AL en El Nuevo Escenario Mundial

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Otto Boye Otto Boye: actual secretario permanente del Sistema Económico Latinoamericano - SELA, Caracas; ex-embajador de Chile en Venezuela (1995-1999). Palabras clave: terrorismo, tendencias, América Latina y el Caribe. El artículo describe las oportunidades de la región latinoamericana en su conjunto para enfrentar con posibilidades de perdurable éxito las amenazas del terrorismo internacional. Debería ponerse el acento en el diálogo intercultural, en la conquista pacífica de los derechos ciudadanos y en el consenso ético, entre otras cosas, para lograr una verdadera erradicación del terrorismo. ¿Hay oportunidades para América Latina y el Caribe en el nuevo escenario mundial? El mundo agoniza». Estas palabras encabezan la Declaración Final del Par lamento de la Religiones del Mundo, aprobada en Chicago en 1993 1 . Sus firmantes describen la situación global en términos no menos dramáticos: «La paz nos da la espalda. El planeta está siendo destruido. Los vecinos viven en el temor mutuo. Hombres y mujeres se distancian entre sí. Los niños mueren». En ese entonces, en el contexto esperanzador del fin de la Guerra Fría, este cuadro sombrío pudo percibirse, tal vez, como algo lejano. Ya no. Los sucesos del 11 de septiembre de 2001 –y también los posteriores– han confirmado y agravado esta descripción. Las preguntas en nuestra zona latinoamericana y caribeña son las mismas que se hacen en todos los rincones del planeta: ¿Qué hacer?; ¿existe, en medio de la oscuridad reinante, alguna oportunidad, alguna esperanza? No debemos ceder a la tentación de la pasividad y el pesimismo. Hay esfuerzos a llevar a cabo en varias direcciones, tanto dentro de los límites de la región, «

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América Latina en El Nuevo Escenario Mundial. Importancia de América Latina y las políticas de cara´cter inermacon

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NUEVA SOCIEDAD ��� ���Otto Boye

Otto Boye

Otto Boye: actual secretario permanente del Sistema Económico Latinoamericano - SELA, Caracas;ex-embajador de Chile en Venezuela (1995-1999).Palabras clave: terrorismo, tendencias, América Latina y el Caribe.

El artículo describe lasoportunidades de la regiónlatinoamericana en suconjunto para enfrentarcon posibilidades deperdurable éxito lasamenazas del terrorismointernacional. Deberíaponerse el acento en eldiálogo intercultural, enla conquista pacífica delos derechos ciudadanos yen el consenso ético, entreotras cosas, para lograruna verdadera erradicacióndel terrorismo.

¿Hay oportunidadespara América Latinay el Caribe en elnuevo escenariomundial?

El mundo agoniza». Estas palabras encabezan la Declaración Final del Parlamento de la Religiones del Mundo, aprobada en Chicago en 19931. Sus

firmantes describen la situación global en términos no menos dramáticos: «Lapaz nos da la espalda. El planeta está siendo destruido. Los vecinos viven en eltemor mutuo. Hombres y mujeres se distancian entre sí. Los niños mueren».

En ese entonces, en el contexto esperanzador del fin de la Guerra Fría, estecuadro sombrío pudo percibirse, tal vez, como algo lejano. Ya no. Los sucesosdel 11 de septiembre de 2001 –y también los posteriores– han confirmado yagravado esta descripción. Las preguntas en nuestra zona latinoamericana ycaribeña son las mismas que se hacen en todos los rincones del planeta: ¿Quéhacer?; ¿existe, en medio de la oscuridad reinante, alguna oportunidad, algunaesperanza?

No debemos ceder a la tentación de la pasividad y el pesimismo. Hay esfuerzosa llevar a cabo en varias direcciones, tanto dentro de los límites de la región,

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como más allá de la misma. La profunda crisis puede –y debe– ayudarnos aacelerar la búsqueda de caminos. Reflexionar es una buena vía para avanzar enesa dirección. En este sentido, lo que sigue es un simple grano de arena. Elterrorismo finalmente ha logrado ocupar un lugar central en la agenda mun-dial. Su espacio desde el 11 de septiembre de 2001 es de tal magnitud, quetodos los demás problemas parecieran haber quedado de lado. Cuidado. Estaes una trampa en la que podemos quedar atrapados por larguísimo tiempo,con consecuencias graves e incalculables, sobre todo para regiones menos de-sarrolladas como la nuestra. No olvidando en ningún instante –detalle impor-tante– que el terrorismo es en esencia un delito grave, hayuna sola manera de no caer en la mencionada trampa. Con-siste en no quedarnos en la pura etapa de condena y combateal terrorismo, sino en ir decididamente más allá, intentan-do también su erradicación.

