaciones
residenciales previas del Formativo y Clásico. Hay evidencias que demuestran que algunas
construcciones se iniciaron ya comenzando el período Reciente.
56
La importancia de la extensión territorial para entender la integración política de las
comunidades
Varios aspectos e interrogantes surgieron al observar el comportamiento de los
asentamientos y de las concentraciones de desechos domésticos en las áreas de
ocupación en esos 17 km2; por lo que consideramos necesario ampliar la extensión del área
de estudio. Las siguientes son algunas de las consideraciones e inquietudes que más
llamaron la atención:
1. Durante el período Reciente, la cantidad de sitios o áreas de ocupación, lo mismo que la
densidad de material cerámico en los depósitos, desciende de modo abrupto comparado
con los comportamientos durante el período precedente Clásico Regional. Este fenómeno
contrasta de modo drástico con las cifras de otros sectores de la región, que cubrió el
reconocimiento sistemático realizado por el PARAM; por ejemplo, la tendencia al
crecimiento constante desde el período Formativo, en la cantidad de asentamientos y en las
densidades de fragmentos cerámicos en los depósitos alrededor del Alto de Los Idolos
(Sánchez 1994:250-252).
2. ¿A qué se debió la concentración de asentamientos, o mejor, la agregación que se
observa en la esquina noroccidental, separada desde el inicio de la colonización, del resto
de asentamientos por una franja despoblada o de muy baja densidad de ocupaciones?
¿Se trató de un área de amortiguamiento fronterizo entre dos comunidades, o acaso ese
vacío refleja mala calidad de los suelos y por tanto que no fueron apetecidos por los
57
pobladores?
3. El estudio de suelos abarcó un área mucho mayor (aproximadamente 25 km2) que la
sometida a escrutinio arqueológico (17 km2), por tanto era interesante saber si algunos de
los patrones de asentamiento que observamos en la Marquesa y San Lorenzo continuaban
en sectores aledaños a su alrededor, de acuerdo con la caracterización agrológica
realizada.
4. Tratándose de unidades socio-políticas que han trascendido el nivel de la comunidad
local, debería existir interrelación entre las comunidades y una delimitación territorial visible a
nivel regional.
Estas inquietudes indujeron a abarcar un área más extensa, que permitiera observar con
mayor holgura las características de la dinámica de población en los asentamientos; por lo
tanto, se decidió delimitar un área de aproximadamente 50 km2 (recuadro mayor en la
Figura 1).
En estos 50 km2 se delimitaron 305 sitios o áreas de ocupación durante el reconocimiento
sistemático con aproximadamente 460 hectáreas de terreno adecuado para el
emplazamiento de viviendas. De estos sitios se obtuvieron 946 colecciones de fragmentos
cerámicos (258 mediante sondeos y 688 en recolecciones superficiales).
58
FORMATIVO
1 2 3 CLASICO
REGIONAL RECIENTE
Total áreas de ocupación
31.0
85.0
162.0
224.0
229.0
Áreas de continua ocupación
240
77.0
130.0
176.0
Áreas abandonadas
7.0
13.0
34.0
42.0
Áreas reocupadas 0.0
6.0
9.0 26.0 Áreas de nueva ocupación
61.0
71.0
85
27.0
Promedio de fragmentos cerámicos por sondeo
0.1
0.6
1.4
3.0
8.2
Tabla 3. Variación cronológica de asentamientos en los 50 km2.
Durante el Formativo 1, los asentamientos son bastante dispersos y de dimensiones muy
reducidas. Por las excavaciones realizadas por el autor y otros en Isnos y en sus
proximidades (Duque y Cubillos 1981; Llanos 1988, 1990, 1993, 1999; Moreno 1991;
Jaramillo 1996; Romano 1999; Quatrin 2001) se sabe que las viviendas eran de forma
circular u ovalada; unas veces aisladas sobre las cimas planas de las colinas, en el centro o
en sus extremos; otras veces se edificaban varias formando muy pequeños núcleos, pero
con espacios amplios entre ellas.
Durante el Fortamtivo 1, la densidad de material cerámico en estos sitios es
extremadamente baja, con promedios 0,1 fragmentos por sondeo –una densidad similar a
la del Formativo 1 del Valle de La Plata -Drennan 1985). Posiblemente se trató entonces
de viviendas de poca duración y/o de núcleos familiares pequeños, --pues las
concentraciones de material no son extensas- los recursos alimenticios provendrían
fundamentalmente de cultivos mixtos en huertas próximas a las viviendas; pues para la
misma época (1050 a.C.), los grupos que habitaban en las partes media y alta del Valle de
59
La Plata ya cultivaban papa, quinua, maíz, fríjol y achira (Herrera et al., 1989). Por
supuesto, los habitantes de este sector seguramente complementaban su dieta con
recursos silvestres tanto vegetales como animales que abundaban en los extensos bosques
en medio de los cuales estaban sus asentamientos.
Estos primeros agricultores colonizaron, antes que cualquier otra área, la franja angosta que
se extiende desde la curva de la quebrada El Mortiño e Idolos hacia el nororiente (unidad
agrológica Mh V2.1 d), es decir, ocuparon desde muy temprano los suelos de mejor aptitud
agrícola, en un período en que las condiciones medio-ambientales eran de alta precipitación
y bajas temperaturas; por lo que además de las características químicas y físicas
favorables de los suelos, el relieve de colinas favorecía el drenaje externo (Figura 27).
En el Formativo 2 se duplicó la cantidad de asentamientos (Figura 28). En general, éstos
continúan siendo de tamaños reducidos y aunque la densidad de fragmentos cerámicos es
ahora de 0,6 por sondeo, sigue siendo es bastante baja –similar a la del Valle de la Plata--.
Entre varios aspectos, vale destacar la notoria concentración de áreas de ocupación en el
sector oeste (curva de la quebrada El Mortiño) más próximo al Alto de Los Idolos, y la
dispersión en otros sectores. Hacia el centro-sur (La Marquesa-San Lorenzo) el
poblamiento es extremadamente escaso. Aún así, hay sitios relativamente grandes (como
los 804 y 605), a pesar que los suelos aquí corresponden a las unidades Mh V.1.2 de y
fundamentalmente Mh V.3.1 cd; de muy baja calidad para la producción de alimentos
mediante cultivo, especialmente por lo poco profundos, pobres en minerales básicos y
drenaje interno y externo deficiente por la elevada presencia de arcillas superficiales y sub-
superficiales.
