Alberto Ascolani_ La Novela de Occidente

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LA NOVELA DE OCCIDENTE

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Primera Edición, abril del año 2000

Arcasur Editorial

Copyright del autor

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723

Diseño de tapa:

Rosario - Argentina

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ALBERTO S. E. ASCOLANI

LA NOVELA DE OCCIDENTE

Arcasur EditorialRosario

(LOGO)

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INDICE

Prólogo............................................................................... 8

La novela de occidente....................................................... 11

Poder, mitos, teorías sociales, subjetividades..................... 34

Discurso Jurídico, instituciones, subjetividades................. 69

Cambios socio-históricos, instituciones, subjetividades..... 89

Los terrores del déspota.....................................................105

Instituciones, mitos culturales y creatividad......................126

Lo sagrado, lo solemne, el humor y el amor......................137

El otro jardín......................................................................155

Derechos del niño y realidad............................................. 161

Aportes:

José Luis Aguirre: El orden y las flores.............................165

Cristina Martínez: Aguafuertes occidentales......................171

Alicia Gallegos: De amores y de mitos..............................181

Horacio Belgich: El objeto. Entre el miedo, la esperanza

y la muerte.........................................................................187

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(PROLOGO)

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La novela de occidente

Estos escritos intentan sustentar la proposición de que nuestrassociedades, tributarias de lo nombrado como «occidente» y, porende, nuestras instituciones, organizaciones sociales y sujetos, sehan constituído y se siguen constituyendo y legitimando en mitosfundantes que son vividos, imaginados y aún pensados como na-turales, es decir, no poseen el estatuto de relatos construídos, obien sobre la base hechos de históricos parcializados y recreadosa partir de la inclusión de componentes ficcionales, o bienconstituídos por elementos puramente ficcionales, los cuales sinembargo, son considerados reales e inherentes a la «naturalezahumana».La imposibilidad de situar esas producciones como mitos es indi-cativo de algunos de los puntos ciegos que tienen muchos discur-sos sobre la sociedad occidental. De ellos y por su valor paradig-mático, tomaré los mitos del padre, los mitos sobre la estructurade la sociedad, especialmente lo que se refiere al derecho y lajusticia, y en tercer lugar los que se refieren a la distribución de lariqueza.Si bien es cierto que muchos planteos y proyectos utópicos partende la evidencia de que otras formas de sociedad e institucioneshan sido posibles en el pasado, y en la creencia de que son posi-bles en el futuro, no ha habido trabajo suficiente de recate de di-chas experiencias y proyectos. Pero tampoco ha habido un trabajode relectura de diferentes discursos, especialmente del poder polí-tico y religioso, que puedan mostrar, por un lado, los falseamientoshistóricos de discursos originales, que se han traducido y se si-guen traduciendo «traidoramente». Por otro lado, el desarrollo de

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planteos «teóricos» en distintos campos, de una u otra maneraavalan aquellas traducciones e interpretaciones.En otras palabras, esta búsqueda de nuevos sentidos, tanto de lahistoria, como de los mitos, es una tarea necesaria para poder pen-sar y eventualmente construir un futuro diferente al que en estacoyuntura histórica nos promete la «ética del mercado», basadaen una fe que lo ha erigido en el objeto de una nueva forma deidolatría. Son también nuevas formas en la que esos mitos se es-tán encarnando, más allá de aquellas del pasado.Importa entonces descubrir otras bases para la construcción even-tual o la adhesión a ideas que puedan permitir pensar que hubo ypuede haber experiencias y aún sociedades construídas de otramanera, sobre otras bases y posibilitar consecuentemente, la cons-trucción de otros mitos, utopías y proyectos que indiquen la metay los caminos posibles hacia esas sociedades.Creo entonces que se puede hablar con bastante propiedad de una«novela de occidente», escrita, reescrita, leída y contada innu-merables veces a través de los tiempos. Novela en la cual creí-mos y seguimos creyendo porque fuimos fundados como suje-tos de sociedades signadas por ella.Pero podemos esperar, que con el rescate de experiencias socialesy otras ideas del pasado, como así también de experiencias de nue-vos sujetos que en el presente se posicionan de otra manera, sepueda contribuir a la escritura de una novela diferente que resuenecon toda la fuerza necesaria para fundar lo que sigue siendo undeseo también recreado una y mil veces: el advenimiento del hom-bre nuevo.

La novela de occidente y lo institucional

Los discursos valen por su encarnadura. La palabra que de ellosemana vale en tanto esa palabra es leída o escuchada. Los lugares

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donde ello se produce son las superficies variadas de la sociabili-dad, contenidas siempre por instituciones. Es en función de elloque en estos materiales incluyo dos tipos de trabajos: unos se re-cuestan en el análisis de discursos míticos y otros que toman pro-blemáticas institucionales. En ningún caso se trata de análisis sis-temáticos, sino de cierta navegación que se nota más en algunosde ellos, como el de «los terrores del déspota» o el de «mitos cul-turales». Al emprender el análisis de las instituciones de nuestra sociedaden sus contingencias pasadas y presentes, encontramos inevita-blemente reproducidas de manera más o menos directa, más omenos singularizada, estos mismos mitos fundantes. En ellas, lasacralización de lugares de carisma, la estratificación, las desigual-dades, la violencia, son presencias constantes.Esto hace necesario escuchar, a veces también leer lo que apareceescrito en fragmentos, de estas novelas, en forma ponderada por-que aún en discursos lúcidos suelen surgir admisiones más o me-nos resignadas a aquellas supuestas realidades como «naturales».Por ejemplo, leer demasiado linealmente cosas como: «Toda ins-titución por modesta que sea, posee...un cadáver en su alacena,una huella de la violencia sacrificada que presidió su nacimiento osobre todo su reconocimiento por las formas sociales ya existen-tes e instituídas», por más que haya sido escrita por un autor cali-ficado como «progresista», puede llevar a las conclusiones quemencioné1.Pero aquí es necesario tramar estas ideas con otras. Una de ellases de qué manera interviene una utopía antecesora, cuales fueronlos acontecimientos de la institucionalización, de qué manera sin-gular pudo operarse algo del «efecto Mühlman». Sobre todo,resignificar la idea de «fracaso de la profecía», que remite preci-samente al fracaso de la utopía, que puede leerse como: utopías

1. Lourau R.: La novela institucional (sin referencia editorial).

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hubo siempre, profecías también, pero siempre fracasaron.Yo diría que ese fracaso es inevitable, no por la acción de fuerzasviolentas, destructivas, «inherentes a la naturaleza humana», sinoporque el sentido mismo de la utopía es ese: su no realización.Pretender lo contrario significaría que ese pensamiento de unasociedad futura pudo ser totalmente previsto, cosa imposible, dadoque la realización de algo de ese orden se tramará con aconteci-mientos impensados que siempre introducen algo nuevo.

Historias y novelas institucionales

Para que estas investigaciones fuesen leídas como pertenecientesal terreno de lo académicamente valorable quizás deberían habersido tituladas: «Historia de...». HISTORIA, una palabra tan so-lemne que podría incluirse casi en el dominio de lo sagrado, cien-cia incluida.También podría haberlo relativizado un poco de esta manera: «His-torias y novelas institucionales», aunque en ese caso habría queaclarar una ambigüedad, si uso la conjunción como excluyente (locual para el pensamiento establecido estaría bien), o como inclusiva(lo que dejaría lugar a nuevas dudas).Si tomamos la primera opción daríamos lugar a pensar que sí ha-bría una o varias historias y que en otro lado, el de la literaturaquizás, se ubicarían las novelas.La segunda nos llevaría a pensar que historia y novela pueden irjuntas porque en toda historia hay novela, creación imaginaria,estética, ficción. Y en toda novela, que toma coyunturas, institu-ciones, fenómenos sociales, siempre habrá alguna referencia a algodel orden de lo «objetivo», es decir, descripciones que podríantransmitir algo que se supone ocurrió «así» en el pasado.Esta idea conjuntiva resulta atractiva y quizás sea la que más seacerca a la verdad. Sin embargo, al final, he preferido este título

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más problemático y seguramente más atacable desde la perspecti-va académica clásica, objetivista, y especialmente a los ojos deesos nuevos inquisidores, los «metodólogos de la ciencia»,bienpensantes restauradores de lo UNO que reinan despóticamenteen sus feudos de nuestra academia.De todos modos, espero mostrar que nuestras búsquedas docu-mentales, bibliográficas y nuestros encuentros con testigos serántratados con reflexiones de suficiente entidad como para que, quie-nes lean, si así lo prefieren, puedan pensar que de aquí surge una«historia», producto de una «investigación», a pesar de que nues-tro interés seguirá estando anclado (por ahora y hasta la próximaderiva), en el pensar esa difícil, casi imposible cuestión de la con-junción entre lo histórico «objetivo» y lo ficcional, imaginario,creativo, incluyendo la singular e insoslayable andadura que sig-nifica la narración.He aludido a los interlocutores, reales, imaginarios, obligados, de-seados. Los reales-obligados son especialmente los evaluadoresacadémico-administrativos, especialmente en los aspectos quecorresponden a proyectos de investigación en la Universidad. Unotiene que «respetarlos» y dentro de lo posible atender a susespectativas porque ellos tienen el poder burocrático y podríanhacer que permanezcamos o seamos excluídos, que sigamos per-cibiendo nuestro magro salario o nó.Sin embargo, y con perdón de sus investiduras, me atraen más losotros, aquellos que se interesan en la recuperación de la memoria,de las múltiples gestas que implicaron y que implican la construc-ción de instancias institucionales, en las cuales las novelas perso-nales, los fantasmas grupales, las significaciones imaginarias so-ciales y los deseos participantes son muy difíciles de incluir encategorías cuantificables y aún en las denominadas categorías de«análisis de contenido» o de «análisis cualitativo».Esos interlocutores se hallan implicados en distintas prácticas, lle-vados a conocer más de tantas cosas que participaron en la cons-

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trucción de sus propias historias-novelas. Son llevados a ello porel amor a lo que hacen. Ese amor es diferente al de ciertosevaluadores-censores, seguramente más ligado al «deber ser así»de las cosas, aunque nunca se sepa bien a qué remite ese deber serasí2.Aquellos que se acerquen desde sus prácticas, desde lo que amany desde sus propias reflexiones, seguramente aceptarán que lodiscursivo-narrativo, insoslayable, inherente a lo que se transmi-te, hace que el péndulo entre lo conceptual, riguroso y lo estéticoque conllevan dichas formas discursivas, se mezclen y fluyan sinque ninguna matemática los pueda constreñir.Serán una vez más los inquisidores-censores que podríamos de-signar también como «cientificistas», quienes se sientan másconflictuados por esta intromisión de lo ficcional-estético en loque se quisiera eidético-noético.

La novela como herramienta

En fin, esto nos lleva también a plantear que nos interesan losefectos de nuestra reflexión en cuanto a lo teórico-epistemológico,unido a los intereses prácticos y aún operacionales.Precisamente, el término «novela» puede situarse en esa dobleperspectiva: en lo teórico por su relación con la problemática his-tórica y en lo práctico-operacional por su funcionamiento comoherramienta de análisis.Lo primero, la relación con la historia y lo teórico, diríamos queno es una cuestión saldada, sino que existen muchos interrogantespendientes (cuestiones no ajenas a las demás ciencias sociales).Tanto si tomamos la historia como descripción «objetiva» de he-chos sociales, como desde la pretensión de formulación de leyes

2. Ascolani A.: Los terrores del déspota, en este volumen.

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que permitirían captar o preveer ciertas regularidades históricas,como es el caso de materialismo histórico en sus formulacionesclásicas como «ciencia» de la historia, con su utilización de cate-gorías deterministas o no contingentes3. Pretensiones loables perofracasadas, debido a la negación de los propios elementos de con-tingencia de las bases de esos pensamientos.Preferimos decir aún de la ciencia que es una «ficción»(Einstein)o que no hay matemáticas sin mito, como no hay mito sin mate-máticas (Castoriadis). Y en otros términos podríamos decir enton-ces que es fundamental recuperar el pasado como memoria y queéste nunca deja de estructurarse como un relato novelado.

Sobre el análisis

En el conjunto de trabajos que he realizado, algunos temas tie-nen como objeto, la práctica, los problemas epistemológicos, locurricular, temas en los que el análisis institucional ha estado pre-sente.En esta conjunción, el término «institucional» aparece como unaadjetivación del otro término: «análisis» y de ello es necesariohablar.Se trata de análisis como término sujeto. Del análisis como idea,como concepción de una práctica, como efecto de una concepciónde la sociedad y por ende de los sujetos humanos que la compo-nen.Análisis implica la idea de que la sociedad, las instituciones, losgrupos y los sujetos mismos no son realidades dadas, objetivas,realizadas de una vez para siempre. No son realidades «en sí», noestán explicadas por ninguna teoría que los abarque totalmente, ni

3. Castoriadis C.: La institución imaginaria de la sociedad. Barcelona. Tusquets. Laclau E.: Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Bs.As. N.Visión.

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en el presente, ni en sus proyecciones temporales, especialmenteen sus posibles futuros.No existen automatismos, ni materiales en general, ni biológicos,ni estructurales. No existen categorías determinadas, nideterministas, que los abarquen4.Esto puede corroborarse de muchas maneras, aún cuando ciertasformas socio-institucionales hayan sido dominantes a través delos tiempos y diversos discursos, surgidos en su mayoría desde lasentrañas de los poderes político-institucionales, hayan «corrobo-rado» una y otra vez que esas «realidades» son «naturales», esdecir, inherentes a la naturaleza social5.Nada es porque necesariamente tuvo que ser así. Y si nos situa-mos en la perspectiva de la confusión de la presente coyunturahistórica, con modelos que caen y otros que dominan mostrandodeficiencias, huecos, indefiniciones y aun contradicciones que noresisten a una reflexión mínimamente razonable, se presenta en-tonces la idea del análisis en todo su sentido.Análisis implica la aceptación de la imposibilidad de pensar lasociedad como «objetiva», en el sentido de que puede ser y mos-trar lo que es en su totalidad, o aun como totalidad. Es decir, nocabe aquí la idea de la relación «parte-todo». No se analizan«partes»para reconstruir, comprender el «todo». El análisis se hacenecesario precisamente porque no existen todos completos o ce-rrados, sino que esos supuestos «todos» siempre están fallados,incompletos, presentan resquicios , intersticios que no respondena su organización dominante.La sociedad es una construcción en acto. Su objetividad está acada momento negada por algo, cuya condición es la multiplici-dad y que al negarla la constituye6.

4. Id. ant.5. Ascolani A.: Poder, mito, teorías sociales, subjetividad. En este volumen.6. Laclau E.: ob.cit.

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Pero no se trata de una realidad que «carece» de algo cuyo sentidoestá dado por un «Otro», o por un orden, sea de la historia, de lacultura, del lenguaje o del cosmos, sino por la multiplicidad deproducciones, de presencias potenciales y virtuales en proceso derealización o a realizarse eventualmente.Por otro lado, el análisis no tiene como efecto producir otras «ob-jetividades», como sería explicar el pasado y el presente, sino queimplica el descubrimiento de acontecimientos, también regulari-dades que por otro lado nunca son absolutamente fijas,reproductivas, y que no niegan el aspecto de construcción que siem-pre se producirá.Tiene que ver con lo «historico», en el sentido que Freud lo diría ,porque la afirmación de un pasado contiene siempre una convic-ción que nunca dará garantía de una correspondencia con aquelloque evoca7.Quizás por ello Lacan dirá luego que «el análisis consiste en lareescritura de la historia»8. Reescritura que no significa el acerca-miento a una verdad que estaba allí, velada, sino que es la produc-ción de lo nuevo que hace presente una verdad otra, producida enese proceso.En fin, la idea del análisis en esta perspectiva, tiene como referen-cia aquella otra del sujeto humano como potencialmente libre, pro-ductor y creador. Dice algo de la aventura de vivir con coraje,sabiendo que no hay seguridades absolutas, ni en el pasado, ni enel presente y mucho menos en el futuro.No tengo dudas que aquí también estoy hablando de mi deseo. Mideseo es que eso sea así porque un mundo de seguridades absolu-tas no podría ser otro que un mundo de alienación, de opresión, deaburrimiento cuando no de sufrimiento y de indigencia cultural.Análisis tiene que ver entonces con aceptar que la realidad es des-

7. Freud S.: Construcciones en el análisis.8. Lacan J.: Seminario I.

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cubrimiento, construcción, nacimientos, crecimientos,decrecimientos, muertes...contingencias inherentes a la sociedad,a las instituciones, a los grupos y a los sujetos en el movimientosiempre difícil, conflictivo, hacia la libertad y la autonomía, en lascuales quiero seguir creyendo como posibilidades futuras de nuestravapuleada especie a la cual en algún momento se pueda decir conpropiedad como «humanidad».

Sobre la idea de «clínica institucional».

Desde hace unos años hemos propuesto el tema de la clínicainstitucional. Lo dicho para el análisis no se diferencia de lo quepodría caracterizar a aquella, salvo por el énfasis que podría con-notar uno y otra.Análisis institucional quizás pueda entenderse como más genéri-co, abarcando desde la «crítica social» en sentido de Lourau, has-ta el análisis como situación de «intervención»9. Es en este últimodonde ha aparecido más la necesidad de resituar las ideas sobre laclínica. Esta escala virtual entre uno y otro polo puede pensarsecomo articulada o como conflictiva. Este último es el caso de laconcepción de la intervención como posición profesionalista,reduccionista, que niega las determinaciones sociales o por lomenos las deja afuera.Si tenemos en cuenta el contexto de su surgimiento en nuestromedio desde mediados de los años sesenta, podremos rescatar doso tres líneas principales que fueron sacudidas por cambios, ruptu-ras, detenimientos y recomienzos no sólo por las contingenciaspropias sino principalmente por los embates de los cambios en laescena política del país.

9. Lourau R.: El análisis institucional y la cuestión política. En: Análisisinstitucional y socioanálisis. México. Nueva Imagen.

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No es sencillo analizar las contingencias que permiten situar mo-mentos y posiciones respecto de lo que va desde lo social en sen-tido amplio, donde las prácticas pueden ser reflexionadas en surelación con lo político, a lo institucional-organizacional comoámbito más o menos cerrado, de acuerdo a cómo se lo haya toma-do.Lo que lleva a las ideas de atravesamiento y transversalidad, es unsinuoso camino. Hubo un primer período que va de los primerosaños de la década del sesenta a sus finales, en el cual los aportesde Fernando Ulloa y José Bleger principalmente, dan forma a loque se denominó «psicología institucional»10.En esos años y en esos autores, aunque no siempre en forma explí-cita, se percibía la presencia de las ideas de Enrique Pichon Rivière.Especialmente en los planteos de Blejer en textos como «Psicolo-gía de la conducta», se advertía el espíritu de lo que a posteriori sedifundió como desarrollos basados en una «epistemología con-vergente». Posición muy denostada hacia finales de esa décadapor los sectores que abrevaron en la epistemología Althusseriana,pero hoy en que el caos social, la teoría del caos en varios campos,las ideas de inter-multi-transdisciplina, las de rizoma, multiplici-dades, convergencia de heterogeneidades aún en planteosinvestigativos, están en el orden del día, esas críticas no son tanfrecuentes ni tan claras.En aquel otro «vale todo», sin embargo, dominaron ciertas ideas:psicoanálisis kleiniano, interaccionismo, estructural funcionalismo,teoría del campo, teoría de la comunicación, como lo más eviden-te. Y otras no tanto, pero de enorme presencia al interior de ciertasnociones, como la fenomenología existencial en la perspectiva deMaurice Merleau Ponty, del cual Enrique Pichon Rivière tomoaspectos fundamentales de sus propuestas11.

10. Ulloa F.: Psicología de las instituciones. Bleger J.: Psicohigiene y psicología institucional. Bs.As. Paidós.11. Merleau Ponty M.: La estructura del comportamiento. Madrid. B.Nueva.

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En ese período va surgiendo una figura cuya estatura intelectualquizás no haya sido justamente valorada hasta el presente, Ricar-do Malfé, quien con un equipo y especialmente con RobertoMazzuca, realizaron análisis institucionales, docencia y transmi-siones escritas que dejaron marcas importantes.Sin pretender un análisis en profundidad, podríamos situar en es-tos últimos autores varios períodos. Uno que coincide con lo quecaracterizamos sobre Ulloa y Bleger12.Otro en el que podría tomarse como analizador el artículo apareci-do en la Revista Argentina de Psicología N° 4: «Consideracionescríticas sobre aspectos ideológicos y técnicos de la prácticapsicoanalítica habitual. Con motivo de «Axiología, neutralidad delanalista y contratransferencia» de León Ostrov, en el cual Malféincorpora nociones de la lingüística y del materialismo histórico.A éste le sigue un período que se va desarrollando en varios añosy en el que se propone ya la denominación de Psicologíainstitucional psicoanalítica en sucesivos artículos de la Revistacitada13.En los últimos años pareciera, que junto con lo anterior, se obser-vara una recuperación y avance en problemáticas socio-históri-cas. Cuestiones que podrían analizarse en la última publicaciónque conocemos: Fantásmata.En los primeros años de la década del setenta y a posteriori, seobservó también la inclusión de aportes de Jacques Lacan, másnotables en el trabajo de Roberto Mazzuca, especialmente en eltrabajo «La posición del analista y el análisis de la institución»14.Es de lamentar que éste, aparentemente abandonara la reflexiónen este campo.

12. Malfe R.y Mazzuca R.:Apuntes de clases en la UBA.13. Malfé R.: Varios artículos en Revista Argentina de Psicología.14. Mazzuca R.: La posición del analista y el análisis de la institución. Rev.Arg. de

Psicología No 30.

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Sobre esos tiempos hice algunas crónicas, de las que puedo seña-lar dos: una de 1972, cuando no se habían cumplido los primerosdiez años de estas experiencias y ya entrando en el corto e intensoperíodo de la crítica teórico-ideológico-epistemológica, en el tra-bajo «Funciones del psicólogo en las instituciones educaciona-les». Otra en los tiempos que llamé de «recomienzo», luego de losaños oscuros, a partir de 1984 principalmente en «Psicologíainstitucional: sus conflictos y sus cambios»y en «Reflexiones so-bre lo institucional»15.Sumidos hoy en tantas complicaciones y confusiones, espero sinembargo aportar otros datos e ideas, aun cuando muchas otras se-guirán ocultas.Si retomamos la otra vertiente que mencionara más atrás respectode las ideas sobre análisis institucional e intervención debo con-signar que en los comienzoas de los años setenta, los autores demayor presencia fueron Georges Lapassade y René Lourau. In-clusión que se produjo principalmente en el tercer año de trabajoen el CEP, área de Epistemología, por parte de Raúl Sciarretta,quien propuso la lectura del texto «Grupos, organizaciones, insti-tuciones», aún en su versión original y artículos de la RevistaConections. También comenzaron a circular por esos años entrepocos de nosotros, los primeros textos de Félix Guattari, como loscompilados en la edición castellana bajo el título de «Psicoanáli-sis y tranversalidad» y la versión, aún en su idioma original, delAntiedipo.Habida cuenta del contexto de su surgimiento a principios de esosaños setenta, el planteo de que lo pólítico es el centro del análisisinstitucional16, aún cuando siempre estuvo clara la diferencia en-

15. Ascolani A.: Derivas...de la psicología al análisis institucional. Rosario. Ed. dela Sexta. 2da.Edición. 1996.16. Ascolani A. y otros: Psicoanálisis en Rosario. Escuela. Hacer Escuela. En:

Psicología en Rosario. Una crónica de recuerdos y olvidos. Rosario.Ed. del Arca. 1999.

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tre análisis institucional como crítica social e intervención, ya en-trando en los años de la represión, en las postrimerías del gobier-no peronista, ello permitió el embate descalificador de otras lí-neas, grupos y parroquias.La profundización de la represión, que se continuó en el «Proce-so», permitió que tomaran alas las posturas más profesionalistas,cerradas a ese nivel de lo político, representadas sobre todo porlos sectores que comenzaron a autocalificarse como«organizacionalistas».Represión, Proceso, desencanto posmoderno, reconversión capi-talista, pragmatismo político-ideológico, precarizaciones, yupismo,entre otros, configuraron este terreno propicio a profesionalismoseficientistas.Quizás algo de esto nos ha tocado en esta propuesta de una «clíni-ca institucional» que, sin dejar de lado las caracterizaciones quehice sobre el análisis, propone un «emblema» que apunta a cons-tituirse, también seguramente con un componente de significa-ción imaginaria, en un lugar que enfoca más el trabajo operativocon algo del orden de lo singular y aún organizacional.Aceptemos que este corrimiento no debe dejar de producir efectosy no es inocente. Creo que implica de alguna manera situarnos enuna posición «mas competitiva» respecto de esos inquisidores-acusadores de que hemos sido (y existe la sospecha de que aúnsomos) «políticos». Para aventar esas sospechas diré que no herenunciado a aquellas ideas y principios.Sin embargo, «la historia no se detiene en ningún lado», comodecía el viejo Profesor Pardo y con respecto de esos corrimientosy exclusiones en lo que va de lo político a la profesionalista-eficientista, otras cosas se están modificando.En los años setenta, lo político-ideológico se articula con otrosniveles en función de la inclusión de las producciones teóricas yconcepciones de la práctica en las estrategias de lucha política.Incluso autores como Lacan, que a posteriori fue emblema de los

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sectores más apartados de la realidad («el psicoanálisis está fuerade la cultura», se decía), en ese tiempo se comenzó a leer desdeotras perspectivas, según puede verse en el artículo «Psicoanálisisen Rosario, Escuela. Hacer Escuela17. Muchos profesionales seacercaron a sectores políticos militantes y se sintieron sujetos quepodían operar en lo específico y en lo político en el marco de esasestrategias en búsqueda de cambios radicales.Cuando estos sectores quedaron fuera de acción por la acción dela represión, abundaron esas acusaciones de que los«institucionalistas» eran políticos (Maccartismos aparte) . Hubotambién admoniciones más originales, como cuando GermánGarcía proclamó en Rosario que «había que denunciar a losexiliados». Entendía él por exiliados precisamente a aquellos quehabían quedado fuera de las fronteras de ciertas instituciones yque en ese momento pretendían reingresar. Fuese consciente o no,creo que no puede dejar de percibirse la connotación represiva dedicha admonición.Pero con el tiempo, hubo otros corrimientos. Los profesionalistasque no aceptaron a sus colegas «políticos», pero sí a políticosbienpensantes y se esmeraban en el aprendizaje de las modernasformas del marketing para ofrecer sus productos en primer lugaral sector empresario, los más lúcidos comenzaron a observar comoen un rápido caleidoscopio las deformaciones, confusiones,conjugaciones, promiscuidades entre esos políticos bienpensantesy esos sectores empresariales. La corrupción comenzó a acercarseal centro de las miradas y entonces esas posiciones ya no pudierondescalificar tan graciosamente a aquellos «políticos». Tuvieronque aceptar que la política, que siempre había atravezado aún lasrelaciones profesionales más acépticas, se mostraba en toda suobsenidad en esta versión vernácula.Pero tampoco podía volverse a aquellas concepciones de integra-

17. Lourau R.: Ob.cit.

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ción entre el nivel de lo político y lo teórico-operativo. He ahí quesurge entonces un fenómeno interesante: los planteos sobre la éti-ca, moral, doble moral de las empresas, que implica un lugar, to-davía ambiguo, en el cual algunos profesionales ya no se siententan políticos pero tampoco tan profesionalistas-pragmáticos, sinoque se ubican en una cierta distancia a partir de esta nueva o reno-vada frontera, ese más allá que significa «la Etica».Pero eso que la funda está por dilucidarse porque no se abrió aúnun debate suficiente sobre sus determinaciones ideológicas, filo-sóficas, científicas, míticas o místicas. Dilucidación nada sencillaen estos momentos en que la diversas facetas de la conmocióncontemporánea produce día a día corrimientos inéditos: psicoana-listas que defendían a capa y espada, o a golpes de significante,falo, Otro, deseo del analista...sus lugares en diversas torres decristal que de pronto las rompen y salen a respirar las impurezasdel exterior; sistémicos muy organizados tocados por la vara má-gica del «caos», repiensan la transferencia y otros planteospsicoanalíticos; materialistas volcados a la psicología transpersonalcon sus transmigraciones de almas y sus vidas anteriores;conductistas tornados holistas; descreídos en carismáticos...y asípodríamos seguir.Quizás haya allí algo de aquello: lo que es delirio para uno, puedeser teoría si lo aceptan varios, aunque puede ser más productivono colocarnos ni en la posición de alienistas: si es cuerdo o esloco, o en la del moralista: si es bueno o malo; o del positivista: sies científico o no (y por lo tanto loco, malo y místico), sino enactitud de analizar estos fenómenos en la forma más abierta y trans-versal posible.Si bien dominan quizás posiciones polares, sean fundamentalismoscientíficos o místico-religiosos, es conveniente no dejar de acep-tar la riqueza de producción-movimiento, la presencia de unamultiplicidad que es propicia para la toma de posición en sentidodel análisis.

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Precisamente, en esa perspectiva no nos queda otra opción quetomarlos como analizadores y en cuanto tales, no pueden dejar dedecir algo de las formas sociales, estructuras y máquinas, que noaparecen fácilmente a la percepción y que no pueden dilucidarseen estos momentos.Lo mismo ocurre con la polémica institucionalismo-organizacionalismo, la cual tiene aspectos que responden a dife-rencias reales y otras que son puramente ficcionales.Quizás no se puede responder en abstracto, sino por su referenciaal lugar que ocupa el análisis en cada práctica. Por ello, un primeracercamiento que puede ser productivo y esclarecedor sería colo-car los términos no en la oposición entre institucionalismo yorganizacionalismo, sino entre análisis o su negación.

Lo institucional

Había planteado que el término «institución» adjetiva al de «aná-lisis» y luego adelanté algunas consideraciones sobre los signifi-cados posibles que pueda asignársele a éste último término. Ahora es necesario tomar el término «institución» para ver quéintroduce en ese proceso de adjetivación.Nos encontramos aquí también con una polisemia que constituyeun obstáculo porque aparece de diferentes formas en el lenguaje,tanto profano como académico y pocas veces se precisa sobre suuso.En las ciencias sociales aparece en diversas disciplinas, algunascon más tiempo que otras. Cuando digo «aparece» en realidad nose trata de una referencia genérica, universalista, sino como hapodido leerse en nuestra propia historia formativa y experiencial.En ese sentido habría que tomar varios sesgos: uno sería el mo-mento en que apareció; otro, en qué discursos disciplinarios y enéstos a su vez que influencias muestran; en tercer lugar, respecto

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de qué objetivos y en qué niveles de generalidad se ubican y porúltimo, qué usos se le fue dando en los ámbitos académico-operacionales. Esta última cuestión trae ambigüedades ya no tan-to debido a cuestiones teóricas, sino a cuestiones de competenciade cara a las demandas sociales y en casos al mercado. Me refierosobre todo a las mencionadas diferencias, que tienen rasgosficcionales debido a estas cuestiones, entre posicionesinstitucionalistas y organizacionalistas.En el ámbito de las Humanidades en Rosario, puede pensarse quelo institucional aparece en dos momentos. Primero, desde fines delos años cincuenta a principios de los años sesenta, como tematratado descriptivamente y en forma bastante genérica en progra-mas de la carrera de Psicología, como fueron los de PsicologíaSocial, Sociología y Antropología. También en materias como laspsicologías evolutivas en el período en que estuvieron a cargo delprofesor León Perez, quien tomaba aportes del neo-psicoanálisiscon sus cruces con la antropología americana (Sullivan, Horney,Kardiner, Linton y especiamente E.Erikson) 18.Por otro lado, como horizonte, a veces incorporado parcialmentey también criticado desde las perspectivas teórico-epistemológicasque irían tomando forma hacia fines de esa década, se fueron in-cluyendo los aportes del interaccionismo respecto de las investi-gaciones con grupos y también los de la Teoría del campo. Estoúltimo tuvo un lugar significativo en la materia Escuelas Contem-poráneas en Psicología, a la sazón a cargo del profesor EnriqueButelman.A principios de los sesenta, con un cambio de docentes en Psico-logía Social, la cual queda a cargo del profesor Eliseo Verón, co-mienzan a tomarse aspectos históricos que configuran una prehis-toria del análisis institucional: Los trabajos e investigaciones deElton Mayo en la versión del autor y en el análisis de J.A.C.Brown,

18. Perez Leon: Programas de Psicología Evolutiva. Carrera de Psicología. UNL.

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Psicología social en la Industria.Poco después Eliseo Verón desarrolla un seminario que denomina«Psicologías sociales y sociologías especiales», donde toma la teo-ría del lenguaje en aspectos filosóficos (versión Cassirer), las teo-ría sobre la relatividad lingüística de Sapir-Worff y propuestas yaplicaciones de la teoría de la comunicación tomando especial-mente Ruesch, Bateson y Watzlawicz. Materiales que serían úti-les para una lectura con mejores bases de planteos que comenza-ron a aparecer casi simulténeamente, como los de Blejer y Ulloa.A partir de la denominada «Experiencia Rosario», uno de los pri-meros trabajos de Enrique Pichón Rivière sobre los gruposoperativos, realizada en 1958 y luego con la experiencia realiza-da por el mismo en el Hospital Español, va desarrollándose estalínea en dos sectores, quienes estaban en la Carrera de Psicologíay quienes se integraron a la organización y luego al desarrollo dela Escuela de Psicología Social.Esta división en dos grupos en parte tuvo que ver con las insercionesprevias pero también, y quizás principalmente por conflictos in-ternos derivados de la lucha por el poder. Lamentablemente estosepisodios dieron lugar a que quienes mayor formación y experien-cia tenían en esos momentos, quedaran fuera de esa escuela, loque contribuyó a que sus comienzos, aún con el aporte de PichónRivière y otros de su equipo, no pudiera superar totalmente unacierta imagen de desprestigio inicial, marcada por esos manejosque mucha gente vivió como reprobables.En esta perspectiva, lo institucional no aparecía, salvo como fon-do ambiguo de algunas experiencias. Característica que continuóa posteriori por muchos años en Pichón Rivière mismo y luego enlos pichonianos: preocupación por lo social, operacionalizada enel trabajo grupal o en la militancia política, pero sin la inclusiónarticuladora de lo institucional.El hecho de que mi propuesta de inclusión de un nuevo enfoqueen cuanto al ingreso a las instituciones y a la posibilidad del aná-

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lisis institucional despertara interés y curiosidad en dos docentesde la mesa examinadora de Psicología Aplicada, donde hice porprimera vez ese planteo, cuando corría el año 1964, es un analiza-dor interesante para pensar en que esta nueva problemática no habíaentrado en el sector docente de Psicología.Esta ruptura, como lo consigné en otros trabajos19, provino de losobstáculos en mi experiencia en el ámbito educativo y a partir deellos por el contacto con las primeras reflexiones de Fernando Ulloaen Buenos Aires20.Un segundo momento puede situarse en la inclusión de la temáti-ca en una parte de la materia Psicología Aplicada en 1972.En 1973 se incluyó en el plan de estudios de psicología una mate-ria denominada «Formaciones sociales y estructuras psíquicas»,la que estuvo a cargo de Jorge Belinsky y que se dividió, para sudesarrollo, en tres partes. Una que trataba sobre las formacionessociales que estuvo a cargo de Gustavo De Marchi, otra que toma-ba la problemática de lo institucional a mi cargo, y la otra quetrataba sobre la problemática del sujeto a cargo de Belinsky.De mi parte sólo pude desarrollar dos clases, interrumpidas tam-bién por mi alejamiento de la Universidad en octubre de 197421.En 1973 se llamó a un concurso provisorio para la presentación deun programa de Psicología Institucional que se desarrollaría adhoc al de Psicología Social. Fui designado para el desarrollo delque había presentado, pero los acontecimientos represivos que co-menzaron ya en 1974, impidieron que se implementara. A modode recuperación simbólica incluí en el libro «Psicología e institu-ción de la Formación» (Rosario. Ed.de la Sexta. 1996), la síntesis

19. Ascolani A.: Funciones del psicólogo en instituciones educacionales. Reflexiones sobre lo institucional. En Derivas...cit.20. Ascolani A.: Derivas...cit.21. Ascolani A.:Fragmentos de una tarea incumplida. En: Psicología e instituciónde la formación. Rosario. Ediciones de la Sexta.

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de las dos únicas clases que pude dictar, reconstruída a partir deapuntes de una alumna.Paralelamente a esas inclusiones en la carrera de psicología de laUniversidad, alrededor de los años 69 y 70, introduje algunos ele-mentos de la problemática de lo institucional y del análisis en elprograma de Teoría de la Comunicación de la Carrera de Periodis-mo de la Facultad de Humanidades (UCA) y en Psicología Socialdel Profesorado de Psicología del Huerto.Ambas carreras serían cerradas hacia 1973, debido a que el Arzo-bispo Bollatti en el primer caso y sectores de la Congregación enel segundo no pudieron controlar el proceso de críticas y de pro-puestas de reformas llevadas a cabo por docentes y estudiantes deambas instituciones. Como ya lo he planteado mas de una vez, sonepisodios interesantes de nuestra historia, en tanto implican el es-tallido de instituciones, que aún queda por historiar.En el período de la dictadura militar, queda nominalmente comoPsicología Institucional y dinámcia de grupos, pero la primera parteno se trabajaba. Este vacío implicaba un no a lo institucional. Hoyconstituye también un vacío en nuestra novela porque muchos denosotros estábamos exiliados de la Universidad, aunque«insiliados» en otros aspectos.En fin, el «recomienzo», trabajoso, lento y sufrido, fue motivo demi reflexión en algunos trabajos a los que me remito22.Sin embargo, brevemente, debo hacer referencia a algunosarticuladores que se fueron conformando en estas derivas que cul-minan en la interrogación sobre el tema de la novela en sus dife-rentes niveles de expresión.En este sentido es interesante observar la colisión entre algunasideas razonables que intenté llevar a la práctica en aquel recomienzoy la dinámica histórico-social que me fue marcando sus tiempos.

22. Ascolani A.: Derivas... y Psicología e institución de la formación...cit.

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Al retomar el trabajo con la temática de lo institucional en la Es-cuela de Psicología de la Universidad, intenté articular un trabajoteórico en dos niveles: por un lado con las nociones y conceptosfundamentales que permitieran la delimitación de un campo y porotro algunos planteos de autores que proveían reflexiones que sepodían analizar transversalmente.Además de retomar elementos de los textos fundadores como Psi-cología de las masas y análisis del yo, de la psicología institucionalargentina en sus varias etapas, introduje la reflexión de textos deDeleuze y Guattari y de Castoriadis.Por otro lado intenté realizar una reflexión sobre los acontecimien-tos que habían llevado a la situación de ese entonces a partir de lostiempos de la fundación de la carrera.Los textos de los autores mencionados en último término presen-taron grandes dificultades para su lectura y la reflexión sobre nues-tro pasado originó una fuerte resistencia.Estos hechos incidieron para que siguiera mi investigación sobreese pasado y me encontrara con una confusa conglomeración dehechos rescatados como así también de claras ficciones que fue-ron conformando una verdadera «novela», algunas de cuyas aris-tas obedecieron claramente a las necesidades de los grupos de poderpolítico cambiantes a partir de los años de las sucesivas fundacio-nes de instituciones académicas de la psicología.En el decurso de esos avatares fui pasando de la reflexión acotadasobre elementos de esas novelas institucionales a la investigaciónde la producción de mitos a través de la historia a los que denomi-né «fundantes».Mitos milenarios que fueron pasando de la mitología a secas y dela mitología religiosa y mitos de la filosofía, que se fueron intro-duciendo en diferentes campos de reflexión que culminarían enlos últimos siglos en la conformación de las ciencias sociales yhumanas.Algunos de los trabajos que se compilan son variaciones sobre el

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mismo tema y otros son reflexiones más libres y que sin embargolos tocan desde diversas perspectivas.

