Al Faro Por Virginia Woolf...contento no sólo por el placer de aguar la fiesta a su hijo, y de...

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Al Faro Por Virginia Woolf

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AlFaro

Por

VirginiaWoolf

I

LAVENTANA

1

—Sí,mañana, por supuesto, si hace bueno—dijoMrs. Ramsay—. Perotendréisquelevantarosconlaalondra—agregó.

Estaspalabrasproporcionaronasuhijounaalegríaextraordinaria,comosila excursión fuera ya cosa hecha; como si toda la ilusión con la que habíaaguardado estemomento, que parecía haber tardado años y años, estuviese,traslaoscuridaddelanoche,trasundíadenavegación,alalcancedelamano.Pero,puestoque,yaa los seis años, eramiembrodeesegrangrupoquenoconsigue mantener en orden los sentimientos, sino que consiente que lasesperanzas futuras, con sus penas y alegrías, empañen lo que sí que está alalcancedelamano,ypuestoque,paraquienessonasí,desdelamástempranainfancia,cualquiermovimientodelaruedadelasemocionestieneelpoderdehacer cristalizar y detener elmomento sobre el que recae ya la pena, ya laexaltación, JamesRamsay, que, sentado en el suelo, recortaba estampas delcatálogoilustradodeleconomatodelaarmadayelejército,mientrassumadrehablaba,adornóelcromodel refrigeradorconunabienaventuranzacelestial.Rodeaba el dibujo un halo de complacencia. La carretilla, la cortadora decésped,elsonidodelosálamos,lashojasqueblanqueabanantesdelalluvia,elgraznidodelosgrajos,losruidosdelasescobas,elrumordelosvestidos:todoestoteníaensumentecoloryformatanpropiosqueleshabíadedicadoun código personal, una lengua secreta; aunque él, por su parte, era la vivaimagendelrigor,delamásinflexibleseriedad:frentedespejada,apasionadosojosazules,inmaculadamenteinocentesypuros,ceñoseveroantelafragilidadhumana; todo esto hacía pensar a su madre (mientras observaba cómo lastijeras seguíanconcuidadoel contornodel refrigerador), en los estrados, envisionesdetogasrojasyarmiños;oenlaresponsabilidaddealgúnasuntoalavezdelicadoydegranimportancia,algorelacionadoconalgunagravecrisisdelosasuntospúblicos.

—Peronoharábueno—dijosupadre,paradoantelaventanadelsalón.

Sihubieratenidoamanounhacha,unespetón,ocualquierotraarmaconlaquehubierapodidoatravesarleelpecho,yhaberlomatadoenaquelmismomomento, James habría echado mano de ella. Tan desmesuradas eran lasemocionesqueMr.Ramsaydespertabaentresushijosconsusolapresencia;ahí estaba: flaco como hoja de cuchillo, cortante, con su sonrisa sarcástica;

contentonosóloporelplacerdeaguarlafiestaasuhijo,ydedejarenridículoasuesposa,diezmilvecesmejorqueélentodoslossentidos(creíaJames),sinoporpoderexhibir ademáscierta secretavanidadpor laprecisiónde susjuicios. Decía la verdad. Siempre decía la verdad. No sabía mentir, nuncadesfiguraba lanaturalezadeunhechocierto, jamásmodificaríaunapalabra,pordesagradablequefuera,paraacomodarlaa laconvenienciaoelgustodenadie;ymenosaún lamodificaríaparacomplacerasuspropioshijos,desucarneysangre,quienesdebíansaberdesde la infanciaque lavidaesdifícil,que con la realidad no se puede jugar, que para el viaje hacia esa tierra defábula en la que se extinguen nuestras más ardientes esperanzas, dondenaufragan nuestras frágiles barquillas en medio de las tinieblas (aquí Mr.Ramsayseerguía,losojillosazulesseconvertíanenrendijasdirigidashaciaelhorizonte), lo que hace falta es, sobre todo, valor, sinceridad, fuerza paraconllevarlospadecimientos.

—Pero puede que haga bueno, y confío en que haga bueno—dijoMrs.Ramsay,tirandoconunlevemovimientoimpacientedelhilodelanacastaño-rojizadelcalcetínqueestabatejiendo.Siacabaraestatarde,ysi,despuésdetodo,fueranalFaro,podríaregalarleloscalcetinesaltorrero,paraelniño,quetenía síntomasde coxalgia; también les llevaría unbuenmontónde revistasatrasadas, tabaco y, cómo no, cualquier otra cosa de la que pudiera echarmano, y que no fuera verdaderamente indispensable; cosas de esas que loúnico que hacen es estorbar en casa; debían de estar, los pobres, aburridoshastaladesesperación,todoeldíaallí,debrazoscruzados,sinnadaquehacer,excepto cuidar el Faro, atender lamecha, pasar el rastrillo por un jardín nomásgrandequeunpañuelo:necesitabanentretenerse.Porque,sepreguntaba,¿a quién puede gustarle estar encerrado durante todo un mes, o acaso más(cuandohabíatormentas),enunpeñóndeltamañodeuncampodetenis?,¿norecibircartasniperiódicos?,¿noveranadie?;siestuvierascasado,¿noveratu esposa?, ¿ni saber dónde están tus hijos?, ¿si están enfermos, o si se hancaídoysehanrotopiernasobrazos?;¿versiemprelasmismaslúgubresolasrompiendo una semana tras otra?; ¿y después la llegada de una horribletempestad,ylasventanasllenasdeespuma,ylasavesqueseestrellancontraelfarol,yelmovimientoincesante,sinpoderasomarlanarizportemoraquetearrastre lamar?¿Aquiénpuedegustarleeso?,sepreguntaba,dirigiéndosede forma especial a sus hijas.A continuación, cambiando de actitud, añadíaqueeraprecisollevarlestodoloquepudierahacerleslavidaalgomásgrata.

—Sopladeponiente—dijoTansley,elateo,abriendolosdedosdeformaque el viento pasara entre ellos; compartía con Mr. Ramsay el paseovespertino por el jardín, de un lado para otro, y vuelta a empezar. Lo quequería decir es que el viento soplaba en la peor dirección posible paradesembarcarenelFaro.Sí,hastaMrs.Ramsayestabadeacuerdo,vayasi legustabadecircosasdesagradables;eradetestablequelesrefregaraeso,yque

hiciera que James se sintiera aún más desdichado; sin embargo, no lesconsentíaque se rierandeél.«Elateo—lo llamaban—,el ateazo.»Rose seburlabadeél;Prueseburlabadeél;Andrew,Jasper,Rogerseburlabandeél;hasta el viejo y desdentadoBadger había intentadomorderlo, porque era eljovennúmerocientodiez (esohabíadichoNancy)que loshabíaperseguidohastalasHébridas,dondeloquedeverdadlesgustabaeraestarsolos.

—Bobadas—dijoMrs. Ramsay, muy seria. Aparte de unamuy generaltendenciaaexagerar,quehabíanheredadodeella,yapartedelainsinuación(era verdad) de que invitaba a demasiada gente a quedarse con ellos, y queteníaquehospedaraalgunosenelpueblo,nopodíasoportarquenadiefueradescortésconlos invitados,especialmenteconlos jóvenes,porquesolíanserpobres de solemnidad; «qué gran talento», decía su marido; eran susadmiradores,eibanapasarlasvacacionesallí.Adecirverdad,ellaextendíasuprotecciónatodoslosmiembrosdelsexoopuesto;porrazonesquenosabríaexplicar, por su caballerosidad y valor, porque negociaban tratados,gobernaban la India, controlaban el mundo financiero, y, en fin, por unaactitud hacia ella misma que no habría mujer que dejara de considerarhalagüeña,unaactitudquerepresentabaalgoen loqueconfiar,algo infantil,reverencial; algo que una anciana podría aceptar por parte de un joven sinmermadesudignidad,yayde lamuchacha—¡alcielorogabaquenofueraningunadesushijas!—que,en lomás íntimodesuser,nosupieraapreciarestoensuverdaderovalor,entodoloqueimplicaba.

Se volvió con severidad hacia Nancy. No los había perseguido, dijo, lohabíaninvitado.

Teníaquehaberalgunaformadeescaparsedetodoesto.Tendríaquehaberalgo más sencillo, algo menos laborioso; suspiró. Cuando se miraba en elespejo, y se veía el pelo gris, las mejillas hundidas, los cincuenta años,pensabaenquequizápodíahaberhecholascosasmejor:sumarido,eldinero,los libros de él. Pero, por su parte, ni por un segundo se arrepentía de lasdecisionesquehabíatomado,tampocoeludíalasdificultades,nisedemorabaenelcumplimientodesudeber.Elaspectoqueteníaeraformidable;ysóloenlaintimidaddesuconciencia,levantandolamiradadelosplatos,despuésdeque ella hubiera hablado con tanta seriedad acerca de Charles Tansley, seatrevíansushijas—Prue,Nancy,Rose—aentretenerseconideasheréticas,delasqueeranresponsablesexclusivas,acercadeunavidaenteramentediferentede ladeella;quizáenParís;unavidamásanimada;noocupándosesiempredel hombre que fuera; porque en todas sus mentes habían brotado dudasinexpresadasacercadeladeferencia,lacaballerosidad,elBancodeInglaterray el Imperio de la India, las sortijas y los encajes; aunque para todas ellashabía en todo esto algún componente fundamental de la belleza, algo quedespertaba la admiración por la virilidad en sus corazones infantiles, y que,

sentadasalamesabajolamiradadesumadre,leshacíahonraraquellaextrañaseveridad, aquellacortesía tanperfecta (como ladeuna reinaquealzaradelbarroelsuciopiedeunpobreparalavarlo),cuandolasamonestabacontantorigor por lo del desdichado ateo que los había perseguido—hablando conpropiedad,aquienhabíaninvitado—hastalaisladeSkye.

—MañananosepodrádesembarcardondeelFaro—dijoCharlesTansley,dandopalmadas, parado ante la ventana, junto aMr.Ramsay.Vaya si habíahabladomásdelacuenta.Habríadeseadoqueambosloshubierandejadoenpaz, a ella y a James, y que hubieran seguido hablando de sus cosas. Se lequedó mirando. Según los niños era un espécimen poco afortunado, unescaparatedeirregularidades;nosabíajugaralcríquet,eragruñón,arrastrabalospies.Unanimalinsolente,habíadichoAndrew.Sabíanmuybienquéeraloque de verdad le gustaba: pasear eternamente, de acá para allá, de allá paraacá, con Mr. Ramsay, y hablar de quién había ganado esto, y quién habíaganadoaquello;quiénerauntalento«deprimera»paralacomposiciónpoéticaen latín; quién era «brillante, pero, en el fondo, superficial»; quién era, sinninguna duda, el «individuo con más talento de Balliol»; quién habíasepultadosugenio,porpocotiempo,enBristoloBedford,perodequiennoseibaadejardehablarencuantovieranlaluzsusProlegomadedicadosaalgunaramadelascienciasmatemáticasolafilosofía,ydelosqueMr.Tansleyteníayalasgaleradasdelasprimeraspáginas,porsiMr.Ramsayqueríaleerlas.Decosascomoéstasesdeloquehablaban.

A veces ni ella podía contener la risa. Algo había dicho ella acerca de«unas olas como montañas». Sí, estaba algo borrascoso, había respondidoCharlesTansley.

—¿Nosehacaladohastaloshuesos?—habíadichoella.

—Algohúmedo,nocalado—habíarespondidoMr.Tansley,pellizcandolamanga,tocandoloscalcetines.

Peronoeraesoloquelespreocupaba,decíanlosniños.Noeralacara,nilosmodales.Eraél,eransusopiniones.Cuandohablabandealgointeresante,gente,música, historia, cualquier cosa, incluso cuandodecíanquehacíaunabuena tarde, y que querían salir a sentarse afuera, lo que les molestaba deCharlesTansleyesquenosesentía satisfechosinodabaun rodeoparaquefuera lo que fuera lo reflejara a él, y les hiciera sentirse conscientes de susuperioridad,hastaconseguirirritarlosconsuagriaformadeexterminartantolas flaquezascomolagrandezade lahumanidad.Si ibaaunaexposicióndepintura,loprimeroquehacíaerapreguntarporlaopiniónquelesmerecíasucorbata.BiensabeDios,decíaRose,quenoeraprecisamenteunacorbataquepudieragustaracualquiera.

Desaparecían de la mesa tan sigilosamente como ciervos, en cuanto

terminabandecomer;losochohijosehijasdeMr.yMrs.Ramsaysedirigíanasusdormitorios,susfortalezasenunacasaenlaquenohabíaningunaotraintimidad para hablar de nada o de todo: de la corbata de Tansley, de laaprobacióndelaLeydeReforma,delasavesmarinasydelasmariposas,delagente;allícaíaelsolsobrelashabitacionesdelosáticos,separadasporunadelgada pared que permitía oír las pisadas con toda claridad, y permitía oírtambiénlossollozosdelamuchachasuizacuyopadreagonizabadecáncerenun valle de los Grisones; caía el sol e iluminaba los palos de críquet, lospantalones de franela, los sombreros de paja, los tinteros, los frascos depintura,losescarabajos,loscráneosdepajarillos;yextraíaelsoldelaslargastirasdealgasadornadascomoconpuntillas,pegadasalasparedes,ciertoolorasalyalgas,quetambiénsehallabaenlas toallas,ásperasde laarenade laplaya.

Porfías, divisiones, diferencias de opiniones, prejuicios arraigados en lomás íntimo de cada uno; qué pena que se manifestaran tan pronto, selamentabaMrs.Ramsay.¡Sushijos!,erantancríticos.Decíantantastonterías.Saliódel comedor, llevaba a Jamesde lamano,porquenoquería ir con losdemás.Esodeinventarsediferencias,leparecíaunatonteríamuy,muygrande;ya era bastante diferente la gente sin necesidad de hacer más grandes lasdiferencias de lo que eran. Las diferencias de verdad, pensaba, junto a laventana del salón, ya son pero que muy profundas, demasiado. En aquelmomento pensaba en las diferencias entre ricos y pobres, superiores einferiores; los de alta cuna recibían de ella,medio a contrapelo, su respeto,porque también corría por sus venas sangre de aquella noble, aunque algolegendaria, casa italiana, cuyashijas, repartidaspor los salones inglesesa lolargodelsigloXIX,habíanceceadocontantoencanto,ysehabíandivertidotan alocadamente; y todo su ingenio, aspecto y temperamento procedían deellas, y no de las indolentes inglesas, ni de las frías escocesas; pero el otroproblema lo rumiaba conmásdetenimiento: ricos y pobres; lo queveía consus propios ojos, todas las semanas, a diario, aquí o en Londres, cuandovisitabaaesaviuda,oibaenpersonaaveraaquellaesposaluchadora,conlacesta bajo el brazo, con el cuaderno y ese lapicero con el que anotaba encolumnas cuidadosamente trazadas los ingresos y los gastos, el empleo y elparo,con laesperanzadedejardeserunaciudadanaparticularcuyacaridadfuese un ejercicio sentimental para justificarse ante sí misma, o fuese unremedio que curase su curiosidad, y se convirtiese en aquello que sumentenada adiestrada más admiraba: en una investigadora, en alguien que seocuparaderesolverenseriolosproblemassociales.

Problemas irresolubles, se le antojaban, allí, en pie, mientras llevaba aJames de lamano.La había seguido hasta el salón, el joven ese del que sereían; estaba junto a lamesa, enredando con algo, torpe, se sentía extraño;sabíatodoesosinnecesidaddemirar.Sehabíanidotodos—losniños,Minta

Doyle y Paul Rayley, Augustus Carmichael, Mr. Ramsay—, se habían idotodos.Deformaquesevolvióconunsuspiro,ydijo:«Noseaburrirásilepidoquemeacompañe,¿verdad,Mr.Tansley?»

Teníaquehacerunrecadoenelpueblo;teníaqueescribirunaodoscartas,tardaríaunosdiezminutos;teníaqueponerseelsombrero.Diezminutosmástarde,con lacestayel sombrero,ahíestabadenuevo,daba la impresióndeestarpreparada,preparadaparaunaexcursión,que,noobstante,debíaaplazarunmomento,alpasarporelcampodetenis,parapreguntaraMr.Carmichael,quetomabaelsolconlosojosentornados,amarillosojosdegato,quealigualquelosdelosgatosparecíanreflejarelmovimientodelasramasoelpasodelasnubes,peronomostrabanseñalalgunadeningunaclasedepensamientoodeemoción,nisiqueríaalgo.

Porquese tratabadeunaexpediciónde lasdeverdad,dijoella, riéndose.Ibanalpueblo.«¿Sellos,papeldecartas, tabaco?»,dijo,detenida juntoaél.Pero no, no necesitaba nada. Tenía las manos cruzadas sobre la espaciosapanza,parpadeó,comosihubieraqueridocorrespondera suamabilidad (eraseductora,aunquealgonerviosa),perofueraincapaz,hundidocomoestabaenunasomnolenciaverdegrísenlaqueincluíaatodos,sinnecesidaddepalabras,enunvastoybenévololetargodebuenasintenciones,yenelquecabíatodalacasa, todo el mundo, porque había dejado caer en el vaso, a la hora delalmuerzo,unasgotasdealgoque,segúnlosniños,explicabalapresenciadelas brillantes hebras de color amarillo canario de la barba y el bigote, loscuales eran, si no se contaban esas hebras, blancos como la leche. Nonecesitabanada,susurró.

Habría sido un gran filósofo, decía Mrs. Ramsay, ya en la carretera,camino del pueblo pesquero, pero se había casado mal. Llevaba la negrasombrillamuyderecha,ysemovíaconelindescriptibleairedeesperaralgo,comosifueraaencontrarseconalguienalavueltadelaesquina;lecontólahistoria:huboalgoconunamuchachaenOxford,secasódemasiadopronto,eran pobres, tuvo que irse a la India, tradujo algo de poesía, «algo muyhermoso, según creo», quería enseñar a los niños persa o hindi, pero ¿paraqué?;después,yalohabíavisto,tumbadoahísobrelahierba.

Se sentía halagado; acostumbrado a las humillaciones, le agradaba queMrs.Ramsaylecontaracosascomoésta.CharlesTansleyrevivió.Comohabíadadolaimpresión,además,dequeconsiderabafavorablementelagrandezadelainteligenciadelpersonaje,inclusoensudecadencia,ydequenoleparecíamallasumisióndetodaesposa—noesqueellaecharalaculpaalamuchacha,habíasidounmatrimoniofeliz,segúnella—altrabajodesumarido,todoellole había hecho sentirse más reconciliado consigo mismo que nuncaanteriormente; y le habría gustado, si hubieran alquilado un carruaje, porejemplo, haber pagado la carrera. Pero estaba esa bolsa tan pequeña, ¿le

permitiría llevarla? No, de ninguna manera, había respondido, ¡siempre lallevaba ella! También ella estaba contenta. Sí, lo notaba. Sentía él muchassensaciones,perohabíaalgoquedeformaparticularloagitabayperturbaba,sinsaberporqué: legustaríaqueella loviera,conbirreteymuceta,enunaprocesión académica. Un puesto de profesor, una cátedra... se sentía confuerzaspara cualquier cosa, seveíaya... pero ¿quémiraba?Unhombrequepegabauncartel.Lainmensahojaquebatíaelvientosealisabapocoapoco,ycada golpe de la escobilla revelaba nuevas piernas, aros, caballos,deslumbrantes colores rojos y azules, todo perfecto; hasta que media paredestuvocubiertaconelanunciodelcirco:uncentenarde jinetes,veinte focasmalabaristas, leones, tigres...Acercó la cabeza, era algo corta de vista; leyóqueiban«aactuarenelpueblo».Esmuypeligroso,exclamó,queunmancosuba a una escalera de éstas; dos años antes le había amputado el brazoizquierdounasegadoramecánica.

—¡Vayamostodos!—dijo,avanzando,comositantojineteytantocaballolahubieranllenadodegozoinfantil,ylehubieranhechoolvidarsupiedad.

—Vayamos—dijoél,repitiendolaspalabras,conunrarotartamudeoquelehizomirarsorprendida.«Vayamosalcirco».No.Nolodecíabien.Nosabíaexpresarlo de forma adecuada. Pero ¿por qué no?, se preguntaba, ¿qué leocurría?Enestemomentoaella lecaíamuybien.Ensu infancia,preguntó,¿nolohabíanllevadoalcirco?Nunca,respondióél,comosilehubieranhechola pregunta a la que precisamente quería responder, como si durante todosestosdíashubieraestadodeseandodecirqueensuinfancianohabíaidonuncaalcirco.Sufamiliaeramuygrande:nueve,contandohermanosyhermanas;supadreerauntrabajador.«Mipadreesfarmacéutico,Mrs.Ramsay.»Tuvoquepagarse tododesde los treceaños.En invierno,másdeunavezhabía tenidoque salir sin abrigo. En la universidad nunca pudo «corresponder a lasinvitaciones» (fueronéstas susadustasy secaspalabras).Todo lo suyo teníaquedurareldoblequelodelosdemás;fumabaeltabacomásbarato,picadura,laquefumabanlosviejosdelpuerto.Trabajabamucho:sietehorasaldía;sededicabaahoraaestudiarlainfluenciadealgosobrealguien;echaronaandarde nuevo; Mrs. Ramsay no seguía muy bien lo que decía, sólo algunaspalabrasdevezencuando... tesis...puestodeprofesor...profesoragregado...catedrático.Ellanoconocíalafeajergaacadémica,queteníatancadenciosasresonancias,perosedijoqueahorasíquesedabacuentadeporquélodeiralcircolohabíaabatidotanto,pobrecito,yporquéhabíasalidoalmomentoconlodesupadre,sumadre,hermanosyhermanas;yaseencargaríaelladequenoserieranmásdeél,teníaquedecírseloaPrue.Loquedeverdadlehabríagustadoaél,se imaginó,quizáseríapoderdecirquehabía idoaveraIbsenconlosRamsay.Eraunpedantón,unpelmazoinsoportable.Estabanyaenlacallemayordelpueblo, loscarros traqueteabansobreeladoquinado,peroélseguíahablandosobrebecas,laenseñanza,losobreros,lodeayudaralosde

nuestrapropiaclase,ysobrelasclasesenlauniversidad,hastaqueellacalculóqueyahabíarecobradotodalaconfianzaensímismo,yselehabíaolvidadolodelcirco,y(volvíaagustarle)estabaapuntodedecirle...Perolascasassealejaban en direcciones opuestas, salieron al muelle, y se extendió la bahíaante sumirada;Mrs.Ramsay, ante el enormecuadrode agua azul, nopudoevitar exclamar: «¡Ah, qué hermoso!» El blanco Faro, lejano, austero, sehallabaenmedio;aladerecha,hastadondealcanzabalamirada,desvaídaseincesantes,condelicadospliegues,seveíanlasdunasdeverdearena,consusflores silvestres sobrevolándolas, que parecían correr perpetuamente haciaalgúndeshabitadopaíslunar.

Ésta era la vista que sumarido amaba, dijo, deteniéndose, mientras susojossevolvíanaúnmásgrises.

Hizo una breve pausa. Pero ahora, esto estaba lleno de artistas. A decirverdad, a pocos pasos había uno de ellos, con sombrero de paja, zapatosamarillos, grave, tranquilo, absorto; diez niños lo contemplaban; la cararedondayrojaexpresabauníntimocontento,mirabafijamente,y,despuésdemirar,mojabaelpincel,introducíalapuntaenunablandaprotuberanciaverdeo rosa. Desde que Mr. Paunceforte estuvo allí, hacía tres años, todos losdibujoseranasí,dijoella,verdeygris,conbarcasdepescadecolorlimón,yconmujeresvestidasderosaenlaplaya.

Pero los amigosde su abuela, dijo ella,mirandocondiscreción al pasar,teníanmás dificultades: para empezar, tenían quemezclar ellosmismos loscolores, y los molían, después los colocaban bajo paños húmedos, paramantenerlosfrescos.

Supusoquequeríaqueélsedieracuentadequeeldibujodeeseseñoreraconvencional, ¿se decía así?; ¿que los colores no eran consistentes?, ¿es asícomohabíaquedecirlo?Bajolainfluenciadeaquellaextraordinariaemociónque había ido ganando fuerza durante el paseo, que había nacido cuando,todavíaeneljardín,éllehabíapedidoqueledejarallevarlabolsa,quehabíamaduradoenelpueblo,cuandoquisocontarletodasuvida;bajoesainfluenciaestaba empezando a verse a sí mismo y a toda su sabiduría como si en elconjuntohubieraalgunaleveimperfección.Eraalgomuy,muyextraño.

Se quedó ahí en el salón de la casucha a la que lo había llevado,esperándola,mientrasellasubíaunmomento,avisitaraunaseñora.Oyólosrápidospasosquedabaporarriba,oyólavozalegre;luego,másapagada;sequedó mirando las esteras, la bandeja del servicio del té, las pantallas decristal;esperabaconimpaciencia;estabaansiosoporvolveracasacaminandocon ella, estabadecidido a llevarle la bolsa; después le oyó salir, cerrar unapuerta, decir que debían cerrar las puertas y dejar las ventanas abiertas,preguntarles si necesitaban algo (debía de estar hablando con una niña);

cuando, de repente, entró, se quedó inmóvil un instante (como si arribahubieraestadofingiendo,yahorasepermitieraserellamisma),estabafrenteaun retrato de la reinaVictoria, que llevaba la banda azul de laOrden de laJarretera;derepentesediocuenta,sediocuenta:eralapersonamáshermosaquehabíavistojamás.

Estrellasenlosojos,velossobreelcabello,ciclamenyvioletassilvestres:¿enqué tonteríasestabapensando?Por lomenos teníacincuentaaños, teníaochohijos.Caminabaporcamposllenosdeflores,yrecogíacontraelpecholoscapullosderribados,loscorderosquenopodíanandar;estrellasenlosojos,elcabelloalviento...Lecogiólabolsa.

«Adiós, Elsie», dijo; salieron a la calle; llevaba la sombrilla derecha, semovíacomosiesperaraencontrarseconalguienalavueltadelaesquina;porprimera vez en toda su vida, Charles Tansley se sintió extraordinariamenteorgulloso; un hombre que cavaba en una zanja dejó de trabajar, se quedómirándola; dejó caer los brazos, siguió mirando. Charles Tansley se sentíaextraordinariamente orgulloso; notaba el viento, se daba cuenta de losciclámenes y las violetas, porque caminaba junto a unamujer hermosa porprimeravezensuvida.Lellevabalabolsa.

2

—Nohabrá viaje al Faro, James—dijo, en pie, junto a la ventana, perointentando, como deferencia hacia Mrs. Ramsay, endulzar la voz, como sipretendierahacerver,almenos,quelodecíaenbroma.

Hombrecillo detestable, pensóMrs. Ramsay, ¿es que no puede dejar derecordárselo?

3

—Cuandoamanezcaseguroqueluciráelsolycantaránlospájaros—dijo,compasiva, alisando el cabello del niño, porque era consciente de que sumarido, con el enojoso recordatoriodequenoharíabueno,habíamatado laalegríadelmuchacho.LodeiralFaroeraalgoenloqueelniñohabíapuestomucha ilusión,yporsi fuerapoca laburladesumarido, lodequenoharíabueno,ahoraveníaestehombrecillodetestablearefregárselodenuevo.

—Quizásíquehagabueno—dijo,alisándoleelcabello.

Loúnicoquepodíahacereraadmirarelrefrigerador,ypasarlashojasdelcatálogodeleconomatoparabuscaralgúnrastrillooalgunamáquinadecortarelcésped,conmuchosdientesymangos;algoqueexigieseunagranatenciónpara recortarlo.Todosestos jóveneseranparodiasde sumando,pensó: si éldecíaqueibaallover,ellosafirmabanacontinuaciónquehabríaunhuracán.

Perono,alpasarlahoja,algointerrumpiólabúsquedadelailustracióndelrastrillo o de la máquina de cortar el césped. Aquel huraño rumor,interrumpidodeformairregularporlosresoplidosdelaspipasalllevarlasalaboca, y al quitarlas de la boca, que no había dejado de asegurarle que loshombrespasabaneltiempocharlandoalegremente,aunquelaverdadesquenosedistinguíanlaspalabras(estabasentadajuntoalaventana);esterumor,quese había prolongado durante unamedia hora, y que había ocupado su lugarplácidamenteentreelsurtidoderuidos—ruidosalosquenopodíasustraerse:tales como el chocar de las pelotas en los palos de críquet, o los ladridosocasionales,«¡árbitro!,¡árbitro!»,delosniños—,habíacesado;deformaqueelmonótonoromperdelasolasenlaplaya,queengeneralsonabacomounamarchamilitarquemecierasuspensamientos,yqueparecíarepetirdeformaconsoladoraunayotravez,cuandoestabasentadaconlosniños,aquellaviejacancióndecuna,murmuradaenestaocasiónporlanaturaleza:«Soyquienteguarda,soyquientecuida»;perootrasveces,repentinaeinesperadamente,enespecialcuandosumenteseelevabaporencimadelatareaquetuvieraentremanos,noteníaunsentidotangrato,sinoqueeracomounsiniestroredobledetamboresqueseñalarasinpiedadlacaducidaddelavida,ehicierapensarenladestruccióndelaisla,alaquetragabaelmar,yquelaavisaradeestaforma,cuando el día se le había escurrido de lasmanos enmedio de un sinfín detareas,dequetodoeraefímerocomounarcoiris;esteruido,pues,desfiguradoyocultobajootrossonidos,derepenteatronabaenelinteriordesucabeza,ylehacíalevantarlamiradavíctimadeunaccesodeterror.

La conversación había cesado, eso lo explicaba todo. Pasando, en unsegundo, de la tensión que la había agarrotado, al otro extremo, como paraindemnizarlaporelgastosuperfluodeemoción,sesintiótranquila,divertida,einclusounalgomaliciosa,puespensóquehabíanplantadoalpobreCharlesTansley. Poco le importaba. Si su marido necesitaba sacrificios (losnecesitaba),leofrecíaconregocijoaCharlesTansley,porhaberfastidiadoasuniño.

Poco después, con la cabeza erguida, se quedaba atendiendo, como siesperaraalgúnruidofamiliar,algúnsonidomecánicoyregular;después,aloíralgorítmico,algoentrehablaycanción,algoqueprocedíadeljardín,mientrassumarido seguía paseando de un lado a otro de la terraza, algo intermedioentreelcroarylacanción,sepersuadiódequetodoestabaenorden,yalbajarlamiradaallibroquereposabaensusrodillashallóalgoque,siponíamucho

cuidadoenello,podríarecortarJames:unailustracióndeunanavajaconseishojas.

Derepenteseoyóungrito,comodeunsonámbulo,comodeentresueño:

Stormedatwithshotandshell

Looyócomosi lohubierangritado juntoa suoído,y sevolviócomositemieraquealguienestuvieraoyéndolo.SóloestabaLilyBriscoe,nopasabanada.Peroveralamuchachaalotroladodeljardín,pintando,lehizopensarenalgo:recordóqueteníaquemantenerlacabezaenlamismaposiciónparaelretratodeLily.¡ElretratodeLily!Mrs.Ramsaysesonrió.Conesosojillosrasgados,contantasarrugas,nosecasaríanunca;nohabíaquetomarsemuyen serio lo de su pintura; pero era unamuchachita independiente, y por esemotivo legustabaaMrs.Ramsay,asíque,al recordar lapromesa, inclinó lacabeza.

4

A decir verdad, casi le derriba el caballete al acercarse gritando: «Peroseguimos cabalgando, valientes», aunque, misericordiosamente, hizo unquiebro,ysealejógalopandoparamorirdeformagloriosa,pensóella,enlosaltosdeBalaclava.Noconocíaejemploalgunodealguienalaveztanridículoy preocupante. Pero mientras sólo hiciera eso, gesticular, gritar, estabatranquila;seguroquenosedetendríaamirarelcuadro.Esoprecisamenteesloúnico que Lily Briscoe no habría soportado. Incluso cuando consideraba elvolumen, la línea,elcolor,aMrs.Ramsaysentadaen laventanaconJames,manteníaunaantenadirigidaalentorno,nofueraaserqueseacercaraalguien,yderepentehubieraalguienmirandoelcuadro.Ahora,conlossentidosalerta,por decirlo de algúnmodo,mirando, esmerándose, hasta que conseguía quelos colores de la pared y de la más lejana clemátide ardieran en sus ojos,advirtióquealguienhabíasalidodelacasa,yseacercabaaella;perosupo,dealgunaforma,porelmododepisar,queeraWilliamBankes,demaneraque,aunqueelpincelacusóun temblor,dejóel lienzocomoestaba,no lo inclinócontraelcésped,comohabríahechosihubierasidoMr.Tansley,PaulRayley,MintaDoyle,oprácticamentecualquierotro.WilliamBankessedetuvoanteella.

Sealojabanenelpueblo,deformaque,yendoyviniendo,despidiéndoseante lapuerta,hablandode sopas,de losniños,deestoyaquello, sehabíanconvertidoenaliados;así,cuandosedetuvojuntoaella,conaquelairedejuez(teníaedadcomoparapodersersupadre,dedicadoalabotánica,viudo,olíaa

jabón,muyexactoy limpio), ella sencillamentenohizonada.Loúnicoquehacíaeraquedarse juntoaella.Buenoszapatoscalza,observóél.Nosondelosqueaprietanlosdedosdelospies.Comosealojabanenlamismacasa,élhabíaobservadotambiénqueeraunamujermuyordenada;selevantabaantesdequelosdemásdesayunaran,ysalía,creíaélquesola,apintar.Erapobre,suponía;carecíadelosrasgosoelencantodeMissDoyle,ciertamente,peroestaballenadesensatez,loquealosojosdeéllahacíamuysuperioraaquellajoven dama. Por ejemplo, ahora, cuando Mrs. Ramsay caía sobre ellos,gritando, gesticulando, Miss Briscoe, al menos eso creía él, era capaz decomprender.

Mr. Ramsey los miraba enfadado. Era una mirada colérica, pero no losveía.Esoloshizosentirsevagamenteincómodos.Habíanvistojuntosalgoquese supone que no deberían haber visto. Habían invadido la intimidad dealguien. Y eso obligó aMr. Bankes a decir casi a continuación que estabacogiendofrío,ylepropusoquefueranadarunpaseo,peroLilypensóquesetratabadeunaexcusapara irse,para alejarsedondeno seoyera anadie.Sí,aceptó.Perolecostósepararlamiradadelcuadro.

Laclemátideeradecolorvioleta intenso, laparederasorprendentementeblanca.Creíaqueerapocohonradonoreflejarfielmenteelvioletaintensoyelblanco sorprendente, puesto que así los veía; aunque lamoda era, desde lavisita de Mr. Paunceforte, ver todo con matices pálidos, elegantes,semitransparentes.Y además del color estaba lo de la forma.Veía ella todocontantaclaridad,contantaseguridad,cuandodirigía lamiradaa laescena;perotodocambiabacuandocogíaelpincel.Eraenesemomentofugazqueseinterponíaentrelavisiónyellienzocuandolaasaltabanlosdemonios,que,amenudo,ladejabanapuntodeecharseallorar,yconvertíanesetrayectoentreconcepciónytrabajoenalgotanhorriblecomounpasillooscuroparaunniño.Le sucedía con frecuencia: luchaba en inferioridad de condiciones paramantener el valor; tenía que decirse: «Loveo así, lo veo así», para atesoraralgúnrestodelavisiónenelcorazón,unavisiónqueunmillardefuerzasseesforzaba en arrancarle. Así, de aquella forma desabrida y destemplada,cuandocomenzabaapintar,seapoderabandeellaestasfuerzas,yseleveníanotras cosas a la mente: su propia incompetencia, su insignificancia, lo decuidara supadreen sucasacercadeBromptonRoad;y teníaquehacerungranesfuerzoparadominarseyparanoarrojarsea lospiesdeMrs.Ramsay(graciasaDiosquehastaelmomentohabíasabidoresistirseaestosimpulsos)ydecirle,¿quéselepodríadecir?:«¿Estoyenamoradadeusted?»No,noeraverdad.¿«Estoyenamoradade todoesto», señalandocon lamanoel seto, lacasa, los niños? Era absurdo, era imposible. No podía decirse lo que unaqueríadecir.Dejólospincelesconmuchocuidadoenlacaja,bienordenados,ydijoaWilliamBankes:

—De repente hace frío. Parece como si el sol calentara menos —dijo,mientrasexaminabalosalrededores(porquetodavíalucíaelsol):lahierbaqueera todavía de un color verde oscuro, mate; el follaje de la casa en el quelucían estrellas de las flores de la pasión de color púrpura; los grajos quedejaban caer indiferentes graznidos desde el alto azul. Pero algo se movía,algodestellaba,algomovíaunaladeplataenelaire.Despuésdetodo,estabanenseptiembre,amediadosdeseptiembre,yeranmásde lasseisde la tarde.Echaron a caminar por el jardín en la dirección de costumbre, cruzaron elcampodetenis,dejaronatráslahierbadelapampa,llegaronalaaberturaenelespesoseto,flanqueadapordosliliáceascomobarrasalrojovivoquebrillaranintensamente entre las que las aguas azules de la bahía parecíanmás azulesquenunca.

Iban al mismo lugar casi todas las tardes, como si los moviera algunanecesidad. Era como si el agua se llevara flotando los pensamientos que sehubieran estancado en la tierra seca, y les pusiera velas, y otorgara a loscuerpos alguna suerte de alivio físico.En primer lugar, el rítmico latido delcolor inundaba la bahía de azul, y el corazón se ensanchaba con ello, y elcuerpo se echaba a nadar; sólo que al instante siguiente se arrepentía, sedetenía y se volvía rígido ante el erizado color negro de las rugosas olas.Luego, tras el peñasco negro, casi todas las tardes se levantaba un chorroirregular, y sólo había que quedarse esperando para sentir la alegría de supresencia:unsurtidordeaguablanca;yademás,durantelaespera,sequedabaunomirandolallegadadelasolassobrelapálidaplayasemicircular,unatrasotra,quedejabantrasdesíunadelicadapelículademadreperla.

Se sonreían, allí en pie. Compartían cierta hilaridad, provocada por elmovimiento de las olas; después era el nítido curso de un velero lo queprovocabalahilaridad:describíasutrayectounacurvaenlabahía,sedetenía,se estremecía, amaba las velas; después, como si obedecieran una intuiciónpropiaparacompletarelcuadro,trasesemovimientoelegante,mirabanalaslejanas dunas, y, en lugar de alegría, descendía sobre ellos cierta tristeza...porquelascosasestabanyaenpartecompletas,yenparteporquelospaisajeslejanos parecen sobrevivir a los observadores un millón de años (pensabaLily),yparecíanestaryaencomuniónconuncieloquecontemplaselatierraenperfectoreposo.

Mientras miraba hacia las lejanas dunas, William Bankes pensaba enRamsay: pensó en una carretera enWestmorland, pensó en Ramsay dandozancadas solo, en algún camino, rodeado de esa soledad que parecía serlenatural.Peroderepentehubounainterrupción,recordabaWilliamBankes(unhecho real), una gallina, que extendía las alas para proteger a los polluelos,antelocualRamsayseparó,señalóconelbastón,ydijo:«Bonito...,bonito.»Una rara luz de su corazón, eso es lo que había pensado Bankes, algo que

demostraba su sencillez, su comprensión hacia lo humilde; pero le parecíacomosisuamistadhubieseterminadoallí,enaquelcamino.Después,Ramsayse había casado.Y todavíamás tarde, con unas cosas y otras, la amistad sehabíaquedadosinsustancia.Dequiénhabíasido laculpa,nosabríadecirlo;sólo que, tras cierto tiempo, la repetición había ocupado el lugar de lanovedad.Sereuníanpararepetir.Peroenestemudocoloquioquesostuvoconlas dunas mantuvo que, por su parte, su afecto hacia Ramsay de ningunamanerahabíadisminuido;peroallí,comoelcuerpodeunjovenquehubierareposadoenlaturbaduranteunsiglo,conloslabiosdecolorrojovivo,estabasuamistad,consuintensidadysurealidadpreservadasmásalládelabahía,entrelasdunas.

Le preocupaba esta amistad, y quizá estaba preocupado también porquequeríadescargarsuconcienciadeesaimputaciónqueselehabíahechodequeera un ser apagado y consumido—porque Ramsay vivía entre un perpetuobullicio de chiquillos,mientras queBankes no sólo no tenía hijos, sino queademáseraviudo—,yqueríaqueLilyBriscoenodesdeñaseaRamsay(asumanera,ungranhombre),yquecomprendiesecómoestaban lascosasentreellos dos. Su amistad había comenzado hacía muchos años, pero se habíaesfumadoenuncaminodeWestmorland,cuando lagallinaextendió lasalassobrelospolluelos;despuésRamsaysehabíacasado,ysuscaminossehabíanapartado; había habido, ciertamente, sin culpa de ninguno de los dos, unatendenciaalarepeticiónensusencuentros.

Sí.Asíhabíasido.Terminó.Volviólaespaldaalpaisaje.Alvolverse,pararegresarporelmismocamino,cuestaarriba,Mr.Bankesadvirtiócosasquenolehabríanllamadolaatenciónsilasdunasnolehubieranmostradoelcuerpodesuamistad,conlos labiosrojos,preservadoentre la turba...,porejemplo:Cam,lamásjoven,hijadeRamsay.Cogíafloresdemastuerzomarítimojuntoalaorilla.Eralibreyvaliente.Ynoqueríadarle«unafloralseñor»,aunqueselohabíapedido laniñera. ¡No,noyno!, ¡noquería!Cerrabaelpuño.Dabapatadas en el suelo.Mr. Bankes se sintió viejo y triste, acaso eso le habíahechosentirseequivocadorespectoasuamistad.Seguroqueeraunindividuoapagadoyconsumido.

Los Ramsay no eran ricos, y no era poca maravilla que pudieranarreglárselas. ¡Ocho hijos! ¡Alimentar a ocho hijos con los recursos de lafilosofía!Aquíhabíaotro,ésteeraJasper,pasabaporallí,ibaadispararalospájaros,dijo, indiferente; ledio lamanoaLily, se laestrechócomosi fueraunamanivela;estomovióaMr.Bankesadecir,conamargura,queeraellalapreferida. Y había que considerar lo de la educación (cierto: Mrs. Ramsayquizá tuviera algo que decir), por no hablar de cuántos zapatos y calcetinesexigían estos «muchachotes»; todos eran de buena estatura, desgarbados,despreocupados. En cuanto a lo de saber quién era cada uno, y quién era

mayoromásjovenquelosdemás,esosíquenosabríadecirlo.EnprivadolosllamabacomoalosreyesyreinasdeInglaterra:Cam,LaMalvada,James,ElDespiadado; Andrew, El Justiciero; Prue, La Bella —porque Prue erahermosa,pensó,nopodíaevitarlo—;Andrewteníatalento.Mientrascaminabaporelcamino,yLilyBriscoedecíasíyno,ysemostrabadeacuerdoconloscomentarios(porqueellaestabaenamoradadetodos,estabaenamoradadeestemundo), y él juzgaba el asunto deRamsay, se apiadaba de él, lo envidiaba,comosilohubieravistodesprendersedetodasaquellasgloriasdeaislamientoy austeridad que lo habían coronado en la juventud, y se hubiera cargadoirrevocablemente de nerviosos cuidados y de cloqueantes costumbreshogareñas.Algoledaban,WilliamBankesloreconocía;habríasidoagradablequeCamlehubierapuestounaflorenelabrigo,oqueselehubieraacercadoamirarporencimadelhombrounaestampadelaerupcióndelVesubio,comohacíaconsupadre;perotambién,losamigosdetodalavidanopodíanevitarpensarlo, lo habían destruido un poco. ¿Qué es lo que pensaría ahora undesconocido?¿QuépensabaestaLilyBriscoe?¿Quiénnosedabacuentadeque empezaba a tener manías, excentricidades, rarezas?, ¿quizá, incluso,flaquezas?Erasorprendentequeunhombredesuinteligenciaserebajasedeesa forma —quizá ésta era una forma muy grosera de decirlo—, quedependiera tanto de las alabanzas de los demás.—¡Ah—dijo Lily—, peropienseensuobra!

Siemprequeellapensabaensu«obra» laveíaantesí,con todaclaridad,representadaporunaenormemesadecocina.

Andrew tenía la culpa. Una vez le había preguntado ella que de quétrataban los libros de su padre. «El sujeto, el objeto y la naturaleza de larealidad»,habíarespondidoAndrew.Yellaexclamó¡Caramba!,peronoteníanilamenornocióndeloqueesoqueríadecir.«Pienseenunamesadecocina—lehabíadicho—,cuandoustednoestápresente.»

Deformaque,cuandopensabaenlaobradeMr.Ramsay,loqueveíaerauna mesa de cocina muy refregada. La veía ahora sobre una horquilla delperal, porque acababan de llegar donde los árboles frutales.Con un intensodolordeconcentración,pensónoenlarugosacortezaargentinadelárbol,nienlashojasenformadepez,sinoenunamesadecocinafantasmal,untablerode esos relucientemente limpios y refregados, ásperos y con nudos, cuyavirtudparecíanhaberhechopúblicalosmuchosañosdevigorinvertidosensulimpieza,queestabaallíenmedio,conlascuatropatasalaire.Eranaturalquesi alguien se pasaba toda la vida viendo las cosas en su esencia másgeométrica,estodereducirlosadorablescrepúsculos,lasnubesconformadeflamencosyelazulylaplata,aunamesadeblancopinoconsuscuatropatas(estoesloqueconvertíaenalgoapartealasmásrefinadasmentes),eralomásnaturalquenoselepudierajuzgarcomoalosdemás.

AMr.Bankeslegustabalaordenquelehabíadado:«Pienseensuobra.»Vayasihabíapensadoenella.Eranincontableslasvecesquesehabíadicho:«Ramsayesdelosqueescribenlomásimportanteantesdeloscuarenta.»Suaportación más importante a la filosofía consistía en un librito que habíaescrito a losveinticinco años; lo quehabíahechodespuéshabía sidomásomenosamplificación,repetición.Peroelnúmerodehombresqueescribenalgorelevantesobrecualquiermateriaesmuyreducido,dijoél,deteniéndosejuntoalperal,bienpeinado,minuciosamenteexacto,exquisitamenteponderado.Derepente, como si elmovimientode sumano lohubiera liberado, la cargadeimpresiones que en ella se habían acumulado acerca de él se deslizó, y sederramóenunverdaderoaludenelqueaflorótodoloqueellapensaba.Ésaeraunasensación.Acontinuaciónseelevóentrevaporeslaesenciadelserdeél.Otrasensación.Sequedóinmóvilacausadelaintensidaddelaemoción;erasuseveridad,subondad.Respetocadaunodesusátomos(dialogabaconélen silencio): ustedno esvano, usted es completamente impersonal, usted esmás refinado que Mr. Ramsay, usted es el ser humano más refinado queconozco;ustednotieneesposanihijos(aunquesininteréssexual,deseabaellallevar alegría a esa soledad); usted vive para la ciencia (involuntariamente,aparecieronantelosojosdeellamontonesdetrozosdepatatas);elelogioseríaun insulto para usted; ¡hombre generoso, de corazón puro, heroico! Pero almomento recordóquesehabía traídounayudadecámarahastaeste remotolugar;no legustabaque losperros se subieran a los sillones;durantehoras,sabíadarlalata(hastaqueMr.Ramsaydabaunportazo)condiscursossobrelasalquedebíanllevarlasverduras,osobrelomalasqueeranlascocinerasinglesas.

¿Quépensar?,¿cómojuzgaralaspersonas?,¿quépensardeellas?,¿cómosesumabaestoyaquelloparallegaralresultadodesiunapersonategustabaono? Y en cuanto a esas palabras, después de todo, ¿qué sentido podíaatribuírseles? En pie, inmóvil, junto al peral, se derramaban sobre ella lasimpresionesdeesosdoshombres;yseguirsuspropiospensamientoseracomoseguir una voz que hablara tan aprisa que el lapicero no pudiera seguir lapalabra;perolavozeraladeella,ydecía,sinquenadieseloapuntara,cosasevidentes,contradictoriasyeternas;deformaquelasgrietasyrugosidadesdelárbolquedabanirrevocablementedefinidasparatodalaeternidad.Ustedposeegrandeza, pero Mr. Ramsay no. Él es ruin, egoísta, vano, egotista; lo hanmimado;esuntirano;vaamataraMrs.Ramsay;peroposee(sedirigíaahoraaMr.Bankes)loqueustednotiene:unaimpertinentefaltadetactosocial,noseentretieneconbagatelas,amaalosperrosyasushijos.Tieneocho.Ustednotieneninguno.¿PuesnobajóelotrodíacondoschaquetasparaqueMrs.Ramsaylecortaraelpeloconformadetazón?Todoestobailabadeunladoaotro, como una nube de mosquitos, todos separados, pero todosadmirablementecontroladosporunainvisibleredelástica:bailabandeunlado

a otro en la mente de Lily, en torno a las ramas del peral, donde todavíacolgaba la representación de la refregada mesa de pino, el símbolo de suintensorespetoporlamentedeMr.Ramsay;estoduróhastaelpuntoenqueelpensamiento,queserevolvíacadavezmásymásaprisa,estallóacausadesupropia intensidad;seoyóundisparo,yapareció,huyendode losperdigones,unatumultuosabandadeasustadosyefusivosestorninos.

«¡Jasper!», exclamó Mr. Bankes. Se volvieron hacia donde volaban losestorninos, sobre la terraza. Siguiendo a los rápidos estorninos, que sedispersabanenelcielo,seintrodujeronporlaaberturadelseto,ysedierondebruces con Mr. Ramsay, quien con trágica resonancia exclamó: «¡Alguienhabíacometidounerror!»

Aquellosojos,veladospor la emoción, condesafiante intensidad trágica,buscaron los suyos durante un segundo, y temblaron al borde delreconocimiento,peroentoncescomenzóallevarselamanohacialacaracomoparadesviar,pararechazar,enlaagoníadeunamezquinavergüenza,lamiradadeellos, comosi les suplicaraqueevitaranporunmomento loqueél sabíaque era inevitable, como si quisiera forzarlos a aceptar ese resentimientoinfantil que le causaban las interrupciones, que incluso en el momento deldescubrimientonoibaaceder,sinoqueibaagarrarseaalgoqueerapropiodeestadeliciosaemoción,esta impura rapsodiaque leavergonzaba,yentoncesdiomedia vuelta ante ellos, como si diera un portazo para refugiarse en suintimidad;yLilyBriscoeyMr.Bankesmiraronalgoinquietoshaciaelcielo,yadvirtieron que la bandada de pájaros que Jasper había alborotado con lacarabinayasehabíaposadoenlascopasdelosolmos.

5

—Einclusosimañananohicierabueno—dijoMrs.Ramsay,levantandolamiradacuandopasabananteellaWilliamBankesyLilyBriscoe—,habrámásdías.Yahora—dijo,mientraspensabaenqueloqueteníabonitoLilyeranlosojosorientales,rasgados,enaquellacaritaarrugadaypálida,peroquesólounhombre inteligente se fijaría en ellos— estate quieto, que voy a medir elcalcetín.—Porque,despuésdetodo,quizápodríaniralFaro,yteníaqueversielcalcetínnecesitabaunapulgadaodosmásdelargo.

Sonriendo,porqueenesemismomomentoacababadeocurrírseleunaideaextraordinaria—queWilliam y Lily podrían casarse—, cogió el calcetín delanacolordebrezo,consusagujascruzadasen lapartesuperior,y lomidiósobrelapiernadeJames.

—Cariño,estatequieto—dijo,porquenoqueríahacerdemaniquíparaelniñodeltorrero,teníacelos,Jamesnodejabademoverseintencionadamente;y si no se estaba quieto, ¿cómo iba a medir?, ¿era corto?, ¿largo?, sepreguntaba.

Levantólamirada,¿quédemoniosehabíaapoderadodeél,delbenjamín,de su adorado?; se fijó en la habitación: las sillas, pensó que estabanfrancamente deterioradas. Las tripas, como había dicho Andrew unos díasantes,estabanesparcidasporelsuelo;pero¿paraqué,sepreguntaba,comprarsillasbuenasydejarlasallídurantetodoelinvierno,alcargodeunaanciana,cuando la casa entera rezumaba humedad? No importa, el alquiler eraexactamentededospeniquesymedio;alosniñoslesencantaba;asumaridoleveníamuybienestaratresmilmillasdedistancia(trescientasmillas,paraserprecisa)desubiblioteca,delasclasesydelosalumnos;yhabíasitioparalosvisitantes.Esteras,camasportátiles, inestablessillas fantasmalesymesasqueyahabíancumplidounalargavidadeservicioenLondres;todoestopodíavolveraserútilaquí;yunaodosfotografías,yloslibros.Loslibros,pensó,crecen solos. Nunca tenía tiempo para leer. ¡Ay!, incluso los libros que lehabían regalado, y con dedicatoria autógrafa del poeta: «A aquella cuyosdeseos son órdenes...» «A la feliz Helena de nuestros tiempos...» Era tristereconocer que no los había leído. Estaba el de Croom, su estudio sobre laMente;y losestudiosdeBatessobre lasCostumbresPrimitivasenPolinesia(«Estate quieto, cariño», dijo); no, no podía enviarlos al Faro. Llegará elmomento,pensó,enquelacasasedeterioraríatantoquehabráquehaceralgo.Siporlomenosselimpiaranlospies,ynosetrajeranconellostodalaplayaacasa,esoalmenosyaseríaalgo.Loscangrejosestabadispuestaaaceptarlos,siAndrewdeverdaddeseabadiseccionarlos;osiJasperseempeñabaenhacersopaconalgas,esoellanopodía impedirlo;o losobjetosdeRose:conchas,juncos, piedras; tenían talento, sus hijos, pero eran talentos diversos. Elresultado era, suspiró, mientras incluía en el resultado toda la habitación,desdeeltechohastaelsuelo,sosteniendoelcalcetíncontralapiernadeJames,que lascosassedeteriorabancadavezunpocomás,unverano trasotro.Laestera se descoloraba, el papel de las paredes se desprendía. Ya no sedistinguía si el dibujo eran unas rosas.Más aún, si las puertas se quedabansiempre abiertas, y si no había ni un cerrajero en toda Escocia que supierareparar una cerradura, entonces estaba claro que las cosas tenían queestropearse.¿DequéservíaponerunhermosochaldelanadeCachemiraporelbordedeunmarco?Endossemanashabríaadquiridouncolordesopadeguisantes. Pero lo que le fastidiaba eran las puertas, nadie cerraba una solapuerta.Prestóatención.Lapuertadelsalónestabaabierta,seoíacomosilaspuertas de las habitaciones estuvieran abiertas, y seguro que la ventana delrellanoestabaabierta,porqueellamismalahabíaabierto.Lasventanasteníanqueestarabiertas;y laspuertas,cerradas;eraasídesencillo,¿porquéno lo

recordaríanadie?Porlanocheentrabaenlashabitacionesdelascriadas,ylasencontrabacerradasacalycantocomosifueranhornos,exceptoladeMarie,lamuchachasuiza,queantesprescindíadellavadoquedelairefresco:ensupatria,habíadicho:«sontanhermosaslasmontañas».Lanocheanteriorhabíadichoesomientrasmirabaporlaventanaconlosojosllenosdelágrimas.«Sontanhermosas lasmontañas.»Supadreagonizabaallí.Mrs.Ramsay losabía.Las dejaba huérfanas. Refunfuñando y enseñando a hacer las cosas (cómohacerlascamas,cómoabrirlasventanas,conmanosqueseabríanycerrabancongestosdefrancesa),todosehabíaplegadoentornoaella,cuandohablaba:comocuandotrasunvuelobajoelsol,lasalasdelpájarosepliegan,yelazulde las plumas pasa del brillo del acero al púrpura claro. Se quedó callada,porquenohabíanadaquedecir.Teníacáncerdegarganta.Alrecordarlo,cómosehabíaquedadoallí,cómolamuchachahabíadicho:«Enmipatria,sontanhermosaslasmontañas»,yquenohabíaesperanza,ninguna,tuvoungestodeirritación,yledijoaJames,conseveridad:

—Quieto, deja de moverte —de forma que el niño se dio cuenta almomentodequeestabaenfadadadeverdad,yestirólapierna,ypudomedirelcalcetín.

