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09/07/12 “Al César lo qué es del César y a Dios lo que es de Dios.” Política y religión en la coyuntura de las guer… 1/26 nuevomundo.revues.org/62864 Nuevo Mundo Mundos Nuevos Nouveaux mondes mondes nouveaux - Novo Mundo Mundos Novos - New world New worlds Buscar SumarioDocumento anteriorDocumento siguiente Debates | 2012 DANIEL MORÁN “Al César lo qué es del César y a Dios lo que es de Dios.” Política y religión en la coyuntura de las guerras de independencia. Perú, 1808-1825 [29/03/2012] Resumen | Indice | Tabla de contenidos | Notas del autor | Texto | Notas | Cita | Autor Resúmenes Este trabajo, a partir del análisis conceptual y la reflexión sistemática de la prensa, busca advertir la relación existente entre el poder político y religioso en la coyuntura de las guerras de independencia en el Perú. En ese sentido, la proliferación de los periódicos, los sermones y los impresos políticos en aquel contexto ocasionó la politización de la población, el debate ideológico y las mutaciones en el vocabulario político. Esto supuso advertir la compleja relación de poder de la religión y la política en el escenario de la lucha militar entre las fuerzas realistas y revolucionarias. Por ello, en el teatro de la guerra y la revolución, el estudio de conceptos clave como Dios, la Providencia, el Señor de los Ejércitos, la Ilustración cristiana y el mismo concepto de religión, evidenciaron el uso político de estos términos como medios de legitimidad del poder y la autoridad, sea esta monárquica, reformista o revolucionaria.

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Este trabajo, a partir del análisis conceptual y la reflexión sistemática de la prensa, busca advertir la relación existente entre el poder político y religioso en la coyunturade las guerras de independencia en el Perú. En ese sentido, la proliferación de los periódicos, los sermones y los impresos políticos en aquel contexto ocasionó la politización de la población, el debate ideológico y las mutaciones en el vocabulariopolítico. Esto supuso advertir la compleja relación de poder de la religión y la política en el escenario de la lucha militar entre las fuerzas realistas y revolucionarias. Porello, en el teatro de la guerra y la revolución, el estudio de conceptos clave como Dios, la Providencia, el Señor de los Ejércitos, la Ilustración cristiana y el mismo concepto dereligión, evidenciaron el uso político de estos términos como medios de legitimidad del poder y la autoridad, sea esta monárquica, reformista o revolucionaria.

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    Debates | 2012

    DANIEL MORN

    Al Csar lo qu es del Csar ya Dios lo que es de Dios.Poltica y religin en lacoyuntura de las guerras deindependencia. Per, 1808-1825[29/03/2012]

    Resumen | Indice | Tabla de contenidos | Notas del autor | Texto | Notas | Cita |

    Autor

    Resmenes

    Este trabajo, a partir del anlisis conceptual y la reflexin sistemtica de la prensa,busca adv ertir la relacin existente entre el poder poltico y religioso en la coy unturade las guerras de independencia en el Per. En ese sentido, la proliferacin de losperidicos, los sermones y los impresos polticos en aquel contexto ocasion lapolitizacin de la poblacin, el debate ideolgico y las mutaciones en el v ocabulariopoltico. Esto supuso adv ertir la compleja relacin de poder de la religin y la polticaen el escenario de la lucha militar entre las fuerzas realistas y rev olucionarias. Porello, en el teatro de la guerra y la rev olucin, el estudio de conceptos clav e como Dios,la Prov idencia, el Seor de los Ejrcitos, la Ilustracin cristiana y el mismo concepto dereligin, ev idenciaron el uso poltico de estos trminos como medios de legitimidad delpoder y la autoridad, sea esta monrquica, reformista o rev olucionaria.

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    Entradas del ndice

    Mots cls : Prou, politique, religion, presse, XIXe sicle, concepts politiques, Guerres

    dindpendance, sermonsn

    Keywords : politics, press, Peru, religion, 1 9th century , political concepts, Wars of

    independence, sermons

    Palabras claves : Per, poltica, prensa, religin, siglo XIX, conceptos polticos,

    Guerras de independencia, sermones

    Notas del autor

    Trabajo disertado en el III Congreso Internacional Iberconceptos. El Lenguaje de las

    Independencias en Iberoamrica. Conceptos polticos y conceptos historiogrficos en la

    era de las rev oluciones, Montev ideo, septiembre del 201 1 . Adems, esta inv estigacin

    tiene el apoy o de una beca doctoral del CONICET bajo la direccin de Fabio Wasserman

    y Claudia Rosas. Igualmente, del proy ecto Ubacy t: Lenguajes polticos y cambio

    conceptual en el Ro de la Plata posrevolucionario (1780-1870), dirigido por Noem

    Goldman.

    Texto integral

    Introduccin

    Las conmemoraciones de los bicentenarios en Amrica Latina han ocasionado

    una amplia renovacin en los estudios de las independencias y la formacin de

    las nacientes repblicas. Dentro de estos cambios historiogrficos, la historia

    poltica y la historia del lenguaje y de los conceptos polticos v ienen ofreciendo

    un conjunto de argumentos sumamente importantes que han modificado las

    imgenes tradicionales que se tena del ciclo revolucionario y del papel atribuido

    a los diversos actores sociales[1 ]. En ese sentido, esta investigacin tiene como

    objetivo principal advertir, a partir del anlisis conceptual, la relacin existente

    entre poltica y religin en los tiempos de la independencia en el Per.

    Especficamente, se busca desarrollar aquellos conceptos inscritos en el campo

    semntico de la religin y la poltica. Entonces, se indagarn conceptos y

    argumentos de carcter religioso como Dios, la Prov idencia, el Seor de los

    Ejrcitos, la Ilustracin cristiana y el propio concepto de religin desde una

    perspectiva que v incule los diversos significados de estos trminos y la relacin

    que stos cumplieron en el perodo revolucionario, como medios de

    legitimizacin del poder poltico.

    1

    Para un anlisis sistemtico hemos div idido la investigacin en tres partes: 1)

    el estudio de las redes de circulacin de la prensa y la politizacin de la

    poblacin; 2) la compleja relacin poltica y religin; y , 3) la reflexin metdica

    de conceptos polticos clave inscritos en el anterior campo semntico. El corpus

    documental utilizado est compuesto principalmente por peridicos, sermones

    y cartas pastorales que circularon entre 1808-1825 [2]. Adems, de diccionarios,

    manuscritos, Diario de las Cortes, relaciones de v iajeros e impresos diversos[3].

    2

    La hiptesis central de la investigacin sostiene que los conceptos y3

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    Prensa, redes de comunicacin ydebate poltico en tiempos de laindependencia.

    argumentos religiosos jugaron un papel fundamental durante las guerras de

    independencia y sirv ieron no solamente como reflejo de una realidad

    determinada de la lucha revolucionaria, sino que permitieron mantener la

    legitimidad y la autoridad poltica del poder del estado, sea esta monrquica o

    independentista.

    El impacto de la crisis peninsular entre 1808 y 1814 en Amrica y el Per fue

    problemtico y a la vez complejo. El inicio de la revolucin espaola[4] con el

    objetivo de derrotar al ejrcito invasor y la creciente necesidad de generar una

    opinin pblica capaz de enfrentar ideolgicamente a los franceses, impuls al

    surgimiento de una diversidad de publicaciones peridicas, impresos y

    manuscritos[5]. Con esta proliferacin de medios a gran escala se produjo la

    politizacin de la poblacin y una nueva configuracin poltica del poder

    plasmada en la experiencia reformista de las Cortes de Cdiz. Esta realidad tuvo

    serias repercusiones en Amrica, por ejemplo en el Per, el discurso poltico fue

    circulando cada vez ms, politizando a la sociedad y creando un clima fuerte de

    opinin a favor de la autoridad monrquica y el reformismo de las Cortes.

    4

    Por ello, la publicacin de aproximadamente quince peridicos en dicha

    coy untura supone la existencia de una primavera periodstica[6], en donde el

    discurso poltico pudo extenderse a travs de mltiples canales de difusin,

    redes y espacios pblicos de sociabilidad. En general, captamos tres momentos

    en dicho desarrollo; de 1808 a 1810, el fidelismo sostenido por la Minerva

    Peruana (1805-1810); de 1810 a 1812, la prensa radical y crtica pero no

    independentista representado por El Diario Secreto de Lima (1811), El Peruano

    (1811-1812) y El Satlite del Peruano (1812); y , finalmente, la prensa de la

    concordia que aparece desde la promulgacin de la Constitucin en 1812 hasta el

    regreso del absolutismo en 1814, encontrndose en ese lapso peridicos como

    La Gaceta de Lima (1810-1814), El Verdadero Peruano (1812-1813), El

    Investigador (1813-1814), El Argos Constitucional (1813), El Peruano Liberal

    (1813), El Clamor de la Verdad (1814)y El Pensador del Per (1815)[7 ]. Muchos

    de estos peridicos, si bien editados en Lima, lograron distribuirse por espacios

    regionales distantes. Por ejemplo, el Verdadero Peruano circul en la capital,

    Arequipa, Cuzco, Puno, Guay aquil, May nas, Santiago de Chile, Chuquisaca,

    Quito, La Plata y La Paz[8]. En menor medida, El Peruano tuvo esta difusin en

    Lima, Trujillo, Hunuco y , circunstancialmente, en Buenos Aires, Chile, Quito y

    Cuenca[9]. Tambin, aunque espordicamente, peridicos como El Satlite y El

    Argos, circularon por Chachapoy as, Caete, Supe, La Paz y Buenos Aires.

    Mientras que La Gaceta y El Investigador pudieron leerse en Jauja, Tarma,

    Caete, La Paz, todo el sur andino, el Alto Per y el Ro de la Plata[1 0]. No puede

    dejarse de mencionar adems la difusin manuscrita del Diario Secreto de 1811

    en Lima, Cuzco, Trujillo e incluso la publicacin de este peridico en La Gaceta

    de Buenos Aires[1 1 ].

    5

    Esta intensa circulacin de la prensa fue posible por el contexto de crisis6

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    poltica desatada desde 1808 y la creciente politizacin de la poblacin[1 2].

    Igualmente, por el influjo de una minora letrada que la produca, may ormente,

    asociados o en connivencia con el poder poltico. Por ejemplo, tal es la

    tray ectoria de Jos Joaqun de Larriva[1 3], clrigo liberal moderado y de fuerte

    tendencia fidelista que apoy a travs de sermones y la publicacin de

    peridicos la poltica contrarrevolucionaria del v irrey Abascal[1 4]. Por su parte,

    Hiplito Unanue[1 5] con un discurso liberal-fidelista estuvo en la direccin del

    Verdadero Peruano, peridico auspiciado por el v irrey para contrarrestar el

    discurso crtico e insurgente del Diario Secreto, El Peruano y El Satlite.

