AGUINALDO - EL DIARIO DEL GALLO | … aguinaldo narrable fantasear con la idea de ir a buscar al...

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AGUINALDO N A RRABLE

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AGUINALDO NARRABLE

AGUINALDO NARRABLE

antología-regalito

LUIS ALEJOS PABLO BROMO

JUAN PABLO DARDÓN LORENA FLORES

MICHELLE JUÁREZ ALAN MILLS

CLAUDIA NAVAS JAVIER PAYERAS

JULIO SERRANO GABRIEL WOLTKE

D

Edición al cuidado de Julio Serrano

w w w . l i b r o s m i n i m o s . o r g

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PRINCESAS

LUIS ALEJOS

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“Esta noche no somos putas, somos princesas”.La hermosa dominicana de la película española mehizo pensar en vos. Aquella vez pasé a buscarte y medijeron que ya no trabajabas allí. Imagino que llevastea tus hijos de vuelta a Honduras. Sólo tu nena sabía deesa doble vida. Recuerdo la mirada del más pequeño,evaluando mis semi-nobles intenciones hacia su madre.Encontré un pasaporte para que te sintieras princesaconmigo, por tan sólo dos noches. Buscaba a alguienque percibiera la rotación de la tierra, pero vos siemprevolabas.

Desconozco si te hayas vuelto a sentir princesa, oal menos, si alguien más ha intentado dar ese salto defe con vos. Yo, mientras tanto, veo la figura de yeso enla acera, afuera del club, y sigo de largo. “I’m lonely,but I ain’t that lonely yet”.

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CHOCOLATE BLANCO, O A LA

COMADRE LE GUSTAN BARBUDITOS

PABLO BROMO

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No sé en donde estés,pero en verdad, por tu felicidad,

hoy brindo en esta Navidad... Marco Antonio Solís

—Si vos fino sos —le dije mientras sentía eltalegazo de la Indita, franquear mi garganta curtida porel alcohol, sentados al lado de la rockola y con elcueterío de fondo de las 6 de la tarde.

—¡Jaaaaaá, puuuta! ¡Vos sabés cómo soy yo, cerote!—arremetió contra mi simple afirmación, mientrasse languidecía de espanto y tristeza al escuchar el“espera un poco, un poquiiiiiiiiiito maaaaaás...”viniendo del mugroso (pero suntuoso) aparatoreproductor, fiel testigo silente de conversacionesinsípidas y eternas borracheras al filo de cualquierhora, sobre todo madrugadas.

—Yo sé compa, yo sé cómo sos... —sosegué alcompadrito para que sintiera un cacho de alivio; perola mera verdad, es que mi compadre, lo que menossentía era alivio. Y al contrario, parecía pura rola deBronco encabritada sobre la mesa y dolida con unaespina de rosa silvestre y popular, mientras yo pensabaen Jeannette, José José, El Buki y Robert Smith; enIan Curtis, pues. Mi despliegue de libres asociacionesempezaba a crecer; inevitablemente, pensé.

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—¡¡Vos sabés qué es lo que me duele cerote...!!—chilló con su voz ensalivada por los eructos delcuasivómito de la Gallo y el aliento a Payaso quemadoen abundancia.

—Yo sé compa... —le respondí distraído, pensandoen que ojalá no me fuera a vomitar sobre mi suetercitonuevo de Pull and Bear; y aún sabiendo la malditarespuesta a su aflicción, ya que era la cuarta vez queme hablaba de la misma babosada. Pero así somos losbolos, decididos y reiterantes en lo que nos importa;o sea, necios y chingones cómo el chichicaste.

—Lo que me duele, y haaaaaarto me duele... acádentro, mirá (señalándose el corazón)... es que ésecerote se vista de Santa Clos en el Obelisco... ¡¡esamierda sí me duele!! ¡¡Yo, cerote... (golpeándose elpecho) que le hago huevos a la productora y que trabajohasta tarde, y bien tarde, cerote... y mirá esa mierda...es un pinche Santa Clos de tiempo libre el cerote... —me dijo, mientras sus ojos se empezaban a empaparde ira mezclada con tristeza y se ponían más brillantesque un edificio limpiado por los de Nítido.

Yo, por mi lado, no podía fingir que me causaba uncacho de risa que la Marisela, madrina de mi güiro yesposa de mi compadre, le fuera infiel con un SantaClos del arbolito Gallo. Algo ha de tener este SantaClos pisado, pensé. A lo mejor tiene un paquetón dechocolate blanco, precisamente guardado bajo elpantalón. O quizás, le gusta remojar la galleta conmás ganas, dentro del vasito de leche.