60
En el Formativo 3 se eleva el número y extensión de los asentamientos; ahora son 162,
definiendo dos sectores: La franja que desde la curva de la quebrada el Mortiño y Alto de
Los Idolos se extiende en dirección nororiente hasta Mondeyal, y el centro-sur (La
Marquesa-San Lorenzo) cuya población aumenta vertiginosamente (Figura 29). La
densidad de material casi se triplica, 1.35 fragmentos por sondeo (similar mismo período
del Valle de La Plata). Es interesante que el sitio 605 (centro sur del área de estudio) es el
de mayor extensión y que en su centro se encuentre la tumba con sarcófago monolítico en
que se enterró a una persona de prestigio sobresaliente probablemente al final de este
período, o durante el período siguiente.
Se puede inferir que la sectorización de las áreas de ocupación, su aumento numérico y la
ampliación de sus extensiones, no se relacionan únicamente con la disponibilidad de tierra
óptima para la producción agrícola, pues la franja El Mortiño-Mondeyal permaneció
ocupada, sino con el incremento constante de la población que, sin embargo, seguramente
no excedió la capacidad de sostenimiento, además porque una buena cantidad de
asentamientos no fueron contemporáneos. simultáneamente, el poblamiento de La
Marquesa parece haber estado dispuesto en relación con el sitio 605, ocupado desde el
Formativo 1. Como se sustenta en el capítulo sexto, se trataría de grupos de agricultores
organizados en sociedades segmentarias (Service 1971; Sahlins 1961 entre otros), con
asentamientos algo dispersos pero no muy alejados unos de otros, con tendencia a las
agregaciones. Este tipo de sociedad se caracteriza, entre otros aspectos, por la integración
a nivel de linajes, que actúa como unidad socio-política autónoma poseedora de la tierra
como medio fundamental de producción, a la que todos los miembros del grupo tienen
61
acceso directo; por tal razón su economía se caracteriza siempre por la autosuficiencia.
El período Clásico Regional (Figura 30) corresponde al auge funerario monumental del Alto
de Los Idolos (siglos I a.C. al VI d.C. -Duque y Cubillos 1988) y de poblamiento en su área
más próxima (Sánchez 1994). Este hecho coincide con el período de mayor presencia de
población en los sectores de La Marquesa-San Lorenzo y Mondeyal (al nororiente del área
de estudio), por número, extensión de las áreas ocupadas y por la densidad de material
cerámico presente en los depósitos, ahora con un promedio de 3 fragmentos de material
(similar al mismo período del Valle de La Plata) por sondeo. En ese período se despobló la
pequeña franja al occidente, próxima al Alto de Los Idolos; podría pensarse que se creó un
área fronteriza discreta entre por lo menos los dos sectores más cercanos: Alto de Los
Idolos y La Marquesa-San Lorenzo, y por supuesto entre el segundo y Mondeyal. En el
sector de La Marquesa-San Lorenzo, las cimas de las colinas albergaban varias viviendas
esparcidas sin orden aparente pero a prudente distancia unas de otras; por ejemplo (Figura
32), el sitio 574 en el que hay por lo menos 12 concentraciones de material cerámico, el
621 que posee 13 concentraciones, el 598 con 9 y el 615 que posee 7 (concentraciones
detectadas mediante los reconocimientos sistemático e intensivo, que no necesariamente
debieron ser contemporáneas).
Este comportamiento del poblamiento induce a pensar en la incidencia de factores políticos.
Durante casi todo el período Clásico Regional se disfrutaba de unas condiciones climáticas
similares a las actuales y la población ocupaba profusamente el espacio, conservando
franjas o áreas de poblamiento discreto; de tal forma que se insinúa la presencia de
unidades socio-políticas a las que se puede considerar como sistemas de integración donde
62
la interdependencia (movimiento de materia, energía e información entre las unidades) es
alta, aunque de escasa centralización política (Drennan 1995, 2000).
Durante el período Reciente (Figura 31) continuó despoblada la franja contigua a Idolos;
simultáneamente decreció ostensiblemente la ocupación en el sector de La Marquesa-San
Lorenzo y continuó aumentando el número de áreas de ocupación al norte en la franja de
suelos óptimos, con énfasis hacia Mondeyal. Por supuesto, la densidad de restos de
artefactos continúa siendo alta, aspecto que podría indicar que hubo reubicación de las
viviendas con el objeto de optimizar espacio (dejar más espacios libres de viviendas), o que
estas se aglomeraron formando muy pequeños núcleos.
Que se trataba de segmentos sociales autónomos, lo sugiere también el hecho de que las
comunidades que ocupaban el centro-sur del área de estudio (La Marquesa-San Lorenzo),
debieron disponer y hacer productivos unos suelos cuyas características no son las más
aptas para la producción agrícola, mientras las otras comunidades disfrutaban de mejores
condiciones para la producción, por lo menos hacia el Alto de Los Idolos (occidente) y hacia
el norte.
La magnitud del despoblamiento en La Marquesa-San Lorenzo (Tabla 1) plantea lo
siguiente: ¿Cómo considerar para ese período la producción agrícola para alimentar a la
población? Con seguridad se redujo la posibilidad de rotar campos indiscrimina-damente en
cercanías de las viviendas, aunque las unidades familiares continuaron disponiendo de
cantidades adecuadas de tierra para la producción de sus alimentos.
63
Si hubo varias viviendas sobre las cimas de las colinas (Figura 32 -Clásico Regional), en un
período en que las condiciones climáticas eran similares a las actuales, ¿cómo se explica la
presencia de tan elevado número de canales para drenaje inalterados en su continuidad e
intersecciones que cubren las colinas?
