Alto Maipo y la subordinación de la política al poder empresarial

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Alto Maipo y la subordinación de la política al poder empresarial Nicolas Romero Gabriel Boric El apoyo cerrado de la Concertación al Proyecto Alto Maipo se explica por dos motivos, los estrechos vínculos entre el bacheletismo y su principal financista, el grupo Luksic, y la silenciosa agenda energética que impulsa el ministro Pacheco, carta con la que se busca recomponer los apoyos del empresariado nacional al proyecto concertacionista. Nuestro sistema democrático se encuentra fuertemente cuestionado por la ciudadanía. Los altos niveles de rechazo a las instituciones y principalmente a los partidos políticos, sumado a los bajos niveles de participación electoral, son sólo la expresión más visible de un malestar que se ha forjado al calor del neoliberalismo criollo y que tiene su origen en la alta dependencia del sistema político a los intereses de los grandes grupos empresariales. A este respecto, el caso Pentagate es sólo la expresión más grosera de un tipo de relación que se encuentra arraigada en las prácticas de nuestro corroído sistema institucional. En materia ambiental, el apoyo cerrado del actual gobierno al Proyecto Alto Maipo, es una clara muestra del peso gravitante que ejercen los grupos empresariales sobre nuestra democracia. Sus orígenes se remontan al año 2007, cuando la transnacional AES Gener –una de las tres empresas controladoras del mercado energético–, ingresó a tramitación el megaproyecto hidroeléctrico. Éste busca desarrollar un túnel subterráneo (el más largo de este tipo en el mundo) en el Cajón del Maipo, que canalice las aguas de los ríos Volcán, Yeso y Colorado (afluentes del Río Maipo), para devolverlas 70 kilómetros más abajo, luego de haber sido utilizadas en las turbinas generadoras de electricidad. Según expertos y organizaciones sociales, de implementarse el proyecto, se acelerará la desertificación de la cuenca del río Maipo y se pondrá en grave riesgo la principal fuente de agua potable y de regadío de Santiago, sumado al invaluable deterioro y pérdida de los ecosistemas del Cajón. Si en un primer momento, la aprobación del proyecto sufrió un revés y debió ser retirado y reformulado por la empresa, el ingreso del grupo Luksic en el año 2013, asegura – hasta el momento–, su viabilidad política. Éste se incorpora a través de Antofagasta Minerals mediante la compra del 40% de las acciones de la filial de AES Gener, buscando asegurar así el suministro energético del yacimiento de su propiedad, Los Pelambres. La energía generada no será utilizada para el consumo residencial, tal como arguyen los titulares del proyecto, refiriéndose al déficit energético del país. Al contrario, el de esta será destinada al yacimiento del grupo Luksic, explotación que poco o nada aporta al país en términos de recaudación fiscal. Dada la precariedad actual del caudal del río Maipo, será necesario que Aguas Andinas, empresa monopólica encargada del abastecimiento de agua potable, aporte de forma permanente con agua del embalse el Yeso. De esta manera, desatiende su función prioritaria de abastecimiento de agua potable a los habitantes de la Región Metropolitana, con el objeto de desarrollar proyectos que benefician exclusivamente a intereses empresariales y que podrían comprometer seriamente el desarrollo de su función estratégica.

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Por Nicolás Romero y Gabriel BoricEl apoyo cerrado de la Concertación al Proyecto Alto Maipo se explica por dos motivos, los estrechos vínculos entre el bacheletismo y su principal financista, el grupo Luksic, y la silenciosa agenda energética que impulsa el ministro Pacheco, carta con la que se busca recomponer los apoyos del empresariado nacional al proyecto concertacionista.

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Alto Maipo y la subordinación de la política al poder

empresarial

Nicolas Romero

Gabriel Boric

El apoyo cerrado de la Concertación al Proyecto Alto Maipo se explica por dos motivos, los

estrechos vínculos entre el bacheletismo y su principal financista, el grupo Luksic, y la

silenciosa agenda energética que impulsa el ministro Pacheco, carta con la que se busca

recomponer los apoyos del empresariado nacional al proyecto concertacionista.

Nuestro sistema democrático se encuentra fuertemente cuestionado por la ciudadanía. Los altos

niveles de rechazo a las instituciones y principalmente a los partidos políticos, sumado a los

bajos niveles de participación electoral, son sólo la expresión más visible de un malestar que se

ha forjado al calor del neoliberalismo criollo y que tiene su origen en la alta dependencia del

sistema político a los intereses de los grandes grupos empresariales. A este respecto, el caso

Pentagate es sólo la expresión más grosera de un tipo de relación que se encuentra arraigada

en las prácticas de nuestro corroído sistema institucional.