Para evitar la risa, encendí un rojo y mientras micompadre me hablaba y hablaba, yo no dejaba de

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fantasear con la idea de ir a buscar al maldito SantaClos para partirle el trineo en la shola y amarrarlo auno de los renos que lo jalan. Me imaginaba a los güirosgritando y gritando, llorando a cántaros, perplejos, yyo torciéndoles su fantasía del Santa Clos y la BlancaNavidad hasta rompérselas en mil pedacitos, precisa-mente bajo el Árbol Gallo. También me alucinaba laidea de ver a los tiras (y para colmo, de Tránsito),corriendo tras de mí, mientras yo con el trineo a puntode reventárselo sobre el gorro y la barba chorreándolede miedo y sangre al pobre barrigón. Me imaginaba laescena, una y otra vez: la gente detenida, sorprendida;viendo el espectáculo y mi compadrito agarrándole labarba y las botas, dándole uno y otro cuentazo en lapanza. Los niños lloriqueando, las lucecitas del árbolparpadeando, el tráfico de viernes, la señora de loschurros, los de las polaroids tomando fotos delvergueo, las burbujas flotando en el aire, el chiflón deDiciembre, ésas cosas.

—Vos, yo sé que te duele... pero qué se le puedehacer compa... —le dije con una medio sonrisadesdibujándose en mi rostro y con la sospecha, de quemi comentario no era de gran alivio.

—Se puede hacer mucho... —manifestó deinmediato, cómo salido de una película surrealistamientras en la rockola sonaban Los Tigres Del Norte.Vaya presagio en vísperas de Navidad, pensé mientrassoltaba el humo del cigarro y me servía otro vaso deGallo. El comentario, en todo sentido, fue como unallave que abre a un cuarto y éste, a su vez, conduce al

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rincón más oscuro y anhelado de toda la vida. Fue unoráculo inesperado. Un augurio tosco. Una señal.

Algo se disipó en el aire. Un exceso de excesos,un trompo de luz y una felicidad ridícula (digna deéstas épocas) se acentuó en mi pecho. Como cuandode pequeño, uno inventa que le va a decir al vecinito,al primo, al amigo de clase sobre los colores a losque cambia el juguete, o las armas que trae el muñeco,o las funciones que tiene el aparato que te van a regalarpara Navidad; y precisamente un día te enterás por tuhermano o hermana mayor, que ya te compraron esejuguete-muñeco-aparato deseado. Entonces te poneloco, y estás extasiado con la idea de tenerlo entre tusmanos y se te olvida todo de golpe, todo el discurso,todo el lenguaje. Se te cae la curiosa estructura comouna jenga irreversible y contenta. En ese momentosentí felicidad, ansias, adrenalina y por qué no, pánico.Un temblor inquieto me invadió. Como si hubiesecreado dentro de mí un terremoto catastrófico “peroficticio”, y ahora, al fin de cuentas, en el últimomomento no podía ni siquiera detenerlo. Y así de golpe,vino a mí la escena tosca del Obelisco, los detalles, eltrineo, la interrupción de paz, las risas, la burla, losgolpes; y ahora, hasta un plomazo retumbó en mifantástica historia. ¡Pum! El sonido seco de la tolva. Yhasta les juró, así sin pajas, sentí el chiflón frío dediciembre allá donde les conté.

Chiflón maldito. Chiflón mierda. Chiflón traicio-nero. Chiflón bruto.

Todo en mi cabeza se transformó por él, en unaescena blanco y negro, pero de un negro negrísimo,

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tipo negro color muerte. Todo gris, y negro. El rojodel atuendo del pinche Santa Clos era ahora monocro-mo. Las lucecitas del Árbol Gallo estaban quietas,inmóviles, mudas como en una película de suspenso.Hasta el gallo giratorio, en la punta del árbol, habíacambiado a una especie de “chompipe diabólico”. Losde las polaroids ahora no tenían polaroids, sino ma-chetes tipo “Alí Baba vs. Tecún Umán en LosCuchumatanes”. Todo era oscuro, maléfico, intrigante.La barba canosa del Santa Clos ahora se convertía, enun solo rasta alienígena el cual te electrificaba altocarlo. El trineo, se había convertido en una navediabólica, de la cual salían clones de Santa Closes,dando regalos cómo bombas lacrimógenas. Habíanrayos en el cielo, una tormenta de vergazos y todo undesmadre navideño causado, claro está, por unacalentura navideña.