La condena es siempre la etapa más sencilla y rápida. Enesta ocasión fue categórica e instantánea. Hubo pocos au-sentes. El combate, en cambio, aunque comenzó inmedia-tamente, no pasará de la fase de la represalia a los responsables directos de loshechos de Nueva York y Washington durante un tiempo todavía imposible dedefinir2. Trascender ambos momentos y avanzar hacia un mundo sin terrorismoes una meta ambiciosa, que abre sin embargo una perspectiva mucho más ricaen posibilidades de enfrentar los problemas globales y poder secar así los cal-dos de cultivo que generan este mal. En esta reflexión libre navegaré por lascomplejas aguas de esta exigencia. Ella se hace especialmente necesaria desdeAmérica Latina y el Caribe, zona que querrá sin duda hacer su propio aporteen este tema sin dejar de avanzar en la solución de sus problemas más agudos.Una política latinoamericana y caribeña que trabaje para erradicar el terroris-mo, convirtiendo a la zona en territorio libre de este mal, deberá someterse ados orientaciones metodológicas básicas:

1. Cf. Hans Küng y Karl-Josef Kuschel: Hacia una ética mundial. Declaración del Parlamento de las Reli-giones del Mundo, Trotta, Madrid, 1994.2. América Latina y el Caribe, con excepción de la excluida Cuba, aceptó en la OEA formar parte dela alianza mundial contra el terrorismo. En efecto, el 21 de septiembre de 2001, en la XXIII Reuniónde Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores celebrada en Washington, D.C., los países expre-saron su compromiso, en honor de las víctimas, de mantenerse «unidos contra el terrorismo». Invo-caron incluso el casi olvidado Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), consideran-do que los ataques terroristas del 11 de septiembre habían sido dirigidos «contra todos los Estadosamericanos».

La profundacrisis puede–y debe–ayudarnosa acelerarla búsquedade caminos

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1. Lo primero es siempre el diagnóstico. En este caso, deben identificarse conprecisión las raíces o causas del terrorismo, mientras se combaten sus efectos3.Hay que identificar los llamados «caldos de cultivo» que alimenta la existenciadel delito. Ya lo hemos insinuado: el combate al terrorismo no garantiza suerradicación. En determinadas circunstancias históricas hasta podría contribuira su aumento o reproducción indefinida4.2. Nuestro espacio latinoamericano y caribeño constituye el lugar para hacerun aporte sustantivo en el enfrentamiento al terrorismo. Existe trabajo de sobradentro de estos límites, pues hay aquí manifestaciones de terrorismo muy ac-tuales (narcoterrorismo, p. ej.) y bastantes «caldos de cultivo» a enfrentar (mi-seria, inequidad, tensiones socioculturales), para evitar que esta «planta per-versa» crezca y se desarrolle.

A la vez, vislumbro al menos cinco grandes líneas de acción para nuestra re-gión:

1. Diálogo intercultural. En nuestro propio ámbito tenemos tareas pendientesalrededor de este delicado tema. A la luz de lo que está sucediendo, debemoshacer esfuerzos para que se desarrolle un respeto profundo y una convivenciafraternal entre todos los habitantes de América Latina y el Caribe, sin distincio-nes de ninguna especie.

2. Métodos pacíficos de lucha por los derechos humanos, económicos y socia-les. Debemos defender y promover su uso y disuadir a los que desean acudir ala violencia, por justas que pudieran parecer sus luchas, destacando la inmensacapacidad de los medios no violentos de obtener resultados positivos sin con-tribuir a aumentar la espiral de violencia en la que estamos envueltos5.

3. Difusión y promoción del consenso ético mundial alcanzado en 1993 enChicago por el Parlamento de las Religiones del Mundo. Su Declaración, yaaludida, contiene normas éticas en las que se pusieron de acuerdo representan-tes de todas las grandes religiones del mundo actual. Frente a ellas definieroncuatro «orientaciones inalterables» o compromisos «a favor de una cultura»: a)

3. El derecho de toda sociedad a la legítima defensa y al castigo de los delincuentes, base del derechopenal en el mundo, debe ejercerse vigorosamente.4. El conocido cientista político noruego Johan Galtung graficó esta idea cuando declaró a SpiegelOnline (19/9/01): «Si matan a Bin Laden aparecen 10 nuevos». Esta puede ser una hipótesis exagera-da, pero subraya la idea de que el mero enfrentamiento violento puede derrotar a los terroristasexistentes en determinado momento, sin vencer definitivamente (o erradicar) al terrorismo en cuan-to tal.5. Cf. O. Boye: La no violencia activa: camino para conquistar la democracia, Santiago de Chile, 1984.

