Alemparte Cristina - Lumbanico El Planeta Cubico

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narrativa

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Lumb?nico, el planeta c?bico

Cristina Alemparte

Lumbnico, el planeta cbico

El barco de vapor: Serie naranja - 100

Cristina Alemparte, 1986

Ilustraciones: Margarita Menndez

Editor digital: SalvorHardin

ePub base r1.2

Introduccin

SE llama Lumbnico. Es un planeta pequeo, casi Insignificante, envuelto en la luz Pe miles de estrellas y rodeado de enormes planetas rojos, verdes y azules. Pero, a diferencia de sus vecinos, el minsculo Lumbnico est habitado. Un antiguo pueblo ha ido creando all su historia a lo largo de aos innumerables; tantos, que su principio se desconoce.

No slo en esto se diferencia de los otros planetas. Lumbnico tiene una forma muy especial: en lugar de ser esfrico, se compone de seis caras cuadradas. Visto de lejos parece un dado desgastado por los bordes. Adems, cada cara presenta un color diferente.

Esta particularidad se debe al extrao clima del planeta. En Lumbnico no se suceden cuatro estaciones dentro del perodo anual, sino que en cada Cara o Valle existe un clima indefinidamente.

Hay seis grandes Valles, correspondientes a las seis caras: el Valle Azul, de clima clido, pareado al verano de la Tierra; el Valle Amarillo, donde existe una especie de otoo continuo; el Valle Blanco, cubierto de nieves, y el Verde, cuyas tierras se visten eternamente de hierba y vegetacin.

Estos cuatro Valles son los habitados. Arriba y abajo se sitan los Valles Polares, lugares glidos donde nadie podra vivir. Finalmente, estn las Aristas. Son unas grandes cordilleras que cubren los bordes del planeta, separando entre s los Valles e impidiendo el paso de uno a otro por tierra.

La geografa del planeta ha influido en la vida de los lumbanicenses, que es muy distinta de la existencia terrcola. Los habitantes de Lumbnico no pueden trasladarse libremente de una a otra Cara. El paso por mar es demasiado arriesgado, debido a las corrientes y a las tempestades que se producen en alta mar. Los lumbanicenses apenas se atreven a emprender pequeas travesas, y nunca se alejan de la costa.

Por tierra ocurre igual. Las cadenas montaosas impiden el acceso a pie. Son montaas altsimas, tan cortadas a pico que ni el mejor alpinista conseguira escalarlas.

Muchos siglos atrs, se conocan desfiladeros que permitan cruzar las Aristas fcilmente, pero su recuerdo muri con los antiguos lumbanicenses. En la actualidad nadie sabe dnde se encuentran esas legendarias entradas. Y, a decir verdad, tampoco parece importarles mucho.

El nico medio para cambiar de Valle es el areo, cada tres meses soplan los potentes Vientos del Este. Es el momento de subir a las Colinas del Aire con los trajes de viento y ascender volando, arrastrados por los vendavales, hasta llegar al Valle siguiente.

Cuando soplan los Vientos, este traslado es obligatorio para las cuatro Comunidades en que se divide el planeta: la Comunidad de Lum, la de Ba, la de Ni y la de Co. El motivo es muy simple. En los siglos anteriores, casi todos los lumbanicenses vivan en los Valles Verde y Azul, donde el clima es ms suave. Cuando la superpoblacin empez a causar problemas, comprendieron que deban separarse. Se dividieron en cuatro grupos y establecieron un nuevo modo de vida. As, todos pasaran tres meses en cada Valle.

En consecuencia, los lumbanicenses vivan en grupos aislados que nunca podan verse ni cambiar impresiones. La separacin duraba ya varios siglos. Aunque esta situacin no les gustaba, los lumbanicenses haban acabado por acostumbrarse.

Pareca que las cosas no iban a cambiar nunca

1. El proyecto

PIRELA, Mela y Ustrum, del Grupo de Ni, jugaban en la playa. Los das pasaban rpidos en el Valle Azul. Mientras permanecan all no tenan clases, y podan dedicarse a baarse y tomar el sol.

Lstima que slo quedaran tres das para la llegada del viento del Este

Pronto nos iremos del Valle declar Mela. Cuando lo pienso me pongo de mal humor.

Pues no lo pienses dijo su hermana Pirela con aire distrado.

Ustrum la mir. Su amiga llevaba unos das muy rara. Una noche haba comentado con su madre el cambio que notaba en la muchacha.

Su madre sonri:

Ser la edad dijo. Tu amiga ya tiene catorce aos y sus gustos son diferentes de los tuyos, hijo.

Debe de ser eso pens el nio. Vaya lata! Mela es una nia pequea. Aparte de los poetas del ao catapn, no le interesa nada.

Mela acababa de cumplir diez aos. Agachada cerca de la orilla, con los pies dentro del agua, pensaba algo parecido, aunque ella lo expresara de otra forma. Menos moderada, dira: Pirela se est volviendo una tonta, s, y una presumida.

Sabis lo que se me ha ocurrido? dijo la mayor, levantndose. Tengo un plan estupendo para librarnos de ir al Valle Amarillo. Para empezar, nos quedaramos aqu unos cuantos das ms.

Ustrum la mir sorprendido.

Lo dices en serio?

Claro!

Pues no cuentes conmigo. Lo de perder clases est muy bien, pero luego tendramos que recuperarlas. Adems, los del grupo de Ba nos encontraran y nos haran estudiar.

Y estaramos sin pap y sin mam intervino Mela, la mimada de su casa.

Pirela se ech a rer.

No me habis entendido. No quiero que nos quedemos en el Valle Azul: vamos a atravesar las Grandes Montaas.

Al oira, Ustrum se llev las manos a la cabeza.

Atravesar la Arista? S, claro. Facilsimo! se burl. Y saldramos en la historia del futuro

Podemos hacerlo! insisti Pirela. Antes de la Gran vergenza los hombres iban y venan por los desfiladeros. No lo has ledo? Pues has de saber que entre las montaas se extiende un pas misterioso, lleno de rboles, de rboles, Us!, y flores y animales de muchas clases.

El nio suspir.

Me gustara creerlo, pero s que slo son leyendas.

Haba estudiado esa parte de la historia durante el curso y la recordaba perfectamente. Siete siglos antes, los lumbanicenses haban alcanzado un alto grado de civilizacin. El progreso del planeta se aceler con el descubrimiento de la roacita, mineral que quemaban para obtener energa. Los hornos de roacita se multiplicaron por los Valles. Algunos sabios advirtieron que el abuso del nuevo combustible podra resultar peligroso, pero nadie les hizo caso.

Desgraciadamente, empez a surgir en los lumbanicenses un deseo insensato de adquirir cosas. Todos queran poseer objetos intiles, y para conseguirlos consuman ms y ms roacita, que era tan barata como abundante.

Entretanto, los gases desprendidos de la combustin iban amontonndose en la atmsfera. A los cinco aos, una enorme nube de ceniza comenz a descender hacia la tierra. Cundi el pnico: los lumbanicenses de los cuatro Valles huyeron a las Aristas, pero muchos no lograron llegar a tiempo.

Los supervivientes pasaron varios meses en las zonas del Interior. Gracias a la proteccin de las montaas, la Nube Negra no los haba alcanzado. En este tema las crnicas eran muy confusas. El libro ms serio, las famosas Crnicas del xodo de Porion, relata los hechos ms importantes de aquel perodo. No obstante, faltan en l datos fundamentales. Los captulos dedicados a la Arista donde Porion se refugi el Valle Encantado haban sido arrancados. Faltaba tambin el plano de las entradas. El ltimo captulo cuenta el regreso a los lugares arrasados por la Nube. Al leerlo, Pirela haba comprendido el dolor de sus antepasados cuando encontraron su hermoso mundo sepultado bajo una espesa capa de polvo negro.

Cuntos aos, cunto esfuerzo cost la reconstruccin! Pero, al menos, sirvi de leccin a los supervivientes. Poco a poco, dirigidos por una Junta de Responsables, fueron levantando edificios, limpiando las tierras, plantando nuevos huertos. Los sabios descubrieron una fuente de energa basada en las algas marinas: el treptano, un gas no contaminante. Sin embargo, las cosas no volvieron a ser como antes. Los accesos a las Aristas se cerraron y los Valles quedaron aislados para siempre.

Nadie supo cmo haban podido obstruirse las entradas, aunque hubo teoras para todos los gustos. Se habl de terremotos, inundaciones y otros desastres. Pero, segn la fantasa popular, la causa era muy distinta: en los pasadizos viva una raza gigante que tema la luz del sol. Esta leyenda, por absurda que parezca, estaba muy extendida entre los habitantes de los Valles.

Pas el tiempo, y los lumbanicenses olvidaron. Hacia el ao 2500, cuatro siglos despus del desastre, la Junta de Responsables decret la separacin. En la actualidad los sabios investigaban sobre la aplicacin del treptano a la navegacin area. Pero, entretanto, las Comunidades seguan separadas.

Estos hechos eran bien conocidos por Pirela y Ustrum. A la muchacha le interesaba, sobre todo, la civilizacin que pudiera perdurar en las Aristas, Ustrum aoraba aquellas especies extinguidas que aparecan en los libros de Ciencias Naturales. La mayora de los rboles haban desaparecido despus de la Nube Negra, y tambin muchos animales.

Si logramos entrar en la Arista, es posible que encontremos encinas y sauces. Y hasta caballos! dijo el nio. Bueno, Pirela. Voy contigo.

Mela suspir. Le atemorizaba la idea de emprender un viaje tan peligroso. Su hermana y Ustrum deban haberse vuelto locos. Cmo se les habra ocurrido algo tan estpido?

Ay, mam! pens. No s qu pasa, pero al final siempre hago lo que ellos quieren. Pobre Mela!

Se consol recordando el poema El llanto de la nia perdida. A Mela le gustaba ponerse en lugar de ciertos personajes literarios; cuanto ms lacrimgenos, mejor. Ahora, cuando su vida tomaba un camino dramtico, le sera fcil identificarse con sus heronas favoritas.

Despus de todo se dijo, creo que me lo pasar bien.

2. Empieza el viaje

HAS conseguido las linternas? pregunt Pirela.

El refugio de la playa estaba repleto de cosas. Cuando Ustrum se volvi para contestarle, seis o siete latas cayeron al suelo. El ruido sobresalt a las nias.

Perdn dijo Ustrum traigo cinco linternas. Y tambin unas botellas de leche.

No necesitamos ms botellas objet la mayor. Pesan demasiado. Es mejor llevar leche en polvo.

Su amigo se molest un poco.

Eres muy exigente, no crees? Hago lo que puedo, pero mi madre est pendiente de mi todo el da. Debe de sospechar algo.

Claro, porque t no te mueves si no es para Ir a esas excursiones botnicas tan pesadas dijo Mela, obteniendo un pellizco como respuesta.

Los nervios empezaban a notarse. Durante los dos ltimos das haban ido recogiendo a escondidas los materiales necesarios para el viaje. Lo ms difcil era ocultar sus planes. En estos casos, las personas mayores se volvan muy observadoras.

Queris estaros quietos? orden Pirela. Maana comienzan los Vientos y es preciso inventar algo para escurrirnos del grupo.

Ustrum frunci las cejas.

No s cmo, la verdad. Ya sabes que nuestros padres no nos pierden de vista cuando cambiamos de Valle. Adems, no crees que vamos a hacer una tontera, Pirela? A ratos lo pienso ms en serlo y me parece que nos vamos a meter en un lo.

Es verdad dijo Mela. Ests un poco chiflada, Pirela.

La muchacha los mir fijamente.

Ni sois con volveros atrs. No nos pasar nada malo, os lo aseguro! En el peor de los casos, nos quedaramos un ao aqu, hasta que nuestro grupo diera la vuelta. Nos reiran, pero merece la pena arriesgarse, verdad?