En materia ambiental, el apoyo cerrado del actual gobierno al Proyecto Alto Maipo, es una clara

muestra del peso gravitante que ejercen los grupos empresariales sobre nuestra democracia.

Sus orígenes se remontan al año 2007, cuando la transnacional AES Gener –una de las tres

empresas controladoras del mercado energético–, ingresó a tramitación el megaproyecto

hidroeléctrico. Éste busca desarrollar un túnel subterráneo (el más largo de este tipo en el

mundo) en el Cajón del Maipo, que canalice las aguas de los ríos Volcán, Yeso y Colorado

(afluentes del Río Maipo), para devolverlas 70 kilómetros más abajo, luego de haber sido

utilizadas en las turbinas generadoras de electricidad.

Según expertos y organizaciones sociales, de implementarse el proyecto, se acelerará la

desertificación de la cuenca del río Maipo y se pondrá en grave riesgo la principal fuente de agua

potable y de regadío de Santiago, sumado al invaluable deterioro y pérdida de los ecosistemas

del Cajón. Si en un primer momento, la aprobación del proyecto sufrió un revés y debió ser

retirado y reformulado por la empresa, el ingreso del grupo Luksic en el año 2013, asegura –

hasta el momento–, su viabilidad política. Éste se incorpora a través de Antofagasta Minerals

mediante la compra del 40% de las acciones de la filial de AES Gener, buscando asegurar así el

suministro energético del yacimiento de su propiedad, Los Pelambres. La energía generada no

será utilizada para el consumo residencial, tal como arguyen los titulares del proyecto,

refiriéndose al déficit energético del país. Al contrario, el de esta será destinada al yacimiento

del grupo Luksic, explotación que poco o nada aporta al país en términos de recaudación fiscal.

Dada la precariedad actual del caudal del río Maipo, será necesario que Aguas Andinas, empresa

monopólica encargada del abastecimiento de agua potable, aporte de forma permanente con

agua del embalse el Yeso. De esta manera, desatiende su función prioritaria de abastecimiento

de agua potable a los habitantes de la Región Metropolitana, con el objeto de desarrollar

proyectos que benefician exclusivamente a intereses empresariales y que podrían comprometer

seriamente el desarrollo de su función estratégica.

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Frente a la fuerte oposición ciudadana y de la comunidad del Cajón del Maipo y el calculado

silencio de autodenominadas fuerzas progresistas que hasta hace poco criticaban el proyecto,

el gobierno no ha dudado en enviar no una, sino varias señales respecto de su irrestricto apoyo.

La iniciativa ha sido encabezada por el otrora director del grupo Luksic, hoy ministro de Energía,

Máximo Pacheco, amigo de los empresarios Andrónico Luksic y Bernardo Matte, y secundada

por la Presidenta de la República. Desde el gobierno se ha señalado que el proyecto cumple con

los estándares legales y que, en un escenario de estancamiento económico, se debe fomentar

la acción de los privados, quienes, en palabras del ministro Arenas en la reciente Enade,

constituyen “el corazón de la economía”. El apoyo cerrado de la Concertación al Proyecto Alto

Maipo se explica por dos motivos, los estrechos vínculos entre el bacheletismo y su principal

financista, el grupo Luksic, y la silenciosa agenda energética que impulsa el ministro Pacheco,

carta con la que se busca recomponer los apoyos del empresariado nacional al proyecto

concertacionista.

Esta agenda, busca resolver uno de los principales obstáculos que las organizaciones

empresariales han señalado para retomar la senda de crecimiento económico: el negativo

impacto de los elevados costos de la energía para el desarrollo de proyectos de inversión. De

esta manera, la acción política estatal nuevamente se coloca al servicio de los grandes grupos

económicos, desatendiendo las demandas sociales y una necesaria discusión ciudadana sobre

la matriz energética que Chile necesita.

Hasta el momento, el anunciado “nuevo ciclo político” ha demostrado que sólo tiene oído para

los intereses sociales de los grandes empresarios y de los poderes fácticos, ignorando las

demandas de organizaciones socioambientales, de estudiantes, profesores, entre otros, quienes

desde diversas perspectivas demandan la existencia de un Estado que se oriente al bien común

y a la resolución de las demandas ciudadanas y no a la mera realización de intereses particulares.

En un escenario donde la política se encuentra colonizada por el poder empresarial, son las

fuerzas sociales movilizadas y la ciudadanía activa, las llamadas a democratizar la política.