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    l

    otro lado del

    mundo. Josef

    Reseguin

    y

    su

    generacin

    ilustrada en la

    tempestad de

    10s

    Andes. 1781 1788

    Juan Marchena F

    Tic~nlpos

    /c

    Anic;ricu. no 12 2005 ) .pp. 43-1 1

    L a dcada de los ochcnta del siglo dieciocho

    ha debido ser una dc las que m as ha conmocio-

    nado al mundo andino a lo largo de

    SLI

    historia.

    An es posible sentir el rumor agitado de acluc-

    llos tumultos en m uchos de los acontccimicntos

    de la actualidad y, a poco dc aguzar el oido, los

    ecos de sus encendidos discursos y proclamas

    todavia vibran atizados por los aircs serranos.

    Los

    grandes caudillos qu e protagonizaron estos

    formidables mov imientos

    de insurgencia contra

    el rgimen colonial y el ordcn establecido

    -Tupac Amaru, Tupaj Katari, o los hcrmanos

    Katari, en el Pen i y Alto Pen, la actual Rolivia

    constituyeron para la poblaci6n indgena scrra-

    na, en el ocaso del pcriodo colonial, fundarnen-

    tales referentes a la hora de mantencr la rcsis-

    tencia, afrontar la lucha contra los

    abusadores

    y

    reelaborar el ideario de un universo andino dife-

    rente al impuesto por la colonizacicin.

    En

    nues-

    tros dias, basta leer las consignas garabateadas

    sobre los tapiales de muchos puchlos dc t3oli-

    via, por ejemplo, o reparar en las pancartas y

    banderas enarboladas en las nutridas marchas

    campesinas

    (;;;;JALLALLA .//LATA TUE4.J

    KATARI ),

    para convencernos de la vigencia

    del apellido Katari, utilizado todavia coino sm-

    bolo de combate frente a la injusticia impuesta

    por una globalizaci6n desigual y hegemcinica.

    La actual y repetida presencia dc indigenas,

    campesinos y mineros desccndiendo desdc El

    Alto hacia La Paz, o marchando desdc la \cia-

    na Potosi con sus cuchor-ros cnccndidos. blo-

    queando los caminos que conducen a la ciudad

    y sitiandola desde los cerros cercanos, parecc

    congelada en el tiempo, desde 178 al siglo xxr ;

    ?

    com o permanecen todavia en evidcnte congela-

    cin buena parte de sus reivindicaciones.

    Pcdazo de un cartucho de din;~mit ;~. ormnln~ cnlc

    una cuarta parte.

    ? XAVIF:R

    I .R~) :

    De Mnris tas a Kataris t ;~~

    I

    Katari cn

    STEVF

    TI : R Ned.) : R c s ~ s / c I I ~ ~ ~ ~ .ch~lihtl ( 'ot~( . i ' t~ . i ( /

    cam/>c~,sinu

    n

    10,s A ~ I [ / ~ . Y .ig10.s .~1.111-

    \

    nstituto de l;stu-

    dios Pcruanos. Linia, 1900.

    a

    a ~ ~ t o l l a n ~ ; ~ d agcntc deccn-

    tc dc La Paz ha vcnido tcmicndo dcsdc cntonccs ( y en

    1979, 1980, 1983. en los 90's. cn el 2003. cn cl 2005 y

    espccialmcntc cn nucstros dias. ; Ilcg;lda de la indiada

    a la capital, u cerco c invasihn, ccrr;lndo ticndos y

    comcrcios

    y

    r c f ~ ~ g i i n d o s en S L I Scasas. como un ntavismo

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    Tanta fuerza viene desde el pasado mostrando la pervivencia de la figura de Tpaj Katari en

    Bolivia, por ejemplo, que aunque ninguna fuente documental la mantiene, ha quedado en el imagi-

    nario colectivo indgena la frase que dicen que pronunci frente al cadalso en

    1782

    Julin Apaza,

    un originario del pueblo de Sica Sica, ayllu de Sullkawi, comerciante de coca y bayetas y autonom-

    brado Tpaj Katari -en honor a los caudillos de

    Tinta,

    Tpac Amaru, y de Chayanta, Toms Kata-

    ri-:

    ..A rayaruwiwayapxista, waranqa waranqanakaw kutt'anika

    -A

    slo me matarn, pero

    volver y ser millones-' . Pervivencia que indica, por encima del dato histrico de dificil compro-

    bacin, que su ejecucin no puso punto y final a aquella turbulenta y sangrienta tempestad que azo-

    t los Andes en esos aos: sino que demuestra cunto qued alzado y en carne viva hacia la posteri-

    dad. Su memoria es aglutinante y movilizante todava, ms de doscientos aos despus.

    A estas grandes sublevaciones e insurrecciones de los aos ochenta la historiografia ha dedica-

    do un ocano de trabajos, en los que la mayor parte de sus aspectos (sociales, econmicos, polti-

    cos, tnicos y culturales, religiosos, militares, etc.) han sido bien estudiados, analizados y pormeno-

    rizados en sus mltiples detalles, facetas y perspectivas.

    En los ltimos aos he dedicado algunos artculos a estudiar las dificultades de permanencia

    de un agotado rgimen colonial en la regin andina despus de 1780 y hasta

    1825;

    tambin a mos-

    trar las contradicciones de una errtica poltica fiscal y administrativa denominada genricamente

    reformas borbnicas , de hondo impacto en estas provincias , a las que, pretendiendo reordenar-

    las , definitivamente dislocaron;y a entender los mecanismos por los cuales, paradjicamente des-

    pus de la Independencia, un orden colonial renovado, severo e implacable, basado todava en el

    dominio mediante la fuerza y la coaccin econmica, socialy cultural sobre las colectividades ind-

    genas y campesinas, acab por imponerse sobre la regin. Todo ello contrastado con la extensin en

    otras zonas del planeta de un pensamiento ilustrado que, cuanto menos, pretenda llevar a cabo

    drsticos cambios en la sociedad de fines del siglo XVIII y principios del XIX. Aqu no pareci ser

    as; todo lo contrario. Al otro lado del mundo, estos ilustrados impusieron la pragmtica de su

    dominacin, de la restauracin del orden perdido y acabaron por ayudar a la conservacin de

    arraigados conceptos y privilegios sobre todas las dems consideraciones.