    Por otro lado, Fernando Lpez Aldana[1 6] en la prensa de Lima y el obispo Luis

    Gonzaga de La Encina[1 7 ] en sermones y correspondencia ejemplifican el

    contraste y las complejidades de los discursos y los intereses de los diversos

    grupos de presin en plena coy untura revolucionaria. Mientras Lpez Aldana

    promovi en forma clandestina El Diario Secreto marcando una clara tendencia

    liberal y crtica que busc la extincin de la poltica absolutista de Abascal y la

    unin de los peruanos a las fuerzas revolucionarias del Ro de la Plata, Gonzaga

    de La Encina, obispo de Arequipa, propagara tanto en sermones, circulares,

    correspondencia y en los confesionarios, una frrea y extrema fidelidad a la

    monarqua[1 8]. En este ltimo caso es perceptible que a travs de otros medios

    como los sermones, disertados en el plpito y el altar, se pudo difundir tambin

    entre las diversas clases sociales la obediencia a la autoridad[1 9]. Ms an,

    en 1813 para el obispo de Trujillo Jos Carrin y Marfil[20], en las presentes

    convulsiones de la may or parte de las Amricas [] se ha conseguido sin armas,

    sin tropa y sin otro auxilio que la voz viva de los Prrocos[21 ].

    7

    En esa perspectiva, no solamente el discurso de la prensa y los sermones

    pudieron haber llegado a los grupos de poder y a las clases propietarias, sino,

    adems, su influjo habra alcanzado al mbito ms amplio de los sectores

    subalternos. Tanto en las calles, plazas, iglesias, pulperas, chicheras, teatros,

    centros de educacin, bibliotecas, tertulias, cafs y diversiones pblicas

    diversas, las noticias y los discursos de la prensa y los impresos polticos habran

    ganado audiencia y opiniones mltiples. En apreciacin de Glave: La capital del

    Per era un hervidero de rumores, de charlas libertarias y de lecturas

    colectivas, en donde se preludiaban intentos de acciones polticas[22]. Este

    mismo argumento fue sealado por un contemporneo en 1814: Cansado estoy

    de or muchos en los cafs, tiendas, plazas y calles, tratar de asuntos polticos

    en tono imponente[23]. Y , en el propio Diario Secreto de 1811 se indic: La voz

    de independencia y libertad es el voto del pueblo; ella es el objeto favorito de las

    conversaciones[24].

    8

    Las afirmaciones de los propios sectores no letrados acrecentara an ms la

    hiptesis de la extensin del discurso poltico de la prensa en los grupos

    populares. Diversos artculos comunicados del Investigador subray aron el

    paulatino aumento de la lectura de la prensa entre los indgenas: adquiriendo

    cada da nuevos creces de ilustracin y concepto, no hay indgena del virreinato

    que no desee su lectura[25]. Incluso, se insisti en la reunin de diversos grupos

    sociales para discutir asuntos polticos. Tal es el caso del Invisible que inform

    de manera detallada de la lectura de gacetas y peridicos en reuniones de

    comerciantes, en tertulias y juntas secretas[26]. Ms an, en otros artculos

    podemos enterarnos de la lectura poltica de la prensa que realiza un honrado

    artesano en la misma mesa familiar[27 ]. De este ltimo ejemplo debemos recordar

    tambin que otra variante era la lectura pblica de peridicos, gacetas, bandos

    9

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    y , durante la crisis hispana (1808-1814), la difusin del establecimiento de las

    Cortes de Cdiz y la lectura de la Constitucin en ceremonia pblica. En

    Huancavelica la publicacin del bando sobre la instalacin de las Cortes se

    realiz: en concurso de mucha gente y soldados [] por voz de Nicols

    Vizcarra, zambo ladino que hizo oficio de pregonero[28]. Por su parte, en

    Paucartambo, el 3 de enero de 1813: se ley la Constitucin Poltica y subi al

    plpito el prroco e hizo al pueblo una exhortacin v iva, y eficaz de los

    beneficios y felicidades que contenan los artculos y captulos de la citada

    constitucin, y luego de jurarla se pas a la plaza pblica donde todo el pueblo

    repiti: Viva el Rey , Viva la Constitucin, y Vivan las Cortes Generales[29].

    Esta difusin y lectura de bandos, gacetas y peridicos en amplios espacios

    pblicos y en un conjunto social heterogneo no tuvo exento de censura y

    control poltico. El Diario Secreto circul en forma clandestina en la capital, El

    Satlite y El Peruano dejaron de publicarse debido a los mltiples expedientes de

    censura de las autoridades[30]. El mismo Investigador, a pesar de apoy ar la

    poltica contrarrevolucionaria del v irrey , fue objeto de varios juicios de

    censura[31 ]. Igualmente, la circulacin de la prensa extranjera reimpresa en Lima

    o trada en forma clandestina desde Europa y de otras regiones de Amrica fue

    severamente reprimida por contener especies subversivas dirigidas a

    trastornar el actual sistema de gobierno y fomentar la revolucin de los pueblos

    y la insubordinacin a las autoridades constituidas, con grave dao de la

    religin y del Estado, por ello, el rgimen fue claro al indicar: prohibimos su

    lectura a todos[32].No obstante, esta fuerza represiva, se pudo advertir el poder

    que adquiri la prensa, principalmente desde la libertad de imprenta decretada

    por las Cortes en 1810 y aplicada en el Per en 1811 . Esta medida al permitir

    circular los peridicos, ocasion que se abandonara el trabajo por la

    lectura[33], y se propagara, en todas las clases del estado [] las ideas ms

    liberales y tiles al bien general, con el objetivo de dirigir la opinin

    pblica[34].

    10

    Estos argumentos desarrollados en la coy untura gaditana tomaron en el

    desenlace de las guerras de independencia un cariz cambiante pero no

    totalmente diferente. Por ejemplo, en La Abeja Republicana de 1822 se indic:

    Todo se ha cambiado. Por todas partes no se oye otra cosa que libertad,

    seguridad e independencia. En no pocos pases estas palabras se repiten en las

    conversaciones familiares, y aun por el bello sexo, en los plpitos, en el foro, y

    en los papeles pblicos[35]. La referencia es muy clara: las conversaciones

    polticas en la v ida privada y en los espacios pblicos haban aumentado

    considerablemente durante el protectorado sanmartiniano (1821-1822), incluso,

    la participacin en estos debates de otros grupos sociales antes excluidos nos

    permite advertir una nueva configuracin poltica en las esferas del poder y de la

    v ida social de la nueva nacin independiente[36].

    11

    En esa perspectiva, algunos v iajeros que v isitaron el Per en 1822 mostraron

    tambin el ambiente politizado, la intensa difusin de la informacin y las

    circunstancias sumamente confusas de la capital en donde mil diferentes ftiles

    rumores eran difundidos industriosamente, ms an, grupos de gente se

    reunan en ciertas tiendas y sitios pblicos para inquirir y relatar las noticias[37 ].

    El propio San Martn, en apreciacin de un contemporneo de la poca, crea que

    la lucha en el Per no era guerra de conquista y gloria, sino enteramente de

    opinin[38]. Esta guerra de opinin pudo percibirse en las tendencias polticas de

    los peridicos que circularon en Lima en aquella coy untura[39]. Mientras que El

    12

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    Triunfo de la Nacin (1821), desde una v isin monrquica y fidelista, insisti en

    la unidad de Amrica con la metrpoli y en la necesidad de una derrota completa

    de los insurgentes para restablecer el orden y la armona social, El Americano

    (1821), Los Andes Libres (1821), El Pacificador del Per (1821) y El Sol del Per

    (1822), mostraron su apuesta por la revolucin, el liberalismo y la

    independencia americana liderada por el general San Martn. Ms an el

    republicanismo y las ideas democrticas fueron defendidos por La Abeja

    Republicana (1822-1823) y El Tribuno de la Repblica Peruana (1822) y , en

    Arequipa, La Estrella de Ayacucho (1825) no dej de insistir en la independencia

    y el establecimiento de un gobierno republicano fuerte. Es indudable que la

    prensa aglutin las diversas alternativas polticas del proceso de independencia.

    Ms an se convirti en un actor poltico fundamental. Por ello, La Primavera de

    Arequipa sealara en 1825: Los peridicos han formado sin duda el espritu

    pblico de cada nacin[40].

    Por otro lado, entre 1820-1825, al igual que en la coy untura de las Cortes de

    Cdiz, los sermones y la intensa prdica del clero ay udaron igualmente en la

    difusin de la prensa y los preceptos polticos revolucionarios o

    contrainsurgentes. Por ejemplo, el obispo del Cuzco, Jos Calixto de Orihuela, en

    junio de 1820, dirigi a sus feligreses una carta pastoral en donde mostr la

    incompatibilidad del cristianismo con el espritu revolucionario. En su

    apreciacin, esta ola rebelde y sacrlega deba ser combatida tambin desde el

    plpito y el altar, y guardando el respeto irrestricto a las autoridades

    constituidas: Vosotros que sois Presbteros y Sacerdotes en el pueblo de Dios, y

    de quienes penden tantas almas, formadlas con nuestro ejemplo, y alentad con

    vuestras palabras sus corazones [] adems de procurar que en las escuelas y

    casas se aprenda de propsito [] le leis vosotros mismos en los Templos [].

    Entonces sern buenos, perfectos, y verdaderos cristianos para con Dios nuestro

    Seor, y para con todos[41 ].

    13

    Como hemos advertido la prensa, los sermones y otros impresos circularon

    por una amplia red de comunicacin y espacios pblicos diversos

    contribuy endo al debate doctrinario y a la politizacin de la poblacin peruana

    en todo el proceso de las guerras de independencia. Esta realidad pudo

    percibirse adems en otras reas de Amrica Latina. En noviembre de 1810, La

    Gaceta de Buenos Aires seal:Escriben de Lima que la opinin de Buenos Aires

    ha hecho la mayor impresin; aseguran que en todas las casas se hacen

    defensas en obsequio de ella []. El rumor que corre es ya tan sensible, que el

    v irrey se halla muy lleno de temor, tomando medidas para sofocar al germen;

    pero intilmente, pues la chispa elctrica ha comunicado suincendio a los

    cuatro puntos de este inmenso continente[42]. Incluso, en 1816 La Crnica

    Argentina era contundente al sealar que: todos leen los papeles pblicos; no

    hay taberna, mesn, ni aldea, en donde no circulen los diarios, y es casi de

    primera necesidad su lectura[43] En Santiago de Chile, este mismo argumento

    qued ev idente en 1821: Ninguno puede ser feliz, sino estudia su religin, su

    moral, sus derechos []. No hallndose pues otro medio para entrar en

    correspondencia con los hombres ilustrados y buenos de todo el mundo que la

    lectura, habiendo llegado la feliz poca de que esta facultad infinitamente

    apreciable, se extiende hasta la ltima persona de Chile[44].

    14

    Este acceso amplio a la lectura, el debate y la constante circulacin de la

    prensa prueba la importancia de este medio como tribuna poltica de poder en

    una coy untura revolucionaria. Igualmente, la difusin de sermones, cartas

    15

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    Religin y poltica: Una complejarelacin de poder

    [45]

    pastorales y una multiplicidad de impresos y manuscritos contribuy en a la

    extensin del discurso poltico por una red de comunicacin ms vasta y

    compleja con arterias y vasos comunicantes que, a su vez, permiten la

    politizacin de los actores sociales y religiosos.

    Precisamente, esta intensa circulacin de la prensa, los sermones y otros

    impresos, al colaborar al incremento sostenido del debate poltico y la

    politizacin de la poblacin, se convirti en un espacio fundamental para

    percibir la relacin de la poltica y la religin en tiempos revolucionarios.[46] Esta

    relacin entre el trono y el altar se agudiz con el desarrollo de las propias

    guerras de independencia. Mientras en 1813 El Investigador sostena que sin

    religin no puede existir Estado alguno , y que ella era el ms firme apoy o de la

    legislacin[47 ], en 1820 el obispo Orihuela crea que: Nadie puede ser buen

    cristiano e hijo de Dios, no siendo un buen sbdito, y fiel vasallo de su Rey.[48] El

    propio peridico realista El Depositario en febrero de 1821 agregara: ni las

    persecuciones ni los grandes riesgos ni la muerte misma son capaces de

    retraerlos de lo que deben Dios, al rey y la sociedad. [49] Ms an, La Abeja

    Republicana sealara en 1822: La religin del pas debe ser la base del

    gobierno[50].

