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5 Al tercer da resucit de entre los muertos, subi al cielo 1. El rango de este enunciado a El origen del cristianismo Esta consideracin introductoria no aborda el rango teolgico de la fe pascual como afirmacin bÆsica de la conciencia cristiana, sino el aspecto histrico de la gØnesis del cristianismo. Ante el final ig nominioso de Jesœs y el evidente fracaso de su esfuerzo terreno en el anuncio del reino de Dios y de la reunificacin de Israel, es una empresa realmente acrobÆtica tratar de hacer plausibles histricamente los ini cios de la predicacin misional en el cristianismo primitivo sin la fe pascual de los primeros cristianos, sin la certeza por parte de los testigos de haber visto a Jesœs vivo despuØs de su crucifixin. Se puede afirmar plenamente la equvoca frase de que Jesœs sigue viviendo en la predicacin de los apstoles, de que resucit <en el kerigma», si es para reforzar la idea de que la realidad del Elevado ha de transmitirse y hacerse asequible a todos mediante la conviccin de fe de sus dis cpulos. Pero si esa frmula significa implcitamente que la resurrec cin de Jesœs es œnicamente una cifra mitolgica de la validez y perduracin de la «causa» de Jesœs, es decir, de su verdadero ideal, que la resurreccin es œnicamente la metÆfora de esta conviccin de los primeros cristianos, que es, por tanto, una mera interpretacin para expresar el significado permanente de Jesœs y slo eso, entonces se afirma un enigma histrico casi insoluble. No slo se fuerzan unos textos bblicos decisivos, que transmiten inequvocamente la convic cin de los discpulos de que Øl viva, de haberle visto glorioso, sino que convierte a los apstoles en una especie de superhombres que,

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5Al tercer día resucitó de entre los muertos,

subió al cielo

1. El rango de este enunciado

a El origen del cristianismo

Esta consideración introductoria no aborda el rango teológico dela fe pascual como afirmación bÆsica de la conciencia cristiana, sinoel aspecto histórico de la gØnesis del cristianismo. Ante el final ignominioso de Jesœs y el evidente fracaso de su esfuerzo terreno en elanuncio del reino de Dios y de la reunificación de Israel, es una empresarealmente acrobÆtica tratar de hacer plausibles históricamente los inicios de la predicación misional en el cristianismo primitivo sin la fepascual de los primeros cristianos, sin la certeza por parte de lostestigos de haber visto a Jesœs vivo despuØs de su crucifixión. Se puedeafirmar plenamente la equívoca frase de que Jesœs sigue viviendo enla predicación de los apóstoles, de que resucitó <en el kerigma», sies para reforzar la idea de que la realidad del Elevado ha de transmitirsey hacerse asequible a todos mediante la convicción de fe de sus discípulos. Pero si esa fórmula significa implícitamente que la resurrección de Jesœs es œnicamente una cifra mitológica de la validez yperduración de la «causa» de Jesœs, es decir, de su verdadero ideal,que la resurrección es œnicamente la metÆfora de esta convicción delos primeros cristianos, que es, por tanto, una mera interpretación paraexpresar el significado permanente de Jesœs y sólo eso, entonces seafirma un enigma histórico casi insoluble. No sólo se fuerzan unostextos bíblicos decisivos, que transmiten inequívocamente la convicción de los discípulos de que Øl vivía, de haberle visto glorioso, sinoque convierte a los apóstoles en una especie de superhombres que,

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tras la profunda decepción causada por el fracaso de Jesœs en Israel,invirtieron esta experiencia en sentido positivo, en brevísimo tiempo,formulÆndola en estos tØrminos: el deseo nostÆlgico transformó ladolorosa decepción «eso se acabó» en la afirmación «no parece queeso se haya acabado»; y, por œltimo, una firme esperanza indujo a laafirmación: «eso no se acabó, pues nosotros seguimos adelante». Sinembargo, tal intento de empatía psicologizante, cuya justificación bÆsica no se puede negar, tendría que indagar con un mØtodo «histórico-crítico», y no con insinuaciones o suposiciones, de dónde extrajeronaquellos hombres simples de primera hora el impulso y la fuerzas paraavanzar en poco tiempo mÆs que el propio Jesœs. Estas breves consideraciones no vuelven superfluo un debate riguroso con la posiciónexegØtica de Willi Marxsen, por ejemplo; pero sugieren que la gØnesisde las comunidades cristianas y la primera predicación misional seconvierten en un enigma histórico si se anula la profunda convicciónde los primeros cristianos: el Padre resucitó a Jesœs del «reino de losmuertos». Justamente en el aspecto histórico es fundamental la pregunta «cómo se llegó a la fe pascual?». <La resurrección de Jesœses, históricamente, un acontecimiento que dio origen a la historia delcristianismo... Y este punto de partida es, al mismo tiempo, el fundamento permanente para la confesión de Cristo. Origen histórico yfundamento objetivo son aquí la misma cosa»2.

b Fundamento y cenit-o de ¡a fe en Cristo

Si alguna vez es indicado el tØrmino «fundamento» es en este caso:la fe en la resurrección de Jesœs es la base de la confesión de Jesucristoy de Dios como el Padre de Jesucristo. Se puede afirmar, metafóricamente, que la fe en la resurrección es la escarpia de la que pendenlos otms artículos del credo, o que es la grapa que sujeta todo lodemÆs3.

Ya la convicción de que este Jesœs es el Mesías esperado sólo sepodía articular desde la perspectiva de la fe pascual. Sin la confir

1. Cf. H. W. Winden, Wie ¡<am und wie kommt es ram Osterglauben? Darstellung, Beurteilung und Weirerfiihrung der durch Rudo!! Pesch ausge!dsten Diskussion, Frankfurt 1982.

2. W. Pannenberg, Das Glaubensbekenntnis, ausge!egt und verantwortet tvrden Frogen der Gegenwart, Hamburg 21974 104; cf. tambiØn O. Lohænk. DerAblauf der Osterereignisse ¡md dic Anfdnge der Urgenteinde: Theologische Quartalschrift 160 1980 162-176.

3. Esto destaca tambiØn en ta reciente y amplia exposición de II. Kessler, Laresurrección de Jesœs. Aspecto bbltco, teológico y sistemÆtico, Satamanca 1989.

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mación pascual por el poder y la fidelidad de Dios, que no le abandonóen el reino de los muertos cf. Hech 2, 24-29. 36; 3, 26; 5, 31, elhombre rechazado por Israel no hubiera podido ser comprendido nianunciado como Hijo de Dios. Y tambiØn de la «encarnación» de Diosen este hombre, en su nacimiento y en toda su vida, sólo se pudohablar despuØs de Pascua, «con efecto retroactivo», desde la perspectiva de la consumación pascual. La interpretación mesiÆnico-cristo-lógica de Jesœs de Nazaret tiene su inicio en la experiencia pascual.Esto es, simplemente, un resultado de la investigación histórico-críticade los textos del nuevo testamento.

Pablo expone en forma lapidaria el peso «sistemÆtico» de la fe en laresurrección en el capítulo 15 de la primera Carta a los corintios, que contienetambiØn el testimonio cristiano mÆs antiguo de la fe pascual, que abordaremosmÆs adelante. Pablo declara en ese texto el peso que atribuye al anuncio de lapredicación de Jesœs. Vale la pena escuchar aquí su argumentación: «Pero sise proclama que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo podØis deciralgunos de vosotros que no hay resurrección de muertos? Si no hay resurrecciónde muertos, tampoco Cristo ha resucitado. Y si Cristo no ha resucitado, nuestrapredicación es inœtil y nuestra fe absurda. Entonces nos delatamos como falsostestigos de Dios, por testificar falsamente haber resucitado a Cristo, cosa queno ha hecho si los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan,tampoco ha resucitado Cristo, y si Cristo no ha resucitado, nuestra fe es ilusoriay vosotros seguís en vuestros pecados, y tambiØn los que durmieron en Cristohan perecido. Si la esperanza que tenemos en Cristo es sólo para esta vida,somos los mÆs desgraciados de los seres humanos» 1 Cor 15, 12-19.