Mela no contest. Para qu? Y Ustrum, aunque imaginaba peligros mucho mayores que una reprimenda, tampoco dijo nada.

Recogieron cuerdas, un machete, una palita, clavos y otras herramientas. La comida era el principal problema de los chicos. No queran cargarse en exceso, pero necesitaban alimentos para varios das. Ignoraban qu encontraran en la Arista, si lograban entrar en ella. Por si acaso, cogieron muchos paquetes de sopa, leche y latas de comida. Ustrum, ms experimentado, aadi frutos secos en grandes cantidades.

Pirela, por su parte, busc todos los libros y mapas que se referan a las Aristas. La mayora de ellos no servan para nada; slo hablaban del territorio comprendido entre el ltimo pueblo del Valle y las Grandes Montaas. En el fondo, el libro ms digno de confianza eran las Crnicas de Porion. Pirela no se separaba de l.

Discutieron un buen rato sobre el camino a seguir. Ustrum conoca esa zona mejor que las nias, y se Impuso su decisin: iran siguiendo la orilla del mar. Cuando avistaran las montaas, marcharan hacia el interior.

Es preferible andar cerca del mar dijo. As no nos perderemos y estaremos frescos. En el norte hace mucho calor y uno no puede fiarse de los escorpiones. Los hay a montones.

Mela se estremeci.

S, por favor! Vayamos por la playa.

Est bien accedi su hermana. Ustrum se encargar de guiarnos hasta las montaas.

Despus te ocupars t de los dems dijo el nio. No conozco la cordillera. Los profesores nunca nos llevan tan lejos.

Ya me las arreglar con el Porion, no te preocupes. Y ahora, dejadme pensar tranquila. Debo discurrir algo para despistar a nuestros padres.

Cuando los pequeos salieron, Pirela se tumb en la arena y suspir.

No va a ser fcil se dijo, pero lo haremos.

EL DA DE LA PARTIDA se reunieron en un parque de juegos. Apenas haba nios. Casi todos estaban ayudando a limpiar las casas y a empacar las pocas cosas que necesitaban para el Valle Amarillo, cada familia del grupo de Ni tena asignada una vivienda y poda dejar las ropas de verano en un bal hasta su regreso. Las familias de los restantes grupos hacan lo mismo, en la seguridad de que sus pertenencias seran respetadas.

Los tres aventureros tambin deban ayudar a sus padres. Les quedaba muy poco tiempo libre para preparar el viaje.

Tengo una idea estupenda declar Pirela. Los despistaremos de un modo sencillsimo, veris: mis padres salen antes que los tuyos, Us. Mela y yo nos esconderemos, y t dirs a mi familia que ya hemos salido con los Clu. Hemos volado a menudo con las nias de los Clu, no se extraarn.

Pero yo nunca he volado con ellos dijo Mela. Mam no me deja ir sola.

Para eso est Ustrum. l los convencer.

Yo? Bueno, lo intentar, pero ya sabes lo colorado que me pongo cuando digo mentiras.

Y l? pregunt Mela. Cmo se las arreglar?

Eso! Qu voy a hacer yo? No pienso quedarme fuera de la diversin a ltima hora.

Pirela tena respuesta para todo.

No te preocupes. Tus hermanas tardan una barbaridad en recoger sus vestidos, como todas las mayorzotas. Les dir que te he visto marchar con Mela.

La pequea no daba crdito a sus odos. Verdaderamente, su hermana se comportaba como si careciera de sentimientos.

No te da vergenza hablar as? le dijo. Pap y mam van a estar muy preocupados. Es que no te importa, persona malvada y sin corazn?

Mela, pese a ser poco inclinada a los estudios, adoraba las obras de los poetas clsicos. Se saba de memoria muchos poemas y sacaba de ellos expresiones bastante melodramticas. Esta costumbre sola divertir a Pirela. Sin embargo, aquella vez no se ri.

Claro que me da pena que se preocupen dijo. Por eso voy a meter una nota en el equipaje explicndoles lo que hemos hecho. T tambin escribirs a los tuyos, Ustrum.

Si conocen nuestras intenciones se preocuparn mucho ms contest el chaval. Ser mejor decirles que nos hemos escapado para no ir al colegio, y para baarnos y divertirnos. Se enfadarn, pero no se asustarn tanto.

As lo hicieron. Faltaban unas horas para la partida y las calles rebosaban de gente cargada de bultos. Todos vestan los trajes de viento, de color amarillo, muy anchos y provistos de una gran capucha. Los miembros de la Comunidad suban a la Colina del Aire, una construccin de tiempos remotos, con forma de cono truncado y tan alta que se vea desde cualquier parte del Valle. Trenes de un ral ascendan hasta la cumbre dando mil vueltas en espiral.

Cerca de la cima, el viento era fortsimo y el tren suba protegido por un tnel. Al final del trayecto los lumbanicenses bajaban y se colocaban en fila. Entonces, los Responsables les ataban a la cintura unos resistentes cordones. De esta forma se aseguraban los nios pequeos, que viajaban unidos a sus padres.

Por desgracia, a veces se producan accidentes y ms de un lumbanicense haba cado sobre las montaas. Nadie poda imaginar el destino que los esperaba, pues las Aristas estaban cubiertas de nubes durante los das de viento. Y el resto del ao? Algunos aseguraban que las nieblas cubran eternamente los bordes del planeta, y esta creencia favoreci la aparicin de leyendas terrorficas sobre las Aristas.

Pirela, Ustrum y Mela contemplaban en silencio la subida del ltimo vagn. Los familiares del nio acababan de montarse en l.

Ya estaban seguros en la playa. Se haban escondido detrs de una palmera gordsima que desentonaba entre sus esbeltas compaeras. El grupo de Ni volaba hacia el este. Vistos desde abajo, los trajes de viento parecan campanillas silvestres.

Mela no pudo contenerse. Se olvid de su mueca Lula y la dej tirada sobre la arena. Ustrum la alcanz.

No llores, Mela le dijo. Si no quieres ir a las montaas, nos quedaremos aqu. Esperaremos el regreso de nuestra gente y, mientras, los de la Comunidad de Ba nos cuidarn.

Pirela se acerc a ellos.

S, hermanita. Los de Ba siempre han atendido bien a los nuestros cuando alguno no ha podido viajar por cualquier causa. Y ahora veo que esta aventura puede resultar peligrosa para ti.

Estaban totalmente solos. Los pueblos, con sus calles bien trazadas y sus casas blancas, tenan un aire siniestro. Un impresionante silencio reinaba en el Valle.

Entonces, cuando los mayores se dejaban vencer por el desaliento, habl Mela.

Traed a Lula y vmonos de aqu. Los de Ba estn al llegar y no deben vernos.

Cogi ella misma a Lula y se sec las lgrimas con el borde de su vestido.

Quieres ir? le pregunt Ustrum. De verdad, Mela?

No tienes miedo, hermana?

S que tengo. Y tendr ms an, pero ir. Quiero ver cuanto antes a mis padres. No puedo esperar un ao sabiendo que sufren por m. Pobrecillos mos! Qu pesar ha cado sobre la familia!

Tras este discurso, algo plagiado del drama El maleficio de los Hamup, Mela cogi la mochila y se la ech sobre los hombros.

Se apresuraron a alejarse de all. Pocos minutos despus comenzaba la lluvia de campanas amarillentas. Al llegar a la Planta Potabilizadora vieron los primeros racimos de gente planeando sobre el Valle. La mayor parte aterrizaban sin dificultad; otros lo hacan encima de las casas e incluso en el agua. Por suerte, el traje los mantena a flote y eran rescatados en seguida.

Continuaron el viaje, y pronto distinguieron la silueta de la Central de treptano, que segua funcionando da y noche, Ustrum arroj al suelo el equipaje y se quit la ropa. Llevaba puesto un alegre baador rosa. Es de observar que en Lumbnico no existen prejuicios contra este color, usado habitualmente en la ropa de hombre.

Las nias le Imitaron. Sin embargo, el bao no fue demasiado agradable. La playa era pedregosa y el viento del Este los molestaba.

Las palmeras se iban haciendo ms escasas conforme se adentraban en aquella zona. Al mismo tiempo, surgan plantas desconocidas para las nias, aunque no para Ustrum.

Estas campanillas moradas son berzas marinas explicaba, y aqulla tan bonita de color amarillo es el glaucio. La pobre tiene una raz muy larga para conseguir agua. Para conservarla le salen espinas en vez de hojas. Espinas o pelos.

Pelos? se extra Mela. Dnde?

Sobre las hojas, tonta respondi Pirela. Dnde iban a tenerlos?

Entonces, nosotros tenemos pelos para protegernos del sol y guardar agua, verdad? dijo la nia. Y sin esperar la respuesta, sac una libretita y un lpiz. Voy a escribir una poesa sobre ese tema.

Su hermana asinti.

Estupendo. Pero ahora vamos a comer.

Comieron con apetito. El sol quemaba y se protegieron del calor a la sombra de unas palmeras. Mela dedic el descanso a su poema. Cuando emprendieron la marcha, ya lo haba terminado.

Al anochecer se detuvieron junto a unas matas de sosa marina. Se sentan agotados. Encendieron una sola linterna para cenar, pues teman llamar la atencin de los nuevos ocupantes del Valle.

Cuando iban a acostarse, Mela se empe en leer su poema.

Lo titulo Pelos y plantas anunci, y dice as:

Igual que las personas, las plantas tienen pelo;

stas en las hojitas para guardar el agua,

y nosotros ms alto, cerca del cerebelo.

Es para protegerlo, y por eso yo pienso

que mujeres y nias tenemos ms cabello

porque somos ms listas y ms inteligentes:

tenemos ms cerebro y, por eso, ms pelo.

Pirela aplaudi, riendo. A Ustrum no le hizo ni pizca de gracia.

No, Mela! Qu barbaridades dices! Es completamente falso, porque el tamao del cerebro no tiene nada que ver con la inteligencia.

Cierra el pico, sabelotodo! chill la poetisa. No entiendes nada de literatura!

Pirela estaba demasiado cansada para intervenir. A los dos o tres minutos ces la discusin. Se envolvieron en las mantas aislantes y se durmieron bajo las estrellas. Las ltimas palabras del da las pronunci Ustrum, amodorrado:

Y adems, los hombres tenemos un cerebro ms pesado que las mujeres

Mela, afortunadamente, dorma ya.

3. Las Grandes Montaas

EL segundo da fue mucho ms duro, caminaron hasta el medioda por la orilla del mar. La arena desapareca y el suelo se iba cubriendo de piedras. Slo se baaron un par de veces, porque el agua estaba fra y las olas les daban miedo.

No me extraa que nadie venga a baarse aqu coment Pirela. El ruido del viento se te mete en la cabeza y no te deja pensar.

Se sentaron a comer al lado de unas dunas. Mela sac su cantimplora y empez a beber, Ustrum se la quit de las manos.

Ten cuidado con el agua le advirti. La ests gastando muy aprisa.

Y qu? Yo necesito beber porque ando mucho. Menos mal que esta pobre criatura no come ni bebe dijo Mela, cogiendo su mueca. Huy, hija! Ya se te ha cado el ojo otra vez.

El ojo izquierdo de Lula era una bolita negra y brillante que colgaba de un hilo, su madre se lo coloc correctamente y le ense la cantimplora.

Ves, Lulita? Se nos acaba el agua. Pasaremos sed en este horrible desierto.

Qu exagerada eres! dijo Ustrum riendo. Dentro de dos das no tendremos ni una gota pero al pie de las montaas hay un manantial. Viene marcado en mi mapa. Claro que este mapa es de hace seis aos. Ojal haya agua todava.