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Poder, mitos, teorías sociales, subjetividades

I. IntroducciónEl objetivo de este trabajo es analizar las relaciones que pue-

den establecerse entre las nociones y conceptos cuyas referenciasson los términos del título. En relación con esa trama, trataré dereflexionar sobre una preocupación y una pregunta sobre la signi-ficación que tiene el lugar de los teóricos en la construcción deideas sobre la realidad actual y si ellas se siguen volcando del ladode su ubicación predominante en el campo de los que Gramscicaracterizaba como intelectuales “tradicionales”1.

Aun así, creo que debe incluirse aquí el caso de aquellosque pueden ubicarse en un campo “progresista” y sin embargosostienen, inadvertidamente o no, ideas infisionadas por otras queniegan o relativizan sus posiciones. En los autores tomados eneste trabajo se observará entonces esta contradicción, que no debeaparecer como una caracterización negativa en sí misma, dadoque la misma quizás sea inherente a todo sujeto, porque en tantotales, no pueden considerarse esencialmente diferentes de las ins-tancias socio-institucionales en las que se constituyen y se desa-rrollan, las que incluyen la contradicción permanente entre loinstituído y los procesos instituyentes. Entre el individuo fabrica-do socialmente y el sujeto, que puede asumir un pensamientoreflexivo, con autonomía y tomar posición, siempre existe un con-flicto no saldable. La cuestión en cada caso es el polo hacia el cualcada uno se vuelca.

1. Gramsci A.: Cuadernos de la Cárcel.

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Estas consideraciones a su vez, no se refieren exclusivamente a“otros”, sino también a mí mismo dado que, aun cuando no me entu-siasme, he sido ubicado una y otra vez en el lugar de ese sujeto, el“intelectual”, por lo que necesito poner mi propio lugar en cuestión.

Son preocupaciones y dudas que me llevan a formular algunaspreguntas respecto de ciertas cuestiones sociales como lo relativo alpoder, a la historia, a los mitos y las subjetividades, teniendo concien-cia que con un cometido así, no sé hasta donde podré llegar, porqueasí como siempre tiene u límite el análisis de las propias determina-ciones inconscientes que operan de alguna manera en la reflexión,seguramente tendrá límites la posibilidad de análisis de las cuestionesimaginarias e ideológicas que en esta coyuntura en la que nos encon-tramos, inciden en la manera en que percibimos la realidad y lo que laconstituye.

En una línea de mi reflexión tomaré entonces la relación entreestructuras institucionales, relaciones de poder y el sujeto, situándoloen su emergencia a partir de la relación entre autonomía y alienación.La idea es que cuanto mayor es el deseo de poder y el poder efectivoal que se accede, la “institucionalización”, en sentido de las atadurasa determinaciones alienantes y aún destructivas, son más fuertes. Porotro lado, cuanto menos atado se encuentre a ello, cuanto más puedaaccionar en los márgenes de esas estructuras, mayor serán sus posibi-lidades de autonomía.

Esto toca el interrogante sobre el ser del sujeto. En el primercaso asistimos a lo que se aproximaría a un polo virtual del vacío depoder, mientras que en el otro caso, el sujeto que accede a ser a travésde decisiones, de su lucha activa, de su producción desde el llano, seacercaría a la idea de un ser propio y no vicario, porque eso que elaccede a ser no estaría dado desde una estructura burocrática u otraque se lo otorga vicariamente, sino que él es desde la construcción desu pripia identidad en su acción social, que adquiere el significado de“enunciación”, de producción de lo nuevo2.

2. Ascolani A.: Los terrores del déspota. En este volumen.

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II.Los intelectuales y el mecenazgo

La aparente dominancia de discursos “tradicionales”, del“pensamiento heredado”, como diría Castoriadis, en mitos y teo-rías sociales quizás provenga de que los productores de esos dis-cursos han sido casi siempre dependientes de los dineros, de laprotección de algún mecenas, fuese éste rey, noble, papa, obispo oen estos días una empresa, un partido o una de las tantas fundacio-nes subsidiantes3.

En esa perspectiva, se hace difícil concebir que las teoríasque surgieran de esas plumas pudieran cuestionar profundamenteel tipo de sociedad en la que se hallaban o se hallan incertos. Esasí que a través de los tiempos, la mayoría de esas ideologías oideologías teóricas han planteado que una sociedad estratificada,con instituciones piramidales, verticalistas, con un ejercicio de laviolencia “reguladora”, constituyen “lo natural”. Es en esa líneade reflexión que examinaré muy suscintamente, luego del análisisde elementos de discursos mítico-religiosos, planteos de Hobbes,Le Bon, Levi Brühl y Freud. Secuencia por otro lado nada exhaus-tiva, sino propuesta a efectos de una lectural sintomal.

Como se verá, me ciño especialmente al examen de ideas deautores que se ubicarían en líneas más o menos aristocratizantes oliberales burguesas. Sin embargo, las críticas que haré respecto deciertas ideas ligadas al pensamiento de las formaciones sociales,sus estratificaciones, y en fin, el despotismo que se halla a la basede todas ellas, también podrían señalarse respecto del pensamien-to marxista, por ejemplo.

Por otro lado, en algunos de ellos podremos observar comosus planteos constituyen una continuidad respecto de concepcio-nes teológicas inherentes a textos religiosos como la biblia y demitos, algunos de ellos recreados por estos autores y que fueron a

3. Castoriadis C.: La institución imaginaria de la sociedad. Barcelona. Tusquets.

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veces, sin mucho fundamento, categorizados de “mitos científi-cos”. Con respecto a esta última expresión, si bien la creacióncientífica y sus teorías se componen de elementos ficcionales, acertos mitos, asignarles la categoría de “científicos”, aparece máscomo un abuso de lenguaje que otra cosa.

III. Las producciones malditas

Así como escribas, sacerdotes, filósofos, científicos o ensa-yistas sociales ubicados en esas posiciones de intelectuales tradi-cionales han dominado el pensamiento a través de la historia yhaciendo de la historia misma una serie de hechos protagonizadospor héroes autoproclamados como tales o ensalsados por sus es-cribas, en una posición diferente, contratictoria, se encuentran otros.

Estos autores, generalmente ignorados o de menor presen-cia son aquellos, con nombre o anónimos, que plantearon a travésdel tiempo, la posibilidad de pensar, y en casos ayudaron a contruirsociedades con estructuras con mayor horizontalidad y con diná-micas diferentes. Fueron autores orgánicos o autónomos,autoposicionados del lado de sectores sociales normalmente des-calificados por las teorías dominantes. Encontraremos allí, desdelos primeros profetas, pasando por diversos escritores y luchado-res utópicos, por filósofos hasta teóricos y luchadores actuales.

IV. Los niveles de generalidad de las teorías

Las consideraciones anteriores y los autores mencionados,refieren sus ideas fundamentalmente a principios generales y es-tructuras que fundarían la vida social y a ellas me remitiré princi-palmente porque deseo tomar el nivel de principios, fundamentos,ideologías, significaciones sociales imaginarias, etc. que las com-

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ponen, aunque esto no significa desconocer que a su vez son refe-rencia para las construcciones de los sistemas institucionales ysus formas, como así también los roles de los sujetos, incluídoslos de operadores profesionales.

En ese sentido es interesante mencionar por lo menos algu-nas teorías sobre las formas institucionales de la sociedad y espe-cialmente la manera que en ellas entra la idea de democracia, consus diferenciaciones, desde aquellas que no se desprenden de losfundamentos y formas de los sistemas aristocráticos, democraciasrestrictivas con voto y representaciones calificadas, hasta aque-llos que promueven una universalización de los derechos ciuda-danos, tanto en el sentido de lo institucional político como en loeconómico.

En el medio y mayoritarias están las democracias signadaspor estructuras y discursos de la ambigüedad4. Son aquellas, en sumayoría del occidente cristiano y algunas otras, que integran ins-tituciones democráticas en lo político, pero no cuestionan el ca-rácter esencialmente despótico de las instituciones del poder eco-nómico y otras5.

V. La doble escritura y lectura de textos religiosos. Lo mítico ylo histórico.

En esta parte tomaré fragmentos significativos de textos dela Biblia que considero significativos a los efectos de este análi-sis. En algunos de ellos podrán encontrarse a su vez relatos y per-sonajes semejantes a otros mitos tanto del Medio Oriente como deGrecia. En este caso podremos observar también continuidadesde dichos mitos en reelaboraciones de la Filosofía griega, la quepor otro lado, tiene un lugar importante entre las bases de teorías

4. Ascolani A.: Derivas...de la psicología al análisis institucional. Rosario. Ed. de la Sexta. Segunda Edición. 1996. 5. Castoriadis C.: El hombre fragmentado. Bs.As. Caronte. L994.

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sociales posteriores6.En cuanto a los textos religiosos, tomo la Biblia por tratarse

del más importante en el contexto de nuestra cultura, dado queinterviene activamente en el sostenimiento de significaciones ima-ginarias sociales básicas, como así también en ideologías y dis-cursos políticos7.

Es un texto que presenta enormes dificultades para su análi-sis debido a cuestiones bastante conocidad: los grandes lapsos detiempo que abarca, situaciones socio-históricas y culturales cam-biantes y complejas, escritura en distintos momentos y en contex-tos diferentes, versiones y agrupamientos variados e intenciona-dos y traducciones cuestionables, entre otros.

Por lo tanto, trataré de tomar unos pocos ejes para el análisisen función de su calidad de “analizadores” respecto de cuestionespertinentes a mi interés. Tomo ese término en tanto aquello quehace surgir algode la estructura al orden de la visibilidad, de unaverdad oculta que puede hacerse presente en ellos8.

Tomaré entonces referencias sobre concepciones acerca delas formas de la sociedad que se promueven, haciendo incapié enlas ideas de Derecho y Justicia; referencias sobre pobreza-riquezay por último sobre los mitos del padre. Tendré en cuenta para losdos primeros temas materiales y textos de Sandro Galassi9 y deFlorencio Mezzacasa10 y para el último materiales y textos de FranzHinkelammert11 y de Franz Mayr12.

8. Lapassade G.: El analista y el analizador. Barcelona. Gedisa. 9. Galassi S.: ¿Quién es nuestro Dios? Córdoba. Centro Tiempo Latinoamericano. 1995.10. Mezzacasa F.: Historia de Dios y de su pueblo. Bs.As. Centro Nueva Tierra.11. Hinkelammert F.: La fe de Abraham y el Edipo occidental. San José de Costa Rica. 1991.12. Mayr F.: ob.cit.

6. Mayr F.: La mitología occidental. Barcelona. Antropos. 1989. 7. Ascolani A.: Derivas...cit.

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VI. Ideas sobre la sociedad

Este tema es quizás el menos presente, tanto en la transmi-sión de las iglesias en cuanto a fines teológicos y pastorales, comoen los analistas de otras vertientes institucionales o de pensamien-to. Sin embargo, se encuentran elementos significativos que vandel Génesis13 a los libros de los Reyes14, textos referidos a unaconcepción y en otros como Nehemías15 referidos a una concep-ción diferente.

Suscintamente podría decir que en los textos proféticos, aque-llos surgidos al calor de los primeros conflictos de clanes y tribushasta lo que se va constituyendo como “pueblo hebreo”, apareceuna interesante concepción que podríamos calificar de “moderna”para el día de hoy, en las que se plantea que el pueblo debe hacerel derecho y la justicia.

No se nos escapa la importancia de esto porque se refiere al“qué” y al “como” esenciales a resolver para la constitución deuna sociedad. La justicia se refiere a los objetivos últimos de lasociedad respecto de sus ciudadanos que, en el contexto históricode estos libros, tiene que ver con el tema de la distribución de losbienes o de la dupla riqueza-pobreza que trataré aparte. Es decir,tiene que ver con el derecho de todo miembro de la comunidad devivir con dignidad, aún los pobres (pobres en el sentido de necesi-tados -Ebion- según veremos luego).

El como, el derecho, se planteaba en ese tiempo, en tantotarea común, en la cual tenía un papel esencial la idea del “conse-jo” y otras formas participativas. Dicha concepción, tuvo su re-fracción en lo concreto en el período posterior a Egipto y creo queello fue un efecto de lo vivido por ese pueblo, una secuencia que

13. Génesis 26; 47 (13-26). Ex. 3 (1-12). Jueces 8 (22-35).Samuel 2 (12-36).14. Reyes 10 (14); 16, 17, 18, 19, 21 (1-26). Samuel 7 (12-36).15. Nehemías 10 (29-40). Lev. 1-27. Núm. 1-10. Sac. 13 (2).

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los llevó al exilio, al empobrecimiento y por último a la esclavi-tud. Ciclo digno de analizar apuntando a los efectos posibles deun período bajo la égida de una sociedad despótica al que sigueotro que en la memoria de este pueblo aparece como de liberacióny construcción de una nueva sociedad con estructura diferente.

Efectivamente, el regreso a la “tierra prometida” implicó,luego de esa “larga marcha”, la muerte de todos los mayores salvodos, la construcción por parte de sus hijos de una sociedadigualitaria que duró cerca de 200 años (!). Tiempo en que esepueblo llevó a cabo esas ideas sobre su hacer el derecho y la justi-cia y cuyas contingencias y características serían largas de con-signar y excederían los límites de este trabajo. Sin embargo, po-dría mencionarse solo como dato, que dicha sociedad suprimió lascuatro principales instituciones de las sociedades antiguas y queimprimieron esos caracteres comunes de ser estratificadas,verticalistas y despóticas. Eran dichas instituciones el almacén, elcuartel, el templo y el palacio del administrador. Consecuente-mente se modificaron los roles sociales que de alguna manera co-rrespondieron a las funciones cumplidas por ellas.

De todos modos, luego, lentamente, la situación va cam-biando y va constituyéndose una sociedad estratificada, piramidal,con un rey. Ese proceso, complejo, difícil, daría lugar a la reflexiónsobre la dificultad de la sociedad y fundamentalmente del sujetoen sostenerse en esa posición autónoma, participativa, activa, através del tiempo, con el consecuente peso que conlleva su impli-cación en la vida social, en su sentido más lato. Efectivamente, enun caso así no existen instancias burocráticas y de poder que loalienen, dándole a su vez seguridad, porque ellas toman a su cargoel sostén de formas y lugares sociales y de las significaciones ima-ginarias sociales16.

16. Ascolani A.: Los terrores...cit.

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En el proceso de construcción de la monarquía, con su culmi-nación en el período salomónmico y la consecuente constitución deuna casta sacerdotal, culmina la escritura del ligro sabrado y su cierre.A partir de ahí, quedará solamente la palabra del sacerdote comointerpretador-traductor, corroborándose aquello de: “traduttore-tradittore”.

La justicia pasa a ser potestad de Dios. El hace la justicia y alhombre le queda sólo la posibilidad de ser justo según los designiosdivinos que figuran en el libro. Como consecuencia de ello, el Dere-cho surge de los cánones escritos en el templo y que se van constitu-yendo en paralelo con la aparición de la noción de pecado-impurezaarticulados con un sistema de tributación expoliatorio. Son 613 cáno-nes que abarcan todos los rincones y detalles de la vida social, indivi-dual e íntima.

Con estos hechos se va afirmando entonces el poder del Tem-plo y la dominancia del discurso que sostenía esa concepciónestratificada, de monopolio del disciplinamiento social y del control.Dominancia que traspasaría los límites temporales y espaciales pararecalar luego en la civilización cristina hasta nuestros días y en lasideas y teorías sociales y políticas, con ese hito notable que constitu-ye el Leviatán de Hobbes, el cual, en las abundantes 300 páginas desus análisis bíblicos no hace más que girar obsesivamente en la ideacentral de defensa del lugar del soberano (rey) de derecho divino.Esto es así aún cuando al término “soberano” en otras páginas puedaasignársele un sentido genérico17.

En ese sentido, el autor citado como otros que se ubicanenelterreno de la teoría social-política, constituirían esa continuidad dediscursos que validan de una u otra forma y aún «naturalizan» la ideade que toda sociedad debe estructurarse en formas estratificadas, coninstituciones piramidales y fatalmente despóticas, y por lo tanto conla presencia de la violencia, que también aparece como naturaliza-da.

17. Hobbes Th.: Leviatán. México. F.C.E. 1992.

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VII. Riqueza-pobreza.

Articulado con lo anterior, respecto de los textos bíblicos,aparece una lectura dominante, tanto en teólogos y filósofos comoen los profanos, que toma como base la creencia de que en la Bi-blia aparece la afirmación del destino inexorable (muy convenientepara quienes promovieron y siguen promoviendo esa lectura) deciertos sujetos, a ser pobres. «Siempre habrá pobres entre uste-des». Así es, si la Biblia lo dice, es que Dios dice que eso es así deuna vez y para siempre.

Esto también es un analizador de singular importancia parapercibir la presencia, la actualidad y el poder de convicción quetiene esa lectura, dado que aparece una y otra vez en el lenguajereligioso, como en el lenguaje político y en la cotidianidad. Quie-ro ejemplificar con el análisis de los dichos del Presidente Menemal respecto, tomando algunos aspectos de un artículo reciente18.

Cuando hace poco tiempo el citado personaje intentó defen-derse diciendo que en la Biblia aparece aquello de «siempre habrápobres entre ustedes», decía que esa era la palabra de Dios. Esdecir, lo tomaba, creyéndolo o no (cuestión que no importa por-que de lo que se trata es de su discurso y su efecto), como undestino trazado por Dios para muchos hombres. Y quiero insistiren la importancia que esto tiene. El poder de estas palabras querecogen toda una línea de interpretaciones y admoniciones traza-da por sacerdotes, teóricos y políticos y sostenidas hoy apuntandoa seguir legitimando relaciones de dominación y sus consecuentesdesigualdades sociales.

Lo interesante de la cuestión y que deja al descubierto me-canismos de forzamiento de ciertas realidades (que también apa-recen en los otros ejes de análisis), es que en realidad el textooriginal no dice tal cosa. Este aparece en el Deuteronomio (15,7)

18. Ascolani A.: Siempre habrá pobres entre ustedes. En: Derivas...cit.

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y en los Evangelios, en boca de Cristo, quien lo retoma aparente-mente del texto citado.

El texto se refiere a que siempre habrá disminuídos. Utilizael término «ebion» que significa eso, disminuído, necesitado deayuda para sobrevivir. Es el niño, la viuda, el ciego, el paralítico,etc. Es decir, el texto dice que siempre habrá disminuídos entreustedes, porque aún en la sociedad más perfecta no podrá evitarseque existan. Pero en ese caso, la comunidad debe darles lo necesa-rio para que vivan dignamente.

Pero el mismo texto dice que «no debe haber A’ni sobre latierra» porque en ese caso no se cumplirá el plan de Dios. A’niquiere decir pobre, sólo que lo es porque otro le quita el dere-cho. Dicho término viene de una raíz que quiere decir aplastado,pisoteado. Por ello, ese «pobre» tiene fuerza, salud, pero no logralo necesario para vivir dignamente porque se le quita lo que tiene:es el empobrecido, humillado, obligado a ser pobre porque existeun orden estructural que lo coloca en ese lugar. Empobrecido enlo material, humillado en lo espiritual. Si existe el A’ni, es que elproyecto de Dios ha sido olvidado, es porque «no se ha realizadola justicia y el derecho entre nosotros».

En realidad, el Profeta ve al A’ni, por eso clama contra losresponsables de la presencia del oprimido. Y va más allá. Da losnombres (nombres no demasiado diferentes de la Argentinamenemista neoconservadora): jueces corrompidos que se dejancomprar con dinero para juzgar en falso, sacerdotes que alaban aDios y no se preocupan por la desgracia del pueblo, falsos profe-tas, comerciantes que falsifican las pesas, reyes (hoy también pre-sidentes) que no aplican el derecho...

Esto sigue ocurriendo y no tiene que ver solamente con in-dividuos o grupos corruptos, sino con una concepción del mundoque ha producido y sostenido una situación estructural que hacede la corrupción algo esencial, íntimo, propio del sistema en quevivimos y que, por lo visto, no tiene que ver con lo que en aque-

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llos textos aparece como “palabra de Dios”.Por otro lado, es interesante complementar lo anterior con

la famosa admonición de Cristo en aquel sermón, que hemos leídoasí: “Felices los pobres de espíritu, porque de ellos será el reino delos cielos”. También en él pareciera que existe un “error” de tra-ducción por la supresión de un artículo. El texto diría entonces:“Felices los pobres por el espíritu” o “por causa del espíritu” yque podría entenderse mejor si se lee junto a la otra admoniciónque dice: “Felices los que son perseguidos por causa de la justi-cia”.

Es decir, los pobres por causa del Espíritu, son perseguidosigualmente por causa de la justicia. También podría decirse quepor ser quienes obedecen al Espíritu y luchan por causa de la jus-ticia, son perseguidos por quienes quieren mantener sus privile-gios a sangre y fuego si es necesario.

Digo acá también que no soy creyente en sentido de lo reli-gioso, pero como perceptor de esos discursos, no importa esa con-dición, sino la impregnación imaginaria de algo del orden de laverdad que introduce cuando se acude a esos textos «sagrados».El que tiene el poder, al utilizarlos, se remite a lo sagrado y elalcance de sus dichos potencian el sostenimiento de esos mitosfundantes de los cuales trato acá.

Como podrá observarse entonces, estos análisis no tienensolamente valor hermenéutico, exegético, histórico (lo cual paramuchos equivale a pasado y pisado), porque en realidad se refie-ren a cuestiones presentes en las concepciones ideológicas y“científicas”(dado que se habla de mitos científicos entre otrascosas), como así también en los discursos que tienen directo obje-tivo de manipulación política y que intervienen en el seno mismode la cotidianidad.

Hasta ahora podemos colegir que la primera tesis era que losupuestamente natural es la existencia de sociedades estratificadascon instituciones despóticas, aún cuando contemplen sectores en

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los que puede haber juego democrático. De estas ideas se derivaentonces que es lógico que no haya porqué preocuparse por laexistencia de pobres en la sociedad, hoy como ayer, desocupados,marginados, excluídos.

VIII. Mitos del padre.

Quizás sea la cuestión más compleja para analizar y la me-nos evidente si se la toma en sí misma pero si se la articula con lasanteriores, surgen elementos interesantes para pensar. Su reflexiónnos lleva a recorrer en primer lugar algunos períodos en la memo-ria de los pueblos hebreo y cristiano.

En cuanto a los primeros se podría partir del análisis desituacions que dieron lugar a la producción de imágenes e ideassobre la presencia y relaciones de Dios con los hombres y al des-plazamiento de las escenas de ciertos lugares a otros al calor delos cambios al calor de cambios socials, civilizatorios y a las lu-chas que conllevaron.

Según lo plantea Galassi, en esa larga historia de siglos, enlos grupos nómades, el Dios aparecía en elementos que tenían re-levancia para la vida del grupo. Podía ser el lugar de un árbolgrande, dado que allí seguramente había agua, pasto y por lo tantoalimentospara los animales, lo que permitía la supervivencia delgrupo19.

En los grupos agricultores, Dios aparecía frecuentementeen el pozo, que tenía que ver también con el agua, ya controladaen su flujo y en donde la vida también quedaba significada.

Luego, en sucesivas fases históricas, con a aparición de lasciudades, constituídas por algún conjunto rodeado por un muro,cambios derivados principalmente de la existencia del excedente

19. Galassi S.: ob.cit.

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de la producción agrícola y que dio lugar a su vez al surgimientode las primeras construcciones que se constituirían en todos lostiempos en elementos paradigmáticos: almacén - cuartel - templo- casa del administrador.

Es importante consignar que en ese punto, el templo tuvocomo función legitimar la acumulación. Por ser recto, agradable aDios, éste le permitió consechar el “ciento por uno”20.

Así, poco a poco, el Dios es expropiado de su lugar en elseno del pueblo, en el campo, lugar de la producción principal, alas ciudades, lugar de acumulación y luego de expropiación. Di-cha reubicación del lugar de Dios tuvo su culminación en el tiem-po en que los excedentes y tributos se dividieron entre los reyes-administradores y el templo. Este, fundamentalmente como re-ceptor de tributos debidos al “lavado” de impurezas, convirtién-dose así en una importante potencia económica. Tendencia querecorrería toda la historia hasta el presente, en que las iglesias, apartir de tributos voluntarios y sistemáticos o aquellos aportes delos que al momento de la muerte se despojan de toda o parte de susriquezas para donarlos a dichas instituciones, quizás otra forma delavado de impurezas para acceder al reino de los cielos. Recorde-mos al respecto aquello: “Es más fácil que un camello pase por elojo de la aguja a que un rico entre en el reino de los cielos”. Preci-samente, ello se refería al “ojo de la aguja”, una abertura triangu-lar que había en los muros que se utilizaban cuando las puertas delas ciudades estaban cerradas. En ese caso, los camellos que ve-nían cargados, debían ser despojados de toda su carga para poderpasar, medio arrodillados, por dichas aberturas. A esto se podríaagregar la inclusión de las iglesias en el proceso económico y fi-nanciero, en los que entran a jugar cuando su acumulación previase lo permite.

20. Génesis 26.

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IX. Los mitos fundantes.

Este contexto es importante para pensar y eventualmenteentender las implicancias de los mitos fundantes, presentes en to-das las culturas y en los cuales aparece siempre la escena de unasesinato entre padre e hijo. Una pregunta a formular sería la ra-zón de esta presencia y otra, quizás más importante, se refiere a laforma singular que adquieren, es decir, quien mata a quien, si seconsuma o no, actores que intervienen, sentimientos, afectos, etc.

Desde ya aclaro que no me adhiero a las ideas más comunesde “naturalización” de ciertas formas de violencia social que po-drían referirse a la “universalidad” de estas escenas míticas. Enprimer lugar porque éstas surgen en contextos socio-históricos yculturales primitivos en los que dominan formas de pensamientomágico y que constituyen formas elementales de elaborar situa-ciones humanas, ellas sí universales y de las que aún no hemossalido del todo. Por lo tanto está claro que esto no significa unadesvalorización, dado que si seguimos creyendo en las mismascosas, construyendo situaciones sociales aberrantes en un mundoque podría significarse como eso que alguien dijo: Una paradojade progresismo tecnológico y de primitivismo social.

Dichos mitos podrían pensarse como refracciones de situa-ciones universales de imaginarización del nacimiento y en espe-cial del crecimiento de los hijos respecto a la posición comple-mentaria de los padres en sentido de su decrecimiento correlativo.Proceso en el que la muerte se presentifica como final inevitabledel proceso. Es decir, si los hijos crecen, los padres, en ese creci-miento tienen el espejo del tiempo, de su envejecimiento, de sumuerte.

Por el contrario, la muerte del hijo puede ser significada comopreservación de la potencia productiva del padre y la permanenciade su lugar. Caso en el que esa significación sería tributaria de un

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narcisismo signado por una pasión mortífera.Por ello, dichas producciones podrían pensarse también como

imaginarizaciones, fantasmatizaciones que pueden encontrarsetambién en los «mitos individuales». Al respecto es interesante elplanteo de Sigmund Freud en uno de sus textos liminares, «Carác-ter y erotismo anal» (1908), en el cual muestra como se puedenobservar correlaciones (lo que no significa causalidad en algúnsentido) entre mitos culturales como es el caso que toma, el del«cagaducados» en las leyendas babilónicas y los mitos individua-les de neuróticos obsesivos. Correlaciones que pueden pensarsedesde el punto de vista estructural y de las figuras que aparecen enunos y otros.

Quiero decir con esto que si bien esos mitos pueden apare-cer con un cáracter de «universalidad», ello no significa que sean«naturales», consubstanciales a la naturaleza humana y tengan quedarse de aquí en más en todo tiempo y lugar.

De hecho, sería interesante analizar ciertos hechos socialesy su relación con esta cuestión de la «universalidad» de estos ase-sinatos entre padres e hijos. Si tomamos el nazifascismo en estaperspectiva (ideología en la cual esta cuestión del asesinato tieneuna presencia central en cuanto a los «hijos réprobos»), debería-mos decir entonces que son fenómenos inherentes a la condiciónmisma de nuestra propia vida social. No sería un «cuerpo extra-ño», sino una figura más de este destino inexorable del asesinatode los hijos por los padres, cosa que por otro lado se negará enfá-ticamente.

Pero la cuestión no es tan sencilla porque se diría que elnazifascismo no es consubstancial a la naturaleza humana, en elsentido de la inevitabilidad del asesinato de los hijos réprobos.Pero sí es inherente al sistema social occidental, porque de una uotra forma ha tomado y sigue tomando, no sólo en esas perspecti-vas ideológicas extremas, sino también en otras moderadas o in-cluso «democráticas», esos mitos como naturales.

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Para esto habría que analizar el problema de la contradic-ción entre las ideas y la realidad de la democracia política y lavigencia, y en casos la reformulación y afirmación de estructurasdespóticas en las instituciones del sistema capitalista, que en cier-to sentido sí podríamos decir que es despótico y fascista en suesencia misma.

X. El mito fundante judeo-cristino.

Tomemos el mito de Abraham, dado que este personaje essituado en el lugar del padre del linaje judeo-cristino. Lo más co-nocido del mismo es precisamente el episodio con su hijo Isaac, apartir del cual en el texto bíblico se consigna la promesa de Diosde constituirlo como padre del linaje.

Si bien el texto no es transparente, como tantos otros, la trans-misión pastoral en especial, ha centrado la cuestión, y logrado,una incorporación por parte del pueblo creyente y para otros, lasupuesta disposición de Abraham de sacrificar a su hijo a partir deun mandato divino. Y en fin, si el «angel» no lo detenía, el sehubiera convertido efectivamente, en asesino de su propio hijo.

Sin embargo, el análisis pormenorizado, tanto del texto comodel contexto histórico en el tiempo en que pudo vivir alguien comoese personaje o haberse dado algún episodio con esas característi-cas, nos permitirá poner en duda estas ideas que han dominadopor milenios e impregnado entre otras a las teorías sociales y polí-ticas.

En el texto se puede leer: Tiempo después, Dios quiso pro-bar a Abraham y lo llamó: «Abraham». Este respondió: «Aquíestoy», y Dios le dijo: «Toma a tu hijo, al único que tienes y al queamas, Isaac, y anda a la región de Moriah. Allí me lo sacrificarásen un cerro que yo te indicaré».Se levantó Abraham de madrugada, ensilló su burro y tomó a dos

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muchachos para que lo acompañaran y a su hijo Isaac. Partió laleña para el sacrificio y se puso en marcha hacia el lugar que Diosle había indicado. Al tercer día levantó la vista y vio el lugar desdelejos. Entonces dijo a los muchachos: «Quédense aquí con el bu-rro, mientras yo y el niño subimos. Vamos a adorar allá arriba yluego volveremos donde están ustedes» Abraham tomó la leñapara el sacrificio y la cargó sobre su hijo Isaac. Tomó en su manoel brasero y el cuchillo y en seguida partieron los dos. EntoncesIsaac dijo a Abraham: “Padre mío”. El respondió: ¿Qué hay hiji-to?». Llevamos -dijo Isaac- el fuego y la leña, pero ¿dónde está elcordero para el sacrificio? « Abraham respondió: «Dios pondrá elcordero, hijo mío». Y continuaron junto el camino. Llegaron allugar que Dios le había dicho a Abraham y levantó un altar. Prepa-ró la leña y ató a su hijo Isaac, poniéndolo en el altar, sobre la leña.Estiró la mano y tomó el cuchillo para degollarlo.

Entonces el Angel de Dios lo llamó desde el cielo y le dijo:«Abraham, Abraham». y él contestó: «Aquí estoy». «No toques alniño, ni le hagas nada...»(a). Abraham levantó los ojos y vio uncarnero que tenía los cuernos enredados en el zarzal. Fue a bus-carlo y lo sacrificó en lugar de su hijo. Abraham llamó a aquellugar «Yahvé provee».

Volvió a llamar el Angel de Dios a Abraham desde el cielo yle dijo: «Juro por mí mismo que...(b)...te colmaré de bendicionesy multiplicaré tanto tus descendientes que serán como las estrellasdel cielo y como la arena que hay a la orilla del mar». «Conquista-rán las tierras de sus enemigos. Porque obedeciste a mi voz, ybendeciré, por medio de tus descendienes, a todos los pueblos dela tierra». Volvió Abraham al lado de sus muchachos y empren-dieron la marcha juntos hacia Bersebá, donde fijó su residencia(Gn. 22, 1-19).

Franz Hinkelammert, que es quien realiza este análisis, plan-tea que en realidad Abraham es bendecido porque no mató a suhijo, es decir, porque no cumplió con lo que era ya una ley de su

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tiempo: sacrificarle a Dios el primogénito. Para llegar a esta for-ma de la historia suprime dos frases que irían intercaladas en (a) yen (b):(a)..pues ahora veo, que temes a Dios, ya que no me negaste a tuhijo, el único que tienes...(b) ...y porque no me has negado a tu hijo, el único que tienes...

Según este autor, esas frases ponen en evidencia la voluntadde matar, no en el hecho de que Abraham se pone por encima deuna ley, que lo obliga a matar a su hijo21.

Pero quizás lo más importante sea examinar el contexto his-tórico, dado que provee elementos significativos para refutar lalectura tradicional.

En esa cultura, cuestión que aún con diferencias era comúnen la mayoría de los pueblos del medios oriente, regía la ley queestablecía el derecho del padre al sacrificio del hijo primogé-nito. Esta situación pone en dudas el sentido que podría habertenido que Dios exigiera a Abraham esa acción y tomara su acep-tación como motivo fundamental para prometerle ser padre dellinaje. Es decir, en esas condiciones, ello no implicaba ningúnmérito especial, porque se trataba simplemente de un derechoque una ley ya establecida otorgaba al padre.Esto permite pensar que pudo tratarse de una situación diferente,quizás opuesta y cuyo sentido pudo ser ocultado precisamente paracoherentizar el mito fundante con el discurso que fue establecién-dose con la escritura, ordenamiento y «cierre» del libro sagradoen la época de los Reyes.

En fin, si la ley del sacrificio estaba establecida sería máscoherente interpretar que en realidad Abraham, escuchando alAngel o per sé desobedeció la ley, se convirtió en transgresor por-que en una situación que pedía el sacrificio, él decide preservar asu hijo, con lo cual sí podría leerse como consecuencia lógica

21. Hinkelammert F.: ob.cit.

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de ello el constituirse en padre del linaje. Solamente un padreque salva a su hijo puede llegar a serlo.

A lo anterior se pueden agregar otros elementos, la decisiónde Abraham de trasladarse a Bersabá. De tal manera que podríatratarse no de una decisión poco comprensible, a pesar de que setrataba de un grupo no sedentario, sino de una decisión obligadapor el hecho de la transgresión. Un exilio.

A ello podría agregarse el hecho de que a posteriori ese pue-blo, haya sido el único que condenó los sacrificios humanos, cues-tión que se halla condensaba en el mismo episodio bíblico, en elque Abraham no mata a su hijo, sino que sacrifica a un cordero.

Estos acontecimientos pudieron significar entonces la trans-gresión de una ley y a partir de allí la instauración de otra, que a suvez a posteriori sería tornada equivalente a los objetivos y formasdel discurso dominante. Es decir, la prohibición del sacrificio delos hijos queda abolida y se reinstaura el derecho del padre a ma-tarlos en lo simbólico y en la suposición de que esto tiene que vercon la causa heterónoma, es decir, con la voluntad de Dios, queincluso aceptará la muerte de su propio hijo para lavar el pecadode la humanidad.

XI. Mitos griegos.

En estos encontramos una situación diferente. Desde el mitode Uranos al de Edipo, lo que domina es una orgía de asesinatoscruzados. Así como Abraham encontró su libertad al negarse alasesinato, en los mitos griegos los padres e hijos quedan encade-nados a un sino trágico. En ellos y en el Edipo incluído, no sevislumbra posibilidad alguna de libertad, sino un fatal circuito deviolencia sin fin del cual no hay escape22. En esa tradición no exis-

22. Hinkelammert F.: ob.cit.

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te ese acto de libertad humana frente a la ley, esa afirmación de unsujeto que se autonomiza y que se anima a trangredir esa ley y aúndistruirla.

También es interesante observar la diferencia entre el desti-no de los hijos de Edipo, Etéocles y Polinices, que se matan mu-tuamente, y los de Abraham, Isaac y por extensión sus nietos Jacoby Esaú, que a pesar de enfrentarse en graves conflictos terminanperdonándose y abrazándose como hermanos que era.

De todos modos debemos admitir que en los mitos hebreossubsiste un ambigüedad que permite lecturas desde lugares de poderpolítico-templo-sacerdotes o desde el lugar profético y de las lu-chas del pueblo por sus derechos. Este es un desgarramiento, unacontradicción que se observa en toda la historia de ese pueblo. Esun proceso que muestra la imposibilidad de su institucionalización,en sentido de su conversión en un instituído dominante y que nodé lugar a dudas. Por el contrario, los movimientos de loinstituyente han sido permanentes.

En los mitos griegos en cambio, lo que domina es el juegode poderes y sus luchas. Luchas entre dioses y entre éstos y loshumanos pertenecientes a castas reales. El sujeto común siempreestá ausente. Y aún en los estadios, constitución y funcionamientode instituciones políticas democráticas hubo un “analizador’ cla-ro: eso funcionaba entre ciudadanos (nuevos dioses-reyes o privi-legiados) y no funcionaba para otros seres humanos que no eranconsiderados tales: los esclavos. Es lo que Remi Hess analiza aúnen la cumbre del pensamiento Griego, la esclavitud como analiza-dor de Aristóteles. Es decir, aquello que este gran filósofo ni si-quiera pudo pensar23.

Quizás con algún punto común con lo anterior podría men-cionarse también que la filosofía de Aristóteles de alguna maneraes heredera de la represión de los mitos femeninos-maternos, que

23. Hess R.: El analizador en la institución. En: Lapassade G.: cit.

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culmina en su época y que instaura también otro analizador comoes la ubicación de las facultades superiores como la razón en elvarón y otras inferiores en la mujer24. Proceso que por otro ladotiene significativas semejanzas con la paulatina destrucción de lasdeidades femeninas en el medio oriente y en el pueblo hebreo enparticular.

XII. El analizador freudiano.

Tal vez las propuestas de Freud sobre el parricidio y el Edipotangan algo de ese sentido, porque está claro (mencionado por elmismo autor) que esos planteos son míticos y los desarrolla por sunecesidad de que sus teorías «cierren». Ese es su más claro senti-do porque el mito permite el cierre de los huecos, las fallas de lateoría y pertecene, en cierta medida, más al nivel de lo ideológico-estético que de lo conceptual-teórico.

Existen cuestiones sugerentes en dichos planteos que es in-teresante señalar y que autores como J.P.Vernant25 analizan pro-fundamente. Freud halló elementos en sus análisis clínicos que lehicieron pensar que se «confirmaban» en ese mito que venía de laantigüedad griega. Mito que tomó Sófocles para la escritura de sutragedia.

Y Aquí hay algo que interesa porque tienen cierto paralelocon el mito abrahámico, porque ese autor transforma de una ma-nera libre (que niega tanto aspectos del mito ya existente comoaspectos históricos) un mito tebano más antiguo. Al respecto FranzHinkelammert en la obra citada manifiesta: «Que Layo no puedehaber sido padre de Edipo, se deriva del análisis de las dos fami-lias de las cuales generalmente se derivan los héroes arcaicos. Nor-

24. Mayr F.: ob. cit.25. Vernant J.P.: Edipo sin complejos. En: Varios: Debates sobre psicología, filosofía ymarxismo. Bs.As. Amorrortu. 1973.

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malmente, la primera familia -en el caso de Edipo, la de Layo- esuna familia inventada por el mito. La familia de la cual realmenteha nacido es la segunda. En el casode Edipo, sería la del rey Polybosde Corinto. Por tanto, Layo no puede haber sido su padre, pero elmito se lo imputa. Hay que saber, por tanto, quien cuenta el mito.En el caso del mito de Edipo, es probablemente Kreon, el herma-no de Yocasta, esposa de Edipo. Parece que él es el usurpador queexpulsa al legítimo rey Edipo e inventa la historia para justificar-se. Habiendo tenido éxito, él escribe la historia y, por tanto, deci-de lo que es la verdad. Freud usa este criterio en su análisis de lahistoria de Moisés en Moisés y la religión monoteísta. Se basa enel libro de Otto Rank, El mito del nacimiento del héroe. Lo lleva asostener que Moisés debe haber sido un egipcio. En el caso deMoisés, la primera familia es judía y la segunda es egipcia. Portanto, concluye Freud, Moisés debe ser egipcio. Sin embargo, ol-vida aplicar el mismo método a la intrerpretación del mito de Edipo.Entonces resulta que Edipo ha sido el hijo del rey de Corinto, y node Layo, rey de Tebas. Por tanto, no mató a su padre al matar aLayo”.