En estas frases expresa Pablo algunas verdades fundamentales paraØl. Primero: la cuestión de la resurrección de Jesœs es una cuestiónimportante para la comprensión de Dios. Pablo sería un falso testigode Dios, y Dios no sería el Dios que Pablo anuncia, el Dios de lagracia, de la misericordia y del amor sin reservas, el Dios de la vida,si la resurrección de Jesœs fuera una fantasía. Segundo: es indudablela inserción de la resurrección de Jesœs en el destino de toda la humanidad. No se trata de un acontecimiento singular en la vida de Jesœs,sino de la concreción y universalización de la vaga esperanza deresurrección en el judaísmo tardío como una oferta de salvación paratodos los hombres. Jesœs es la prueba de que se da una consumacióndel hombre mediante el poder de Dios. Tercero: se comprueba cómoacontece así la superación de nuestra condición pecadora. El pecadoy la muerte conservarían su poder, serían definitivos si Jesœs no hubieraresucitado. Sería una triste ilusión apoyarse en el Jesœs terreno sólopara la vida terrena; sería la adhesión retórica de unos fracasados a

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otro fracasado. La resurrección de Jesœs es superación de la muerte yde sus raíces empozoæadas, pues la resurrección es una apertura de lanueva vida.

c Presupuestos de comprensión

El pasaje de la primera Carta a los corintios puede explicar de esemodo que la credibilidad del mensaje sobre la resurrección de Jesœsdepende tambiØn, fundamentalmente, de la cuestión previa de si hayque contar o no con la «resurrección de los muertos». TambiØn laformación del juicio en la investigación histórico-crítica del kerigmapascual depende radicalmente de esta cuestión previa general, de tipocosmovisivo. Para aquel que parte de la firme creencia de que «todoacaba con la muerte», de que los muertos, muertos estÆn y estarÆn,de que en la muerte se alcanza el final de un ser humano, la preguntapor el contenido de los textos bíblicos estÆ ya contestada aun antes dehaberla sometido a un examen cuidadoso. En otros tØrminos, es ineludible reflexionar sobre aquellos presupuestos de comprensión queson necesarios para escuchar hoy el testimonio pascual.

El hecho de que nuestra idea de la realidad estØ influida por elpensamiento científico no es un obstÆculo tan insalvable como pudieraparecer al pronto. En efecto, las ciencias naturales intentan establecery describir ciertas constantes en la realidad. Pero los científicos semuestran cada vez mÆs reservados a la hora de sentar afirmacionessobre fenómenos que no ofrecen una intuición inmediata y no se puedenverificar con mØtodos de las ciencias naturales4. Por eso el mØtodocientífico de estas ciencias naturales tampoco puede confirmar o refutarlo que se confiesa al afirmar la resurrección de Jesœs: no se trata aquíde la afirmación de que un ser humano, despuØs de su muerte definitiva, ha regresado a la realidad de la vida espacio-temporal, lo cualcontrastaría con todas las observaciones de la medicina, sino que sehabla de otro modo de existencia, nuevo y definitivo, mÆs allÆ de larealidad terrena accesible a nosotros. Una ciencia natural responsableno puede tomar postura ni a favor ni en contra de la objetividad de lafe en la resurrección. En cambio, la antropología reciente puede aportarpuntos de vista que permiten entrever un «espacio abierto’> donde cabeese mensaje: así, por ejemplo, la «corporeidad» del existir humano,incluidos los actos espirituales-personales, penetra tan fuertemente ennuestra conciencia, que el ser humano y el ser corporal se perciben

4. Cf. los trabajos mencionados en Fundamentación, nota 11, de F. Dessauer,W. Heisenberg, P. Jordan y CF. von Weizscker.

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en un nexo indisoluble y se sienten a veces unilateral y apresuradamente corno «idØnticos>’. Esto, por una parte, induce a suponer quela muerte corporal es la muerte de «todo el hombre»; pero tiene tambiØn, por otra parte, la consecuencia de que cualquier idea de posiblecomplementación implica una complementación en la corporeidad. Yes evidente que la cuestión del traspaso de la frontera de la muerte nose puede extirpar del pensamiento humano5. Al menos en la forma deun límite sentido dolorosamente, que caracteriza a la vida como un«ser para la muerte» y que hace del hecho de «mi» muerte indudableel lugar donde brota en forma elemental el anhelo de perduración yse expresa la exigencia de libertad frente a todas las coacciones aniquilantes, al menos de este modo la apertura al futuro es un presupuestopara poder plantear la cuestión de la resurrección de Jesœs como unacuestión razonable en el contexto de la investigación histórica. Sóloentonces se da la condición para encontrar un acceso a la comprensióndel testimonio de la Biblia sobre la resurrección, porque sólo entoncesno queda totalmente tergiversado el contenido de los textos por unprejuicio antes de haber escuchado los textos mismos.

2. Los datos exegØticos

Cabe preguntar ahora: ¿cómo se articula en los escritos del nuevotestamento la experiencia pascual de los discípulos? ¿cómo se puedenabordar los textos con un mØtodo histórico-crítico?

a La metÆfora del «despertar»

Hay que considerar, en primer lugar, que ya el lenguaje metafóricopone de manifiesto que no se trata aquí simplemente de «reanimación»,de regreso a la vida arrebatada por la muerte. De la reanimación deun muerto se puede hablar perfectamente en sentido no metafórico.Los testigos de la resurrección describen su experiencia con el tØrminoegeiresthai ser despertado, que en el lenguaje cotidiano significa serdespertado del sueæo. TambiØn las expresiones «despabilarse», «sacudir» el sueæo, aplicadas al ajusticiado en la cruz a la vista de todos,

5. Cf. o. Altner, Tod, Ewigkeit und Uberleben. Todeserfahrung ¡md Todesbewaltigung bis nachmetaphysischen Zeitalter, Heidelberg 1982; 0. Schemr, DerTod als Frage an die Freiheit, Essen 1971; Q. Huonder, Das Unsterblichkeitsproblem iii der abendlandischen Philosophie, Stuttgart 1970; J. Wunderli, Vernichrungoder Verwandlung? Der Tod als Verhdngnis und Hoffnung, Stuttgart 1976.

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se emplean como metÆforas, en sentido traslaticio. Una frase perteneciente al lenguaje coloquial, que significa un hecho de experiencia,sirve para describir una realidad para la que no se dispone de unaexpresión adecuada porque esa realidad, que los discípulos pretendenhaber percibido, no forma parte del Æmbito de nuestra experiencia nide nuestra vida. Este uso metafórico se produce, pues, justamente parasignificar de algœn modo una percepción nueva, extraordinaria, heterogØnea. ¿QuØ clase de percepción es Øsa?

b Fórmulas confesionales

El primer testimonio sobre la nueva vida del Crucificado seproduce en dichos entusiÆsticos, aclamatorios, que la exØgesis cataloga como «fórmulas confesionales». «El Seæor ha resucitadorealmente», exclaman los discípulos reunidos en JerusalØn al regresode los dos de Emaœs Lc 24, 34. En los discursos de Pedro setrasluce aœn una fuerte independencia de esta frase: «Dios lo resucitórompiendo las ataduras de la muerte» Hech 2, 24. «Dios resucitóa este Jesœs, y todos nosotros somos testigos» Hech 3, 15; fórmulasafines en 4, 10 y en 5. 30. Pero pronto esta «expresión estereotipada», con la mención de su muerte, se asoció a una fórmula confesional bimembre: Jesœs murió y resucitó. <Si Jesœs murió y resucitó -tal es nuestra fe- tambiØn a los que han muerto, Dios, pormedio de Jesœs, los llevarÆ con Øl» 1 Tes 4, 14. Esta simple frasede Pablo pone de manifiesto directamente la función salvifica de lafe en la resurrección: la confesión de la muerte y resurrección deJesœs constituye la razón de nuestra esperanza de salvación. «PeroØl murió por todos, para que los que viven no vivan ya para símismos, sino para el que murió y resucitó por ellos» 2 Cor 5, 15.La muerte y la resurrección de Jesœs abren la salvación para losmuertos y para los vivos. «Si vivimos, vivimos para el Seæor, y simorimos, morimos para el Seæor. Pues Cristo murió y recobró lavida para tener seæorío sobre vivos y muertos» Rom 14, 8.