    Pero ahora me interesa observar estos sucesos con una ptica ms reducida. Y cambiar de

    perspectiva: sin abandonar el anlisis de los planteos indgenas, sus actuaciones y reivindicaciones,

    me propongo observar con detenimiento a los actores de estas operaciones represivas contra la

    sublevacin, utilizar sus fuentes ms directas, sus propios testimonios, su propia mirada. Estudiar

    desde aquel lejano

    1781

    cuando Tpaj Katari dominaba el Alto

    y

    los cercanos cerros de Chilliquilli, El Calvario o Pampa-

    hasi. Antes, los sublevados indgenas golpeaban al que hallaran vestido de espaol , pues lo consideraban cmplice de los

    abusadores; y los sublevados de hoy molestan al que lleve saco y corbata, pues lo entienden igualmente cmplice del esta-

    do de miseria e injusticia en el que viven

    Se necesitaran cientos de pginas para referenciar tan solo los trabajos ms significativos al respecto. Para ubicar

    mnimamente al lector menos familiarizado con esta historiografa, hemos construido una sucinta bibliografa al final de

    este trabajo que complementa a la que se cita a pie de pgina.

    JUANMARCHENA:El Poder colonial. El Ejrcito y la crisis del rgimen colonial en Historia de Amrica Andina,

    Vol. I v Crisis del Rgimen Colonial e Independencia,

    Universidad Andina Simn Bolvar, Quito, 2003; JUANMARCHENA:

    Revolucin, representacin y elecciones. El Impacto de Cdiz en el mundo andino en Procesos, Revista Ecuatoriana de

    Historia,

    no 19, Quito, 2002-2003; Id.: Su Majestad quiere saber: informacin oficial y reformismo borbnico en la Am-

    rica de la Ilustracin en SOTOARANGO PUIGSAMPERcomp.):

    Recepcin

    y

    dijiusin de textos ilustrados. Intercambio

    cientifico entre Europa y Amrica en la Ilustracin, Doce Calles, Madrid, 2003; Id.: La aristocracia peruana a fines de la

    colonia en ISABEL . BERMUDEZ:comp.),

    Poder regional

    y

    discurso tnico,

    Universidad del Valle, Cali, 2003; Id.: Mili-

    tarismo y constitucionalismo en el ocaso del orden colonial en la Sierra Andina en Las crisis en la Historia, Universidad

    de Salamanca, Salamanca, 1995; Id.: Reformas Borbnicas y poder popular en la Amrica de las Luces. El temor al pue-

    blo en armas a fines del periodo colonial en Revista del Departamento de Historia Moderna, C ontempornea y Amrica,

    Universidad de Murcia, Murcia, Num.8, 1990-92; Id.: The Social World of the Military in Peru and New Granada: The

    Colonial Oligarcbies in Conflict. 1750-1810 en: FISHER, UETHE MACFARLANEeds.): Reform and Insurrection in Bour-

    bon New Granada and Peru, Baton Rouge, 1990; Id.: Arme et changement social en Amrique a la fin du XVIIIe sie-

    cle , en L Amrique Espagnole a L Epoque des Lumieres, CNRS, Pars, 1987.

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    en concreto cmo alguien, venido de lejos, con una slida formacin ilustrada

    y

    moderna , sin

    inkreses previamente adquiridos en la regin, ajeno a la tierra

    y

    a sus idiosincrasias , poda obser-

    var todos estos fenmenos, esta orga de sangre

    y

    violencia que ese alguien

    y

    en compaa de otros

    desataron entre 178 y 1783. Una ola de violencia genocida considerada como la nica salida posi-

    ble por parte de los sojuzgados -un cataclismo que exterminara a los blancos de la mano de los

    t pus

    y Mullkus

    andinos, profetizado desde tiempo atrs-, pero que a la vez fue el resultado de la

    ms racionalista ltima ratio regum adoptada por los represores.

    Y conocer si esa persona que elijamos fue obligada -por razones de obediencia debida, o por

    cuestiones de pragrnatismo poltico racionalista a la europea a zambullirse en el conflicto serra-

    no para, una vez inmerso en l, arrostrar la contundencia de los hechos, tomar parte activa en ellos,

    contemplar aquel cielo hecho pedazos, y si era capaz -si eso le fuera posible- de salir inclume de

    la tempestad.

    Un

    viejo poeta ingls escribi con toda razn que nadie que se introduce en el fuego

    puede no ser consumido por l. A sabiendas de ello, yo buscaba a un Marlow, el personaje de

    Joseph Conrad en El Corazn e las tinieblas que, como l, fuera testigo, cronista, cmplice y

    actor directo en aquel drama del pasado. Y que lo narrara con sus propias palabras, que lo explicara

    y

    se explicara. Que mostrase su condicin y sus incongruencias como gestor

    y

    portavoz de un rgi-

    men poltico y de un pensamiento ilustrado que pretenda exactamente lo contrario de lo que acab

    ejecutando; alguien que, finalmente, acabara siendo devorado por la realidad.

    Creo que hall a mi Marlow: Josef Resegun, un oficial barcelons arrastrado por el destino has-

    ta las sierras del Alto Per en

    78 y

    que no sobrevivira al fuego de la revolucin; que finalmente

    sera consumido por l, pero que dej sugerentes testimonios -por lo que aportan sobre l y sobre su

    generacin- de lo actuado, lo visto y lo vivido. Resegun, como Marlow, vino a deducir finalmente

    que en el corazn de las tinieblas no hay redencin posible porque las sierras andinas en aquellos

    aos fueron un gran estmago que digiri a muchos europeos, arrancndoles el delgado barniz de

    civilizacin que les separaba de la barbarie. En nombre de la racionalidad y del buen orden , del

    sentido de Estado

    y

    del deber para con la Monarqua , combinando castigo con perdn en la pro-

    porcin que ellos consideraron la ms adecuada -proporcin que siempre fue disparatada y absolu-

    tamente contradictoria con las luces que pregonaban-, llevaron a cabo una terrfica operacin de

    represin y muerte, un exterminio fsico y cultural, que an perdura en la memoria de los pueblos

    andinos

    y

    que, al fin y al cabo -y eso es muy importante-, fue de manifiesta inutilidad para sus fines.