Cabal, toda una batalla campal en los alrededoresdel Obelisco.

Yo corría, al lado de mi compadre, en un furorinexplicable a blanco y negro. El mero tata de los SantaCloses, trataba de huir de nuestras Gallopistolas conrayos láser; dos o tres Santa Closes más, nosperseguían con sus “electrobarbas”. De repente, unode ellos me alcanzó y me levantó en el aire; sentí darvueltas y vueltas por un buen tiempo hasta que me dila frente con la mesa de la cantina. Puta, pensé, hoy síestoy bien a pija... que hasta el helicóptero me diopor andar pensando muladas...

—Vos, ¡¿qué te pasó?! —me preguntó el compa,preocupado y curiosamente menos bolo que yo

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—Naaaaaa, me quedé pensando un montón debabosadas... me siento un cacho bolo pero ¿qué medecías? —le pregunté mientras encendía otro cigarroy sentía la marea ir y venir cómo espasmos tristes defiebre amarilla

—Te decía que vamos por ese Santa Clos culero...ahí ha de estar tomándose fotos con los güiros,deberíamos de caerle y ver qué onda... cuando meenteré del rollo con la Marisela pensé en verguearlopero ahorita la verdad, igual me da el cerote... vos sabésque yo hace un buen tiempo tuve por ahí mis rolloscon la Carmen y aquella otra chava alemana... la deculo tatuado...

—A huevos, pero ¡¿en serio querés ir?! —lepregunté con la emoción hinchándoseme en la panzay haciéndole rápidas señales a la doñita pa’ que nostrajera otro litro.

—Quiero ver cómo es el pisado, me quiero quitarla duda...

—Va, le dije... echémonos este litro, yo invito —inquirí, con la seguridad de un talibán estratega yturbiamente exaltado.

—Órale, buena onda... —me dijo mientras recibíael litro frío de la doñita y servía sendos vasos.

Pagué la cuenta, fui al baño, puse una de Broncoen la rockola, nos reímos un buen rato. Hastabrindamos por el Fin de Año, por mi güiro que ya estágrande, hicimos planes de donde ver las LucesCampero y hasta hicimos un brindis irónico porqueSanta Clos nos trajera un par de buenos culos para finde año.

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CUANDO NOS TERMINAMOS EL LITRO, SALIMOS DE LA

CANTINA Y ERAN LAS 8 MENOS 20.Ya en el carro, nos dirigimos hacia el Obelisco;

pero el tráfico y “quita y pone”, nos hizo detenernosen otro bar de mala muerte. Ya por último, descarta-mos la Santa Vergueada y decidimos matar (no al SantaClos), sino matarnos el aguinaldo con puros whiskysen El Establo.

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REGALITO SIN EMPAQUE

JUAN PABLO DARDÓN

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¿Qué por qué no entro a la fiesta? Es que estoyesperando al Dubón que me traiga la coca vos, hoy síle meto esa mierda a aquella para que se engase de unavez. Ya vas, si esa mierda las calienta al instante, no teacordás pues de la Lucy que te conté, que se fuequedando calladita, calladita y al fin se animó y me lachupó en el baño, jajajajaja, ¡que loca vaá! Pero hoy síme doy a esa fresita que dice que le gusto, sólo plantasson todas mano, ya sabés lo que dice el dicho,“promete, promete hasta que mete y una vez metido,olvidar lo prometido” Jajajajajaja, ya vas, si vos tambiénsos igual chavo, lo que pasa es que tu traida te tienecepo, pero la vez pasada me contaste que la Sabrina sete desnudó en el chat, jajajaja, no te digo pues, sitambién sos una mierda, a ver dale un llegue, pela laverga, tu mujer no está viendo, si ya sabés que teencanta el cocol, ahhhhh bueno, si es así mejor nel, site la vas a ir a chimar mejor poquito, cabal, a mítampoco se me para si jalo mucho, pero hoy laagasajada es aquella vos, fijo que me la cojo, allí sí vaa ver el maldito del Pedro lo que lo odio, aunque mede verga otra vez, me pela, ni modo el hijueputa sí quepuede hueviarme mi culo pero hoy sí le pongo a suhermanita... no sé vos, como 18 talvez, pero ya escancha oficial para jugarle encima mano, ¿verdad queestá bien rica? Allí está, mirate a la perrita enseñandola tanga, casi no tiene tetas pero no importa mano, yodigo que sí se deja por el culo, mi ex nunca se dejó,