Estos ejemplos tomados de la predicación de Pablo pueden aclarardos extremos: 1 la muerte y resurrección de Jesœs se representanconjuntamente como el verdadero acontecimiento de salvación. 2Esta descripción del carÆcter soteriológico de la muerte y resurrecciónde Jesœs se hace en fórmulas breves mucho antes de la redacción delos evangelios. Cabe afirmar, por lo demÆs, que esta fórmula doblenos ofrece el esquema fundamental de la predicación apostólica sobreCristo, de la catequesis primitiva y tambiØn de los himnos a Cristo enel cristianismo primitivo.

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e El testimonio mds antiguo de la fe pascual: ¡ Cor 15,386

Se trata de una fórmula procedente quizÆ de la catequesis, quePablo inserta en su carta y adapta con algœn ligero retoque despuØsde haberla conocido presumiblemente a principios de los aæos 40 enAntioquía, donde se habría compuesto algœn tiempo antes. Pablo diceexpresamente en la introducción a esta fórmula que Øl transmite lo querecibió y seæala que su contenido es muy importante para Øl: «Eseevangelio os estÆ salvando si lo conservÆis en [el logos, aquí la] formacomo yo os lo anunciØ» 1 Cor 15, 2. Para Pablo, pues, no sólo elcontenido del evangelio reviste una importancia fundamental, sino quetambiØn la forma representa para Øl un elemento vinculante, imperativo. Esto, junto con otros indicios, permite concluir que esa fórmulaconfesional de la fe pascual estaba ya en uso desde hacía algunos aæoscuando Pablo la conoció. Lo cual significa, en el aspecto histórico,que ya pocos aæos despuØs de la muerte de Jesœs, a finales de los aæos30, se utiliza una fórmula para proclamar su resurrección. La pruebade la fe en la resurrección en el cristianismo primitivo, la demostraciónhistórica de la existencia de la fe pascual, nos aproxima, pues, a lafecha de la muerte de Jesœs, con distancia de pocos aæos.

«Os recuerdo, hermanos, el evangelio que os prediquØ, ese queaceptasteis, ese en que os mantenØis, ese que os estÆ salvando.., si loconservÆis en la forma como yo os lo anunciØ; de no ser así, fue inœtilque creyerais.

Lo que os transmití fue, ante todo, lo que yo había recibido:Que Cristo murió por nuestros pecados, como lo anunciaban las

Escrituras; que fue sepultadoy que resucitó al tercer día, como lo anunciaban las Escrituras;que se apareció a Cefas y mÆs tarde a los Doce.DespuØs se apareció a mÆs de quinientos hermanos a la vez; la

mayor parte vive todavía, aunque algunos han muerto. DespuØs seapareció a Santiago, luego a los apóstoles todos. Por œltimo se meapareció a mí, como el nacido a destiempo» 1 Cor 15, 1- 8.

La fórmula de predicación asumida en este texto contiene los cuatroenunciados esenciales sobre Jesucristo en forma verbal: «murió, fuesepultado, resucitØ y se apareció», donde el segundo y el cuarto enunciado refuerzan el primero y el tercero. La expresión «como lo anunciaban las Escrituras», subrayada mediante repetición, alude obviamente a referencias en los escritos del antiguo testamento; el texto

6. Cf. J. Kremer, Das ¿tUeste Zeugnis von der Auferstehung Christi, Stuttgart1966; Ph. Seidensticker, Das Antiochenische Giaubensbekenntnis 1 Cor ¡5.3-7 ¡enLichee seiner Traditionsgeschichte: Theologie und Gtaube 57 1967 286-323.

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interpreta y aclara tanto la muerte de Cristo como su resurrección conpasajes veterotestamentarios, y de ese modo este destino singular delSalvador aparece fundamentado y preparado en la historia religiosajudía anterior. La metÆfora del «despertar» designa esa nueva vidaque escapa a nuestra experiencia cotidiana, pero que los testigos conocieron en las apariciones. TambiØn el aæadido «al tercer día>’ representa una conexión entre la realidad temporal, del «mÆs allÆ», quees la resurrección, y la historia concreta definida por el curso temporal,en la que Øl muere.

Constatamos, pues, que el testimonio mÆs antiguo que nos hallegado de la fe en la resurrección queda incluido en el credo apostólico,y no sólo en cuanto al contenido, sino en la fórmula literal de estacatequesis antioquena primitiva: «resucitó al tercer día’>.. . Aquí, enel punto central del credo, la tradición cristiana tomó al pie de la letrala exhortación de Pablo: «Ese evangelio os estÆ salvando.., si lo conservÆis en la forma como yo os lo anunciØ».

d Los relatos pascuales de los evangelios

AdemÆs de las expresiones fijas de las fórmulas de confesión ypredicación, los relatos de pascua, las narraciones evangØlicas sobrela resurrección, constituyen una segunda forma de tradición del mensaje en la que hay que distinguir aœn, por razones de contenido, entrelas noticias sobre apariciones y los relatos sobre el sepulcro vacío.Estas noticias derivadas de diversas tradiciones del cristianismo primitivo, difieren en muchos detalles que no cabe armonizar sin estridencias; pero el hecho de la resurrección y de la aparición del Vivientees afirmado unÆnimemente en todas ellas.

No es posible determinar cómo ocurrió todo ello. El misterio de la resurrección de la muerte guarda tambiØn su carÆcter de tal al pasar a la historia:en las apariciones y en el sepulcro vacío. A ello se aæade, para nosotros, quelos relatos estÆn redactados, obviamente, en el horizonte de comprensión dela Øpoca y por tanto, con ideas, formas, conceptos y lenguaje de aquel mundo.Se puede afirmar sin exageración que estos relatos transpiran una especie detemor reverencial y que fueron compuestos con la conciencia viva de losencuentros de Jesœs, atemorizadores y consoladores al mismo tiempo, y deloscuro enigma del sepulcro vacío. Hay que aæadir algo mÆs: los relatos de

7. Sobre el uso neotestamentario «paralelo» de los tØnninos «despertar» y«resucitar» cf. los dos artículos de J. ICremer, Anastasis. en H. Balz/G. Schneidereds., Exegetisehes Warterbuch zum Neuen Testament 1, Stisttgart 1980, 210-221,y Egeiro, ¡bid., 899-910.

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apariciones y del sepulcro, pese a la ingenuidad de su modo narrativo, delatanya una preocupación teológica. Son evidentes los matices apologØticos; porejemplo, la gran escena de la comida en Lc 24, 41 Ss, destinada a confirmarla corporeidad del Resucitado, es decir, su realidad personal, refutando laopinión de que era un «fantasma», una opinión de los increyentes, que no sedejan convencer siquiera mediante el tacto: Lc 24, 36 ss. Cabe recordar tambiØnlas reflexiones cristológicas, por ejemplo, en los relatos joÆnicos. Se infiltrantambiØn espontÆneamente temas cultuales en la exposición: la cristofanía acontece durante la comida, Lc 24, 30.41-43; Hech lO, 41; in 21, 12 s; Mc 16,14. Es evidente que los textos muestran una preocupación por evitar malentendidos sobre el acontecimiento. Se diría que el acontecimiento de la resurrección de Jesucristo afrontó la experiencia y el lenguaje de la historia humanaprotegiØndose, en su desamparo, contra los malentendidos’.

Es evidente tambiØn que estos pasajes de los evangelios no sonmeros «protocolos», sino una predicación que actualiza, desarrolla,interpreta y aplica el acontecimiento.