Alcalcetínlefaltaba,porlomenos,mediapulgada,teniendoencuentaqueelniñodeSorleynoestaríatandesarrolladocomoJames.

—Muycorto—dijo—,demasiado.

Nuncahubootracaraconsemejanteexpresióndetristeza.Enlaoscuridad,amargaynegra, amedio camino, en el rayoquecruzabade la luz a lamásprofunda oscuridad, acaso brotó una lágrima, una lágrima cayó; las aguas,inestables, la recibieron, luego se calmaron. Nunca hubo una cara consemejanteexpresióndetristeza.

Pero ¿sólo era asunto del aspecto?, se preguntaba la gente. ¿Qué habíadetrás de ello, de su belleza, de su esplendor? ¿Se había volado la cabeza,había muerto una semana antes de casarse, aquel otro, aquel otro amanteanterior,delqueaún llegabanrumores?¿Onoeranada?,¿nadaexceptounabelleza incomparable que había dejado atrás en una vida que ya no podíaalterar?Porqueaunqueparaellahabríasidomuyfácil,cuandosehablabaanteella en momentos de mucha intimidad de grandes amores, de amor nocorrespondido,deambiciones frustradas,habría sido fácildecirque lohabíaconocido, que lo había sentido, pero invariablemente se callaba. Lo sabía,sabíatodosinhaberestudiado.Susencillezacertabadondelosinteligentesseconfundían.Lasingularidaddesumente,que lehacíacaerdirecta,aplomo,comounapiedra,quelehacíaaterrizarconlaprecisióndeunave,leotorgabade forma natural esta caída, este descenso en picado del espíritu sobre lacerteza;undescensoquecomplacía,tranquilizabaeinspirabaconfianza,quizá

falsamente.

(«Poco barro le ha quedado a la naturaleza—dijo Mr. Bankes, en unaocasión, mientras hablaba con ella por teléfono, y muy afectado por laconversación,aunquesólo ledecíaalgosobreun tren—delqueutilizóparamoldearlaausted.»Selaimaginabaalotroladodelalíneatelefónica,griega,conlosojosazules,lanarizrecta.Quéincongruenteparecíaesodehablarporteléfonoconunamujerasí.ParecíacomosilasGraciassehubieranreunidoyhubierantrabajadojuntasencamposdeasfódelosparacrearesacara.Sí,claro,cogeríaeldelasdiezymediaenEuston.

«Pero tiene laconcienciade subellezaque tendríaunniño», sedijoMr.Bankesmientras colgaba el teléfono, y cruzaba la habitaciónpara ver cómoavanzabanlasobrasdeunhotelqueestabanconstruyendoenlapartedeatrásdesucasa.PensabaenMrs.Ramsaymientrascontemplabacómoseafanabanenterminareltrabajodelasparedes.Siempre,pensó,habíaalgoqueluchabade forma incongruente contra la armonía de su cara. Podía ponerse unsombrerocomodecazador furtivodeciervos,oechabaacorrerenchanclospararescataraunniñoqueestabaenpeligroenelotroextremodeljardín.Deforma que si uno recordaba sólo su belleza, debía recordar asimismo aqueltemblor,lapropiavida—subíanladrillossobreunatablamientrasobservaba—,e introducirlaenelcuadro;osiunopensabaenellasencillamentecomomujer teníaquedotarlaconcualquierextravaganciarara;o imaginarsealgúndeseooculto,paradespojarladesuregiaforma,comosisupropiabellezalaaburriera, y todo lo que los hombres dicen de la belleza, y como si ellaquisierasercomoelrestodelagente,insignificante.Nolosabía.Nolosabía.Teníaquevolveraltrabajo.)

Todavía tejía el calcetín de lana de color castaño rojizo, con la cabezaperfiladaabsurdamenteporeldoradodelmarco,porelchalverdequehabíaextendido por el borde del marco, y la obra maestra auténtica de MiguelÁngel, cuando Mrs. Ramsay suavizó lo que hacía un momento había sidoaspereza;levantólacabeza,ybesóalniñoenlafrente:«Vamosabuscarotrailustraciónpararecortar»,dijo.

6

Pero¿quéesloquehabíasucedido?

Alguienhabíacometidounerror.

Interrumpidassusdivagaciones,sesobresaltóydiosentidoaesaspalabrasqueduranteun rato lehabíaparecidoqueno teníansentido:«Alguienhabía

cometido un error.» Fijó sus ojos miopes en su marido, que se acercabaominosamentehaciaella;lomirófijamentehastaquelaproximidadlereveló(elestribilloseconcertóensumente)quealgohabíasucedido,alguienhabíacometidoun error.Peroni en toda suvidahabría averiguado ella dequé setrataba.

Temblaba,seestremecía.Todasuvanidad,susatisfacciónporelesplendorpropiodurantelacabalgada,mientrascargabacomounrayodestructor,fierocomounhalcónalacabezadesushombres,todoesosehabíaconmocionado,había sido destruido. Caían sobre ellos bombas y metralla, pero seguimoscabalgando valientes, rápidamente por el valle de la muerte, disparaban,atronabanloscañones,hastaencontrarnosconLilyBriscoeyWilliamBankes.Temblaba,seestremecía.

Pornadadelmundolehabríadirigidolapalabra,aldarsecuenta,por lasseñalesconocidas—lamiradadesviada,yunaimpresióngeneral,comosiseocultara,ynecesitaraintimidad,pararecobrarelequilibrio—,dequesesentíaultrajadoyofendido.AcariciólacabezadeJames,yletransmitióloquesentíahacia sumarido; y,mientras observaba cómo pintaba de color amarillo unablancacamisadevestirdecaballerodelcatálogodeleconomatodelaarmadaydelejército,pensabaenlomaravillosoqueseríasiseconvirtieraenungranartista,y,¿porquéno?Teníaunahermosafrente.Luego,allevantarlamiradahaciasumaridoquepasabajuntoaelladenuevo,laaliviócomprobarqueunvelo había ocultado la catástrofe; había triunfado el instinto hogareño; elhábitosalmodiabasusritmostranquilizadores,deformaquecuandosedetuvodeliberadamente, cuando apareció de nuevo, junto a la ventana, y extraña ycaprichosamenteseinclinóparahacercosquillasaJamesenlapantorrillaconunaramitaquehabíacogido,ellalereprochóelhaberselibradode«esepobrejoven», Charles Tansley. Tansley se había ido porque tenía que escribir sumemoria,dijoél.

—Lomismoque James tendrá que escribir la suyaunode estos días—agregó,irónicamente,moviendolaramita.

Comoodiabaasupadre,Jamesapartó la ramita,con laqueMr.Ramsayconeseestilopeculiar,compuestodeseveridadyhumor,hacíacosquillasenlapiernadesnudadesuhijo.

PretendíaterminarconesteaburridotejerdecalcetinesparallevarlosaldíasiguientealniñodeSorley,dijo.

NohabíanilamáspequeñaposibilidaddeiraldíasiguientealFaro,dijoirascibleMr.Ramsay.

¿Cómoestabatanseguro?,preguntó,avecescambiabaelviento.

La extraordinaria irracionalidad de la observación y la estupidez de la

mente femenina le enfurecían. Había cabalgado por el valle de la muerte,había tembladoy sehabía estremecido;y ahora elladesafiaba loshechos, yhacíaconcebirasushijosesperanzasvanas;peoraún:mentía.Diounapatadaal escalón. «Maldita seas», dijo. Pero ¿qué es lo que había dicho?Sencillamentequemañanapodríahacerbueno.Ypodría.

Noconlabajadadelbarómetroyconelvientosoplandodeloeste.

Buscar la verdad con tan asombrosa falta de consideración hacia lossentimientosdelosdemás,rasgarlostenuesvelosdelacivilizacióncontantainsolencia,tanbrutalmente,leparecíaaellaqueeraunhorribleultrajecontrala decencia humana, y, sin contestar, sorprendida y cegada, bajó la cabeza,comoparadejarpasarelturbióndegranizo,labocanadadeaguasucia,yque,sinprotesta,lasalpicara.Nohabíanadaquedecir.

Sequedócalladojuntoaella.Muyhumildemente,traslargorato,dijoquesiqueríapodíairapreguntárseloalosguardacostas.

Anadiereverenciabatantocomoaél.

Estabamásquedispuestaacreerlo,dijo.Sóloqueentoncesno teníaquepreparar emparedados, eso era todo. Se acercaban a ella, todo el día,incesantemente,porqueeramujer:quesiesto,quesiaquello;unoqueríaesto;otro,lodemásallá;losniñoscrecían;avecessesentíacomosinofueranadamásqueunaesponjaempapadadeemocioneshumanas.Yentoncesveníaélyla maldecía. Él decía que iba a llover. Él decía que no iba a llover; y almomentoelcieloylaconfianzaseabríananteella.Anadiereverenciabamás.Pensabaquenoeradignadeatarleloscordonesdeloszapatos.

Avergonzado de sumal humor, de la gesticulación de lasmanos cuandodirigía la carga de los soldados, Mr. Ramsay, torpemente, volvió a hacercosquillas una vez más en la pierna de su hijo, y después, como si ella lehubieradadopermiso,conunmovimientoqueextrañamente le recordóa suesposaelviejoleónmarinodelzoo,cuandoseechabahaciaatrásdespuésdecomer la ración de pescado, y rodaba de forma que el agua de la piscinahiciera olas, se sumergió en el aire de la tarde, que ya era muy denso, ydespojabadesustancialashojasylossetos;pero,comocompensación,quizá,lesdevolvía a las rosasy clavelesun lustrequenohabían tenidodurante eldía.

«Alguienhabíacometidounerror»,volvióadecir,mientraspaseabaporlaterrazadandograndeszancadas.

¡Pero cómo había cambiado el tono! Era como el del cuclillo, «que enjunio sigue todo vientecillo»; como si estuviera buscando, a tientas, algunafraseparaunnuevoestadodeánimo,ycomosisólotuvieraéstaamano,ylausara, aunque no fuera muy buena. Pero sonaba ridícula: «Alguien había

cometido un error», así la repetía, casi como una pregunta, sin convicción,melodiosamente.Mrs.Ramsaynopudoevitarunasonrisa,ypronto,seguro,seleoiríatararearladeunladoaotro,yluegoladejaría,sequedaríacallado.

Estababien, la intimidadsehabíarestaurado.Sedetuvoparaencender lapipa,miróhaciasuesposaehijoenlaventana,ydelmismomodoquealguienlevantalavistadelapáginaqueleecuandovaenuntrenexpreso,yveenunagranja,unárbolyungrupodecasas,comoenunailustración,laconfirmacióndealgoleídoenlapáginaimpresaalaqueseregresaalmomento,fortificado,satisfecho;deigualforma,sinfijarseniensuesposaniensuhijo,elverloslofortificó, lo satisfizo, y consagró sus esfuerzos a la resolución del problemaqueconsumíalaenergíadesubrillantemente.

Eraunamenteprivilegiada.Porquesielpensamientoescomoeltecladodeunpiano,divididoenotrastantasnotas,ocomoelabecedario,queseorganizaenveintisieteletras,todasensuorden,entoncessuespléndidamentenoteníadificultadenrecorreresas letrasuna trasotra,confirmezayprecisión,hastallegar, por ejemplo, a la letra Q. Llegaba a la Q.Muy poca gente en todaInglaterra llegaba en el curso de su vida a la Q. Y aquí, deteniéndosebrevemente junto a la urna de piedra que contenía unos geranios, vio, peroahoracomosiestuvieranmuy,muylejos,comoniñosquecogieranconchas,divinamenteinocentesyocupadosenlasfrusleríasquehabíaasuspies,y,enciertomodo,completamenteindefensoscontraunaamenazaqueélsíadvertía,asuesposaysuhijoallí,juntos,enlaventana.Necesitabansuprotección,yélseladaba.Pero¿despuésdelaQ?¿Quéhayacontinuación?DespuésdelaQhaytodavíaunasletras,laúltimadelascualesesapenasvisibleparalosojosmortales, pero ofrece un destello rojo a lo lejos. Sólo un hombre de cadageneraciónllegaalaletraZ.DeformaquesiélpudierallegaralaR,esoyaseríamucho.AlmenoslaQsíestabaaquí.NoteníadudasrespectodelaQ.PodíademostrarlaQ.YsilaQeslaQ..,laR.Yalllegaraquívaciólapipa,dandodosotresgolpessonorosenelcuernodelcarneroqueformabaelasadelaurna,ycontinuó:«EntoncesR...»Cogióaliento,apretólasmandíbulas.

Acudieronensuayudaesascualidadesquehabríansalvadolavidaatodalatripulacióndeunbarco,reducidaaunadietadeseisgalletasyunagarrafadeagua,sometidaalamarairada:pacienciaysentidodelajusticia,previsión,dedicación,destreza.PuesRes,¿quéesR?

Un pliegue, como el rugoso párpado de un lagarto, se agitó sobre laintensidaddesumirada,yoscureció la letraR.Enese instantedeoscuridadoyóloquedecíalagente:queeraunfracasado,quenuncaentenderíalodelaR.QuenuncallegaríaaentenderelproblemadelaR.Pero,vueltaconlaR,otravez.R...

Las cualidades que en una solitaria expedición que cruzara las heladas

tierrasestérilesdelaregiónpolarlohabríanconvertidoeneldirigente,enelguía, en el consejero; cuyo carácter, ni colérico ni despótico, se distingueporquesabeanalizarconecuanimidadloquehay,porquesabeenfrentarseconloshechos,denuevoacudieronensuayuda.R..

Elojodellagartoparpadeódenuevo.Sehicieronvisibleslasvenasdelafrente.Elgeraniodelaurnasevolviósorprendentementevisible;yexpuesta,entrelashojas,advirtió,sindesearlo,aquellaantiguayevidentedivisiónentredos clases diferentes de hombres: por una parte los constantes, dotados defuerzas sobrehumanas, quienes, con fatiga y perseverancia, repiten elabecedarioensuorden,lasveintisieteletras,deprincipioafin;porotrapartelosquetienentalento,losinspirados,quienesdeformamilagrosareúnentodaslas letras de golpe, los genios.No era un genio, no podía pretenderlo; perotenía, o podía haber tenido, aquel poder para repetir todas las letras delabecedario de la A a la Z. Pero, mientras tanto, estaba atascado en la Q.Adelante,alaR.

Esasensación,quenohabríasidofunestaparaundirigenteque,ahoraqueyahacomenzadoanevar,ylacumbredelamontañaestabacubiertadeniebla,sabe que debe acostarse y morir antes del amanecer, le sobrevinosubrepticiamente,aclarandoelcolordesusojos,y tiñéndoloaél,en losdosminutosqueledurabarecorrerlaterraza,conelajadocolordelavejez.Peroélno ibaamoriren lacama,yahallaríaalgúnbarranco;yallí, con losojosfijosenlatormenta,intentandohastaelúltimomomentoperforarlaoscuridad,moriríaenpie.NuncallegaríaalaR.

Sequedóenpie completamente inmóvil, junto a laurnadel geranioquesobresalía. Pero, después de todo, se preguntaba ¿cuántos hombres en unmillar demillones llegan hasta laZ?Seguro que el capitán de una empresacondenadaalfracasopuedehacerseesapregunta;ypuederesponderse,sinporesotraicionaraquienesloacompañen:«acasouno».Unodecadageneración.Siempre y cuando hubiera trabajado honradamente, no hubiera regateadoesfuerzos,yhubierallegadoallímitedesufuerza,¿podríacensurárselequenofueraéleseuno?¿Ycuántoduraríasufama?Seleautorizaríaacasoaunhéroeagonizante que pensase antes demorir en cómohablará la posteridad de él.Quizásufamaduredosmillaresdeaños.Pero¿quésondosmillaresdeaños?(se preguntaba irónicamente Mr. Ramsay mientras miraba atentamente elseto).Y si semiradesde la cumbredel presentehacia losvastos erialesdelpasado,¿quéson?CualquierpiedraalaquesedéunpuntapiésobreviviráalafamadeShakespeare.Sulucecitaacasobrilleconluzpropiaunoodosaños,ydespuéssefundiráenunaluzdemayoresproporciones,ydespuésenotraaúnmayor. (Miraba hacia la oscuridad, entre los intrincados tallos.) ¿Quiéncensuraríaalcapitándeesaempresacondenadaalfracasosi,despuésdetodo,hubiera subido lo suficiente como para poder ver el erial de los años y la

muertedelasestrellas;si,antesdequelamuerteagarrotarasusmiembrosynopudiera moverse, de manera deliberada, se llevase los entumecidos dedoshastalafrente,ysecuadrase,deformaquecuandoelgrupoderescatellegaraylohallaramuertoensupuestovieralahermosaimagendeunsoldado?Mr.Ramsaysecuadróysequedómuyrígidojuntoalaurna.

¿Quiénlocensuraríasi,quedándoseinmóvilunmomento,sedemoraseenla fama, en las expediciones que acudirían a rescatarlo, en losmonumentosfúnebresqueseerigiríansobresushuesosporlosagradecidosdiscípulos?Enfin, ¿quiéncensuraría al dirigentede la expedicióncondenadaal fracaso, si,tras haberse arriesgadohasta el límite, y tras haber puesto toda la fuerza enello,hastaelúltimogramo,hastaquedarsedormidosinsabersisedespertaráono,advirtieraahora,acausadeunospinchazosenlosdedosdelospies,queestaba vivo, y que eso de vivir no le desagradaba nada, y que necesitabaconsuelo,whisky,yalguienaquiencontarleinmediatamentesuspenalidades?¿Quién locensuraría?¿Quiénnose regocijaría íntimamentecuandoelhéroesequitaralaarmadura,sedetuvierajuntoalaventana,ysequedaramirandoasu esposa e hijo, quienes, distantes al comienzo, se acercarían poco a poco,hastaque los labiosyel libroy lacabezaestuvierananteél,aunque todavíaamablesycomodesconocidosacausadelaintensidaddesuaislamiento,ydelerialdelostiemposydelamuertedelasestrellas?Finalmente,trasguardarlapipa en el bolsillo, inclinada la magnífica cabeza ante ella, ¿quién locensuraríasirindierahomenajealabellezadelmundo?

7

Pero su hijo lo odiaba. Lo odiaba por acercarse a ellos, por creersesuperior,loodiabaporinterrumpir,loodiabaporlaampulosidadylosublimedelosgestos,porlaespléndidacabezaquetenía,porsuprecisiónyegotismo(ahíestabaotravez,exigiendoqueleprestaranatención),pero,sobretodo,loodiabapor loschirridosy trinosdesusemocionesque,vibrandopor toda lahabitación,perturbaban laperfectasencillezybuensentidode las relacionescon su madre. Esperaba que, si se quedaba mirando con toda atención lapágina,se fuera;confiabaen llamar laatencióndesumadresiseñalabaunapalabraconeldedo;sumadre,parasuenfado,sequedabaparalizadacuandoaparecía su marido. Pero no. Nada obligaría a Mr. Ramsay a moverse. Sequedaba,yexigíaconsuelos.

Mrs. Ramsay, que había estado reclinada, con el brazo sobre su hijo, seirguió, y,medio vuelta, pareció que fuera a levantarse; fue como si hubieraenviadoverticalmentealaireunalluviadeenergía,unacolumnaderocío,que

parecieraalavezanimadayviva,comosisuenergíasehubierafundidoconunafuerzaconbrilloyluzpropios(aunqueestabasentada,yhabíacogidoelcalcetíndenuevo);ycomosienestadeliciosafecundidad,enestesurtidoryfuentedelavida,sehundieralafunestaesterilidadmasculina,punzantepicode bronce, estéril y desnudo. Quería consuelos. Era un fracasado, dijo.DestellaronlasagujasdeMrs.Ramsay.Mr.Ramsay,sindejardemirarlaalacara,repitióloquehabíadicho:queeraunfracaso.Ledevolviólaspalabrasenunsuspiro.«CharlesTansley...»,dijo.Peroélqueríamás.Loquenecesitabaera consuelo: en primer lugar, que le aseguraran que era un genio, y, acontinuación,que lo introdujeranen la esferade lavida,que loacogieranycalmaran,quelehicieranrecobrarlasensatez,quelaesterilidadseconvirtieraen fertilidad, y que todas las habitaciones de la casa se llenaran de vida: elsalón, lacocinatraselsalón, losdormitoriossobre lacocina,ymásallá, loscuartosdejuegosdelosniños;habíaqueacomodarlos,llenarlosdevida.

CharlesTansleypensabaqueeraelmetafísicomásimportantedesuépoca,dijo ella. Pero él quería algo más. Quería consuelos. Deseaba que leaseguraranque estaba en el centrode lavida, que lonecesitaban; yno sóloaquí, en todo el mundo. Las agujas destellaban, y ella, confiada, erguida,creabaelsalónylacocina,losiluminaba;yledijoquesecalmara,queentrarayque saliera, que sedivirtiera.Se reía, tejía.Entre las rodillasde ella,muyenvarado,Jamesadvertíacómoardíaenllamastodalafuerzadeellaparaquela bebiera y sofocara el punzante pico de bronce, la yerma cimitarra delmacho,que,unaveztrasotra,golpeabainmisericorde,exigiendoconsuelo.

Eraunfracasado,repetía.Sí,mira,toca.Destellaronlasagujas;trasecharuna breve mirada alrededor, más allá de la ventana, al propio James, leaseguró, sin sombradeduda, con su risa, con suactitud, con sueficacia (aligualquelaniñeraquellevaunaluzaldormitorioaoscurastranquilizaalniñoinquieto), que era real, que la casa estaba llena, que el jardín florecía. Situvieraenellaunafeincondicionada,nadaloheriría;pormuyhondoqueseenterrara,opormuyaltoqueescalara,niduranteunsegundoestaríasinella.Así, alardeando de su capacidad para amparar y proteger, apenas había unfragmentodeellamismaque lesirvieraparaconocerse; todo logastabacongenerosidad;yJames,rígidoentrelasrodillas,sentíacomosiellaflorecieraalmodo de un frutal cargado de frutos rosados, lleno de hojas y de ramasbailarinas,enelqueelpunzantepicodebronce,laáridacimitarradelpadre,elegotista,sehundíaygolpeaba,mientrasexigíaconsuelo.

Llenodelaspalabrasdeella,comoelniñoqueseapartasatisfecho,dijo,finalmente,mirándola con humilde gratitud, restaurado, renovado, que iba adarunpaseo,averalosniñosjugaralcríquet.Sefue.

Almomento,Mrs. Ramsay pareció recogerse sobre sí misma, un pétalotrasotro,ytodoeledificioserecogiósobresímismo,exhausto,deformaque

sólo le quedó fuerza para mover un dedo, con el exquisito abandono delcansancio,porlapáginadelcuentodehadasdeGrimm,mientraslatíaenella,como el pulso de una primavera que ha alcanzado su expansiónmáxima yahoradelicadamentedejadelatir,elraptodelacreaciónlograda.

Cada latido de este pulso parecía, al alejarse él, incluirla a ella y a sumarido,yparecíadaracadaunoesesolazquedosnotasdiferentes,unaalta,otrabaja,quesonaranalavez,parecenofrecerseunaaotraalcombinarse.Noobstante,alapagarselaresonancia,alvolveralcuentodehadas,Mrs.Ramsaysesintiónosólofísicamentecansada(siempreleocurríadespués,nuncaenelmomento), sino como si la fatiga se hubiera teñido vagamente de algunasensacióndesagradablequetuvieraotracausa.Ynoesque,alleerenvozaltala historia de la mujer del pescador, ella no supiera exactamente de dóndeprocedía; ni se permitió traducir a palabras su insatisfacción, cuando se diocuenta,alpasarlapágina—cuandosedetuvoyoyóaburrida,ominosamente,cómo rompía una ola—, de dónde procedía: no le gustaba, ni un segundo,sentirse mejor que su marido; más aún, no podía soportar no estarcompletamentesegura,cuandohablabaconél,de laverdadde loquedecía.Lasuniversidadesypersonasquelonecesitaban,lasconferenciasyloslibrosqueeran tan importantes,nise leocurríaporunmomentodudardenadadeesto; pero lo que la desazonaba era su relación, y el acercarse a ella así,abiertamente,paraquelovieratodoelmundo;porqueentonceslagentediríaque dependía de ella; cuando todos debían saber que de los dos era élinfinitamente más importante; y que lo que ella daba al mundo, encomparaciónconloquedabaél,eraunainsignificancia.Pero,claro,ademásestabalootro,lodenosercapazdedecirlelaverdad,porejemplo,respectodelodel tejadodel invernadero,y loque ibaacostar repararlo,unascincuentalibras, quizá; y luego estaba lo de sus libros, y el temor de que él pudieraenterarsedequeellasospechabaqueesteúltimonohabíasidoquizáelmejorque hubiera escrito en su vida (lo había deducido de algún comentario deWilliamBankes);ytambiénlodeocultarlecosillassinimportancia,yquesedierancuentalosniños,ylacargaqueeraparaellos;estoesloqueempañabatodaalegría, lapuraalegría, ladelasdosnotasquesonabanjuntas,ydejabaqueelsonidolúgubrementedesafinadoseapagaraensuoído.

Oscureció la página una sombra, levantó la mirada. Era AugustusCarmichael,quepasabaarrastrandolospies,justamenteahora,enelmomentoen que tan doloroso era que le recordaran lo inadecuado de las relacioneshumanas,quenielmásperfectodejabadetenerdefectos,ynopudosufrirelexamenque,comoqueríaasumarido,consupasiónporlasinceridad,hizodesí misma; cuando era tan doloroso sentirse rea de nulidad, y ajena a suspropias funciones pormentiras y exageraciones; justo en estemomento, enquemás se consumía innoblemente enmedio de su exaltación, fue cuandopasóMr.Carmichaelarrastrandolospies,conlaszapatillasamarillas,yalgún

demoniopropiolaobligóadecircuandopasaba:

—¿Vaacasa,Mr.Carmichael?

8

Nodijonada.Tomabaopio.Losniñosdecíanqueelopiovolvía rubia labarba.Quizá.Loquesíleparecíaevidenteesqueelpobreerauninfeliz,yqueseveníaconellostodoslosañosparahuirdealgo;yañotrasañoellasesentíaigual;élnoconfiabaenella.Lehabíadicho:«Voyalpueblo,¿quieresellos,papeldecartas,tabaco?»,yélselimitóaquedarseparpadeando.Noconfiabaenella.Eraobradesumujer.RecordabalainquinaqueletuvosumujeraMr.Carmichael, y lo intransigente que era aquella mujercita detestable a quienhabía visto con sus propios ojos echarlo del minúsculo alojamiento de St.John'sWood.Eradesordenado,semanchaba,yeratodolopesadoquepudieraserunancianosinnadaquehacerenelmundo;lohabíaechadodecasa.Dijo,con aquella voz tan desagradable: «Sí,Mrs.Ramsay, creo que tenemos quehablar», yMrs.Ramsay tuvoque escuchar, como si ocurriera ante susojos,unarelacióndelasincontablesdesdichasdelavidadeél.¿Teníadineroparacomprar tabaco? ¿Tenía que pedírselo a ella?, ¿media corona?, ¿dieciochopeniques?Ay, no quería ni pensar en las humillaciones por las que le habíahecho pasar. Ahora la evitaba (nunca supo por qué, excepto que, de formainconcreta,seguroqueteníaqueverconaquellamujer).Élnuncaledijonada.Pero¿quéotracosapodríahaberhechoella?Tenían siempreunahabitaciónsoleadaparaél.Losniñoseranamablesconél.Nuncadioellamuestrasdequenoquisieraqueestuvieraconellos.Hastaseesforzabaenseramable.¿Quieresellos,tabaco?Creoqueestelibrolegustará...,etcétera.Ydespuésdetodo—después de todo (aquí, insensiblemente, ella se refugió en sí misma,físicamente;se lehizopresente,cosarara,elsentidodesupropiabelleza—,despuésde todo,aellano lecostabanadaque lagentese fijaraenella;porejemplo, George Manning, Mr. Wallace, famosos y todo, se acercaban avisitarlapor las tardes,y sequedabancharlando juntoal fuego.Sabía llevarconelegancialaantorchadelabelleza,ysesabíabella;exhibíaestaantorchacon orgullo dondequiera que entrara; y, después de todo, por mucho quehiciera por velarla, y pormucho que le disgustara lamonotonía que eso leimponía,labellezaeraevidente.Lahabíanadmirado.Lahabíanamado.Habíaentradoenvelatorios.Habíavistollorar.Hombresymujeres,liberadosdesuspreocupaciones,sehabíanconsentidoanteellaelconsuelodelasencillez.Laheríaqueéllaevitara.Ledolía.Noeraclaro,noestababien.Esoesloqueleimportaba:queseagregaraestoalenfadoconsumarido; tenía lasensación,ahora, al pasar Mr. Carmichael arrastrando las zapatillas amarillas, con un

libro bajo el brazo, asintiendo con la cabeza, de que no se fiaba de ella; ypensabaque todos susdeseosdedar, de ayudar, eranpuravanidad.Eraporamorpropioporloquetanansiosamenteseempeñabaendar,enayudar;paraquelagentedijera:«¡Oh,Mrs.Ramsay!,queridaMrs.Ramsay...¡Claroquesí,Mrs.Ramsay!»Paraquelanecesitaranylabuscaranylaadmiraran.¿Noeraéste sumás secreto deseo?, y, por lo tanto, ¿no era lógico que, cuandoMr.Carmichaellaevitaba,comoacababadehacer,yfueraaocultarseencualquierrincón donde se dedicaba a hacer crucigramas inacabablemente, no sólo sesintieradesdeñadaycontrariada,sinoqueselehicierasentirlamezquindaddeunapartedeella,ydelasrelacioneshumanas?;yestasrelaciones,enelmejorde loscasos,qué imperfectasson,quédespreciables,quéegoístas.Marchita,agotada(lasmejillashundidas,elcabellocano),quizálaimagendesubellezayanoalegrabaanadie,mejorseríaquesededicaraalcuentodeElPescadorysuMujerparaapaciguarestemanojodenervios(elmássensibledesushijos)queerasuhijoJames.

—El corazón del hombre se llenó de pesadumbre—leyó en voz alta—,puesnoqueríair.Ysedijo:«Noestábien»,perofue.Cuandollegóalaorilladelmar,elaguaestabadecolorpúrpurayazuloscuro,ygrisydensa,yyanoparecíatanverdeydorada,peroestabatranquila.Sequedóallíydijo...»

AMrs.Ramsaylehabríagustadoquesumaridonohubieraescogidoesemomentoparadetenerse.¿Porquénosehabíaido,comohabíadicho,averalos niños jugar al críquet? Pero no hablaba: miraba, asentía con la cabeza,manifestabasuaprobación;sefue.Seescapó,trasquedarsemirandoesesetoque una vez tras otra había señalado una pausa; había llegado a algunaconclusión,habíavistoasuesposayasuhijo,habíavistolasurnasenlasquedesbordabanlosrojosgeraniosquetantasveceshabíanadornadoeldesarrollodesuspensamientos,yquetenían,entrelashojas,comopapelillosenlosquese anota algo aprisa; se dejó llevar suavemente, viendo todo esto, a unospensamientos que le había sugerido la lectura de un artículo en The Timesacerca de la cantidad de americanos que visitan anualmente la tumba deShakespeare. Si Shakespeare no hubiera vivido, se preguntaba, ¿sería muydiferente hoy el mundo? El progreso de la civilización, ¿depende de losgrandeshombres?Elhombrecomún,¿hamejoradodesde los tiemposde losfaraones?Peroestehombrecomún,sepreguntó,¿hadeserelcriterioporelquese juzgueelprogresode lacivilización?Quizáno.Acasoelmayorbienexija una clase social de esclavos. El ascensorista del metro siempre seránecesario.Elpensamientoledesagradó.Moviólacabezaenérgicamente.Paraevitarlo, ya hallaría la forma de desdeñar el predominio de las artes.Propondríaqueelmundoexisteparaelhombrecomún,quelasartessonunasimpledecoraciónimpuestadesdeunlugarajenoalavidahumana,peronolaexpresan. Ni Shakespeare le es necesario. Sin saber exactamente por qué,queríadenigraraShakespeare,yqueríaayudaralhombrecomún,alnecesario

ascensorista;arrancóconciertaviolenciaunahojadelseto.Todoestotendríaqueprepararlodeformamásatractivapara los jóvenesdeCardiff,dentrodeunmes, pensó; aquí, en la terraza, loúnicoquehacía era recopilar ideasdeformadeportiva(arrojólahojaquehabíaarrancadotanenfadado),comoquienseapeadelcaballoparacogerunramilletederosas,osellenalosbolsillosdeavellanas mientras pasea a su sabor por los caminos y senderos de unacomarca que conoce desde que era niño. Todo era conocido: el recodo, laportilla,elatajodelcampo.Podíapasarsehorasasí,conlapipa,porlastardes,pensando, yendo de un lado a otro, y de acá para allá, por los caminos desiempre,por loscamposconocidos,queestaban llenosde lahistoriadeestabatalla,delabiografíadeaquelestadista, llenosdepoemasyanécdotas;queposeíanfigurastambién:estepensador,aquelsoldado;todoanimadoylimpio;peroalfinal,elcamino,elcampo,lapradera,elavellanollenodefrutosyelsetoflorecidoloconducíanaotrorecododondeinvariablementedesmontaba,ataba el caballo a un árbol, y seguía a pie. Llegaba al borde del jardín, ymirabahaciaabajo,hacialabahía.

Erasudestino,sumododeser,tantosiqueríacomosino,acercarseasíaunalenguadetierraqueelmarcomíapocoapoco,yquedarseallí,comountristepájaromarino,solo.Erasupoder,sudon,elsaberdesprendersealpuntode todo lo superfluo, encogerse y disminuir hasta parecer más agudo, másfino, incluso físicamente, pero sin perder nada de la intensidad mental, yquedarse en este saliente, enfrente de la oscuridad de la ignorancia humana(quenosabemosnada,yqueelmarsecomelatierrasobrelaqueestamos),erasudestino,sudon.Perohabiéndosedesprendido,aldesmontar,degestosyfruslerías,delostrofeosdelasavellanasylasrosas,yhabiéndoseencogidodeformaquenosólolafama,sinoquehastaelnombrepropiohubieraolvidado,mantuvoinclusoenaquelladesolaciónunavigilanciaquenoperdonabaaunsolo fantasma, y no se complacía con ninguna visión, y de esta formainspirabaenWilliamBankes(deformaintermitente)yenCharlesTansley(deformaservil)yensuesposaahora,cuandolevantabalavistayloveíaahíenpie, en el extremo del jardín, una profunda reverencia y piedad y tambiéngratitud,comosifueraunaestacahundidaenellechodeuncanalsobrelaquese posaran las gaviotas, y rompieran las olas, e inspirara gratitud en lospasajerosdelasbarcasderecreoporhabersetomadolamolestiadeseñalarelcursodelcanalenmediodelagua.

«Pero un padre de ocho hijos no tiene escapatoria...», murmuraba; sealejaba,volvía,suspiraba,levantabalavista,buscabalafiguradesumujerqueleía cuentos al niño, llenaba la pipa. Daba la espalda a la ignorancia de lahumanidad,asudestino,yalmarquesecomíaelsuelosobreelqueestamos;elmarque,sisehubieraatrevidoacontemplarlofijamente,lehabríapermitidollegar a alguna conclusión; y se consolaba con fruslerías tan nimias,comparadasconelasuntoaugustoconelqueseenfrentabaenestemomento,

queestabadispuestoapasarporaltolascomodidades,adesdeñarlas;comosifueraelpeordelitoquealguienaveriguaraqueunhombrehonradoerafelizenunmundotandesdichadocomoéste.Eraverdad:engeneralerafeliz;teníaasuesposa,loshijos,habíaprometidoquedentrodeseissemanaslescontaría«unpuñadodedisparates»a los jóvenesdeCardiffacercadeLocke,Hume,BerkeleyylosorígenesdelaRevoluciónFrancesa.Perotodoestoyelplacerqueobteníadeello,delasfrasesquehacía,delardorjuvenil,delabellezadesu mujer, de los elogios que le tributaban desde Swansea, Cardiff, Exeter,Southampton, Kidderminster, Oxford, Cambridge: todo eso había quecensurarloyocultarlobajo lafrase«unpuñadodedisparates»,porque,enelfondo,nohabíahecholoquepodríahaberhecho.Eraundisfraz,eraelrefugiodequientemíaaceptarsuspropiossentimientos,quenopodíadecir:estoesloquesoy,estoesloquequiero;alguiendignodepiedad,ydesagradablealosojos de William Bankes y Lily Briscoe, que se preguntaban por qué eranecesariosemejanteocultamiento;porquénecesitabasiemprealabanzas,porqué un hombre tan valiente era tan tímido en los asuntos de su vida; quéextrañoeraquefueraalavezadorableyrisible.

Lilysospechabaqueeducarypronunciarsermoneseraalgoquenoestabaentrelasfacultadesdelserhumano.(Estabaguardandosuscosas.)Sieresunexaltado,lomásprobableesquetedesunbatacazo.Mrs.Ramsayledabatodoloquequeríaconexcesivaliberalidad.Perocambiardebedeseruntrastorno,sedijoLily.Levantalamiradadeloslibros,ynosveatodosnosotrosjugandoydiciendotonterías.Quécambiorespectodelascosasalasquesededica,dijoLily.

Caía sobre ellos de forma ominosa. De repente se quedaba quieto, sequedabacalladomirandolamar.Sedabalavuelta.

9

Sí, dijo Mr. Bankes, mirando cómo se alejaba. Qué pena tan grande ledaba. (Lily había dicho algo acercadeque la asustaba, porque cambiabadehumormuybruscamente.)Sí,dijoMr.Bankes,quepena tangrandequeMr.Ramsaynosecomportecomolosdemás.(PorqueaéllegustabaLilyBriscoe,hablabaconelladeMr.Ramsaycontodafranqueza.)Poresarazón,dijoél,esporlaquelosjóvenesnoleíanaCarlyle.Unabuelogruñónqueseenfadabasiel porridge del desayuno estaba frío, ¿a cuento de qué se atrevía asermonearnos?,esoes loqueMr.Bankescreíaquepensaban los jóvenesdehoy.Eraunagrandísimapenaquecreyeras,comoél,queCarlyleeraunodelosgrandesmaestrosdelahumanidad.ALilyledabavergüenzareconocerque

nohabíaleídoaCarlyledesdelostiemposdelaescuela.PeroensuopiniónaunalegustabaMr.Ramsaytodavíamásporquepensabaquesiaélledolíaeldedomeñique,esosignificaba,segúnél,queestabaapuntodellegarelfindelmundo.No, no era precisamente eso lo que a ella le preocupaba. ¿A quiénengañaba?Pedíasinsubterfugiosqueloalabaras,queloadmiraras,yanadieengañabansustrucos.Loquenolegustabaaellaeralaestrechezdemiras,laceguera,decía,dirigiendolamiradahaciaél.

«¿Algo hipócrita?», sugirió Mr. Bankes, mirando, también, hacia laespaldadeMr.Ramsay,porquepensabaahoraenlaamistadquelosunía,enCamcuandosenegóadarleunaflor,entodosesosniñosyniñas,ensupropiacasa, llenadecomodidades,pero,desde lamuertedesuesposa,¿demasiadotranquila?Sí,claroqueteníaeltrabajo...Dabaigual, loúnicoquequeríaeraqueLilysemostraradeacuerdoenesodequeera«algohipócrita».

Lilytodavíaestabaguardandolospinceles,levantabalosojos,losbajaba.Loslevantaba,yallíestabaMr.Ramsay,seacercabaaellos,sinpreocuparse,olvidadizo,remoto.¿Algohipócrita?,repetíaella.Ah,no...elmássincero,elmás fiel (aquí estaba), el mejor; pero, bajaba los ojos, y, pensaba, era unhombre absorto en sí mismo, tiránico, injusto; y no levantaba la mirada,intencionadamente,porque,estandoconlosRamsay,sóloasípodíaconservarlacalma.Encuantounalevantabalavista,ylosveía,losenvolvíaloqueellallamaba «el amor». Se convertían en parte de ese universo irreal, peropunzante y excitante, que es elmundo cuando se contempla a través de losojosdelamor.Elcielosedesplegabaparaellos,lospájarostrinabanporellos.Y, lo que aún eramás interesante, también ella sentía, al ver aMr.Ramsayacercarseamenazador,y retirarse,yaMrs.RamsaysentadaconJamesen laventana,yelpasodelanube,yelmovimientodelárbol,cómolavida,deseruna cosa compuesta demuchos incidentes separados que se vivían uno trasotro,serecogíaysehacíauna,comosifueraunaolaquelaarrastraraaunaconella,ylaarrojara,degolpe,sobrelaplaya.

Mr.Bankesesperabaaqueellarespondiera.Yellaestabaapuntodedeciralgo, de expresar alguna censura hacia Mrs. Ramsay: cómo le gustabaimpresionar,asumanera;quéarbitrariaera;oalgoparecido;peroentonceseléxtasis de Mr. Bankes hizo que fuera completamente innecesario que ellahablara.Asíeranlascosas:habíaquepensarenlaedaddeél,quepasabadelossesenta,yensuaspectoatildado,yenlaimpersonalidad,yenlacientíficabatablancaqueseimaginabaunaqueloenvolvía.Paraél,quedarsemirandofijamenteaalguien,comohabíavistoquemirabaellaaMrs.Ramsay,eraunéxtasis;algoequivalente,pensabaLily,alosamoresdedocenasdejóvenes(yquizáMrs.Ramsaynohubieradespertadoelamordedocenasdejóvenes).Eraamor, pensaba ella, fingiendo que colocaba el lienzo, destilado yquintaesenciado;unamorquenuncaintentabaasirelobjetoamado;esigualal

quelosmatemáticosprofesanhaciasussímbolos,olospoetasasusfrases,sehabía concebido para extenderse por el mundo, y para convertirse enpropiedaddetodalahumanidad.Yasíera.Todoelmundo,enefecto,deberíahaberlo compartido; si así fuera,Mr.Bankes hubiera sido capaz de explicarporquéaquellamujerlegustabatanto,porquéverlaleeruncuentodehadasasuhijoleproducíaelmismoefectoqueelhallar lasolucióndeunproblemacientífico; por qué sentía, como lo había sentido cuando había demostradoalgodefinitivoacercadel sistemadigestivode lasplantas,que lobárbarosevolvíadócil,queelcaosadquiríaorden.

Semejante éxtasis —¿qué otro nombre podría dársele?— hizo que Lilyolvidara por completo lo que había estado a punto de decir. No era nadaimportante,setratabadealgoacercadeMrs.Ramsay.Habíapalidecidoanteel«éxtasis», ante la mirada fija, cosas hacia las que ella sólo tenía gratitud;porquenohabíanadaqueleagradaratanto,quesuavizaralasdificultadesdelavida, y que le quitara milagrosamente todas las cargas, como este podersublime, este don de los cielos; y una no debería interrumpirlo, mientrasdurara;como tampocounaestorbabaun rayodesolquedescansarasobreelsuelo.

Que la gente amase así, queMr.Bankes tuviese esos sentimientos haciaMrs.Ramsay(leechóunamiradamientrasélestabadistraído)eraútil,eraunaformadeexaltación.Limpiólospinceles,unotrasotro,conuntrapoviejo,conhumildad, esmerándose. Evitaba ella la reverencia que descendía sobre lasmujeres;sesentíaalabada.Quesequedemirandoélsiquiere;asíellapodríaecharunamiradadereojoalcuadro.

Le daban ganas de llorar. ¡Era malo, era horrible, era pésimo! Podíahaberlohechodeotraforma,porsupuesto;elcolordeberíahaberestadomásdiluido,más difuminado; las formas deberían haber sidomás etéreas; así escomo lo habría vistoMr. Paunceforte. Pero es que ella no lo veía así.Veíacómo el color ardía dentro de un marco de acero; la luz del ala de unamariposasobrelosarcosdeunacatedral.Detodoesosóloquedabansobreellienzo unas pocas huellas distribuidas por el lienzo. Nadie lo vería nunca;nuncacolgaríaenunapared;yMr.Tansleylesusurrabaaloído:«Lasmujeresnosabenpintar,lasmujeresnosabenescribir...»

RecordóloquehabíaestadoapuntodedecirsobreMrs.Ramsay.Nosabíade qué forma habría podido expresarlo, pero se trataba de algo crítico. Lanocheanterior lehabía fastidiadociertaarbitrariedad.Siguiendo ladireccióndelamiradadeMr.Bankes,pensóenquenohabíamujerqueadoraseaotramujer de la forma en que él adoraba; lo único que podían hacer era buscarrefugio bajo la sombra protectora que Mr. Bankes extendía sobre ambas.Siguiendo el curso de este rayo de luz, ella agregó su propia luz diferente:pensabaquesindudaera lapersonamásadorable (inclinadasobreel libro);

acasolamejor;pero,a lavez,algodiferentedelaperfectafiguraqueallísedejabaver.Pero¿porqué?,¿cómodediferente?,sepreguntaba,limpiandolapaleta de losmontoncitos de color azul y verde que le parecían inanimadosahora;peroseprometióquealdíasiguienteellalosanimaría,losobligaríaamoverse, a moldearse, a obedecerla. ¿En qué era diferente? ¿Cuál era esaesenciadesuespírituqueencuantoveíasunguanteenunrincóndeunsofáteníaslacerteza,sóloconverundedotorcido,dequeeradeella?Eravelozcomo un ave, directa como una flecha. Tenía su fuerza de voluntad, teníatalentoparamandar(claro,serecordóasímismaLily,piensoenlasrelacionescon lasmujeres,yyosoymuchomás joven, soyunapersona insignificante,soy una que vive cerca de Brompton Road). Abría las ventanas de losdormitorios. Cerraba puertas. (Así intentaba recordar la melodía de Mrs.Ramsaymentalmente.)Llegabatardeporlanoche,ydabaungolpemuysuaveenlapuertadeldormitorio,envueltaenunviejoabrigodepieles(porquesubelleza siempreera igual: apresuradaperoconvincente), siempredispuestaahacer algo una vez más, fuera lo que fuera: que Charles Tansley hubieraperdidoelparaguas,queMr.Carmichaelestuvieraestornudandoe inhalandoalgoporlanariz,queMr.Bankesdijera:«¿Dóndeestánlassalesdefrutas?»Todo esto lo enderezaba al momento; o lo torcía maliciosamente; y,dirigiéndosehacia laventana, fingiendoque teníaque irse—amanecía,veíacómosalíaelsol—,delado,másíntimamente,perosiempreriéndose,insistíaenqueella,Minta,todas,todasteníanquecasarse,porqueentodoelmundo,pormuchoslaurelesquepusieranasuspies(puesaMrs.Ramsayleimportabamuy poco su pintura), o por muchos triunfos que obtuviera (quizá Mrs.Ramsay también los hubiera tenido), y al llegar aquí se entristecía, seensombrecía, regresaba al sillón, esto no podía ni siquiera discutirse: unamujer que no se hubiera casado (le tomaba la mano con delicadeza unmomento), unamujer queno se casa sepierde lomejor de la vida.La casaparecíaestarllenadeniñosdurmiendo,yMrs.Ramsayescuchaba;lucesbajolaspantallasdelaslámparas,respiracionesregulares.

Ah, pero decía Lily, tenía a su padre, el hogar, e incluso, si se hubieraatrevidoadecirlo,lapintura.Perotodoestoparecíatanpocacosa,tanvirginal,ante lootro...Sí,peroalavanzar lanoche,yal separar lascortinas la luz,einclusocuandoyatrinabadevezencuandoalgúnpájaroeneljardín,juntandotodas sus fuerzas con desesperación, le gustaría haberse presentado comoexcepciónalareglauniversal;unasúplica;queríaseguirsoltera,legustabasercomo era, no estaba hecha para lo otro; pero eso suponía que tendría queenfrentarse con esa mirada fija de desconocida profundidad, y tenía queaceptarlasencillacertidumbredeMrs.Ramsay(yahoravolvíaalainfancia)dequelaqueridaLily,supequeñaBrisk,eratonta.YentoncesrecordabaquehabíareclinadolacabezaenelregazodeMrs.Ramsay,ynohabíadejadodereírse, reírse, reírse, reírse hasta casi llegar a la histeria ante la idea de que

Mrs. Ramsay decidiera con calma inmutable unos destinos que erancompletamente incomprensiblesparaella.Ahíestabasentada,sencilla,seria.Habíarecobradoelsentidodesímisma:eraeldedotorcidodelguante.Pero¿en qué santuario había entrado una? Finalmente Lily Briscoe levantó lamirada, y allí estaba Mrs. Ramsay, completamente ajena a lo que habíaocasionadosusrisas,queseguíatomandodecisiones,perohabíadesaparecidotodahuellade fuerzadevoluntad,yensu lugar,habíaalgoclaro, comoeseespacioque terminanporocultar lasnubes, elpedacitodecieloqueduermejuntoalaluna.

¿Erasabiduría?¿Eraconocimiento?¿Setrataba,unavezmás,delengañodelabelleza,deformaquetodaslassensacionesdeuna,amediocaminodelaverdad,terminasenporenredarseenunatrampadorada?,¿oesqueguardabaensuinterioralgúnsecretodelosqueciertamenteLilyBriscoecreíaquetodoelmundo tenía que tener para que el mundo siguiera adelante? No todo elmundo podía ser tan atolondrado e irreflexivo como ella. Pero si lo sabían,¿por qué no le decían lo que sabían? Sentada en el suelo, abrazada a lasrodillasdeMrs.Ramsay, todo locercaquepodía, sonriéndosealpensarqueMrs.Ramsaynuncasabríalarazóndelaintensidaddelabrazo,seimaginabacómoenlascámarasdelamenteydelcorazóndeestamujerquefísicamenteestabaencontactoconellahabía,comoen los tesorosde los reyes, tablillasconinscripcionessagradas,quesiunapudieraleerlas,leenseñaríantodo,peroque nunca se ofrecerían libremente, nunca llegarían al público. ¿Cuál era elarte, que el amoro la astucia conocían, conel queunapodía entrar en esascámarasocultas?¿Cuáleraelresortequetepermitíaconvertirte,comoelaguavertida en la jarra, en una sola cosa inextricablemente unida a la personaamada?¿Podríalograrloelcuerpo,olamente,mezclándosesutilmenteenlosintrincadospasillosdelcerebro?,¿podríaelcorazón?¿Podríaelamor,comolollamabalagente,convertirlasenunaaellayaMrs.Ramsay?,porquenoeraconocimiento,sinoesaunidadloquedeseaba;nodeseabainscripcionesenlastablillas, nada que pudiera escribirse en una lengua que conocieran loshombres,sinolapropiaintimidad,queeselconocimiento,pensaba,mientrasreclinabalacabezasobrelasrodillasdeMrs.Ramsay.

Nosucediónada.¡Nada!¡Nada!,mientrasestuvoinclinadasobrelarodilladeMrs.Ramsay.Sinembargo,sabíaqueelcorazóndeMrs.Ramsayatesorabaconocimientosysabiduría.¿Cómo,pues,sepreguntaba,podíaunasabertalocual cosa de la gente, si ésta estaba herméticamente sellada?Sólo como lasabejas, atraída por alguna fragancia o por alguna nota aguda en el aire,intangible para el tacto o el gusto, visitando la cúpula de la colmena,recorriendo solitaria el desierto aire de todos los países del mundo,frecuentandolascolmenas llenasdemurmullose inquietudes;esascolmenasque eran la propia gente. Mrs. Ramsay se levantó. Lily se levantó. Mrs.Ramsaysefue.Duranteunosdíashuboentornoaella,comotrasunsueñose

advierte que la persona en quien una ha soñado ha sufrido algunatransformaciónsutil,másnítidoquesuspalabras,unzumbidodemurmullos,y,alsentarseenelsillóndemimbrejuntoalaventanadelsalón,ofrecía,alosojosdeLily,lasiluetadeunacúpula.

ElrayodeluzseuníaparaleloaldeMr.Bankes,yambosllegabanhastadonde Mrs. Ramsay leía con James sobre las rodillas. Pero mientras ellaseguía mirando, Mr. Bankes había dejado de hacerlo. Se había puesto lasgafas. Había retrocedido un paso. Había levantado una mano. Se habíanentrecerrado sus claros ojos azules, y Lily, sobresaltada, vio lo que queríahacer,ycerró losojoscomoelperrocuandove lamano levantada sobre sucabeza.Lehabríagustadoarrancarelcuadrodelcaballete,perosedijo:Hayqueaceptarlo.Hizounesfuerzo,quisorecobrarlaconfianza,ysometersealaprueba terrible de que alguien examinara su cuadro. Hay que aceptarlo, sedijo, hayque aceptarlo.Y si finalmente alguien iba a verlo,Mr.Bankes eramenospreocupantequelosdemás.Peroqueotrosojospudieranverelbalancedesustreintaydosaños,lasedimentacióndecadadíadesuvida,mezcladosconalgomássecretodeloqueellajamáshubieraexpresadoomostradoenelcursodetodosesosdías,esoeraunaagonía.Pero,alavez,quéinmensamenteexcitanteera.

No había nadie más desapasionado y tranquilo. Sacó un cortaplumas, yseñalóconelmangodehuesoenun lugardel lienzo.¿Quées loquequeríaindicar con esa mancha púrpura triangular que había «justamente ahí»?,preguntó.

EraMrs.RamsaymientrasleíaparaJames,dijo.Sabíaquélerespondería:quenadiediríaquesetratabadeunaformahumana.Peroellanoqueríalograrque se pareciera, dijo. Entonces, ¿para qué los había puesto allí?, preguntó.¿Porqué?,nohabíarazónalguna,exceptoquesiallí,enaquelrincón,habíaluz, aquí, en este otro, ella sentía la necesidad de la oscuridad. Sencillo,consabido, trivial, incluso, sin embargo Mr. Bankes pareció interesarse. Lamadreyelhijo—objetosdelaveneraciónuniversal,yenestecaso,además,lamadreeraconocidaporsubelleza—podíanreducirse,reflexionaba,aunamanchapúrpurasinirreverencia.