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    El personaje hace tiempo que vino a mis manos: una cntrica calle de la ciudad de La Paz lleva

    su nombre,

    os

    Resegun justo el lugar -por casualidades dramticas de la vida- donde el que

    escribe conoci tambin el estmago de la barbarie, exactamente dos siglos despus, el 18 de julio

    de 1980. Resegun me apareca con asiduidad en los documentos sobre la represin de la rebelin de

    Tpac Amaru y Tpaj Katari y situado en primera fila como uno de los actores principales: n el

    Archivo Nacional de Bolivia, en Sucre; en la Biblioteca Central de la Universidad Mayor de San

    Andrs, en La Paz; en el Archivo General de la Nacin, en Buenos Aires; en el de Indias, por supues-

    to; en la Biblioteca Nacional de Pars; en varias colecciones documentales, como la de Pedro de

    ngelis, Jos Durand Flores, Vicente Baliivin y Roxas, ' os Rosendo Gutirrez, Jos Vz-

    quez-Machicado, 2 Manuel de Odriozola, Carlos Daniel Valcrcel l 4 o Gunnar Mendoza; l 5 en los

    trabajos de John Fisher,

    l

    Edberto Oscar Acevedo

    l 7

    y John Lynch I g sobre las Intendencias peruanas,

    altoperuanas y rioplatenses; en los estudios de Boleslao Lewin,

    l9

    Mana Eugenia del Valle de Siles, 20

    Sergio Seninikov,

    21

    Nicholas A. Robins, Joseph Bamadas, 3 Fernando Cajas, 24 Rossana Barra-

    Hace algunos aos comenc, en colaboracin con la Dra. Ana Mana Bascary, una investigacin todava inconclusa

    sobre las consecuencias de las sublevaciones andinas de los aos 80 en la regin de Tucumn y de las que Reseguin ofreci

    interesantes datos.

    Coleccin de obras

    y

    documentos relativos a la Historia antigua

    y

    moderna de las Provincias del Ro de la Plata

    2 edicin, Librera Nacional de

    J

    Lajouane

    &

    Cia, Editores. Buenos Aires, 1910. Inserta en ella se hallan los Documentos

    para la historia de la sublevacin de Jos Gabriel de Tupac-Amaru cacique de la provincia de Tinta en el Per

    pgs. 343-

    52 1 y la annimaRelacin Histrica de los sucesos de la rebelin de Jos Gabriel Tupac-Amaru en las provincias del Per

    el ao de 1780 pgs. 273-342.

    Luis DURANDLREZ ed.): Coleccin documental del Bicentenario de la Revolucin Emancipadora de Tpac

    Amaru Comisin Nacional del Bicentenario de la Rebelin Emancipadora de Tpac Amaru, Lima, 1980.

    O Coleccin de documentos relativos a la Historia de Bolivia E.P., Pars, 1872.

    l Documentos para la Historia Antigua de Bolivia sacados de la Biblioteca de Rosendo Gutirrez. Imprenta de la

    Unin Americana, La Paz, 1879.

    l

    Catalogo descriptivo del Archivo General de Indias referente a la Historia de Bolivia. Sevilla 1933. Ministerio de

    Cultura, La Paz, 1989.

    l3 MANUELE ODRIOZOLAed.): Documentos histricos del Per en las pocas del coloniaje despus de la conquista

    y de la independencia hasta la presente Tipografa de Aurelio Alfaro, Lima, 1863.

    l4 CARLOS ANIEL ALCRCELed.): Coleccin Documental de la independencia del Per Comisin Nacional del

    Sesquicentenario de la Independencia del Per, Lima, 1971.

    l

    Catlogo de documentos del Archivo Nacional de Bolivia sobre la Sublevacin General de Indios. (SGI), ANB,

    Sucre.

    l6 Gobierno sociedad en el Per colonial: El rgimen de las Intendencias 1784-1814 PUCP, Lima, 198 1. Vase

    tambin C. DEUSTUAIMENTEL:as Intendencias en el Peni EEHA, Sevilla, 1965.

    l7

    Las intendencias altoperuanas en el virreinato del Ro de la Plata Academia Nacional de la Historia, Buenos

    Aires, 1992.

    Administracin colonial espaola. 1782-1810. El sistema de intendencias en el Virreinato del Ro de la Plata

    Eudeba, Buenos Aires, 1967.

    l9 BOLESLAOEWIN: pac Amaru el Rebelde: Su poca sus luchas y su influencia en el continente Ed. Claridad,

    Buenos Aires, 1943; Id.: La rebelin de Tupac Amaru y los orgenes de la independencia americana Hachette, Buenos

    Aires, 1957; Id.: La insurreccin de Tupac Amaru Ed. Universitaria, Buenos Aires, 1972; Id.: Vida de Tupac Amaru Insti-

    tuto Cubano del Libro, La Habana, 1973; Id.: Tupac Amaru en la independencia de Amrica Plus Ultra, Buenos Aires,

    1979; Id.:

    Tupac Amaru: su poca su lucha su hado

    Leviatn, Buenos Aires, 1982.

    MARIA UGENIAEL VALLEE SILES:'Cinco testimonios del cerco en Historia y Cultura N. l, La Paz, 1973; Id.:

    Tupac Catari y la rebelin de 1781. Radiografia de un caudillo aymara en Anuario de Estudios Americanos Vol. XXXIV,

    Sevilla, 1977; Id.: Testimonio del cerco de La Paz: el campo contra la ciudad 1781 Biblioteca Popular Boliviana de Ulti-

    ma Hora, La Paz, 1980; Id.: Francisco Tadeo Dez de Medina. Diario del alzamiento de indios conjurados contra la ciudad

    de Nuestra Seora de La Paz 1781 Banco Boliviano Americano, La Paz, 1981; Id.: Historia de la revolucin de Tupac

    Catari. 1781-1782 Don Bosco, La Paz, 1990; Id.:

    Cerco de La Paz 1781. Diario del alzamiento de indios conjurados con-

    tra la ciudad de Nuestra Seora de La Paz de Francisco Tadeo Diez de Medina Banco Boliviano Americano, La Paz, 1994.

