Amarte Duele

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1 Amarte Duele… Por Soledad Decicilia Y si acaso no brillara el sol, y quedara yo atrapado aquí no vería la razón de seguir viviendo sin tu amor. Y hoy que enloquecido vuelvo buscando tu querer, no queda más que el viento no queda mas que el viento. Mi vida se podría definir en un antes y después de Lucas… Fui la persona más egoísta que conocí… luego de lo que pasó, supongo que todo lo que se resume en relación a mis sentimientos sería culpa, vergüenza, cargo de conciencia. Cuando tenía 14 años, hice la estupidez más grande de toda mi vida. Ambos íbamos al mismo colegio, y yo estaba más que encaprichada con él. Era el típico chico popular de último año. Muy alto, de un metro ochenta aproximadamente, ojos verdes, buen cuerpo, y una sonrisa que te dejaba en las nubes, sólo un defecto… arrogante por donde se lo mire. Me gustaba demasiado, pero él jamás se percató de mi existencia, supongo que prefería chicas de su edad y no inmaduras como lo era yo en esa época. Con el descaro que me caracterizaba, más de una vez quise acercarme a él y me rechazó reiteradamente no recuerdo cuantas veces ya. Odiaba que eso ocurra… no estaba acostumbrada a que los chicos me rechacen, siempre había tenido éxito entre la población masculina… no era miss universo, pero tenía lo mío; pelo castaño claro, casi color miel, con ondas… piel clara y ojos de un celeste muy claro casi gris, mi cuerpo era bien proporcionado. Y si bien no dure mucho con ninguno, no fue su culpa sino mía porque me aburría fácilmente de ellos. Todo cambio cuando lo conocí a Lucas… y su constante negación me volvía loca. Hasta que me canse de eso, como ya dije era una inconciente que hacia las cosas sin pensar, actuaba de puro impulso y no tenía respeto por los sentimientos ajenos. Sólo quería que se cumpla mi voluntad y si no funcionaba de esa manera, tomaba cartas en el asunto para que la persona sepa que a mí no se me decía que no jamás. Era una idiota lo sé… y créenme lo pague tarde o temprano. Una tarde, la misma del ultimo desplante que Lucas me había hecho con toda razón, llegue a mi casa decida a vengarme de él. Me concentre en llorar de la manera más natural que pudiera y entre por la puerta. Mi mamá estaba en casa, mientras que mi papá estaba trabajando él era empleado en una fábrica de pastas. Aun es el día de hoy que no comprendo de ¿dónde había sacado yo esos aires de grandeza? Ya que mis papás eran

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Amarte Duele…

Por Soledad Decicilia

Y si acaso no brillara el sol, y quedara yo atrapado aquí

no vería la razón de seguir viviendo sin tu amor.

Y hoy que enloquecido vuelvo

buscando tu querer, no queda más que el viento

no queda mas que el viento. Mi vida se podría definir en un antes y después de Lucas… Fui la persona más egoísta que conocí… luego de lo que pasó, supongo que todo lo que se resume en relación a mis sentimientos sería culpa, vergüenza, cargo de conciencia. Cuando tenía 14 años, hice la estupidez más grande de toda mi vida. Ambos íbamos al mismo colegio, y yo estaba más que encaprichada con él. Era el típico chico popular de último año. Muy alto, de un metro ochenta aproximadamente, ojos verdes, buen cuerpo, y una sonrisa que te dejaba en las nubes, sólo un defecto… arrogante por donde se lo mire. Me gustaba demasiado, pero él jamás se percató de mi existencia, supongo que prefería chicas de su edad y no inmaduras como lo era yo en esa época. Con el descaro que me caracterizaba, más de una vez quise acercarme a él y me rechazó reiteradamente no recuerdo cuantas veces ya. Odiaba que eso ocurra… no estaba acostumbrada a que los chicos me rechacen, siempre había tenido éxito entre la población masculina… no era miss universo, pero tenía lo mío; pelo castaño claro, casi color miel, con ondas… piel clara y ojos de un celeste muy claro casi gris, mi cuerpo era bien proporcionado. Y si bien no dure mucho con ninguno, no fue su culpa sino mía porque me aburría fácilmente de ellos. Todo cambio cuando lo conocí a Lucas… y su constante negación me volvía loca. Hasta que me canse de eso, como ya dije era una inconciente que hacia las cosas sin pensar, actuaba de puro impulso y no tenía respeto por los sentimientos ajenos. Sólo quería que se cumpla mi voluntad y si no funcionaba de esa manera, tomaba cartas en el asunto para que la persona sepa que a mí no se me decía que no jamás. Era una idiota lo sé… y créenme lo pague tarde o temprano. Una tarde, la misma del ultimo desplante que Lucas me había hecho con toda razón, llegue a mi casa decida a vengarme de él. Me concentre en llorar de la manera más natural que pudiera y entre por la puerta. Mi mamá estaba en casa, mientras que mi papá estaba trabajando él era empleado en una fábrica de pastas. Aun es el día de hoy que no comprendo de ¿dónde había sacado yo esos aires de grandeza? Ya que mis papás eran

