Al-Andalus y sus principales etapas 2013-2014

Al-Andalus y sus principales etapas

Llegada a Al-Andalus. Emirato (Waliato1) Dependiente (711-756)Tras una fulgurante expansión desde Arabia, el Islam desembarcó desde el

norte de África e inició la conquista del Reino Visigodo de Toledo a partir del 711. La situación de enfrentamiento por la sucesión en el reino visigodo tras la muerte de Witiza (710), facilitará la invasión iniciada por Tariq y Musa en el 711, consumada con la derrota y muerte del rey Don Rodrigo en la batalla de Guadalete (711).

Así, y en tres años, mezclando efectividad militar y habilidad política (pactos de capitulación), los musulmanes (árabes, sirios, bereberes) consiguieron dominar prácticamente toda la Península2, que a partir de ese momento denominaron Al-Andalus, primero en forma de waliato (de wali-gobernador) o emirato dependiente del Califato Omeya de Damasco3.

Ya durante este breve periodo de tiempo, es observa la intención por parte de los invasores de crear un modelo de control del territorio a través de la dominio de la población, la integración de los invasores o la concepción del territorio como una entidad propia (Al-Andalus)4. Así veremos muy pronto una acuñación de moneda (712-713), la instalación de la capital en Córdoba, punto desde el cual el emir (vali) trataba de montar una administración vinculante sobre los jefes tribales que habían ido estableciéndose desde la invasión como soldados, propietarios y funcionarios dispersos por los territorios conquistados.

También podemos observar cómo se produce la recuperación de la ciudad dentro del espacio musulmán, más vinculada a un concepto urbano relacionado con las transacciones comerciales protegidas desde el poder, que al modelo cristiano donde subyacía una necesidad vecinal y el orgullo de pertenencia municipal5.

1 También puede aparecer como Valiato.2 Salvo la franja asturiana y cántabra, algunos condados de los Pirineos y región norte vasco-navarra. Estos puntos serán sobre los cuales se desarrollen los focos cristianos que inicien el proceso de la Reconquista3 La expansión musulmana superó los Pirineos y amenazó buena parte de la Europa Occidental, hasta que fueron detenidos en la batalla de Poitiers (732) por los francos dirigidos por Carlos Martel. Este hecho hizo que las fuerzas musulmanas se replegaran hacia Al-Andalus.4 Esta denominación tiene un origen oscuro, pero parece estar documentada su aparición hacia el 717 entre las tropas bereberes. Dependiendo de los autores puede referirse al concepto político de espacio dominado por los musulmanes (Levi-Provençal), o más bien a un concepto geográfico identificado con la Península Ibérica (J.A. Maravall).5 Por ello aunque la ciudad medieval cristiana y musulmana tengan similitudes morfológicas, los edificios públicos de las medinas (o madinas) que representan el poder (alcazaba, mezquita y bazar) siempre una fuerte identificación con el mismo.

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Emirato Independiente (756-929)El golpe de estado Abbasida eliminaría a los Omeya (750), cuyo único

superviviente, Abderramán (Abd al-Rahmán) alcanza la Península Ibérica y ayudado por descendientes de los conquistadores y sus clientes, derrocan al walí Yusef, y proclaman su independencia política (que no religiosa) través del Emirato independiente de Córdoba (756) intitulándose Abd al-Rahmán6 I e iniciando una dinastía de emires independientes que alcanza el siglo X.

Durante este periodo, en el aspecto de la política interior trató se estableció un modelo centralizado, para lo cual tuvieron que imponerse sobre los diferentes señores territoriales árabes, se creó un ejército "profesional" basado en mercenarios, bereberes y clientela de los propios Omeyas y se consolidó Córdoba como capital del Emirato. Mientras que en política exterior debió hacer frente a los movimientos de los incipientes núcleos de resistencia cristianos (reino Astur-Leonés) y los condados pirenaicos (amparados por el Imperio Carolingio primero y de manera independiente después).

Califato (929-1009/1031)En el 929 se crea de la mano de Abd al-Rahmán III, un califato omeya en

Córdoba, cortando cualquier dependencia religiosa con Bagdad (capital del Imperio Abbasida) e iniciando la etapa más espléndida del poder musulmán en la Península Ibérica.