    SERGIO ER~LNIKOV:

    eivindicaciones indgenas

    y

    la realidad colonial. La rebelin de Chayanta 1777-1 781

    CEDES, La Paz, 1989; Id.: Disputed Images of Colonialism. Spanish Rule and Indian Subversion in Northern Potosi in

    the 1770's en

    Hispanic American Historical Review

    1996; Id.: Su verdad y su justicia. Toms Catari y la insurreccin

    aymara de Chayanta. 1777-1780 en CHARLES ALKERcomp.):

    Entre la retrica

    y

    la insurgencia: las ideas y los movi-

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    5/69

    gn,

    25

    Jorge Hidalgo, Ximena Medinaceli, Silvia Arze, Magdalena Cajas 2en t re otros muchos

    Josef Resegun surga recurrentemente cada vez que investigaba sobre la regin y el periodo. Pero se

    trataba de un personaje en general poco conocido, apenas una sombra que lleg al Alto

    er

    en

    tiempo de aguas desde la lejana Montevideo, en virtud de una orden descabellada del virrey del Ro

    de la Plata, Juan Jos de Vrtiz. Era nuestro Marlow y, como l, se introdujo con toda la contunden-

    cia de los grandes dramas en aquel corazn de las tinieblas, al otro lado del mundo.

    NUTC

    M~\~ERvA,

    OSTEA

    PALLAS

    No son muchos los datos que conocemos sobre Josef Resegun antes de que llegara a la regin.

    Sabemos por su hoja de servicios 28 que naci en 1742 en Tarrasa,29 de familia noble,

    3

    y que estu-

    di en la Real Escuela Militar de Mathemticas establecida en Barcelona, donde ingres como

    cadete a los 15 aos de edad. En ese tiempo el centro de estudios estaba dirigido por Pedro de

    Lucuze, 3 uno de los ms insignes ingenieros de la poca, discpulo de Jorge Prspero Verboom.

    Fue la heredera de la famosa Academia Real y Militar de Bruselas

    32 y

    con seguridad el mejor cen-

    tro de formacin para nobles cadetes de la Corona espaola con vistas a su incorporacin al Real

    Servicio como militares de prestigio. Se les dotaba de una slida preparacin bajo la idea ilustrada

    de que slo la ciencia poda hacer buenos militares, siendo aquella inseparable de stos , puesto

    mientos sociales en los Andes S. xvm

    Centro Bartolom de Las Casas, Cuzco, 1996; Id.:

    Subverting Colonial Authority:

    Challenges to Spanish Rule in Eighteenth Century Southern Andes

    Duke University Press, Durham, 2003; Id.: Costum-

    bres y reglas: racionalizacin y conflictos sociales durante la era borbnica. Provincia de Chayanta en FORREST YLTON,

    FLIXPATZI, ERGIOER~LNIKOVSINCLAIRHOMSON:

    uatro momentos de insurgencia indgena

    Muela del Diablo edito-

    res, La Paz, 2003; Id.: Legitimidad poltica y organizacin social en las comunidades indgenas de la Provincia de Cha-

    yanta. S.

    XVIII

    en

    Anuario de Estudios Americanos

    no 61, Sevilla, 2004.

    22

    NICHOLAS. ROBMS: Genocidio y exterminio cultural en la rebelin del Alto Per, 1780-1782 en

    Anuario en

    Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia

    Sucre, 1998; Id.: Ambivalencias y contradicciones en la gran rebelin de

    1780-1782 en

    Anuario en Archivo Biblioteca Nacionales de Bolivia

    Sucre, 2000; aparte los ya citados.

    23 JOSEPHMANUELARNADAS:

    ls C atalans e les Indies.

    Barcelona, 1991.

    24

    FERNANDOAJAS

    E LA

    VEGA: LOSObjetivos de la revolucin indgena de 1781: El Caso de Oruro en

    Revista

    Andina

    N.2, 1983; Id.: La sublevacin de indios de 1780-81 y la minera de Oruro en

    Historia y Cultura

    N. 10, La Paz,

    1986; Id.: La rebelin de Oruro y las provincias aledaas en 1781 en

    Encuentro

    N.5, La Paz, 1989; Id.:

    La Sublevacin

    Tupacamarista de 1781 en Oruro las provincias aledaas. Sublevacin de indios revuelta criolla

    Tesis Doctoral, Univ.

    de Sevilla, 1987; Id.:

    El cerco a la ciudad de La Pa z

    La Paz, 1998.

    25

    ROSSANAARRAGN:

    spacio urbano

    y

    dinmica tnica

    HISBOL, La Paz, 1988; Id.: Espaoles patricios y espa-

    oles europeos: conflictos intra-lites e identidades en la ciudad de La Paz en vsperas de la Independencia. 1770-1809 en

    Estudios Bolivianos

    no 1, La Paz, 1995.

    26 JORGE IDALGOEHUNDE:Amarus

    y

    Cataris: aspectos mesinicos de la rebelin indgena de 1781 en Cusco, Cha-

    yanta, La Paz, y Arica en

    Chungara

    no 10, Arica, 1983.

    27

    Mujeres e n rebelin: la presencia femenina en las rebeliones de Charca s del S.

    XVIII Ministerio de Desarrollo

    Humano, La Paz, 1997.

    28

    Archivo General de Simancas (en adelante AGS), Guerra Moderna 2482, ao 1775.

    l

    Aunque JOSEPH ANUELARNADAS:

    ls Catalans e les Indies

    Vol. 111, 118-119, indica que naci en Barcelona, sin

    citar otras fuentes. Segn este autor, su nombre seria Joseph Ressegu; no obstante en su firma claramente figura Josef

    Resegun. Ese es el nombre que hemos mantenido en este trabajo.

    3 NO era, desde luego, poseedor de ttulo nobiliario alguno, aunque se situaba en una posicin distinguida al nivel

    local, cumpliendo con todos los requisitos de limpieza de sangre, hidalgua , avales familiares, pureza de linaje , etc.

    Vanse estas consideraciones sobre la nobleza de la oficialidad militar borbnica en JUANMARCHENA.: Ejrcito y Mili-

    cias en el mundo colonial americano

    Mapfre, Madrid, 1992, pp. 167 y SS.