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buena gente y jamás me habían inculcado malos modelos para seguir… supongo que me torcí el camino yo sola… Abracé a mi mamá llorando desconsoladamente y fingiendo una angustia que no sentía en los absoluto. Le dije que un chico de la escuela me había robado mi celular y MP3 además de golpearme para podérmelos robar. Obviamente me había encargado antes de que ambos objetos estén entre sus pertenencias. La escuela a donde íbamos ambos, era una institución de gran prestigio internacional y se entraba allí por pagar una cuota mensual o becas. Él estaba becado, al igual que yo y como también mis amigas lo acusaron de haber pintado un graffiti en las paredes del patio en donde se insultaba a todo el cuerpo docente, y ellas sí eran hijas de familias influyentes… digamos que las cosas quedaron a nuestro favor. Mis papas hicieron la denuncia ante la dirección, lo revisaron y encontraron las cosas que yo había dicho que me robó. Quedó expulsado de inmediato, además de suspenderlo por el resto del año impidiéndole seguir sus estudios en cualquier otra institución. Lo había logrado, me había vengado… él siquiera me miro cuando salio de la dirección con aspecto de resignación, pero había furia en sus ojos, estaba controlándose porque había adultos delante pero por primera vez desde que había empezado a planificar todo sentí miedo y sobre todo supe que se me había ido la mano en actuar así, pero el miedo me impedía obrar de otra manera que no sea callarme la boca y seguir con mi vida normalmente. Los días fueron pasando, y las semanas dieron lugar a los meses… jamás dije nada al respecto, ni a mis amigas ni a mi familia, sin embargo me sentía vacía… mi objetivo había sido alcanzado y eso no me proporcionó más que miradas de odio por parte de sus compañeros. Ninguno se me acercaba, ni decía nada pero sus reacciones cuando yo estaba cerca me asustaban. Me aislé y encerré dentro de mi misma… la culpa me consumía, el saber que alguien inocente estaba pagando por algo que era solo obra mía me torturaba, pero no podía abrir la boca porque mis amigas también caerían y ellas eran influyentes o sus familias, en realidad la única perjudicada sería yo y además de egoísta era cobarde, no quería perder el lugar al que había logrado llegar. ― Dale Agus ― me dijo una tarde más o menos cinco meses después del episodio, mi mamá ― ¿porqué no salís con las chicas a esa fiesta? Con tu papá te dejamos. ― La verdad no tengo muchas ganas de ir ― dije. ― ¿qué te pasa Agustina?... cada vez te encerrás más y casi no tenés vida social… antes amabas salir y ahora… ― Sí, lo se… pero ahora pienso distinto má… ― ¿es por lo de ese chico no? ― Mis ojos se abrieron como platos. ― ¿qué sabés de él? ― pregunte alarmada. ― nada, no tengas miedo hija, vos hiciste lo correcto, ese chico no debía estar con gente buena como ustedes… ― dijo, y no soporté más me largue a llorar. ― Yo… yo… ten… tengo que… decir… te algo ― intente hablar entre sollozos. Tenía que decirle la verdad, ya no lo soportaba más. ― shhh… tranquila hija, ya paso no va a pasarte nada. Él no va a volver a molestarte… no tengas miedo puedo ver como eso te afectó en demasía, pero tenés que olvidarte. ― me dijo abrazándome… yo sentí que era la peor persona del mundo, mi mamá me creía buena y era cualquier cosa menos eso…