Durante el periodo califal hay que señalar el desarrollo económico (mantuvo importantes relaciones comerciales con Bizancio), político (llegó a mediar entre las disputas de los reyes cristianos), artístico (se amplió de manera definitiva la mezquita de Córdoba) y cultural (se creó una universidad y atrajo a importantes filósofos musulmanes como Averroes) de Córdoba.

Destacable es el final del periodo califal es la figura de Almanzor (Al-Mansur)7, que durante el califato de Hixan II (976-1013), en calidad de visir (hayib)8, aisló al califa e inició una política de recuperación la iniciativa militar frente a los reinos cristianos del norte a los que infligió importantes derrotas llegando incluso a arrasar Pamplona y Santiago de Compostela9. A su muerte, producida en Medinaleci en 1002, le sucedió su hijo mayor, Abd al-Malik (Al-Muzzafar) que alargó los logros de su padre hasta su muerte en 1008.

6 Algunas crónicas despectivamente lo llamarán El Emigrante o El Inmigrado (al-Dãjil)7 Su nombre real era Muhammad Ibn Abi Amir, y Al-Mansur (Al-Mansur bi-llah) no es más que un apodo que se puede traducir como "El Victorioso" o "El Victorio por Alá"8 Primer ministro.9 En el caso de Pamplona el nivel de destrucción fue tal que dejó un estrato de tierra de quemada. En el caso de Santiago de Compostela arrasó toda ciudad pero respetó la tumba del Apóstol Santiago.

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Esta época de esplendor finaliza en 1009 cuando se produce una fitna (guerra civil) entre los partidarios del califa, en aquel momento Hixan II, y el hijo menor de Almanzor, Abderramán Sanchuelo; que inicia un periodo de fragilidad aprovechado por los líderes musulmanes locales, que crean Reinos de Taifas, y terminan con el Califato en 1031.

Primera etapa de los Reinos de Taifas (1031-1086). La invasión almorávide (1086-1147)

Entre 1031 y 1086, las Taifas creadas tras la caída del Califato se mostraron impotentes para detener el avance cristiano, y tras la conquista del Taifa de Toledo (1085), pidieron ayuda a los Almorávides del norte de África, que invadieron la Península, derrotaron al conquistador de Toledo (Alfonso VI) en la batalla de Sagrajas (1086) y unificaron todas las taifas bajo un imperio musulmán con sede en Marrakesh, hasta que la presión de otro imperio norteafricano, el Almohade, y la revuelta bereber (Zenata) en 1147 destruyó su capital, con lo que se inició un Segundo Período de Taifas (1147-1170).

Segunda etapa de los Reinos de Taifas (1147-1170). La invasión almohade (1170-1226)

El avance cristiano y la debilidad musulmana peninsular propiciaron una nueva intervención sobre la Península. Los Almohades invadieron el sur peninsular, unificaron todas las Taifas y derrotaron a los cristianos en la batalla de Alarcos (1195). Su poder unificará territorios entre el sur de Al-Andalus y Trípoli (Libia), pero la grave derrota de las Navas de Tolosa en 1212 y las luchas por el poder ocasionaron la desintegración del imperio en 1226 y facilitando un tercer periodo de Taifas.

Tercera etapa de los Reinos de Taifas (1226-1238). El reino nazarí de Granada (1238-1492). La invasión benimerí (1275-1340)

El Tercer periodo de Taifas será muy breve (1226-1238), puesto que la expansión cristiana protagonizada por el rey de Castilla, Fernando III el Santo, deja en 1238 un reino de Taifas único, el Reino de Granada (1238-1492) dirigido por la dinastía Nazarí. Este reino será el último territorio musulmán en la Península, aunque cabe señalar la fuerte influencia de los benimerines entre 1275 y 1340, cuyas tropas ayudaron al mantenimiento del reino de Granada, pero que tras la derrota en la batalla del Salado (1340) dejaron de intervenir en la política granadina.