En otra perspectiva, tal vez no sea demasiado aventuradoplantear el lugar de la relación de Freud con su propio padre comodeterminante de su posición. Recordemos que hubo un episodiode su niñez en el que su padre le dice más o menos que él nollegaría a ser nunca nada. Es razonable pensar entonces que, te-niendo en cuenta las ambiciones y el narcisismo del propio Freud,eso debió generarle un odio parricida, por lo que seguramente leresultaría mucho más cómodo decir que no se trataba de su pro-pio odio parricida, sino que el parricidio no era más que la expre-sión de un universal.

Freud no encuentra ningún problema en la relación entre lohistórico, lo mítico y lo literario, sin embargo la cuestión no es tansencilla y si uno, como lo expresa Vernant, omite el contexto his-tórico, social, mental y el análisis temático, dramático y lengüístico,

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puede llegar a no entender nada, aunque quizás no sea eso lo queinterese a Freud, sino precisamente forzar a esos textos a «con-firmar» la propia teoría.

Así se transforma en universal un género propio de la ciu-dad griega del siglo V a C, que entre otras cosas significa el «brus-co surgimiento del género trágico a fines del siglo IV, en el mismomomento en que el derecho comienza a elaborar la noción de res-ponsabilidad, diferenciando de manera torpe, vacilante todavía,el crimen «voluntario» del crimen «excusable».

Por otro lado, ese género dura apenas un siglo y ya cuandoAristóteles escribe su Poética, el resorte trágico ya está quebrado.

Esta función casi puntual de la tragedia en ese contexto his-tórico puede pensarse también en el hecho de que aquello queFreud dice de que “es preciso” que sea así, que el contenido de laleyenda suministre el espanto y el autocastigo, se pone en duda enla realidad de que en las primeras versiones del mito no hay en elcontenido la menor huella de autocastigo, puesto que Edipomuere apaciblemente instalado en el trono de Tebas y sin ha-berse sacado los ojos26.

Observemos que entre la posición del autor anteriormentecitado y éste último, existe una discrepancia en la atribución delorigen familiar de Edipo. Uno lo sitúa en Corinto y el otro enTebas, sin embargo ambos coinciden en el destino totalmente otrodel personaje con relación a lo que Freud plantea.

Freud dice también que esas obras, si usan materiales dis-tintos del de los sueños edípicos, son un fracaso. Pero lo real esque han existido muchas obras que han tenido y tienen efecto im-portantes y no tienen nada que ver con sueños de esa índole. Porotro lado la tragedia tiene dimensiones y complejidades que vanmás allá del juego bastante simple y reduccionista que hace Freud.

26. Vernant J.P.: ob.cit.

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XIII.Cristo: la tradición abrahámica versus el Edipo occi-dental greco-cristiano.

En el Evangelio de San Juan 8, 31-59, aparece con bastanteclaridad una posición de Jesús identificándose con Isaac:“Ustedes serán mis verdaderos discípulos, si guardan siempre mipalabra; entonces conocerán la verdad y la verdad los hará libres”.Ellos respondieron: “Somos hijos de Abraham y nunca hemos sidoesclavos de nadie, ¿por qué dices que llegaremos a ser libres?“Jesús contestó: “...yo sé que ustedes son hijos de Abraham. Perotambién veo que ustedes quieren matarme, porque mi palabra nohalla acogida en ustedes...Ellos le contestaron: “Nuestro padre el Abraham”.Jesús les dijo: “Si ustedes fueran hijos de Abraham, imitarían aAbraham. Pero ustedes quieren matarme por ser hombre que digola verdad tal como la oí de Dios: ésta no es la manera de Abraham.Ustedes hacen lo mismo que hizo su padre”.Ellos respondieron: “Nosotros no somos hijos ilegítimos, no tene-mos más que un solo padre, Dios”.Jesús les dijo: “Si Dios fuera el padre de ustedes, ustedes me ama-rían, porque yo salí de él y vengo de parte de él. ¿Por qué noentiende mis palabras? ¿Por qué no pueden aceptar mi mensaje?Ustedes tienen por padre al Diablo, y quieren realizar los malosdeseos del diablo: él, desde el comienzo, es asesino de hombres...Pero les aseguro: El que guarda mis palabras no morirá jamás”.Los judíos le dijeron: “Ahora sí sabemos que eres víctima de unmal espíritu; Abraham y los profetas murieron, y tú dices: Quienguarda mis palabras jamás verá la muerte. ¿Eres acaso más grandeque nuestro padre Abraham, que murió, al igual que los Profetas?¿Por quién te tienes?Jesús les contestó: “...Referente a Abraham, el antepasado de us-tedes, se alegró al pensar que vería mi día. Lo vió y se alegró”.

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Los judíos replicaron: “No tienes ni cincuenta años, ¡y dices quehas visto a Abraham!Jesús contestó: “Les aseguro que antes que Abraham existiera,Soy Yo”.Entonces tomaron piedras para lanzárselas, pero Jesús se ocultó ysalió del templo.

Podríamos decir entonces que Jesús considera que la fe deAbraham consistió en no haber matado a su hijo sino en haberlopreservado.

Dicho episodio, en el cual Jesús se escapa, tiene la mismaestructura que aquel que termina con su muerte. Aquellos que te-nían esa otra fe que implicaba la voluntad de matar -contraria a lade Abraham- dicen que en realidad están afirmando la ley y ejecu-tan ese acto extremo con la mediación de los Romanos.

Ese propósito, por otro lado aparece ya la primera vez queJesús va al Templo, cuando pone al pobre en el centro y desplazaal libro. El pobre (A’ni, oprimido) que era la evidencia de que elplan de Dios no se cumplía y el libro, que era la condensación deldiscurso del Templo y que por otro lado no se leía sinó que sólo seescuchaba la interpretación del Sumo Sacerdote.

Cristo es asesinado por ese motivo, pero se encubre con elpretexto del respeto a la ley. Esto es útil para pensar sobre el sen-tido de la ley cuando se transforma en lo que mata al sujeto, en leyde muerte. A esto se opone la libertad respecto del sometimiento ala ley, como un ir más allá de la ley cuando se trata de la afir-mación de la vida27.

Esto a su vez puede relacionarse con la teoría de San Pablosobre la ley, quien habla de la ley y normativas instituídas. De laley como contracara de la estructura. De esa manera, cuando laestructura implica el “pecado”, implica a la vez la inversión de ladefensa de la vida por la muerte, por lo que el pecado opera a

27. Hinkelammert F.: ob. cit.

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través de la estructura y su ley y no a través de la transgresiónde la ley.

En ese sentido, en su esencia, esa ley construída por el Tem-plo, retomada por teorías como la de Hobbes, ley de las socieda-des despóticas y aún del mercado, es la ley signada por una éticade muerte. Es ley que mata.. Ley absoluta. Es la ley del Sanedrín,del inquisidor, del déspota y del empresario, que despide sin cau-sa, no le importa la polución o que sus obreros se maten por faltade seguridad, con tal de aumentar su tasa de ganancia. Esto impli-caría una especie de «ascesis del mal», ese mal imbricado en loestructural que legisla y destruye a aquel que no cumple.

Esa acción se realiza sin conciencia del sentido mortal quecontiene, del sentido destructor, aún cuando se vean sus efectos,como herejes y brujas quemados, poblaciones exterminadas porla evangelización-colonización, pueblos destruídos por las obli-gaciones de la deuda externa, muertos en nombre del mercado,muertos y desposeídos por los poderes de la tradición cristiana 28.

Podría decirse que esas acciones destructivas, que no con-llevan conciencia de “pecado” y que la mayoría de los núcleoseclesiales han promovido, con el paso del tiempo se fueronsecularizando y constituyendose en violencia instituída en el po-der del Estado y sus delegados operando en la legalidad o fuera deella (terrorismo de Estado, violación de derechos humanos).

Las iglesias han tenido que legitimar esa ley instituída, cu-yas raíces ideológicas y políticas son esa inversión del mitofundante Abrahámico y por la incorporación de aspectos del mitogriego. Esa ley se legitima por el padre que mata a su hijo.

La muerte de Jesús se reinterpreta según esos cánones enlos que se incluye la ley del pago de la deuda. Deuda que solo lasangre del hijo puede saldar. Ley “justa que mata”. Como el Edipo,Jesús no tiene escape.

28. Hinkelammert F.: ob. cit.

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Esa interpretación sacrificial de la muerte de Jesús se com-pletaría hacia el siglo XI con San Anselmo, momento en el que sevan dando las condiciones del surgimiento de la sociedad burgue-sa, que se iría consolidando varios siglos después.

“Ese Edipo occidental arrasa al mundo. Convierte su some-timiento a la ley en agresividad absoluta contra la resistencia ala ley”, y ha conformado la estructura del sujeto de la sociedadoccidental, “que hoy se lanza a destruir la humanidad entera juntocon la naturaleza29.

XIV. Una posta en el proceso de secularización: Hobbes.

Hobbes podría tomarse como analizador de un proceso dearticulación entre la postulación de una ley absoluta, la instaura-ción del soberano por derecho divino, lo natural de la estratifica-ción y la violencia por un lado y por otra atisbos de una seculari-zación y de democratización, por lo menos en la afirmación deque ese “soberano” puede ser una persona, con consejo de aristó-cratas o elegidos en otros estamentos sociales.

Es significativo que a las pocas páginas dedicadas a estosúltimos aspectos se le opongan más de trescientas dedicadas alanálisis de sectores del texto bíblico destinado a reafirmarcerradamente el lugar del rey por derecho divino, no sólo comosoberano del poder civil sino también del poder religioso.

Quizás los fuertes sacudimientos sociales y sus contingen-cias personales ligadas a ellos, dado que vivió desde su infanciaen el seno de las pirámides sociales aristocráticas que vieron cam-biar sus estatus una y otra vez, lo llevaron a variar sus posiciones,desde la postulaciónde un absolutismo definido a uno matizado,que introduce en su pensamiento un margen de ambigüedad con-

29. Hinkelammert F.: ob. cit.

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siderable. No es casual que se lo ubique entonces comoreformulador de la teoría absolutista, hasta como antecedente delsocialismo30.

De todos modos, aún con los matices que introducen susideas sobre el soberano en su posibilidad de constitución por laparticipación de sujetos ajenos a la aristocracia, los supuestos bá-sicos de su pensamiento son demasiado fuertes como para querestan dudas respecto del tema de este trabajo. El egoísmo, el de-seo de poder, la vanidad como motores de la vida social y el sobe-rano como ordenador absoluto por un lado y la condición de súb-dito, del individuo -no de ciudadano-, sino súbdito, una vez que elsoberano queda instituído, aliena totalmente su autonomía al po-der absoluto del ejercicio de la violencia por el Estado-soberano.En él aparece el carisma de derecho divino, todas condiciones cla-ras para su ubicación en esa línea de pensadores que, si bien abrenperspectivas por un lado, terminan por cerrarlas por otro.

De esta manera podría decirse que los mitos fundantes: pa-dre que mata al hijo y que dará lugar al de la sociedad-ley que searroga el derecho de matar a sus hijos, junto con la idea correlati-va de sociedad estratificada, de explotación-distribución injustade la riqueza se sostienen claramente.

Página aparte merecen sus análisis del texto bíblico, extraor-dinariamente obsesivos y como tales, girando siempre en un cír-culo que se cierra -improductivamente- en lo mismo. A menudocontradictorio en un párrafo que sigue a otro, pero que en fin, gi-ran en torno a que el soberano civil tiene delegación divina, ubi-cándose por sobre las iglesias, pero que consecuentemente, impri-me profundamente en la instancia civil, un sentido teológico.

Cuestión no ajena por otro lado a nuestros teóricos y legis-ladores que edificaron nuestras instituciones políticas en las cua-les, a partir del lugar que se le da al juramento con el libro sagra-

30. Lamanna E.: Historia de la Filosofía. Bs.As. Hachette. 1964. Tomo III.

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do, al lugar que se le otorga a la iglesia católica y al carisma de lainvestidura presidencial y a otras, la sacralización de ese lugar del“soberano”, ha estado siempre asegurada. No por nada hay auto-res que afirman, como es el caso de C.Castoriadis, que la demo-cracia representativa reconstruye una nueva aristocracia en la fi-gura del legislador31.

XV. De Darwin a Lévi-Brühl - Le Bon - Freud.

En otro trabajo32 introduje un fragmento de Darwin que de-cía: «Son los hombres más degradados del mundo..(por la)..perfectaigualdad que reina entre ellos». «Parece imposible que el Estadopolítico de la Tierra del Fuego pueda mejorar en tanto no surja unjefe provisto de un poder suficiente para asegurar la posesión delprogreso adquirido. Actualmente, si se da a uno de ellos una piezade tela, la desgarra en pedazos y cada cual tiene su parte. Nadiepuede ser más rico que su vecino. Por otra parte, es difícil quesurja un jefe mientras todos estos pueblos no adquieran la santaidea de propiedad. Idea que les permitirá manifestar su superio-ridad o acrecentar su poder». (Charles Darwin: En tierra del fue-go. 1833).

Creo que estas ideas impregnan el pensamiento de otros au-tores fundadores delas ciencias sociales como Compte y Spencer,pero me detendré un poco en dos autores que me parecenparadigmáticos y que se los sitúa en el terreno de la psicologíasocial y de la amtropología. Ellos son Lévi-Brühl y Le Bon y nospermitirán observar como esas significaciones imaginarias socia-les milenarias son también retomadas por ellos y luego por Freud.

Introduje este análisis en un antiguo trabajo al cual me re-

31. Castoriadis C.: El hombre...cit.32. Ascolani A.: Una experiencia grupal-institucional. En Derivas...cit.

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mito para otras consideraciones33. Le Bon afirma que “la accióninconsciente de las masas, sustituyendo la actividad consciente delos individuos, es una de sus principales características”, “su do-minación representa siempre una fase de barbarie”. Cuando seconstituye una muchedumbre organizada, “la personalidad se des-vanece, los sentimientos y las ideas de todas las unidades son orien-tadas en una misma dirección”. Esas muchedumbres pueden com-ponerse de individuos presentes en un lugar o dispersos y abarcarhasta un pueblo entero.

Entre sus caracteres específicos afirma que “hay muchos,tales como la impulsividad, la irritabilidad, la incapacidad pararazonar, la ausencia de juicio y de espíritu crítico, la exageraciónde los sentimientos y otros muchos, se observan igualmente enlos seres que pertenecen a formas inferiores de evolución, talescomo la mujer, el salvaje y el niño”34.

Para Le Bon, gobernar una sociedad civilizada implicaba ungrado de racionalidad y cultura que sólo podía encarnarse en laaristocracia intelectual y si bien veía el peligro de la democracia yaún del comunismo, mantenía la esperanza de que las élites vol-verían a resurgir. La enorme repercusión que tuvo su libro«Psychologie des foules» (1895), en las élites intelectuales y go-bernantes de su tiempo, muestra que era lo que necesitaban paralegitimarse, unos en el campo del saber o otros en el campo delpoder. Es interesante pensar como un autor como Freud tomaraestas ideas fascistoides de Le Bon y no le hiciera ninguna crítica.

La antropología tradicional, impregnada de nocionesevolucionistas más o menos groseras, adquirío su forma más ex-presivas en algunas ideas de Lévi-Brühl. Afirmaría que los primi-tivos tienen una mentalidad atrasada, irracional, prelógica,sincrética, son como niños en relación con los civilizados euro-

33. Ascolani A.: Funciones complementarias de las teorías sobre “Psicología de lasmasas” y de la “Mentalidad primitiva”. En: Derivas...cit.34. Le Bon G.: Psychologie des foules. Paris. PUF. 1963.

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peos. O sea que al igual que Le Bon para las “masas”, Lévi-Brühlatribuye a los primitivos una cualidad general de inferioridad.

Implicó también una obra de legitimación de la coloniza-ción porque Europa, desde esa perspectiva tenía hasta una «obli-gación moral» de ocupar esos territorios para «civilizarlos» y «cris-tianizarlos».

En fin, interesa señalar que esas concepciones cumplen fun-ciones complementarias en cuanto a la legitimación de las rela-ciones de dominación y explotación al interior de los Estados yotra para legitimar las relaciones de dominación hacia los paísescolonizados.

Las ideas de «civilización y barbarie» entre nosotros quizáspuedan estar emparentadas con esas tesis anteriores, dado que laeducación y la cultura en Argentina y en otros países americanosestuvieron signadas por esos mitos que las oligarquías autóctonasadoptaron y promovieron, aún cuando pudieran encontrarse vocescomo la de Sarmiento, cuya ubicación, en cuanto a su referenciade clase tendría matices particulares.

Freud retoma las ideas de Le Bon en «Psicología de las ma-sas y análisis del yo» de manera no crítica y suscribe principal-mente esa idea de la inferioridad de las masas y también de losprimitivos, de la mujer y del niño. Por otro lado, si tomamos susideas sobre el parricidio, podemos concluir que son tan endeblescomo las de Hobbes cuando habla de la transición de los primiti-vos al Estado. Quizás se podría pensar que ambos ignoraban loscomplejos mecanismos socioculturales de esos pueblos antiguos(nómades incluídos) que regulaban la vida social, y especialmen-te aquellos destinados a rechazar la constitución del Estado, loque llevó a uno a reivindicar la lectura más reaccionaria posiblede los textos bíblicos y al otro a la descalificación de la capacidadde razonamiento y organización de los pueblos primitivos. En estecontexto, también es inadmisible la tesis de Freud sobre la “hordaprimitiva” porque, mito y todo, es difícil pensarla en sus términos.

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Luego, la teoría del Edipo constituye un complemento delas anteriores. Al respecto remito a las consideraciones anterior-mente expuestas en este trabajo y agrego que podríamos incluir lanecesidad de reflexionar sobre el significado de las institucionespiramidales-verticalistas del sistema capitalista, con su funciónde registro o control, contención, disciplinamiento, en la que sepuede inscribir una teoría como la del Edipo en cuanto a sus efec-tos de legitimación de las ideologías dominantes, de las institucio-nes piramidales y sobre el sujeto35.

Según la profunda crítica que hacen Deleuze y Guattari enel Antiedipo y otros textos, la aplicación de esa teoría sin reflexióncrítica, conduce al psicoanálisis a constituirse en una práctica re-accionaria en tanto colabora a reconstituir en el sujeto mismo unaestructura despótica como refracción de despotismo estructuralsocial hoy reforzado con el proceso de reconversión del sistema.

Concluiríamos entonces que en ese transcurrir de milenios,desde los relatos y textos mitológicos y religiosos, pasando porfilósofos, fundadores de la teoría política y teorías sociales comola psicología social, la antropología, la sociología y el psicoanáli-sis, analizados con referencia a los ejes que consignamos comomitos fundantes (padre - derecho y justicia - pobreza y riqueza), loque no niega que en otros aspectos algunos de ellos hayan aporta-do ideas progresistas, se ubican preferentemente en la categoríade intelectuales “tradicionales”.

XVI. Las otras lecturas.

Junto con esa “otra lectura” de textos religiosos, fui consig-nando las lecturas, comentarios y críticas de autores que se ubicanen una posición diferente a la del pensamiento tradicional. Tomé

35. Deleuze G. y Guattari F.: El antiedipo. Barcelona. Barral. 1974.

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con más detalle los mitos fundantes en su vertiente religioso-mitológica debido a que, por su permanencia desde hace milenios,se han instalado fuertemente en el imaginario social. Pero es im-portante señalar que existen aportes de autores que apenas he in-troducido, como Castoriadis, Deleuze, Guattari, Laclau que, entreotros, están conformando un pensamiento potente y con una in-fluencia que se va extendiendo o en todo caso van coincidiendo,más allá de los ámbitos académicos, con lo que postulan organiza-ciones y movimientos sociales de significativa presencia en la vidacontemporánea.

Respecto de la vertiente más cercana a lo religioso-teológi-co contemporáneo, es dable consignar que en Latinoamérica exis-ten varios centros de investigación y organizaciones que extien-den sus estudios a la problemática actual en sus cruzamientos conlas dimensiones económicas y políticas, cuyos efectos sobre lavida social es muy interesante36.

XVII. Nota final.

Sólo resta decir que he esbozado algunas ideas que resultansólo un punteo para la reflexión en extensión y profundidad deesta problemática. Su objetivo ha sido más bien comenzar a orga-nizarlas para su continuidad en otra investigaciones y complentarlascon otras. En esta categoría se encuentran dos materiales redacta-dos en base a lo desarrollados en dos conferencias. Uno es Cam-bio cultural, instituciones y sujetos (Congreso Regional de Cultu-

36. Hinkelammert F.: La idolatría del mercado. Córdoba. Centro Tiempo Latinoameri cano. 1993. Julio de Santa Ana: El concepto de sociedad civil. San Pablo. CESEP. Boletín XX. Octubre de 1994. Traducción de A.Ascolani: circulación interna Cátedra de Insti- tución y Sociedad. Facultad de Ciencia Política y RR.II. UNR.

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ra. Junio de 1995. Reconquista. Santa FE), y el otro Discurso Ju-rídico, Instituciones, Subjetividad (Seminario de Posgrado sobreDiscurso Jurídico y Subjetividades. Facultad de Psicología. U.N.R.Junio de 1995. Ambos se incluyen en este volumen.

Por otro lado, se ha desarrollado otros avances en el Semi-nario de Posgrado Relación mito-historia en la constitución deámbitos institucionales, realizado en la Facultad de Psicología dela UNR.

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Discurso jurídico, instituciones, subjetividad *

En primer lugar quiero agradecer la invitación y la presenta-ción. En algunas ocasiones como ésta pensé que las presentacio-nes en general, dicen algo así como «el todo que es» aquel a quiense presenta, constituyendo quizás una autorización que no dejelugar a dudas. Pero en este caso ello me hace sentir un poco incó-modo porque es un tema dificultoso. Yo conozco algo sobre laproblemática de lo institucional, pero, pero sobre aquella del dis-curso jurídico, los abogados presentes seguramente han de cono-cer mucho más que yo, como así también los psicólogos que tra-bajan en ese campo.

En algún punto puedo manifestar reflexiones, que en ciertamanera son las de un diletante y no de un especialista. No sé siello implica una dificultad porque pensar estas cuestiones impli-caría un enfoque transdisciplinario, al menos como yo trato depensarlo. Es decir, un lugar donde lo que se podría intentar es laruptura de los límites disciplinarios. Si nos ubicamos en una disci-plina como puede ser el Derecho o la Psicología, cada una de ellasestablece un régimen de visibilidades y otro de decibilidades, porlos cuales habrá cosas que se puedan ver o decir, pero a su vezestablecen aquellas cosas que no se pueden ver ni decir. En estesentido, hablar de este cruce de disciplinas podría implicar un es-fuerzo por romper e ir más allá de esos límites.

* Escrito con base en la desgrabación de una exposición dentro del Seminario de Posgrado:Discurso Jurídico y Subjetividades. Facultad de Psicología. Universidad Nacional deRosario. Junio de 1995.

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Con ello, entramos en el tema de las leyes y las transgresio-nes. Tema dificultoso, acentuado porque no ha habido un tiempohistórico suficiente para que se haya podido desarrollar, tanto loque sería el trabajo transdisciplinario en la práctica como en elmedio académico universitario. En la Universidad, estamos muyatrazados. Por ejemplo, los cursos de posgrado y especialmentelas maestrías y doctorado recién están surgiendo en Rosario, cuandoya en otras universidades vienen funcionando desde hace muchotiempo. Otra dificultad es que, por tratarse de un seminariomultiparticipado sólo se puede informar del estado de la cuestióndesde diferentes perspectivas. En mi caso, lo es desde un tamizque va desde mis obsesiones hasta algunos acontecimientos queme las conmueven y hacen que me corra un poco, para volver...yasí siguiendo.

Había pensado partir precisamente de algo que para mí fun-cionó como un acontecimiento que me llevó a reflexionar. Se rela-ciona con lo que voy a leer y que he tomado de materiales perio-dísticos. Uno de los artículos, «El precio de la libertad», dice así:«...el restablecimiento del grillete en Alabama es el último de losescalones descendentes de una progresiva barbarización, tanto enlas cárcelas como en la sociedad norteamericana de lo que las pri-meras dan un testimonio más elocuente. Estados Unidos tiene unapoblación carcelaria de 1.100.000 personas, sin contar 440.000detenidos temporales, cifra que representa uno por cada 160 habi-tantes, cuatro veces más que Canadá y catorce más que Japón. Setrata de la proporción más alta del mundo, 426 prisioneros porcada 100.000 habitantes. El crecimiento de la población en lasprisiones es del 13% anual. Si esto debiera resolverse con la cons-trucción de prisiones, implicaría gastar 100 millones de dólarespor semana. Las cifras no cierran aunque se hayan gastado 33.000millones en construir nuevas cárceles en los últimos siete años yse gastaron otros 20.300 en mantener las poblaciones del sistema.

El resultado es que las cárceles están superpobladas. Las

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sentencias son muy largas. El número de prisioneros se duplicóentre el 80 y el 90, mientras la tasa de delincuencia es igual yadquiere proporciones alarmantes. En Estados Unidos se cometen35 millones de actos criminales cada doce meses...».

Esto es lo que pasa en un país central, pero veamos algo quenos concierne de cerca. En este otro artículo, tres jueces reclama-ron por las condiciones de detención de los menores. Se titula «Jó-venes en las mazmorras». En una carta dirigida al GobernadorReutemann, estos tres jueces de Rosario adviertieron sobre la cri-sis institucional que existe en la condición de detención de losmenores transgresores, calificando a la situación como pavorosa,dramática e insostenible y compararon algunos lugares donde sonllevados los jóvenes que delinquen con mazmorras1.

En función de nuestro tema se me ocurrió que si hablamos,por un lado de aparato carcelario y aparatos jurídico-forenses, ve-mos que tanto en un país central, como en uno periférico como esArgentina, están en una situación de estallido. En estos y otrosartículos, como así también en entrevistas televisivas, lo que saltaa la vista es que los juicios son de una cantidad inabarcable. Estotiene que ver con instituciones del Estado y pensé que se podríahacer una relación de esos aparatos concretos con la probleméticade la legislación, o en todo caso con la figura del legislador comoinstitución, con la de la ley, la de los delitos y a partir de ahí, elinterrogante sobre el lugar en que queda el sujeto.

En cuanto a la legislación, podemos plantear que ahí tam-bién encontramos dificultades y voy a dar algunos ejemplos. Unotiene que ver con nuestra parroquia -lo institucional-, y otro quetiene relación con lo que se ha estado legislando en los últimostiempos con respecto a las delimitaciones de las incumbencias pro-fesionales de algunas profesiones. Es interesante analizar como la

1. Artículo de Página 12: El precio de la libertad. 5-5-95; y de Rosario 12: Jóvenes en las mazmorras. 4-6-95.

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realidad, en muchos casos, va mucho más rápido, si tenemos encuenta que hay incumbencias profesionales que figuran en variasdisciplinas. Precisamente, la cuestión de lo institucional es uno delos núcleos en el que se está dando esa «transgresión» ante la le-gislación y la práctica, porque efectivamente, figura como incum-bencia profesional en Psicología, Ciencias de la Educación, Co-municación Social, Trabajo Social, etc.

Aquí aparece una especie de desfazaje que es refracción deconsiderar las disciplinas en forma cerrada cuando, en realidad, lapráctica nos está planteando que tenemos que funcionar con pers-pectivas abiertas, a partir de los posibles atravesamientos repre-sentados por distintas acciones profesionales que puedan encararuna misma tarea2.

Respecto de la ley, propondría imaginar dos polos virtuales.Creo que la ley que ha tenido su mayor vigencia en la historia delas sociedades occidentales, sería aquella que no contempla al su-jeto. Aclaro que digo «ley» en su sentido jurídico y en un sentidomás amplio que luego trataría de explicar. Ese es uno de los polos.Una ley sin sujeto diríamos que es una ley que mata. Ella tieneque ver con la seguridad de los legisladores, de los jueces y dequienes trabajan en esas instancias, porque la ley lo dice todo. Enel otro extremo, estaría la ley que contempla al sujeto. En estecaso, tendría que ver con lo que preserva la vida, que es la ley queva a funcionar en sus instancias prácticas con menos seguridad ycon un componente de incertidumbre mayor.

San Pablo dice que la ley mata. Cuestión nada sencilla parapensar y que incluso puede chocar, como me pasó a mí leyéndolo3.Por ello es necesario saber en qué sentido se lo dice, y ello impli-

(2) Ascolani A.: Instituciones, leyes y formas de la transgresión. En: Ascolani A.: Derivas....de la psicología al análisis institucional. Rosario.Ed. de la Sexta. 1996. Segunda Edición ampliada.(3) Hinkelammert F.: La fe de Abraham y el Edipo occidental. San José. Costa Rica. Ed.DEI. 1991.

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caría una investigación del origen y del transcurso de este proble-ma a través de la historia y de su vigencia hoy. Efectivamente, loimportante de la cuestión, es que tiene vigencia pero con pocaconciencia. Es decir, nosotros somos ejecutores de muchas accio-nes u omisiones que tienen que ver con la ley que mata sin quetengamos conciencia de ello porque es un efecto estructural. Estecometido me ha llevado a hacer un recorrido sobre la problemáti-ca del derecho y la justicia en relación con la religión, la política yla economía, analizadas en sus implicaciones mutuas.Por ser discursos que han sido y siguen siendo bases de algunosaspectos de nuestra vida social que acá tocamos, he seguido algu-nas cuestiones en la historia del pueblo hebreo a partir de la lectu-ra del Antiguo Testamento y del Nuevo, elementos de la mitologíagriega, de la filosofía y algunas conexiones con el nacimiento delas teorías políticas y sociales. Estas últimas implicaron una secu-larización del pensamiento teológico pero a su vez lo integraron.Integración que permanece también en nosotros aunque no lo pen-semos. En cuanto a su desarrollo en mayor extensión me remito aun trabajo anterior4.Siguiendo, con relación al delito, hay algunas reflexiones intere-santes que podríamos hacer. Desde el discurso popular, vemosejemplificada una primera aproximación cuando decimos, porqueasí nos vemos afectados por él, que hay una ley que funciona paracierta gente y para otra no. No funciona para el delito de «guanteblanco», pero sí funciona para los «ladrones de gallinas». Sin em-bargo, aún a este respecto se han producido variaciones que quizastengan que ver con el aumento en el número de ciertos delitos,complicidades y corrupción, elementos que he tomadocolateralmente en el trabajo titulado «Democracia, ciudadanía,exclusión»5. Allí planteo que existe una gran cantidad de delitos

4 Ascolani A.: Poder, mitos, ciencias sociales, subjetividades. En este volumen.5. Ascolani A.: Democracia, ciudadanía, exclusión. En: Derivas...de la Psicología al análisis institucional. Rosario. Artemisa. 1995.

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que han pasado a una especie de circuito donde no son punidos,como es el robo de pasacassetes, electrónicos y otros, que tieneuna derivación interesante desde el punto de vista de lo que va deldelito mismo a la corrupción en ciertas instituciones y ligado almismo tiempo a la problemática del mercado, donde son comer-cializados a un precio menor. Creo que esto opera como una espe-cie de transacción entre la ley y los aparatos del Estado en rela-ción con una clase que tiene acceso a estos objetos por intermediode un atajo, porque de otra manera quedaría excluída.

Respecto de la situación de estallido del aparato jurídico hayproblemas que tienen que ver con la lentitud de su accionar, conmetodologías inoperantes aún vigentes e incluso con la paraliza-ción que se produce en muchos casos. Respecto del aparato carce-lario, agregaría la imposibilidad de la institución de contener unanueva realidad que ha aparecido, como lo prueban las declaracio-nes de estos jueces de menores cuando plantean que ya hace mu-cho tiempo que recurren al Gobernador, al Ministro de Justicia yven que este reclamo ya no funciona más y que los van a dejar dehacer.

Lo que interesa es que plantean alternativas, como el traba-jo con organizaciones no gubernamentales y con movimientossociales. Esto apunta a una cuestión nuclear, dado que modificauna relación estructural importante, cual es la relación entre Esta-do e individuo, e introduce a la sociedad civil con una categoría yuna presencia diferente a otras coyunturas.

En el cuadro presentado inicialmente quedaba la preguntapor el lugar del sujeto. En este recorrido hemos visto que aparecenespacios de alienación social que adquieren caracteres específicosen esta coyuntura de reconversión del sistema capitalista de la cualtanto se habla. Por un lado un sujeto alienado en su satisfacción,como diría Galbraith, y en el otro los alienados insatisfechos queno pueden conseguir lo que necesitan para vivir dignamente.

Nos preguntamos también con qué otros elementos se po-

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drían analizar estas instituciones que están en una situación decrisis tan agudas o incluso en situación de estallido, qué es lo quepuede ayudar al reprocesamiento y la renovación de las mismas yespecialmente en lo que hace a la problemática de la subjetividad.Precisamente habría que decir algo sobre éste término. No lo tomoen el sentido de aquello que pertenece a un sujeto individual sinoque hablo de subjetividad como efecto colectivo que recorre es-tructuras y máquinas sociales y que no tiene que ver sólo con aque-llo que está encarnado en un sujeto. En todo caso ese sujeto indi-vidual es el soporte que hace que esto aparezca de una determina-da forma en la realidad.

Tratando de significar y transmitir algo en relación con estetema, escribí el trabajo «Ciudad: los caminos del esquizo»6, don-de me imagino una escena que representa una situación conflicti-va entre sujetos que sitúo en tres lugares diferentes: en una aldeaprimitiva, en una ciudad medieval y en una metrópolis contempo-ránea. Trato de reflexionar cómo sujetos que se cruzan en unasituación puntual, parecida, en realidad funcionan con subjetivi-dades diferentes, efecto de máquinas sociales que los determinande distinta manera y los hacen funcionar según sus respectivosregímenes.

Cuando me refiero a estructura socio-institucional, estoy sig-nificando algo que siempre está fallado. Estas, y las máquinas quelas componen, generan sujetos. Este sujeto siempre es un sujetomítico, porque lo que el mismo asume como tal, nunca es absolu-tamente lo que la máquina prescribe con su régimen. Siempre apa-rece un plus. En tanto sujeto mítico, aparece también cerrandoficcionalmente la brecha de la estructura.

Si queremos generalizarlo diremos que el mito siempre sur-ge como intento de soldadura ficcional de las brechas de la estruc-tura. Esto hace decir a algunos autores como Deleuze-Guattari y

6. Ascolani A.: Ciudad: los caminos del esquizo. En: Derivas...cit.

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especialmente Laclau, que la sociedad solamente se puede expre-sar como una imposibilidad objetiva7. Las estructuras son falladasporque siempre hay algo que las niega y al negarlas las constituye.

Estas ideas presentan dificultades y pueden dar lugar amalentendidos. No lo planteo desde un pensamiento dialéctico.En general, cuando uno dice «negación», ello remite a dialéctica.En todo caso el pensamiento dialéctico puede ser útil para pensarciertas cuestiones del proceso social, pero no específicamente paraesto. Porque si hablamos de una brecha en la estructura y de unanegación desde el pensamiento dialéctico, estaríamos planteandoen realidad que la relación surge desde adentro.

Esta idea en cambio, plantea que lo que niega es una nega-ción radical que viene de afuera de la estructura misma. Pero tam-poco implica la vuelta a un pensamiento mítico-religioso en senti-do de atribución de ese lugar a una causa heterónoma, eterna, siem-pre ahí, igual a sí misma o desplegándose de alguna manera en lahistoria. Acá queremos significar que lo que está afuera puede serun posible, lo que en el sujeto o en las máquinas sociales surgecomo deseo, como utopía, lo que las máquinas mísmas producennegando su propio régimen, acontecimientos que surgen como im-pensados.

En la coyuntura histórica actual, en este contexto que algu-nos llaman capitalismo mundial integrado y otros desorganizado,en su funcionamiento, se ha ido acentuando lo que puede expre-sarse como producción diagramático-rizomática. Una producciónque no está programada en todos sus términos, que no permitesaber lo que va a ir surgiendo o desarrollando en ciertos sectoresdel sistema porque se producen excrecencias, multiplicidad decosas que van surgiendo y que son esos acontecimientos impensa-dos8.

7. Laclau E.: Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Bs.As. Nueva Visión. 1990.8. Deleuze G.y Guattari F.: Mil Mesetas. Barcelona. Pre-Textos. 1988.

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Esto nos hace pensar que el movimiento profundo del siste-ma capitalista es un movimiento entrópico, lo cual parece cierto,dado que tiende a una producción que se monta sobre la produc-ción misma sin detenimiento. Pero si esto fuese sólo así, el destinosería el estallido del sistema. Hay cuestiones que hacen pensar enesto: la irracionalidad de la producción, la contaminación, el reca-lentamiento del planeta, la erosión de las tierras, están diciendoalgo sobre este funcionamiento entrópico autodestrucivo del sis-tema.

En este sentido de su accionar, podríamos traer a colación almercado, que significa claramente este funcionamientodiagramático donde supuestamente nadie tiene que decir lo que setiene que hacer, como una cuestión de principio. Mito largamentesostenido y siempre fracasado porque a lo largo de la historia de lahumanidad el mercado nunca ha podido autorregularse. Los mila-gros siempre pueden ocurrir después de milenios, pero creo quenadie lo cree, ni siquiera los Cavallo o el Fondo Monetario.

Lo que se hace en realidad es establecer mecanismos de con-tención. Por un lado se dice que el mercado debe ser libre pero porotro se erijen instituciones de control de todo tipo, que son encar-gadas de establecer barreras al funcinamiento entrópico y a su vezproducir disciplinamiento y control social. En este momento, pre-cisamente, creo que puede observarse un movimiento de cambiode una sociedad que podría haber sido significada como lo haceFoucault, como principalmente disciplinaria a una sociedad quese va volcando al control9.

La desorganización del sistema y la necesidad del controlestán produciendo una redespotización de estructurasinstitucionales, lo que puede observarse claramente en el sectorde la producción, donde las nuevas leyes laborales, la precarizacióny otros cambios conllevan dicha redespotización que da a quienes

9. Deleuze G.: Posdata sobre las sociedades de control. Montevideo. Nordam Comuni dad. 1991.

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detentan los poderes institucionales, mayor discrecionalidad10.En este punto podemos observar otra dimensión de la ley.

Estas son leyes sociales que procesan y producen efectos concre-tos. En esta perspectiva podemos decir que la ley mata. En Argen-tina mueren 17.000 niños por año por causas evitables en su ma-yoría. De aquí a fin del milenio se calcula que van a morir en elmundo 100.000.000 de seres humanos por enfermedades curables,lo cual no es metafórico sino real.

Teniendo en cuenta estas realidades, habría que estableceruna reflexión para saber que, del aparato jurídico, avala de algunamanera esta idea de que la ley mata y por otro lado, que puedeaccionar en relación con la preservación del sujeto. Que es lo quepodría hacerse para que la ley mate cada vez menos y preserve alsujeto cada vez más. En ese sentido, creo que el trabajo de ustedeses muy difícil, porque necesariamente un juez, por ejemplo, nopuede ser el que se allane absolutamente a la ley, sino que tieneque ser capaz de transgredir si es necesario, para preservar al suje-to. Hace algunos años, un juez me decía, a raíz de unos documen-tos de una causa de miles de páginas, sobre un sujeto que cerca dediez años antes había sido acusado de un delito sexual, que seencontraba en una disyuntiva así. El sujeto, luego de esos hechos,se puso de novio, se casó, tuvo hijos, trabajó normalmente y seconvirtió en un sujeto «readaptado». En esos momentos el juegotenía que comunicarle el cierre de la causa. El me decía: ¿quépasaría si no le mando la comunicación formal? Se enterarían to-dos y yo le arruinaría la vida. Lo que tengo que hacer es transgre-dir esas normas y arreglármelas para que esto se cierre en formamas o menos clandestina porque es lo que él se merece. En fin, yocomo juez tengo que convertirme en transgresor porque todo esto,este enorme expediente y los procedimientos que implicó, dicenque esto es perverso. Me podría haber dicho también que ahí ha-

10. Ascolani A.: El colegio de... En: Derivas...cit.

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bía un grado de perversión tal que si él obedecía a la ley, mataba alsujeto.

