Amazonia política, desarrollo sostenible amazónico

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E. Gudynas: Contexto internacional y desarrollo sostenible amazónico: Las posibilidades y lími- tes de un nuevo regionalismo. $PD]RQLD3ROtWLFD $PD]RQLD3ROtWLFD &RQWH[WRLQWHUQDFLRQDO\GHVDUUROORVRVWHQLEOHDPD]yQLFR /DVSRVLELOLGDGHV\OtPLWHVGHXQQXHYRUHJLRQDOLVPR (GXDUGR*XG\QDV 0ROYECTO !MAZONIA3OSTENIBLE . DEMARZODE Diariamente se extraen recursos naturales de la Amazonía, gene- ralmente con prácticas que degradan el ambiente. La agricultura y la ganadería extensivas, la explotación de minerales e hidrocar- buros, la sobreexplotación de la flora y fauna y el saqueo de re- cursos genéticos, amenazan gravemente la base vital de la natu- raleza amazónica con efectos locales, nacionales y globales, comprometiendo las opciones de las próximas generaciones. Hay problemas adicionales que desestabilizan las instituciones democráticas locales, privilegiando procesos informales y hasta ilegales, como la corrupción y el narcotráfico, que inciden en altos niveles de violencia, tráfico de armas, además de conflictos locales por usos a menudo ilegales de la tierra que generan defo- restación. Finalmente, existe un déficit de sólidos mecanismos democráticos locales que podrían servir para encontrar solucio- nes políticas consensuadas para los problemas mencionados, a través de la colaboración y el consenso entre actores públicos y privados. (QHVHPDUFROD)XQGDFLyQ)ULHGULFK(EHUWOOHYDDGHODQWHVX SUR\HFWRGHGHVDUUROORWHUULWRULDOVRVWHQLEOHHQOD$PD]RQtDGHV GHXQDSHUVSHFWLYDGHFXHQFDHVGHFLUFRPRXQVLVWHPDGHUHOD FLRQHVQDWXUDOHV\VRFLDOHVPiVDOOiGHODVIURQWHUDVQDFLRQDOHV FHQWUDGRHQODVGLIHUHQWHVGLPHQVLRQHVGHOGHVDUUROORVRVWHQLEOH SROtWLFDDPELHQWDOHFRQyPLFDVRFLDO\FXOWXUDO6LELHQHO SUR\HFWRFRQVLGHUDODVGLVWLQWDVGLPHQVLRQHVGHOGHVDUUROORVRV WHQLEOHHQIDWL]DODDSUR[LPDFLyQGHVGHODHVIHUDSROtWLFDDO FRQVLGHUDUTXHpVWHSXHGHVHUDOFDQ]DGRVRODPHQWHVLH[LVWHQ PHFDQLVPRVGHPRFUiWLFRVGHWRPDGHGHFLVLRQHVSROtWLFDVTXH JHQHUHQJREHUQDELOLGDG\TXHSURPXHYDQODSDUWLFLSDFLyQFLX GDGDQD(VWHSUR\HFWRRSHUDHQWHUULWRULRVVHOHFFLRQDGRVGH %ROLYLD%UDVLO&RORPELD(FXDGRU3HU~\9HQH]XHOD En este contexto, la Fundación inaugura un nuevo espacio de discusión regional en torno a los ejes críticos de relevancia política para el desarrollo sostenible amazónico. La serie Ama- zonia Política recoge en este sentido distintas percepciones políticas en torno al tema, cuya importancia tiene alcances nacionales, regionales y universales. Desde la época de la colonización portuguesa y española, la Amazonia ha sido representada como una región misteriosa pero repleta de riquezas. Aún hoy persiste la imagen de una vasta región, prácticamente vacía y con enor- mes recursos disponibles que deben ser apro- vechados cuanto antes. Estos y otros factores explican que la región se encuentra bajo una fuerte presión, manteniéndose un estilo de de- sarrollo extractivo con importantes impactos ambientales y sociales que no logra resolver las urgencias de desarrollo local. Sin duda uno de los factores más importantes en esta problemática reside en las condiciones y posibilidades que impone el contexto regio- nal e internacional sobre el desarrollo amazó- nico. A pesar de esa relevancia, existen pocos estudios que aborden estas cuestiones desde una perspectiva regional, en tanto predominan los análisis nacionales o locales. Por lo tanto, en este artículo se exploran algunas de las par- ticularidades más importantes del regionalis- mo amazónico. En especial, aquí se postula que las propuestas de desarrollo de la Amazo- nia siempre deben considerar estos contextos internacionales, y que las opciones hacia un estilo de desarrollo alternativo sostenible no puede realizarse únicamente desde el nivel local o nacional, sino que requieren un nuevo tipo de integración regional. La articulación política, cultural y económica de los países amazónicos es un ingrediente indispensable para la sustentabilidad. 7HUULWRULR\HFRORJtD Desde un punto de vista geográfico y ecológi- co es posible reconocer a la región Amazónica como una unidad. Ocupa mas de 7,5 millones de km2 en ocho países (Brasil, Bolivia, Ecua- dor, Colombia, Perú, Venezuela, Guyana y Suriname) y un territorio (Guayana Francesa). En esa superficie existen dos cuencas hidro- gráficas: la del Río Amazonas propiamente dicha, que ocupa la mayor superficie, y la del Río Tocantins, más pequeña. El paisaje domi- nante corresponde a selva tropical húmeda. Sin embargo, las cuencas hidrográficas no se corresponden con la superficie del bosque

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Diariamente se extraen recursos naturales de la Amazonía, gene-ralmente con prácticas que degradan el ambiente. La agricultura y la ganadería extensivas, la explotación de minerales e hidrocar-buros, la sobreexplotación de la flora y fauna y el saqueo de re-cursos genéticos, amenazan gravemente la base vital de la natu-raleza amazónica con efectos locales, nacionales y globales, comprometiendo las opciones de las próximas generaciones.

Hay problemas adicionales que desestabilizan las instituciones democráticas locales, privilegiando procesos informales y hasta ilegales, como la corrupción y el narcotráfico, que inciden en altos niveles de violencia, tráfico de armas, además de conflictos locales por usos a menudo ilegales de la tierra que generan defo-restación. Finalmente, existe un déficit de sólidos mecanismos democráticos locales que podrían servir para encontrar solucio-nes políticas consensuadas para los problemas mencionados, a través de la colaboración y el consenso entre actores públicos y privados.