Ahora bien, si durante el Clásico Regional se abandonaron 34 áreas de ocupación, este
fenómeno se relacionaría con la definición de un área de frontera entre Idolos y La
Marquesa. Durante el período Reciente, el número de áreas abandonadas es mayor, pero
esto sucede en La Marquesa-San Lorenzo, cuyos habitantes se debieron nuclear formando
pequeños asentamientos de unas pocas casas contiguas, con lo que se logró la
optimización del espacio, o tal vez, debieron emigrar hacia los sectores norte y nororiente a
pesar de la alta población que allí vivía (ver mapas de ocupaciones). Esta modificación en
el patrón de asentamiento coincidió con un nuevo cambio climático de alta precipitación
pluvial y aumento de temperatura durante el período comprendido entre 550 a 1200 d.C.
(Drennan et al. 1989).
Si una parte considerable de la población no emigró con las nuevas pero adversas
condiciones, y ya con una población más numerosa, las unidades familiares debieron
optimizar el espacio de que disponían (Figura 32 -Reciente); ya no podían cultivar en
cualquier parte, como sucedía durante el evento climático igualmente adverso del período
Formativo, porque ahora la población era mayor. Debió permanecer la población en la
misma zona y cultivar con mayor frecuencia las parcelas aledañas a las viviendas. Para ello
fue necesario mejorar las condiciones de los suelos, construir canales para drenaje y
cultivar en eras, siguiendo la dirección de las pendientes.
64
Lo anterior explica las características de las concentraciones de basuras en las áreas que
eran ocupadas durante el período Clásico Regional y continuaron durante el período
Reciente; sin embargo, sobre las razones para la disminución de la cantidad de áreas
durante el período Reciente (42 áreas abandonadas), no tenemos total claridad.
Hipotéticamente habría una explicación y se relaciona con los resultados numerosas veces
mostrados por la práctica y la investigación: la disminución drástica de la productividad de
los suelos; Engels (1974:379) ya claramente señalaba en 1876:
"...no nos dejemos llevar del entusiasmo ante nuestras victorias sobre la
naturaleza. Después de cada una de estas victorias, la naturaleza toma
venganza".
La innovación tecnológica, en este caso los sistemas de canales para drenaje, y por ende la
posibilidad de uso intensivo de los suelos pudo ser una estrategia exitosa para producir los
recursos alimenticios indispensables, pero ¿cuánto tiempo pudo prolongarse ese éxito? La
ley denominada de moderación (Demolon 1965:489) se refiere a la dinámica y evolución
permanente de la asociación entre el soporte mineralógico y el complejo coloidal inherentes
de los suelos, más las condiciones climáticas que a la postre determinan un sistema total en
equilibrio, del que depende la fertilidad natural. Si ese sistema en equilibrio es deformado
mediante una acción externa, que aquí hemos llamado adecuaciones, las modificaciones
que resultan de la deformación tienden a oponerse a la continuación de la acción. Es decir,
el suelo entendido como medio de cultivo al que se adaptan los vegetales en forma natural,
al modificársele la temperatura y la humedad, y en consecuencia las cadenas química y
65
orgánica, puede fácilmente destruir progresivamente la fertilidad inherente o natural y
difícilmente prolongarse la fertilidad inducida para la introducción de plantas deseadas pero
extrañas a esos suelos.
66
5. RELACIONES DE PARENTESCO Y ACCESO A LA TIERRA
En cualquier tipo de sociedad, pasada o contemporánea, los procesos de producción son
antecedidos y simultáneamente le son inherentes unas relaciones sociales concretas; estas
a la vez definen la apropiación de los factores que intervienen en los procesos productivos
(Meillassoux 1977; Godelier 1981, entre otros).
Partimos de la constante etnográfica que advierte en la adscripción en el parentesco, más
exactamente en la filiación, un mecanismo de imposición y regulación de relaciones sociales
diferenciales, que al manifestarse en una división por segmentos, resultan inequitativas
política y económicamente; por lo menos esto es lo que observan diversos investigadores al
estudiar estructuras sociales que han superado el ámbito de la comunidad local, en diversas
partes del mundo. En otras palabras, una unidad política integrada a nivel supralocal, se
caracteriza entre otros aspectos, por la jerarquización de segmentos sociales y
centralización jerárquica de la toma de decisiones (los ejemplos de ordenación jerárquica
entre segmentos sociales y de acceso desigual a los medios básicos de producción son
numerosos: (Fried 1967, 1979; Service 1963, 1975; Sahlins 1958, 1961, 1979, 1984; Kirch
1984; Earle 1991, 1997; Godelier 1980, 1981; Haas 1981; Spencer 1994; Brumfiel 1994;
Johnson y Earle 1987; Gartner 1999; Evans-Pritchard 1977; Goodenough 1970; Leach
1979 y Netting 1993, entre otros).
Pues bien, en las sociedades denominadas por la literatura antropológica contemporánea
como "comunidades locales" o tribales y aún en las jerarquizadas de tipo cacical, el
parentesco, o mejor, la filiación, como elemento ideológico encarna las relaciones sociales,
67
en la medida que simultáneamente regula las posiciones de los individuos en las relaciones
de producción, y pauta la distribución y el acceso a los medios de producción (Godelier
1980; Meillassoux 1982). Como se sugiere a continuación, en el caso de las sociedades
prehispánicas del área del actual municipio de Isnos, por lo menos durante el período
Clásico Regional, es posible inferir que las relaciones sociales, en este caso manifestadas
en la adscripción en el parentesco, incidieron poderosamente en la distribución desigual de
la tierra, en las características de los patrones de asentamiento y por supuesto, directa o
indirectamente en las estrategias productivas (técnicas de laboreo de la tierra), en la
organización del trabajo y en las expresiones rituales funerarias (inhumación de los líderes
de las comunidades en grandes tumbas y bajo montículos prominentes).