Peronosetratabadeunretratodeellos,dijoella.No,noenesesentido.Había otros sentidos, además, mediante los que se les podía reverenciar.Medianteunasombraaquí,ounaluzallí,porejemplo.Suofrendaadquiríaesaforma, si, como ella vagamente imaginaba, un cuadro tiene que ser unhomenaje. Una madre y un hijo podían reducirse a una sombra sinirreverencia. Una luz aquí pedía una sombra allí. Se quedó pensándolo. Semostró interesado.Loaceptó,deformacientífica,debuenafe.Lociertoeraque sus prejuicios caminaban todos ellos en sentido opuesto, le explicó. Lapintura más grande de su salón, un cuadro que habían alabado los propios

pintores, y que se había tasado en un precio muy superior al que él habíapagado,eradeunoscerezosenflorenlasorillasdelKennet.HabíapasadolalunademielenlasorillasdelKennet,dijo.Lilyteníaqueiraverelcuadro,dijo. Pero ahora, se volvió, sin las gafas, para examinar científicamente ellienzo.Habíaquejuzgarlarelacióndelosvolúmenes,delaslucesysombras,cosas, a decir verdad, en las que nunca anteriormente había pensado, legustaríaquese loexplicaran:¿quéqueríadecireso?Señalabalaescenaantesus ojos.Ellamiró.Nopodíamostrarle lo que quería hacer, ni siquiera ellasabíaverlosinelpincelen lamano.Volvióa suanteriorposturade trabajo,conlosojosentrecerradosyaspectodedistraída,sometiendosusimpresionesdemujeraalgomásgeneral;cayendodenuevobajoelpoderdeesavisiónquehabíavistocontodaclaridadunavez,yqueahoradebíabuscaratientasentresetos,casas,madresyniños:elcuadro.Setrataba,recordó,decómorelacionarestevolumenconeldelaizquierda.Podríahacerloquizáextendiendolalíneade la rama; o rompiendo el vacío del primer plano con algún objeto (quizáJames),así.Peroelpeligroconsistíaenquealhaceresoquizáseperderíalaunidad del conjunto. Se detuvo, no quería aburrirlo, quitó el lienzo delcaballetesinesfuerzo.

Pero alguien lo había visto, se lo habían arrebatado. Este hombre habíacompartidoconellaalgointensamenteíntimo.CongratitudhaciaMr.Ramsay,con gratitud hacia Mrs. Ramsay, agradecida a la ocasión y al lugar,concediendoqueelmundoposeíaunpoderqueellanolehubieraatribuido,elpoderdequeunapudierapasarporaquella largagaleríayanosolasinodelbrazodealguien—elsentimientomásextrañoymásalegredesuvida—,echóelpestillodelacajadepinturasconmásfuerzadelanecesaria,yalcerrarlapareciórodearmedianteuncírculoeternolapropiacajadepinturas,eljardín,aMr.Bankesyaesamalvadavillana,aCam,quepasabacorriendo.

10

PorqueaCamlehabíafaltadounapulgadapararozarelcaballetealpasar;nosefijóenMr.BankesnienLilyBriscoe;aMr.Bankes lehabríagustadotener una hija, y extendió la mano; tampoco se fijó en su padre, a quientambién le faltóunapulgadapara rozarlo;ni en sumadre,quegritó cuandopasaba: «¡Cam!, ¡ven un momento!» Se fue como un pájaro, un bala, unaflecha; impulsada por qué deseo, disparada por quién, dirigiéndose haciadónde,¿quiénsabríadecirlo?¿Qué?,¿cómo?,pensabaMrs.Ramsaysindejardemirarla.Quizáfueraalgodesuimaginación:unaconcha,unacarretilla,unreinodehadasenlaotrapuntadelseto;oquizálohicieraporelplacerdeiraprisa, nadie lo sabía. Pero cuando por segunda vez Mrs. Ramsay gritó:

«¡Cam!», el proyectil detuvo la carrera, y Cam se acercó hacia su madreremoloneando,arrancóunahojadepaso.

Enquéestaríasoñando,sepreguntabaMrs.Ramsay,viéndolaabsorta,anteella,pensandoensuscosas;tuvoquerepetirelrecado:pregúntaleaMildredsihanregresadoAndrew,MissDoyleyMr.Rayley.Parecíacomosilaspalabrascayeran en un pozo, en el que, aunque estuvieran claras, las aguas fueranextraordinariamente distorsionantes, de forma que, incluso mientrasdescendían,sevieracómosemovíanformandoundibujosobreelsuelodelamente de la muchacha. Pero ¿qué clase de recado podría dar Cam a lacocinera?, se preguntaba Mrs. Ramsay. A decir verdad sólo tras pacienteespera, y tras escuchar que había una anciana en la cocina, con lasmejillasmuy rojas, bebiendo sopa de un tazón, pudo Mrs. Ramsay, con paciencia,haceraflorarese instintode loroquehabía recogido laspalabrasdeMildredcon la suficiente precisión como para reproducirlas ahora en una cantilenaincolora. Cam, mientras movía los pies, repitió las palabras: «No, no hanvuelto,ylehedichoaEllenquerecojaelserviciodelté.»

Minta Doyle y Paul Rayley no habían regresado.Mrs. Ramsay pensabaqueesosólopodíainterpretarsedeunaforma.

Lo ha aceptado o lo ha rechazado. Esto de salir a pasear después dealmorzar,inclusoaunquefueraencompañíadeAndrew,¿quéotracosapodríaquerer decir?, excepto que ella había decidido, correctamente, pensó Mrs.Ramsay (y le teníamucho afecto aMinta), aceptar a ese buen hombre, quequizá no fuera el más brillante; pero, claro, pensó Mrs. Ramsay, dándosecuentadequeJameslepedíaquesiguieraleyéndoleelcuentodelpescadorysuesposa,enelfondodelcorazónpreferiríainfinitamentelostontorronesalosqueescribían tesinas;porejemplo,aCharlesTansley.En todocaso, fuera loquefuera,enestosmomentosyahabíasucedido.

Siguió leyendo: «A la mañana siguiente la mujer se despertó antes,acababadeamanecer,ydesde la camaveía elhermosopaisaje ante ella.Sumaridocomenzabaadesperezarse...»

Minta, ¿sería capaz de rechazarlo? No, desde luego, si aceptabavagabundear sola por los campos con él —Andrew seguro que estaríabuscando cangrejos—, aunque quizá Nancy estuviera con ellos. Intentórecordar la imagen del grupo junto a la puerta de entrada tras el almuerzo.Estabanallí,mirandohaciaelcielo,preocupadosporeltiempo,yelladijo,enparteparavencerlatimidezdeellos,enparteparaanimarlosasalir(teníaenestimaaPaul):

—Nohay ni una nube enmuchasmillas—tras lo cual advirtió cómo elinsignificanteCharlesTansley,queloshabíaseguido,sofocabaunarisita.Perolohabíahechointencionadamente.NosabíaconcertezasiNancyestabacon

ellosono;ensumente,dirigíaalternativamentelamiradaaunoyotra.

Siguió leyendo:«¡Ah!,mujer—dijoelhombre—¿yparaquéquiero serrey?Yonoquieroserrey.»«Muybien—dijolaesposa—,sitúnoquieresserrey,yosíquieroserreina;veaveralpez,porquequieroserreina.»

«Entraosal,Cam»,ledijo,sabiendoqueCamsehabíaquedadoatrapadapor lapalabra«pez»,yquedentrodepocoestaría importunandoa James,ydiscutiendoconél.Camechóacorrer.Mrs.Ramsaysiguióleyendo,aliviada,porqueJamesyellacompartíanlosmismosgustos,ysesentíanagustojuntos.

«Ycuando llegóalmar, estabadecolorgrisoscuro,de lomásprofundodelaguasubíaunoloraputrefacción.Seacercóalagua,ysequedóenpie,ydijo:

Pececito,quevivesenlamar,

Ven,teloruego,ven,acudeaquí,

Puesmimujer,labuenadeIlsebill,

noestáconformeconmivoluntad.

"Pero¿quéesloquequiere?",dijoelpececito.»Ahora,¿dóndeestarían?,se preguntaba Mrs. Ramsay, que se entretenía fácilmente con suspensamientos mientras leía, porque el cuento del pescador y su esposa eracomoelbajoqueacompañabaunacanción,quedevezencuando,deformainesperada,seconvertíaenlapropiamelodía.¿Cuándohabríaquedecírseloaella?Sinohubierapasado,tendríaquehablarmuyenserioconMinta.Porquenopodíadedicarseavagabundearporelcampo,aunqueNancyestuvieraconellos(intentódenuevo,sinéxito,visualizarlasespaldasdelosqueibanporelcamino,paracontarlas).EraresponsableantelospadresdeMinta:elbúhoylabadila.Levinieronalamentelosmotesmientrasleía.Elbúhoylabadila,adecir verdad, se sentiríanmuyofendidos si les contaran, y seguro que se locontarían, que a Minta, cuando estuvo con los Ramsay, la habían visto,etcétera,etcétera,etcétera.«ÉlllevabapelucaenlaCámaradelosComunes,yella le ayudaba muy bien en las recepciones», repitió esto, pescándolo delfondodelosrecuerdos,enunaocasiónenquealregresardeunafiestahabíadichoesoparadivertirasumarido.Vaya,vaya,sedijoMrs.Ramsay,¿cómoes que esa pareja había tenido una hija tan incongruente como ésta? ¿Estamarimacho de Minta, que llevaba agujeros en las medias? ¿Cómo lograbavivirenaquellaatmósferaportentosaenlaqueladoncellacambiabalaarenaquehabíadesperdigadoelloro,ylaconversaciónseceñíadeformaestrictaalos méritos, interesantes acaso, pero, no obstante, limitados, del avemencionada? Sí, la había invitado a almorzar, a tomar el té, a cenar, yfinalmente la había invitado a quedarse con ellos en Finlay, lo cual habíaacarreadoalgúnmalentendidoconelbúho,con lamadre,ymásvisitas,más

charlas,ymáscambiosdearena,yenrealidad,al finalde todo,habíadichotantasmentirasacercadelosloroscomoparaqueledurasentodalavida(esoes loque lehabíadichoa sumaridoaquellanochecuando regresabande lafiesta). Sin embargo, Minta había venido... Sí, había venido, pensó Mrs.Ramsay, sospechando que había alguna espina en la madeja de estospensamientos; y al desenredarla se encontró con que era ésta: unamujer lahabíaacusadoenunaocasión«derobarleelafectodesuhija»;algunapalabradeMrs.Doylelehabíahechorecordaresaacusación.Eldeseodedominar,eldeseo de intervenir, de hacer que la gente cumpliera su voluntad: ésa era laacusaciónquelehacían,yellapensabaqueeramuyinjusta.¿Cómoimpedir«serasí»paralosdemás?Nopodíanacusarladequererimpresionaranadie.Inclusoellamismaseavergonzabaavecesdelodescuidadaqueiba.Tampocoeradominantenitiránica.Eramásciertosisereferíanasuactitudrespectodeloshospitales,elalcantarillado,lalechería.Sobreasuntoscomoésossíquesemostrabaapasionada,ylehabríagustado,sihubierapodido,cogeralagentedelcuelloyobligarlosaverlascosas.Nohabíaunhospitalentodalaisla.Esosíqueeraunadesdicha.LalechequetedejabanalapuertaenLondresestabade color pardo a causa de la suciedad: debería prohibirlo la ley.Una granjamodelo, y un hospital aquí: esas dos cosas sí que le habría gustado poderhacerlasella.Pero¿cómo?¿Contodoslosniñosasucuidado?Cuandofueranmayores, quizá entonces tuviera tiempo; cuando estuvieran todos en elcolegio.

Ah, pero no quería que James ni Cam tuvieran ni un solo día más. Lehabría gustado que estos dos se quedaran como eran, como diablillosperversos, como delicados angelitos; y no ver cómo se convertían enmonstruosdelargaspiernas.Nadacompensabalapérdida.Cuandoleía,comoahora,aJames,quehabía«muchossoldadoscontamboresytrompetas»,ysele ensombrecían los ojos, ella pensaba, ¿por qué teníanque crecer, y perdertodoeso?Eraelquemástalentotenía,elmássensibledetodossushijos.Perotodos, creía, prometían mucho. Prue, un ángel de perfecciones, y ahora,especialmentepor lasnoches, lecortaba la respiraciónacualquieraelver lohermosa que era. Andrew, hasta sumarido admitía que el talento que teníaparalasmatemáticaserapococomún.NancyyRoger,eranniñossalvajes,quepasaban todo el día corriendo por los campos.Y en cuanto aRose, tenía laboca demasiado grande, pero tenía unas manos maravillosas. Cuandopreparabancharadas,Rosehacíalosvestidos;hacíatodo;peroloquemáslegustaba era arreglar lasmesas, las flores, cualquier cosa.No le gustaba queJasperdispararaalospájaros,peroeraunaetapa, todosteníansusdiferentesetapas.¿Porqué,sepreguntaba,mientrasapoyabalabarbillasobrelacabezadeJames,teníanquecrecertanaprisa?¿Porquéteníanqueiralaescuela?Lehabría gustado tener siempre un niño pequeño.El colmode la felicidad erallevar un niño en brazos. Si querían, podían decir que era una déspota,

dominante,mandona,nolepreocupaba.Mientraslerozabaelcabelloconloslabios,pensabaenquenuncavolveríaaser tanfelizelniño,perosedetuvo,pensóencuántoenfadabaasumaridoquepensaraeso.Peroeraverdad.Ahoraeranmásfelicesdeloquellegaríanaserentodasuvida.Unjuegodetédediez peniques le proporcionaba a Cam felicidad para diez días. Tan prontocomosedespertaban,seoíanenelpisodearribalosgolpessobreelsuelo,ylosgritosdealegría.Avanzabanporelpasillohaciendoruido.Derepenteseabría la puerta de golpe, y entraban, frescos como rosas, mirando todoatentamente, despejados, como si entrar así en el comedor tras el desayuno,algoquehacíantodoslosdías,fueraunafiestaparaellos;yelrestodeldíaeraidéntico, una cosa tras otra, todo el día, hasta cuando subía para desearlesbuenas noches, y los encontraba arropados en las camas plegables, comopájarosentrecerezasyframbuesas,todavíacontandocuentossobrecualquierinsignificancia:algoquehubieranoído,algoquehubierancogidoeneljardín.Todos tenían sus tesoros... Y bajaba y se lo contaba a sumarido, ¿por quéteníanquecreceryperdersetodoeso?Nuncavolveríanasertanfelices.Yélse enfadaba. ¿Por qué esa opinión tan negativa de la vida?, decía él.No essensato.Erararo,sí,peroellapensabaqueeraverdad;pensabaque,contodosu pesimismo y desesperación, él era más feliz, y en general tenía másesperanza que ella. Quizá estaba menos expuesto a las preocupacioneshumanas,quizáeraeso.Élsiemprepodíarefugiarseeneltrabajo.Noesqueellafuera«pesimista»,comoéldecía.Sóloquepensabaenlavida,enlabrevecintaquesedesarrollabaantesusojos,enloscincuentaaños.Estabaanteella,estavida.Lavida:pensabaenella,peronollevabalospensamientoshastasusúltimas consecuencias. Echaba unamirada a la vida, porque tenía una clarapercepcióndequeallíestaba,eraalgoreal,algoíntimo,algoquenocompartíaniconsushijosniconsumarido.Habíaunaespeciedetransacción,ellaestabaaun lado; lavida,aotro;ysiemprequeríaobtener lomejorde lavida;y lavidahacía lomismoconella;yavecesparlamentaban(cuandosesentabaasolas); había, lo recordaba, grandes escenas de reconciliación; en buenamedida,extrañamente,teníaqueadmitirquepensabaqueloqueellallamabavida era algo terrible, hostil, y que se abalanzaba sobre ti si le dabas laoportunidad.Habíaproblemas eternos: el sufrimiento, lamuerte, lospobres.Inclusoaquíhabíasiempreunamujerqueagonizabavíctimadelcáncer.Peroelladecíaalosniños:saldréisadelante.Esohabíaestadodiciendo,unayotravez, a ocho personas (y la factura del invernadero llegaría a las cincuentalibras).Poresarazón,sabiendoloquelesaguardaba—amor,esperanzas,serdesdichado en algún lugar remoto—, había tenido con cierta frecuencia esasensación, ¿Por qué tenían que crecer y perder todo eso?Y se había dicho,blandiendo la espadaante lavida, tonterías.Seráncompletamente felices.Yaquí estaba, reflexionó, sintiendo de nuevo que la vida era algo siniestro,haciendodecasamenteraconMintayPaulRayley;porquefueraloquefuera

loquesintierasobresupropiatransacción,yhabíasufridoexperienciasquenonecesariamentelessucedíanatodos(niellamismalasmencionaba),sesentíaobligada, demasiado bien lo sabía, casi como si fuera un escape para ella,además,adecirquelagenteteníaquecasarse,yqueteníanquetenerhijos.

¿Estaría equivocada?, se preguntaba, repasando su conducta durante lasemanapasadaolaanterior,ysepreguntabasinohabríacoaccionadoaMintapara que se decidiera;Minta, después de todo, sólo tenía veinticuatro años.Estabaintranquila.¿Nosehabíareídodeello?¿Nohabíavueltoaolvidarcuánhondamente impresionaba a la gente? El matrimonio exigía..., ah, sí, todasuerte de buenas cualidades (la factura del invernadero sumaría cincuentalibras); había una —no necesitaba mencionarla—, ¡la verdaderamenteesencial!,laqueellateníaconsumarido.¿Latenían?

«Entonces se puso los pantalones, y echó a correr —siguió leyendo—.Peroafuerahabíaunagrantempestad,yelvientosoplabacontalfuerzaqueapenas se sostenía sobre los pies; se derribaban las casas y los árboles,temblaban lasmontañas, se despeñaban las rocas en elmar, el cielo estabanegrocomolapez,yhabíatruenosyrelámpagos,yelmarseaproximabaconnegrasolasaltascomocampanariosomontañas,ycoronadasdeespuma.»

Volviólahoja;unosrenglonesmás,yacababaelcuento;aunqueyahabíapasadolahoradeiralacama.Sehacíatarde.Selodecíalaluzdeljardín;yelblancodelasfloresyalgogrisenlashojasconspirabanparadespertarenellaunasensacióndeansiedad.Alprincipionosabíadequésetrataba.Luegolorecordó: Paul y Minta y Andrew no habían regresado. Recordó al grupitocuando estaba ante ella en la terraza, ante la puerta del recibidor, en pie,mirandohaciaelcielo.Andrewllevabaelretelylacesta.Esoqueríadecirquepensabacogercangrejosdemarycosasasí;yquetendríaquesubiraunaroca,quizá sehabíaquedadoaislado.Talvez,al regresaren fila indiaporunodeesossenderosdelosacantilados,unodeellossehubieraresbalado,sehubieradespeñado.Estabaoscureciendo.

Peromientrasterminabadeleerelcuentonosepermitióqueselealteraselavozniunpoco,y,trascerrarellibro,añadióunaspalabrasqueparecíaqueacabara de inventarse,mientrasmiraba a James a los ojos: «Y ahí es dondesiguenhastahoy.»

«Yasítermina»,dijo,yviocómoenlosojosdeélseapagabaelinterésporelcuento,desplazadoporalgodiferente;unainterrogación,algopálido,comoelreflejodeunaluz,algoquelehacíamirarconatenciónylehacíaadmirarse.Se volvió, y vio, al otro lado de la bahía, imperturbable, sobre las olas,primerolosdosdestellos,despuéselhazdeluzmásintensoyprolongado,laluzdelFaro.Yalohabíanencendido.

Notardaríaenpreguntar:«¿IremosalFaro?»Yellatendríaquecontestar:

«No,mañana,no;tupadrehadichoqueno.»Afortunadamente,Mildredvinoabuscarlos,ylallegadalosdistrajo.Peroélnodejabademirarporencimadelhombro mientras Mildred se lo llevaba, y estaba segura de que pensaba,mañananoiremosalFaro,yestabaseguradequelorecordaríadurantetodalavida.

11

No, pensó, reuniendo algunos de los recortes de las ilustraciones —elrefrigerador, la cortadora del césped, un caballero vestido para una fiesta—,losniñosnoolvidan.Porestoesporloqueeratanimportanteloquesedecía,loque sehacía;y eraunalivio cuando se ibana la cama.Porqueahora eracuandonoteníaquepensarennadieobligatoriamente.Podíaserellamisma,dedicarseasímisma.Esoeraprecisamenteloqueahoranecesitabacontantafrecuencia:pensar;oquizánitansiquierapensar.Estarensilencio,quedarsesola.Todo el ser y el hacer, expansivo y deslumbrante, se evaporaban; y secontraía,conunasensacióndesolemnidad,hastaserunamisma,uncorazóndeoscuridadenformadecuña,algoinvisibleparalosdemás.Aunquesiguiótejiendo, sentada con la espalda derecha, porque era así como se sentía a símisma; y este yo, habiéndose desprendido de sus lazos, se sentía libre paraparticipar en las más extrañas aventuras. Cuando la animación cedía unosmomentos, el campo de la experiencia parecía ilimitado. Suponía que estasensacióndeacercarseaundepósitoderecursosilimitadoseraalgoalalcancede todos; uno tras otro, ella, Lily, Augustus Carmichael, debían sentir quenuestrasapariencias, loquenosdaaconocer, es algo sencillamente infantil.Bajo ellas todo es oscuridad, una oscuridad que todo lo envuelve, deinsondableprofundidad;perodevezencuandosubimosalasuperficie,yporesas señas nos conocen los demás. Su horizonte le parecía ilimitado. Allíestabantodosesos lugaresquenohabía llegadoaconocer; las llanurasdelaIndia; sintió como si apartara la pesada cortina de cuero de una iglesia deRoma. Esta semilla de oscuridad podía ir a cualquier lugar, porque erainvisible, nadie podía verla.Nopodían detenerla, pensó exultante.Había enellapaz,habíapaz,yhabía,lomejordetodo,unconjuntodecosas,unapoyoparalaestabilidad.Noeralaclasededescansoquehallabaunasiempre,ensupropia experiencia (en estemomentohizo algoque requeríamuchadestrezacon las agujas), sino que era como una cuña de oscuridad. Al perder lapersonalidad,seperdíanlaspreocupaciones,lasprisas,elafanarse,ylesubíaaloslabiosunaexclamacióncomodetriunfosobrelavida,cuandolascosassereuníanenestapaz,enestedescanso,enestaeternidad;yaldetenerseenestemomento,levantólamiradaparaverelrayodelFaro,eldestelloprolongado,

el último de los tres, el suyo; porque al verlos en este estado de ánimo,siempreaestahora,nopodíaunadesentendersedealgunacosa,enespecial,queviera;yestacosa,esedestelloprolongado,eraelsuyo.Confrecuenciasesorprendía de sí misma, allí sentada y mirando, sentada y mirando, con lalaborentre lasmanos;hastaqueseconvertíaenaquelloquemiraba:aquellaluz, por ejemplo. Y podía recoger alguna frasecilla u otra que hubierapermanecidodeaquellaformaensumente:«Losniñosnoolvidan,losniñosnoolvidan.»Que repetíaunavez trasotra,ya laquecomenzabaaagregar:terminará,terminará.Asíserá,asíserá,cuandoderepente,añadió:EstamosenmanosdelSeñor.

Peroalmomentosesintiómolestaconsigomismapordecireso.¿Quiénlohabía dicho?, no ella; había caído en la trampa de decir algo que no queríadecir.Levantólosojosdelalabor,yvioeltercerdestello,ylepareciócomosisusojosreflejaransuspropiosojos,buscandocomosóloellasabíahacerensupropiamenteyensucorazón,purgandosuvidadeesamentira,de todas lasmentiras.Se alabó a símismaal alabar aquella luz, sinvanidad, porque erainflexible, era perspicaz, era hermosa como aquella luz. Era raro, pensaba,cómo, cuando se quedaba sola, tendía a favorecer las cosas, las cosasinanimadas;losárboles,losarroyos,lasflores;creíaquelaexpresabanauna,yenciertosentidoeranunamisma;sentíaunaternurairracional(seguíaconlamiradafijaenaqueldestelloprolongado),comoporellamisma.Aparecía,ysequedabaconlasagujasquietas,ybrotabaenelsuelodelamente,enlalagunadelpropioser,unaniebla,unanoviaalencuentrodesuamante.

¿Qué le había hecho decir eso de Estamos en manos del Señor?, sepreguntaba. La insinceridad que se deslizaba en medio de las verdades lamolestaba,lairritaba.Volvióalalabor.¿CómopodríacualquierSeñorhaberhechounmundocomoéste?,sepreguntaba.Mentalmentesiemprehabíasidomuy consciente de que no hay razón, orden ni justicia; sino sufrimiento,muerte y pobreza. No había traición lo suficientemente abyecta que no sehubieracometidoenelmundo,losabía.Lafelicidadnoduraba,losabía.Tejíacondeliberadacompostura, apretando los labios levemente, sindarse cuentade ello, tan fijas y regulares eran las arrugas de la cara por ese hábito deinflexibilidad que, cuando pasó su marido ante ella, riéndose para sí alrecordaraHume,elfilósofo,quehabíaengordadotantoquesehabíacaídoauncharco,ynopodíasalir,nodejódedarsecuenta,alpasar,delaseveridadquehabíaenel fondodeaquellabelleza.Eso loentristecíaaél,y loremotaque era lo afligía, y advertía, al pasar, que no podía protegerla, y, cuandollegaba al seto, ya estaba triste. No podía hacer nada para ayudarla. Debíaquedarsecercayvigilar.Adecirverdad,lamalditaverdadesquelapresenciadeélhacíaquelascosasfueranpeorparaella.Erairascible,erasusceptible.SehabíaenfadadoconlodelFaro.Mirabahaciaelseto,lointrincadoqueera,looscuroqueera.

Siempre,pensabaMrs.Ramsay,podíaunaporsísolasalir,conrenuencia,delasoledad,agarrándoseacualquiercosa,aalgúnsonido,aalgunaimagen.Escuchaba, pero todo estaba callado: había terminado el críquet, los niñosestabanbañándose;sóloseoíael rumorde lamar.Dejóde tejer,duranteunmomentosequedócolgandodesusmanoselcalcetíndecolorcastañorojizo.Volvióaverlaluz.Conunapuntadeironíaenlainterrogativamirada,porque,cuandounaestababiendespierta,lascosascambiaban,dirigiólosojoshacialaluz,laluzsinpiedad,sinremordimiento,queeraenbuenamedidaellamisma,pero, a la vez, era tan poco ella misma que la tenía a su capricho (sedespertabaporlasnoches,yseerguíaenlacama,yveíacómobarríaelsuelo);pero, con todo, pensaba, mirando fascinada, hipnotizada, como si la luzpalparacondedosdeplataalgúnvasoocultodesumentecuyaexplosión lainundase de satisfacción y placer, había conocido la felicidad, una felicidadexquisita,unafelicidad intensa;yahoraargentaba la luz lasairadasolasconunbrilloalgomásintenso,aldeclinarlaluzdiurna;yelazuldesaparecíadelamar,ysedesplegabaéstaenolasdecolorlimón,quecrecíanyrompíanenlaplaya,yeléxtasisestallabaensusojos,yolasdepurodeleiterecomanelsuelodesumente,ysedecía¡basta!,¡basta!

Se volvió y la vio. ¡Ah!Era un encanto, eramás encantadora de lo quehubiera imaginado. Pero no podía hablar con ella. No podía interrumpirla.Tenía urgentes deseos de hablar con ella, ahora que James se había ido, ycuandoporfinsehabíaquedadosola.Perotomóunadecisión,no,noqueríainterrumpirsusoledad.Estabaremotamentelejosdeélahora,consubelleza,sutristeza.Ladejaríaenpaz,ypasójuntoaellasindecirunapalabra,aunquelohirióelverqueellaestabatanlejos,quenopodíallegaraella,quenopodíahacer nada para ayudarla. Habría vuelto a pasar junto a ella sin decir unapalabrasiella,enesemismomomento,nolehubieradadoaélporsupropiavoluntad loquesabíaqueélnuncapediría; lo llamó,cogióelchalverdedelmarcodelcuadro,sefueconél.Porque,ellalosabía,queríaprotegerla.

12

Secubrióloshombrosconelchalverde.Ledioelbrazo.Eratanhermoso,dijo ella, hablando de Kennedy, el jardinero; era tan guapo que no podíadespedirlo.Habíaunaescaleraapoyadacontraelinvernadero,yhabíasaquitosde cemento por todas partes, porque estaban comenzando a reparar elinvernadero.Sí,peromientrasellapaseabaconsumaridosabíaqueyahabíaunanuevafuentedeinquietudes.Estuvoapuntodedecir,mientraspaseaban:«Nos costará cincuenta libras»; pero no se atrevió a hablar de dinero, y sededicóahablarde lospájarosquematabaJasper,yél ledijo,paracalmarla

inmediatamente,queeranormalenunmuchacho,yqueestabasegurodequeno tardaría mucho tiempo en hallar mejores formas de diversión. Era tansensato sumarido, tan justo.Y ella dijo: «Sí, todos los niños pasan por lasmismas etapas», y empezaba a pensar en las dalias del parterre grande, y apreguntarseporlasfloresdelañopróximo,yquesihabíaoídocómollamabanlosniñosaCharlesTansley.Elateo,lollaman,elateazo.

—Noespersonamuyrefinada—dijoMr.Ramsay.

—Nimuchomenos—dijoella.

Creía que estaba bien eso de dejarlo solo un rato, dijo Mrs. Ramsay,preguntándosesiestaríabienenviarlessemillas,¿lasplantarían?

—Tiene que escribir lamemoria—dijoMr.Ramsay.Demasiado bien losabía,dijoMrs.Ramsay,nohablabadeotracosa.Era lode la influenciadealguiensobrealgo.

—Bueno,esconloúnicoquecuenta—dijoMr.Ramsay.

—Al cielo pido que no se enamore de Prue —dijo Mrs. Ramsay. Ladesheredaríasisecasaraconél,dijoMr.Ramsay.Nomirabahacialasflores,suesposasí;élmirabahaciaarriba,haciaunpuntoqueestabaaunostreintacentímetros por encima de su cabeza. Era inofensivo, agregó él, y estaba apuntodedecirqueeraelúnicohombredeInglaterraqueadmirabasu...,perosecontuvo.Noqueríamolestarlaconsuslibros.Lasfloreseranunlogro,dijoMr.Ramsay,bajandolamirada,yviendoalgorojo,algodecolorcastaño.Sí,peroéstaslashabíaplantadoellaconsuspropiasmanos,dijoMrs.Ramsay.Lapregunta era: ¿qué sucedería si mandaba las semillas?, ¿Kennedyacostumbrabaaplantarlas?Quéperezosoera,añadióella,avanzando.Cuandoella se pasaba todo el día con la azada en lamano, entonces, a veces, él seanimabayhacíaalgo.Siguieroncaminando,hacialasliliáceascomobarrasalrojovivo.

—Estás enseñando a tus hijas a exagerar—dijoMr.Ramsay amodo dereproche.SutíaCamillaeramuchopeorqueella,observóMrs.Ramsay.

—Queyosepa,nadiehadichoquetíaCamillaseaunmodelodenada—dijoMr.Ramsay.

—Lamujermásguapaqueheconocido—dijoMrs.Ramsay.

—Hahabido otras—dijoMr.Ramsay. Prue iba a sermuchomás guapaqueella,dijoMrs.Ramsay.Nohabíaseñalesdeeso,dijoMr.Ramsay.

—Bueno,fíjateenellaestanoche—dijoMrs.Ramsay.Sedetuvieron.Éldijoque legustaríahallarelmodode induciraAndrewaesforzarsemásensustareas.Sinolohacía,perderíalaocasióndeobteneralgunabeca.

—¡Ah,lasbecas!—exclamóella.Mr.Ramsaypensóqueeraunatontainaporhablarasídeunasuntotanseriocomoeraeldelasbecas.SeríaunorgulloparaélqueAndrewobtuvieraunabeca,dijo.Yellaestaríaigualdeorgullosaaunquenolaobtuviera,dijoella.Nuncaseponíandeacuerdoenesto,peronoimportaba.Aellalegustabaqueélcreyeraenlasbecas,yaéllegustabaqueellaestuvieraorgullosahicieraloquehiciera.Derepente,ellaseacordódelossenderosjuntoalosacantilados.

¿Nosehabíahechotarde?,preguntóella.Aúnnohabíanregresado.Abrió,sinningúncuidado,latapaderesortedelreloj.Peroacababandedarlassiete.Mantuvoelrelojabiertoduranteunmomento,estabadecidiendosilediríaono loquehabíaestadopensandoen la terraza.Paraempezar,noera sensatoestar tan nerviosa. Andrew sabía cuidarse bien. Entonces quiso decirle quecuandohabíaestadopaseandoporlaterraza,hacíaunosminutos...yalllegaraestepuntosesintióincómodo,comosiestorbaralasoledad,elaislamiento,ladistanciadeella...Peroellalepidióquesiguiera.Quéesloquequeríadecirle,lepreguntó,pensandoenquesetratabadealgodelFaro,quesearrepentíadehaberledicho:«Malditaseas.»Perono.Esquenolegustabaverlatantriste.Essóloquepiensoenlasmusarañas,dijoruborizándose.Ambossesintieronincómodos,comosinosupieransiteníanqueseguirpaseandoositeníanquevolver. Había estado leyéndole cuentos a James, dijo. No, eso no podíancompartirlo;nopodíandecirlo.

Habíanllegadoa laaberturaenelseto,flanqueadapor losdosgruposdeliliáceascomobarrasalrojovivo,ydenuevoseveíaelFaro,peronoquisomirar en aquella dirección. Si hubiera sabido que la miraba, pensó, no sehabríaquedadoallí.Nolegustabanadaquelerecordaranquelahabíanvistosentada, pensativa.Miró por encima del hombro, hacia el pueblo.Las luceshacíanondas,ydiscurríancomosifuerangotasdeaguaqueelvientosujetaracon firmeza.Y toda lapobreza, todoel sufrimientohabíandadoen aquello,pensóMrs.Ramsay. Las luces del pueblo y de la bahía y las de los barcosparecíanunaredfantasmalqueflotaraallícomolabalizadeseñalesdealgoquesehubierahundido.Bueno,siélnopodíacompartirlospensamientosconella, se dijoMr. Ramsay, entonces se dedicaría a los suyos, por su cuenta.Quería seguir reflexionando, repetirse la anécdota de cómo Hume se habíacaído a una charca; quería reírse. Pero, en primer lugar, era una necedadpreocuparsedemasiadopor laausenciadeAndrew.A laedaddeAndrew,élsolía caminar por los campos durante todo el día, con unas galletas en elbolsillo,ynadiesepreocupabaporél,nitemíanquesehubieradespeñadoporlosacantilados.Dijoenvozaltaqueestabapensandohacerunamarchadeundíasihacíabuentiempo.YaestabaalgohartodeBankesyCarmichael.Queríaalgodesoledad.Sí,dijoella.Lefastidiabaqueellanoprotestara.Ellaestabasegura de que no lo haría. Era demasiado viejo para pasar todo el día demarchaconunasgalletasenelbolsillo.Sepreocupabaporlosniños,perono

porél.Hacíamuchosaños, antesdecasarse, seacordó,mientrasmirabanalotro lado de la bahía, entre los dos grupos de liliáceas como barras al rojovivo,dequehabíaestadoandandotodoundíasinparar.Habíaalmorzadopanconquesoenunbar.Habíaestadocaminandodiezhorassindetenerse;habíaunaviejaquedevezencuandoentrabaencasayatendíaelfuego.Esaeralacomarcaquelegustaba,porallí,porlascolinasarenosasquesedifuminabanenlaoscuridad.Podíaestarunoandandotodoeldíasinencontrarseconnadie.Apenas había alguna casa o un solo pueblo enmuchasmillas a la redonda.Podía cualquiera expulsar, en completa soledad, las preocupaciones a fuerzadepensarenellas.Habíapequeñasensenadasalasquenohabíallegadonadiedesde el principio de los tiempos. Las focas se sentaban y se te quedabanmirando.Avecespensabaqueenunacasitaporallíperdida,solo...,seseparó,conunbostezo.No teníaningúnderecho.Teníaochohijos: recordó.Habríasidounanimal, unbruto si deseara cambiar algo.Andrewseríamejorde loquehabíasidoél.Prueseríaunamujermuyhermosa,segúnsumadre.Apenasunmomentopodríandetenerlamareaquesubía.Nohabíaestadonadamal,lode los ocho hijos. Demostraban que después de todo no maldecía todo eldesdichadoy tristeuniverso;porqueenuna tardecomoésta, alver cómo latierra se difuminaba en el horizonte, la islita parecía ridículamentepequeña,mediosepultadaporelmar.

«Tristelugar»,murmurósuspirando.

Looyó.Eldecíasiemprecosasmuymelancólicas,peroellasedabacuentadequeencuantolashabíadichoparecíamáscontentoquedecostumbre.Ellacreíaque todoestodedecir frases rotundaseraun jueguecito,porquesiellahubiera dicho la mitad de las cosas que decía él, a estas horas le habríaestalladolacabeza.

Lafastidiabaestodelasfrases,y,delaformamásnaturalposible,ledijoquehacíaunatardeespléndida.Yquenosequejara,ledijo,medioriéndose,medio quejándose, porque intuía en qué estaba pensando: habría escritomejoreslibrossinosehubieracasado.

Nosequejaba,dijo.Ella sabíaqueno sequejaba.Sabíaqueno teníadequéquejarse.Lecogiólamano,selallevóaloslabioscontalpasiónquehizoqueaellaselellenaranlosojosdelágrimas,yderepentelasoltó.

Dieronlaespaldaalavista,comenzaronasubir,cogidosdelbrazo,porelcaminodondecrecíanunasplantasenformadelanza,decolorverdeplateado.Elbrazoeracasicomoeldeunjoven,pensabaMrs.Ramsay,flacoyduro,ypensócomplacida en lo fuerteque era todavía, aunque teníamásde sesentaaños, y qué indómito y optimista, y lo extraño que era que, sabiendo lohorrorosoqueera todo,noparecieraestarmuydeprimido,sino,alcontrario,alegre. ¿No era raro?, se dijo. A decir verdad, a veces le parecía que era

diferente al resto de la gente: ciego, sordoymudo ante los acontecimientostriviales, pero con una vista de águila para las cosas extraordinarias. Sucapacidaddecomprensiónaveces laasombraba.Pero¿advertía lapresenciadelasflores?,no.¿Ladelpaisaje?,no.¿Advertíasiquieralabellezadesuhija,o si estabacomiendoembutidosounasado?Se sentabaa lamesaconelloscomo si fuera un personaje de un sueño.Y, se temía ella, esa costumbre dehablarenvozalta,oderecitarpoesía,seleacentuabacadavezmás;porqueaveceserauntantopreocupante:

Bestandbrightest,comeaway!

AlapobrecitaMissGiddings,cuandoaparecíagritándolecosascomoésta,casi se le salía el corazón del pecho por el susto. Pero, al momento, Mrs.Ramsayseponíadesupartecontra todaslasestúpidasGiddingsdelmundo;entonces,haciendounalevepresiónenelbrazodeél,lehizosaberquesubíanla cuesta demasiado aprisa para ella, y que quería detenerse para ver si lastoperasdelaorillaerannuevas;entonces,alagacharseamirar,pensóqueunamentecomoladeélalafuerzateníaqueserdiferentedelasnuestras.Todoslosgrandeshombresqueellahabíaconocido,pensó,trasconcluirquedebíadehaberdentrounconejo,eraniguales,yestababienquelosjóvenes(aunquelaatmósfera de las clases estaba muy cargada, y la deprimía hasta loinsoportable),sencillamente,seacercaranaescucharle.Perosinosecazabanlos conejos, ¿cómo impedir que proliferaran?, se preguntó. Podría ser unconejo,podríaseruntopo.Algunaalimañaledestruíalashierbasdeasno.Allevantarlamirada,viosobrelosdelgadosárboleslaprimeraestrella,yquisoquesumarido laviera también;porqueverunaestrella leproporcionabaungranplacer.Perosecontuvo.Élnuncamirabalascosas.Sihubieramirado,loúnico que se le habría ocurrido decir sería: Pobrecito mundo, y habríasuspirado.

En aquelmomento, dijo, «Muy bonitas», para complacerla, y fingió queadmirabalasflores.Perodemasiadobiensabíaellaquenolasadmiraba,yquenisiquierasedabacuentadequeestuvieranallí.Sóloeraparacomplacerla...Ah,pero¿noeraLilyBriscoelaquepaseabaconWilliamBankes?Dirigiósusojos de miope hacia la pareja que se perdía a lo lejos. Sí, era ella. ¿Nosignificabaesoque ibana casarse? ¡Sí, seguroque sí! ¡Qué idea tanbuena!¡Teníanquecasarse!

13

ConocíaÁmsterdam,decíaMr.Bankesmientrascaminabaporeljardínencompañía de Lily Briscoe. Había estado viendo los Rembrandt. Conocía

Madrid. Desdichadamente era Viernes Santo, y el Prado estaba cerrado.TambiénhabíaestadoenRoma.¿ConocíaRomaMissBriscoe?Ah,puesteníaque...seríaunaexperienciamaravillosaparaella...laCapillaSixtina,MiguelÁngel, los Giotto de Padua. Su mujer había estado muy delicada de saluddurantemuchosaños,deformaquenohabíantenidoocasióndevermuchascosas.

Ella conocía Bruselas, París, pero aquí estuvo sólo en una visita muyrápida, para ver a una tía enferma. Conocía Dresde, había montañas decuadrosquenohabíapodidover;sinembargo,LilyBriscoereflexionó,acasoeramejornoverloscuadros:lehacíansentirseirremisiblementedescontentaconsupropiaobra.Mr.Bankespensabaqueesepuntodevistapodíallevarsequizá demasiado lejos. No todos podemos ser Tiziano o Darwin, dijo; y,además, creía que los Darwin y los Tiziano existían porque había personassencillascomonosotros.ALilylehabríagustadodeciralgoamablesobreél:usted no es una persona cualquiera, Mr. Bankes; eso es lo que le habríagustadodecir.Peroaélnolegustabanloscumplidos(aunquesílegustanalamayoríadeloshombres,pensó),ysesintióunpocoavergonzadadeestaidea,mientrasqueleescuchabadecirqueacasoestaideaerainaplicablealcasodela pintura. En cualquier caso, dijo Lily, desprendiéndose de su modestainsinceridad, ella nunca dejaría de pintar, porque le interesaba. Sí, dijoMr.Bankes,estabaconvencidodequeseguiría,al llegaralextremodel jardín lepreguntó si le costaba inspirarse para pintar en Londres; luego, de vuelta,vieronalosRamsay.Asíqueesoeselmatrimonio,pensóLily,unhombreyunamujer quemiran a una niña que arroja una pelota. Esto es lo queMrs.Ramsay quería decirme el otro día, pensó. Porque llevaba el chal de colorverde,yestabanjuntos,mirabancómoPrueyJaspersearrojabanlapelota.Derepente, sin justificación aparente, como cuando alguien salía del metro, opulsabaeltimbredeunapuerta,descendíaunsignificadosobrelagente,ylaconvertíaensimbólica,enrepresentativa;acababadeconvertirlos,ahí,enpie,en medio del crepúsculo, absortos, en símbolos del matrimonio, marido ymujer. Luego, un momento después, ese perfil simbólico, que había vueltotrascendenteslasfigurasreales,sedesvaneciódenuevo,yvolvieronaserMr.y Mrs. Ramsay, que miraban cómo los niños se arrojaban la pelota. Perotodavía,duranteunmomento,aunqueMrs.Ramsaylossaludóconlasonrisadecostumbre(ah,estarápensandoquevamosacasarnos,pensóLily),ydijo:«Esta noche he triunfado», con lo que quería decir que, por una vez, Mr.Bankeshabíaaceptadounainvitaciónacenar,yquenosaldríacorriendoparair a su alojamiento donde su criado le cocinaba las verduras a su gusto;todavía, durante unmomento, hubo la sensación de que las cosas se habíandesperdigadocomoenunaexplosión,hubocomounaconcienciadelespacio,deirresponsabilidad,mientraslapelotaascendía,ylaseguíanhastaperderla,yveían la estrella solitaria, y las ramas con sus atavíos. En medio de la luz

declinante todos parecían más cortantes, más etéreos, y como si estuvieranseparados por enormes distancias. Entonces, tras retroceder un buen trecho(parecía como si también la solidez se hubiera desvanecido), Prue comió atoda prisa hacia ellos, y cogió la pelota, con gran destreza, con la manoizquierda,ysumadredijo:

—¿No han regresado todavía? —lo cual rompió el encantamiento. Mr.RamsaysesintióautorizadoareírsedeHumeenvozalta,quesehabíacaídoaunacharcadelaquenopodíasalir,ydedondelohabíarescatadounaancianacon la condición de que dijera un padrenuestro; se dirigió a su estudioriéndose.Mrs.Ramsay,trayendodenuevoaPruealsenodelavidafamiliar,delaquesehabíaescapadoparajugaratirarlapelota,preguntó:

—¿HaidoNancyconellos?

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(Claroquesí,Nancyhabíaidoconellos,porqueMintaDoyleselohabíapedidoconunamiradamuda,conlamanoextendida,cuandoNancyyaseiba,traselalmuerzo,alático,paraescaparsedelhorrordelavidafamiliar.Habíapensadoque tenía que ir.Noquería ir.Noquería que la arrastraran.PorquecuandocaminabanporelsenderodelosacantiladosMinta lecogía lamano.La soltaba. Volvía a cogérsela. ¿Qué quería? Se preguntaba Nancy. Porsupuesto,habíaalgoquelagentequería;porquecuandoMintalecogíadelamano,Nancy,acontrapelo,veíacómoelmundoseextendíabajoella,comosifueraConstantinoplaatravésdelaniebla,ydespués,pormuysoñolientaqueestuvierauna,teníaquepreguntar:«¿SantaSoga?»«¿ElCuernodeOro?»DeformaqueNancy, cuandoMinta le cogía de lamano, se preguntaba: «¿Quéquiere?,¿esesto?»,y¿quéesesto?Devezencuandobrotabandelaniebla—mientras Nancy miraba cómo la vida se extendía bajo ella— minaretes,cúpulas;cosasprominentes,sinnombres.PerocuandoMintasoltabalamano,como hizo cuando bajaron la cuesta corriendo, todo aquello, la cúpula, elminarete, todo lo que sobresalía por encima de la niebla, volvía a hundirse,desaparecía.

Minta, observó Andrew, era una buena caminante. Llevaba ropas mássensatas que la mayoría de las mujeres. Llevaba faldas muy cortas, ypantalones cortos negros. Se metía sin pensarlo en cualquier arroyo, y lovadeaba.Aéllegustabalotemerariaqueera,perosedabacuentadequeesonoerabueno:cualquierdíasemataríadelaformamásidiota.Alparecer,nadaledabamiedo...exceptolostoros.Encuantoveíauntoroenelcampo,echabaacorrergritando,queeraexactamenteloqueenfurecíaalostoros.Peronole

importabanada reconocerlo,habíaqueadmitirlo.Sabíaqueeraunamiedicacon los toros, decía. No le extrañaría que la hubiera derribado uno delcochecito cuando era niña. Pero no parecía darle gran importancia a lo quedecía o hacía. Bruscamente se acercó al borde del precipicio, y comenzó acantaralgosobre:

Malditostusojos,malditostusojos.

Ytodosteníanquehacerleelcoro,yempezaragritar:

Malditostusojos,malditostusojos.

Peroseríaunapenaquesubieralamarea,ycubrieratodoslosbuenoscotosdecazaantesdequepudieranllegaralaplaya.

«Unapena»,Paulsemostródeacuerdo,yselevantóderepente,ymientrasdescendían a rastras, no dejaba de leerles, de la guía, que «estas islas sonjustamentecélebresporsuspaisajesqueparecenparques,yporlacantidadyvariedad de sus especiesmarinas». Pero de nada servía, tanto gritar y tantomaldecir los ojos, pensó Andrew, bajando con cuidado por el acantilado, yestodedarleamistososgolpecitosenlaespalda,yesodedecirqueera«buenchico»,ytodoeso,noservíadenada.Eraelinconvenientedellevarmujeresenestasexpediciones.Sesepararonencuantollegaronalaplaya,élsefuealaNariz del Papa, se quitó los zapatos, metió los calcetines dentro; Nancychapoteóhastasuspropiasrocas,buscósuscharcas,ydejóquelaparejaselasarreglaráporsucuenta.Seagachóypalpólasanémonasmarinas,suavescomocaucho,pegadascomomasasde jaleaauncostadode lapiedra.Meditativa,convirtiólacharcaenunmar,ylospececillosfuerontiburonesyballenas,yproyectó vastas nubes sobre este diminuto mundo, interponiendo la manoentreelsolylatierra,y,comoelpropioDios,trajoasílaoscuridadyelpesaramillonesdeseresignorantesyfelices;derepenteretirólamano,ydejóqueel sol luciera de nuevo. Sobre la pálida arena surcada en todas direcciones,marcandoel paso, acorazado, conmanoplas, desfilabaun fantástico leviatán—seguíahaciendocrecerelcharco—,sedeslizóhacialasanchasfisurasdelafaldadelamontaña.Después,lamiradaabandonódeformaimperceptiblelacharca,ydescansóenlaimprecisalíneaenlaqueseuníanelcieloyelmar,enlos troncos de los árboles que el humo de los barcos de vapor sobre elhorizontehacíaestremecerse;presadelpoderdelflujoydelinevitablereflujo,sequedóhipnotizada;ylosdossentidosdelainmensidadylamenudencia—elcharcohabíadisminuidodenuevo—queflorecíanenmediodeestosflujoslehicieronsentirqueestabaatadadepiesymanos,quenopodíamoverseacausadelaintensidaddelossentimientosquereducíanparasiempresupropiocuerpo,suvida, lasvidasde todoelmundo,a lanada.Escuchando lasolas,agachadajuntoalcharco,enesomeditaba.

Andrewdijo agritosque subía lamarea, dioun salto, comenzó a correr

chapoteandosobre lasolasque llegabanyaa laorilla; corrióhacia laplaya,donde llevadapor supropio ímpetuypor el deseodemoverse con rapidez,apareció justo tras una piedra, donde, ¡cielos!, ¡Paul y Minta estabanabrazados!, ¡quizá habían estado besándose! Se sintió afrentada, indignada.Andrewyellasepusieronloscalcetinesyloszapatosencompletosilencio,nodijeron ni una sola palabra sobre el asunto. A decir verdad, había ciertahostilidadentreellos.Teníaquehaberlellamadoencuantovioelcangrejooloquefuera,gruñíaAndrew.Sinembargo,ambospensaban,noesculpanuestra.Ellosnoqueríanquehubierasucedidoaquelpenosoincidente.Noobstante,aAndrew le irritaba que Nancy fuera mujer; y a Nancy, que Andrew fuerahombre;seecharonloscordones,ehicieronloslazoscontodoesmero.

FuecuandollegaronalacimadelacantiladocuandoMintadijoquehabíaperdido el broche de su abuela —el único adorno que poseía—, un saucellorón,teníanquerecordarlo,conperlasengastadas.Teníanquehaberlovisto,les decía; lloraba; era el broche que había llevado prendido su abuela en elsombrero hasta el último día de su vida. Y lo había perdido. ¡Podía haberperdido cualquier otra cosa! Tenía que volver a buscarlo. Regresaron.Removieron, miraron, rebuscaron. Agachaban las cabezas, decían cosas envoz baja, refunfuñaban. PaulRayley buscaba como loco por la piedra en laque habían estado sentados. Todo este ajetreo por el broche no serviría denada,pensabaAndrewcuandoPaulledijo:«buscaentreestosdospuntos».Lamarea subía aprisa.Pronto elmarocultaría el lugar en el quehabían estadosentados. No tenían ni la más remota posibilidad de hallarlo. «¿Nosquedaremosaislados?»,gritóMinta,aterrorizada.

¡Comosihubierapeligrodequeesosucediera!Eracomoconlostoros,nocontrolaba sus emociones, pensóAndrew.Lasmujeres no podían.El infelizPaulintentócalmarla.Loshombres—AndrewyPaulsesintieronderepentevaroniles,diferentesdeloquenormalmenteeran—consideraronelasuntoconbrevedad,ydecidierondejarplantadoelbastóndePauldondehabíanestadosentados, para señalar el lugar, y para volver al día siguiente, con lamareabaja. Nada podía hacerse ahora. Si el broche estaba ahí, ahí seguiría al díasiguiente, le dijeron para calmarla, peroMinta no dejó de sollozarmientrasascendíandenuevohastalacimadelacantilado.Eraelbrochedesuabuela;no le habría importado nada perder cualquier otra cosa, pero, aunque deverdad le importaba haberlo perdido, en el fondo, no lloraba sólo por elbroche, había algomás.Quizádeberían sentarse todos, y quedarse llorando,pensaba.Peronosabíaporqué.

Avanzaban juntos, Paul yMinta; él la consolaba, y le decía que todo elmundoelogiabaeltalentoqueteníaparahallarcosasperdidas.Depequeño,enuna ocasión, se había encontrado un reloj de oro. Se levantaría al alba, yestabasegurodequelohallaría.Pensabaquecasiestaríaaoscuras,yqueen

ciertaformaseríabastantepeligroso.Comenzóadecirle,sinembargo,quelohallaría,yelladijoquenoqueríaoírledecirqueteníaquemadrugar:lohabíaperdido para siempre; estaba segura; había tenido un presentimiento alponérselo por la tarde. Él, sin decir nada, tomó la decisión de levantarse alalba, cuando todavía estuvieran todos dormidos; si no lo encontraba, iría aEdimburgo, a comprarunonuevo,peromásbonito.Ya ledemostraríade loqueeracapaz.Albajar lacuesta,alver las lucesdelpuebloencenderseunatrasotra, leparecíaqueerancomocosasqueibanasucederle:casarse, tenerhijos, una casa; luego, al llegar al camino principal, al que protegían unosarbustosmuyaltos,pensabaenqueseretiraríanjuntosaalgúnlugartranquilo,sededicaríanapasear, él laguiaría siempre,yella seapretaríaa él—comohacía en este momento. Al cambiar de dirección en el cruce pensó en quéexperiencia tanasombrosahabíasido,yenquedebíacontárseloaalguien:aMrs.Ramsay,porsupuesto,porquesequedósinalientoalconsiderar loquehabíapasado,loquehabíahecho.Congrandiferencia,lodepediraMintaquese casara con él había sido el peor momento de su vida. Iría directo acontárseloaMrs.Ramsay,porquepensabaquehabíasidoellaquienenciertaforma lo había obligado a hacerlo.Lehabía hecho creer que podía hacer loque se propusiera. Nadie más lo tomaba en serio. Pero ella le había hechocreerquepodíahacer loquequisiera.Habíaadvertidoquehoyhabíaestadomirándoloconstantemente, lohabíaseguidocon lavistaa todaspartes—sindecir una sola palabra—, como si estuviera diciéndole: «Sí, puedes. Tengoconfianzaenti.Seguroquetedecidirás.»Esoesloquelehabíahechosentir,yencuanto regresaran—buscaba las lucesde lacasa, sobre labahía—, iríaaverla,ylediría:«Lohehecho,Mrs.Ramsay,graciasausted.»Alentrarenlacallejaquellevabaalacasa,violucesquesemovíanallí,enlasventanasdelpisodearriba.Seguroquesehabíahechomuytarde,demasiado.Seguroqueestabanapuntodecenar.Lacasaestabacompletamenteiluminada,ylasluces,cuando había anochecido, proporcionaban a sus ojos una sensación deplenitud,ysedijo,deformainfantil,mientrasllegabanalacasa:Luces,luces,luces;alllegaralacasa,serepetía,comohipnotizado:Luces,luces,luces;sindejar demirar a todas partes, con cara de haber tomadounadecisión.Pero,cielos,sedijo, llevándose lamanoa lacorbata,nodebodar la impresióndequesoytonto.)

