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LAS CAMPLAS CAMPLAS CAMPLAS CAMPLAS CAMPAÑAS DE ALFAÑAS DE ALFAÑAS DE ALFAÑAS DE ALFAÑAS DE ALF ABETIZAABETIZAABETIZAABETIZAABETIZA CIÓN CIÓN CIÓN CIÓN CIÓN Y LAY LAY LAY LAY LAINSTRINSTRINSTRINSTRINSTRUCCIÓN DE LOS ADULUCCIÓN DE LOS ADULUCCIÓN DE LOS ADULUCCIÓN DE LOS ADULUCCIÓN DE LOS ADULTTTTTOSOSOSOSOS

Federico Lazarín Miranda

PRESENTACIÓN

Al finalizar el siglo XIX el país tenía a la mayoría de su poblaciónadulta sin la instrucción mínima; al término de la Revolución losgobiernos que ocuparon el poder conocieron el problema y plan-tearon soluciones que en el papel parecían modernas e inno-vadoras, pero que en muchos de los casos estaban fuera de larealidad en que vivían los habitantes de las distintas regiones delpaís. Hoy, a 75 años de la fundación de la SEP, el problema delanalfabetismo en la población mayor de 21 años sigue siendoagudo.

El presente artículo tiene por finalidad presentar los planesy programas de alfabetización que el Estado mexicano ha dicta-do en diferentes etapas desde 1920 hasta 1982, asimismo semostrarán los objetivos y metas que se planteaban en las llama-das "Campañas de Alfabetización", cuyo objetivo final era abatirel analfabetismo, sobre todo en la población adulta, y aunque elconcepto de educación para adultos se estableció hasta el régi-men de López Portillo con la creación del Instituto Nacional parala Educación de los Adultos, es claro que las campañas alfabe-tizadoras se dirigieron en gran medida a la población mayor de12 años, puesto que siempre se consideró que la menor a esaedad recibía la alfabetización al incorporarse al sistema de edu-cación primaria.

De tal forma que en las campañas alfabetizadoras no se hahecho mención de que son dirigidas únicamente a la poblaciónadulta, por el contrario, el destinatario no ha sido bien definido. Enel papel y en la práctica se puede suponer que era muy importan-

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te alfabetizar a los adultos, puesto que se pensó que un individuoalfabetizado era un elemento que se podría incorporar con mayorfacilidad a los sectores económicos; por otro lado, algunos de losplanes incluyeron capacitación para el trabajo con la misma fina-lidad de facilitar la incorporación de la población a las actividadeseconómicas, y en algunos casos se echó mano de la poblacióninfantil alfabetizada para que ayudara a la alfabetización de losadultos, un ejemplo de ello fue el "Ejército Infantil de Vasconcelos".

Este artículo describe y analiza las distintas campañas dealfabetización y cómo se buscaba instruir a los adultos en Méxi-co desde 1920 hasta 1982. Se presentan las seis campañas queha conocido el país durante ese período, las características quetuvieron, así como los puntos de ruptura y continuidad entre cadauna de ellas.

LAS CAMPAÑAS DE ALFABETIZACIÓN, 1920-1982

Educación oficial no sólo significa ofrecer a las personas en edadescolar (6-10 años) instrucción básica, en todos los países delmundo la creación de un sistema educativo significa establecerinstituciones que ofrezcan la enseñanza desde los niveles máselementales hasta los superiores. México no ha sido la excep-ción, durante el siglo XIX se establecieron escuelas que impar-tían enseñanza a todos los niveles, proceso que a partir delporfiriato se acentuó. No obstante, los índices de analfabetismoen México fueron muy altos en aquel siglo y el período porfiriano.

Definir el término alfabetización no es fácil, se trata de unconcepto histórico, es decir, que su significado cambia con eltiempo, de acuerdo con la evolución de la sociedad, cultura, eco-nomía, ciencia y tecnología. Por ejemplo, hace algunos mesesobservé un anuncio publicitario de una academia de cómputo quedecía: "no sea analfabeta, aprenda computación". El ejemplo pa-rece trivial, pero hace apenas 100 años ser analfabeta significa-ba no saber leer ni escribir, así como realizar las cuatro operacio-nes fundamentales de la matemática (sumar, restar, multiplicar y

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dividir). Hoy día parece que no basta con poseer esos conoci-mientos para dejar de ser analfabeta.