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No se como pero me convenció de ir, sin embargo no arregle con las chicas de la escuela para llegar al lugar, sino que fui sola, ahí me encontraría con ellas. No tenía ninguna gana de asistir, pero para tranquilizar a mis papas acepté. Llegue al lugar y no había señales de mis amigas, pero si de todo el curso de último año que me miraban con caras asesinas. Trague con dificultad, pero me dije que quizás ellas estaban atrasadas, no me iban a dejar sola… no podían hacerme eso. ¿O sí? Caminé por el salón lleno de chicos y chicas que reían y bailaban entre sí. La música estaba muy alta y apenas se veía algo porque la luces parpadeaban dando ese aspecto de boliche bailable. Me apoyé sobre una pared un tanto alejada de la pista de baile, estaba más oscuro que el resto del lugar, y la verdad me servía ya que quería volverme invisible y que nadie note mi presencia allí, con suerte pasarían unas horas y ya me podría volver a mi casa. ― Hola ― escucho que alguien a mi espalda habla. Me di vuelta enseguida un tanto incómoda porque lo habían dicho a mí oído. Se me heló la sangre de repente y me quedé sin habla, sólo mirándolo. ― ¿qué pasa no te alegra verme?... tus amigas dijeron que estarías feliz y por eso no vinieron, para que podamos hablar más tranquilos sin que nos interrumpan ― dijo Lucas con evidente tono sarcástico. Me pegué a la pared inconcientemente por acción del miedo que me producía tenerlo tan cerca y en plena oscuridad. Ahora entendía todo… con razón tanta insistencia por parte de ellas para que vaya. Supongo que las obligaron, pero eso no quita que me hayan traicionado. ― Yo… ― Mira que en mis diez y siete años jamás tuve este efecto en las mujeres al extremo de dejarlas mudas con mi sola presencia. ― hablaba con una tranquilidad que me preocupaba más que si estuviera gritándome como loco ― si tenés miedo en estos momentos… creeme que estás en lo correcto, Agustina ― temblé al oír como pronunciaba mi nombre, era puro desprecio ya no sonreía, estaba serio con una mirada dura y su voz era un tono de amenaza. ― Perdoname, por favor… te juro que estoy más que arrepentida, de verdad ― dije rápidamente y con desesperación. El sonrió con maldad y me atravesó con su mirada esmeralda. ― ¿qué te hace pensar que voy a creer una sola palabra de lo que decís? ― Gritó dando un paso hacía mí y apoyando una mano a cada lado de mi cabeza. ― Ya te dije discúlpame… fui la más idiota, pero no tenés derecho a intimidarme de esta forma… me estás asustando ― dije y supe que había sido un gran error. Él me miró con un odio declarado, todo su cuerpo emanaba furia, indignación y sobre todo el hecho rotundo de que yo era por sobre los demás, la culpable de que hayamos llegado a esa situación… y llevaba la razón, era la culpable de todo. ― haces muy bien en temerme, ya te lo dije… la verdad me muero por hacerte pagar lo que me hiciste y creeme estoy controlándome lo más que puedo. ¿Vos

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sos conciente que me arruinaste el año por lo pronto? Sin contar que todos creen que yo soy un ladrón y golpeador y vos la pobre víctima. ― PERDON ― grite, cada vez estaba más enojado y yo estaba encerrada por su cuerpo. ― me quiero ir, dejame salir… ya me asustaste quedate tranquilo que lo lograste ― hable a punto de llorar, y lo empuje con mis manos para salir de allí lo más rápido que pudiera. Él fue más rápido que yo, y me sujeto por la cintura lanzándome otra vez contra la pared, me golpee la espalda, pero él no lo advirtió, volvió a poner sus manos a cada lado de mi cabeza y se acerco nuevamente. ― ¿ahora no querés saber nada conmigo?... porque si mal no recuerdo todo esto fue porque yo no te hice caso… ¿ya no te intereso más? ― preguntó a mi oído. ― ¿te hace sentir más poderoso tenerme así? ― pregunte con una frialdad que no se de donde la había sacado. De inmediato tomo mi cara con sus manos y se pego a mi cuerpo. Sabía lo que vendría a continuación, pero no se me ocurrió forma de evitarlo. Bajo su boca a la altura de la mía y estando a sólo un suspiro de distancia, se alejó. Me soltó y abrió la distancia que nos separaba. Me quedé viéndolo sin reacción alguna. ― No puedo siquiera imaginarme tocarte un pelo, me das demasiado asco… sos un basura flaca, una pendeja idiota que se cree dueña del mundo y que todos deben hacer lo que ella quiere… sabelo jamás me fijaría en vos, sos muy poca cosa para mí. ― dio media vuelta y se fue. Esa fue la última vez que lo vi, a la semana siguiente logré que mi mamá pida el pase a otra escuela y terminé mi secundaria en otro lugar. A las chicas no las volví a tratar, bien sabia yo que me merecía lo que me había pasado, sin embargo el dolor que me produjo su traición fue tan grande como las palabras de Lucas. Cinco años pasaron ya desde esa noche… Quien me viera ahora no me reconocería como la misma chica que años atrás, no porque haya cambiado físicamente, sino emocionalmente… me volví solitaria y me cuesta confiar en la gente… supongo que me torné introvertida, en un esfuerzo de enterrar a la que fui… y olvidarme por completo de él. Hace dos años me mudé de mi casa porque estoy estudiando ciencias de la educación en la universidad y tuve que viajar. Así fue como nos tocó a una amiga y a mí, encargarnos de dar clases de apoyo a chicos de un comedor barrial. Estaba a una media hora de nuestra casa. Ambas vivíamos juntas hacía unos meses, la conocí cursando una materia en común, en ese tiempo vivía en un centro de estudiantes municipal, hasta que decidimos irnos a vivir juntas ya que el centro cerraba y para cada una pagarnos un departamento era imposible, por eso su familia y la mía se pusieron de acuerdo y ahora vivimos juntas compartiendo gastos. ― ¿será acá? ― preguntó Violeta, mi amiga, frente a un club de barrio. ― Supongo ¿no? ― respondí ― por lo menos es la dirección que nos indicaron.