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—Sí —dijo Prue, de esa forma suya tan reflexiva, respondiendo a lapreguntadesumadre—,creoqueNancyhaidoconellos.

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Bien,entoncesNancysíque sehabía idoconellos,pensóMrs.Ramsay,preguntándose,mientrasdejabaelcepillo,cogíaelpeine,ydecía,«Adelante»,al oír que llamabana lapuerta (entraron JasperyRose), si el hechodequeNancytambiénhubieraidohacíamásprobableomenosprobablequehubierasucedidoalgo;eramenosprobable;enciertaforma,unaformamuyirracional;Mrs.Ramsayhabíallegadoaesaconclusión;además,seguroquenoeranadaprobable que hubiera habido un holocausto de esa magnitud. No podíanhaberse ahogado todos a la vez. De nuevo se sintió sola ante su eternaantagonista:lavida.

JasperyRosedijeronqueMildredquería saber si teníaqueesperarparaservirlacena.

—NiporlaReinadeInglaterra—dijoMrs.Ramsayconvehemencia—.Nipor la emperatriz de Méjico —añadió, riéndose de Jasper, porque Jaspercompartíaesedefectodesumadre:latendenciaalaexageración.

SiRosequería,dijo,mientras Jasper llevabael recado,podíaelegirle lasjoyas.

Cuandoinvitaunaaquincepersonasacenar,noselespuedehaceresperardeformaindefinida.Empezabaasentirsemolestaporlatardanza;demostrabamuypocaconsideraciónporpartedeellos,yademásdeestarpreocupadaporellos lemolestaba que fuera precisamente esta noche cuando llegaran tarde,porque deseaba que la cena de esta noche fuera especialmente agradable,porquehabíaconseguidoqueWilliamBankesaceptaraporfinunainvitaciónacenarconellos,eibanacomerlaobramaestradeMildred,BœufenDaube.Todo dependía de que las cosas se hicieran en su justo punto. El buey, ellaurel, el vino: todo tenía que echarse en elmomento preciso. No se podíaesperar.Y era esta noche, con todas las noches que había en el año, la quehabían elegido para salir, para volver tarde, y había que sacar las cosas,mantenercalientelacomida;elBœufenDaubeseestropearía.

Jasperleofrecióuncollardeópalos;Rose,unodeoro,¿cuálleiríamejoralvestidonegro?,¿cuál?,dijoMrs.Ramsaymirandodistraídahaciaelcuelloyhombros (pero evitando la cara) en el espejo. Entonces, mientras los niñosenredabanconsuscosas,vioporlaventanaunacosaquesiempreledivertía:unosgrajostomandoladecisióndeenquéárbolposarse.Parecíancambiardeintención sin cesar, se elevabandenuevo,porque, segúncreía, el grajomásviejo, el grajo padre, José lo llamaba, era un ave de carácter muy difícil yexigente. Era un pájaro viejo y demala reputación, teníamedio peladas lasalas.Eracomounancianocaballeroconsombrerodecopaaquiensolíaver

tocarlaflautaalapuertadeunbar.

«¡Mirad!»,decíariéndose.Sepeleabandeverdad.MaríayJosépeleaban.Echaban a volar de nuevo, barrían el cielo con las negras alas, dibujabanexquisitas formas de cimitarra en el aire. Las alas al moverse, moverse,moverse—nuncahabíapodidodescribirlodeformasatisfactoria—,eranunade lascosasmásmaravillosasparaella.Mira, ledijoaRose,esperandoqueRose lo viera con más claridad que ella misma. Porque los hijos a vecesmejoraban las percepciones de una. Pero ¿cuál? Habían sacado todas lasbandejasdel estuche.El collar deoro, italiano, o el collar deópalos, que lehabíatraídoeltíoJamesdesdelaIndia,o¿noseríanmejorlasamatistas?

—Elegid,elegid—dijo,confiandoenquesedieranprisa.

Perolesdejóquesetomarantodoeltiemponecesario:enparticulardejabaqueRosecogieraunacosay luegootra,yquepresentara las joyascontraelvestidonegro,porqueestapequeñaceremoniadelaeleccióndelasjoyas,queserepetíatodaslasnoches,eraloquemáslegustabaaRose,yellalosabía.Teníaalgunarazónsecretaparaatribuirgranimportanciaalhechodeelegirloquesumadreibaaponerse.Cuáleraesarazón,sepreguntabaMrs.Ramsay,mientras se quedaba quieta y dejaba que le abrochara el collar que hubieraelegido, intentando adivinar, en su propio pasado, alguna sensaciónincomunicable,ocultaeíntima,que,alaedaddeRose,pudieratenerunahaciasu propia madre. Como todos los sentimientos que tenía hacia sí misma,pensaba Mrs. Ramsay, la entristecía. Era tan inadecuado lo que una podíadevolver;yloquesentíaRoseguardabatanpocarelaciónconloqueellaerarealmente. Rose tenía que crecer, Rose tenía que sufrir, pensaba, con esasensibilidad tan vehemente que tenía; decía que ya estaba preparada, queteníanquebajar,yJasper,comoeraelcaballero,teníaqueofrecerleelbrazo;Rose, como era la dama de honor, tenía que llevar su pañuelo (le dio elpañuelo); ¿quémás?, ah, sí, podíahacer frío:unchal.Escógemeunchal, ledijo,porqueseguroqueaRose,queestabadestinadaasufrirtanto,legustaba.«Vaya—dijo,mirandoporlaventanadelrellano—,yaestánotravez.»Josésehabíaposadoenunacopadeárboldiferente.«¿Esque tepiensasqueno lesimporta—dijoaJasper—quelesrompanlasalas?»¿Porquéquerríadispararcontra los buenos de José y María? Remoloneó en las escaleras, se sintiócensurado,peronomucho,porqueellanosabíalodivertidoqueeradispararalos pájaros; no sentían nada; y al ser sumadre vivía en otra esfera, pero legustabanloscuentosdeJoséyMaría.Sereíaconellos.Aunque,¿cómoestabatan segura de que se trataba deMaría y José? ¿Creía que eran losmismospájaroslosqueseposabanenlosmismosárbolestodaslasnoches?,preguntó.Pero entonces, bruscamente, como todos los adultos, dejó de hacerle caso.Escuchabaunosrumoresqueproveníandelrecibidor.

«¡Ya han vuelto!», exclamó, y al momento siguiente se sintió más

enfadadaconellosquealiviada.Acontinuaciónsepreguntó,¿habríapasado?Si bajaba, se lo dirían... pero, no. No podrían decirle nada, con tanta gentealrededor. Así que tenía que bajar, y empezar con lo de la cena, y esperar.Descendió, cruzó el recibidor, como una reina que, al hallar a sus súbditosreunidos en la sala, los mirara desde lo alto, y aceptara su homenaje ensilencio, y aceptara su fidelidad y sus genuflexiones (Paul no movió ni unmúsculo,perosequedóconlamiradafijahaciadelante),siguióandando,hizouna leve inclinación con la cabeza, mientras aceptaba lo que no podíanexpresar:elhomenajeasubelleza.

Perosedetuvo.Olíaaquemado.¿SeríaposiblequehubierandejadoquesehicierademasiadoelBœufenDaube?sepreguntaba.¡ADiosrogabaqueno!Elgranclamordelgonganuncióconsolemnidad,conautoridad,aquienessehallaban lejos, en el ático, en los dormitorios, en sus escondites, leyendo,escribiendo, peinándose apresuradamente, o abrochándose los vestidos, queteníanquedejar de hacer lo que estuvieranhaciendo; y teníanquedejar lascosasdeloslavabos,delostocadores;yteníanquedejarlasnovelassobrelascamas;ylosdiarios,tanpersonales;yteníanquereunirseenelcomedorparalacena.

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Pero¿quéhehechodemivida?,pensabaMrs.Ramsay,mientrassedirigíaa su lugar en la cabecera de lamesa, y se quedabamirando los platos, quedibujabancírculosblancossobreelmantel.

—William, siéntese junto a mí —dijo—; Lily —dijo con algo deimpaciencia—,allí.

Ellosteníaneso—PaulRayleyyMintaDoyle—;ella,sóloesto:unamesade longitud infinita, platos y cuchillos. En el extremo opuesto estaba sumarido,sentado,postrado,conelceñofruncido.¿Porqué?Nolosabía.Noleimportaba. No comprendía cómo era posible que hubiera sentido ningúnafectoocariñohaciaél.Tenía lasensación,mientrasservía lasopa,deestarmásalládetodo,dehaberpasadoportodo,dehaberselibradodetodo;comosihubieraunremolino,allí,respectodelcualpudieraunaestardentroofuera,y leparecíacomosiellaestuvierafuera.Todotermina,pensaba,mientrasseacercabantodos,unotrasotro,CharlesTansley—«siénteseahí,porfavor»—,le dijo a Augustus Carmichael que se sentara y se sentó. Mientras tanto,esperaba,deformapasiva,aquealguienlerespondiera,aquesucedieraalgo.Peronosetratadedeciralgo,pensó,mientrasmetíaelcazoenlasopera,noesesoloquesehace.

Allevantarlascejas,antelacontradicción—unacosaeraloquepensaba;otra, loquehacía—,al sacar el cazode la sopa, advirtió, cadavezconmásintensidad, que estaba fuera del remolino; como si hubiera descendido unasombra, y, al quitar el color a todo, viera ahora las cosas como eran. Lahabitación (la recorrió con la mirada) era una habitación destartalada. Nohabía nada que fuera hermoso. Se abstuvo de mirar a Mr. Tansley. Nadaparecíaarmonizar.Todosestabanseparados.Todoelesfuerzodeunir,dehacerarmonizartodo,decreardescansabaenella.Denuevoconstató,sinhostilidad,eraunhecho,laesterilidaddeloshombres;loquenohicieraellanoloharíanadie;desuerteque,sisedieraasímismaunapequeñasacudida,comolaquesedaaunrelojdepulseraquehubieradejadodefuncionar,elviejopulsodesiemprecomenzaríaalatirdenuevo;elrelojcomienzadenuevoafuncionar:un, dos, tres; un, dos, tres. Etcétera, etcétera, se repitió, prestando atención,cuidandoyabrigandoeltodavíatenuelatido,aligualqueseprotegeunadébilllamitaconunperiódicoquelaresguarde.Deformaque,alfinalsedirigióaWilliamBankes con un gestomudo, ¡el pobre!, no tenía esposa ni hijos, ysiempre,exceptoestanoche,cenabasoloensuapartamento; ledabapena,ycomo la vida ya había afianzado su poder sobre ella, retomó la vieja tarea;comounmarino,nosinfatiga,vecómosetiendenlasvelasalviento,peronotiene ningunas ganas de continuar, y piensa que preferiría que el barco sehubierahundido,parapoderdescansarenelfondodelmar.

—¿Harecogidolascartas?Pedíquelasdejaranenelrecibidor—ledijoaWilliamBankes.

LilyBriscoeveíacómosedejabairMrs.Ramsayhaciaesaextrañatierrade nadie adonde no se puede seguir a la gente; sin embargo, los que semarchaninfligentaldoloraquieneslosvenpartirqueintentancuandomenosseguirlos con lamirada, como se sigue con lavista losbarcoshastaque lasvelasdesaparecentraslalíneadelhorizonte.

Qué vieja está, y qué cansada parece, pensó Lily, y qué remota. AcontinuaciónMrs.RamsaysevolvióhaciaWilliamBankes,sonriendo,parecíacomosielbarcohubieracambiadoderumbo,yelsolbrillarasobrelasvelasde nuevo; y Lily pensó, con cierto regocijo, al sentirse aliviada, ¿por quésientepenaporél?Porqueésaeralaimpresiónquehabíacausado,cuandodijolo de que las cartas estaban en el recibidor. PobreWilliamBankes, parecíahaberdicho,comosielpropiocansanciohubieraprovocadoenparteelsentirpena por la gente; y la vida, la decisión de revivir, le hubiera resucitado lapiedad.Noeracierto,pensóLily,eraunadeesasequivocacionesdeellaqueparecíanintuitivas,yqueparecíannacerdealgunanecesidadpropia,nodelagente.Nohaydequéapiadarse.Tienesutrabajo,sedijoLily.Recordó,comosihubieraencontradountesoro,quetambiénellateníauntrabajo.Derepenteviosucuadro;pensó,sí,centraréelárbol;evitaréasíesosenojososespacios

vacíos.Haréeso.Esesoloquemeimpedíaavanzar.Cogióelsalero,yvolvióa dejarlo sobre una flor del dibujo del mantel, para recordar que tenía quecambiarelárboldelugar.

—Raroesquevengaalgointeresanteporcorreo,y,sinembargo,siempreloesperaunoconinterés—dijoMr.Bankes.

Quétonteríasdicen,pensabaCharlesTansley,dejandolacucharacontodaprecisión en medio del plato, que estaba completamente vacío, como si,pensabaLily(estabasentadoenfrentedeella,deespaldasa laventana, justoenmedio),quisieraasegurarsedequecomía.Todoenél teníaesamezquinaconstancia,esadesnudainsensibilidad.Pero,noobstante,lascosaserancomoeran, era casi imposible que alguien no gustara si se le prestaba suficienteatención.Legustabansusojos:azules,profundos,imponentes.

—¿Escribe ustedmuchas cartas,Mr. Tansley?—preguntóMrs. Ramsay,apiadándosedeél también,supusoLily;porqueesoeraunacaracterísticadeMrs.Ramsay—le daban pena los hombres, como si creyera que les faltabaalgo—;peronoledabanpenalasmujeres—comosiaellaslessobraranlascosas.Escribíaasumadre;perofueradeeso,creíaquenoenviabamásdeunacartaalmes,dijoMr.Tansley,conbrevedad.

Desdeluegoélnoibaadedicarseahablardelastonteríasdelasqueelloshablaban. No iba a dejar que estas tontas lo trataran con condescendencia.Había estado leyendo en la habitación, al bajar todo le pareció necio,superficial, frívolo. ¿Por qué se vestían para cenar? Él había bajado con laropa de costumbre. No tenía ropa elegante. «Raro es que venga algointeresantepor correo»:deestoesde loquehablaban siempre.Obligabanaque los hombres dijeran cosas como ésa. Sí, pues era verdad, pensó.Nuncarecibían nada interesante en todo el año. Lo único que hacían era charlar,charlar,charlar,comer,comer,comer.Eraculpade lasmujeres.Lasmujereshacían que la civilización fuera imposible, con todo su «encanto» y sunecedad.

—No vamos al Faro mañana, Mrs. Ramsay —dijo con decisión. Legustaba,laadmiraba,todavíaseacordabadelhombredelalcantarilladoquesehabíaquedadomirándola,pero,parareafirmarse,sesintióenlaobligacióndeexpresarsedeformadecidida.

Realmente,pensabaLilyBriscoe,apesardelosojos,eraelhombremenosencantadorquehubieraconocidoentodasuvida.Pero,entonces,¿porquélepreocupabaloquedijera?Nosabenescribirlasmujeres,nosabenpintar.¿Quéimportabaquelodijera,sieraevidentequenolodecíaporquelocreyera,sinoporqueporalgúnmotivoleeraconvenientedecirlo,yporesemotivolodecía?¿Porquéseinclinabatodaella,todosuser,comoloscerealesbajoelviento,yvolvía a erguirse, para vencer esa postración, sólo tras grande y doloroso

esfuerzo? Tenía que volver a hacerlo. Aquí está el dibujo del tallo en elmantel; aquí, mi pintura; debo colocar el árbol en medio; eso es loimportante...nadamás.¿Nopodíaaferrarseaeso,sepreguntaba,ynoperderla paciencia, y no discutir?; y si quería una ración de venganza, ¿no podíareírsedeél?

—Ah,Mr.Tansley—dijo—,llévemealFaro.Meencantaríair.

Mentíaparaqueélloadvirtiera.Nodecíaloquepensaba,parafastidiarlo,poralgúnmotivo.Sereíadeél.Llevabalosviejospantalonesdefranela.Notenía otros. Se sentíamal, aislado, solo. Sabía que ella intentaba tomarle elpeloporalgúnmotivo;noqueríairalFaroconél;lodespreciaba,aligualquePrue Ramsay, igual que todos los demás. Pero no iba a consentir que unasmujereslehicieranpasarportonto,asíesquesediolavueltaenlasilla,mirópor la ventana, con unmovimiento brusco, y con grosería le dijo que haríademasiadomaloparaellamañana.Semareará.

Lemolestaba que ella le hubiera hecho hablar así, porqueMrs. Ramsayestaba escuchando. Si pudiera estar en la habitación, trabajando, pensaba,entrelibros.Sóloahísehallabaagusto.Nuncahabíadebidoniunpeniqueanadie; desde los quince años no le había costado a su padre ni un penique;inclusohabíaayudadoalosdecasaconsusahorros;pagabalaeducacióndesu hermana. No obstante, sí que le habría gustado saber contestar a MissBriscoedeformacorrecta,lehabríagustadonohaberrespondidodeesaformatantosca.«Semareará.»LegustaríahaberpodidopensaralgoquedeciraMrs.Ramsay,algoquedemostraraquenoerasólounpedantón.Esoes loquesepensaban que era. Se dirigió hacia ella. Pero Mrs. Ramsay hablaba conWilliamBankesdegenteaquienélnoconocía.

—Sí,yapuedellevárselo—dijo, interrumpiendolaconversaciónconMr.Bankes,paradirigirsealasirvienta—.Debedehacerquince,no,veinteaños,queno la veo—decía, dándole la espalda, como si nopudiera perder ni unminutode esta conversación, absorta, al parecer, en lo quedecían. ¡Así quehabía tenido noticias de ella esta misma tarde! Carrie, ¿vivía todavía enMarlow?, ¿todo seguía igual? Ay, recordaba todo como si hubiera ocurridoayer:lodeiralrío,elfrío.PerosilosManningdecidíaniraalgúnsitio,iban.¡Nunca olvidaría cuando Herbert mató una avispa con una cucharilla en laorilla del río! Todo seguía como entonces, murmuraba Mrs. Ramsay,deslizándosecomounfantasmaentrelassillasymesasdeaquelsalónjuntoalasorillasdelTámesisdondehacíaveinteañoshabíapasado tanto,ay, tantofrío;peroahoraregresabacomounfantasma;ysesentíafascinada,comosi,aunque ella hubiera cambiado, sin embargo, aquel día concreto, ahoratranquiloyhermoso,sehubieraconservadoallí,durantetodosestosaños.¿LehabíaescritolapropiaCarrie?,lepreguntó.

—Sí,mecuentaqueestánpreparandounnuevosalónparaelbillar—dijo.¡No!¡No!¡Esoesimposible!¡Prepararunnuevosalónparaelbillar!Aellaleparecíaimposible.

Mr.Bankesnoadvertíaquehubieranadatanraroenello.Ahoraestabanenmuybuenasituacióneconómica.¿QueríaqueledierarecuerdosaCarrie?

—¡Ah!—exclamóMrs.Ramsay,conunlevesobresalto.—No—añadió,pensandoenquenoconocíaaestaCarriequesehacíaprepararunanuevasalaparaelbillar.Perocuánextrañoera,repitió,anteladivertidasorpresadeMr.Bankes,quetodosiguieraigualallí.Porqueeraalgoextraordinariopensarquehabían podido seguir viviendo allí todos estos años, cuando ella no habíapensadoenellosniunasolavez.Lollenadeacontecimientosquehabíaestadosu propia vida durante este mismo tiempo. Aunque quizá Carrie Manningtampocohabíapensadoenella.Eraunaidearara,ledisgustaba.

—Lagentepierdelasrelacionesmuypronto—dijoMr.Bankes,sintiendo,noobstante,ciertasatisfacciónporqueélsíqueconocía tantoa losManningcomo a los Ramsay. Él no había olvidado las relaciones, pensó, dejando lacuchara,y limpiándoseescrupulosamente los labios.Peroquizáélnoeraunhombrecomún,pensó,respectodeestosasuntos;nuncalegustóatarseaunarutina. Tenía amigos entre toda clase de gentes... Mrs. Ramsay tuvo queinterrumpir la atención para decirle algo a la sirvienta acerca de quemantuvieran la comida caliente. Por esto es por lo que prefería cenar solo:estas interrupciones le fastidiaban. Bueno, pensaba Mr. Bankes, con unaactitudfundadaenunacortesíaexquisita,yextendiendolosdedosdelamanoizquierdasobreelmantel,aligualqueunmecánicoexaminaunaherramientareluciente y dispuesta para ser usada en un intervalo de ocio, tales son lossacrificiosquehayquehacerporlosamigos.Aellanolehabríagustadoquerechazaralainvitación.Peronolehabíamerecidolapena.Mientrasmirabalamano, pensaba en que si hubiera cenado solo, en estosmomentos, estaría apuntodehaberconcluido,yapodríaestartrabajando.Sí,unatremendapérdidadetiempo.Todavíanohabíanllegadotodoslosniños.

—¿Podría subir alguiena lahabitacióndeRoger?—decíaMrs.Ramsay.Quéinsignificanteeratodoesto,quéaburridoestodo,pensabaél,comparadocon lo otro, con el trabajo. Aquí estaba, tabaleando con los dedos sobre elmantel, cuando podría estar... vio su propio trabajo como a vista de pájaro.¡Vaya si eraperder el tiempo!Aunque, es unademismás antiguas amigas.Debo de ser uno de los fieles. Pero ahora, en este preciso momento lapresenciadeellanoledecíanada;subellezalodejabaindiferente;lodeestarsentadajuntoalaventanaconelniño:nada,nada.Deseabaestarsolo,ycogerdenuevoellibro.Sesentíaincómodo,sesentíafalso;lohacíasentirseasíelhechodeestar sentado juntoa ella,yno sentirnada.Lociertoesqueélnodisfrutabaconlavidafamiliar.Cuandosehallabaunoenestascircunstancias

escuandosepreguntaba,¿esparaqueprogreselarazahumanaparaloquesetoma uno tantas molestias? ¿Es eso tan deseable? ¿Somos una especieatractiva? No tanto, pensaba, mirando a los desaseados niños. Su favorita,Cam, pensaba, estaba en la cama. Preguntas necias, preguntas vanas,preguntasquenosehacíancuandohabíaalgoquehacer.¿Esestolavida?¿Esaquello? No había tiempo para pensar cosas como ésa. Pero aquí estabahaciéndose estas preguntas, porque Mrs. Ramsay daba instrucciones a lascriadas, y también porque le había llamado la atención, pensando en lareaccióndeMrs.RamsayalenterarsedequeCarrieManningseguíaviva,quelas amistades, incluso las mejores, fueran tan frágiles. Nos separamosinsensiblemente. Se lo reprochó de nuevo. Estaba sentado junto a Mrs.Ramsay,ynohabíanadaquedecir,nosabíaquédecirle.

—Cuántolosiento—dijoMrs.Ramsay,dirigiéndoseporfinaél.Sesentíaenvaradoyestéril,comounpardezapatosquesehubieranmojado,yluegosehubieran secado, y fuera imposible meter los pies en ellos. Pero no hayremedio, hay que meter los pies. Tenía que obligarse a hablar. Si no teníacuidado, ella advertiría su falsedad:queellano le importabanada;yesonoseríanadagrato,pensaba.Deformaque,concortesía,dirigiólacabezahaciaella.

—Cómo debe de detestar cenar en medio de este tumulto —le dijo,sirviéndose, como solía hacer cuando tenía la cabeza en otra cosa, de susmodales de alta sociedad. Cuando había una disputa de idiomas en algunareunión,lapresidenciarecomendaba,paralograrlaarmonía,queseusarasóloel francés.Quizá el francés no eramuy bueno. Puede que en francés no sehallen las palabras del pensamiento que se quería expresar; sin embargo,hablarfrancésimponeunasuertedeorden,ciertauniformidad.Contestándoleenlamismalengua,Mr.Bankesdijo:

—No,no,deesonada.

Mr.Tansley,quenoconocíadeestalenguanisiquierasusmásconocidosmonosílabos,tuvolasospechadequenoerasincero.Vayasidecíantonterías,pensó, los Ramsay; y se abalanzó sobre este nuevo ejemplo con alegría,redactandomentalmenteunanota,queundíadeéstosleeríaaunoodosdesusamigos. Entonces, en compañía de quienes le permitían a uno decir lo quequisiera,describiríadeformasarcásticalode«latemporadaconlosRamsay»,ylasnecedadesquedecían.Merecíalapenairunavez,diría,peronorepetir.Quéaburridaseranlasmujeres,diría.Desdeluego,Ramsayselomerecía,porhabersecasadoconunamujerhermosa,yporhaber tenidoochohijos.Seríaalgo parecido a esto, pero ahora, en estemomento, sentado, con un asientovacío junto a él, nada parecido a esto había ocurrido. Todo eran jirones yfragmentos.Sesentíaextremadamente,inclusofísicamente,incómodo.Queríaque alguien le diera la oportunidad de reafirmarse. Lo necesitaba con tanta

urgencia que hacía movimientos nerviosos sobre la silla, miraba a unapersona; luego,aotra; intentabaparticiparen laconversación,abría laboca,volvíaacerrarla.Hablabandelaspesquerías.¿Porquénadielepreguntabasuopinión?¿Quésabíanellosdepesquerías?

LilyBriscoesedabacuentadetodo.Sentadafrenteaél,¿noveía,comoenuna radiografía,en laoscura tiniebladesucarne, lascostillasy fémuresdeldeseo del joven de hacerse visible: esa delgada niebla con la que laconvenciónhabía recubierto sudeseodeparticiparen laconversación?Peropensaba,entrecerrandolosrasgadosojos,yrecordandoqueseburlabadelasmujeres,«nosabenpintar,nosabenescribir»,¿porquétengoqueayudarleaconsolarse?

Hayuncódigodeconducta,ella losabía,encuyoartículoséptimo(debedeser)sedicequeenocasionescomoéstacompetealamujer,sedediquealoquesededique,iraofrecerayudaaljovenquesesienteenfrentedeella,paraquepuedaexhibiryaliviarlosfémures,lascostillasdesuvanidad,suurgentedeseodeafirmarse;como,enverdad,esdeberdeellos, reflexionaba,consuhonradezdesolterona,ayudarnos,porejemplo,enelcasodequeelmetroseincendiara.Enesecaso,ciertamente,esperaríaqueMr.Tansleymerescatase.Pero ¿qué pasaría si ninguno de los dos hiciéramos lo que se esperaba? Sesonrió.

—No querrás ir al Faro, ¿no?, ¿Lily?—dijoMrs.Ramsay—.AcuérdatedelpobreMr.Langley;hadadolavueltaalmundoenvariasocasiones,perome confesó que nunca lo había pasado tanmal como cuandomimarido lollevóallí.¿Esustedbuenmarino,Mr.Tansley?—preguntó.

Mr. Tansley levantó un martillo, lo blandió en el aire, pero, al bajarlo,dándose cuenta de que no debía aplastar una mariposa con semejanteinstrumento, sólodijo queno se habíamareadonunca.Pero en esaoración,compactacomolapólvora,habíadejadootrainformación:quesuabuelohabíasidomarino;supadreerafarmacéutico;yélsehabíalabradosupropiofuturoconsuspropiosmedios;estabamuyorgullosodeello;éleraCharlesTansley,algode loquealparecernadie sedabacuenta, aunquemuypronto todos losabrían.Sudesdénloscontemplabadesdeunagrandistanciadeventaja.Hastacasipodíasentirpenaporestaspersonastanfinas,consucultura,queunodeestosdíasascenderíanalcielocomobalasdealgodónobarricasdemanzanas;muypronto,mediantelapólvoraquehabíaenelinteriordeCharlesTansley.

—¿Me llevará Mr. Tansley? —dijo Lily, con rapidez, con amabilidad,porque, por supuesto, siMrs. Ramsay le hubiera dicho, como, de hecho, lehabíadicho:«Meahogo,querida,enunmardellamas.Amenosqueapliquesalgún ungüento balsámico en este momento, y le digas algo amable a esejovendeahí, lavidaseestrellarácontralosarrecifes:adecirverdadyaoigo

chirridosymurmullos.Tengo losnervios tensoscomocuerdasdeviolín.Untoque más, y saltan», cuando Mrs. Ramsay hubo dicho todo esto, con lamirada,porsupuesto,nomenosdecincuentaveces,Lilytuvoquerenunciaralexperimento—qué es lo que sucedería si decidiera no ser buena con aqueljoven—,ydecidióserbuena.

Juzgandoadecuadamenteelcambiodehumor—ahorasedirigíahaciaéldeformaamistosa—,seaplacósuataquedeegotismo,yledijoquesehabíacaído de una barca cuando era un bebé; y que su padre había tenido quepescarloconunbichero;yqueasíescomohabíaaprendidoanadar.Teníauntío torrero en algún faro escocés, dijo.Había estado con él en una ocasión,durante una tempestad. Esto lo dijo en voz alta, durante un silencio.Escucharon todos que había acompañado a su tío en un faro durante unatempestad.Ay, pensabaLilyBriscoe, al ver que la conversación seguía estecursotanprometedor,advirtióqueMrs.Ramsayleestabaagradecida(porqueMrs.Ramsay se sintió autorizadaahablardenuevoconquienquisiera), ay,pensaba,pero¿cuántomehabrácostadoestagratitud?Nohabíasidosincera.

Había recurridoal trucodesiempre:serbuena.Nunca loconocería.Yélnuncalaconoceríaaella.Lasrelacioneshumanaseransiempreasí,pensaba,yeranpeores(salvandoaMr.Bankes)lasrelacionesentrehombresymujeres;inevitablemente, aquéllas eran siempremuy insinceras. Entonces vio con elrabillo del ojo el salero, que había dejado ahí para que le recordara algo, yrecordóqueeldíasiguienteteníaquecolocarelárbolenunaposicióncentral,ysesintiótananimadaalpensarenquealdíasiguientepodríapintarqueserioenvozaltadeloqueMr.Tansleyestabadiciendo.Quenodejedehablarentodalanochesilodesea.

—Pero ¿cuánto tiempo tienenque estar en elFaro?—preguntó.Él se lodijo. Estaba sorprendentemente bien informado. Como estaba agradecido,comolegustabaella,comoempezabaadivertirse,eraelmomento,pensóMrs.Ramsay,deregresaraaquellugarsoñado,aquellugarirrealperofascinante,elsalón de los Manning de hace veinte años; donde una podía moverse sinproblemasnipreocupaciones,porquenohabíaunfuturodelcualpreocuparse.Sabíacómoleshabíaidoacadaunodeellos,ycómolehabíaidoaella.Eracomoreleerunbuenlibro,porquesabíacómoacababaelcuento,porquehabíaocurridohacíaveinteaños,ylavida,quesederramabaprofusamenteinclusoenesta sala, sabeDioshaciadónde, estabaallí sellada,yeracomoun lago,apacible, contenida en el interior de las orillas.Decía que habían preparadouna sala para el billar, ¿era cierto? ¿QuerríaWilliam seguir hablandode losManning?Ellasíquería.Perono,habíaalgúnmotivoporelcualélyanosesentíanadaanimado.Lointentó.Peroélnorespondió.Nopodíaobligarlo.Sesintiódecepcionada.

—Estos chicos son una desgracia —dijo, con un suspiro. Él dijo algo

acerca de que la puntualidad es una de esas virtudes menores que sólo seadquierencuandounoyanoesniño.

—Siseadquiere—dijoMrs.Ramsayconelúnicofinderellenarunvacío,pensandoenqueLilyestabaconvirtiéndoseenunasolterona.Conscientedesutraición,conscientedeldeseodeelladehablardealgomás íntimo,perosinganasdehacerlo,selerepresentarontodaslascosasdesagradablesdelavida:estar allí sentada, esperando. Quizá los demás estuvieran contando algointeresante,¿dequéhablaban?

Que la temporadadepescahabíasidomala,que loshombresemigraban.Hablaban de salarios y del paro. El joven insultaba al Gobierno. WilliamBankes,pensandoenlosatisfactorioqueerapoderdedicarseaalgosemejantecuandolavidaíntimaeradesagradable,leoyódecirquesetratabade«unodelos decretos más escandalosos de este Gobierno». Lily escuchaba, Mrs.Ramsayescuchaba,todosescuchaban.Pero,yaaburrida,Lilypensabaenquehabía algo de lo que carecían esas palabras; Mrs. Bankes pensaba en quefaltabaalgo.Mientrasserecogíaelchal,Mrs.Ramsaypensabaenquefaltabaalgo.Todosellos, escuchandoatentamente,pensaban:«a loscielospidoqueno tengaquedarmi verdadera opinión sobre esto»; porque todos pensaban:«Losdemássesientenigual.EstánirritadoseindignadosconelGobiernoporlo de los pescadores, pero, yo, en el fondo, no siento nada acerca de ello.»Peroquizá,pensabaMr.Bankes,mirandoaMr.Tansley,seaésteelhombre.Siempreseesperabaalhombre.Habíasiempreunaoportunidad.Encualquiermomento podía aparecer un nuevo dirigente; un hombre genial, porque lapolítica no dejaba de ser como las demás actividades. Probablemente anosotros, los anticuados, nos parecerá desagradable, pensaba Mr. Bankes,intentando ser comprensivo;porque sabía, a travésdeuna curiosa sensaciónfísica,comosiseleencresparanlosnerviosdelacolumnavertebral,queeraparte interesada, en cierta medida, porque tenía celos; en parte, másprobablemente,porsutrabajo,porsusopiniones,porsuciencia;yporlotantono era persona muy receptiva, porque Mr. Tansley parecía decir: Handesperdiciado ustedes sus vidas. Están equivocados todos ustedes. Pobresviejos caducos, se han quedado ustedes en el pasado. Parecía demasiadoposeído, este joven; y no teníamodales. PeroMr.Bankes se vio obligado areconocer que tenía valor, tenía talento, manejaba los datos con aplomo.Quizá,pensabaMr.Bankes,mientrasMr.TansleyinsultabaalGobierno,hayamuchodeciertoenloquedice.

—Veamos...—decía.Seguíanhablandodepolítica,yLilymiraba lahojadelmantel;Mrs.Ramsay,dejandoladiscusiónenmanosdelosdoshombres,sepreguntabaporquéleaburríatantoestaconversación,ydeseabaquedijeraalgosumarido,aquienveíaenelotroextremodelamesa.Unasolapalabra,sedecía.Porqueconunasolacosaquedijeraesoseríabastante.Noseandaba

con rodeos. Le preocupaban los pescadores y sus salarios. Perdía el sueñopensando en ellos. Todo era diferente cuando hablaba, cuando hablaba nohabíaquepensarensuplicarquenosevieralopocoqueleimportabaauno,porque sí que le importaba. Entonces, al darse cuenta de que era porque loadmirabatanto,yqueporesoesperabaquehablase,sesintiócomosialguienhubiera estaba elogiando a su marido y su matrimonio, y se puso roja, sindarsecuentadequehabíasidoellamismaquienlohabíaalabado.Dirigiólamiradahaciaél,esperandoencontrartodoestoreflejadoensucara,quetendríaun aspecto radiante... Pero, ¡nada de eso! Tenía la cara deformada por unamueca,teníagestodeirritación,teníaelceñofruncido,estabarojodecólera.¿Qué demonios pasaba? ¿Qué podía haber pasado? Que el pobre Augustushabíapedidootroplatodesopa...esoeratodo.Eraalgoinimaginable,eraunadesdicha(se lohizosabermedianteseñasdesdeelotroextremode lamesa)que Augustus se atreviera a comer otro plato de sopa. Le disgustabaprofundamente que la gente siquiera comiendo cuando él había terminado.Veíacómolairalebrotabaenlosojos,comosifueraunajauríadeperros;seveíaensuceño;ypensabaquedeunmomentoaotroibaaestallarcongranviolencia, pero, ¡gracias a Dios!, le vio tirar de las riendas, y frenarse a símismo, y todo su cuerpo pareció desprender chispas, aunque no dijera unapalabra.Sequedó sentado,muyenfadado.Nohabíadichonada, sóloqueríaqueellasedieracuenta.¡Porlomenoshabíasabidocontrolarse!Pero,despuésde todo, ¿por qué el pobreAugustus no podía pedir otro plato de sopa? SehabíalimitadoatocarleelbrazoaEllen,yadecirle:

—Ellen,porfavor,otroplatodesopa—yentoncesMr.Ramsaysehabíaenfadado.

Pero ¿por qué no?, se preguntabaMrs. Ramsay. Si quería, ¿por qué nodarle otro plato de sopa aAugustus?.Odiaba a los que se revolcaban en lacomida, Mr. Ramsay la miraba azorado. Detestaba que las cosas seprolongasendurantehoras.Perosehabíacontrolado,Mr.Ramsayqueríaquelo advirtiese, aunque el espectáculo había sido repugnante. Pero ¿por quédemostrarlo de forma evidente?, se preguntaba Mrs. Ramsay (se mirabandesde los extremos de la larga mesa, y se enviaban estas preguntas yrespuestas;ambossabíanexactamente loquepensabaelotro).Todospodíanhabersedadocuenta,pensabaMrs.Ramsay.Rosesehabíaquedadomirandoasupadre,Rogersehabíaquedadomirandoasupadre;amboscomenzaríanareírsedeformaincontroladadeunmomentoaotro;sedabacuenta,ydijoalmomento(laverdadesqueyaerahora):

—Encended las velas —al momento se levantaron de un salto, yempezaronarebuscarenelaparador.

¿Porquénosabíadisimularsusemociones?,sepreguntabaMrs.Ramsay,ysepreguntabatambiénsiAugustussehabríadadocuenta.Quizásí,quizáno.

Nopudoevitarsentirrespetohacialacomposturaconlaqueestabasentado,bebiendolasopa.Siqueríasopa,lapedía.Sisereíandeél,oseenfadabanporsuculpa,ledabaigual.Aélnolegustabaella,losabía;peroenparteporesemotivo, la respetaba; y al verlo beber la sopa, grande y tranquilo, en lapenumbra, monumental, contemplativo, se preguntaba cuáles serían lossentimientosdeél,yporquéestabasiemprecontentoy teníaunaspecto tandigno;ypensóencuántoqueríaaAndrew,aquienllamabaasuhabitación,y,segúndecíaAndrew,«leenseñabacosas».Sequedabatodoeldíaeneljardín,presumiblementepensandoensupoesía,hastaqueterminabaporrecordarleaunaaungatoqueestuvieraacechandoalospájaros,yluegodabapalmasconlaszarpas,cuandohabíadadoconlapalabraquelefaltaba,ysumandodecía:«ElbuenodeAugustusesunpoetadeverdad»,locualenbocadesumaridoeraungranelogio.

Huboqueponerochovelassobrelamesa,ytraslaprimeravacilación,lallama se irguió, y sacó a la luz toda lamesa, enmediohabía una fuente decoloramarilloypúrpura.Mrs.RamsaysepreguntabaquéhabíahechoconellaRose, porque las uvas y peras, las pieles de color rosa, con sus picos, losplátanos,todolehacíapensarenuntrofeoarrebatadoalfondodelmar,enelbanquetedeNeptuno,enelracimoquelecuelgaaBacodelhombro(enalgúncuadro),entrepielesdeleopardo,laprocesióndeantorchasrojasydoradas...Así,bajo la repentina luz,parecíaposeergran tamañoyprofundidad,eraunmundoalquepodía llevarunasupropiocayado,ycomenzaraascenderporlos montes, pensaba, y bajar a los valles, y con placer (porque los uniófugazmente)veíaque tambiénAugustusdisfrutabade la fuentede fruta conlos ojos, se zambullía, cortaba una flor aquí, cortaba un esquejemás allá, yregresaba,traselfestín,asucolmena.Erasuformademirar,diferentedeladeella.Peroelmirarjuntoslosunía.

Ya estaban encendidas las velas, y las caras a ambos lados de la mesaparecíanestarmásjuntasporefectodelaluz,yformaban,comonolohabíanhechoenlaluzdelanochecer,ungruporeunidoentornoaunamesa,porquela noche había sido excluida por los cristales, que, lejos de dar una imagencorrectadelmundoexterior,lomostrabacomosiestuvierahaciendoondas,deunaformaqueaquí,enelinteriordelahabitación,parecíaestarelordenylatierra firme; pero afuera había un reflejo en el que las cosas temblaban ydesaparecían,sehacíanagua.

Hubo un cambio que afectó a todos, como si esto hubiera sucedido deverdad,ytodosfueranconscientesdeserungrupoenmediodelvacío,enunaisla; como si los uniera la causa común contra la fluidez del exterior.Mrs.Ramsay, quehabía estado inquieta, y había esperado con impaciencia a quevinieran Paul y Minta; y que se había sentido impotente para arreglar lascosas, veía ahora que la ansiedad se había trocado en espera. Porque tenían

que llegar; y Lily Briscoe, intentando analizar la causa de esta alegríarepentina,locomparabaconaquelotromomentoenelcampodetenis,cuandolosólidoderepentesehabíadesvanecido,ysehabíaninterpuestoentreellosvastos espacios; y ese mismo efecto lo habían obtenido las velas en lahabitación, algo escasademuebles, y lasventanas sin cortinas, y el aspectocomodemáscarasdelascarasbajolaluzdelasvelas.Seleshabíaquitadounpesodeencima;puedepasarcualquiercosa,pensó.Tienenquevenirya,pensóMrs.Ramsaymirandohacialapuerta,yenaquelmomento,MintaDoyle,PaulRauley y una doncella con una fuente, entraron a la vez. Llegaban tarde,llegabanmuytarde,dijoMinta,aldirigirsehacialosextremosopuestosdelamesa.

—Heperdidoelbroche...elbrochedemiabuela—dijoMintaconuntonode lamentoen lavoz,ycon lágrimasensusgrandesojoscastaños,mientrasbajaba la mirada, y volvía a mirar hacia arriba, junto aMr. Ramsay, quiensintió que se despertaban sus sentimientos caballerescos, y quiso tomarle elpelo.

¿Cómopodíasertanboba?,lepreguntó,cómoselehabíaocurridoesodeirasaltarporlaspiedrasconlasjoyaspuestas.

A ella en cierta forma la aterrorizaba: le daba miedo su inteligencia; laprimeranochedesullegada,sehabíasentadojuntoaél,estuvieronhablandodeGeorgeEliot,sequedóasustada,porqueeltercervolumendeMiddlemarchse le había quedado en el tren, y nunca supo cómo acababa la novela; perodespuéssellevaronmuybien,aellahastalegustabaparecermásignorantedeloqueera,porqueaéllegustaballamarlaboba.Estanoche,aunquesereíadeellasinrodeos,noledabamiedo.Además,encuantoentróenlahabitación,supo que había ocurrido un milagro; llevaba un halo dorado; a veces lollevaba; otras, no.No sabía por qué aparecía, o por qué no, o si lo llevabaantesdeentraren lahabitación, loquesísabíaesquesedabacuentapor laformaenquelamirabanloshombres.Sí,estanochelollevaba,ymuyvisible;losabíaporlaformaenqueMr.Ramsaylehabíadichoquenofueraboba.Sesentóasulado,sonriendo.

Debe de haber sucedido, pensaba Mrs. Ramsay: se han comprometido.Durante unmomento sintió lo que creía que nunca volvería a sentir: celos.Porque él, su marido, también los sentía: el esplendor de Minta; a él legustaban estas chicas, estas muchachas de un rojizo dorado, que eran algovolubles,acasoalgoarbitrariaseindomables,queno«searrancabanelcabelloafuerzadecepillarlo»,quenoeran,comodecíadelapobreLilyBriscoe,unas«cuitadas».Habíaun rasgoqueni ellaposeía, unbrillo, una riqueza,que leatraía, que le divertía, que le hacía tener predilección pormuchachas comoMinta. Y estaban autorizadas a cortarle el pelo, a trenzarle las cadenas delreloj, o incluso a interrumpirle cuando trabajaba, gritándole (las oía gritar):

«¡VengaMr.Ramsay,vamosaganarles!»,yéldejabaeltrabajo,yseponíaajugaraltenis.

Pero, en el fondo, no era celosa; sólo de vez en cuando, cuando en elespejoaparecíaunmiradaderesentimientoporhaberenvejecido,quizá,porsupropia culpa. (La factura del invernadero, y todo lo demás.) Les estabaagradecida porque se reían de él («¿Cuántas pipas ha fumado hoy, Mr.Ramsay?»,etc.),yhastaparecíamásjoven;eraunhombremuyatractivoparalasmujeres, no era un hombre triste, no estaba hundido bajo el peso de suobra,odelossufrimientosdelmundo,niporsufamaosusfracasos,sinoquevolvía a ser como lo había conocido: serio, pero galante; que la ayudaba adesembarcar, lo recordaba; con reacciones deliciosas, como ésta (lomiró, yteníaunaspectoasombrosamentejoven,mientrasletomabaelpeloaMinta).Porque a ella —«aquí», dijo, y ayudó a la muchacha suiza a colocar concuidadoanteellalagrancazuelaoscuraenlaqueestabaelBœufenDaube—,aellalosquelegustabaneranlostontorrones.Paulteníaquesentarsejuntoaella. Le había guardado el sitio.A decir verdad, pensaba que lo quemás legustabadeellaeranestostontorrones.Losquenoveníanaimportunarlaaunacon lo de sus tesis. ¡Cuánto se perdían, después de todo, estos jóvenes taninteligentes!Cuáninevitableeraquesesecaran.Mientrassesentaba,pensabaen que había algo encantador en Paul Rayley. Tenía unos modalesencantadores, según ella, tenía una nariz perfecta, y los ojos azules.Era tanconsiderado. ¿Le contaría, ahora que los demás habían reanudado laconversación,loquehabíasucedido?

—Regresamos, para buscar el broche de Minta —le dijo, tras sentarsejuntoaella.«Regresamos»:conesobastaba.Sediocuenta,porel esfuerzo,por la elevacióndel tonodevozpara atreverse conuna expresióndedifícilpronunciación, de que era la primera vez que hablaba de «nosotros».«Hicimos, fuimos.» Seguirían diciéndolo el resto de sus vidas, pensaba. Aldestapar Marthe, con un movimiento delicado, la gran cazuela oscura, sedesprendió un exquisito olor a aceite, a aceitunas y a jugo. La cocinera sehabíapasadotresdíaspreparandoelplato.Teníaquellevarelmayorcuidado,pensabaMrs.Ramsay, teníaque investigar entre la blandamasa, parahallarunapiezaespecialmentetiernaparaWilliamBankes.Mirabahaciaelinterior,hacialasrelucientesparedesdelacazuela,hacialamezcladejugosascarnesde color castaño y amarillas, con hojas de laurel y vino, y pensaba: Estoserviráparaconmemorarestemomento;lainvadióunararasensación,extrañaytiernasimultáneamente,deestarcelebrandounafiesta,comosisehubieranconvocado en ella dos emocionesdiferentes; unaprofunda: porque, quéhaymásimportantequeelamordelhombrehacialamujer,quéesmásimperioso,másimpresionante,puesllevaensusenolassemillasdelamuerte;pero,porotraparte,alavez,estosamantes,estasgentesqueinaugurabanlailusiónconojosbrillantes,debían ser recibidoscondanzasdeburla,ydebíanadornarse

conguirnaldas.

—Es un triunfo—dijoMr.Bankes, dejando, durante unosmomentos, elcuchillosobrelamesa.Habíacomidoconcuidado.Estabarico,estabatierno.Sehabíacocinadodeformaperfecta.¿Cómoselasarreglabaparahacercosascomoéstaenunlugartanapartado?,lepreguntó.Eraunamujermaravillosa.Todo el amor que él le tenía, la veneración, habían regresado; ella eraconscientedeello.

—Esunarecetafrancesademiabuela—dijoMrs.Ramsay,yresonabaensuvozunasatisfaccióninmensa.Claroqueerafrancesa.LoqueenInglaterrasetomaporaltacocinaesabominable(semostrarondeacuerdo).Consisteenponer repollos a remojo.Consiste enasar la carnehastaque sequedacomocuero.Consisteenquitarladeliciosapielalasverduras.«Enlaque—dijoMr.Bankes—secontienetodalavirtuddelasverduras.»Yesundespilfarro,dijoMrs.Ramsay.Deloquedesperdiciabanlascocinerasinglesas,podíavivirtodaunafamiliafrancesa.ConelacicatedelafectorenacidodeWilliam,ypensadoenquetodoestababiendenuevo,yenqueyanoteníaqueestarinquieta,yenquepodíadisfrutardeltriunfoydelasbromas,sereía,hacíagestos,hastaqueLily pensó: Qué infantil, qué absurda era, ahí sentada, con toda su bellezadesplegadadenuevo,hablandode laspielesde lasverduras.Habíaalgoqueasustaba en ella. Era irresistible. Al final siempre conseguía lo que quería,pensaba Lily. Lo había conseguido: Paul y Minta, estaba claro, ya estabancomprometidos.Mr.Bankeshabíavenidoa lacena.Hacíaalgunamagiacontodos ellos, sencillamente deseando las cosas de forma inmediata, y Lilycomparabaesa abundancia con supropiapobrezade espíritu,y suponíaqueera enparte la creencia (porque tenía la cara como iluminada; y, aunquenoparecíamás joven, estaba radiante) en esta cosa extraña, aterradora, lo queconvertía a Paul Rayley, el centro de ella, en un temblor, pero abstracto,absorto,mudo.Mrs.Ramsay,alhablardelaspielesdelasverduras,exaltabaeso, lo adoraba; imponía las manos sobre ello para calentárselas, paraprotegerlo;sinembargo,aunquehabíaconseguidoquetodoestosucedieraasí,en cierta forma se reía, guiaba a sus víctimas, pensaba Lily, hasta el altar.Ahora la alcanzó a ella también la emoción, la vibración de amor. ¡QuéinsignificantesesentíajuntoaPaulRayley!Élestabaradiante,luminoso;ella,distante, crítica; él, destinado a la aventura; ella, anclada a la orilla; ella,solitaria,abandonada;estabadispuestaasuplicarqueledejaranparticipar...sifueraenunacatástrofe,inclusoenesacatástrofe;ydijocontimidez:

—¿CuándohaperdidoMintaelbroche?

Sonrió con sumás exquisita sonrisa, velada por los recuerdos, teñida desueños.Moviólacabeza.

—Enlaplaya—dijo—.Iréabuscarlo—añadió—,melevantarépronto.

Comoesto era secretoparaMinta, bajó lavoz,ydirigió lamiradahaciaella,estabariéndose,juntoaMr.Ramsay.

Lily queríamostrar con energía y rabia sudeseode serle útil, previendoqueenlamadrugadaseríaellaquienencontraraelbrocheenlaplaya,apenasoculto por una piedra, para poder ser una entre los marinos y aventureros.Pero, ¿qué le contestó a suofrecimiento?Conuna emociónque en realidadpocasvecesseconsentía,dijo:

—Déjemeirconusted—yélserio.Quisodecirsíono,oambos.Peronoera el significado, era la clase de risa con la quehabía respondido, como sihubieradicho:Tíreseporelacantilado,silodesea,medaigual.Florecióenlamejilladeellatodoelcalordelamor,suhorror,sucrueldad,suegoísmo.Laquemaba,yLily,dirigiendolamiradahaciaMinta,alotroextremodelamesa,dirigiéndose con cortés amabilidad aMr. Ramsay, sintió una contracción alpensar en ella expuesta a esos colmillos, y se sintió agradecida. Porque, entodocaso,sedijo,alverelsalerosobreeldibujo,ellanonecesitabacasarse,gracias sean dadas a los cielos: no necesitaba tener que someterse a esadegradación. Se había evitado esa disminución.Llevaría el árbol todavía unpocomáshaciaelcentro.

Taleralacomplejidaddelascosas.Porqueloquelehabíasucedido,ensuestancia con los Ramsay, era que ahora sentía a la vez dos cosascompletamenteopuestas;unacosaesloqueotrosiente,esoesuna;otracosaesloqueunasiente;yambassepeleabanensumente,comosucedíaahora.Estanhermoso,tanemocionante,esteamor,quetiembloantesuculminación,y,encontrademishábitos,meofrezcoparairabuscarunbrocheenlaplaya;yalavezeslamásestúpida,lamásbárbaradelaspasioneshumanas,yconvierteaunjovenmuyagradable,quetieneunperfilcomounapiedrapreciosa(eraexquisitoelperfildePaul)enunmatónconunabarradehierro(erafanfarrón,insolente) en medio de Mile End Road. Sí, se dijo, desde los albores deltiemposehancantadoodasalamor;sehanamontonadoguirnaldasyrosas;sise les preguntara, nueve de cada diez personas dirían que es lo único quequieren;mientrasquelasmujeres,ajuzgarporsuexperiencia,nodejaríandepensar, en todo momento: No es esto lo que queremos; no hay nada mástedioso,pueril,aburridoeinhumanoqueelamor;aunquetambiénnadaestanhermosoynecesario.Ybien,¿ybien?,preguntaba,esperando,enciertaforma,quelosdemássiguierandiscutiendo,comosienunadiscusióncomoéstaunase limitaraaarrojarsudardoque inevitablementesequedabacorto,ydejaraque los demás siguieran adelante. De forma que siguió escuchando lo quedecíanporsiarrojabanalgunaluzsobreelasuntodelamor.

—Ademásestálodeeselíquido—decíaMr.Bankes—alquelosinglesesllamancafé.