Este hecho también se puede observar en las políticasimplementadas por el Estado. Para la realización de los censosen México, desde el primero, de 1895, hasta el de 1990, se hahecho la distinción entre alfabeta y analfabeta, con sólo pregun-tar si las personas saben leer y escribir, las distintas administra-ciones que ha tenido la SEP han tratado de resolver el problemade diferentes formas. Desde la impartición de los conocimientosmás elementales para leer y escribir, hasta ofrecer los conoci-mientos para que el individuo cuente con una cultura más ampliao dotarlo de capacitación para el trabajo.

De hecho, con el sistema escolarizado de educación básicaque se estableció en el país, desde la era porfiriana, se intentabaabatir el analfabetismo en la población de 6 a 10 años, pero estono resolvió el problema en su totalidad, puesto que nada garanti-za que un individuo que concluya la primaria, 20 años despuéssiga estando alfabetizado, ya que por falta de práctica en la lectu-ra y la escritura puede convertirse en un analfabeta funcional.

El problema del analfabetismo en la población de 10 años enadelante ha sido constante en México. Pese a las seis grandescampañas de alfabetización que se han dado en el país el dilemano ha sido resuelto. La primera de éstas durante los años de 1920-1922 fue impulsada por José Vasconcelos, primero desde la Uni-versidad Nacional de México en 1920, y fue llevada a la SEP en1921; la segunda, en 1934, por el régimen de Cárdenas, sin tantapropaganda como la anterior e inserta en el Programa Nacionalde Educación impulsado por su administración; la tercera, en1946, con Torres Bodet en la Secretaría; en 1958 se implementóla cuarta con el retorno de Torres Bodet a la educación, la quinta,en 1968, en los últimos años del sexenio de Díaz Ordaz, y lasexta durante el sexenio de López Portillo en 1981, para la quese creó el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos(INEA).

En términos formales estas seis han sido las campañasalfabetizadoras que ha tenido el país, pero en la práctica no hahabido administración presidencial, ni secretario de educación

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que no hable o establezca dentro de sus planes y programaseducativos la necesidad de abatir el analfabetismo durante sugestión; la alfabetización de la población infantil y adulta ha sidouna meta de cada gobierno en turno, para la cual se han creadoinfinidad de instituciones y organismos dirigidos a solucionar elproblema desde las escuelas primarias, las rurales, las noctur-nas, las misiones culturales, la educación extraescolar, hasta laeducación de adultos.

Durante el porfiriato se establecía que la existencia de po-blación adulta que no sabía leer ni escribir significaba un proble-ma para el país, se pensaba entonces, que la instrucción públicaera el mecanismo para abatir el analfabetismo, además de forta-lecer la unidad nacional, y, por tanto, sería fuerte ligadura paraintegrar a los mexicanos. Para Díaz, la educación idéntica detodos los ciudadanos propiciaría que sus "métodos e ideales pue-dan armonizar y se intensifique así la unidad nacional. Cuandolos hombres leen y piensan del mismo modo [obran] del mismomodo".1

Durante los años de la Revolución la idea de alfabetizar a lapoblación siguió presente en los distintos personajes que ocupa-ron el poder, no obstante la guerra civil que se desarrollaba endistintos frentes, Madero y Carranza pusieron el dedo en el ren-glón: para Madero "además de alfabetizar [a la población] era ne-cesario proporcionar conocimientos prácticos, de ser posible unoficio".2 Por su parte, el carrancismo continuó con la idea de laobligación que tenía el Estado de alfabetizar a la población, peroFélix F. Palavicini, encargado de la Secretaría de Instrucción Pú-blica, por Carranza, pensaba que "paralela a la lucha contra elanalfabetismo" se debía "proporcionar" a los individuos "una ins-trucción de tipo técnico, capacitar al futuro obrero". De tal formaque "la enseñanza debería ser una transición fácil entre la es-cuela y el taller, pues hasta ese momento la preparación escolarno correspondía a los requerimientos del último". El propugnabaporque "desde los últimos años de la primaria se proporcionaríaal alumno el aprendizaje de un oficio. Así se integraría la instruc-ción elemental y la profesional", su lema era "el taller en la escue-la y la escuela en el taller. Palavicini recogía la preocupación por