Sobre las sociedades que habitaron en el sur del Alto Magdalena durante los períodos
Clásico Regional y Reciente aún no se posee evidencia sobre los sistemas de filiación, los
fundamentos de las subdivisiones de las unidades socio-políticas ni sobre las reglas de
sucesión, salvo algunas consideraciones generales de Juan Friede (1975:88-90) en relación
con los grupos que habitaban la región a comienzos del siglo XVI, es decir, en las
postrimerías del período Reciente (900 a 1538) de la cronología regional. Sin embargo,
sobre el período Clásico Regional (año 1 a 900 d.C.) que lo precedió, se sugiere a nivel de
hipótesis, con base en el patrón de ubicación espacial de los centros funerarios, en su
monumentalidad diferencial jerárquica y, por supuesto, en los patrones de asentamiento,
que se caracterizó por la presencia de comunidades divididas en segmentos que accedían
al usufructo de la tierra basadas en derecho y restricciones ancestrales. Y solo
posteriormente, durante el período Reciente se consolidaron estructuras sociopolíticas
constituidas por diversas comunidades integradas regionalmente bajo el control y liderazgo
68
centralizado de caciques; forma de organización política, que pese a la limitada
información, se asemeja a la descrita por Llanos (1981) y Rappaport (1987) entre los
paeces durante la misma época.
Un primer elemento que sugiere información sobre distribución territorial de segmentos
sociales es el de los centros funerarios diseminados en el área del actual municipio de
Isnos; territorio delimitado al norte por las cumbres de la cordillera Central, al occidente el
profundo cañón del río Mazamorras, al sur el río Magdalena y al oriente el río Bordones
(Figura 1). Aquí existen por lo menos cuatro tipos de centros de enterramiento funerario
sobresalientes (se hace abstracción de los comuneros a quienes enterraban en áreas de
viviendas en tumbas muy modestas). Esos centros, aunque no necesariamente
contemporáneos, se pueden clasificar de acuerdo con su monumentalidad, cantidad de
tumbas y distribución en la región. Las marcadas diferencias en la constitución y magnitud
de los centros con arte funerario en la zona indican no solo diferencias sociales de los allí
enterrados, sino jerarquía entre los centros, y por supuesto, sobre la importancia y variación
en el número de personajes y allegados que se sucedieron en la dirección de los territorios
y de áreas específicas; pero además, sobre las diferencias e importancia de las
comunidades que habitaron la zona.
En resumen, los centros funerarios, su distribución espacial en el paisaje del actual
municipio de Isnos, las diferencias en la magnitud de la monumentalidad de las tumbas, las
expresiones artísticas asociadas y las dimensiones de los montículos que las cubren serían
la "materialización de la ideología" (DeMarrais et al. 1996) que consagra el parentesco
como factor de cohesión y dominación social y económica regional. La erección y
69
permanencia de los centros funerarios monumentales o discretos, asociarían y
simbolizarían la apropiación del espacio por los segmentos sociales de manera
jerarquizada, aunque los allí inhumados hayan sido solamente los líderes o cabezas de
esos grupos de parentesco; hecho que ya había insinuado Llanos (1993:50).
Evidentemente, el acceso desigual a la tierra por los segmentos sociales conduce y
manifiesta diferenciación social, fundamentalmente en relación con la calidad y extensión
que implica mayor o menor cantidad de energía a invertir para satisfacer las necesidades
de la comunidad (Boserup 1967).
Si se considera la institucionalización del liderazgo como resultado de un proceso gradual
de colonización e integración regional que se inicia con el establecimiento y desarrollo de
una pequeña comunidad de descendencia unilineal, en que por multiplicación de la
descendencia, y por ende, de constitución cada vez más amplia de segmentos o grupos de
familia, se escinde en pequeñas comunidades que colonizan nuevas tierras en disímiles
ambientes, entonces el caso de Isnos podría reflejar ese proceso (Service 1984:90-99).
Como centro primordial, tal vez por corresponder a la tumba de un ancestro remoto y su
parentela inmediata, estaría Hornitos (de reciente registro, Figura 35); complejo funerario
aún no excavado ni alterado por los buscadores de tesoros. Se trata de una colina cuya
cima, a 2.100 msnm fue explanada y sobre ella se erigió un montículo de 42 m de largo por
17 m en la base y 5 m de altura. Para ascender hasta el sitio desde diversas direcciones
(norte, suroriente, suroccidente y occidente) se construyeron caminos extensos (hasta 3
km), profundos y anchos (hasta 8 m) y varios terraplenes para evitar las hondonadas entre
70
las colinas próximas.
A diferencia de todos los otros centros funerarios monumentales estudiados en el área
agustiniana, por la muy reducida densidad de material cerámico en un radio de más de 200
m, se deduce una muy escasa cantidad de viviendas en Hornitos comenzando durante el
período Formativo 3, cuando muy probablemente se construyó el complejo funerario dado
el material cerámico obtenido en y alrededor del complejo. La densidad de población
durante los períodos siguientes (Clásico Regional y Reciente) fue extremadamente baja
según los resultados de los reconocimientos de cubrimiento total e intensivo. Por las
referidas características, este centro funerario, desde donde se domina todo el paisaje de
Isnos, hace pensar en un lugar preeminente de importante consideración a los allí
enterrados. Tal vez por que se trató del sitio de inhumación de un antepasado (y su
parentela) común de las comunidades locales.
A pesar de conocer las características de la cerámica en y alrededor del sitio,
desconocemos la parafernalia del montículo (por no haber sido excavado) y, por ahora se
debe entonces dejar de lado el tema de Hornitos para delinear la posible estructura
jerárquica en el territorio, por lo menos durante el período Clásico Regional.
Si se ignora la presencia y momento de construcción de Hornitos, habría dos centros
funerarios primarios un poco más tardíos que fueron ocupados como área residencial
desde el período Formativo, pero cuyo auge como centros funerarios se presentó durante
el Clásico Regional; se trata de Alto de Los Idolos y Alto de Las Piedras, ubicados sobre
espacios preeminentes del paisaje, a 1.800 msnm (menor elevación que Hornitos). El
71
primero al suroccidente del territorio y el segundo al nororiente, distanciados
aproximadamente 14 km uno del otro. Se trata de dos conjuntos de montículos funerarios
que cubren tumbas profundas de cancel o sarcófagos monolíticos, al frente de las cuales se
construyeron, con grandes lajas de roca, pasadizos o templetes y una escultura en la
entrada exterior del pasadizo. Estos centros se dividen en subconjuntos de tumbas (Duque
1964, 1983; Sotomayor y Uribe 1987; LLanos 1995, Drennan 1995). Cada agrupamiento o
subconjunto consta de una tumba principal en la que fue enterrado un líder o un personaje
de prestigio sobresaliente, y alrededor, en tumbas más discretas, allegados que fallecieron
posteriormente.