    Mariscal de Campo de los Reales Ejrcitos. Autor entre otras muchas obras de

    Principios defo rtifica cin dis-

    puestos para la instruccin de la juventud militar

    Imprenta de Thomas Piferrer, Barcelona, 1772.

    32

    Siguiendo los informes de los ingenieros asentados en Flandes Sebastin Fernandez de Medrano y Prspero Ver-

    boom. RAMNGUTIRREZCRISTINASTERAS:

    erritorio

    y

    fortificacin. Vauban Fernndez de Med rano Ignacio Sala

    y

    Flix Prsperi. Influencia en Espaa y Amrica

    Tuero, Madrid, 1991.

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    10s ingenieros que trabajaron en Amrica realizando obras militares y civiles, caminos, puentes,

    puertos, combinndolos adems con el estudio de la geografa, los climas, la fauna o Ia

    flora de muchas regiones americanas. Otro alumno destacado fue el ingeniero Joaqun del Pino y

    Rosas, ascendido a teniente coronel en 1778, nombrado director de fortificaciones del Ro de la

    Plata, despus gobernador de Montevideo cuando lleg la Expedicin de Cevallos y con ella sus

    antiguos compaeros de la Academia, luego Presidente de la Audiencia de Charcas e intendente de

    La Plata en 1789 y, finalmente, ascendido a brigadier

    y

    mariscal de campo y a h e y . Tambin

    estudi en el centro y a la par que Resegun y Azara (tenan todos la misma edad, nacidos en 1742)

    un personaje con quien Resegun se encontrara en las sierras andinas y nosotros repetidamente en

    este trabajo: Joaqun Als y Bn, nacido en Barcelona en el seno de una familia noble y reconocida,

    hijo del Marqus de Als y Rus, mariscal de campo y regente de la Audiencia de Catalua. Als

    fue alumno destacado en la Academia y luego ascendido a capitn en el Regimiento de Infantena

    de Aragn; estaba en posesin del hbito de la Orden de San Juan. Enseguida pas al Ro de la Pla-

    ta y por sus influencias familiares fue nombrado corregidor de Chayanta, donde sera pieza clave -y

    causa- de la gran sublevacin de toda su jurisdiccin en 1781. Tambin estudi all Lzaro de Rive-

    ra y Espinosa, otro ingeniero que lleg con Azara a Buenos Aires, a la Comisin de Lmites, nom-

    brado gobernador de Moxos en 1784 y luego intendente de Paraguay.

    Es decir, como alumnos de la Academia, puede asegurarse que Josef Resegun y todos estos

    ilustrados de su generacin no eran simples oficiales militares formados en los campos de bata-

    lla, sino jvenes oficiales dotados

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    e incrementando ferozmente el gasto militar-, y decidieron tambin comprobar en la prctica de la

    guerra los alcances de

    u

    nueva poltica de formacin especializada e ilustrada aplicada en los cua-

    dros del Ejrcito. Aparte de enviar por va de urgencia a los grandes reformadores hacia Amrica

    (Villalba, Ricla 07Reillya Nueva Espaa, Puerto Rico

    y

    Cuba en 1763), emprendieron a princi-

    pios de los 70 la gran expedicin de Argel, una vasta operacin con casi veinte mil soldados que

    result ser un soberano fracaso. Con motivo de la nueva guerra, en 1775 comenz a organizarse

    otra gran expedicin a la moderna , al mando del Mariscal de Campo Pedro de Cevallos con desti-

    no al Ro de la Plata, 5 a f in de intervenir en el conflicto de lmites con Portugal, contener a los bri-

    tnicos, y ocupar posiciones en la Banda Oriental

    y

    sur del Brasil. De nuevo la oficialidad ilustrada,

    formada en los famosos centros de enseanza concebidos a la europea , deban demostrar que

    eran capaces de ser efectivos en la defensa de los intereses de la Monarqua, aplicar lo aprendido en

    las aulas,

    y

    transitar el camino que separaba a Minerva de Palas Atenea.

    Para esta nueva campaa trasatlntica, parte del Regimiento de Lusitania donde estaba destina-

    do el capitn Resegun fue transformado en el denominado Cuerpo de Dragones de

    l

    Expedicin

    una unidad de 600 hombres divididos en cuatro escuadrones que se nutriran de los Regimientos de

    Almansa, Sagunto, Lusitania y Numancia, a razn de 150 por cada uno. Habran de concentrarse en

    Cadiz para embarcar, al mando del coronel Plcido de Graell, tambin cataln de los Dragones del

    Rey. Este Cuerpo llevara como sargento mayor al capitn del Lusitania Josef Resegun, y embarca-

    ran sin caballos pero con las monturas y las armas.

    46

    Y junto con l, en otras unidades y destinos,

    marchara parte de esta plyade de oficiales ilustrados a los que les consideraban la flor y grana de

    la ilustracin militar espaola.

    7

    La expedicin, a bordo de cien navos del ms diverso tipo y compuesta por doce batallones de

    infantera, los 600 dragones, casi 400 artilleros y una nutrida Plana Mayor,48 se hizo a la vela desde

    Cdiz a medidos de noviembre de 1776. 49 Tras rebasar la isla de La Ascensin (entonces llamada

    de Trinidad) y perder algunos buques que se separaron por accidente del resto de la armada, se diri-

    gieron a la isla brasilea de Santa Catarina a la que atacaron el 20 de febrero, tomndola con facili-

    dad. Cevallos y sus tropas no pudieron conquistar a los portugueses la regin de Ro Grande de

    San Pedro, de modo que dirigieron sus embestidas contra la Colonia de Sacramento a la que destru-

    yeron. Los Dragones no participaron en este combate pues quedaron destacados cerca de la frontera

    con los portugueses, en el fuerte de Santa Teresa (zona conocida hoy como Castillos) para iniciar

    por tierra la campaa contra Ro Grande, al mando del gobernador de Buenos Aires Juan Jos de

    5 NGEL ANZ APIA: lfin al del Tratado de Tordesillas: La expedicin de l Virrey Cevallos al Rio d e la Plata Junta

    de Castilla-Len, Valladolid, 1994; JUAN EBERIAN:a expedicin de Don Pedro de Cevallos en 1776-1 777 Buenos Aires,

    1978. (Primera edicin, Buenos Aires, 1936).

