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Águila mora Águila mora. Pertenece a la clase de las aves, al orden de los falconiformes Es una especie de ave accipitriforme de la familia Accipitridae, la única del género Geranoaetus. Es una hermosa rapaz Sudamericana que habita la alta Cordillera de los Andes desde Venezuela a Tierra del fuego. También ocupa áreas de Paraguay, Brasil y Uruguay. Se trata de un ave de presa. Etimología Geranoaetus es un término latinizado del griego antiguo, de geranos, grulla, + aetos, "águila". Lo de "grulla" refiere a sus alas grisáceas y su fuerte craquear; melanoleucus, del griego antiguo melanos, "negro" + leukos, "blanco", por los colores contrastantes cuando se lo ve de abajo.) Seudónimos Al Águila Mora también se le llama “Águila”, “Águila Real” y “Águila Pechinegra”. En inglés se le conoce por “Black- Chested Buzzard-Eagle”, “Gray Eagle-Buzzard” y “Great- chested Buzzard Eagle”. En portugués se le llama “Aguia- chilena”. Sinonimia Buteo melanoleucus Historia natural El águila mora habita en montañas o colinas, donde permanece al acecho de la presa, que consiste en mamíferos

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Águila mora

Águila mora. Pertenece a la clase de las aves, al orden de los falconiformes Es una especie de ave accipitriforme de la familia Accipitridae, la única del género Geranoaetus. Es una hermosa rapaz Sudamericana que habita la alta Cordillera de los Andes desde Venezuela a Tierra del fuego. También ocupa áreas de Paraguay, Brasil y Uruguay. Se trata de un ave de presa.

Etimología

Geranoaetus es un término latinizado del griego antiguo, de geranos, grulla, + aetos, "águila". Lo de "grulla" refiere a sus alas grisáceas y su fuerte craquear; melanoleucus, del griego antiguo melanos, "negro" + leukos, "blanco", por los colores contrastantes cuando se lo ve de abajo.)

Seudónimos

Al Águila Mora también se le llama “Águila”, “Águila Real” y “Águila Pechinegra”. En inglés se le conoce por “Black-Chested Buzzard-Eagle”, “Gray Eagle-Buzzard” y “Great-chested Buzzard Eagle”. En portugués se le llama “Aguia-chilena”.

Sinonimia

Buteo melanoleucus

Historia natural

El águila mora habita en montañas o colinas, donde permanece al acecho de la presa, que consiste en mamíferos como liebres, aves, serpientes y carroña. Anida en árboles altos o en rocosidades.

Se le ha registrado dando muerte a caracaras cordilleranos en la puna peruana, a quienes los atrapa en emboscada cuando estos se alimentan.

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Características

Águila mora

El águila mora macho mide cerca de 60 cms., de cabeza, pecho y espalda gris plomizo, ventral blanquecino barrado de oscuro con punta negra. Garganta blanca, alas grises barradas de oscuro, pico gris, patas amarillas, cola pardo oscura con banda blanca. Las hembras son de mayor porte que los machos miden cerca de 70 cm. y hasta 2 mts. entre las puntas de sus alas abiertas.

Resulta fácil de identificar por el contraste negro y blanco, y por su característico vuelo, de aleteo corto y con la cola muy erguida.

Hábitat y comportamiento

Habita en los bosques, áreas abiertas, laderas de cerros y serranías, en las zonas donde predomina la hierba o la vegetación no muy alta. Gusta de planear, fácilmente reconocible por su silueta triangular en vuelo por sus largas alas y cola corta. Se le documenta hasta los 4500 metros de elevación.

Alimentación

La alimentación consiste de pequeños mamíferos (conejos, ratas y otros) y aves medianas. También come algunos reptiles, invertebrados y carroña. Normalmente se come su presa en el suelo, rara vez en los árboles.

Distribución geográfica

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Mapa geográfico

En Argentina: En todo el país, menor densidad de ejemplares en Misiones. En América: Desde Venezuela hasta Tierra del Fuego (Argentina).

Situación ecológica actual

Su presencia en Argentina no es abundante, así mismo su situación ecológica actual es normal y en equilibrio. Las pocas capturas comerciales para mascota y las matanzas a manos de tiradores no la afectan.