En relación con las instituciones entonces, si había dichoque la estructura es fallada, aquellas, desde su aspectos estructu-rales no pueden ser pensadas de otra manera. De un lado tenemoslo instituído, que es lo legalizado, estabilizado, que tiene vigen-cia, poder y efectuación social a través de todas las legalidades.Del otro lado tenemos lo instituyente, aquello que siempre ejerceun grado de oposición a lo instituído. Desde lo instituído tendría-mos la ficción de la totalidad y enfrentado a ello tendríamos que lainstitución solo puede pensarse como totalización en acto, pero nocomo totalidad. De un lado la idea de unidad y la referencia a loUno y del otro la referencia a multiplicidades que son irreductiblesa lo Uno. De un lado la causa heterónoma, externa, transcendentey del otro la inmanencia de la causa. De un lado el poder concebi-do desde un centro y del otro el poder como diseminado en todoslos lugares de la estructura. De un lado la permanencia, del otro latransitoriedad. De un lado la seguridad, del otro la incertidumbre.De un lado la ley absoluta que mata y del otro la ley que permite lalibertad.

Cuando hablaba de Estado, sociedad civil e individuo, que-ría decir que esta intermediación de la sociedad civil, nos permiteremitirnos a organizaciones obreras, organizaciones no guberna-mentales, movimiento sociales en su lucha para lograr el surgi-miento de nuevas regularidades, leyes de costumbres y en casosleyes jurídicas, que sitúan el lugar de nuevos sujetos sociales quese han colocado en ese enfrentamiento con las leyes vigentes, conlas leyes instituídas y a las cuales no reconocen, posicionándosecomo sujetos de otras determinaciones.

Esto implica reflexionar sobre la cultura, sobre nuestras basesestructurales que vienen de miles de años. Nosotros somos un paísjoven , pero tributarios de los miles de años de cultura de los paí-ses imperiales que nos han colonizado y nos siguen colonizando y

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del imaginario social que se ha ido construyendo en todo ese pro-ceso.

Es necesario hablar entonces de las significaciones socialesimaginarias vehiculizadas en los discursos ideológicos, filosófi-cos y aún científicos. Entre ellas quizás las más importantes serefieran a los mitos fundantes, porque estuvieron desde el princi-pio pero además porque nos fundan en forma constante desde elproceso social. Es lo que no cambia en relación con el cambiosocial, sean los nacimientos o modificaciones de instituciones y almismo tiempo, nos fundan como sujetos cada vez que decimosuna palabra.

En el trabajo que mencioné, «Poder, mitos, teorías sociales,subjetividades», he trabajado los mitos del padre, los que se refie-ren al derecho a la justicia y los que remiten a las ideas de pobrezay riqueza. Estos tendrían que ver con otro aspecto de la justiciacomo lo es la justicia distributiva. Dichos mitos se entrelazan por-que aquellas vertientes discursivas que los han ido generando fue-ron tramadas a su vez por las otras. De acuerdo a como se hayantrabajado estos discursos a través de la historia, a como hayansido escritos, pero fundamentalmente, a como hayan sido leidos,se pueden pensar en ellos como generadores y legitimadores deformas sociales que implicaron e implican dos proyectos contra-puestos.

Una forma que ha sido dominante a través de la historia yque se ha llegado a pensar como «natural», es aquella que afirmaque toda sociedad tiene que tener líderes carismáticos, que tieneque ser estratificada, con instituciones de estructura piramidal,jerarquizadas y la otra, que nos viene a hablar de la posibilidad deuna sociedad predominantemente horizontal. En el primer tipo desociedad se encuentran todas aquellas tradicionales que ubican lacausa en Dios. Causa suficiente y absoluta, que llegan a la actua-lidad como es el caso de Iran como tipo extremo, donde se puedever la relación entre poder sacerdotal y poder político constitu-

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yendo una unidad, donde esta supuesta causa externa se halla to-talmente presente y actuando en el seno mismo de la sociedad 11.

Otro caso sería el de las sociedades faraónicas, donde la fi-gura del Faraón, que significa primogénito, puede ser ubicado comodeidad o que se halla allí por derecho divino. Figura que se im-pondrá luego en las sociedades occidentales con los gobiernos dela aristocracia. Pero aún si consideramos a la democracia califica-da o representativa, vemos que en realidad generan nuevasaristocracias. Aquel que es elegido en nuestras democracias seconvierte en una especie de aristócrata porque se hace cargo de ladelegación de un poder absoluto, dado que no puede ser refutado.A esto se le podría oponer por lo menos una democracia que in-cluya la posibilidad de la revocación de los mandatos. Luego ten-dríamos las democracias semidirectas o directas, con lo cual nosubicaríamos en el contexto del otro proyecto12.

Las significaciones sociales imaginarias funcionan efecti-vamente con relación a primer polo virtual, porque a lo que tende-mos es a pensar en la imposibilidad de una sociedad horizontalizaday por ende, tampoco en instituciones con esas características. Estoes así aún cuando la historia ha mostrado que hay experiencias enese sentido. Experiencias que fueron destruídas por distintas cau-sas, pero sobre todo por una principal que tiene que ver, no con sufracaso, sino con su éxito. Otras, por procesos históricos muy com-plejos, como es el caso de la sociedad hebrea creada después delExodo, período histórico muy interesante y muy reprimido por eldiscurso religioso, nunca transmitido, que yo sepa, por la pastoral,sea católica o protestante.

Se trata que después del perído de Egipto y del estado deesclavitud del pueblo bajo la égida de los Faraones, cuando seprodujo el regreso, se organiza una nueva sociedad. Era una socie-

11. Castoriadis C.: La institución de la sociedad y la religión. En: Los dominios del hombre: las encrucijadas del laberinto. Barcelona. Ge disa. l988.12. Castoriadis C.: El hombre fragmentado. Bs.As. Altamira. 1990.

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dad horizontalizada. Hecho significativo porque la sociedad faraónicaera totalmente verticalizada. El pueblo, debido al sufrimiento grita,dice el texto. Dios lo escucha y les promete la tierra. Lo in-teresante es que en realidad, salvo dos, ninguno pudo llegar a la tierraprometida. ¿Podría interpretarse quizás que Dios prometió la tierra,pero a aquellos que aceptaron la esclavitu se la negó? ¿No será queesto, que ocurrió hace 4.000 años también puede valer para nosotros,sumergidos en este mundo de posibilismo, pragmatismo, vale todo,resignación y relaciones carnales...?

En esa nueva sociedad se suprimieron las cuatro institucionesfundamentales: el almacén, la primera que surge cuando empieza laacumulación; el cuartel, segunda institución para aquellos que teníanque dedicarse a cuidar el almacén; la tercer es el templo, que debíadedicarse a legitimar la acumulación y la explotación, es decir lo queconllevaba a la expropiación a los productores, porque justamenteciudad significa «muro», un muro que significó la separación del lu-gar de la acumulación de aquel de la producción; y la cuarta es elpalacio del administrador, que tenía como función registrar, contabi-lizar y dirigir ese proceso.

En la sociedad posterior al Exodo, se suprimen estas institucio-nes, la ciudad es dirigida por un Consejo de Ancianos, la producciónse guardaba solamente en el periodo que iba de una cosecha a otra,donde se realizaba una gran fiesta para tomar y comer todo lo que sepodía. Se guardaba lo necesario para llegar a la otra cosecha y lodemás se destruía. No había sacerdotes, aunque sí levitas, que teníanun lugar de mayor igualdad o incluso de menor grado de condicionesde vida que el pueblo. No había ejército profesional, aunque sí unejército popular. Eran tiempos de mucha movilidad, había nomadismo,se sufrían ataques con cierta frecuencia. En esos casos había una or-ganización en el momento, donde los más capaces se hacían cargodel mando. Luego volvían a sus vidas cotidiana13.

A través de los tiempo y aún en este siglo, experiencias de

13. Galassi S.: ¿Quién es nuestro Dios? Córdoba. Tiempo Latinoamericano. 1995.

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horizontalidad institucional se han dado una y otra vez en ejem-plos muy significativos.

Pero volvamos a la cuestión de las leyes que nos rigen. Le-yes en sentido de lo que produce efectos en la vida social, leyes decostumbres, consuetudinarias y también en el sentido de leyes ju-rídicas. Sería interesante volver al mito del padre para observar suvigencia como idea de lo absoluto que se encarna en la figura delpresidente, del legislador, del juez. En fin en qué medida sigueexistiendo la idea del carisma, de derecho divino, de poder abso-luto puestos en esos lugares. Pero también es necesario analizardonde se han ido limitando dichas asignaciones y qué cosas debe-rían seguir modificándose.

Dichas asignaciones aparecen en el discurso social y políti-co, a veces de manera tragicómica. Por ejemplo, hace unos años,ya con la constitucionalidad democrática reconstituída, se difun-dió reiteradamente un comunicado del COMFER, que decía: «noconsuma radio clandestina, porque ello ofende la investidura pre-sidencial». Era cosa de no creer. Lo que esto parece decir es que siusted transgrede lo que hace es ofender a aquel que tiene el caris-ma sagrado, casi se diría que ofende a Dios, pensamiento de netocorte religioso mezclado en el discurso político y expresado a tra-vés de leyes, reglamentaciones y costumbres.

Un problema entonces es como se piensa el derecho y lajusticia en relación a la posibilidad de un corrimiento del lugar deeste padre absoluto, filicida y el derecho que pueda ser construídoy participado por el pueblo.

El otro eje es el de la riqueza-pobreza. Interesa aquí la revi-sión que parte de estos textos que todavía nos determinan en nues-tras significaciones imaginarias. En otro trabajo tomé el caso delpresidente Menem cuando intentó justificar su proyecto económi-co aduciendo que la Biblia dice que «siempre habrá pobres entreustedes». Me remito a ese análisis donde tomo referencias quemuestran que la Biblia no dice eso. Que en realidad se trata de una

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traducción incorrecta. Lo que debería leerse, por el contrario, esque siempre habrá disminuídos, pero que no debe haber desposeí-dos porque en ese caso el plan de Dios no se cum ple14.

La problemática del derecho y la justicia se liga a todo estoy continúa a través del tiempo, desde el nacimiento de la teoríapolítica hasta nuestros días. Aparece en Hobbes, considerado comouno de los padres de la teoría política, quien en quizás su libromás importante, el Leviatán, dedica más de la mitad del mismo,unas 350 páginas, al análsiis del texto bíblico para justificar unade las lecturas que dice que la justicia la establece Dios y al hom-bre le queda sólo ser justo. En realidad, en los libros proféticos sepuede leer otra cosa, esto es que el pueblo debe hacer el derechoy la justicia. Planteos que se fueron matizando y en los textosescritos sobre todo en el período de Salomón, aparece aquello deque es Dios quien hace la justicia.

Queda por analizar entonces como se fue pensando esta cues-tión. Ese periodo se caracteriza por políticas cada vez más exigen-tes, explotadoras y represoras, especialmente a través de las obli-gaciones tributarias, donde precisamente se manifiesta una rela-ción muy estrecha entre el poder político y el templo. Este, comointermediario de la recaudación, se constituye en articulación conun proyecto político que excede la idea de que Dios hace la justi-cia. Cabe agregar que Salomón fue el primer rey que instauró tri-butos dentro de un sistema de explotación total aún con su propiopueblo. Los reyes anteriores, incluído David, lo habían hecho conotros pueblos.

Esto tiene que ver con la famosa cuestión del padre, queaparece como mito fundante en la mayoría de los pueblos de laregión y que tiene como característica la noción de un asesinatodel padre por el hijo y viceversa. Mito también «naturalizado» enel nivel de las ideologías básicas que nos constituyen a nosotros y

14. Ascolani A.: Siempre habrá pobres entre ustedes... En: Derivas...cit.

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de ciertas teorías sociales y teorías políticas que lo refuerzan. Lotrágico es que ese mito que dice que el padre puede matar a suhijo, se traslada a que la sociedad puede matar a sus hijos.Nuestro mito fundante en el orden judeo-cristiano es el mito deAbraham. Posteriormente, esto se mescla con los mitos griegosque culminan en el mito freudiano del Edipo. El mito fundanteoccidental, que tendría que ver más con el mito griego, ubica alpadre en el poder de matar al hijo.En el mito fundante hebreo aparece que Dios pide a Abraham quelleve a Isaac a un monte y lo sacrifique. Con la aparición del án-gel, en lugar de sacrificar a su pripio hijo lo hace con un cordero.Pero la realidad de la ley de ese tiempo es que los padres tenían yaese poder e incluso debían sacrificarlos en determinadas circuns-tancias. Era una ley instituída. A partir de allí podemos pensarque si estaba instituído que el padre debía sacrificar al hijo, ¿quésentido tendría que Dios se lo pidiera?Lo que se puede suponer es que en realidad, Abraham se negó amatar a su hijo y por haberse negado y haber preservado a suhijo, Dios lo coloca en el lugar del padre del linaje. Esta inter-pretación tiene por lo menos un grado mayor de rezonabilidad quela contraria. Otro episodio que puede apoyar esta interpretación serefiere a que luego Abraham se traslada a Bersebá, lo que puedeleerse como algo lógico, como un exilio al que se ve obligado porhaber desobedecido la ley. Abraham se había sentido libre de trans-gredir la Ley para preservar la Vida, que por otro lado es esteimperativo que estoy tratando de referirlo a nuestra propia reali-dad 15.Esto plantea la disyuntiva que nos sitúa constantemente frente aesta a veces conflictiva relación entre Ley y Vida. Lo importantees poder reflexionar en el horizonte de aquellas leyes del sistemaque funcionan específicamente matando al sujeto, a veces apoya-

15. Hinkelammert F.: La fe de Abraham y el Edipo occidental. Cit.

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das en el sistema jurídico. No implica poco esfuerzo y riesgo en-tonces ser libre para transgredir la ley si ello implica preservar alsujeto.En el artículo ya citado, «Instituciones, leyes y formas de la trans-gresión», diferencio una transgresión perversa de aquella que im-plica ir contra la ley para superarla, desde el ejercicio de nuestralibertad, instaurando una que vá más allá. La trangresión perver-sa, por el contrario, implica aceptar la ley y al mismo tiempo ne-garla. El sentido de transgredirla está en poder gozar con ese acto,precisamente a partir de la percepción de la ley vigente en el hori-zonte. Para el perverso, si la ley no se halla en esa posición no haygoce posible.Si pensamos las contradicciones institucionales, si analizamos losmovimientos reales de la historia y la vida institucional, tendre-mos que plantearnos siempre que en todo momento estará la posi-bilidad de la transgresión, a veces la necesidad y otras la exigen-cia de la misma.Ya que estamos acá, diría que un caso es el de la Universidad. Siésta no fuera una institución transgresora, no tendría sentido queexistiera. La Universidad tiene que transgredir, tiene que violarlos conocimientos existentes para poder negarlos, proponer otros,crear, organizarse hacia nuevos conocimientos y prácticas.Para cerrar podría recordar unas palabras que tienen la edad dealgunos siglos, vigente hoy para nosotros, cuando, entre la ley quese pretende instaurar y nosotros como sujetos de y en la Universi-dad, aparece una nueva contradicción: «...nosotros queremos unafilosofía libre, una libre investigación científica. Vosotros impo-néis a una voluntad de opresión. Nosotros queremos la autonomíadel pensamiento y de la ciencia respecto de toda autoridad religio-sa, civil o académica. Vosotros queréis sofocar toda manifesta-ción del espíritu. Esta universidad no abierta a todos no es juesta.Las cátedras a los sabios, no a los dogmáticos. Los bancos a quie-nes aman la ciencia. Una enseñanza verdaderamente libre. Una

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sociedad en la cual el trabajador manual y el del ingenio sean hon-rados en la misma medida. ¡Solo así podrá nacer el hombre nue-vo!».

Esto sigue con este juicio: «Giordano Bruno, acusado deapostasía, herejía, de enseñanza contra la religión, blasfemia, deconspiración contra la Iglesia y el Papa»16.

Conclusión: Giordano Bruno es quemado en la hoguera.Giordano Bruno, sujeto libre, es muerto por la ley.

Mi pregunta final es entonces: nosotros en la Universidad,en nuestro país, ¿estamos haciendo algo diferente?

16. Del guión de la película «Giordano Bruno», de Giuliano Montaldo.

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Cambios socio-históricos, instituciones,subjetividades *

Antes de comenzar, cuando el presentador me preguntó pormis antecedentes, de acuerdo con lo que había escuchado ante-riormente le hice referencia sobre los diplomas que tengo, misactividades principales actuales y que en realidad yo era especia-lista en cuestiones generales y carpintero. Aclaremos, lo de espe-cialista en cuestiones generales era un chiste, pero como todo chistecontiene algo de verdad, quizás no como realidad, aunque sí comoanhelo. Pero dije «ser carpintero» y esto es lo que he venido ha-ciendo desde que empecé a caminar, que todavía no he abandona-do y espero continuar.

Ahora bien, si se entendió como una actitud demagógicapor tratarse de una jornada donde hay artistas y artesanos, quieroaclarar que no es así. En mi caso, yo diferencio lo que tengo de loque soy. Promediando los venticinco y más adelante obtuve algu-nos diplomas y he realizado prácticas relacionadas con unos u otros,pero insisto, desde chico mi ser se fue haciendo entre maderas.Era algo que venía de mis abuelos, mis tíos, mis primos mayores ymi padre y eso hace a mi ser. Quizás podría haber roto con ello,pero no he querido o no he podido. Para reafirmar esto, acompañoun escrito que hasta ahora conocían sólo algunos íntimos y quehabla de ello, ya que, en tratándose de un congreso de cultura, noestá demás incluir algo que quizás pueda ubicarse desde el lado de

*Versión corregida de la conferencia realizada en el Congreso Regional de Cultura.

Reconquista. Santa Fe. 16-18 de junio de 1995.

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la creación estética, aún cuando creo que las cuestiones teórico-conceptuales no son ajenas a ello.

Por otro lado, matizar la solemnidad de la presentación tie-ne la intención de instalar un interrogante sobre esta institucióndel congreso, la jornada y la presentación. Siempre se siente comonecesaria la palabra de alguien que parece estar más allá y se lopresenta como una especie de «todo que es». Yo quise decir queno soy todo eso, que soy un poco de eso y otras cosas, como co-rresponde a un sujeto generado por el sistema capitalista. Quizástambién romper con eso que en lo imaginario social aparece comola necesidad de diferenciar ese nivel de la palabra que puede dar«el especialista» y la palabra que pueden dar los demás. Yo lesdigo con toda convicción que si ustedes producen en los grupos,lo que decimos acá habrá tenido sentido, sinó serán palabras lle-vadas por el viento.

Bien, me habían pedido hablar sobre el tema de los cambiossocio-históricos y sus efectos sobre las instituciones y la subjeti-vidad. Quiero tomar lo que se visualiza como grandes cambios,algunos dicen cambios radicales. Al respecto se escucha mucho lareferencia a la reconversión del sistema capitalista. No hay dudasque son cambios, especialmente en desarrollos tecnológicos yorganizacionales. Pero quisiera que también nos interroguemossobre cuestiones que hacen al imaginario social que no parecenhaber cambiado significativamente.

La reconversión, el término más en uso para mencionar esoscambios tiene muchas caras. Su aspecto más amplio quizás se re-fiera a un nuevo estadío en que se encuentra el sistema, que hapasado de un proceso que apuntaba al control de resortes de pro-ducción, finanzas, leyes, etc. en territorios cada vez mas amplioshacia el exterior de los países centrales, hacia la periferia. Ahoranos encontramos en una fase en que, ya cubierto ese control yocupado prácticamente todo el globo, se da la necesidad de unareconversión y control hacia adentro.

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Dicho control algunos lo plantean como mundialización,como se dijo acá antes y significa una especie de proceso dedesterritorialización, una anulación de territorios singulares a par-tir de la captura por el sistema de la dinámica de los procesossociales, las relaciones, los intereses, lo deseos de la gente, apun-tando a muchas cosas y entre las cuales una es fundamental, yamencinada aquí, que es la del consumo.

Otra de esas caras está representada por los sistemas pro-ductivos. Un pasaje de medios dominantemente mecánicos a me-dios signados por otras tecnologías, electrónicas, informáticas,robóticas, con su incidencia en la mano de obra, entre otras.

Otra es la organizativa y especialmente la tendencia a la eli-minación, en muchos ramos, de grandes stoks y al consecuentecambio de objetos producidos de acuerdo a las circunstancias.

Esto, junto con lo anterior ha producido un efecto, la ten-dencia a aplicar la denominada «reconversión laboral», que entrenosotros recién está comenzando pero que marca fuertemente ladinámica de los países centrales. Esto plantea la exigencia de unaformación menos unilateral que permita el pasaje a diferentes ta-reas, problema bastante complejo y que se ha ido procesando congrandes diferencias en distintas regiones. Pero el problema másgrave para nosotros es la precarización laboral. Se quiere haceraparecer esto como una consecuencia fatal aunque no es así. Enotros lugares ello ha funcionado de otra manera a partir de brindarcompensaciones a quienes quedan fuera del circuito productivo yespecialmente brindarles otras posibilidades laborales. El proble-ma quizás no sea tanto la reconversión, sino la manera salvaje enque se implementa entre nosotros.

Otro es el cambio o mejor acentuación del proceso que yodenomino «lógica del producir para tirar». Yo diría que es el prin-cipal callejón sin salida que tiene este sistema. ¿Qué significa esto?Que las instituciones de producción generan cada vez más pro-ductos efímeros. Y estos mismos medios, como los medios masi-

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vos de comunicación principalmente, promueven la creación deuna subjetividad inherente al mundo contemporáneo que nos lle-va al deseo básico de consumir siempre objetos nuevos. La idea esque cuando alguien ha comprado algo que deseaba tener, inme-diatamente le pondrán por delante otro que supuestamente superaal que tiene. Entonces se produce esa consecuencia que es la deproducir no para el objeto dure y se siga usando, sino para que seuse lo menos posible y se lo tire.

¿Por qué es un callejón sin salida? Porque con esta lógica esimposible para cualquier sistema económico producir objetos paratodos. Fatalmente hace que la producción sea cada vez más con-centrada para una parte cada vez menor de la población y que laotra parte, mayoritaria, quede excluída porque sería imposible quetodos entraran en ese proceso de gozar de objetos que se usan y setiran. Por otro lado, la imposibilidad reside también en que en esecaso los residuos serían imposibles de reducir y cubrirían todo.

Dicha lógica sería entonces una de las dimensiones más fuer-tes y más claras de la producción de exclusión. Y acá tenemos quedecir que ese efecto implica la exclusión de ser ciudadano, ha-ciendo una extensión de dicho término a los derechos que van másallá que los incluídos tradicionalmente. Nosotros estamos forma-dos en una institucionalidad socio-política que habla de los dere-chos ciudadanos en ese nivel. Pero creo que hoy debemos hablarde ciudadano como ser sujeto de ciertos derechos que tienen quever con la posibilidad de vivir dignamente, es decir, del que estáincluído en el intercambio y posesión de bienes que hacen a esederecho.

Con respecto a la exclusión y a los mecanismos que la pro-ducen y a otros que la sostienen, creo que es importante reflexio-nar sobre ciertos fenómenos que se pueden observar en todos la-dos aunque son más evidentes en los grandes conglomerados ur-banos. Se trata que problema de que el excluído, en ciertas cir-cunstancias, desaparece de la percepción. No se trata ya de que se

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los vea y se los esquive, sino que hay un fenómeno nuevo queremite al hecho de que ese ser puede transitar sin siquiera ser per-cibido.

Esto aparece de muchas maneras, pero hay una película cuyotítulo es «Efectos especiales» que lo ejemplifica magistralmente.En una secuencia aparecen dos personas, una pareja, que son per-seguidas y recalan en un túnel de una gran ciudad donde se en-cuentran, en medio de una semipenumbra, con gente que vive allí.Para continuar con su huída, cambian de ropa. Dan la propia y sevisten con la de dos de esos miserables que viven en ese submundo.En la escena siguiente, la cámara enfoca una vereda en una callemuy transitada, donde en primer plano hay una parada de ómni-bus y gente esperando. De pronto se abre una reja en el piso y deese agujero comienza a salir gente. Los que están allí o transitanparecen no verlos. Particularmente un hombre que está muy cercacon las manos en los bolsillos esperando el ómnibus y sigue ahísin moverse ni tener ningún gesto, mientras la gente le pasa por elcostado o por detrás.

Quizás ustedes lo puedan tomar como idea porque tiene quever con el trabajo de creación cultural también, que para nosotrosestá signado no por lo efímero, sino por lo que permanece. Porqueeso tiene sentido para nosotros y no lo hacemos para tirarlo nipara que aquellos a quienes los damos hagan lo mismo. Y debe-mos tener en cuenta por último que esa lógica del producir paratirar objetos tiene un correlato siniestro que es el producir paratirar personas. Es decir, hacerlas desaparecer de diversas maneras,desde las más cruentas a las más simbólicas, según hemos visto1.

Creo que ello es importante por lo que aquí se habló respec-to de la defensa frente a esos cambios, frente a esas grandes má-quinas que trabajan en el sistema social y que tienen más que vercon la muerte que con la vida.

1. Ascolani A.: Democracia, ciudadanía, exclusión, En: Derivas...de la Psicología alanálisis institucional, 2da. edición, Rosario, Ed. de la Sexta, 1996.

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Esta cuestión de la ciudadanía también está implicada enotros cambios que la pueden tomar en otra perspectiva. Por unlado se observan ciertos avances en relación con lainstitucionalidad, con la promoción de derechos sociales que vie-nen principalmente de la lucha de sectores de la sociedad civil(que es algo de lo que hay que hablar), pero que tienen una contra-posición con lo que yo denomino la redespotización de las estruc-turas institucionales, especialmente en las instituciones de la pro-ducción y también en las educativas entre otras, porque el sosteni-miento de lógicas de exclusión y de su control exigen que las es-tructuras verticalistas tengan que reafirmarse. Tensión y aún con-tradicción muy fuerte que se va a seguir sintiendo con mucha fuerzade aquí en más2.

En fin, estos cambios, tomados en otra perspectiva, nos per-miten también observar la producción de un abismo de clases, conla degradación de la clase media en muchas regiones y la creaciónde clases marginadas y desposeídas que van en aumento. Fenó-menos que van dando lugar a un proceso muy preocupante que hasido dado en llamar «nueva edad media» porque genera en lasclases satisfechas la construcción de ciudadelas de diverso tiporodeadas de muros reales o virtuales que dejan a los demás afueray expuestos a todas las indigencias3.

Bien, esto tenía por objeto señalar algunos efectos negati-vos o preocupantes de estos procesos de reconversión, que sonmás conflictivos por la forma particular de aplicación del modeloen algunas regiones del planeta.

¿Cuáles son las defensas posibles?Había mencionado a la sociedad civil, cuestión importante

para avanzar sobre las figuras tradicionales de la oposición entreEstado e individuo. La sociedad civil aparece como una cuña que

2. Ascolani A.: El colegio de...., En Derivas....cit.3. Ecco H. y otros: La nueva Edad Media, Madrid, Alianza Editorial, 1974.

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ha ido desarrollando una presencia mayor y con singularidades enlas últimas décadas respondiendo a la acción de organizacionesno gubernamentales y sobre todo a los movimientos sociales. Creoque los movimientos de acción cultural se incluyen en este sector.Algunos por sus objetivos directos de creación cultural y otrosporque a través de la defensa de ciertos derechos producen tam-bién un efecto de creación cultural. Si tomamos por caso los mo-vimientos de defensa de los derechos de la mujer, veremos quefueron produciendo, a través de distintas etapas históricas esesujeto, que en las estructuras tradicionales estaba relegado en cier-tos aspectos de la vida social, con menores derechos civiles, sinderecho al voto, con una ubicación desvalorizada en el mundo deltrabajo, etc., de pronto aparece como presencia diciendo que comosujeto se opone, que no cree, que niega los valores vigentes, seafirma y se sostiene afirmando que los valores en los que cree sonotros y lucha para que estos sean aceptados por todos. Este proce-so de inclusión de lo nuevo, que incluye institucionalizaciones enalgunos casos, implica creación cultural en tanto aparición en eldiscurso social de algo nuevo, diferente.

Cuestión importante a tener en cuenta porque precisamentelos procesos de creación cultural y específicamente la imposiciónde ciertas presencias en la vida social, siempre preceden a lainstitucionalización, que a veces se produce con mucho retrazo.

Son analizadores significativos de ciertos cambios que tam-bién se dan en aparatos del Estado. Días pasados aparecieron de-claraciones de jueces de menores del sur de la Provincia en lasque planteaban la situación de estallido en que se encuentra laadministración de la justicia y especialmente del sistema carcela-rio. Incapacidad para abarcar la demanda de juicios y en los casosen que se producen resoluciones, no saber que hacer con los im-putados, muchos de los cuales debían ser devueltos a sus casasporque no había lugar donde ubicarlos. Cuando les preguntaronque hacían al respecto, respondieron que tenían que pensar las

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cosas de otra manera, porque luego de años de peregrinación porlos ministerios y otros aparatos del Estado, se dieron cuenta quecuando iban a esas oficinas los funcionarios no los escuchaban.

Ante la pregunta sobre qué hacer, respondieron que ahoratrabajan con organizaciones no gubernamentales y con movimien-tos sociales, es decir, con la comunidad. Pareciera que este es unanalizador importante en esta coyuntura, entendiendo analizadorcomo un acontecimiento que revela la verdad de la estructura so-cio-institucional oculta hasta ese momento. Significativo porquesurge del riñon de los mecanismos de control del sistema y queindican que allí algo se está rompiendo, algo está estallando y estálanzando estos analizadores que dicen que hay realidades nuevasque es fundamental desarrollar para que la sociedad puede seguirexistiendo4.

Es decir, la defensa de la sociedad no pasa entonces en loque a nosotros respecta, por los grandes centros ni los grandesaparatos, sino que pasa por todas las periferias posibles que porotro lado son aquellas donde nos encontramos siempre. Por elloesto da sentido a la defensa de los valores regionales, la creacióncultural en regiones que puedan defender los rasgos de la propiaidentidad formada a partir de la propia historia y que puedan afir-marse a partir de lo nuevo que vayan creando desde el seno de lavidad social, en relación a la defensa de sus derechos pero tam-bién a la promoción de ellos mismos como sujetos humanos.

En ese sentido es fundamental lo que puede ser la creacióncon los medios tradicionales en lo que hace al arte, a la artesanía ya otros emprendimientos. Precisamente acá hay grupos que no sonsólo comisiones que se arman para crear un teatro de ficción, sinoque están trabajando en producciones reales.

Pero tam bién m e parece fundam ental el aprovecham ien tode los nuevos medios técnicos como es la microutilización de nue-

4. Ascolani A.: Discurso jurídico, instituciones, subjetividad, En este libro.

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vos medios de comunicación, elementos importantes para el diá-logo entre los grupos que están trabajando en la producción cultu-ral y la transmisión de sus experiencias. Además estos son tam-bién importantes para transmitir la idea que en el acto mismo de laproducción se pueden vehiculizar ciertas reservas que son vitalesa afirmar y redimensionar en nuestra sociedad, como son la éticade la solidaridad, la creatividad, la libertad, la justicia, el respeto alas diferencias, que es lo que se produce siempre cuando existe untrabajo de igual a igual, de unos junto a otros.

Vinculada a estas ideas deseo trabajar una experiencia que amí me resulta impactante. Decía en el esquema que envié que «nohay límite al resurgimiento del sujeto cuando está la voluntad deno dejarse estar, de no caerse», e incluía un ejemplo que podríapensarse incluso como un proceso de autoconstrucción, deautocreación de un sujeto, el ciruja, tomando la experiencia deRosario, pero que muestra un avance interesante a nivel del país.

¿Por qué este caso? Porque es aquel más descalificado, aquelque vemos con aprehensión o que ni siquiera vemos cuando so-mos tomados por esa interceptación perceptiva de la que habla-mos antes. A veces dudamos sobre cuál es su condición comosujeto porque está como metido en lo más degradado, la basura,que nosotros rechazamos, expulsamos y con lo que no queremostener el mínimo contacto.

Pero en el trabajo de la gente que está con ellos y de ellosmismos han ido apareciendo movimientos muy importantes, por-que esa actividad surge de un lugar de cierto individualismo deaquel que cayó en ese espacio (que en realidad era una especie deno lugar) y comenzó a defenderse como pudo para lograr algo ysobrevivir. Un cierto individualismo que poco a poco en algunoscasos y en forma significativa ha ido pasando de esa posición auna de cooperación y organización, a la conciencia de que se tratade un trabajo y que ellos son sujetos con derechos que deben de-fender.

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También han surgido conexiones y diálogos entre distintosgrupos en la ciudad y por último se fue conformando un movi-miento nacional. He traído un video producido en una de esas coo-perativas donde podrán ver que en una secuencia aparecen frag-mentos de diálogos y opiniones interesantes en el primer congre-so de cartoneros del país5.

¿Qué quiero decir con esto? Que desde ese lugar de desechosocial, aparece la autocreación de un sujeto que se hace concientede sí mismo, que comienza a defender valores que aparecen muyclaros, con reflexiones muy profundas sobre lo que él es, de lo queimplica su obligación respecto de los hijos, de los valores de lafamilia, del respeto a los derechos de los otros, del valor del traba-jo. Quizás esto sea difícil de pensar desde afuera, pero si se losescucha, uno puede llegar a admirarse de la sutileza, de los análi-sis críticos que pueden hacer y que implican verdaderos hallazgosen el sentido de producción de un verdadero análisis social.

Quería partir de este extremo relativo a una posición de aque-llos que están desprotegidos, que son los más desfavorecidos yque sin embargo, sin ningún medio, están saliendo de ese lugar dedescalificación para constituírse como sujetos que evidencian fuer-za y valor extraordinarios. Frente a ellos, creo que nosotros esta-mos en mejores condiciones y si nos sumamos a esas luchas, pue-de constituirse una enorme fuerza en relación a la defensa de lasociedad frente a los valores destructivos que están avanzando apartir de la ética de un mercado despótico que se quiere imponer.

Nos habíamos preguntado que es lo que está cambiando y lodijimos varias cosas, pero precisamente lo que no cambia es loque está a la base de esa ética del mercado. Esa ética no es algonuevo sino una especie de culminación, de extremo de una de lasdos éticas fundamentales que han estado en lucha desde el princi-pio de nuestra historia judeo-cristiana o judeo-greco-cristiana-ro-

5. Video Alternativo Comunitario, Cooperativa de Cartoneros San José Obrero, Rosa-rio.

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mana, si ustedes quieren.Aparece ya en los primeros tiempos, incluso en el nivel de

lo escrito en algunos textos religiosos. Textos significativos quequiero tomar porque se trata de un pueblo, uno de los primerosque escribió su historia, que hizo la memoria de su pasado y en losque pueden leerse estos proyectos. Uno puede leerse principal-mente en los textos proféticos y permiten tomar algunos ejes parael análisis. Es interesante tomar las problemáticas del derecho y lajusticia, de la pobreza y la riqueza y del problema del padre.

En estos textos puede leerse que el proyecto de Dios diceque el pueblo tiene que hacer el derecho y la justicia, que el pue-blo tiene que velar para que todos tengan lo que necesitan paravivir dignamente y establecer las leyes que rijan esa distribuciónjusta de la riqueza y todas las leyes de convivencia necesarias.

Pero cuando se restaura el sistema de los reyes que culminaen Salomón, aparece otra versión que dice que es Dios quien haceel derecho y la justicia y al hombre no le queda más que obedeceresto que supuestamente Dios dice, pero que en realidad es la pala-bra de los sacerdotes del templo, los escribas que en ese momentoculminante de lo escrito dependían de Salomón, el rey más despó-tico y sanguinario que tuvo Israel, el que impuso el sistema tribu-tario más expoliatorio. Esto puede ser corroborado por un analiza-dor fundamental de ese texto que es el famoso número 666, elnúmero de la Bestia.

¿De dónde sale ese número? Significa el peso del tributo enoro que se le daba a Salomón y que correspondía a su propio peso.El peso de Salomón significa esa figura del mal, pero nosotroshemos aprendido la otra versión que lo coloca como un gran reysabio.

Este tema se relaciona a su vez con la cuestión de la pobrezay la riqueza que ha significado en la Iglesia Católica y en otras unalucha que lleva siglos y aún no termina. Lucha que ha tenido susmomentos, a veces de conflictos entre teólogos y otras que llegó a

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producir verdaderas masacres humanas.Quiero tomar algo que está vigente entre nosotros, que está

metido en nuestro imaginario y aparece una y otra vez en los dis-cursos pastorales y políticos. Me refiero a la afirmación de que laBiblia dice que «siempre habrá pobres entre ustedes». Aparece enel Antiguo Testamento y en los Evangelios. El problema nada me-nudo y que ejemplifica la cuestión de los proyectos enfrentados,es que hay allí un problema de traducción y de transmisión pasto-ral.

El Deuteronomio (15, 7) dice que siempre habrá disminuídos,pobres en el sentido de disminuídos, significando con ello a cie-gos, sordos, paralíticos, huérfanos, viudad, figuras que aparecenfrecuentamente en esos textos. Es decir, aún en la más perfecta delas sociedades siempre habrá este pobre que en la Biblia lleva elnombre de EBION, disminuído.

Pero ese texto dice también que A’ni, desposeído, no tieneque haber porque eso significaría que el plan de Dios no se cum-ple. Dicho término viene de una raíz que es aplastado, lo que indi-caría a alguien que tiene capacidad de trabajo, de producción, dehacer por sí mismo pero no puede hacerlo porque alguien le quitaesa posibilidad. Luego, lo que aparece en los Evangelios en bocade Cristo, está claro que tiene como referencia el Deuteronomio6.Esa traición al texto (aquí sí vale lo de traduttore-tradittore) llevóa una transmisión que lleva a que no nos hagamos demasiado ro-llo con esa cuestión porque si Dios dice que siempre habrá pobresentre ustedes, entonces los pobres que se las aguanten ahora, totalluego van a ser premiados en el cielo.

El tercer eje para el análisis está constituído por otro de losmitos fundantes, el mito del padre. El padre del linaje judeo-cris-tiano es Abraham y ese lugar remite al episodio de la Biblia en

6. Galassi S.: ¿Quién es nuestro Dios?Una lectura militante de la Biblia, Córdoba, Tiempo Latinoamericano. Ascolani A.: Mitos, teoría social, instituciones, subjetividades, En este libro.

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que aquel fue llamado por Dios para que llevara a su hijo primo-génito a un monte para sacrificarlo y que Abraham estuvo dis-puesto a hacerlo (Gen.22, 1-19).

Pero existen estudios, análisis históricos, e investigacionesque plantean que es difícil pensar que ese episodio haya ocurridoasí porque en el tiempo de Abraham, o de algún personaje quepudiera encarnar esa figura simbólica, en realidad estaba estable-cido como ley el derecho del padre a sacrificar al hijo primogéni-to. Esto hace pensar que sería absurdo que en un contexto socio-cultural donde eso estaba establecido, Dios lo haya llamado parahacer algo que aparecería como algo casi único, casi inconcebi-ble, cuando en realidad no era así.

Esto permite suponer que en realidad el hecho pudo ocurrirde otra manera, esto es, que Abraham haya sido el primer padreque se negó a sacrificar a su hijo, preservándolo de la muerte. Estopodría afirmarse a partir de otro episodio sugestivo que narra ladecisión de Abraham de tomar a toda su familia y sus posesionesy trasladarse a Betsabá. Esta lectura permite deducir que, por ha-ber desobedecido a la ley, por haber defendido la vida de su hijose convirtió en padre del linaje. Resulta bastante lógico pensarque el padre de la familia, del linaje hebreo haya sido aquel quedefendió a su hijo y no el que estuvo dispuesto a matarlo7.