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�En este contexto, la Fundación inaugura un nuevo espacio de discusión regional en torno a los ejes críticos de relevancia política para el desarrollo sostenible amazónico. La serie Ama-zonia Política recoge en este sentido distintas percepciones políticas en torno al tema, cuya importancia tiene alcances nacionales, regionales y universales.�

Desde la época de la colonización portuguesa y española, la Amazonia ha sido representada como una región misteriosa pero repleta de riquezas. Aún hoy persiste la imagen de una vasta región, prácticamente vacía y con enor-mes recursos disponibles que deben ser apro-vechados cuanto antes. Estos y otros factores explican que la región se encuentra bajo una fuerte presión, manteniéndose un estilo de de-sarrollo extractivo con importantes impactos ambientales y sociales que no logra resolver las urgencias de desarrollo local. Sin duda uno de los factores más importantes en esta problemática reside en las condiciones y posibilidades que impone el contexto regio-nal e internacional sobre el desarrollo amazó-nico. A pesar de esa relevancia, existen pocos estudios que aborden estas cuestiones desde una perspectiva regional, en tanto predominan los análisis nacionales o locales. Por lo tanto, en este artículo se exploran algunas de las par-ticularidades más importantes del regionalis-mo amazónico. En especial, aquí se postula que las propuestas de desarrollo de la Amazo-nia siempre deben considerar estos contextos internacionales, y que las opciones hacia un estilo de desarrollo alternativo sostenible no puede realizarse únicamente desde el nivel local o nacional, sino que requieren un nuevo tipo de integración regional. La articulación política, cultural y económica de los países amazónicos es un ingrediente indispensable para la sustentabilidad. 7HUULWRULR�\�HFRORJtD� Desde un punto de vista geográfico y ecológi-co es posible reconocer a la región Amazónica como una unidad. Ocupa mas de 7,5 millones de km2 en ocho países (Brasil, Bolivia, Ecua-dor, Colombia, Perú, Venezuela, Guyana y Suriname) y un territorio (Guayana Francesa). En esa superficie existen dos cuencas hidro-gráficas: la del Río Amazonas propiamente dicha, que ocupa la mayor superficie, y la del Río Tocantins, más pequeña. El paisaje domi-nante corresponde a selva tropical húmeda. Sin embargo, las cuencas hidrográficas no se corresponden con la superficie del bosque

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La estructura y funcionamiento de los ecosistemas Amazónicos presenta varias particularidades. En primer lugar, la elevada biodiversidad amazónica descansa en especies pequeñas y con distribuciones restringidas. En otras áreas tropicales, como en Africa, una proporción significativa de la riqueza biológica se expresa en grandes especies, como leones, rinocerontes o elefantes, y que tienen amplias zonas de distribución. Sin embargo, en la Amazonia, la mayor riqueza animal se sustenta por ejemplo, entre los mamíferos, en especies pequeñas como roedores y murciélagos, y no en los grandes herbívoros, así como en anfibios, peces o insectos. Por ejemplo, en Tambopata (Perú) se han relevado más de mil especies distintas de mariposas, mientras que en Manaus (Brasil) más de mil especies de escarabajos están presentes en los árboles. La mayor parte de las pequeñas especies no son conocidas, y sus áreas de dispersión son proporcionalmente más pequeñas (altos niveles de endemismo). Los ecosistemas ecológicos amazónicos a pesar de su complejidad no son robustos, sino que en muchos casos son “frágiles”. Sus capacidades de resistir a los impactos ambientales son proporcionalmente menores, se encuentran en un delicado equilibrio entre los recursos que ofrecen los suelos y el régimen de lluvias, con la vegetación y fauna que sustentan. Si bien existe una cierta unidad ecológica, la Amazonia no es un área homogénea. En su interior es heterogénea a varios niveles. En la cuenca se pueden distinguir distintos tipos de bosques tropicales, que a su vez están relacionados con diferentes suelos, distintos tipos de cuencas hidrográfias, etc. En cada región a su vez se encuentran diferentes tipos de ecosistemas de selva (como la selva de tierra firme, la selva en áreas inundables, etc), con “manchas” intercaladas de otros ambientes, como “caatingas” o savanas). Finalmente, la Amazonia está lejos de ser un área totalmente silvestre e intocada. En realidad, este bosque tropical ha tenido una delicada intervención humana desde tiempos pre-coloniales que han afectado la composición de la fauna y la flora, tanto por algunas prácticas de agricultura como por la introducción de especies. Por lo tanto es más correcto hablar de la Amazonia como un “bosque cultural tropical húmedo”.

amazónico, ya que en algunas zonas se extiende sobre otras cuencas (por ejemplo, sobre la cuenca del Río Orinoco o en el macizo de las Guayanas) pero en otras, el bosque tropical no alcanza los cursos altos de los ríos (como sucede en las lade-ras andinas). Brasil posee aproximadamente dos tercios de la superficie total de la cuenca (que corresponden al 59 % de su territorio nacional). El resto se reparte entre los demás países, donde sobresalen las guayanas o Bolivia, donde la selva amazónica representa una proporción muy alta de su territorio nacional (76 % en Suriname, 74 % en Guyana y 66 % en Bolivia). La importancia ecológica de la Amazonia es real. Ese bosque representa aproximadamente un tercio de todos los bosques tropicales del planeta, y posee uno de los acervos en fauna y flora más rico del globo. Ese bosque posee varias particulari-dades que siempre deben tenerse presentes para generar nue-vas estrategias de desarrollo (Cuadro 1). Es así que, por ejem-plo, la conservación amazónica involucra no sólo a especies emblemáticas (por ejemplo monos) sino también otras como escarabajos u hormigas, que en muchos casos ni siquiera son conocidas por la ciencia. Por lo tanto es necesario proteger ecosistemas completos, con todo los componentes que ellos

encierran, y no es apropiado enfocarse únicamente en especies claves destacadas; la conservación amazónica es sobre todo un esfuerzo de protección sistémica. Estas particularidades también condicionan las prácticas de ma-nejo territorial. En otras regiones tropicales, como varias espe-cies clave poseen amplias áreas de dispersión, hay más opcio-nes para manejar los impactos territoriales, pero eso no sucede en la mayoría de los casos en la Amazonia. En tanto los niveles de endemismo son altos y las áreas de dispersión pequeñas, ac-tividades como una represa hidroeléctrica o una carretera, pue-den destruir casi toda el área de dispersión de una pequeña es-pecie endémica, llevándola a la extinción. Esta particularidad impone serias restricciones a la planificación territorial. Tanto por esa diversidad como por el alto endemismo de espe-cies pequeñas, debe desecharse el mito que sostiene que la Amazonia es una vasta región homogénea, de donde los impac-tos ambientales en un sitio son pocos relevantes en tanto siem-pre se dispone de una enorme superficie intocada. Tampoco es una zona vacía, ya que persisten muchas poblaciones indígenas que siguen ocupando diversas áreas.