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el analfabetismo, pero subrayaba la educación técnica, que seríala más necesaria en el nuevo tipo de sociedad".3 En el nivel delos gobiernos estatales sólo se conocen dos proyectos de alfa-betización documentados por Carmen Ramos:

[En el estado de Coahuila en...] 1915 se exhibió undecreto que se ocupaba de la educación para adultos.En él se expresaba la urgencia de proporcionar a losobreros conocimientos para el buen desempeño desus labores; también allí el establecimiento de buenasescuelas para adultos acabaría con el analfabetismo.Se abriría una escuela en cada cabecera de distrito yen las ciudades de 5 a 10 mil habitantes, una paracada sexo.4

El otro correspondió a Yucatán, estado donde se

promulgó una Ley de Enseñanza Rural para lucharcontra el analfabetismo. De acuerdo con esta ley seestablecieron escuelas rurales para educar a los hijosde las familias "que habitan en las haciendas o fincasrústicas" [de dos tipos] para niños de 7 a 12 años y otrapara jóvenes de 13 a 21 años. Ello hizo a Yucatánpionero de la alfabetización rural.5

En un estudio anterior acerca de la política educativa obser-vé la continuidad que se dio en las políticas educativas entre losdistintos gobiernos que estuvieron en el poder durante el períodoque abarca este ensayo,6 en este sentido los programas de alfa-betización son una buena muestra de dicha continuidad. Comose presenta en los ejemplos anteriores, ya desde el porfiriato seveía al analfabetismo como una de las grandes tareas a resolverpor el Estado mexicano, y es aquí donde reside una de las princi-pales causas de su fracaso: fue tomado como una tarea del Es-tado nacional y no de la sociedad, de tal manera que la cargamás fuerte en cuanto a planeación, organización y financiamientorecayó en el propio Estado, no obstante que en las campañas de1920-1922, 1936 y 1944, se invitó a todos los integrantes de lasociedad a participar en estas campañas, el mayor peso de suoperación recayó en la administración pública.

La primera campaña formal de alfabetización fue imple-

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mentada por José Vasconcelos desde la rectoría de la Universi-dad Nacional de México, ambiciosa campaña con la que se bus-caba solventar la falta de instrucción que había tenido la pobla-ción, se pensaba que los diez años de guerra que había sufridoel país habían repercutido en la instrucción de la población, por loque el analfabetismo de los adultos era muy alto, "la campaña dealfabetización fue precedida por una verdadera campaña ideoló-gica. Mediante una serie de circulares publicadas por la prensacapitalina [...] el rector invitó al público a colaborar en esta obrade redención nacional",7 el censo de 1921 (con todos sus proble-mas para realizarlo) dio una fotografía aproximada del problema:el 66.1% de la población total, el 62.98% de los hombres y el69.26% de las mujeres no sabía leer ni escribir.8

Para 1921 la Campaña se trasladó a la SEP como una Di-rección a cargo de Eulalia Guzmán, recibió mucha propagandaoficial, incluso se echó mano de los periódicos más importantesde la Ciudad de México, se formó un ejército de niños con ins-trucción primaria y un número importante de maestros honora-rios (3 022) para marzo de 1922, cada uno de ellos debía colabo-rar con la labor alfabetizadora, se establecieron escuelas noctur-nas urbanas para adultos y en el campo esta labor recayó en lasmisiones culturales y en las escuelas rurales.9

La tarea alfabetizadora fue presentada como una mi-sión de urgencia y el alfabeta como un ser nocivo,como una rémora y como una carga para el país. Dan-do muestras de un exagerado optimismo en los pode-res de la educación, las autoridades afirmaban quesaber leer y escribir volvería fuerte al pueblo y sería labase de la independencia nacional.10

No obstante el entusiasmo inicial, con la salida de Vascon-celos de la SEP en 1924, la Campaña quedó como uno más delos proyectos educativos del gobierno y durante el régimen deCalles desapareció; el problema de la alfabetización ni siquierase mencionó en las administraciones del propio Calles, PortesGil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez. Ello se puedeconstatar al revisar las memorias y boletines de la Secretaría de1924 a 1934, es decir, que en diez años no se dio noticia sobre la

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campaña, y aunque en 1926 se instauró la Campaña Desanal-fabetizadora, da la impresión de que se pensaba que como esta-ba conformado el sistema educativo bastaba para abatir el anal-fabetismo. Por esta falta de información no se puede precisar cuálera la posición de los gobiernos de Calles y del maximato ante laCampaña, pero por la pugna que existió entre Vasconcelos y elpropio Calles por el poder, es factible pensar que este silencio sedebió más bien a razones políticas que técnicas y operativas.

