Agua, FortificacionesY Poblamiento

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 AGUA FORTIFICACIONES Y POBLAMIENTO: EL APORTE DE LA ARQUEOLOGIA A LOS ESTUDIOS SOBRE EL SURESTE PENINSULAR Patrice Cressier Quizá en vez de «agua fortificación y poblamiento» hubiera sido mejor atribuir a esta breve intervención el título de «agua fortificación y territo- rio», pues son éstos los tres parámetros que, toda vez que se consideren conjuntamente permitirán a nuestro juicio mejorar de forma significativa nuestra comprensión del poblamiento rural andalusí; es decir entrar de lleno en la vida de estas comunidades de campesinos cuyo peso en la evolución histórica de al-Andalus nos parece, muy a pesar de algunas teorías contrarias cada vez más esencial. La razón que nos hace asociar ex brupto castillo territorio e hidráulica es más bien sencilla en una sociedad como la andalus í que no s iguió una organización feudal  la fortificación obedece por fuerza a otras necesidades mucho más ligadas a las poblaciones rurales mismas en cuyo territorio se asienta; los caracteres y límites de estos territorios son a su vez la expresión del equilibrio entre estos grupos campesinos y el poder estatal califal o regional); por ltimo, en un entorno mediterráneo donde el dominio del agua es vital para el desarrollo económico y la supervivencia misma estos grupos sociales no podían sino elaborar, en este marco espacial propio, sistemas hidráulicos eficaces. 1. Chalmeta, 1973; Guichard, 1980; Barceló, 1985; Bazzana, Cressier, Guichard, 1988 ; Acién Almansa 1989. 4 0 3

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Descripción de los distintos ámbitos favorables para asentamientos humanos en el sur durante la edad media

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  • AGUA, FORTIFICACIONES Y POBLAMIENTO:EL APORTE DE LA ARQUEOLOGIA A LOS ESTUDIOS

    SOBRE EL SURESTE PENINSULAR

    Patrice Cressier

    Quiz, en vez de agua, fortificacin y poblamiento, hubiera sido mejoratribuir a esta breve intervencin el ttulo de agua, fortificacin y territo-rio, pues son stos los tres parmetros que, toda vez que se considerenconjuntamente, permitirn, a nuestro juicio, mejorar de forma significativanuestra comprensin del poblamiento rural andalus; es decir entrar delleno en la vida de estas comunidades de campesinos cuyo peso en laevolucin histrica de al-Andalus nos parece, muy a pesar de algunasteoras contrarias, cada vez ms esencial.

    La razn que nos hace asociar ex abrupto castillo, territorio e hidrulicaes ms bien sencilla: en una sociedad como la andalus que no sigui unaorganizacin feudal l , la fortificacin obedece por fuerza a otras necesidadesmucho ms ligadas a las poblaciones rurales mismas, en cuyo territorio seasienta; los caracteres y lmites de estos territorios son, a su vez, la expresindel equilibrio entre estos grupos campesinos y el poder estatal (califal oregional); por ltimo, en un entorno mediterrneo donde el dominio delagua es vital para el desarrollo econmico y la supervivencia misma, estosgrupos sociales no podan sino elaborar, en este marco espacial propio,sistemas hidrulicos eficaces.

    1. Chalmeta, 1973; Guichard, 1980; Barcel, 1985; Bazzana, Cressier, Guichard, 1988; AcinAlmansa, 1989.

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    Pensbamos, al empezar este trabajo, presentar un balance de la inves-tigacin realizada hasta hoy en Andalucia bajo este triple criterio. Sinembargo, son todavia tan escasos en n mero los proyectos desarrolladossegn esta problemtica y en esta regin que hubiera sido aventuradotratar de sintetizar ya el conjunto de los resultados obtenidos, muchos deellos, por otra parte, inditos.

    Slo tres equipos han intervenido de tal manera, adems exclusivamenteen la parte oriental de Andalucia; son, por orden cronolgico de interven-cin: el de la Casa de Velzquez, con M. Bertrand y P. Cressier 2, el delDepartamento de Historia Medieval de la Universidad de Granada, dirigidopor A. Malpica Cuello 3 y el de la Universidad Autnoma de Barcelonaanimado por M. Barce16 4, respectivamente en la Hoya de Guadix, lasAlpujarras y las sierras almerienses, la Costa de Granada y la provincia deJan. No ha de extrariar, pues, que miembros de estos tres equipos hayanaunado esfuerzos por lo menos en un proyecto comn, el del estudio delvalle de los Gujares (Granada), slo parcialmente publicado 5. Evidente-mente, los primeros se beneficiaron de la experiencia adquirida arios antesen el Levante por P. Guichard y A. Bazzana, mientras M. Barcel y suscolaboradores habian obtenido ya resultados valiosos en Cataluria y sobretodo en Baleares.

    Con una aproximacin distinta en cuanto a tipos de asentamientos(esta vez urbanos) y fases cronolgicas (limitadas al Emirato y el Califato),pero manteniendo la atencin en problemas semejantes, no se pueden obviarlos trabajos coordinados por M. Acin Almansa y llevados a cabo enAlmeria (Pechina) y Mlaga (Archidona) principalmente; este historiadorpresent, adems, recientemente un impactante anlisis sobre desarrollo ysignificacin del fenmeno del lyisn en Andalucia6.