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pero me contaron que el pisado del Pedro andadiciendo que sólo por allí se la coge y me cae en laverga mano, puta, ¡yo que tanto intenté para que esehijueputa se la ande chiquitiando! La vida es injustavos, pero ya que nena se puso a tiro de onda, ya lereviento los empaques y cabal, a mano vos, es que esono se le hace a un compa, meterse a rayar los cuadernosajenos si nel, es como si yo me anduviera trincando atu traida a tus espaldas y.... ¡no seas mula idiota, es undecir! A saber hombre... sho serote, ahí viene... nadami amor, esperando a un cuate con aquel y echando uncigarrito en la calle, y usted aparte de ser linda, ¿quéle va a pedir a Santa esta Navidad?

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NICOLÁS ESTABA MUERTO...LORENA FLORES MOSCOSO

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Nicolás estaba muerto, no había duda. Así lodictaminó el forense que llegó con el MinisterioPúblico. María no dejaba de llorar aunque los vecinosinsistieran que era malo para el bebé, que intuyendo lamuerte de su padre no dejaba de patear su vientre. Elpequeño apartamento se vio rápidamente invadido porlos curiosos que no dejaban de preguntarse que hacíael occiso vestido de Papá Noel.

Lo había hecho para complacer a María quien desdeprincipio año le insistió en dejarse engordar, crecerla barba y el pelo. Sin piedad lo hizo comer y comerpor seis meses hasta que llenó con dignidad el trajerojo con bies blanco de piel que le confeccionó. Hacíauna semana le había hecho la permanente con tubogrande para que el rizo cayera, luego le decoloró barbay cabello para posteriormente teñirlos de gris plateado.Para completar el atuendo mandó a hacer unas botas ycinturón a la medida.

Su marido no dudaba en complacerla, ellaconstantemente lo amenazaba con poner fin a suembarazo. María tenía apenas diez y ocho años ypensaba que con el nacimiento del niño peedería todasu juventud. Esa Navidad sería la última que podríagozar plenamente. Ella quería que Papá Noel la visitara,sentarse sobre sus piernas y susurrarle al oído quehabía sido una buena niña durante todo el año.

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Al sexto mes cuando ya no podía interrumpir elembarazo Nicolás quiso bajar de peso pero le fueimposible. A los cincuenta y tantos años el cuerpo yano responde como uno quisiera decía en voz alta. Esomisma pensaba María quien noche tras noche insistíaen darle su pildorita azul.

Era la víspera de Navidad y María no quería esperarmás. Las medias y el vestidito que había compradopara esperar las doce ya casi no le quedaban, ademásestaba harta de esperar al niño. En algún lugar habíaescuchado que el sexo precipitaba los embarazos asíque decidió que el 24 era un buen día para parir a Dimas.

Vestidos con sus atuendos, sentó a Nicolás en unaenorme silla y ella sobre su regazo. Pronto Nicolássintió ahogarse, desesperadamente quiso desabro-charse el cinturón pero ella no se lo permitía aún noestaba lista quería jugar un ratito más. Así que le detuvolas manos y se tiró sobre él. Por más que intentóanimarlo lo último que salió de su boca fue un largo yhondo suspiro. Totalmente decepcionada se puso depie y trató de despertarlo…

El reloj marcaba las doce cuando llegó la policía.

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ROJO, JO, JO

MICHELLE JUÁREZ

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Época sangrante es el calendario que inicia ytermina con una celebración siempre roja y envueltael papel de regalo. Se mueve, se mueve, todo ondulavertiginosamente, como la falda que cubre las caderasde la rítmica joven vestida de elegante satén, entalladoen la cintura y suelto hacia la curvatura de sus muslos.Camina hacia el pesebre donde está él, imageninevitable y siempre anhelante que lo ve todo desdesu lecho de paja. La siente acercarse, claro que es deyeso pero eso no le impide sentir, ¿no es de yeso lahumanidad entera y sin embargo toda ella se enor-gullece de tener alguna sensibilidad? Entonces elsiempre niño con rizadas pestañas postizas, espera aque ella termine de rodearlo con los símbolos querepresentan su nacimiento, misterioso y prometedor.

Llenen los aires, dulce armoníade la alegría, corred en pos,celebre el mundo con gran contentoel nacimiento del niño Dios.