    16

    Esta estrecha relacin del poder poltico con el poder religioso supuso en el

    contexto de la independencia un entramado complejo de intereses en juego

    junto a un desarrollo altamente ideolgico y poltico de los actores sociales. Por

    ejemplo, el obispo de Arequipa Gonzaga de la Encina en pleno ciclo

    revolucionario exhortaba a sus feligreses el respeto de la autoridad poltica y

    religiosa: Dichosa repite este cabildo, porque pesar del fuego devastador que

    ha inflamado casi todo el orbe, y de las seductoras especies que se han

    propagado aun en nuestro continente como el humo ms espeso de la may or

    hoguera, aun hay hijos fieles [], que conservan la religin, la paz y lealtad al

    soberano, y las legtimas autoridades[51 ] Incluso, el mismo obispo ante los

    azarosos sucesos de la revolucin del Cuzco de 1814[52], la disolucin de las

    Cortes y el retorno del absolutismo de Fernando VII, indicara en 1815 la

    importancia de la prdica religiosa en la conservacin del Estado y la armona

    social, en donde los devotos: amen respetuosamente su rey, quien deben

    mirar como una imagen sobre la tierra del mismo Dios[53].

    17

    Esta imagende fieles vasallosal trono y al altar que sostiene Gonzaga de La

    Encina en plena revolucin puede compararse con los argumentos expuestos

    por el lder de los revolucionarios Jos Angulo al obispo rebelde del Cuzco Jos

    Prez Armendriz[54]: espero que excite a todos [los curas] para que prediquen y

    persuadan a sus feligreses la legitimidad de este gobierno y la obligacin en que

    estn en conciencia de obedecerlo[55]. Los propios insurgentes reconocan la

    necesidad de contar con el auxilio de la religin porque era este poder div ino, a

    travs de la prdica de sus clrigos, el principal vehculo para llevar adelante la

    lucha revolucionaria y arrogarse el respeto irrestricto de los hombres. No

    obstante, tanto en el bando fidelista y en el rebelde la recurrencia a la div ina

    providencia y a la santa religin tuvo entre sus particulares intereses el de

    18

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    El buen ejemplo del clero secular y regular trascienda a todo el cuerpode los dems v asallos de una Nacin tan religiosa [] el amor y el respetoa los soberanos, a la familia real y al gobierno es una obligacin quedictan las ley es fundamentales del Estado, y ensean las letras div inas alos sbditos, como punto grav e de conciencia. De aqu prov iene que loseclesisticos [] en sus sermones, ejercicios espirituales y actos dev otosdeben infundir al pueblo estos principios, [y ] abstenerse ellos mismos []de las declamaciones y murmuraciones depresiv as de las personas delGobierno, que contribuy en a infundir odiosidad contra ellas, y tal v ezdar ocasin a may ores excesos []. Por tanto, a fin de que no se abuse dela buena fe de los seculares, se guarde al trono el respeto que la ReliginCatlica inspira, y ninguna persona dedicada a Dios por su profesin seatrev a a turbar por tales medios los nimos y orden pblico. [56]

    legitimar el poder constituido y hacer frente a los cambiantes acontecimientos

    de las guerras de independencia.

    Al respecto, en la coy untura de las Cortes de Cdiz un impreso adverta

    claramente:

    19

    Ms an un folleto publicado en Madrid luego de la extincin de las Cortes y

    difundido en Lima en 1815 sealara que era preciso temer a los enemigos del

    altar y del trono, porque eran estos unos aduladores infames o unos impos

    irreligiosos, cuy a poltica no es otra que seguir al que tiene el poder, sea justo o

    injusto, buscar su inters y no el de la verdad y justicia[57 ]. Es ev idente el

    argumento de la bsqueda de legitimidad poltica a partir de la recurrencia a la

    religin y la prdica de los fundamentos religiosos en el plpito y en los diversos

    espacios pblicos de sociabilidad.

    20

    Esta idea lo entendi muy bien San Martn cuando en julio de 1821, antes de

    ingresar a la capital y declarar la independencia, dirigi al arzobispo de Lima

    Bartolom Mara de las Heras[58] un oficio donde se comprometi a guardar

    especial proteccin a nuestra santa religin, a los templos y a sus ministros,

    buscando as que la mxima autoridad religiosa convenciera a los sacerdotes que

    cooperen e influy an todos a conservar el orden del pueblo, el respeto de los

    ciudadanos pacficos e inspiren confianza y seguridad a los espritus

    sobresaltados[59]. Inmediatamente, la respuesta del arzobispo demostrara las

    negociaciones y relaciones de las autoridades religiosas con el poder poltico:

    Los sentimientos de religin y humanidad que respira el oficio que acabo de

    recibir de V. E. han desahogado sobremanera a mi espritu []. No ceso de elevar

    al Seor mis dbiles manos en accin de gracias []. Solo el Todo Poderoso, que

    es dueo de los corazones, puede combinar tantos resortes. Se los doy tambin a

    V. E. por la consideracin que ha manifestado hacia mi persona[60]. En aquel

    mismo mes, y a tomada la capital por las fuerzas patriotas, se recurra, a travs

    del peridico Los Andes Libres, a la div ina prov idencia para legitimar la prctica

    poltica y la lucha por la independencia: No, no puede el Cielo mirar con

    indiferencia tan generosa conducta: l premiar la virtud, proteger nuestra

    causa[61 ].

    21

    Igualmente, el comportamiento del obispo Orihuela[62] entre 1820 y 1825

    refleja el contradictorio papel que los miembros del poder religioso cumplieron

    en la coy untura de la independencia. Mientras en 1820 sealaba Orihuela: En

    estos infelices tiempos de revolucin [] habrn hombres amadores de s

    mismos, blasfemos, desobedientes [] amadores de sus viles placeres, y no de

    Dios. Tales son a la letra cuantos han promovido el infernal estandarte de la

    insurreccin, cuantos lo han seguido de obra, y no le profesan la ms cordial

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    Poltica y religin. Anlisis dealgunos conceptos polticos clave entiempos de la independencia

    aversin[63], el mismo obispo contradictoriamente en 1825 afirmara: Siempre

    am, vener, y reverenci al Rey Catlico, casi sin taza, (hasta el momento en

    que conoc ser otra la voluntad de Dios) [][64]. Incluso, despus del triunfo

    patriota en los campos de Junn y Ay acucho, Simn Bolvar agradeca a Orihuela

    su decidida voluntad y participacin por la independencia: V. S. I. me felicita

    por el xito glorioso de esta empresa, reconociendo con justicia que ella es obra

    del cielo, quien cansado de los inmensos males que sufra esta inocente tierra por

    la opresin de extraos mandatarios, fortaleci, en fin, el brazo de los que

    v inieron a salvarla, sin ms objeto que el de que exista bajo la gida de sus

    propias ley es, que a beneficio de ellas prospere y se exalte el culto del seor[65].

    Este comportamiento ambiguo de los grupos eclesisticos en la coy untura de

    la independencia pudo percibirse tambin en la tray ectoria poltica del clrigo

    Jos Joaqun de Larriva. En la experiencia gaditana Larriva fue un frreo

    defensor de la monarqua, del liberalismo reformista de las Cortes y de la

    obediencia irrestricta a la autoridad poltica[66]. En cambio, el mismo clrigo ante

    el arribo de las fuerzas patriotas y la declaracin de la independencia del Per

    en 1821, buscara incesantemente probar, a las nuevas autoridades, su decidida

    participacin por la causa independentista[67 ].

    23

    Sin embargo, debemos subray ar que esta relacin poltica y religin no estuvo

    exenta de problemas y complicaciones. En 1814, El Investigador inform:

    Verdaderamente, causa escndalo y particular desagrado, ver los religiosos

    vagos y errantes por las calles, y no menos por las prov incias del reino v iv iendo

    libremente, y entregados con descaro comercios y negociaciones,

    presentndose en teatros y paseos pblicos, las diversiones ms profanas, cuyo

    desorden clama por una eficaz y pronta reforma[68]. Este argumento de crtica

    al clero y la urgente necesidad de una reforma religiosa que ay ude al poder

    poltico en la estabilidad y armona social, volv i a indicarse en noviembre

    de 1822 en varios nmeros del Diario del Lima bajo el ttulo de Reforma de los

    eclesisticos[69]. Es indudable entonces que en la coy untura de las guerras de

    independencia las autoridades polticas negociaron la activa participacin de los

    sectores eclesisticos en la configuracin del poder, con el claro objetivo de

    establecer la legitimidad del gobierno y el respeto absoluto a las autoridades

    polticas del Estado. Antes que un amor frreo a la causa patriota o realista, los

    diversos sectores sociales, incluidos las autoridades polticas y religiosas,

    demostraron una clara tendencia de resguardo particular de sus intereses y

    prerrogativas ms apremiantes y necesarias en momentos de crisis y

    revoluciones.

    24

    Esta estrecha relacin del trono y el altar supone tambin que en aquella

    coy untura se plasm un determinado discurso poltico que trajo consigo la

    fuerte politizacin de una serie de conceptos claves. Entre fines del siglo XVIII y

    comienzos del XIX, trminos como religin, Dios, la Prov idencia, el Seor de los

    Ejrcitos y la Ilustracin cristiana, fueron adquiriendo un determinado

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    Nos hemos reunido hoy en esta Santa Iglesia [] para dar humildes yferv orosas gracias al Dios misericordioso de nuestros padres, por habercolocado con sus mismas omnipotentes manos sobre el glorioso trono deEspaa a un Prncipe tan amable y tan amado, a un Prncipe cuy asolemne y alegrsima proclamacin ha decidido para siempre nuestrasuerte, y ha puesto fin a nuestras dudas e incertidumbres: y lo pondrtambin a las turbulencias [], disipar todas las tempestades quenuestros riv ales y enemigos han lev antado tan inicuamente [] noshemos juntado [tambin] para pedir muy encarecidamente y con todo elcorazn al Dios de las batallas, que eche desde el cielo su paternal bendicinsobre nuestras armas: sostenga a los leones espaoles en una guerra tanjusta, y llene de susto, de terror y de confusin a nuestros cruelesinv asores [7 5].

    significado de acuerdo al contexto mismo del ciclo revolucionario e

    independentista. Por ejemplo, en el Diccionario de la lengua castellana de 1822,

    la religin era concebida como una Virtud moral con que adoramos y

    reverenciamos a Dios, como a primer principio de todas las cosas, dndole el

    debido culto con sumisin interior y exterior nuestra, confesando su infinita

    excelencia, igualmente, religin adquira el significado de profesin, estado o

    modo de v iv ir estrecho y separado con votos, reglas, constituciones pas, y

    ordenadas ceremonias aprobadas por la Iglesia[7 0]. Esta v irtud y obediencia al

    creador nos conduce a sealar el significado del trmino Dios dado en aquel

    mismo diccionario: Nombre sagrado del supremo ser, creador del universo, que

    le conserva y rige por su prov idencia[7 1 ]. Este ltimo concepto asociado al de

    Providencia, necesariamente por antonomasia se entiende la de Dios[7 2]. Esto

    es importante porque en la documentacin consultada en esta coy untura

    confirmaremos que el trmino Dios se asume muchas veces tambin como el de

    Providencia o Div ina Prov idencia. Incluso, toma la acepcin de Seor que se

    entiende como dueo que es de todas las cosas creadas, rey de rey es, y seor de

    los seores[7 3]. Y a en el terreno de la lucha poltica y las guerras de

    independencia se relacionar con trminos como Seor de los Ejrcitos, Dios de

    los Ejrcitos, Dios de las Batallas, Todo Poderoso, Ser Eterno, El Altsimo, etc.