    Ms que presentar un ensayo de sintesis sobre investigaciones todaviaen curso, nos ha parecido preferible proponer algunas observaciones sobrelos lazos que unen fortificacin, territorio y dominio del agua en pocamedieval, y la riqueza de la informacin que se puede obtener en un estudiosimultneo para la historia de Andalucia oriental. Despus de ver la nece-sidad de establecer tipologias previas a todo anlisis, comentaremos suce-

    2. Ver por ejemplo, Bertrand, 1987a y 1987b; Cressier, 1984, 1986, 1987, etc.3. Malpica Cuello, 1984, 1986, etc.4. Barcel, Kirchner, Mart, Torres, 1989.5. Malpica Cuello, Barcel, Cressier, Rossell-Bordoy, 1986; Cressier, Malpica Cuello, Rossell-

    Bordoy, 1987; Barcel et al., 1988; Bertrand, Cressier, Malpica Cuello, Rossell-Bordoy, 1990;Cressier, Riera Frau, Rossell-Bordoy, en prensa. Otro proyecto de investigacin comn Casade Velzquez-Universidad de Granada slo se ha dado a conocer por una corta nota: Cressier,Bertrand, Carbonero Gamund, Daz, Malpica Cuello, Quesada Quesada, 1989.

    6. Acin Almansa, 1989; sobre Pechina: Castillo Galdeano, Martnez Madrid, Acin Alman-sa, 1987; Castillo Galdeano, Martnez Madrid, 1990; sobre Archidona: Acin Almansa, enprensa.

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    sivamente el vinculo entre castillo y divisin territorial, los problemas dela definicin del trmino de la alqueria, y el equilibrio funcional adquiridopor el territorio castral, para acabar con el lazo que liga los tres fenmenosaludidos.

    UNAS TIPOLOGIAS FUNCIONALES IMPRESCINDIBLES

    La necesidad de recurrir a los mtodos de la arqueologia extensiva,nica apta a poner de relieve los fenmenos de ordenacin del espaciorural y la variedad regional y cronolgica de stos, supone que estemoscapacitados para interpretar los datos de campo recogidos, a pesar de sudisparidad. Utiles de trabajo imprescindibles sern, pues, tipologas deta-lladas para cada uno de los distintos parmetros significativos y particu-larmente para las fortalezas y los sistemas hidrulicos.

    En efecto, en cuanto a las primeras, y dentro de la problemtica queaqui nos ocupa, la asimilacin de uno u otro tipo de fortificacin, facilitadapor la ausencia frecuente de tipificacin morfolgica de cada uno, podriallevar a verdaderos contrasentidos. A este respecto en todas las etapas deidentificacin har falta una confrontacin dialctica entre las fuentes his-tricas disponibles y la totalidad de los datos arqueolgicos.

    Convendr siempre mantener una gran prudencia en las atribucionesfuncionales, lo que no caracteriza gran parte de la produccin cientificadedicada al tema de los castillos hasta estos ltimos aos, momento queha visto desaparecer progresivamente aunque no totalmente las definicionesa priori 7 . Convendr tambin resaltar dos puntos importantes. Primero,la funcin de una fortaleza se deduce a menudo mucho ms del conjuntode la red fortificada regional y de las relaciones espaciales con otros tiposde asentamiento, que de la sola estructura arquitectnica; segundo, la plu-rifuncionalidad es frecuente, bien en la misma poca, bien en fases sucesivasde adaptacin.

    Por otra parte, una observacin atenta de las fortificaciones llamadasmenores aportar, en la mayoria de los casos, una informacin comple-mentaria tanto sobre el problema mismo de lmites de territorios (atalayas)como sobre la jerarquizacin de los asentamientos dentro de stos (torresde alquerias) o, por ltimo, sobre la relacin de fuerza, o la naturaleza delequilibrio establecido, entre el poder del estado y la lgica tendencia porparte de las poblaciones campesinas a prescindir de l (fortines, acuartela-mientos, graneros fortificados, etc.).

    He aqu este primer ensayo tipolgico que slo en parte se puede su-perponer a una tipologia basada sobre el vocabulario de las fuentes textuales,

    7. As Snchez Sedano, 1988, que sigue utilizando esquemas obsoletos.

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    dado que cada uno de los trminos usados en ellas se puede atribuir avarios tipos aqu enumerados (ya se ha hecho hincapi muy a menudo enesta gran imprecisin del vocabulario de los textos8):

    A. Castillos y fortificaciones menores en cuya construccin intervienenen gran medida las comunidades locales o slo ellas.1. Castillos de poblamiento (= Iti.sn?).2. Recinto refugio sencillo (albacar).3. Granero fortificado.4. Zoco.5. Torre de alquera.6. Torre de vega.7. Atalaya de apoyo a fortaleza.

    B. Castillos y fortificaciones menores en cuya construccin intervieneante todo un poder exterior a estas comunidades.1. Alcazaba urbana.2. Fortn de control.

    a) De itinerario.b) De territorio.

    3. Gran fortaleza acuartelamiento.4. Torre residencial.5. Torre atalaya incluida en lneas organizadas.

    C. Otros1. Ribal.2. Muniya.

    Esta tipologa funcional, que slo se puede elaborar a medida queprogresa la investigacin regional, toma en consideracin los datos pro-piamente arquitectnicos; sin embargo, excepto en algunos casos de recintosurbanos que no nos ocupan aqu, y, al contrario de lo que ocurre para lasfortificaciones cristianas 9 , estos caracteres arquitectnicos no son suficien-temente variados como para permitir una clasificacin aprovechable. Estono deja de recordar las orientaciones de las ltimas investigaciones sobrecermica medieval andalusi que privilegian tambin lo funcional sobre lomorfolgico 10.