    6

    Estado del Cuerpo de Dragones al embarcar, firmado por el sargento mayor Jos Resegun, Rota, 23 de agosto de

    1776. Archivo General de Indias (AGI), Buenos Aires 547; AGS, Guerra Moderna 6834.

    7

    La mayor parte de los ingenieros de la Expedicin y algunos otros oficiales eran ex alumnos de la academia de

    Barcelona, como Miguel Moreno, Francisco de Paula Esteban, Joaqun de Villanueva, entre otros, e incluso algunos profe-

    sores como Juan Escofet o Carlos Lemaur, que entonces trabajaba con Pablo de Olavide, intendente de Andaluca, en la

    colonizacin de Sierra Morena. AGS, Guerra Moderna 6831, 7393. Si sumamos a Resegun, Pino y Rosas, Als, Azara,

    Lzaro de Rivera, puede decirse que la presencia de estos alumnos barceloneses en el Ro de la Plata fue masiva en estos

    aos. Adems, la mayor parte del cuerpo mdico, al mando de los Cirujanos Mayores Francisco Puig y Jos Queralt, eran

    catalanes de la escuela de Ciruga de Barcelona. AGS, Guerra Moderna 6832 (Hay que considerar que uno de los regimien-

    tos de infantera enviados era el de Infantera Ligera de Catalua).

    8

    En Total casi 10.000 hombres. Estado de la tropa de la expedicin, firmado por Cevallos en Cdiz, septiembre de

    1766. AGS, Guerra Moderna 6833.

    9 AGS, Guerra Moderna 6833 y AGS, Marina 485. Plan de embarque de la expedicin y rdenes de Cevallos. All

    tambin se localiza el Extracto del Diario de Navegacin y operaciones de la Escuadra

    y

    Ejrcito de Su Majestad Catli-

    ca... firmado por el jefe de la escuadra Marqus de casa Tilly, Santa Catalina, marzo de 1777.

    Relacin de la toma de Santa Catalina , AGI, Estado 84; Noticias de lo ocurrido en la Expedicin del Sr. D

    Pedro Cevallos en las islas del Sacramento y Santa Catalina , 1777, Biblioteca Nacional, Madrid, Seccin de Manuscritos,

    Mss. 105 11.

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    Vrtiz. jqe ro entonces llegaron las noticias de la paz con Portugal, f m a d a el 11 de junio en Aran-

    juez, dndose por finalizadas las hostilidades y la campaa y establecindose un Tratado Preliminar

    de Lmites el

    1

    de octubre en San Ildefonso. 2 En marzo de 1778 regresaron las tropas a la penisu-

    la desde el Plata, pero quedaron como refuerzo en Buenos Aires y Montevideo unos

    1

    QQO soldados

    de infantera (del Regimiento de Saboya, y varios flecos de otras unidades)

    y

    casi todos los drago-

    nes, que decidieron voluntariamente permanecer en Amrica integrando las tropas locales del Ro

    de la Plata. Uno de los que qued en Montevideo fue Josef Resegun que obtuvo el ascenso a

    teniente coronel en 1780 como segundo jefe de los ahora llamados Dragones de Buenos Aires, de

    guarnicin en la Banda Oriental,

    5

    a las rdenes del nuevo virrey Juan Jos de Vrtiz; Resegun

    contaba entonces

    38

    aos de edad y se le consideraba un militar de alto prestigio.

    Pero, como iremos deduciendo, la Expedicin de Cevallos no solo constituy una operacin

    militar. Los ministros ilustrados de Carlos 111 consideraron que era una excelente ocasin para

    enviar hasta aquellas lejanas tierras, al otro lado del mundo y aprovechando la creacin del cuarto

    virreinato en Amrica del Ro de la Pl a ta a todo un plantel de nuevos administradores y gesto-

    res polticos, formados en los nuevos centros de enseanza, militares, obedientes, jvenes, moder-

    nos , de alto grado militar (tenientes coroneles la mayora)

    y

    bien pertrechados de reglamentos

    y

    rdenes concretas dispuestos a aplicar sin reservas ni estimacin por los intereses tradicionales de

    los grupos locales +onsiderados en Madrid el cncer de la poltica colonial- el vasto plan de refor-

    mas diseado por los ilustrados polticos de la Corte. 56 Fue as que otros varios oficiales, que tam-

    bin llegaron en la Expedicin de Cevallos quedaron igualmente en la regin

    y

    partieron hacia el

    interior del territorio en virtud de diversos nombramientos

    y

    comisiones. Personajes todos que,

    habiendo llegado juntos en los mismos barcos, se acabaron encontrando tambin en pocos aos en

    mitad de la tormenta serrana que, en buena medida, ellos mismos provocaron.

    Ignacio Flores, un teniente coronel de infantera nacido en Quito

    y educado en la Academia

    en Espaa, era capitn en el regimiento de Aragn cuando fue nombrado gobernador de Moxos y

    luego Comandante General del Alto Per por el virrey Vrtiz, defendi La Plata contra los ataques

    de los Katari y dirigi las tropas para romper el cerco de La Paz con Resegun; luego sera Presidente

    de la Audiencia de Charcas. El tambin teniente coronel Jos Sebastin de

    Segurola Machan, de

    Azpeitia en Guipzcoa y con la misma edad de Resegun, haba destacado en la Expedicin con oca-

    sin de la batalla de la isla de Santa Catarina en Brasil, por la que se le concedi la cruz de la Orden

    de Calatrava; fue nombrado luego corregidor de Larecaja, cerca del lago Titikaka,

    y

    posteriormente

    de La Paz, donde le hallaremos como Comandante de Armas dirigiendo la defensa de la ciudad ase-

    diada por Tpaj Katari, siendo ascendido a coronel junto con Resegun, luego a brigadier

    y final-

    JUAN EVERINA:as invasiones inglesas al Rio de la Plata Buenos Aires, 1939, pp. 63 y SS.