En fin, siguiendo estas líneas de análisis salen a la luz esosdos proyectos. Uno es el que dice que el padre tiene derecho amatar a su hijo, lo que se deriva en que la sociedad puede matar asus hijos, que Dios es el que establece el derecho y la justicia y alhombre no le queda más que obedecer y por último que Dios diceque siempre habrá pobres, por lo que ellos deben resignarse y losdemás gozar de sus riquezas sin remordimientos. El otro proyectodice que el padre no tiene derecho a matar a sus hijos por lo que lasociedad tampoco lo tiene, que el pueblo es quien debe hacer el

7. Hinkelammert F.: La fe de Abraham y el Edipo occidental, San José de Costa Rica,1991

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derecho y la justicia y que no debe haber pobres-desposeídos por-que en ese caso el proyecto de Dios ha sido olvidado.

El análisis de estos textos, como los de la mitología y filoso-fía griega, el derecho romano y la mayoría de los discursos jurídi-cos posteriores, las teorías políticas y sociales, las estructurasinstitucionales hasta llegar a las ideologías que sustentan la éticadel mercado, muestran que los mitos fundantes que se han toma-do han sido los del primer proyecto, y a tal punto, que aparecencomo naturalizados en nuestro imaginario social. Todos nosotrossiempre hemos creído que es natural que sea así, que toda socie-dad tiene que ser estratificada, que todas las instituciones tienenque tener estructuras piramidales, verticalistas y más o menosdespóticas, que hay gente que es mejor que otra y que por lo tantotiene derecho a gozar de lo que goza, que los otros, por tener no sesabe qué defectos, tienen que sufrir lo que sufren con el consuelode que van a ser premiados después.

Esto se refuta día a día por la realidad misma pero nos cues-ta percibirlo porque estamos dominados por eso que no cambia, eldiscurso de las instituciones de las diferentes formas del podersocial, incluídos los medios de comunicación.

En oposición a ese proyecto, somos muchos los que cree-mos que el otro es posible. Somos los que creemos que el quetrabaja y valora lo que hace, que valora la cooperación, la libertad,la aceptación de las diferencias y el debate, que está empeñado encrear aunque sea en lo mínimo, que las instituciones pueden serdiferentes, que la gestión conjunta es posible.

En fin, que esto no tiene que ver con puras utopíasinmobilizadoras, sino que existen multitud de experiencias en elpasado que dicen que es posible. Experiencias que en su mayoríahan permanecido ocultas o han sido deformadas. Para ello pode-mos volver a los textos bíblicos, a aquellos tiempos de la vueltadel éxodo cuando luego de la dependencia del Faraón y la esclavi-tud, cuando el pueblo llega a su tierra (pueblo o grupo, no sabe-

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mos y para el caso no importa tanto), lo que se establece es unasociedad igualitaria que dura prácticamente dos siglos.

Construyeron una sociedad que no se parecía ni a otras so-ciedades tradicionales ni a la egipcia, paradigma del verticalismodespótico. Era una sociedad sin almacén, es decir, sin lugar deacumulación; sin cuartel o sea sin lugar de los guardianes del al-macén; sin templo, lugar de legitamación de la apropiación de losexcedentes (había sí levitas que habían renunciado a muchas delas antiguas prebendas sacerdotales); sin palacio del administra-dor-jefe-rey porque la sociedad era administrada por consejos deancianos.Había cuatro períodos de recolección culminados los cuales serealizaban grandes fiestas, se acumulaba lo necesario para llegar ala próxima y lo demás se destruía. Si eran atacados se constituíaun ejército popular conducido por los más capaces, algunos decuyos jefes fueron mujeres.

Sin embargo, también en nuestro tiempo hubo experienciasimportantes que indican que toda esta otra forma de las institucio-nes y de la sociedad misma son posibles. Están las cooperativasde producción españolas, especialmente de la región de Cataluñaque llegaron a tener un nivel de organización y de producción contal éxito que tuvieron que ser destruídas, para lo cual colaboraronmuchos: la Alemania nazi, la Italia fascista, Rusia, etc. Todos seunieron para destruir esas experiencias, no porque fracasaron, sinoporque mostraron que una organización horizontal comunitaria,donde todos puedan participar por igual llega a tener un nivel deproducción, tanto en lo económico como en otros aspectos que escasi impensable.

Es lo que hubo que hacer siempre, destruirlas porque lo quetiene que seguir vigente es la idea de que tiene que haber privile-gios, tiene que haber aquellos que tienen más poder porque su-puestamente tienen más capacidad, que tienen que dictaminar so-bre la vida, organizar la vida de aquellos que no tienen derecho ni

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de pensar ni de opinar.Creo que ustedes están en el camino y espero que sigan con

este trabajo porque tiene el valor de defender lo mejor que la hu-manidad tiene.

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Los terrores del déspota *(y otros temas)

I. El déspota, el sujeto y el humor.

Desde hace tiempo, contingencias existenciales, en las que seincluyen también experiencias laborales, lecturas, relatos, me fue-ron llevando a relacionar estos términos y las realidades, a vecesrisueñas y otras siniestras que son su referencia. Como ocurre tantas veces, fueron acontecimientos que se cons-tituyeron en lo que podríamos denominar «analizadores», es de-cir, algo que sucede en la cotidianidad institucional o en la vidasocial y que tiene el poder de revelar algo del orden de la verdadde la propia estructura que lo produce. Verdad la mayoría de lasveces celosamente oculta por las diversas instancias instituídas atal efecto1. Dije déspota porque suele suceder que alguien aparezca en eselugar, pero también podría decir «despotismo» si lo referimos aestructuras y mecanismos institucionales que pueden connotarsede esa manera. Y me quiero aproximar a una idea de sujeto en el sentido deaquel, individual o colectivo, que tiene capacidad de reflexión, deactuar con deliberación, de ser atravesado por lo que viene de símismo, con intuición, a lo que agrego el humor, en sentido demuestra de ingenio, agudeza, ironía y en casos, cierta gracia. Si digo reflexión-acción deliberada y por otro lado humor, po-

* Trabajo realizado entre marzo y junio de 19951. Lapassade G.: El analista y el analizador. Barcelona. Gedisa. 1979.

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dría aparecer hasta como una contradicción, pero no es así. Preci-samente los dos primeros términos, que nos pueden lleva a pensaren lo «racional-voluntario», que por otro lado pueden ser aspectospertinentes, no excluye dimensiones subjetivas que accionan des-de alguna instancia más difícil de definir y en la que interviene laintuición, la sorpresa, el acontecimiento y que sin embargo, a lapostre, no dejan de tener alguna razonabilidad2. Pero creo que no es preciso abundar en definiciones, sino mejorreferirme a algunos de esos acontecimientos que ultimamente mehan llamado a estas reflexiones. En primer lugar quiero hacer re-ferencia a una situación relatada con el título de «Chiste» en Pági-na 12 del 7-1-95 y protagonizada por un personaje, bastante si-niestro para mi gusto y al cual precisamente no puedo imaginarcon un rasgo de humor. La noticia decía: «El Ministro de JusticiaRodolfo Barra llevaba largos minutos argumentando a favor de laLey Mordaza contra la prensa, enviada por el Poder Ejecutivo alParlamento, cuando, abrumado, el periodista de la Rock & Pop lepreguntó:- ¿Y para usted un chiste también puede constituir una injuria ouna calumnia y ser castigado por ello?- Sí, perfectamente -arremetió Barra-, e incluso más que una afir-mación.» (el subrayado es mío). Este diálogo, por lo contundente y por la connotación de la res-puesta, creo que puede tomarse como paradigmático de esta pro-blemática. Porque hay una cosa que el poder despótico no soporta-alguna vez escribí que constituye su propio terror- es que un su-jeto hable y diga que el es eso: un sujeto. Y hay otra cosa queconstituye el paroxismo de lo insoportable, que ese sujeto muestreque es capaz de un acto de autonomía y creación a través del hu-mor3.

2. Castoriadis C.: Psicoanálisis, proyecto y elucidación. Bs.As. Nueva Visión. 1992.3. Ascolani A.: La punta de un iceberg. (Inédito).

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Humor, chiste, acto de libertad insoportable, «tanto más que unaafirmación». Creo que esto no se trata de literatura. Por el contrario, su refe-rencia es una idea dura, difícilmente refutable hoy: la sociedadno es una estructura total ni totalizadora. Sus estructuras son «ado-lescentes», siempre son estructuras falladas, siempre dejan al des-cubierto hiancias, aperturas, quiebres que, cuando su conforma-ción es despótica, intenta soldarlas por medio de una escalada quepuede ir desde la erección de mitos, a la represión, hasta el terror.Es decir, acciona por medios que siempre intentan, inútilmente,neutralizar a ese sujeto4. Es la eterna guerra entre lo inhumano-alienante y lo humanoque siempre desea devenir, que ama lo diferente presente y porvenir, que siempre tiene esperanza. Existe un libro de Anatoli Rubiacov titulado «El terror» y cuyotexto no he podido tener en mis manos, pero confío que esta refe-rencia sea fiel. Relata en una secuencia situaciones ocurridas en lapersecusión stalinista en Rusia. Un interrogatorio. El interrogadordice al prisionero que en una reunión se contó un chiste sobreStalin (lo cual era un crimen). Este responde que el no lo contó.Entonces el interrogador le pregunta: ¿Pero, usted de rió? Tenemos entonces que en la versión Barra, Ministro de Justiciade Menem, el chiste es peor que la afirmación y en la versiónKGB, el reirse por un chiste es tan criminal como decirlo. En otro campo, esta vez en una empresa privada, un empleadorecibe una comunicación reiterada con datos de filiación equivo-cados y responde en un momento que si bien no sería tan desagra-dable responer a esas otras señas, él preferiría las suyas. Este «chis-te» hace que el funcionario lo comunique y el sujeto sea llamadopor su superior, quien le dice que la empresa no puede tolerar esetipo de humorada, dado que lo haría merecedor del despido.

4) Laclau E.: Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Bs.As. Nueva Visión. 1993.

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Y en una empresa que fue estatal, hoy privatizada y convertidaen un terrorífico feudo de este capitalismo salvaje que supimosconseguir, un empleado asiste a un curso dado por funcionarios y«expertos» en el que se transmiten los nuevos y siempre viejosconsejos para el manejo de los empleados y clientes. El se hallasentado al lado de uno de ellos y le dan ganas de satirizar los deciresde los expositores pero no lo hace. Luego cuenta la siguiente re-flexión: «Pensé: si lo dijera, él pensaría a su vez que estoy loco, yyo estoy seguro que no lo estoy por eso mismo». Como hemos visto en estos casos, el humor, cuando aparece enestructuras institucionales despóticas, autoritarias, verticalistas,que favorecen u obligan a quienes detentan lugares de poder elasumir conductas consecuentes, puede ser vivido como subver-sión, como ofensa a «investiduras», como inconductas insportableso como locura. Precisamente, esta recurrente cuestión de las «investiduras» mellevan a pensar en la sacralización que se produce con los funcio-narios políticos y a veces de la burocracia que se hacen evidentes.En ese sentido han ocurrido hechos insólitos como es el caso deuna emisión radial del CONFER en la época de Alfonsín, que de-cía, referido a las FM algo así: «no consuma radio clandestina,porque ello ofende la investidura presidencial». Era algo emitido como cosa seria, aunque podría haber sido to-mado como un chiste de humor negro. Porque ¿qué tenía que verel presidente con que uno escuchara una FM determinada? En todocaso podría haberse instado al respeto a las leyes. Pero ello puedeser entendido precisamente en su relación entre sacralización deun lugar y una burocracia que va más allá de la ley y que ni siquie-ra puede referirse a ella. Se trata entonces de que una supuestatrangresión no puede ser referida al conjunto, a la comunidad y alsupuesto daño que se puede ocasionar a ella, sino en la ofensa aese lugar del poder absoluto, el lugar de aquel que sigue siendo,en las postrimerías del siglo veinte, el lugar del «primogénito»,

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que de alguna manera, se encuentra allí por derecho divino. Estotambién nos puede hacer pensar en los arrastres de concepcionesarcaicas insertas en estructuras institucionales democráticas y enotros discursos5. En fin, el acto humorístico hace presente a la estructurainstitucional, a través del sentir del déspota o del burócrata, queallí donde se creía que había algo de ella misma, que supuesta-mente lo cubre todo, en realidad, había un vacío, que de pronto seve ocupado por algo otro. Algo otro que de pronto fulgura y seescamotea, los sume en la angustia de la conciencia de su vacío,exponiéndolos a una presencia virtual que no les pertenece y quetransita, vaga, fluye libremente y que los jaqueará una y otra vez. Aparece en un lugar, en una superficie, en un acto de lenguaje,en un gesto, y desaparece, pero su resonancia no dejará de estarpresente. Alude a un ser, pero no en la contingencia de un sólosentido, el de la significación única, valedera, profunda, sino enun fluir que no puede ser visto-sentido sino como como el mayorpeligro, dado que presentifica ese punto donde aparece en la es-tructura un vacío de sentido. El acto del humor hace presente también, más allá del sujeto quelo actúa, algo impersonal, que es singular, nómade y libre. No loencontraremos en ninguna profundidad, y siempre aparecerá en lasuperficie, pero nunca será el mismo6.

5. Ascolani A.: Poder, mito, teorías sociales, subjetividades. Rosario. 1995 (Presentado para acreditación del curso: Desarrollos contemporáneos de la teoría política. Facul tad de Ciencia Política y RR.II. U.N.R. 1994). Ahora en este volumen.6. Deleuze G. Lógica del sentido. Bs.As. Paidós. 1989.

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II. El sujeto y el llano.

Quiero insistir, cuando el sujeto se para sobre sus pies y habla,produce ese efecto insoportable para un poder despótico. Pero esadecisión de pararse y hablar, que yo presenté desde la perspectivadel acontecimiento que enuncia que allí hay un sujeto, en el casodel humor, podría ser dimensionada diferenciando otra forma deposicionarse de un sujeto. En el humor, vemos que aparece algoen los intersticios, efecto fugáz, fulgurante que aunque no se sos-tenga en una continuidad (y generalmente es así), dice que allí hayun sujeto autónomo. Pero esos momentos puntuales pueden tenersu referencia en un sujeto (y como tal también insoportable) quese para, habla, acciona y se sostiene en las posiciones que va to-mando y por las que va adquiriendo también una identidad propia,singular y a veces única. Digo «se sostiene» queriendo aludir a su autonomía, a su creci-miento desde el llano, al valor de ser más allá de estructuras quelo soporten. Esa es la diferencia esencial con el déspota, que sóloes sujeto del aparato de poder que lo sostiene, pero que fuera de élse convierte en nada. Este es el otro lado extraordinariamente significativo de la co-yuntura actual que muestra, entre otras cosas, que la historia no seha terminado ni mucho menos. Así, cualquiera puede ver que existeuna mutiplicidad de sujetos, jóvenes, viejos, nuevos sectores obre-ros, desempleados, mujeres y otros que dan muestras de ello. Entre ellos quiero mencionar al que, entre nosotros, se haconstituído en el sujeto paradigmático de este tiempo: las Madresde Plaza de Mayo. Ellas, paradas, caminando, gritando una y otravez con sus cuerpos, con sus gestos, con sus palabras, una verdadinsoportable y terrorífica para los poderes despóticos: la de queson íntegras, libres, persistentes, corajudas hasta lo impensable,haciéndonos sentir que sus hijos, algunos de los cuales fueron

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nuestros compañeros y amigos, no han muerto...sí, ese es el te-rror de los poderes despóticos, que son poderes de muerte. El te-rror de comprobar que sus mitos, sus represiones y los terroresque han querido imponer, no han podido matarlos a ellos porqueno las pueden callarlas. Podríamos entender que no han podido matarlos porque ellasahí, cada día, les muestran que están vivos porque ellas los vuel-ven a parir una y otra vez. ¿Y nosotros? Nosotros, si no cerramos los ojos, veremos queellas nos hacen partícipes de esas pariciones, y una y otra vez,cada día, seguiremos renaciendo como sus hijos y hermanos. Pero, si por otro lado apareciera que ellas gritan un imposible,gritan por sus hijos asesinados, seguirá quedando entonces elominoso hueco que hace presente esa falla ilevantable para losresponsables. En fin, deberán aceptar que allí están esos sujetosque les dicen de sus fallas y que quieren un mundo diferente y alos que, como está visto, no podrán callar. Desearía que tampoco esto último sea tomado como simple li-cencia literaria dentro de un texto de reflexión sobre el sujeto, elpoder y las instituciones, porque he tratado de aludir, por lo me-nos con cierto sentido de lo verosímil, a otro sesgo para pensar larelación entre las muertes implicadas en el olvido, y todo lo que seabre, aún desde estas pariciones dolorosas, cuando nos atrevemosa hacer nacer cada día, aquello que dentro nuestro ha seguido vivo.

III. El canchero y el bufón.

En los puntos anteriores, lo escrito sobre el déspota y el sujeto,las referencias al humor tuvieron como horizonte a Barra, la KGB,las figuras del proceso, jerarcas de empresas...figuras serias, rígi-das y hasta siniestras. Sin embargo, aún cuando no sea lo más frecuente, pueden ob-

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servarse en el poder escenas que pueden ubicarse en el terreno delhumor, o más bien de lo cómico, y veremos porqué. Tendríamosque hablar en este caso del humor del dominador, que adquiere lamayoría de las veces el sesgo del cancherismo y su consecuenciaque es mostrar su superioridad y la descalificación de un lugarposible de parte de los que escuchan. Porque de no ser así, sólo el bufón puede mostrar rasgos de in-genio y de humor, pero en el marco de lo cómico, es decir, de lapuesta en escena. Y recordemos de paso aquello: «Cuando máscrisis hay en el reino, más trabajo tiene el bufón». El bufón reúne en su imagen lo cómico y lo grotesco, sea éstopor su deformidad, por sus vestidos o por ambos. Y tomo lo cómi-co-grotesco con referencia a lo que fue uno de sus orígenes, lorelativo a la comedia, a lo que es capaz de divertir. En este caso,sin poner en cuestión el orden del poder. El poderoso puede ser canchero y el que no puede pretendernada, puede ser bufón. Los demás sólo podrán reir, con ganas ono, del cancherismo de uno o de la bufonada del otro. Aquí también nos encontramos con una larga historia. La risa,lo cómico, lo grotesco han protagonizado preocupaciones expre-sadas en las palabras mismas, en las costumbres y aún en los filó-sofos. Momo, dios de la burla y del escarnio, seguramente ha devenidoen su designación de la palabra «momáomai»: vituperar, burlarse.Pero a su vez «momesis» es: censura, reproche, crítica. Si se unenesas significaciones, puede aparecer también en esta perspectivaque el acto humorístico es problemático porque su cara visible esla burla, pero su otra cara es la censura y la crítica. De ahí que quizás Platón (Philebo) concluya que en la risa siem-pre hay un fondo de malignidad, a lo cual Aristóteles (Poética)agrega el carácter de desvalorización como base de lo cómico. Por tanto su peligrosidad, como ya lo señalé antes, por su refe-rencia posible a un sujeto que no puede ser reducido a obedecer, a

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decir lo sabido, a redundar en lo ya dicho. Es interesante observar también que desde hace milenios se handado situaciones reiteradas que parecen corroborar lo que plan-teaba sobre el lugar del bufón, porque en Sumeria, Babilonia, Egip-to, en los bárbaros, en Roma, etc., aparece esto. En las más anti-guas civilizaciones mencionadas aparecen bajo relieves con figu-ras de dignatarios rodeados de enanos y locos que los divertían. Quizás esas regularidades culturales denuncien la necesidad delos poderosos de controlar ese peligroso factor, no dejarlo afuera,sino tenerlo adentro pero en esa figura deforme que por ser así nopodría disputar un poder real7. Muchos bufones fueron inteligen-tes además de graciosos y llegaron a ser famosos, pero aún así, nopodían ser más que eso. De ahí que es muy difícil encontrar casos donde se conjugueninteligencia, ingenio y belleza, porque esas cualidades solo pue-den aparecer en la figura del déspota, sean éstas reales o atribuídascomo alago.

IV. La solemnidad.

Tradicionalmente, lo solemne siempre tuvo un lugar privilegia-do en la vida institucional porque significó la presentificación,como imaginario realizado, de lo sagrado8. Las ceremonias, las vestimentas, los rituales siempre han aludi-do a ello, porque el sostén del ritual es el «deber ser» de algo. Esealgo, cualquiera sea, debe ser así, deben realizarse tales gestos,llevar tales vestimentas, decir tales palabras, pero la pregunta so-bre el porqué, sobre los fundamentos de esas prescripciones siem-

7. García Núñez A.(Wimpi): La risa. Bs.As. Freeland. 1973.8. Castoriadis C.: La institución imaginaria de la sociedad. Barcelona. Tusquets. 1975. Tomo I.

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pre ha quedado sin respuestas, cortada por ese «debe ser así» sinfundamento. Esto de acudir a una causa de lo que en realidad no se puededecir nada porque es una pura creación imaginaria, es un analiza-dor más de esta paradoja socio-institucional que se repite al infini-to. Es el imaginario primero, irreductible, que pone una causa allídonde no la hay. Lo solemne, lo serio, lo circunspecto ha dominado por muchotiempo. Sin embargo, en los últimos años. han surgido movimien-tos, como ocurre aún en la esfera de lo religioso, en que lo solem-ne ritual, la solemnidad, se ha complementado con una fachadaligada a gestos y promoción de una actitud diferente, donde lamística, el carisma, se mezcla con una especie de actitud exultan-te, entre alegre y maníaca. Este no es sin embargo, un fenómeno exclusivo de estos secto-res, sino que abarca una amplia gama de la vida social, efectoquizás de componentes complejos de la coyuntura histórica. Puede observarse también en la esfera del marketing, en pro-ductos publicitarios en los que el clima maníaco es lo que domina.También en ciertos «encuentros» de gente de empresa9. Estas ceremonias en general no provocan la reflexión sino fenó-menos de identificación y adhesiones afectivas que operan al modode la sugestión en quienes participan. Se trata de ceremonias quetienen casi la edad del mundo, en las que se combinan la presenciade un líder y de un grupo, cuya figura paradigmática es la imposi-ción de las manos por quien tiene el carisma y por otro, el acerca-miento, el tomarse las manos, el expresarse algo entre los pares.Cuestiones ligadas a necesidades de cohesión grupal, la afiliación,la adhesión afectiva, etc. Pero estos son efectos que en general sepueden diferenciar de lo que propuse sobre el humor y el sujeto

9. Ascolani A.: Los caminos del esquizo. En: Derivas...de la psicología al análisis institucional. Rosario. Ed. de la Sexta. Segunda edición ampliada. 1996.

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autónomo, porque en realidad, lo que se produciría aquí son nue-vas formas de alienación. Lo interesante del caso es que fenómenos que tienen estructurasy formas similares son alimentados por fuentes diferentes. Losgrupos religiosos-místicos los rescatan de sus propias historias,pero las situaciones que se dan especialmente en empresas, sobretodo aquellas bajo la influencia americana, cuando trabajan cues-tiones como capacitación gerencial, ventas, relaciones humanas(o inhumanas como diría Lapassade), aparece claramente la in-fluencia de desarrollos conductistas y de sus derivaciones.

V. La seriedad académica.

Si bien existen situaciones cambiantes que se podrían puntuali-zar, en nuestros medios académicos y profesionales ha dominadoy sigue dominando ese sentido de lo solemne. El trabajo de soció-logos, psicólogos sociales, psicoanalistas, sigue mostrando eserostro. Existe una seriedad de «licenciado» que mucho tiene que vercon ese «deber ser así» del que hablé. Un deber ser complicadocon el sentido de superioridad mesiánica y militante que pareceestar en las bases imaginarias de dichas cofradías. Quizás hayauna relación entre esa «seriedad» y una cierta «serialidad», de-mandada a los mismos. «Cierta seriedad hace sonreir al entrar en lo verídico» decíaLacan, y efectivamente, habría mucho que decir de estos «cli-mas» y constricciones respecto de lo científico, lo objetivo, lo es-pecializado, lo mecánico-mecaniscista, todo muy serio, grave,único posible10.

10. Lacan J.: La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud. En: Escritos. México. Siglo XXI. 1971. Tomo I.

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Único, uno, solemne, serio, serial... El cientificismo positivistasubsistente en tantas instancias burocráticas de poder y en las cien-cias sociales, a través de su palabra mágica «método» como deter-minante, absoluto quizás sea el nuevo «UNO» que reemplaza aaquel otro «UNO» de la causa heterónoma que todo lo explicaba. Así, a la seriedad dominante en los climas institucionales se lecorresponde la seriedad de quienes son demandados para solucio-nar sus problemas. El análisis institucional ha mostrado por mu-cho tiempo esa facie característica, notable por otro lado en elperíodo de dominio psicoanalítico en sus diversas variantes. Los dispositivos construidos para que «circule la palabra», tu-vieron siempre esa característica seria y estática. Extraña ycontrastante imagen esa de la promoción de una palabra que debíafluir, ondear, flotar, circular, saliendo de cuerpos estáticos, escon-didos, pétreos...esfíngeos. De esa manera, la referencia al compo-nente de creación y estético (en lo cual el humor está implicado),no siempre aparecieron como efectos claros. Sin embargo, el psicoanálisis es quien tiene mejores perspecti-vas de esa inclusión, ¿o acaso el chiste no fue uno de los compo-nentes del análisis por ser un efecto inconsciente privilegiado? Pero en otros casos la cuestión presenta mayores dificultades.Tomemos el del «cientista de la educación», versión Rosario delos licenciados en esa rama. Aquí se une «cientista» con «especia-lista» y como tal, creo que sugiere un rechazo a la producción deun objeto que siempre va más allá de eso que se pretende «cientí-fico» y especialmente un objeto estético siempre implicado en supráctica. El problema es precisamente que en las relaciones entrela gente (incluídas las relaciones entre científicos y sus produc-ciones), no hay acto, en sentido de producción de lo nuevo, sincreación y sin producción de un objeto en el que lo estético no estésiempre implicado. Un aspecto derivado, y muy importante que se presenta en elhecho de que un sujeto se autocaracterice como «cientista» (apar-

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te de lo horrible del término), es que lo referencia a una supuesta«ciencia» que, en realidad, es una institución en contrucción, unode cuyos efectos será a su vez la construcción de una imagen so-cial con su significación imaginaria, que se relaciona con la pre-gunta sobre qué asignación de saber-poder le corresponde en elconcierto de las demás ciencias sociales. Es en este punto donde se hace imperioso tomar otros cruza-mientos. Si hemos tomado por un momento lo referido a lo con-ceptual y a la práctica, desde el sesgo de la producción, creación,objeto estético, ahora quiero mencionar que ese ser «especialista-cientista» (por seguir tomando esta autocaracterización extrema),también interviene como operador ideológico-político o por lo me-nos con esas implicaciones. Esto daría lugar para pensar la rela-ción entre los políticos como especialistas y estos especialistascomo políticos negados. Así es, mucha agua a pasado bajo los puentes y a pesar de quehan sido cuestiones muy debatidas en otros tiempos, hoy bajo lavigencia de diversos discursos de la ambiguedad, se hace necesa-rio volver sobre ellas. Hay allí algo del orden de la negación en elmejor de los casos (podría tratarse también de una renegación),por lo que se hace necesario decir algo sobre esa operación políti-ca y su importancia para revertir la idea de que la actividad cientí-fica pueda ser «contaminada» por lo político. Para ello podría se ilustrativo tomar una perspectiva histórica ydiscriminar los diferentes períodos que implicaron desarrollos ypasajes productivos, en algunos, y cortes violentos, en otros, debi-do a los cambios en el escenario del poder. Hubo un período ca-racterizado en su momento como predominante cientificista (años55 a 70), con un desarrollo hacia posiciones mas complejas y crí-ticas que culminan en los planteos más «políticos»(años 70 al 75),luego el proceso de la dictadura militar que volcó la situación ha-cia una vuelta cientificista en casos, hasta los proyectos de forma-ción de clases gerenciales en algunas carreras, como es el caso de

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Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario (años76 al 84). Por último nos hallamos en este período de mayor inde-finición y en el que sigue dominando lo que denominé un «discur-so de la ambiguedad»11.

VI. Lo serio, lo lúdico, la palabra y el cuerpo.

Hice ya mención a la cultura de la manía como un efecto coyun-tural del funcionamiento del sistema capitalista en su aspectomercadotécnico y especialmente en la publicidad maníaca, aspec-to acotado de una gama de fenómenos que incluyen al cuerpo y aesas distintas expresiones. Respecto de otros aspectos de mi interés, desearía plantear larefracción de estos procesos en el funcionamiento de los grupos yen las técnicas de operación grupal en la vida institucional yespecíficamente en el análisis-intervención. Observamos que se ha ido produciendo un desplazamiento de lapredominancia de la palabra a la del cuerpo o por lo menos unamayor presencia de éste, lo que puede referirse a varias fuentes. Una puede estar constituída por ese alegre abandono a esas es-cenas maníacas, a lo lúdico, a lo corporal, a su sensibilidad, comoefecto de la derrota de ideas y modos de conducta ligados a lasinstituciones de la edad moderna, con sus solemnidades,disciplinamientos, discursos heroicos, estrategias de luchaabarcadoras, construcción de grandes aparatos burocráticos, idea-les militantes-militares, todo solemne, serio y sin fisuras. Otra puede ser la devaluación de la palabra, especialmente en elplano de lo socio-político y la promoción de acciones como pro-testas, movimientos o acción directa, como alternativas.

11. Ascolani A.: Psicología institucional: sus conflictos y sus cambios. En: AscolaniA.: Derivas...citado.

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Todo esto no puede ser desligado de la trama tejida por movi-mientos, creaciones y cambios culturales en la línea de la secula-rización y liberación de las costumbres de las últimas décadas. Respecto de lo grupal, algo menos analizado pero que podríadar lugar a interesantes reflexiones, podríamos remitirlo a un de-seo de copia de lo que pasa en territorios donde se han dado proce-sos de desarrollo intensivos, como es el caso del Japón. Procesoinverso al ocurrido en décadas anteriores cuando se decía que «losjaponeses copiaban todo». Y efectivamente, ello salieron al mun-do, y entre otras cosas, se llevaron todo lo que encontraron res-pecto de la problemática grupal, incluídos teóricos, académicos einvestigadores. Respecto de esa cuestión de la copia, en una entrevista a un exi-toso industrial japonés, un periodista le preguntó si era cierto queello copiaban todo. El contesto, acompañando su respuesta con suinescrutable sonrisa oriental: «No es así, nosotros salimos a co-piar, pero ya lo copiamos todo y ahora nos dedicamos a inventar». Precisamente, ellos se llevaron elementos ligados a las técnicasgrupales, pero hicieron algo muy inteligente, que fue articular esoselementos con su milenaria cultura. Occidente, visto su éxito, ha intentado a su vez copiarlos en cues-tiones como los famosos círculos de calidad, de calidad y partici-pación, de democratización de la vida empresaria, etc. Lamenta-blemente se ha fracasado en la mayoría de las experiencias reali-zadas por la desarticulación de esos presupuestos de trabajo grupaly la irreductible cultura individualista occidental, agravado en al-gunas regiones por la instauración de un modo salvaje de conduc-ción empresaria. Los japoneses cantan, ponen el cuerpo en ejercicios y ceremo-nias individuales y colectivas, hablan, discuten, hacen propuestasen una trama de significaciones imaginarias sociales que aquí noexisten. Por lo que las técnicas corporales, lúdicas o no, se hallandesconectadas de esas bases12.

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Es así que entre nosotros, esas técnicas, y aún las lúdicas, plan-tean el tener que poner el cuerpo, connotándose en muchos ca-sos de una exigencia «superyoica» sin otros sostenes necesarios.En ese sentido, detrás de su pátina liberadora, esas técnicas sepueden constituir en nuevos instrumentos de poder despótico ymás aún si adquieren el sentido de «descargas» de tensiones, deansiedades o lo que fuere, con un concomitante que es la negacióndel análisis. Es decir, contactos, sensibilización, juegos, acciones,pero no análisis. Precisamente es del análisis de lo que se trata y en esos casos seescamotea, como existen análisis que escamotean esos aspectostambién necesarios. Es decir, si el análisis implica que todo seapuesto en cuestión, el dejar fluir los procesos de discurso, desemiotizaciones diversas, de lo inconsciente con sus flujos desdelo socio-histórico a lo personal, con su procesamiento rizomáticoy acontecimental, no existe posibilidad que ese análisis, en cual-quier caso, se procese sin la puesta en juego del cuerpo, del juego,del humor, elementos esenciales para que lo instituyente opere,para que lo nuevo, la creación, permita a los sujetos, individualeso colectivos, ir más allá de sus constricciones presentes.

VII. La institución y los cuerpos.

La presente necesidad de «liberación del cuerpo» por otro lado,tiene fundamentos en fenómenos institucionales que hacen que seconstituya en una especie de consecuencia lógica. Existen pocas dudas que los procesos socio-histórico-políticosde las últimas décadas, son una profundización de procesos quevienen del fondo de los tiempos pero que se fueron delineando

12. Ascolani A.: Viejas y nuevas ideas para viejas y nuevas empresas. En: Ascolani A.:Derivas...citado.

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con nuevas figuras desde el surgimiento del industrialismo y delas revoluciones sociales. Se ha profundizado una contradicciónentre progresos, algunos reales y otros aparentes en lainstitucionalidad democrática y en su lado opuesto laredespotización de estructuras institucionales, especialmente aque-llas del aparato productivo. Las instituciones madres del sistema capitalista, industrias, em-presas, finanzas, mercado, son esencialmente despóticas y repu-dian toda estructuración democrática, aunque por ahí no tenganmás remedio que negociar inclusiones democratizadoras. Inclu-siones que en este período y en regiones de predominio del deno-minado «capitalismo salvaje» son cada vez más escasas y en re-troceso respecto de conquistas logradas. Es así que hoy día aparece frecuentemente la referencia a «es-tructuras institucionales pesadas», o al «peso» de la institución, alos «climas pesados» y en general a un efecto común: el malestary otros efectos indeseables. Cosas que no sería bueno tomar comoreferencia metafóricas, porque en estricto sentido, la instituciónpesa y opera sobre los sujeto en todo su ser, corporal, psíquico,afectivo, espiritual o como se quiera decirlo y que adquiere for-mas diversas: malestar, angustia, enfermedades físicas y«psicosomáticas», desestructuraciones, etc. Esos efectos son diferentes según los lugares y niveles jerárqui-cos de los sujetos.En los niveles de base puede predominar el malestar como cues-tión más o menos genérica y problemas que se ligan a la institu-ción pero articulados desde el lugar profesional como es el casode un docente, un médico o un enfermero. Pero existen otros lugares que son neurálgicos desde el punto devista de como opera la estructura institucional sobre el sujeto, comoes el lugar de la «conducción».Precisamente, el predominio de estructuras piramidales, con mo-dalidades despóticas, hace que el lugar de la conducción, del jefe

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o líder, junto con la suma del poder, atraiga sobre sí el mayor pesode la institución. Aún más, en relación con esta figura, digamos que la forma dela pirámide puede dar lugar a mayor o menor concentración de esepeso sobre ese lugar. Tengamos en cuenta que para pensar estodebemos imaginar que esa pirámide se halla invertida. Cuanto más empinada y angosta sea su base y cuando más nive-les tenga, mayor es el peso concentrado en ese punto vértice delpoder. En cambio, cuanto menos empinada, mayor la base y me-nos sean sus niveles, más se podrá difundir ese peso. Podríamos pensar entonces algunas alternativas:- El jefe se hace cargo en exclusiva del peso de la institución: éstepodrá recaer entonces sobre su cuerpo y facilitar que se produzcanciertos efecto, entre los cuales ciertas enfermedades son típicas.- El peso se desplaza en lo formal, recae en parte sobre el aparatoburocrático. El poder y las posibilidades de la conducción dismi-nuyen, la producción también y puede llegar a la esterilización sila burocracia se autonomiza. Es lo que ocurre en la Universidaden Argentina por ejemplo, donde la relación entre la importancia,permanencia, control de mecanismos de administración, junto conla precariedad en cuando a dedicación, tiempo de trabajo, dura-ción de los mandatos o transitoriedad en las instancias legislativas(consejos), hace que proyectos sensibles pero importantes duer-man en los cajones por años. Facultades que tienen cientos dedocentes, en su mayoría con dedicación simple, que constituyenlegiones de fantasmas que van y vienen sin que uno nunca los vea.Situación que además hace a cualquier institución ingobernable.Facultades que no tienen régimen de adcripciones, ni cursos deespecialización y maestrías, ni de doctorado. Sólo algunas cues-tiones que permitirían incluir a nuestra Universidad en el capítulode «lo increíble pero real».- El juego se abre, se socializa efectivamente, se abre a la consul-ta, la escucha y la participación. Si esto se corresponde con un

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achatamiento de la pirámide y una neutralización de laautonomización del aparato burocrático, el peso se hace menor yse reparte. Esto puede observarse en algunas instituciones educa-tivas y especialmente en algunas de las experiencias con los con-sejos escolares.

VIII. De las formas institucionales: todo obligación,nada de placer.

Otro factor que inside en el malestar y el sufrimiento en las ins-tituciones es el hecho de que sus estructuras en nuestra cultura sehan construido en función del cumplimiento de funciones primor-diales de disciplinamiento, con roles estrictos, obligaciones queabarcan toda la estadía, diferenciaciones jerárquicas estancas, bu-rocracia compartimentada, entre otras. Como tal, la institución sigue siendo un lugar de «donación», desacrificio, de apostolado y de todo lo que aluda al funcionamientode engranajes que no deben dejar margen a ningún intersticio. Es así que en muchas instituciones no se encuentran lugares deesparcimiento, intersticiales, de ciertos «goces», lugares para to-dos, donde todos son iguales. Ejemplo de ésto son lugares de re-unión, especialmente los bares. Es extraordinario observar, especialmente en escuelas primarias,la dificultad de los docentes y otro personal en pensar que pudie-ran haber lugares para ellos, para la reunión, charla, café, contarchistes o simplemente estar ahí. Allí aparecen frecuentemente fantasmas persecutorios que losconstriñen a los roles asumidos, que prescriben la donación abso-luta de ellos hacia los niños. El problema es que fatalmente, en los lugares donde algo de esaposibilidad de estar bien no exista, el malestar y el sufrimientoseguirán haciendo que el drenaje de energía productiva se vea irre-

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mediablemente afectado. El hecho de que esos docentes sean lostrabajadores con mayor porcentaje de enfermedades ligadas a susfunciones no debe ser una casualidad.