Subespecies

Se conocen dos subespecies de Geranoaetus melanoleucus:

· Geranoaetus melanoleucus melanoleucos - a través del sudeste de Sudamérica, desde el sur de Brasil al noreste de Argentina, con las partes inferiores completamente blancas.

· Geranoaetus melanoleucus australis - en Colombia al noroeste de Venezuela, y hacia el sur por Los Andes hasta Tierra del Fuego, muestra franjas grises surcando su abdomen

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COMPORTAMIENTO REPRODUCTIVO

Inicio del período reproductivo

Entre abril y julio (otoño y parte del invierno) no se observó conductas directamente asociadas a la reproducción, con una baja frecuencia de vuelos en pareja comparado con agosto y septiembre, meses en que se inició el período reproductivo. Entre abril y julio se registraron 147 avistamientos de águilas adultas residentes, correspondiendo 71 % a águilas en solitario y 29 % a parejas. En cambio, durante agosto y septiembre, de 364 avistamientos, 54 % fueron en solitario y 46 % parejas.

Cortejo

Entre agosto y septiembre se registró 14 vuelos de cortejo. En 13 de ellos (93 %) la hembra planeaba en círculos o rectilíneamente y el macho la seguía por encima en paralelo. En cuatro ocasiones la hembra también siguió al macho, y en una ocasión sólo la hembra siguió al macho. En siete ocasiones el macho descendió en picado, tres de las cuales fueron siguiendo a la hembra que caía en picado, y en otras dos ocasiones el macho pasó en picado cerca de la hembra mientras esta volaba en círculos. En tres ocasiones el macho se alejó de la hembra en vuelos interpretados como de marcaje territorial, planeando rectilíneo lento hasta el límite de su territorio y regresando junto a la hembra, tomando altura nuevamente en planeos circulares y repitiendo la trayectoria. En una ocasión la hembra lo siguió. Luego de volar juntos la hembra se aperchó en nueve ocasiones, y en siete el macho se aperchó a su lado. En tres ocasiones la hembra y en dos ocasiones el macho, volaron con las patas desplegadas. De los 14 vuelos de cortejo, 14 % fueron inmediatamente sucedidos por cópula, 14 % por capturas de degus (roedor: ratón) por parte del macho, y 36 % por transporte de material al nido.

Cópulas

Entre el 1 de septiembre y el 12 de octubre se observaron nueve cópulas, registrándose la primera 33 días después del inicio de los cortejos y 46 días antes de la postura, y con 67 % de ellas siguiendo un patrón definido. Eran precedidas por planeos circulares de la pareja, seguidos por picados de la hembra, la que aterrizaba sobre rocas, arbustos o en el suelo, siendo seguida por el macho, el que aterrizaba encima de ella para copular. En una ocasión la hembra estaba posada mientras el macho volaba en círculos descendiendo sobre ella para la cópula. En otra ocasión la cópula ocurrió luego de aportar material al nido. Una cópula ocurrió en el suelo luego que el macho entregó una presa a la hembra. Durante la cópula la hembra mantenía las alas semiplegadas y el cuerpo horizontal mientras el macho, sobre el dorso de la hembra, batía las alas. Durante las cópulas, que promediaron 9 segundos ambos emitían vocalizaciones agudas, entrecortadas y de alta intensidad.

El 56 % de las cópulas se realizó sobre roca, 33 % en el suelo, y 11 % sobre arbustos (Puya berteroniana). El 22 % se realizó a menos de 15 m del nido y 78 % a más de 150 m. Luego de la cópula, en 67 % de los casos la hembra permaneció posada y el macho voló en picado o permaneció en planeos circulares sobre ella, y en el 33 % restante ambos volaron inmediatamente luego de la cópula.

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Traspaso de presas

Fuera del período reproductivo (abril), en dos ocasiones se observó al macho transportando degus, mientras la hembra lo seguía. En una de estas ocasiones la hembra desistió de la persecución y en la otra el macho comió el degu en vuelo. En mayo, se observó una hembra comiendo un conejo capturado por el macho, no existiendo detalles del traspaso.

Desde agosto se observaron traspasos regulares de presas del macho a la hembra, registrándose 12 hasta la fecha de postura de huevos, a fines de septiembre. En 11 de ellos se avistó al macho transportando presas que incluyeron degus, conejos y una culebra (Philodryas chamissonis), todas transportadas en las patas, excepto dos degus que fueron sostenidos en el pico. En cinco de los casos el macho transportó la presa hasta el nido; en dos las dejó a menos de 30 m del nido; en tres ocasiones las dejó a más de 150 m del nido; y en una ocasión soltó la presa en vuelo a más de 500 m del nido, siendo tomada por la hembra en el aire. En uno de los casos el traspaso ocurrió en el sitio de la captura.

