Algunas cuestiones relativas a la argumentación (duval)
Click here to load reader
-
Upload
mario-covarrubias -
Category
Documents
-
view
121 -
download
0
Transcript of Algunas cuestiones relativas a la argumentación (duval)
Algunas cuestiones relativas a la argumentación
Raymond Duval IUFM de Lille
La iniciación de los estudiantes del ciclo básico de la escuela secundaria a la prueba en
matemáticas ha tenido por costumbre privilegiar el uso de la demostración formal -- con
todas las restricciones de rigor que ella impone. Sin embargo desde hace una década se
ha aumentado la atención a la argumentación como medio para convencer, sea a uno
mismo o a los otros. La convicción es sin duda una condición necesaria para que una
prueba funcione como tal. El propósito de esta nota no es de buscar las razones que
explican este desplazamiento de interés. Algunas razones son evidentes: la necesidad de
poner el acento sobre el trabajo de investigación para el cual la demostración aparece
como su resultado, y el caracter incomprensible de las exigencias y ventajas de la
demostración para un gran número de alumnos. En esta perspectiva, abordaremos
sucesivamente la emergencia de una problemática de la argumentación, considerando
que ambas nociones son fundamentales para poder analizar los procesos de
argumentación e indicaremos algunas vías de entrada para estudiar el lugar de la
argumentación en el aprendizaje de las matemáticas.
I. La emergencia de una problemática de la argumentación
El interés por la argumentación ha aparecido como un interés por las formas de
razonamiento que escapan a las normas y los esquemas lógicos y que surgen
espontáneamente tan pronto como hay un debate con alguien. Esta emergencia se puede
ver tanto fuera de las matemáticas como en la enseñanza de las matemáticas. ¿Cuáles
son sus características principales?
1. Fuera de las matemáticas
Por empezar ha habido un redescubrimiento del carácter irreducible e irremplazable de
las lenguas naturales en relación a las lenguas formales, en lo que concierne a facilitar
de manera económica la comunicación entre individuos. Esto comenzó con
Wittgenstein quien, a partir de 1930, empezó a reaccionar contra toda la filosofía
surgida de los Principia Mathematica de Russel y Whitehead (1910). Todo un enfoque
pragmático del discurso en las lenguas naturales ha resultado como consecuencia de
aquello (Searle, 1969; Ducrot, 1972). Ha habido luego interés por dar cuenta de todas
las situaciones donde no se trata solamente de comunicar sino tambien de convencer y
justificar. En esta área, las obras de Perelman (1958) y de Toulmin (1958) han señalado
un punto de partida. Esto ha conducido, entre otras cosas, a estudiar las formas de
contradicción (Grize 1983) que se ponen en juego en los debates, y a subrayar el
caracter dialógico de los razonamientos que pretenden convencer (Grize 1996).
2. En la enseñanza de las matemáticas
El modelo de Piaget del desarrollo del razonamiento en el niño y el adolescente (1957)
ha sido desde hace mucho tiempo la referencia obligada para analizar los problemas del
aprendizaje de las matemáticas en el ciclo básico de la escuela secundaria. Por lo menos
hasta la mitad de la década de los setenta. Aquel modelo daba un lugar esencial a la
implicación (el "si… entonces…") y relativizaba el rol del lenguaje en el desarrollo del
razonamiento proposicional (las "operaciones formales"). Pero rápidamente tal modelo
se reveló inadaptado por cuanto no permitía analizar las dificultades encontradas por los
alumnos cuando se trataba de hacer una demostración y no permitía tomar en cuenta las
condiciones del trabajo en grupos&emdash;en un momento en el que el uso de
actividades de investigación como método de enseñanza de las matemáticas (Glaeser,
1973) devenía posible y que las interacciones entre los estudiantes podían tomarse en
cuenta como factores de aprendizaje. El trabajo de Nicolas Balacheff sobre la prueba y
la demostración en el ciclo básico de la escuela secundaria (1982) fue el primero en
tomar en cuenta esta nueva situación. Dicho trabajo propuso una aproximación más
completa a la iniciación a la prueba, partiendo de las actividades de investigación de un
problema. Es dentro de esta nueva perspectiva que se comenzó a desarrollar un interés
en las formas de argumentación que aparecen en el marco de una resolución de
problemas. Y aquello condujo a preguntarse si no serían las fromas de argumentación el
camino para descubrir la demostración.
De esta breve memoria propongo retener el hecho de que la problemática de la
argumentación se situa en el punto de convergencia de un doble reconocimiento. El
reconocimiento del papel importante de la comunicación y de las interacciones sociales
en la adquisición de conocimientos&emdash;lo que conduce ipso facto a reconocer la
importancia de la lengua natural. Y el reconocimiento del vínculo estrecho entre la
prueba y la convicción, lo que conduce igualmente a privilegiar la comunicación para
favorecer la confrontación de puntos de vista.
II. Dos nociones esenciales para analizar los procesos argumentativos:
argumento y discursividad
1. Una primera noción es la de argumento.
El título de la obra de Toulmin da una caracterización excelente de la argumentación:
The Uses of Argument.
La noción de argumento parece evidente. Ella merece sin embargo que uno se detenga
un poco. Se considera como argumento todo aquello que se ofrece, o todo lo que es
utilizado, para justificar o para refutar una proposición. Aquello puede ser el enunciado
de un hecho, un resultado de la experiencia, a veces simplemente un ejemplo, una
definición, el recuerdo de una regla, una creencia comunmente compartida, o incluso la
explicitación de una contradicción. Todas ellas toman valor de justificación cuando
alguien las utiliza para decir "por qué" él acepta o rechaza una proposición. Un
argumento es la respuesta a la pregunta "por qué enuncia o cree tal cosa usted?"