El reino de Granada se mantendrá ante el avance cristiano gracias a pactos, pagos de dinero (parias) o cesiones de territorio, aunque también ayudó mucho las luchas abiertas dentro de la Corona de Castilla desde mediados del s. XIV y que no

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finalizaron hasta un siglo después con la llegada de Isabel de Castilla al poder (Isabel la Católica). Con llegada al poder de los Reyes Católicos, la política unificadora de éstos hacía inviable la permanencia de un reino musulmán dentro de la Península, por lo que emprendieron una guerra (1482-1492), que finalizó con la capitulación de Boabdil (Muhammad XI) el 2 de enero de 1492.

Organización TerritorialLa organización territorial en Al-Andalus durante el periodo emiral y califal se

organizó en torno a tres regiones interiores (Al-Gharb, Al-Mawsat y Al-Sharq) y tres regiones fronterizas o Marcas (thugur - plural de thagr), a cuya cabeza se encontraba un cadí o juez administrador (qa’ib). Dichas marcas no tenían sólo una utilidad administrativa (propia de un poder centralizado) sino que también formaban parte de un sistema defensivo organizado contra los núcleos cristianos del norte peninsular. Cada marca estaba divida en Coras gobernadas por el wali, representante del poder cordobés, desde una alcazaba (al-qasaba) o un castillo (al-qal’a).

Estas marcas se organizaron alrededor de tres ciudades: la Marca Superior en Zaragoza, la Marca Inferior en Badajoz y la Marca Media en Toledo.

El Reino Taifa de ToledoDesafortunados en el reparto, ya entonces se establecieron por el interior

peninsular de la Manxa (tierra seca), Toledo, Cuenca y Guadalajara gran cantidad de tribus bereberes que mostraron su descontento con rebeliones y desafecciones, junto a una población autóctona (muladíes convertidos y cristianos-mozárabes) cada vez más arabizada. Los gobernadores de Toledo (Tulaytula), pertenecientes casi todos a la aristocracia árabe, mostraron una amplia autonomía —más bien rebeldía— respecto a Córdoba, se resistieron a su duro sistema tributario e incluso no dudaron en pedir auxilio a los incipientes reinos cristianos, creándose fama los toledanos de indómitos y levantiscos. Así las cosas, y ante la crisis y debilidad del Califato cordobés a partir del 1031, el visir toledano de origen bereber (Isma’il Banu-Dhi-l-Nun) Al-Zafir proclamó la independencia del Reino Taifa de Toledo, el más extenso de todos los andalusíes (casi toda la meseta sur, los valles medios del Tajo y el Guadiana), dejando la corona a su hijo (Yahya ben Isma’il) Al-Mamún (1043-1075). Éste, ante el ataque de su rival, el rey taifa de Zaragoza, se granjeó el apoyo y la protección de los castellanos (Fernando I), por el pago de las parias, y afianzó su poder haciéndose con el valle del Henares y las tierras alcarreñas hasta Medinaceli y Molina; contuvo a las tropas del reino taifa de Badajoz en Talavera y desde tierras de Cuenca se anexionó el reino taifa de Valencia.

La pujanza de Tulaytula como foco económico, científico y cultural fue entonces extraordinaria, hasta el punto de albergar temporalmente al exiliado Alfonso de León en su conflicto con su hermano Sancho de Castilla, contrayendo con Toledo una deuda

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de no agresión y ayuda mutua. La fortuna militar de Al-Mamún le llevaría incluso a la toma de la misma ciudad de Córdoba en 1075, pero murió asesinado poco después. Su nieto y sucesor (Yahya ben Isma’il ben Yahya) Al-Qádir, con enemigos como los clérigos-alfaquíes y de la propia población toledana agobiada por los tributos, no consolidó su posición en el reino y fue depuesto por el rey de Badajoz; aunque el ya rey de Castilla y León Alfonso VI consiguió devolverlo a su trono (1081). Pero incapaz de mantenerse en él, y ante los ataques y razias (razzias) de zaragozanos, valencianos, aragoneses y, por supuesto, castellanos, se pactó un intercambio: Castilla ocuparía Toledo mientras que Al-Qádir sería entronizado en Valencia. Después de un laborioso asedio, y con ayuda y apoyo interior, el 25 de mayo de 1085 Alfonso VI conseguiría entrar en Toledo, en lo que ya entonces se presintió —aún con muchas incidencias posteriores— como el principio del fin de la España musulmana, que empezaba a deshilacharse por el centro.