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)UDJPHQWDFLyQ�\�GHVDUWLFXODFLyQ� En la actualidad la Amazonia estalla en fragmentos. En efec-to, algunos sitios amazónicos están directamente ligados a la globalización, generalmente como proveedores de recursos naturales, mientras otras extensas zonas se mantienen al mar-gen de esos procesos, y sus principales relaciones son locales o regionales. El desarrollo extractivista que domina la Ama-zonia se basa en una apropiación de los recursos naturales volcados a su utilización fuera de la región, y particularmente su exportación, lo que determina una afectación desigual del territorio. Ese estilo es uno de los principales factores que hace que la región se fracture. Hay varios ejemplos de esta apropiación territorialmente des-igual desde la globalización. Entre los casos de vinculaciones directas a la globalización se pueden mencionar a los sitios donde se extraen recursos naturales que son exportados direc-tamente (por ejemplo, los yacimientos de petróleo en el orien-te ecuatoriano), o donde hay plantas manufactureras hacia fuera de la región (es el caso de la Zona Franca de Manaus). Ese tipo de emprendimientos dependen esencialmente de in-versiones externas, usualmente en manos de corporaciones transnacionales, y sus beneficios económicos más sustancio-sos regresan a esas empresas. Las comunidades locales en la mayor parte de los casos no logran beneficios importantes, e incluso los aportes para los Estado-nación son limitados. La fragmentación se refuerza por que los Estado-nación sólo controlan adecuadamente algunas áreas dentro de sus territo-rios amazónicos; la mayor parte de éstas tienen que ver con sitios donde se llevan adelante emprendimientos atados a la globalización (minería, petróleo, etc.), o bien por su importan-cia en la seguridad nacional (como reacción frente al narcotrá-fico o la guerrilla). En el resto del territorio la presencia esta-tal es débil, y en consecuencia es débil también la aplicación de derechos y seguridades ciudadanas. De esta manera, la Amazonia se convierte en una vasta región periférica donde se intercalan algunas “islas” que son eslabones primarios de cadenas productivas globales. Algunos de estos elementos aparecen en las imágenes más comunes que se ofrecen sobre la Amazonia a nivel internacio-nal. Muchas de ellas reconocen los impactos ambientales de diferentes actividades productivas, especialmente las relacio-nadas con la deforestación. Se otorga importancia a esos pro-blemas en tanto la Amazonia es considerada como un área ecológicamente importante a nivel global y que puede afectar las dinámicas ambientales planetarias, pero también como una reserva de recursos que en el futuro próximo pueden tener enorme valor económico y estratégico (germoplasma, agua, etc.). De esta forma, varios países industrializados han planteado distintas ideas que de alguna manera implican regulaciones sobre el aprovechamiento de recursos y mantienen algunos programas de asistencia a iniciativas de conservación. Por ejemplo, los países industrializados del G-7 asisten desde 1990 a Brasil con el Programa Piloto para la Protección de los

bosques tropicales (PPG7). Frente a esos intentos los países de la región siempre han demostrado recelo, y han invocado una y otra vez su soberanía sobre la región. Su posición es que sólo los gobiernos nacionales pueden decidir las estrate-gias de desarrollo a seguir, y más de una vez han denunciado que se insiste con una conservación estricta del área impidien-do el desarrollo nacional. Este debate internacional está cruzado por variadas contradic-ciones y tensiones. Por un lado, la presión global por extraer recursos amazónicos cuenta casi siempre con el beneplácito local, mientras que las declaraciones internacionales que lla-man a proteger la región logran resultados prácticos modes-tos, tanto por la falta de compromiso serio de los países indus-trializados como por el recelo y dificultades de implementa-ción en América del Sur. Un cumplimiento estricto de acuer-dos como la Convención de la Diversidad Biológica pondría en suspenso muchas cadenas productivas que los países indus-trializados inician en la Amazonia. Por otro lado, la propia idea de soberanía presenta diversas debilidades, en tanto los estilos de desarrollo están fuertemente condicionados por fac-tores externos y la autonomía de cada nación para seguir otro camino son muy limitadas. De esta manera en muchos casos la aspiración de soberanía invocada por los países amazónicos termina siendo, en muchos casos, una soberanía para seguir destruyendo el bosque. (VWUDWHJLD�GH�GHVDUUROOR�H[WUDFWLYLVWD�\�VXERUGLQDGD� El estilo de desarrollo predominante en la Amazonia se basa en extraer recursos naturales. Si bien en muchos casos las tec-nologías son modernas, se repite un patrón que se remonta a la época colonial: la mayor parte de los recursos son apropia-dos para derivarlos hacia el exterior. En efecto, las principales actividades incluyen la minería (oro, hierro, bauxita, etc.), hidrocarburos (petróleo, gas), madera, agricultura y ganadería, donde los principales emprendimientos están dedicados a la exportación. En esa explotación no se perciben límites, ya que persiste la visión de un región “vacía” y retrasada que debe ser “colonizada”, y que por lo tanto debe recibir colonos y pioneros. Estas actividades desencadenan serios impactos ambientales, como por ejemplo contaminación de aguas por mercurio o por hidrocarburos, deforestación e incendios, reducción de las áreas silvestres, pérdida de especies, etc. Existen muchos re-clamos por proteger el ambiente y reducir los impactos am-bientales, pero esos esfuerzos están muy rezagados frente a los problemas actuales.

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La deforestación ilustra este problema. Los más recientes da-tos de Brasil muestran el segundo mayor pico histórico de pérdida de bosque tropical entre agosto de 2002 a agosto de 2003, con una deforestación de 23 750 km2. La marca históri-ca corresponde a 1995 con poco más de 29 mil km2. El nuevo registro representa un aumento del 2% con respecto al año anterior. Desde que se monitorea la deforestación, en 1988, se ha perdido un total de más de 270 mil km2 de selvas tropica-les. La mayor superficie perdida se registró en el estado de Mato Grosso, con 10.416 km2 que responde al 43,8% del área desforestada total. Es importante advertir que la deforestación resulta de nuevos factores, donde un 80% de la pérdida de bosques amazónicos se debe a la ganadería en gran medida exportadora. Son pe-queños y grandes ganaderos, más tecnificados, con un sesgo más empresarial, y que orientan su producción hacia el co-mercio internacional. Un estudio reciente del Centro Interna-cional de Investigaciones Forestales (CIFOR) indica que un 80% del aumento del stock ganadero brasilero que tuvo lugar en la última década ocupó la Amazonia, y que esencialmente estaba orientada a la exportación (constituyendo la llamada

“ conexión hamburguer” ). Bajo estas condiciones los países Amazónicos siguen especia-lizados en exportar recursos naturales (bienes primarios o “ commodities” ) y una parte significativa de ellos provienen de la Amazonia. En casi todas esas naciones, los productos primarios representan más de la mitad del total de las exporta-ciones, con situaciones extremas en Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela, donde superan el 80% de las ventas totales. Esto refleja economías muy endebles, ya que unos pocos productos tienen una muy alta participación en el total de ventas al exte-rior, y éstas a su vez tienen un fuerte impacto en las economí-as nacionales. Eso explica las enormes presiones que se reali-zan para acentuar la apropiación de esos recursos. Paradójicamente el cultivo de coca y amapola también corres-ponden a una demanda exportadora, aunque ilícita. Allí ope-ran las fuerzas del mercado y se desencadenan problemas que van mucho más allá del comercio, afectando la seguridad na-cional y regional. En alguna medida el comercio ilícito en fauna y flora opera bajo las mismas reglas, y tiene un impac-to ambiental extremadamente importante.