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― Bueno entremos ― dijo ella y yo asentí. Finalmente era el lugar, nos recibió una señora de unos 60 años, Norma, amable y gentil, quería mucho a los quince chicos que acudían al comedor y casa de día luego de la escuela, en donde las asistentes, que seríamos nosotras, los ayudaban con la tarea ya que en sus casas sus padres o no podían o trabajaban. A Violeta la mandaron con un grupo de chicos más pequeños ya que se especializaría en niños y a mí me toco un grupo de más edad, quienes estaban ya trabajando con otro asistente. Según Norma, debía hablar con él antes de ver a los chicos para ponernos de acuerdo en como trabajaríamos juntos. No sabía quien era pero al parecer por las palabras de la señora era un buen chico muy comprometido con la asistencia a estos adolescentes. Me dirigí hacia el salón donde supuestamente se encontraba, pero allí no había nadie, me quedé unos minutos a solas hasta que escuche pasos tras de mí. ― Bueno Agustina, él es con quien vas a trabajar de ahora en adelante ― dijo la mujer y apenas pude oírla, me quede estupefacta. ― Hola ― dijo él con una indiferencia que me dolió. No tuve reacción como de costumbre… ― Bueno, los dejo solos para que se pongan de acuerdo entre ustedes ― dijo Norma y se fue, mientras yo rogaba para mis adentros que se quedara, que no me dejara sola con él. Inconcientemente di un paso atrás. Mi cara de pánico sería evidente. ― ¿Qué haces acá? ― dijo ― Yo… ― no podía articular palabra. ― Cierto… me había olvidado lo limitada de léxico que eras. ― No me insultes no tenés ningún motivo. ― dije, y él me miró furioso. Me aleje un poco más. ― Tranquila, no tengo ningún interés en hacerte nada… por ahora ― dijo. ― No me intimidas Lucas, ésta vez no te lo voy a permitir. ― ¿no me lo vas a permitir? ― dijo serio y con cara de incredulidad. ― Sí, estuviste en todo tu derecho de insultarme hace años, y lo acepte, pero ahora no… no me vas a volver a humillar. ― No pretendo humillarte, sólo que no te entrometas en mi camino. ― ¿de qué hablas? ― Busca otro lugar para practicar Agustina, porque acá no te pienso dar espacio. ― dijo sonriendo maliciosamente. Lo miré sin poder creer lo que decía. ― si vas a hablar estupideces prefiero ir a hacer otra cosa la verdad…― dije y trate de pasar a un costado de él para adentrarme más al aula. ― Estoy hablando enserio ― dijo sujetando fuertemente mi muñeca, y mirándome desafiante. ― Bueno basta ― dije soltándome de su agarre, estaba sumamente nerviosa pero trate de sonar segura ― esto es así, tengo que trabajar acá, así que vas a tener que irte vos a lo sumo, o aceptarlo y trabajar juntos sin querernos matar el uno al otro… porque yo no me voy, que te quede bien claro. ― Siempre fuiste una egoísta ― dijo enojado saliendo del lugar.