    Adems, los preceptos religiosos al relacionarse con los intereses polticos

    asumiran en dicho perodo la denominacin de ilustracin cristiana, es decir, el

    acto o efecto de ilustrar y ensear, dentro de los parmetros constituidos de las

    reformas ilustradas y la modernizacin, la santa religin cristiana.

    El desarrollo conceptual y la creciente y cambiante politizacin de todos estos

    conceptos claves, puede entenderse mejor, si los analizamos en su respectivo

    contexto y en los diversos significados que van adquiriendo de acuerdo a los

    intereses de los actores sociales que los utilizan y la necesidad de legitimar o

    rechazar ciertas acciones y alternativas polticas. En 1808, en plena asuncin de

    Fernando VII al trono de Espaa y la sbita invasin francesa a la metrpoli, el

    arzobispo de La Plata Benito Mara de Moxo y de Francol[7 4] seal:

    26

    La exhortacin del arzobispo es contundente: es Dios el que ha colocado en el

    poder poltico a Fernando VII, el que lo ha consagrado con el poder suficiente

    para hacer frente a los invasores franceses y acabar plenamente en los campos

    de batalla con estos sacrlegos enemigos de Dios y las autoridades establecidas.

    Ms an, La Minerva Peruana en agosto de 1810, ante los infortunados sucesos

    de la guerra que los espaoles libraban por su independencia en la Metrpoli,

    reproduca un discurso del Consejo de Regencia a los habitantes del imperio: No

    lo ha consentido as la Providencia que vela sobre nuestros destinos. El Estado

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    que por un instante pareci disuelto, no perdi su equilibrio, y tuvo presto el

    timn que deba regir sus movimientos[7 6]. Vuelve a sealarse a Dios o la

    Prov idencia cmo el ente que gua el destino de los acontecimientos y el

    desarrollo de las guerras. Incluso, luego de producida la revolucin de may o

    de 1810 en Buenos Aires y los primeros enfrentamientos de las fuerzas

    revolucionarias del Ro de la Plata contra el ejrcito realista de Lima en el Alto

    Per, el obispo de Arequipa insista en sealar: que [Dios] conserve entre

    nosotros la verdadera paz, y unidad de sentimientos: que la restituy a,

    abrindoles los ojos de su alma, los pueblos de nuestro continente, que la han

    abandonado, y , especialmente, que acompaen a los prrocos en su dura lucha;

    en hacer ver todos nuestros hijos en el seor que esta independencia

    may ormente entablada en las actuales circunstancias no es conforme sus

    mandamientos, que es por consiguiente criminal delante de Dios, y les desv a de

    los caminos de la salud eterna, por donde nosotros estamos encargados por el

    mismo Dios de conducirlos[7 7 ].

    Esta exhortacin del obispo se produjo poco tiempo despus de que las armas

    realistas enfrentadas con el ejrcito rioplatense haban perdido en la batalla de

    Suipacha el 7 de noviembre de 1810 en la intendencia de Potos. Esta derrota, el

    aumento de los focos rebeldes en toda Sudamrica y los excesos funestos que

    toda lucha armada traa consigo llevaran al rgimen de Abascal a aumentar la

    propaganda fidelista y el rechazo categrico, principalmente, sobre los

    insurgentes porteos. En La Gaceta de Lima de noviembre de 1810, luego de

    conocida el inicio de la revolucin de may o, se indic: No deis odos a las

    persuasiones, ni crdito a los papeles de los revolucionarios, por ms que a la

    frente de ellos pongan los sagrados nombres de la Religin, del Rey y de la

    Patria porque solo lo hacen para abusar de ellos sacrlegamente y engaaros,

    incluso, agregaran en forma rotunda; Buscad la necesidad de esas juntas y no la

    encontrareis. Si en Espaa han sido precisas en Amrica han faltado enteramente

    los motivos[7 8]. El foco de crtica recay en la junta portea y en su afn de

    legitimar sus acciones subversivas recurriendo al poder del trono y el altar. En

    apreciacin del gobierno v irreinal esto era inconcebible debido a la poltica

    represiva y terrorista que contra las legtimas potestades y la div ina

    providencia, haban atentado los revolucionarios: Van corridos poco ms de

    tres meses desde la instalacin de la Junta, y y a ha ejecutado proscripciones de

    Virreyes, oidores, obispos, gobernadores, asesores, jefes militares, generales y

    vecinos de la primera honradez y distincin[7 9].

    28

    Estos excesos contra las autoridades constituidas no hacan otra cosa que

    quitarle legitimidad a las acciones de los insurgentes. Este argumento, en

    apreciacin del discurso de la prensa, ganara may or credibilidad cuando las

    fuerzas realistas lograran derrotar al ejrcito rioplatense en la batalla de Guaqui

    en junio de 1811 . Esta v ictoria fue rpidamente difundida y celebrada, y el propio

    General Jos Manuel de Goy eneche[80] en el campo de batalla escriba

    informando al v irrey Abascal: La gran v ictoria de Guaqui que el Ejrcito de mi

    mando ha obtenido contra el enemigo el da 20 del presente, es un premio que el

    Dios de los Ejrcitos ha dispensado a la lealtad del Per, y a los incesantes

    desvelos de V. E. por su seguridad y conservacin[81 ]. Es ev idente que el triunfo

    realista haba sido establecido por la Prov idencia que asuma en el contexto de

    guerra el significado de Dios de los Ejrcitos, es decir, el ser supremo capaz de

    guiar y determinar el desenlace de los sucesos de la lucha armada. El propio

    coronel Ramrez en correspondencia a Goy eneche indic: Al fin nos concedi la

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    providencia el feliz momento de ver disipada esa negra niebla que haban

    formado los espritus revolucionarios[82] Igualmente, las autoridades religiosas

    de Lima, en carta a Goy eneche expresaron: Prosiga pues V. S. peleando las

    guerras del seor [] mientras nosotros levantamos las manos al cielo,

    suplicando al Dios de los ejrcitos, que corone sus victorias y triunfos con el

    restablecimiento total de nuestra antigua quietud, y debida sumisin a las

    potestades legtimas[83].

    Incluso, Pedro Loay sa[84], al pronunciar las misas de accin de gracias y las

    oraciones por la v ictoria espaola sobre los rioplatenses, sealara claramente

    las nefastas consecuencias de estas acciones sobre div ina prov idencia y el

    ordenamiento social y poltico: Son de manifiesto las horribles consecuencias

    de la insurreccin contra las legtimas potestades. Ella echa por tierra lo que

    hay de ms sagrado en nuestra Religin: abre la puerta los crmenes ms

    horrendos contra la sociedad: destruy e los fundamentos sobre que estriban la

    paz y el bien comn, y de consiguiente son incalculables los daos y las ofensas

    que resultan contra las regalas del todo poderoso y contra los derechos de su

    electo rebao. [85] Es perceptible que los conceptos de Dios, la Prov idencia,

    Todo Poderoso y Dios de los Ejrcitos en el contexto de la guerra eran utilizados

    para legitimar o rechazar la autoridad poltica y las acciones tomadas por stas

    tanto en el desarrollo de la lucha revolucionaria como en la propia ofensiva

    contrainsurgente.

    30

    A pesar del triunfo realista en el Alto Per en 1811 y el fervor fidelista de las

    autoridades establecidas, se producira, entre 1811 y 1815, al interior del

    v irreinato peruano, revueltas y rebeliones que daran una clara muestra de los

    serios conflictos regionales y tnicos que las elites en el poder mantenan en esos

    espacios y en el centro mismo de la capital peruana. Hicieron parte de estos

    movimientos la rebelin de Francisco Antonio Zela de 1811 en Tacna y la de

    Enrique Paillardelle de 1813 en la misma regin, los de Huamanga en 1811 , la

    insurreccin de Hunuco de 1812, las fracasadas conspiraciones limeas y del

    Conde de la Vega del Ren y , especialmente, la revolucin del Cuzco de 1814-

    1815 [86]. Este ciclo de acciones rebeldes impuls la intensa circulacin de la

    pedagoga poltica en la prensa y la decisiva prdica religiosa en todas las

    regiones del Per. Por ejemplo, en pleno desarrollo de la rebelin de Hunuco

    de 1812 el v irrey Abascal peda urgentemente al intendente de Tarma que

    redoble la v igilancia para descubrir a los promovedores de tumultos y adictos a

    la sedicin los cuales son los que forman los Pasquines[87 ]. Incluso, en otra carta

    al Consejo de Regencia indic no encuentro otro principio a la Revolucin de

    Hunuco que el veneno que esparcen los papeles sediciosos que se imprimen y

    publican[88]. Tal es el caso de los autos criminales seguidos contra Mariano

    Crdenas, Manuel Ribera y el clrigo Mariano Aspiazu, por difundir pasquines

    sediciosos en aquellos pueblos revolucionados[89].

    31

    Esta intensa circulacin de pasquines y correspondencia aunados a los

    sermones y la prdica religiosa p udo percibirse tambin en los acontecimientos

    de la revolucin del Cuzco en 1814-1815. El principal promotor religioso de

    aquella insurgencia el Obispo del Cuzco Jos Prez Armendriz sealara: Si Dios

    pone una mano en las cosas del mundo, en aquella revolucin haba puesto las

    dos[90]. Este argumento en el discurso disidente busc legitimar la lucha

    revolucionaria calificndola como una guerra santa que contaba con la mano

    protectora de la div ina prov idencia, cuy a prueba ms palpable era la

    participacin del propio obispo y los curas de todas estas regiones del sur

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    desde que los hombres han abandonado la integridad de su conciencia, yhan seguido el de la ambicin y de la codicia, el mundo todo se hallarev uelto y desconocido, a pesar de sus ley es y v irtudes [] los que seamaban como hermanos, hoy se miran de enemigos [] abandonad deuna v ez el execrable egosmo de nuestra perdicin, y v eris espumar lasv ictorias de la nacin por medio de la recta observ ancia de las ley es, y

    andino. Sin embargo, en el discurso fidelista la revolucin era perjudicial y

    sacrlega contra las autoridades religiosas y polticas. El propio Arzobispo de

    Lima dirigi una pastoral al pueblo del Cuzco, que sera rpidamente difundida

    en La Gaceta, sealando: El doloroso y siempre abominable trastorno del

    sistema civ il, a que nicamente afectan dirigir sus empresas los genios

    sediciosos, es en todas ocasiones seminario de horrores y desastres que detesta

    la sana moral. []. No permita el Dios de las misericordias tan desastroso

    acontecimiento[91 ]. Sobre estos sucesos, Joaqun de la Pezuela informara al

    v irrey el noble enojo con que las tropas realistas, compuestas tambin con

    habitantes del Cuzco, han mirado la revolucin de la capital de la prov incia del

    Cuzco su pas, y su abominacin a los perturbadores del sosiego pblico[92]. Esta

    escandalosa insurreccin su asociada a la revolucin portea por las

    autoridades v irreinales. Incluso, el cabildo constitucional de Cochabamba

    dirigira al del Cuzco estas severas palabras: Se ha indignado hasta el extremo, al

    ver que cuando pareca iba a tocar toda la Amrica la ray a de sus desgracias, la

    ciudad del Cuzco hay a querido oponerse a tan feliz suceso, separndose de la

    unidad de la nacin por adherirse a los inmorales corrompidos argentinos,

    prolongando de este modo las sangrientas catstrofes que aquellos fanticos han

    ocasionado a este antes feliz y pacfico continente[93].