—¡Ah,claro,elcafé!—dijoMrs.Ramsay.Enrealidad,setrataba(estabamuy animada, se dijo Lily, hablaba con vehemencia) de que hubiera buenamantequilla y de que hubiera leche en buenas condiciones. Hablaba conentusiasmo y elocuencia; describía los inconvenientes de las lecheríasinglesas,yenquéestadosedejabalalechejuntoalaspuertas;estabaapuntodedocumentarestasacusaciones,porquehabíainvestigadoeseasunto,cuandotodalamesa,comenzandoporAndrew,enelcentro,comofuegoquesaltarade una mata de árgoma a otra, rompió a reír: todos sus hijos se reían, sumaridosereía;sereíandeella,eracomosilarodearaelfuego;sevioobligadaaarriarbanderas,arendirlaartillería;suúnicarespuestaconsistióenexplicaraMr.Bankes que toda estas chanzas y bromas eran el precio que tenía quepagarporcensurarlosprejuiciosdelosinglesesanteellosmismos.

Sindudarlo,sinembargo,porqueteníapresentequeLilylahabíaayudadoconMr.Tansley,ynoparticipabadelasburlas,lasegregódelosdemás;«Lily,al menos, está de acuerdo conmigo»; Lily, un tanto agitada, levementesobresaltada,fueatraídaasucampo.(Pensabaenelamor.)NiLilyniCharlesTansleyparticipabandelasburlas,creíaMrs.Ramsay.Ambospadecíanporelresplandorde laotrapareja.Evidentemente, él se sentía relegado:encuantoPaulRayleyestuvieraenlamismahabitaciónqueél,niunamujerledirigiríaunamirada. ¡Pobre hombre! Sin embargo siempre tendría su tesis, lo de lainfluenciadealguiensobrealgo:sabíacuidarsesolo.LodeLilyeradiferente.Ante el esplendor deMinta, se desvaía; pasaba aúnmás inadvertida, con elvestiditogris, lacaritaarrugada, losojillosorientales.Era tandiminuto todoen ella. Sin embargo, pensaba Mrs. Ramsay, comparándola con Minta,mientraslepedíaayuda(porqueLilypodríaconfirmarquenohablabaellamássobrelaslecheríasquesumaridoacercadeloszapatos:podíapasarseunahorahablandodezapatos),aloscuarenta,Lilyseríalamejordelasdos.Lilyteníacabeza, pasión; había algo singular en ella que a Mrs. Ramsay le gustabamucho,perose tratabadealgoque,se temía, loshombresnoadvertían.No,claro que no, a menos que fuera un hombre mucho mayor, comoWilliamBankes.Porqueaél sí le importaba, esdecir, avecesMrs.Ramsaypensabaqueaél sí le importabaella,quizádesde lamuertede suesposa.Noestaba«enamorado», por supuesto; se trataba de una de esas emocionesinclasificables de las que hay tantas por ahí. Tonterías, tonterías, pensaba:William tenía que casarse con Lily. Tienen mucho en común. A Lily leencantanlasflores.Ambossonfríos,guardanlasdistancias,sabenvalerseporsísolos.Teníaquearreglárselasparaquedieranunlargopaseojuntos.

Impensadamente los había colocado a uno enfrente del otro. Eso podríaarreglarse mañana. Si hiciera bueno, podrían hacer una excursión. Todoparecíaposible.Todoparecíabien.Ahora(peroestonopuededurar,pensaba,disociándose delmomentomientras todos hablaban de zapatos), justo ahorahabíarecobradolacalma;planeabacomounhalcónenelaire;ondeabacomo

una bandera en el aire de la alegría que inundaba todos los nervios de sucuerpo plena y dulcemente, sin ruido, con solemnidad; porque nacía estaalegría,pensó,alvercómocomían,desumarido,desushijos,desusamigos;todoellobrotabaenestaprofundaquietud(estabasirviendoaWilliamBankesunbocadomás,yescrutabaenlasprofundidadesdelacazueladebarro),ysequedaba, sin una razón concreta, como humo, como unos vapores queascendieran,quelosmantuvieranunidosatodos.Nohacíafaltadecirnada,nopodíadecirsenada.Había algoque los incluía a todos.Participaba, pensabaella, mientras le servía a Mr. Bankes, con todo cuidado, una piezaparticularmente tierna,de laeternidad;comoya lohabíasentidorespectodealgodiferenteaquellamisma tarde;haycoherenciaen las cosas, estabilidad;algo, quería decir, que es inmune al cambio, algo que deslumbra (echó unamiradafugazalaventanaconsusondasdelucesreflejadas)enlasuperficiedelo cambiante, lo fugitivo, lo espectral, comoun rubí; de formaquevolvió atenerestanoche la sensaciónqueyahabía tenidoesemismodía,depaz,dedescanso.Demomentossemejantes,pensó,sehace laeternidad.Ésteeraunmomentodelosquepermanecían.

—Sí, por supuesto—le aseguró aWilliamBankes—, hay de sobra paratodos.

—Andrew—dijo—,bajaelplato,osemevaaderramartodo.

—ElBoeufenDaubehasidountriunfocompleto.Aquí,sintió,dejandoelcucharón, estaba ese espacio en calma que hay en el corazón de las cosas,donde una podía seguir moviéndose o descansar; podía esperar (estabanservidos)escuchando;podía,comounhalcónquecaedesualturaderepente,exhibirse,hundirseenlasrisasconfacilidad,dejarreposartodosupesosobreloqueenelotroextremodelamesadecíasumaridoacercadeunacifra: laraíz cuadrada de mil doscientos cincuenta y tres, que casualmente era elnúmerodesubilletedeltren.

¿Qué sentido tenía todo esto? No tenía ni la más remota idea. ¿Raízcuadrada?¿Quéseráeso?Losabránsushijos.Respectoderaícescuadradasocúbicas, dependía de ellos; de eso hablaban; y también de Voltaire, deMadamedeStaël,delapersonalidaddeNapoleón,delostítulosdepropiedadde las tierras en Francia, de lord Roseberry, de las memorias de Creevey.Dejabaquelasostuviera,laapoyaraesteedificiodelainteligenciamasculina,que iba de arriba abajo, que cruzaba de acá para allá, como bastidores dehierroquedieranformaalavacilantetela,quesujetaranelmundo,deformaque podía confiar plenamente en ello, incluso con los ojos cerrados, oparpadeandoaprisa,comoparpadeaunniñoalcontemplardesde lacamalasmiríadasdehojasqueformanelárbol.Entoncessedespertó.Todavíaestabalatelaeneltelar.WilliamBakeselogiabalaseriedenovelasdeWaverley.

Leíaunadelaseriecadaseismeses,dijosumarido.Pero¿porquétendríaqueenfadarseporesoCharlesTansley?Notardónada(ytodo,pensabaMrs.Ramsay,porquePruenolehacenicaso)encensuraragriamentelasnovelasdeWaverley,delasquenosabíanada,nadaenabsoluto,pensabaMrs.Ramsay,observándolo, más que atendiendo a lo que decía. Se daba cuenta por losmodales: quería afirmarse, sería así hasta que consiguiera la cátedra o secasara,yyanonecesitaradecircontinuamente«yo,yo,yo.»Porqueaesosereducía su crítica literaria de sir Walter Scott, o quizá se tratara de JaneAusten.«Yo,yo,yo.»Pensabaenélmismo,enlaimpresiónquecausaba; losabíaporelsonidodelavoz,porlavehemenciayelnerviosismo.Levendríabieneléxito.Seguían.Noteníanecesidaddeseguirescuchando.Sabíaquenopodíadurar,peroenesemomentosusojoshabíanadquiridotalclarividenciaquepodíarecorrerlamesadesvelandodecadaunodeellossuspensamientosysentimientos,sindificultad,aligualqueesaluzqueseintroduceenelaguade formaque las ondas y los juncos y los pececillos que parecen buscar suequilibrio,ylarepentinatruchasilenciosa,todosellosseiluminanderepente,yaparecensuspendidos,temblorosos.Asílosveía,así losescuchaba;dijeranlo que dijeran, siempre tenían esta característica, como si las palabras quedecíanfuerancomoelmovimientodelatrucha,cuandoalavezsevelaonday los guijarros, algo a la derecha, algo a la izquierda, y sólo se percibe elconjunto; mientras que en la vida de siempre tenía ella que echar la red,separarunacosadeotra;tendríaquehaberdichoquelegustabanlasnovelasdelaseriedeWaverley,oquenolashabía leído, tendríaqueavanzara todacosta,peronodijonada,permaneciócomosuspendida.

«Sí,pero¿alguiencreequedurará?»,dijeron.Eracomosiproyectaraunastemblorosasantenas,que,al interceptarciertasfrases, leobligaraaprestarlesatención. Ésta era una de ellas. Olfateaba peligro para su marido. Unapregunta como ésta, casi inevitablemente, acabaría recibiendo una respuestaqueterminaríaporrecordarlesupropiofracaso.Cuántotiemposeleseguiríaleyendo: lopensaríaalmomento.WilliamBankes(quecarecíaporcompletode esta vanidad) se rio, y dijo que él no atribuía ninguna importancia a loscambios de moda. ¿Quién podría decir qué es lo que iba a durar, ni enliteraturanienningunaotracosa?

—Disfrutemos de lo que disfrutamos—dijo. Su integridad le parecía aMrs.Ramsayadmirable.Nuncaparecíapensar:Pero,esto¿cómomeafecta?Sin embargo, cuando estaba del otro humor, del que necesitaba alabanzas,premios, era natural que comenzara (bien sabía que Mr. Ramsay estabacomenzando)asentirseincómodo;aquererquealguiendijera:Ah,no,suobrasí que durará,Mr.Ramsay, o algo parecido.Ahoramostraba sumalestar deformapatente,aldecir,concierta irritación,que,en todocaso,Scott (¿oeraShakespeare?)aél leduraría toda lavida.Lodijoenfadado.Todos,pensabaella, se sentían algo incómodos ahora, sin saber por qué. Entonces, Minta

Doyle,queteníauninstintomuyfino,dijoundisparate,algoabsurdo,queellapensabaqueenel fondoanadie legustaba leeraShakespeare.Mr.Ramsaydijodeformabastantesombría(aunqueyasehabíadistraídodenuevo)queapocoslesgustabatantocomodecían.Pero,añadió,noobstante,algunasdelasobrasnocarecendeverdaderomérito;Mrs.Ramsaysediocuentadequedemomentolascosasestabanbien;sereíadeMinta,yella,Mrs.Ramsayvio,aladvertir lo preocupado que estaba consigomismo, a sumanera, vio que seocupabandeél,queloalababan,delaformaquefuera.Perodeseabaquenofuera necesario, y quizá fuese culpa de ella el que fuera necesario. En todocaso, podía escuchar con toda libertad lo que Paul Rayley decía sobre loslibros que se leían en la infancia.Duraban, decía.En la escuela había leídoalgodeTolstói.Habíaunoquenoselehabíaolvidado,aunquenorecordabaelnombre. Los nombres rusos son imposibles, dijo Mrs. Ramsay. «Vronski»,dijo Paul. Lo recordaba porque siempre había pensado que era un buennombre para un malvado. «Vronski», dijo Mrs. Ramsay. «Ah, AnnaKarénina», pero no siguieronmucho tiempo en esta dirección: los libros noeranlosuyo.No,CharlesTansley,enloquesereferíaalibros,lospondríaaldíaenunsegundo,perotodolomezclabaconcosascomo¿Escorrectoloqueestoy diciendo?, ¿Estoy causando buena impresión?, y, después de todo,terminabaunasabiendomásacercadeélquedeTolstói;mientrasquecuandoPaulhablaba,hablabasencillamentedelascosas,nodesímismo.Comotodoslos estúpidos, tenía además su propia humildad y respeto hacia lossentimientos del interlocutor, lo cual, de vez en cuando, a ella le parecíaatractivo.AhoranoestabapensandoensímismonienTolstói,sinoensiellateníafrío,siledabalacorriente,siquerríaunapera.

No,dijo,noqueríaunapera.Adecirverdadhabíaestadodeguardiaanteelfrutero (sin darse cuenta), celosa, con la esperanza de que nadie lo tocara.Habíadejadodescansarlamiradaentrelascurvasysombrasdelafruta,entrelos ricos púrpuras de las uvas escocesas, por el dentado borde una cáscara,juntandounamarilloconunpúrpura,unacurvaconuncírculo,sinsaberporquélohacía,oporqué,cadavezquelohacía,sesentíacadavezmásserena;hastaque,ay,quépenaquetuvieraquepasar,seacercóunamano,cogióunapera, destruyó el efecto.Miraba aRose con cariño.Miraba aRose, sentadaentreJasperyPrue.¡Quéraroquetupropiahijahubierahechoeso!

Qué extraño verlos sentados ahí, en fila, sus hijos, Jasper, Rose, Prue,Andrew, apenas hablaban, pero disfrutaban de algún chiste de los suyos,suponía,porcómoselesmovíanloslabios.Eraalgocompletamentediferentedetodolodemás,algoqueatesorabanparareírsedeellocuandoestuvieranenlashabitaciones.Noeradesupadre,confiaba.No,creíaqueno.Sepreguntabaquésería,contristeza,porquepensabaenquesereiríandeloquefueracuandoella no estuviera delante.Era algo que atesoraban tras esas caras inmóviles,fijas, como máscaras, porque los niños no participaban con facilidad en la

conversación; en realidad, eran vigías, inspectores, un poco por encima oapartedelosadultos.PeroalmiraraPrueestanoche,vioqueestonoeradeltodo cierto en lo que se refería a ella. Estaba comenzando, moviéndose,empezaba a descender. Iluminaba su cara una luzmuy delicada, como si elcolor encendido de Minta, sentada frente a ella, con su intensidad, suanticipacióndelafelicidad,sereflejaraenella,comosielsoldelamorentrehombres ymujeres naciera tras el borde delmantel, y sin saber qué era seinclinarahaciaél,losaludara.SequedabamirandoaMinta,contimidez,perocon curiosidad, de forma que Mrs. Ramsay miraba a una y otra, y decía,hablandomentalmenteconPrue:Cualquierdíadeéstosserás tanfelizcomoella.Másfeliz,agregaba,porqueeresmihija;supropiahijateníaquesermásfelizquelashijasdeotraspersonas.Perolacenahabíaterminado.Habíaquelevantarse.Yasólojugabanconloquehabíaenlosplatos.Sóloesperabaaqueterminarande reírse de algún cuentoquehabía contado sumarido.Se reíanconMintarespectodealgosobreunaapuesta.Selevantaríaencuantoacabara.

Le gustaba Charles Tansley, pensó de repente; le gustaba su risa. LegustabaporestartanenfadadoconPaulyMinta.Legustabalotorpequeera.Eraun joven interesante,apesarde todo.TambiénLily,pensaba,dejando laservilletajuntoalplato,siempretienealgodequéreírseparasusadentros.Notenía una que preocuparse por Lily. Esperaba. Doblaba la servilleta bajo elborde del plato. Bueno, ¿ya habían terminado? No. El cuento habíadesembocado en otro cuento. Su marido estaba muy animado esta noche,quería,sefiguraba,reconciliarseconelbuenodeAugustus,despuésdelodela sopa, y lo había unido al grupo..., contaban cuentos de alguien a quienhabían conocido en la universidad. Miró hacia la ventana, donde las velasbrillabanconmás luzahoraque loscristaleserandecolornegro,ymirandohacia ese exterior las voces le parecían que sonabanmuy extrañas, como sifueranlasvocesdeunamisaenunacatedral,porquenoatendíaalsentidodelas palabras. Las risas repentinas, y luego una sola voz (la de Minta) quehablaba,lerecordabaloshombresyniñosquecantabanpalabrasenlatíndelamisaenunacatedralcatólica.Esperaba.Sumaridoseguíahablando.Repetíaalgo,ysupoqueerapoesíaporelritmo,yporeltonoexaltadoymelancólicodelavoz.

Ven,subeporelsenderodeljardínLurianaLurilee.

Larosachinahaflorecido,yzumbalaamarillaabeja.

Laspalabras(mirabahacialaventana)sonabancomosifueranfloresqueflotaransobreel aguadeafuera, separadasde todosellos, comosinadie lashubierapronunciado,comosihubieraningresadoenlavidaellassolas.

Quetodaslasvidasquevivamos,

Quetodaslasvidasquehaya,

Llenasesténacasodeárbolesyhojascaducas.

Nosabíaloquequeríandecir,pero,comomúsica,talparecíaquesupropiavozdijeraestaspalabras,perofueradeellamisma,explicandoconfacilidadynaturalidad lo que había habido en su mente durante toda la tarde, aunquehubiera hablado de cosas bien diferentes. Sabía, sin necesidad de miraralrededor,quetodosenlamesaescuchaban:

Mepreguntositelopareceati,

Luriana,Lurilee.

Atendíanconlamismaclasedegustoyplacerqueella,comosiesofuera,porfin,loquehubieraquedecir,comosi,porfin,fueraéstalavozdeellos.

Se interrumpió la voz.Miró alrededor. Se obligó a levantarse.AugustusCarmichaelsehabíalevantado,y,sosteniendolaservilleta,comosifueraunalargatúnicablanca,comenzóasalmodiar:

Averalosreyesmontaracaballo

Porlosprados,porpraderasdemargaritas,

conhojasdepalmeras,conramosdecedro,

Luriana,Lurilee.

Alpasarjuntoaél,sevolvióhaciaella,repitiólasúltimaspalabras:

Luriana,Lurilee.

Seinclinóanteella,comosilehicieraunareverencia.Sinsaberporqué,sediocuentadequelegustabamásdeloquelehabíagustadoentodasuvida;ycon una sensación de alivio y agradecimiento, le devolvió la reverencia, ycruzólapuertaqueélmanteníaabiertaparaqueellapasara.

Eraimprescindiblellevarlascosasunospasosmásallá.

Conelpieenelumbral,esperóunmomentoparadisfrutardeunaescenaque sedesvanecíamientrasocurría, y, a continuación, se adelantóy cogió aMinta del brazo, y se fue de la habitación, y la escena cambió, se dio a símismaformasdiferentes;yasehabíaconvertido,losabía,echandounaúltimamiradaporencimadelhombro,enpasado.

18

Como de costumbre, pensóLily. Siempre había algo que era obligatoriohacer en ese preciso momento, algo que Mrs. Ramsay había decidido, por

razones propias, que era urgente hacer, aunque estuvieran todos contandochistes,comoahora,sinatreverseadecidirsi ibanapasara labiblioteca,alsalón,osiibanasubiralático.DerepenteveíaunaaMrs.Ramsay,enmediodelaconfusaconversación,enpie,conMintacogidadelbrazo,recordándose:«Sí,estoesloquehayquehacerahora»,parairseacontinuación,conairesdesecreto,ahaceralgoasolas.Encuantosehuboido,sesepararon:dudaron,sedispersaron; Mr. Bankes cogió a Charles Tansley del brazo, y se fueron aseguirhablandodeloquesehabíahabladoenlamesa,depolítica:otorgabanunanuevacorrelacióndefuerzasalavelada,haciendoqueelpesorecayeraenun sentido diferente, como si, pensabaLily, al verlos salir, al oír una o dospalabrassobre lapolíticadelPartidoLaborista,sehubieransubidoalpuentedelbarcoparafijarlademora;esolepareciólasustitucióndelapoesíaporlapolítica; salieronMr. Bankes y Charles Tansley,mientras que los demás sequedaban mirando cómo Mrs. Ramsay subía sola por las escaleras con lalamparilla.¿Adóndeibatanaprisa,sepreguntabaLily?

Noesqueenrealidadcorrieraoparecieratenerprisa;adecirverdad,subíamuylentamente.Sesentíainclinadaaquedarsequietadespuésdetantacharla,y a quedarse con una sola cosa, con la más importante; algo que fueraverdaderamenteimportante;separarla,aislarla,quitarletodaslasemocionesylas adherencias extrañas, y contemplarla, llevarla ante un tribunal, diligentecomouncónclave,dondesesentaranlosjuecesqueellahubieraelegidoparajuzgarla. ¿Es buena?, ¿mala?, ¿está bien?, ¿está mal?, etcétera. Así serecomponíatras laviolenciadelacontecimiento,ydeformataninconscientecomoincongruente,utilizabalasramasdelolmodeafueraparadarestabilidada su posición. El mundo de ella cambiaba: ellas estaban quietas. Elacontecimiento le había dado una sensación demovimiento.Todo tenía queestarordenado.Teníaqueconseguirqueestoestuvierabien,ylodemásallá,pensaba, dando por buena la digna quietud de los árboles; una vez más, ydando por buena también la soberbia elevación (como el pico de un barcosobrelacrestadeunaola)delasramasdelolmocuandoelvientolassubía.Porquehacíaviento(seasomóunmomentoamirar).Hacíaviento,ylashojasse apartaban a veces, dejaban ver una estrella; las propias estrellas parecíanestremecerse, parecían destellar entre los bordes de las hojas. Sí, ya estabahecho: logrado; y, como todo lo concluido, era solemne. Ahora que lopensaba,lejosdecharlasyemociones,siemprehabíasidoasí,ysóloahorasemostrabacomoera,yalmostrarsesevolvíaestable.Pensabaque,paraelrestodelavida,siempretendríanestanochealacualrecurrir:laluna,elviento,lacasa,tambiénaella.Lahalagaba,erasupuntodébil,elpensarquepormuchoquevivieran,arraigadaenloscorazones,siempreestaríaenellos;esto,estoyesto, pensaba, mientras subía por las escaleras, riéndose, aunqueafectuosamente, del sofá del rellano (de su madre), de la mecedora (de supadre),delmapadelasHébridas.Todoestoviviríadenuevoenlasvidasde

PaulyMinta;«losRayley»,hacíapruebasconelnuevonombre;ysentía,conlamanoeneltiradordelapuertadelcuartodelospequeños,esacomunidadde sentimientos con otras personas que brinda la emoción, como si lostabiques hubieran adelgazado tanto que prácticamente (era una emoción dealivioyfelicidad)fueratodountorrente;comosisillas,mesasymapasfuerande ella, de ellos, no importaba de quién; como si Paul yMinta cogieran elrelevocuandoellahubieramuerto.

Asió el tirador con fuerza, para que no chirriara, y entró, apretandolevementeloslabios,comosirecordaraquenoteníaquehablaralto.Pero,encuantoentró, sedio cuenta, conpesar, deque laprecauciónera innecesaria.Losniñosnoestabandormidos.Eraunfastidio.Mildredteníaquetenermáscuidado. James estaba completamente despierto, Cam estaba sentada en lacama, y Mildred se había levantado, estaba descalza, eran casi las once, yestaban todos hablando. ¿Qué pasaba? Era otra vez el horrible cráneo. Lehabíadicho aMildredque se lo llevara, pero aMildred, por supuesto, se lehabía olvidado; Cam estaba completamente despierta, James estabacompletamente despierto, y estaba disputando, cuando hacía horas quedeberíanhaberestadotodosdormidos.¿EnquéestaríapensandoEdwardparaenviarestehorrorosocráneo?Habíasidodemasiadoinocente,yhabíadejadoque lo colgaran allí. Estaba clavado, había dicho Mildred; Cam no podíadormirsiloveía,peroJamesgritabacuandointentabanquitarlo.

Camteníaquedormirse (teníaunoscuernosmuygrandes,decía...), teníaquedormirseysoñarconbonitospalacios,dijoMrs.Ramsay,sentándoseenlacama, junto a ella.Veía los cuernos, decíaCam, por toda la habitación.Eraverdad.Pusierandondepusieranlaluz(Jamesnopodíadormirsinohabíaluz)siemprehabíaunasombradeloscuernosenalgúnsitio.

—Pero, Cam, piensa que es sólo un cerdo—decía Mrs. Ramsay—, unbonitocerdonegro,comolosdelcampo.

Pero Cam pensaba que se trataba de algo horrible, cuyos cuernos laamenazabandesdecualquierpuntodeldormitorio.

—Bueno, bueno—decíaMrs. Ramsay—, lo taparemos.Vieron cómo sedirigíaalacómoda,ycómoabríaloscajoncitosconrapidez,unotrasotro;alnovernadaquesirviera,sequitóelchal,yloenrollósobreelcráneo,unayotrayotravuelta;volviódondeCam,ypusolacabezacasialamismaalturaque la de ella sobre la almohada, y le dijo que ahora tenía un aspectomuybonito; que a los duendes les gustaría; que era como un nido, como unahermosamontañadelasquehabíavistoenelextranjero,convallesyflores,con campanas que repicaban, con pájaros que trinaban, con cabritos yantílopes... Podía ver cómo las palabras le devolvían el eco del ritmo en lamente de Cam, cómoCam las repetía a continuación: era unamontaña, un

nido,un jardín,yhabíadiminutosantílopes; losojosseabríanycerraban;yMrs. Ramsay seguía hablando de forma más monótona, más rítmicamente,mássinsentido;cómoteníaquecerrarlosojosparadormirse,parasoñarconmontañasyvallesyestrellasquecaíanylorosyantílopesy jardines,y todomaravilloso,decía, levantando lacabezamuydespacio,yhablandocadavezmásmecánicamente,hastaqueseirguióporcompleto,yvioqueCamestabadormida.

Ahora, susurraba, acercándose a su cama, James también tiene quedormirse, porque, mira, decía, el cráneo del jabalí sigue ahí; no lo habíantocado; habían hecho lo que él quería; está ahí, intacto. Le aseguró que elcráneo estaba debajo del chal. Pero él quería hacer otra pregunta. ¿Irían alFaroaldíasiguiente?

No,mañana, no, dijo, pero iríanpronto, le prometió; el próximodíaquehiciera bueno. Era un niño bueno. Se tumbó. Lo arropó. Pero nunca se leolvidaría,ella lo sabía;estabaenfadadaconCharlesTansley,consumarido,con ella misma, porque ella le había hecho abrigar esperanzas. Al ir acolocarse bien el chal, recordó que lo había enrollado sobre el cráneo deljabalí;selevantó,bajólaventanaunaodospulgadasmás,escuchóelviento,respirólafrescabrisadelatranquilanoche,susurróbuenasnochesaMildred,salió del dormitorio, y dejó que se deslizara con cuidado el resbalón de lacerradura.

Esperaba que no tirara los libros sobre el suelo en el piso de arriba,pensaba, recordando todavía lo molesto que era Charles Tansley. Porqueningunodeellosdormíabien,eranniñosnerviosos,ycomohabíadicholoquehabía dicho sobre el Faro, no le extrañaría nada que derribara una pila delibros,justocuandoestuvieranapuntodedormirse,queloshicieracaerdelamesadeuncodazo.Porquesupusoquesehabríaidoarribaaestudiar.Teníaunaspecto tan triste..., pero se sentiría aliviada cuando se fuera; mañanaprocuraría que lo trataranmejor; sin embargo era admirable con sumando;teníaquecuidar losmodales; sinembargoaella legustabacómose reía; alpensarenesto,mientrasbajabaporlasescaleras,sediocuentadequeseveíala luna por la ventana del rellano, la luna amarilla del equinoccio deprimavera,sevolvió,ylavieron,porencimadeellos,enpie,enlasescaleras.

«Mimadre»,pensóPrue.Sí,Mintadeberíamirarla,Pauldeberíamirarla.Eso es lo auténtico, sintió, como si sólo hubiera una persona así en todo elmundo; su madre. La adulta que había sido, hacía un momento, cuandohablabaconlosdemás,volvióaserunaniña;estabanjugando,loquehabíanestado haciendo era un juego; y eso, se preguntaba, ¿le gustaría o ledisgustaríaasumadre?PensabaenloafortunadosqueeranPaulyMintaporpoderverla,yenquésuertetangrandelasuyapropiaportenerla.Noqueríacrecer,niirsedecasa,ydijo,comounaniñapequeña:«Estábamospensando

enbajaralaplayaaverlasolas.»

Almomento,sinrazónalguna,Mrs.Ramsayseconvirtióenunamuchachadeveinteaños,llenadealegría.Seapoderódeella,repentinamente,unespíritufestivo.Claroqueteníanqueir,claroqueteníanqueir,exclamaba,riéndose;ybajócorriendolosúltimostresocuatroescalones;empezóairdeunoaotro,areírse,sepusoelchaldeMinta,empezóadecirquetambiénaellalegustaríair,¿regresaríanmuytarde?,¿teníaalguienreloj?

—Paultiene—dijoMinta.

Paul extrajo un hermoso reloj de oro de una funda de gamuza paramostrárselo.Alexhibirloenlapalmadelamano,élpensó:«Losabetodo.Notengoquedecirnada.»Decíaalmostrarlo:«Lohehecho,Mrs.Ramsay.Selodebo todo a usted.» Al ver el reloj de oro en la palma de la mano, Mrs.Ramsaypensó: ¡QuéextraordinariamenteafortunadaesMinta! ¡Vaacasarseconunhombrequeguardaelrelojdeoroenunafundadegamuza!

—¡Cómomegustaríairconvosotros!—exclamó.

Peroalgomuyfuertelaretenía,algoquenuncapensóenpreguntarsequéera.Claroqueeraimposibleparaellairconellos.Pero,sinohubierasidoporlo otro, le habría gustado ir. Divertida por lo absurdo de su idea (quéafortunada por casarse con un hombre que guarda el reloj en una funda degamuza),sefueconunasonrisaenloslabiosalaotrahabitación,dondeleíasumarido.

19

Por supuesto, se dijo, al entrar en la habitación, había venido a recogeralgo que necesitaba. En primer lugar, quería sentarse en un sillón concreto,bajo una lámpara concreta. Pero quería algomás, aunque no sabía qué, nopodíapensarenquéesloquequería.Miróasumarido(cogiendolalabordelcalcetín, y comenzando a tejer de nuevo), y advirtió que no quería que lointerrumpieran:eraevidente.Leíaalgoqueloemocionabacomoningunaotracosa. Esbozaba una sonrisa, se dio cuenta de que intentaba dominar susemociones.Pasabalaspáginasaprisa.Representabaloqueleía:quizásecreíaqueeraunodelospersonajesdellibro.Sepreguntabadequélibrosetrataría.Ah,eraunodelbuenodesirWalter,lovio,alajustarlaluzdelalámpara,paraque cayera sobre la labor. Porque Charles Tansley había dicho (levantó lamirada,comosiesperaseoírelgolpedeloslibrosalcaerenelpisodearriba)queyanose leeaScott.Entoncessumaridohabíapensado:«Esoes loquedirándemí»,asíesquesehabíaidoacogerunlibrodeScott.Sillegabaaesa

conclusión:si«esverdad»loquehabíadichoCharlesTansleyacercadeScott,loaceptaría. (Sedabacuentadeque losopesaba, loconsideraba, lo teníaencuentacontinuamentealleer.)LoaceptaríaenelcasodeScott,norespectodesí mismo. Siempre estaba intranquilo respecto de sí mismo. Eso la afligía.Siempreestabapreocupadoporsuspropioslibros:¿losleerán?,¿sonbuenos?,¿porquénosonmejores?,¿quépiensandemí?Nolegustabapensardeélenesostérminos,ysepreguntabasialahoradelacenaalguienhabíaadvertidopor qué se había enfadado de repente cuando hablaban de la fama y de loslibrosquepermanecían,ysepreguntabasi losniñossereíandeeso, tiródelcalcetín, y en su frente y mejillas se dibujaron de repente, como coninstrumentosdeacero,unasfinas líneas,ysequedóquietacomounárbolalque ha zarandeado el viento, y ha estadomoviéndose, y de repente cesa labrisa,ylashojasdequedanquietas,unatrasotra.

Nadaimportaba,nadadeesoimportaba,pensaba.Ungranhombre,ungranlibro,lafama:¿quiénsabe?Ellanosabíanadadeeso.Peroasíeraél,ésaeralafidelidadquerepresentaba;porejemplo,durantelacena,ellahabíaestadodeseando de forma bastante intuitiva: ¡Ojalá hable! Tenía una confianzaabsolutaenél.Dejandotodoestoaunlado,comocuandoalbucearsedejaaun ladoun junco, hierbas, unasburbujas, sintiódenuevo, bajando a lomásprofundo, lo que había sentido en el recibidor cuando los demás hablaban:Quieroalgo...algoquehevenidoacoger,ycadavezsehundíamásymás,sinsaber qué era, con los ojos cerrados. Y esperó un poco, tejiendo,interrogándose,ylentamentepensabaenlaspalabrasquehabíandichodurantela cena, «la rosa china ha florecido, y zumba la amarilla abeja», y estaspalabrasempezaronacolumpiarseensumentedeunladoaotrorítmicamente,y al columpiarse, las palabras, como débiles luces, roja, azul, amarilla,iluminabanlaoscuridaddesumente,yparecíaquedejabansusapoyosdeallí,y echaban a volar y volar; o parecían gritar y resonar en ecos; entonces sevolvióalamesa,ypalpóconlamanoparacogerunlibro.

Quetodaslasvidasquevivamos,

Quetodaslasvidasquehaya,

Llenasesténacasodeárbolesyhojascaducas.

Murmuróestosversos, insertó las agujas en el calcetín.Abrió el libro, ycomenzóaleeraquíyallá,alazar;alhacerlo,sintióqueascendíadeespaldas,haciaarriba,abriéndosecaminobajopétalosquese inclinabansobreella,deformaquesólosabíaqueunoerablancoorojo.Alprincipionoentendíaquésignificabanlaspalabras.

Navegad,haciaaquínavegadenvuestrosaladospinos,derrotadosmarinos.

Leía,pasabalapágina,cambiabaderumbo,semovíaenzigzagdeunlado

aotro,deunversoaotro,deunaflorrojayblancaaotra,hastaqueladistrajoun ruido: sumarido sedabagolpes en las piernas.Cruzaron lamiradaunosinstantes, pero no querían decirse nada. No tenían nada que decir, pero, noobstante, algo pareció ir de él a ella. Era la vida, el poder de ésta, era elinconteniblehumor, losabía, loque lehacíadarsegolpesen laspiernas.Nome interrumpas, parecía decir, no digas nada, quédate ahí sentada. Seguíaleyendo.Movía los labios. Se sentía completo. Se sentía fortificado. Habíaolvidadolimpiamentetodoslosmalestaresysinsaboresdelavelada,ycuántole aburría estar sentado a la mesa mientras los demás comían y bebíaninterminablemente, y lo de estar tan arisco con su esposa, y tan picajoso yquisquilloso cuando hablaban de sus libros como si no fueran nada. Peroahora,creía,leimportabapocoquiénllegabaalaZ(siesqueelpensamientoseorganizabacomounabecedariodelaAlaZ).Alguienllegaría,sinoeraél,seríaotro.Lafuerzaycorduradeestehombre,suamorporlascosassencillasydirectas, por lospescadores, por la anciana loca en casadeMucklebackit,esto era lo que le hacía sentirse tan vigoroso, tan aliviado, que se sentíaexcitadoytriunfante,nopodíacontenerlaslágrimas.Levantóellibrounpoco,paraocultarlacara,ylasdejócaer,mientrassacudíalacabeza,yseolvidódesí mismo por completo (pero no olvidó una o dos reflexiones acerca de lamoralidad en las novelas francesas e inglesas, y el hecho de que Scottestuviesemaniatado,yquesuretratofuesetanbuenocomolosdelosotros),olvidó sus fastidios y fracasos por completo al ver que el pobre Steenie sehabíaahogado,ylapenadeMucklebackit(lomejordeScott),yelasombrosoplacerylavigorosasensaciónqueleofrecía.

Bien, que lo mejoren, pensó al concluir el capítulo. Se sentía como sihubiera estado discutiendo con alguien, y como si hubiera ganado. Esto,dijeranloquedijeran,nopodíamejorarse;sesintiómássegurorespectodesímismo.Losamanteseranunpurosinsentido,pensó,ordenandotododenuevoensumemoria.Losamantes,unsinsentido;estootro,deprimera;pensaba,colocandounascosas juntoaotras.Perodebíavolvera leerlo.Nopodíaverloscontornosdelconjunto.Teníaqueaplazarsujuicio.Regresóalaotraidea:si a los jóvenes no les interesaba esto, era natural que tampoco él lesinteresara. No debía quejarse, pensaba Mr. Ramsay, intentando sofocar eldeseodequejarsea suesposadeque los jóvenesno lehacíancaso.Pero lohabía decidido, no volvería a molestarla. Miró cómo leía. Parecía muytranquila, leía. Le gustaba pensar que todos se habían ido, y que ella y élestabansolos.No todoen lavidaconsistíaen irsea lacamaconunamujer,pensó,regresandoaScottyBalzac,alanovelainglesaylanovelafrancesa.

Mrs.Ramsay levantó lacabezacomola levantanquienes tienenelsueñoligero, parecía querer decir que si él quería que se despertara, podríadespertarse,deverdad,perosino,¿podíaseguirdurmiendounpoquitomás?,¿sólounpoquitomás?Ibaascendiendoporlasramas,deunladoaotro;cogía

unaflor;luego,otra.

Nialabédelarosaelbermellónintenso.

Leía,yalleerascendía,hastaarriba,hastalomásalto.¡Quésatisfactorio!¡Qué descanso! Todo lo fragmentario del día lo atraía este imán; sentía sumenteaseada, la sentía limpia.Ahí estaba, con su forma repentinaentre susmanos,hermosoyrazonable,claroycompleto,laesenciaextraídadelavida,mostradaaquíensuintegridad:elsoneto.

Pero era consciente de que su marido la miraba. La sonreía, divertido,comosiserieraconbuenhumordequesehubieradormidoalaluzdeldía,pero como si simultáneamente siguiera pensando: Continúa leyendo. No tepongas triste ahora, pensaba él. Se preguntaba qué estaría leyendo ella, yexageraba la nota de su ignorancia, de su sencillez, porque a él le gustabapensarqueellanoeramuyinteligente,noteníaculturalibresca.Sepreguntasientendía lo que leía. Quizá no, pensó. Era asombrosamente hermosa. Y leparecía,comosiesofueraposible,quesuhermosuraeraaúnmayor.

Mascomoparecíainvierno,ytúnoestabas,

yojugabaconellascomoconsombrastuyas.

Terminó.

—¿Y? —preguntó ella, como si fuera el eco de su sonrisa soñolienta,levantandolamiradadellibro.

yojugabaconellascomoconsombrastuyas.

¿Quéhabíasucedidoquefueraimportante,pensabaella,mientrasvolvíaacogerlalabor,desdelaúltimavezquelohabíavistoasolas?Recordabaquesehabíavestido,quehabíavistolaluna,aAndrewquesosteníaelplatomuyarribaalservirlelacena,quelehabíadeprimidoalgoquehabíadichoWilliam,los pájaros en los árboles, el sofá del rellano, los niños despiertos, CharlesTansleyquelosdespertabaaldejarcaerloslibrossobreelsuelo...ah,no,estoselohabíainventado,lodelafundadegamuzadelrelojqueteníaPaul.¿Cuáldeestascosaslecontaría?

—Se han comprometido —dijo, mientras reanudaba la labor—, Paul yMinta.

—Melohabíafigurado—dijoél;nohabíamuchomásquedecir.Lamentedeellaseguíadeunladoaotro,deunladoaotro,siguiendolapoesía;élsesentía todavía vigoroso, capaz, después de haber leído lo del funeral deSteenie.Siguieronsentadosensilencio.Luegoellasediocuentadequequeríaqueélledijeraalgo.

Cualquiercosa,cualquiercosa,pensabamientrasseguíatejiendo,cualquier

cosaservirá.

—Québonitocasarseconunhombrequeguardaelrelojenunafundadegamuza—dijo,peroéstaeralaclasedebromaquesóloelloscompartían.

Resoplócondesdén.Pensabadeestecompromisoloquepensabadetodosloscompromisos:quelachicavalíademasiadoparaeljovendelquesetratara.Lentamente ella comenzó a pensar: ¿por qué querer que se case la gente?¿Cuáleselvalor,elsentidodelascosas?(Laspalabrasquesedijeranahoraseríanlaverdad.)Dialgo,pensabaella,conelúnicodeseodeescucharlavozde él. Porque la sombra, aquella cosa que los incluía a todos, comenzaba acerrarse sobre ella de nuevo. Di algo, le suplicabamudamente, mientras lomiraba,comosilepidieraayuda.

Élcallaba,mientrasmovía labrújuladeun ladoaotro suspendidade sucadena,mientraspensabaenlasnovelasdeScottyenlasnovelasdeBalzac.Pero a través de las paredes crepusculares de su intimidad, porque estabanacercándose,involuntariamente,cadavezmásjuntos,unoalladodelotro,ellasentía la mente de él como una mano que se alzara y dejara su mente ensombras. Él estaba empezando, ahora que sus pensamientos tomaban unrumboqueaélnolegustaba«pesimismo»lollamabaél—,atabalearconlosdedos;peronodijonada:sellevabalamanoalafrente,enredabaconunrizodelcabello,lodejaba.

—Noacabaselcalcetínestanoche,¿no?—dijoseñalandolalabor.Esoesloqueellaquería:laasperidadconlaquesuvozlacensuraba.Sidicequeestámal ser pesimista, probablemente esté mal, pensaba ella; seguro que elmatrimoniosaldrábien.

—No—contestó,alisandoelcalcetínsobrelarodilla—,nolotermino.

Entonces, ¿qué? Porque se daba cuenta de que él se la había quedadomirando, pero había cambiado la forma de mirar. Quería algo: quería algodifícildecumplirparaella:queríaqueellaledijeraqueloamaba.Esono,nopodía.Lodehablareramuchomásfácilparaélqueparaella.Élsabíadecirlascosas;ella,no.Era tannaturalqueéldijera lascosas; luego,a saberporqué,aélnolegustabaesto,yseloreprochabaaella.Decíaqueeraunamujersincorazón,quenuncaledecíaqueloamaba.Peronoeraeso,noeraeso.Erasóloqueellanosabíaexpresarloquesentía.¿Noselehabríanquedadomigasen la chaqueta? ¿No podía ayudarle? Se levantó, se acercó a la ventana,llevabaenlasmanoselcalcetíndecolorcastañorojizo,enparteparaalejarsedeél,enparteporqueahoranoleimportabacontemplar,mientraséllamiraba,elFaro.Porquesabíaqueéllahabíaseguidoconlamirada,lamiraba.Sabíatambién en qué pensaba. Estás más hermosa que nunca. Se sintió muyhermosa.¿Novasadecirmeniunavezsiquieraquemeamas?Esoesloqueélestabapensando,porqueestabanervioso,conlodeMintaysulibro,yporque

el día se acababa, y porque habían discutido por lo del Faro. Pero no sabíahacerlo, no sabía decirlo. Entonces, sabiendo que él la miraba, en lugar dedecirnada,sedio lavuelta,conelcalcetín,sequedómirándolo.Mientras lomiraba, comenzó a sonreír, porque aunque no había dicho una palabra, élsabía, claroque lo sabía, que ella lo amaba.Nopodía negarlo.Sindejar desonreír,miróporlaventana,ydijo(pensandoparasí,Nohaynadaenlatierrasemejanteaestafelicidad...):

—Sí, tenías razón.Mañana lloverá—no llegóadecirlo,peroél losabía.Lomirósonriendo.Porqueellahabíavueltoatriunfar.

****

II

PASAELTIEMPO

1

—Habráqueesperaraverquétraeelfuturo—dijoMr.Bankes,queveníadelaterraza.

—Casinosepuedeverdeoscuroqueestá—dijoAndrew,quellegabadelaplaya.

—Casinosedistinguelatierradelmar—dijoPrue.

—¿Dejamosencendidalaluz?—dijoLilymientrassequitabanlosabrigosenelinterior.

—No—dijoPrue—,nosiestamostodos.

—Andrew—gritóLily—,apagalaluzdelrecibidor.

Unatrasotraseapagarontodaslasluces,exceptoladeMr.Carmichael,aquien legustabaquedarsedespiertounbuen rato, leyendoaVirgilio,ycuyavelaseguíaardiendounratodespuésdequelasdemássehubieranapagado.

2

Cuando todas las velas se hubieron apagado, la luna se ocultó, y con eltabaleo de una lluvia muy fina sobre el tejado descendió una inmensa

oscuridad.Nada,sediría,podríasobreviviraestainundación,aestaprofusiónde oscuridad que, introduciéndose por los ojos de cerraduras y grietas, pordebajodelaspersianas,penetrabaenlosdormitorios,setragabaaquíunajarracon su palangana; allí, un jarrón de dalias amarillas; ymás allá, las nítidasaristas y la mole de una cómoda. No sólo eran los muebles los que sedisolvían; apenas quedaba nada, mente o carne, de lo que pudiera decirse:«Estoesella»,o«Estoesél».Avecessealzabaunamano,comosi fueraaagarraralgo,oaprotegersedealgo,oalguiengruñía,oalguiensereíaenvozalta,comosicompartieraalgúnchisteconlanada.

Nada se movía en el salón, ni en el comedor, ni en la escalera. Sóloatravesandolosgoznesoxidados,yporentrelahinchadamadera,húmedadelmar, ciertos aires, separados del cuerpo de los vientos (la casa, después detodo, estaba deteriorada), sorteaban las esquinas, y se aventuraban a entrar.Casi podían verse con la ayuda de la imaginación, entrando en el salón,preguntando, admirándose de todo, jugando con el desprendido papel de lapared, preguntándose ¿durarámucho?, ¿cuándo se caerá?Casi podían verserozandodelicadamente lasparedes,meditandomientraspasaban, comosi sepreguntaran si las rosas rojas y amarillas del papel se marchitarían, ypreguntándosetambién(concalma,disponíandemuchotiempo)porlascartasrotasdelapapelera,porlasflores,porloslibros,todosabiertosparaellos,queacaso sepreguntaríana suvez: ¿Sonaliados estosvientos? ¿Sonenemigos?¿Cuántotiemporesistiríanelsufrimiento?

Guiabaestosvientosalgunaluzfortuitadecualquierestrellaquelucieraderepente, o la luz de un barco errante, o delFaro incluso, cuya pálida huellacaía sobre la escalera y la estera; y la luz hacía subir las escaleras a losvientecillos, que investigaban en las puertas de los dormitorios.Pero seguroqueahíteníanquedetenerse.Aunquetodolodemásperecieraydesapareciera,aquíhabíaalgopermanente.Aquíselespodríadeciraesaslucesescurridizas,aesosairestorpes,quealientanyseciernensobrelaspropiascamas,aquíhayalgo que no podéis tocar ni destruir.Tras de lo cual, cansados, fantasmales,como con dedos de pluma, y con la delicada insistencia de las plumas,miraríanunasolaveza losojoscerrados,a losdedosapenasflexionados,serecogerían la ropa, y, cansados, desaparecerían. Así, investigando, rozandotodo,llegabanhastalaventanadelrellano,hastalosdormitoriosdelservicio,hastaloscuartosdelático;descendían,descolorabanlasmanzanasdelamesadelcomedor,seenredabanconlospétalosdelasrosas,juzgabaneldibujodelcaballete, rozaban la estera, y traían un soplo de arena al suelo. Al cabo,desistíanalavez,ycesabandemoversealavez,suspirabanalavez,y,alavez, exhalaban su suspiro de queja carente de sentido, al que contestaba lapuertadelacocina,queseabríadeparenpar,paradarpasoalanada,dandounportazo.

[Aquí,Mr. Carmichael, que leía aVirgilio, apagaba la vela. Eramás demedianoche.]

3

Pero, después de todo, ¿qué es una noche? Un espacio muy breve,especialmente cuando oscurece tan temprano, y muy pronto comienzan acantar los pájaros, los gallos, o a encenderse un débil color verde, o es unahojalaquesedalavueltaenelsenodelaola.Lanoche,sinembargo,sigueala noche. El invierno tiene una baraja de noches, y las reparte con justicia,todas iguales; reparte con dedos incansables. Las hay largas y cerradas.Algunasexhibenen loaltoclarosplanetas,platosbrillantes.Losárbolesdelotoño,expoliados,recibenelreflejodelasdeterioradasbaldosasquesehallanenlossombríosyfríosnichosdelacatedraldondeletrasdeorosobrepáginasdemármoldescribenlasmuertesenlabatalla,ydescribencómoblanqueanyardenunoshuesosallálejos,enlosdesiertosdelaIndia.Losárbolesdelotoñobrillanbajolalunaamarilla,laluzdelalunadelequinoccio,laluzquealegrael esfuerzodel trabajo,quepule el rastrojo,queobligaa lasolas a lamer laorilla.

Parecía como si, conmovida por el dolor humano, y por sus fatigas, ladivina bondadhubiese descorrido una cortina, y hubiese aparecido tras ella,única, clara, una liebre erguida; o bien la ola que rompe, o la barca que semece;todasellassoncosasque,silomereciéramos,deberíansernuestrasparasiempre. Pero, ay, la divina bondad tira del cordón y corre la cortina; no leagrada; oculta sus tesoros con un diluvio de granizo, y tanto los rompe yconfunde que parece imposible que puedan regresar a la calma, o quepodamos recomponer con los fragmentosun todoperfecto,oque leamosenesos fragmentos, arrojadas con los desperdicios, las claras palabras de laverdad. Nuestro dolor merece sólo una visión fugaz; nuestras fatigas, unatregua.

Las noches están ahora llenas de viento y destrucción, los árboles sehundeny se doblan, y las hojas vuelan enun remolinohasta queocultan lahierba, y obstruyen las alcantarillas, y taponan los desagües, y cubren loshúmedossenderos.Tambiénlamarseagitaysemueve,ysielqueduermeseimaginaraquepodríahallarrespuestaasuspreguntasenlaplaya,ycompañíaparasusoledad,yapartaralasropas,ybajaseapasearporlaarenadelaplaya,ninguna imagen acudiría en su ayuda con prontitud para reducir la noche aorden,yparahacerqueelmundoreprodujeralabrújuladelalma.Lamanoseesfumaen sumano, lavoz rugeen susoídos.Casi sería inútil en semejante

confusiónhacerlepreguntasa lanochesobreelquéyelporquéyeldequé,preguntascuyasrespuestastientanaquienduermeenlacama.

[Mr.Ramsaytrastrabillandoporunpasilloextendíalosbrazosunaoscuramañana,peroMrs.Ramsayhabíamuertoderepentelanocheanterior.Nadierecibíasuabrazo.]

4

De formaque irrumpíanesosairesperdidosen la casavacía; laspuertasestabancerradas;y loscolchones, recogidos; losaireseran lavanguardiadeejércitos poderosos; rozaban los desnudos aparadores, mordisqueaban,abanicaban, no hallaban en los dormitorios ni en el salón nada que losdetuviera,sólopapelesdesprendidosquesemovían,maderaquerechinaba,lasdesnudas patas de las mesas, platillos y porcelana sucia, deslucida,desportillada. Lo único que conservaba forma humana era lo que habíanabandonado, loquehabíandejado:unparde zapatos, un sombrerode caza,ajados abrigos y faldas en los armarios; y su vaciado indicaba que en otrostiempos estuvieron habitados y llenos de vida: que hubo manos que seafanaron en los corchetes y botones; que el espejohabía reflejadouna cara;quehabíacontenidounmundoqueahíseabría,enelquegirabaunafigura,semovía con rapidez una mano, se abría la puerta, entraban aprisa los niñostropezando,volvíanasalir.Ahora,undíatrasotro,laluzdevolvía,comoflorquesereflejaraenelagua,suclaraimagenenlapareddeenfrente.Sólolassombras de los árboles, que florecían en el viento, presentaban sus respetossobrelapared,yduranteunfugazmomentoensombrecíanelcharquitoenelque se reflejaba la propia luz; o los pájaros, al volar, hacían que cruzaralentamenteelsuelodeldormitoriounadelicadamanchita.

Reinabanel amory laquietud,y juntoscomponían lapropia imagendelamor, una imagen despojada de vida; solitaria como un charco al atardecer,lejano,vistodesdelaventanadeuntren,yquetanaprisasedesvanecíaque,blancodecrepúsculo,aunqueselellegaseaver,apenaseradespojadodesusoledad.Elamorylaquietudsedabanlamanoeneldormitorio;y,entrejarrascubiertas y sillones enfundados, ni siquiera turbaban aquella paz laimpertinenciadelvientoolahúmedanarizdelosairesmarinos,querozaban,olisqueaban, repetían, reiteraban las preguntas —«¿Desaparecéis?,¿morís?»—;tampocoturbabanlaindiferencia,elairedepuraintegridad,comosilaspreguntasquehacíanapenasexigieranrespuestadeellos:nosquedamos.

Nada, al parecer, podía romper aquella imagen, corromper aquellainocencia,oturbarelinestablemantodesilencioque,unasemanatrasotra,en

lahabitaciónvacía,seentretejíacon los tenues trinosde lospájaros,con lassirenas de los barcos, con el murmullo y zumbido de los campos queenvolvían la silenciosa casa: el ladrido de un perro, el grito de un hombre.Sólo una vez una tabla cayó en el rellano, en medio de la noche, conestruendo, condesgarro; como, tras siglosdequietud, sedesgajaunapiedradelmonte,y searroja rodando ruidosamentealvalle;unplieguedelchal sehabía desprendido y se movía de un lado a otro. Luego regresó la paz, seestremecieron las sombras;y la luzdenuevose inclinabaparaadorarsea símisma en la pared de la habitación, cuando he aquí queMrs.McNab, trasrasgarelvelodelsilencioconmanosquehabíanfrecuentadolatabladefregar,lo hizo trizas con zapatos que rechinaban sobre la gravilla; venía, como lehabíanordenado,aabrirlasventanas,yalimpiarelpolvodelashabitaciones.

5

Cantabamientras se bamboleaba (porque semovía como un barco en lamar)ymirabaconenfadodereojo(nomirabadefrente,sinodereojo,conunamirada que censuraba el desdén y la ira del mundo: era una ignorante, losabía),mientrasseagarrabaalabalaustrada,ysubíaconfatigalasescaleras,ymientraspasabadeunahabitaciónaotra;cantaba.Frotabaelvidriodelespejogrande; y seguíamirando de reojo, enfadada, su figura que semovía de unlado a otro; de sus labios salía un sonido: algoquehabía sido alegre veinteaños antes, acaso sobre los escenarios, que se había tarareado, y se habíabailado,peroahora,queprocedíadeladesdentadamujerdelalimpiezaconsugorrito, había sido despojado de todo significado: era como la voz de unhumorignorante,persistente,pisoteado,peroerguidodenuevo;deformaquemientrassemovíadeunladoaotro,allimpiarelpolvo,alfregar,parecíadecirquelavidaconsistíaenunaúnicayprolongadatristeza,quetodosereducíaalevantarseyacostarse,asacarcosasyguardarlas.Noeraunmundocómodonifácil, bien que lo conocía desde hacía setenta años. Estaba vencida decansancio.¿Cuántotiempo...?,sepreguntaba,dolorida,gruñendo,derodillas,bajolacama,limpiandoelpolvodelosmuebles,¿cuántotiempoduraráesto?Pero al momento se ponía de nuevo en pie con torpes movimientos, cogíafuerza,ydenuevoconlamiradadereojo,quesedesviabadesuspropiosojose incluso de su cara, y de sus penas, se erguía y se miraba en el espejo,sonriendo sin motivo, y comenzaba de nuevo el cansado ir y venir, eltrastrabillar: cogiendo esteras, sacando la porcelana, mirando de reojo elespejo, como si, después de todo, tuviera sus consuelos, como si se hubieraenredado en su elegía alguna incorregible esperanza. Seguro que hubomomentosdefelicidadantelatabladelavar,consushijos(aunquedoshabían

sidonaturales,yunolahabíaabandonado),enelbar,bebiendo,rebuscandoenloscajones.Debedehaberhabidoalgunafisuraenlaoscuridad,algúnveneroen la profundidad de la oscuridad con luz suficiente para desfigurar su carasonriente en el espejo, y hacer, de vuelta al trabajo, quemusitara una viejacancióndemusichall.Mientrastantoelmísticoyelvisionariopaseabanporlaplaya,removíanuncharco,mirabanunapiedra,sepreguntaban:«¿Quésoy?»«¿Qué es esto?» De repente recibían una respuesta (aunque no sabían cuálera):demaneraquehabíacalorensuhielo,ycomodidadensudesierto.PeroMrs.McNabcontinuababebiendoycotilleandocomosiempre.