Un aspecto que resulta interesante, es que la cerámica de las áreas próximas de estos dos
centros (recuperada mediante los dos tipos de reconocimiento arqueológico), contrasta en
algunos aspectos formales; en Idolos es frecuente encontrar más decoración incisa,
mientras que en Piedras se destaca la presencia de pintura negra u ocre en líneas anchas
paralelas.
El segundo nivel jerárquico de los centros funerarios correspondería a aquellos que se
encuentran diseminados en el extenso territorio, pero distanciados unos de otros. Se trata
de centros constituidos usualmente por uno o dos montículos que cubren tumbas de cancel
acompañadas de una sola escultura. Si se observa su distribución y distancias en relación
con los centros primarios, se puede percibir como adscritos o haciendo parte de dos
distribuciones en las que sobresalen por sus magnitudes Alto de Los Idolos y Alto de Las
Piedras. Con Idolos se relacionarían Alto de Guacas y Granada, cada uno con dos
pequeños conjuntos funerarios; con Piedras serían Las Delicias y Vegas de Isnos (también
72
conocido como Brisas del Magdalena, de reciente registro).
Habría un tercer nivel en la jerarquía de los centros funerarios; se trata de tumbas algo
menos elaboradas o por lo menos en las que se invirtió poca fuerza de trabajo. Son
pequeños montículos que cubren solamente una tumba de cancel o un sarcófago
monolítico dentro de un semicancel. Estos enterramientos también se hallan diseminados
en el paisaje relativamente distanciados de los centros primarios y secundarios. Con el
centro primario de Idolos se relacionarían los enterramientos de Betania, El Carmen y El
Mortiño. Con Alto de Las Piedras serían La Marquesa, San Lorenzo, Mondeyal (dos
montículos), La Barniza (dos montículos), La Victoria y Canastos (dos montículos de
reciente registro).
73
6. LOS PATRONES DE ASENTAMIENTO Y CALIDAD DE LOS SUELOS
Otro elemento que proporciona información sobre el acceso diferencial a los medios
básicos de producción, en este caso a la tierra, es el reconocimiento de cubrimiento total,
mediante el cual se delimitaron las áreas de ocupación con viviendas durante los tres
períodos de la cronología regional.
Aunque falta por conocer los patrones de asentamiento por periodos de una extensa área
del reconocimiento regional practicado por el PARAM en el municipio de Isnos, las
inferencias se basan en la información lograda de un área de aproximadamente 65 km2 que
comprende el Alto de Los Idolos, sus alrededores (Sánchez 1994) y las veredas La
Marquesa y San Lorenzo y área circundante (Sánchez 2000).
El acceso diferencial a la tierra se infiere porque una comunidad habría sido compelida a
ocupar un área de condiciones ambientales adversas en términos productivos agrícolas. Se
trata de segmentos organizados en comunidades que ocuparon el área de las actuales
veredas La Marquesa y San Lorenzo.
La división de las unidades socio-políticas en segmentos jerarquizados que usufructuaban
territorios con suelos de óptima capacidad agrícola, o lo contrario, difíciles de trabajar y de
potencial agrícola negativo, como sucede con los de La Marquesa y San Lorenzo, pudo
fácilmente implicar permanente tensión; es decir, la necesidad de suelos fértiles para la
producción de alimentos indispensables para sustentar una elevada, aunque no excesiva
población, como lo señala la cantidad de áreas de concentración de restos de artefactos y
74
su densidad (Tabla 10, Figuras 38 y 39), pudo ser la fuente primaria para que se generara
fricción entre las diversas comunidades o segmentos de estas, porque a cada comunidad,
en razón de su proximidad por descendencia directa del ancestro fundador, se le asignaría
socialmente un territorio acorde con su rango.
Durante el período Clásico Regional, el número de viviendas en el área era elevado
(Sánchez 2000) por lo que ante la ausencia de una autoridad o liderazgo institucionalizado y
fuerte, debió ser el período de mayor posibilidad de conflicto entre las comunidades vecinas
que disponían de suelos más productivos. En otras palabras, en el Clásico Regional no se
habría consolidado la integración socio-política supralocal o regional, cosa que
probablemente se logró definitivamente durante el período Reciente, cuando se optimizó el
espacio y se realizaron las obras de adecuación de los suelos en forma coordinada.
Por otra parte, se observa tendencia a la concentración de población en torno al sitio SA605
de la Marquesa y al SA615 en San Lorenzo, sitios que corresponderían al tercer orden en la
jerarquía funeraria propuesta. En cada uno de estos asentamientos se erigió un pequeño
montículo que cubría un sarcófago monolítico (La Marquesa) o una tumba de cancel (San
Lorenzo). Se trata de dos construcciones funerarias que testimonian la diferencia de rango
o la importancia de los individuos enterrados allí, respecto a individuos contemporáneos que
fueron inhumados en tumbas de cancel menos elaboradas y sin montículos (v gr. entierros
en sitio 615 a continuación); rango que, sin embargo, no se puede equiparar con el de los
individuos enterrados en sitios mucho más elaborados y monumentales como Piedras e
Idolos y menos aún como Hornitos. Pero, a pesar de lo discreto que resultan estos
enterramientos, se trató de líderes o individuos cuyos rangos pueden ser clasificados como
75
relativamente altos.
Al observar el mapa de ocupaciones durante el período Reciente (Figura 31) en los
aproximadamente 50 km2 y contrastándolo con el de las ocupaciones correspondientes al
período Clásico Regional (Figura 30), en el que el sector de La Marquesa-San Lorenzo se
halla cómodamente incluido, notamos que la distribución, las extensiones de los
asentamientos y la cantidad de concentraciones de material cerámico difieren
notablemente. En estos aspectos, el sector de La Marquesa-San Lorenzo es mucho
menos denso que el área circundante, en la que hay permanencia y aumento en el número
de ocupaciones y en la extensión de las áreas ocupadas.
¿Cuál pudo ser el motivo de la disminución poblacional en La Marquesa-San Lorenzo a
finales del período Clásico Regional o comienzos del Reciente reflejada en el cambio de
10.2 fragmentos del Clásico Regional a 5.2 fragmentos del Reciente–Tabla 1?