Cuadro 2.�3ULQFLSDOHV�LQGLFDGRUHV�GH�ODV�H[SRUWDFLRQHV�GH�ORV�SDtVHV�$PD]yQLFRV� Basado en datos del Banco Mundial para el año 2002.�

Productos Primarios % Exportación total

Productos Manufacturados % Exportación total

Primer producto exportado

% primer producto exportado sobre el total exportaciones

Bolivia 84,2 15,8 Gas natural 19,5

Brasil 47,4 52,6 Hierro / Soja 5,0

Colombia 62,2 37,8 Petróleo 21,7

Ecuador 89,7 10,3 Petróleo 36,5

Perú 83,0 17,0 Oro 19,6

Venezuela 87,2 12,8 Petróleo 78.7

La demanda exportadora requiere de vías de traslado y salida de los productos amazónicos. Esa presión es muy fuerte en el caso del petróleo y gas natural, y ha desencadenado grandes obras como el “ oleoducto de crudos pesados” en Ecuador o el gasoducto desde Camisea a la costa peruana; pero lo mismo sucede con la nueva agricultura de la soja y ganadería vacuna en Brasil, la que demanda carreteras, puentes e hidrovías para poder transportar los productos hasta los puertos de embar-que. Es así que la nueva generación de planes de infraestructura amazónica no han sido diseñados en primer lugar para satisfa-cer las necesidades y demandas de las poblaciones locales, sino que responden a las exigencias empresariales de vías de salida para las exportaciones, y por lo tanto contribuye a la desfragmentación de la región. El ejemplo más notable es la “ Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana” (IIRSA), donde participan todos los países amazónicos. El programa nació a

partir de una iniciativa del gobierno de Brasil, como producto de la Cumbre de Presidentes de América del Sur (2000). Su objetivo es construir nueva infraestructura, como puentes, ca-minos e hidrovías, mejorar las existentes, armonizar la gestión de esos planes entre los países, promover proyectos conjuntos, etc. Posee la particularidad que buena parte de su financia-miento proviene de los propios gobiernos (por medio del la Corporación Andina de Fomento y el FONPLATA -fondo financiero de la cuenca del Río de la Plata-).

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,1)5$(6758&785$�5(*,21$/�(1�/$�$0$=21,$� La iniciativa sudamericana en infraestructura IIRSA propone tres ejes principales en la región amazónica. (MH� $PD]yQLFR: busca la interconexión del corredor central amazónico de Brasil con la costa del Pacífico (alcanzando los puertos de Tumaco en Colombia, Esmeraldas en Ecuador y Paita en Perú). El programa estádesarrollando proyectos que afectan más de 6 mil km de vías navegables en los ríos Huallaga, Marañón y Amazonas en Perú, Putumayo en Colombia, Iça, Solimões y Amazonas en Brasil, incorporando a los puertos de Manaos, Macapá y Belém. (MH�3HU~�±�%UDVLO�±�%ROLYLD: con varias obras concretas o en marcha, y por lo tanto de gran importancia por sus avances. Abarca siete departamentos del sur del Perú (Tacna, Moquegua, Arequipa, Apurimac, Cusco, Puno y Madre de Dios); dos departamentos amazónicos de Bolivia (Pando y Beni) y cuatro estados del noroeste del Brasil (Acre, Rondônia, Amazonas y Mato Grosso). Más del 90% de la superficie que cubre el proyecto es amazónica, en un total de 3,5 millones de km2, y con una población total estimada en 12,3 millones habitantes. Se apunta a fortalecer la conexión carretera de los estados de Brasil hacia Bolivia y Perú para llegar a puertos oceánicos. (MH�GHO�(VFXGR�*XD\DQpV: relaciona la región oriental de Venezuela, con Guyana y Surinam, y desde allí con el estado de Amapá (Brasil), y el corredor Manaos-Boa Vista en los estados de Roraima y Amazonas, Brasil, y la interconexión del sur de Venezuela con el centro amazónico (interconexión Manaos – Caracas, y línea eléctrica Gurí – Boa Vista).

Los países andino-amazónicos dependen mucho de IIRSA y de otras fuentes externas para financiar su infraestructura amazónica. Pero el caso de Brasil es distinto, ya que puede realizar varias obras con sus propios recursos (o compartidos con préstamos) su propio programa nacional de obras de nue-va infraestructura en la región Amazónica, tanto a partir de planes de los estados como nacionales. En los últimos años, este país ha manejado varios planes nacionales: “ Brasil em Ação” (1996 a 1999), “ Avança Brasil” (2000 a 2003), y el actual programa plurianual (PPA de 2004 a 2007), que apunta a fortalecer nueva infraestructura que permita promover las exportaciones, en especial granos (soja), carnes vacunas y al-gunos productos procesados parcialmente (hierro, aluminio). Varias de las obras principales que fueron finalizadas, o están en marcha, involucran a la Amazonia. Por ejemplo la "Estrada do Pacífico", en el estado de Acre, brinda una conexión hacia Perú, mientras que el nuevo puente hacia Cobija conecta con Bolivia. Se trabaja en la Hidrovía del río Madeira, una termi-nal sojera en Itacoatiara, y la carretera BR-333 de Minas Ge-rais al sur de Maranhão. Pero el PPA propone obras de gran impacto ambiental como la ampliación de la red carretera (incluyendo la pavimentación de parte de la polémica BR 163, las rutas Anápolis - Açailândia, Boa Vista a Georgetown, Santarén a Cuiabá), algunos puentes, gasoductos y una lista impactante de represas (insistiendo nuevamente en la represa de Belo Monte). También se resucitan las propuestas de hidrovías en los ríos Araguaia-Tocantins, Teles Pires - Tapa-jós, Capiros; y conexiones ferrocarrileras entre Goiânia y Açailândia, y de Uberlandia a Cuiaba. Los países de la región defienden el IIRSA como una iniciati-va que les permite lograr soberanía, pero tal como está plan-teado su efecto es acentuar la dependencia de las demandas

externas sobre las exportaciones. El problema es más acentua-do en Brasil, ya que sus planes en infraestructura desencade-narán serios impactos ambientales y sociales (destrucción de áreas naturales, desplazamiento de comunidades locales, im-pactos negativos sobre grupos indígenas, etc.), pero no ofre-cen una alternativa al estilo extractivista exportador de pro-ductos primarios. La insistencia en el esfuerzo exportador también se debe a los altos niveles de endeudamiento en todos los países amazóni-cos. En términos absolutos el mayor deudor es Brasil (con más de 230 mil millones de dólares). Pero en términos relati-vos, comparando la deuda con el tamaño de la economía o con el dinero que se obtiene de las exportaciones, todos los países se encuentran en una situación alarmante. El endeuda-miento es uno de los factores que alimenta la obsesión expor-tadora para obtener el dinero necesario para cubrir los servi-cios de la deuda. Pero además debilita a los gobiernos, que deben atender las exigencias de los deudores internacionales y los deja en manos de organismos como el FMI, Banco Mun-dial o BID. Esas instituciones establecen planes de acción, determinan condicionalidades y promueven ciertas obras, que en la mayor parte de los casos son insustentables.

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Cuadro 4.�6LWXDFLyQ�HFRQyPLFD�UHVXPLGD�GH�ORV�SDtVHV�$PD]yQLFRV��

PBI p/capita 2002 (U$S)

Deuda Externa (millones de U$S)

Deuda Externa % PBI

Deuda Externa / Exportaciones

Bolivia 886 5.042,0 64,1 251,4 Brasil 2.593 235.000,0 47,8 284,3 Colombia 1.850 38.193,0 49,2 247,6 Ecuador 1.897 16.586,0 61,8 234,7 Guyana 937 1.084,0 152,2 .. Perú 2.113 29.708,0 49,5 278,2 Suriname 2.199 .. .. ..

