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20 de Abril del 2009 Acciones coordinadas de alcance global prevendrían posible crisis de disponibilidad de alimentos Reporte de Chatham House alerta sobre consecuencias del cambio climático y el aumento de la población en la seguridad alimentaria del mundo. Durante las próximas décadas, las políticas mundiales de abastecimiento de alimentos serán puestas a prueba por tendencias como el crecimiento de la población, la mayor demanda de productos agrícolas, el cambio climático y la menor disponibilidad de recursos hídricos, factores cuyo impacto podría afectar a millones de personas. Pero este escenario negativo puede ser enfrentado con planes de acción global que mejoren las condiciones actuales de producción y distribución de alimentos, sostiene el reporte “La alimentación de los nueve mil millones. La seguridad alimentaria global del Siglo XXI” publicado por el Instituto Británico Chatham House en enero del 2009. Según el reporte, la población mundial podría pasar de los 6.700 millones actuales hasta 9.200 millones en el 2050. Dicho incremento poblacional tendrá un impacto decisivo en la demanda por alimentos y agua, recursos que son escasos hoy en día. Sumado a ello, el cambio climático amenaza con agravar la escasez de recursos hídricos y limitar la producción agrícola. Según cálculos del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), esta situación haría que el número de personas desnutridas crezca entre 40 millones y 170 millones durante este siglo. Para resolver esta situación, Chatham House sugiere replantear los sistemas mundiales de producción y distribución de alimentos hacia esquemas que sean más sostenibles para afrontar el incremento de la demanda; más resistentes a los efectos de desastres naturales y degradación de las tierras; y más equitativos, para asegurar un mayor acceso de la población pobre a los alimentos. El reporte plantea una agenda de diez puntos, proponiendo acciones para ser tomadas en los países en desarrollo y acciones de alcance global. LOS PRINCIPALES DESAFÍOS PARA LA SEGURIDAD ALIMENTARIA Según Chatham House, cinco de los principales desafíos que deben afrontar las autoridades responsables de las políticas alimentarias son: El cambio climático: Según el IPPC, el planeta se calentará en un promedio de 0,2 grados Celsius (°C) por década durante los siguientes veinte años. Luego, el ritmo aumentará a 0,6°C hasta llegar a un incremento acumulado de 4°C hacia el final del siglo XXI, dependiendo de las emisiones de carbono. El aumento de la temperatura

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Acciones coordinadas de alcance global prevendrían posible crisis de disponibilidad de alimentos

Reporte de Chatham House alerta sobre consecuencias del cambio climático y el aumento de la población en la

seguridad alimentaria del mundo.

Durante las próximas décadas, las políticas mundiales de abastecimiento de alimentos serán puestas a prueba por

tendencias como el crecimiento de la población, la mayor demanda de productos agrícolas, el cambio climático y la

menor disponibilidad de recursos hídricos, factores cuyo impacto podría afectar a millones de personas. Pero este

escenario negativo puede ser enfrentado con planes de acción global que mejoren las condiciones actuales de

producción y distribución de alimentos, sostiene el reporte “La alimentación de los nueve mil millones. La seguridad

alimentaria global del Siglo XXI” publicado por el Instituto Británico Chatham House en enero del 2009.

Según el reporte, la población mundial podría pasar de los 6.700 millones actuales hasta 9.200 millones en el 2050.

Dicho incremento poblacional tendrá un impacto decisivo en la demanda por alimentos y agua, recursos que son

escasos hoy en día. Sumado a ello, el cambio climático amenaza con agravar la escasez de recursos hídricos y limitar

la producción agrícola. Según cálculos del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC por sus siglas

en inglés), esta situación haría que el número de personas desnutridas crezca entre 40 millones y 170 millones

durante este siglo.

Para resolver esta situación, Chatham House sugiere replantear los sistemas mundiales de producción y distribución

de alimentos hacia esquemas que sean más sostenibles para afrontar el incremento de la demanda; más resistentes

a los efectos de desastres naturales y degradación de las tierras; y más equitativos, para asegurar un mayor acceso

de la población pobre a los alimentos.

El reporte plantea una agenda de diez puntos, proponiendo acciones para ser tomadas en los países en desarrollo y

acciones de alcance global.

LOS PRINCIPALES DESAFÍOS PARA LA SEGURIDAD ALIMENTARIA

Según Chatham House, cinco de los principales desafíos que deben afrontar las autoridades responsables de las

políticas alimentarias son:

El cambio climático: Según el IPPC, el planeta se calentará en un promedio de 0,2 grados Celsius (°C) por década

durante los siguientes veinte años. Luego, el ritmo aumentará a 0,6°C hasta llegar a un incremento acumulado

de 4°C hacia el final del siglo XXI, dependiendo de las emisiones de carbono. El aumento de la temperatura

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tendrá efectos en la productividad agrícola. Según el Instituto de Investigaciones del Arroz de Filipinas, un

aumento de 1 o 2 grados Celsius provocaría una reducción de 10% en la productividad de los cultivos arroceros.