El censo de 1930 mostró que el analfabetismo en el paísseguía siendo un problema grave, en los nueve años que van de1921 a 1930 sólo se había reducido en un 5% la población analfa-beta total de 66.1% (1921) a 61.5% (1930) y en términos absolu-tos el número de analfabetas había aumentado de 6 973 855 enel primer año a 7 223 901 en el segundo.11

A pesar de ello, fue hasta la llegada de Lázaro Cárdenas alpoder que se tomó nuevamente la idea de erradicar el analfabe-tismo del país, para lo cual el programa educativo presentado porel gobierno cardenista contenía un proyecto de alfabetización dela población que "tuvo dos momentos culminantes: la campañade 1936 y la Campaña Nacional de Educación Popular en 1937".12

Nuevamente la propaganda sobre la Campaña tomó tintes decruzada redentora nacional, el propio Cárdenas la encabezó comopresidente de la República, al igual que en 1920 se invitó a lasociedad a participar en esta tarea, e incluso se ordenó a otrasdependencias y departamentos del gobierno a trabajar en la cam-paña y se invitó a "organizaciones políticas, centrales obreras ygrupos campesinos" a "establecer centros de alfabetización, im-primir carteles y folletos, [así como a] organizar representacio-nes y exhibiciones".13

La labor de esta campaña alfabetizadora sería complemen-tada a partir de 1937 con otra campaña: la de Pro-educación Po-pular con la cual el gobierno se comprometía a "desanalfabe-tizar" al país en tres años, además de lograr el "mejoramientotécnico y cultural de los maestros [así como] la elevación delnivel higiénico de las comunidades y viviendas para obreros".14

La propaganda intentó convencer a la población de la nece-sidad de llevar a buen término los objetivos y metas de la campa-

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ña, y aunque despertó interés en algunos sectores sociales "nollegó a tener el favor casi mítico o el acendrado patriotismo de lacampaña vasconcelista".15 Para el año de 1940 el censo de po-blación reflejaba pocos avances en la materia, a tal grado que elporcentaje no sólo no había disminuido, sino que por el contrario,tanto en términos absolutos como porcentuales el problema sehabía acentuado, puesto que en 1930 el analfabetismo total al-canzaba al 61.5% (7 223 901 personas) de la población total delpaís y en 1940, el total de analfabetas fue del 64% (7 543 952personas)".16

El problema fue atacado hasta 1944, algunos meses des-pués que ocupara la cartera de educación Jaime Torres Bodet,en diciembre de 1943, se planteó una nueva campaña contra elanalfabetismo, para la que se echaría mano de todas las armasque la propaganda de la época permitía, "el interés era evidente-mente político: acabar con viejos rencores y odios que hicieroncrisis en el sexenio anterior y unir al país nuevamente, integran-do por medio de la lectura a todos los habitantes".17 Las metas dela campaña permiten apreciar este sentido político que tuvo elprograma, al que alude Valentina Torres:

La Campaña contra el Analfabetismo tiene varias fina-lidades. Una inmediata y directa: enseñar a leer y es-cribir a los iletrados. Otra, mediata: servir de ensayopara una extensa labor educativa de carácterextraescolar (Torres Bodet escribiría en la memoriadel sexenio 1940-1946 y añadiría además que) el me-jor producto de la Campaña consistirá en haber depu-rado la noción de solidaridad de nuestra república yen que los iletrados se hayan reconocido unos a otrosy hayan comprendido el problema de su existencia,viendo en sí propios -y en iguales- cómo hay en todosun mismo fondo de júbilo y dolor, una misma ambiciónde justicia y un mismo espíritu de bondad, de paz, deprogreso humano.18