De todos modos, encontraremos otros manantiales dijo Pirela. En las montaas siempre caen tormentas y abunda el agua. Lo he ledo en el Porion.

Mela se escandaliz.

Es ese libro viejsimo que llevas a todas partes? Oh, qu horror! Fiarse de esa antigualla es como fiarse de un libro de cuentos. Qu desdicha!

Ustrum la interrumpi:

Cuando alcancemos las montaas sabremos si el Porion dice la verdad Y an nos queda un buen trozo. Andando, charlatanas!

La noche cay tan velozmente que apenas lo notaron.

Se detuvieron en un lugar ventoso y rido. Como a Mela le asustaba el bramido de las olas, procuraron alejarse de la costa; pero el sonido del aire al chocar contra las piedras casi les pareci peor.

En su improvisado campamento, los tres nios coman y comentaban sus planes Encendieron el hornillo. No es que hiciera fro, pues la noche era templada, pero el resplandor rojo de la estufita les traa recuerdos del hogar.

Al salir el sol dorman todava. Ustrum fue el primero en despertarse. Unos cuantos bostezos, un restregn de ojos y se not totalmente despabilado. Tena el mar frente a l, un mar gris y apacible. Luego se volvi hacia el este. Una cadena de montaas cerraba el horizonte, pinchando las nubes con sus agudos picos.

Las Grandes Montaas! grit mientras sacuda a sus amigas. Anoche no las vimos, pero las tenamos delante de las narices.

Podremos llegar hoy hasta all? pregunt Pirela.

No s. Depende de cunto andemos. Mela est cansada

Yo ando tanto como t! protest la pequea. Y eso que mis piernas son ms cortas Y tambin llevo a mi hija, que pesa lo suyo

Vale, vale! Perdona, Mela. No volver a dudar de ti.

Desayunaron y echaron a andar rumbo a la cordillera.

nicamente se pararon para comer, pues queran alcanzar la falda de los montes antes de la puesta del sol Llegaron rendidos, pero lo consiguieron. Caan las primeras sombras cuando se sentaron sobre una roca al pie de la cordillera. Estaban rodeados de altsimos picos coronados de nubes.

Aquel paisaje era grandioso, pero daba miedo. Mela se senta inquieta.

Ojal me encontrara en casa, delante de una sopita de esas que prepara mam dijo. NI siquiera me importara ir al colegio.

Ustrum miraba fijamente al suelo, callado y pensativo. Pirela haba abierto sobre su falda unos mapas y sonrea. Al cabo de un rato se levant.

Pero bueno! exclam. A qu vienen esas caras, chicos?

Imagnatelo, respondi Ustrum de mal humor. Nos encontramos en mitad de un pedregal, con poca comida y prcticamente sin agua. La verdad, no me apetece dar saltos de alegra.

Ya que eres tan lista intervino Mela, guanos hasta tus dichosas fuentes, y luego hasta la entrada de la Arista.

Pirela recogi los bultos.

Lo de la entrada no puedo prometroslo dijo, pero esta misma noche daremos con un manantial. Aprisa, que la luz se nos escapa!

Saltaban a duras penas por los riscos. Pirela se diriga hacia una montaa que se diferenciaba de las otras por su forma redondeada.

Se llama Pico del Huevo explic. Debemos ir all. Segn el Porion, hay una fuente cerca de ese punto.

Alcanzaron el Pico al anochecer. Mela tom asiento encima de su mochila y se quit los zapatos.

Se me han metido montones de chinitas en los zapatos dijo, suspirando. No puedo dar un paso. Traednos agua a Lula y a m, por favor. Sed compasivos.

Yo tambin estoy agotada, pero cumplir lo que promet dijo su hermana, vienes conmigo Ustrum? Mela se quedar sola, pero es muy valiente.

S, lo soy asegur la nia. Pero no tardis demasiado.

Las sombras de los peascos se fundan poco a poco en la sombra gigante de la noche. Los mayores se haban marchado haca un buen rato. Mela miraba continuamente el reloj. Ya eran ms de las once. Por qu no regresaban esos estpidos?

No te asustes, Lula dijo a su mueca. Nos han dejado solas, pero aqu no hay bichos malos.

Record de pronto las cabras que haban visto aquella tarde, acompaadas a veces por un macho de enorme cornamenta. No era un recuerdo tranquilizador, ni muchos menos. La nia decidi acostarse y pensar en otras cosas.

Lo malo es que no queda agua, Lula, hija. Falleceremos lejos del hogar, en tierras extraas.

El tema, aunque no alegre, le pareci potico. Escribira una composicin dramtica relatando sus desventuras. Y lo estaba acabando cuando oy voces, una columna de luz se mova entre los cerros.

Pirela, Ustrum! grit.

Poco despus se reunan los tres bajo la severa mirada de la pequea.

No os da vergenza? Lula ha pasado una hora malsima.

Lula solamente? se burl Pirela. Te noto muy plida, hermanita.

No te ras, Pirela dijo Ustrum. Nosotros dos tambin lo hemos pasado mal. Primero en el manantial, y despus nos hemos perdido. Si no llega a ornos Mela

Si, es verdad reconoci la mayor. Cuando por fin descubrimos el manantial, escuchamos un ruido muy raro, como de alguien corriendo, casi se nos par el corazn.

Mela abri mucho los ojos.

Quin hizo el ruido?

Cabras, pjaros y bichos por el estilo. Luego vimos sus huellas en el barro. Estaban bebiendo y los espantaron nuestras voces. Y t, Mela, cmo ests todava despierta, con lo tarde que es?

Pues No tena ganas de dormir. Adems, he escrito un poema, se titula En la oscuridad de las montaas. Una, dos y tres. Empiezo:

Nunca vi unas montaas parecidas,

yo que he visto tantas cosas raras:

el mar de los Valles y suaves colinas,

tormentas y dunas y otras muchas varias.

Y ahora estoy aqu, cansada y perdida

en la oscuridad de Grandes Montaas,

donde slo viven saltarinas cabras,

donde no se ve una luz encendida.

Muy bonita, bostez Pirela.

Encantadora, aadi Ustrum.

La poetisa suspir profundamente.

Cun escaso talento para apreciar el arte! pens. Mi obra es terrorfica, dramtica No tiene nada de "bonita" ni de "encantadora". Qu ignorancia me rodea!.

A pesar de todo, no se desanim. Propuso recitar un viejo poema sobre las Grandes Montaas, pero los dems se resistieron.

No, Mela. Nos morimos de sueo y no podramos apreciar su belleza. Maana hablaremos.

Antes de dormirse dirigieron sus pensamientos al Creador de Todas las Cosas. Cada uno tena sus propias peticiones que hacer.

Quisiera hallar la entrada al Valle Encantado pensaba Pirela. El corazn me dice que all vive gente normal, y no monstruos como aseguran las leyendas. Gente de carne y hueso, que siente y piensa igual que nosotros. Quisiera comunicarme con ellos y explicarles nuestro problema. Les dir que vivimos separados y nos comprendern. Pero es preciso encontrar el pasadizo y, desde que llegu, he empezado a perder la esperanza. Aydanos, Dios mo!.

Sera maravilloso descubrir la Arista peda Ustrum, y coger muestras de las especies extinguidas en nuestros Valles, para volver a plantarlas en los terrenos ridos del planeta. Se aclimataran y creceran all. Todo volvera a ser como hace siete u ocho siglos, cuando an existan bosques de alcornoques y de encinas. Viviramos unidos todos los lumbanicenses, Incluidos los aristanos, si es que los hay. Podramos viajar de una Cara a otra cuando nos apeteciera. Y tambin podramos tener una casa fija, un huerto, un jardn para cuidarlo siempre. As, Lumbnico mejorara mucho. Los Valles estaran verdes y llenos de animales, como T los hiciste para nosotros.

Llvanos junto a nuestros padres suplicaba Mela. Haz que el viaje sea rpido y tranquilo, y que no pasemos hambre, ni sed, ni fro, ni calor Bueno, un poco de calor no importa, pero fro no, por favor. Cuida de nosotros y de nuestras familias, por favor, por favor.

No haba luna ni estrellas. El cielo y la tierra estaban oscuros, pero los nios dorman apaciblemente.

Confiando en Dios, nadie puede tener malos sueos.

4. Una poesa muy veraz

SE levantaron muy temprano. Despus de baarse bajo el chorro del manantial, Pirela reparti queso y leche. La comida les durara dos das, acaso tres. La situacin era clara: o llegaban pronto a la Arista, o empezaran a pasar hambre, Ustrum busc por los alrededores, pero no haba nada comestible.

Vamos a rastrear la zona dijo Pirela. Es necesario encontrar la entrada cuanto antes. Examinaremos los agujeros, las cuevas y las grietas de la montaa, en fin, cualquier lugar donde pueda empezar el pasadizo.

Organizaron un plan de bsqueda de acuerdo con el libro de Porion. Rastrear toda la cordillera era imposible, pero, segn la informacin de las Crnicas, el acceso a la Arista se hallaba en esa zona.

Ustrum y Mela se marcharon juntos, y la mayor sali en solitario. Abandonaron los bultos en el campamento y colocaron un crculo de piedras alrededor.

As no nos perderemos dijo Ustrum. Con subir a una colina y mirar hacia abajo, ya nos orientaremos. Adems, el Pico del Huevo se ve desde muy lejos.

Echaron a andar provistos de una cantimplora y bocadillos de pan duro. El da era bochornoso y nublado. El sol Irradiaba una luz blanca que haca dao a los ojos. Aquella luz no produca sombras, lo cual dificultaba la bsqueda.

Todas las rocas parecen iguales gru Ustrum, secndose el sudor del flequillo. El sol molesta muchsimo.

Mela se sent a su lado.

Qu calor tan apobrioso! exclam.

Se dice oprobioso, en vez de eso tan raro que has dicho. De todos modos, Mela, es mejor que afines la vista y te olvides de ese lenguaje repelente, vale?

Pirela, por su parte, haba seguido el cauce seco de un ro. Ascendi durante horas por un camino paralelo al lecho vaco. A ambos lados crecan matas de adelfas en flor. En dos ocasiones crey haber encontrado el pasadizo; se meti en una cueva semioculta por ramas de aulaga, con las que se pinch la cara y los brazos. La segunda vez trep a una grieta, pero sta se fue estrechando hasta cortarle el paso. La muchacha tuvo que retroceder, polvorienta y araada.

Los pequeos tampoco tuvieron suerte. Regresaron antes del anochecer, se baaron y se tumbaron, bien fresquitos, dentro del crculo de piedras. Pirela volvi ms tarde. Cenaron sin apetito. Hasta Lula tena un aire abatido, con su ojo bailndole sobre el pecho. Normalmente, Mela se apresuraba a arreglarlo, pero ahora ni siquiera se haba dado cuenta.

Menudo da! exclam. Andar y andar para nada. Cuenta, Ustrum, cuenta. Pirela no sabe lo mal que lo hemos pasado.

Nos hemos arrastrado por docenas de agujeros apestosos. Puaj! Bueno, la mayora de las veces era Mela quien se meta en ellos. Como es ms pequea

Como soy ms valiente, querrs decir. T tenas miedo de quedar encerrado.

No lo puedo evitar se defendi el nio. Prefiero el aire libre.

Pirela intervino para contar sus aventuras.

Yo he seguido el curso de un ro que debi ser caudaloso en otros tiempos. Entr en una cueva que vi desde el camino. Al asomarme, se me ocurri pensar en los osos de las montaas y sal pitando. Mirad mi vestido: est sucsimo y lleno de desgarrones.

Mela haba sacado un libro de poesas y se empe en leer alguna antes de acostarse.

Ayer no quisisteis, pero hoy os la leer declar con mucha firmeza. Trata de estas montaas precisa mente. Su autor se llama Ilio.