IX. ¿Débil, leve, superficial?

Estas y otras cuestiones ligadas a la vida institucional y socialparecería que flotan en un mar de ambigüedades ideológicas yconceptuales, constituyendo una fuente de malentendidos. El análisis crítico con relación a lo solemne, la seriedad, laserialidad, el humor, los lugares placenteros, el cuerpo, las afecta-ciones, etc., no significa promover un mundo de jauja, ni ideassuperficiales o «livianas». Se trata más bien de proposiciones que hacen a la humanizaciónde la vida institucional por sobre los aspectos burocráticos,alienantes como lo rígido, lo sufriente, lo que implica esa especiede «donación» sacrificada, por un sentido mesiánico de un apos-tolado sin retribución, salvo ese goce sufriente. Lo liviano, lo pesado, lo fuerte, lo débil, lo serio y lo que no loes, son términos y oposiciones que aparecen en diversos discur-sos, profanos, literarios, filosóficos. Sin haberlo investigado y desdeel lugar de una relativa ignorancia, diría que han dado lugar aambigüedades que pueden dificultar la captación de lo que he ve-nido trabajando. Efectivamente, ello puede entenderse en la perspectiva de dis-cursos tradicionales donde lo sólido, lo profundo, lo fuerte, lo que«pesa», como valores, se han ligado quizás a las ideologías y filo-sofías de lo uno, lo inmóvil, lo perdurable, la razón, lo no contin-gente. Es en ese contexto que pensaba el dominio en las instituciones yen la vida social, de estructuras, rituales, hábitos, climas que remi-ten a «eso» pesado, profundo, serio, solemne, sagrado como fuen-

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te de valores. Y en ese horizonte, el pensamiento que plantee categorías dife-rentes, como las de contingencia, incertidumbre, multiplicidad,azar, caos, velocidad, intensidad o fragmentación, (y consecuen-temente las concepciones de la vidad social que las tienen en cuen-ta) sólo puede hacerlas presente a partir de considerar las afeccio-nes, los cuerpos, los sentimientos, en dimensiones que van másallá de las constricciones que imponen las categorías tradiciona-les. En realidad, lo que en una perspectiva podría denominarse dé-bil, leve, superficial, incompleto, puede ser lo más fuerte, profun-do y pesado, en el sentido de que se necesita todo eso para que unsujeto se sostenga, y que asimismo las instituciones se sostengan,cambien, crezcan, o terminen su ciclo, aceptando todas las contin-gencias de la vida humana. Contingencias que dicen de nuestra debilidades, de nuestra fu-gacidad, de nuestra incompletudes, sin abandonar sin embargociertos principios que hacen a lo humano como la libertad, la au-tonomía, la cooperación, la solidaridad, la creatividad, cosas queno han brillado en las sociedades estratificadas, piramidales ydespóticas, tributarias siempre de algún «UNO» absoluto y quetampoco brillan en estas sociedades capitalistas posmodernas dondeel culto y promoción de lo individual, de cierta liberación-gocedel cuerpo entre otras cosas, es una contraparte de una nueva ido-latría que remite a un nuevo «UNO», cuerpo lleno sin órganos,desterritorializador, reductor de singularidades, exterminador delo que siempre sobra y uno de cuyos nombres es el de Mercado.

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Instituciones, mitos culturales, subjetividad

El nuestro es un país joven. Las formas institucionales enlas que se fue constituyendo como tal, no tienen ni siquiera laedad de la modernidad. En un período embrionario fue regido porun estancado y ancestral derecho, el “de indias” y su historia siguesiendo aún en estos años de fines del segundo milenio, alguna“novela “ predominante escrita por unos pocos representantes deuna reducida aunque poderosa clase.

En el transcurso de esa cortísima vida, si tenemos en cuentala de otros territorios y la menor amputación de la visibilidad delperíodo previo a la colonización, el tema de las formas de la orga-nización institucional se remite casi al siglo pasado y ha estadosignado por grandes corrientes ideológicas dominantes a travésde algunos períodos y por las diferentes existencias coyunturalesde conformación de sus instituciones.

En general, estos procesos refractaron una y otra vez las im-posiciones o influencias de regiones, países o sectoreshegemónicos: realistas, republicanos, influencias del pensamien-to francés e italiano, ideas liberales en la organización nacional,influencia de la organización institucional americana, etc.

La urgencia de conformar el Estado-Nación y la de poblar-socializar, en cuanto se contaba con nativos de la propia tierracomo sujetos de culturas que se querían cambiar, y de aquellosque llegaron aún de lejanas y contrastantes culturas, junto congobiernos conpuestos, por lo menos a partir de la organización,por sujetos “calificados” en relación a la plebe, hizo que predomi-nara una orientación estatista en grandes sectores y que ello tuvie-

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ra su expresión en las estructuras del poder institucional.La educación, la salud, los servicios y aún ciertos sectores

productivos se organizaron y desarrollaron bajo esas perspecti-vas, proceso que adquirió formas más definidas a partir de losaños cuarenta en el presente siglo. A aún cuando no se debe dejarde lado el espacio ocupado por instituciones privadas como lassociedades de beneficencia en el campo de la salud y la iglesia enel de la educación, en la mayoría de los casos fueroninstitucionalidades que funcionaron en consonancia con los pro-yectos del poder estatal, subvenciones incluídas.

Esto parece haber sido apoyado por la constitución de mitossociales que situaron cierta identidad entre lo que se definía comonecesidades y derechos del pueblo y la estructura que aparente-mente los representaba y hacía realidad: el Estado.

En esta perspectiva, todo lo que surgiera en otros espaciosera incluído sin más en el terreno de la sospecha: escuelas, univer-sidades, instituciones de salud, culturales, se servicios y por su-puesto las productivas.

En cuanto a cambios o innovaciones, cuando se trataba delas grandes estructuras, casi siempre eran producto de decisionesde las alturas de las esferas de poder, lo que generaba diversosproblemas: se trataba de instituciones piramidales, con conduc-ciones que se abrogaban todo el saber. En este sentido la democra-tización política no se correspondió con la democratización de lasestructuras y culturas institucionales. Los líderes de las instanciasgubernamentales heredaron una tradición despótica. Lo que era elfuero del Rey-Virrey y demás pasó luego al de las elites ilustradasy al funcionariato político.

Las estructuras institucionales fueron configurándose enforma estratificada con multiplicidad de niveles y compartimen-taciones, lo que dio cada vez mayor poder a la burocracia. Susobredimensionamiento llevó con el tiempo a su autonomizacióny a la producción de efectos alienantes en todos los actores.

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Este proceso, incentivado por las frecuentes interrupcionesy cortes en la escena política, con su secuela de cierres y olvidosde progresos logrados en los períodos democráticos cuandoadvenían los procesos despóticos hizo que la expansión, el podery el anquilosamiento burocrático agravaran cada vez más los pro-blemas, sobre todo en el ámbito de la eficiencia y la economía.Esto tuvo su contracara en la pasivización de los sectores socialessituados en las bases institucionales, lo que fue dando lugar a lapaulatina disminución de la participación.

Sin embargo, creo que la participación social nunca dejó detener cierto componente de alienación. Lo que predominó en dis-tintas épocas, aunque con matices diferenciales, como es el casode los períodos yrigoyenista y peronista, fue la acción de las ma-sas con una referencia densa y mítica hacia los líderes. Esto tuvosus momentos culminantes y para lo que pudo ser el desarrollo deuna cultura política, de una mayor lucidéz de las masas. Recorde-mos una admonición letal como aquella: “De casa al trabajo y deltrabajo a casa”. En fin, la palabra del líder que dice: yo pienso, yosé, yo planifico, yo tomo las decisiones, ustedes no necesitan nisaber, ni pensar. Ustedes, como los caballos de la noria, sólo de-ben recorrer ese sendero que va de casa al trabajo. Lo que ademásse complementaba con la descalificación total del adversario, trans-formado en enemigo deshumanizado: “No se detengan a escuchara los perros que ladran”. Es decir, no a las diferencias, sí a la ho-mogeneidad y a las totalidades y a lo totalitario de dicho discurso.

Hoy, en amplios sectores, las posiciones se han invertido.Ahora todo lo que se refiere a la estructura y a las instituciones delEstado es lo que aparece bajo sospecha.

Con esto creo que corremos el peligro de que el flujo de lasubjetividad colectiva tienda a situarse en una posición de unifor-mar, aplanar la realidad, haciendo que lo totalmente bueno en unmomento se convierta en totalmente malo en otro. Esta subjetivi-dad tiene su encarnación en diferentes planos de la vida social,

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desde los intelectuales y aún los especialistas politicólogos hastalos conglomerados más bastos que solo se expresan por el voto enesta “democracia de un día” que supimos conseguir, o por otrosmedios indirectos las más de las veces.

Lo que no nos hemos dado es la oportunidad de un debatesobre lo matices diferenciales en cada caso, de la oposición entreinstituciones del Estado e instituciones privadas. En este sentido,el discurso de ciertos resortes del poder gubernamental, de secto-res interesados y fundamentalmente de los medios de comunica-ción, han adquirido una forma aplanante y degradada. No existenesfuerzos ni en esos sectores, ni en los partidos políticos de ayu-dar a pensar en las diferencias entre distintas formas de los proce-sos capitalistas, en los cuales las formas de la relación entre loestatal y lo privado son variadas y de significaciones diferentes.

De esa manera, el estatismo quedó prendido a las realidadesque aparentemente lo expresaron: sistemas “socialistas”, fascis-tas, bonapartistas, populistas o democráticos que no se cuestiona-ron nada al respecto. Y a esto colaboraron muchos intelectualesque de una u otra manera pusieron sus elucubraciones al serviciode la justificación de esas realidades.

El caso del marxismo es claro. Lo más brillante de suintelectualidad trabajó por décadas en la justificación de la formaque adquirió el sistema en Rusia y sus satélites. Sólo lentamente,con los acontecimientos de Hungría en el 56, Checoeslovaquia enel 68 y luego algún otro, rasgaron sus vestiduras, criticaron al par-tido o renunciaron a él. Es inexplicable porqué lo que fue malopara Hungría o Checoeslovaquia había sido bueno para los rusos.

Hoy por fin se puede desempolvar papeles y darnos cuentaque ni Marx, ni tantos otros habrían apoyado semejante procesode totalitarismo, de ahogo de la participación del pueblo en la ges-tión política, social y cultural.

Por otro lado, los discursos opuestos, los del “liberalismo”conservador, a sabiendas o no, estuvieron por décadas presentan-

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do como unidad al liberalismo político y al liberlismo económico,lo que facilitó la confusión de mucha gente respecto de las posi-ciones liberales que defendieron los derechos individuales, los de-rechos a la iniciativa individual o colectiva, al pluralismo ideoló-gico, con los principios conservadores en el sentido de la afirma-ción de una libertad económica que no es más que una justifica-ción para la conservación de privilegios y poderes logrados a tra-vés de las épocas, a fuerza de sangre, fuego y explotación, que sepretende acrecentar hoy con nuevos emprendimientos.

Creo que no es fácil romper con las posiciones maniqueasque nos han atado: considerar el bien como principio y esencia enun lado y el mal como principio y esencia en otro.

En realidad existen posiciones, reivindicaciones de derechosque fueron sostenidos por socialistas utópicos y por liberales deayer y que son sostenidos con nuevos matices por nuevas formasen que se presentan marxistas, socialistas, liberales, anarquistasde hoy: democracia pluralista, justicia social, defensa ecológica,paz, derecho a la creación cultural, derechos de la mujer, de losniños, de los jóvenes, de los ancianos y de otras minorías. Sontemas que unen posiciones.

Pero la economía lo divide todo.El Estado planificador absoluto ha mostrado su fracaso, y la

apertura en Rusia está mostrando algunos de sus matices.¿Pero qué significa la libertad económica hoy? No significa

seguramente falta de planificación, sino transferencia de ese po-der, en buena parte por lo menos, a otro lugar: el de las grandesempresas multinacionales. Sin embargo, aún cuando algo de estose pueda decir, la velocidad y el azaroso proceso de produccionese innovaciones, que muchas veces no parte de una programaciónsino de una diagramatización cuyos bordes puede llegar a consi-derarse hasta caóticos, lo ponen en duda.

Los estados nacionales como entidades soberanas aparecenjaqueados y debilitados, pero existen procesos como los de Euro-

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pa, donde se marcha a la constitución de alguna forma de estadosupranacional. Es un movimiento que quizás no implique una al-ternativa real al poder económico, sobre todo que la lógica de lasformas productivas y de consumo, seguramente seguirán gene-rando tasas cada vez mayores de desempleo o exclusión. De todosmodos presenta posibilidades sugerentes para el futuro.

Sin embargo no es un proceso claro y homogéneo y los acon-tecimientos de Europa del este lo ponen en evidencia. Con el co-rrer del tiempo seguramente nos encontraremos con muchas sor-presas que tal vez refuten seguridades sobre el aparente fracasoabsoluto que nos quieren vender los medios de comunicación cuan-do se refieren al “mundo comunista”. En ese sentido el mensajémás insistente transmite la confusión entre socialismo y estalinis-mo, que no son la misma cosa.

De hecho, el apresuramiento por decretar la muerte del so-cialismo y la muerte de las ideología según el modelo Fucuyama yotros similares, denota más la preocupación de sectores conserva-dores occidentales que de los socialistas mismos. Por otro lado,más allá de donde se los coloque en esta distancia virtual entresocialismo y estalinismo-despotismo, hay otros territorios en loque esto último no ha caído, como es el caso de China, Corea delNorte, Vietnam o Cuba. Si un porcentaje significativo de la pobla-ción mundial se halla bajo esos regímenes, ¿cómo se entiende en-tonces la cuestión de “la caída del socialismo”?

Esto es interesante para pensar ciertas falacias en relacióncon ciertas teorías-mitos que se juegan en las ciencias sociales,como la famosa y supuesta reconstrucción de la “aldea global” deMcLuhan, tal aldea global no existe, porque existen enormes franjasdel globo terráqueo totalmente ausentes de los mensajes de losmedios.

Otro interrogante es qué puede pasar en Latinoamérica, enfunción del avance de los programas neoconsevadores y la per-manencia de acciones disociadas, del sostenimiento de relaciones

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bilaterales que, como en el caso drámático de las deudas externas,debilitan las posibilidades de nuestros países ante los frentescohesionados de los sectores acreedores.

Por otra parte, si miramos hacia adentro, esa debilidad apa-rece frente a los acuerdos políticos con las grandes corporacioneseconómicas y la consecuente cesión de importantes lugares dedecisión en relación con las mismas estructuras estatales.

En fin, nos dicen que lo que creíamos “malo”, resultó ser“bueno”. El peligro es que no habiendo alternativas claras y aun-que no se lo quiera pensar así, de pronto la gente se sienta atada aesa lógica cínica, y terminen aceptándolo como la única verdad.

Los discursos que pretenden reafirmar el falso dilema entreEstado e iniciativa privada, de triunfar sobre el espíritu de la gen-te, traerá nuevos daños. Es necesario convencernos de que no esun destino inevitable. De hecho, si se sostiene el derecho a la li-bertad de iniciativa, de participación, de palabra, de creación enmúltiples espacios, esto debería admitirse para todos. De ser así,sólo una acción ordenadora y compensadora por parte de instan-cias estatales, podría hacerlo posible.

Esta acción del Estado es necesaria porque se trata de unarduo problema, dado que la libertad de iniciativa tiene en cadacoyuntura un punto de arranque basado en la desigualdad de opor-tunidades. Quienes hoy las tienen en mayor medida, en muchoscasos, son herederos de bienes que fueron logrados a partir de laexplotación, salvaguardada por leyes que hoy consideramos total-mente injustas. Y aún en estos días las transferencia de riquezadesde los sectores más desprotegidos hacia los sectores financie-ros y empresarios, sólo habla de la debilidad, desajuste e insufi-ciencia de las leyes actuales y de la corrupción del sistema.

La corrupción, se ha convertido en inherente al sistema yaún sin la posibilidad de analizar acá exhaustivamente este proce-so, podría apuntar algunos elementos a modo de analizadores. Meinteresa señalar lo que tiene que ver con su lógica y con una ética

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que lo caracteriza. En cuanto a lo primero, las instituciones deproducción y distribución, sin distinción de que sean estatales oprivadas, no funcionan a partir de objetivos que apunten a la satis-facción de necesidades básicas de la población, sino que su lógicaes la de “producir para tirar”, lo que imposibilita el objetivo ante-dicho. Si esa lógica manda que se sostenga esa enloquecida carre-ra para producir todos los días objetos nuevos que sólo en apa-riencia son mejores, no hay ni habrá estructura productiva algunaque permita que esos objetos lleguen a todos.

Esto produce a su vez su efecto en la ética que lo acompaña,porque ella debe permitir la exclusión de muchos sujetos del gocede los bienes que el sistema produce y la destrucción de muchosotros. A su vez, esto crea a nivel de la subjetividad colectiva, laidea de que el sistema puede llegar a producir algún objetosatisfactor por autonomacia. Para muchos sujetos, capturados enesa vertiente imaginaria, el atajo que provee el consumo de dro-gas produce ese encuentro, tan deseado y tan en el camino haciabordes mortales.

Del lado de la producción de ese objeto particular que es ladroga, su distribución y conversión en tasa de ganancia, en dinerolegal, puedo decir con poco temor a equivocarme, que ese procesose ha convertido también en inherente al sistema, dado que se in-cluyen en él múltiples empresas de producción de insumos, enti-dades financieras y aún funcionarios gubernamentales, que hacenpensar en la imposibilidad de su reducción, debido a esa inheren-cia al sistema.

Estos aspectos anteriores a su vez se cruzan con un elemen-tos estructural que hace a la corrupción. Este es un sistema queconserva en sus estructura fundamental la idea que que no hayotra posibilidad de pensar las instituciones más allá de formasestratificadas y piramidales. El problema es que estas estructuras,unido a que no existe una ética de la solidaridad, de la mesura enel uso de bienes, lleva fatalmente a muchos sujetos a una feroz lucha

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por el ascenso a lugares de poder que se identifican con los lugarescada vez más próximos a las cúspides. De ello surge la corrupcióncomo un efecto inevitable.

Esta compleja realidad hace dificultoso discernir sobre el valorintrínseco de las historias singulares que parten de actos de creación,de coraje, de visión de futuro de individuos y grupos, en el contextode la “historia grande”, que dice que esos acontecimientos, a veces depequeña envergadura y otras no, se resignifican fatalmente en ella.

Algo de esto debe ser verdad, pero sería importante por lo me-nos trabajar con la idea de que las instituciones no constituyen lareproducción absoluta de un modelo que se repite al infinito. La vida,la cotidianidad, las historias personales, los deseos también están allí.Son factores que configuran dinámicas y movimientos propios y pro-ducciones culturales difícilmente reducibles a ciertos esquemas pre-fijados, a menudo de reminiscencias maniqueas, como es la divisiónentre lo estatal y lo privado como lo malo y lo bueno.

En relación con muchos emprendimientos, sujetos y gruposponen en eso mucho de su amor y también de sus odios, ayudan a quefuncionen sus propios emprendimientos o las instituciones a las cua-les se hallan integrados, pero también a que no funcionen sin fallas.Existe allí una cultura visible y culturas invisibles, que a veces searticulan y otras se oponen, sin conjugarse nunca.

Es evidente que se ha avanzado enormemente en ciertos aspec-tos y en ciertas regiones, por ejemplo desde el trabajo de sol a sol encondiciones inhumanas, al trabajo en condiciones más protegidas.Pero esto se relativiza en tanto el precio ha sido la continuidad y enmuchos casos el aumento de sectores que no tienen ni siquiera trabajoque hacer y no pueden vivir dignamente, sino sobrevivir en condicio-nes lacerantes para un espíritu humano mínimamente solidario.

Suponiendo que esto no es irreversible, que se trata de unacoyuntura ¿qué forma y qué sentido podrá dársele a la organiza-ción de las sociedades y especialmente al trabajo?

Se han producido reiteradas experiencias en el mundo que per-

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miten pensar que los avances productivos no están reñidos con unpensamiento humanizador, de reivindicación de la fuerza, de la inte-ligencia, de la capacidad creadora de cualquier miembro de las insti-tuciones, cualquiera sean éstas.

De ahí que se presenta como un gran desafío la cuestión deadmitir otras formas de iniciativa y de participación en institucionesestatales y admitir también la iniciativa privada en diferentes planosde la vida social. Pero ello implicaría despejar las barreras que se hanpresentado hasta ahora en unas y otras a esa participación y al dere-cho de cualquier miembro de una institución a ser oído respecto decualquier tema de la vida en ese espacio.

Pero a eso se oponen barreras que funcionan por igual en insti-tuciones estatales o privadas, porque de una u otra forma la estructurade conducción verticalista y despótica aún domina en muchas de ellas.

En las instituciones estatales, la deformación que ha llevado aun burocratismo oneroso, ineficiente, autonomizado de los fines so-ciales de esas instituciones, con organizaciones gremiales corrompi-das por las mismas apetencias de poder que aquellos a quienes su-puestamente se oponen, nos hacen pensar que esas barreras son difí-ciles de romper.

En los casos de iniciativas privadas, cuando entran a jugar fac-tores económicos, no hay duda que es muy difícil anular el bastardeoque significa para los fines institucionales la función del dinero comoaxioma que subordina todo.

De todos modos es preciso no renunciar a ciertas posibilidades,porque el hablar, el escuchar, el poder analizar las situaciones en con-junto, rectificar, proyectar, lleva inevitablemente a producir actoscreativos y avances inusitados en la vida socio-institucional.

Temas de un debate que aún espera.

Julio 7 de 1989.Versión ampliada: julio 7 de 1993.

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De lo sagrado, lo solemne, el humor y el amor *

En primer lugar deseo agradecer la invitación y decir que vinepor el gran afecto que me une al grupo y como se trata de la inau-guración de la Casa, pensé que este evento tendría el sentido deuna fiesta. Ahora, la ambientación parece definir la situación ha-cia la solemnidad de una exposición. Si bien hay exposiciones,creo que debemos mantener el sentido de una fiesta, dado que éstatiene que ver con poner entre paréntesis el lugar de lo sagrado, ellugar del Padre, el lugar del Totem...., lo cual a nosotros nos resul-ta difícil porque somos gente bastante solemne. No había pensado hablar sólo del humor, sino de temas queestoy trabajando en relación con lo social, el sujeto y el humorcomo una trama de múltiples atravezamientos, lo que surge deobsesiones y derivas que me han llevado por diferentes caminos.Y como ya lo anticipaba en el libro que publiqué con el título de“Derivas....”, éstas continúan. Era un título no muy académico,pero que se acercaba a una verdad que me atravezaba. Cuandoescribía la presentación de esa compilación planteé la relación quetenía lo conceptual con lo estético, que siempre confluyen en loque se dice. Hablando de dichas derivas, cuando intentábamosacordar el tema a desarrollar, se propuso el de los “mitos fundantes”o el del “sujeto y el humor”. No creo casual el planteo de esas posibilidades. Algo hubo deuna afectación cuando comencé a investigar el tema de los mitos

* Escrito realizado con la base de una exposición y diálogo con motivo de la inaugu-ración de la Clínica «Búsquedas»

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fundantes, porque ahí lo que surge es el sentimiento de la tragedia,en tanto seguimos atados a ciertos mitos trágicos, sacrificiales,que ciñen a la civilización occidental con un fuerte contenido demuerte, dado que nuestros mitos fundantes tienen ese signo. Te-niendo en cuenta esta historia y las estructuras despóticas que hansido generadas por los mismos, con el consiguiente sufrimiento aque nos han sometido, a mí por lo menos me ha quedado en algu-nos momentos el recurso del humor1. De todos modos quiero apuntar que no es algo nuevo porqueha estado presente en todo mi trabajo. Quizás en el mundo acadé-mico haya tenido una imagen de un tipo serio y a veces aburrido,pero en mi trabajo no funciono así. Pude reflexionar sobre este tema por primera vez en BuenosAires en los años sesenta. Participaba en un grupo que trabajabaen escuelas y donde el trabajo grupal ocupaba un lugar central. Enla coordinación había otro colega que tenía mucha capacidad, peroera muy serio, prolijo, racional y planificado. En cambio, mis in-tervenciones eran más desorganizadas y en muchas ocasiones ha-cía intervenciones humorísticas. Eran intervenciones hasta vivi-das como desopilantes, pero debían tener su sentido, dado quegeneralmente eran recuperadas por el trabajo grupal. Ahí irrumpíael humor sin un trabajo de razonamiento. De alguna manera estosignó mi trabajo en los años que siguieron. Otra experiencia que recuerdo fue un Seminario sobre Neuro-sis que organizó la Asociación de Psicólogos en 1981. Fué la pri-mera intervención pública que hice después de andar muchos añosa la deriva por otras cuestiones. En la presentación se había enun-ciado algo sobre el amor y el humor2. Mi exposición quedó para elfinal, así que me dediqué a escuchar a los demás expositores. Pasó

1. Ascolani A.: Poder, mitos, teorías sociales, subjetividad. En este texto.2. Ascolani A.: Interrogantes en cuanto a la teoría y a las condiciones de la cura. En:Ascolani A.: Derivas...de la psicología al análisis institucional. Rosario. Ediciones dela Sexta. 1956. Segunda Edición.

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el seminario, que duró varios meses y el humor no apareció. Creoque allí quedó expuesto que el grupo, de algún modo, estabaatravezado por ataduras de las que no se pudo librar. Eran las ata-duras de la solemnidad que allí circulaba con actores herederos demuchos años de historia. Esto puede articularse con la reflexión sobre las estructurasinstitucionales que nos constituyen como sujetos. Estructuras emi-nentemente despóticas y como decíamos recién, con una larga his-toria a la que hoy, es necesario agregar un aditamento. Esto serefiere a que este ciclo de reconversión del sistema capitalista pasapor un momento crítico que ha generado un proceso deredespotización, un resurgimiento y reafirmación de mecanismosdespóticos en las instituciones. Proceso que se hace más evidenteen las instituciones económicas pero que puede hacerse extensivoa la mayoría.

En conexión con estos temas, escribí un borrador que dí aleer a algunos de los presentes, que titulé “Los terrores del déspo-ta”3. En él analizo un diálogo del Ministro Barra con un periodistade la Revista Rock and Pop, un fragmento de un libro de la épocade la represión Staliniana y situaciones vividas por un empleadode una empresa privada y por otro de una empresa estatal privati-zada.

Ahí traté de mostrar que si hay algo que el poder despóticono soporta, es el humor. Porque en ese momento de irrupción hu-morística, lo que se hace presente es un sujeto. Un sujeto otro. Unsujeto que en ese acto muestra en forma palmaria y potente, queno es alienado, que no está sujetado a las relaciones de poder y a laestructura despótico-burocrática de la institución. Un sujeto libreque aparece en la fulguración del instante. Por ello la significa-ción se relaciona al efecto de que aparece y desaparece, una espe-cie de acto de estructuración instantánea que instala una realidad

3. Ascolani A.: Los terrores del déspota. En este texto.

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irreductible que dice que ese sujeto está. Está y aparece como aque-llo que se hace presente como la realidad de algo que cuestiona,que interpela, pero no es asible fácilmente porque alguien lo dice,pero una vez dicho, empieza a circular como un fantasma que nopuede ser controlado.

Como yo estaba tocado por las tragedias que el despotismonos había hecho vivir, quise incluir algo que aparece comocontracara. Por ello, en el borrador mencionado incluí una pre-gunta sobre otros sujetos que aparecen y se sostienen en un lugarde cuestionamiento y que por lo tanto no aparecen solo en ese actode estructuración en lo instantáneo. Por el contrario, hay tambiénsujetos que a partir de un acto de toma de posición, seautoconstituyen en tal acto y sostienen ese lugar como una inter-pelación permanente.

A nivel de lo que fue la oposición a un proceso socialcrudamente represivo, pensaba en el caso de las Madres de Plazade Mayo, a quienes podríamos definir como un sujeto paradigmá-tico, dado que surge fuera de toda estructura institucional, en unmomento en que el poder estaba capturado por la máquina de unEstado represivo político-militar.

Ese sujeto aparece en el llano, en el desierto. Si recordamoslas primeras imágenes de ellas, solas en la plaza desierta, recorde-mos también que fueron calificadas de “locas”. Pero ellas apare-cieron, se sostuvieron, permancecieron y ya nadie de atreve a de-cir que con locas. O sí, si nos animamos a diferenciar entre ciertalocura que produce, que construye a nivel social, de enfermedadmental.

Hay otros que hoy han sido denominados como nuevos su-jetos sociales que producen otras formas de cuestionamiento. Ellosdicen que ya no creen en las verdades de los discursos dominantesdel poder socio-institucional y a partir de ahí se posicionan yautoconstituyen en un lugar diferente, como diferentes.Cuando de habla de “nuevos” sujetos no hay que confundirse.

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Muchos de ellos se han ido constituyendo durante largosperíodos históricos en los cuales por momentos desaparecían dela percepción social aún cuando continuaban en procesos larvados.En fin, es necesario tener en cuenta las diferencias en cuanto alproceso continuado de constitución, la percepción social y los pro-cesos de institucionalización.

Decimos “sujeto” por oposición a algo que ayer Rodulfosituaba como “completo” en la psicopatología, donde se plantea-ba una frontera cerrada. Idea interesante porque alude a la proble-mática de la estructura. Hay estructuras que se trabajan, intentanafirmarse y ser percibidas como completas, cerradas. Las estruc-turas despóticas institucionales siempre intentan transmitir esa idea.

Pero la realidad es que siempre aparecen fisuras, porque todaestructura es siempre una estructura fallada.. Está cuestionada pordislocaciones que la conmueven y que siempre hacen decir algoque remite al desorden. Es en esas fallas donde aparece el mitopara producir un cierre.

Por otro lado, todo sujeto es mítico y puede aparecer comoun sujeto que cierra o que hace presente la fisura. Sujeto alienadoo sujeto autónomo, no remiten a una falla que alude a la carencia,sino por el contrario a una presencia en el sentido potencial dealgo que niega la completud, la objetividad de la estructura y queal negarla, la constituye4.

Acá se nos aparece el interrogante sobre como situar estosprocesos desde el punto de vista de su movimiento. Una respuestasería por el pensamiento platónico o en el presente por el pensa-miento lacaniano. Otra es la remisión a la dialéctica, aunque éstaimplicaría una negación desde el interior de la estructura misma yno dejaría de lado la posibilidad de pensar la estructura como cie-rre.

4. Laclau E.: Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Bs.As. Nueva Visión. 1993.

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No me identifico con ninguna de esas posiciones y más bienplantearía que la negación remite a algo potencial, posible, prove-niente desde un magma de significaciones del cual no se puedenestablecer sus leyes y que produciría algo del orden del aconteci-miento, lo que nos remite a la posibilidad de pensar el cambio yconsecuentemente la creación desde otra perspectiva.

Con respecto al sujeto y al humor en el trabajo, en la críticay en las áreas institucionales, lo que aparece como contracara es lasolemnidad de las instituciones, cuyas expresiones más clara sonlos colegios, iglesias, instituciones de la administración del Esta-do o de la política.

Esta tradición de solemnidad incluye esencialmente actosrituales que deben ejecutarse puntualmente. Actos que aluden a losagrado, a una causa de la cual no se puede predicar nada, porqueen realidad se trata de una causa ausente, una causa que, comocreación imaginaria, está destinada a llenar un vacío, a negar loque en realidad es un caos sin fondo, como diría Castoriadis.

En estos momentos en que temas como el malestar, el dolor,el sufrimiento en las instituciones están al orden del día, sería in-teresante dimensionarlos en relación a la seriedad, la solemnidad,los rituales y lo sagrado a lo cual remiten. Y por otro lado a partirde qué alternativas podría trabajarse.

Un interrogante podría remitir a la investigación de lugaresinstitucionales que no estén signados por lo serio y lo solemne.Esto seguramente dará lugar a la realidad de ausencias, porquenuestras instituciones no se han construído para incluir lugaresdiferentes.

Una institución paradigmática es la escuela, donde lo queaparece claramente marcado es el lugar sacrificial del docente,quien tiene que estar constantemente al servicio del alumno en laclase, en el recreo, en la calle.

A partir de esa marca, es imposible pensar que en la institu-ción haya algún lugar para el placer, un lugar donde la solemnidad

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y la dimensión sacrificial sean puestas entre paréntesis. La conse-cuencia es problemática, porque mientras estos lugares no estén,la institución sólo puede ser lugar de sufrimiento, del soportar elpeso de ser el enviado para esta obra salvífica encarnada en el serdocente. Algo parecido ocurre en los hospitales.

Estos lugares sacrificiales remiten a una larga historia quenos lleva a la necesidad de investigar lo que yo denomino “mitosfundantes” que, en nuestra cultura nos dicen que la vida humana,el mundo, las sociedades están basadas en una tragedia inicial yno puede salirse de sus efectos. Uno de esos mitos es el que diceque los padres matan a los hijos y que los hijos matan a los padres,lo que desencadena una secuencia de culpas y castigos que culmi-nan en el acatamiento a una ley suprema, ley de Dios o del Padre.En la tradición judeo-cristiana el mito dice que la sociedad estáconstituída en función del plan divino, el cual nadie conoce peroque hay que obedecer. Dios determina cómo debe ser la sociedad,como debe ser el Derecho y la Justicia. Lo que ha originado elmito de que las sociedades deben estar constituídas por institucio-nes piramidales, estratificadas. Una de sus consecuencias es queesa estratificación no sólo produce formas de detentación del po-der, sino que produce una distribución desigual de la riqueza que,en esta perspectiva también aparece como inevitable.

En el proceso de los siglos han aparecido instituciones queplantean igualdades pero que por otro lado sostienen las mismasdesigualdades de siempre. Las democracias por caso no han lo-grado desembarazarse de esos contenidos míticos sacralizados ynaturalizados. Las democracias establecen lugares de “investidu-ra”, como la presidencial o de los legisladores, que constituye unarrastre del carisma sagrado, o carisma por derecho divino queproviene de las sociedades tradicionales.

Pregunta: ¿El derecho divino estaría otorgado por el voto popu-lar?

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Si nos remitimos a aquellos de “la voz del pueblo es la vozde Dios”, podríamos pensarlo así. Si a ello agregamos que el votopopular se integra en lo que podríamos denominar “democraciade un día”, en que éste vota y otorga al elegido ese carisma que loconvierte en intocable, podríamos decir entonces que “el pueblo”aparecería como intermediario de la voluntad de Dios, pero quepierde esa función en el mismo momento de ejercerla.

De esta manera, podría decirse que el modelo democráticorepresentativo reconstruye una nueva aristocracia. Donde los aris-tócratas eran ungidos por el rey, el cual a su vez había sido ungidopor derecho divino, ahora los legisladores son ungidos por el pue-blo, asumiendo a partir de ese acto toda la concentración del po-der.

Creo que les aparecerá claro que esto constituye un arrastredel pensamiento teológico del cual la teoría política contemporá-nea no ha podido desembarazarse. A veces incluso se observansituaciones tragicómicas, como es el caso que se dió en el períodode Alfonsín, cuando el Confer emitió reiteradamente un comuni-cado que decía que no debía consumirse radio clandestina porqueello ofendía la investidura presidencial. Es decir, no se decía queese hecho supuestamente podría ofender a la sociedad o que ibacontra la ley, sino que precisamente ofendía el lugar sagrado, ellugar absoluto, significado por ese cargo. Sobrevivencia delsincretismo que se daba en las sociedades despóticas entre el lu-gar de la ley y el lugar del déspota.

También esto aparece en el discurso político directo. En ellibro “Derivas...”5, incluí un artículo que titulé “Siempre habrápobres entre ustedes”, donde analizo manifestaciones del Presi-dente Menem al ser interpelado por periodistas en relación con elmodelo económico. Aquel, para justificarse, retoma la supuestaafirmación bíblica sobre los pobres.

5. Ascolani A.: Derivas...cit.

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Lo que quiero decir es que en este recorrido de mitos engeneral, de textos religiosos, de teoría política y de otras cienciassociales, se encuentran afirmaciones que nosotros hemos creidocomo verdades, como referentes a una historia real o como cues-tiones que remiten a la “naturaleza humana”, cuando una lecturadetenida nos permite encontrar huecos, falsificaciones, y sobretodo, discursos contrapuestos.

Estos mitos abonan también lo que se piensa sobre lo so-lemne, sobre el amor y sobre el humor. Acá apunto solamente al-gunos temas que han sido desarrollados en otros trabajos6. Uno esla lectura que sitúa a Abraham en su disposición a sacrificar a suhijo opuesta a aquella que afirma que fue el primer padre que senegó a ello y lo preservó por lo que se constituyó en padre dellinaje. Otra es el que dice que Dios establece el Derecho y la Jus-ticia, opuesta a la que dice que el pueblo debe hacer el Derecho yla Justicia. En tercer lugar está la mencionada sobre la afirmación:“siembre habrá pobres entre ustedes”, opuesta a la que dice que siexiste el desposeído, es que el plan de Dios no se cumple.

Consecuentes con la vigencia de estos mitos o su puesta encuestión hubo sociedades despóticas que se constituyeron en rela-ción a la primera lectura y que fueron y son la mayoría. Pero huboexperiencias sociales constituídas en función de la otra lectura oque podrían relacionarse con esa cosmovisión que se estructuraronde manera horizontal e igualitaria.

Es decir, esos mitos fundantes nos posicionan en el lugar deseguir creyendo y sosteniendo sociedades en las que perviven esosmitos dominantes y haciendo impensable otro tipo de sociedad.Las otras experiencias, demuestran que esto no es así y no es ca-sual que la mayoría de dichas experiencias fueron destruídas, aveces a sangre y fuego, quedando la impresión de que se termina-ron porque habían fracasado, siendo lo contrario, dado que se des-

6. Referencia a los primeros artículos de este texto.

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truyeron porque fueron exitosas.En este siglo existen referentes claros, como lo fueron las

cooperativas agrícolas españolas, que fueron eliminadas median-te una violenta represión en la que coincidieron, en distintos mo-mentos, comunistas, franquistas y nazis.

Estos son ejemplos de la función de los mitos fundantes enla construcción de sociedades estratificadas y despóticas en unsentido general. Otro aspecto que me parece interesante a investi-gar es el complemento con la represión que se fue dando pormilenios de la igualdad de género, dado que en los tiempos anti-guos, por lo menos previos a los siglos VI o VII a.C. predomina-ban los mitos que contenían dioses con figuras masculinas y fe-meninas. Con el correr del tiempo fueron volcándose a la figurade un dios masculino y desapareciendo la figura femenina.

En Egipto se encontraron ruinas de un templo erigido apa-rentemente por algún grupo hebreo en el cual aparece un dios mas-culino, una diosa femenina y un dios hijo, lo que podría haberhecho pensar en alguna otra forma de trinidad.

En Grecia, esta presencia de deidades masculina y femeni-nas se va transformando hasta los siglos mencionados. Estas, ovan desapareciendo, o van perdiendo sus cualidades. Un ejemploparadigmático es la figura de Zeus, quien desposa a varias muje-res a quienes les va quitando sus cualidades para incorporárselas aél mismo.

Ese proceso de represión de las deidades femeninas en eldiscurso mítico coincide en la filosofía con la aparición deAristóteles quien postula que las cualidades masculinas son supe-riores a las femeninas, que restan conteniendo aquellas más des-valorizadas. Este podría constituir otro analizador de este filóso-fo. Es decir, aquello que no pudo ver de las determinaciones histó-ricas, políticas e ideológicas que lo llevaron a sus afirmaciones.

Estas cuestiones introducen un interrogante interesante so-bre el tan mentado asesinato del padre, porque en realidad lo que

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más se encuentra en los materiales del pasado es el asesinato de lamadre. El padre no sólo es Dios, sino que fue adquiriendo todo elpoder en todas las instancias sociales y lo que fue suprimido es elpoder de la madre.

Hay un episodio interesante también en China. Se cuenta queel emperador que construyó la gran muralla, en algún momento des-truye las bibliotecas, mata a su madre y se constituye en emperadorabsoluto.

En los textos bíblicos se encuentran también elementos queconfluyen, dado que en los primeros tiempos había un pentateucoconstituído por cinco libros cuyos personajes centrales eran mujeresy que eran leídos en las cuatro fiestas más importantes del año y en eldía de conmemoración de los muertos. Luego, con la reconstruccióndel Templo es suprimido y reemplazado por otro, quedando los ante-riores dispersos y siendo leídos a posteriori como simples anécdotas.

Hay elementos significativos que aparecen en forma reiteradaen dichos textos. Esas mujeres eran calificadas como muy inteligen-tes, muy hermosas, muy fuertes. En su mayoría eran solteras, salvouna que era viuda sin hijos. Ellas utilizaban esas cualidades, especial-mente su belleza y astucia para lograr sus fines, como es el caso para-digmático de Judith.

Estas y otras cuestiones hacen pensar en la combinación detemor y admiración de esos pueblos hacia la figura de la mujer. En laBiblia aparece la idea de que si a la mujer se le sueltan las riendas seconvierte en un ser indominable. Por otro lado, en muchas culturas,aparecen ideas y acciones efectivas sobre la mujer para su control,sobre todo de sus posibilidades libidinales. Me da la impresión quetienen que ver con la idea de la capacidad superior de la mujer, quepartiría de un centro que se refiere a la capacidad de goce sexual. Estoaparece como un factor terrorífico en el imaginario masculino, en elcual se figura la potencialidad sexual femenina como sin término7.

7. Ascolani A.: Sexualidad y poder. En: Derivas...cit.

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En fin, lo importante en la investigación de los mitos fundanteses llegar a saber como se articulan y se traman en nuestra institu-ciones, en nuestra visión del mundo, determinándonos como suje-tos sociales en la actualidad.