Es significativo a este respecto que incluso los relatos pascualesde tono legendario de los evangelios apoyen la fe en la resurrección,primariamente, en la experiencia del Viviente aparecido y no en elsepulcro vacío. El relato del descubrimiento del sepulcro vacío complementa y apoya la conciencia general y primordial: ¡El vive! ¡Nosotros lo hemos visto!

e «Al tercer día»

Tenemos que abordar aœn, brevemente, otro aspecto. El testimoniomÆs antiguo sobre la resurrección 1 Cor 15, 3 y el credo apostólicohablan de la resurrección «al tercer día». Karl Lehmann ha estudiadoel sentido de este enunciado en una investigación profunda y matizada9.Sus resultados sobre el sentido de esta fórmula -«resucitó al tercerdía»- se pueden resumir así: el texto adopta un estilo de pensamientoy lenguaje veterotestamentario con el que el israelita piadoso expresabauna tensión peculiar entre la experiencia de sufrimiento y la esperanzade salvación: Dios no deja sufrir al Justo mÆs de tres días el nœmero

8. H. Schlier, Uber die Auferstehung Jesu Christi, Einsiedeln 1968, 11-14 cd.casi: De la resurrección de Jesucristo, Bilbao 1970; cf. tambiØn K. Lehmann, DieErscheinungen des Herr». Thesen zur hermeneutisch-theologischen Struktur derOstererzühlungen, en II. FeldJJ. Nolte eds., Wort Goetes in der Zeir. PS für K.H.Schellde, Düsseldorf 1973, 361-377.

9. Cf. K. Letunann, Auferweckt am dritren Tag nach der Scrhrift. FrühesteChristo!ogie, Bekenntnisbildung und Schriftauslegung im Lichte von 1 Kor 15,3-5, Freiburg 21969.

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de la «pequeæa totalidad», una unidad menor, acabada, en este casoun pequeæo espacio de tiempo bien delimitado. La experiencia de lainexorabilidad del sufrimiento y de la muerte y una cierta falta deperspectivas en la propia vida, por una parte, y la esperanza en elpoder y la fidelidad de Dios, por otra, aparecen enlazadas en unarelación llena de tensiones mediante el lenguaje de los «tres días».Tal es el transfondo lingüístico y temÆtico veterotestamentario: «Laindicación temporal, de signo teológico, tiene la función de garantizarescatológicamente la fidelidad activa de Dios y de su promesa»’°. Enla fórmula de la resurrección, esta frase es el recurso lingüístico paraunir la cruz y la elevación de Jesœs temporal y objetivamente. Objetivamente significa aquí que se trata del ajusticiado poco antes en lacruz; el Elevado es el Crucificado. «Temporalmente» significa el ingreso de la eternidad en la historia indicando en cierto modo el «puntode contacto». «En otros tØrminos, la determinación de los <tres días>traduce <temporalmente> para la experiencia humana un acontecimientotranscendental en actos <sucesivos>, sin incluir una secuencia cronológica»’’. A pesar del contraste absoluto entre la muerte y la vida,entre la cruz y la resurrección, no hay que perder de vista la continuidadque existe primariamente en la persona de aquel cuyo destino exponenlos textos, pero que incluye tambiØn una «lógica» interna de los sucesos, en el sentido de que en la cruz, el que se entrega por amor, elque se confía en las manos del Padre, muere para entrar en una nuevavida’2. El evangelio de Juan logra expresar en un solo concepto estarelación interna entre cruz y gloria: «elevación» cf. Jn 3,14; 8,28;12,32. 34. Jesœs es «levantado» en la cruz colgado de ella y eselevado al Padre es resucitado. La fórmula de los «tres días» expresabajo otra modalidad lingüística esta correlación temporal y objetivaentre muerte y resurrección: «Si la resurrección de Cristo no es otroacontecimiento ocurrido despuØs de su pasión y de su muerte, sino la<aparición> de lo que sucedió en la muerte de Jesœs, entonces el acontecimiento de la resurrección de Jesœs accesible a nosotros sólo sepodrÆ enunciar en lenguaje humano bordeando la frontera de la temporalidad y la eternidad. La interpretación y caracterización teológicadebe incluir la referencia al tiempo, porque la muerte de Jesœs sucedióen la historia; pero si la muerte y la resurrección no se pueden concebirsimplemente como dos acontecimientos sucesivos, la idea de resurrección participa en la definición de la muerte de Jesœs. El aconte

lO. Oc., 344.11. ¡bid.12. Cf. sobre todo F.-J. Nocke, Liebe, Tod und Aufersrehung. Uber die Mitre

des Glaubens, München 1978.

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Resucitó de enDe los muertos, subió al cielo 267

cimiento de la resurrección... marca la transición entre un punto departida espacio-temporal y la imposibilidad de introducir y expresareste acontecimiento en el espacio y el tiempo. Para este acontecimientoes esencial, e igualmente originario en su definición, afirmar que sebasa en la historia, contacta con ella en todas las dimensiones y lasobrepasa al mismo tiempo’>’3.

3. Sobre la «historicidad» de la resurrección

Conviene hacer aquí algunas reflexiones, bajo la rœbrica de la<historicidad», para comprender este mensaje apostólico central. ¿Sepuede hablar de la resurrección como un acontecimiento «histórico’>?Nuestro acceso al tema estÆ influido, y tambiØn dificultado notablemente, por dos modos contrapuestos de interpretación del mensajepascual. Uno, que se suele considerar como el modo creyente, tradicionalmente eclesial, incurre en un malentendido de la fidelidad al«texto». Olvida o niega el carÆcter especial de los relatos sobre laresurrección y lee los textos, que proceden en su «literalidad» externade la situación del relato y de la predicación antiguas, del cristianismoprimitivo, sin una reflexión y mediación previa, como «protocolos»o «reportajes" de hoy. Semejante deformación supone un notable menosprecio de los autores, de su predicación, de su teología, y no respetalos textos -por ejemplo, el relato de Emaœs, lleno de reflexión ycontenido teológico, pese a su simplicidad narrativa y a su lenguajemarcadamente figurado. La otra interpretación del mensaje pascual,que suele considerarse como «moderna» -aunque esa modernidadconsista en buena parte en haber relanzado «ideas desfasadas» de laliteratura protestante de finales de siglo-, adolece de un malentendidoracionalista al restarle el aparente escÆndalo y el verdadero aguijón almensaje pascual mediante una especie de explicación natural, psicológica. De ese modo se logra paliar quizÆ el escepticismo y la incomprensión de muchos contemporÆneos y captar su benevolencia, perose suele atenuar, rebajar y cancelar al mismo tiempo la predicaciónde los apóstoles. Tales malentendidos «piadosos» o «ilustrados» delmensaje sobre la resurrección llevan rÆpidamente a desviaciones quees preciso evitar. Queda la pregunta por una concepción objetiva yadecuada de la «historicidad» de la resurrección en la actualidad, queestÆ determinada en parte, pero sustancialmente, por el nacimiento dela «conciencia histórica».

13. K. Lehmann, Auferweckt am dritien Tag nach der Schrift, 344 s.

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268 Lo que nosotros creemos

a El acontecimiento de la «historia de la salvación»

La ambigüedad de tØrminos como geschichtlich, Geschichtlichkeit,e historisch, Historizitdt, es un factor no desdeæable a la hora de daruna respuesta.

Si se entienden los tØrminos Geschichre, geschichtlich en un sentido general, global, como aquello que afecta al destino humano, que concierne anuestra vida, que determina nuestra existencia temporal, y si se considere a lavez esta historia como algo abierto a una mcta, a la consumación, a la eternidadque cierra definitivamente esa historia y le confiere su plena medida, entoncesno hay dificultad alguna en afirmar que la resurrección de Jesœs por el Padrees una realidad histórica geschichthch decisiva, es el dato decisivo de lahistoria de la salvación. Pero conviene no olvidar que hablamos así desde unaidea creyente, muy determinada, de la historia y de la consumación prometida.