    5

    GUILLERMOESPEDES

    EL

    CASTILLO:

    ima y Buenos Aires. Repercusiones econmicas ypoliticas de la creacin del

    virreinato del Plata

    EEHA , Sevilla, 1947.

    5 Para dar una idea de la escasa actividad que realizaron los Dragones en esta campaa debe resaltarse que el numero

    de bajas, incluyendo la navegacin y los desemb arcos, fue de 14 hombres, todos por enferm edad.

    5 Pie de los D ragones, aos 1779, 1780. La mitad se hallaba de guarnicin en Maldonado: AGI, Buenos Aires 541 y

    529. Las deserciones no se hicieron esperar, y en dos aos ya faltaban ms de 120 plazas: AGI, Buenos Aires 530 y 531.

    Revista a los Dragones, con ajustes y sueldos, aos 1776-1777: AGI, Indiferente General 1912.

    JUAN EVEIUNA:l Virreinato del Ro de la Plata. Su organizacin Milital: Buenos Aires, 1935.

    6 J. FISHER: l Per Borbnico. 1750-182 4 Lima, 2000; S. O'PHELAN ODOYed.): El Per en e l siglo XVZZZ La Era

    Borbnica

    Lima, 1999; J. BARBIER:The Culmination of the Bourbon Reforms, 1787-1792 en

    Hispanic American Histo-

    rica1 Review

    no 57, 1977; D. BRADING:

    rbe indiano. De la Monarq uia Catlica a la Repblica Criolla. 1492-1867

    Mxi-

    co, 1991; S. O'PH EL AN ODOY:Historiografa anglosajona sobre las reformas borbnicas en la Am rica espaola, con

    nfasis en el Per en Histrica N.25, 2001; R. M. BUECHLER:obierno minera y sociedad: Potosi y el renacimiento

    borbnico. 1776-1810 La Paz, 1989;

    K.

    ANDIUEN L. JOHN SON:he Political Economy ofS pa nis h America in the Age of

    Revolution. 1 750.1850

    Alburquerque, 1994.

    Hijo del marqus de Miraflores. Slo dos aos mayor que Resegun, Als, Azara

    '*

    ambin llamado en esas fechas Lago de Chucuito.

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    mente a intendente de la misma provincia en 1783. El capitn de infantera Andrs Mestre, una vez

    llegado a Buenos Aires fue nombrado gobernador de Tucumn y ascendido a teniente coronel, ingse-

    sando a u jurisdiccin en 1778; colabor en 1781 con Resegun para organizar una despiadada

    represin contra los indgenas sublevados en Jujuy; fue luego ascendido a coronel y a intendente de

    Salta en 1783. El sevillano Fernando Mrquez de la Plata lleg a Buenos Aires como Auditor de

    Guerra de la Expediciny fue comisionado por Vrtiz para marchar a La Plata para revisar las cuen-

    tas de la Aduana, aunque acab defendiendo La Paz cuando el sitio de Katari, siendo nombrado Fis-

    cal de la Audiencia de Charcas y despus intendente de Huancavlica. El tambin andaluz Francisco

    de Paula Sanz, de quien se deca era hijo ilegtimo del ministro Jos de Glvez, lleg al virreinato

    como Administrador de la Renta de Tabacos y como Visitador del ramo estuvo en la ciudad de La

    Plata durante el sitio de los Katari; despus fue superintendente de Hacienda en Montevideo y luego

    intendente de Potos. El teniente coronel Joaqun Antonio de Orellana, fue nombrado corregidor de

    Puno, donde dirigi la defensa frente a las tropas de los Amaru. El capitn de infantera Ramn

    Urrutia y Las Casas, natural de Vizcaya, nacido igualmente en 1742, fue nombrado corregidor de

    Oruro en 1779, defendi la ciudad contra los rebeldes en 1781 aunque tuvo que huir, incorporndose

    luego a las tropas de Resegun en la represin del alzamiento.

    59

    Pedro Melo de Portugal, descendien-

    te de los Duques de Braganza, educado en la Academia naval, lleg al Ro de la Plata como teniente

    de los Dragones de Sagunto embarcados en la Expedicin, fue ascendido a capitn, luego a teniente

    coronel, a gobernador de Paraguay en 1778, a intendente en 1783 y finalmente a Virrey en 1795. Los

    tenientes coroneles Baltasar de Semanat

    6

    y Antonio lvarez y Jimnez,

    6

    fueron destinados sucesi-

    vamente al gobierno e Intendencia de Arequipa. Francisco de Viedma, jiennense, uno de los princi-

    pales colaboradores del intendente de Andaluca Pablo de Olavide en la colonizacin de Sierra

    Morena, fue convencido por su compaero el ingeniero Carlos Lemaur

    6

    para marchar a Buenos

    Aires con la Expedicin; fue nombrado en 1779 director de la colonizacin de la Patagonia y luego

    intendente de Cochabamba en 1785. Francisco Tadeo Dez de Medina no era militar, pero vena des-

    de Espaa nombrado como oidor de la Audiencia de Chile, paceo, estudi en la universidad de

    Chuquisaca La Plata); fue a Madrid para completar su formacin y volvi con los dems de la

    Expedicin completamente imbuido de las prcticas polticas y administrativas reformistas e ilustra-

    das como demostr enseguida, nombrado Auditor de Guerra del Alto Per a las rdenes de Resegun,

    incoando el juicio y condenando a Tpaj Katari y a otros detenidos en Las Peas, siendo encargado

    por el virrey Vrtiz de las posteriores averiguaciones judiciales sobre los involucrados en la subleva-

    cin. 63 El Marqus de Sobremonte, sevillano, oficial en diversos Regimientos, fue nombrado en

    1776 secretario de la Inspeccin General de Infantera de Espaa y un ao despus secretario del

    virreinato del Ro de la Plata, es decir, segundo de Vrtiz, ascendido a coronel y a intendente de Cr-

    doba en 1783, llegando tambin a alcanzar el ttulo de Virrey en 1804 Todos llegaron en la Expedi-

    59 Oficio del corregidor de Oruro

    D

    Ramn de Urrutia al Virrey de Buenos Aires, noticindole la rebelin de aque-

    lla villa , La Plata, 15 de marzo de 1781 en PEDROE ANGELIS:

    ocume ntospara la historia,

    p. 508.