    La lucha ideolgica y contrarrevolucionaria fue asumida por diversos actores

    sociales. Por ejemplo, el obispo de Arequipa insista en rechazar no solamente a

    la revolucin del Cuzco, sino adems a las Cortes de Cdiz, a la Constitucin y las

    reformas gaditanas[94]; El Investigador, auspiciado por el v irrey , afirmara que

    los revolucionarios del alto y el bajo Per cometan crmenes horrorosos y

    sangrientos contra las legtimas autoridades del trono y el altar[95]; La Gaceta de

    Lima, que los insurrectos del Cuzco y algunos grupos miserables haban

    seducido a los pueblos contra la legtimas potestades[96], y , finalmente, ante esta

    realidad, El Pensador del Per indicara: As como la revolucin del Cuzco fue la

    ms intempestiva que ha ocurrido, ha sido prodigioso el modo y medios con que

    supo terminarla la bienhechora providencia[97 ]. Entonces, sera la Prov idencia

    la que habra determinado el triunfo de las armas espaolas. Ms an, si en 1814

    se produjo tanto la reasuncin de Fernando VII al poder de Espaa, el regreso

    del absolutismo y la reconquista del reino de Chile gracias a la v ictoria del

    ejrcito realista en la batalla de Rancagua. Al respecto, el obispo de Santiago

    escriba al v irrey Abascal: lleg por fin el da sealado por la Divina

    Providencia[98], y , la misma Gaceta de Lima, sealaba: Y a desapareci, gracias

    a la suprema providencia, el vano pretexto con que los fratricidas de Amrica

    encubran sus abominables empresas[99].

    33

    A estos acontecimientos habran que sumarse el influjo de las terribles

    derrotas que los revolucionarios porteos infringieron a las fuerzas realistas en

    las batallas de Tucumn (24 y 25 de septiembre de 1812) y Salta (20 de febrero

    de 1813), conjuntamente, con los triunfos de las armas de rey sobre los rebeldes

    en los campos de Vilcapugio y Ay ouma (1 de octubre y 14 de noviembre de 1813,

    respectivamente). Precisamente, luego de estos dos ltimos triunfos realistas, El

    Investigador del Per, afirmara:

    34

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    por la slida religin que debemos guardar como verdaderos cristianos.Aqu v eris entonces extender los brazos a la divina providencia, para lapaz, tranquilidad y reposo de las naciones. Abominar los malos ejemplos ycostumbres, y seris felices para siempre [1 00].

    El espritu de unidad, es el que principalmente inspira nuestra religin,en todas sus santas ley es [] De aqu nace la obligacin que tenemos, decortar las querellas, la discordia, y las disensiones [] [La religin] Ella es

    Igualmente, Gonzaga de La Encina, obispo de Arequipa, informaba del triunfo

    espaol en Vilcapugio: la insigne v ictoria con que el seor ha favorecido

    nuestras Armas[1 01 ], y en Lima, Pedro ngel de Tado celebrando aquella batalla

    expres en su sermn: todo bien debemos esperarlo de la mano del seor []

    nosotros espaoles honrados y religiosos confiamos en Dios Todo Poderoso que

    puede con un solo arquear de ojo destruir todos los que v ienen contra nosotros

    y an al mundo entero[1 02].

    35

    Este significado determinante atribuido a Dios sobre el desarrollo de los

    acontecimientos y de toda creacin del mundo, ha sido una constante en la

    prensa y los sermones en toda la coy untura de las guerras de independencia. El

    Investigador del Per volv a a indicar: La prov idencia div ina, ella sola es la

    creadora y conservadora de todos los seres [...] Esta prov idencia creadora y

    conservadora, es tan propia, tan caracterstica, tan esencial sola la div inidad,

    que ninguna criatura la tiene, ni la tendr jams por perfecta que sea, porque ella

    es un atributo incomunicable. Dios solo lo creo todo: Dios solo lo conserva

    todo[1 03]. El sermn que el prroco de Charcas Matas Terrazas, dirigiera el 2 de

    noviembre de 1814, por el regreso al poder de Fernando VII, incida en el mismo

    argumento: Todos los sucesos de nuestra v ida dependen de una providencia

    soberana que los dirige. Su sabidura infinita es la regla que nivela los

    acontecimientos. Lo grande y lo pequeo, lo favorable y lo adverso, todo viene

    de su mano poderosa. [As] la libertad de nuestro Monarca, la independencia de

    nuestra nacin y ese conjunto de ventajas que admiramos, es obra de la mano

    del seor[1 04]. Entonces, Dios, Prov idencia y Seor son conceptos que adquieren

    en el contexto de la guerra y la lucha revolucionaria y contrarrevolucionaria, el

    significado de creador y conservador de todo lo existente, del ser que gua y

    decide el desenlace de los acontecimientos humanos y naturales, y el de la

    div inidad que todos los hombres deben respetar y reverenciar en forma

    absoluta. En ese sentido, ha resultado crucial relacionar estos significados al

    terreno del poder poltico buscando justificar las acciones y prcticas polticas

    de los grupos de poder y de los diversos actores sociales, revolucionarios o

    realistas, en pleno proceso de las guerras de independencia.

    36

    Es perceptible tambin la incidencia en esa v inculacin del trono y el altar, la

    acepcin atribuida al concepto amplio de religin. Para El Argos Constitucional:

    La religin es el alma conservadora de los estados. Ella rev iste los prncipes

    de autoridad y respeto: asegura los tronos: y prestando v igor la ley es, da al

    edificio de la sociedad una consistencia sin la cual caera desplomado[1 05]. El

    Investigador adverta asimismo que en vano se levanta el edificio social, si no

    se pone la religin por cimiento[1 06]. Este significado politizado del trmino

    responde a los intereses polticos de las autoridades en aquella coy untura de

    crisis y grandes agitaciones sociales. Incluso, el v nculo con la esfera religiosa, es

    palpable en los sermones disertados en dicho perodo, como l de Ignacio

    Gonzlez Bustamante en junio de 1811 celebrando la instalacin del regimiento

    de la Concordia:

    37

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    ordenada para conservar la pblica tranquilidad; para poner cubierto detodo insulto esta parte del rebao del seor [] Para que el tumulto, lainsubordinacin, y el atrev imiento, no desconcierten la dulceconsonancia de la armona social: Para que el primoroso encadenamientode relaciones, subsista en su fuerza, y que todos estables en su recprocadependencia, se contesten mutuamente, segn sus grados, condiciones, ydestinos, dndose el honor, el tributo, la renta, el impuesto, y losderechos que cada uno pertenecen. [] al Cesar, lo que es del Cesar, y Dios, lo que es de Dios [1 07 ].

    La politizacin del trmino es concluy ente: la religin conserva al Estado, da

    autoridad a los rey es, garantiza que se cumplan las ley es, regula la pirmide y las

    jerarquas sociales y ev ita el tumulto, la insubordinacin y la revolucin,

    conversando el espritu de unidad y armona social. En otras palabras, el

    concepto asume contenido poltico al relacionar el poder omnipotente de Dios,

    los argumentos de una determinada profesin o forma de culto y obediencia a

    esta div ina, y los intereses polticos de las autoridades del Estado y las

    instituciones eclesisticas. Entonces, los diversos actores sociales, sean realistas

    o revolucionarios, utilizan estos conceptos para legitimar su propia autoridad y

    prctica poltica.

    38

    Si en la coy untura de las Cortes de Cdiz esta politizacin de los conceptos fue

    constante, en el desenlace de la independencia sera aun may or, debido al

    enfrentamiento conflictivo entre el bando realista defensor de la monarqua, el

    grupo patriota rebelde y los republicanos. Antes del ingreso de San Martn a

    Lima, el peridico realista El Triunfo de la Nacin se pregunt: Quin sino Dios

    es el Supremo dador, conservador y retribuyente de todo bien, tanto en el orden

    de la naturaleza como en el de la gracia?, y agregara: Qu gloria para ti, o

    Lima venturosa!, cuanto pase la furiosa tempestad que desola la may or parte de

    este hermoso globo; cuando penetrada del ms tierno reconocimiento tributes al

    Seor de los ejrcitos las debidas gracias por haberte salvado del comn

    naufragio[1 08]. En ese mismo contexto, el obispo del Cuzco Jos Calixto de

    Orihuela rechazaba la revolucin y sus funestas consecuencias, afirmando: Dad

    a Csar, lo que es de Csar; y a Dios, lo que es de Dios. Sentencia div ina, nunca

    bastantemente admirada, que asegura el honor debido a Dios nuestro Seor,

    estableciendo el derecho que los Soberanos tienen sobre sus vasallos, y la

    obligacin de contribuirle estos; sin que quede lugar a la pretendida libertad, y

    fatal independencia[1 09]. En estas citas del discurso fidelista podemos advertir

    que Dios se asemeja a Seor y representa al creador de todo lo que existe en el

    mundo. Asimismo, la palabra consigue politizarse al asumir su relacin con el

    poder poltico manteniendo la obediencia a la autoridad religiosa y al Estado, y

    rechazando en forma contundente todo signo de ruptura, revolucin e

    independencia.

    39

    Estos significados de Dios sufrirn variaciones en el discurso poltico de los

    grupos independentistas con el ingreso de San Martn al Per. A pocos das de la

    declaracin oficial de la independencia en 1821, Los Andes Libres en su

    enfrentamiento con la prensa realista seal: ETERNO DIOS, que desde lo alto

    reglas con sola una mirada el destino de las naciones: TU que has v isto la

    sencillez de nuestras almas, nuestra lealtad, y los beneficios que hemos

    prodigado a los infames, que cobardemente nos han abandonado: TU que pesas

    en la invariable balanza de tu eterna justicia sus crmenes y su perfidia: vibra

    sobre ellos tus rayos vengadores, y la justicia de nuestra causa halle en tu

    presencia la duracin y el amparo. [1 1 0] El concepto sirve ahora a los grupos

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    patriotas para legitimar la lucha revolucionaria y afianzar el establecimiento del

    nuevo gobierno. Igualmente, se toma la acepcin clsica de Dios como ser div ino

    que rige el destino, el desarrollo y el desenlace de las acciones humanas. Dios

    asume as significados aparentemente semejantes en v isiones realmente

    distintas: sosteniendo la ruptura con Espaa y la independencia, o, en el caso del

    fidelismo, determinando la unidad con la metrpoli y la derrota de los

    revolucionarios patriotas. Semejantes porque sirve como medio de legitimar un

    poder constitutivo (sea realista o independentista), adems porque considera a

    Dios como el que determina la prctica y el destino de los hombres. Y , distintas,

    porque mientras unos abogan por el mantenimiento del statu quo de raigambre

    colonial con algunas reformas, otros buscan una ruptura con esa realidad y el

    establecimiento de un gobierno libre e independiente.