Djalo para luego dijo Pirela. Fjate, hermana: se ha levantado viento y el cielo est oscuro. Va a haber tormenta.

Buscaron refugio bajo una cornisa y montaron la tienda apresuradamente. Caan unas gotas tan gruesas como garbanzos. Los truenos retumbaban en la cordillera. Dentro de la tienda, el ruido era horrible. Los chicos no conseguan dormir.

Enciende el farol, Ustrum pidi Mela. Tengo miedo. Y t?

No demasiado contest su amigo, maniobrando en el farol. Me gustan las tormentas. Si no te dejas asustar, resultan interesantes. En los Valles apenas hay dos o tres al ao, y no suelen ser tan fuertes como sta.

Llovi durante toda la noche. El amanecer revel a los nios un paisaje diferente, limpio y brillante. Las montaas resplandecan como si alguien las hubiera barnizado. Con el calor del sol, las piedras desprendan un vapor blanco.

Ustrum abri la tienda y mir afuera.

Eh, perezosas! grit. Hace un da estupendo. Ya no llueve.

Ellas se asomaron con precaucin.

Pues es verdad! exclam Mela sorprendida.

Con la manta encima de los hombros, sali al exterior y trep a lo alto de una roca.

Escuchad! Es el poema de Ilio titulado Las piedras de las Grandes Montaas. Dice as:

Largas lunas llor la partida del Valle

donde dej mi casa y mi tierra vacas,

esperando la Nube que todo lo barre;

pero muchas ms lgrimas penden de mis ojos

al dejar el refugio de la Arista Encantada,

pensando si algn da pasar la cascada

que baila entre los rboles gigantes del camino.

Las montaas se alejan con mis pasos cansinos;

dejo atrs el verdor de los bosques y prados

y avanzo hacia la sombra que cubre mi destino

Pirela y Ustrum haban escuchado atentamente. El poema no era tan espantoso como suponan, despus de todo.

Me ha gustado dijo la mayor. Pero por qu se llama Las piedras de las Grandes Montaas, si no dice nada de ellas?

Vaya pregunta! El ttulo de un poema no tiene que repetirse en los versos, pero en ste s se habla de las piedras. Lo que pasa es que no me lo s entero. Tendr que leerlo.

Repsatelo y nos lo recitas completo esta noche, vale? dijo Ustrum.

Salieron en dos grupos, igual que la maana anterior. Pirela decidi continuar subiendo por el cauce, que con la lluvia haba vuelto a llenarse de agua. Corra ahora un verdadero torrente.

La tormenta ha derretido la nieve de las cumbres, se dijo la chica y, el ro, ha vuelto a aparecer.

Ascendi por la orilla derecha, a veces el cauce se estrechaba y el ro entraba en una especie de pasillo rocoso, que obligada a Pirela a dar un rodeo. La muchacha se pregunt cul sera el nombre de aquel ro. En un descanso sac los mapas y el viejo libro. Se sealaban all varios arroyos y dos o tres ros importantes, pero todos ellos alejados del Pico del Huevo.

Es una vergenza que nadie se haya interesado por explorar estos lugares pens. A estas alturas, sabemos menos de historia y de geografa que hace siete siglos. Es increble!.

Entretanto, Mela y Ustrum llegaron a un bosquecillo de lamos que sobrevivan en aquella tierra hostil. El nio se emocion al verlos.

Son preciosos, no crees, Mela? Oye, Mela, dnde te has metido?

La pequea se haba desviado a un lado. Choc contra algo duro y dio un traspis. Estuvo a punto de caer de narices.

Qu es esto? chill. Ven, Us! Apartaron algunas ramas espinosas y se toparon con una escultura extrasima. Representaba a un ser parecido a un hombre, de ojos saltones y anchas narizotas, Aquel personaje sacaba la lengua en seal de burla, lo que les pareci de muy mal gusto. Mela se alej a toda prisa.

Es fesima declar. Y parece que est rota por la mitad.

No creo. Deban esculpir as, de cintura para arriba. De dnde sacaran los modelos? En cuanto a belleza, no eran muy exigentes que digamos.

Colocaron las ramas cortadas sobre la estatua y volvieron al campamento. Haban acordado reunirse a la hora de comer.

Pirela no se acordaba de su cita. Acababa de alcanzar un desnivel donde el ro descenda a trompicones. Penosamente, subi el escaln de roca y se encontr frente a una catarata que caa desde unos seis metros. El sonido del agua al estrellarse contra el fondo, asust a la muchacha, pero estaba cansada y quera descansar. Se sent en una piedra plana y lisa. Haba otras muchas alrededor.

No son rocas! observ. Este material es madera. Debe tratarse de troncos de rboles cortados hace muchsimos aos.

Se levant y se asom al ro. El sol formaba un esplndido arco iris al refractarse en el agua de la cascada.

Traer a los pequeos se dijo. Les gustar ver el arco iris.

El hambre la hizo apresurarse. Los nios la recibieron con gritos de alegra.

Sabes qu hemos descubierto? grit Mela. Cuntale, Ustrum!

Pero, sin dejar hablar al nio, cont ella misma el hallazgo de la escultura. Pirela decidi ir a investigar despus de comer.

Pasaron de nuevo ante los lamos y levantaron los matojos. La estatua segua all, contemplando el vaco con sus ojos salientes. Pirela se entusiasm.

Seguramente es obra de los aristanos dijo. En nuestro arte antiguo no existe nada igual Hemos descubierto la primera huella de otra civilizacin, amigos. Mela sac su libro de poemas.

Para celebrarlo, voy a recitar el ltimo trozo del poema de Ilio. A ver dnde est la pgina Ya. Leo:

Qu me espera a la vuelta sino barro y cenizas?

Volvera contento si supiera que un da

yo podr remontar los torrentes del Okes

y adentrarme en las luces de sus siete colores.

Regresar al camino que penetra en la Arista

a travs de las piedras de las Grandes Montaas,

hacia el lugar remoto donde viven las flores.

Pirela haba escuchado los versos con expresin concentrada y atenta. De repente, se levant y empez a correr.

Seguidme! dijo. Vamos, rpido!

Llegaron al campamento. La muchacha les mand recoger las cosas y los condujo hasta la cascada. Al llegar a los troncos petrificados, se volvi con la mirada encendida.

A partir de ahora me aficionar a la poesa, hermanita. Tus poetas son ms exactos que todos mis historiadores juntos. Ese poema de las Grandes Montaas se refiere a la Arista: dice que hay una cascada, la del ro Okes, envuelta en los colores del arco iris Pues bien, aqu est! Estos troncos son los rboles gigantes del poema: los rboles del camino que conduce a la Arista. Mela y Ustrum la miraban sin comprender.

Si no me equivoco, ste es el ro Okes continu Pirela, y bajo la catarata se halla el pasadizo de entrada. No os dais cuenta? Adentrarme en las luces de sus siete colores. Es as, verdad, Mela?

sas son las palabras, vamos a comprobarlo.

Bajaron una cuerda, Ustrum se at un extremo a la cintura y descendi los ocho metros de desnivel. Las nias le siguieron. No quisieron bajar los bultos; si Pirela se haba equivocado, tendran que subirlos de nuevo.

Una estrecha faja de tierra se interpona entre los chicos y el agua. Avanzaron con cuidado hacia la catarata. Haba un hueco a la derecha, pero el chorro levantaba tanta espuma que no podan verlo bien.

Voy a acercarme dijo Ustrum. He cogido una linterna.

Antes de que las nias se lo impidieran, atraves la cortina de agua y desapareci, los minutos transcurran con una lentitud angustiosa. Mela comenz a gritar.

Sal, Ustrum! Sal de ah!

El estruendo de la cascada ahogaba su voz. Pirela estaba preparndose para ir en busca de su amigo cuando ste sali, se haba empapado de arriba abalo.

Hay un tnel, Pirela dijo sonriendo. Has dado en el clavo.

La muchacha le devolvi la sonrisa, contempl en silencio la cascada y luego el cielo.

Est oscureciendo, vamos a bajar las mochilas, Mela. Ustrum, mientras, se cambiar de ropa.

Se pusieron los impermeables para atravesar el salto de agua y, uno tras otro, se introdujeron en el pasadizo.

Al principio andaban agachados, casi a gatas. Ustrum marchaba delante, seguido de Mela y Pirela.

El pelo se me pega al techo se quej la pequea. Ojal se agrande el tnel antes de que me quede calva.

Su deseo se cumpli. Poco despus el pasillo rocoso se convirti en una gruta bastante amplia.

Podramos parar aqu propuso Ustrum. Al menos, hay aire y se respira ms a gusto.

Pirela consult el reloj.

De acuerdo. Es una buena hora para cenar. En adelante nos orientaremos por el reloj.

Mejor ser orientarse por el estmago dijo su amigo, y comer en cuanto nos entre hambre. Lstima que en esta cueva no haya nada comestible.

Tomaron una sopa caliente a la luz de las linternas, intentaron acomodarse para dormir, pero tardaron mucho hasta que encontraron una postura cmoda.

Buenas noches dijo Ustrum, apagando las linternas. Que durmis bien.

No me atrevo a esperar tanto gru Pirela. Me conformo con poder dormir.

Sus voces resonaron en las paredes rocosas y, al alejarse, fueron despertando ecos dormidos desde haca muchos, muchos aos.

5. La ciudad perdida

EL despertador comenz a sonar a las ocho en punto. En el tnel, privados de luz natural, los nios se levantaron con los compases de la Sinfona Ascendente de Fas Dremo, famoso msico del grupo de Ni.

Y el sol reaparece cegando las estrellaaas! cant Mela, desafinando terriblemente. Ustrum gimi y se tap los odos.

Haciendo poesas quiz te hagas famosa, pero lo que es cantando

Pues a mis paps les agrada mi voz, para que lo sepas!

Bueno, basta ya intervino Pirela. Desayunemos y salgamos pronto de este agujero. No me gusta estar aqu.

En este punto todos estaban de acuerdo. Comieron y se pusieron en marcha en seguida.

El pasadizo se prolongaba en un pasillo ms alto que les permita andar erguidos. A las once llegaron a otra cueva, sta de grandes proporciones. Antes de desembocar en ella haban escuchado un rumor sordo, como de agua corriente. Las paredes rezumaban humedad y haca fro.

Fijaos! exclam Ustrum. El ruido procede de un ro subterrneo.

En aquel instante, el techo de la cueva pareci derrumbarse sobre sus cabezas. Atemorizados, los tres se echaron al suelo. Un chillido agudo recorri la bveda y se perdi por los pasillos rocosos.

Ustrum levant la vista. Ya tranquilo, se puso en pie y se sacudi los pantalones.

No pasa nada dijo. Haba unos murcilagos en el techo, los hemos asustado y han salido volando.

Las nias no se atrevan a levantarse.

Uf, qu asco! repeta Pirela. Los murcilagos son unos bichos repugnantes. Seguro que se han ido, Ustrum?

Seguro! Sois las dos unas tontas. Pensis que todos los animales son peligrosos, y eso es propio de personas ignorantes y estpidas. Los murcilagos no atacan jams a los hombres.

S reconoci Mela. Pero son tan feos, los pobres

Al fin se levantaron. La gruta goteaba agua, como si cayera una lluvia a cmara lenta. Cientos de estalactitas brillaban bajo las linternas, parecan sudar, con un sudor helado y pastoso.

Pirela enfoc el ro, cuyas aguas negras y rugientes atravesaban la cueva de parte a parte. No lo cruzara por nada del mundo.

Es horrible dijo su hermana. Tenemos que metemos en el agua?

Por supuesto que no contest Pirela. T no te muevas de aqu, Ustrum y yo buscaremos la salida de la cueva. Con tal de que no est al otro lado de la corriente!

