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Algunas Consideraciones Sobre La Ley De La Atracción

La tan controvertida Ley de la Atracción está dando mucho que hablar. Con feroces detractores y fervientes defensores. Pero no hay que confundirse. Lo cortés no quita lo valiente, y los excesos en su divulgación, cayendo en la charlatanería interesada, así como su ataque furibundo, no excluyen la esencia de su mensaje: Tu voluntad puede ayudarte mejorando tu vida.

Básicamente, la Ley de Atracción nos dice que si mantienes una constante atención en los objetivos que deseas para tu vida, sean estos los que sean, más tarde a más temprano, se cumplirán. Entre otras condiciones, se deben crear unas frases, afirmaciones, que referidas en primera persona y de un modo positivo, han de repetirse de forma constante. Paralelamente se visualizarán esas afirmaciones de la forma más detallada posible. De modo muy esquemático, dice que los pensamientos, la energía que generan, crean y atraen su semejante en el mundo físico.

Desde la famosa película “El Secreto”, ha estado creando polémica. Y parece lógico, pues algunos planteamientos, sobre todo desde el marketing que ha originado, parecen más bien chamarilerismo mediático, puro espectáculo sin consistencia. Pero del mismo modo, se la ha atacado desde la óptica “científica”, con una prepotencia absurda si consideramos la misma con un poco de perspectiva.

La ciencia es un constante rectificar errores. Baste recordar la astronomía, la genética, o las sangrías curativas que se realizaron prácticamente hasta el S. XVIII. Los humanos hemos adoptado el camino científico como una consecuencia lógica de la evolución. Ha sido el camino más acertado para continuar avanzando. Pero este ha llegado a una encrucijada. Desde su propio campo ya se están postulando, teóricamente, universos de cuerdas que pueden coexistir en diferentes dimensiones, o ensayos, en los que las partículas se pueden comportar como ondas de energía según su observador. Incluso para la misma ciencia, ya no todo es como se puede ver, tocar o comprobar.

Las herramientas que se han utilizado para controlar a la Humanidad, la religión y la ciencia, si las analizamos un poco, vemos que dicen en esencia lo mismo. Por un lado, el mundo ha sido creado por Dios, y por lo tanto es lo real. Y por otro, lo único que existe es lo que podemos medir y experimentar. Los dos inciden en el mismo error, dirigiendo, a mi parecer, nuestra atención en el sentido equivocado. Lo exterior, lo que está fuera de nosotros es la verdad. Sin embargo, ahora sabemos que los sentidos y la mente crean la realidad. Según lo que perciben, y como lo interpretan. Es en nuestro interior donde se forja todo. Como dije en otra ocasión, es dentro de nosotros donde se libra la batalla, donde se cambia el mundo.

Tendiendo claro esto, y con toda la cautela posible, quiero dar mi visión. Es mi opinión y no pretendo imponerla a nadie. Pero del mismo modo, no acepto en modo alguno que se me falte al respeto por ello. A lo que íbamos, para mí no se trata de discutir sobre si el pensamiento puede o no generar cambios materiales. Sino de si nuestro comportamiento, partiendo siempre desde la mente, puede engendrar las circunstancias que materialicen transformaciones hacia lo que nos propongamos. Y si creo que es posible, y deseable, por dos razones eminentemente prácticas:

1ª Por el modo de vivir. El mantenerte enfocado en tus objetivos, sin dejar que las circunstancias o los problemas interfieran en tu propósito, establece una barrera al desánimo. Sean cuales sean los impedimentos, tu atención estará concentrada en lo que has decidido considerar importante. Dicho de otro modo, hay dos maneras de vivir, atrapado en tus problemas, o escogiendo tus opciones. Vivir amargado o pleno de confianza. Y prefiero aprovechar el tiempo que tenga disfrutando en la lucha. Con más opciones.

2ª Por probabilidades. Si te centras en cómo conseguir lo que deseas, sin importarte los inconvenientes que surjan, más nítida será la imagen a observar. Tendrás muchas más probabilidades de detectar las oportunidades, de estar donde deberías, de prepararte, de optimizar tu posición. No perderás el tiempo en tonterías, y por eliminación, mejorarás tus opciones al triunfo. Tú “espacio”, tiempo y energía, lo ocuparás en detectar lo que quieres, no lo que no quieres. Jugarás a ganador.

Si no te dejas atrapar por los obstáculos, tienes muchas más posibilidades de conseguir lo que deseas. Si concentras tu atención en el objetivo, sin enredarte en lo accesorio, será más fácil alcanzar la meta.

Los humanos somos omnívoros oportunistas, es parte de nuestra naturaleza. Comemos de todo. Y no somos especialistas, nos adaptamos a las circunstancias. Esto nos ha permitido dar saltos evolutivos. Hemos aprendido del entorno, y hemos cambiado con él.

Como especie, nuestro linaje mamífero, primate, simio, catarrino, homínido, homo, sapiens, ha tocado techo. En tanto en cuanto como bestia, ha llegado al límite. Estamos frente al mayor de los retos que hayamos enfrentado. Encerrarnos en nuestro universo animal, o expandirnos hacia lo nuevo y desconocido.

Es tu elección, ¿Cómo quieres vivir? ¿Quieres seguir obedeciendo los dogmas aprendidos? ¿O quieres ser tú quién decida como será tu vida? Y en esto, nadie puede obligarte. Eres libre. El triunfo o el fracaso no tienen que ver. Es la decisión.

Si en treinta segundos no tomas una determinación, el ordenador se autodestruirá. ¡A tomar por saco todo!... Hij@, es que llevo un buen rato escribiendo y ya quiero acabar. Y se acabó.

A comer perdices felices, ser buenos y cepillarse los dientes. Buenas noches.

Xavier Arriarán

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