Como se ve, la noción de argumento es una noción puramente funcional. Pero
contrariamente a lo que pensaba Toulmin (1958, p. 99-105) quien había asimilado el
argumento al modelo de modus ponens (o paso de deducción) añadiéndole ciertos
"calificativos" y posibilidades de restricción, esta noción de argumento es
estructuralmente indeterminada y, tal vez, incluso a priori indeterminable. Esto es así
pues aquello que puede tomar valor y fuerza de argumento no depende solamente del
dominio de conocimientos (matemáticas, derecho, historia, política…) sino tambien del
contexto particular que motiva el recurso a los argumentos. Por ejemplo, a propósito de
la busqueda de la solución de un problema, una simple pregunta puede tener valor o
fuerza de argumento que impela a tomar distancia de una idea dada. Este es un punto
importante. Para convencerse basta preguntarse si acaso un teorema puede ser
considerado un argumento. La respuesta es menos evidente de lo que uno podría creer.
Si bien la utilización de teoremas es central tanto en la resolución de problemas como
en las pruebas, su utilización no es la de argumento sino la de herramienta. Uno no
puede presentar un teorema como argumento a menos que uno quiera justificar una
proposición como conclusión necesaria a partir de ciertas hipótesis. Y la experiencia
muestra que, para la mayoría de los alumnos, esta utilización de teoremas suscita
dificultades serias. En efecto, un teorema está estructuralmente muy determinado tan
pronto como no hay sino un sentido funcional reducido a la sola organización de
deducciones válidas o al desarrollo de calculos.
La noción de argumento es una noción más global que la de teorema e implica que
uno toma en cuenta dos dimensiones. Hablar de argumento es de entrada referirse a la
elección de un tema donde uno busca obtener un fin determinado. Es ademas referirse al
contexto de producción del argumento. Un contexto de producción se determina en
función de dos puntos. Por una parte está aquello que motiva el recurso a los
argumentos: sopesar el sentido de una decisión a tomar, resolver un conflicto de
intereses, resolver un problema que presenta restricciones técnicas o lógicas. Por otra
parte está lo que está en juego: convencer a otro o sino disminuir los riesgos de error o
de incertidumbre en la elección de una dirección de trabajo. Fuera de su contexto de
producción, un argumento suele perder su "fuerza." Y en todo caso, la fuerza de un
argumento es variable. Además, uno puede tener necesidad de recurrir a muchos
argumentos para obtener la convicción.
En matemáticas, o en las ciencias, el contexto de producción es radicalmente diferente
de otros contextos de la actividad social donde se producen argumentos. En
matemáticas, el motivo y lo que está en juego en la argumentación son las restricciones
propias del problema a resolver. Paradojalmente se podría decir que estas restricciones
constituyen un invariante en la comunicación&emdash;pues son las restricciones del
problema las que determinan la elección de los argumentos y no las creencias del
destinatario. La fuerza de un argumento va a depender principalmente de su adaptación
a la situación y no tanto a su resonancia en el universo del interlocutor: se trata de
asegurar que la solución "funciona" o que puede "funcionar." Diremos en ese caso que
se trata de una argumentación heurística. Pero cuando se trata de convencer a alguien
para que tome una decisión, para que se resuelva un conflicto de intereses, o para
obtener consenso en relación a un asunto, hay una especie de inversión de prioridades:
Se toma en cuenta principalmente las convicciones del interlocutor. Diremos en ese
caso que se trata de una argumentación retórica.
2. La segunda noción fundamental es la de discursividad.
De hecho, una argumentación no puede reducirse al empleo de un solo argumento. Una
argumentación implica que uno puede evaluar un argumento, oponerlo a otros
argumentos. Ello corresponde a la dinámica de cualquier situación de investigación o de
debate. Los argumentos siempre ocupan un lugar en un discurso, en el sentido amplio
de este término, es decir en una serie de operaciones sucesivas que ponen en
funcionamiento un sistema semiótico. Por otra parte las argumentaciones susceptibles
de convencer de lo apropiado de una proposición no siempre dan cuenta de un
razonamiento. Ellas pueden consistir en una explicación, es decir describir el
funcionamiento de un sistema y mostrar el lugar de aquello que la proposición a
justificar enuncia. De esta manera, la producción de argumentos en la argumentación
heurística se hace principalmente al nivel de un trabajo sobre casos particulares o
ejemplos. Porque a través de los casos particulares uno puede ver como funcionan las
cosas.
Tomemos por caso la relación enunciada en el teorema de Pitágoras. Para convencer
de lo apropiado de la proposición uno puede mostrar varias aplicaciones numericas o
verificar que la relación se cumple para cualesquiera sean las longitudes de los lados de
un triángulo rectángulo. De una forma más interesante, se puede efectuar una de las
muchas reconfiguraciones posibles de cuadrados construidos sobre los lados de un
triángulo rectángulo (Padilla 1992, p. 33-38, 197-218). Estas verificaciones numéricas o
esas reconfiguraciones geométricas no constituyen una demostración en sentido estricto,
pero son argumentos que convencen (o pueden convencer) de lo apropiado de la
proposición de Pitágoras. Y si se requiere al sujeto que cambie el registro de
representación, éste puede justificar la proposición de Pitágoras describiendo, con las
expresiones de la lengua natural, lo que él ha observado en las transformaciones
figurales entre cuadrados y triángulos.