Dios quiso salvar al mundode las garras de Satány del adverso profundolibrar a los hijos de Adán…

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entonces Dios dispusieraen su divino poderque el niño Jesús nacierade una virginal mujer. Dicen en la devota y

animada casa vecina, donde entre rezos y risas sepreguntan si este año, como todos, la sugerente locade la par se quedará a oscuras justo a la media noche.

La mujer del andar acompasado termina lospreparativos. Tal como lo viene haciendo desde hacediez años, cuando al quedarse vestida y alborotada enuna fecha idéntica, mandó todo a la mierda, incluyendosu cordura. Está listo el champagne, los dos puestosen la mesa, el santa mechudo que cuando se le dacuerda suena jo, jo, jo, y sobre todo el regalo quenunca pudo dar y que ya huele a viejo, de tan guardado,de tan sin abrir.

No falta mucho, el ansiado momento está a la vueltadel cuarto de hora. Entonces apagará absolutamentetodas las luces, encenderá las dos velas sobre la mesae iniciará con el gratificante ritual conmemorativo deldolor que la convirtió en quien es. Nadie tiene la culpade su arrolladora desilusión, ni siquiera el dueño delpalpitante regalo rojo desgastado por la ansiedad. Suvida encuentra sentido cuando, en medio de todo elbullicio del 24 de diciembre a la media noche, lograsesenta segundos de auténtica y deliciosa soledad.

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INFORME DE INVISIBILIDAD

(clandestino en Guatemala)ALAN MILLS

ATENCIÓN: SERVICIO SOCIAL

Libros Mínimos ha decidido publicar también este texto,distribuido como “servicio social” por diversas revistas web

y agencias de noticias internacionales, durante los últimosdías.

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Estoy de vuelta en el país, con una nueva imagenque impide que me reconozcan. Creo que ni mishermanos, ni mis amistades podrían dar conmigo enun único golpe de mirada. Aterricé sin haberle avisadoa nadie, para pasar las fiestas de fin de año en paz.

Voy feliz dándome el lujo de circular por la ciudadcon un sentimiento de invisibilidad maravilloso. Noes que sea famoso, ni mucho menos, pero la ciudad seme ha venido quedando muy pequeña y es casi unterritorio minado.

Disfrazado he podido ir a Sophos sin que nadie sepercate de mi presencia. He visto cómo se muevenmis amigos sin la sombra de una posible llegada mía.Esto suena megalómano, pero así los veo.

Son ellos los que no me ven.Una decisión loca, pero que me da paz y me permite

escribir y me deja con ganas de explorar mis lugarestípicos, donde todo mundo me conoce sin poder serreconocido ahora. Es el sueño de cualquier niño entrara la juguetería como un Hombre Invisible. Hay queprobarlo.

La prueba de fuego la tuve anoche, en Las CienPuertas, donde se congregan a iguales cantidadesamigos y enemigos, amores y descalificaciones de lasmás perras. Bien dijo Bolaño que todo enemigo esgratuito, un caramelo envenenado.

Ni he terminado de recordar esta idea cuando yatengo en la mesa de al lado a un vivaz espécimen, un

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chavito, diciéndole a otra chavita varias cosas con vozalterada. Su discurso me pareció sacado de la retóricade algún viejo intelectual.

Ser invisible me permitió escuchar con comodidadlo que vociferaba y pude grabar con mi celular largosfragmentos que aquí transcribo, editando un poco parafacilitar su lectura:

“Yo no sé qué tienen de bueno. Escriben con laspatas, basta con leer sus blogs y sus libros. A mí mealcanzan dos líneas para saber de qué van, no pierdomi tiempo en leerlos. Siempre que nos reunimos conla mara lo decimos: son un grupo de perdedoressobrevalorados. Y les sabemos varias mañas. No voy adecir que los investigamos, pero hemos recopiladoinformación interesante.

Alhajas.Drogadictos y cuánta cosa turbia te podás imaginar.

No lo dicen, pero se les nota que en más de algunacosa chueca andan. Hay uno que hasta se puso a escribircomo si fuera mujer. Huecos son. Parvada deintelectualillos sin talento en su mundo miniatura.

Lo que da cólera es ver que siempre andan conpatojas bonitas, las típicas fresas que quierenredimirse encamando un colochón de costa. Pobre-citas. Para esa sarta de losers lo único importante esel sexo. No lo saben ellas, ingenuas piensan que conesas juntas van a descubrir la poesía.