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de la no violencia y res-peto a toda vida; b) de lasolidaridad y de un ordeneconómico justo; c) de la to-lerancia y un estilo de vidahonrada y veraz; y d) de igual-dad y camaradería entre hom-bre y mujer. Firmaron juntos,en un acto solemne, budistas,cristianos, hinduistas, judíos,musulmanes, taoístas y muchosmás. A la luz de lo que hemosestado viviendo –aun desde an-tes del 11 de septiembre–, este actoadquiere hoy una suprema impor-tancia6.

4. Integración latinoamericana y cari-beña. Este tema vuelve a ser central. Laregión debe cerrar filas para superar susdebilidades, acelerar su desarrollo ypreservar su rica y múltiple identidadcultural. Debe hacerlo, además, porqueya tiene una serie de problemas que losEstados nacionales no pueden resolversolos. El propio caso del terrorismo ya des-borda muchas fronteras. Una decidida con-vergencia de los esquemas subregionales deintegración es urgente y necesaria y consti-tuye un camino para avanzar hacia una em-presa de más envergadura, peso y alcance en elnuevo contexto internacional.

5. Política exterior concertada para hacer gobernable y equitativa la actual glo-balización, que parece estar fuera de todo control. Hay quienes se adelantan y

6. Los textos completos de este documento de 1993 y, también, el de la Declaración Universal de losDerechos Humanos de 1948, pueden consultarse en la página web del SELA, <www.sela.org>. Mien-tras el primero se refiere a la ética, el segundo se desarrolla en el plano del derecho. Ambos secomplementan.

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8. Cf. Agustín Amaro: «Un nuevo paradigma, un futuro cada vez más presente» en El Nacional, 28/10/01, Caracas.7. Cf. Javier Tussel: «Una ocasión histórica» en El País, 26/10/01. El autor habla de «un gobiernomundial que imponga la construcción de la paz». Para él, esto «ya no es una utopía, sino que parecelo más funcional imaginable, incluso en el corto plazo».

creen ver que podríamos encontrarnos ya antela posibilidad de organizar un gobierno mun-dial7. Sin descartar esta alternativa en un futu-ro lejano, no la creo viable en este momento.En cambio, adquiere todo su sentido avanzardeliberadamente, con acentuada voluntad po-lítica, hacia la creación de grandes bloques po-líticos, económicos, sociales y culturales quegaranticen la gobernabilidad de la globali-zación, tan dañada en la actualidad. Unapolítica exterior concertada en nuestra re-gión no solo le daría más impulso a nues-

tro propio proceso de integración. También fa-vorecería la paz en el mundo.

Nuestra zona no debe quedarse combatiendo solo los efectos del terrorismo ybuscando culpables para juzgarlos. No puede gastar sus escasos recursos enesta única dimensión, sin comprometer gravemente las tareas de su desarrollo,que son, en definitiva, las únicas que ofrecen el horizonte de la erradicación dedicho mal. Se requiere una política completa que contenga, al menos, los pun-tos arriba enunciados. Se trata de un enorme esfuerzo, a la altura de los tiem-pos que corren y de estadistas visionarios. Varias generaciones, sobre todo lasmás jóvenes, podrían darle sentido a sus vidas aceptando este reto. Volvamos apreguntarnos si existen oportunidades en medio de esta crisis. Pienso que sí.Hace poco tiempo, un analista escribió lo siguiente en la prensa de Caracas:

La globalización del terror desmitificó la presunción de que la tecnología bélica podía hacer invul-nerable a Estados Unidos. También ilustró que la superioridad militar no es suficiente para enfren-tar la convicción suicida de fundamentalistas político-religiosos, lo cual sugiere que la eliminaciónde Bin Laden para extirpar el terrorismo es tan ilusa como la de matar a Pablo Escobar para acabarcon el narcotráfico. Hay que idear otra estrategia. Lo positivo que nos dejó fue que debe germinaruna conciencia de solidaridad global y nuevas formas de soberanía para atacar problemas comunesque ni siquiera los más poderosos pueden arreglar las cosas individualmente. El bien común no esobra de una voluntad solitaria, es el fruto de la solidaridad y la convivencia.8

Comparto esta visión estimulante y esperanzadora.

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