Esta campaña no tendría los fines economicistas que tuvie-ron sus predecesoras, en las que era importante la alfabetiza-ción de los individuos para que pudieran mejorar sus oportunida-des de empleo y de ingresos, por lo menos eso era lo que en el

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discurso se pretendía; ahora, esta empresa, desde el punto devista de Torres Bodet, constituía "una contribución a la paz delmundo", puesto que se tenía la esperanza "de que el hombre"aprendiera a "leer el corazón del hombre y no encuentre ahí",como sucedió en los primeros años de la década de 1940, "unmutilado mensaje de cólera y de rencor sino una máxima de ener-gía y una lección de fraternidad".19 El discurso refleja la realidadque vivía la política internacional en 1946. Se llevaba un año des-de que se había derrotado a las potencias del eje en la SegundaGuerra Mundial, por lo que la alocución está más acorde con lapolítica internacional, que con las necesidades de la poblaciónanalfabeta del país.

Un elemento importante en la administración educativa deTorres Bodet es que por primera vez se tomó conciencia de queno bastaba con alfabetizar a la población puesto que al paso deltiempo se convertían en analfabetas por "desuso", es decir aque-llos "cuya condición resulta más deprimente son los que fueronde niños a alguna escuela y que más tarde, por falta de libros, dediarios o de revistas, olvidaron lo que aprendieron", para evitareste mal que se definió como analfabetismo funcional, era nece-sario el "mejoramiento de nuestras bibliotecas y multiplicar la edi-ción de publicaciones a bajo precio".20

Pese al discurso, la propaganda y el optimismo oficial pues-to en la Campaña

[...] la desproporción numérica de los iletrados en al-gunas regiones en relación con los que sabían leer yescribir, la escasez de tiempo o los imperativos econó-micos de los iletrados, la carencia de alumbrado, mo-biliario y útiles escolares. Asimismo, la heterogenei-dad mental de los analfabetos, diferencia de edades,falta de preparación cívica, del clima, la dispersión, laincomunicación, hicieron muy difícil su realización.21

La campaña alfabetizadora de Torres Bodet no concluyó en1946, el gobierno de Alemán la adoptó para su sexenio (1946-1952). Quedó institucionalizada en 1948 cuando se estableció laDirección General de Alfabetización y Educación Extraescolardependiente de la SEP, a la que se le dotó de aproximadamente $

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8 104 196.00, para su operación y que estaba integrada por lasmisiones culturales, escuelas de alfabetización, centros colecti-vos de alfabetización, cursos de alfabetización para el personaldel ejército y un Instituto de Alfabetización para ComunidadesIndígenas Monolingües.22 Con esta dependencia se intentó darcontinuidad a la Campaña de Torres Bodet y se prosiguieron lostrabajos de alfabetización hasta el final del sexenio.

Para el año de 1954 el analfabetismo seguía siendo "un gra-ve problema y una responsabilidad nacional. El año anterior ex-horté, y reitero hoy mi llamado a la colectividad a contribuir con elesfuerzo personal y la cooperación económica en esta tarea pa-triótica. Todavía de cada dos compatriotas, uno no lee ni escri-be",23 como se aprecia en las palabras de José Angel Ceniceros,Secretario de Educación durante el gobierno de Ruiz Cortines,no obstante los esfuerzos el problema del analfabetismo no sehabía erradicado del país, de tal forma que la Dirección Generalpara la Alfabetización siguió existiendo y, a través de ella, seintentó erradicar el analfabetismo en México.

En el informe correspondiente al año de 1957, Cenicerosexpone que se alfabetizó a 345 mil personas, pero que aún per-sistía el problema y por cada dos mexicanos sólo uno sabía leery escribir; a la escasez de recursos se sumaba el elevado por-centaje de adultos reacios a alfabetizarse y al crecimiento natu-ral de la población, cuyo incremento anual, no guardaba equili-brio con el número de personas mayores de seis años que al-canzaban ese beneficio en el mismo tiempo.24

La administración de López Mateos (1958-1964) significó elregreso de Jaime Torres Bodet a la titularidad de la SEP, quienpropuso el Plan de Once Años y una nueva etapa en los progra-mas de alfabetización y educación extraescolar que ponía énfa-sis en la idea de que alfabetizar no significaba simplemente en-señar a leer y escribir, sino impartir conocimientos prácticos deutilidad inmediata para lograr el mejoramiento de los niveles devida del hombre y su comunidad.25