El cambio de la temperatura también generará una mayor variación en la frecuencia e intensidad de las lluvias,

lo que puede aumentar el riesgo de inundaciones o sequías. La mayor frecuencia y severidad de climas

extremos afectará la disponibilidad de agua, con lo cual cientos de millones de personas en el mundo estarán

expuestas a la escasez de recursos hídricos.

La seguridad energética: Los precios de los alimentos están altamente influenciados por los costos del petróleo

que afectan los costos del transporte de los bienes agrícolas y de los combustibles usados en las granjas.

Aunque el precio del petróleo cayó de US$147 en julio a US$40 en diciembre del 2008 (hoy se cotiza sobre

US$60), la poca inversión en nuevas tecnologías en este sector y el bajo número de nuevos yacimientos

descubiertos hacen prever que, al finalizar la crisis económica, se producirá un rebote en el precio del crudo,

que empujará los costos de los alimentos hacia arriba.

Los precios de los alimentos también se ven influenciados por la producción de fertilizantes y pesticidas, los que

requieren de grandes cantidades de energía. Asimismo, la producción de biocombustibles también afecta el

precio de los alimentos debido a que las áreas cultivables son utilizadas cada vez más para sembrar insumos

destinados a la industria de combustibles y no al consumo humano.

La escasez de agua: Según Chatham House, el problema de la escasez de recursos hídricos se irá agravando

conforme aumente la población mundial y, con ello, el consumo per cápita de agua. Actualmente unas 500

millones de personas viven en países con problemas de escasez crónica de agua y se estima que para el 2050 la

cifra podría aumentar a más de 4.000 millones. El problema es atribuible tanto al cambio climático como a la

extracción no sostenible del agua de los ríos y lagos. En este escenario, las actividades agrícolas, que utilizan

cerca del 69% del agua dulce disponible, enfrentarán una competencia muy fuerte por el uso de este recurso.

Este problema será agravado por factores como la degradación de tierras para cultivo, la urbanización y el mal

uso de las técnicas de irrigación.

La competencia por la tierra: La demanda global de alimentos en el futuro no podrá ser satisfecha con una

mayor productividad de las áreas cultivables que se explotan actualmente, sino que será necesario aumentar

los campos de cultivo, estimados en la actualidad en unos 1.340 millones de hectáreas; es decir, la décima parte

de la superficie mundial. Pero esta tarea no será fácil pues esta necesidad podría complicarse con una demanda

creciente de terrenos para edificios, insumos de biocombustibles y conservación de bosques.

La demanda creciente de alimentos: La población será superior a los 9.000 millones de personas en el 2050 y

probablemente las tendencias dietéticas sigan avanzando hacia un consumo intensivo de carne y sus derivados,

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lo que implicaría una mayor demanda de terrenos para el ganado. El Banco Mundial estima que para el 2030 la

demanda de alimentos se incrementaría en 50% y la de carne en 85%.

ACCION GLOBAL DE CARA AL SIGLO XXI

Chatham House sostiene que existen algunos factores coyunturales que deberían llamar la atención de las

autoridades responsables de las políticas alimentarias. Uno de ellos es que los precios de los alimentos han

bajado durante los últimos meses, tras el desplome de la cotización del petróleo. Sin embargo, la escalada de

precios registrada antes de dicho descenso (en junio del 2008 se reportó un pico de 219 puntos según la FAO)

aumentó el número de personas desnutridas en el mundo de 850 millones a 950 millones.

Evitar que una nueva subida en el precio de los alimentos afecte a los países dependientes de las importaciones

y a las naciones más pobres requiere de políticas coordinadas que deben ser acompañadas con acuerdos de

justicia social. El reporte de Chatham House recomienda diez puntos clave de acción:

A. Cinco claves para las naciones en desarrollo

1. Invertir en una Revolución Verde basada en el conocimiento: La llamada “Revolución Verde” del siglo XX,

centrada en el aumento de la productividad de los campos, tuvo resultados asombrosos, pero también

limitaciones. El nuevo modelo propuesto en el reporte recomienda superar el uso intensivo del agua,

fertilizantes y pesticidas para concentrarse en una productividad basada en el conocimiento.

Esto implica aumentar la inversión en investigación y desarrollo aplicada a la agricultura en los laboratorios.

Por ejemplo, las investigaciones han demostrado que las raíces de la plantas pueden ser modificadas para

acelerar la absorción de nitrógeno, permitiendo una reducción en el uso de fertilizantes nitrogenados del

50% o incluso del 75%.

También supone validar las innovaciones agrícolas, cuyo valor estará en la eficiencia técnica, los beneficios

para los grupos involucrados y los cambios en la distribución del poder. Señala que será necesario un

enfoque ecológico integrado, que vaya más allá de la modificación genética de semillas.

2. Más gasto en alimentos y agricultura: En los últimos años se ha observado una gran disminución en la

cooperación internacional destinada a proyectos agrícolas. La proporción de la asistencia para este tipo de

iniciativas disminuyó de un 17% del total disponible en 1980 a 3% en el 2006.