Risa me dan.Confunden literatura con fiesta, hacen sus dizque

lecturas alternativas y las promocionan en sus dizqueblogs alternativos. Lo peor es que a veces les traducen

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sus muladas y les prestan atención en el extranjero.Será porque son unos vendedores de exotismo. Lo quetienen son cuates en todas partes que los apañan. Darabia mirar sus fotos en París o en Londres. Qué tedigo, si a uno de ellos lo conocía yo de antes, lo máslejos que llegaba era a Patulul en canastera. Ahora,aguantá, de dandy cosmopolita.

Por eso decidimos pasar a la acción, mostraremosque en este país hay verdadera calidad literaria.Deberías entrarle. De momento, lo que hicimos fuearmar un grupo de estudio. Bien disciplinados,trabajando el oficio, no como ellos. La poesía es unaartesanía. De estos espacios va a emerger la nuevaliteratura como un moscardón luminoso.

¡Volverá Cardoza sobre un carro de fuego, lanzandoun pesticida lírico!

Hasta tenemos un blog. Vieras lo buenas que nosquedan las caricaturas de esos imbéciles, nos reímosde su delirio. Idiotas. A veces les dejamos algúncomentario en sus bitácoras. Dan ganas de recetarlesuna de UBICATEX 500. O mejor un supositorio. ¿Nocreés?

Lo peor es que ahora están en sus conviviosdecadentes, con sus estúpidas lecturas. Un verdaderoregalo de navidad para el pueblo de Guatemala seríaverlos desfilando desnudos en el Parque Central yagarrarlos a chicotazos. Verlos tal cuales. Antes porlo menos tenían el glamour de la Editorial X, ahora nieso. Qué vergüenza para nuestra historia literaria.

Por suerte tenemos amigos en los medios. El 2009será diferente. Poco a poco conseguimos espacio. Al

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menos los periódicos no les hacen caso. Ya hemosescuchado académicos que coinciden con nuestraindignación. Incluso hay colectivos alternativosdispuestos a desenmascararlos.

Estamos juntando fuerzas para deshacernos de esaplaga.”

N. E. Este relato fue enviado a nuestra redacción por el escritor AM,indicando su sospecha de futuras acciones violentas por parte deun grupo que podría estar bien organizado. También adjuntó unaslíneas a mano: “Al terminar de escucharlo, Julio, sentí vértigosestomacales y el miedo mezclándose con la potencia de sabermeirreconocible. Mejor me levanté, me despedí de doña Vilma (quienhizo un gesto de ‘yo a ti te conozco’) y dejé pagada la cuenta delmuchacho en Las Cien Puertas. La música de fondo rezaba: ‘solovoy con mi pena, sola va mi condena, correr es mi destino paraburlar la ley’.”

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LA NOCHE BUENA

CLAUDIA NAVAS

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Tenía muchos días preparando su partida aGuatemala. La Soledad , queda muy lejos, no haycamino, y para llegar hasta Huehuetenango debíacaminar un trecho largo y tomar dos buses que a vecespasaban y a veces no. El tramo es solitario y el climamuy frío, ni siquiera los camiones de la Gallo lleganpor esos lugares. Pero, la nochebuena se aproximabay por eso Rosalía tenía que viajar hacia la capital.Quería ver a su esposo, darle el abrazo aunque sea alas 12 del día, quería descansar en su pecho y llevarlecomida hecha por ella, con sabor a la casa. Casa.Apenas es un cuarto de paredes desvencijadas, unpequeño espacio en donde las gallinas, Juan y Jacintay el humo del poyo donde cocina se mezclan. Vio dereojo su entorno y recordó cuando Felipe, tambiénllenaba ese espacio.

Siguió con la tarea. Limpió la hoja cuidadosamente,envolvió los tamales uno por uno y luego dejó que elfuego se avivara y vio cómo la leña iba acabándose yel aroma de los tamales empezaba a sentirse; cerrólos ojos, quería dormir, quería soñar y olvidarse porun momento de su vida. A la mañana siguiente dejó aJacinta con doña Isabel, tomó de la mano a Juan y consu caja de cartón, empezaron a caminar. Pasadas unashoras, llegaron hasta El Olvido y esperaron lacamioneta. Esperaron mucho. El sueño se apoderabade ellos a ratos, sus párpados se cerraban y la mano de

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Rosalía soltaba el mecate de la caja. Por fin, el ruidoque la camioneta traía consigo los despertó. Subierony bajaron luego en la Terminal de La Angustia, despuésde dos horas llegaron a la cabecera departamental ytras caminar unas cuantas cuadras tomaron el busrumbo a la capital.