Desde 1959 se transformó el discurso acerca de lo que sig-nificaba la alfabetización, ya no se trataría tan sólo de la ense-ñanza de la lectura, escritura y los conocimientos elementalesde la aritmética", ni se impartirían conocimientos rudimentarios

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para el mejoramiento del hogar, contra la ignorancia, y contra lainjusticia social. Se pretendía, asimismo, capacitar al individuopara la vida en la comunidad, fijándole ideales de conducta que lepermitieran compenetrarse de los valores culturales, físicos ysociales, necesarios para la felicidad humana, mediante el desa-rrollo de programas funcionales de tipo integral.

Se decía que los servicios de alfabetización habían recibidouna transformación, puesto que ya no se concretarían exclusi-vamente a la enseñanza de la lectura-escritura y los conocimien-tos elementales de la aritmética. Ahora los trabajos se coordina-rían con las misiones culturales aprovechando los medios mecá-nicos y de educación audiovisual de la época, para:

promover la actividad cultural en radios de acción mu-cho más amplios, a fin de lograr la superación de losniveles de vida de las comunidades insuficientementedesarrolladas y, en concreto, el mejoramiento de larelación con estos cuatro puntos básicos en que sefunda el programa de gobierno del actual régimen:lucha contra la miseria, contra la insalubridad, contrala ignorancia, y contra la injusticia social.26

La campaña de alfabetización de Torres Bodet se continuódurante el sexenio de Díaz Ordaz, en términos generales no su-frió cambios sustantivos en los primeros años de esa administra-ción, hasta el año de 1968, se empezó a plantear la revisión de lacampaña de alfabetización y a plantearse una reforma de la mis-ma, por lo que no sería una campaña "tradicional", como las quehabía conocido antes el país, sino que ahora, también:

seguía algunos lineamientos establecidos por laUNESCO: se vincularía estrechamente con el desa-rrollo económico y para mayor eficacia se iniciaría enforma concentrada dentro de las regiones que en cadaentidad presentaran el más alto nivel social y econó-mico. No se buscaba favorecer a todos los analfabetoso hacer llegar "luz hasta los más oscuros rincones delpaís" como en la campaña vasconcelista, por ejemplo.De acuerdo con los postulados de la alfabetizaciónfuncional, la campaña fue selectiva, se realizó en for-ma gradual y no tratando de atender a toda una región

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sino sólo aquellas áreas en las que los alumnos estu-vieran real o potencialmente incorporados a la pro-ducción agrícola o industrial.27

De tal forma que la política de aprender haciendo y enseñarproduciendo se llevó a la campaña alfabetizadora, pero como sepuede observar, ya no se veía a la alfabetización como el ele-mento que propiciaría el desarrollo económico de los individuos,ahora era importante llevarla a los lugares en donde existía algúnsector económico dinámico, quedaba claro que éste necesitaríamano de obra instruida; en las áreas con atraso económico ya noera necesaria, puesto que no existía ni comercio, ni servicios ymucho menos industria que necesitara mano de obra alfabeta,por lo que no valía la pena invertir en la alfabetización de pobla-ción en esas regiones.

Durante el último sexenio que corresponde al período deestudio de este artículo se instrumentó una nueva campaña dealfabetización. En el gobierno de López Portillo se observó quepese a las anteriores campañas y a que la SEP llevaba funcio-nando casi 60 años, en el país aún existían personas que nosabían leer y escribir, o que no habían culminado su educaciónbásica y que hablaban sólo un idioma que no era el español (mo-nolingües se les denominaba), según el censo de población delaño de 1980, el 65% de la población de 15 y más años, esto era"dos de cada tres adultos" nunca habían terminado su educaciónprimaria, de ellos aproximadamente "seis millones" no sabían leery escribir, "más de trece millones" eran los que no contaban conprimaria completa y "más de siete millones no habían cursado lasecundaria completa"; por lo que en términos absolutos el núme-ro de analfabetos había "permanecido constante durante los últi-mos años".28

De tal forma que en 1981 -¡a un año de finalizar el régimen!-la SEP estableció su Programa Nacional de Alfabetización, cuyameta más inmediata era alfabetizar a un millón de personas en unaño. Para lograr dicho objetivo se creó en ese mismo año el Ins-tituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA) con el"objeto de promover, organizar e impartir educación básica a losadultos".29 No obstante que "el programa volvió a la idea originalde enseñar a leer y escribir, así como las operaciones funda-

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mentales de las matemáticas para que luego el individuo pudieraseguir en la primaria",30 a través de los medios tradicionales deenseñanza en aulas nocturnas y diurnas los fines de semana, seechó también mano de la telealfabetización y la radio bilingüe,tecnologías que aparentemente permitían una penetración a rin-cones más lejanos a un costo más bajo.