Si se entiende el tØrmino Geschichre historia en sentido puramente intramundano, como el curso del acontecer llevado y marcado por el hombre, sepuede afirmar que el acontecimiento pascual, la «resurrección de Jesœs’>, es elorigen de la creencia pascual de tos apóstoles -al margen del modo como seconciba este origen- y que es a la vez la prolongación del anuncio de laresurrección en la Iglesia y en la humanidad. Sobre este fondo, la resurrecciónde Jesœs sería un suceso histórico geschichtlich detectable a nivel intramundano en tanto que ejerce una amplia influencia en el presente. Y cuandosubrayamos esta «vida ulterior» de Jesucristo en la historia, en la predicación,en las acciones sacramentales, en la convicción y en la vida de los creyentes,vemos y decimos sin duda algo correcto e importante. Pero si se quiere afirmar,partiendo de este concepto «intramundano» de historia, que la historicidad dela resurrección «no es mÆs que» la gØnesis y desarrollo de la fe pascual en laspersonas creyentes, entonces yo habrØ interferido desde presupuestos filosóficos, desde una determinada idea del mundo y de la historia, la afirmación delos apóstoles en puntos decisivos.

b La convicción de fe demostrable «históricamente»

El acuerdo aparece dificultado adicionairnente porque se sueleequiparar en parte ese sentido mencionado de lo geschichtlich con lohistorisch y, así, tambiØn el uso de la palabra historisch resultaambigu&4, porque designa, por un lado, simplemente el plano de la

14. Cf. It Buttmann, Kerygma ¡md Mythos 1, Hamburg 1984, 46 5: «El acontecimiento pascual, considerado como suceso histórico junto con la cnlz, no es sinola gØnesis de la fe en el Resucitado, donde tiene su origen la predicación. Elacontecimiento pascual como resurrección de Cristo no es un acontecimiento histórico historisch; como acontecimiento histórico sólo es detectabte la fe de los

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Restuiró de entre los muertos, subió al cielo 269

historia Geschichte real y de las personas que actœan en Øl porejemplo, «el Jesœs histórico», y, por otro, mÆs exactamente, el modode procedimiento metodológico de una investigación histórica en estecampo de la historia real por ejemplo, «la cuestión histórica del Jesœsterreno».

Si se entiende por un «hecho histórico» historisch algo que ocurrió u ocurre en el mundo de forma que sea accesible al menos enprincipio a las posibilidades investigadoras del conocimiento humano,es obvio que no cabe llamar a la resurrección de Jesœs un «hechohistórico». Son hechos «históricos» y, por tanto detectables y demostrables empíricamente, la predicación, la convicción y la afirmaciónde los primeros cristianos segœn la cual Jesœs, el Crucificado, vive yfue elevado por el Padre. Es «histórico», detectable empíricamente,el hecho de que esta creencia se formó en Antioquía ya en los aæos40 en fórmulas catequØticas fijas. TambiØn es detectable «históricamente» el interesante hecho de que la experiencia pascual de los discípulos se articula de modo estratificado, oscilante, alusivo y paradójico y no utiliza -globalmente- recursos lingüísticos de mera«descripción». Pero el «acontecimiento» mismo de la resurrección deJesœs no es un suceso comprobado «históricamente» historiseh enese sentido.

La interpretación y explicación de los datos históricos ciertos dela fe pascual primitiva, la valoración de la frase <Øl vive», dependede opciones previas, de la pre-comprensión filosófica, cosmovisiva.El que estÆ convencido de que no puede haber algo así como unaexistencia posterior despuØs de la muerte, el que se orienta en sentidoagnóstico o materialista, tiene que intentar una interpretación naturalpsicológica, de algœn modo «puramente histórica» del mensaje pascual, aunque sea igualmente ardua e insatisfactoria en el aspecto histórico.

En todo caso, el que estÆ dispuesto a tener en cuenta el ser divinode Dios, a abrirse radicalmente a lo imprevisto, a lo no planificable,a lo indisponible, a la acción de Dios en el hombre, puede entenderesa notificación de la vida de Jesœs en las «apariciones» y ese anuncioapostólico que expresa y difunde la manifestación de Jesœs a los primeros testigos, el «kerigma pascual», como vertiente «histórica» encierto modo, el punto de contacto intrahistórico de un suceso «metahistórico», que rebasa el Æmbito de nuestra experiencia: la transfi

primeros discípulos. El historiador puede hacer comprensible su gØnesis hasta uncierto grado mediante reflexión sobre la antigua vinculación personal de los discípulos con Jesœs; para Øl, el acontecimiento pascual se reduce a sus vivencias visionarias».

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270 Lo que nosotros creemos

guración y elevación de Jesucristo. Por eso resulta muy equívoco enla idea actual de lo «histórico» llamar a la resurrección de Jesœs un«hecho histórico» historisch". Es una realidad histórica geschichtlich de extrema importancia, es un acontecimiento de la historiade la salvación, es aprehensible históricamente en la predicación apostólica; pero todo esto, sólo para el creyente, que siente la llegada dela acción de Dios, que puede aducir buenas razones históricas para sufe, pero no convierte el acontecimiento de la resurrección como talpara un increyente, por ejemplo en un «hecho histórico», ya que,como ocurrió siempre, se pueden interpretar de modo totalmente distinto los datos históricos, partiendo de otras opciones previas.

4. El contenido teológico

Resumamos de nuevo el contenido teológico de la fe pascual. Lamayoría de los puntos de vista sobre el tema han quedado ya sugeridosbrevemente.

a Gesta de Dios

La fe en la resurrección es fundamental y esencialmente una confesión del poder y de la fidelidad de Dios. La predicación de la resurrección de Cristo no se desvía de la predicación del reino de Diospor el Jesœs terreno. No hay un desplazamiento temÆtico cuando lapredicación del reino de Dios por el Jesœs anunciante adquiere despuØsde Pascua la figura de mensaje sobre la resurrección del Cristo anunciado. Para los primeros cristianos estÆ aquí el inicio del reinado deDios; se realiza aquí, en el hombre perfecto, la predicación de Jesœs

15. En este punto W. Pannenberg amplía mucho las posibilidades del «historiador» ¿Cómo se puede formar un juicio sobre la fiabilidad de la noticia de queJesœs no se quedó en la muerte, de que poco despuØs de Østa y del sepelio se aparecióvivo a los discípulos? Pero el examen de tales afirmaciones se puede realizar sóloy exclusivamente con los recursos de la investigación histórica...

«Ahora bien, ¿se puede considerar como realidad, a nivel histórico, el contenidode afirmaciones de este tipo? ¿Puede aparecer una realidad definitiva que no seahomologable a otros sucesos históricos y se base en un cambio radical del mundopresente? ¿Cabe considerar como posible que esa realidad escatológica se haya dejadoya sentir y haya influido plenamente en medio de este mundo nuestro?

¿Por quØ el historiador que estudia críticamente el pasado no puede contar con eso?Si la racionalidad de las ideas sobre un final de todas tas cosas y de una resurrecciónde los muertos es de 01ro gØnero, ¿por quØ no pueden entrar tales ideas en la concienciade realidad del historiador, como ocune con los hechos físicos, biológicos, sociológicosy psicológicos» W. Pannenberg, Das Glaubensbekennrnis, 116 as.