    6 Corregidor de Arequipa, dirigi la defensa de la ciudad y organiz diversas expediciones de castigo contra los alza-

    dos.

    6

    Una vez terminada la Expedicin de Cevallos volvi a Espaa con las tropas, regresando a los pocos aos fue nom-

    brado intendente de Arequipa.

    62 Quien, como comentamos, tambin estudi en Barcelona. Hay que indicar que la detencin en 1776 por el Tribunal

    de Santo Oficio de Pablo de Olavide acusado de hereja, motiv que todo su equipo de trabajo se dispersara (una huida en

    realidad) por Amrica a la primera ocasin que hallaron: Lemaur y Viedma al Ro de la Plata con la Expedicin, y su ayu-

    dante Bernardo Darquea a la Audiencia de Quito, donde alcanz un cargo importante en Riobamba. JUANMARCHENA.:

    El

    tiempo ilustrado de Pablo de Olavide. Vida, obra y sueos de un americano en la Espaa del S. XVZZZ, Ed. Alfar, Sevilla

    2001

    63

    Autor de uno de los diarios Diar io del alzamiento d e indios conjurad os contra la ciudad de Nuestra Seora d e La

    Paz. 1781) que utilizaremos en este trabajo. Publicado por MAR~AUGENIA

    E

    VALLEE SILES: erco de La Paz, 1781. Edi-

    cin digital en JORGE ILESSALINAScomp.):

    Iberoamerica en

    l

    Historia. Textos Clsicos para la Historia de Bolivia.

    Coleccin Clasicos Tavera,

    Serie

    1

    Vol. 4, Madrid, 2001.

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    cin con Resegun como un torrente de modernidad, ilustracin y reformismo, nueva poltica, buena

    formacin

    y excelentes propsitos. A sus actuaciones se

    sum

    las del mismo virrey Juan Jos de

    Vrtiz y Salcedo, un coronel nacido en Mrida de Yucatn, Comendador de Puertollano, de la Orden

    de Calatrava, educado en la Academia de Madrid, quien hasta entonces haba sido gobemador de

    Buenos Aires

    y

    ahora acababa de alcanzar el virreinato, considerado como uno de los militares crio-

    llos con ms promisono futuro.

    Todos conformaban la lite ilustrada de un movimiento que, tras adquirir lo que en Madrid

    pensaban era una slida formacin, deba refortalecer el mundo colonial americano, asegurar la

    autoridad real en aquellas provincias tan alejadas de sus Reales Manos y mejorar la eficacia del

    rgimen econmico y fiscal mediante las nuevas medidas que deban imponer. En suma, constituan

    la mdula de la aplicacin del programa de reformas por ser los ms cualificados de la Monarqua,

    por encima de golillas y viejos funcionanos corruptos y venales, muchos de ellos con cargos

    comprados, sin otra virtud

    ni

    fundamento que el dinero con que los adquiran , porque, sealaba el

    gobemador de Tucumn Andrs Mestre, bien conozco, seor, que los que vienen a Indias para lle-

    var dinero se les hace muy duro volver sin l . 6

    Pero los acontecimientos les empujaron al desastre, como cuando un huayco de lodo y piedras

    arrastra todo lo que halla a su paso hasta el fondo de una quebrada, tomndolos en irreconocibles

    personajes apenas cinco aos despus. Ninguno sobrevivira inclume a la tempestad. La ptina

    ilustrada que en principio los identificaba no pudo resistir ni a la naturaleza de los hombres ni al

    hondo y profundo hueco de injusticias

    y

    corrupcin por el que se desembarrancaba el mundo colo-

    nial.

    Realizando un brevsimo recorrido cronolgico, simplemente a modo de recordacin segura-

    mente innecesaria para muchos lectores, hemos de concluir que los aos anteriores a 1781 haban

    sido realmente agitados en la regin andina.

    66

    Desde la dcada de los 6 y con motivo de la nueva guerra contra Inglaterra, las medidas del

    virrey Amat para aumentar la fiscalidad en el Per tuvieron serias repercusiones.Y an aumentaron

    en los aos que siguieron. Surgieron nuevos agravios para las comunidades y los vecinos de los

    pueblos: los hacendados, en vista de su posicin de privilegio que haban adquirido como nuevos

    oficiales de las milicias creadas por el Virrey y bajo la cobertura del fuero militar que les protega

    de la justicia ordinaria, continuaron apropindose sin ambages de las tierras comunales y de la

    mano de obra indgena que necesitaban para incrementar la produccin de sus fincas, mediante el

    aumento del llamado servicio personal , toda vez que muchos indgenas huan de sus comunida-

    des para librarse del tributo y otras cargas y caan como yanaconas y peones en las haciendas y

    obrajes textiles de los propietarios; muchos curas de doctrinas y de parroquias rurales, que vieron

    amenazadas sus fuentes de ingresos con las nuevas medidas fiscales de control, y disminuida la

    mano de obra indgena que antes manejaban a su antojo, cobrndoles derechos abusivos y exigin-

    doles pongueajes

    y

    trabajos gratuitos, incitaron a la poblacin a levantarse contra los terratenientes

    y aun contra las autoridades; el tributo de los comuneros, en nombre de una guerra casi santa contra

    los herejes britnicos, fue cobrado con mayor prolijidad y contundencia, incluyndose a nuevos sec-

    tores sociales hasta entonces exentos de abonarlo; las minas, azuzadas por la necesidad de aumentar

    la produccin de plata, demandaron ms mano de obra mitaya que las autoridades concedieron,

    6

    JOSTORRE EVELLO:uan Jos de V rtiz y Salcedo goberna dor y virrey de Buenos Aires Buenos Aires 1932.

    6

    Carta de Andrs Mestre al ministro Glvez Salta julio de

    1781.

    AGI Buenos Aires 49.

    Un desarrollo ms amplio de este tema puede verse en JUANCARLOS ARAVAGLIAJUANMARCHENA:

    mrica

    Latina. De los orgenes a

    la

    Independencia Vol.

    11

    Cap. 3 Critica Barcelona 2005.

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    SIC Yaco

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    ooiloe Paria

    Pocoai

    M