Venezuela 3.760 32.000,0 37,4 124,4

Cuadro 5.�'DWRV�VRFLDOHV�UHVXPLGRV�GH�ORV�SDtVHV�$PD]yQLFRV��

Población (miles)

Hogares en pobreza (%)

Población pobre (%)

Indice Desarrollo Humano 2003

Indice de Desarrollo Democrático 2004

Bolivia 9.227,0 45,0 62,7 0,671 3.34

Brasil 179.443,0 27,0 17,4 0,775 3.34

Colombia 45.302,0 45,0 64,0 0,773 3.05

Ecuador 13.572,0 43,0 35,0 0,735 3.12

Guyana 767,0 - 35,0 0,719 -

Perú 27.547,0 47,0 49,0 0,752 3.68

Suriname 439,0 - 0,780 -

Venezuela 26.012,0 43,0 31,3 0,778 1.55 La situación social de la región también es resultado de diver-

sos factores internos, que si bien están más allá del objetivo del presente artículo, es indispensable por lo menos mencio-nar aquellos directamente vinculados con las dinámicas inter-nacionales. Todos los países sufren altos niveles de pobreza; en la mayor parte de ellos se encuentran por encima de un ter-cio de la población (consideramos que las cifras de Brasil sub-estiman la situación real). Este empobrecimiento está asocia-do con otros problemas como el desempleo, informalidad de la economía, dificultades en el acceso a la educación, salud y vivienda, etc. La situación es particularmente grave en varias regiones amazónicas, donde los indicadores de pobreza son todavía mayores. También es importante recordar que el nivel de violencia en las zonas amazónicas es elevado. No se respetan los derechos humanos, se suceden denuncias de asesinatos, secuestros, tor-turas, etc. La violencia se ejerce tanto desde agentes estatales como de otros no estatales y con diferente nivel de organiza-ción. La situación más conocida es en Colombia; pero tam-

bién ocurre en Perú, Ecuador y Venezuela. Incluso en el caso de Brasil, los conflictos rurales han aumentado drásticamente en 2003, y una buena parte de ellos suceden en la Amazonia (incluyendo casos sobre “ trabajo esclavo” ). Paralelamente aumenta la militarización de la zona, sea por fuerzas naciona-les, como bajo operativos conjuntos con agencias de Estados Unidos (especialmente Colombia, pero también en Bolivia, Perú y Ecuador), lo que deja en evidencia un componente in-ternacional que no se puede olvidar. Incluso Brasil tiene en marcha un programa de vigilancia amazónica militar por me-dios electrónicos y aéreos.

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Estos y otros factores están asociados con diversas limitacio-nes en el plano político. La reciente edición de los indicadores de democracia, que evalúa varios parámetros de calidad polí-tica y derechos, muestra en el primer lugar de América Latina a Chile con 10 puntos, pero la mayor parte de los países ama-zónicos están en la franja de los 3 puntos; Venezuela tiene el valor más bajo de la región y del continente. La crítica a los partidos políticos sigue en aumento y persiste una forma de “ democracia delegativa” con ciertos síntomas de autoritaris-mo y populismo, y todos estos países están inmersos en varios problemas coyunturales. Este debilitamiento político limita las demandas que se originan en las áreas amazónicas de cada país; los actores sociales locales tienen un peso político limi-tado, con posibilidades reducidas de afectar las decisiones que se toman en las capitales, y en muchos casos se excluye la participación ciudadana. El debilitamiento político es a su vez una barrera para poner en discusión las estrategias de desarro-llo que se llevan adelante y buscar alternativas. El contexto de violencia y militarización de varias zonas empeora esas condi-ciones, al impedir la expresión pública y libre. Pero además buena parte de esta agenda de seguridad es funcional a las empresas extranjeras que invierten en proyectos extractivos; uno de los ejemplos más claros es lo que acontece en el Perú, con la vigilancia sobre los campos de compañías mineras y petroleras. (O�QXHYR�FRQWH[WR�LQWHUQDFLRQDO��La presión exportadora sobre la Amazonia es muy importante, y por lo tanto es esencial analizar la situación de los conve-nios comerciales. Todos los países Amazónicos son miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC), desde don-de se viene intentando desde hace años ampliar el alcance del convenio a cuestiones “ no-comerciales” como el flujo de ca-pital, las patentes sobre recursos genéticos, o los bienes y ser-vicios “ ambientales” . En cualquiera de estos temas las impli-cancias de las decisiones de la OMC sobre las exportaciones de origen Amazónico son muy importantes, ya que no sólo profundizaría el estilo extractivista actual, sino que además puede incorporar a la fauna, flora e incluso los procesos eco-lógicos, como nuevas “ mercancías” . En ese caso, como en otros que se discuten más abajo, las políticas ambientales se reducen a un mínimo al quedar supeditadas a los acuerdos comerciales. Sin embargo, la OMC vive una importante crisis desde media-dos de 2003, que eclosionó en el encuentro ministerial de Cancún (México) donde fracasó el intento de lanzar una nue-va ronda de negociaciones comerciales. Ese fracaso se debió a múltiples razones, y entre ellas las discrepancias sobre el co-mercio agrícola, sobre las reglas para manejar el flujo de in-versiones, el papel de los gobiernos en las políticas de compe-tencia, etc. El reciente acuerdo de agosto 2004 en realidad extiende los tiempos de negociación en el seno de la OMC, pero no logró resolver los problemas principales. Un hecho importante es que esta crisis dejó todavía más en evidencia las limitaciones para lograr un funcionamiento de-mocrático interno y acentuó las divergencias entre los países

en desarrollo frente a las naciones industrializadas. Además, alentó un ensayo de coordinación entre los países del sur que fue exitoso: el “ Grupo de los 20” , donde participaron varios países amazónicos (Bolivia, Brasil, Colombia, Perú y Ecua-dor). Las presiones de naciones industrializadas, especialmen-te de EE.UU., determinaron que rápidamente Colombia, Ecuador y Perú abandonaran el G 20, y pasaran a negociar acuerdos comerciales directamente con Washington. En la actualidad solo dos países amazónicos permanecen como miembros del G-20 (Brasil y Bolivia). Es importante tener presente que el colapso en las conversa-ciones tiene impactos negativos mucho mayores en los peque-ños países que en las grandes naciones industrializadas, ya que pierden un espacio de negociación multilateral, y deberán realizar conversaciones bilaterales con las grandes naciones. En esos acuerdos bilaterales se reitera la insistencia de mer-cantilizar los recursos naturales y tratarlos como mercancías. Otros ámbitos multilaterales ofrecen algunas posibilidades un poco mayores. Por ejemplo, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) de alguna manera busca ser un espacio alterno a la OMC; tiene una ven-taja al encarar específicamente el tema del desarrollo (y cues-tiones asociadas como la pobreza) y es más democrática que la OMC. Sin embargo tiene como desventaja que sus acuerdos no obligan a los miembros ni permiten imponer sanciones co-merciales. Recordemos además que en la UNCTAD y en otros eventos de las Naciones Unidas actúa el llamado “ Grupo de los 77” . Creado en 1964 nuclea a los países del sur en los temas de desarrollo y comercio, y corresponde a la vieja co-rriente de los “ países no alineados” . En la actualidad el G 77 engloba a más de 130 países, tiene como asociado a China, e incluye a todas las naciones amazónicas. En 2004 la UNCTAD, con el apoyo del G 77, relanzó las con-versaciones para un acuerdo comercial específico entre las naciones del sur. Es una idea muy interesante: establecer pre-ferencias y facilidades en el comercio únicamente entre nacio-nes en desarrollo. Siete países amazónicos ya son miembros de esa iniciativa (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, y Venezuela). Sin embargo esas negociaciones no incor-poran específicamente una visión del desarrollo sustentable. Entretanto, también se estancó el otro gran espacio de nego-ciación comercial para los países amazónicos, el Area de Li-bre Comercio de las Américas (ALCA). Las negociaciones que involucraban a las demás naciones Latinoamericanas, Es-tados Unidos y Canadá se trabaron a fines de 2003, especial-