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Resucitó de entre los muertos, subió al cielo 271

sobre la nueva comunión entre Dios y el hombre; se concreta el reinadode Dios. Los escritos del nuevo testamento describen repetidamentela superación de la muerte en la resurrección de Jesœs como efectodel poder de Dios: «Dios resucitó al Seæor y Øl nos resucitarÆ tambiØna nosotros con su poder» 1 Cor 6. 14; cf. 2 Cor 13,4; Ef 1, 20; Col2, 12; 1 Cor 15, 43; Heb 11, 19; Mc 12, 24 par. La oración participialo de relativo «que resucitó a Jesœs de la muerte» Rom 8, 11 seconvierte, al reiterarse, en una especie de nombre honorífico neotestamentario de Dios cf. Rom 4, 24; GÆl 1, 1; 2 Cor 4, 14; Col 2, 12;1 Pe 1, 21; 1 Cor 15, 12; 2 Cor 1, 9. Es importante ver que la«resurrección» nunca se equipara a la «causa de Jesœs» en el sentidoreduccionista que tiene a veces esta expresión actualmente, como programa de Jesœs sobre una solidaridad humana radical. La concrecióny coniplementación de la predicación prepascual de Jesœs mediante suresurrección reside mÆs bien en la acción divina, en la indisponibilidadsorprendente de la llegada del reino de Dios, que efectœa la salvaciónconcreta y la consumación del hombre, en primer lugar de Jesœs yluego tambiØn de todos nosotros.

b Fundamento de nuestra esperanza

Si la resurrección de Jesucristo es el inicio del reinado de Dios,entonces comenzó en ella un proceso que nos afecta a todos, entoncesse reveló en ella la apertura que libera de la cÆrcel de la muerte. Pablo,sobre todo, concibe la resurrección de Jesœs como apertura a la vidapara los suyos. Segœn Øl, hay «un determinado orden: el primero esCristo; despuØs los de Cristo, el día de su venida» 1 Cor 15, 23. Laserie temporal significa a la vez una relación causal Rom 6, 3-5.Gracias a la resurrección de Jesœs, gracias a su nueva vida, en la queparticipamos mediante su Espíritu santo, pasamos ya ahora del círculofatal de la muerte al Æmbito de la nueva vida, aunque la realidad deesta nueva vida se oculta aœn en nuestra existencia de pasión dolorosacf. Rom 6, 3-1 1. Pablo explica con variadas expresiones que laparticipación creyente en el destino doloroso de Jesœs nos garantizala participación en su vida. «Por haber muerto con Cristo, creemosque tambiØn viviremos con Øl, y sabemos que Cristo resucitado de lamuerte ya no muere, que la muerte no tiene dominio sobre Øl... Pueslo mismo: vosotros teneos por muertos al pecado y vivos para Diosmediante Jesucristo» Rom 6, 8-11. La muerte y resurrección deCristo, que nosotros celebramos y en la que estamos implicados, constituyen el centro de nuestra existencia cristiana. «Vosotros estabaismuertos por vuestras culpas y pecados... Pero Dios, rico en misen-

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272 Lo que nosotros creernos

cordia, por el gran amor que nos tuvo, cuando estÆbamos muertos porlas culpas, nos dio vida con Cristo -estÆis salvados por pura generosidad-, con Øl nos resucitó y con Øl nos hizo sentar en el cielo, enla persona de Jesucristo. Con esa bondad suya para con nosotros, pormedio de Jesucristo, quería mostrar a las edades futuras su esplØndidae incomparable generosidad. De hecho, gracias a esa generosidad estÆisya salvados por la fe; es decir, no viene de vosotros, es don de Dios>Ef 2, 1-8.

Los sinópticos no especifican la relación entre la resurrección deCristo y la nuestra; tal relación es un presupuesto implícito de sulenguaje sobre la resurrección general. Pero el evangelio de Juan expone ampliamente cómo el Resucitado es para nosotros el autor deuna nueva vida, de una realidad vital en la que estamos ya implicados.El conocimiento de Dios como comunión amorosa con Øl es la vidaque se nos regala como salvación ya presente ahora cf. Jn 3, 14-18.Este trÆnsito de la muerte a la vida acontece en el amor, como dicemuy lapidariamente la primera carta de Juan: «Nosotros sabemos quehemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos.El que no ama se queda en la muerte... Hemos comprendido lo quees el amor porque aquØl se desprendió de su vida por nosotros... Noamemos con palabras y de boquilla, sino con obras y de verdad1 Jn 3, 14-18; cf. 1 Jn 4, 7-16. Tales frases escuetas hacen referenciaa la vida concreta y evitan la sospecha y el malentendido de que losprofundos pensamientos joÆnicos sobre la nueva vida sean especulaciones teológicas abstractas. «La palabra esperanzadora <resurrecciónde los muertos’, basada en este suceso pascual, habla de un futuropara todos, para los vivos y los muertos... Precisamente porque hablade un futuro para los muertos, es una palabra de justicia, una palabrade resistencia contra todo intento de mutilar el sentido siempre anhelado y buscado de la vida humana y de reservarlo en todo caso paralos venideros, para los ganadores, para los felices triunfadores y beneficiarios de nuestra historia.

La esperanza en la resurrección de los muertos, la fe en el derribode la barrera de la muerte nos libera para una vida contraria a la meraautoafirmación, cuya verdad es la muerte. Esta esperanza nos capacitapara ser para los demÆs, para transformar la vida de los otros medianteel sufrimiento solidario y sustitutivo. Ahí hacemos visible y viva nuestra esperanza, ahí nos conocemos y convivimos como hombres pascuales»’.

16. Unsere Hoffnung, 13, en .Synode 1, 1976, 91s.

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Resucitó de entre los muertos, subió al cielo 273

c El Viviente presente

Aæadamos una tercera consideración. En su libro Was Ostern bedeutet Lo que significa la Pascua, donde comenta el final del evangelio de Mateo’7, Anton Vógtle seæala claramente que la resurrecciónde Jesœs significa tambiØn que Øl nos asiste como el Viviente y elPresente y es el que nos envía ahora para testificar en su favor. Esteaspecto es importante de cara a nuestra unión íntima con Øl, a nuestraoración y al culto religioso en general. Nosotros no alcanzamos a Jesœssólo mediante una penosa retrospección de los albores de una remotahistoria, mediante la reconstrucción laboriosa de una situación vitaltotalmente ajena a nosotros, sino que el conocimiento creyente nosposibilita una percepción y aceptación inmediata de su cercanía, conla que Øl mismo supera la distancia temporal y estÆ presente siemprey en todas partes. «Yo estoy con vosotros cada día hasta el fin delmundo»; tal es la frase final del evangelio de Mateo. Esa fórmula nosrecuerda que la experiencia veterotestamentaria de Dios se había condensado en la frase: «Yo estoy contigo>’, «yo soy el que estÆ siemprepor vosotros’> cf. Ex 3,14, que el ser de YahvØ consiste en su cercaníaa su pueblo y a sus adoradores. Así se entiende en su verdadero sentidoesa frase final de Mateo como revelación de Dios. «Hasta tal puntose identificó Dios con Jesœs de Nazaret, resucitado por Øl. Este sehalla, como Kyrios divino, por encima del espacio y el tiempo. ComoDios mismo, puede estar presente entre los suyos en todo tiempo ylugar. <Y le llamarÆn Emmanuel, que significa Dios con nosotros’ 1,23. Jesœs fue introducido al principio bajo este nombre de Emmanuel.Lo que prometía este nombre se realizó de modo universal a travØsde la Pascua: Jesœs, el Resucitado, estÆ cerca de nosotros y es el Seæordivino presente’>’<. Pero este cercanía suya se caracteriza por unadinÆmica interna: Øl se inclina hacia nosotros, no para detener sumovimiento en nosotros, sino para que, «poseídos» e «impulsados»por Øl, extendamos su efusión activa a todos los hombres. «La Iglesiaprimitiva, que ya a los pocos aæos incluía fieles de diversas naciones,percibió vivamente la significación soteriológica de la Pascua en todosu alcance. En lugar del sÆbado judío tradicional, distinguió especialmente el primer día de la semana como día de la resurrección deCristo, con la proclamación eucarística de la muerte y resurreccióndel Seæor, y todavía en el período neotestamentario, este primer díade la semana recibió el nombre honorífico de <día del Seæor’»’9. Esta

17. A. Vógtte, Was Ostern bedeutet. Meditation zu Matthdus 28,16-20, Reíburg 1976.

18. Ibid., 91.19. ¡bid., 56 s.

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274 Lo que nosotros creernos

celebración semanal de la Pascua en la eucaristía dominical es siempreuna asamblea íntima, pero de cara a la misión. Por eso el «manifiestodel resucitado» Mt 28, 18b-20 incluye como nœcleo, junto a la potestad plena Mt 28, 18b y la promesa de asistencia Mt 28, 20b, elmandato de misión: «Id y haced discípulos de todas las naciones;bautizadios en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu santo, yenseæadles a guardar todo lo que os he mandado» Mt 28, 19a-20a2°.