El nio gui un ojo con picarda.

Yo te guiar. Sgueme.

Sin vacilar, condujo a su amiga a un rincn de la gruta. Pirela, asombrada, vio una grieta que se iba ensanchando pasados unos metros.

Cmo la has encontrado? Est oculta entre estas rocas y no se ve hasta que la tienes delante de la nariz. Ah! Es un secreto

Mela se acerc arrastrando el equipaje. Sin pensarlo ms, se Introdujeron en aquella especie de madriguera. Al principio tenan que gatear e incluso arrastrarse en algunos tramos. Mela no par de quejarse.

Me estoy ahogando repeta a cada paso. Me falta aire! Salvadme, por piedad

Si continas hablando, acabars con el poco oxgeno que hay la voz de Ustrum llegaba extraa y desfigurada. Calla, Mela, haz el favor.

Por fin, el tnel se ensanch y pudieron seguir de pie, aunque el techo an era bajo para Pirela. De cuando en cuando se agachaba para no golpearse el cogote.

Lleg la hora de comer, se sentaron en el suelo y desenvolvieron con tristeza el paquete de la comida.

Tanta sopa me est cansando dijo Ustrum o salimos pronto, o vamos a morirnos de hambre.

Da gusto viajar con compaeros tan optimistas dijo Pirela, sarcstica. En cuanto a ti, Mela, te pasas el da dando la lata. Me estoy hartando de or tus lamentos, te enteras?

Mela baj la cabeza.

Lo siento. Ya no dir ni una palabra. Hablar con Lula solamente. A ella no la molesto.

Anduvieron en silencio el resto de la tarde. Sobre las nueve alcanzaron una nueva gruta y decidieron pasar all la noche. Racimos de murcilagos colgaban sobre sus cabezas, pero las nias se haban acostumbrado a su presencia y no protestaron.

Qu bien se est! exclam Mela, que charlaba con Lula en una esquina. No notas un aire fresquito?

Pirela y Ustrum se estaban turnando para beber. Una de las cantimploras ya la haban vaciado por el camino.

Oye, Us dijo la chica, poniendo su ms dulce voz. Quieres decirme cmo encontraste la salida al primer intento?

Oh, vamos Te pica la curiosidad, eh?

S. Parece cosa de magia. Dmelo, anda.

Muy sencillo: mientras Mela y t chillabais en el suelo, yo levant la mirada y vi los murcilagos saliendo por la grieta. Entonces

Pirela le interrumpi. Mela no estaba all.

Y Mela? Dnde se habr metido?

Se levant y corri hacia el tnel con el corazn encogido. Ustrum la sigui. Apenas haban avanzado unos metros cuando son un grito. Era la pequea.

Date prisa, Ustrum! grit Pirela.

Su amigo corri ms de la cuenta y tropez con ella hacindola caer. La linterna se apag por el golpe. Antes de que pudieran reaccionar, un resplandor tembloroso se aproxim a ellos. Una luz les enfoc, cegndolos.

Qu ocurre? murmur Ustrum. Una pierna de Pirela se le clavaba en el estmago y se ahogaba al hablar.

Huy, qu gracia! la voz de Mela era inconfundible. Estis la mar de ridculos. Por qu os habis tirado al suelo?

Los mayores se levantaron furiosos.

T! exclam Pirela. As que eras t

Nos hemos llevado un susto espantoso, Mela aadi el nio. No vuelvas a gastarnos bromas como sta.

No ha sido una broma!. Seguidme y veris.

Los condujo pasillo arriba hasta un saln abovedado: a cada lado, las paredes estaban cubiertas de estatuas de piedra colocadas en fila, como si hicieran guardia. Recordaban a la que los chicos haban hallado en las montaas, pero eran ms altas y de rostro ms humano. Lentamente, los tres nios pasaron ante ellas; sin darse cuenta, haban bajado la voz y andaban de puntillas.

stos no sacan la lengua, menos mal dijo Mela. Su hermana aspir con fuerza.

No notis una corriente de aire?

S contest Mela. Por eso sub, para que Lula respirara algo de oxgeno, pero al entrar aqu me asust y grit.

La atmsfera del tnel se haca ms pura y ligera a cada paso. Pirela ech a correr. El eco de sus pasos retumb en los pasillos.

Coge las cosas, Us dijo Mela. Vamos detrs de m hermana. Se ha ido sin esperarnos, la muy fresca.

Retrocedieron para coger las mochilas y se lanzaron camino arriba en busca de Pirela. El terreno ascenda y volva a descender bruscamente. Iban tan aprisa que no vieron la luna hasta que Pirela los llam.

Eh, vosotros! Pensis que segus an en el pasadizo?

Su voz sonaba triste, pero los otros no se dieron cuenta.

Estamos en la Arista? pregunt Mela. Qu bien!

Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz lunar, distingui los contornos oscuros de un pueblo cercano. Ni un ruido. NI una ventana iluminada. Aquella ciudad silenciosa era una ciudad muerta y vaca.

Esto es la Arista? pregunt Ustrum. No queda nada en pie?

Pirela suspir.

No hay nadie. Qu desilusin!

Mela se acerc a ella para abrazarla.

No te desanimes. Todava queda mucho por ver. A lo mejor la gente vive en otros pueblos. Verdad, Us?

Claro Bueno, nias: hay que buscar un sitio donde dormir.

Pisaban una hierba blanda que era un alivio para los pies de los caminantes, cruzaron la ciudad y llegaron a una pradera surcada por un riachuelo. Despus de beber y refrescarse, volvieron a las ruinas.

Voy a recitar una oracin dijo Mela. Esta noche no me apetece leer poesas.

La oracin era conocida por todos. Las tres voces se unieron al rezar:

Si mis piernas estn dudosas, mustrales la senda;

si la senda se pierde en las sombras, ponme una estrella;

si a la estrella la ocultan las nubes, enciende una luz en m.

y nada podr apagarla jams.

EL DESPERTAR les trajo una maravillosa sorpresa. La luz les mostr una ciudad azul en mitad de un valle largo y estrecho. Enfrente, muy cerca, las montaas volvan a cerrarles el paso.

Pirela lo comprendi en seguida. Aquel lugar no era el Valle Encantado!

El pasadizo debe continuar hacia el este dijo a los pequeos. Esta ciudad abandonada se encuentra en medio de la cordillera, encerrada entre dos paredes montaosas.

Mela, dudaba.

Y cmo lo sabes? Yo creo que estamos en la Arista, aunque no nos guste cmo es.

Pirela lleva razn intervino Ustrum. La Arista es mucho ms ancha y tambin ms larga. Si te fijaras cuando vuelas te habras dado cuenta.

Uno no debe mirar hacia abajo mientras vuela dijo Mela. Adems, mirar no sirve de nada, porque la Arista no se ve. Siempre hay nubes.

Pero es suficiente para calcular las medidas del pas que tenemos debajo dijo Pirela. Ahora buscaremos la salida y continuaremos el viaje.

Mir su vestido y aadi:

Bueno, as no podemos ir, claro. Estas ropas piden a gritos un lavado. Nos baaremos en el ro ahora mismo S, Mela, no pongas esa cara. Si hace fro, te aguantas.

En el arroyo encontraron varios manzanos cargados de fruta, Ustrum dijo que no eran rboles silvestres.

Alguien los plant hace mucho tiempo y se han ido asilvestrando. Por eso dan frutos ms pequeos de lo normal. Pero estn buensimos! Despus del desayuno organizaron la bsqueda. Pirela dijo que prefera quedarse en la ciudad.

Vale dijo Ustrum. Nosotros miraremos las montaas de enfrente.

Mela y l se marcharon juntos. Pirela subi a una de las torres, pues quera dibujar un plano de la ciudad.

La antigua urbe haba sido construida con un material desconocido, transparente como el cristal, de un increble color azul; un azul parecido al del cielo en verano, cuando el sol se ha ido y la noche an no ha llegado.

Pirela imagin que la ciudad habra sido fundada muchos siglos atrs. Sin embargo, apenas se notaba la accin destructora del tiempo. Hermosas casas con sus patios; jardines y fuentes; plazas, torres Todo segua en pie, intacto. Si acaso, los jardines ponan una nota de abandono en las casas; hiedras y maleza se adueaban de las paredes y trepaban por las columnas cubrindolas de flores.

Las habitaciones estn amuebladas, como si sus dueos se hubieran marchado de repente pens Pirela intrigada. Qu pasara?

Registr los armarios de las casas ms grandes, pero no haba ningn documento que explicara lo sucedido. La muchacha busc durante el resto de la maana algn stano que pudiera ocultar el pasadizo. No tuvo xito y al final, cansada de andar, se tumb en la hierba cerca del arroyo.

Ustrum y Mela haban seguido el curso del ro. Recorrieron la pared del can examinando cada hueco, pero no dieron con la entrada del tnel. Al atardecer se reunieron con Pirela en una casa que ellos denominaron de las Ocho Torres. Era el edificio ms hermoso y mejor conservado, con un gran jardn en la parte delantera. La chica los esperaba all, sentada en un banco de piedra azul.

Hola! Qu tal la excursin?

Mela se derrumb a su lado.

Bien, pero no vimos tneles. Me duele todo el cuerpo de trepar por las rocas.

Y t pregunt Ustrum, has visto algo interesante?

Pirela les cont sus impresiones.

Hace siglos que nadie vive aqu. Las casas estn en orden, con ropas y muebles. Creo que sus habitantes las abandonaron temiendo alguna catstrofe.

Qu tipo de catstrofe? pregunt el nio. La Nube Negra, tal vez?

O una epidemia, o un terremoto No s Quiz no lo averigemos nunca.

Con la puesta de sol ocurri algo que les hizo interrumpir la charla. Durante el ocaso la ciudad brill como si estuviera llena de luz, lanzando destellos azules y verdosos. Luego, poco a poco, se volvi opaca y se disolvi en la oscuridad.

Es el pueblo ms bonito que ha existido afirm Pirela. O, al menos, lo fue cuando estaba habitado. Qu pena! Espero que algn da vuelva a estarlo.

Se acostaron en una de las vetustas salas de la casa. Un polvo de siglos cubra el suelo. Pirela rasg en tiras un cortinaje y limpi lo que pudo.

Nada de charlas orden. Maana nos levantaremos temprano.

Muy temprano? tembl Mela.

Muy, muy temprano.

Por una vez los pequeos obedecieron. Fuera, el viento se arrastraba perezosamente por las calles. Al doblar las esquinas silbaba muy bajito, como si se quejara. La ciudad olvidada dorma, y ni el aire se atreva a perturbar su sueo.

6. El final del tnel

A las siete y cuarto son el despertador musical. En esta ocasin, sus melodas no fueron bien recibidas, a Mela tuvieron que arrancarle la manta a tirones, en vista de que los argumentos verbales no surtan efecto.

Dedicaron la maana a explorar la pared este. En vano. Despus de la comida continuaron buscando. Pirela no ocultaba su disgusto. Por suerte, Ustrum encontr algo que le hizo olvidar su mal humor.

Un madroo! grit el nio. Sealaba un arbolito cuajado de frutos anaranjados. Un verdadero madroo!

Ya lo hemos odo gru Mela. Qu tiene de particular?

Su amigo estaba consultando el libro de especies extinguidas.

Sus frutos son comestibles. Aqu aseguran que estn muy ricos, voy a comprobar si dicen la verdad.

Si intentas subir hasta el rbol te vas a partir la cabeza le advirti Pirela. All no suben ni las cabras.

Claro. Si pudieran llegar se habran comido todos los frutos. Yo los coger con ayuda de mi excelente puntera.

Ustrum siempre tan modesto! se burl Mela.

Sin embargo, tuvo que reconocer la habilidad del muchacho lanzando piedras. Las bolitas caan rodando hasta sus pies, donde las nias las recogan.