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mente por diferencias entre Brasil y los demás países del MERCOSUR, con los Estados Unidos y otros aliados (Chile, Canadá, naciones centroamericanas). Los intentos que tuvie-ron lugar a inicios de 2004 por remontar ese estancamiento no fueron exitosos, y en algunos casos agravaron la situación. Recordemos que la propuesta del ALCA busca abrir mercados al comercio, establece un régimen de inversiones otorgando derechos a las empresas internacionales que en la práctica igualan al de los Estados, aseguran mecanismos de patentes basados en las leyes de EE.UU., carece de sistemas de partici-pación ciudadana y de cualquier componente político para discutir temas de desarrollo. En algunos aspectos el ALCA profundiza todavía más las tendencias de la OMC, y si se con-cretara, podría acentuar todavía más la situación de la Amazo-nia como un conjunto de “ canastas” de recursos a ser explota-dos, donde las empresas o Estados naciones son apenas inter-mediarios. Los países amazónicos han estado divididos en las negocia-ciones del ALCA. Brasil ha liderado el polo opositor a ciertas condiciones de apertura comercial propuestas por EE.UU. Es importante advertir que la administración Lula no está en co-ntra de esos acuerdos de libre comercio, sino que busca cier-tas condiciones que le permitan mantener algunas proteccio-nes en algunos sectores, la independencia en ciertas tareas estatales, y un acceso equitativo a los mercados extranjeros, especialmente para sus productos agrícolas. Por el otro lado, Colombia ha sido uno de los más fervorosos apoyos de las propuestas de libre comercio de EE.UU. en el ALCA. Pero ninguna de las oposiciones gubernamentales frente al ALCA han incorporado demandas específicas por la protección del ambiente o ha planteado objetivos sociales. Tras el fracaso de la OMC, los Estados Unidos reforzaron su estrategia de lograr acuerdos comerciales directos con los paí-ses de América Latina. Esos acuerdos se realizan por conve-nios entre dos naciones (por ejemplo, EE UU con Chile) o por convenios con pequeños grupos de países (por ejemplo EE UU con algunos países centroamericanos). Siguiendo ese ca-mino, los EE.UU. presentaron la idea de realizar negociacio-nes con los países andinos: Colombia, Ecuador y Perú (incluyendo a Bolivia como observadora). El estancamiento del ALCA reforzó ese proceso, el cual se encuentra en marcha en la actualidad. En esas negociaciones se buscan acuerdos que mantienen el comercio asimétrico entre las naciones del sur con Estados Unidos. Nuevamente allí se agregan muchos temas “ no co-merciales” como aplicación de patentes, reglas de inversión, etc. Ninguna de ellas ofrece opciones para cambiar el estilo de desarrollo extractivista, sino que en realidad son funcionales a éste y en varios casos buscan como incrementar y acelerar las exportaciones. $UWLFXODFLRQHV�UHJLRQDOHV� Los países amazónicos participan en varios acuerdos y nego-ciaciones regionales. Los más importantes son el Tratado de

Cooperación Amazónica, el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el ya mencionado IIRSA. El Tratado de Cooperación Amazónica (TCA) es un acuerdo internacional específico para la región. Participan Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Suriname y Vene-zuela, y se firmó en 1978 con el propósito de coordinar es-fuerzos para proteger la cuenca y promover su desarrollo. El acuerdo tiene varias particularidades. En primer lugar, vincula países para coordinar acciones sobre una región definida eco-lógicamente. En segundo lugar, el TCA incorporó a Guyana y Suriname, dos naciones que usualmente aparecen asociadas a las iniciativas caribeñas, y que bajo este tratado refuerzan sus vínculos sudamericanos. En tercer lugar, si bien el convenio se firmó mucho antes de la eclosión de la temática ambiental a gran escala, expresa un fuerte compromiso con la conserva-ción de la riqueza ecológica amazónica. En el tratado se apuesta al uso “ racional” de los ríos y la fau-na, promover la cooperación científica, la integración física, asegurar la preservación de las riquezas ecológicas, y otras medidas similares. Pero se advierte que esos usos están exclu-sivamente bajo la soberanía nacional, agregándose que “ tanto el desarrollo socio-económico como la preservación del me-dio ambiente son responsabilidades inherentes a la soberanía de cada Estado” . A pesar de su importancia, el TCA enfrentó altibajos y recién en 1995 los gobiernos decidieron crear una Secretaría Perma-nente, enfatizando la importancia de la Amazonia como pro-veedor de materias primas, productos de uso químico y farma-céutico, con especial atención a los problemas de conserva-ción y sustentabilidad. En 1998 fue reformulado para crear la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), convertida en un cuerpo con personalidad jurídica internacional, apostando a dotar de más vigor a la iniciativa regional. La OTCA se ha instalado en 2003 en Brasilia, y su primer secretario general es Soledad Arteaga, ex presidenta de Ecuador. El más reciente encuentro ministerial de la OTCA se realizó el 14 septiembre 2004 en Manaus (Brasil). En la reunión los ministros subrayaron la importancia de los temas de seguridad regional (analizándose compartir datos del sistema de vigilan-cia SIVAM de Brasil), junto a cuestiones sobre desarrollo so-cial, infraestructura e integración física, comercio, ciencia y tecnología, biodiversidad y propiedad intelectual. Sin embar-go en el seno del acuerdo se repiten las viejas tensiones entre

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aprovechar los recursos amazónicos apelando a las formas tradicionales, frente a los intentos de lograr un uso sostenible. La reciente “ Declaración de Manaus” es ambigua en muchos de esos aspectos, ya que apela por ejemplo a la integración física convencional (especialmente la iniciativa en infraestruc-tura que promueve Brasil y otros países con apoyo del BID), alaba los acuerdos de libre comercio, mientras que simultá-neamente se comprometen a combatir la apropiación de recur-sos genéticos o la tala indiscriminada de los bosques. A pesar de las incertidumbres sobre estas estrategias, los can-cilleres insisten en proclamar la soberanía sobre la Amazonia sea para protegerla o para destruirla. El canciller de Brasil, C. Amorim sostuvo que “ nunca está de más hablar sobre la sobe-ranía cuando se trata de la Amazonia” . También recordó que el “ elemento central del Tratado es la afirmación de la respon-sabilidad soberana” de los países para un “ desarrollo armóni-co de la Amazonia” con la “ protección y uso sostenible de los recursos naturales” para “ elevar la calidad de vida de sus po-blaciones” . Las relaciones del TCA con otros espacios internacionales no siempre son claras. Se han firmado declaraciones de entendi-

miento con los países de la “ cuenca del Río de la Plata” ten-diéndose un puente al MERCOSUR, y con los de la Comuni-dad Andina, pero no está claro cómo se profundizará esa rela-ción. Otro tanto sucede en las relaciones con la iniciativa re-gional en infraestructura (IIRSA), decidida a construir puentes y carreteras para poder extraer más rápidamente los recursos amazónicos, mientras la OTCA parece más interesada en un manejo integrado de los recursos hídricos. Los espacios de integración más importantes del continente son sin duda la CAN y el MERCOSUR, y ambos involucran directamente a la Amazonia. Tanto la CAN como el MERCO-SUR han dado pasos importantes en la integración pero en los dos casos hay serias tensiones; la CAN no logró aprobar un arancel externo común mientras que el del MERCOSUR tiene una larga lista de excepciones. La CAN ha dado pasos impor-tantes en mejorar la libre circulación de personas, y posee ini-ciativas regionales en lucha contra la pobreza y biodiversidad. El MERCOSUR ha tenido mucho éxito en mantener el flujo comercial intra-bloque, ha avanzado más en las conexiones físicas y en varias iniciativas políticas, pero los conflictos co-merciales intermitentes le impiden dar el paso hacia un efecti-vo “ mercado común” .

