Agustín García Calvo Magda

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  • 7/30/2019 Agustn Garca Calvo Magda

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    Agustn Garca Calvo. In memoriam.

    02.11.12 | 11:28. Archivado enAutor,Sociedad

    Ayer, 1 de noviembre de 2012, da de difuntos, le en elABCde momento era el nicoperidico que se haca eco- la noticia de la muerte de Agustn Garca Calvo. Insertabanuna foto en la que miraba de frente al lector, con su atuendo caracterstico, un estilohippie que adquiri en sus aos de exilio en Francia, cuando en el 1965, el rgimenfranquista le retir su ctedra, junto a Tierno Galvn y Aranguren, tras los disturbiosestudiantiles. Pelo canoso alborotado, barba descuidada, camisola abierta de anchasmangas y collares sobre el pecho.

    Haca mucho tiempo que no saba de l, pero de repente su presencia ausencia yadefinitiva- me retrotrajo al tiempo en el que lo conoc, y a todo lo que represent param en aquella poca. Tena yo diecinueve aos y cursaba tercero de filosofa. No

    recuerdo si el primer contacto se debi a escucharlo en alguna conferencia o al leer suslibros. El caso es que su pensamiento cal hondo en m y configur el horizonte en elque mis inquietudes se desenvolvieron durante varios aos. Su crtica al Estado, a laciencia, al saber como crcel, al afn definidor e identitario como cumplimiento de lamuerte fueron para m revelaciones incontestables, que abran no un campo decertezas, sino el impulso de indagar ms all del camino trillado de los tpicos. Pensarde otra manera, fuera de la falsilla cientfico-tcnica, de la prepotencia filosficoacademicista, rastrear la apertura al no saber, y todo ello con la justeza de un latinista yun aire fresco libertario y anticonvencional.

    Lo recuerdo en su casa de la calle del desengao nunca una mejor denominacin para

    su cotidiano quehacer. En sus charlas en un caf de Malasaa, ante un auditorioheterogneo: estudiantes, escritores, marginales, a las que tambin asista LeopoldoMara Panero, que en su efervescencia esquizofrnico-etlica, siempre acababamontando un nmero. En su departamento de la facultad, junto a Isabel Escudero Creo que fue la ltima persona a la que admir, con ese sentimiento infantil-adolescente, del que la madurez y el amor propio acaba por separarnos. Siempre que ibaa Madrid lo visitaba, tambin nos carteamos, e incluso, en una poca de especialdesencanto me ofreci pasar unos das en su casa de Zamora, viaje que no llegu arealizar pues mi escaso pecunio no me lo permita.

    Con l aprend la diferencia entre la vida y el lenguaje, y cmo ste era incapaz de

    captar aquella, sin convertirla en un quieto cadver, que ya tena grabado elcumplimiento de la muerte. Escapar del Todo, que se reproduce en los individuos, delSer que es, y que lleva inscrito su destino ontoteolgico. Lo recuerdo mostrando todoello con su efectista didctica de viejo profesor. Escribiendo la pizarra la frase: lacigea pasa por el cielo. A continuacin volvindose y subrayando por el cielo,

    tomarse su tiempo mientras nos miraba y sealaba las palabras que con tiza acaba deresaltar, devolvindoles su materialidad grfica. Concluyendo por el cielo no pasa

    nada. Porque efectivamente el sujeto y el verbo ocupaban otro espacio en la lnea,estaban ms all, y ms all todava, el vuelo real de la cigea, su aleteo, sudesplazamiento por una atmosfera solo referida. El signo trazado no inclua elmovimiento que pretenda describir. Todos estbamos aqu, con las palabras; larealidad, ajena y moviente quedaba fuera, ms all, libre, frente a nuestros torpesgarabatos. Los conceptos construan una crcel de certezas que yugulaban la vida. El