En 11 de los traspasos se escuchó vocalizar al macho mientras transportaba la presa y desde el lugar donde llegaba con la presa. Las mismas vocalizaciones fueron emitidas al transportar material al nido. En el traspaso realizado en el aire no hubo vocalizaciones. La hembra acudía al sitio donde el macho llegaba con la presa. En uno de los traspasos la hembra recibió la presa en el aire; en dos ocasiones la hembra llegó al mismo tiempo que el macho al sitio de traspaso; en cinco ocasiones la hembra llegó 30 s después; en dos demoró un minuto; en una demoró dos minutos; y en otra ocasión demoró 3,5 h.

El macho se observaba inquieto al transportar presas, y en 11 de los casos el macho se retiró de inmediato al llegar o acercarse la hembra. En dos de estas ocasiones la hembra cayó violentamente sobre el macho. En otra ocasión el macho soltó la presa en vuelo mientras era seguido por la hembra. En dos oportunidades, fuera del período reproductivo, se observó a la hembra persiguiendo al macho con presa. En seis de los casos la hembra comió en el mismo sitio del traspaso, y en las otras seis ocasiones tomó la presa y la comió a más de 200 m del sitio del traspaso.

Nido

Se localizó 14 nidos, de los cuales 43 % se emplazó en árboles y 57 % en riscos. Todos los árboles usados fueron quillay, siendo la especie arbórea de mayor altura del área. Se ubicaron en árboles de 9 a 11 m de altura, en un rango de entre 5,5 y 10 m desde la base del árbol, con el nido emplazado cerca del tronco principal. De los ocho nidos en riscos, siete se ubicaron en cornisas y uno en una cueva. Los riscos con nidos ocupados midieron entre 11,4 (con el nido a 4,7 m de altura) y 56 m de altura (con el nido a 15,7 m de altura). Una cornisa con nido midió 115 x 211 cm. La cueva con nido midió 105 cm de profundidad, 186 cm de ancho, 81 cm de altura sobre el nido y 61 cm en la entrada de la cueva. Los nidos estaban formados por ramas secas, y cubiertos en el centro con pastos, formando una capa de 10 cm de profundidad en uno de ellos.

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Fuera del período reproductivo (junio), se registró cuatro arribos de águilas a un nido, tres con aporte de ramas, en dos el macho y en uno la hembra. A principios de agosto comenzaron las visitas regulares a los nidos, reparándolos, usándolos como sitio de traspaso de presas o como posaderos. Desde el momento que se iniciaron los cortejos, 23 días después comenzaron los aportes regulares de material y 73 días después ocurrió la puesta.

Antes de producirse la puesta, en agosto, septiembre y principios de octubre, se totalizaron 18 días de observación, registrándose 135 visitas de águilas a los nidos, de las cuales 41 % fueron del macho, 29 % de la hembra, 24 % de ambos, y en 6 % no se determinó el sexo. El número de visitas por día fue mínimo en agosto, aumentando en septiembre y octubre, con una máxima frecuencia en septiembre. Las visitas del macho fueron más frecuentes que las de la hembra, especialmente en septiembre, aunque el macho estuvo menos tiempo en el nido, observándose 88 visitas del macho, totalizando 368 min en el nido y promediando 4 min por visita, y 72 visitas de la hembra, completando 707 min y promediando 10 min por visita.

De los 168 arribos a nidos registrados antes de la puesta, 43 % fueron aportando material, 65 % de las veces por parte del macho y en el 35 % por la hembra. La máxima frecuencia de aportes de material fue en septiembre. Estos fueron en 71 % de los casos ramas secas, en 17 % ramas verdes; y en 12 % pastos secos. Los materiales se transportaron en el pico 65 % de las veces y en las patas 35 %, usando las patas para el material más voluminoso. Las ramas verdes se transportaron en el 91 % de los casos en las patas, siendo arrancadas con las patas desde la copa de los árboles. El macho vocalizaba al acercarse al nido con materiales si la hembra estaba en el nido o en sus inmediaciones, de igual modo que cuando llegaba al nido con presas. En el período previo a la puesta se registró actividad en el nido durante todo el día.