    8. Ver Dallire Benelhadj, 1983; Bazzana, Cressier, Guichard, 1988; Acin Almansa, 1989; etc.Segn el caso, bur5) se puede considerar del tipo A5, A6, 85, pero tambin A ; qaka BI, B3;hisn Al, BI, etc.; 0.57. Al, C2, etc.

    9. L. de Mora Figueroa es el investigador que ms ha renovado, recientemente, la aproximacinarquitectnica a la fortificacin medieval cristiana: Mora Figueroa, 1986.

    10. Rosell-Bordoy, 1991.

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    Evidentemente, seria absurdo pensar que no existe una infinidad deelementos de transicin entre cada uno de estos tipos, incluso entre lasclases A y B: conocemos un ejemplo de intervencin estatal en la edificacinde torres de alqueria por parte del sultn nazari Muhammad V en la Ve-ga de Granada l 1 ; estas torres tienen a su vez dentro de sus varias fun-ciones la de conservar y proteger granos y cosechas almacenados en tina-jas y silos; en cuanto a la transicin continua entre hisn y asenta-mientos urbanos, sta ha ido ya ampliamente comentada estos ltimosaos 12.

    No aparecen en esta tipologia previa dos tipos de fortificaciones fre-cuentemente mencionados como tales en la literatura, los castillos roque-ros y las plazas fuertes de frontera. Esto se debe a que los primerosresponden a un tipo de ubicacin tan general que poco tienen que en-searnos en cuanto a su peculiaridad funcional; mientras que, por lo queconocemos ahora de la frontera, ora se edifican alli ex profeso castillosque se pueden considerar como acuartelamientos o fortines de control(caso menos frecuente), ora (casi siempre) se utilizan fortalezas pre-existentesligadas al poblamiento, con eventuales refuerzos de sus defensas.

    El otro dominio donde el establecimiento de tipologias se hace impres-cindible es el de los sistemas hidrulicos, sea para uniformizar el vocabulariodescriptivo empleado, o, por medio de anlisis de detalle, para poner enevidencia tanto los esquemas utilizados zona por zona como las pautas deevolucin posible dentro de un mismo sistema (generalmente por superpo-sicin o al englobar ste dentro de un conjunto mayor). ,Qu tipo desistema hidrulico, para qu tipo de territorio? Es una cuestin dondeintervienen por igual tanto las condiciones naturales como las tradicionesculturales de las poblaciones afectadas. Elaborar una geografia de los sis-temas hidrulicos puede ayudar a definir una geografia cultural, a pesarde que, evidentemente, nunca se deber llegar (ni siquiera como simplemodelo) a relacionar sistemticamente un grupo de poblacin con un tipode hidrulica, como se ha podido hacer en algunas ocasiones".

    Prcticamente, pensamos que se puede definir un sistema ante todopor el modo de captacin del acuifero; dentro de cada clase asi definidalas dems estructuras hidrulicas permitirn establecer numerosas variantescuyo grado de sofisticacin tcnica podr ser muy desigual pero que, entodo caso, se acercarn a la eficacia mxima en funcin de las condicionesnaturales.

    Distinguiremos pues 14:

    11. Torres Balbs, 1953.12. Azuar Ruiz, 1983; Bazzana, Cressier, Guichard, 1988, etc.13. Pirenne, 1977, a propsito de las similitudes entre estructuras hidrulicas de Baleares y de

    Yemen.14. Esta tipologa est detallada en Cressier, 1989.

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    A. Captacin1. Aguas superficiales.

    a) Fuente, manantial, resurgencia.b) Derivacin sobre ro perenne.

    Toma, presa, azud. Id. con noria de corriente.

    2. Aguas subterrneas.a) Pozo.

    Sin maquinaria de elevacin del agua. Con maquinaria.

    Noria de sangre. Cigiieal.

    b) Galera de drenaje del acuifero. Galera sencilla: mina. Trinchera de drenaje cubierta en lecho de ro: cimbra,

    tajea. Galera de drenaje compleja: qant.

    B. Conduccin.1. Acequia.2. Puente-acueducto.

    C. Almacenaje.1. Alberca.2. Agelman.3. Aljibe.

    D. Estructuras anejas.1. De proteccin del parcelario.2. Industrial: molino.

    No entraremos aqu en los aspectos complementarios de tcnica cons-tructiva de estos diferentes tipos de estructuras hidrulicas a pesar de loprovechoso de sus aportaciones, ya que conciernen a otro campo de lainvestigacin.

    A pesar de algunas reticencias enunciadas por ciertos investigadores15es justamente el anlisis de la verdadera composicin realizada a partir de

    15. Barcel, 1989.

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    de los distintos elementos enumerados aqu y resultante de un equilibrioentre condiciones naturales, conocimientos tecnolgicos y tradiciones cul-turales de las poblaciones campesinas, el que nos permitir realmente tantoprofundizar en el conocimiento de la economa de estas comunidades comoevitar el caer en la tentacin de generalizar a ultranza los mismos esquemasde un punto a otro de la geografa peninsular.