    http://blogs.periodistadigital.com/rosa-maria-rodriguez-magda.php?cat=11804http://blogs.periodistadigital.com/rosa-maria-rodriguez-magda.php?cat=11804http://blogs.periodistadigital.com/rosa-maria-rodriguez-magda.php?cat=11804http://blogs.periodistadigital.com/rosa-maria-rodriguez-magda.php?cat=11806http://blogs.periodistadigital.com/rosa-maria-rodriguez-magda.php?cat=11806http://blogs.periodistadigital.com/rosa-maria-rodriguez-magda.php?cat=11806http://blogs.periodistadigital.com/rosa-maria-rodriguez-magda.php?cat=11806http://blogs.periodistadigital.com/rosa-maria-rodriguez-magda.php?cat=11804
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    saber deba ser una puerta abierta no una clausura, no una historiografa. Porque,recordaba: No es lo mismo leer a Kant, que leer lo que dice Kant, en un caso haba

    academicismo escolstico, en el otro un enfrentarse con problemas, avanzando en sucomprensin o su estupor. No era el suyo un escepticismo negativo, sino gensico. Porello frente a las afirmaciones rotundas, l prefera el quizs, el tal vez

    Despreciaba la poesa de verso libre, y compona, retornando a los clsico, con exquisitocuido por el ritmo, por la secuencia urea de dctilos y espondeos. Sus ojos miopestransmitan el brillo de la inteligencia y el matiz. Le gustaba, qu duda cabe, serescuchado, pero a su vez l escuchaba tambin y replicaba con un cercano afecto.Quizs uno de los momentos ms impactantes y que me demostr la diferencia entre la

    buena prosa, la verdadera literatura y la palabrera ftil, tuvo lugar, cuando departamoscon l en un caf. Habamos ido a verle a Madrid, Joaqun Calomarde, Jos VicenteSelma y yo, que en esos momentos llevbamos la revista Laberinto del pensar. l noshaba presentado a los otros contertulios como los amigos valencianos. Al rato de estarcharlando, entr en el caf un hombre mayor, vestido descuidadamente, con un jersey

    grande y gastado. Se acerc a la mesa, Agustn lo salud, como si le conociera desdehace mucho. El hombre le dej unos papeles, quizs una plaquette rudimentariamenteimpresa, cruz apenas unas palabras, y se march con aire ausente o huidizo. Los

    papeles quedaron sobre la mesa. Nosotros, jvenes escritores, que contbamos con esagloria futura, de la que solo tenamos el anhelo y quizs la petulancia, pensamos: pobretipo, un viejo que se cree escritor, otro fracasado ms. Al rato Agustn cogi el texto ydijo: Vamos a ver lo que nos ha dejado Rafaelito. Ese diminutivo y el hecho de que

    hubiera tardado en ocuparse de l, nos confirmaron en nuestra presuncin de lainsignificancia del tipo. Agustn ley el relato. Conforme lo haca se nos mostraba una

    prosa magnfica, de slido castellano y hondura de contenido. El texto era excelente. Alconcluir se hizo ese silencio que ocurre cuando uno resulta sobrecogido por la emocinesttica. Apenas saliendo del asombro pregunt: Pero quin es este Refaelito?, Agustnrespondi: Rafaelito, Rafael Snchez Ferlosio. No s si fue ms fuerte el sentimiento de

    bochorno por nuestras secretas y erradas suposiciones, o la alegra de comprobar que,por encima de reconocimientos reales o ficticios, la calidad, la magia de las palabras, noes tpico sino un mazazo de realidad.

    Posteriormente, sobre todo a travs de Carmen Martn Gaite, que fue una buena amiga,conoc ms detalles de aquellos tres jvenes estudiantes de Salamanca y Madrid:Agustn, Rafael y Carmen, que estaban destinados a convertirse en nombres seeros denuestra cultura.

    Querido Agustn, efectivamente la muerte nos mata, y es que nuestras arterias, nuestrasvsceras, son signos tambin de una escritura perentoria. Llega el destino y pone puntofinal. No hay suma, ni moraleja, ni conclusin, pero quizs, t lo escribiste: El no saberes toda nuestra esperanza.

    Y qu delicia, cuando hablaba de lo que habla, cuando buceaba en la gramtica y susreglas, aquellas que funcionan tanto mejor, cuanto menos conscientes se es de ellas!

    Se me antoja insustituible este titn zamorano, casi imposible aunar en uno solo tantosaber, tanto arte, tanta veneracin a la Razn comn, tanto espritu de rebelda...

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    Querido maestro: gratias tibi agimus et sit tibi terra levis (te damos las gracias y que latierra te sea leve).

    Rosa Mara Rodrguez Magda