5. Elevación de Jesœs como «ascensión al cielo»

Con las reflexiones sobre la cercanía del Elevado en Pascua hemospasado ya a la realidad que atribuimos a Jesœs cuando afirmamos que«subió al cielo». Probablemente, la conciencia religiosa general asociala escena de misión que figura al final del evangelio de Mateo con laimagen de la ascensión acuæada por Lucas mÆs que con la idea pascualde Mateo y su «descripción» de «lo que significa la Pascua».

a La imagen desfasada del mundo

Al igual que la frase sobre la «bajada al infierno», la expresión«subió al cielo’> evoca una imagen anticuada del mundo propia de unaØpoca del pensamiento mítico que consideramos superada definitivamente. Nuestro mundo «moderno» no consta de diversas plantas; el«arriba» y el «abajo» se rigen por las mismas leyes físicas. No hayen el cosmos ningœn punto de referencia absoluto; por eso, sólo sepueden utilizar con muchas reservas las localizaciones corrientes de«arriba y abajo», «adelante y detrÆs>’, «derecha e izquierda>’ en lageografía y tanto mÆs en los viajes cósmicos, dependientes de laposición de un observador cualquiera. Esto no excluye que podamosutilizar con cautela y sin jactancia conceptos como «altura» y «profundidad». Expresiones como «muy por encima de nosotros», «noestar a la altura», «no levantar cabeza», «estar en lo hondo del agujero», ponen de manifiesto la expresión de ciertas experiencias humanas irreductibles utilizando conceptos aparentemente locales o espaciales, pero que, por referirse al enfoque existencial de nuestromundo, se mueven en un plano totalmente distinto al de las categoríasde la geografía o la astronomía.

No hay que olvidar, sin embargo, que la Biblia se apoya en estavisión antigua del mundo donde el «firmamento» es una bóveda fija,

20. Ibid., 15.

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Resucitó de entre los muertos, subió al cielo 275

sostenida por columnas cf. 2 Sam 22, 8; Job 26, 11, una líneadivisoria entre este mundo y el mÆs allÆ a modo de cœpula establedonde se levanta el «palacio de Dios» cf. Ex 24, 10 5; Sal 104, 3.13;Sal 11, 4; Sal 103, 19 y passim. Para personas que consideran algoobvio tal estructura del universo, que consideran la tierra como elespacio vital de los hombres y el «cielo» como la esfera transcendentede Dios, es natural concebir el retomo de Jesœs al Padre como subida,como ser elevado, como «ascensión al cielo». Pero justamente poreso conviene ver con claridad lo que debe expresar esta imagen de«ascensión al cielo’>. Se trata de un aspecto importante de la fe pascualapostólica, que se podía definir así: la resurrección liberó a Jesucristode las condiciones de vida terrena y le hizo entrar definitivamente enel espacio vital de Dios.

Es lo que analizaremos a continuación.

b El desarrollo lucano de la idea de elevación

Lucas, y sólo Øl, desarrolla este aspecto de la realidad pascual enla conocida descripción que figura al comienzo de los Hechos de losapóstoles Hech 1, 3-12; cf. Lc 24, 505221. Esta escena de la despedida visible de Jesœs, ademÆs de representar un hito decisivo en suobra total, que pone fin al primer libro de Lucas el evangelio eintroduce en el segundo los Hechos, desempeæa una función muyconcreta en el esquema lucano de la historia de la salvación22. Lucas

21. «Lucas es el œnico autor del nuevo testamento que presenta la elevaciónde Cristo al cielo como una manifestación visible y reconocible en el espacio y eltiempo. La mayoría de los autores del nuevo testamento se limitan a hacer constar,como consecuencia inmediata de la resurrección, que el Cristo resucitado estÆ en elcielo, donde se halla a la derecha de Dios Rom 8, 34; Col 3, 1-3; Ef 1,20; Heb 1,3.13; 8,1; 10, 12; 12, 2; Hech 2, 33s; 5, 31; 7, 55; Ap 3, 21; 5, 6 ss, cf. Mc 14,62 par, con el Padre 1 Jn 2, 1, en la gloria 1 Pc 1,21; 4. 13; 5,1, sobre unanube Ap 14, 14. sobre las potencias celestes 1 Cor 5. 24; FIp 2, 9 Ss; Col 2,10; Ef 1, 21; 1-leb 7. 26. y que volverÆ de allí en la parusía 1 Tes 1, lo; 4, 16;2 Tes 1, 7; FIp 3, 20; Cot 3, 4; Hech 3, 20 s, cf. 1 Tim 6, 14; 2 Tim 4, 1.8;Tit 2, 13; Sant 5, 7 s; 1 Fe 1, 7.13; 5, 4; 1 Jn 2, 28. Esta permanencia en el cielodespuØs de la vida terrena presupone obviamente una <ascensión> de Cristo, que nose suele mencionar; y aun aquellos que lo mencionan expresamente hacen mÆs unaprofesión de fe que la descripción de un fenómeno de experiencia; así, Ef 4. lO; 1Tim 3, 16; Heb 4, 14; 6, 19 s; 9, 24; 1 Fe 3, 22 e incluso Mc 16, 19; Jn 3, 13; 6,62» P. Benoit, Himmelfahrt, en II. Haag [ed.J, Bibeliexikon, Einsiedeln 2 1968,738 s. Cf. TambiØn G. Lohfink, Dic Himmelfohrt Jesu. Untersuchungen zu denI-Jinimelfahrrs und Erhdhungstexten bef Lukos, München 1971.

22. Cf. 14. Conzelmann, Die Mine der Zeit. Siudien zur theologie des Lukas,Tübingen <1977 cd. cast.: El centro del tiempo, Madrid 1974.

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276 Lo que nosotros creemos

coordina el tiempo de Israel, el tiempo de Jesœs y el tiempo de laIglesia de forma que el tiempo intermedio y el œltimo no se limitanentre sí linealmente, sino que se superponen en cierto modo en elcolectivo de los «cuarenta días» entre Pascua y la ascensión, que estÆnmarcados por las apariciones del Resucitado y las instrucciones pos-pascuales a los discípulos.

Recordando la actividad de Jesœs cf. 1-lech 1, 21-26 «desde elbautismo de Juan hasta el día en que nos dejó y fue asumido en elcielo» Hech 1, 2ls, Lucas hace del Elevado aparecido el acompaæante inicial de la joven Iglesia pospascual en sus primeros pasosvacilantes hacia el nuevo tiempo. Esta concepción teológica no permiteconcluir, pues, que la ascensión signifique un acontecimiento históricodistinto de la Pascua. Contemplar y celebrar por separado y sucesivamente diversos aspectos de un suceso misterioso y arcano no significa hablar de cosas diferentes. «En rigor, la ascensión de Jesœs esel acontecimiento, manifestado a los testigos, de la resurrección deJesœs de entre los muertos en su realidad verdadera y plena. Es encierto modo <la otra vertiente de la resurrección’ Vilmar y su ratificaci6n»2.

Que la elevación no significa algo distinto de la resurrección ni algo complementario lo demuestran las primeras fórmulas confesionales bimembres delnuevo testamento, donde la resurrección y la elevación pueden intercambiarse.Por otra parte, la elevación como dimensión interna de la resurrección figurapronto en el nuevo testamento, concretamente en Pablo: «Jesucristo, el quemurió o, mejor dicho, resucitó, el mismo que estÆ a la derecha de Dios, elmismo que intercede en favor nuestro» Rom 8, 34, e incluso en el fragmentoantiquísimo de tradición que Pablo inserta al comienzo de su Carta a losromanos: «constituido Hijo de Dios en plena fuerza por su resurrección de lamuerte» Rom 1, 4

En la resurrección acontece la elevación; Østa es el objetivo intrínseco de la resurrección, expresión de su realidad como obra divina,referencia divina y plenitud divina.