Pudiendo poner en funcionamiento múltiples formas de discurso, y no solamente
aquella del razonamiento, la argumentación implica siempre la puesta en
funcionamiento de la lengua natural. Aun cuando los argumentos utilizados dan cuenta
de otros registros de representación! Porque tambien hace falta explicitar por que las
transformaciones figurales o los calculos pueden considerarse como respuesta a un
problema planteado. Retomamos aquí la fuerte intuición de todos aquellos que desde
Wittgenstein a Jean Blaise Grize han tratado de comprender los mecanismos de la
argumentación en relacion con esos dos polos que son la convicción de un sujeto y la
comunicación entre sujetos. Pero insistir en la lengua natural no es sin embargo
suficiente. El punto decisivo está en otro lado: Hay dos grandes mecanismos de
desarrollo de un discurso en la lengua natural, mientras que las lenguas formales no
permiten sino uno. Uno puede darse una idea considerando las siguientes distinciones:
Relaciones entre una proposición dada y otra proposición
Relación de Justificación (constitutiva de un argumento)
la primera proposición
se presenta como "Tesis"
razones relativas
al
interlocutor
argumentación
retórica
razones relativas a las
restricciones de la
situación o del problema
argumentación heurística
Relación de Derivación (constitutiva de un paso de deducción)
la primera proposición se presenta
como "Hipótesis" o "Premisa"
directa:
instanciación
inferencia
semántica
lógica de una
lengua
por un
enunciado-
mediador
teorema,
definición
demostración
Estas distinciones se refieren a funciones cognitivas muy diferentes. Es por eso que
ellas devienen esenciales para estudiar, desde una perspectiva del aprendizaje, todas las
cuestiones relativas a las relaciones entre argumentación y demostración.
III. Cuáles son los puntos de partida posibles para un estudio de la
argumentación heurística?
No tenemos aquí la pretensión de ser exhaustivos. Indicaremos solamente cuatro puntos
de partida con el propósito de subrayar la complejidad de los fenómenos relativos a una
problemática de la argumentación en el marco de la enseñanza y el aprendizaje de las
matemáticas.
1. El contexto de producción de los argumentos
Hay diferentes factores que determinan el contexto de producción de un argumento: la
posición del interlocutor con respecto a quien ofrece el argumento (cooperación,
conflicto, ,,,), el motivo de la argumentación (tomar una decisión, encontrar la solución
a un problema, …), y el objectivo en mira (hacer que alguien cambie de punto de vista,
disminuir los riesgos de error o de incertidumbres ante una elección, …). En el caso de
la argumentación en matemáticas, el contexto de producción está determinado por el
problema a resolver. Ese es ciertamente uno de los puntos mas importantes de consenso
entre los investigadores en didáctica. Nos parece sin embargo que la noción de
problema se mantiene todavía muy genertal y que la elección de un problema
matemático preciso para observar a los estudiantes se mantiene muy dentro de lo
contingente. Entre la extrema generalidad de la noción de problema y el caracter
siempre particular de los problemas planteados, no existe todavía ningun nivel
intermedio de análisis. Para ser más preciso: el análisis del problema elegido se hace
frecuentemente hacia abajo, es decir en función de su solución o de sus soluciones, y no
hacia arriba, es decir en función de las variaciones posibles de los datos y de las
variaciones de distancia que resultan entre el enunciado y la inicialización de los
tratamientos matemáticos pertinentes. Más radicalmente, no se dispone de una
clasificación elemental de problemas que permitan comparar entre ellos problemas
puramente matemáticos con problemas de aplicación de las matemáticas, desde el punto
de vista de los procesos de argumentación heurística. Y la comparación podría tambien
hacerse de acuerdo con los varios dominios dentro de la matemática: geometría,
aritmética, probabilidades, álgebra.
2. Los modos de expresión: lengua hablada o lengua escrita
Las capacidades de aprehensión y el nivel comprensión accesibles en relación a una
cuestión o un tópico no son siempre los mismos en las posiciones alternativas de hablar-
escuchar y las de redactar-releer (uno no lee, uno relee). Solamente en los últimos años
se ha prestado atención a la importancia de esas diferencias que se pasaban por alto al
hablar de "lenguaje" o de "prácticas de lenguaje." Sin embargo, el pasaje de un modo de
expresión oral a un modo de expresión escrita es complejo y presenta dificultades serias
aún al nivel del ciclo básico de la escuela secundaria. En efecto, este pasaje requiere una
reorganización o una reestructuración de la expresión, tal como Vygotskii lo ha
explicado (1985, p. 360-368, 376).
Aquella observación tiene sus consecuencias en lo que concierne a un estudio de la
argumentación. La argumentación retórica se desarrolla sobre todo dentro del modo de
expresión oral. El problema que se plantea es de saber si la argumentación heurística
está ligada de manera privilegiada a alguno de esos dos modos de expresión. Esto nos
lleva nuevamente a la cuestión de saber si la práctica de las matemáticas hoy en día
podría llegar a ser totalmente oral. Pero, frecuentemente por razones pedagógicas y
didácticas, se privilegia las situaciones de cooperación y de discusión entre estudiantes
para el trabajo de resolución de problemas. Ello implica evidentemente privilegiar el
modo de expresión oral. Cuales pueden ser entonces las funciones y el aporte de un
pasaje al modo de expresión escrito? Solamente satisfacer una función de comunicación
y de institucionalización&emdash;es decir, una especie de prolongación del modo de
expresión oral? O tambien funciones de tratamiento y de control&emdash;lo que,
concerniente a los textos de prueba implicaría una ruptura con el modo oral de
expresión? Como se ve, detrás de esta cuestión está todo el problema de las
interferencias entre el contexto de una argumentación retórica y el de una
argumentación heurística. Puede ser que este sea uno de los aportes de un ambiente
informático: permitir la disociación completa de esos dos tipos de contextos.