Era la primera vez que Juan venía a este extremodel país, y pese al cansancio venía contento. Imaginabamuchas cosas sobre este lugar, intentaba descubrir elcamino, pero la oscuridad de la noche, que ya habíallegado, no lo dejaba. El sueño se apoderó otra vez deél, y en sus sueños veía a su papá, al que casi norecordaba, esperándolo con los brazos abiertos. Veíaa su mamá sonriendo, casi nunca la veía así, por eso legustaba ese sueño, porque todos reían. Muchas horaspasaron y por fin el barullo de la Terminal, losbocinazos, los gritos de la gente, la precisión dequienes van tras las camionetas y la luz de la mañanaborró sus sueños y exigió su atención. De la mano desu mamá, caminó por varias calles, hasta que por finapareció el bus que se dirigía a Fraijanes.

Después de una hora y media la camioneta sedetuvo. Había una larga cola de buses, la gentemurmuraba, unos carros azules pasaban zumbando aun lado y carro rojo con una luz arriba también pasóvelozmente. Rosalía apretaba el monedero contra elpecho, mientras todos empezaron a descender del bus.Caminaron un kilómetro o quizá un poco más, el ruidoera enorme: patrullas con sirenas, ambulancias, gentellorando, Juan no sabía que pasaba. Rosalía temblaba,pero mantenía la calma, pasara lo que pasara, Felipe

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era una persona tranquila, así que seguramente estababien.

Empezaron a sacar camillas cubiertas por sábanasblancas. La gente se amontonaba tras ellas y losguardias los empujaban con sus rifles empuñados. Losbomberos casi corrían cargando los pesados bultosque aún sangraban, presionados por los soldados queya habían llegado y que en vano intentaban formar unavalla para alejar a la gente. De pronto uno de losbomberos tropezó con una piedra y cayó al suelo, juntocon él, rodó la camilla, quedando al descubierto elocciso, Jacinta pegó un grito espantoso y cayó derodillas a un lado del bombero, Juan sólo acertó adetener la caja. Mientras los bomberos tapaban denuevo el rostro del muerto y seguían su camino,Rosalía ahogaba su llanto jalando su suéter con lasmanos.

Pasaron los días. En La Soledad nadie hablaba delo ocurrido, el rostro de Rosalía casi cadavérico dabapena. En la tienda, Pedro y Esteban leían el recorte deNuestro Diario, en donde la foto de Felipe tirado juntoa la camilla explicaba el motín de Pavoncito en lanochebuena. En la foto, Rosalía se miraba llorando yJuan, Juanito detenía la caja amarrada con el lazo, conlos ojos abiertos, tratando de entender lo que estabapasando. El pie de foto rezaba: reo masacrado en elmotín de la madrugada del 24 en el de centro dedetención Pavoncito, Fraijanes.

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NAVIDAD EN EL MALL

JAVIER PAYERAS

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Nivel 1: Ropa de damaRevisa con gravedad la etiqueta. Recorre los pasillosllenos. Entra al vestidor. Se desnuda frente a un espejoque cuelga con tolerancia sobre un clavito. La prendabaja suavemente. Ella analiza con cuidado las costuras,la tela, le parece un poco ancho de los lados, ademásesos listones… combinará bien con unos zapatos colorgena.

Nivel 2: HandymanUn buen comprador nunca asiente con la cabezamientras le explican las veleidades de un producto.Levanta con una mano el barreno. Luego le preguntaal empleado si trae incluidas las brocas y cuántasvienen. Después de la breve explicación del vendedor,el discreto cliente no parece creer toda la informaciónque le dan al respecto. Dice gracias, toma la carretillay va en busca de pintura: látex, exteriores, interiores,con esmalte… Se queda pensando de nuevo. Toma dosbotes y pide al encargado que los mezcle para que déun tono celeste extra claro.

Nivel 3: Ropa de bebé—El rosado es un color que vuelve torpes a las niñas.Torpes porque después no podemos decidir pornosotras mismas. Mejor que sea un overol Osh Koshde lona azul, ese del bordado. Bastante caro. Pero su

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papá lo va a pagar. ¡Quiere a su hija! Pues que le cueste.Total sólo la ve cuando le da la gana. ¿Dónde estaráaquella maletita verde…

Nivel 4: Juguetes—¡No entiende que no! ¡Alfonso, venga para acá! Yanos tenemos que ir. Ya sabe cómo se pone su papá siuno no baja rápido. ¡Deje eso allí, niño! ¡Qué fastidiahombre, mire ya va a botar a la señorita! Si quiere algogáneselo con sus notas y su comportamiento, a mí nome diga nada que estoy enojada con usted.