Reservadme algunos para examinarlos dijo Ustrum. Pensaba anotar ms tarde las caractersticas botnicas del rbol; por el momento, le Interesaban ms las de tipo gastronmico.

Estos descubrimientos cientficos me fascinan dijo Pirela con la boca llena; espero que haya otros rboles con frutos comestibles dentro de la Arista.

Continuaron andando hasta el lugar donde el valle terminaba; las paredes de la cordillera se unan encerrando la ciudad en un desfiladero. Cerca de all haba una cantera. Los chicos averiguaron entonces de dnde provena aquel extrao mineral azul.

Esta montaa parece de cristal dijo Pirela. Voy a coger un trocito de roca. Me lo llevar de recuerdo. Ustrum le ofreci uno.

Te gusta esta piedra? Tiene forma de lgrima, ves?

Oh, gracias! Y ahora, volvamos a la ciudad. La entrada no se encuentra por esta zona.

Regresaron a su casa y se sentaron en el viejo jardn. Mela, aburrida, se levant y se entretuvo contemplando las estatuas que adornaban el patio. Representaban a adolescentes de ambos sexos, vestidos con graciosas tnicas cortas. Unos estaban tumbados mirando al cielo; otros, cmodamente sentados, tenan un aire pensativo, mientras los restantes dorman sobre un almohadn de piedra.

A falta de cosa mejor, la nia se distraa imitndolos. Iba de una a otra escultura procurando no alborotar. Sus compaeros seguan de mal humor, sobre todo Pirela.

Lleg a la ltima estatua y se detuvo frente a ella. Era una figura de nio esculpida en mrmol. Su mano derecha sealaba hacia abajo. El dedo ndice de la mano izquierda, colocado sobre sus labios, indicaba silencio. Mela lo observaba con atencin. Para verlo mejor dio un paso atrs, tropez con una loseta y cay al suelo. El golpe se lo llev la parte ms sufrida de su cuerpo.

Te has cado? le pregunt Ustrum, que se apresur a ayudarla.

No hagas preguntas estpidas! chill Mela. No ves que estoy en el suelo?

Te digo que no es nada. Has cado encima de una losa, pero est hueca y amortigu el golpe, ves?

Dio una patada y la baldosa reson sordamente bajo su pie. El nio se sobresalt.

Has odo, Pirela? Ah abajo hay una oquedad.

Una qu? Mela no comprendi la palabra.

Un hueco, un espacio vaco aclar Pirela. Aparta, Us. Vamos a levantar la piedra!

Lo intentaron, pero pesaba demasiado.

Esperad dijo Ustrum, sudoroso. Traer un palo para hacer palanca.

Regres del ro con una rama bastante gruesa. Entre Mela y l lograron alzar la losa unos centmetros, los suficientes para que Pirela introdujera la rama. Entonces empujaron con todas sus fuerzas. La piedra cedi, descubriendo una especie de stano.

La abertura era an demasiado estrecha para que los mayores pudieran entrar. Apartar totalmente la loseta les cost un buen rato de esfuerzo.

Veo unas escaleras excavadas en la roca observ Ustrum. Quin quiere bajar?

Yo no! contestaron al unsono las hermanas.

Pues yo tampoco, voto por que nos quedemos fuera hasta maana. No tengo ganas de dormir en un pasadizo apestoso.

Las chicas se mostraron conformes. Aquellos das pasados bajo tierra haban resultado angustiosos y no tenan prisa por repetirlos.

Tiene gracia coment Pirela: al final, la entrada estaba a la puerta de casa, como quien dice.

Mela continuaba restregndose las posaderas.

Gracias a mi poesa descubrimos el paso de la cascada, y ahora hemos encontrado el tnel gracias al porrazo que me he dado. Qu me pasar la prxima vez?

Te rompers las narices brome Ustrum. Ser muy trgico y potico, ya vers.

Subieron al dormitorio, comieron y se acostaron Junto a una ventana.

Aunque parezca mentira, me gusta dormir en el suelo dijo Pirela. Me he acostumbrado en el tnel.

Pues yo prefiero mi cama, y Lula igual. La echo de menos, y tambin el beso de pap y mam antes de dormir. Qu harn ahora? Ustrum lanz un suspiro.

Vuestros padres y los mos deben estar muy preocupados. Y mi padre, en particular, se sentir furioso, pobre de m, cuando me tenga al alcance de la mano!

No te apures, dijo Pirela, optimista. Llegaremos en triunfo al Valle Amarillo. Los Responsables nos felicitarn y nuestros padres no nos reirn, aunque lleven desendolo mucho tiempo. Delante de la gente no les gusta hacerlo, ya lo sabes.

Ese discurso sobre psicologa paterna no tranquiliz al nio.

No estoy seguro. Ojal ocurra como dices, pero Todava charlaron un rato. La luz oscilante de las estrellas se colaba por la ventana y se posaba sobre las tres figuras inmviles. Hacia la madrugada se levant un viento fro, pero ellos no lo notaron.

Se despertaron al alba. Engulleron un rpido desayuno y bajaron al jardn.

Vamos all! dijo Ustrum resignado. Encendi una linterna y comenz a descender por la escalera.

Huele fatal! protest Mela, que baj en segundo lugar.

Huele a cerrado dijo su hermana. Cualquiera sabe cuntos aos habrn transcurrido desde que el tnel se bloque.

Afortunadamente, los escalones de piedra se mantenan en buen estado. Pronto pudieron caminar juntos, con gran alegra para Ustrum. Aunque no lo confesara, estaba harto de ir el primero en todas las ocasiones desagradables.

No s por qu bajamos tanto dijo Mela preocupada. Siempre que se baja hay que subir despus. Y las vamos a pasar moradas cuando nos toque la subida!

En seguida comprobaron que Mela llevaba razn. Haban desembocado en una gruta de grandes dimensiones. El suelo estaba pavimentado con losetas del mineral azul y las paredes limpias de todo adorno. El nico ornamento consista en una columna que ocupaba el centro de la cueva. Al fondo distinguieron una escalera, esta vez ascendente.

En la columna hay algo grabado observ Pirela. Sac un diccionario y empez a traducir. Es una frase escrita en lmico, el antiguo Idioma de nuestro pueblo Se hablaba en todo el planeta, incluso en las Aristas, si hubiera estudiado ms, no me vera ahora en este apuro.

Ustrum y Mela lean y relean las palabras esculpidas en aquel arcaico lenguaje.

PORINTE PASSO NOMAS QE AZULES PONDE PASSAR. AH TRASS OSI ROSADOS ley Ustrum a trancas y barrancas. Menuda lengua! Slo entiendo tres palabras: paso, pasar y azules, lo cual demuestra que ste es el camino acertado.

Yo creo que dice: Tomad por este paso azul y podis pasar. Atrs hay osos y rosales tradujo Mela.

Su hermana solt una carcajada.

Pues no es as. Esa frase no contiene una invitacin, sino una advertencia: Por el interior del paso slo los azules pueden pasar. Atrs todos los rosados.

Y qu significa? pregunt Mela. Algo malo?

Lo ignoro. Los azules deben ser los antiguos habitantes de la ciudad azul. En fin, lo que me preocupa ahora es esa terrible escalera. Da la impresin de ser interminable.

La ascensin fue muy fatigosa. Con las piernas embotadas, cargados y respirando mal, aquellas horas de subida se les hicieron eternas. Sin embargo, vali la pena el esfuerzo. Un ltimo peldao los deposit en el interior del Valle Encantado, junto a un camino consumido por las lluvias y por el tiempo. Ese camino conduca a la Arista.

Lo conseguimos! exclam Ustrum. Hemos llegado, verdad, Pirela?

S. Creo que estamos en uno de los montes del Valle de la Arista. Cuando lo rodeemos podremos ver el pas, pero ya casi es de noche.

Qu pena! dijo la pequea, slo hay un sendero que da vueltas y vueltas. Nada de bosques, ni caballos, ni madroos

Ten paciencia le recomend Pirela. Vers todo eso y ms.

Acababa el da. A lo lejos, como borrones de color oscuro, se marcaban los bosques. Los caminantes no los vieron, ocupados en mirar el suelo para no tropezar. Cuando se hizo noche cerrada pararon al lado del camino y sacaron las provisiones. Pensaban terminarlas completamente.

Comeremos maana? se pregunt Ustrum en voz alta. Los pantalones me quedan anchos. Todos hemos adelgazado en este viaje.

Yo confo en recuperar mi peso all abajo, gracias a la hospitalidad aristana. Su comida ser buena, espero

No te hagas ilusiones le aconsej Mela, pesimista. Y si son antipticos y avaros? Y si comen sapos y porqueras por el estilo? Y si?

Pirela se enfad.

Cllate ya, cuervo! No eres capaz de imaginar algo bueno, para variar? Anda, vete por ah con tu Lula y cuntale a ella las cosas tan horribles, tristes y peligrosas que nos aguardan. Os divertiris mucho las dos.

Mela, ofendida, se separ de los dems. Se sent sobre una piedra y pronto se qued dormida. Los mayores la arroparon con su manta, pero ella no se enter de nada. Durmi de un tirn toda la noche.

Al da siguiente fue la primera en despertarse. Cuando record que estaba en la Arista, se frot los ojos y mir a su alrededor ansiosamente.

Oh, no! dijo. Siempre igual! Nubes y nubes, como cuando volamos por encima.

Una capa de nubes blancas cubra la Arista, ocultndola totalmente. Enfrente, en la lejana, asomaba una cordillera parecida a la que acababan de atravesar.

Mela corri hacia los otros y los despert sin contemplaciones. Pirela frunci el ceo.

S que es mala suerte Entonces, las leyendas que hablaban de un pas cubierto de una niebla eterna son ciertas.

Pues yo no quiero ir a ese lugar tan feo dijo su hermana. Si las leyendas dicen la verdad, habr monstruos, o topos

Gigantes y seres as?. No, hermanita. No cabran por los pasadizos.

Ustrum consult el reloj.

Es muy temprano dijo. Lo ms probable es que las nubes se deshagan cuando el sol empiece a calentar.

Su prediccin se cumpli. Las nubes se evaporaron lentamente, formando grandes islas de vapor que flotaban en el cielo. Y, al fin, la Arista Encantada se dej ver. Encajada entre las dos cordilleras, era como un largo cinturn verde. En la llanura alternaban campos y prados con colinas pobladas de rboles. A la derecha haba una mancha brillante: el mar.

Silenciosos, los tres viajeros admiraban el paisaje. Y Mela, la poetisa, sinti que la belleza del Valle Encantado no poda expresarse con palabras. Por primera vez en su vida, la pequea lumbanicense comprendi la otra poesa, esa poesa que no necesita rimas ni versos, ni siquiera palabras, porque est ms all del alcance de los hombres: la poesa eterna de la naturaleza. La Vida.

7. La chica del rbol

EL viejo sendero acababa en mitad del monte. A partir de ese punto, los chicos tenan que descender por una ladera revestida de matorrales. De todos modos, la bajada no ofreca dificultad, pues haba muy poca pendiente.

Bueno! exclam Pirela. Desde aqu nos las arreglaremos por nuestra cuenta. No queda ms remedio que continuar campo a travs.

Esas plantas van a destrozarnos las rodillas dijo Ustrum, pero bajaremos deprisa. Cuando alcancemos los bosques podremos andar tranquilos. Los rboles nos ocultarn.

Los nios se haban puesto muy serios. Ahora ya saban que en la Arista viva un pueblo inteligente. La accin de los hombres haba dejado su huella en el paisaje del Valle; aquellas manchas de color que se distinguan a lo lejos slo podan ser campos de cultivo. De un momento a otro, los aristanos haran acto de presencia, y esta idea los asustaba.