    CASTILLO Y DIVISION POLITICO-ADMINISTRATIVA DELTERRITORIO

    Hemos abordado este tema con suficiente frecuencia para no volver endetalle sobre esta fase inicial de nuestra investigacin, desarrollada antetodo en las Alpujarras 16 ; pero s recordaremos que los resultados han sidoobtenidos a partir de una confrontacin estrecha entre el inventario defortificaciones, realizado segn un enfoque de arqueologa extensiva, y losdatos toponmicos particularmente ricos para esta regin aportados pora1-cUdrI 17 , completados stos por otras fuentes disponibles entre las quedestaca al-Muqtabis de Ibn Hayyn.

    De esta confrontacin result que, a finales del siglo X, el espacioconcernido estaba rgidamente estructurado en divisiones territoriales(Puz=s), con un castillo en el centro de cada una, seg n una red muydensa (de unos 6 a 10 km. de lado) (Fig. 1).

    La morfologa muy sencilla de la mayora de estos castillos (meseta open parcialmente amurallado con bastin rectangular y aljibe), su loca-lizacin militarmente dbil respecto a las alqueras que le rodeaban, su nomencin como fortalezas sino como territorios obliga a interpretarlos msbien como la expresin de las necesidades de defensa de las poblacionescampesinas locales, y en todo caso no como sucesivas lneas fronterizas 18,ni como red de control militar.

    Dentro de estas fortificaciones algunas ofrecen sin embargo una relati-vamente compleja organizacin arquitectnica y se mencionan sistemti-camente a lo largo del siglo X por sus fases de rebelin contra el podercentral o por el nombramiento por ste de alcaides (Andarash, BarSia,Jubilish, Marshna). Estas caractersticas nos han llevado a escribir queestos grandes castillos eran el lugar privilegiado donde se jugaba el equilibriode fuerza entre poder estatal y poder de las poblaciones rurales. Reciente-mente, M. Acin, propuso ver en ellas los ummaht al-husim en manosde arigth herederos de la aristocracia hispano-goda, pero tambin de linajes16. Cressier, 1984; Bazzana, Cressier, Guichard, 1988.17. Snchez Martinez, 1975-76.18. Segn la interpretacin de Torres Delgado, 1974.

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    rabes y bereberes aristocratizados, asimilados unos y otros por pactosconocidos y por una actitud depredadora contra los Imrin-refugios ascomo contra los medios urbanos islamizados19.

    En todo caso, cuando en la poca nazar se establece una reestructura-cin poltico-administrativa tomando por base la taca, divisin de mayortamario que el Sniz y que agrupa a veces varios de stos, son los nicoscastillos que siguen teniendo un papel mientras que los dems ya handesaparecido 20 . Sern desmantelados definitivamente en 1500, despus deuna corta ocupacin cristiana.

    Es importante subrayar que en otras zonas de Andaluca oriental dondelos textos no ofrecen tanto detalle respecto a la divisin territorial, laprospeccin arqueolgica pone en evidencia una igual distribucin de for-tificaciones ligadas al poblamiento y una similar estructuracin del espacioen territorios castrales. Se trata pues de un fenmeno muy general en elSureste andalus que, sin embargo, puede sufrir alteraciones locales detipo variado, por ejemplo en zonas de colonizacin muy tarda (post-almohade incluso) o en las periferias de las ciudades21.

    LA DIFICIL RECONSTRUCCION DEL TERRITORIO DE LAALQUERIA

    Uno de los problemas que, a nuestro parecer, nunca se ha beneficiadode atencin suficiente es el de la definicin del territorio propio de cadatipo de ncleo de hbitat rura1 22 . La existencia de un verdadero trminodependiente de una alquera o su disolucin en una entidad territorialmayor, tiene consecuencias directas no solamente sobre el modo de apro-vechamiento de los recursos naturales y de ordenacin del espacio, sinotambin sobre la estructura general del poblamiento y los lazos mantenidosentre las distintas comunidades.

    En el caso ms frecuente de alqueras todava pobladas cuando se pro-duce la conquista cristiana, no suele haber aparentemente dificultad parareconstruir sus respectivos territorios que por lo general corresponden, sino ha habido algn abandono posterior, a los lmites del municipio mo-derno. As nos lo confirmaran los amojonamientos ligados a los Apeosde la repoblacin 23 . En caso de abandono anterior a la Reconquista, esta

    19. Acin Almansa, 1989, p. 146.20. Cressier, 1984, pp. 139-140.21. Ver ejemplos de colonizacin de poca nazar en ciertas zonas de la Sierra de los Filabres

    (Almera): Cressier, 1987; Cressier, Delaigue, en prensa.22. Ver sin embargo Bazzana, Cressier, Guichard, 1988, pp. 258-282.23. Por ejemplo Ponce Molina, 1983 o Martinez Lpez, De la Fuente Arias, Granados Romero,

    1983.

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    reconstruccin es tericamente posible, si la red de alqueras est biendefinida; en la prctica puede ser ms problemtica, ya que no siempre sepuede recurrir a la coherencia geogrfica como en el caso de los territorioscastrales.

    De hecho, en muchas ocasiones el proceso repoblador reparte conjuntosde parcelas de regado y de secano por lotes, llegando as a formar lo quepasar a ser territorio de la alquera cristiana 24; esta complementariedadde distintos paisajes naturales as reunidos no deja de ser intelectualmenteevocadora, pero, como lo mostraremos, no podemos asegurar en absolutoque este esquema no responda en ocasiones ms bien a una nueva menta-lidad, a una nueva concepcin de la ordenacin del espacio.