Chatham House sostiene que se necesita un cambio urgente de dicha tendencia, que se refleje en el

aumento de las donaciones por parte de los países desarrollados y en una mayor preocupación por el agro

en los gobiernos de los países en desarrollo. En África, por ejemplo, los países destinan solo el 4,5% de sus

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presupuestos al campo, a pesar de que la Organización de Países Africanos se propuso una meta de 10%

para el 2008.

3. Regresar a las bases: Los gobiernos y la cooperación internacional deberán concentrarse en asegurar cinco

recursos claves para los agricultores: activos (tierra, maquinaria y recursos renovables, como el agua),

mercados (infraestructura y comunicación), crédito (para liberarlos de préstamos predatorios),

conocimiento (actualización técnica constante) y herramientas de manejo de riesgo (protección social,

aseguramiento contra catástrofes, etc.).

4. Enfocarse en los pequeños agricultores: Alrededor de 1.500 millones de personas en el mundo viven en

hogares que dependen de pequeñas granjas. Con un conjunto de políticas adecuadas, estas granjas pueden

convertirse en un motor para aliviar la pobreza, como ocurre en el caso de Vietnam.

La clave está en generar mecanismos que permitan a sus productos acceder a las cadenas exportadoras,

ayudarlos a cumplir con las normas internacionales de calidad y contactarlos con grandes importadores.

Este papel, que hasta los 90 era cumplido por agencias estatales, hoy está en manos de compañías privadas,

ONG o cooperativas de agricultores.

5. Más acceso a la protección social: El reporte recomienda establecer un esquema de protección social para

los pequeños productores de alimentos, en lugar de políticas de control de precios o subsidios. Este tipo de

iniciativas enfrenta la oposición de grupos políticos o de interés económico de los países en desarrollo, para

quienes dar protección al pequeño productor promueve la dependencia. El reto para la cooperación

internacional será apoyar los esfuerzos locales para cambiar los enfoques de alivio de la pobreza en los

escenarios políticos.

B. Claves para una acción concertada a nivel global

1. Establecer una agencia internacional para los alimentos: En 1973 se creó la Agencia Internacional de

Energía, para coordinar acciones colectivas ante las crisis del petróleo a través de un sistema de respuesta

basado en reservas estratégicas de crudo. En un escenario de precios bajos, una organización de este tipo

podría generar reservas de alimentos para momentos de escasez y sería supervisada por un observador sin

intereses particulares, como el Programa Mundial de Alimentos. El papel de esta agencia estaría centrado

en asistencia para casos de emergencia, no debería ser utilizada como soporte de precios para los

productores.

2. Mayor asistencia técnica para los países en desarrollo: La tendencia de los mayores países importadores,

por conseguir acuerdos de largo plazo con economías pobres que poseen grandes extensiones de terreno,

pone en riesgo a estas últimas, ya que están en desventaja para negociar condiciones justas. Por ejemplo,

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Madagascar reporta tener alquilada la mitad de sus tierras cultivables a una compañía de Corea del Sur por

99 años sin otra compensación que los empleos generados en las granjas.

Estos acuerdos serían más equilibrados si las naciones importadoras logran asegurar su abastecimiento, a la

vez que los proveedores de tierras logran cubrir sus necesidades de capital, infraestructura y know how. La

cooperación internacional debe prepararse para brindar asesoría técnica en estos casos.

3. Continuar con sinceramiento de precios en la agricultura: Una reforma que contemple la eliminación de los

subsidios a la producción agrícola otorgados por Estados Unidos y la Unión Europea es vital para mejorar la

seguridad alimentaria de los países pobres. Cuando los países desarrollados protegen su producción y

envían sus alimentos al mercado mundial, generan una dinámica de precios artificiales que afecta la

competitividad de los productores de los países en desarrollo. Chatham House recomienda revisar los

incentivos a la producción de biocombustibles, en vista del impacto en el mercado de alimentos.

4. Incluir la seguridad alimentaria en las reglas del comercio global: A pesar de que el proteccionismo es

considerado un serio retroceso para la seguridad alimentaria, muchos países están tomando medidas

comerciales restrictivas e imponiendo barreras a la exportación de alimentos para contrarrestar la

volatilidad de los precios, lo que afecta a los países importadores. Se recomienda utilizar la Ronda de Doha -

negociación entre los países miembros de la Organización Mundial del Comercio- para explorar nuevas

reglas que detengan la prohibición de las exportaciones.

5. Un acuerdo mundial sobre el cambio climático: Si el precio del crudo retoma su tendencia al alza, como

prevén Chatham House y la Agencia Internacional de Energía, el precio de los alimentos irá en la misma

dirección. Para evitar este efecto será necesario aumentar la inversión en infraestructura petrolera, pero en

una proporción controlada. Si se limitan las futuras emisiones de carbono a través de un acuerdo

internacional sobre cambio climático, se podrá lograr una mayor predictibilidad sobre la demanda global de

petróleo, lo que permitirá a los países productores invertir con mayor seguridad.