3. Las operaciones discursivas puestas en funcionamiento
Hemos insistido en el caracter fundamental de la noción de discursividad. Ella implica
necesariamente la puesta en funcionamiento de un "lenguaje" sea natural o formal.
Existe un lenguaje matemático como se suele decir? Esta pregunta no nos parece una
pregunta bien planteada. El problema no es un problema de la lengua que se utiliza sino
de las operaciones discursivas que uno puede hacer con una lengua. Todas las
operaciones discursivas pueden ser reagrupadas alrededor de cuatro grandes funciones
discursivas: designar los objetos, decir alguna cosa sobre aquellos objetos de tal suerte
de tomar ipso facto un valor epistémico (vgr., enunciar una proposición), generar otras
proposiciones a partir de una proposición dada y, finalmente, integrar a la proposición
enunciada su valor de toma de responsabilidad epistémica por parte de quien la enuncia.
Ahora bien lo que es notable es la tendencia, cuando se habla de lenguaje en
matemáticas a no considerar sino algunas de las varias operaciones discursivas. Las
páginas que Freudenthal (1978) consagra a la distinción de tres niveles de lenguaje en
matemáticas (nivel ostensivo, nivel funcional, y nivel de las convenciones simbólicas
que permiten tomar en cuenta variables) nos parecen reveladoras de una actitud todavía
muy extendida: la reducción del lenguaje a la sola función discursiva de designar
objetos.
4. Argumentación versus demostración
Se trata aquí de la cuestión de la homogeneidad de los procesos a través del desarrollo
completo de una actividad matemática: luego de las primeras fases de investigación
hasta el establecimiento de la prueba matemática de la solución encontrada, es decir
hasta su demostración o su "prueba formal"&emdash;una expresión cuyo empleo
frecuentemente reviste una connotación negativa. Se puede imaginar esta cuestión desde
un punto de vista estrictamente matemático y postular que estos procesos son
homogéneos: en ese caso se podrá afirmar una continuidad cognitiva entre argumentar,
explicar, y demostrar. Pero si uno piensa esta cuestión desde un punto de vista
cognitivo, la respuesta es muy diferente. Y el punto de vista cognitivo no puede
despreciarse cuando uno se refiere al aprendizaje de las matemáticas por alumnos
pequeños, entre quienes los diferentes registros de representación de la práctica de las
matemáticas puestas en juego son todavía poco o nada coordinadas.
Y aquello conduce a formular dos preguntas, para las cuales no disponemos aun
suficientes datos de observación verdaderamente explotables.
- En referencia al trabajo del matemático profesional, se insiste mucho sobre el
momento de la elaboración de una conjetura. Pero, al menos para los alumnos, son los
argumentos que conducen a derivar y a sostener una conjectura igualmente útiles para
encontrar la manera de probar dicha conjetura?
- En referencia a las capacidades que un alumno puede tener disponible para controlar la
pertinencia de los argumentos producidos cuando el busca demostrar una conjetura que
ha sido formulada y retenida como plausible: Son ellas considerablemente desarrolladas
cuando él ha comprendido las diferencias de funcionamiento discursivo entre las
"pruebas discursivas" y las argumentaciones retóricas, más familiares o más
espontáneas?
Se ve entonces la complejidad de los problemas ligados al estudio de la argumentación.
Estamos casi tentados a decir que es más facil hacer acceder a los estudiantes a la
demostración que a un manejo diestro de la argumentación, al menos a la
argumentación retórica. Pero terminemos llamando atención a una situación paradojal
de la enseñanza de las matemáticas. La importancia que se reconoce a la comunicación
y a las interacciones sociales en didáctica conduce necesariamente a dar una prioridad
de hecho al lenguaje natural. Ahora bien, al mismo tiempo no se busca retener sino
modelos cognitivos de aprendizaje en los cuales el rol del lenguaje, al menos el del
lenguaje natural, existe en un segundo plano. Uno de los intereses de una problemática
de la argumentación es de alumbrar esta situación paradojal.
Referencias
Balacheff N. (1982) Preuve et démonstration en mathématiques au collège. Recherches
en didactique des mathématiques. 3(3) 262-306
Ducrot O. (1972) Dire et ne pas dire. Paris : Hermann
Freudenthal H. (1978) Weeding and Sowing. Dordrecht : Reidel Publishers
Glaeser G. (1973) Le livre du problème, I, Pédagogie de l'exercice et du problème.
Lyon : Cedic
Grize J. B., Piéraut-le Bonniec G. (1983) La contradiction, essais sur les opérations
de la pensée. Paris : P.U.F.
Grize J. B. (1996) Logique naturelle et communications. Paris : P.U.F.
Piaget J., Inhelder B. (1955) De la logique de l'enfant à la logique de l'adolescent.
Paris : P.U.F.
Padilla V. (1990) L'influence d'une acquisition de traitements purement figuraux sur
l'apprentissage des mathématiques. Thèse. Strasbourg : Université Louis Pasteur.
Perelman C., Olbrechts-Tyteca L. (1958) La nouvelle rhétorique. Traité de
l'argumentation (2 volumes) Paris : P.U.F.
Searle J.R. (1969) Speech Acts. Cambride University Press
Toulmin S. (1958) The Uses of Argument. Cambridge University Press
Vygotski L.S. (1934). Pensée et langage (traduction française 1985 ). Paris : Editions
sociales.