6

La primavera, a la que no le quedaba una hoja por echar, desnuda ydeslumbrantecomounavirgenquedefendierasucastidad,desdeñosaacausade su pureza, se había posado sobre la campiña con los ojos abiertos yvigilantesincuidarsedeloquehicieranopensaranlosquemiraban.

[PrueRamsay,delbrazodesupadre,sehabíacasadoesemayo.¿Quémásapropiado?,decíalagente.Yagregaban:¡Quéhermosaestaba!]

Al acercarse el verano, al alargarse las tardes, imaginaciones de la másextrañaclasevisitabanalosdespiertos,alosesperanzadosquepaseabanporlaplaya,queturbabanlacalmadelcharco:carnequeseconvertíaenátomosquesellevabaelviento,estrellasquerutilabanensuscorazones,acantilados,mar,nubeycieloreunidosintencionadamenteparaasociarexteriormentelaspartesdesperdigadas de la visión interior. En esos espejos —las mentes de loshombres—,enesoscharcosdeaguasinquietas,dondelasnubessemuevendeforma incesante, y se forman las sombras, persistían los sueños, y eraimposibleoponersealaextrañainsinuaciónquecadagaviota,árbol,hombreymujer y aun la blanca tierra parecíanmanifestar (pero lo retirarían si se lespreguntabaunasolavez):queelbientriunfa,queprevalecelafelicidad,quereinaelorden;uoponersealextrañoimpulsodequererirdeunladoaotroenbusca del bien absoluto, de algún cristal precioso, lejos de los placeresconocidos y de las virtudes familiares, algo ajeno a los procesos de la vidahogareña,único,duro, luciente, comoundiamanteen la arena,quevolvieraconfiadoasuposesor.Másaún,veladaycomplaciente,laprimavera,consusabejaszumbando,conlosmosquitosdanzando,seceñíasutúnica,velabasuspropiosojos, desviaba lamirada,y entre sombraspasajerasy elvuelode lamenuda lluvia parecía poseer un conocimiento completo de las penas de lahumanidad.

[PrueRamsaymurióduranteelveranodealgunaenfermedadrelacionada

conelparto, lo cual, enverdad, fueuna tragedia, dijeron.Decíanquenadiemerecíamáslafelicidad.]

Ahora,conelcalordelverano,elvientoenviabasusespíasdenuevoalacasa.Lasmoscastejíanunatelaenlassoleadashabitaciones;lashierbas,quehabían crecido durante la noche hasta el cristal, llamaban al cristal de laventana de forma disciplinada. Cuando caía la oscuridad, el haz de luz delFaro, que con tanta autoridad se había posado sobre la alfombra en laoscuridad,grabandoundibujo,aparecíaahora,conla luzmásdelicadadelaprimavera, mezclado con luz de luna, deslizándose con suavidad como sidepositarasuscaricias,ysedemoraradeformafurtiva,ymiraseyregresaseamoroso. Pero mientras duraba la canción de cuna de la propia cariciaamorosa,mientraslalargaluzdelFaroseposabasobrelacama,lapiedrasedesgajaba; otro pliegue del chal se desprendía, se quedaba colgando, sebalanceaba.Durantelascortasnochesdeverano,yduranteloslargosdíasdeverano, cuando las habitaciones vacías parecían resonar con los ecos delcampo, y con el zumbido de las moscas, la larga enseña se movía condelicadeza, sebalanceaba inútil;mientrasqueel soldecorabaconbarras lashabitaciones, y las llenaba de una calina amarilla, y Mrs. McNab, cuandoirrumpióbalanceándose—quitabaelpolvo,barría—,parecíaunpez tropicalquenadaraentreaguasatravesadasporlosrayosdelsol.

A pesar del sueño y el sopor, por fin llegaban al final del verano lossonidos ominosos como golpes calculados de martillos que cayeran sobrefieltro, que, con su repetido golpear, terminaran por desprender aúnmás elchal, y por agrietar aún más las tazas de porcelana. De vez en cuandotintineaba en la alacena algún vaso, como si una voz de gigante hubiesechilladotantoensuagoníaquelascopasdealgunaalacenahubiesenvibradotambién.Todoquedabaensilenciodenuevo;yentonces,nochetrasnoche,yavecesaplenaluzdelmediodía,cuandolasrosaslucían,yla luzreflejabasusombra en la tapia con nitidez, parecía descender sobre este silencio, estaindiferencia,estaintegridad,elgolpesordodealgoquecaía.

[Estallóunagranada.Murieronveinteo treinta jóvenesenFrancia; entreellos,AndrewRamsay;sumuerte,misericordiosamente,fueinstantánea.]

En esta estación del año, quienes habían bajado a la playa a pasear y apreguntaralamaryalcieloquémensajeenviaban,oquévisiónconfirmaban,tenían que considerar, entre las muestras comunes de la bondad divina, lapuestadesolsobrelamar, lapalidezdelcrepúsculo, lasalidadelaluna, lasbarcasdepescacontralaluna,ylosniñostirándoseunosaotrospuñadosdehierbas,sinohabíaalgoquedisonaraenestaalegría,enestaserenidad.Estabala silenciosa aparición del navío de color ceniciento, por ejemplo: venía, seiba;habíaunamanchapúrpurasobreladelicadasuperficiedelamar,comosialgohubierahervidoy sehubieradesangradoabajo, invisible, enel interior.

Esta intromisión en una escena pensada para promover las reflexiones mássublimes, para conducir a las más placenteras conclusiones entorpecía suspasos. Era difícil, si se era educado, no prestarles atención, abolir susignificaciónenelpaisaje;eradifícilcontinuar,mientrasseseguíapaseandoalaorilladelamar,maravillándosedecómolabellezadelexteriorreflejabaladelinterior.

¿Complementabalanaturalezalosavancesdelhombre?¿Concluíaloquehabíacomenzado?Conlacomplacenciaconlaqueveíalamiseriadelhombre,disculpabasumezquindad,ycohonestabasu tortura.¿Aquel sueño,pues,decompartir,decompletar,dehallarenlasoledaddelaplayaunarespuesta,noera sino una imagen en un espejo?; y el propio espejo, ¿no sería sino unasuperficie pulida que se formase obedeciendo los poderes más nobles quedurmieranensuinterior?Impacientes,indecisosentreirseoquedarse(porquela belleza ofrece sus atractivos, sus consuelos): pasear por la playa eraimposible;lacontemplaciónerainsoportable;elespejoestabaroto.

[Mr.Carmichaelpublicóunlibrodepoemasenprimavera,ytuvounéxitosorprendente.Laguerra,decían,habíareavivadoelinterésporlapoesía.]

7

Una noche tras otra, verano e invierno, el suplicio de las tormentas, laquietud de flecha del buen tiempo, mantenían su diálogo sin interferencia.Atendiendo(sihubierahabidoalguienqueescuchara)desde lashabitacionesdearribade lacasavacíapodríahaberseescuchadosóloungigantescocaosenhebrado de relámpagos, cayendo, derribándose, mientras vientos y olasjugabancomobultosamorfosdeLeviatanescuyafrentecareciesedelaluzdela razón, que se subiesen los unos encima de los otros, y alborotasen y semoviesenenlaoscuridadoaplenaluzdeldía(porquenocheydía,mesyañose precipitaban unos sobre otros en confusas formas) dedicándose a juegosidiotas,hastaquetalparecíaquetodoeluniversoluchaseysetambalease,enbrutalconfusiónyeninsolenteeinmotivadalascivia.

Enprimavera, los jarronesdel jardín, llenadosalazarconplantas traídaspor el viento, estaban tan alegres como de costumbre. Hubo violetas ynarcisos. Pero la quietud y el resplandor del día eran tan extraños como eltumultode lanoche,con losárbolesahíerguidos,y las flores,mirandoanteellos,mirandohaciaarriba,ysinvernada,sinojos,ytanterribles.

8

Creyendo que no hacía nada malo, porque la familia no vendría, nuncamás, y la casa la venderían para SanMiguel,Mrs.McNab se agachó paracoger un ramo de flores, para llevárselo a casa. Las dejó sobre la mesamientraslimpiabaelpolvo.Legustabanlasflores.Eraunapenadejarquesemarchitasen.Sisevendieselacasa(sequedóenpieconlosbrazosenjarrasanteelespejo),habríaquecuidarla,seguro.Todosestosañosloshabíapasadosinunasolaalmaenella.Loslibrosylascosasestabanmohosas,porque,conlo de la guerra, y lo difícil que era conseguir ayuda de nadie, la casa no sehabíalimpiadocomoaellalehabríagustado.Hacíanfaltamásfuerzasquelasdeunasolapersonaparaponerlaenorden.Ellaerademasiadovieja.Ledolíanlas piernas.Habría hecho falta poner los libros al sol, sobre la hierba; en elrecibidor había caído yeso; el canalón de desagüe de las lluvias se habíaobstruidosobrelaventanadelestudio,yhabíadejadoentraragua;laalfombraestabaestropeada,mucho.Perodeberíanhabervenido,deberíanhaberenviadoaalguien.Porquehabíaropaenlosarmarios,habíandejadoropaentodoslosdormitorios.¿Quéteníaquehacercon laropa?Estabaapolillada: lodeMrs.Ramsay.¡Pobreseñora!¡Nuncavolveríaanecesitarsuscosas!Habíamuerto,le habían dicho; hacía algunos años, en Londres. Aquí estaba el viejoguardapolvogrisqueseponíaparatrabajareneljardín(Mrs.McNablotocó).Todavíalaveía,cuandoveníaporelcaminoconlacolada,inclinadasobrelasflores (daba pena ver el jardín ahora, todo abandonado, y los conejosmirándote desde los parterres); la veía con el guardapolvo, siempre con unniño.Habíabotasyzapatos;yhabíauncepilloyunpeineeneltocador,comosi fueraaveniraldía siguiente. (Habíamuertode forma repentina,dijeron.)Unavezibanavenir,perolopospusieron,conlodelaguerra,yconlodifícilque era viajar en aquellos momentos; sólo le mandaban el dinero; pero noescribían, no venían, y querían encontrar las cosas como las habían dejado,¡ah, sí! Los cajones de las tocadores estaban llenos de cosas (los abría),pañuelos, cintas.Sí,veíaaMrs.Ramsaycuando subíaporel caminocon lacolada.

«Buenastardes,Mrs.McNab»,solíadecir.

La trataba bien. Les caía bien a las niñas. Pero, sí, habían cambiadomuchascosasdesdeentonces(cerróelcajón);muchasfamiliashabíanperdidoasusseresmásqueridos.Ellahabíamuerto;aMr.Andrewlohabíanmatado;Miss Prue también había muerto, decían, al dar a luz; pero todo el mundohabíaperdidoaalguienduranteestosaños.Losprecioshabíansubidodeunaformalamentable,ynobajaban.Síquelaveíatodavíaconaquelguardapolvogris.

«Buenas tardes,Mrs.McNab», saludaba, y le decía a la cocinera que le

ofrecieseuntazóndeleche,sedabacuentadequelonecesitaba,cargadaconlapesadabolsaportodalacuestadesdeelpueblo.Todavíalaveía,inclinadaentre las flores (y cruzaba las paredes del dormitorio, el tocador, el lavabo,desvaída e intermitente, como un rayo amarillo o el círculo al final deltelescopio, una dama con un guardapolvo gris, inclinada entre las flores, yMrs. McNab trastrabillaba y se movía mientras quitaba el polvo, mientrasordenabalascosas).

¿Cómosellamabalacocinera?¿Mildred?¿Manan?:algoparecido.Ay,selehabíaolvidado:cómoseleolvidabanlascosas.Temperamental,comotodaslaspelirrojas.Muchosehabían reído juntas.Siempreerabien recibidaen lacocina. Les hacía reír, vaya que sí. Las cosas estaban mejor entonces queahora.

Suspiró:demasiadotrabajóparaunasolamujer.Movíalacabezahaciaacá,haciaallá.Esteeraelcuartodelosniños,pero,estabahúmedo,vaya,secaíalapintura. ¿Por qué colgaron el cráneo de ese animal ahí?, también estabamohoso. Había ratas en el ático. Había goteras. Pero no hacían nada, novenían.Algunascerradurassehabíanestropeado,laspuertasnoencajaban.Nole gustaría quedarse sola aquí al anochecer. Demasiado para una mujer,demasiado,demasiado.Sequejaba,gruñía.Diounportazo.Introdujolallaveenlacerradura,cerró,sefuetrashabercerrado,dejósolalacasa.

9

Lacasasequedósola,desierta.Sequedabacomounaconchaenunadunade la playa: para llenarse de granitos de sal secos, ahora que la habíaabandonado la vida. Parecía que hubiera descendido una prolongada noche:los aires enredadores, juguetones, los aires con olor a marisma, inquietos,parecían haber triunfado. La cazuela estaba oxidada, la estera estabadeteriorada.Habían entrado sapos.Perezosamente, sin propósito definido, elchalsemovíaaunladoyaotro.Uncardosehabíaalojadoentrelastejasdeladespensa.Lasgolondrinasanidabanenelsalón,elsueloestabasembradodepaja,elyesosecaíaapuñados,seveíanlasvigas,lasratassellevabanestooaquellopararoerlotrasloszócalos.DelascrisálidasnacíanmariposasVanesa(pavón diurna) que agitaban su vida contra el cristal de la ventana. Lasamapolassesembrabansolasentrelasdalias;enelcéspedondeabanlasaltashierbas; sobresalían alcachofas gigantes por encima de las rosas; un clavelreventón florecíaentre los repollos;mientrasqueeldelicadogolpeardeunahierbacontralaventanasehabíaconvertido,enlasnochesdeinvierno,enunrepicardesólidosárbolesyespinososbrezosquevolvíanverdelahabitación

enverano.

¿Qué fuerza podría oponerse a la fertilidad, a la insensibilidad de lanaturaleza?¿ElrecuerdodeMrs.McNabacercadeunadama,deunniño,deun tazónde leche?Había tembladosobre lasparedescomoel reflejodeunaluz,yhabíadesaparecido.Habíacerrado lapuertacon llave,y sehabía ido.Era superior a las fuerzas de una sola mujer, había dicho. Nunca venían.Nuncaescribían.Habíacosasquesepudríanenloscajones:eraunaverdaderapenadejarloasí,decía.Lacasasehabíaechadoaperder.SóloelrayodelFaroentrabaenlashabitacionesbrevemente,enviabasumiradafijasobrelacamaylapared en laoscuridaddel invierno,mirabaconecuanimidadel cardoy lagolondrina, la ratay la paja.Nada losdetenía ahora, nada lesdecíaqueno.Que soplase el viento, que la amapola brotase donde quisiera, que el clavelconfraternizaseconelrepollo.Quelagolondrinaanidaseenelsalón,yqueelcardodesplazase las tejas,yque lasmariposas tomasenelsolsobre laajadacretona de los sillones. Que los vasos y la porcelana rotos terminen en elcéspedparaqueseenredenenelloslahierbaylasbayassilvestres.

Porquehabíallegadoelmomento,esadudaenlaqueelcrepúsculotiemblay la noche hace una pausa, cuando una pluma sobre un platillo inclina labalanza. Una pluma tan sólo, y la casa, hundiéndose, cayéndose, se habríavencidoysehabríaprecipitadoenlamásprofundaoscuridad.Enlahabitacióndestruida, habrían acampado los excursionistas con sus cazos, los amanteshabríanbuscado refugioenella, elpastorhabríaguardadoelalmuerzoentreladrillos,yelvagabundosehabríaenvueltoensuabrigoparaprotegersedelfrío cuando durmiera. Después se habría hundido el tejado; los brezos y lacicuta habrían borrado el sendero, los escalones y las ventanas; habríancrecido,deformadesigual,perolujuriosamente,sobreelmontículo,hastaquealgúnintruso,quesehubieraextraviado,hubierapodidodecirporunaliliáceacomo una barra al rojo vivo entre ortigas, o un trozo de porcelana entre lacicuta,queahíhabíavividoalguien,queahíhabíahabidounacasa.

Silaplumahubieracaído,sihubieravencidolabalanzahaciaabajo,todala casahubiera caídohasta lomásprofundoparahundirse en las arenasdelolvido.Perohabíaallíunafuerza,algonomuyconsciente,algoquemirabadereojo,algoquesemovíadeunladoaotro,algoquenohabíasidoestimuladoatrabajar con rituales muy dignos ni con cánticos solemnes. Mrs. McNabgruñía,Mrs.Bastrefunfuñaba.Eranviejas,estabanentumecidas,lesdolíanlaspiernas. Por fin llegaron con escobas y cubos, se pusieron a trabajar. Derepente, ¿podría Mrs. McNab arreglar la casa?, una de las jóvenes habíaescrito. ¿Podríahacer esto?, ¿podríahacer aquello?, todoaprisa.Pudiera serque vinieran en verano, habían dejado todopara el final, y esperaban hallartodo como lo habían dejado. Lenta y penosamente, con cubo y escoba,barriendo, sacudiendo,Mrs. McNab,Mrs. Bast, detuvieron el avance de la

decadencia y la podredumbre; rescataban del charco del Tiempo, queamenazabaconengullirlos,yaunapalangana,yaunaalacena;porlamañanarescatabandelolvidotodoelciclodenovelasdeWaverleyyunjuegodeté;porlatarderestituíanalsolyalaireunabadiladelatónyunjuegodemorillosdehierro.George, elhijodeMrs.Bast, cazaba las ratasycortaba lahierba.Habíaalbañiles.Escoltadoporloschirridosdelosgoznes,porelrechinardelas cerraduras, por los golpes y portazos de maderas hinchadas por lahumedad, llegaba un laborioso y oxidado nacimiento;mientras lasmujeres,inclinándose, levantándose,gruñendo,cantando,dabanportazosygolpes,enelpisodearriba,enlasbodegas.¡Ay,decían,quétrabajo!

Avecestomabaneltéeneldormitorio,oenelestudio;dejabaneltrabajoamediodía,conlascarassucias,yconlasviejasmanos,deformes,agarradasalos mangos de las escobas. Sentadas en los sillones, contemplaban lamagnífica conquista de grifos y bañera, y el triunfo más laborioso, másparcial,contralaslargashilerasdelibros,antañonegroscomoaladecuervo,manchados de blanco ahora, criando en secreto pálidos hongos, secretandofurtivasarañas.Unavezmás,alsentireltécaliente,seajustóeltelescopioporsísoloalosojosdeMrs.McNab,yenmediodeuncírculodeluzpudoveralviejocaballero,flacocomounpalillo,moviendolacabeza,cuandoellaveníadel lavadero,hablandosolo,pensabaella,enel jardín.Nuncase fijabaélenella.Habíandichoquehabíamuerto;otros,queeraella. ¿Quién sería?Mrs.Bast tampocoestabasegura.El jovencaballerosíquehabíamuerto.Esoeraseguro.Habíaleídoelnombreenlosperiódicos.

Ahora aparecía la cocinera, Mildred, Marian, o un nombre parecido:pelirroja,conmuchocarácter,comotodaslaspelirrojas,peroamable,sisabíastratarla.Muchosehabíanreídojuntas.SiempreledabauntazóndelecheparaMaggie;algodejamón;loquehubieraquedado.Vivíanbienenaquellaépoca.Tenían todo lo que querían (con facilidad, jovial, tras haber bebido el técaliente, desenredaba la madeja de los recuerdos, sentada en el sillón demimbre, junto al guardafuegos del cuarto de juegos). Siempre habíamuchotrabajo,muchagenteencasa;aveces,veinte;yhabíaquequedarsefregandohastamásdemedianoche.

Mrs. Bast (no había llegado a conocerlos, en aquella época vivía enGlasgow) se preguntaba, mientras dejaba la taza, que para qué demonioshabríancolgadoallíaquelcráneo.Lohabíancazadoenelextranjero,sinduda.

Bienpodríaser,dijoMrs.McNab,presumiendoconsusrecuerdos:teníanamigos en Oriente; había caballeros que venían a visitarlos, damas que sevestían con traje de noche; una vez los había visto a todos sentados para lacena.Seatrevía adecirqueeranunosveinte, ellas con todas las joyas;y lepidió que se quedara para ayudar a fregar, pudiera ser que hastamás de lamedianoche.

Ay, decía Mrs. Bast, van a hallarlo muy cambiado. Se inclinó sobre laventana. Contempló a su hijoGeorge que segaba la hierba con la guadaña.Bienpodríanpreguntarse,¿quéhabíapasado?,aldarsecuentadequeelbuenodeKennedydeberíahaberseencargadodeello,peroselehabíaquedadounapiernamaldesdequesecayódelcarro;yquizánadielocuidóduranteunaño,ocasiunaño;yluegoestuvoDavieMcDonald,yseenviaronsemillas,pero¿llegaronasembrarse?Lohallaríanmuycambiado.

Observaba cómomovía la guadaña su hijo. Trabajaba bien, era callado.Bueno,teníanqueseguirconlasalacenas,pensó.Selevantaron.

Porfin,trasvariosdíasdetrabajoenelinterior,depodaryexcavarenelexterior,sacudieronlospolverosenlasventanas,secerraronlasventanas,secerraron todas las llaves en la casa, dieron un portazo en la entrada: habíanterminado.

Ahora, como si el limpiar y el frotar y el segar la hubieran sofocado, sepodía entreoír una melodía, esa música intermitente que el oído recobra ypierdedeformaconstante:unladrido,unbalido,elzumbidodeuninsecto,eltemblordelahierbacortada;algoaislado,peroidentificable:elchirridodeunescarabajo, el rechinar de una rueda, altos o bajos, pero misteriosamenterelacionados;cosasqueeloídoseesfuerzaenjuntar,yestásiempreapuntodeconseguirqueagonicen,peronuncaseoyenbiendel todo,nuncaarmonizanplenamente, y finalmente, al atardecer, los sonidos cesan uno tras otro, sequiebralaarmonía,ycaeelsilencio.Conelcrepúsculoseperdíalaintensidad,ycomonieblaqueselevantara,sealzóelsilencio,seextendióelsilencio,secalmó el viento; confiadamente, el mundo se preparaba para dormir,oscuramente, sin luz, excepto la luz de color verde que se filtraba entre laenramada,olaluzpálidadelasfloresblancasdelaventana.

[LilyBriscoeysuequipajellegaronunatardedefinalesdeseptiembre.Mr.Carmichaelvinoenelmismotren.]

10

Porfinhabíallegadolapaz.Llegabanmensajesdepazdesdelamarhastala costa. Prometían no interrumpir el sueño nunca jamás, acunarla másprofundamente en el sueño del descanso, y fuera lo que fuera lo que lossoñadoressoñaran,santa,sabiamente,paraconfirmar...—algomássusurraba—;mientras tantoLilyBriscoe reclinaba la cabeza sobre la almohada en lahabitación clara y limpia, escuchaba la mar. Por la ventana abierta de lahabitaciónentrabaelmurmullodelavozdelabellezadelmundo,demasiado

delicadamenteparaoírconexactitud loquedecía,pero¿qué importabasielsentidoeraevidente?,ydecíaconinsistenciaalosdurmientes(lacasaestaballenadenuevo,tambiénhabíavenidoMrs.Beckwith,yMr.Carmichael)quesideverdadnoqueríanbajara laplaya,podríanalmenos levantar lapersianapara asomarse amirar.Verían, si lo hicieran, cómo se extendía la noche decolor púrpura, con la cabeza coronada, con el enjoyado cetro, y a qué separecería un niño que se reflejara en sus ojos. Y si todavía dudaban (Lilyestabacansadadelviaje,ycasisedurmióalmomento,peroMr.Carmichaelleía un libro a la luz de las velas), si todavía decían no, que era vapor eseesplendorsuyo,yqueelrocíoteníamáspoderqueella,yseguíanprefiriendoel sueño,puesentonces,condelicadeza, sinquejaalguna, lavozcantaría sucanción. Con delicadeza rompían las olas (Lily las oía en sueños), consuavidad caía la luz (parecía atravesarle a ella los párpados). Todo parecía,pensaba Mr. Carmichael, mientras cerraba el libro, y se dormía, igual quehacíamuchosaños.

Adecirverdad,lavozpodríavolverapreguntar,mientraslascortinasdelaoscuridad se corrían sobre la casa, sobreMrs. Beckwith,Mr. Carmichael yLily Briscoe, de forma que arroparan los ojos de éstos varios pliegues deoscuridad:¿porquénoaceptaresto,contentarseconello,someterse,ceder?Elsuspirodetodoslosmaresrompiendoordenadamenteentornoalasislaslostranquilizaba, la noche los envolvía, nada interrumpiría su sueño hasta quecomenzaranlospájarosyelalbaaentretejersustenuesvocesenmediodelablancura;hastaqueel rechinardeuncarro,el ladridodeunperroenalgunaparte, rompieran el velode susojos.LilyBriscoe, estirándose en sueños, seagarró a lasmantas, como el que cae se agarra a unamata al borde de unacantilado. Abrió los ojos de par en par. Aquí estaba una vez más, pensó,sentadaenlacama.Despierta.

****

III

ELFARO

1

¿Quésignifica,quépuedequererdecir todoesto?, sedecíaLilyBriscoe,preguntándosesi, alhaberladejadosola,debíaacercarsea lacocinaacogerotratazadeté,osidebíaesperardondeestaba,¿Quésignifica?,estaspalabraseran un reclamo, cogidas de algún libro, encajaban entre sus pensamientos

vagamente,porquenopodía,estaprimeramañanaconlosRamsay,ponerenordensussentimientos,sólopodíahacerqueestafraseresonaseenelvacíodesumentehastaqueestosvaporessehubierandesvanecido.Porque,deverdad,¿quéesloquesentíaalhaberregresadotrastodosestosaños?,¿traslamuertedeMrs.Ramsay?Nada,nada,nadaquesupieraexpresar.

Ayer era todomisterioso y oscuro cuando llegó, era tarde.Ahora estabadespierta,enellugardesiempreenlamesadedesayuno,perosola.Eramuypronto,aúnnoeranlasocho.Estabalodelaexcursión:ibanairalFaro:Mr.Ramsay, Cam y James. Deberían haber salido ya, tenían que aprovechar lamareaoalgoasí.PeroCamnoestaba,Jamesnoestaba,yaNancyselehabíaolvidadoencargarunosemparedados;Mr.Ramsaysehabíaenfadadoyhabíadadounportazo.

«¡Yanopodemosir!»,habíaexclamadoconira.

Nancy había desaparecido. Ahí estaba, yendo de un lado a otro de laterraza,encolerizado.Parecíanoírseportazosyvocesportodalacasa.AhoraentrabaNancy de repente, y preguntaba, buscando por la habitación,mediodesesperada,medioenloquecida:«¿QuésueleenviarsealFaro?»,comosiseimpusiera la obligación de hacer algo que sabía que nunca sería capaz dehacer.

Adecir verdad, ¿qué es lo que solía enviarse al Faro?En cualquier otromomentohabríasidosensatoqueLilyhubierasugeridoté,tabaco,periódicos.Pero estamañana, todo, ante la pregunta deNancy, parecíamuy extraño—¿QuéhayqueenviaralFaro?—;lapreguntaabríanuevaspuertasenlamentedecadauno,ylaspuertasnodejabandedarportazos,deabrirseycerrase;yobligabana todosapreguntarse sincesar,conasombro,con labocaabierta:¿Quéseenvía?¿Quésehace?Y,enfin:¿Quéhaceunoaquí?

Sentada sola (porque Nancy había vuelto a salir), ante las limpias tazassobrelalargamesa,sesintióseparadadelrestodelagente,ysólopodíaseguirmirando, preguntando, asombrándose. La casa, el lugar, la mañana, todo leparecía desconocido. No se sentía vinculada, sentía que, al no reconocerningúnlazo,cualquiercosapodríasuceder,ysucedieraloquesucediera,unapisada afuera, una voz que se oyese («No está en la alacena, está en elrellano»,gritabaalguien),erauna interrogaciónmás,comosieleslabónquehabitualmentemantuviese juntas las cosas se hubiera cortado, y flotara todoporaquí,porallá,portodaspartes.Quéinútileratodo,quécaótico,quéirreal,pensaba,mientrassusojossefijabanenlatazadecafé.Mrs.Ramsaymuerta,Andrew cayó en la guerra, Prue también muerta... lo repitiera como lorepitiera,nodespertabanadadeestoningúnsentimientoenella.Aquíestamostodos juntos en una casa como ésta, en una mañana como ésta, decía,asomándosealaventana:eraundíaapacibleyhermoso.

De repenteMr.Ramsay levantó lamirada al pasar ante ella, y se quedómirándolafijamente,conojosdeloco,extraviados,peropenetrantes,comositeviera,duranteun segundo,porvezprimera,perocomosi lamirada fueraparasiempre;ellafingióquebebíadelatazavacía,paraeludirlo,paraeludirsus exigencias, para dejar a un lado, de momento, aquella necesidadimperiosa. Movió la cabeza ante ella, y echó a caminar («a solas», le oyódecir.«Morí», leoyódecir),y,comotodolodemásenestaextrañamañana,laspalabrasseconvirtieronensímbolos,seescribieronsolassobrelas tapiasverdegrises. Si pudieran ponerse juntas, pensó, concertarse en una frase,entonceshabríallegadoalaverdaddelascosas.ElbuenodeMr.Carmichaelentró con pie silencioso, cogió el café, y salió a tomarlo al sol. Estaextraordinariairrealidaddabamiedo,peronodejabadeseremocionante.IralFaro.Pero¿quéesloqueseenvíaalFaro?Morí.Asolas.Laluzverdegrísenla tapiadeenfrente.Las sillasvacías.Éstas eranalgunasde laspiezas,pero¿cómo reunirlas?, se preguntaba. Como si cualquier interrupción pudieradestruirlafrágilformaqueconstruíasobrelamesa,sevolviódeespaldasalaventana, no fuera queMr. Ramsay la viera. Tenía que escaparse, tenía quequedarse sola. De repente recordó. Hacía diez años, se había sentado en elmismositio,yhabíauntalloounornamentodehojasenelmantel,ysehabíaquedadomirándoloenunmomentoderevelación.Habíaunproblemaconelprimerplanodeuncuadro.Habíaquecolocarelárbolenelcentro,sehabíadicho.Peronohabíaacabadoaquelcuadro.¿Dóndeestaríansuspinturas?,sepreguntó.Laspinturas,sí.Lashabíadejadoenelrecibidorlanocheanterior.Empezaría ahora mismo. Se levantó aprisa, antes de que Mr. Ramsayregresara.

Cogióunasilla.Colocóelcaballeteenunextremodeljardínconprecisosmovimientos de solterona, no demasiado cerca de Mr. Carmichael, pero losuficientementecercacomoparacontarconsuprotección.Sí,aquíesdondedebiódeestarhacediezaños.Ahíestánlatapia,elseto,elárbol.Elasuntoeracómo relacionar estos volúmenes. No se le había ido de la cabeza durantetodos estos años.Parecía como si hubieradadocon la solución: ahora sabíaquéqueríahacer.

PeroconMr.Ramsayapuntodecaersobreella,nopodíahacernada.Cadavezqueseacercaba—paseabadeunladoaotrodelaterraza—,seacercabaeldesastre,seacercabaelcaos.Nopodíapintar.Seinclinaba,sedabalavuelta,cogía un trapo, cogía un tubo de pintura. Pero todo lo que conseguía eraalejarlo brevemente. Le impedía cualquier actividad. Porque si le daba lamenoroportunidad,silaveíadesocupada,mirandoaalgúnsitio,seacercabaaella, y le decía, como le había dicho la noche anterior: «Hemos cambiadomucho.»Lanocheanteriorselehabíaacercado,sehabíaquedadoanteella,yhabíadichoeso.Mudosysorprendidossehabíanquedadotodos,sentados,losseisniñosaquienessolíanponerapodosdelosreyesyreinasdeInglaterra—

ElRojo,LaBella,LaMalvada,ElDespiadado—callabansuira.LabuenadeMrs.Beckwithdijoalgosensato.Peroeraunacasadepasionesencontradas:así lo había sentido durante toda la velada.Y encima de todo este caos, seacercabaMr. Ramsay, le daba lamano, y le decía: «Ya verá cuánto hemoscambiado.»Nadie semoviónidijonada; sehabíanquedadoallí como si sesintieranobligadosadejarledecireso.SóloJames(ElHosco)miróceñudoala lámpara; Cam se enrollaba un pañuelo en torno a un dedo. Entonces escuando les recordó que iban a ir al Faro al día siguiente. Tenían que estarpreparados,enelrecibidor,alassieteymediaenpunto.Acontinuación,conlamanoyaeneltiradordelapuerta,sedetuvo,sedirigióaellos:¿Noqueríanir?, preguntó. Si se hubieran atrevido a decir que no (él tenía algúnmotivopara desearlo), se habría arrojado de forma trágica a las aguas de ladesesperación.Taleraeltalentoqueteníaparalosgestos.Parecíaunreyenelexilio.Jamesdijoquesíconinsistencia.Camseretrasóconmenosgracia.Sí,claroquesí,losdosestaríanpreparados,dijeron.Leparecióaellaqueestosíqueeralatragedia:noloscrespones,elpolvoyelsudario;lacoerciónsobrelosniñosloera,lasumisióndesusespíritus.Jamesteníadieciséisaños;Cam,diecisiete,quizá.Habíalevantadolamiradabuscandoaalguienquenoestabaallí,aMrs.Ramsay,talvez.PerosóloestabalabuenadeMrs.Beckwith,quesededicabaasusdibujosalaluzdelalámpara.Deformaque,comoestabacansada,ysumenteaúnsemecíaconelritmodelamar,elsaboryelolordelos lugaresquehanestado largo tiempodeshabitadosseapoderódeella; lasvelas temblaban;sesintió librederepente,bajó.Eraunanochehermosa, lasestrellas brillaban, las olas se oían cuando subió la escalera; la luna lossorprendió, enorme, pálida, cuando pasaban ante la ventana del rellano. Sehabíadormidoalmomento.

Pusoel lienzocondecisiónsobreelcaballete,comosi fueraunabarrera,frágil,perolobastantebuenacomoparadefendersedeMr.Ramsayydesusexigencias.Hacía lo que podía, cuando él estaba de espaldas, paramirar elcuadro;aquí,lalínea;allí,elvolumen.Peronohabíamanera.Quesevayaauna distancia de cincuenta pies, que no te hable, que no te vea; aun así, sefiltraba, prevalecía, lograba imponerse. Todo lo cambiaba. No podía ver elcolor,nopodíaverlaslíneas;inclusodeespaldas,loúnicoquepodíahacereradecirse:Dentrodepocolotendréaquí,pidiéndome...algoquesabíaqueellanopodíadarle.Rechazabaunpincel,elegíaotro.¿Cuándovendránloschicos?¿Cuándo se irán todos?Semovía nerviosa.Este hombre, pensaba, cada vezmás enfadada, nunca ha dado, siempre recibe. Ella, por su parte, se veríaobligada a ofrecer. Mrs. Ramsay había dado. Dar, dar, dar. Por eso habíamuerto,sóloasíhabíapodidodejartodoesto.Enverdad,estabaenfadadaconMrs.Ramsay.Conelpinceltemblandolevementeentrelosdedos,miróhaciael seto, el escalón, la tapia. Todo era obra deMrs. Ramsay. Estabamuerta.Aquí estaba Lily, a los cuarenta y cuatro, perdiendo el tiempo, incapaz de

hacernada,ahípuesta,jugandoapintar,jugandoaloquenojugabanadie,ytodoeraculpadeMrs.Ramsay.Habíamuerto.Estabavacíoelpeldañoenelquesolíasentarse.Habíamuerto.

Pero ¿por qué repetir esto una vez tras otra? ¿Por qué esa pretensión dehacer aflorar unos sentimientos de los que carecía? Había una suerte deblasfemia en ello.Todo estaba seco, ajado, consumido.Nodeberían haberlainvitado. A los cuarenta y cuatro una no puede perder el tiempo, pensaba.Detestabajugarapintar.Unpincel,loúnicodeloquesefiabaenestemundode lucha,desdichaycaos: conesonodebería jugaruna,ni a sabiendas, eraalgoquedetestaba.Peroél laobligaba.Notocarásel lienzo,parecíadecirle,cayendo sobre ella, hasta que no me hayas dado lo que quiero de ti. Aquíestabaunavezmás,juntoaella,exigiendo,enfadado.Muybien,pensabaLily,desesperada, dejando caer la mano izquierda, más sencillo será darlo porconcluido. Seguro que podré pintar de memoria esa luz y la expresiónentusiasmada, la rapsodia, la entrega que en tantas caras de mujeres habíavisto (en la deMrs. Ramsay, por ejemplo) cuando en alguna ocasión comoéstaestabanbañadas—podría recordar lamiradadeMrs.Ramsay—enunaefusióndeconsuelo,decomplacenciaporlarecompensaquerecibían,yque,aunqueellano entendiera losmotivos, era evidenteque lesotorgaba lamássuprema bienaventuranza de la que la naturaleza humana es capaz. Aquíestaba,juntoaella.Ledaríaloquepudiera.

2

Parecíahaberencogido,pensabaél.Leparecíaalgoflaca,descamada,peroeraatractiva.Legustaba.EntiempossehabíahabladodequequizáacabaríacasándoseconWilliamBankes,peroluegonohabíapasadonada.Suesposalaqueríamucho.Duranteeldesayunoélhabíaperdidounpocolosnervios.Pero,pero... éste era uno de esosmomentos en que él era presa de esa necesidadinaplazable, una necesidad de la que no era consciente, de acercarse acualquier mujer, de obligarla, no le importaba cómo, tan grande era lanecesidad,adarleloquequería:consuelo.

¿Lacuidabanbien?,ledijo.¿Teníadetodo?

«Sí, gracias, de todo», dijo nerviosaLilyBriscoe.No, no podía hacerlo.Debería haberse dejado arrastrar por alguna ola de efusión de consuelo: laexigenciadeéleratremenda.Perosequedóquieta.Hubounahorriblepausa.Ambosmirabanlamar.¿Porqué,pensabaMr.Ramsay,miralamarsiestoyyoaquí?Deseabaqueestuvieraencalma,paraquepudierandesembarcarenelFaro,dijoella.¡ElFaro!¡ElFaro!¿Quétendráesoquever?,pensabaélcon

impaciencia.Almomento,conlafuerzadeunventarrónprimigenio(porqueélyanopudocontenersemás tiempo), saliódeélungemido talquecualquierotramujer en el mundo habría hecho algo, habría dicho algo..., cualquiera,peronoyo,pensabaLily,burlándoseamargamentede símisma,queno soyunamujer,sinoseguroquesoyunasolteronaseca,malhumoradaygruñona.

Mr.Ramsaysuspiróaplenopulmón.Esperó.¿Esquenoibaadecirnada?¿Esquenosedabacuentadequéqueríadeella?Entoncesledijoqueteníaunmotivopersonalparadesear ir alFaro.Sumujer solía enviar cosas a losdeallí.Habíaunpobremuchachoqueteníacoxalgia,elhijodeltorrero.Suspirócon todas sus fuerzas. Suspiró de modo significativo. Lo único que Lilydeseabaeraqueestainmensainundacióndedolor,estainsaciablehambredeconsuelo,yestaexigenciadequeserindieraaélincondicionalmente,que,sinembargo,noleimpediríanseguirteniendotristezasparaabastecerladuranteelresto de su vida, se apartaran de ella (no dejaba de mirar hacia la casa,esperandoquedeellaprocedieraalguna interrupción),sedesviaran,antesdequelaarrastraransuscomentes.

«Estasexcursiones—dijoMr.Ramsay,moviendolapuntadelpiesobreelsuelo—sonmuytristes.»PeroLilyseguíasindecirnada.(Esunmueble,esunapiedra,sedijo.)«Cansanmucho»,dijo,mirándoselashermosasmanos,deforma tan enfermiza que a ella le vinieron náuseas (actuaba, se dijo, estabainterpretándose a sí mismo). ¿Es que no iban a aparecer nunca?, sepreguntaba,yanopodíasoportarmástiempoelpesodetantatristeza,nopodíasoportar, ni por un momento más, los pesados ropajes del dolor (habíaadoptadounaposededecrepitudsuperlativa,inclusosemovíajuntoaellaconalgodetorpeza).

Seguíasinpoderdecirnada;parecíacomosiderepenteelmundoenterosehubieraquedadovacíodeobjetossobrelosquepoderhablar;sedabacuenta,conalgodesorpresa,deque lamiradadeMr.Ramsayparecíaposarseen lahierba, y parecía descolorarla; y que esamismamirada arrojaba un velo delutosobrelafiguraplacentera,soñolienta,rubicunda,deMr.Carmichael,queleíaunanovelafrancesasentadoenunatumbona;comosiunavidasemejante,que mostraba desafiante su prosperidad ante todo un mundo de dolor, leprovocase losmásnegrosde losmásnegrospensamientos.Mírenlo,parecíadecir;ymírenme;aunque,adecirverdad, loquenodejabade repetirseera:Piensen en mí, piensen en mí. Ay, si ese bulto pudiera acercarse aprisa,pensabaLily;sihubierapuestoelcaballeteunayardaodosmáscercadeél;unhombre,cualquierhombre,hubieradetenidoestaefusión,habríaimpedidoestos lamentos.Eraunamujer,esoes loque leenfadaba;unamujerdeberíahabersabidocómotrataresto.Esto,lodequedarsemuda,ladesacreditabaporcompleto, sexualmente. Había que decir, ¿qué había que decir? ¡Ah, Mr.Ramsay! ¡QueridoMr.Ramsay!Esto es loqueMrs.Beckwith, esa educada

ancianaquehacía dibujos, le habría dicho almomento, acertadamente.Perono.Ahíestaban losdos,aisladosdel restodelmundo.Todaaquella inmensacompasión de sí, la necesidad de consuelo que se derramaba y extendía encharcosasuspies,ytodoloquehacíaella, tristepecadora,erarecogerseunpocolafaldaalaalturadelostobillos,paranomojarse.Sequedóquietaenelmáscompletosilencio,agarradaalpincel.

¡Milvecesfueran loados loscielos!Seoíanruidosen lacasa.DebíandeestaracercándoseJamesyCam.PeroMr.Ramsay,comosisupiesequeseleacababaeltiempo,ejerciósobrelasolitariafiguradeellalafuerzainmensadesupenaquintaesenciada:sufragilidad,sudolor;cuandoderepente,almoverlacabezaconimpaciencia,confastidio—porque,despuésdetodo,¿quémujerseleibaaresistir?—,sediocuentadequenosehabíaechadoloscordonesdeloszapatos.Yeranunosseñoreszapatos,pensóLily,mirándolos:esculpidos,colosales;todoloquellevabaMr.Ramsay,desdeladeshilachadacorbatahastael chaleco en el que algunos botones estaban desabrochados, erainnegablemente suyo. Los imaginaba moviéndose por la habitación pordecisiónpropia,expresandoenausenciadeéllapasión,lainsolencia,elmalhumor,elencanto.

«¡Qué zapatos tan bonitos!», exclamó ella. Estaba avergonzada de símisma.Alabarloszapatoscuandoéllehabíasuplicadoqueconsolarasualma;cuandolehabíamostradolasmanosensangrentadas,elcorazóntraspasado,yél le había pedido que se apiadara de ello, y, en lugar de eso, deciralegremente:«¡Ah,peroquézapatostanbonitoslleva!»,merecía,ybienquelosabíaella,sercorrespondidoconunodesusrepentinosrugidosdeenfado,unaaniquilacióncompleta.

Enlugardeesto,Mr.Ramsaysonrió.Elcrespón,elluto,lasenfermedades,todo desapareció.Ah, sí, dijo,mostrando el pie para que lo viera ella, eranzapatos de primera calidad. Sólo había un hombre en Inglaterra que hicierazapatos como éstos. Los zapatos son una de las mayores maldiciones queafligenalahumanidad,dijo.«Elobjetivodeloszapateroses—exclamó—eldedañarytorturarelpiehumano.»Yademássonlosseresmásobstinadosyperversosdelahumanidad.Habíainvertidounabuenapartedesujuventudenconseguirquelehicieranloszapatoscomohayquehacerlos.Queríaqueellase diera cuenta (levantó primero un pie; luego, el otro) de que nunca anteshabíavistozapatoscomoéstos.Ademásestabanhechosconelmejorcuerodelmundo. El cuero, en sumayor parte, no era sino cartón y papel de estraza.Mirabacomplacidosuszapatos,todavíaenelaire.Habíanllegado,pensóella,aunaislasoleadadondehabitabalapaz,reinabalacordura,yelsolbrillabaparatodosporigual:labenditaisladeloszapatosdebuenacalidad.Sintióquesu corazón se apiadaba de él. «Vamos a ver si sabe echar el lazo», dijo. Seburlódeltorpelazo.Leenseñóunodesuinvención.Unavezechado,yanose

deshacía.Anudóellatresvecessupropiozapato,tresveceslodesanudóél.

¿Porqué,enestemomentotaninadecuado,cuandoseinclinabaélsobreelzapato, tenía que sentirse tan afligida por la compasión que sentía hacia él?Inclinada también ella, la sangre afluía a su cara, y, pensando en suinsensibilidad (lo había llamado farsante), sentía que se le llenaban delágrimas los ojos. Así ocupado, le parecía una persona de infinita pasión.Echabalazos.Comprabazapatos.NohabíaformadeayudaraMr.Ramsayenelviajequehacía.Perojustoahoracuandosíqueríadeciralgo,cuandoquizálohabríadicho,heaquíquellegaban:CamyJames.Aparecieronenlaterraza.Llegaron,despacio,juntos,unaparejaseriaymelancólica.

Pero ¿por qué venían así? No pudo evitar sentirse enojada con ellos,podríanhaberaparecidomásalegres;podríanhaberleofrecidoloque,yaqueellos habían venido, ella ya no tendría elmomento de ofrecerle. Porque derepente sintió un vacío repentino, una frustración. Sus sentimientos habíanaparecidodemasiadotarde.Sehabíaconvertidoenuncaballeroanciano,muydistinguido, que no tenía ninguna necesidad de ella. Se sintió rechazada. Secolgó unamochila. Compartió los paquetes: eran unos cuantos,mal atados,envueltosenpapeldeestraza.Teníatodoelaspectodeunexploradorqueseprepararaparauna expedición.Acontinuación, por el camino, tras dar unasvueltas, encabezó lamarcha con pasomilitar, con susmaravillosos zapatos,conlospaquetesenvueltosenpapeldeestraza;sushijosibantrasél.Teníanelaspecto,pensó,dehabersidoescogidosporeldestinoparaunatareadegranimportancia;yparecíanseguirlallamadadeldestino;erantodavíalobastantejóvenes como para seguir de buena voluntad la estela de su padre, conobediencia,peroconunapalidezquelehacíasentirquesufríanensilencioundolorsuperiorasusaños.Dejaronatráseljardín,Lilypensóqueestabaviendolamarchadeunaprocesión,unaprocesión ligadaporunsentimientocomúnquelaconvertía,torpeyfatigadacomoestaba,enunareducidacaravanaquelaimpresionabadeformaextraña.Deformaeducada,peromuydistante,Mr.Ramsaylevantólamanoamododesaludocuandodesaparecían.

¡Quéexpresiónlasuya!,pensó,hallandoalmomentolacompasiónquenoselehabíapedidoqueofreciera.¿Quélahacíaasí?Elpensar:unanochetrasotra, suponía; pensar acerca de la realidad de las mesas de cocina, añadió,recordando el símbolo que, en la vaguedad de sus ideas acerca de lospensamientosdeMr.Ramsay,lehabíaofrecidoAndrew.(Lohabíamatadoenunabrirycerrardeojoslametralladeunagranada,recordó.)Lamesaeraunavisión,eraalgoaustero,desnudo,duro,noornamental.Carecíadecolor,eratodobordesyángulos,erafeasinpaliativos.PeroMr.Ramsaynoapartabalosojos de ella, nunca se consentía distracciones o engaños, hasta que su caratambién se deterioró, se hizo ascética, y participó de esta belleza sinornamentosquetanprofundamente lahabía impresionado.Recordóentonces

(dondeéllahabíadejado,todavíaconelpincelenlamano)quetambiénhabíahabidopreocupacionesqueloconsumieron,notannobles.Hadebidodetenersus dudas acerca de esa mesa, pensaba ella; si se trataba de una mesa deverdad; si se merecía el tiempo que le dedicaba; si, después de todo, seríacapazdehallarla.Habíatenidodudas,pensaba;osino,habríaexigidomenosde quienes lo rodeaban.De eso es de lo que se quedaban hablando a veceshastaaltashorasde lanoche,pensaba;yaldía siguienteMrs.Ramsay teníaaspecto de cansancio, y Lily se enfurecía con él por cualquier cosilla sinimportancia. Pero ahora no tenía con quién hablar de esa mesa, ni de loszapatos, ni de los lazos; y era como un león que buscase una presa quedevorar,yhabíauntoquededesesperaciónensucara,deexageración,queaella le preocupaba, y que le hacía estirarse la falda cuando estaba ante él.Luego recordó, se trataba de una resurrección repentina, un fulgor intenso(cuandoalabó loszapatos),una recuperación repentinadevitalidade interésen las cosas humanas ordinarias, que también cesó y se transformó (porquecambiaba incesantemente,ynoocultabanada) enesaotra faseúltimaqueaellaleparecíanueva,yque,loreconocía,lehacíaavergonzarsedeloirritableque la volvía, cuando parecía como si él se hubiera desprendido depreocupacionesyambiciones,y,conlaesperanzadelconsuelo,yconeldeseodeseralabado,hubieraentradoenotraregión;lohubieracolocado,comoporcuriosidad,inmersoenunmudocoloquio,soliloquioodiálogo,alacabezadeaquella mínima procesión fuera del alcance de una. ¡Qué expresión tanextraordinaria!Sonóunportazo.

3

Así que por fin se han ido, pensó, suspirando a la vez con alivio ydecepción.Parecíahaberregresadoalmomentolaexpresióndefelicidadasucara,comounazarzareciénflorecida.Sesentíacuriosamenteindecisa,comosiunapartedeella fueraatraídahaciaelpoloexterior:eraundía tranquilo,conalgodecalina;elFaroparecíaestamañanahallarseaunagrandistancia;elotropololafijabaaljardínconperseverancia,deformairrevocable.Veíaellienzo como si hubiera venido flotando y se hubiera colocado blanco, sinconcesiones,directamenteanteella,consufríamiradaenlugardeestaprisaeinquietud; tanta estupidez y desperdicio de emociones; la llamabaimperiosamente,yextendíaporsumenteenprimerlugarlapaz,mientrassusdesordenadas sensaciones (lehabíadadopenaquepor fin sehubiera ido él,peronolehabíadichonada)sealejaranhuyendodelcampo;acontinuación:elvacío.Sequedóconlamiradaperdidaenellienzo,consumiradablancasinconcesiones; después apartaba la miraba del lienzo, se quedaba mirando el

jardín.Había algo (sequedómirando fijamente con susojillosorientales, lacarallenadearrugas),algoquerecordabarespectodelasrelacionesdeestaslíneasque se cruzaban, que se cortaban entre sí, y tambiénhabía algo en elvolumendelsetoconsuverdeconcavidaddeazulesycastaños;algoquenoselehabíaidodelacabeza,quehabíaanudadounlazoensumentedeformaqueen momentos perdidos, involuntariamente, cuando caminaba por BromptonRoad, o cuando se cepillaba el pelo, se hallaba a sí misma pintando estecuadro, mirándolo, y deshaciendo el lazo mentalmente. Pero eracompletamentediferentelodeimaginarlascosasalegrementelejosdellienzo,frentealarealidaddecogerelpincel,ydedejarlaprimerahuella.

Había cogidounpincelqueno le convenía, por lonerviosaque lehabíapuesto la presencia de Mr. Ramsay; y el caballete, clavado en el suelo decualquier forma, ofrecía un ángulo incorrecto; ahora que ya lo había puestobien, y al hacerlo había sofocado todas las impertinencias e insignificanciasqueladistraíanylehacíanrecordarqueeraunapersonadetalytalforma,yqueconocíaaciertaspersonas,moviólamano,levantóelpincel.Duranteunmomentosequedótemblandoenundolorosoperoexcitanteéxtasis,detenidalamanoenelaire.¿Pordóndeempezar?:ésteeraelproblema;¿enquépuntohacer la primera señal? La primera línea sobre el lienzo la comprometía aincontables riesgos, a decisiones con frecuencia irrevocables. Todo esto queparecía sencillo desde un punto de vista teórico, se convertía en algo muycomplicadodesdeelpuntodevistapráctico;aligualquelasolasofreceránundibujoevidenteaquienlascontempledesdeloaltodelacantilado,peroparaelnadador que semueva entre ellas serán valles profundos y crestas llenas deespuma.Perohabíaquecorrerelriesgo,hizolaprimeramancha.

Quésensación física tancuriosa, comosi algo la impulsaraa seguiryalmismo tiempo la retuviera, había dado la primera y decisiva pincelada. Elpincel descendió.Destelló el color castaño sobre el blanco lienzo; dejó unamancha alargada. Hizo un segundo movimiento..., un tercero. Haciendopausas, interrumpidas por destellos, logró un movimiento de baile, rítmico,como si las pausas fueran una parte del ritmo; y las pinceladas, la otra, yestuvieran todas relacionadas; y así, suave, delicadamente, haciendo pausas,pintando,llenóellienzodenerviosaslíneasdecolorcastañoqueencuantosefijabancomprendíanensuinterior(notabacómotomabaformaparaella)todounespacio.Enelsenodeunaola,veíacómolasiguienteseerguíacadavezmásaltasobreella.¿Acasohabíaalgomásformidablequeesteespacio?Aquíestaba de nuevo, pensaba, retrocediendo un paso para verlo, lejos de loscotilleos,delavida,delacomunidaddelaspersonas,anteesteformidableyviejoenemigodeella:estaotracosa,estaverdad,estarealidadquederepentele ponía las manos encima, que se erguía con fuerza ante ella, tras lasaparienciasdelascosas,yexigíasuatención.Medioacontrapelo,encontradesuvoluntad.¿Porquésiemprelaarrastrabayteníaqueobedecer?¿Porquéno

ladejabaenpazaquíeneljardín?,¿porquénoledejabaquehablaraconMr.Carmichael? Vaya si era una forma de relación exigente. Otros objetos deculto se quedaban contentos con el culto; hombres, mujeres, Dios, todosconsentían que te postraras de rodillas; pero esta forma, aunque sóloreprodujeralaimagendeunapantallablancadeunalámparasobreunamesademimbre, solicitabauncombateperpetuo, la retabaaunaa la lucha,en laqueunaestabadestinadaaperder.Siempre(asíeraella,oasíerasugénero,nolo sabía), antes de cambiar la fluidez de la vida por la concentración de lapintura, teníaunosminutosdedesnudez,cuandoparecíaunalmanonata,unalmasegregadadelcuerpo,unalmaquedudarasobrealgúnventosopináculo,yestuvieraexpuestasinprotecciónatodoslosvientosdeladuda.¿Porquélohacía?Miraba el lienzo, tenuemente cubierto de líneas. Lo colgarían en lashabitacionesdel servicio.Loenrollaríany lometeríandebajodealgún sofá.Dequéservíahacerlopues,sinohacíamásqueescucharaquellavozqueledecíaquenosabíanpintar,quenosabíancrear;comosihubieracaídoenunade esas rutinas mentales que tras un tiempo la experiencia forma sola, demanera que repite una las palabras sin saber muy bien quién las dijo porprimeravez.