Propongo que nos escondamos hasta averiguar si los nativos son pacficos propuso Ustrum. Seguramente lo son, pero con la prudencia no se pierde nada.

S, estupendo! aprob Mela. Quiero verles la cara antes de hablarles. Si se parecen a la estatua de ojos saltones, no me acercar ni por la fuerza.

Yo espero que se parezcan a las estatuas de la ciudad Azul suspir Pirela, romntica. Representaban a personas tan guapas y agradables

Tomaron muchas precauciones al descender, aunque no vean pueblos ni casas por los alrededores. Bajo el sol de medioda, los chicos empezaron a sudar. Tambin sentan sed. Pirela confiaba en que hubiera fuentes o manantiales, pero no aparecan por ninguna parte.

Mirad! seal Ustrum. All veo un bosquecillo de lamos. Y donde hay lamos y chopos suele haber agua.

Ojal dijo Mela. Sin agua ni comida moriremos sin remedio. Este Valle no tiene nada de encantador, se llame como se llame.

Cmo que no? dijo su hermana. Es un lugar maravilloso!

Ustrum, entretanto, haba salido corriendo. Regres al poco con la cantimplora llena de agua fresca.

Bebed, criaturas indefensas brome. Ustrum os ha vuelto a salvar. Y ahora, vamos a buscar algo de comida por el bosque.

Guiadas por el nio, recogieron un montn de moras, fresas silvestres y grosellas maduras. No fue una verdadera comida, pero al menos entretuvo su apetito y les dio fuerzas para continuar.

Ya no me importa el aspecto de los aristanos dijo Mela. En cuanto me tope con uno le pido comida, aunque me arriesgue a recibir un plato de hormigas fritas.

Yo me las comera muy a gusto aadi Ustrum con aire deprimido.

Hablando de su prximo encuentro con los habitantes del pas, cayeron en la cuenta de lo sucios y maltrechos que estaban. Para no causar mala impresin, se cambiaron de ropa y se lavaron con esmero. Pirela acapar el espejo durante un cuarto de hora. Por nada del mundo dejara que la sorprendieran despeinada y pringosa!

As est mejor se dijo, complacida, despus del aseo. He vuelto a ser la Pirela de antes del viaje.

Cuando lleg la noche se haban alejado bastante de la falda de la montaa. Formaron un improvisado colchn de brezos y se tumbaron de cara al cielo. A los pocos minutos dorman profundamente.

Hacia las cuatro de la madrugada, Mela empez a gritar.

Qu ocurre? pregunt Pirela aturdida. No lograba dar con la linterna, Ustrum encendi la suya y enfoc la cara desencajada de la pequea.

Vamos, tranquilzate dijo, mientras Pirela daba de beber a su hermana.

No me dejis sola! solloz la nia. He visto a un aristano. Se acerc a m sin hacer ruido, pero yo me despert y vi cmo me miraba Tena ojos de rana y la cara blanca, blanca

Cuando se calm, los mayores obtuvieron una versin ms exacta de lo sucedido. Mela haba escuchado un crujido: se despert y vio un rostro plido y desagradable, pero de apariencia humana. Fuese quien fuese, huy en cuanto la nia se puso a chillar.

Ests segura, Mela? le pregunt Ustrum. A veces yo tengo pesadillas de ese estilo, sobre todo cuando he cenado poco.

Crees que soy tonta? No era un sueo! No lo era!

Pirela se apresur a calmarla.

Bien, bien Nos has convencido, hermana.

Hizo girar la linterna enfocando las mochilas y las mantas. Una de las mochilas estaba abierta.

Ustrum, mira esto: alguien ha estado curioseando por aqu.

Os lo dije! grit Mela triunfante.

No se han llevado nada dijo Ustrum. Pero vmonos a dormir a otra parte. Caminaremos hasta que se haga de da y luego decidiremos lo que sea necesario.

Echaron a andar en la oscuridad, sin atreverse a encender las linternas. Avanzaban a trompicones, pinchndose con las ramas de los zarzales. Dos horas ms tarde, la claridad del da surgi detrs de la cordillera y se desbord por la cima de los montes. Mela cay dormida sobre una manta.

Aydame a cargar a tu hermana dijo Ustrum a Pirela. All, a la derecha, hay un bosque de encinas donde podremos dormir tranquilos.

Cuando entraron en el bosque estaban al lmite de sus fuerzas El sol haba saltado la barrera de los montes y brillaba sobre las encinas ms frondosas que Ustrum hubiera soado jams.

Hasta luego, guapas! las salud el nio. Ahora no tengo tiempo, pero ya os echar un vistazo cuando pueda.

Una exclamacin de Pirela le hizo volver a la realidad.

Mira!

Sealaba un claro del bosque donde creca, solitario, un roble de anchsimo tronco. Hortensias, margaritas dalias y rosas lo rodeaban formando un anillo multicolor.

La casa de un hada! murmur Mela, despertando de su sueo.

En aquel mismo instante, una figura femenina sali del rbol y sacudi al sol sus largos cabellos negros.

Era una mujer o un espritu del bosque?

Ante los maravillados ojos de los nios, la aparicin se pein y regres al interior del roble. Sus movimientos eran silenciosos como el vuelo de una golondrina.

Qu hacemos? susurr Pirela. No s si fiarme de ella. No sabemos nada de estos extranjeros

Los extranjeros somos nosotros corrigi Ustrum. Recurdalo bien, Pirela. Yo voy a llamar a esa chica. Parece simptica y es muy guapa.

Opino como Ustrum intervino Mela. Quiero hablar con el hada que vive en ese rbol tan preciossimo.

Repentinamente, una voz son a sus espaldas.

Lamento no ser un hada, pero mi rbol est a vuestra disposicin dijo la duea del roble. Al notar que los chicos tenan miedo, aadi: No os asustis! Os vi al salir de casa, pero he disimulado para acercarme antes de que escaparais corriendo. Vens del Valle Azul, verdad?

Cmo lo sabes? se extra Pirela. Conocis la existencia de nuestro pueblo?

Por supuesto. Pero vamos a dejarnos de preguntas; tenis cara de hambre y de sueo a partes Iguales. Os dar comida y luego dormiris.

Mela sonri.

S no eres un hada, te pareces mucho a ellas dijo. En los cuentos siempre ayudan a los pobres nios perdidos entraron en el roble levantando una cortina de tela, slo haba una pequea habitacin con una mesa, tres taburetes y una cama. La joven de cabellos oscuros sac de un armarlo tazones y platos y los llen de leche, pan, manteca y miel.

Sentaos en los taburetes dijo. Yo lo har sobre la cama. El equipaje tendr que quedarse fuera, porque mi casa es demasiado pequea, como veis. Por cierto aadi, mirando las mochilas, dnde habis dejado los trajes de viento?

No los hemos necesitado contest Ustrum, como hemos venido a pie

La chica se puso seria de pronto.

A pie? No es posible!

Claro que lo es asegur Mela con la boca llena de pan; nosotros lo hemos hecho.

Os ha visto alguien? pregunt la joven, nerviosa. Mela record su aventura nocturna y pens que deba contarla.

Lo ms probable es que se trate del Guardin de las Montaas dijo la muchacha, pensativa. A estas horas estar siguiendo vuestras huellas.

Se asom afuera y regres ms tranquila.

An tengo tiempo para despistarle. Lo importante es que confiis en m y hagis cuanto os diga. De acuerdo?

Pirela se senta disgustada ante tanto misterio.

Pero qu ocurre aqu? pregunt. Nosotros no hemos hecho nada malo, aristana.

Ya lo s. Sin embargo, si averiguan cmo habis entrado en la Arista, os impedirn volver con vuestra gente.

No podremos regresar al exterior? pregunt Ustrum asombrado.

Nunca. Por eso debis hacerme caso: cuando os pregunten, diris que casteis del cielo hace unos das, sobre las montaas. Habis dejado all los trajes de viento y habis andado al azar.

Tras este discurso, la joven recobr su amable sonrisa.

Vaya! Olvid presentarme. Me llamo Aralia.

l es Ustrum; la pequea es Mela, mi hermana, y yo me llamo Pirela. Somos exteriores, del grupo de Ni. Claro que t no sabrs nada de nuestros grupos

Ms de lo que te figuras. Pero sigue, por favor.

Decidimos hacer este viaje por tierra para conocer si las leyendas decan la verdad. Y todo era cierto Ah!, tambin pasamos por la ciudad de Piedra Azul. La has visto t?

Aralia estaba preparando las camas en el suelo.

Pues no; no s de qu ciudad hablas. Aqu no sabemos que existe una salida al exterior. Al veros en el bosque, os tom por tres chicos accidentados. A veces caen algunos exteriores durante los das del Viento del Este.

Despus de poner todo en orden, Aralia los ayud a acostarse y se despidi cerrando la puerta tras de s.

Mientras dorms, yo vigilar por si entran extraos. De todos modos, me ser fcil saberlo; los pjaros me lo indican con sus trinos. Ellos me avisaron de vuestra llegada.

Al quedarse solos, los chicos se incorporaron e iniciaron un cuchicheo.

Qu pensis de las historias de esta aristana? susurr Pirela. Yo no confo del todo en ella.

Pues a m me gusta declar Mela.

Ustrum opinaba igual. Acaso poda ser mentirosa una persona amante de la naturaleza? l estaba seguro de que no.

Ha prometido contrnoslo todo cuando nos despertemos, y yo la creo.

Pirela fue la ltima en cerrar los ojos. En realidad, no encontraba motivos para desconfiar de la encantadora jardinera aristana, pero presenta un peligro.

Lo primero que not al despertar fue un fuerte aroma a pan recin horneado. Aralia entr y descorri la cortina de la puerta.

Buenos das! Levantaos y lavaos en el rio, nios. Al volver os habr preparado un desayuno como para ocho personas.

Pirela se sorprendi.

Desayuno? Pero si ya hemos desayunado!

Eso fue ayer. Habis dormido muchas horas.

Los chicos se precipitaron a la puerta. El sol se asomaba sobre las encinas, hacia el este.

Anda, pues es verdad! Hemos dormido como lirones!

Cuando regresaron del ro vieron que Aralia haba cumplido su promesa. Haba Incluso un pastel de pasas que result delicioso. Despus de probarlo, Pirela se sinti mejor predispuesta hacia la cocinera, pero super ese momento de debilidad.

Esperamos que nos expliques el secreto del Valle, si lo hay dijo. Ayer no comprendimos nada.

Por supuesto, pero no lo har hasta que terminis vuestro desayuno.

Pirela tuvo que contener su curiosidad mientras Ustrum saciaba su apetito, operacin que le llev sus buenos veinte minutos. Por fin, Aralia sali y se sent al lado de los arbustos de hortensias.

Bien, amigos, sentaos y sed pacientes. Os advierto que mi historia es larga.

Entonces, con un extrao acento aristano, Aralia empez a hablar.

8. Fimo llega

EN primer lugar, debo deciros que no soy aristana, sino exterior, como vosotros, y que nac en el grupo d Ni. Como veis, somos compatriotas. Hace siete aos sal del Valle Azul con mis padres y mi hermano, volando sobre la Arista vestida con el traje de viento. Una rfaga de aire me separ de los dems. Fueron unos minutos horribles: caa y caa en medio de la niebla, sin ver nada y gritando de miedo.

De pronto choqu contra algo y perd el conocimiento. Tuve mucha suerte, pues vine a caer encima de este roble y las ramas amortiguaron el golpe. Un joven aristano me encontr en este mismo lugar, desvanecida, y me llev a su casa para curarme. As inici mi vida en la Arista, con la familia de Fimo, el muchacho que me salv.