Algunas cuestiones relativas a la argumentación
Raymond Duval IUFM de Lille
La iniciación de los estudiantes del ciclo básico de la escuela secundaria a la prueba en
matemáticas ha tenido por costumbre privilegiar el uso de la demostración formal -- con
todas las restricciones de rigor que ella impone. Sin embargo desde hace una década se
ha aumentado la atención a la argumentación como medio para convencer, sea a uno
mismo o a los otros. La convicción es sin duda una condición necesaria para que una
prueba funcione como tal. El propósito de esta nota no es de buscar las razones que
explican este desplazamiento de interés. Algunas razones son evidentes: la necesidad de
poner el acento sobre el trabajo de investigación para el cual la demostración aparece
como su resultado, y el caracter incomprensible de las exigencias y ventajas de la
demostración para un gran número de alumnos. En esta perspectiva, abordaremos
sucesivamente la emergencia de una problemática de la argumentación, considerando
que ambas nociones son fundamentales para poder analizar los procesos de
argumentación e indicaremos algunas vías de entrada para estudiar el lugar de la
argumentación en el aprendizaje de las matemáticas.
I. La emergencia de una problemática de la argumentación
El interés por la argumentación ha aparecido como un interés por las formas de
razonamiento que escapan a las normas y los esquemas lógicos y que surgen
espontáneamente tan pronto como hay un debate con alguien. Esta emergencia se puede
ver tanto fuera de las matemáticas como en la enseñanza de las matemáticas. ¿Cuáles
son sus características principales?
1. Fuera de las matemáticas
Por empezar ha habido un redescubrimiento del carácter irreducible e irremplazable de
las lenguas naturales en relación a las lenguas formales, en lo que concierne a facilitar
de manera económica la comunicación entre individuos. Esto comenzó con
Wittgenstein quien, a partir de 1930, empezó a reaccionar contra toda la filosofía
surgida de los Principia Mathematica de Russel y Whitehead (1910). Todo un enfoque
pragmático del discurso en las lenguas naturales ha resultado como consecuencia de
aquello (Searle, 1969; Ducrot, 1972). Ha habido luego interés por dar cuenta de todas
las situaciones donde no se trata solamente de comunicar sino tambien de convencer y
justificar. En esta área, las obras de Perelman (1958) y de Toulmin (1958) han señalado
un punto de partida. Esto ha conducido, entre otras cosas, a estudiar las formas de
contradicción (Grize 1983) que se ponen en juego en los debates, y a subrayar el
caracter dialógico de los razonamientos que pretenden convencer (Grize 1996).
2. En la enseñanza de las matemáticas
El modelo de Piaget del desarrollo del razonamiento en el niño y el adolescente (1957)
ha sido desde hace mucho tiempo la referencia obligada para analizar los problemas del
aprendizaje de las matemáticas en el ciclo básico de la escuela secundaria. Por lo menos
hasta la mitad de la década de los setenta. Aquel modelo daba un lugar esencial a la
implicación (el "si… entonces…") y relativizaba el rol del lenguaje en el desarrollo del
razonamiento proposicional (las "operaciones formales"). Pero rápidamente tal modelo
se reveló inadaptado por cuanto no permitía analizar las dificultades encontradas por los
alumnos cuando se trataba de hacer una demostración y no permitía tomar en cuenta las
condiciones del trabajo en grupos&emdash;en un momento en el que el uso de
actividades de investigación como método de enseñanza de las matemáticas (Glaeser,
1973) devenía posible y que las interacciones entre los estudiantes podían tomarse en
cuenta como factores de aprendizaje. El trabajo de Nicolas Balacheff sobre la prueba y
la demostración en el ciclo básico de la escuela secundaria (1982) fue el primero en
tomar en cuenta esta nueva situación. Dicho trabajo propuso una aproximación más
completa a la iniciación a la prueba, partiendo de las actividades de investigación de un
problema. Es dentro de esta nueva perspectiva que se comenzó a desarrollar un interés
en las formas de argumentación que aparecen en el marco de una resolución de
problemas. Y aquello condujo a preguntarse si no serían las fromas de argumentación el
camino para descubrir la demostración.
De esta breve memoria propongo retener el hecho de que la problemática de la
argumentación se situa en el punto de convergencia de un doble reconocimiento. El
reconocimiento del papel importante de la comunicación y de las interacciones sociales
en la adquisición de conocimientos&emdash;lo que conduce ipso facto a reconocer la
importancia de la lengua natural. Y el reconocimiento del vínculo estrecho entre la
prueba y la convicción, lo que conduce igualmente a privilegiar la comunicación para
favorecer la confrontación de puntos de vista.
II. Dos nociones esenciales para analizar los procesos argumentativos:
argumento y discursividad
1. Una primera noción es la de argumento.
El título de la obra de Toulmin da una caracterización excelente de la argumentación:
The Uses of Argument.
La noción de argumento parece evidente. Ella merece sin embargo que uno se detenga
un poco. Se considera como argumento todo aquello que se ofrece, o todo lo que es
utilizado, para justificar o para refutar una proposición. Aquello puede ser el enunciado
de un hecho, un resultado de la experiencia, a veces simplemente un ejemplo, una
definición, el recuerdo de una regla, una creencia comunmente compartida, o incluso la
explicitación de una contradicción. Todas ellas toman valor de justificación cuando
alguien las utiliza para decir "por qué" él acepta o rechaza una proposición. Un
argumento es la respuesta a la pregunta "por qué enuncia o cree tal cosa usted?"