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Los siguientes encuentros no fueron menos amistosos, por el contrario estaban cargados de una gran tensión, habíamos logrado disimular frente a los chicos pero ni bien nos encontrábamos a solas ya salía a la superficie la hostilidad de él para conmigo. Pero algo había logrado al menos, entendió que no podía irme a otro lugar y como él tampoco quería irse ya que venía hace unos años trabajando con ese grupo de chicos… llegamos a una coexistencia superficial y pública pacífica. Todas las semanas debía entregar informas de las prácticas a mi profesora, y últimamente entre los parciales y el ayudar a los chicos no los había hecho así que me quedaba todas las tardes en el club después de hora para ir completándolas. Estaba encargada de cerrar el lugar ya que era la última en irme, era bastante tétrico ya que los meses iban pasando y ya estábamos en otoño, el barrio era bastante solitario y el club poco iluminado… no se si especifique antes, pero desde lo que paso con Lucas la noche del baile, no me agrada demasiado la oscuridad… me hace sentir vulnerable y sobre todo me recuerda a él. Cada vez era peor, todo lo que me rodeaba era como una mención a su persona… y lo que más dolía era ver lo injusta que había sido, lo mal que lo juzgue, él era arrogante pero sólo cuando se sentía amenazado, por ejemplo conmigo… sin embargo el sólo verlo con los chicos era simple motivo para darme cuenta que era de esos seres utópicos que piensan que con sus ideologías de solidaridad social ya se puede cambiar el mundo… un muy lindo sueño pero irreal a la hora de la puesta en práctica. Sin embargo él no era solamente eso, lo que tenía de rencoroso lo equiparaba en simpatía, buena predisposición, inteligencia, valentía… y sobre todo transparencia. Obviamente no conmigo, pero si lo podía notar con el resto. Y eso me dolía… ver como no soportaba mi sola presencia y si podía tratar como ser humano a cualquier otra persona. Y cada vez me afectaba más… no lograba superarlo, sino más bien todo lo contrario… ― ¿Podemos hablar por favor? ― le dije una tarde cuando ya los chicos se habían retirado del lugar. Violeta no había ido ese día, así qué estábamos prácticamente él y yo solos en todo el lugar. ― ¿No ves acaso que estoy ocupado corrigiendo los trabajos de los chicos? ― me respondió de mal modo… ya era algo normal en él. Creo que nunca me hablaba como al resto. Y supongo que bien o mal me lo merecía… aunque ya ni sabía, había pasado tiempo… mucho y le había demostrado una y mil veces que ya no era la misma. ― Bueno yo también tengo que hacer lo mismo, así que vamos a compartir el especio físico ― dije enojada sentándome en la misma mesa grande en donde estaba él y esperando su reacción. Puso los ojos en blanco. ― habiendo tantos lugares en el club tenés que venir justo a éste. ― habló casi en un susurro. ― Sí ― respondí mirándolo fijo ― no hay nadie, y está todo oscuro. ― dije sin pensar. Él me miro sorprendido. ― ¿qué con eso? ― nada. ― No, por algo lo dijiste.

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― Ya fue… no se porque preguntas… como si te importara ― dije esta vez yo muy bajo, él volvió a clavar sus profundos ojos verdes en mí, o eso sentí porque me había puesto a revisar los escritos de los chicos. Acercó su silla a la mía, nuestros hombros se rozaban… yo comencé a respirar con dificultad. ― Al enemigo hay que tenerlo cerca y saber sus puntos débiles ― dijo tan cerca, que casi pude sentir el roce de sus labios sobre mi mejilla… fue como si un escalofrío me recorriera todo el cuerpo, me aleje instintivamente. ¿Cómo es posible tener dos sentimientos tan contrarios?... ― Yo no soy tú enemiga, ¿Cuándo lo vas a entender? ― dije. ― Si no lo sos… ¿Por qué te alejas? ― preguntó serio. ― Es que tenés una forma de ser conmigo que siempre me pones nerviosa o incomoda… si es para mí sos intratable. ― ¿porqué será no? ― pude ver como se giraba para quedar frente a mí. Bajé la vista… sabía lo que se venía a continuación. ― Se que cambiaste, eso no te lo voy a negar… sos otra chica ― lo miré sorprendida era la primera vez que me lo reconocía. ― Pero… no me puedo olvidar, por tú culpa tuve que terminar el secundario un año después y tengo una causa policial por robo y violencia… mientras vos estabas de lo mejor en tu colegio de chicos bien, yo soportaba que digan y piensen cualquier cosa de mí… además de tener que ser mil veces mas conciente a la hora de actuar en público porque a la minima queja de mí… fui. Quise morirme ahí mismo escuchándolo… si durante todos estos años me había torturado mentalmente por lo que había hecho, por lo menos era algo de lo que estaba en conformidad…merecía que me trate mal, que me odie y ni quiera compartir el mismo aire que yo. ― Si te sirve de algo… no la pase bien tampoco. No cambie un día porque estaba aburrida, sino que al poco tiempo de que pase todo me di cuenta de lo estúpida y egoísta que había sido. Yo tampoco la pase bien, y no me quede en el colegio, también me cambie, pero bueno fue por cobardía más que nada… ― Ojala no fueses la misma chica que hizo que la odie…porque ésta que sos ahora aunque no lo creas me cae bien. ― Lo miré estupefacta. ― Vos me odias. ― Sí, pero… odio lo que me recordas no lo que sos ahora… quizás… ― ¿qué? ― dije y no podía dejar de mirarlo, sus ojos me tenían como hipnotizada… era como si quisieran decir miles de cosas y ninguna fuera suficiente. ― Nada… ya vengo ― dijo y se levantó, acto seguido salió rapidísimo del salón, yo me quede allí sin mirar un punto fijo… Una serie de sentimientos que se estaban definiendo de una manera muy nítida me sobrevenían en oleadas intensas que me dejaban sin el poder del entendimiento.