No saben pintar, no saben escribir, murmuraba de forma monótona,considerandocongranpreocupacióncuáldeberíaserelplandeataque.Porqueel volumen tomaba forma ante ella, se hacía visible, sentía la fuerza queejercía contra sus globos oculares. Entonces, como si algún jugo necesarioparalalubricacióndesusfacultadessehubierasegregado,comenzódeformatitubeanteacoger losazulesyámbares,moviendoelpincelaquíyallí,peroahora estaba más cargado, y se deslizaba más lentamente, como si hubieraadoptadounritmoqueledictaraaella(nodejabademiraralseto,allienzo)loqueveía,deformaquemientraslamanotemblaballenadevida,elritmoeralosuficientementefuerteparaarrastrarlaensucorriente.Adecirverdad,habíaperdidoelconocimientodelmundoexterior.Ymientrasperdíaconscienciadelmundoexterior,yseolvidabadesunombreypersonalidadyaspecto,ydesiMr.Carmichaelestabaallíono,sumentecontinuabaarrojando,desdelomáshondo, escenas, nombres, dichos, recuerdos e ideas, como una fuente cuyosurtidor se derramara sobre aquel deslumbrante e increíblemente difícilespacioenblanco,mientraslomodelabaconverdesyazules.

EraCharlesTansleyquiensolíadecirlo,seacordaba,lodequelasmujeresnosabíanpintar,nosabíanescribir.Seleacercabapordetrás,mientraspintabaenestemismolugar,yahísequedaba,cerca;yellalodetestaba.«Tabacodepicadura—decíaél—,acincopeniques laonza»,siempreestabaexhibiendosupobreza,susprincipios.(Perolaguerralehabíaarrancadoelaguijóndesufemineidad. Pobres diablos, pensaría cualquiera, pobres diablos de ambossexos,enquélíosnosemeterán.)Siemprellevabaunlibrobajoelbrazo:unlibrodecolorpúrpura.Él«trabajaba».Sesentaba,lorecordaba,ytrabajabaa

plenosol.Durantelacenasesentabaenmediodelpaisaje.Ytambiénestaba,ahoraquepensabaenello,laescenadelaplaya.Habíaquerecordarlo.Eraunamañanadeviento.Sehabíanidotodosalaplaya.Mrs.Ramsayestabasentadajuntoaunapiedraescribiendocartas.Escribíasinpausa.«¡Ah!—habíadicho,levantando lamirada hacia algo que flotaba en lamar—, ¿es una nasa paralangostas?,¿esunabarcavolcada?»Eratanmiopequenoveíanada,yCharlesTansley se portó todo lo bien que supo. Empezaron a hacer saltar piedrasplanas sobre el agua. Elegían piedrecillas negras planas, y las hacían saltarsobrelasolas.DevezencuandoMrs.Ramsaymirabaporencimadelasgafas,ysereía.Noseacordabadeloquedecían,sólolarecordabaaellayaCharles,quetirabapiedras,yquesehabíavueltorepentinamenteamable,yrecordabaqueMrs.Ramsay losmiraba.Eramuyconscientede aquello.Mrs.Ramsay,pensó, retrocediendo un paso y mirando atentamente. (Seguro que lacomposicióneramuydiferentecuandoestabasentadaenelescalónconJames.Debíadehaber alguna sombra.)Mrs.Ramsay.Cuandopensabaenellay enCharlesTansleytirandopiedrasalagua,yentodaaquellaescenaenlaplaya,todoparecíadependerenciertamaneradeMrs.Ramsay,sentadabajolapiedraaquélla,conelcuadernosobrelasrodillas,escribiendocartas.(Escribíacartassinparar,yaveceselvientocogíaalguna,yellaoCharlesrescatabanalgunapágina de la mar.) Pero ¡qué poder el del alma humana!, pensaba. Aquellamujerallísentada,escribiendojuntoalapiedra,hacíaquetodoadquirieraunarepentinasencillez;hacíaqueaquellasiras,irritaciones,leparecierancosadenada; reuníaestoyaquelloy lodemásallá,yconvertía todaesta tonteríaydesdén (las disputas y porfías de Charles y de ella habían sido necias,desdeñables)enalgo—estaescenadelaplaya,porejemplo,estemomentodeamistadyconfraternización—que sobrevivía, tras todosestos años, íntegro;deformaquesezambullíaenestodenuevopararevivir losrecuerdosdeél,recuerdosquepermanecíanensumentecasicomounaobradearte.

«Comounaobradearte»,serepitió,mientrasmirabadesdeellienzohacialos escalones de la sala, y de nuevo al lienzo. Tenía que descansar unosmomentos.Descansando,mirandodeunoaotro,deformainconcreta,laviejapregunta que de forma perpetua atravesaba el cielo del alma, la preguntainmensa, general, que fácilmente sabía hacerse concreta en momentossemejantes,cuandodaba libertada facultadesquehabíanestadosometidasatensiones,sequedabasobreella,hacíaunapausasobreella,seoscurecíasobreella.¿Quésentidotienelavida?Esoeratodo:unasencillapregunta;queconlosañostendíaahacersemásacuciante.

Nuncasehabíaproducidolagranrevelación.Lagranrevelaciónquizánollegaríanunca.Ensulugarhabíapequeñosmilagroscotidianos,iluminaciones,cerillasquederepenteiluminabanlaoscuridad;yaquíhabíauna.Esta,aquéllaylademásallá;ellayCharlesenlaolaquerompía;Mrs.Ramsayuniéndolos;Mrs. Ramsay diciendo: «Vida, detente aquí»; Mrs. Ramsay convirtiendo el

momento en algo permanente (al igual que en una esfera diferente Lilypretendía convertir otro momento también en algo permanente): estoparticipabadelanaturalezadelasrevelaciones.Enmediodelcaoshabíaunaforma;esteeternopasaryfluir(dirigiólamiradahacialasnubesquecruzabanel cielo, hacia las hojas que se movían al viento) quedaba fijo en algunaestabilidad. Vida, detente aquí, había dicho Mrs. Ramsay. «¡Mrs. Ramsay!¡Mrs.Ramsay!»,serepetía.Estarevelaciónseladebíaaella.

Todo estaba callado. No se oía a nadie en la casa. Vio cómo dormía eledificioenlaprimeraluzdelamañana,conlasventanasverdesyazulesporlosreflejosdelashojas.LosdelicadospensamientosquehabíadirigidohaciaMrs.Ramsayparecían rimarconestacasa silenciosa,estehumo,este frescoaire del amanecer. Tenue e irreal, este aire era, sin embargo,sorprendentemente puro y embriagador. Confiaba en que nadie abriera unaventana,osalieradelacasa,paraqueladejaranenpazconsuspensamientos,para poder seguir pintando. Se volvió al lienzo. Pero, impulsada por algunaclase de curiosidad, atraída por el remordimiento de la compasión que nohabíasabidomanifestar, seacercóunospasoshastaelbordedel jardín,paraversiseveía,abajo,enlaplaya,cómosehacíaalamarelgrupito.Allíabajo,dondeestabanlasbarcas,algunasteníanlasvelasrecogidas,otrassealejabanpocoapoco;eraundíadeunagranbonanza;habíaunaquesehabíaapartadodelasdemás.Estabandesplegandolavelaenestemomento.DecidióqueenaquellaremotabarquitacompletamentesilenciosasehallabaMr.RamsayconCamyJames.Yahabíandesplegadolavela,trasunosmovimientosdeduda,lasvelascogieronaire,envueltasenunprofundosilencio,yobservócómolabarquita sehacía a lamar con todadeliberación, ydejaba atrás a lasdemásbarcas.

4

Lasvelassemovíansobresuscabezas.Elaguabañabaloscostadosdelabarca,soñolientaeinmóvilbajoelsol.Devezencuandolasvelasseagitabancon una leve brisa, pero cesaba la brisa y cesaba el movimiento. La barcaestaba inmóvil.Mr.Ramsayestabasentadoenmediode labarca.Dentrodepocodaríaseñalesdeimpaciencia,pensabaJames;yCamtambiénlopensaba,mientrasmirabaasupadre,sentadoenmediodelabarca,entreellos(Jamesllevaba el timón,Camestaba sentada en laproa), con laspiernas recogidas.Detestabaperdereltiempo.SeguroquedentrodeunossegundosdiríaalgodelniñodelosMacalister,quesacólosremosyempezóaremar.Perosupadre,trasunosmovimientosnerviosos,losabían,sólosehabríaquedadocontentosihubieran ido volando.Nodejaba de buscar una brisa,moviéndose nervioso,

diciendocosasenvozbaja,queMacalisteryelhijodeMacalisterpodíanoír,yambospodían sentirsemuymal.Leshabíahechovenir.Loshabíaobligado.Como estaban enfadados, esperaban que no soplara el viento, que todo lesalieramal,porqueloshabíaobligadoairencontradesuvoluntad.

Albajaralaplaya,sehabíanrezagado,aunquelesdecía:«Venga,venga»,perosinpalabras.Mirabanalsuelo,comosileshicierabajarlascabezasunagalerna implacable. No podían hablarle. Tenían que caminar, tenían queseguirlo.Teníanqueseguirloconlospaquetesenvueltosenpapeldeestraza.Perohabíanprometido solemnemente, en silencio,mientras caminabancodocon codo, ayudarse ymantener esta gran alianza: enfrentarse con la tiraníahastamorir.Yallíestabansentados,unaenunextremodelabarca,elotroenel opuesto, callados. No decían nada, sólo lo miraban de vez en cuando,sentado, con las piernas recogidas, el ceño fruncido y los movimientosnerviosos,bisbiseandoyhablandosoloenvozbaja,yesperandoimpacienteaque soplara el viento.Yellos queríanque siguiera la calma.Queríanque lesaliera mal. Querían que la excursión fuera un completo fracaso, y quetuvieranqueregresar,conlospaquetes,alaplaya.

Peroahora,despuésdequeelhijodeMacalisterhubieraremadounpoco,las velas giraron lentamente, la barca cogió velocidad, se enderezó, salióvolando. Inmediatamente, como si se le hubiera quitado de encima un granpeso,Mr.Ramsayestirólaspiernas,sacólapetaca,laofrecióconungruñidoaMacalister,ysesintió,sedieroncuenta,muycontento.Ahorayapodíanseguirnavegandoasídurantehoras,yMr.RamsayleharíaunapreguntaalbuenodeMacalister—quizá sobre la galerna del anterior invierno—, y el bueno deMacalister le respondería, y fumarían juntos las pipas, yMacalister cogeríaunacuerdaembreadaeintentaríadeshacerohacerunnudo,yelmuchachosededicaría a pescar, y no dirían ni una sola palabra. James se sentiría en laobligacióndenodespegarlavistadelavela.Porquesiloolvidaba,lavelasedesinflaría, se quedaría fláccida, la barca perdería velocidad, yMr. Ramsaydiríaenfadado:«¡Cuidado!¡Cuidado!»YelbuenodeMacalister,lentamente,miraríahaciaatrás.Oyeroncómo lehacía lapregunta sobre lagalernade lapasadaNavidad.«Entróporallí»,dijoelbuenodeMacalister,describiendolagalernadeNavidad, diezbarcosbuscaron refugio en labahía; vio«unoahí,otroallí,otromásallá»(señalabadespaciohacialabahía.Mr.Ramsayseguíala explicación, volvía la cabeza hacia atrás). Había visto tres hombresaferradosaunmástil.Luegoacabólatempestad.«Porfinlaechamos»,siguió(pero enfurecidos, callados, sólo cogían alguna palabra de vez en cuando;estaban sentados en los extremos de la barca, unidos por el juramento delucharcontra la tiraníahasta lamuerte).Por fin lahabíanexpulsado,habíanbotadolabarcadesalvamento,ylahabíanllevadohastamásalládelapunta...Macalister contaba la historia; y aunque sólo oían alguna palabra de vez encuando, eran muy conscientes todo el tiempo de la presencia de su padre:

cómo se inclinaba hacia delante, cómo su voz armonizaba con la deMacalister; cómo, al chupar de la pipa, ymirando aquí y allá, hacia dondeseñalabaMacalister,disfrutabaconlaideadelagalerna,ydelanocheoscura,y de los pescadores luchando. Le gustaba que los hombres trabajaran y seesforzaranen laplaya,batidaporelviento,durante lanoche,oponiendo losmúsculosy lamentecontra lasolasyelviento; legustabaque loshombrestrabajaran así, y que las mujeres se quedaran en casa, y se sentaran a lacabeceradelascamasdelosniños,mientrasloshombresseahogaban,afuera,en medio de la galerna. James podría afirmar, y Cam podría afirmar (lomiraban, se miraban entre sí), por el movimiento, por la atención, por eltimbre de la voz, y por el tenue acento escocés que había adoptado, quetambiénaéllehacíapareceruncampesino,alpreguntaraMacalistersobrelosonce barcos que se habían recogido en el interior de la bahía. Tres de ellosnaufragaron.

MirabaorgullosoenladirecciónqueseñalabaMacalister;yCampensaba,sintiéndose orgullosa de él, sin saber muy bien por qué, que si él hubieraestadoallí,habría lanzadoalaguaelbotesalvavidas,habría llegadohastaelbarconaufragado,pensabaCam.Eratanvaliente,legustabatantolaaventura,pensabaCam.Peroseacordó.Estabaelpacto.Enfrentarseconlatiraníahastamorir.Estedolorlosapesadumbraba.Seleshabíaobligado,seleshabíadadouna orden. Los había sometido de nuevo con su malhumor y su autoridad,obligándolos a hacer lo que les decía, esta hermosamañana; obligándolos avenir,porqueasíloquería,parallevarlospaquetes,alFaro;atomarparteenestosritosenlosquelegustabaparticiparporelpropioplacerderecordaralosmuertos;yelloslodetestaban,remoloneabantrasdeél,habíadespojadoeldíadetodosuplacer.

Sí,labrisarefrescaba.Labarcasebalanceaba,cortabaelaguaendos,ysederramabaenverdescataratas,seabríaenburbujas,encascadas.Cammirabalaespuma,lamarcontodossustesoros;lavelocidadlahipnotizaba;yelpactoentre ella y James se debilitaba un poco. Comenzó a pensar:Qué aprisa semueve. ¿Adónde vamos?, y el movimiento la hipnotizaba; mientras queJames, con lamirada en lavela, en el horizonte, llevaba el timóncongestoadusto. Pero comenzaba a pensar también él que mientras llevara el timónpodría escapar, podía deshacerse de todo. Podían desembarcar en cualquierparte, ser libres. Ambos, mirándose fugazmente, tuvieron una sensación dehuida,deexaltación,acausadelavelocidadydelcambio.PerolabrisatraíaidénticaexcitaciónaMr.Ramsay,y,cuandoelbuenodeMacalistersevolviópara echar el sedal por la borda, gritó: «Morimos», y después, «a solas».Acontinuación, con el acceso de costumbre de arrepentimiento y timidez secontuvo,ysaludólacostaconlamano.

«Miradlacasita»,dijo,mientrasseñalaba,haciendomiraraCam.Ellase

irguiódemalavoluntad,ymiró.Pero¿cuál era?Nosabríadecir cuál era lacasa,allí,en la faldade lacolina.Todoparecía lejano,enpazyextraño.Lacosta parecía muy cuidada, lejana, irreal. La poca distancia que habíanrecorrido navegando los había alejadomucho, y le había hecho cambiar deaspecto, tenía ahora un aspecto bien cuidado, aspecto de algo que se retrae,algo en lo que uno ha dejado de participar. ¿Cuál era la casa? No sabíaidentificarla.

«Perounmarmásairadomeacogióamí»,murmurabaMr.Ramsay.Habíahallado la casa, y al verla se había visto a sí mismo allí; se había vistopaseando por la terraza, solo. Paseaba de un lado a otro entre los grandesjarrones;yseleveíamuyenvejecido,vencido.Aquí,sentadoenlabarca,seleveíavencido,seencogió,comenzóalmomentoarepresentarsupapel:elpapelde un infeliz, un viudo, un desposeído; y así conjuraba todo el ejército dequienes se compadecían de él; representaba ante símismo, en la barca, unabreve tragedia, una tragediaque le exigía estar decrépitoy exhaustoy tenerpenas (elevó lasmanosyvio lo descamadasque estaban, para confirmar susueño);yacontinuaciónleveníaconabundancialacompasióndelasmujeres,yse imaginabacómo loconsolaríanysecondoleríandeél,yobteniendodeestesueñolaideadelexquisitoplacerdelcariñodelasmujeres,suspiró,ydijodulcementeyapesadumbrado:

Morimos,asolascadauno,

Perounmarmásairadomeacogióamí.

Todosoyeronconclaridadlastristespalabras.Camsesobresaltóunpoco.La sorprendió, se encolerizó. Elmovimiento atrajo la atención de su padre;hizo un movimiento involuntario; de repente, exclamó: «¡Mirad! ¡Mirad!»,contantavehemenciaqueJamestambiénvolviólacabezaparamirarhacialaislaporencimadelhombro.Todosmiraban.Mirabanhacialaisla.

PeroCam no veía nada. Pensaba en cómo se habían borrado todos esossenderos que cruzaban el césped, densamente poblados con las vidas quehabíanvividosobreellos,habíandesaparecido,eranelpasado,eranloirreal,lorealahoraeraesto: labarcay lavelaconel remiendo,Macalistercon lospendientes, el ruido de las olas; todo esto era lo real. Pensando en esto,murmurabaellaparasí:«Morimos,asolas»,porquelaspalabrasdesupadrenodejabandedarvueltasymásvueltasensumente;cuandosupadre,viendoquemirabacomosinver,comenzóaburlarsedeella.¿Esquenoconocíalospuntos cardinales?, preguntaba, ¿la brújula? ¿Nodistinguía el norte del sur?¿Es que de verdad pensaba que vivían allí?Volvía a señalar, y lemostrabadónde estaba la casa, allí, entre aquellos árboles. Le gustaría que ella fueramás precisa, le decía: «Vamos a ver, ¿dónde está el este, y dónde está eloeste?», le decía,medio riéndose de ella,medio riñéndola, porque no podía

comprenderquéclasedementeseríalasuya,siesquenoeracompletamenteimbécil, que no conocía los puntos cardinales.Y ella no lo sabía.Y viendocómomiraba,sinver,peroconojosasustados,yconlamiradadirigidahaciadondeno estaba la casa,Mr.Ramsayolvidó su sueño: cómopaseabade unladoaotroentrelosjarronesdelaterraza,cómoseextendíanlosbrazosparaacogerlo.Pensaba,lasmujeressonsiempreasí;lainconcrecióndesusmentesnotieneremedio;eraalgoquenuncahabíapodidoentender,peroasíera.Asíhabíasidoella,supropiamujer.Nopodíanconseguirquehubieraalgoquesequedara firmementegrabadoensusmentes.Peronodebíahaberseenfadadoconella, loqueesmás,¿esqueenel fondonoeraeso loque legustabadeellas? Era parte de su extraordinario encanto. Haré que ella me sonría,pensaba.Pareceasustada.Eratancallada.Cerrólamano,ydecidióquesuvozy su cara y todos los rápidos gestos expresivos que le habían obedecido yhabíanhechoquelegenteseapiadaradeélyloalabarandurantetodosestosañossesosegaran.Conseguiríaquelesonriera.Encontraríaalgoagradablequedecirle. Pero ¿qué? Porque, absorto en sus tareas, como lo estaba, habíaolvidadoquéclasedecosassedecían.Estabaelcachorro.Teníanuncachorro.¿Quién lo atendía hoy?, preguntó. Sí, pensaba James implacable, viendo elperfil de la cabeza de su hermana contra la vela, ahora cederá. Se quedaríasoloparalucharcontraeltirano.Quedaríaélsoloparacontinuarlalucha,parahacer honor al pacto.Camno será capaz de enfrentarse con la tiranía hastamorir,pensabasombrío,observandolacara, triste,hosca,débil.Ycomoconfrecuenciasucedecuandounanubecaesobre laverde faldadeunacolinaydesciendelapresiónbarométricayahíenmediodelasdemáscolinasestálapenay la tristeza,yparececomosi lasdemáscolinas reflexionaransobre lamalasuertede lanublada,de laensombrecida,conpiedadomaliciosamenteregocijadasporsupena,deigualforma,Camsesentíatriste,sentadaahí,enmediodegentesencalma,decididas,ysepreguntabaquecómoresponderíaasu padre respecto del cachorro; cómo resistirse a esta petición: perdóname,atiéndeme;mientras que James, el legislador, con las tablas de la sabiduríaeternaabiertassobrelasrodillas(lamanosobreeltimónsehabíaconvertidoen algo simbólico para ella), decía: Resiste. Lucha. Tenía razón, era justo.Porquedebíanlucharcontralatiraníahastalamuerte,pensabaella.Detodoslosvaloreshumanos,eraeldelajusticiaelquemásreverenciaba.Suhermanoera lo más parecido a un dios; su padre, a alguien que solicitara algo conhumildad. Ante quién se rendiría, pensaba, sentada entre ambos, mirandohacia la costa, cuyos puntos eran completamente desconocidos para ella, ypensando en cómo el jardín y la terraza y la casa se habían difuminado, yahorahabitabaallílapaz.

«Jasper»,dijodeformahosca.Élcuidarádelcachorro.

¿Quénombreibaaponerle?,supadrepersistía.Élhabíatenidounperrodeniño, se llamaba Frisk. Se rendirá, pensaba James, mientras veía cómo le

cambiabalacara,uncambioquerecordabadeotrasocasiones.Ellasbajanlamirada,pensaba,miranlaslaboresocualquierotracosa.Luego,derepente,lalevantan.Huboundestelloazul,recordabaél,yentoncesuna,quesesentabaasulado,serio,serindió,yélseenfadómucho.Debiódehabersidosumadre,pensaba, tejiendoenlasillabaja,ysupadreenpie, juntoaella.Comenzóabuscarenlainfinitaseriedeimpresionesqueeltiempohabíadepositadoensucerebro:hojatrashoja,plieguesobrepliegue,delicada,incesantemente;entrearomas, sonidos (voces, ásperas, huecas, cariñosas), entre las luces que semovían,entrelasescobasquebarran,entreeliryvenirdelamar,advertíalapresenciadeunhombreque ibadeun lado aotro, yde repente sequedabainmóvil,erguido,juntoaellos.Mientrastanto,advirtió,Cammojabalosdedosen el agua, ymiraba fijamente la costa, y seguía callada.No,no se rendirá,pensóél; esdiferente,pensaba.Muybien, siCamnoqueríacontestar,no lamolestaríamás,decidióMr.Ramsay,palpándoselosbolsillosenbuscadeunlibro. Pero ella sí que quería responder; deseaba, con pasión, poder derribaralgúnobstáculoqueestorbabasu lengua,yqueríapoderdecir:Ah,sí,Frisk.LollamaréFrisk.Inclusoqueríapoderdecir,¿eraéseelperroqueseencontróenel caminodespuésdehaberloperdidoenelpáramo?Pero,hiciera loquehiciera,noseleocurríadecirnadaparecidoaeso;habíadecididocumplirconlealtad el pacto,querríahacer llegar a supadre, sinque James lo advirtiera,unamuestraprivadadel amorque sentía hacia él.Porquepensaba,mientrasjugaba con el agua (el hijo deMacalister había cogido una caballa, y dabacoletazosenel suelo,había sangreen lasagallas),porquepensaba,mientrasmirabaaJames,quien,asuvez,noapartabalaecuánimemiradadelavela,odirigía la vista fugazmente al horizonte, tú no estás expuesto a correr esteriesgo, a esta intensidad y división de sentimientos, a esta tentaciónextraordinaria.Supadresepalpabalosbolsillos;unsegundomás,yhallaríaellibro.Porquenadielaatraíamás;susmanosleparecíanhermosas,ysuspies,ysuvoz,ysuspalabras,ysuprisa,ysugenio,ysusrarezas,ysupasión,ylodedecir sinmiramientoantecualquiera lodemorimosa solas,y su lejanía.(Yahabíaabiertoellibro.)Peroloquenodejabadeserintolerable,pensaba,sentadarígida,yviendocómoelhijodeMacalistersacabaelanzuelode lasagallasdeotropez,eraesacrasayciegatiraníasuyaquehabíaenvenenadosuinfancia, y había levantado amargas tempestades; de forma tal que inclusoahora se despertaba en medio de la noche, temblando de ira, y recordabaalguna orden de él, alguna insolencia: «Haz esto», «Haz aquello»; suautoridad:su«Obedéceme».

Deformaquenodijonada,sinoquesiguiómirandodeformatercaytristehacialacosta,envueltaensumantodepaz;comosilagentequehubieraenellasehubieradormido,pensaba;comosifueranlibrescomoelhumo;comosi tuvieranla libertaddeiryvenircomofantasmas.Allínohaysufrimiento,pensó.

5

Sí,aquéllaeslabarca,concluyóLilyBriscoe,enelextremodeljardín.Eralabarcaconlasvelasdecolorgrisrojizo,laqueahoravioenderezarseenelagua,ysaliraprisaenmediodelabahía.Ahíestásentado,pensó,ysushijossiguencallados.Ahínopodíaalcanzarlo.Ahoralepesabaelcariñoquenolehabíadado.Hacíadifícilpoderpintar.

Siempre había pensado que era un hombre difícil. Recordaba que nuncahabíapodidoalabarloestandoélpresente.Esohacíaquesusrelacionesfueranalgo indefinido, sin el ingrediente del sexo, ese ingrediente que hacía tanelegantes, casi alegres, las quemantenía conMinta. Cortaba una flor, se laofrecía,ledejabalibros.Pero¿deverdadcreíaqueMintalosleía?Lospaseabaporeljardín,losllenabadehojasparaseñalarpordóndeiba.

Mientrasmirabaalanciano,sentíatentacionesdehacerlelapregunta:«¿Seacuerda,Mr.Carmichael?»Perohabíabajadolaviseradelsombrerosobrelafrente:estabadormido,oestabasoñando,oestabacazandopalabras,pensó.

«¿Lo recuerda?», sintió tentaciones de preguntárselo al pasar junto a él,pensandodenuevoenMrs.Ramsayenlaplaya;elbarrilquesubíaybajaba,laspáginasquesemovíanalviento.¿Porquéhabíasobrevividoesotrastodosestos años, rotundo, luminoso, visible hasta el más menudo detalle, y, sinembargo,todooscuropordelante,pordetrás,durantemillasymásmillas?

«¿Es una barca?, ¿un corcho?», decía ella, se repetía para sí Lily,regresando, de mala gana, al lienzo. Loados sean los cielos, al menos lequedabatodavíaelproblemadelespacio,pensaba,mientrascogíadenuevoelpincel. Rutilaba ante ella. Todo el volumen del cuadro gravitaba sobre esepunto.Lasuperficieseríahermosa,deslumbrante,comoplumas,evanescente,lamezcladecoloresdebíasertannaturalcomoladelasalasdelamariposa;pero bajo la superficie, el tejido debería estar trabado como con barras dehierro.Deberíaseralgoquepudieraestremecerseconunsencillosoplo;y,alavez,algoquenopudieramoverniuntirodecaballos.Comenzóadepositarunrojo,ungris,ycomenzóamodelarsurumboenelhueco.YalavezleparecíaqueestabasentadajuntoaMrs.Ramsayenlaplaya.

«¿Es una barca?, ¿un barril?», se preguntabaMrs. Ramsay. Comenzó abuscarlasgafas.Sequedósentada, trashaberlashallado,callada,mirandolamar. Lily, pintando metódicamente, sintió como si una puerta se hubieraabierto,yalguienentrara,ysequedaracontemplandotodoensilencio,comoen una alta catedral, muy oscura, muy solemne. Había unos gritos que

procedíandeunmundoremoto.Losvaporessedesvanecíanbajoelhumoenforma de columnas en el horizonte. Charles arrojaba piedras, y las hacíarebotarenelagua.

Mrs.Ramsayestabasentada,callada.Lilypensabaqueestabacontentapordescansar, al fin, sin tenerquehablar,no tendríaganasdehablar;porpoderalejarse un rato de la extrema oscuridad de las relaciones humanas. ¿Quiénsabe lo que somos?, ¿lo que sentimos? ¿Quién sabría decir, incluso en losmomentosdeintimidad:Estoeselconocimiento?Esque,aldecirlas,¿nosedeterioran las cosas?, podría haber preguntadoMrs.Ramsay. (Parecía habersido tan frecuente, este silencio junto a ella.) ¿Es que no somos másexpresivos así? El momento, por decirlo de alguna forma, parecíaextraordinariamentefértil.Escarbóunhoyitoenlaarena,ylocubrió,comosienterrara laperfeccióndelmomento.Era comounagotadeplata, en laquemojarelpincel,paraqueiluminaselaoscuridadelpasado.

Lilyretrocedióunpasoparacolocarellienzo,así,enperspectiva.Extrañocaminoestede lapintura. Ibaunamásymásallá,cadavezmás lejos,hastaque al final parecía hallarse una en medio de una estrecha tabla,completamentesola,sobrelamar.Almojarelpincelenelcolorazul,alavez,lohundíaenaquelpasado.AhoraMrs.Ramsayselevantaba,lorecordaba.Erahorade regresar a casa, era lahoradel almuerzo.Y todos subieron juntos acasa, desde la playa, ella caminaba detrás deWilliam Bankes, yMinta ibaenfrente de ellos, con un agujero en la media. ¡Cómo parecía disfrutarexhibiendoaquelagujeritosonrosadodeltalón!¡YcómolocensurabaWilliamBankes, sin que, según sus recuerdos, hubiera dichoni una palabra!Para élsignificabaeso laaniquilaciónde la feminidad:era la suciedad,eldesorden,que los criadosnohicieran las camashasta elmediodía; en fin, todo loquedetestaba. Qué forma tenía de estremecerse y extender la mano como paraprotegersedealgúnobjetodesagradable;esoesloquehacíaahora:extenderlamano.Minta caminaba delante, probablementePaul la esperara, y ambos sedirigiríanaljardín.

Los Rayley, pensaba Lily Briscoe, mientras apretaba el tubo del colorverde. Atesoraba las impresiones de los Rayley. Sus vidas se le aparecíancomoenunaseriedeescenas;una,enlaescaleraalatardecer.Paulyahabíallegado,sehabíaacostadopronto;Mintaseretrasaba.LlegabaMinta,conunaguirnalda,multicolor, deslumbrante, en torno a las tres de lamadrugada, sequedabaenlaescalera.Paulsalíaenpijama,conunatizador,porsihubieranentradoladrones.Mintacomíaunemparedado,enmediodelaescalera,juntoaunaventana,bajolaluzcadavéricadelamadrugada,yenlaalfombrahabíaunagujero.Pero¿quéesloquedecían?SepreguntabaLily,comosi,mirando,pudieraoír.Algoviolento.Mintaseguíacomiendoelemparedado,desafiante,mientrasélhablaba.Estabaindignado,decíapalabrasquedictabanloscelos,

lainsultaba,enunsusurro,comoparanodespertaralosniños,alosdosniñospequeños. Él estaba envejecido, tenía arrugas; ella deslumbraba, parecía noimportarle nada. Porque las cosas, aproximadamente tras el primer año dematrimonio,habíancomenzadoa irmal,elmatrimoniohabíasalidobastantemal.

¡Y esto, pensaba Lily, cogiendo la pintura verde con el pincel, esto deimaginar escenas en las que aparezcan ellos, es lo que decimos que es«conocer»alagente,«pensar»enellos,«quererlos»!Niunasolapalabraeracierta; se lo había inventado, pero sólo así podía presumir de conocerlos.Siguióavanzandoporelestrechopasadizodesupintura,haciaelpasado.

Enotraocasión,Paulhabíadichoque«jugabaalajedrezenlascafeterías».También había erigido toda una estructura imaginaria en torno a esa frase.Recordabacómo,aldecirla,lohabíaimaginadollamandoaunacriada,yqueésta le decía: «Mrs. Rayley ha salido, señor», y entonces él decidía quetampocoélvolveríaacasa.Loveía sentadoenun rincóndecualquier lugarlúgubre,dondeelhumosepegaraaloscojinesdeterciopelo,ylacamarerateconociera,jugandoalajedrezconunhombrecilloquesededicabaavenderté,yquevivíaenSurbiton,yesoera todo loquePaulsabíadeél.Luego ibaacasa,yMintanoestaba,y luegoestaba la escenade la escalera, cuando ibacon el atizador, por si hubiera ladrones (y sin duda para asustarla a ella depaso),ydecíaaquellascosastanamargas,ylodequelehabíadestrozadolavida. En todo caso, cuando fue a visitarlos en la casita de campo cerca deRickmansworth,lascosasestabanyamuymal.Paullallevóaljardínparaquevieralosconejosquecriaba,yMintalossiguió,cantando,ylepasóelbrazodesnudoporloshombros,nofueraacontarleaellaalgo.

AMinta la aburrían los conejos, pensaba Lily. Pero Minta nunca hacíaconfidencias.Ellanuncahabríacontadocosascomoladejugaralajedrezencafeterías. Era demasiado reservada, circunspecta. Pero, siguiendo con suhistoria: ahora estaban atravesando una etapa peligrosa. Había pasado partedelveranoanteriorencasadeellos,yelautomóvilhabíatenidounaavería,yMinta le pasaba las herramientas.Él se sentó en la carretera para reparar laavería, y la forma en que ella le acercaba las herramientas —profesional,directa, amistosa— demostraba que ahora las cosas estaban bien. Ya noestaban«enamorados»,no,élteníaahoraaotramujer,unamujerseria,conelpelo recogido en una trenza, y con unmaletín (Minta la había descrito congratitud, casi con admiración), que asistía a las reuniones políticas, y quecompartía las opiniones dePaul (cada vez se hacíanmás ymás inflexibles)acercadelosimpuestossobrelastierrasysobrelanacionalización.Lejosderomper el matrimonio, esta alianza lo había reforzado. Eran excelentesamigos, evidentemente, como lo demostraba que él estuviera sentado en lacarretera,yqueellaleacercaralasherramientas.

De forma que ésta era la historia de los Rayley, Lily se sonrió. Seimaginaba a sí misma contándoselo aMrs. Ramsay, que estaría deseosa desabercómoleshabíaidoalosRayley.Sehabríasentidotriunfante,alcontarleaMrs.Ramsayqueelmatrimonionohabíasalidobien.

Perolosmuertos,pensabaLily,hallandoalgúnobstáculoeneldibujoquelehizodetenerseyreflexionar,retrocediendomásomenosunpaso,¡aydelosmuertos!,murmuró, se apiadaba una de ellos, los dejaba a un lado, inclusopodíapermitirseunaciertogradodedesprecio.Estánanuestramerced.Mrs.Ramsay se ha desvanecido, se ha ido, pensaba. Podemos desatender susdeseos,mejorarsuslimitadasideas,pasadasdemoda.Sealejacadavezmásdenosotros.Comoburla,leparecíaestarviéndolaalfondodelpasillodelosaños diciendo, eso sí que era incongruente: ¡Cásate, cásate! (sentada, muyerguida, al amanecer, y los pájaros que comenzaban a trinar en el jardín).Habríaquedecirle:Nosehacumplidoniunosolodesusdeseos.Sonfelicesasí, soy feliz así.Lavidaha cambiadopor completo.Ante eso, todo su ser,incluidasubelleza,seconvirtiórepentinamenteenpolvo,enalgoenvejecido.Durante un momento, Lily, allí en pie, con el calor del sol en la espalda,resumiendo la biografía de los Rayley, vencía aMrs. Ramsay, quien nuncallegóasaberquePaulseibaalascafeterías,quemanteníaunaquerida;niquePaulsesentabaenelsuelo,yMintaleacercabalasherramientas;niqueellaestaba en este lugar pintando, y que no se había casado, ni siquiera conWilliamBankes.

Mrs.Ramsaylohabíaplaneadotodo.Quizá,sihubieravividomástiempo,habría logrado lo que se proponía. Ya había sido él aquel verano «el másamable».«Elcientíficomásimportantedehoy,dicemimarido.»Tambiénera«elpobreWilliam...,mesientotandesdichadacuandovoyasucasa,cuandoveoquenotienenadabonito,medatantapenaquenadielecuidelasflores».Losenviabaapasearjuntos,yledecía,conaquelleveyfinotoqueirónicoquehacíaqueMrs.Ramsayse leescurrieraaunaentre losdedos,queella teníaunamente científica, que le gustaban las flores, que era muy exacta. ¿Quémanía era esta de que todos se casaran? Lily retrocedía o avanzaba ante elcaballete.

(De repente, tan de repente como cuando una estrella cruza el cielo,pareció encenderse una luz rojiza en su mente, ocultando a Paul Rayley,saliendodeél.Seelevabacomounfuegoqueardieraalmododeunamuestrade cualquier rito salvaje que se celebrara en alguna lejana playa.Escuchabalos ruidosyelcrepitar.Toda lamar,enmuchasmillasa la redonda,parecíarojaydorada.Unolordevinosemezclabaconesto,ylaembriagaba,porqueahorasentíadenuevoeldeseoirrefrenabledearrojarseporelacantilado,ydeahogarsemientrasbuscabaunbrocheperdidoenlaplaya.Elruidoyelcrepitarla disgustaban y atemorizaban, y quería rechazarlos, como si mientras

advirtiera su poder y esplendor, viera también cómo se alimentaban con lostesoros de la casa, con glotonería, de forma repugnante, y ella lo aborrecía.Pero como visión, como gloria, sobrepasaba todo lo que su experienciaconocía,yardíaaño trasaño,comounfuegoquefueraunavisoenuna isladesiertaalbordedelamar,yunasólotuvieraquedecir«enamorada»paraqueal momento, como sucedía ahora, se elevara de nuevo el fuego de Paul.Disminuyó,ysedijo,riéndose:«LosRayley»,yquePaulibaalascafeteríasajugaralajedrez.)

Se había escapado por los pelos, pensaba. Se había quedadomirando elmantel,yselehabíaocurridoquepodíadesplazarelárbolhaciaelcentro,yque no tenía por qué casarse, y se había sentido inmensamente feliz.HabíapensadoqueahorapodíaenfrentarseconMrs.Ramsay:untributoalinmensopoder que Mrs. Ramsay tenía sobre una. Haz esto, decía, y una lo hacía.Incluso su sombra junto a la ventana, con James, tenía gran autoridad.Recordaba cómo William Bankes se había quedado impresionado por quépocointeréshabíamanifestadoporlasignificacióndelaestampadelamadrey el hijo. ¿No admiraba esta belleza?, dijo. PeroWilliam, lo recordaba, lahabíaescuchadoconsusojosdeniñointeligente,cuandoleexplicóquenosetratabadeunairreverencia:cómounaluzenestelugarexigíaqueenesteotrohubiera una sombra, etcétera.No quería subestimar un asunto sobre el que,estabandeacuerdo,Rafaelhabíatrabajadodeformadivina.Nopretendíasercínica.Muy al contrario.Gracias a sumentalidad científica, lo comprendió:una prueba desinteresada de comprensión que la había complacido yconsolado enormemente. Podía hablar una en serio con un hombre.A decirverdad, esta amistad había sido uno de los placeres de su vida. Amaba aWilliamBankes.

Fueron a Hampton Court, y siempre le dejaba, como un verdaderocaballero, que lo era, todo el tiempo que quisiera para lavarse las manos,mientras él se paseaba a la orilla del río. Esto era característico de susrelaciones.Habíamuchascosasquenodecían.Luegopaseabanporlospatios,yadmiraban,unveranotrasotro,lashermosasdimensionesdeledificio,ylasflores, y él le contaba cosas, sobre la perspectiva, sobre la arquitectura,mientrascaminaban;y sedetenía élparacontemplarunárbol,o lavistadellago, y a admirar aunaniña (era sugranpena: no tenerunahija) de formavaga y distante, la propia de un hombre que se pasabamuchas horas en ellaboratorio, y que, cuando salía, el mundo parecía aturdirlo, de forma quecaminabanlentamente, levantaba lamanoparahacerunavisera,yhacíaunapausa, con la cabeza hacia atrás, sencillamente para respirar. Y entonces lecontaba que la mujer que lo atendía estaba de vacaciones, que tenía quecomprar una alfombra nueva para la escalera. Quizá no le importaríaacompañarloacomprarunaalfombraparalaescalera.EnunaocasiónalgoloindujoahablardelosRamsay,ylecontóquecuandovioaMrs.Ramsaypor

primeravezllevabaunsombrerogris,notendríamásdediecinueveoveinteaños.Eraasombrosamentehermosa.Sequedóallí contemplando la alamedadeHamptonCourt,comositodavíapudieraverlaentrelossurtidores.

Ahorasequedómirandoelpeldañodelsalón.Veía,atravésdelosojosdeWilliam, lasombradeunamujer, tranquila,callada,quemirabahaciaabajo.Allíestabasentada,meditando,reflexionando(ibadegrisaqueldía,pensabaLily). Miraba hacia abajo. Nunca levantaba la mirada. Sí, pensaba Lily,mirandoconatención,debodehaberlavistomirarasí,peronoibadegris,niestaba tan tranquila,niera tan joven,nihabía tantapaz.La imagenaparecíacon facilidad. Era asombrosamente hermosa, había dicho William. Pero labelleza no lo es todo. La belleza tenía sus inconvenientes: venía condemasiadafacilidad,veníadeformademasiadocompleta.Deteníalavida: lacongelaba.Deliberadamenteolvidabaunalasinquietudesmenores:elsofoco,lapalidez,algunararadistorsión,algunaluzoalgunasombra,todoellohacíala cara irreconocibleduranteunos instantes, sinembargoañadíaalgún rasgoqueluegounasiemprerecordaba.Eramássencillodisimulartodo,sinprestardemasiada atención a los detalles, bajo el manto de la belleza. Pero ¿quéaspecto tenía, se preguntaba Lily, cuando se ponía el sombrerito de caza, ycruzaba el jardín corriendo, o reñía aKennedy, el jardinero? ¿Quién podríadescribirla?¿Quiénpodríaayudarla?

En contra de su voluntad, tuvo que subir a la superficie, y se halló casifueradelapintura,mirandoaMr.Carmichael,unpocoaturdida,comosilascosasfueranirreales.Estabaenlasillaconlasmanoscruzadassobrelapanza,no leyendo, ni durmiendo, sino tomando el sol como una criatura ahíta deexistencia.Ellibrohabíacaídosobrelahierba.

Queríairadondeél,ygritarle:«¡Mr.Carmichael!»Entonceséllevantaríalamiradabenévolo,conaquellosojosverdes,distraídosyveladoscomoporhumo. Pero sólo se despierta a alguien cuando se sabe qué decirle. Ella noquería decir algo, quería decir todo. Esas palabras de nada que rompen elpensamientoylodesmiembrannodicennada.«Sobrelavida,sobrelamuerte;sobreMrs.Ramsay.»No,pensaba,nopuededecirsenadaanadie.Laurgenciadel momento era la equivocación. Las palabras, atravesadas, se acercabancimbrando, y se quedaban siempre unas pulgadas por debajo del blanco.Entoncesteníaquedejarlo,yvolvíaaolvidarlaidea;yentoncesunasevolvíacomo todos los de edadmadura: cauta, furtiva, poniendo ceño, siempre conmiedos. Porque, ¿cómo pueden expresar las palabras las emociones delcuerpo?, ¿cómo expresar su vacío? (Miraba hacia los escalones del salón,parecíanestarextraordinariamentevacíos.)Eralasensacióndelcuerpodeuna,no de la mente. Las sensaciones físicas que acompañaban el vacío de lospeldañossehabíanconvertidoderepenteenalgomuydesagradable.Elquererynotenervolvíarígidoelcuerpo,lovaciaba,losometíaatensiones.Porque

querer y no tener—querer, querer—, ¡cómo le partía el corazón! ¡Ay,Mrs.Ramsay!, gritaba sin palabras a aquella presencia que se sentaba junto a labarca, a aquella abstracción que era ella, la mujer de gris, como si fuera ainsultarla por haberse ido, y, tras haberse ido, regresara. Siempre le habíaparecido que esto de pensar en ella era algo sencillo. Fantasma, aire, nada,algocon loquepodías jugar fácilmente, sinproblemas,acualquierhoradeldíaodelanoche,esoesloquehabíasido;yderepenteextendíalamano,ytepartía el corazón. De repente los vacíos peldaños del salón, el bordado delsillónenelinterior,elcachorroquedabatraspiésenlaterraza,todaslasondasy rumores del jardín se convertían en curvas y arabescos que florecían entornoalcentrodeunvacíoabsoluto.

«¿Qué significa esto? ¿Cómo lo explica?», eso quería preguntar, y denuevosevolvióhaciaMr.Carmichael.Porquetodoelmundoparecíahabersedisuelto en esta hora del amanecer en un charco de pensamiento, en unprofundocuencodelarealidad,ycasipodíaunafantasearconlaideadequesiMr.Carmichaelhubierahablado,unalagrimitahabríadesgarradolasuperficiedel charco. ¿Y luego? Algo subiría a la superficie. Aparecería una mano,destellaríalahojadeuncuchillo.Eraundisparate,porsupuesto.

Levinoalamentelacuriosaideadeque,despuésdetodo,quizáélsíquehubiera oído lo que ella no sabía decir. Era un ancianomisterioso, con sushebrasrubiasenlabarba,consupoesía,consusrompecabezas,serenamentesurcandounmundoquehabíasatisfechotodossusdeseos;ellapensabaquenoteníanadamásqueextender lamanohaciael jardínparaasircualquiercosaquenecesitara.Miróelcuadro.Talvezhubierasidoéstasurespuesta:cómo«tú»y«yo»y«ella»pasany se desvanecen, nadapermanece, todo cambia;peronocambian laspalabras,ni lapintura.Seguroque locolgaránenalgúnático,pensaba; loenrollarány loguardarán trasalgúnsofá;nodejarádeserverdad,sinembargo,aunquelapinturaseaésta.Podríaunadecir, inclusodeeste trazo, aunque acaso no del cuadro, lo que valía era el empeño, que«permaneceríaparasiempre»; ibaadecireso,o,comolaspalabrasdichas leparecían incluso a ella misma demasiado pretenciosas, a insinuarlo, sinpalabras,cuando,almirarelcuadro,sequedósorprendidaaldarsecuentadequenoloveía.Teníalosojosllenosdeeselíquidocaliente(noseleocurriópensarenlaslágrimasalprincipio)que,sinperturbarlafirmezadesuslabios,hacía que el aire fuera más denso, se deslizaba por sus mejillas. No habíaperdidolosnervios,¡claroqueno!,deningunaforma.Entonces,¿llorabaporMrs.Ramsaysinserconscientedeningunadesdicha?SedirigióunavezmásalviejoMr.Carmichael.¿Dequése trataba?¿Quéqueríadecir?¿Esque lascosas podían alargar una mano y asirla a una?, ¿la hoja podía cortar?; ¿lamano,asir?,¿nohabíaseguridad?,¿nohabíaformadeaprendersedememorialoshábitosdelmundo?,¿nohabíaguía,nirefugio,sinoquetodoeramilagro,ysaltardesdeloaltodeunatorrealvacío?,¿pudieraserque,inclusoparalos

ancianos,fueraestolavida?:¿sorprendente,inesperada,desconocida?Porunmomento pensó en que si ambos, aquí, ahora, en este jardín, exigieran unaexplicación, que por qué era tan breve, tan inexplicable, y lo dijeran conviolencia, como hablarían dos seres humanos plenamente desarrollados aquienes no se pudiera ocultar nada, entonces, la belleza aparecería almomento;elespaciosepoblaría;losvacíosarabescoscompondríanunaformaconcreta; si gritaran con suficiente energía,Mrs. Ramsay regresaría. «¡Mrs.Ramsay!», dijo en voz alta, «¡Mrs.Ramsay!». Las lágrimas rodaban por sucara.

6

[ElhijodeMacalistercogióunodelospeces,ylecortóuncuadradoparacebarelanzuelo.Devolvióalamar(aúnvivo)elcuerpomutilado.]

7

«¡Mrs.Ramsay!—gritabaLily—.¡Mrs.Ramsay!»Peronosucedíanada.Eldolorcrecía.¡Quelaangustialareduzcaaunaaestegradodeimbecilidad!,pensaba.Entodocaso,elviejonolahabíaoído.Seguíatranquilo,amable;y,si una quería verlo así, incluso sublime. ¡Alabados sean los cielos!, nadiehabíaoídoesegritoignominioso,¡detente,dolor,detente!Evidentemente,nose había despedido del sentido común. Nadie la había visto avanzar por latablayarrojarsea lasaguasde laaniquilación.Seguíasiendounamezquinasolteronaquesujetabaunpincelenmediodeljardín.

Lentamenteeldolordelacarencia,ylairaamarga(quehubieraregresado,cuandopensabasquenuncamásvolveríasa sentirte tristeporMrs.Ramsay.¿Lahabíaechadodemenosalahoradeldesayunoentretazasdecafé?,nada)cedían;ydesuangustiaquedaba,comoantídoto,unconsueloqueensímismoera balsámico, y también, pero más misteriosamente, la sensación de quealguien por ahí,Mrs. Ramsay, aliviada por unosmomentos del peso que elmundohabíadepositadosobreella,intangible,sehabíaquedadojuntoaella,ydespués (porqueeraMrs.Ramsay, radiantedebelleza) lehabíaceñidoen lacabezaunacoronadefloresblancas.Lilyapretólostubosdepinturadenuevo.Seenfrentóconelproblemadelseto.Eraextraño loclaramenteque laveía,cruzando con su rapidez de costumbre por los prados, llenos de pliegues,púrpura y delicados, entre cuyas flores, jacintos o lirios, se desvanecía. Eraalgún truco de su ojo de pintora. Porque, unos días después de haberse

enteradodesumuerte,selahabíaimaginadoasí,conlacoronaenlacabeza,caminando en silencio junto a su compañero, una sombra en medio de loscampos.Lamirada, las frases, tenían supoder de consolación.Dondequieraque estuviera, pintando, aquí en el campo o enLondres, se le aparecía estaimagen,yconlosojosentrecerradosbuscabaalgoenloquefundarestavisión.Mirabahaciaelvagóndel ferrocarril,haciael autobús;cogíaun rasgode lacaraodelhombro;examinabalasventanasdeenfrente;mirabahaciaPicadilly,punteadodefarolasalanochecer.Todohabíaformadopartedeloscamposdelamuerte.Perosiemprealgo—unacara,unavoz,unvendedordeperiódicosgritando Standard, News—, que brotaba como de la nada, la desdeñaba, ladespertaba,exigíadeellayloconseguíafinalmente,unesfuerzodeatención,de forma que había que rehacer perpetuamente la visión. Una vez más,espoleadacomoloestabaporunanecesidadintuitivadelejaníayazules,echóunamiradaalabahíabajoella,convirtiendoencolinaslasbarrasazulesdelasolas, y en campos pedregosos los espacios purpúreos. De nuevo, algoincongruentelaestimuló.Habíaunamanchadecolorcastañoenmediodelabahía.Eraunabarca.Sí,almomentosediocuentadequeeraeso.Pero¿dequiéneralabarca?EraladeMr.Ramsay,sedijo.Mr.Ramsay,elhombrequehabía estado junto a ella, quien había echado a andar, quien había saludadocon la mano, solo, encabezando una procesión, con sus bonitos zapatos,solicitando un consuelo que ella le había negado. La barca había llegado alcentrodelabahía.

Eratanagradablelamañana,siseexceptuabaunarachadevientodevezencuando,queelmaryel cieloparecíanhechosdelmismo tejido, comosihubieravelasenelcielo,osehubierancaídolasnubesalmar.Enaltamar,unvaporhabíaenviadoalaireunbucledehumoinmensoquesehabíaquedadoallí haciendo decorativas volutas, como si el aire fuera una fina gasa quesostuvieralascosasylasretuvieradelicadamenteensured,meciéndolascontodocuidadodeunladoaotro.Comoconfrecuenciasucedecuandohacebuentiempo, losacantiladosparecíaquefueranconscientesde lapresenciade losbarcos,comosiseenviaran losunosa losotrosmensajessecretos.PorqueavecesparecíaqueelFaroestabamuycercadelacosta,perohoy,conlacalina,parecíaestarmuylejos.

«¿Dónde estarán?», pensaba Lily, mirando la mar. ¿Dónde estaba aquelancianoque lahabíadejadoatrásensilencio?¿que llevababajoelbrazounpaqueteenvueltoenpapeldeestraza?Labarcaestabaenmediodelabahía.

8

Allínosedancuentadenada,pensabaCam,mirandohacialacosta,que,subiendoybajando,parecíaestarcadavezmáslejos,mástranquila.Lamanoen el agua dejaba una estela en la mar, al igual que su mente hacía ondasverdes y trazos que se convertían en dibujos, y, paralizada, envuelta en unsudario,sepaseabadeformaimaginariaporelsubmundodelasaguasdondelasperlassearracimabanparaformarblancaespuma,dondebajolaluzverdetodas las ideas de una se transformaban, y el cuerpo brillaba translúcido,envueltoenunacapadecolorverde.

Luegocesabadediscurrirelaguaen tornoa lamano.Sedeteníael fluirapresuradodelagua;elmundosellenabadecrujidosychirridos.Oíacómolasolas rompían y sonaban contra la barca, como si hubieran anclado en unpuerto.Todoparecíamuycercano.Lavela,sobrelaqueestabanfijoslosojosde James, como si fuera alguien a quien conociera, estaba completamentefláccida;sehabíandetenido,yesperabanlallegadadeunanuevabrisa,bajoelsolardiente,amillasdedistanciade lacosta,amillasdedistanciadelFaro.Parecía como si todo elmundo sehubieradetenido.ElFaro se convirtió enalgo inmóvil, y la lejana línea de la costa se quedó quieta. El sol calentabacadavezmás,ytodoelmundoparecíahabersequedadomuyjunto,yparecíansentir lapresenciade losdemás,aquienescasihabíanolvidado.ElsedaldeMacalister se introdujo verticalmente en la mar. Pero Mr. Ramsay seguíaleyendoconlaspiernascruzadas.