    Estas acepciones de los trminos pueden compararse tambin con la tendencia

    republicana. Precisamente, en julio de 1822, ante la conducta represiva de

    Bernardo de Monteagudo[1 1 1 ], ministro del protectorado sanmartiniano, los

    republicanos fueron claros al afirmar: La religin santa de nuestros padres no

    experiment menos persecucin en sus ministros y sus templos. Estos fueron

    desnudados de sus alhajas, y no para invertirlas en salvar la Patria, sino para

    pagar a los espas, y alucinar con obras intiles y extemporneas[1 1 2]. Esta

    conmocin que v iv i la capital buscando la destitucin del ministro Monteagudo

    llevara a que San Martn delegar el poder al Congreso Constituy ente en

    septiembre de aquel mismo ao. En aquella trasferencia poltica, La Abeja

    Republicana seal que las autoridades: Se dirigieron a la Iglesia Catedral, a

    tributar las debidas gracias al Todo Poderoso, y a implorar su div ino auxilio en

    el desempeo de sus augustas funciones[1 1 3], adems, reproduciendo el

    peridico un discurso patritico ledo en el teatro expres: as nosotros hemos

    jurado en el fondo de nuestros corazones, y ante el trono del Dios verdadero, no

    conocer otras ley es que las que dimanan de las inalterables reglas de la moral y

    no repugnan al Evangelio[1 1 4]. El propio Jos Faustino Snchez Carrin[1 1 5]

    reconoca en 1822; la religin santa que profesamos, y las luces que difunde el

    siglo, pueden morigerarnos y civ ilizarnos[1 1 6], ms an, en abril de 1823, en el

    discurso preliminar del proy ecto de Constitucin, indicara: la religin es tan

    necesaria en una ley como que sin ella no hay Estado[1 1 7 ].

    41

    Estas facultades atribuidas a la religin y relacionadas asimismo a Dios,

    creador y determinante del proceso histrico, se armonizan con los intereses

    polticos de las nuevas autoridades que buscan legitimar su poder recurriendo a

    la div ina prov idencia y su manifestacin ideolgica en la religin cristiana.

    Incluso, un peridico, ni monrquico ni republicano, animaba a la prensa y a los

    escritores a emplear sus talentos en escribir acerca de lo ms til a la sociedad

    que es la Religin [] la base slida, y fundamental de los Estados[1 1 8]. Se

    percibe cmo los trminos de religin, Dios, Dios verdadero y Todo Poderoso,

    adquieren contenido poltico al relacionar los intereses de las autoridades del

    Estado con los sectores eclesisticos. El trono y el altar mantienen as en el largo

    desarrollo de las guerras de independencia una v inculacin de intereses que se

    ha plasmado tambin en la politizacin del lenguaje, los conceptos claves y en el

    ideario poltico de los propios actores sociales.

    42

    Una prueba importante de estos argumentos se produce cuando los lderes

    patriotas sostienen representar ellos mismos los designios de Dios en la tierra,

    dando con ello a la independencia un carcter realmente prov idencial. Por

    ejemplo, en julio de 1821, San Martn crea: Soy un instrumento de que se ha

    43

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    Eplogo

    valido el Sr. Dios de los Ejrcitos para llevar a cabo los altos planes de su

    adorable prov idencia[1 1 9], el propio Bolvar, contestando una carta pastoral del

    obispo del Cuzco Orihuela en 1825, afirm: me considera instrumento de la

    voluntad el Ser Supremo en el desenlace de este gran plan que tena trazado

    desde la eternidad[1 20]. Estas ideas a la vez que nos brindan la oportunidad de

    percibir las relaciones del poder poltico y religioso, y la utilizacin poltica de

    los conceptos como medio de legitimar la autoridad, paradjicamente, nos

    advierten tambin el comportamiento complejo y ambiguo de ciertos sectores

    sociales. Tal es el caso del obispo Orihuela quien en 1820 rechaz abiertamente a

    los revolucionarios patriotas y , en cambio, con el establecimiento de la

    independencia, peda en 1825: amor, sumisin y acatamiento a las autoridades

    constituidas por el Altsimo: no por temor, no por mero racionismo, no en solo

    el exterior, no por inters, ni otros bastardos fines: Si por razn, por Religin,

    por conciencia[1 21 ].

    Estas ltimas palabras nos llevan a v incular los intereses del Estado y la

    religin con lo que se ha venido a denominar ilustracin cristiana, aquella

    predisposicin de los grupos religiosos por aglutinar, en pleno proceso de

    reformas y modernizacin, el discurso ilustrado de la razn con la doctrina de

    respeto y obediencia a Dios y a la religin cristiana. El obispo Orihuela crea en la

    importancia de esta ilustracin por medio de la escuela y la prdica religiosa[1 22],

    igualmente, el clrigo Jos Joaqun de Larriva demostr esta misma disposicin

    al fomentar en innumerables peridicos la obediencia a las autoridades legtimas

    a partir de la utilizacin de un lenguaje ilustrado con contenido religioso y la

    propuesta de educacin popular. Como hemos demostrado en otra

    investigacin, esta proposicin sirv i a los grupos patriotas, republicanos o

    monrquicos, para gobernar la revolucin o simplemente para acabar con ella.

    Siendo al final, lo realmente importante, la defensa y el respeto irrestricto del

    orden social y la legitimidad de la autoridad poltica[1 23].

    44

    Entre 1808 y 1825 la intensa circulacin de peridicos, sermones, cartas

    pastorales, manuscritos y otros impresos diversos, permiti el debate poltico y

    la politizacin de la sociedad peruana. Esta realidad trajo consigo la utilizacin

    de un determinado lenguaje y un conjunto de conceptos claves que sirv ieron en

    el terreno de la lucha poltica y las guerras de independencia para legitimar la

    autoridad del trono y el altar. As, conceptos como Dios, Prov idencia, Seor,

    Dios de los Ejrcitos, Dios de las batallas, Todo Poderoso y el de religin, se

    convirtieron durante el ciclo revolucionario en trminos centrales en el

    vocabulario poltico de los actores sociales. Mientras unos los utilizaron para

    rechazar todo signo de insubordinacin y tendencia revolucionaria, otros los

    emplearon para acelerar el proceso de la lucha libertaria e independentista.

    Aquellas realidades marcaron la politizacin de estos conceptos y los

    significados divergentes que asumieron en toda la coy untura de la

    independencia. No obstante, lo central de toda esta primavera periodstica, los

    debates ideolgicos y la politizacin de los grupos sociales y del propio lenguaje,

    fue la defensa absoluta de la religin y de la fidelidad al poder omnipotente del

    creador del mundo, con el objetivo final de convenir intereses, beneficios y

    liquidar los conflictos, entre el poder del Estado y las instituciones eclesisticas,

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    Notas

    [1 ] Esta tendencia historiogrfica se ha plasmado en div ersas publicaciones y en elmegaproy ecto Iberconceptos dirigido por Jav ier Fernndez Sebastin y un conjunto dedestacados inv estigadores de gran parte del mundo iberoamericano. Al respecto, puedeconsultarse: Fernndez Sebastin, Jav ier (ed.), Diccionario poltico y social del mundoiberoamericano. Conceptos polticos en la era de las revoluciones, 1750-1850, Madrid,Fundacin Carolina, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Centro deEstudios Polticos y Constitucionales, 2009. Estudios prev ios fueron editados porFernndez Sebastin, Jav ier y Noem Goldman en el dossier: El lxico de la poltica: Ellaboratorio conceptual iberoamericano, 1750-1850, de la rev ista Araucaria, Sev illa,n1 7 , 2007 ; y por Fernndez Sebastin, en el dossier Iberconceptos, 1750-1850, delAnuario de Historia de Amrica Latina, n 45, 2008. Igualmente, para Sudamricav ase: Goldman, Noem (ed.), Lenguaje y revolucin: Conceptos polticos clave en el Rode la Plata, 1780-1850, Buenos Aires, Prometeo, 2008; y , el dossier editado por GeorgesLomn Historia de los conceptos polticos en el rea andina (1750-1870), en el tomo 39(1 ), 201 0, del Boletn del Instituto Francs de Estudios Andinos.

    [2] Las referencias especficas de los peridicos, sermones, cartas pastorales e impresospolticos analizados en esta inv estigacin han sido desarrollados en el acpite siguientesobre la prensa, las redes de comunicacin y el debate poltico. Adems, es importanteindicar que estas fuentes periodsticas e impresos fueron consultados en la BibliotecaNacional del Per.

    [3] Se ha utilizado la v ersin online del Diccionario de la Lengua Castellana de la RealAcademia Espaola (http://www.rae.es/), div ersos manuscritos e impresos delArchiv o Arzobispal de Lima y el Archiv o General del Per, v arios v olmenes de laColeccin Documental de la Independencia del Per referente a la participacin peruanaen las Cortes de Cdiz y las percepciones que los v iajeros extranjeros sostuv ieron de laguerra en sus relaciones y diarios.

    [4] Se denomina rev olucin espaola a los esfuerzos que los peninsulares en lametrpoli llev aron a cabo desde 1 808 para contrarrestar la inv asin de Francia

    a su vez, que se legitimaba la autoridad poltica.

    Por ejemplo, a modo comparativo, en el Ro de la Plata a pesar del triunfo

    realista en la batalla de Guaqui sobre el ejrcito porteo en 1811 , La Gaceta de

    Buenos Aires, reproduciendo una comunicacin de Cochabamba, insista en

    indicar: redoblad [hermanos] los votos de la que tenis en el Dios de los

    ejrcitos, confesando, que sin los auxilios de su divina omnipotencia son intiles

    los esfuerzos humanos, y no dudis de su proteccin a nuestra causa, por el

    examen de nuestras sanas intenciones[1 24]. Incluso, el propio obispo de Crdoba

    sentenci: La religin santa que profesamos, no solo se acomoda con todos los

    gobiernos, sino que los consolida y perfecciona. [1 25] Ms an, en Santiago,

    luego de lograda la independencia chilena en la batalla de Maip en 1818, La

    Gaceta Ministerial, al criticar fuertemente a las derrotadas fuerzas realistas,

    seal: convencidos los opresores de su absoluta impotencia y de serles

    imposible extinguir la opinin y hacer sofocar la respetable voz de la libertad,

    que resuena por toda la Amrica, huy en de los valientes guerreros que han

    sabido repetidas veces contener su orgullo, mediante la proteccin del Supremo

    Dios de los Ejrcitos, que no mira con indiferencia las detestables ideas

    exterminadoras con que se lisonjean los Espaoles[1 26]. Es perceptible en estas

    citas la politizacin de los conceptos y la recurrencia a Dios y la religin para

    legitimar la lucha revolucionaria y con ello la autoridad poltica de los Estados.

    Entonces, otra vez el trono y el altar mantienen una relacin de intereses que se

    circunscribe no solo al v irreinato peruano, sino, tambin, a todo un espacio

    latinoamericano en su conjunto.

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    napolenica y conseguir su propia independencia poltica.

    [5] Guerra, Francois-Xav ier, Voces del pueblo. Redes de comunicacin y orgenes de laopinin en el mundo hispnico (1 808-1 81 4), Revista de Indias, Madrid, 2002, n225, p. 357 -384; y , Guerra, Francois-Xav ier. Modernidad e independencias. Madrid,Editorial MAPFRE, S.A., 2001 [1 992].