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¿Amor?... ¿Culpa?... ¿responsabilidad?... ¿compasión?... ¿piedad?... ¿dolor? Todos y cada uno de ellos, era como si fueran claros de repente. Todo lo que hice hace años no fue por amor a él, sino por capricho, pero el resultado fue tan drástico para mí, que resulto convertirse en amor… yo lo quiero y no es el sentimiento de culpa lo que me movía a quererlo… eso ayudaba una barbaridad no lo niego, pero no lo era todo… él era el principal motivo. Si yo cambie fue por él… pase de ser una persona frívola y superficial a alguien que sufre por el dolor de los demás… y sobre todo el suyo. Y creo que la clave estuvo en esa noche del baile. Todo lo que me dijo no me hirió en mi orgullo sino más profundo, en mi corazón, en el alma. Si cambie fue porque no quise parecerme nunca más a esa chica que tanto mal le hizo. Y fue también por eso mismo que nunca más pude fijarme en otra persona. “Me das demasiado asco… sos un basura flaca, una pendeja idiota que se cree dueña del mundo y que todos deben hacer lo que ella quiere… sabelo jamás me fijaría en vos, sos muy poca cosa para mí.” Recordaba cada palabra como si las hubiera dicho hacia cinco segundos, y no cinco años. De golpe veo por la ventana del aula, como el cielo se oscurece y levanta un viento fuerte, a tal extremo que todo se queda a oscuras porque la luz se corta. Grito, es lo único que se me ocurre, me da pánico la oscuridad… siento como todo se achica y se vuelve sobre mí, quitándome el aire… “tranquila, estoy acá” me dice una voz al oído y tiene el efecto de un sedante. ― ¿Lucas? ― habló a la oscuridad que me rodea. ― Sí, ¿quién más sino? ― dice él riendo y me toma la mano ― no te preocupes, yo estoy con vos, no te voy a dejar sola… tranquilizate está todo bien es sólo una tormenta. ― No me sueltes, por favor ― le suplico. Sus brazos rodeaban mi espalda, no veía nada sólo podía sentir su aliento dulce sobre mi piel, al parecer estábamos muy cerca el uno del otro. Temblaba y no sólo por la oscuridad y la tremenda tormenta que se desataba afuera, sino por él… era la primera vez desde que lo conocía que se dirigía mí sin rencor, odio, ira, desprecio, ironía… ― Estás temblando ― dijo él con vos ronca a mi oído. ― Perdón. ― No, está bien… no me molesta… ¿desde cuando le temes a la oscuridad? ― Emmm… este… no, no se… unos años atrás ― dije sin querer reconocer la verdad. ― ¿Cuántos? ― preguntó insistente. ― No importa… ― ¿Desde lo del baile no? ― pregunto con ¿pena? Me solté de su agarre, como acto involuntario al verme descubierta, pero él me volvió a sujetar. ― creo que ya contestaste ― dijo y ésta vez lo sentía cada vez más cerca de mi boca. Ya que su respiración rozaba mis labios. ― Me asustaste demasiado… de verdad creí que me ibas a hacer algo malo… y la oscuridad del lugar no ayudaba, estaba… ― Sí, había miedo en tus ojos… por eso me controle, vi que iba demasiado lejos.