La teología de la elevación de Lucas, al utilizar el lenguaje de la ascensiónvisible al cielo «Galileos, ¿por quØ os quedÆis mirando al cielo...?» Hech 1,11, pone de manifiesto que no se trata de algo absolutamente oculto, totalmentede espaldas a la historia en el puro mÆs allÆ, sino que puede vivirse y sertestificado en la fe. «Este aspecto de testificabilidad del acontecimiento de la<elevación> gracias a los encuentros con el Resucitado durante un período

23. H. Schlier, Jesu ¡-Jimmelfahrt nach den lukanischen Schrzften, ea Id.,Besinnung auf das Neue Testamenr. Exegezische Aufs&ze und Vortrage U, Freiburg1964, 227-241, aquí 240

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Rnucitd de entre los muertos, subió al cIelo 277

considerable «40 días» e lo que destaca el relato lucano de la ascensión, quese inserta totalmente en el contexto de la idea de testimonio y hay que entendera partir de ella»24.

Lucas subraya, pues, especialmente la posibilidad de tener unaexperiencia del Elevado durante cierto tiempo, y el envío y el testimonio de los discípulos como consecuencia de ello.

Formulando así su intención, se comprueba que la idea de ascensiónno depende de la imagen antigua del mundo y es, por tanto, unaafirmación teológica permanente; y, sobre todo, que Lucas no estÆsólo, en modo alguno, con esta idea. El relato lucano de la ascensióncoincide, en efecto, con bastante exactitud en esta afirmación fundamental con la idea de misión que figura en Mateo Mt 28,16-20 ycon la descripción paulina y joÆnica de la elevación de Jesœs como unacontecimiento susceptible de ser testificado en las apariciones delResucitado.

c El «cielo» como convivencia consumada de Dios y hombre

Todas estas observaciones muestran que es posible des-espacializarla idea del cielo y que tal operación es, en cierto modo, el presupuestonecesario para comprender el nœcleo del enunciado de fe «subió alcielo». La «ascensión» de Jesœs, la elevación de Jesucristo, en tantoque designa su «traslado» definitivo al Æmbito de la vida global deDios, subraya, pues, justamente, no su alejamiento, sino un nuevomodo de presencia y proximidad. Esto suena a paradoja, pero se puedeilustrar con una experiencia que todos compartimos: es un hecho quenuestro cuerpo como instrumento del alma no es sólo el lugar delencuentro humano y de una intensa comunicación, sino que la vinculación de nuestra autorrealización espiritual a la corporeidad materialaparece como un límite, como obstÆculo y barrera para una autocomunicación plena y sin reservas, libre e ilimitada. Todos sabemos quela presencia espacial presencia corporal no garantiza la cercanía yentrega personal. Por otra parte, cabe una fuerte unión interna en mediode la separación espacial. Esto pudo haber sido un primer acceso a laexperiencia pascual de los discípulos: la muerte, la sepultura y laelevación suponen destrucción, distancia y desaparición sólo en unavisión superficial; en realidad son un franqueo, derribo de barreras einfusión del Espíritu que poseía a Jesœs, de suerte que el Espíritu santo

24. 1. Ratzinger, Himmelfahrt Christi, en HThTL 111, 1972, 290-292, aquí291.

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278 Lo que nosotros creemos

es el modo como Jesœs puede aproximÆrsenos mÆs íntimamente. Ladesaparición de Jesœs posibilita su nueva y definitiva llegada: «Osconviene que yo me vaya. Porque si no me voy, el Abogado no vendrÆa vosotros; pero si me voy, yo os lo enviarØ» Jn 16, 7. La ascensiónde Jesœs al Padre, su ida al «cielo’>, le abre a Øl y a la humanidadperfeccionada una posibilidad nueva, «divina», de entrega amorosa;Øl «envía» al Abogado, al Espíritu santo, Øl mismo se comunica en lavenida de Øste y nos abre ya ahora la posibilidad de participar en sucomunión definitiva con el Padre: «No os dejarØ huØrfanos, sino quevolverØ a vosotros. De aquí a poco el mundo no me verÆ; pero vosotrosme verØis, pues de la vida que yo tengo tambiØn vosotros vivirØis.AquØl día sabrØis que yo estoy en mi Padre, que vosotros estÆis enmí y yo en vosotros» Jn 14, 18-20.

De ese modo la comunión de sus primeros discípulos, limitadatemporal y espacialmente, se puede ampliar a la comunión de Jesucristocon los hombres de todos los tiempos en el mundo entero.

La Edad Media. con su tendencia a la materialidad y cosificación concreta,sigue en este punto una orientación desviada: el rito antiguo del día de laAscensión preveía que el sacerdote, despuØs de leer el evangelio, apagara elcirio pascual. Aœn recuerdo la desolación que me producía de niæo la volutade humo sobre la mecha apagada: «ahora se ha ido». Pero, afortunadamente,no es Øse el significado. Por eso, con arreglo a la reforma litœrgica, el ciriopascual se enciende en todas las celebraciones solemnes durante todo el aæo,como signo de que la elevación de Jesœs nos abre un modo nuevo de proximidadsuya. Por haber sido elevado, Jesœs estÆ con nosotros «todos los días hasta elfin del mundo» Mt 28,20

Una observación final sobre la «personalización» necesaria de lanoción del cielo25. La realidad teológica expresada por la ascensiónal cielo es independiente de los problemas sobre imagen del universo,como hemos visto. Si el «cielo>’ significa sustancial y propiamente lacomunión plena del hombre con Dios, felicidad y realización total del

25. Sobre la nueva reflexión en la teología católica ha propuesto enfoquesdecisivos H. Urs von Balthasar, Eschatologie, en J. Feiner/1. TrütschlF. Bóckleeds., Fragen der Theologie heute, Einsiedeln 1957, 403-421. Cf. sobre todo lafrase tan citada: «No olvidemos que en los grandes teólogos, como en la Bibliamisma, lo cosmológico> fue siempre una mera mœsica de acompaæamiento para eltema capital: !pse [Deus] post hanc vitam sit lotus noster Agustín. Dios es laposimería> de la creación. Lo es como cielo ganado, como infierno perdido, comotribunal examinador, como fuego purificador. Es aquel donde lo finito muere y porquien resucita para Øl y en Øl. Pero Øl es tal como se comunicó al mundo en su HijoJesucristo, que es la revelación de Dios y, por tanto, el modelo de las cpostrimerías»o. c., 407 s.

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Recudió de entre los muertos, subió al cielo 279

hombre en Dios mediante Dios mismo, entonces este cielo queda«abierto» en la elevación de Jesœs. Entonces se realiza plenamente,por primera vez, lo que esta palabra significa. Dios pone en la resurrección y elevación de Jesœs ese punto de referencia donde se hacerealidad la posibilidad de una vida eterna para el hombre. «La palabracristiana <cielo> significa que Jesucristo creó tambiØn para nosotros larealidad de esta esperanza para todos: su salvación definitiva enDios»26. Tendremos que volver sobre este punto al comentar el enunciado «estÆ sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso», queexpresa la idea de la elevación desde otro Ængulo. Aquí podernosconcluir recordando la exhortación de la sagrada Escritura: nuestravida debe estar en el cielo; puesto que hemos resucitado con Cristo,debemos buscar lo de arriba, donde Cristo estÆ a la derecha del Padre.Sería un malentendido d interpretar estas exhortaciones en el sentidode una huida del mundo, como invitación al apartamiento de los problemas concretos de la vida. La fe en la elevación y ascensión de Jesœsse refiere directamente a nuestra vida actual, cuyo objetivo y sentidointerno quedan aclarados ya en Jesœs y cuya solución tiene lugar conla asistencia de aquel que estÆ íntimamente presente en nosotros porqueestÆ consumado en Dios.

26. K. Lehrnann, Das Geheimnis van Christi Himnwlfahrt. Eme Neubesinnungauf em vergessenes Fest: Lebendige Seetsorge 34 1983 24-29, aquí 26.