Probablemente, la pobre aptitud agrícola de los suelos: delgados y saturados de arcillas,
con drenajes superficial y subsuperficial deficientes, sumada ahora a nuevas y adversas
condiciones de alta precipitación pluvial, que se iniciaron hacia el 550 d.C. y se prolongaron
hasta el 1200 d.C. (Drennan et al. 1989).
Aunque pudo haber algo de migración de población hacia áreas vecinas, ya que en
numerosos sitios disminuye el área ocupada (Figura 32 -período Reciente), parece que
ocurrió una readecuación del patrón de asentamiento; una optimización del espacio
reubicando las viviendas u organizando pequeños núcleos de ellas sobre las cimas de las
colinas. Por supuesto, surge la inquietud sobre si esta decisión resultó de un acuerdo tácito
76
entre las unidades familiares de éstas comunidades o si se trató de una decisión
centralizada a nivel de los segmentos sociales que allí habitaron.
Cualquiera que haya sido el mecanismo, tal vez esta decisión se relacionó con la necesidad
de armonizar los asentamientos con la implementación definitiva y el funcionamiento óptimo
de la más viable estrategia para producir los recursos alimenticios: la construcción de
sistemas de canales para drenar los suelos de campos que serían cultivados durante
períodos más prolongados, en cuyas proximidades se hallaban las viviendas. Esto,
probablemente, implicó la reorganización de la producción, por lo menos inicialmente en
relación con la planificación y movilización de fuerza de trabajo para la construcción de los
sistemas de canales; hechos que acontecieron ya avanzado el período Reciente de la
cronología regional, como lo indican varios de los cortes estratigráficos del reconocimiento
intensivo y los siete cortes efectuados a canales (Sánchez 2000:80-82).
Ahora bien, las estrategias de subsistencia practicadas pudieron afectar el patrón de
asentamiento y la estructura demográfica, por lo tanto, la ocupación de estos campos poco
aptos para la producción agrícola, la reubicación o redistribución espacial de las viviendas, o
incluso el abandono de muchas áreas que se observa en el período Reciente, pudo ser
resultado de perturbaciones en la relación entre demanda de recursos y la producción
lograda mediante el sistema agrícola practicado, en este caso mediante el uso intensivo de
los suelos. En otras palabras, con el paso del tiempo pudo haber decrecido la producción
por agotamiento de los suelos, no obstante los cambios introducidos (drenajes) que
resultaron ser estrategias exitosas pero efímeras.
77
Los acontecimientos al interior de una unidad política, como pueden ser el antagonismo y
conflicto entre segmentos pertenecientes a una sociedad cacical simple, pudieron
desembocar en cambios cualitativos sociales, económicos y políticos; v. gr. mayor
interdependencia entre los individuos en los nuevos procesos productivos y maximización
de la producción, proporcionando la posibilidad para la consolidación de liderazgo
centralizado.
La idea del conflicto aquí no es la presencia de la guerra o la violencia permanente, porque
el registro arqueológico hasta ahora obtenido en San Agustín no la evidencia. Es posible
que la tensión producida por la carencia de tierra agrícola óptima para las comunidades de
La Marquesa y San Lorenzo se resolviera mediante la intervención de mecanismos
efectivos para dirimirlos, como la centralización de las decisiones a niveles superiores de la
organización regional; por supuesto, la efectividad de esa intervención desembocó en la
optimización de la producción al implementar estrategias tecnológicas como la construcción
de sistemas para drenaje y el uso intensivo de los suelos. Simultáneamente, habría un
mecanismo que garantizaría a las comunidades su supervivencia y el acceso a la tierra sin
agudizar las contradicciones: 1) mantenimiento de la unidad del segmento social o linaje, y
2) posibilidad de interacción con los otros segmentos de la unidad para lograr acceso a
otros recursos y servicios.
Con el paso del tiempo, durante el período Reciente, la jerarquización social y el liderazgo
político se institucionalizaron. A pesar de la poca información etnohistórica disponible sobre
la Provincia de Timaná, a cuya jurisdicción perteneció el área de Isnos durante el período
de Conquista, se sabe que existían caciques (Friede 1967:88-90) que ejercían el poder a
78
nivel regional, entre ellos Pigoanza. Pero a la vez, pese a la afirmación en sentido contrario
que hace Friede (1967:86), es evidente la presencia de caciques secundarios
emparentados con los regionales, como es el caso de Pirama, hermano de Pigoanza, y
Meco, tío del mismo (Simón 1981 [1627]; López 1970). Si esto fue así, y si se considera la
extensión territorial usual abarcada por las unidades políticas cacicales, se deduce que esos
caciques de segundo orden no ejercían su autoridad sobre territorios muy extensos ni
alejados de los centros primarios de toma de decisiones, sino que vivían en sus
proximidades y que en la confrontación con los conquistadores europeos dirigían partidas
guerreras bajo el mando general del cacique regional, en este caso, Pigoanza.
De acuerdo con las Visitas citadas por Friede (1975), y contra su afirmación en el sentido
de ausencia de liderazgo institucionalizado en el sur del Alto Magdalena, esos caciques sí
recibían tributo en trabajo o en especie por parte de los comuneros a ellos sujetos.
Independientemente de la connotación medieval del término "tributo" y de si éste era
compulsorio o no, y ante la carencia de una designación que resuelva la controversia, lo
evidente es que los comuneros hacían contribuciones en bienes o servicios a los caciques,
cuyo rol era institucionalizado. Evidencia de esto son dos de los varios ejemplos que
transcribe Friede y que respaldan esta afirmación:
"...que cuando tenían caciques le daban estos indios de lo que
tenían de comer, y esto por presente y regalo no por vía de tributo"
(1975:86).
79
En otra declaración se lee:
"...que en tiempos antiguos hacían estos indios una rosa muy
grande a sus caciques en señal de tributo" (1975:87).