Los primeros días luego de abandonar el nido, los juveniles se movían poco en torno al nido. Se observó en dos ocasiones al macho dejando presas junto a los pollos. En lo sucesivo, los juveniles eran cada vez más móviles y agresivos, y los traspasos de presas se basaban más en el acoso de los juveniles hacia los adultos. Cuando los juveniles tenían cuatro meses, se los observó en cuatro ocasiones quitándoles presas a sus padres, no apreciándose resistencia de los adultos. A partir de los cinco meses los juveniles arrebataban las presas a los adultos. Cuando los juveniles tenían entre cinco y nueve meses, se observó nueve disputas de presas a los adultos, en siete de las cuales los adultos vocalizaron amenazando a los juveniles. En dos de las nueve disputas de presas, los adultos agredieron a los juveniles. Durante las disputas los juveniles parecían más prudentes con la hembra que con el macho.

Se observó en seis ocasiones agresiones de adultos a juveniles no relacionadas con disputas de alimento, notándose un aumento en la frecuencia e intensidad de las agresiones en la medida que los juveniles eran mayores. A los cuatro meses un juvenil fue amenazado por la hembra mediante vocalizaciones. En dos ocasiones los adultos dieron pasadas suaves en el aire a sus hijos de ocho meses. En octubre se observó tres agresiones violentas de los adultos a sus hijos, y su presencia en el territorio paterno fue mínima, lo cual coincidió con la siguiente puesta de huevos.

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Sobre la base de cambios del patrón de coloración de ejemplares juveniles mantenidos en cautiverio, se observó que la coloración definitiva de adulto la adquieren a los cinco años de edad, pudiendo suponerse que a esta edad están maduros sexualmente y en condiciones de establecerse en un territorio. Durante el período de estudio se verificó la muerte de una de las hembras de las parejas estudiadas, lo que representó un 8,3 % de mortalidad de los adultos. La hembra fue rápidamente sustituida por una hembra de cuatro años o sub-adulta, cuya edad fue determinada por su patrón de coloración, con presencia de algunas plumas café y negras en el abdomen y bajo las alas.

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CONCLUSIÓN

Los aspectos de la biología reproductiva del águila aportados en este trabajo se corresponden con el patrón general descripto para rapaces de la familia Accipitridae. El sedentarismo permite a las aves asegurarse la tenencia de territorio y de pareja y tiene implicancias en la conducta reproductiva, especialmente al inicio y al término del período de reproducción. En las especies sedentarias, el inicio del período reproductivo se evidencia por un incremento de los vuelos en pareja, especialmente en torno al nido, hecho que se evidenció en este estudio por un registro de 29,3 % de vuelos en parejas fuera del período reproductivo, contra 45,6 % durante los dos meses previos a la puesta.

El inicio del período de reproducción (agosto), y estaría determinado por diversos factores como el aumento del fotoperíodo, el aumento de las temperaturas ambientales y por una mayor disponibilidad de alimento.

Los vuelos de cortejo siguieron un patrón definido, con planeos circulares sincronizados de la pareja, además de capturas y traspasos de presas, visitas y transporte de material al nido, cópulas, y marcaje territorial mediante vuelos con un patrón claramente definido, rectilíneos a gran altura sobre el territorio.

La presencia humana es un factor importante que determina la instalación de nidos en sitios inaccesibles. En el área de estudio los puntos más inaccesibles correspondieron a grandes árboles y acantilados. Casi todos los nidos se ubicaron en sitios inaccesibles para potenciales predadores naturales.

La permanencia de los adultos en el nido con los pollos fue en relación a que la hembra permaneció más tiempo que el macho debido a numerosos factores: (1) la hembra pasa mucho tiempo echada sobre los pollos para proveerles calor, (2) la hembra cuida a los pollos desde las proximidades del nido mientras el macho caza, y (3) macho y hembra cazan para los pollos.

De esta manera pude aprender algo más del comportamiento reproductivo del águila mora, y considerar a la etología una apasionante forma de conocer las diversas formas que se manifiestan los seres vivos que nos rodean.

Alvarez, Claudia Beatriz

4to Año

Profesorado de Biología

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Materia: ETOLOGIA