    Volviendo a la reconstruccin terica, sta parece efectivamente co-rresponder a una cierta realidad de la estructura del poblamiento en algunostipos de situaciones concretas:

    En zona de secano, cuando los territorios agrcolas presentan entres solucin de continuidad (Fig. 2);

    En zonas de regado muy puntual que favorece un cierto alejamientode los distintos asentamientos;

    En ciertos casos de redes de regado de tamao medio 25 donde sepueda establecer una relacin unvoca bien entre la alquera y un sistemade captacin, bien entre aqulla y una de las acequias de un sistema; enefecto, tanto en la Vega de Granada como en Baleares, estudios recienteshan mostrado que la estructura misma de la red puede informar sobre eltrmino de cada alquera asociada 26 (Fig. 3); sin embargo, el mtodo, quevale para la parte regada del territorio as definido, pierde su eficacia,como ha sido demostrado en este ltimo ejemplo, para el secano o lastierras baldas.

    De todas formas, existen situaciones, numerosas pero no mayoritarias,en las que el territorio de la alquera ni es reconstruible ni nunca existicomo tal. Eso ocurre, en particular, en las zonas regadas por un sistemano diferenciado donde a cada una de las qura concernidas (que suelenestar muy cercanas) no se le puede atribuir un elemento coherente de lared hidrulica. Ejemplos concretos y probados de este tipo de organizacinse encuentran en varias zonas de las sierras de Andaluca oriental, en lasAlpujarras entre otras. Dalas (Almera) es muy significativo a este respecto.Hemos mostrado en ocasiones anteriores, gracias a la confrontacin delas fuentes escritas musulmanas con los datos de la prospeccin arqueolfficay gracias, por supuesto, al libro de Apeo 27 , que los lmites del municipio

    24. Bazzana, Cressier, Guichard, 1988, p. 289.25. Por ejemplo en el caso de meso-sistemas tal como les definen Butzer et aL, 1988-89.26. Cressier, indito; Kirchner, indito.27. Cressier, 1986; el libro de Apeos de Dalas ha sido excelentemente publicado: Ponce Molina,

    1983.

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    actual 28 son directamente heredados de los medievales y que son los del

    conjunto de las siete alqueras que constituan la Dilya islmica enesta ltima fase)29.

    Estas mismas se agrupaban en una vega, regada por slo dos acequias,alrededor de un hisn que ya no era funcional en poca nazar pero cuyapresencia estructuraba el espacio desde el final del siglo IX y posiblementedesde el siglo VIII (Fig. 4). Este conjunto formaba el n cleo vital delterritorio en torno al que se extenda un espacio mucho ms amplio 30, sinalqueria 31 , explotado econmicamente de forma diferente (ganadera, mi-nera, bosques). Esta explotacin no era propia, al parecer, de un solopueblo sino que era comn a todos ellos, en particular la del Campo deDalas, basada sobre trashumancia local.

    Una variante de esta situacin, frecuente en la alta Alpujarra 32 , se dacuando un grupo de ncleos de hbitat a veces demasiado rpidamenteasimilados a qura no son en realidad ms que barrios (1. ara) de un mismoconjunto.

    Por ltimo, conviene insistir en que nicamente realizando detalladosestudios de casos podremos llegar a matices tipolgicos y cronolgicos: enSens (Almera) el conjunto central de cuatro o cinco alqueras documen-tadas arqueolgicamente a partir del siglo X y cuyos topnimos originalesignoramos, no parecen presentar territorios individualizados; sin embargos los tienen los asentamientos del bajo valle cuya implantacin es muchoms tarda 33 (Fig. 5).

    Todo parece llevarnos a proponer, pues, como primera hiptesis quecuando existe un Izisn (entendido como castillo de poblamiento) ste es elque estructura el espacio y, parcial o totalmente, se funden entonces en suterritorio los de las alqueras, que incluso pueden llegar en casos extremosa perder toda entidad. En cambio, cuando falta el castillo (y es as enBaleares o ciertas partes de Almera) o bien en zonas peri-urbanas dondees la ciudad la que impone su impronta (Vega de Granada, etc.), el territoriode la alquera adquiere una existencia ms tangible.

    Cuando la qariya es realmente la base de la organizacin territorial su tr-mino puede, a su vez, enmarcar unidades de poblamiento de rango inferior,as en la Vega de Granada las cortijadas (makdir)34 y las muniya-s35,mientras pueden coexistir, en un nivel de dependencia mal esclarecido

    28. Al que se debe aadir el territorio de El Ejido, recientemente separado.29. Cressier, 1986.30. En una relacin de superficie de ms de 10 a I.31. En el que no se puede excluir la existencia de un hbitat intersticial, de tipo cortijo.32. Gmez Moreno, 1951; Cressier, 1983 y 1984.33. Cressier, Delaigue, en prensa.34. Hernndez Benito, 1990.35. Allouche, 1957.

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    todava, con otros tipos de asentamiento como es el ralya136; pero esto noslleva a otro tipo de problemtica.

    FUERTE ESTRUCTURACION DEL TERRITORIO CASTRAL

    Aunque parezca un tpico, conviene recordar que la reconstruccindel territorio castral implica ante todo la realizacin previa de un inventarioregional de las estructuras fortificadas y la elaboracin de una cartografade la red as constituida; evidentemente es la localizacin misma de lasfortalezas vecinas la que impondr los lmites buscados. Pero tambin senecesita haber establecido una primera tipologa de las fortificacionesen presencia y de sus funciones. En efecto, aunque mucho ms escasosen las zonas aqu estudiadas existen, como ya hemos visto, otro tipo decastillos no directamente ligados al poblamiento y que no tienen territoriospropios.