El INEA tenía como meta principal, además de alfabetizar ala población adulta que así lo requiriera, contribuir al "desarrollode sus capacidades con el fin de que mejoren la calidad de suvida e impulsen el bienestar social y económico del país".31 Estenuevo programa desvinculaba la alfabetización como una tareadirigida sólo a la enseñanza de la lectura y la escritura, para queel individuo después pudiese continuar su primaria y/o secunda-ria, es decir, que se ofrecían los cursos de alfabetización y des-pués los de primaria y secundaria como dos planes distintos yopcionales al individuo. El otro programa propuesto era la capaci-tación para el trabajo que también se ofrecía como una instruc-ción opcional para el adulto. Se pretendía, por tanto, "ofrecer ca-pacitación para el trabajo como una continuación de la alfabetiza-ción, en forma adicional a la educación básica y complementariade la promoción cultural".32 Se pensaba, otra vez, que la solaalfabetización de los individuos no bastaba, que era necesaria lacapacitación para el trabajo, por lo que era necesario "desarrollarla capacidad de una persona o de un grupo social para generarsu propio empleo", puesto que los "requerimientos nacionales deuna mayor productividad en el campo, la industria y los servi-cios", así lo precisaban para ayudar a las "personas adultas [a]mejorar en su trabajo o conseguir empleo".33

REFLEXIONES FINALES

A lo largo de este artículo se presentan las políticas que ha segui-do el Estado mexicano para la alfabetización de la población engeneral y adulta en particular durante el período 1929-1982, através de los distintos planes y programas que siguieron los go-biernos y administraciones de la educación en el país. Se puede

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observar que a pesar de los cambios sexenales en la presidenciay, en ocasiones, en menor tiempo de los secretarios de educa-ción, sus planes y proyectos han tenido cierta continuidad en cuan-to a los grandes objetivos y metas trazadas, así como en la ideo-logía educativa; no obstante, los puntos de ruptura que podríansignificar esos cambios en lo administrativo, en lo político e ideo-lógico, las transformaciones no fueron muchas.

Esos puntos de cambio se pueden observar más bien en laforma de presentar los planes, proyectos y campañas, en laspedagogías y teorías educativas, en los organismos y depen-dencias encargadas de llevarlos a cabo.

Al parecer el hilo conductor que guió a las autoridades edu-cativas en su actuación durante los 60 años que estudiamos fueel liberalismo, no es de sorprender que los grandes personajesde la historia y el civismo en México son los liberales del sigloXIX mexicano -Mora, Gómez Farías y Juárez, por mencionar aalgunos de ellos- mismos que desde aquella temprana época plas-maron sus ideas sobre la nación, el gobierno, la democracia y laeducación que hoy nos rigen.

Tres elementos son de destacarse durante el período de estetrabajo: en primer lugar, se encuentran los dos subperíodos quecaracterizan el lapso comprendido entre 1920 y 1982 en la tareaalfabetizadora. La alfabetización rural y para la comunidad de losaños 1920-1940, y la alfabetización enfocada a la tareaindustrializadora del país, subordinada entonces a lograr la crea-ción de una población instruida que respondiera a las necesida-des generadas en las ciudades por las empresas industriales ycomerciales, así como los servicios.

El segundo se refiere a la desvinculación que se hizo de laalfabetización de su contexto social, a tal grado que se pensabaque la alfabetización sería una de las piedras angulares que sa-carían al país de su atraso económico y social; así se planteó laenseñanza de lectura y escritura gratuita, pero no se cuestionóacerca de las condiciones de vida de la población, que estaba exen-ta de pagar cuotas de inscripción, pero que debía solventar losgastos de materiales, vestido y alimentación de la familia y enocasiones de la propia escuela y el maestro de la localidad, cuan-do apenas se tenía lo mínimo indispensable para sobrevivir.