Como se ve, la noción de argumento es una noción puramente funcional. Pero
contrariamente a lo que pensaba Toulmin (1958, p. 99-105) quien había asimilado el
argumento al modelo de modus ponens (o paso de deducción) añadiéndole ciertos
"calificativos" y posibilidades de restricción, esta noción de argumento es
estructuralmente indeterminada y, tal vez, incluso a priori indeterminable. Esto es así
pues aquello que puede tomar valor y fuerza de argumento no depende solamente del
dominio de conocimientos (matemáticas, derecho, historia, política…) sino tambien del
contexto particular que motiva el recurso a los argumentos. Por ejemplo, a propósito de
la busqueda de la solución de un problema, una simple pregunta puede tener valor o
fuerza de argumento que impela a tomar distancia de una idea dada. Este es un punto
importante. Para convencerse basta preguntarse si acaso un teorema puede ser
considerado un argumento. La respuesta es menos evidente de lo que uno podría creer.
Si bien la utilización de teoremas es central tanto en la resolución de problemas como
en las pruebas, su utilización no es la de argumento sino la de herramienta. Uno no
puede presentar un teorema como argumento a menos que uno quiera justificar una
proposición como conclusión necesaria a partir de ciertas hipótesis. Y la experiencia
muestra que, para la mayoría de los alumnos, esta utilización de teoremas suscita
dificultades serias. En efecto, un teorema está estructuralmente muy determinado tan
pronto como no hay sino un sentido funcional reducido a la sola organización de
deducciones válidas o al desarrollo de calculos.
La noción de argumento es una noción más global que la de teorema e implica que
uno toma en cuenta dos dimensiones. Hablar de argumento es de entrada referirse a la
elección de un tema donde uno busca obtener un fin determinado. Es ademas referirse al
contexto de producción del argumento. Un contexto de producción se determina en
función de dos puntos. Por una parte está aquello que motiva el recurso a los
argumentos: sopesar el sentido de una decisión a tomar, resolver un conflicto de
intereses, resolver un problema que presenta restricciones técnicas o lógicas. Por otra
parte está lo que está en juego: convencer a otro o sino disminuir los riesgos de error o
de incertidumbre en la elección de una dirección de trabajo. Fuera de su contexto de
producción, un argumento suele perder su "fuerza." Y en todo caso, la fuerza de un
argumento es variable. Además, uno puede tener necesidad de recurrir a muchos
argumentos para obtener la convicción.
En matemáticas, o en las ciencias, el contexto de producción es radicalmente diferente
de otros contextos de la actividad social donde se producen argumentos. En
matemáticas, el motivo y lo que está en juego en la argumentación son las restricciones
propias del problema a resolver. Paradojalmente se podría decir que estas restricciones
constituyen un invariante en la comunicación&emdash;pues son las restricciones del
problema las que determinan la elección de los argumentos y no las creencias del
destinatario. La fuerza de un argumento va a depender principalmente de su adaptación
a la situación y no tanto a su resonancia en el universo del interlocutor: se trata de
asegurar que la solución "funciona" o que puede "funcionar." Diremos en ese caso que
se trata de una argumentación heurística. Pero cuando se trata de convencer a alguien
para que tome una decisión, para que se resuelva un conflicto de intereses, o para
obtener consenso en relación a un asunto, hay una especie de inversión de prioridades:
Se toma en cuenta principalmente las convicciones del interlocutor. Diremos en ese
caso que se trata de una argumentación retórica.
2. La segunda noción fundamental es la de discursividad.
De hecho, una argumentación no puede reducirse al empleo de un solo argumento. Una
argumentación implica que uno puede evaluar un argumento, oponerlo a otros
argumentos. Ello corresponde a la dinámica de cualquier situación de investigación o de
debate. Los argumentos siempre ocupan un lugar en un discurso, en el sentido amplio
de este término, es decir en una serie de operaciones sucesivas que ponen en
funcionamiento un sistema semiótico. Por otra parte las argumentaciones susceptibles
de convencer de lo apropiado de una proposición no siempre dan cuenta de un
razonamiento. Ellas pueden consistir en una explicación, es decir describir el
funcionamiento de un sistema y mostrar el lugar de aquello que la proposición a
justificar enuncia. De esta manera, la producción de argumentos en la argumentación
heurística se hace principalmente al nivel de un trabajo sobre casos particulares o
ejemplos. Porque a través de los casos particulares uno puede ver como funcionan las
cosas.
Tomemos por caso la relación enunciada en el teorema de Pitágoras. Para convencer
de lo apropiado de la proposición uno puede mostrar varias aplicaciones numericas o
verificar que la relación se cumple para cualesquiera sean las longitudes de los lados de
un triángulo rectángulo. De una forma más interesante, se puede efectuar una de las
muchas reconfiguraciones posibles de cuadrados construidos sobre los lados de un
triángulo rectángulo (Padilla 1992, p. 33-38, 197-218). Estas verificaciones numéricas o
esas reconfiguraciones geométricas no constituyen una demostración en sentido estricto,
pero son argumentos que convencen (o pueden convencer) de lo apropiado de la
proposición de Pitágoras. Y si se requiere al sujeto que cambie el registro de
representación, éste puede justificar la proposición de Pitágoras describiendo, con las
expresiones de la lengua natural, lo que él ha observado en las transformaciones
figurales entre cuadrados y triángulos.