    Por supuestos, los lmites del territorio terico as definidos no se puedenmantener tal cual sino que se deben corregir a partir de observacionesgeogrficas elementales. No se pueden admitir modelos que prescindan delas imposiciones orogrficas e hidrogrficas, tal como se presentan a vecesen publicaciones sorprendentemente consideradas ejemplares en cuanto ala metodologa y que en absoluto toman en cuenta las necesidades realesde las comunidades campesinas afectadas37.

    Las caractersticas de distribucin de las distintas alqueras ayudantambin en esta labor, pues suelen agruparse ms o menos sistemticamentealrededor de la fortaleza de la que dependen (y que a su vez depende deellas), definiendo as una red interna de poblamiento del territorio castral.

    En Andaluca oriental, montariosa en su mayor parte, la reconstruccinde la organizacin medieval del espacio rural est facilitada en gran medidapor la rigidez de las condiciones del relieve y el fraccionamiento en nume-rosos valles entre otras; mientras tanto la tardanza de la Reconquista per-mite disponer de jalones textuales apreciables para una aproximacin re-gresiva a la realidad espacial en poca islmica (Habices, Apeos, Reparti-mientos). Esto hace que en un primer momento los lmites de grupos demunicipios modernos (si no actuales) son en muchos casos los heredadosde la estructura anterior. Por supuesto esta peculiaridad no es necesaria-mente generalizable.

    Hemos tenido oportunidad en otras ocasiones de precisar la forma quesuelen adoptar estos territorios en las sierras de Andalucla orienta1 38 . Se

    36. Guichard, 1989.37. Gilman, Thornes, 1985.38. Cressier, 1984; Cressier, 1988.

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    trata generalmente de altos valles de pequerios ros de montaria, de tramosde valles de ros de mayor importancia, de porciones de sierras costeras;son, pues, siempre entidades naturales. Las dimensiones son muy variablesy van de unos 70 km2 a casi 400 km2

    en las zonas estudiadas.Estas observaciones no dejaran de ser poco productivas si no se acom-

    pariasen de otra sobre la estructura interna de los espacios as dibujados:cada vez que las condiciones naturales permiten una agricultura de regado,el territorio se organiza no solamente alrededor del castillo sino, adems,alrededor de un centro agrcola irrigado donde se distribuyen tambin lasalqueras, bien integradas en el entramado de los pagos que lo constituyen,bien rodendolo.

    Aparecen as dos niveles de territorios: los n cleos vivos que son lasvegas o huertas de regado y el espacio en el que se enmarcan donde,como ya hemos dicho, puede existir un poblamiento intersticial y dondelas actividades econmicas practicadas son complementarias de las de lazona central (agricultura de secano, ganadera, minera, explotaciri de lavegetacin espontnea bosque, plantas medicinales, salinas en zonacostera, etc.). Aparece tambin el primer indicio de un lazo extremadamentefuerte ligando agua, territorio y castillo.

    En otras ocasiones llamamos territorio elemental al territorio castralpor definirse tambin como el ms pequerio de los espacios que agrupanel conjunto de las funciones necesarias a las comunidades de campesinos:defensa y proteccin (castillo), religin (una o varias mezquitas mayores),agricultura (sistema de captacin y red de distribucin del agua cuandolas condiciones naturales lo permiten); a este respecto tiene un grado decoherencia muy superior al trmino de la alquera. Este territorio elementales tambin el nico en presentar una organizacin radial (de las alquerashacia la fortaleza) y concntrica (de los distintos paisajes agrcolas alrededorde la vega regada).

    Por supuesto, no se deben tampoco imaginar las comarcas rurales dela Andaluca oriental islmica como un simple mosaico resultado de layuxtaposicin de estos territorios elementales. Independientemente de lasmltiples consecuencias de la distinta evolucin histrico poltica (aparicinde fronteras locales o regionales con los reinos de taifas o ms tarde con elreino nazar, prdida progresiva de importancia por parte del castillo enlas zonas interiores) existen jerarquizaciones de los asentamientos fortifi-cados que no se pueden definir slo por la aproximacin arqueolgica. Enel siglo X, los 1.114n de la alta Alpujarra se mencionan sobre todo comoparte de una red de castillos liderados por Juviles 39 ; mucho ms tarde,Piar (hisn Binar), en la frontera septentrional de Granada, manda sobrelos husfin de Iznalloz, Montejcar y Cambil49; pero esta estructuracin,39. Ibn klayyan, 1981, p. 57-62.40. Peinado Santaella, 1989, p. 44.

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  • AGUA, FORTIFICACIONES Y POBLAMIENTO EN EL SURESTE PENINSULAR

    esta vez estrictamente poltica, pocas veces introduce cambios fundamentalesen la organizacin local del poblamiento.

    CASTILLOS, TERRITORIO Y SISTEMAS HIDRAULICOS: UNAPLANIFICACION DEL ESPACIO RURAL

    La mejor demostracin del estrecho vnculo entre la segmentariedadde la sociedad rural andalus y las caractersticas morfolgicas y concep-tuales de los sistemas de regado que aquella genera, ha sido aportado porM. Barcel en su ponencia en el reciente coloquio sobre Agua en mediorido (Almera, 1989) 41 , con una argumentacin que creemos irrefutable.No es, pues, necesario volver sobre ella.