Cuadro 6.�(VSDFLRV�JOREDOHV�GH�QHJRFLDFLyQ�SDUD�ORV�SDtVHV�$PD]yQLFRV�M – país miembro. Elaboración propia.

20&�Organización Mundial de Comercio

*����Grupo de los 20 en la OMC

*����Grupo de los 77 en la ONU

81&7$'�Conferencia Naciones Unidas Comercio Desarrollo

Brasil M M M M Bolivia M M M M Colombia M M M Ecuador M M M Perú M M M Venezuela M M M Guyana M M M Suriname M M M

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/DV�QXHYDV�UHJLRQDOLGDGHV� El nuevo contexto internacional, con sus altibajos y diferentes alcances, están reconfigurando las regiones sudamericanas, lo que afecta las posibilidades de un nuevo desarrollo en la Amazonia. En primer lugar, la debacle de los espacios globa-les y hemisféricos de la OMC y el ALCA han puesto en pri-mer plano a los tratados de libre comercio que propone Esta-dos Unidos. Esos TLCs son equivalentes a la propuesta con-vencional del ALCA, y por lo tanto refuerza el estilo extracti-vista primario sobre la Amazonia, mientras que paralelamente reduce las capacidades de los Estados para regular social o ambientalmente cualquier emprendimiento. Las negociacio-nes con los países andinos debilitan a la CAN en tanto sus miembros plenos están colocando todas sus energía de nego-ciación hacia Estados Unidos y su propia agenda regional queda en segundo plano; un efecto interno de esa situación ha sido la nueva suspensión del Arancel Externo Común entre los países de la CAN. En segundo lugar, la respuesta de Brasil frente a esta situación también ha apelado a los convenios de libre comercio. En efecto, si bien Brasil, junto al MERCOSUR, aparecen como los más claros opositores de Estados Unidos en el ALCA, esa disputa apunta a cuestiones importantes, como la protección de la industria nacional, el desmantelamiento de los subsidios agrícolas o los regímenes de propiedad intelectual, no atien-den otras cuestiones básicas como la social o ambiental. La posición de Brasil ha sido llevar adelante sus propios acuer-dos comerciales con sus vecinos; de esta manera la adminis-tración Lula da Silva continua el camino iniciado por el go-bierno de F.H. Cardoso. Esto se ha expresado en la “ ampliación” del MERCOSUR sumando nuevos países como “ miembro asociado” bajo un acuerdo de libre comercio; ade-

más de Chile y Bolivia se han adherido recientemente Perú (enero 2004), y Venezuela está negociando rápidamente. Se llega así a la particularidad que esta expansión del MERCO-SUR se hace sumando nuevos miembros de la CAN, y se re-fuerza el proceso todavía más por las negociaciones directas entre los dos bloques. Este proceso contribuye a debilitar a la CAN, tensionada por un lado por Estados Unidos, y por el otro por el MERCOSUR. Pero desde el punto de vista del MERCOSUR los nuevos socios no le otorgan más cohesión política ni institucional ya que solo se vinculan a nivel de acuerdos de libre comercio y no contribuyen a establecer ni siquiera una política comercial común. Otra consecuencia muy importante del proceso es que el MERCOSUR se está convirtiendo en el acuerdo comercial marco más importante para la región amazónica. En efecto, tres países amazónicos claves (Bolivia, Brasil y Venezuela) ya son miembros del MERCOSUR. Es importante advertir que los miembros de la CAN representan poco más del 32 % de la superficie de la cuenca Amazónica, mientras que bajo el MERCOSUR se encontrará casi el 80% de esa región (considerando a Brasil, Bolivia y Venezuela).

Cuadro 7.�(VSDFLRV�FRQWLQHQWDOHV�GH�QHJRFLDFLyQ�GH�ORV�SDtVHV�$PD]yQLFRV�N, país en negociación; M miembro pleno; A miembro asociado. Elaboración propia.

$/&$�Area de Libre Comercio de las Américas

0(5&2685�Mercado Común del Sur

&$1�Comunidad Andina de Naciones

27&$�Organización Tratado Cooperación Amazónica

,,56$�Iniciativa Infra estructura Suramericana

Brasil N P M M Bolivia N A M M M Colombia N M M M Ecuador N M M M Perú N A M M M Venezuela N Negociando M M M Guyana N M M Suriname N M M

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Cuadro 8.� 6XSHUILFLH� DPD]yQLFD� EDMR� ORV� DFXHUGRV� FRPHUFLDOHV�VXGDPHULFDQRV� Elaboración propia.

%ORTXH�(FRQyPLFR� 3RUFHQWDMH�GH�OD��FXHQFD�$PD]yQLFD�

CAN (Comunidad Andina de Naciones) 32.1

MERCOSUR (Mercado Común del Sur) 79.7

Por lo tanto están ocurriendo varios procesos que tensionan una posible regionalización amazónica: por un lado por los TLC de las naciones andinas con Estados Unidos y por el otro por la expansión del MERCOSUR. Son procesos muy fuertes, donde las acciones nacionales sociales y ambientales, e inclu-so iniciativas regionales con valor potencial como la OTCA, sufren de grandes desventajas. La “ mercosurización” de la Amazonia también debe ser evaluada, ya que el marco norma-tivo de ese bloque no está preparado para abordar la proble-mática ambiental de la selva tropical. El MERCOSUR cuenta con un “ Acuerdo Marco Ambiental” que es muy general y solamente enumera algunos principios básicos, y no se ha lo-grado aprobar un “ Protocolo Ambiental” . Pero además la agenda del bloque sigue recostada por lo temas que manejan sus socios centrales (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) y que no incluye los temas amazónicos. Por otro lado, el in-greso de nuevos países como “ miembros asociados” hace que tales temas amazónicos queden en un segundo plano, no esté claro cómo plantearlos en los grupos de trabajo, etc. Es más, desde el punto de vista del desarrollo que opera sobre la Amazonia, estos acuerdos de libre comercio acentuarán su fragmentación en tanto prevalezcan las iniciativas exportado-ras sobre algunas sitios. Tanto la CAN como el MERCOSUR tienen enormes ventajas al generar bloques regionales y pro-mover un relacionamiento más estrecho entre los países, que desde el punto de vista amazónico ofrecerían la ventaja de proveerse de productos y servicios desde sitios cercanos de-ntro de la propia Amazonia en lugar de trasladarlos desde fue-ra de la región. Sin embargo dentro de esos bloques todavía no se ha avanzado en un fortalecimiento político colectivo, en tanto ha prevalecido una perspectiva esencialmente comercial de relacionamiento. No existen políticas productivas comu-nes, las coordinaciones todavía son limitadas y no se han in-troducido decididamente nuevos temas, como el ambiental o el social, en la agenda de las negociaciones. Por lo tanto, son necesarios varios cambios en estos procesos de regionaliza-ción para permitir un nuevo desarrollo.