En cuando al tema del análisis, estas cuestiones pueden re-lacionarse con la novela institucional. Porque en cada instituciónes necesario analizar que es lo que aparece como mitos fundantes,tramados en lo que se puede calificar de “historia”, o como relatosque constituyen una o más novelas que intentan pensar la institu-ción en su trayectoria, es decir,a como nació, qué acontecimientosla signaron, que pasa en el momento actual y qué proyeccionestiene.

Intervención de Amanda Martínez. Yo quería hacer una aclara-ción a la articulación de este desarrollo con el tema de la convoca-toria, Clínica y Búsquedas, en función de que hay sectores atrapa-dos por una lectura muy dogmática y repetitiva de lo que dicenciertos autores.

Estas otras lecturas abren a un análisis más amplio del temade la subjetividad, pero son a menudo catalogadas como muy po-líticas y sin relación con la clínica. Pero es necesario preguntarnosqué compromiso tiene la clínica con la subjetividad, con las suje-ciones o desujeciones en relación a la “cura” y qué podemos pen-sar a partir de ahí, hacia un concepto de salud pensado desde otrolugar.

Pregunta. ¿Vos pensás que a pesar de los intentos de noinstitucionalizar, forzosamente se cae en la institución?

Es difícil, porque la regularidad, el tiempo y la repetición deconductas constituyen el poder de la institución. Lo que se puedeintentar sostener es el orden del análisis en la medida que se pue-dan poner en cuestión lo que se vive. Es decir, que algo se mueva

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entre los polos que van de la Institución al movimiento, que niegala institución.

Al respecto podríamos recordar un tema de la parroquia.Cuando Freud habla de “movimiento”, lo plantea en el sentido deque algo se niegue a la institución, pero muy pronto se ve compe-lido a plantear la creación de una institución bastante rígida porcierto, dado que crea la Asociación como una entidad de control.

Otro es el caso Lacan, quien en el discurso de Roma lanzaun manifiesto que postula el análisis de la institución psicoanalíticaque nunca se pudo hacer. Es así que el cierre de la Escuela sefunda en la convicción de su tranformación en iglesia. Esto sepodría tomar en sentido metafórico, de triunfo de la instituciónsobre el movimiento, pero hay quienes dicen que pudo no ser sóloeso.

Participante. En “El nombre de la Rosa”, aparece una discusiónsobre si Cristo reía o no y la idea de institución estallada...

Creo que la imagen de Cristo en la cruz, como el lugarsacrificial del mismo es una construcción histórica. Todo se fueconfigurando hacia una solemnidad melancólica y sombría quehace aparecer este interrogante como muy dudoso. Habría queanalizar el transcurrir político entre el tiempo de Cristo y el sigloXI, en que esta teología sacrificial es reconstruída por San Anselmo.Es el lugar de Cristo a quien el Padre sacrifica a partir de unadeuda que es un deuda infinita. Esto termina por modificar ideasdel antiguo testamento y de la realidad de los tiempos antiguos enque las deudas que no se pagaran dejaban de tener vigencia alcabo de cierto tiempo.

Pero a partir del proceso de acceso de la Iglesia al poderpolítico directo o de su estrecha relación con los poderes políti-cos, se instaura esta teología que convierte la deuda pagable endeuda impagable. No es casual que el transcurso de estos mil años

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ha llevado a la constitución del mercado como un nuevo ídolo.Lo que dice el discurso dominante en la iglesia en el sentido

de que Dios tiene un plan que entre otras cosas tiene que ver conel Derecho y la Justicia y que tiene designios misteriosos, secorrelaciona con la afirmación que viene de Adam Smith de queel mercado tiene una mano invisible cuya acción es incognosci-ble. Lo que se conocen son sus efectos en la deuda, que ya no sóloes impagable, sino que aumenta día a día.Esto no es extraño al tema de la película que vos traes y quetrancurre en el año 1327, cuando se producen esos intensos deba-tes entre Domínicos y Franciscanos. Los primeros sosteniendo elderecho de la Iglesia a poseer riquezas y los segundo sosteniendoque la iglesia debía ser una iglesia pobre.Hoy día ha aparecido en la Iglesia una postura de “opción por lopobres”, que no se identifica con la tesis que hoy tiene su princi-pal representación en la Teología de la Liberación, porque en estaiglesia “aggiornada”, se trata de la opción por los pobres mirándo-los desde los balcones del palacio episcopal y tirándoles migajas.Una cosa es la iglesia pobre y otra la iglesia rica “preocupada” porlos pobres.En estos temas están implicados también las ideas sobre el amor yel humor. A la pregunta sobre si Cristo reía, se podría oponer estaiglesia fastuosa, solemne y seria hasta la muerte, a la imagen deSan Francisco pobre, alegre y lleno de amor por lo creado.El tema del amor en occidente ha estado capturado por lo teológi-co. El amor era el amor a Dios y todos los otros amores tenían queseguir ese modelo. Es el amor de lo uno a lo uno.Esto sigue afincado en las constricciones de la Iglesia y el Estadoque establecen y nos hacen aceptar que el matrimonio legitimadopor esas instituciones tiene más valor que una relación constituídalibremente a partir del amor de la pareja.En otra perspectiva puede pensarse el amor como efecto de unproceso de construcción que tiene que ver con muchas cosas, con

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muchas relaciones, con muchos amores que, en algún punto pue-de tender a confluir hacia uno en especial. Pero este, quizás nodebería constituirse en verdad absoluta, con respecto a otros querestarían en un lugar descalificado.Puede haber algo que alguien sienta como amor que se desarrollaen un tiempo, que puede terminar, pero que puede componer sinembargo aquello que en el momento siguiente hace vivir a la per-sona, porque el amor es lo que nos hace vivir.Recuerdo una película que creo la mayoría hemos visto, “Elpríncipa de las mareas”, que puede ayudar a pensar algo de esto.Para ampliar un poco la perspectiva del análisis es interesantemencionar al guionista, Pat Conroy, un maestro norteamericanoque había escrito un libro autobiográfico, “Las aguas son anchas”,sobre el cual Martin Ritt, filmó una película, “Conrack”. Una joyaque interesa también a quienes están interesados por lo institucionalpedagógico.Sólo apunto algunos elementos. Es un maestro joven, blanco, queva a trabajar a una escuelita en una isla poblada por negros en elsur de Estados Unidos. Llega a realizar un trabajo pedagógico ex-cepcional con chicos ubicados como deficientes porque podíanser sólo isleños brutos e ignorantes.La idea de las aguas anchas venía porque en el fantasma de grupoestaba que esas aguas traían la muerte porque no aprendía a nadar.Nunca habían cruzado al continente, un desafío imposible de afron-tar. Una parte de la película versa sobre el esfuerzo que él hacepara llevar a los chicos al continente, hecho que lleva a su cesan-tía.Escribe el guión de “El príncipe”, donde uno de los núcleos es queel personaje vive en una isla. El con su familia de origen habíanvivido también en una isla y ello tuvo que ver también con la viday la muerte, porque la madre los había condenado, a él y a sushermanos a diferentes formas de muerte. Provoca la muerte de suhermano cuando vende la isla, la hermana cae en una psicosis gra-

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ve y el llega a un estado de esterilización consigo mismo y con suvida.Es llamado por la psiquiatra que atiende a su hermana y se consti-tuye en “informador” de cuestiones de la historia familiar, porquehay un secreto del cual nadie puede hablar. Durante la relaciónque establecen en el proceso de la cura de la hermana, ellos seenamoran.Luego, en algún momento, él decide volver con su mujer y sushijas y se despide. Apunto sólo un aspecto de un diálogo en que sepreguntan sobre la relación con ella y con la esposa. Dice que sondos amores distintos, uno está marcado por la intensidad y el otropor la historia.En la última escena, él transita el puente que cruzaba todos losdías y dice que todos los días repite el apellido de ella. Creo quepodría decirse que en ese tránsito del continente a la isla, aparececomo el desafío constante a seguir viviendo y sintiendo que elamor lo hace vivir. Eso es lo que “compone” su amor, lo que paraél es el amor. Es estar con la mujer, en la isla, jugar con sus hijas,sostener su trabajo. Pero en su amor está presente esa otra relaciónque tuvo un punto de terminación en el tiempo “real”, pero siguecomponiendo aquello que lo hace vivir.Poder pensar estas cuestiones implica pensar la problemática delsujeto hoy. Pensarlo como uno, como único y el mismo en cual-quier situación, o pensarlo como sujeto con diferentes determina-ciones que se unifican en ciertos puntos de su devenir. Todo eldeseo, toda la libido que ponemos en diferentes espacios, comopodría ser el trabajo, entre otros, donde nos podemos sentir pro-ductivos, creativos, vivos, puede no ser compartido por el otro,que a veces puede quedar absolutamente afuera. Sin embargo, laposibilidad de seguir construyendo eso que nos hace vivir, depen-de de que ese otro pueda aceptar que yo soy sujeto de otros deseosy otras determinaciones en otros lugares que él no puede compar-tir.

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Esto es dificil de pensar cuando se trata de la pareja, en tanto setrata de una estructura sedimentada por milenios como aquelloque captura y aliena absolutamente al sujeto y no sé si es algo quese pueda resolver en este plano.En el caso de la película comentada, si calificamos a los sujetosinvolucrados exclusivamente desde el plano de lo moral, perde-ríamos la posibilidad de comprender el sentido liberador de unarelación que aparecería como transgresión, siendo por otro lado lomás valioso que a un sujeto le puede suceder, en tanto es una ex-periencia que le permite acceder a una vida más plena a partir dederrotar la muerte que anidaba en su alma por efecto de la repre-sión, expresada en la ceguera, en el silencio y en la paralizacióndeteriorante de su existencia.De todos modos, no creo que sean cuestiones que se puedan resol-ver a partir de la seriedad, de la solemnidad o de lo sagrado que talo cual cosa sea, sino por el contrario, a partir de una actitud máspermisiva para con lo demás y para con uno mismo, dentro de locual el amor con alegría, el humor e incluso la capacidad de reirsede uno mismo deberían tener mas lugar.

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El otro jardín

IntroducciónEn otros textos que componen este libro “La novela de

occidente”, expuse algunas ideas sobre la “historia” de occidente.El encomillado remite a una significación que debe ser elucidada.Por ello opté por hablar de la novela de occidente.

Porque en realidad, la “historia” de occidente es en reali-dad una novela compuesta de reminiscencias de acontecimientosreales y de numerosos componentes ficcionales, algunos con ca-tegoría de mitos, que se fue construyendo con el aporte de un com-plejo de discursos.

Uno de ellos que, directa o indirectamente ha contribuídoa la formación de nuestro universo simbólico-imaginario, es eldiscurso religioso, que en nuestros territorios tiene su expresiónmás clara en el texto de la Biblia. Aclarémoslo, no tanto por lo queha implicado su lectura directa, que ha sido desalentada por lasdiferentes castas sacerdotales, sino por las “traducciones”, a me-nudo traidoras de los mismos. Me remito para su ilustración alcaso notable de la expresión “Siempre habrá pobres entre uste-des”, que analicé en un trabajo que lleva ese título.

Bien, ese texto, cumpliendo puntualmente con las deman-das de universales angustias existenciales y por ende de nuestroimaginario colectivo, comienza con la respuesta a la pregunta: ¿Dedonde venimos?

En el libro del Génesis nos propone la escena del Jardíandel Edén, ese primitivo paraíso en el que Dios les dice a Adán yEva lo que pueden y lo que no pueden (no deben) hacer: no debencomer los frutos del árbol del conocimiento del bien y del mal.

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Ellos desobedecen, descubren sus cuerpos, sus diferencias, susexuación y podríamos suponer que a partir de ahí, de ese puntonodal, la multiplicidad de líneas que se dispararían hacia el cono-cimiento. Por lo que son castigados con el expulsión.

El objetivo de este escrito es atraer la atención hacia otrotexto, menos conocido, quizás por ser muy conflictivo para losintérpretes oficiales de las diferentes iglesias cristianas y muy es-pecialmente de la Iglesia Católica. Se trata del Cantar de los can-tares.

Estos en general utilizaron una interpretación alegórica,tomando el texto como representación de la relación del pueblojudío con Dios o de la iglesia con Dios o con Cristo.

Procedimiento que a nosotros, los mal pensados, nos hacepensar en la necesidad de forzamiento del sentido del texto y porlo tanto su deformación, sino de la perversión o aún de algo quepodría ir más allá del pensamiento de esos teólogos.

No escapan a ello los escritores de las “explicaciones” quefiguran en la Biblia Latinoamericana, quienes toman algunos ele-mentos en relación con las cuestiones del poder, de la injusticia,de los pobres, pero realizan una operación de “repudio” total de laposibilidad de una lectura “natural”. Una lectura que tome esashermosas poesías como el relato del amor y de la pasión de dosenamorados, siendo además que en ninguna parte del texto apare-ce mención alguna a Dios, ni de parte de los personales que ha-blan, ni del coro.

Aclaro que he utilizado el término “repudio” en el sentidoinstalado por la psicopatología psicoanalítica, aquí referida ya noa su función como mecanismo de constitución de la psicosis en uncaso individual, sino como un mecanismo socio-institucional quecumple los mismos fines de elidir totalmente de la percepción unelemento de la realidad, sea éste corporal, psíquica o social, liga-da en lo fundamental a lo erótico-sexual.

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Aclaro también que la referencia a la citada psicopatología,no significa mi aceptación total de la misma ni mucho menos,dado que ha funcionado en la trama de desarrollos teóricos con losque no acuerdo en cuestiones importantes. Pero eso es capítulo deotra historia...¿O de la misma?

Estas ideas que expongo, además de la referencia al textooriginal, toman elementos de exposiciones de Sandro Galassi enseminarios trabajados en Rosario en años anteriores, de elemen-tos de síntesis de los mismos publicados en el libro Por una tierrasin mar, sin templo, sin lágrimas, de Ediciones Tiempo Latino-americano, de Córdoba y del libro de Pablo R. Andiñach, Cantarde los cantares. El fuego y la ternura, de Editorial Lumen, BuenosAires.

El otro jardínEn los versos del cantar, los enamorados hacen constante

referencia a sus deseos, sus imágenes, sus contactos, sus sensa-ciones, sus relaciones sexuales en ambientes que se pueden asimi-lar a la escena de un jardín o de un jardín-huerto, tomado esto enun sentido extensivo.

Ella y él se encuentran en el campo, en las zonas de pasto-reo de la ovejas y cabras, en esos jardines-huertos, dado que alu-den a frutales.

No aparece claramente el encuentro en el ámbito de la casa,lugar de la familia, sino en ese espacio exterior amplio, en el queva del espacio abierto del campo, a un cerco que el amante saltapara entrar al jardín.

Existe una referencia a ramas o vigas de cedro. En ésteúltimo caso aludiría a un interior. Aunque ello podría remitir alencuentro en una bodega, lugar de vinos, que oficia de esconditepara el encuentro pasional, erótico-sexual.

Existe también una “escena” singular que podría hacer

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pensar (a nosotros los mal pensados), como una figuración delcontacto de él con el sexo de su amada y de ella con el de él. Diceque él “mete la mano en la cerradura” y luego ello “toma el pica-porte”. Pero el hecho es que no se abre una puerta metiendo lamano en la cerradura. En todo caso lo que se mete es la llave.Podría pensarse entonces que puede tratarse de una original refe-rencia a los órganos genitales en que la puerta aparece como en undoble lugar, de lo masculino y de lo femenino.

También aparecen referencias o escenas sugestivas, comola relación entre saliva y miel y otra de la mujer amante sentada alpie del manzano disfrutando con su boca el sabor del fruto delmismo.

Entonces, desde una perspectiva, podríamos pensar que losamantes se adueñan de ese jardían y lo hacen el escenario del de-sarrollo de su relación amorosa.

No son expulsados del jardín, sino al jardín. En todo casose les prohibe hacer el amor en el ámbito de la casa. Ese amor nocabe en el interior de la familia, que no quería, sobre todo de ella,esa relación con un pastor pobre.

A causa de ello, es castigada al trabajo en las viñas, al sol.Por eso el poema comienza con el verso que dice: “Negra soy yhermosa”. Trabajadora, quemada por el sol, a diferencia de la blan-cura de las mujeres del palacio.

Contestación al poderTomado desde el sesgo de lo político-económico y las le-

yes de parentesco ligadas a ello, el Cantar adquiere una significa-ción especial. Al respecto, la actitud represiva de esa familia cons-tituye una refracción de esas leyes.

“Que es de Salomón”, podría traducirse el subtítulo, o even-tualmente “Para Salomón”, pareciera que fue incluído a posterioripor los compiladores del Templo para resaltar la admiración hacia

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ese Rey.Sin embargo, la lectura del texto hace pensar en otra cosa.

En primer lugar, que se trata de una inserción ajena al estilo y alclima del poema, que en algún caso resulta llamativa.

En segundo lugar, es que la lectura nos permite decir queel poema es una crítica a Salomón y lo que él encarnaba en cuantoal estilo de poder y sobre todo a su concepción de la relación delos varones con las mujeres.

En esta perspectiva, “Para Salomón”, puede incluso signi-ficar algo parecido a cuando el pueblo, reunido en las plazas o enlas calles, afirma su presencia, se manifiesta contra el gobierno ycanta “Para Menem, que lo mira por TV”.

Es decir, el pueblo lucha, ocupa ese territorio, festeja y sedirije al nombre que representa el poder que, en su soledad, miraal pueblo que lo repudia desde ese otro lugar.

Lo que dicen los personajes es su amor, su deseo, su ero-tismo, su pasión, su sexualidad, en una elección libre que va másallá de las determinaciones familiares y sociales que prescribenque son las familias, los jefes quienes negocian las uniones y no elamor de la pareja.

En el más alto nivel, es el rey quien “toma” y “posee” a lasesposas y concubinas, de tal manera que el amor está anulado porla relación de dominio y de poder.

Es interesante consignar, sobre todo para los desconfiados(y bien pensantes), que la crítica, a veces sutil, aunque rotunda ala figura de Salomón, no sólo aparece acá, sino que puede encon-trarse notablemente delineada en el caso de la relación entre elpeso de Salomón, a partir del oro que los súbditos entregaban, quealcanzaba, en la medida de la época al número 666. Luego, esenúmero aparece significando a la “Bestia”. Lo que nos permiteafirmar que el peso en oro de Salomón y por lo tanto Salomónmismo se identifica con la Bestia, es decir, con el mal.No deja de resultar gratificante que estos elementos nos permitan

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ubicar a ese personaje con más claridad en el lugar del mayordéspota, expoliador de su pueblo. Si fue sabio, seguramente utili-zó eso para hacer mucho daño, de otra manera no aparecería conesas características en el discurso de estos relatores.En fin, volviendo al Cantar, podríamos decir que alude a ese jar-dín otro, a la ocupación del jardín por los amantes, a su hacerse sercomo sujetos libres a partir de la desobediencia a la represión dela familia, a su hacerse ser como sujetos a partir del amor, del gocede sus cuerpos y de la afectación del uno por el otro. Y por otrolado también a la crítica de la captura de las relaciones de varonesy mujeres por la máquina del Estado, el que produce una aliena-ción que anula en el sujeto todo lo que puede signifcar su singula-ridad.

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Derechos del niño y realidad

En primer lugar debo transmitir mi agradecimiento por esta invi-tación y también confesar mi aprehensión porque se trata de undía de paro docente, un día de lucha por derechos que no se nosotorgan, porque este gobierno nos trata como a menores. Perocomo es un evento donde vienen personas que no pertenecen anuestra institución, creo que no merecen verse frustrados.

La convención sobre derechos del niño enuncia valores abs-tractos esenciales que implican una ética de la igualdad, libertad,justicia, solidaridad, de dignidad de las personas que difícilmentopodamos no considerar como válidos e irrefutables.La realidad, por el contrario, se presenta como un duro núcleo deresistencia a esos valores desde las mismas bases sociales queconforman los aspectos estructurales.

El problema del discurso sobre los derechos es que deja afue-ra casi siempre la consideración de lo que, en la realidad, impideel desarrollo de las personas o las daña sin más.

Esta es una condición de los discursos en el derecho, en tan-to efectos de las demandas del poder hegemónico: hablar de dere-chos en un nivel y negar la realidad que genera los problemassobre los que se pretende legislar. Establece derechos en un nivelde los jurídico institucional y cuando la acción de los poderes enla sociedad, regidos por otros capítulos del mismo derecho, losniegan.

Es el discurso de la libertad-igualdad-fraternidad que vinocon aquella gran revolución, pero que no tocó el problema de la

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producción, intercambio y propiedad. Sucediéndose entonces enestos poco más de dos siglos: Democracia en lo jurídico-político ydespotismo creciente en lo económico y neutraliza en muchos as-pectos a lo primero. Lo grave del caso es que es percibido y fun-ciona como natural.

En cuanto al tema que nos ocupa no puedo decir demasiadodel nivel jurídico por lo que prefiero referirme al otra, a la presen-cia permanente en el documento de la convención, de lo que pro-duce los problemas, pero que siempre permanece en un horizonte,como externo.

Esas estructuras y esos procesos que producen los daños quese intentan reparar por otro lado, son lo que nos colocan en posi-ción de aparecer como menores. Porque en este sistema, signadopor la injusticia y la exclusión, todos somos menores. La conven-ción dice que la familia, como grupo (célula) fundamental de lasociedad es el medio de crecimiento y bienestar de todos los miem-bros, además de los niños. Es uno de los medios que puede cola-borar a ese crecimiento si la sociedad se lo permite. El problemaes que la sociedad no lo hace.

Hacia el final del preámbulo dice que «en todo el mundohay niños en condiciones excepcionalmente difíciles y que esosniños necesitan especial consideración. Dice entonces que debehaber gente buena que deben tener esa consideración, pero no dicenada de qué y quienes producen esas situaciones que no son inhe-rentes a la naturaleza humana.

En el artículo 4to., en lo que concierne a los derechos eco-nómicos, sociales y culturales, dice que los Estados deben tomarmedidad administrativas y legislativas, hasta el máximo de losrecursos que dispongan. Y el Artículo 6to. que grantizarán en lamáxima medida posible la supervivencia y el desarrollo del niño.Es decir, los Estados no puede garantizar en su totalidad ni la vidani el desarrollo.

Esto no significa que esto que no pueden sea imposible de

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salvar, sino que los recursos para salvar lo posible van a otro lado.Pensemos al problema de enfermedades curables, mortalidad in-fantil, malnutrición, etc.) a las que se refiere al art. 24.

Esta es la realidad, pero existe un problema en nosotros,porque no es imposible sostener subjetivamente y dar primacía ennuestra conciencia cotidiana a los efectos estructurales que se pre-sentan como daño social. Por ello nos centramos enciertos efectospuntuales aparentemente debidos a causas perversas. Pensamosen los desaparecidos, en los niños secuestrados por los militares ysus acompañantes, pero constantemente necesitamos renegar elproceso perverso inherente a la estructura del sistema que produ-ce mucho más daño que los efectos puntuales. ¿Como podríamossostener en nuestra conciencia que mueren miles de niños poraño, que de los años de la democracia suman un cifra aplastante?

Es sumamente preocupante el avance de principios y figu-ras jurídicas que avalan la explotación de las personas, la totalexclusión social y otras formas de destrucción en este capitalismomundial integrado, desorganizado o avanzado, como quieran de-signarlo. Este avance de normas que se aplican de hecho o de de-recho impican un relajamiento respecto de esos valores universa-les que sostiene la convención. Relajamiento que está producien-do estallido, en sentido de fenómenos que aparecen a la percep-ción social en forma más contundente que antes, como es la co-rrupción. Pero aquí también no debemos engañarnos, la corrup-ción no es un efecto de factores perversos agenos al sistema so-cial, sino que es un fenómeno totalmente inherente al mismo.

La convención misma admite cierta impotencia de los Esta-dos y creo que entonces queda la esperanza en las luchas de lasociedad civil. Sobre todo pienso en los movimientos sociales,que son efecto del descreimiento en las instituciones tradiciona-les, que siguen signadas por los poderes que en nuestro capitalis-mo mundial integrado o desorganizado o avanzado, no se intere-san por los derechos del niño ni de otros sujetos humanos.

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Son sujetos que desobedecen, que se posicionan y realizanacciones contraculturales, que reniegan de muchos aspectos delos discursos vigentes, que se consideran personas más allá de loasignado, que construyen redes de resistencia y que están produ-ciendo avances significativos en cuanto a dignificar la vida.

Con respecto a los Estados yo no soy optimista. Segura-mente tenderá a que se realice una vez más la ley de equivalencia,tornar lo diferente en equivalente, y hacernos creer que el mundoserá mejor si seguimos aceptando esta esquizia entre un nivel dederechos democráticos enunciados en un nivel y el derecho de losdéspotas a seguir explotándonos a todos nosotros, los menores.

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El orden y las flores

El monstruo está fijado en la oscuridad, ésta puede serinterior o exterior, de todas maneras no tiene mayor im-portancia su posición. Su boca abierta hecha bocana-das de un espeso aliento, mortal, cargado de ansiedadasesina. Mata por puro gusto de matar, mata por que sesiente Padre.

Así las cosas, un amigo me dijo una vez que no podía con-cebir ciertas ideas “un poco ajenas” al psicoanálisis ya que su solamención llevaría a desorganizar un campo conceptual ordenadopor ciertas variables para nada móviles, una de ellas la noción deLey Paterna. Ciertamente mencionó al anarquismo como posibili-dad desembocante de tal inclusión.

Es decir no podría pensarse nada mas allá de la idea delPadre. ¿Por qué?

Una teoría es una construcción socio-histórica y nada delo que ella expresa escapa de las redes del pensamiento y la acciónque una cultura entreteje a través de los siglos y que va arrastran-do desde tiempos remotos por la memoria individual y colectivade los sujetos que la habitan.

Nuestra occidental cultura es del Padre, es decir un supre-mo hacedor de las cosas que por tal tiene la capacidad de dar exis-tencia o de negarla. Lo dicen las sagradas escrituras judeo-cristia-nas.

Ordena el caos originario, su voluntad es soberana, omni-presente y ésta operación la lleva a cabo matando a aquellos queno acatan el ordenamiento, los que no se incluyen, lo pulsional.

Un concepto de Ley se define como:

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“las formas organizadas en que la sociedad responde acomportamientos y a personas que contempla como desviados,problemáticos, preocupantes, amenazantes, molestos o indesea-bles de una u otra forma. Esta respuesta aparece de diversas for-mas: castigo, disuasión, tratamiento, prevención, segregación,justicia, resocialización, reforma, o defensa social. El comporta-miento en cuestión es clasificado bajo diversas denominaciones:crimen, delincuencia, desviación, inmoralidad, perversidad, mal-dad, deficiencia, o enfermedad. La gente a la cual está dirigidaésta respuesta es vista como monstruos, bobos, villanos, enfer-mos, rebeldes o víctimas. Y aquellos que responden ( haciendoalgo o estudiando la materia- tareas estas que habitualmente seconfunden) son conocidos como jueces, policías, asistentes socia-les, psiquiátras, psicólogos, criminólogos o sociólogos de la des-viación...”1

Un pueblo hace la guerra a otro por que debe imponer supropio orden, a esto se le llama poder, debe someterlo, mata encombate a los que se resisten, toma como prisioneros o esclavos alos débiles que quedan y se adueña de sus armas y sus banderas,sus mujeres y sus tierras.

En el amor uno quiere a otro o viceversa o se quieren quees decir se desean tener como propiedad/objeto. Alguien a quieninvestir con los fantasma cargados de los deseos mas remotos y delos otros. Eres mía, te comería a besos.

Esta lógica del Uno o del Padre articula en sí a los concep-tos de Ley, Deseo, Realidad, Propiedad y Poder.El padre con su ley mata y toma posesión, de las tierras, de lasvoluntades, de la madre, del mando de la cadena de reproducciónsocial y el deseo toma la forma de la ley.

El deseo toma la forma de la ley, es decir va detrás de lacarnada que ésta le pone, objetos de consumo que vomita el siste-

1. Stanley Cohen.Visiones del Control Social. Edit. PPU. Barcelona 1988.

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ma capitalista, autos, CD, parcelas en un cementerio privado aperpetuidad.

Tiene la lógica de LA FORESTAL nos hace trabajar todala vida y con lo poco que ganamos solo podemos gastarlo en losalmacenes de su propiedad. El goce está delimitado a los artículosde sus estanterías y no podemos hacer otra cosa porque estamoscon deuda antes de empezar a trabajar (o vivir).

El deseo toma la forma de la ley pero no es un derivado deésta, es autónomo. Hay deseo sin ley. Muchos dicen que se desealo prohibido, a la madre, cuando lo que pasa es que está prohibidoporque es deseado por los que no tienen poder o por los que lotienen y son una amenaza para lo instituido.

Esto lo dicen los poetas, sujetos que hacen un montajeescrito de nuestros fantasmas y nos devuelven develadas nuestrasnubladas percepciones.Uno de ellos, Eduardo Galeano2 , escribió:

“En la pared de una fonda en Madrid, hay un cartel quedice: Prohibido el cante.En la pared del aeropuerto de Río de Janerio, hay un cartel que dice: Prohibido jugar con los carritos porta-valijas.O sea: todavía hay gente que canta, todavía hay genteque juega.”

Gracias al poeta podriamos decir, para pesar de los doctosy ortodoxos analistas de la escuela del Padre, que la ley deriva deldeseo, que la ley no es otra cosa que el deseo de poder de los quevan ganando momentaneamente la guerra de clases sociales.

No solamente imponen la ley sino también una determina-da percepción de la realidad, o una realidad. Cualquier percepción

2. Eduardo Galeano. Las palabras andantes. Edit. Catálogos. 1993.

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ajena a lo consensuado bajo amenaza, es una psicosis.Por algo no hay inocencia en el concepto de Forclusión

del Nombre del Padre. Forclusión es aquella desestimación de unarealidad fallida que no encuentra lugar, rechazo, agujero, nada,desgarro, el padre no está, no organiza no da orden, aclaremos, noel orden capitalista, esa realidad es fallida por que no esta diseña-da por la simetría de lo Uno.

¿Pero? ¿Quién puede atreverse a decir que en la locura nohay ningún orden? Sucede que la subjetividad del que la mira, nopuede comprenderlo, entonces lo somete a su logos, o a sus cárce-les de hierro o químicas.

La neurosis es una militancia a regañadientes por las ban-deras del Padre, una ilusión de estar incluido cuando adentro delpecho arrasan los vientos de la pasión, el viento nos enferma peronos da la posibilidad de ver otra realidad, en forma de relámpagos,rara vez.

Tanto neurosis, psicosis, perversión, etc., son conceptospolíticos es decir son parte de la tecnología de los dispositivos desexualidad, que Faucolut describe como aquellos que anclados enlas familias anexan, difunden, penetran, proliferan, e inventan so-bre el cuerpo de manera cada vez mas detallada zonas de saber ypoder sobre el sexo. Hay están la medicina, la pedagogía, la psico-logía, la psiquiatría, y el psicoanálisis.

En este sentido el psicoanálisis vino a culminar una obracomenzada con la psiquiatría del siglo XVIII, internar en lo hon-do del psiquismo la escena de Edipo para que este recupere elcontrol de la sexualidad, sus desviaciones, como así también latransmisión de los bienes y las propiedades.

De esto es la realidad que conocemos, todo tiene centro yperiferia, las ciudades, los computadores, la familia, el nuevo or-den mundial, el psiquismo . Todo es realidad a partir de un ordenjerarquizado de arriba hacia abajo y del centro a los bordes. Delpadre a los hijos, de los gobiernos a los ciudadanos.

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Ahora bien, si tanto es el esfuerzo por el orden será que larealidad no es tan simple ni tan domeniable. La cercanía de la muerte, la desesperación, es exceso deplacer, las drogas, el amor, el odio nos dan la posibilidad de veresas otras realidades al menos hasta que no nos habite la ley quese retiró por un momento ante la presencia de lo otro. Los brujos mexicanos dicen que no existe una realidadsino múltiples, y que ninguna es la verdadera. El único sentido dela vida es poder percibirlas, verlas, transitarlas, a eso lo llamanlibertad. Como las flores, que no necesitan un jardín para abrir-se al día. José Luis Aguirre.16/2/99.

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Aguafuertes occidentales.(¿Qué nos tocó en el reparto?)

No perdimos la razón, no perdimos la memoria y nos da felicidad ver las vueltas de la historia se cantan las injusticias, la alegría, la esperanza se canta en todos los tiempos, latitudes y mudanzas.

Angel e Isabel Parra.

A los que se nos dio por nacer de este lado del mundo (el occidental,claro) muchas veces nos da la sensación de que algo salió mal baraja-do en el reparto. Y no es que del otro lado las cosas anden mejor.Entre otras costumbres uno consulta una pequeña porción de la litera-tura inconmensurable acerca de qué es esto de la civilización occi-dental, y entonces se confirman las sospechas y las intuiciones. Mu-chos (burócratas y varios legos) dicen que la situación ha mejorado yque el llamado alto “estándar” de vida se ha democratizado, llegandoa quienes antes no sabían que existía, y que las cosas no son tanapocalípticas como las pintan aquéllos que, además de ver, saben mirary se empeñan en hacerlo. Esta situación de incompatibilidad de opi-niones se asemeja a las sombras chinescas: por delante hay un barullodesprolijo e informe de dedos y manos, pero en la pared se refleja lafigura nítida y reconocible de algún miembro de los bestiarios. Larealidad versus las estadísticas y el análisis.Lo que sigue es un pequeño ejercicio de confirmación, no a desde laamplísima literatura sino a partir de lo que está delante de la pared: elembrollo, el desorden, en fin, la vida como ocurre en demasiadoslugares olvidados del mundo civilizado. No hay un intento de síntesiso conclusión sólo una serie de viñetas algo arbitrariamente elegidas

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con el único derecho que nos concede la autoria de este panfleto.

Doña Elsa tiene sesenta y cinco años, camina con dificultad y hastadonde le dan los ojos muy dañados, que cubre con lentes gruesos ytoscos; tiene un yeso en el brazo porque hace poco por esquivar unapedrada en el barrio, se cayó y se quebró. Vive en una casita peladaque construyó un plan oficial de vivienda en un barrio alejado delcentro de una ciudad grande. Vive muy preocupada porque a vecesno puede pagar con puntualidad el impuesto municipal o el agua.Antonio, su marido, hace ya años que no se levanta de la cama por unproblema neurológico crónico que le quedó después de ser embesti-do por un camión. Elsa anda con problemas en el estómago y elmédico del hospital le indica un tratamiento algo caro que le consu-mirá en medicamentos preparatorios un tercio de la pensión socialque cobra. Elsa quiere curarse porque de su salud depende, entreotras cosas, la vida de Antonio. No tienen familiares y sólo los visitaalgún que otro vecino. Elsa se prepara, ayuna dos días, se toma loscinco litros de un remedio espeso y algo nauseabundo. Se va diligen-te al hospital el día pactado para el estudio. Paga el bonito obligato-rio para todo servicio, que es más caro que la orden que cualquierciudadano gasta en su obra social. Llega a la sección indicada y leimpresiona lo cambiada que está la oficina: la recibe una simpáticasecretaria sentada frente a una computadora de última generación,un enorme teléfono con fax, todo con elegante alfombrado y repro-ducciones artísticas clásicas. Invoca el turno que tiene y la señoritale informa que el aparato necesario para el estudio está roto desdehace unos días, que le quisieron avisar pero como ella no dejó unteléfono, no la pudieron llamar (al estilo de los sanatorios privados,¿viste?). Le sugieren que se comunique ella misma con otro hospitalpara ver si allí le pueden hacer el estudio: la simpática secretaria nopuede llamar porque su teléfono no tiene comunicación al exterior.Los teléfonos públicos del hospital funcionan a tarjeta, que es cara.Elsa, que no puede moverse con facilidad, se vuelve a su casa con

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bronca, con el ayuno, con su dolor de estómago aumentado y sin elestudio.

Juan hace más de un año que anda noviando con Analía. El tienediecinueve años y ella cumple los quince en pocos días y con emo-ción prepara su fiesta: sencillita, de entre casa, unos pollos, unlechoncito; de cualquier forma es más que lo se come todos los díasy eso ya es toda una fiesta. Hoy Juan está muy nervioso porque hadecidido “pedirla a la Analía”. Su futuro suegro no es mal tipo perocualquiera arruga en una situación como ésta. Como Juan es muycompinche con Ana, la futura suegra, ya le fue anticipando el motivode la visita y ella , como buena mamá con toda su diplomacia acuestas, va preparando el terreno. “Me parece que Juan tiene algoque decirte”, sugiere finalmente. “Vos querrás hablarme a solas”,comenta el suegro. Y allí va Juan, dolorido por las patadas insisten-tes que Analía le había estado dando por debajo de la mesa. Entrehombres , las cosas se hablan mejor y enseguida queda todo decidi-do. Se casarán pero no ahora porque la Analía primero tiene queterminar la escuela: así, con la primaria terminada, al menos podráencontrar un trabajo de portera. Ana entonces toma su lugar y ponelas cosas en su lugar: ”Lo único que te pido, Juan es que la respetes.Ya sabés porque lo hemos hablado muchas veces: de la cintura paraarriba lo que quieras, pero para abajo no me la toques”. Planifica-ción familiar y anticoncepción “à la tercer mundo”.

El cura hace poco que llegó al barrio. Se ha formado en el seminario,lejos de la realidad; estuvo en un movimiento cristiano donde todosse creían buenos... y lo eran pero a veces un poco lejos de esa cosatan difícil de definir que es la realidad. Sin embargo, una suerte deconvicción interior le hizo buscar otros ámbitos. El Concilio y luegoMedellín lo terminaron de persuadir de cuál era su lugar en el mun-

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do: el ocultado universo de los pobres. Consigue que lo destinen aun barrio poco acomodado pero rodeado de casas de chapa y nylon.La gente no parece estar tan mal. Un día encuentra alguno de losvilleros, morochos y con caras inusuales, hurgando en los tachos debasura. Empieza la charla y de a poco se desbrozan las historias:vienen del Chaco, otros del norte de Santa Fe, algunos de Jujuy ySalta. La pregunta que sigue es casi obvia: ¿y por qué se vinieronpara acá si andan hurgando en la basura?. La respuesta no es tanobvia para el azorado sacerdote: ”Acá por lo menos, hay basura dedónde se puede sacar la comida, allá, de donde venimos, ni siquieraeso”. Como una inesperada epifanía, el curita sabe dónde tiene queestar y así, como por milagro si se quiere, empieza a nacer el curamisionero: buscar las causas y no emparchar las consecuencias... yempieza la misión.

En el salón multiusos que construyeron los propios vecinos en inter-minables fines de semana y horas robadas al descanso, hoy sábadoes fiesta. Jose, el enfermero ad-honorem (no puede conseguir el car-go porque tiene una discapacidad pero aprovecha su tiempo de li-cencia para ayudar en la salita) se ha conseguido una reproductora,alquiló unos videos infantiles y hoy los chicos la pasarán bomba...con unos pocos caramelos, el show no tendrá igual. Llega la tardecitay con los últimos grito, risas y aplausos empieza a llover fuerte. Yase están yendo todos y llega María con su bebé en brazos. Arde defiebre y llora con una mezcla de dolor y desamparo. María se alegrade ver a José y le pide algo para su bebé. Nada que tome le harábajar esa fiebre tan alta pero él no puede medicar al bebé sin autori-zación de los médicos, que hoy no están. El bebé llora cada vez másy la lluvia parece intensificarse: ni pensar viajar las ochenta cuadrasque los separan del hospital porque sería peor. El enfermero decidecasi sin pensarlo demasiado y le aplica un inyectable al bebé, que enmedia hora deja de llorar. La fiebre desaparece como por arte demagia.

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Alguien comenta lo ocurrido el sábado por la noche y el lunes elmédico-jefe del dispensario le pide a José que no vaya más.