    Con los tres niveles de relacin que acabamos de poner de manifiesto,castillo y divisin poltico-administrativa del territorio, territorio y n cleosde regado, sistemas hidrulicos y sociedad segmentaria andalus, el crculose cierra, al menos por lo que concierne a Andaluca oriental.

    Quedan por supuesto muchas preguntas todava en el aire. Una esi,Cundo? Y no nos referimos aqu a la cuestin tan manipulada del origenromano sino sencillamente a la reconstruccin de los procesos, quizprogresivos y en todo caso complejos, de colonizacin del espacio a lolargo de los ms de ocho siglos de presencia musulmana.

    Para Andaluca oriental, creemos que ya no puede haber duda: estosprocesos estn en gran parte realizados en el siglo X. En efecto, los husrinque dominan la captacin misma (baja Alpujarra) o comandan la partetil de la red (alta Alpujarra, Sierra de los Filabres, etc.) estn ya marcandola estructura territorial a principios del siglo X. En algunos casos hayindicios para pensar que el fenmeno es ms temprano todava, dado quealgunos como Dalas o Juliana se mencionan ya en el siglo VII1 42 y que elprimero por lo menos difcilmente se puede imaginar (dada su localizacin)sin la vega regada que lo circunda.

    Para ejemplos no mencionados antes del siglo X por las fuentes, comoel de Sens (Almera), la elaboracin arqueolgica muestra tambin quefortificacin, alqueras asociadas y sistema hidrulico estn ya implantados.en el siglo X sin excluir adems una creacin ms temprana (el estudio delmaterial no es exhaustivo).

    El estudio en paralelo de estos dos asentamientos de Dalas y Sensnos parece muy provechoso, pues permite asegurar que, aunque estn ensituacin geogrfica diferente, con sistemas hidrulicos distintos (captacinpor resurgencia natural y por mina), con dos tipos de localizacin del

    41. Barce16, 1989.42. Snchez Martinez, 1975-76, pp. 59-60.

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  • PATR10E CRESSIER

    castillo respecto a la red hidrulica (sobre captacin y sobre el inicio deltrayecto til), con poblaciones iniciales seguramente de origen variado, sehan seguido las mismas pautas para su instalacin: abandono de la zonade poblamiento antiguo, planificacin estricta, aguas arriba, de un territorioagricola conjuntamente con los n cleos de hbitat y la fortificacin, yvuelta a la colonizacin del bajo valle con otros esquemas en una segundafase (Figs. 4 y 5).

    Procesos idnticos se siguen realizando, por lo que parece en pocasmucho ms recientes si se admiten los resultados de la investigacin llevadaa cabo por el equipo de M. Barcel en los Gujares (Granada), donde elvnculo puesto de relieve entre el asentamiento fortificado, cuya naturalezaquedaria por precisar 43 , y el ncleo agrcola primitivo supondra una colo-nizacin tardo-almohade o protonazar del valle".

    Una cosa es segura: si debe fallar uno de estos tres elementos, ser lafortificacin, como ya se ha visto en Baleares o, en poca tarda, en laltima fase de crecimiento de la Vega de Granada (Fig. 3). En Marruecosdel Norte, casos de ordenacin del espacio igualmente planificados se danalrededor de asentamientos no fortificados, a mediados de la Edad Me-dia45.

    CONCLUSION

    El fuerte vnculo existente entre tres realidades (castillo, territorio ysistemas hidrulicos) hasta hace poco consideradas de forma autnoma,ya no se puede negar, al menos a partir del siglo X, en las sierras deAndaluca oriental.

    Lejos de ser un modelo terico sin valor para la comprensin de laestructura social de las poblaciones campesinas, nos permite por el contrarioapreciar fenmenos sobre los que las fuentes escritas son prcticamentemudas.

    Castillo y territorio castral ayudan a definir el marco en el que seestablece el difcil equilibrio de poder entre estado y administrados, mien-tras el anlisis de los sistemas hidrulicos arroja nuevas luces sobre laestructura misma del poblamiento (segmentaridad, jerarquizacin); en con-junto, castillo, territorio y redes hidrulicas, permiten reconstruir los pro-cesos planificados de colonizacin o remodelacin del espacio rural. Evi-

    43. En varios aspectos El Castillejo de los Gujares se diferencia mucho de los lyzisTin alpujarreos(Malpica Cuello, Barcel, Cressier, Rosse116-Bordoy, 1986; Bertrand, Cressier, Malpica Cuello,Rossell-Bordoy, 1990).

    44. Barcel et aL, 1988.45. Carbonero Gamundi, Cressier, Erbati, indito.

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  • AGUA, FORTIFICACIONES Y POBLAMIENTO EN EL SURESTE PENINSULAR

    dentemente, los datos son todava fragmentarios y mucho queda por hacer,pero el mtodo ha mostrado su validez.