Simultáneamente, y esto resulta de mucha importancia, es evidente la rivalidad entre
caciques secundarios o de éstos con el regional; como en el caso de Inando y Cameno,
caciques de Timaná que apoyaron, o por lo menos informaban a los españoles sobre lo
movimientos de las huestes de Pigoanza (Simón 1981 Tomo III). No es extraño este
comportamiento de competencia y rivalidad entre facciones de elites y de sublevación de
caciques secundarios en sociedades cacicales, este comportamiento fue reportado
numerosas veces tanto por las crónicas de La Conquista como por la etnografía americana
y de otras partes del mundo (ver Brumfiel y Fox 1994).
En resumen, la magnitud de los cuatro tipos de centros funerarios representan la escala de
integración y los niveles de jerarquía posibles en las unidades políticas regionales del sur del
Alto Magdalena. Parafraseando a Gartner (1999), la distribución y la magnitud de los
enterramientos de líderes en las comunidades clasifica los territorios ocupados por las
comunidades y refuerzan, permanentemente, el control socio-político, y la adopción de
tecnologías como son los sistemas de canales para drenaje y el uso intensivo de los suelos,
estrategias que minimizan el conflicto entre grupos emparentados que hacen parte de una
misma unidad política.
80
7. CONSIDERACIONES FINALES
En el área agustiniana, particularmente en el sector al sur-oriente de Isnos (veredas La
Marquesa y San Lorenzo), los procesos productivos agrícolas prehispánicos variaron a
través del tiempo y en consecuencia también los elementos que hicieron parte de esos
procesos. Para un momento particular del devenir histórico (inicios del período Reciente), se
dispone de información parcial de los procesos de trabajo: los sistemas de canales para
drenaje, excavados sobre las cimas y laderas de las colinas. Como las tecnologías
agrícolas prehispánicas difieren con el paso del tiempo, por lo tanto, muchos rasgos
arqueológicos resultantes de esas actividades no siempre son fácilmente detectables en el
campo. Para otras prácticas particulares de laboreo y de facetas de los procesos
productivos, se debe necesariamente recurrir a la información tardía que proporcionan la
etnohistoria y la etnografía. Por fortuna, la extensión y magnitud de las adecuaciones de
suelos en la zona permiten comparar sus distribuciones en relación con los patrones de
asentamiento, como expresiones de unos órdenes sociales y económicos particulares, y
con las condiciones históricas ambientales.
¿Qué significa en términos productivos agrícolas, la presencia de sistemas de drenaje en
los campos de labranza? Sin duda reflejan el uso permanente o muy prolongado de las
mismas unidades de laboreo, y expresan el resultado de exitosas aunque efímeras,
estrategias de adaptación al medio ambiente (que incluía marcadas diferencias en la
calidad de los suelos), en el proceso de expansión y consolidación de las unidades políticas
territoriales.
81
El proceso productivo básico en esta estrategia de cultivo, cuando se trata de comunidades
locales, es realizado fundamentalmente a nivel de las unidades domésticas, sin embargo,
de acuerdo con Netting (1993:60), requiere de una organización del trabajo disciplinada y el
uso y mejoramiento permanente de recursos; es decir, es la inversión de fuerza de trabajo
en el mejoramiento del medio de producción básico—la tierra; factor que a la postre
establece derechos de uso a largo plazo y por ende la trasmisión de generación tras
generación, de esos derechos de uso.
Sobre el aspecto demográfico, principalmente en su relación con el surgimiento de la
agricultura intensiva, se lograron referentes que indican crecimiento constante de la
población, por cantidades y extensión de las áreas ocupadas y por las densidades de restos
de artefactos, desde el período Formativo 1 hasta el período Reciente, más de 1.500 años
después. En términos generales, las tablas y mapas sobre variación de los asentamientos a
través del tiempo en los tres períodos fundamentales (Formativo, Clásico Regional y
Reciente) indican un índice de crecimiento aritmético. Hubo pues, crecimiento constante de
la población, que necesariamente implicó la paulatina colonización de nuevas áreas, por el
aumento en número de las unidades familiares y de los segmentos sociales; con el paso del
tiempo, esto resultó en menos tierras susceptibles de ocupación, ante lo cual, las unidades
familiares de La Marquesa-San Lorenzo se vieron precisadas a optimizar el espacio y a
definir estrategias que les permitiera suplir sus necesidades básicas de subsistencia.
El segundo factor fundamental que se ha dicho induce al uso intensivo de los suelos, es el
de los limitantes medio-ambientales, ya sean los cambios climáticos bruscos prolongados o
la calidad de los suelos, que exigen innovaciones tecnológicas y mayor inversión de fuerza
82
de trabajo, como pueden ser las adecuaciones de los campos de laboreo, con la intención
de producir lo indispensable y minimizar riesgos a futuro para las unidades familiares y las
comunidades.
En tercer lugar está la inquietud sobre la incidencia determinante de la jerarquización social
y de la obtención de beneficios económicos por parte de sectores no vinculados
directamente con la producción.
Todo parece indicar que en la zona no se desarrollaron sociedades altamente centralizadas
y jerarquizadas hasta el inicio del período Reciente (Drennan 1995, 2000), por lo que las
aseveraciones de Gilman (1991), en el sentido de que la agricultura intensiva implica la
producción de excedentes cuyo destino es el financiamiento de las élites y de los grupos
que a ella sirven, solo serían posibles transcurrido ya el período Clásico Regional. Lo que se
puede observar, hasta el momento, es que entre otras cosas, dada la baja calidad de los
suelos para la producción de alimentos, agravado por los inconvenientes de las altas
precipitaciones; presencia, durante el período Clásico Regional de numerosa población, y
ante la imposibilidad de emigrar en busca de mejores tierras en las áreas vecinas y por
constreñimiento social, la población del período Reciente debió optimizar el espacio,
reubicar las viviendas para, mediante la construcción de sistemas de canales para drenar
los campos, incrementar los ciclos productivos de los suelos.
De acuerdo con la información estratigráfica de los cortes efectuados, y por la distribución
de las concentraciones de restos de artefactos en las áreas de los sitios de ocupación, la
agricultura intensiva se inició ya avanzado el período Reciente. Los campos con evidencia
83
de uso intensivo, en este caso, no reflejan necesariamente producción de excedentes por
extracción de renta por parte de las élites, dado que no es frecuente encontrar evidencia de
uso intensivo de los suelos en la magnitud de La Marquesa-San Lorenzo en otros sectores
de la región. Con seguridad hubo extracción de renta eventualmente, a finales del período
Reciente según se desprende de la lectura crítica de Los Andakí (Friede 1967).