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En tercer lugar, se halla la idea económica que presenta a laeducación como una variable independiente que fomentará eldesarrollo económico del país y que estuvo presente, aunquecon diferentes matices y grados de importancia para cada admi-nistración en turno, a lo largo del período. En ocasiones se plan-teó de una manera más implícita que explícita, pero en generalprevaleció la idea de que, tanto la educación como la alfabetiza-ción favorecen el progreso económico, no sólo del individuo, sinotambién de la nación, por lo que era importante promoverlos ylograr que la mayoría de la población contara con los "mínimosindispensables" de alfabetización y educación.

En este sentido se jugó con dos conceptos: cultura y capa-citación para el trabajo, así en ocasiones pareció tener mayorrelevancia crear individuos que no únicamente supieran leer yescribir, sino que también tuvieran una cultura amplia (conceptoque nunca definió el Estado) y, en otros, prevaleció la idea, untanto más utilitaria, de que era indispensable además de la lectu-ra y la escritura dotar al individuo de armas teóricas y prácticaspara mejorar su calidad como trabajador y con ello elevar su pro-ductividad en sus labores y, aparentemente, elevar sus nivelesde vida.

Es difícil medir y establecer el éxito de esos programas queen la mayor parte de las veces han sido sexenales en cuanto aplaneación, organización y operación, por lo que sus resultadosno son tan fáciles de observar, de lo que sí nos podemos perca-tar es que hoy en día el deterioro educativo de la mayoría de lapoblación adulta es un hecho y que a casi 75 años de funciona-miento de la SEP, el problema de la alfabetización y educación dela población sigue siendo una cuestión a resolver por la sociedadmexicana.

NOTAS

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1) Bazant, 1944, op. cit., pp. 243-244.2) Ramos Escandón, Carmen, De instruir a capacitar. La educa-

ción para adultos en la Revolución. 1910-1920, en: INEA/Co-legio de México, 1994, op. cit., pp. 314-315.

3) Ibid., p. 320.4) Ibid., p. 326.5) Ibidem.6) Lazarín Miranda, Federico, Alfabetización y crecimiento eco-

nómico en México, 1920-1982. Tesis de doctorado inédita, Fac.de Filosofía y Letras de la UNAM, 1996.

7) Loyo, Engracia, "Educación de la comunidad, tarea prioritaria,1920-1934", en: INEA/El Colegio de México, 1994, op. cit., p.343.

8) III Censo Nacional de Población, México, 1921.9) Loyo, Engracia, op. cit., pp. 342-346.10) Loyo, 1994, op. cit., p. 343.11) Censos Generales de Población, México, 1921 y 1930.12) Loyo, 1994, op. cit., p. 417.13) Ibid., p. 418.14) Ibid., p. 421.15) Ibid., p. 423.16) Censos Generales de Población, México, 1930 y 1940.17) Torres, Valentina, "El México de los grandes cambios. La épo-

ca contemporánea, 1940-1960", en: INEA/El Colegio de Méxi-co, op. cit., p. 471.

18) SEP, La obra educativa en el sexenio, 1940-1946, México, SEP,1946, p. 49.

19) Ibid.20) SEP 1946, op. cit., p. 40.21) Torres 1994, op. cit., p. 475.22) SEP, Memoria..., México, SEP, 1949, pp. 371-393.23) SEP, Informe..., México, SEP, 1958, p. 50.24) Ibid., p. 52.25) Greaves, Cecilia, "Un nuevo sesgo, 1958-1964", en: INEA/El

Colegio de México, 1994, op. cit., p. 552.26) SEP, Acción educativa..., México, SEP, 1961, pp. 119-120.27) Loyo, Engracia, "La urgencia de nuevos caminos, 1964-1970",

en: INEA/El Colegio de México, op. cit., p. 582.

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28) SEP, Memoria..., México, SEP, 1982, pp. 31-32.29) Ibid.30) Torres Septién, Valentina, "Reforma y práctica, 1970-1980",

en: INEA/El Colegio de México, op. cit., p. 611.31) SEP, 1982, op. cit., p. 32.32) Ibid, p. 34.33) Ibid.

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