    [6] Esta primav era periodstica supone la circulacin constante de un conjunto div ersode peridicos de claro contenido poltico, en comparacin con otras coy unturashistricas precedentes donde apenas se public la gaceta oficial y uno que otro peridicoparticular. Vase: Morn, Daniel, De la reforma a la contrarrev olucin. Prensa ydiscurso poltico en la coy untura de las Cortes de Cdiz en el Per, TemasAmericanistas, Sev illa, 201 0, n 24, p. 1 07 -1 30; y , Martnez Riaza, Ascensin, Laprensa doctrinal en la independencia de Per, 1811-1824, Madrid, Ediciones CulturaHispnica-Instituto de Cooperacin Iberoamericana, 1 985.

    [7 ] Adems, aparecieron El Cometa (1 81 2-1 81 3), El Anti-Argos (1 81 3) y El Semanario(1 81 4).

    [8] Peralta Ruiz, Vctor, Prensa y redes de comunicacin en el Virreinato del Per,1 7 90-1 821 , Tiempos de Amrica, Espaa, 2005, n 1 2, p. 1 1 9-1 20.

    [9] Villanuev a, Carmen, Censura segn las circunstancias. La aplicacin del decretode libertad de imprenta en Lima, 1 81 1 -1 81 2, en Lilia Oliv er Snchez (coord.),Convergencias y divergencias: Mxico y Per, siglo XVI-XX, Mxico, Univ ersidad deGuadalajara-El Colegio de Michoacn, 2006, p. 1 87 -1 93; y , Glav e, Luis Miguel,Cultura poltica, participacin indgena y redes de comunicacin en la crisis colonial.El v irreinato peruano, 1 809-1 81 4, Historia Mexicana, Mxico, 2008, n 229, p. 37 1 -380.

    [1 0] Archiv o Arzobispal de Lima, Serie Comunicaciones, legajo II, exp. 1 32, La Paz, 28de junio de 1 81 4.

    [1 1 ] Glav e, Luis Miguel, Cultura poltica, participacin indgena, p. 37 3-37 8.

    [1 2] Peralta Ruiz, Vctor, La independencia y la cultura poltica peruana, 1808-1821,Lima, IEP-Fundacin M. J. Bustamante De la Fuente, 201 0.

    [1 3] Clrigo, escritor y poeta peruano que particip activ amente en la publicacin dediv ersos peridicos en el contexto de la independencia, pasando de ser un frreodefensor de la monarqua espaola en el perodo de las Cortes de Cdiz y el regreso delabsolutismo de Fernando VII, hasta conv ertirse en un patriota y rev olucionario apenasse declarara la independencia del Per en 1 821 . Al respecto, consltese: PorrasBarrenechea, Ral, Los idelogos de la emancipacin, Lima, Editorial Milla Batres,1 97 4; Morn, Daniel, Sociedad colonial y vida cotidiana en Lima a travs de las pginasde El Investigador del Per, 1813-1814, Lima, Coleccin Historia de la Prensa Peruana,n 1 , 2007 , p. 1 5-27 ; y , Martnez Riaza, Ascensin, La prensa doctrinal, p. 7 6-7 7 .

    [1 4] Mxima autoridad del v irreinato del Per entre 1 806 y 1 81 6, auspici div ersosperidicos de la coy untura de las Cortes de Cdiz como La Gaceta de Lima, El VerdaderoPeruano y El Investigador, y luch militar e ideolgicamente contras juntasrev olucionarias en las guerras de independencia en Amrica del Sur consiguiendoderrotar casi completamente a los insurgentes, a excepcin de Buenos Aires. Vase:Peralta Ruiz, Vctor, En defensa de la autoridad. Poltica y cultura bajo el gobierno delvirrey Abascal. Per, 1806-1816, Madrid, CSIC-Instituto de Historia, 2002; Morn,Daniel, Prensa y percepciones de la revolucin en el proceso de la independencia: Laexperiencia de Lima y el Ro de la Plata, 1810-1816, Buenos Aires, Tesis (Mg. Historia),IDAES-Univ ersidad Nacional de San Martn (indita), 201 2; Orrego Penagos, JuanLuis, La contrarrev olucin del v irrey Abascal: Lima, 1 806-1 81 6, Procesos, Quito,2009, n 29, p. 93-1 1 2; Hamnett, Brian, La poltica contrarrevolucionaria del virreyAbascal: Per, 1806-1816, Lima, IEP, 2000; y , Chassin, Joelle, Lima, sus elites y laopinin durante los ltimos tiempos de la colonia, en Francois-Xav ier Guerra yAnnick Lemprire (eds.), Los espacios pblicos en Iberoamrica. Ambigedades yproblemas. Siglos XVIII-XIX, Mxico, CFEMC-FCE, 1 998, p. 241 -269.

    [1 5] Mdico, naturalista y poltico peruano que colabor en la prensa ilustrada de finesdel siglo XVIII, principalmente, en El Mercurio Peruano, y tambin en la prensa de lapoca de la independencia. Fue fundador de la escuela de medicina de San Fernando,tuv o una actuacin importante en las negociaciones entre realistas y patriotas en1 821 , y termin aceptando el ministerio de hacienda en el protectorado de San Martn.Para una profundizacin del personaje, v ase: Clment, Jean-Pierre, Jos Hiplito

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    Unanue (1 7 55-1 833), journaliste, scientifique et politique pruv ien, El ArgonautaEspaol, 2009, n 6; Clment, Jean-Pierre, El Mercurio Peruano, 1790-1795, Estudio,Frankfurt y Madrid, Verv uert-Iberoamericana, v ol. 1 , 1 997 ; Rosas Lauro, Claudia, Deltrono a la guillotina: El impacto de la revolucin francesa en el Per (1789-1808), Lima,PUCP-IFEA-Embajada de Francia, 2006; Martnez Riaza, Ascensin, La prensadoctrinal, p. 7 0-7 3; y , Macera, Pablo, Tres etapas en el desarrollo de la conciencianacional, Lima, Ediciones Fanal, 1 956.

    [1 6] Abogado y escritor bogotano que public en Lima peridicos crticos de la polticade v irrey Abascal como El Diario Secreto de Lima y El Satlite del Peruano. Igualmente,en el protectorado de San Martn particip en el periodismo patriota y despusdesempe cargos en el nuev o gobierno republicano. Para un anlisis especfico puedev erse: Morn, Daniel, Entre la clandestinidad y la lucha rev olucionaria. El DiarioSecreto de Lima y el discurso disidente en la independencia del Per, La Gazeta,Espaa, 201 2, n 3 , en prensa; Peralta Ruiz, Vctor, La independencia y la culturapoltica peruana, p. 204-21 1 ; y , Burzio, Humberto, Dr. Fernando Lpez Aldana,agente secreto de San Martn en el Per, Boletn de la Academia Nacional de la Historia,Buenos Aires, 1 964, v ol. XXXV, p. 290-359.

    [1 7 ] Obispo de Arequipa entre 1 81 0 y 1 81 6, defensor del fidelismo monrquico, ofrecisu mejor repertorio en sermones, edictos y cartas pastorales para conv encer a susfeligreses de la necesaria unin entre Amrica y Espaa, y la urgencia por el respeto alrey y a las autoridades espaolas. Para un estudio preliminar de este religiosoconsltese: Morn, Daniel, Reformistas, fidelistas y contrarrevolucionarios. Prensa,poder y discurso poltico en Lima durante las Cortes de Cdiz, 1810-1814, Lima, Tesis (Lic.Historia), Univ ersidad Nacional May or de San Marcos, 2008, p. 80-91 ; PorrasBarrenechea, Ral, Los idelogos de la emancipacin, p. 49-1 1 4; Martnez Riaza,Ascensin, La prensa doctrinal, p. 27 -1 1 4; Lohmann Villena, Guillermo, El ideariolegitimista del canario Luis Gonzaga de La Encina, obispo de Arequipa (1 81 0-1 81 6),Espaa, Separata del III Coloquio de Historia Canario-Americana (1 97 8), t. II, 1 980,p. 549-57 6; y Rojas Ingunza, Ernesto, A propsito de 1 808, el clero arequipeo y elliberalismo espaol, Anuario de Historia de la Iglesia, Nav arra, 2008, N XVII, p. 1 49-1 61 .

    [1 8] Biblioteca Nacional del Per, Edicto pastoral del ilustrsimo seor don Luis Gonzagade La Encina, del Consejo de su majestad, dignsimo obispo de Arequipa, 1815. Arequipa,Enero 28 de 1 81 5, 33ff.

    [1 9] Entre los sermones y cartas pastorales analizaremos: Gonzaga de la Encina (1 81 1 ,1 81 3 y 1 81 5), Benito de Moxo y de Francol (1 808), Matas Terrazas (1 81 5), IgnacioGonzlez (1 81 1 ), Pedro Loay sa (1 81 1 ), Joaqun de Larriv a (1 81 3), Bartolom Mara delas Heras (1 81 4) y Jos Calixto de Orihuela (1 820 y 1 825).

    [20] Sacerdote espaol, obispo de Cuenca y Trujillo, defensor de la monarqua espaolaen el perodo de Cdiz y de un comportamiento ambiv alente con el desenlace de laindependencia. Lase: Ortega y Sagrista, Rafael, Don Jos Carrin y Marfil, Obispo deTrujillo y Abad de Alcal la Real (1 7 46-1 827 ), Boletn del Instituto de EstudiosGiennenses, 1 958, n 1 5, p. 43-1 04.

    [21 ] Durand Flrez, Guillermo (ed.), El Per en las Cortes de Cdiz, ColeccinDocumental de la Independencia del Per, Lima, t. IV, v ol. 2 , 1 97 4, p. 59.

    [22] Glav e, Luis Miguel, Cultura poltica, participacin indgena, p. 41 5.

    [23] El Investigador del Per, Lima, N 1 1 6, del martes 25 de octubre de 1 81 4.

    [24] El Diario Secreto de Lima, N 9, del mircoles 27 de febrero de 1 81 1 .

    [25] El Investigador del Per, Lima, N 58, del domingo 27 de febrero de 1 81 4.

    [26] El Peruano, Lima, N 7 , del v iernes 27 de septiembre de 1 81 2.

    [27 ] El Peruano, Lima, N 30, del martes 1 4 de abril de 1 81 2.

    [28] Durand Flrez, Guillermo (ed.), El Per en las Cortes de Cdiz,, t. IV, v ol. 2 ,1 97 4, p. 47 .

    [29] Durand Flrez, Guillermo (ed.), El Per en las Cortes de Cdiz,..., t. IV, v ol. 2 ,1 97 4, p. 257 .

    [30] Martnez Riaza, Ascensin, La prensa doctrinal, p. 1 04-1 1 4; y , Villanuev a,Carmen, El Peruano y la libertad de Imprenta, BIRA, Lima, 1 969-1 97 1 , n 8,p. 523-595.

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    [31 ] Morn Daniel, Educando a los sbditos? Modernidad y tradicin en una pocarev olucionaria. El Investigador [del Per] (1 81 3-1 81 4), Historia Crtica, Bogot, 201 0,n 4, p. 1 1 0-1 33.

    [32] Archiv o Arzobispal de Lima, Serie Papeles Importantes, leg. 27 , exp. 37 , Lima, 8de may o de 1 81 5.

    [33] El Verdadero Peruano, Lima, N 1 , del 22 de septiembre de 1 81 2.

    [34] El Peruano, Lima,N 22, del martes 1 7 de marzo de 1 81 2.

    [35] La Abeja Republicana, Lima, N 1 3 , del domingo 1 5 de septiembre de 1 822.