Pudiendo poner en funcionamiento múltiples formas de discurso, y no solamente
aquella del razonamiento, la argumentación implica siempre la puesta en
funcionamiento de la lengua natural. Aun cuando los argumentos utilizados dan cuenta
de otros registros de representación! Porque tambien hace falta explicitar por que las
transformaciones figurales o los calculos pueden considerarse como respuesta a un
problema planteado. Retomamos aquí la fuerte intuición de todos aquellos que desde
Wittgenstein a Jean Blaise Grize han tratado de comprender los mecanismos de la
argumentación en relacion con esos dos polos que son la convicción de un sujeto y la
comunicación entre sujetos. Pero insistir en la lengua natural no es sin embargo
suficiente. El punto decisivo está en otro lado: Hay dos grandes mecanismos de
desarrollo de un discurso en la lengua natural, mientras que las lenguas formales no
permiten sino uno. Uno puede darse una idea considerando las siguientes distinciones:
Relaciones entre una proposición dada y otra proposición
Relación de Justificación (constitutiva de un argumento)
la primera proposición
se presenta como "Tesis"
razones relativas
al
interlocutor
argumentación
retórica
razones relativas a las
restricciones de la
situación o del problema
argumentación heurística
Relación de Derivación (constitutiva de un paso de deducción)
la primera proposición se presenta
como "Hipótesis" o "Premisa"
directa:
instanciación
inferencia
semántica
lógica de una
lengua
por un
enunciado-
mediador
teorema,
definición
demostración
Estas distinciones se refieren a funciones cognitivas muy diferentes. Es por eso que
ellas devienen esenciales para estudiar, desde una perspectiva del aprendizaje, todas las
cuestiones relativas a las relaciones entre argumentación y demostración.
III. Cuáles son los puntos de partida posibles para un estudio de la
argumentación heurística?
No tenemos aquí la pretensión de ser exhaustivos. Indicaremos solamente cuatro puntos
de partida con el propósito de subrayar la complejidad de los fenómenos relativos a una
problemática de la argumentación en el marco de la enseñanza y el aprendizaje de las
matemáticas.
1. El contexto de producción de los argumentos
Hay diferentes factores que determinan el contexto de producción de un argumento: la
posición del interlocutor con respecto a quien ofrece el argumento (cooperación,
conflicto, ,,,), el motivo de la argumentación (tomar una decisión, encontrar la solución
a un problema, …), y el objectivo en mira (hacer que alguien cambie de punto de vista,
disminuir los riesgos de error o de incertidumbres ante una elección, …). En el caso de
la argumentación en matemáticas, el contexto de producción está determinado por el
problema a resolver. Ese es ciertamente uno de los puntos mas importantes de consenso
entre los investigadores en didáctica. Nos parece sin embargo que la noción de
problema se mantiene todavía muy genertal y que la elección de un problema
matemático preciso para observar a los estudiantes se mantiene muy dentro de lo
contingente. Entre la extrema generalidad de la noción de problema y el caracter
siempre particular de los problemas planteados, no existe todavía ningun nivel
intermedio de análisis. Para ser más preciso: el análisis del problema elegido se hace
frecuentemente hacia abajo, es decir en función de su solución o de sus soluciones, y no
hacia arriba, es decir en función de las variaciones posibles de los datos y de las
variaciones de distancia que resultan entre el enunciado y la inicialización de los
tratamientos matemáticos pertinentes. Más radicalmente, no se dispone de una
clasificación elemental de problemas que permitan comparar entre ellos problemas
puramente matemáticos con problemas de aplicación de las matemáticas, desde el punto
de vista de los procesos de argumentación heurística. Y la comparación podría tambien
hacerse de acuerdo con los varios dominios dentro de la matemática: geometría,
aritmética, probabilidades, álgebra.
2. Los modos de expresión: lengua hablada o lengua escrita
Las capacidades de aprehensión y el nivel comprensión accesibles en relación a una
cuestión o un tópico no son siempre los mismos en las posiciones alternativas de hablar-
escuchar y las de redactar-releer (uno no lee, uno relee). Solamente en los últimos años
se ha prestado atención a la importancia de esas diferencias que se pasaban por alto al
hablar de "lenguaje" o de "prácticas de lenguaje." Sin embargo, el pasaje de un modo de
expresión oral a un modo de expresión escrita es complejo y presenta dificultades serias
aún al nivel del ciclo básico de la escuela secundaria. En efecto, este pasaje requiere una
reorganización o una reestructuración de la expresión, tal como Vygotskii lo ha
explicado (1985, p. 360-368, 376).
Aquella observación tiene sus consecuencias en lo que concierne a un estudio de la
argumentación. La argumentación retórica se desarrolla sobre todo dentro del modo de
expresión oral. El problema que se plantea es de saber si la argumentación heurística
está ligada de manera privilegiada a alguno de esos dos modos de expresión. Esto nos
lleva nuevamente a la cuestión de saber si la práctica de las matemáticas hoy en día
podría llegar a ser totalmente oral. Pero, frecuentemente por razones pedagógicas y
didácticas, se privilegia las situaciones de cooperación y de discusión entre estudiantes
para el trabajo de resolución de problemas. Ello implica evidentemente privilegiar el
modo de expresión oral. Cuales pueden ser entonces las funciones y el aporte de un
pasaje al modo de expresión escrito? Solamente satisfacer una función de comunicación
y de institucionalización&emdash;es decir, una especie de prolongación del modo de
expresión oral? O tambien funciones de tratamiento y de control&emdash;lo que,
concerniente a los textos de prueba implicaría una ruptura con el modo oral de
expresión? Como se ve, detrás de esta cuestión está todo el problema de las
interferencias entre el contexto de una argumentación retórica y el de una
argumentación heurística. Puede ser que este sea uno de los aportes de un ambiente
informático: permitir la disociación completa de esos dos tipos de contextos.