Artículos navideñosPequeño Santa Claus bailarín (Q 460.99); Árbolnavideño giratorio (Q 789.50). Árbol navideño conluces (Q 768.65). Árbol navideño de sala con retazosdorados (Q 1,499.00). Oferta de esferas navideñasimportadas (Q 235.90). Juego de luces intermitentescon motivos musicales (Q 155.50).

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VENTA DE MEDIA NOCHE

JULIO SERRANO

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Guau guau guau, guau guau guau, sonaba en lasbocinas del carro el disco de villancicos navideños de Purina,era una tradición de primos poner a los animalitos esa noche.Bajale a esa mierda mano. El hormigueo de las piernascuando se está mucho tiempo parado es terriblementeinsoportable durante tres o cuatro minutos luego de sentarse,un ardor que se destila por las venas hace imaginar a cualquieracómo se sentirá meterse en bolas en un panal de avispas.Nombre primo, relájese, entre las patas traes el six, sóque.Manfredo abre dos latas, toma la suya y la bebe de un solotrago, la cerveza salpica los seis pelos de su barba y luego eluniforme azulblanquiso de la cadena de supermercados.Mierda, eso de salir a las 10:30 del chance en nochebuena es una mierda, clack, se abre la otra lata mientrasbusca en la guantera del primo el marcador permanente dondese guardan los porros. Estoy a verga de ese chancemano,¡puuuuuta! pero a aquea mierda ya no regreso. Lacafetera sobre la que iban montados amenaza con quedarse,la preocupación la siente solo el primo, a Manfredo simplementele pela la verga. Presiona sus ojos con los dedos, un suspiro sele escapa animal, adolorido, rasposo. Al día siguiente hayalmuerzo en casa de la tía, hoy, alcohol y angelitos. Pst primo,no sea hueco, no se duerma, ya vamos a llegar y tiene queajusticiar a la fémina. Manfredo abre los ojos encendidos ensangre, sus manos huesudas y bastante marcadas se empuñan,el toro está agarrando valor, se incorpora y con lo que le quedade fuerzas le da un golpe en el muslo al primo, patea las cuatrolatas vacías que tiene a sus pies y vuelve a recostarse, dejamedormir cerote, ahí me despertás como a las cuatro.

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aguinaldo narrable

N.I.B. E INFINITAS LUCES DE COLORES

GABRIEL WOLTKE

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antología-regalito

El amó una estrella en su soledad / y una nocheantes de navidad / recortó los cables con undiamante. Fueron felices un día de vísperas de las quesolo quedan fotos, entonces los regalos fueron comoun corazón envuelto en papel de figuras que conteníacorazones cada vez más pequeños haciendo el abrirlosun ritual eterno; y así fue como aprendimos a regalarla nada. Papá quemaba volcancitos sobre la palma desu mano quedando de la pirotecnia un estigma negroque parecía no dolerle pero un día tiempo después seprendió fuego y ascendió al cielo para estallar en lucesde colores que bañaron el hogar con olor a pólvora,manzanilla y pino.

Luego dieron las doces y el niño jesús se rompióen pedazos y vio los pastores ebrios que llenaban lacalle y los ríos de aguas negras donde pesebressuburbanos cantaban villancicos por debajo del puente.Otra navidad y yo sin ti. Dos metros de cohetes leametrallaron el corazón, dispararon a quema ropa ysobresaltados todos corrieron a abrazarse entre aquelcaos de felicidad que solo surge con la fecha. Un cortocircuito destrozó luces de colores entre los cablesque los unían. Las casas de los pastores prendieron enllamas y los reyes magos confundieron su estrella. Mivirgen María se quedó buscando posada sola cargandoentre sus brazos al niño jesús roto en pedazos Y tu

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aguinaldo narrable

Belén hija de Judá…busco consuelo entre laspalabras. Así con las doce fueron las luces quealumbraron los retos de cerámica del niño perdidoentre el musgo y el aserrín, entre la pólvora y el pino.

Año con año papá aparecía en el cielo estallandoen infinitas luces de colores y los restos de la cerámicadel niño roto por la vía láctea se encontrarán enalgún planeta, en algún lugar.

Esta antología es un regalito de varios escritores gutemaltecos alcyberespacio y sus lectores, empezó a circular en diciembre de

2008 y nadie sabe cuál será su destinoo