Durante los primeros meses lo pas muy mal. Lejos de mi pueblo y de mi familia, supe que estaba condenada a quedarme aqu para siempre. Al principio, todo me causaba extraeza: el acento aristano, sus ropas, las comidas, las casas Pero lo verdaderamente difcil fue comprender su manera de pensar, son diferentes de nosotros en muchos aspectos, sobre todo en uno: su absoluta falta de curiosidad. Temen los cambios, lo nuevo, lo desconocido. No desean conocer a los exteriores y miran con desconfianza a los que hemos cado aqu por accidente. Pero bueno, eso vais a tener ocasin de comprobarlo dentro de poco.

Los aristanos son muy amantes de las tradiciones; sus jefes se llaman Guardianes de la Arista y su misin consiste en conservar las cosas como en los siglos pasados. En parte, el resultado es bueno: respetan la naturaleza, aman sus bosques y son excelentes agricultores, pero, por otro lado, los Guardianes impiden el avance de las ciencias y del arte. Desde hace varios siglos, la Arista no ha conocido un poeta, un pintor o un cientfico original.

Creo que la llegada de nuestros antepasados, en tiempos de la Gran Vergenza, los asust y contribuy a su aislamiento. Todava hoy piensan que nuestras tierras estn cubiertas de cenizas y que nuestro mundo es ruidoso y sucio, lleno de mquinas grasientas. Y hay incluso quien sospecha de nosotros, los exteriores cados en la Arista, y nos consideran espas o algo as.

Pocos das despus de mi accidente fui conducida ante uno de los Guardianes; me pregunt cmo haba cado y me envi de nuevo con la familia de mi amigo, que cuid de m durante tres aos.

Por esas fechas yo haba cumplido dieciocho aos y haba olvidado mis esperanzas de volver a casa. Entonces sucedi que el padre de Fimo, Vemo Bigil, fue nombrado Guardin. A partir de ese hecho mi vida al lado de los Bigil se volvi ms y ms difcil, pues Vemo es un hombre cabezota y muy racista.

Fimo y su madre queran que me quedara con ellos, pero yo decid marcharme lejos y buscar un hogar. Regres a este bosque, junto al viejo roble que me salv en mi cada, y aqu constru mi casa. Al cabo de unos meses, Fimo y Linay, su madre, vinieron a visitarme. Entre los tres hicimos los muebles y plantamos semillas en el huerto.

Han pasado dos aos desde entonces. Al padre de Fimo no le agrada que su hijo y su esposa viajen hasta mi bosque, pero ellos se escabullen cuando pueden. Precisamente, hoy es el da en que mi amigo suele venir, aprovechando la reunin de la Junta Local de Guardianes. Y nada ms. Ya sabis quin soy y cmo he vivido. Hay ms preguntas, Pirela, o ests satisfecha?.

Pirela baj la mirada. En cambio, Mela hizo una pregunta.

Por qu son tan malos esos Guardianes? Hay que ver! Dejarte sola, sin padres ni amigos

Aralia esboz una sonrisa.

No es que sean malos. Vers: es su modo de defender la Arista. Para ellos, los pueblos exteriores represe tan un terrible peligro.

Pero nuestra gente es tan pacifica como la que ms dijo Ustrum.

S, claro. El problema es que los aristanos no nos creen. Tampoco os creern a vosotros cuando hablis con ellos.

Mela la interrumpi.

Yo no quiero hablar con los Guardianes! Dejars que nos escondamos en tu casa, Aralia?

Por supuesto. Por desgracia, creo que el Guardin de las montaas os ha visto y vendr a buscaros antes o despus. Bueno, ms bien despus; ayer cog vuestros zapatos y fui dejando huellas falsas por todas partes. El pobre Guardin debe andar bastante despistado, pero es probable que aparezca esta misma tarde.

Iniciaron un paseo bajo las encinas. El da estaba clido y tranquilo.

Me encanta este sitio confes Pirela. Lo que no comprendo es su clima; lo mismo hace fro que calor.

A m me ocurra igual al principio dijo Aralia. Luego me dijeron que en la Arista hace calor durante unos meses y fro el resto del ao. Hay cuatro pocas llamadas estaciones, y ahora estamos en los ltimos das del verano. En seguida se ir el calor.

Los exteriores la contemplaban con la boca abierta, verdaderamente, aquel Valle les reservaba muchas sorpresas.

Al atardecer, Aralia comenz a sentirse inquieta. Despus de dar docenas de vueltas por el jardn, subi a la copa del roble por una fila de estacas clavadas en el tronco.

Eh, chicos! grit desde arriba. Queris subir?

Pirela y Ustrum estaban desendolo, pero Mela ni siquiera se atrevi a intentarlo. Al pie del rbol, sintiendo una pizca de envidia, vio cmo alcanzaban una plataforma de madera donde los esperaba Aralia.

Aquella plataforma pareca segura y contaba con una barandilla. Pirela, de todas formas, procur no mirar hacia abajo y se dedic a admirar el paisaje. A un lado estaban las Grandes Montaas; al otro, sobresalan unos picos afilados y desiguales.

sa es la Cresta dijo Aralia estremecindose. Entraremos al Valle Amarillo por all.

Los nios cruzaron una mirada llena de sorpresa. Pirela pregunt:

Piensas venir con nosotros, Aralia?

Si nadie se opone, s.

Pirela y Ustrum lanzaron un Viva Aralia! que se oy en todo el bosque. Mela, aburrida, pregunt si los de las alturas se haban vuelto locos.

Aralia nos acompaa a casa! contest Pirela.

Al inclinarse para responder, sali de su camisa el colgante con la piedra azul que haban cogido en la ciudad.

Qu llevas ah? se interes Aralia.

La chica se lo ense y le cont su origen.

Tiene un color maravilloso se admir Aralia. En la Arista no existe este mineral. Procura que nadie lo vea, Pirela se interrumpi de repente y se qued inmvil, como si escuchara algo. Es Fimo! No os los cascos del caballo?

A su lado, Ustrum contuvo el aliento. Oa ya el ruido de las herraduras golpeando el suelo y su corazn galopaba al mismo ritmo que el animal.

Cmo corre! exclam entusiasmado. Y tiene un pelo largo y negro como el tuyo, Aralia!

El sonido de los cascos se fue aproximando y ces bruscamente. Mela haba desaparecido tras los macizos de dalias, temblando de miedo; pero, a los pocos segundos, la curiosidad la impuls a sacar la cabeza.

Socorro! chill. Ayudadme!

El recin llegado se qued con la boca abierta, una nia exterior haba salido de entre los arbustos, causando bastantes destrozos en las dalias, y se haba encerrado en el roble pidiendo auxilio. Luego, bajaron del rbol dos extranjeros ms y, por ltimo, apareci Aralia. Fimo se dirigi a ella.

Qu significa esto? De dnde salen estos tres rosados?

La chica se ech a rer a carcajadas.

Qu despistada soy! dijo. Olvid advertir a los chicos que los aristanos tenis la piel de otro color. Llevo aqu tanto tiempo que vuestro aspecto me parece lo ms natural del mundo, pero a ellos no les sucede lo mismo.

El aristano se mir las manos que, como el resto de su cuerpo, eran de color azul plido. Unos metros ms all los nios le observaban aprensivamente.

Vamos al roble dijo Aralia. Ya hace un poco de fresco.

Una vez en el rbol, Aralia explic al aristano la historia de los nios. Al final del relato, Fimo se levant y tendi la mano izquierda.

Con la mano del corazn os saludo dijo. Sed bienvenidos al Valle de la Arista.

Gracias respondi Mela, y perdona mis gritos de antes. Nunca haba visto hombres de color celeste, pero me acostumbrar pronto.

Durante la cena charlaron poco, pero a los postres la conversacin se haba animado bastante. Mela quiso recitar una poesa, la misma que declam antes de entrar en el pasadizo. Su instinto le aconsej no recitar una de su cosecha; o tal vez no fuera su instinto, sino un puntapi disimulado de su hermana.

Afortunadamente, Fimo result ser un buen aficionado a la lrica o, al menos, estaba muy bien educado.

Yo no soy poeta dijo, pero en cierto modo soy msico.

No te pases de modesto, Fimo intervino Aralia. Saca la narelina y toca un poco para los visitantes.

Los nios esperaron con gesto perplejo. Ignoraban en qu consista la narelina. Fimo sac de su morral una curiosa flauta, si pudiera llamarse as. Se compona de dos caas en forma de uve, en cuyo vrtice acopl Fimo los labios, cada una de sus manos se colocaba sobre un tubo y los dedos del aristano iban de un agujero a otro produciendo una msica tan melodiosa como extraa.

Os ha gustado? pregunt Aralia cuando su amigo termin la cancin.

Ninguno contest: estaban como hechizados. Y es que la narelina posea un don especial; su sonido creaba imgenes fantsticas en la mente de los oyentes, visiones fugaces y bellas que se desvanecan con las ltimas notas de la cancin.

Es lo ms rimbombante que he odo nunca! exclam Mela. Fimo le dio las gracias, aunque la palabra rimbombante era nueva para l.

Aralia explic que la narelina era el instrumento preferido de los aristanos. Su origen se perda en las sombras de un pasado remoto, una antigua leyenda hablaba de cierto pjaro de plumaje azulado, ltimo superviviente de una especie a extinguir. El pjaro, adems de cantar como ninguno, tambin poda hablar; no se limitaba a repetir palabras, sino que entenda su significado y era capaz de crear sus propios pensamientos con ms juicio que muchos humanos.

Antes de morir, aquella ave azul quiso perpetuar la memoria de su especie. Primero intent transmitir su sabidura al hombre, pero no lo consigui. Puesto que los humanos son demasiado torpes para comprender mi enseanzas, les dejar mi canto, dijo el pjaro, y ense a un pastor cmo se construye la narelina.

Qu historia tan romntica! se extasi Mela. Nos contars ms leyendas de la Arista, Aralia?

S, pero en otra ocasin. Ustrum est impaciente por ver el caballo de Fimo, verdad?

El nio se levant de un salto y sali fuera. Las dos hermanas le siguieron.

Fimo y Aralia se quedaron solos. El joven pregunt:

Vas a marcharte con los chicos, Aralia?

S. Ahora conozco el modo de salir y no podra vivir tranquila en tu pas. Quiero ver a mis padres y a mi hermano. Lo comprendes, verdad?

Claro que lo comprendo. Pero dime, Aralia: volvers algn da?

Ella se retorci las manos nerviosamente.

Volver, Fimo. Y, aunque no lo creas, siento mucho dejar la Arista.

La llegada de los nios interrumpi su conversacin. Aralia les explic que el Guardin aparecera pronto y los conducira a Zeryna, la ciudad ms prxima. All viva Pirreno Zyr, uno de los Guardianes de mayor rango.

No os preocupis: yo os acompaar. S cmo tratar al Cuestor de Zeryna.

Si te vas, el jardn quedar abandonado dijo Fimo. Yo cuidar tus plantas en tu ausencia. No puedo ir a Zeryna porque el Cuestor me conoce y se lo contara a mi padre.

Cogi el morral y levant la cortina de la puerta.

Os deseo un buen viaje dijo.

Mela le dio un beso de buenas noches.

Dnde vas a dormir? le pregunt.

Cerca del bosque, en cualquier rincn.

Pobre! Ten cuidado con ese Guardin de las Montaas. Acustate en un sitio donde haya hojas secas y, as si viene l, escuchars sus pisadas y podrs atizarle en la cabeza con un palo aconsej, agresiva.

Bien pensado! brome Fimo y salt sobre su caballo. Hasta la vista, y suerte.

En el roble sonaron voces hasta muy tarde. Cuando los chicos se durmieron, el bosque recuper su calma nocturna. Dentro del rbol slo se oan los ronquidos de Pirela, que se haba dormido boca arriba.

Hay que ver! rezong Ustrum. Maana le dir que ronca como un oso y tendr la cara dura d