Leíaunlibritoalgodesgastado,conlaspastasjaspeadascomounhuevodechorlito.Devezencuando,mientrasseguíanenlahorriblecalma,pasabaunahoja.Jamespensabaquecadapáginaquepasabaseacompañabadeungestopeculiarqueleparecíaquesedirigíaaél:yaconconfianza,yaconautoridad,ya con la intención de que la gente se apiadase de él; y todo el tiempo,mientras su padre leía y pasaba hojas sin cesar, James temía que llegara elmomentoenquelevantaselamirada,ypreguntaseconmalhumorporestooporaquello.¿Porquéestabanaquíperdiendoeltiempo?,preguntaría,oharíacualquierotracosanomenosirracional.Silohace,pensabaJames,sacaréunpuñalyseloclavaréenelpecho.

Todavíaconservabaelviejosímbolodesacaruncuchilloyatravesarleelcorazónasupadre.Sóloqueahora,alhacersemayor,mientras,presadeunarabia impotente,contemplabaasupadresentado,noeraaél,alancianoqueleía,aquienqueríamatar,sinoaloquesecerníasobreél,sinsaberloquizá:aquellaviolentaeinesperadaharpíadenegrasalas,depicosyespolonesfríosy duros como acero, que caía una y otra vez (sentía el pico en las piernasdesnudas,dondelehabíaatacadoenlainfancia),yacontinuaciónseescapaba;pero aquí estaba de nuevo, un anciano, muy triste, que leía un libro. Lomataría,leatravesaríaelcorazón.Fueraloquefuera(ypodríasercualquiera,pensaba,mirandohaciaelFaroyhacialalejanacosta),comerciante,empleado

debanca,abogado,directordecualquierempresa,seopondríaaél,loseguiríay lo eliminaría. Llamaba tiranía y despotismo a eso de hacer que la gentehicieraalgoencontradesuvoluntad,aloderecortarlalibertaddeexpresión.Quién se atrevería a decir:Noquiero, cuando él decía:Vamos al Faro.Hazesto.Tráemeaquello.Seextendíanlasnegrasalas,yelduropicodesgarraba.A continuación, allí estaba sentado leyendo un libro; y podía levantar lamirada,nuncasesabía,erabastanteprobable.PodríadirigirsealosMacalister.También podía deslizar un soberano en lamano helada de algunamujer encualquier calle, pensaba James; o podría dar gritos de aliento en cualquierdeportedemarinos;podría saludarcon losbrazos, acausade laemoción;opodía presidir la mesa completamente mudo desde principio al final de lacena.Sí,pensabaJames,mientraslabarcasemecíaychapoteababajoelsol,habíaunpáramodenieveypiedra,muysolitarioyaustero;yhabíallegadoapensar,confrecuencia,enlosúltimostiempos,cuandosupadredecíaalgoquesorprendíaalosdemás,queallísólohabíadosparesdehuellasdepisadas:elsuyoyelde supadre.Sóloellos se conocíanmutuamente. ¿Aquéentoncesesteterror,esteodio?Regresandohacialasmuchashojasqueelpasadohabíaacumuladosobreél,escrutandoenelcorazóndeaquelbosqueenelquelaluzy la sombra se entrecruzarían de forma que distorsionaran toda forma, y secometieran graves errores, tan cegadores el sol como la oscuridad, buscabaunaimagenqueenfriara,queaislaraestesentimiento,queledieraunaformaconcretaysimétrica.Supóngase,pues,que,comounniñopequeñitosentadoindefenso en la sillita, o sentado sobre las rodillas de alguien, hubiera vistocómo un vehículo aplastaba, sin intención, de forma inocente, el pie dealguien.Supóngasequeélhubieravistoelpieantes,sobrelahierba,delicado,íntegro;ydespués,larueda;yluego,elmismopie,amoratado,aplastado.Perolaruedaerainocente.Deformaqueahora,cuandoseacercabasupadredandozancadasporelpasillo,levantándolosdemadrugadaparairalFaro,lepisabaelpie,se lopisabaaCam, lopisaríaacualquiera.Loúnicoquepodíahacerunoerasentarseyquedarsemirando.

Pero ¿en el pie de quién estaba pensando?, ¿en qué jardín había pasadotodo esto? Porque uno tenía escenarios para estos acontecimientos: habíaárboles,flores,ciertaclasedeluz,unascuantasfiguras.Todotendíaaaparecerenunjardíndondenohubieraestatristeza,ydondenohubieraestodemovertantolasmanos;lagentehablabaconuntonodevozcomún.Estabantodoeldía entrandoy saliendo.Habíaunaancianaquecotilleaba en la cocina, y labrisamovía las cortinasdentroy fuerade lasventanas; todo semovía, todocrecía; y sobre aquellos platos y bandejas y aquellas altas flores rojas yamarillas podía tenderse un velo muy fino, como una hoja de parra, alanochecer. Las cosas se quedaban aún más quietas y oscuras al anochecer.Pero el velo que parecía una hoja de parra era tan fino que las luces lolevantaban,lasvocesloarrugaban;atravésdeélpodíavercómoseagachaba

una figura, escuchaba, se acercaba, se alejaba; escuchaba el rumor de unvestido,elsonidometálicodeunacadena.

Era en estemundo donde una rueda le aplastaba el pie a alguien.Algo,recordaba, se detenía y se cernía oscuramente sobre él; se quedaba inmóvil;algosemovíaenelaire,inclusoallíalgoestérilyagudodescendía,comounahoja, una cimitarra, cortando hierbas y flores, incluso en aquel mundo,derribándolas,ajándolas.

«Lloverá—recordabaasupadrediciéndolo—.NopodréisiralFaro.»

ElFaroeraentoncesunatorrebrumosa,plateada,conunojoamarilloqueseabríaderepente,delicadamente,alanochecer.Ahora...

James miraba al Faro. Veía las rocas, blancas de espuma; veía la torre,erguida, recta; veía que tenía ventanas; veía incluso ropa tendida sobre laspiedras,puestaasecar.Deformaque,porfin,estoeraelFaro,¿no?

No, lo otro también era el Faro. Porque nada era sencillamente una solacosa.TambiénelotroeraelFaro.Avecescostabaverlodesdeelotroladodelabahía.Alanochecerlevantabaunolamiradayveíacómoelojoparpadeaba,ylaluzparecíallegarhastaellosenaqueljardínsoleadoyfrescoenelquesesentaban.

Perosedetuvo.Siemprequedecía«ellos»o«alguien»,ycomenzabaaoírelrumordealguienqueseaproximaba,elsonidodealguienquesemarchaba,sevolvíahipersensiblerespectodequienloacompañara.Ahoraerasupadre.Eldolorpodíaseragudo.Porqueencualquiermomento,siseguíasinsoplarelviento, supadrecerraría el librodegolpe,ydiría:«¿Quées loqueocurre?,¿por qué estamos aquí perdiendo el tiempo?, ¿eh?», comoaquella vez en laterraza,cuandodejócaerlahojasobreellos,yellasehabíaquedadorígida,ysi hubiera tenido un hacha amano, un cuchillo, cualquier objeto afilado, lohabríacogidoylehabríatravesadoelcorazónasupadre.Sumadresehabíapuestorígida,luegoelbrazosehabíarelajado,deformaquesediocuentadeque ya no le escuchaba a él, en cierta forma se había levantado y se habíamarchadoaalgúnlugarlejano,ylohabíadejadoallí,enelsuelo,impotente,ridículo,conlastijerasenlamano.

Noveníaniunsoplodeaire.Elaguasereíaygorgoteabaenelfondodelabarca donde dos o tres caballas movían las colas a un lado y otro en uncharquito de agua que no llegaba a cubrirlas. En cualquier momento, Mr.Ramsay(Jamescasinoseatrevíaamirarlo)sedaríacuenta,cerraríaellibro,diríaalgoofensivo;pero,demomento,seguíaleyendo,yJames,furtivamente,como si bajara la escalera descalzo, con miedo de despertar al perro sichirriabaunpeldaño,seguíapensandoencómoseríaella,endóndehabríaidoaqueldía.Habíacomenzadoaseguirladehabitaciónenhabitación,yporfin

llegaronaunahabitacióndeluzazul,comosisereflejaseenmillaresdeplatosdeporcelana,en laquehablabaconalguien;élescuchaba.Hablabaconunacriada,ydecía,contodasencillez,loquepensaba.«Estanochenecesitaremoslafuentegrande.¿Dóndeestá...laazul?»Sóloelladecíalaverdad;sóloaellase le podía decir. Ése era el origen de su perenne atractivo para él, eraconsciente de que su padre le había adivinado los pensamientos, losensombrecía,loshacíaajarse,lehacíatitubear.

Porfindejódepensar;estabaahísentadoalsolconlamanoenlabarradeltimón,mirando fijamente alFaro, incapazdemoverse, incapazde sacudirselosgranosdetristezaque,unotrasotro,sedepositabanensumente.Parecíaque loatabaunamaroma,yquesupadrehabíahechoelnudo,ysólopodíasacar un cuchillo y hundirlo... Pero en aquel momento la vela comenzó amoverse poco a poco, se hinchó lentamente; la barca sintió un sacudida,comenzóamoverse,apenasconsciente,dormida;derepentesedespertó,saliódisparadaentrelasolas.Fueunalivioextraordinario.Todosparecieronperderimportancia relativa ante los demás, y parecían estar bien, y los sedales setensaronformandounánguloagudoenloscostadosdelabarca.Perosupadrenoparecióhaberadvertidonada.Sólohizoungestomisteriosocon lamanoderecha en el aire, y la dejó reposar de nuevo sobre la rodilla, como siestuvieradirigiendoalgunasinfoníasecreta.

9

[Lamarestabainmaculada,pensabaLilyBriscoe,todavíaallí,vigilandolabahía.Lamarseextendíacomosifuerasedasobrelabahía.Ladistanciateníaungranpoder; se loshabía tragado,pensaba, sehabían idoparasiempre, sehabíanconvertidoenpartedelanaturalezadelascosas.Hastaelvaporhabíadesaparecido, pero el gran bucle de humo aún flotaba en el aire, y, amadocomounabandera,parecíaunadespedidatriste.]

10

Asíera,pues,laisla,pensabaCam,volviendoameterlosdedosenelagua.Nuncalahabíavistodesdelamar.Asíescomoseveíadesdelamar,sí,conunentranteenmedio,ydosacantiladoscasiverticales,ylamarentrabaporahí,yluego se extendía durantemillas ymásmillas a ambos lados de la isla.Eramuypequeña;conunaformaquerecordabavagamenteaunahojasujetaporun extremo. Así que nos subimos a una barquita, pensaba, comenzando a

contarse un cuento de aventuras en el que se escapaba de un barco que sehundía.Pero lamardiscurríaentre susdedos,y sedesvanecía trasellosunacoloniadealgas;noqueríacontarseuncuentodeverdad,loquequeríaeralasensacióndeaventura,dehuidadealgo,porquepensaba,mientrasavanzabalabarca, en cómo la irritación de su padre con lo de los puntos cardinales, laterquedad de James con su pacto, y su propia angustia, cómo todo habíadesaparecido, todo había quedado atrás, ahora ondeaba en el pasado. ¿Quéhabía,pues,acontinuación?¿Adóndeiban?Desumano,hundidaenlamar,procedíatodounsurtidordecontentoantelaideadelcambio,delaescapada,de la aventura (de estar viva, de estar ahí).Las gotas queprocedíande estarepentina e impremeditada fuente de contento caían aquí y allá, en laoscuridad,en las formasdormidasdesupropiamente; formasdeunmundononato,peroquesemovíaenlaoscuridad,cogiendoaquíyalláunachispadeluz:Grecia,Roma,Constantinopla.Conlopequeñaqueera,conformacomode hoja sujeta por un extremo, y con el dorado rocío de las aguas que larodeaban, ¿tenía, se preguntaba, su lugar en el universo también esta islita?Pensaba que los sabios ancianos podrían haberla informado. A veces hacíacomosisehubieraextraviadoeneljardín,paraverquéhacían.Yallíestaban(podría tratarse de Mr. Carmichael, o de Mr. Bankes, muy viejos, muysolemnes)sentadosunoenfrentedeotroenlastumbonas.SeoíaelrumordelaspáginasdeTheTimes,quesosteníanantesí,cuandoentródesdeeljardín,y todo era confusión, acerca de algo que alguien había dicho acerca deJesucristo;acercadeunmamutquehabíanencontradoenunasexcavacionesenalgunacalledeLondres,¿cómohabíasidoNapoleón?Despuéscogíantodoestoconsusmanoslimpias(llevabanropasdecolorgris,olíanabrezo),ysesacudían lasmigasa lavez,pasandohojas,cruzando laspiernas,ydiciendoalgo,muy breve, de vez en cuando. En una suerte de éxtasis, ella cogía unlibrode laestantería,ysequedabaallí,mirandocómoescribíasupadre, tanregular;ylopulcramentequellegabanlosrenglonesdeunextremoalotrodela página, con una tosecilla de vez en cuando; o decía algo,muy breve, alcaballero que se sentaba enfrente. Pensaba, allí, en pie, con el libro abierto,que aquí podría dejar una que se abriera cualquier pensamiento como unaplantabienregada,ysiseabríabien,anteestoscaballerosquefumaban,traslassonorashojasdeTheTimes,entoncesesqueeraunpensamientocorrecto;ymientrasveíacómoescribíasupadreenelestudio,pensaba(sentadaahoraenlabarca)queeraadorable,queeraelmássabio;noeravanidoso,noerauntirano.Adecirverdad,cuandolaveíaleyendounlibro,conmuchaamabilidad,lepreguntaba:¿Quémásquieresleer?

Temiendoequivocarse,sequedómirandoasupadrequeleíaellibritodelacubiertareluciente,moteadacomohuevodechorlito.No,estababien.QueríadecirleaJames:Míralo.(PeroJamesnoquitabaojoalavela.)Esunanimaldañino, contestaría James. Siempre acababa hablando de sí y de sus libros,

diría James. Es egotista hasta extremos intolerables. Peor aún, es un tirano.Pero, ¡mira!,decía,mirándolo.Míraloahora.Veíacómo leíael librocon laspiernasrecogidas;ellibrocuyashojasamarillentasconocíamuybien,peronosabíadequé trataba.Eraunvolumenpequeño, la letraeramuypequeña;enunadelasguardas,losabía,habíaescritoquesehabíagastadoquincefrancosen un almuerzo: tanto el vino, tanto de propina; lo había sumado todopulcramente al piede lapágina.Perodequé trataba este libroque tenía loscantosfatigadosdellevarloenelbolsillo,esonolosabía.

Tampocosabíanadieenquépensaba.Perosequedabaabsorto,deformaquecuando levantaba lamirada, comoacababadehacer fugazmente,noeraparavernada,eraparafijarmásadecuadamentealgúnpensamiento.Unavezhecho esto, su mente regresaba volando a zambullirse en la lectura. Leía,pensabaella,comosillevaraelrumbodealgo,ocomosicuidaradeunrebañodeovejas,ocomosiascendieraporunestrechosendero;avecesibaaprisaydirecto,yseabríacaminoporlamaleza;otrasvecesparecíaqueunaramalogolpeaba, una zarza lo cegaba, peronodejabaque eso lo intimidara; seguíaavanzando, pasando una página tras otra. Ella seguía contándose un cuentoacercadehuirdeunbarcoquehabíanaufragado,porqueellaestabaasalvo,mientras que él seguía ahí sentado; a salvo, como se había sentido cuandoentrósigilosadesdeeljardín,ycogióunlibro,yelancianocaballero,bajandoelperiódicoderepente,dijoalgomuybreveporencimadelperiódicoacercadelapersonalidaddeNapoleón.

Miródenuevolamar,laisla.Perolahojahabíaperdidosufilo.Eramuypequeña,estabamuylejos.Lamareramásimportanteahoraquelacosta.Lasolas los rodeaban, subiendoybajando,un tronco rodandoenel senodeunaola,unagaviotacabalgandoenlacrestadeunaola.Porallí,pensó,mojandolos dedos en el agua, se hundió un barco, y murmuró, soñolienta, mediodormida,cómomorimos,solos.

11

Tantoesloquedepende,pues,pensabaLilyBriscoe,mirandohacialamarcasi completamente sin manchas, tan delicada que las velas y las nubesparecíanincrustadasenelazul,tantodepende,pensaba,deladistancia,desilagente está cerca de nosotros, o lejos de nosotros; porque sus sentimientoshaciaMr.Ramsayhabíancambiadomientrassealejabanavegandomásymáspor la bahía. Parecía lejano, remoto; parecía cada vez más lejano. Parecíacomosilamar,enaquelazul,enaquellalejanía,seloshubieratragadoaélyasushijos;peroaquí, enel jardín, amano,Mr.Carmichaelde repentegruñó.

Ellaseechóareír.Agarróellibroquesehallabasobreelcésped.Semovióenla tumbona, resoplando como si fuera algún monstruo marino. Esto eradiferente,porqueestabamuycerca.Volvíatododenuevoalacalma.Aestashorasyasehabríanlevantadotodos,supuso,mirandoalacasa,peronovioanadie. Recordó: siempre se iban corriendo en cuanto terminaban la comida,cadaunoalosuyo.Todoarmonizabaconestesilencio,conestevacío,conlairrealidad de la madrugada. Era una forma que las cosas tenían a veces,pensaba, demorándose durante unmomento, ymirando hacia alguna de lasluminosas ventanas, hacia el penacho de humo azul: se convertían en algoirreal.Aveces,alregresardeunviaje,otrasunaenfermedad,antesdequelosviejos hábitos hubieran vuelto a aflorar, sentía una la misma clase deirrealidad,unairrealidadmuysorprendente;sentíaquehabíaalgoquebrotaba.La vida en esos momentos era más animada. Podía estar completamentetranquila. Afortunadamente no tenía que decir, muy animada, al cruzar eljardínparasaludaralabuenadeMrs.Beckwith,quebuscabaunrincónenelque sentarse: «¡Ah, buenos días,Mrs.Beckwith!, ¡Qué día tanmaravilloso!¿Seatrevea sentarseal sol? Jaspershaescondido las sillas. ¡Voyabuscarleuna!»;lachácharadecostumbre.Noteníaunaporquéabrirlaboca.Sedejabair, con las velas desplegadas (ya había movimiento en la bahía, las barcaszarpaban)enmediodelascosas,másalládelascosas.Noestabavacía,sinollena a rebosar. Parecía estar inmersa en alguna clase de sustancia que lellegabaaloslabios,parecíamoverse,flotaryhundirseenella;sí,porqueestasaguaseranprofundashastaloinsondable.Muchasvidassehabíanderramadoenellas.LasdelosRamsay,lasdelosniños,ytodaclasederestosyretalesdelascosas.Unalavanderaconlacesta;unaliliáceacomounabarraalrojovivo,los púrpuras y verdegrises de las flores: algún sentimiento común que uníatodaslascosas.

Era quizá un sentimiento semejante de algo completo el que, hace diezaños,enpie,casienelmismolugardondeahoraestaba,lehabíahechodecirquedebíadeestarenamoradadeestelugar.Elamortienemillaresdeformas.Pudiera haber amantes entre cuyos dones se contara el de poder elegir loselementosdelascosas,eldeponerlosjuntos,paraasí,dándolesunaintegridaddelaquecarecíanenlavidareal,convertirlosenunaescena,oenunareuniónde personas (todas ahora desaparecidas o separadas), una de esasconfabulaciones en la que se demora el pensamiento, y con la que juega elamor.

Sus ojos reposaban en la mancha de color castaño de la barca de Mr.Ramsay.LlegaránalFaroalahoradelalmuerzo,pensaba.Peroelvientohabíarefrescado,yelcielocambióimperceptiblemente,lasbarcashabíancambiadode posición, y el paisaje, que el momento anterior parecía fijado para laeternidad,noeranadaagradable ahora.Elvientohabía revuelto la esteladehumo,habíaalgodesagradableenlanuevaposicióndelasbarcas.

La incongruencia ante ella parecía haber alterado alguna armonía de supropiamente.Sintióunapenasorda.Seleconfirmócuandoregresóalcuadro.Había desperdiciado la mañana. Por algún motivo no podía lograr eseequilibriocomodefilodenavajadelasdosfuerzasenfrentadas:Mr.Ramsayyelcuadro,yelequilibrioeraimprescindible.¿Quizáhabíaalgoincorrectoenel dibujo? ¿Era, se preguntaba, que la línea de la tapia necesitaba unainterrupción?, ¿era el volumen del arbolado demasiado pesado? Se sonrióirónicamente; ¿es que no se había dicho, al comienzo, que había resuelto elproblema?

¿Cuálera,pues,elproblema?Teníaqueintentarasiralgoquelaeludía.Laeludía cuando pensaba en Mrs. Ramsay, la eludía cuando pensaba en elcuadro. Acudían las palabras. Acudían las imágenes. Hermosas pinturas.Hermosasfrases.Peroloquequeríaasireraeltemblorenlosnervios,lacosaen sí, antes de que se convirtiera en otra cosa.Conseguir eso y empezar decero,conseguirloyempezardecero,sedecíacondesesperación,colocándosecon firmezaante el caballete.Eraunamáquina triste, unamáquina ineficaz,pensaba,elaparatohumano,parapintaroparasentir,siempreseestropeabaenel momento crítico; con heroísmo, debe obligarse una a seguir. Se quedómirandoconelentrecejofruncido.Ahíestabaelseto,nocabíaduda.Peronoseconseguíanadapidiendocon insistencia.Loúnicoqueconseguíaunaeraque te deslumbrara elmirar tanto tiempo la línea de la tapia, o el pensar...llevabaunsombrerogris.Erasorprendentementehermosa.Quevenga,pensó,sihadevenir.Porquehaymomentosenqueunanopuedenipensarnisentir.Perosinpensarnisentir,¿dóndeestáuna?

Aquí,eneljardín,enestecésped,pensaba,sentándose,yexaminandoconel pincel una diminuta colonia de llantenes. Porque el césped estabadescuidado.Sentadaaquíenelmundo,pensabaenquenopodíadesprendersede esa idea de que todo estamañana estaba sucediendo por primera vez, oquizáporúltimavez;aligualqueunviajerosabe,inclusomediodormido,consólomirarporlaventanilladeltren,queesahoracuandodebemirar,porquenovolveráavernuncaestaciudad,oelcarrotiradoporunamula,oaquellalabradoradeaquelcampo.Eljardíneraelmundo;allíestabanjuntos,enestacondiciónde exaltación,pensaba,mirandoal buenodeMr.Carmichael, queparecía (aunque no se habían hablado en todo el tiempo) compartir suspensamientos.Quizánovolveríaaverlo.Sehacíaviejo.Recordó, sonriendoante la zapatilla que se movía en la punta del pie, que cada vez era másfamoso.Decíanquesupoesíaera«muyhermosa».Seguíanpublicandocosasquehabíaescritohacíacuarentaaños.AhorahabíaunhombrefamosoquesellamabaCarmichael;sesonrió,pensandoenlacantidaddeformasquepodíaadoptarunhombre,cómoeraunapersonaqueaparecíaenlosperiódicos,perotambiéneraelmismoquehabíasidosiempre.Parecíaqueeraeldesiempre...quizáalgunacanamás.Sí, elmismoaspectodesiempre,peroalguienhabía

dicho, lo recordaba, que cuando se enteró de lamuerte deAndrewRamsay(murió instantáneamente, una granada; habría llegado a ser un granmatemático),Mr.Carmichael había «perdido todo interés en la vida». ¿Quéquerían decir?, se preguntaba. ¿Había ido amanifestarse aTrafalgar Squarearmadoconunbuenpalo?¿Habíaempezadoapasarpáginasymáspáginassin leerlas,sentadoensuhabitacióndeSt.John'sWood?Nosabíaquées loquehabíahecho,cuandoseenteródequeAndrewhabíamuerto,peroentodocasoellaadvertíaquealgolehabíaocurrido.Ellosdossólosesaludabanconsusurros en la escalera,miraban al cielo, decían que haría bueno, o que noharíabueno.Peroéstaeraunadelasformasdeconocerselagente,pensaba:deconocerelconjunto,nolosdetalles,sentarseeneljardíndecualquiera,yvercómolasfaldasdeunacolinasevolvíandecolorpurpúreoenunalejaníadebrezos. Así es como ella lo conocía. Sabía que en cierta forma habíacambiado.Nuncahabía leídoun soloversode él.Noobstante, pensabaquesabíacómoerasupoesía, lentaysonora.Eramaduraysabrosa.Tratabadeldesierto y del camello. De las palmeras y de los crepúsculos. Eraextraordinariamente impersonal; algo decía acerca de la muerte; pero decíamuypocosobreelamor.Habíaunaciertalejaníaenél.Necesitabamuypocode los demás. ¿Nohabía cruzado siempre a trompicones por la puerta de lasala hacia el jardín con el periódico bajo el brazo, intentando evitar aMrs.Ramsay,aquienporalgúnmotivonoapreciabamucho?Porellomismo,ella,porsupuesto,siempre intentabaquesedetuviera.Él lehacíaunareverencia.Se paraba en contra de su voluntad, y hacía una gran reverencia. A ella lefastidiabaqueélnoquisieranadadeella,yMrs.Ramsaylepreguntabasinoqueríael abrigo,unaalfombra, elperiódico.No,noqueríanada. (Ahoraeracuando él se inclinaba.) Había algún rasgo de ella que a él no le gustabamucho.Quizáeralodominantequeera,lopositivaqueera,lodeirdirectaalgrano.Eramuysincera.

(Unruidoqueprocedíadelaventanadelasalaladistrajo,elchirridodeungozne.Unalevebrisajugabaconlaventana.)

Debedehaberhabidopersonasaquienesnolesgustaraella,pensabaLily.(Sí, se daba cuenta de que el peldaño de la sala estaba vacío, pero no leafectaba de ninguna manera. Ahora no necesitaba a Mrs. Ramsay.) Habíaquienpensabaqueerademasiadosegura,demasiadoradical.Quizáinclusosubellezaofendíaaalgunos.¡Quémonótono,seguroqueeraesoloquedecían,siempre igual! Las preferían de otra clase:morenas, animadas. Además eradébil con sumarido.Ledejabahacer escenas.Ademásera reservada.Nadiesabíaconexactitudquéesloquelepasaba.Yenfin(paravolverdenuevoalaantipatía de Mr. Carmichael), no podía una imaginarse a Mrs. Ramsaypintando, o tendida, leyendo toda unamañana en el jardín. Era impensable.Sindecirunapalabra,laúnicamuestradesuactividaderalacestaquecolgabadesubrazo,seibaalpueblo,averalospobres,asentarseenalgúndormitorio

diminutoyasfixiante.Unaveztrasotra,Lilylahabíavistoirseensilencioenmediodealgúnjuego,dealgunaconversación,conlacestabajoelbrazo,muyerguida.Había advertido el regreso.Habíapensado,medio riéndose (era tanmetódicaconlodelastazasdeté),medioemocionada(subellezalecortabalarespiraciónauna):hayojosalosquecierraeldolorquelahancontemplado.Haestadoconellos.

LuegoMrs. Ramsay se sentía fastidiada porque alguien llegaba tarde, oporquelamantequillaestabarancia,oporquesehabíadesportilladolatetera.Durantetodoelratoenquenohabíadejadodedecirquelamantequillaestabarancia,unapensabaen templosgriegos,yencómo labellezahabía resididoallí en ellos.Nunca hablaba de ello: se iba, puntual, directa. Su intuición lepedíaquesefuera,aligualquelasgolondrinasbuscanelsur;lasalcachofas,elsol; se dirigía de forma infalible hacia la especie humana, anidaba en sucorazón. Ésta, como todas las intuiciones, apenaba un tanto a quienes noparticipabandeella;quizá,aMr.Carmichael;aella,porsupuesto.Algunaideatenían ambos acerca de lo ineficaz de la acción, de la supremacía delpensamiento.Sumarchaeraunreprochehaciaellos,dabaunlevecambioalrumbo delmundo, de forma que se veían obligados a protestar, advirtiendoquesuspropiosjuiciosdesaparecían,yqueenvanointentabanasirlosmientrasseesfumaban.CharlesTansleytambiénlohacía:poreso,enparte,nogustabaa nadie. Trastornaba las proporciones delmundo.Qué habría sido de él, sepreguntaba,moviendodistraídalosllantenesconelpincel.Teníasupuestodeprofesor.Sehabíacasado,vivíaenGoldersGreen.

Enunaocasiónhabíaentradoenunasala,durantelaguerra,yéldabaunaconferencia. Denunciaba algo, condenaba a alguien. Predicaba el amorfraternal.Lesorprendióquehablaradeamoralossemejantesquiennosabíadistinguir un cuadro de otro, quien había fumado junto a ella picadura detabaco(«acincopeniqueslaonza,MissBriscoe»),quiensededicabaadecirlequelasmujeresnosabenescribir,nosabenpintar,¿quizánotantoporquelocreyerasinoporque,poralgunarararazón,desearacreerlo?Ahíestaba,flaco,rojoy tosco,predicandoel amordesdeunestrado (habíahormigasentre losllantenesalasquemolestabaconelpincel:hormigasrojas,enérgicas,bastanteparecidasaCharlesTansley).Sehabíaquedadomirándolode forma irónica,en la sala medio vacía, llenando de amor todo aquel espacio helado, y, derepente,apareciódenuevoelviejobarriloloquefuerarodandoporlasolas,yMrs.Ramsayquebuscabalafundadelasgafasentrelaspiedras.«¡Vaya!,otravez las he perdido, ¡qué fastidio! No se moleste,Mr. Tansley, las pierdo amillares todos los veranos», ante lo cual, él apretaba la barbilla contra elcuello,comositemieraquetuvieraquedarporbuenasemejanteexageración,pero la aceptara en aquella persona que le gustaba, y le dirigió una sonrisallenadeencanto.Debíadehaberse sinceradoconella enalgunadeaquellaslargas excursiones en las que luego se desperdigaban y regresaban a casa

separados.Pagaba la educaciónde suhermanamenor, lehabíadicho aLilyMrs.Ramsay.Locualhablabamuyelocuentementeenfavordeél.Laideaqueellateníadeéleragrotesca,Lilylosabíamuybien;movíalosllantenesconelpincel.Despuésde todo, lamitadde las ideasque teníacualquierasobre losdemás eran grotescas. Servían para fines particulares de cada uno.A ella leservían de chivo expiatorio. Se hallaba a sí misma flagelando sus flacoscostillares cuando estaba de mal humor. Cuando quería tomárselo en serio,teníaqueservirsedelasfrasesdeMrs.Ramsay,paraverloconlosojosdeella.

Levantóunmontoncitodearenaparaquesesubieranaellalashormigas.Las redujoaun frenesíde indecisionesal interferirensucosmogonía.Unascorríanenunadirección;otras,enotra.

Necesitaba una cincuenta pares de ojos para ver, reflexionó. Cincuentaparesdeojosnobastabanparacompletarelretratodeesamujer,pensó.Entreellos,deberíadehaberunparquefueracompletamenteciegoantesubelleza.Lo que una verdaderamente necesitaba era alguna clase de sentido secreto,fino como el aire, con el cual introducirse por los ojos de las cerraduras, yrodearlacuandoestuvierasentadatejiendo,hablando,sentadaensilencio,sola,enlaventana;quetomarayatesorara—comoelairequeconteníaelpenachode humo del vapor— sus pensamientos, su imaginación, sus deseos. ¿Quésignificaba el seto para ella?, ¿qué significaba el jardín para ella?, ¿quésignificaba para ella que rompiera una ola? (Lily levantó la mirada, de lamisma formaenqueMrs.Ramsay la levantaba; tambiénellaoyócómounaolarompíaenlaplaya.)Entonces,¿quéeraloqueseagitabaytemblabaensumentecuandolosniñosdecían:«árbitro,árbitro»,cuandojugabanalcríquet?Dejabadetejerduranteunsegundo.Mirabaconatención.Luegovolvíaasuestadoanterior,yderepentelospasosdeMr.Ramsaysedeteníanfrenteaella,algunacuriosaconmociónparecíarecorrerla,yparecíamecerseellaenelsenodealgunaprofundaagitación,cuandosequedabaallí,ylamirabadesdearriba.Lilyestabaviéndoloaél.

Él alargaba lamano,y la ayudabaa levantarse.Parecía, en cierta forma,comosiya lohubierahechoanteriormente, comosiya sehubiera inclinadoanteriormente, y la hubiera ayudado a descender de una barca que, a unaspocaspulgadasdealgunaisla,hubierarequeridoquealasdamaslasayudaranloscaballerosdeestaforma.Unaescenaanticuadaeraésta,querequería,sinduda,miriñaques y pantalones de etiqueta.Al dejar que él la ayudara,Mrs.Ramsayhabíapensado(suponíaLily)quehabíallegadoelmomento;sí,selodiríaahora.Sí,secasaríaconél.Bajólenta,tranquilamentealaorilla.Quizásólodijounapalabra,dejandosumanoenladeél.Noscasaremos,quizáhabíadicho,conlamanoenladeél,peronadamás.Unaveztrasotrapasabaentreamboslamismaemoción:eraobvioquesí,pensóLily,mientrasdisponíauncaminoparalashormigas.Noseloinventaba,estabaarreglandoalgobastante

liadoquelehabíaentregadohacíaunosaños,algoquehabíavisto.Porqueeneldesordendelavidadiaria,contodosaquellosniñosporallí,todosaquellosvisitantes,unateníaconstantementeunsentidodequetodoserepetía,dequealgocaíadondeanteriormentehubieracaídootracosa,despertandounecoqueresonaraenelaire,ylollenaradevibraciones.

Peroseríaunerror,pensaba,reflexionandoencómohabíansalidoapasearjuntos,ellaconelchalverde,élconlacorbataalviento,delbrazo,másalládel invernadero, para simplificar sus relaciones. No era la monotonía de lafelicidad: ella con sus impulsosy su rapidez; él con sus estremecimientos ysusdepresiones.Ah,no.Lapuertadelahabitaciónbienpodíadarunportazode madrugada. Él quizá lanzaba zumbando el plato por la ventana. Acontinuaciónlacasasellenabadeportazosydecortinasquevolasencomosisoplaraelvientoderepente,ylagentevolaseaecharloscierresparaquetodoestuviese en orden. Así se había encontrado un día a Paul Rayley en laescalera.Sehabíanreídosincesar,comounaparejadeniños,y todoporqueMr.Ramsaysehabíaencontradounatijeretaenlalechealdesayunar,yhabíatiradotodohaciala terraza.«Unatijereta—murmurabaPrue,sorprendida—,en la leche.» Los demás quizá se encontraran un ciempiés. Pero él habíalevantado talmurallade santidad,yocupabael espacio conuna solemnidadtanmajestuosa,queunatijeretaensulecheeraunmonstruo.

PeroasustabaaMrs.Ramsay,laintimidabaunpocoestodequelosplatossalieranzumbandoporelaire,quelaspuertasdieranportazos.Seinterponíanentreelloslargosyembarazosossilencios,cuando,enunestadomentalquenole gustaba a Lily ver en ella, medio quejumbrosa, medio enfadada, parecíaincapaz de sufrir la tempestad con calma, o de reírse cuando los demás sereían; aunque tal vez el cansancio ocultase algo. Se quedaba pensativa,callada. Al rato, él se acercaba de forma furtiva a donde ella solía estar,paseaba junto a la ventana donde ella solía sentarse a escribir cartas o acharlar, porque ella se cuidaba mucho de parecer muy ocupada cuando élaparecía,paraevitarlo,parafingirquenoloveía.Luegoélvolvíaasersuavecomolaseda,afable,cortés,eintentabacongraciarseconella.Apesardetodo,ellamanteníalasdistancias,yahoraletocabaaelladuranteunperiodobreveexhibir algunos de esos orgullos y aires que eran la consecuencia de subelleza, de los que, en general, prescindía por completo; volvía la cabeza,miraba por encima del hombro; siempre con algunaMinta, Paul oWilliamBankes juntoaella.Alcabodel tiempo, siempreél fueradelgrupo, lavivaimagen de un lobo hambriento (Lily salió del jardín, se acercó a mirar losescalonesdelasala,seacercóalaventana,dondelovioenaquellaocasión),élpronunciabaelnombredeella,sólounavez,entodoparecidoaunloboqueaullaseenmediodelanieve,peroellaseguíaresistiéndose;lorepetía,yestavezalgoeneltonolaafectabaaella,yseacercabaaél,dejándolosatodosderepente,ydesaparecíanentre losperales, los repollosy las frambuesas.Y lo

solucionaban juntos. Pero ¿con qué gestos?, ¿con qué palabras? Tal era ladignidadque caracterizaba su relaciónque, desentendiéndose,Paul,Mintayella escondían su curiosidad y sumalestar, y comenzaban a cortar flores, ajugarconelbalón,oacharlar,hastaquellegaralahoradelacena;yentoncesvolvíanlosdoscomosinadahubierapasado,élenunextremodelamesa,ellaenelotro.

«¿Cómoesquenoosinteresaaningunolabotánica...?Conesosbrazosypiernas, ¿por qué no ...?» Así es como hablaban ordinariamente, riéndose,entre losniños.Todovolvíaasercomosiempre,exceptoporalgúnqueotromínimotemblor,comodeunahojaalviento,quefuerayvinieraentreellos,comosilaestampadecostumbredelosniñossentadosentornoalosplatosdesopa se hubiera remozado a sus ojos tras pasar aquella hora entre peras yrepollos. Mrs. Ramsay, pensaba Lily, miraba de forma especial, aunquefugazmente, a Prue. Allí estaba sentada, una hermanamás entre hermanos,siempre tan atareada; procurando, al parecer, que nada saliera mal, apenashablaba. ¡Cómosehabráenfadadoconsigomismapor lode la tijereta en laleche! ¡Qué pálida se había quedado cuando Mr. Ramsay arrojó el platozumbandoa travésde laventana! ¡Cómosufríaen los intervalosdesilencioque había entre ellos! En todo caso su madre parecía estar intentandoconsolarla ahora, le confirmaba que todo estaba bien, le prometía quecualquier día de éstos ella obtendría una felicidad idéntica. Sin embargo,menosdeunañohabíadisfrutadodeesaclasedefelicidad.

Había dejado caer las flores de la cesta, pensaba Lily, entrecerrando losojos, retrocediendo como si fuera a mirar el cuadro, al que no tocaba, sinembargo,contodassusfacultadescomoen trance,helada lasuperficie,peromoviéndosealgopordebajocongranvelocidad.

Habíadejadocaerlasfloresdelacesta,lasarrojóyesparcióporeljardín,y, con desgana y titubeante, pero sin preguntas ni quejas —¿no poseía lafacultaddeobedecer losdictadosde laperfección?—, se fue.Campoabajo,cruzandolosvalles,blanca,adornadaconflores,asíescomolehabríagustadopintarla.Lasolassonabanconagrioruidoenlasrocasbajoella.Sefueron,lostres juntos, Mrs. Ramsay iba a la cabeza, caminando más aprisa que losdemás,comosiconfiaraenveraalguienalavueltadelaesquina.

De repente, laventanaa laquemirabase iluminóconalguna luzquesehabíaencendidoenelinterior.Porfinhabíaentradoalguienenlasala,alguiensehabíasentadoenelsillón.PorelamordeDios,rogaba,quesequedeahíenel sillón, y que no se sienta obligado a venir a hablar conmigo.Misericordiosamente,quienquieraquefuesesehabíaquedadoenelinterior,yse había acomodado de forma que por una verdadera suerte proyectaba unasombraenformadetriánguloirregularsobreelescalón.Alterabauntantolacomposicióndelcuadro.Erainteresante.Podríaserútil.Estabavolviéndolela

inspiración.Teníaqueseguirmirando,sinrelajarniunsegundolaintensidadde la emoción, la determinación de no dejarse desanimar, de no dejarseengañar. Había que sujetar la escena, así, como si estuviera en un torno deebanista, y no podía consentir que nada lo estropeara. Lo que quería una,pensaba,cogiendointencionadamentepinturaconelpincel,eramantenersealaalturadelasexperienciasordinariasdelavida,sentirsencillamentequeestoesunasilla,queesoesunamesa,y,sinembargo,alavez,queríasentir:Estoes un milagro, es un éxtasis. Quizá después de todo podría resolverse elproblema.Ay,pero¿quéesloquehabíasucedido?Unasombrablancahabíapasadoporelcristalde laventana.Elvientodebiódehabersemovidoenelinteriordelahabitación.Lediounsaltoelcorazón,yseapoderarondeellalosnervios,sesintiómal.

«¡Mrs. Ramsay! ¡Mrs. Ramsay!», gritaba, sintiendo que volvía a ella elantiguo horror: querer y querer y no tener. ¿Es que aún tenía ese poder?Luego, al calmarse, tranquilamente, también eso se convirtió en parte de lavidacotidiana,estabaalaalturadelasilla,delamesa.Mrs.Ramsay—eraesopartedelaperfectabenevolenciaconlaquesiemprehabíaconsideradoaLily—sesentabaallícontodasencillez,enelsillón;lasagujasdestellabandevezen cuando, tejía el calcetín de color castaño rojizo, proyectaba una sombrasobreelescalón.Allíesdondesesentaba.

Comosituvieraalgomásquepudieracompartir,peroapenasfueracapazdedejarelcaballete,tanabsortaestabaenlasideasqueocupabansucabeza,por causa de lo que estaba viendo, Lily fue más allá de donde estaba Mr.Carmichael,conelpincel,hastaelbordedeljardín.¿Dóndeestabalabarcaenestosmomentos?¿Mr.Ramsay?Lonecesitaba.

12

Mr.Ramsay casi había acabado el libro.Sobrevolaba la página lamano,como si aguardara para descender el momento preciso en que hubieraterminado.Allíestabasentado, sinsombrero,elviento lodespeinaba,estabafrancamentedesprotegido.Parecíamuyviejo.Parecía,pensabaJames,alverlacabeza recortadacontraelFaro,oante la inmensidadde lasaguasqueseperdían en el horizonte, comouna piedra enmedio de la arena de la playa;parecíacomosisehubieraconvertidofísicamenteenloqueenelfondodesusmentes ellos pensaban que era: en aquella soledad que era para ambos laverdadmáscierta.

Leía con gran rapidez, como si tuviera ganas de llegar al final. A decirverdad, estaban ya muy cerca del Faro. Ahí se erguía, desnudo y derecho,

deslumbrantementeblancoynegro,ypodíanverselasolasdeshaciéndoseenagujas blancas, como cristal que se arrojara contra las rocas. Veía una lasventanascontodaclaridad;unapinceladablancaenunadeellas,yunagavilladeverdesobrelaroca.Habíasalidounhombrequelosmirabaatravésdeuncatalejo,yhabíaentradodenuevo.Asíqueestoera,pensabaJames,elFaroque había estado viendo durante todos estos años desde el otro lado de labahía;eraunatorredesnudasobreunarocapelada.Lecomplacía.Confirmabaalgúnoscurosentimientoacercadesupropiocarácter.Lasancianas,sedecía,pensandoeneljardíndecasa,estaríanarrastrandolassillasporelcésped.LabuenadeMrs.Beckwith,porejemplo,siempreestabadiciendolobonitoqueeraesto,ylobonitoqueeralootro,yquedeberíanestarcontentosporpodersertanfelices,pero,dehecho,Jamespensaba,mirandocómoselevantabaelFarosobrelaroca,esasí.Veíacómosupadreleíaconpasión,conlaspiernasrecogidas. Compartían ese conocimiento. «Navegamos en medio de unatempestad, nos hundimos», comenzó a recitar para sí, murmurando, justocomolohacíasupadre.

Parecía como si hiciera siglos que nadie hubiera hablado. Cam estabacansadademirarhacialamar.Pasabanflotandotrocitosdecorchonegro.Lospecesenelfondodelabarcaestabanmuertos.Perosupadreseguíaleyendo,yJameslomiraba,yellalomiraba,yhabíanprometidoqueseenfrentaríanconla tiranía hasta morir, pero él seguía leyendo muy ajeno a lo que ellospensaban. Así es como se escapa, pensaba ella. Sí, con aquella frentedespejada, la nariz grande, manteniendo ante sí con firmeza aquel libritomoteado,asíseescapaba.Yapodíaunopretendercogerlo,porqueél,comounpájaro, extendía las alas, se alejaba planeando, para posarse fuera de tualcance,sobrealgunaestacasolitaria.Sequedómirandolainmensaextensióndeagua.Laislasehabíaconvertidoenalgotandiminutoqueapenasparecíaunahojaahora.Parecíaelextremosuperiordeunarocaquecorrieraelpeligrode ser cubiertaporunaola en cualquiermomento.Sin embargo, era en estaminúscula fragilidad donde había todos estos caminos, esas terrazas, estosdormitorios; tantas cosas incontables. Pero como, justo antes de dormir, lascosas se simplifican solas, de forma que sólo una, de toda la miríada dedetalles, tiene poder para hacerse valer; de igual forma, creía, mirandosoñolienta hacia la isla, todos esos caminos y terrazas y dormitorios sedesvanecían y desaparecían, y no quedaba nada sino un incensario de colorazul celeste que se movía de un lado a otro en su mente. Era un jardíncolgante,eraunvalle,llenodepájaros,deflores,deantílopes...Sedormía.

—Vamos—dijoMr.Ramsay,cerrandoellibroderepente.

—Vamos, ¿adónde?, ¿a qué extraordinaria aventura? Se despertósobresaltada. ¿A desembarcar en cualquier lugar, a subir a cualquier lugar?Porque tras este inmenso silencio las palabras los sobresaltaban. Pero era

absurdo. Tenía hambre, había dicho él. Era la hora del almuerzo. Además,mirad,habíadicho.AhíestáelFaro.

—Casihemosllegado.

—Lo está haciendo muy bien —dijo Macalister, alabando James—, lamanejamuybien.

Perosupropiopadrenuncaloalababa,sedijoJamesdeformasombría.

Mr.Ramsay abrió el paquete, repartió los emparedados.Ahora era feliz,comiendo pan y queso con los pescadores. Le habría gustado vivir en unacasitadecampo,holgazanearporlabahía,yescupircomolosdemásmarinos,pensabaJames,viendocómopartíaelquesoenfinasláminasamarillasconlanavaja.

Estábien,asíes,pensabaCam,mientrasdesprendía lacáscaradelhuevoduro.Sesentíaahoracomocuandoentrabaenelestudio,ylosmayoresleíanTheTimes.Ahorapuedoseguirpensandoenloquequiera,nomedespeñaréporunbarranco,nimeahogaré,porqueestáahí,nomequitaojo,sedijo.

A la vez navegaban tan aprisa junto a los acantilados que era excitante,parecía como si estuvieran haciendo dos cosas a la vez; comían unosemparedadosalsolaquí,ysedirigíanapuertoenmediodeunagrantormenta,tras haber naufragado. ¿Durará el agua? ¿Durarán las provisiones?, sepreguntaba,contándoseuncuento,peromuyconscientealavezdelaverdad.

Pronto llegarían, le decíaMr. Ramsay al bueno deMacalister, pero sushijosveríancosassorprendentes.Macalisterdijoquehabíacumplidosetentaycinco enmarzo;Mr.Ramsay tenía setenta y uno.Macalister dijo quenuncahabía ido al médico, que tenía la dentadura completa. Y así es como megustaríaquevivieranmishijos:Camestabaseguradequeesoesloqueestabapensandosupadre,porqueledijoquedejaradearrojarmigasdelemparedadoa lamar, y añadió, como si estuviera pensando en los pescadores y en sushábitos,quesinoloquería,loqueteníaquehacereravolveraenvolverlo.Nodebíadesperdiciarlo.Lodijoconunconocimientotanseguro,comosituvieraconocimientos precisos acerca de todo lo que ocurría en el mundo, que loguardóalmomento,yentoncesél ledio,desupropiabolsa,unpastelillodejengibre,comosifueraunnobleespañolqueofrecieraunafloraunadamaenla reja (tan floridos eran sus modales). Pero era un hombre descuidado,sencillo,quecomíapanconqueso;ynoobstanteeraelguíadeunaexpediciónenlaque,porloqueellasabía,podíanahogarse.

—Ahísehundió—dijoderepenteelhijodeMacalister.

—Hubo tres ahogados en este mismo sitio en el que estamos—dijo elviejo.Élmismoloshabíavistoagarradosalpalomayor.JamesyCamtemían

que Mr. Ramsay, que miraba al sitio que señalaban, estuviera a punto deempezaradeclamar:

Perounmarmásairadomeacogióamí.

Si lohiciera,no lo soportarían,empezaríanachillar,nopodríansoportarotroestallidodeaquellapasiónquehervíaensuinterior;peroantesusorpresa,lo único que dijo fue: «¡Ah!», como si estuviera pensando: ¿Por qué armartantojaleoporesto?Esnaturalqueloshombresseahoguenenlastormentas,pero es un asunto sencillo, y en el fondo de la mar (sacudía las migas delemparedadosobreellos),despuésdetodo,nohabíamásqueagua.Luego,trashaberencendidolapipa,sacóelreloj.Lomiróconatención,comosihiciera,quizá,algúncálculoaritmético.Yexclamóconexpresióntriunfal:

—¡Muybien!Jamesloshabíallevadocomounpilotoprofesional.

¡Vaya!, pensaba Cam, dirigiéndose en silencio a James. Al final te hassalido con la tuya. Porque sabía que esto es lo que había estado deseandoJames,ysabíaqueahoraqueloteníaestabatancontentoquenolamiraríaaella, ni a su padre, ni a nadie. Estaba sentado con lamano en la barra deltimón, atento, con aspecto hosco, fruncía levemente el entrecejo.Estaba tancontentoquenoledejabaniaellanianadiequelequitaranniungramodesatisfacción. Su padre lo había alabado. Tenía que pensar que le eraindiferente.Perotehassalidoconlatuya,pensabaCam.

Habían cambiado la derrota, navegaban ahora rápidamente, con ligereza,sobre largas olas que se reemplazaban con un movimiento extrañamentearmónicoyexcitante,juntoalacantilado.Alaizquierdaseveíaunahileradepiedrasdecolorpardobajoelagua,elaguasehacíamástransparente,algunasrocaseranverdes;sobreuna,unarocamásalta,habíaunaolaquerompíasincesar, y brotaba una columna de gotas que caían como una ducha. Seescuchabaelpiardelaola,yelrumordelasgotasquecaían,yunaespeciederumorysiseodelasolasquerodaban,jugabanysalpicabanlasrocas,comosifuerananimalessalvajeslibres,queperpetuamentecorrieranyjugarandeestaforma.

Ahora se veían dos hombres en el Faro, los observaban, se disponían arecibirlos.

Mr. Ramsay se abotonó el abrigo, se subió los bajos de los pantalones.Cogió el paquete grande, mal envuelto, con papel de estraza, el que habíapreparadoNancy,sesentóconélenlasrodillas.Así,dispuestoadesembarcar,sesentómirandohaciaatrás,a la isla.Sumiradapenetrantequizápodíaverconclaridadlaformadiminuta,semejanteaunahoja,queseerguíasobreunplatodorado.¿Quéesloqueveía?,sepreguntabaCam.Todoeraconfusoparaella. ¿En qué estaría pensando ahora?, se preguntaba. ¿Qué buscaba, tan

decidido,tantenaz,tancallado?Loobservaban,ambos,sentadoconlacabezadescubierta,conelpaquetesobrelasrodillas,mirandofijamente,sindesviarlamirada,lafrágilsombraazulqueparecíacomoelvapordealgoquesehubieraquemado. ¿Qué quieres?, les gustaría preguntarle. Ambos querían decir:Pídenos,ytelodaremos.Peronolespidiónada.Sequedósentado,mirandolaisla, y podría estar pensando: Morimos, a solas cada uno, o podría estarpensando:Hellegado.Lohehallado;peronodijonada.

Sepusoelsombrero.

—Traedesospaquetes—dijo,señalandoconunmovimientodelacabezahacialascosasquehabíapreparadoNancyparaquellevaranalFaro.

—LospaquetesparalosdelFaro—dijo.Selevantóysedirigióalaproade la barca, erguido, alto, y tal parecía como si, pensaba James, estuvieradiciendo: «Dios no existe»; y Cam pensaba, parece como si fuera a dar unsaltoenelvacío;ambosse levantaronparasaltar trasél; saltó,con ligereza,comounjoven,conelpaquete;llegóalapiedra.

13

«Debe de haber llegado», dijo Lily Briscoe en voz alta, sintiéndose derepentemuy cansada. Porque el Faro era ahora casi invisible, casi se habíadisueltoenunanieblaazul,yelesfuerzodefijarlamiradaenél,yelesfuerzode imaginárselo desembarcando allí, que parecían ser ambos el mismoesfuerzo,habíancansadosucuerpoysumentedeformaextraordinaria.Ah,sí,perosesentíaaliviada.Fueraloquefueraloquehubieraqueridodarleporlamañana,cuandoseseparódeella,alfinalselohabíadado.

«Ha desembarcado—se dijo en voz alta—.Ha concluido.»Entonces, elbuenodeMr.Carmichael,avanzandocomounaola, resoplando ligeramente,conelaspectodeunviejodiospagano,descuidado,conalgasenelpeloyeltridenteenlamano(enrealidad,unanovelafrancesa),seacercódondeella.Sequedó junto a ella, al bordedel jardín, apenasmoviéndose, ydijo, haciendounaviseraconlamanosobrelosojos:

—Yahabrándesembarcado—ellapensabaqueteníarazón.Nonecesitabanhablar. Habían estado pensando en lo mismo, y él le había respondido sinnecesidaddehacerlapregunta.Sequedóallí,extendiendolasmanossobrelasdebilidades y el sufrimiento de la humanidad; pensaba que él observaba, deforma tolerante, compasiva, este destino final. Ha cumplido, pensaba ella,cuandocayóblandamentelamanodeél,comosihubieravistoqueélhubieradejadocaerdesdesualturaenormeunramodevioletasyasfódelosque,tras

revolotearlentamente,yacieranfinalmentesobrelatierra.

Rápidamente, como si algo se lo hubiera recordado, se volvió hacia ellienzo.Ahíestaba,elcuadro.Sí,erantodosazulesyverdes,conlíneasqueseprolongaban, se cruzaban, que pretendían algo. Lo colgarán en algunabuhardilla,pensaba,lodestruirán.Pero,yeso,¿quéimportaba?,sepreguntó,mientras cogía el pincel de nuevo. Miró otra vez a los peldaños: estabanvacíos;miróhaciaellienzo:eraborroso.Conrepentinadeliberación,comosidurante un segundo hubiera visto con absoluta claridad, trazó una línea, enmedio. Estaba hecho, había terminado. Sí, pensó, dejando el pincel,extraordinariamentefatigada,éstahasidomivisión.

FIN

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