3. Las operaciones discursivas puestas en funcionamiento
Hemos insistido en el caracter fundamental de la noción de discursividad. Ella implica
necesariamente la puesta en funcionamiento de un "lenguaje" sea natural o formal.
Existe un lenguaje matemático como se suele decir? Esta pregunta no nos parece una
pregunta bien planteada. El problema no es un problema de la lengua que se utiliza sino
de las operaciones discursivas que uno puede hacer con una lengua. Todas las
operaciones discursivas pueden ser reagrupadas alrededor de cuatro grandes funciones
discursivas: designar los objetos, decir alguna cosa sobre aquellos objetos de tal suerte
de tomar ipso facto un valor epistémico (vgr., enunciar una proposición), generar otras
proposiciones a partir de una proposición dada y, finalmente, integrar a la proposición
enunciada su valor de toma de responsabilidad epistémica por parte de quien la enuncia.
Ahora bien lo que es notable es la tendencia, cuando se habla de lenguaje en
matemáticas a no considerar sino algunas de las varias operaciones discursivas. Las
páginas que Freudenthal (1978) consagra a la distinción de tres niveles de lenguaje en
matemáticas (nivel ostensivo, nivel funcional, y nivel de las convenciones simbólicas
que permiten tomar en cuenta variables) nos parecen reveladoras de una actitud todavía
muy extendida: la reducción del lenguaje a la sola función discursiva de designar
objetos.
4. Argumentación versus demostración
Se trata aquí de la cuestión de la homogeneidad de los procesos a través del desarrollo
completo de una actividad matemática: luego de las primeras fases de investigación
hasta el establecimiento de la prueba matemática de la solución encontrada, es decir
hasta su demostración o su "prueba formal"&emdash;una expresión cuyo empleo
frecuentemente reviste una connotación negativa. Se puede imaginar esta cuestión desde
un punto de vista estrictamente matemático y postular que estos procesos son
homogéneos: en ese caso se podrá afirmar una continuidad cognitiva entre argumentar,
explicar, y demostrar. Pero si uno piensa esta cuestión desde un punto de vista
cognitivo, la respuesta es muy diferente. Y el punto de vista cognitivo no puede
despreciarse cuando uno se refiere al aprendizaje de las matemáticas por alumnos
pequeños, entre quienes los diferentes registros de representación de la práctica de las
matemáticas puestas en juego son todavía poco o nada coordinadas.
Y aquello conduce a formular dos preguntas, para las cuales no disponemos aun
suficientes datos de observación verdaderamente explotables.
- En referencia al trabajo del matemático profesional, se insiste mucho sobre el
momento de la elaboración de una conjetura. Pero, al menos para los alumnos, son los
argumentos que conducen a derivar y a sostener una conjectura igualmente útiles para
encontrar la manera de probar dicha conjetura?
- En referencia a las capacidades que un alumno puede tener disponible para controlar la
pertinencia de los argumentos producidos cuando el busca demostrar una conjetura que
ha sido formulada y retenida como plausible: Son ellas considerablemente desarrolladas
cuando él ha comprendido las diferencias de funcionamiento discursivo entre las
"pruebas discursivas" y las argumentaciones retóricas, más familiares o más
espontáneas?
Se ve entonces la complejidad de los problemas ligados al estudio de la argumentación.
Estamos casi tentados a decir que es más facil hacer acceder a los estudiantes a la
demostración que a un manejo diestro de la argumentación, al menos a la
argumentación retórica. Pero terminemos llamando atención a una situación paradojal
de la enseñanza de las matemáticas. La importancia que se reconoce a la comunicación
y a las interacciones sociales en didáctica conduce necesariamente a dar una prioridad
de hecho al lenguaje natural. Ahora bien, al mismo tiempo no se busca retener sino
modelos cognitivos de aprendizaje en los cuales el rol del lenguaje, al menos el del
lenguaje natural, existe en un segundo plano. Uno de los intereses de una problemática
de la argumentación es de alumbrar esta situación paradojal.
Referencias
Balacheff N. (1982) Preuve et démonstration en mathématiques au collège. Recherches
en didactique des mathématiques. 3(3) 262-306
Ducrot O. (1972) Dire et ne pas dire. Paris : Hermann
Freudenthal H. (1978) Weeding and Sowing. Dordrecht : Reidel Publishers
Glaeser G. (1973) Le livre du problème, I, Pédagogie de l'exercice et du problème.
Lyon : Cedic
Grize J. B., Piéraut-le Bonniec G. (1983) La contradiction, essais sur les opérations
de la pensée. Paris : P.U.F.
Grize J. B. (1996) Logique naturelle et communications. Paris : P.U.F.
Piaget J., Inhelder B. (1955) De la logique de l'enfant à la logique de l'adolescent.
Paris : P.U.F.
Padilla V. (1990) L'influence d'une acquisition de traitements purement figuraux sur
l'apprentissage des mathématiques. Thèse. Strasbourg : Université Louis Pasteur.
Perelman C., Olbrechts-Tyteca L. (1958) La nouvelle rhétorique. Traité de
l'argumentation (2 volumes) Paris : P.U.F.
Searle J.R. (1969) Speech Acts. Cambride University Press
Toulmin S. (1958) The Uses of Argument. Cambridge University Press
Vygotski L.S. (1934). Pensée et langage (traduction française 1985 ). Paris : Editions
sociales.
http://www-didactique.imag.fr/preuve/Newsletter/991112Theme/991112ThemeES.html