Marisa vino del Chaco buscando nuevos horizontes, un lugar dignodonde vivir y crecer con su familia con algún tipo de protección de lasalud. El marido encontró unas changas pero no alcanzan para man-tener los tres chicos que ya tienen. Marisa decide probar suerte en elcentro de la gran ciudad: abre y cierra puertas de taxis en una esqui-na muy activa y así se hace de unas aceptables propinas que ayudana parar la olla. Marisa es una mujer decente y se ocupa mucho de sushijos: están prolijos, bien comidos hasta donde se puede, van todos ala escuela. La familia crece y todo promete un futuro interesante parala familia toba que ya consiguió la casita en un barrio municipal. Sinembargo, lo que ellos saben pero no pueden evitar, es el serio impe-dimento que hay entre sus buenas intenciones y una vida mejor paratodos: quienes los vean en esta ciudad de gringos los acusarán deportación de cara, de color y de origen. Y contra eso, no hay muchoque puedan hacer.

La zona del Mangrullo está a orillas del Paraná y es una zonainundable; cuando las aguas bajan bravas, el terraplén no aguanta yamenaza desmoronarse. Los que allí viven han sido pescadores des-de siempre. Después se hicieron famosos mundialmente, casi sin que-rerlo, porque el hambre los llevó a comerse algún que otro gato y latele los mostró a quienes quisieran verlos.Susana vive en el Mangrullo y su nene más chiquito tiene una enfer-medad respiratoria crónica, producto seguramente de la intemperiey la humedad en la que viven. La pediatra del hospital le ha dadounos remedios para el nene y le recomienda que no deje de tomarlos,que le harán mucho bien y evitarán esos ataques que le dan y queparece que se queda sin respirar. Unas semanas después de recetado

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el medicamento, Susana se cruza en el hospital con la pediatra que lepregunta cómo anda el nene: ”Igual”, contesta. Ante la sorpresa dela pediatra que sabe de la eficacia de la medicina recomendada Su-sana le comenta que ya no se la da. “Lo que pasa, doctora, es que elmedicamento le da hambre, le abre mucho el apetito, y Ud. sabe queyo para darle de comer más no tengo”.

Laura es docente y su marido hace más de un año que no tiene traba-jo. Es un simple empleado administrativo. Para el mercado actual élestá fuera y sin posibilidad de volver a entrar. Tiene que competircon chicos jóvenes, que no tienen necesidades sociales evitables comouna familia e ideológicamente están acostrumbrados a trabajarflexibilizados sin cuestionarse mucho sus derechos si aún los hubie-ra. Cuando el trabajaba cobraba su salario familiar por su esposa ypor sus chicos. Hoy Laura, que es sostén de su hogar, cobra tambiénun salario familiar pero para la ley un cónyugue varón no merece sersostenido. Sorprende a las autoridades el aumento de separaciones ydivorcios a partir de la ley de convertibilidad. Será que el amor no esconvertible.

Marisol y Delia eran dos nenas de tres y cinco años. Murieron en unincendio. Su papá intentó salvarlas y sufrió graves quemaduras porlas que tuvo que ser internado. La mamá no estaba en ese momentoen casa. Hasta aquí, esto parece un relato de la fatalidad más pura.Pero no es así. Como bien dijeron algunas personas que conocen decerca a esta familia “las mató la pobreza, se murieron de pobreza” .Las nenas estaban en su vivienda en el momento del incendio: unaprecaria casita de chapa, madera y algo de material. Murieron por-que alguien decidió que a ellas les tocaba vivir en una de las tantasvillas miserias de una gran ciudad, donde como vemos, es necesarioque los chicos mueran para que los números cierren. En la villa nohay agua suficiente para beber... menos agua hay, por supuesto para

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apagar un incendio pequeño que se llevó a las pequeñas. A esta fami-lia, como a muchas otras, se les niegan todos los conocidos y hacepoco festejados derechos del hombre: no tienen una casa digna, suspadres no tienen un empleo que garantice un bienestar básico, y aho-ra tampoco una “identidad” legalmente reconocida, porque en elincendio se quemaron los documentos que costaron dinero y tiempoconseguir.En los medios masivos de comunicación apareció como un caso denegligencia de quienes estaban a cargo de las nenas. No fueron víc-timas de una fatalidad; fueron víctimas del tan mentado y cínicamen-te anónimo “sistema” a quien por alguna oscura razón evitamosllamar por sus nombres propios. Los medios lo mostraron como uncaso más, con esa asepsia informativa que los caracteriza. Paradóji-camente, Marisol y Delia murieron en una fecha ya histórica y muysignificativa para la opinión pública: un 25 de enero.

Leo vive en uno de esos barrios construidos con planes de viviendapopulares que fueron pensados por arquitectos que tenían en menteel esquema de un zoológico, con el perdón de los animales que allíviven. En el barrio, que antes fue una villa, corre casi permanente-mente el alcohol y mucha droga. No hay edad para las adicciones;algunos vecinos espantados critican a quienes las padecen. Pero apesar de todas las auspiciosas palabras de quienes alguna vez inau-guraron oficialmente el barrio, mudarse a él no implicó el comienzode una nueva vida. Tal vez un techo más seguro que la chapa, tal vezun chorrito más de agua corriente, tal vez un poco menos de barro enel piso del comedor. Pero de una nueva vida nada. La mudanza fue enel ’87. En el ’89 los vecinos del barrio protagonizaron para bien ypara mal los famosos saqueos. Después se vino la revolución pro-ductiva, y el tequila, y el vodka y el caipirinha... y toda esa profundatendencia a la borrachera y la demencia que caracteriza a los hijosdel modelo económico vigente.

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Leo acaba de terminar con gran alivio la primaria. Eso que pare-cía para siempre ya quedó atrás. Leo vive para el fútbol: le gusta,lo apasiona, es lo único por lo que haría algún sacrificio. Aparte dela vieja, por supuesto. Cuando ya parecía que no iba que tener queentrar más en el edificio escolar, zás, inesperada reunión de“egresados”. La directora los recibe amable y explica a quienessin interés la escuchan las ventajas y bondades de continuar estu-dios secundarios: la seguridad de un trabajo, el respeto de la socie-dad, el bienestar económico, el disfrute de la cultura general, laposibilidad de seguir otros estudios superiores... argumentos pocodiscutibles si los hay. Todas las teorías educativas la apoyan,avalan su palabra bienintencionada, muchos documentos del Mi-nisterio de Educación presentan con análisis claros lo inevitable desus aserciones. La estadística está de su lado.Leo y sus compañeros se miran ya casi sin asombro. Se paran y sevan sin decir palabra. Es que ellos desde su observación y constata-ción cotidiana sienten que ya están cansados de que, en nombre deun estado que no se preocupa por ellos, les sigan mintiendo.

Herminia tiene un problema renal crónico bastante serio. Gracias alas diálisis semanales todavía está viva; pero no es fácil. El hospitalqueda a más de cien cuadras de su casa, los días de lluvia no puedellegar a la parada de colectivos, hay que pagar el bono y algunasotras cositas, y algo hay que comer mientras se está allá. Todo estesacrificio parece que se prolongará por largo tiempo y a pesar de élHerminia no se siente mejor. Poco a poco su salud se debilita y,claro, están la familia, los amigos: todos los que la ayudan y pareceque nunca alcanza. La solución a su problema es un transplante.Herminia tiene varios hermanos y entre ellos sería fácil conseguiralguno que sea compatible para que pueda donar un riñón y salvar-la. Se inician los trámites en el organismo que tiene a su cargo lostransplantes y tardan, tardan, tardan... no hay dinero para transplantes

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en los hospitales públicos. Los riñones de Herminia que nunca fun-cionaron muy bien, un día cualquiera de esos dejaron de funcionar. Yse murió.Los siete hermanos y hermanas de Herminio y no comprenden cómocon tantos riñones disponibles en la familia ella ya no está.La publicidad y los informes del organismo responsable de lostransplantes insisten que no puede hacerse mucho más de lo que yase hace porque no hay donantes solidarios disponibles.

Estas anécdotas, todas ellas reales, son parte de la novela de occiden-te. No estarán nunca en los manuales de historia, ni en los de sociolo-gía. Con suerte perdurarán en la mente y el corazón de vecinos, mili-tantes, ó trabajadores sociales. Cornelius Castoriadis dice que una delas características de este occidente neoliberal es el aumento de lainsignificancia1. De acuerdo. Hay cada vez más cosas que se vanvolviendo insignificantes: la vida de la gente común, por ejemplo.Eduardo Galeano asegura: “El mundo está organizado de tal modoque los pobres son culpables de ser pobres, y por lo tanto se joden. Elúnico rescate se opera por medio de la beneficencia, que viene dearriba para abajo, de los ricos a los pobres. La solidaridad es horizon-tal, pero se basureó a favor de la caridad, que deja bien claro quiénestá abajo y quién arriba” 2. Ahora que se cierra un siglo, sin dudasería deseable que otro fantasma (diferente de aquél que Marx ha-bía descripto en los comienzos) recorra el mundo (y no ya sóloEuropa). Es ése fantasma basureado del que nos habla Galeano.

Cris MartínezMarzo de [email protected]

1. Cornelius Castoriadis, “Detener el avance de la insignificancia”, aparecidoen Sudestada, nº 1, Otoño de 1999 .

2. “Manual del alumno rioplatense”, entrevista a Eduardo Galeano aparecidaen Radar Libros, nº 67, 21/2/99.

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De amores y de mitos

Aprovecho la oportunidad que me ha brindado MarceloPercía cuandotranscribe algunos párrafos del cuento de Julio Cortázar, titulado«Cambio de Luces» y , a propósito del amor, lo constituye en objetode análisis1. Sin subestimar la importancia de su aporte, creo que el au-tor dedicado al campo de lo grupal, procura problematizar el amory, sin embargo, que difícil le resulta no quedar atrapado en la lógi-ca de un sentido unívoco y general cuando intenta definirlo. El texto del cuento le resuena como si fuera el contenidomanifiesto de un sueño con un estatuto tan fijo e idéntico que leimpide reconocer que, Tito, uno de los personajes , al ser convo-cado por la carta de Luciana, produce, maquina imágenes y lograuna construcción fantástica2. Su análisis gira, casi, obsesivamente,en torno a la escena en la que Tito mira a Luciana3 y cuando miraqueda determinado como produciendo siempre lo mismo, la mis-ma escena que lo deja preso en las constricciones de su estructurasubjetiva en la que el sentido unifica lo diverso y el amor es con-cebido como carencia y , en consecuencia, la construcciónfantasmática aparece proyectada en el registro inmutable de la re-presentación de un objeto de goce4. Este fantasma individual es típicamente un fantasma degrupo en el que el deseo es un flujo conectado al orden socialconfigurado como falta de ser y que conlleva en su expresióntodas las represiones y, por ende, las ataduras a un producciónfantasmática que sólo admite repeticiones displacenteras. Tito y Luciana pudieron armar con el material de un retícu-lo de imágenes la singular combinatoria de sus miradas, entonces,por qué no pensar que hay para ellos muchas perspectivas de libe-ración de esta suerte de predestinación infalible a lo que los con-dena el origen Edipo narcisista. Sin embargo, Percia plantea la constitución subjetiva en el

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tránsito o pasaje al otro y ubica esta idea de corte subjetivo en elorden de la falta, de la imposibilidad y del desencuentro. La fraseque cita de Lacan: « Sólo el amor permite al goce condescender aldeseo « lo confirma en el lugar absoluto del psicoanalista comolugar despótico desde donde se puede censurar , demarcar o repri-mir a los sujetos en su producción deseante. La mirada, concebida sólo como representación de lo uno ode lo idéntico, nos inhibe de situarla como pulsión parcial, algomás acá o más allá de la estructura, quizás como flujo inauguralde posibilidades para advenir un sujeto libre sin la imposición deun imaginario cristalizado que lo domine. Yo prefiero ir más allá del fantasma y pensar el amor comoacontecer subjetivo, como flujo incesante, como arquitectura deplanos superpuestos, como excentramiento de deslizamientos in-finitos y no como efecto de la transferencia imaginaria y simbóli-ca que nos remite siempre y de todas maneras a algún mito quenos organiza y nos anuda en algún tipo de saber específico. Eneste sentido, creo que la muerte de amor se anuncia cuando quere-mos significarlo . El mito como el registro social de la fuerza productiva delamor le otorga entidad y de esta manera se constituye en la causaeficiente, externa y heterónoma, desconociendo el valor del amorcomo producción histórica, autocreación inédita, población deinfinitos mundos posibles. La producción mítica pertenece al acervo de lo instituido yreniega que desde el origen le es inherente su carácter instituyente.Por ejemplo, Tristán e Isolda es un mito necesario a la sociedadcortesana de los siglos XII y XIII que para oponerse al ideal caba-lleresco impuso el amor-pasión como un nuevo modo de ordena-miento en el que el goce erótico era posible sólo en una relaciónprohibida con la consecuente escisión del objeto erótico. Amor opasión, cárácter disyunto que determina cómo debemos amar. Eneste caso, el mito opera como consigna y ejerce un poder despóti-co de sujeción y de disciplinamiento de los cuerpos en el inter-cambio amoroso. Es la orden, el mandato de un mito sin autor,cuyocondición fundamental es ser oscuro, reinar entre las sombras ,producir efectos temibles, represivos y alienantes por los siglos delos siglos. Sabemos de su vigencia actual y conocemos las satis-facciones simbólicas que nos producen sus retoños acentuadospor la obra literaria : la ilusión de libertad y plenitud al lado del

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aburrimiento de la moral burguesa, un sentimiento noble e inten-so que no ofrece garantías y se constituye en un reservorio ficcionalque enmascara una profunda sujeción social. El amor como producción configura la subjetividad y en losespacios libres de coherción social nos hace sentir vivos, diverti-dos, melancólicos, unidos o fragmentados. . . Pero, sobretodo, elamor es transgresión como institución de nuevas formas socialesa diferencia de la transgresión perversa que va más allá de lo quela ley establece y a sabiendas de que la prohibición está. Cuandoamamos, cuando alguien, ahí, puede ser nombrado,la presenciadel otro nos irrumpe y nos trastoca, nos moviliza y nos enciende,nos provoca y nos singulariza, nos fascina y nos lleva más allá delos límites, nos compone y nos desarma en nuestro incesante ycreativo devenir humano.

1. Percía, Marcelo: Notas para pensar lo grupal. Buenos Aires. Lugar Editorial. l994.2. (Presentación de Tito)

Tito Balcárcel hace papeles secundarios en un radioteatroen Radio Belgrano. Tiene la voz que conviene: “El radioescuchate escucha y te odia; no hace falta que traiciones a nadie o mates atu mamá con estricnina, vos abrís la boca y ahí nomás media Ar-gentina quisiera romperte el alma a fuego lento”. Tito no esungalán de modo y ninguna muchacha romántica le escribe cartas deamor. Un día recibe el primer sobre lila de Luciana.3.......“pasó que de nuevo la vi, siempre he sido visual y fabricofácil culquier cosa, de entrada Luciana se me había dado más bienchiquita y de mi edad o por ahí, sobre todo con ojos claros y comotransparentes, y de nuevo la imaginé así, volví a verla como pen-sativa antes de escribirme cada frase y después decidiéndose... sesentía que la carta era espontánea y a la vez -acaso por el papellila- dándome la sensación de un licor que ha dormido largamenteen su frasco.....Hasta su casa imaginé con solo entornar los ojos,su casa debía ser de ésas con patio cubierto o por lo menos galeríacon plantas... una galería cerrada con claraboyas de vidrios decolores y mamparas que dejaban pasar la luz agrisándolas, Lucianasentada en un sillón de mimbre y escribiéndome...”

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. . . (Prisionero de una mirada)“ Pero Luciana era una mujer de más de treinta años, llevados esosí con todas las de la ley, y bastante menos menuda que la mujerde las cartas en la galería, y con un precioso pelo negro que vivíacomo por su cuenta cuando movía la cabeza. De la cara de Lucianayo no me había hecho una imagen muy precisa salvo los ojos cla-ros y la tristeza; los que ahora me recibieron sonriéndome eranmarrones y nada tristes bajo ese pelo movedizo... De veras lo pa-samos muy bien y fue como si se hubieran presentado por casua-lidad y sin sobreentendidos, como empiezan las buenas relacionesen que nadie tiene nada que exhibir o que desimular ... “

. . . (Ajustes )“ Poco a poco yo le iba ajustando la cara y la voz, desprendiéndo-me con trabajo de las cartas, de la galería cerrada y del sillón demimbre; antes de separarme me enteré de que vivía en un departa-mento bastante chico en planta baja... También Luciana hacía susajustes como siempre en esas relaciones de gallo ciego, casi alfinal me dijo que me había imaginado más alto, con pelo crespo yojos grises, lo del pelo crespo me sobresaltó porque en ninguno demis papeles yo me había sentido a mí mismo con pelo crespo”.

“El gallo ciego está encandilado por la imagen que mira. Busca ala muchacha chiquita de las cartas y se encuentra con una mujerpoco menuda; imagina su cabello castaño envuelto en una luz ce-nicienta y tiene enfrente un precioso pelo negro; los ojos clarosson marrones y la muchacha triste le sonríe. Tito, que aún no creedemasiado en las imágenes que mira, se da cuenta de que el pieque ahora se le ofrece no calza en el hermoso zapato que acaricia.Conoce que los ajustes son inevitables. Con trabajo, aparta lo queno encuentra en Luciana: la m,ujer de la galería, los ojos claros, laatmósfera melancólica y el sillón de mimbre. Deja aparte: no seempecina en hallar lo que ya tiene, aunque -pronto se verá- nuncase desprende del todo de lo que busca.

. . . (Luciana se mudóa a mi casa)“... todas las operaciones duraron apenas un mes, se cumplieronen dos encuentros en cafés, un tercero en mi departamento...Luciana se mudó a mi casa esa semana; cuando la ayudé a prepa-rar sus cosas me dolió la falta de la galería cubierta, de luz ceni-

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cienta, sabía que no las iba a encontrar y sin embargo había algocomo una carencia, una imperfección”.

.......(Capricho de mirar)“..... le pedí a Luciana que se aclarara el pelo. Al principio le pare-ció un capricho de actor, si querés me compro una peluca, me dijomirándome y de paso a vos te quedaría tan bien una con el pelocrespo, ya que estamos. Pero cuando insistí unos días después dijoque bueno, total lo mismo le daba el pelo negro o castaño, fuecaso como si se diera cuenta de que en mí ese cambio no teníanada que ver con mis manías de actor sino con otras cosas, unagañería cubierta, un sillón de mimbre”.

.... “... y arreglé las luces para que estuviera cómoda”.

......(Entre divertida y perpleja)“.....Al volver de la radio encontraba a Luciana leyendo o jugandocon la gata en sillón que le había regalado para su cumpleañosjunto con la mesa de mimbre que hacía juego. No tiene nada quever con este ambiente, había dicho Luciana entre divertida y per-pleja, pero si a vos te gusta a mí también, es un lindo juego y tancómodo. Vas a estar mejor en él si tenés que escribir cartas, ledije”.

(4) (La plenitud era tan grande)“Decírselo, quizás. No tuve tiempo, pienso que vacilé porque pre-fería guardarla así, la plenitud era tan grande que no quería pensaren su vago silencio, en una distracción que no le había conocidoantes, en una manera de mirame por momentos como si buscara,algo, una aletazo de mirada devuelta enseguida a lo inmediato, ala gata o a un libro”.

“Tito celebra el triunfo de su mirada, pero Luciana no coincide ensu festejo. Y aunque ella muestre una distracción que no le habíaconocido antes, él se rehusa a ver esa novedad: hasta este datotermina por absorber su mirada como parte de la imagen que ne-cesita”.

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El objetoEntre el miedo, la esperanza y la muerte

Este texto intenta reconocer los cimientos mismos del con-formismo y el consumo generalizado de la sociedad contemporá-nea, en relación al intento de evitación de la muerte que nos pro-pone esta organización social. Asimismo ello abreva de ciertaspasiones que la historia de socius de origen judeo cristiano conocemuy bien, el miedo a la muerte y la esperanza.

Y si algo permite cerrar ese circuito pasional, es una polí-tica del ícono que nace a partir de la gestión del gran Ecónomo,Dios. En la imagen del objeto existe ese fulgor que sólo puedeprovenir del Rostro del Hijo, que dispersa su esencia en la distri-bución de bienes terrenales y también en la circulación de íconos.Sobre ese fulgor, sus manipulaciones y capturas subjetivas, tratanestas líneas.

La crisis de la sociedad contemporánea se revela con todasu intensidad en cuanto mayor es el tiempo que discurre entre latransformación del imaginario social y el avance del nuevo ordenligado a una creciente dislocación propia de los sistemas capita-listas. Esa descomposición referente a los procesos de identidad,tal como lo expresa C. Castoriadis, remite de forma casi inmedia-ta a la crisis de las entidades sociales que se implican recíproca-mente con los antedichos procesos.

Si comenzamos por la declaración de una crisis, es necesa-rio ahondar entonces en las formas en que esa crisis toma cuerpoen las subjetividades; y ello de ninguna manera es ajeno a la inten-sa tradición judeo cristiana que empapa cada uno de los elementosque irrigan los procesos identificatorios que son los constituyen-

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tes de las subjetividades contemporáneas.La pretensión que las sociedades tienen de sí misma, no es

otra que la creación de una serie de afectaciones propias, caracte-rísticas de un determinado proceso social, adecuadas a las necesi-dades y urgencias del tiempo histórico.

Cuando esas pretensiones se hallan zozobrando, y no esposible ya acertar en la búsquedas de determinaciones que vengana dar el sentido necesario, ni tampoco ya puede apelarse a los ele-mentos que de forma emblemática dictan los deberes sociales, losprocesos identificatorios -pilares que cimentan la hominización-se hallan en cuestión; y esto implica que la construcción de un símismo es la que está en crisis.

Este sí mismo en crisis no sólo afecta al todo social, sinoque lo hace esencialmente con la construcción de cada una de lassubjetividades que componen esa totalidad social. Pues la crea-ción de un proceso de socialización no sólo significa la incorpora-ción de las instituciones dominantes de esa sociedad, sino que tam-bién requiere de la reproducción permanente por parte de los indi-viduos de esas instituciones. Esa reproducción está también afec-tada, en cada subjetividad.

Con ello queremos decir que son las representaciones de símisma de la sociedad las que se resquebrajan, y ese pretendersecomo sociedad, y el representarse como algo construido por eldiscurso de sí misma, lo que no permite conformarse como unnosostros, identificados a ciertos derechos colectivosimperecederos. Esto es, ya no hay posibilidades de identificaciónfinal del individuo tal como se establecía cuando la construccióndel sí mismo se realizaba a partir de lugares que ya no existen o seencuentran en crisis (la noción de patria, las de independencia eco-nómica y la soberanía política). Esa identificaciones que los individuos realizan les permitenconstruir una defensa contra la muerte; o lo que podemos com-prender como lo imperecedero de la nación, que siempre se halla

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proyectada en milenios como gesto fundacional.Esa defensa se erige precisamente frente a lo insoportable

de la muerte, de lo inaceptable de lo que se presenta como lo mor-tífero, es decir, en este caso, el derrumbe de las significacionesque dieron origen a las sociedades modernas. el papel de la reli-gión fue y sigue siendo, en occidente, la de generar unaautorepresentación donde los individuos se hacen partícipes delsentido ya dado del mundo, y de aquello que significa como cons-telación imaginaria acerca de la vida, de la muerte, y de todos losenigmas que atraviesan la existencia.

Y aquello que viene a instalarse como elemento de signifi-cación central no es otro que la noción de expansión ilimitada.Esta significación vacía de contenido la existencia misma de losindividuos, pues no permite la construcción de procesosidentificatorios de las nuevas generaciones de individuos.

Y el efecto subjetivo es el de la creación de una potenciailusoria que se acrecienta cuanto más se acrecienta el consumo; enello el individuo se concretiza conformando una ecuación que setraduce en los parámetros de ganar lo más posible y por lo tantodisfrutar lo más posible.

Cada acción individual se instala como una transmisión deestos axiomas, que a su vez se registraron como productos de lotransmitido por los padres a través de la lengua como instrumentode socialización. En esta referencia que son los polosidentificatorios, no se transmite otra consigna que esta: «tengan lomás posible, disfruten lo más posible». Dejando sin sentido a lasacciones que se producen por fuera de lo prescripto.

Ahora bien, en el enfrentamiento del niño con aquello quele presenta la muerte y la caducidad, la fuga posible es la inmer-sión en un mundo de objetos y juguetes, donde la futilidad es elsello que lo caracteriza. Y esa parece ser el embrión de un elemen-to social que comienza a aparecer con frecuencia, la falta de due-lo, el desconocimiento de la muerte tanto en el mundo público

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como en el privado.Ese elemento se articula a otros y se concatenan en una

serie de significaciones que dan sentido a aquello que denomina-mos distracción, o bien conformismo, que es el marco que contie-ne de forma diferencial a la distracción en la alienación a la panta-lla por la que pasa la vida.

Si esta época tiene una característica, esa no es otra que lageneralización del conformismo. Y ello tiene por consecuencia lafalta de investimento hacia un «nosotros» pues el sentido que seinstala es un sentido que se presenta desarticulado, pues la crisisde los proceso de identificación afecta directamente a laautorepresentación que la sociedad tiene de sí misma. Si esaautorepresentación se halla carente de fundamentos, ello se debeprincipalmente a que la generalización del efecto del conformis-mo, ligado directamente al consumismo, no permite la constitu-ción de un «nosotros», pues existe una constante fuga de lo que serevela como límite último, la muerte. El consumismo gesta enton-ces esa ilusión, donde el objeto siempre está presente y vigente,aunque siempre es otro el objeto que se debe aprehender para te-ner una existencia en la trama social.

Si ese objeto puede instalarse es porque existe un moldetrascendente que una vez ubicadodetermina las coordenadas sobre las que las subjetividades sepreforman. Por un lado reconocemos en toda la historiografía ofi-cial y no oficial una pasión que se introdujo de manera directa conel cristianismo, y ésta es el miedo a la muerte. Pues bien, sobre esemiedo cabalgan incansablemente muchos de los afectos que sir-ven para la sujeción subjetiva que en la sociedad contemporánease evidencia por la generalización del consumo y del conformis-mo, como escape de la sensacionalidad que la muerte genera. Ve-remos entonces, por un lado el origen de ese miedo y sus manipu-laciones, a partir del pensamiento de Baruch Spinoza, y por otro,cómo la existencia de una impronta también judeo cristiana, per-

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mite la diagramación de ciertas sujeciones a través de la iconicidaddel rostro de Cristo, sobre la cual ensambla el objeto de consumo,posibilitando una salida ilusoria a la muerte.

Por lo tanto tendremos por un lado aquello que resulta seruna pasión, el miedo a la muerte, que no puede convertirse enafecto, esto es, en una pasión clara y distinta, pues otra pasión, laesperanza, obtura ese pasaje manteniendo la incertidumbre de laposesión de la cosa. Esa posesión es posible por el trazamiento enla subjetividad de occidente de una semiótica propia a la prolife-ración de la imagen icónica del rostro de Cristo, que no es másque la proliferación de una economía del Padre que se extiende através de lo icónico y que hoy ensambla, por su semiótica del va-cío, con el objeto que conjura la muerte y los miedos que éstaconvoca.

Comencemos entonces por indagar sobre esa pasión quees el miedo.

El miedo, un salario del pecado.

Para Spinoza, el miedo y la esperanza son dos pasiones dela incertidumbre, pues se caracterizan por ser afectos inestables.Además, como pasiones violentas, implican la duda, -no metódi-ca-, la salvación de un mal y la espera junto a la vacilación, que sederivan en resignación y en parálisis.

Mientras el miedo (metus) puede definirse como una tris-teza inconstante nacida de cosa dudosa, la esperanza (spes) es tam-bién una inconstancia, en este caso una alegría, nacida de la ima-gen de la cosa futura o pasada, y de cuyo éxito dudamos. Por lovisto, tanto una como otra pasión proyectan la incertidumbre, mien-tras que su seguimiento promueve la posibilidad de comprenderlos distintos procesos éticos, políticos y religiosos.

Si estas dos pasiones en verdad son incertidumbres que

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generan violencia, son intratables pues por la razón; empero exis-ten, para Spinoza, otras que se cimentan en la certeza del presente,así, tanto el placer y el dolor, como la alegría y la tristeza afirmanla certidumbre de lo actual.

Aquellas dos pasiones (metus y spes) no dejan de ser im-portantes, pues para este pensador son comunes a todos los hom-bres, y producen un condicionamiento de las voluntades; la ame-naza que despliegan se compensa con las promesas que traen, peroello no obstante, no impide que el miedo y la esperanza se insta-len siempre inestable entre la sumisión y el deseo de rebelión, ytambién entre la confianza y la duda, bloqueando la potencia decada uno de los individuos hacia estados de mayor perfección.

La raiz del pensamiento de Spinoza es el neoestoicismo;que a diferencia de Platón y Aristóteles, considera a las dos pasio-nes como inseparables, no pudiendo pensarse a cada uno aislada-mente del otro, tal como lo postulaba el origen estoico de los dosfilósofos.

Si un efecto privilegiado producen estas dos pasiones, estees la pasivización del cuerpo, pues lo dominan a través de la in-certidumbre; es decir qu el individuo quede inerme frente a loincierto. Sabiendo muy bien Spinoza que ambas forman parte im-portante del Imperio Teológico Político, en cuanto a la necesidadque tiene éste de producir enunciados que permitan la fuga delmundo, y ello supone cierta hostilidad a la razón para realizar unaapología de la esperanza como mensaje cristiano.

Ese mensaje de esperanza, en verdad se convierte en unelemento que permite el truiunfo sobre la muerte, pero principal-mente sobre el miedo que ésta produce en la existencia de loshombres. Este miedo, nos dice Spinoza, es el verdadero salariodel pecado.

Pues una vez abatido el último «enemigo», la muerte, elque tenga fe resucitará de un cuerpo glorioso.

Empero, el rechazo al miedo, no sólo significa no pagar el

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salario del pecado, sino que para Spinoza implica rechazar ade-más el imperio del absolutismo, y el de las políticas de la Razónde Estado, mientras que en lo religioso, es rechazar el temor aDios, que es Razón de la Iglesia.

Queda expresamente claro que ni una ni otra institución,ni tampoco la filosofía, pueden apoyarse en el temor, pues se debedescubrir detrás del miedo ( que en última instancia es miedo a lamuerte), y de la esperanza, las razones de la sumisión y obedien-cia. El golpe a la promesa no es otro que el golpe a la moral teoló-gico político, que da cuenta de la servidumbre a los mandamien-tos de un Dios personal.

En la sociedad contemporánea, según lo hemos visto, elhombre está sometido no ya a la mirada de un Dios personal, sinoal andamiaje de un imperio de los sentidos del consumo, a lasproducciones de deslizamiento constante del objeto que permitenla fuga permanente - y no por ello menos ilusoria- de la muerte.

Este conformismo que se traduce en su concreción coti-diana en la apropiación ilusoria del objeto que se desvanece, alejala posibilidad de que el sujeto pueda superar la crisis contemporá-nea en base a la concreción de la propia potencia de existir, en un«conviértete en el que eres» más cercano a las expansiones de laspotencialidades que a la contracción de las mismas por el miedo ala muerte, como pasión esencial de la incertidumbre y la presenta-ción de la esperanza de la cesación del miedo por el alcance de latierra prometida, en este caso, la inverosímil certeza que otorga laconciencia plácida del ganar más y disfrutar más, con los sobre-saltos inútiles que ello conlleva.

Si una afirmación es necesaria esta es -junto a Spinoza-que el gozo de la vida no es sino la posesión serena de sí mismopor parte de la mente y el cuerpo, pues el hombre libre alegra suvida usando la idea de la muerte como prueba de que no debemospreocuparnos por el futuro, reconociéndola, y pudiendo hacer elduelo de aquello que se pierde sin más. Este duelo imposible, en

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la sociedad actual, se funda en la esperanza de conjurar los efectosde la caducidad, sumergiéndose el individuo en un mundo de ob-jetos. Y aquí encontramos el otro sesgo que convoca a la subjeti-vidad por la fuerte impronta que conllevan sus marcas, y esto pos-tula una pregunta ¿Cuál es el molde que trasciende a la subjetivi-dad individual, generando un vaciamiento que habilita y permitela instalación de un objeto siempre efímeropara conjurar al miedo a la muerte?

Sobre ese elemento se fundan además los procesos desubjetivación de los individuos en occidente, pero que en la actualetapa del capitalismo se particulariza de un modo especial. Inter-vienen aquí tanto el miedo como la esperanza, pero estas pasionesson posibles si existe una semiótica determinada, la del vacío, ensu despliegue iconólatra y que habilita la fascinación que ejerceel objeto.

El gran Ecónomo, el Dios Padre

Si el objeto puede convocar libidinalmente es porque existeuna ley del ícono en occidente, legitimada por una políticaiconólatra alrededor del rostro de Cristo. Veamos entonces cuálesson los parámetros de esa ley en el decurso de la historia.

Los cristianos se dividen, después de la crisis iconoclasta,en aquellos que siguen una línea imperial, y los que siguen la tra-dición del rostro pintado y adorado. Para los primeros, asentadosen su capital, Cosntantinopla, la ley del ícono forma parte de lagestión de los bienes terrenales, gestando una política que se fun-da en una economía restringida.

En cambio para los iconólatras, el rostro de Cristo comoícono, es la distribución de la esencia del Padre a través de la pro-pia imagen del hijo. Recordemos que el ícono no sólo representaal hijo del Dios, sino también a la economía del Padre, en cuanto a

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que la dispersión de la imagen no comprueba sino que el Padre esel gran Ecónomo, y ello implica que la economía deriva de la pre-sencia y distribución del ícono.

Es así que el vocablo economía deriva del griego«Ikonomía»; en referencia casi directa a la relación entre el íconoy la distribución de bienes terrenales, entre ellos los objetos quehan de consumirse.

El gran Ecónomo, promovedor de la distribución de bie-nes que se referencian en el ícono, muestra en su acto la gestaciónde una economía de la proliferación, en la cual la inscripción delcontorno del rostro del íconocorta y separa, trazando un borde quepermite declinar el nombre. El trazo del gran Ecónomo no sólomarca los límites visibles del vacío, sino que también los de unespacio pleno. Pues si la inscripción, de acuerdo a lo expresadopor el apologista más agudo de la iconoclastía, Nicéforo el Pa-triarca, no limita lo divino, es porque es imposible encerrar al Ver-bo. Y ello modela por lo tanto dos relaciones, por un lado la esta-blecida con el tiempo, en una memoria inacabada, y por otro, ladel espacio, donde la huella que deriva de la inscripción hace pre-sente a un Dios cuya ausencia no se transgrede.

Es así que se forma un anillo que cerca a las masa a laséreas conceptualizadas de un espacio homogeneizado, pero queen realidad no encierra nada; no obstante ello no impide que elperímetro sea desbordado permanentemente por el ícono. Sabe-mos por las declaraciones iconólatras que Cristo no estácircunscripto, por que no es un ser, y a la igual que la carne des-pués de la resurrección, la carne de la imagen es sobrenatural, espor lo tanto encarnación de una ausencia.

La imagen de Cristo llena una ausencia pero al mismo tiem-po está vaciada de presencia.. Esto promueve decir que la encar-nación es vaciamiento (kenose); y ese vaciamiento no correspon-de sino al lugar a una memoria del mismo, esto es, una memoriaencarnada, que es otra definición del ícono.

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Entre la ausencia llena y la presencia vacía, el vaciamientose interpreta como un gasto del Supremo Ecónomo, revelado através de la desnudez del Mesías, y en el sacrificio del Padre queexilia a su hijo de la gloria del Reino en la vida terrestre. Y esaGloria no se hace presente, en el momento de la ellección supre-ma del grito en la cruz» Padre, ¿Por qué me has abandonado?» esegrito desgarra igual que el signo, sus contornos; indicando tam-bién que se augura un nuevo tiempo, el de la nueva Alianza quereemplaza a la antigua alinaza con la venida del Mesías. Surge porello una nueva Ley, los cristianos pueden producir y conservar elRostroa diferencia de los iconoclástas, quienes sólo conservan lacrux, pues consideran que agregar un cuerpo y rostro a la semióti-ca cruceiforme es antropomorfizar la figura de Cristo, bajo la ima-gen de la misma miseria humana. Empero, la cruz sola rechaza laresurrección.

En cambio, los iconólatras afirman que si Cristo resucitó,el Rostro triunfa sobre la cruz, y por ende, la transfiguración de sucuerpo prosigue en el ícono.

Afirmamos entonces que el ícono es una práctica kenótica,y ello supone que la iconografía traza un perímetro donde se que-da el objeto, en el mismo momento que encierra. Se gestan así unaserie de mediaciones entre la infinitud del modelo y la finitud dela imagen. Sobre estas mediaciones se erige la economía que per-mite la negociación, la circularidad de la mediación. Es posibleasí entender a la economía como la ciencia de los bordes, de lamediación, del encadenamiento contínuo de delgaciones de losbienes y de los objetos.

Por ello es dable afirmar que en verdad la economía delícono preside las anidaciones, las encarnaciones, incluso la de losobjetos de consumo de la sociedad contemporánea, pues es a par-tir de una forma vacía que ejerce tal orientación. Y es la mismaeconomía del ícono la que conforma un lugar en la tópica uterina;que al modo de una matríz considerada por sus bordes, es el cuer-

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po mismo de la madre.Entonces a partir de una forma vacía el ícono produce

nidación del Verbo, que a su vez es sostenida por la voz fecundadoraque garantiza la fecundidad icónica, por acción del Espíritu San-to.

El ícono, por lo visto, constituye un tejido espacial querecompone una Alianza de poder temporal y espiritual; y ello so-bre la fundación de una teología de la Kenosis. Es a partir delvaciamiento que provoca dicha operación que las sociedades oc-cidentales han sabido construir semióticas aptas para la constitu-ción de moldes de trascendencia donde objetos, políticas teólogicas,íconos de variados orígenes se encarnaran en ese espacio denidación.

Una semiótica iconólatra es aquella que permite la exis-tencia del vacío; y cuando este vaciamiento se extiende hacia losmismos bordes del sistema es cuando se gestan las crisis de losprocesos de identidad, pues la inscripción estalla, y la cercanía dela muerte es cada vez más sentida. Por ello, los objetos que creanel universo del consumidor se referencian en primer término enuna economía del ícono, sin esta economía, y sus moldeamientostrascendentes a las generaciones de los hombres, quizás las for-mas de subjetivación sean otras; y por otro lado, aparecen comolas últimas instancias por las cuales se puede vencer la muerte y elmiedo que ella genera.

Recordemos que el miedo a la muerte no fue otra cosa queuna política de cierta Razón del Imperio Político Teológico; sobreese miedo se montan acciones propias de sometimiento, mientrasque el salario del miedo en los tiempos actuales es el consumoindiscriminado como forma de la esperanza que aleja ilusoriamenteel miedo a la muerte; esperanza que no es otra cosa que paraliza-ción, pues aunque haya movimiento no se produce un corrimientosubjetivo.

Esto implica que debe existir un vaciamiento especial para

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que la acción del sujeto se ligue al objeto, y ese vaciamiento no esotro que la política del ícono, que prepara su determinación a losdistintos momentos histórico sociales para que las subjetividadesse ordenen de acuerdo al gasto del Supremo Ecónomo. Ello signi-fica que el vaciamiento de la política del ícono posibilita la encar-nación de nuevas Teologías del Rostro a partir de la presencia deaquello que aleja la impronta de la muerte, con el objeto de consu-mo que se encarna como presencia que llena de ausencia esa ma-triz, pues sigue siendo igual de evanescente y fugaz que el rostromismo.

Horacio Belgich

Bibliografía consultada

-Castoriadis, C.; «Crisis actual de los procesos identificatorios»Revista Zona Erógena Nº 31. Bs As.-Bodei, Remo.; «Geometría de las pasiones» F. C. E. México. 1995.-Baudinet, M. J.; «Rostro de Cristo, forma de la Iglesia» en Frag-mentos para una Historia del Cuerpo Humano. Ed. Taurus; Ma-drid. 1990.-Deleuze, G.; Guattari, F.; «Mil Mesetas» Ed. Pre-Textos. Valen-cia. 1994.

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