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Un relámpago ilumino todo el lugar por una fracción de segundo, pero basto lo suficiente para que su mirada coalicione contra la mía… fue demasiado como para salir indemne. No podía pensar normalmente si él me miraba de una forma tan intensa como jamás lo había hecho. Por fin algo en mi mente se perdió y todo el aparato sensitivo cobro dominio de mi ser. Mi manos se apoyaron sobre su amplio pecho, y tome su remera como presa entre mis dedos. Lo atraje más cerca aún, el movimiento fue tan rápido que ambos terminamos a unos centímetros de donde estábamos antes. No veía absolutamente nada y creo que eso fue lo que me dio la valentía de hacer lo que estaba por hacer… busque sus labios con los míos… primero roce su barbilla, hasta subir lentamente a su boca. Supe que esa era porque él se puso tenso y sus labios suaves y llenos se entreabrieron. Presioné mi boca contra la suya, él como acto reflejo entrelazó sus dedos entre mi pelo. Temí que no respondiera a mi beso, pero al instante nuestros labios ya estaban danzando a la par… uno sobre el otro, reconociéndose como propios, nuestras bocas encajaban a la perfección, eran tal para cual. Lo abracé aun más fuerte y fue ahí cuando Lucas decidió tomar el control de la situación. Sujetando mi rostro, y apoyando su cuerpo sobre el mío nos giró y empezó a caminar aun besándome. Era fuerte, pero a su vez dulce y tierno. Su cuerpo movió el mío hasta que mi espalada dio con algo frió y áspero… supuse que era la puerta y lo confirme cuando el picaporte se enterró en la parte baja de mi espalda, un tanto más arriba de mi cintura. Era incómodo, sin embargo el grado de intensidad que había tomado ese beso, hizo que olvide todo lo que nos rodeaba. Todo en mí era sentir… sentir y nada más que sentir. Mis brazos rodearon su cuello, mientras los suyos me abrazaban fuerte por la cintura. Profundizo el beso y nuestras lenguas empezaron a jugar. Su boca devoraba la mía cada vez con más insistencia. Y mi espalada se veía asediada de abajo a arriba por sus fuertes manos. No podía pensar claramente… eran demasiadas sensaciones juntas que minaban mi ya casi extinto sentido común. Un sonido que no provenía de nosotros, nos trajo a la realidad… un teléfono sonaba fuerte y tranquilo al otro lado de la habitación. El mío no era porque lo tenía en mi bolsillo. Lucas se separó de mí y camino hasta la mesa de donde provenía una tenue luz que indicaba que el teléfono seguía sonando. Yo quede aún con la espalda apoyada en la puerta cerrada y tratando de pensar como enfrentaría lo que acababa de pasar…No tenía ni idea. No era una llamada, sino un mensaje de texto… apenas podía ver su silueta a través de la luz que emitía la pantalla del celular. ― Mensaje de Movistar… nada importante ― dijo con una voz más grave de lo normal. ― ah ― fue todo lo que pude decir. La magia se había roto… y ahora sólo quedamos nosotros los de antes. ― Eso no… eso fue… nosotros… ― dijo él sin tener coherencia en lo absoluto, pero algo estaba claro… ― Fue un impulso… no debió pasar. Disculpame ― dije tratando de sonar segura de lo que decía.

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― Un impulso… ― dijo en un susurro y se quedó callado ― ¿UN IMPULSO?... ― gritó furioso unos segundos después ― ¿Qué soy para vos Agustina, un estúpido juguete al que podes manipular como querés? ― No, yo… o sea ― me enredé en mis propias palabras, me acerque a él pero se corrió de mi lado y quedamos en lados opuestos él cerca de la puerta y yo de la mesa. ― ¿no qué?... me estás volviendo loco, trato de hacer lo imposible por llevarnos bien, ya que creo que habías cambiado… y no, seguís siendo la de siempre. ― NO ― grite llorando ― dejame explicarme por favor. ― Deja es lo mismo de siempre. Después de eso fue de mal en peor… las cosas no se arreglan de la nada, eso sólo pasa en las novelas y en la tele, en la vida real todo se desmorona de una forma irreparable y lo que único que podes hacer es levantar los pedazos. Lucas ahora me trataba con más hostilidad que nunca… no entendía ¿por qué? Me confundía… yo lo besé y no porque fuera mi juguete personal… nunca quise a nadie tanto como a él. Pero no podía decírselo, jamás me creería. Sin embargo… ¿porqué respondió mi beso?... Una vez dijo que jamás se fijaría en alguien como yo, pero… esa vez rodeados de pura oscuridad creí que algo sentía por mí. Supongo que habían sido puras interpretaciones mías. ― Agus te buscan ― dijo mi amiga yéndose a cursar a la facultad. ― ¿quién? ― pregunté, sin poder imaginarme quién iría hasta a mi casa a buscarme. ― Adivina ― dijo Violeta al salir por la puerta, yo estaba en la cocina ― pasa, pero no quiero gritos eh ― le dijo a la persona que me buscaba. Me acerque a la entrada y parado frente a mí con la puerta que se cerraba me encontré a Lucas. Su expresión contrariada no me vaticino nada agradable de presenciar. ― ¿qué haces acá? ― dije con asombro en mi voz. ― Que linda manera de recibirme ― dijo con ironía. ― No empecemos otra vez Lucas, por favor… ya estoy agotada mentalmente de vos y toda ésta situación. ― respondí sentándome en la silla más cercana, y fije mi vista en el suelo de mi casa. ― No… la seguimos que es muy distinto. ― me sujeto los hombros con sus manos y tiro de mí hacia arriba, levantándome de golpe y quedando ambos frente a frente. ― Mirame cuando te estoy hablando. ― Soltame ― dije tratando de soltarme de su agarré. ― No ― grito y me sujetó más fuerte. ― Me estás lastimando. ― Como vos a mí ― dijo y clave mi vista en la suya sin entender de que hablaba. ― ¿qué? ― dije casi en un susurro ahogado. ― Lo lograste ― dijo enojado ― yo… yo desde hace años estoy… no quería, te juro que luche con todas mis fuerzas para que no me pase… pero esa noche en el baile estabas tan frágil… como si fueras conciente de lo que