    Basndonos en estos puntos de partida, nos parece necesario privilegiaralgunas orientaciones de investigacin:

    Multiplicar los estudios detallados de territorios elementales que alparecer son los que ms informacin ofrecen sobre la evolucin cronolgicade la organizacin del poblamiento antes y despus del fenmeno centralde colonizacin o remodelacin ya aludido;

    Intensificar la investigacin sobre sistemas hidrulicos, llevando acabo simultneamente anlisis sofisticados y mapas regionales de las tcnicasde dominio y aprovechamiento del agua;

    Profundizar en la relacin establecida entre territorio castral y te-rritorio de alquera, lo que permitir matizar los datos obtenidos a partirde otras aproxiinaciones arqueolgicas sobre la autonoma relativa de losgrupos en presencia y la naturaleza de los lazos mantenidos entre ellos;

    De forma ms general, empezar a enfocar la atencin sobre casosdivergentes y anmalos respecto a los modelos establecidos a fin de accedera otros tipos de espacios, y entre ellos, precisar el impacto de la ciudadsobre las estructuras propiamente rurales.

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  • MAR MEDITERRANE0

    MAR MEDITERRANE0

    PATRICE CRESSIER

    Figura I. Castillos y divisin territorial medieval en la Alpujarra.I. y 1.14n-s (siglos X-XI).

    Estructuras castrales: 1. Castillejo de Orgiva; 2. Castillejo de Poquera; 3. Mez-quita de Busqustar; 4. Tajo del Reyecillo de los Berchules; 5. Fuerte de Juviles;6. Cstaras (?); 7. Castillejo de Golco; 8. Piedra Fuerte de Yegen; 9. Cerro Cas-tillo (Escariantes); 10. Castillo de Juliana; 11. Castillejo de Alburiol; 12. Castillejode Olias; 13. Villa Vieja de Berja; 14. Algzar (Dalas); 15. Castillo de Paterna-Iriiza; 16. Laujar de Andarax; 17. Cerro Castillo de Beires; 18. Cnjayar; 19.Cerro Marchena; 20. Castillejo de Alboloduy; 21. Flix; (topnimos actuales).

    A. Ar9uba; B. Buqayra; C. Farrayra; D. Bur9i1; E. Shublish; F. Qsh-turish; G. Gutquh; H. Wdi Bani Umayya (?); I. Ashkarayatish; J.K. Bar9s; M. Dilya; N. Shant Afli9; O. Andarash; P. Qnshayar; Q. Mar-shna; R. ?.

    II. Tca-s (siglos XIV-XVI).A. Orgiva; B. Poqueira; C. Ferreira; D. Juviles; E. Ugjar. F. Cehel; G. Suhayl;H. Berja; I. Dalas; J. Andarax; K. Lchar; L. Alboloduy; M. Marchena; N.Almejjar.(Puntos negros: fortalezas que conservaron su funcin hasta finales del sigloXV).

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  • AGUA, FORTIFICACIONES Y POBLAMIENTO EN EL SURESTE PENINSULAR

    Figura 2. Ejemplo de alquera hoy despoblada, Jemezi (Tahal, Almera) cuyoslmites territoriales marcan el parcelario actual bajo la forma de una parcela anor-malmente amplia. Notar la balsa moderna situada sobre una captacin antigua yel cortijo, heredado del pueblo medieval. La zona es de secano.

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  • PATRICE CRESSIER

    Figura 3. Organizacin del poblamiento y redes de regadio en pocanazar al Noroeste de la Vega de Granada.

    A. Captacin (presa) dominada por una estructura castral; B. Captacin (presa)asentada sobre un lmite de territorio de alquera; C. Alquera asentada a mediocamino til de la acequia asociada. 1. BInul; 2. cAbdn (?); 3. Al-Lith; 4. Qarba-sna; 5. Dr al-S.r adida; 6. Al-Wakar; 7. Al-Shakur 'ya; 8. Al-Daymijs al-Sugr;9. Al-Dayms al-Kubr; 10. Anshula; 11. Atramula; 12. Dr al-Walay'a; 13. Al-Sujayra; 14. Al-Bukijr; 15. Ishquznar; 16. Ijisn Balillush.

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  • hiso rabita ermita

    O autre vestige

    A alquerla ou quartier primitifF fonderie0 captage des acequias

    SecanotErMI agglomobration actuelle

    rambla de Almacetechemin

    AGUA, FORTIFICACIONES Y POBLAMIENTO EN EL SURESTE PENINSULAR

    Figura 4. La Vega de Dalias (Almeria), centro de la tca de DiThya:distribucin de los vestigios y de las alquerias medievales.

    a: rbita del Cerro Jandaq; b: rbita de Dalas; c: ermita de Algzar (que rea-provecha una atalaya medieval); d: ermita de San Miguel; e: Baos de la Reina;f: Pantano de la Reina (presa). Alqueras: 1. Algzar; 2. Celn; 3. Amrus; 4. ElMarge; 5. Almohara; 6. Obda; 7. Almacete.

    Adems, dos pequeas fortificaciones controlaban el acceso a la vega por elBoquern de Dalas, al Sur.

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    Figura 5. Mapa del poblamiento medieval de Sens: datos para la reconstruccinde un territorio elemental medieval de la Sierra de los Filabres (Almera).A. fortaleza (hisn); B. despoblado; C. despoblado (hbitat disperso alrededor

    de una torre-refugio); D. captacin de agua; E. otro yacinento medieval; F. acequia;G. yacimiento pre-medieval. 1. Castillo; 2. despoblado de las laderas del castillo;3. Pueblo actual de Sens; 4. Cuesta La Hoya; 6. Mina Vieja; 7. Inscripcinrupestre rabe; 8. Estructura hidrulica; 9. Silos de El Majuelo; 10. Alto de laMezquita; 11. Graffiti del Collado del Pilarico; 12. El Moratn; 13. Torre Negra;14. Los Zarzales.

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