¿Qué informan los patrones de asentamiento? Como se señaló en otra oportunidad
(Sánchez 2000), ante todo, los patrones sugieren que la utilización de los suelos en
actividades agrícolas se inició en las tierras con las mejores aptitudes para este fin (unidad
agrológica Mh V2.1.d). Seguramente, durante el aproximadamente un milenio que duró el
período Formativo, se practicó un tipo de agricultura de tala y quema, pero con uso
prolongado de las unidades de laboreo, hasta que se agotara la fertilidad natural de sus
suelos, y luego se dejaba en barbecho durante un tiempo prolongado; es decir, una
agricultura extensiva, con todas las características de la horticultura o policultivo, aunque en
períodos de altas precipitaciones debieron realizar drenajes efímeros a los campos.
Las comunidades del período Formativo 3 (300 a.C. al 1 d.C.) parece que correspondieron
a estructuras que estaban trascendiendo el nivel de la comunidad autónoma local, basadas
en relaciones definidas por el parentesco para formar segmentos que precisan derechos
sobre pequeños territorios (ver Sahlins 1985; Service 1975; Meillassoux 1982; Netting 1993
entre otros); esto lo sugiere la presencia de los primeros montículos funerarios (Duque y
Cubillos 1988). En estas sociedades, por sus tamaños reducidos, la posibilidad de
centralización de la toma de decisiones a nivel supralocal es escasa, puesto que el pequeño
número de partes interactuantes carece de los medios suficientes para el sostenimiento de
84
ese centro. Avanzado el tiempo, durante el período Clásico Regional, debido al crecimiento
constante de la población, se gesta un marcado proceso de cambio hacia la jerarquización
de grupos de parentesco que trascienden el ámbito de la sociedad tribal. Estos segmentos
sociales (pudieron ser linajes), como entidades de descendencia genealógica y residencia,
ejercen derechos de propiedad sobre un territorio y explotan los recursos para suplir los
requerimientos internos y seguramente las demandas que como grupos corporativos
generan (festines, intercambios en las alianzas, fidelidades, etc.); además, es posible que el
ejercicio del poder político se lo abrogaran unos pocos individuos, los descendientes
directos más próximos a los ancestros fundadores de los segmentos sociales; sin embargo,
la autoridad de estos individuos no estaría respaldada por una fuente de financiación
suficientemente sólida ni su autoridad sobre la comunidad, rígida e incuestionable.
Durante el Clásico Regional la población en La Marquesa-San Lorenzo era numerosa, tanto
que es común encontrar varias viviendas sobre cada cima de las colinas, pero aún así las
unidades familiares disponían de suficiente tierra para la producción de sus requerimientos
nutricionales (por supuesto, se contempla un período de 900 años en el que muchas
viviendas no fueron contemporáneas). Si había varias viviendas sobre cada cima de las
colinas, no resultaba posible la construcción de tan elevado número de canales. La
agricultura intensiva por lo tanto, sólo se implementó a comienzos del período Reciente,
cuando disminuyó la población local, cambió el régimen de lluvias y hubo necesidad de
reubicar las viviendas de tal forma, que los sistemas de drenaje construidos no se
interrumpieran y fueran funcionales, evacuando el exceso de agua de todo el terreno.
En La Marquesa-San Lorenzo y sus alrededores, se observa presencia de delimitación
85
territorial basada en la adscripción en el parentesco y de constreñimiento social producto del
mismo factor ideológico, afectado además por condiciones ambientales adversas. Por lo
tanto, la producción agrícola es inherente a las características de la estructura social; una
estructura compuesta por grupos de descendencia jerarquizados que desde muy
temprano, en el desarrollo cultural, implicó acceso diferencial a la tierra, o desigualdad
determinada por la posición genealógica de los segmentos sociales que se formaron al
ampliarse la descendencia, en relación con un antepasado común.
En Isnos, el uso intensivo de los suelos no se lo puede circunscribir a los estrechos ámbitos
explicativos monocausales por efecto de la presión demográfica; al tecnológico por presión
económica y política de la elites, o a la necesidad de minimización de riesgos a futuro; fue
una estrategia tecnológica implementada para lograr la autosubsistencia de la comunidad
(en los términos de Meillaussoux 1982:60), inducida por la pobre aptitud agrícola de los
suelos, la elevada –aunque no exagerada- población y sobre todo, por el constreñimiento
social auspiciado por el parentesco. Las unidades domésticas y las comunidades se
decidieron por estrategias que, aunque costosas en inversión de fuerza de trabajo inicial,
minimizaban el esfuerzo indispensable para lograr copar las necesidades nutricionales y
para disminuir la tensión del conflicto con los segmentos análogos en la unidad política
regional.
86
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1 Se advierte que la única diferencia entre las dos propuestas cronológicas se refiere al período Formativo; Drennan descarta la fecha del siglo XI (Montículo 1 del Alto de Piedras) obtenida por Duque y Cubillos (1993) y le otorga al período Formativo una duración de 1.000 años, subdividiéndolo en 1, 2 y 3 (Duque y Cubillos [1988 1993], los habían dividido en Inferior y Superior). Sin embargo, para Drennan las diferencias temporales y subdivisiones tienen connotaciones formales y funcionales, porque los tipos cerámicos solamente se inscriben en un período y relacionan lapsos de tiempo de mayor producción y uso (Drennan et al., 1993; Jaramillo, 1996:136). En este estudio, usamos la periodización definida por Drennan. Con el término Formativo nos referimos al período en que es posible percibir integración sociopolítica a nivel de comunidades locales con una economía basada en la producción agrícola. La subdivisión del período obedece en Isnos, además de los señalado por Drennan, a la necesidad de mostrar cómo se complejizan estos dos aspectos de la sociedad (lo político y lo económico). 2 Don Antonio es oriundo del Vaupés; durante varios años colaboró con Gerardo Reichel-Dolmatoff en su trabajo etnográfico y lingüístico.