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habías hecho… mirabas de otra forma, y ni bien me viste empezaste a temblar y te pusiste pálida… yo no quería… pero no lo podía reprimir ― hablaba sin parar ― estabas tan indefensa… que yo sólo… yo sólo quería besarte ― mis ojos casi se desorbitan al escuchar lo que decía ― pero no podía olvidar lo que me habías hecho… así que dije lo primero más hiriente que se me ocurrió… y me aleje pensé que con el tiempo podía sacarte de mí cabeza. ― p…pero… vos me odiabas ― dije tratando de poner orden a mis sentimientos. ― Era como amar y odiar a una misma persona ― dijo mirándome fijo ― lo habías logrado me había enamorado de vos… no se cómo porque eras lo peor que me había pasado en la vida, pero… por alguna razón estabas en mi corazón… el tiempo paso y creí que te había olvidado, hasta que volviste a aparecer y me removiste todo lo que creí muerto. ― Me querés ― dije más como una epifanía que como una afirmación… él me quería, siempre me quiso… y por eso me odiaba a su vez. ― Sí, exacto y creí que a vos te pasaba lo mismo… y que no eras lo misma que a los 14. ― Pero no lo soy, te lo juro ― chille. ― No mientas. ― me asombró como sus ojos verdes se tornaron oscuros por efecto de la furia que lo atravesaba. ― No lo hago. ― ¿Por qué me besaste entonces?... ¿acaso querés volverme loco? ― No, yo… yo no quiero… por favor dejame que me explique. ― ¿Qué me vas a decir? ― grito y se acerco más ― ¿Qué fue un impulso?... como ya me dijiste… o la verdad, que te gusta volverme loco… ¿a ver decime porque me besaste? ― dijo reforzando la presa de sus manos sobre mis brazos, mientras sus ojos buscaban la verdad a través de los míos. ― Por… porque… PORQUE TE QUIERO ― grite ya sin poderlo ocultar más, él se quedó helado y ya no reaccionó lo que me dio la posibilidad de zafarme de su agarre. ― pero estás tan ciego que jamás lo vas a ver, no me vas a creer… siempre soy yo la que hace todo mal, y desde que te volví a encontrar lo único que hice fue tratar de enmendar lo que te hice… y jamás lo viste así. ― Yo… ― ¿Ahora sos vos el de léxico pobre? ― dije haciendo alusión a lo que me dijo una vez. ― Andate por favor Lucas… dejame en paz. Lo empuje hasta la puerta y la abrí. Pero él no se movió ni un milímetro de allí. Mi mente trataba de asimilar todo, pero me resultaba dificultoso al ver en su mirada una pena que me dolía a mí también. Dio un paso hacía mí, pero yo me retiré… ya no podía soportar el dolor que me causaba tenerlo cerca y que él no viera lo que sentía. Ya no le quedaban ni fuerzas ni ganas a mi corazón. ― Vos también me querés ― dijo riendo para sí. ― No me pidas que te explique lo que nunca tuvo explicación ― dije. ― Somos dos estúpidos… pero yo el más grande de los dos, y no sólo por la edad ― dijo de manera dulce. Rompió la barrera invisible que nos separaba y pasó una mano por mi cintura, mientras con la otra acariciaba mi rostro. Sonrió de un modo tierno y lleno de

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amor, me miró con dulzura… una dulzura con la que jamás me había mirado. Mi corazón latió de tal forma que creí que saldría de mi pecho. Sus labios rozaron suavemente los míos unas cuentas veces, hasta que se retiro para contemplarme de nuevo. ― ¿Y si empezamos de nuevo? ― dijo alegremente y deposito un beso en mi boca. ― ¿cómo? ― pregunté sin entender. ― Hola me llamo Lucas ― dijo con una sonrisa pícara ― y por si no lo sabes… sos la chica más linda que vi en mi vida. ― Yo me sonroje ― se que no te conozco en lo absoluto y nunca sino hasta ahora te había visto… pero, ¿podemos cambiar eso? ― yo reí, y asentí. ― Me haces acordar a un chico que me tenía loca cuando era más chica ― dije cuando él estaba a punto de besarme nuevamente. Nuestras bocas se unieron perfectamente como ya sabía yo y sentí como el reía sobre mis labios con alegría. La vida lo había puesto en mi camino, y yo sola me había encargado de alejarlo… pero, no debía ser así… por eso mismo el destino se encargo de volvernos a unir. Y ésta vez no fallaría, porque ahí rodeada de sus brazos y con su boca dulce y suave sobre la mía… supe que era el lugar donde debía haber estado siempre… y hasta el fin de mis días. Fin