    [36] Para un estudio ms amplio, v ase: Morn, Daniel y Mara Aguirre, La educacinpopular en los tiempos de la independencia. Lima, Coleccin Historia de la PrensaPeruana, n 3 , 201 1 .

    [37 ] Nez, Estuardo (ed.), Relaciones de v iajeros, Coleccin Documental de laIndependencia del Per, Lima, t. XXVII, v ol. 1 , 1 97 1 , p. 289.

    [38] Nez, Estuardo (ed.), Relaciones de v iajeros,, t. XXVII, v ol. 1 , 1 97 1 , p. 223.

    [39] Martnez Riaza, Ascensin, La prensa doctrinal, p. 41 -60, 31 6-330. Otrosperidicos importantes fueron: El Depositario (1 821 -1 825), El Diario de Lima (1 822),La Cotorra (1 822-1 823), El Loro (1 822), El Loquero (1 822), El Semanario de Lima(1 823), El Correo Mercantil, Poltico y Literario (1 821 -1 824), etc.

    [40] La Primavera de Arequipa, N 2, del sbado 5 de febrero de 1 825. Arequipa, ladenominada ciudad blanca y regin de la parte sur del Per que mantuv o contactocomercial y poltico con el Alto Per, el norte chileno y argentino, y que en lacoy untura de la independencia se conv irti en una ciudad fuertemente fidelista yrealista. Consltese: Caldern, Fernando, La prensa arequipea a inicios de larepblica, 1 825-1 834, en Academia Nacional de la Historia (ed.), Pueblos, provinciasy regiones en la historia del Per, Lima, Academia Nacional de la Historia, 2006,p. 7 65-7 80; y , Buller, Carlos, Vinos, aguardiente y mercado. Auge y declive de laeconoma del vino en los valles de Arequipa, Lima, Centro de Estudios Andinos, 201 1 .

    [41 ] Jos Calixto de Orihuela, Carta Pastoral que sobre las obligaciones del cristianismoy la oposicin de este al espritu revolucionario de estos ltimos, dirige a los fieles de laSanta Iglesia del Cuzco, el ilustrsimo y reverendsimo Seor D. D. FR. Jos Calixto deOrihuela, Lima, Calle de San Jacinto, 1 820, p. 63-64.

    [42] LaGaceta de Buenos Aires, N 22, del juev es 1 de nov iembre de 1 81 0.

    [43] La Crnica Argentina, Buenos Aires, N 1 3 , del 30 de agosto de 1 81 6.

    [44] Gaceta Ministerial de Chile, Santiago, N 4, del sbado 4 de agosto de 1 821 .

    [45] Para el caso peruano en el perodo de la independencia se han realizado algunasinv estigaciones generales que v inculan esta relacin: Morn, Daniel, Prensa ypercepciones de la revolucin, cap. 1 y 3; Ortemberg, Pablo, El General Pezuela y laVirgen del Carmen: la trama religiosa de la guerra, en Joaqun de la Pezuela,Compendio de los sucesos ocurridos en el Ejrcito del Per y sus provincias (1813-1816),Edicin y estudios introductorios por Pablo Ortemberg y Natalia Sobrev illa Perea,Editorial Centro de Estudios Bicentenario, Santiago de Chile, 201 1 , p. XLI-LII;Ortemberg, Pablo, Rituel et pouvoir: sens et usages des liturgies civiques. De la Vice-royaut du Prou lore de la Rpublique (Lima, 1735-1828), Tesis doctoral, Paris,EHESS, 2008, 2 t., indita; Quiroz, Francisco, Religiosidad popular e independenciaen el Per, Historia 8, Arequipa, 2006, n 8, p. 89-1 08; Gmez Acua, Luis, Iglesia yemancipacin: Clav es interpretativ as (1 808-1 825), en Fernando Armas Asn(comp.), La construccin de la iglesia en los andes (siglos XVI-XX), Lima, PUCP, 1 999,p. 333-387 ; Guerra, Margarita, El clero ilustrado en el trnsito de la colonia a larepblica, en Fernando Armas Asn (comp.), La construccin de la iglesia en losandes, p. 301 -331 ; Demlas, Marie Danielle, Insurrecciones andinas (1 809-1 825):La guerra religiosa como modelo, en Rosana Barragn, Dora Cajas y Seemin Qay un(comps.), El Siglo XIX. Bolivia y Amrica Latina, Boliv ia, IFEA, 1 997 , p. 7 9-95; GarcaJordn, Pilar, Notas sobre la participacin del clero en la independencia del Per.Aporte documental, Boletn Americanista, Barcelona, 1 982, n 32, p. 1 39-1 47 ; y ,Klaiber, Jeffrey L., Independencia, iglesia y clases populares, Lima, Univ ersidad delPacfico, 1 980.

    [46] Desde una perspectiv a ms amplia y para discutir las premisas tericas de lareligin en el trnsito del antiguo rgimen a la modernidad, puede consultarse: PortilloValds, Jos Mara, De la monarqua catlica a la nacin de los catlicos, Historia y

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    poltica, Espaa, 2007 , n 1 7 , p. 1 7 -35; Portillo Valds, Jos Mara, Crisis atlntica.Autonoma e independencia en la crisis de la monarqua hispana, Madrid, Marcial Pons-Fundacin Carolina; Gregorio Alonso, La Ciudadana Catlica y sus enemigos.Cuestinreligiosa, cambio poltico y modernidad en Espaa (1793-1874), Tesis doctoral, Espaa,Univ ersidad Autnoma de Madrid, 2008 (en proceso de publicacin); Ortemberg,Pablo, El tedeum en el ritual poltico: usos y sentidos de un dispositiv o de pactos en laAmrica espaola y en la rev olucin de may o, Anuario del Instituto de HistoriaArgentina, La Plata, 201 0, n 1 0, p. 1 99-226; Di Stefano, Roberto, Ovejas negras.Historia de los anticlericales argentinos, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 201 0;y , Ay rolo, Valentina (comp.), Estudios sobre clero iberoamericano, entre laIndependencia y el Estado-Nacin, Salta, Univ ersidad Nacional de Salta, Facultad deHumanidades, Centro Promocional de las Inv estigaciones en Historia y Antropologa,2006.

    [47 ] El Investigador del Per, Lima, N 7 7 , del lunes 4 de abril de 1 81 4.

    [48] Jos Calixto de Orihuela, Carta Pastoral que sobre las obligaciones delcristianismo, 1 820, p. 63 .

    [49] El Depositario, Lima, N 3 , del 27 de febrero de 1 821 .

    [50] La Abeja Republicana, Lima, N 24, del juev es 24 de octubre de 1 822.

    [51 ] Archiv o Arzobispal de Lima, Oficio del venerable Den y Cabildo al Yttmo SeorD.D. Luis Gonzaga de la Encina, dignsimo obispo de sta Dicesis del Consejo de S. M. encontestacin a que pas con su pastoral. Papeles importantes, leg. 1 8, exp. 38, del 22 y28 de febrero de 1 81 1 , 1 7 fs.

    [52] Rebelin contra el poder colonial espaol dirigida por los hermanos Angulo y elcacique indio Mateo Pumacahua en 1 81 4 y que tuv o como centro de irradiacin a laciudad del Cuzco propagndose por gran parte del territorio peruano y el Alto Per.Este mov imiento fue duramente reprimido por las fuerzas realistas de Lima.Paradjicamente, el Cuzco entre 1 821 -1 824 sera el bastin realista ms importanteen el Per. Vase: Walker, Charles, De Tpac Amaru a Gamarra. Cuzco y la formacindel Per republicano, 1780-1840, Cuzco, Centro Bartolom de Las Casas, 2004.

    [53] Biblioteca Nacional del Per, Edicto pastoral del ilustrsimo seor don Luis Gonzagade La Encina, 1 81 5.

    [54] Obispo del Cuzco que apoy abiertamente el mov imiento rev olucionario de loshermanos Angulo y Pumacahua en 1 81 4-1 81 5. Lase: Aparicio Quispe, Sev ero, JosPrez Armendriz. Obispo del Cuzco y precursor de la independencia del Per, Cuzco,Imprenta Amauta, 2002.

    [55] Citado en Aparicio, Manuel, El clero patriota en 1814, Cuzco, Municipalidad delCuzco, 2001 , p. 1 31 .

    [56] Archiv o Arzobispal de Lima, Papeles importantes, leg. 23 , exp. 40, 1 81 4.

    [57 ] Folleto contra los filosofistas espaoles amigos de Rousseau, formado por ellosmismos y por su maestro, escrito por El Amigo de la Verdad, Madrid, Imprenta deIbarra, 1 81 5, 48 p.

    [58] Religioso espaol, fue obispo del Cuzco y arzobispo de Lima (1 806-1 821 ). Fidelistahasta la entrada de San Martn, cuando decide seguir en su dicesis a pesar de nosimpatizar con la causa patriota, finalmente discrepancias con el ministro Bernardo deMonteagudo lo hacen abandonar el Per trasladndose a Espaa.

    [59] El Americano, Lima, N 1 , del martes 1 0 de julio de 1 821 .

    [60] El Americano, Lima, N 1 , del martes 1 0 de julio de 1 821 .

    [61 ] Los Andes Libres, Lima, N 1 , del martes 24 de julio de 1 821 .

    [62] Calixto de Orihuela fue obispo del Cuzco entre 1 821 y 1 826. De frreo defensor en1 820 del fidelismo monrquico se transform en 1 821 en un propagandista de la causaindependentista.

    [63] Jos Calixto de Orihuela, Carta Pastoral que sobre las obligaciones delcristianismo, 1 820, p. 9-1 0.

    [64] Jos Calixto de Orihuela, Carta Pastoral que sobre el nuevo estado del Per, ysentimientos que en cuanto a l se deben tener. Dirige a los dos cleros, y dems fieles de laSanta Iglesia del Cuzco, as como a todos los individuos de esta Amrica, a quienes estasletras llegaren en la parte que les toque, el ilustradsimo y reverendsimo seor D. D. Fr.

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    Jos Calixto de Orihuela..., Cuzco, Imprenta del Gobierno, del 1 9 de marzo de 1 825,p. 22.

    [65] Gaceta del Gobierno, Lima, N 49, del 20 de may o de 1 825.

    [66] Jos Joaqun de Larriv a, Arenga que en presencia del Excmo. Seor Virrey Don JosFernando Abascal, pronunci por la Real Universidad de San Marcos en el besamanos del27 de diciembre de 1812, el D. D. Jos Joaqun de Larriva, Lima, Imprenta de loshurfanos, por D. Bernandino Ruiz, 1 81 3, p. 35-40.

    [67 ] Morn Daniel, Educando a los sbditos?..., p. 1 1 2-1 1 4.

    [68] El Investigador del Per, Lima, N 2, del domingo 2 de enero de 1 81 4.

    [69] El Diario de Lima, N 23, 24 y 25, del 25, 26 y 27 de nov iembre de 1 822,respectiv amente.

    [7 0] RAE, Diccionario de la lengua castellana, sexta edicin, Madrid, 1 822. En lnea:http://www.rae.es/

    [7 1 ] RAE, Diccionario, 1 822, dem.

    [7 2] RAE, Diccionario, 1 822, dem.

    [7 3] RAE, Diccionario, 1 822, dem.

    [7 4] Sacerdote espaol, ltimo arzobispo de Charcas y colaborador del peridico ElVerdadero Peruano (1 81 2-1 81 3), donde public sus reflexiones filosf