(O�FDPLQR�KDFLD�HO�GHVDUUROOR�VRVWHQLEOH�� En la actualidad, la Amazonía está fragmentada, tanto entre los países como dentro de las zonas amazónicas que corres-ponden a cada nación. Se invoca la imagen de unidad amazó-nica, pero esa cohesión no existe, y en realidad las coordina-ciones son incipientes mientras que los países mantienen prác-ticas competitivas entre ellos que acentúan la división. Los actuales procesos de integración, tanto continentales como globales, no impiden en esa fragmentación, y en algunos ca-sos la profundizan. Por lo tanto una propuesta en desarrollo sostenible para la Amazonia requiere enfrentar esa fragmentación y tejer una nueva vinculación. Pero esta respuesta es insuficiente, ya que no puede crearse un nuevo regionalismo basado en la misma estrategia de desarrollo de apropiación intensa de recursos naturales y sus agudos impactos. En efecto, es evidente que en la Amazonia no se puede repetir el desarrollo propio de los países del norte de base material, con fuerte consumo de materia y energía, generador de des-perdicios e impactos ambientales. Otro desarrollo es necesario para preservar esos ambientes y elevar la calidad de vida de la población. La perspectiva del desarrollo sostenible brinda las mejores opciones para avanzar en ese sentido al balancear el imperativo de proteger la biodiversidad con atender la calidad de vida de las personas y remontar la pobreza. De hecho exis-ten muchas experiencias piloto, varias de ellas locales, que

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demuestran que otro desarrollo es posible. Las condiciones internacionales refuerzan el estilo de desarro-llo convencional, y por lo tanto es necesario cambiarlas radi-calmente. Esas imposiciones externas son de tal envergadura que un país en forma aislada no puede ensayar un camino al-ternativo (Brasil, el país de mayor peso regional, ofrece un claro ejemplo de la imposición de una política económica convencional). Por lo tanto esas estrategias hacia la sustenta-bilidad deben ser realizadas por conjuntos de países lo que requiere un nuevo regionalismo. Además, las propias caracte-rísticas de la sustentabilidad imponen relaciones mucho más estrechas entre los países amazónicos para aprovechar de me-jor manera sus recursos y con menores impactos sociales y ambientales. Por lo tanto, una nueva integración regional amazónica es una condición para el desarrollo sostenible. En esencia lo que está en juego en ese plano es la autonomía de los países amazónicos. Para poder cambiar hacia una estra-tegia de desarrollo sostenible es necesario romper con la de-pendencia que imponen las actuales estrategias de desarrollo y sus fuerzas globales, y recuperar la autonomía para optar por otros estilos. En las condiciones actuales la autonomía nacio-nal va de la mano con una autonomía regional para poder de-fender nuevas posiciones en las negociaciones frente a espa-cios como la OMC o el ALCA. Pueden presentarse resumidamente varios de los componentes complementarios de esta nueva estrategia de desarrollo soste-nible a nivel amazónico, con especial énfasis en las cuestiones internacionales. En primer lugar es necesario frenar los im-pactos y condicionantes negativos de la globalización actual que es una de las fuerzas principales en extraer recursos ama-zónicos. Es necesario generar una “ desvinculación” de esas condicionantes externas para poder lograr autonomía en se-guir otros caminos productivos, mientras se reorienta el uso de los recursos para atender de mejor manera las necesidades locales. Esta “ desvinculación” de la globalización económica debe ser selectiva, precisa y cuidadosa. Es posible desacoplar-se de algunos procesos negativos pero aprovechar otros espa-cios globales positivos, seleccionando cierto tipos de relacio-nes comerciales y financieras y hacerlo cuidadosamente para evitar repercusiones negativas que generen efectos sociales todavía más negativo. En este terreno hay varias tareas urgentes. Frente a la OMC es necesario otra postura, en especial generando su verdadera democratización, impedir la expansión de reglas comerciales sobre temas no-comerciales, desmantelar efectivamente los subsidios perversos, y transitar hacia formas de comercio jus-to. Frente al ALCA o los TLCs es necesario impedir acuerdos que signifiquen cuestiones como el debilitamiento de la capa-cidad de regulación de los Estados, la liberalización irrestricta del flujo de capitales, o la ausencia de compromisos sociales, laborales y ambientales. También se deben reorientar las ne-gociaciones comerciales dentro de América del Sur de manera de no repetir los mismos instrumentos del ALCA con otros ropajes. En estos y otros temas surge como precondición un proceso de integración que permita establecer políticas inter-

nacionales con demandas mínimas, comunes y coordinadas entre todos los países. Un segundo aspecto requiere redirigir los emprendimientos productivos en primer lugar hacia las necesidades de las po-blaciones de la propia Amazonia. En lugar de extraer recursos para exportarlos hacia fuera de la región, se los debería apro-vechar dentro de ella para atender demandas como la alimen-tación, la vivienda o la energía. Esta posición tienen algunas similitudes con las posturas de autosuficiencia, aunque aquí son planteadas a una escala regional. Este objetivo a su vez implica dos medidas de gran importancia: por un lado es ne-cesario establecer una complementariedad productiva entre los países amazónicos, de manera de poder compartir recur-sos; por otro lado, ese nuevo relacionamiento productivo debe hacerse en el marco de una articulación ecológica, ya que la región es ambientalmente diversa y los diferentes tipos de ecosistemas amazónicos ofrecen distintas oportunidades para opciones productivas que es necesario complementar entre ellas. Es evidente que dentro de la Amazonia no se pueden generar todos los productos y servicios necesarios, y por lo tanto esta complementación productiva también debe incluir a los ambientes no-amazónicos de estos países. Finalmente, es-tos componentes demuestran que no se plantea una nueva for-ma de aislacionismo, ya que se potencia en primer lugar el comercio intraregional y en segundo lugar el extraregional. En tercer lugar, la desvinculación selectiva, complementarie-dad productiva y articulación ecológica hacen necesario pro-fundizar la integración regional dentro de la Amazonia. En la actual vinculación entre los países se tiende a confundir medi-das como la interconexión física con integración, olvidando que ese proceso es mucho más amplio y complejo; de la mis-ma manera, se entiende que basta con los convenios empresa-riales o comerciales, cuando la integración también tiene un fuerte componente político- ciudadano. En otras palabras, em-prendimientos como el IIRSA no son la esencia de una inte-gración regional amazónica, sino que son sólo una medida instrumental más entre otras, y que además deberían estar su-jetas a nuevas condiciones sociales y ambientales. Por lo tanto es necesario avanzar hacia una integración políti-ca entre los países amazónicos, que debe incluir aspectos co-merciales, pero además otras medidas como la generación de acuerdos productivos, planificación común del espacio territo-

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rial, libre circulación de las personas, o posiciones acordadas ante los organismos internacionales. La integración para el desarrollo sostenible implica que la vinculación entre los paí-ses no queda reducida al libre comercio sino que en realidad es una construcción más compleja y esencialmente política, que apunta hacia estrategias de desarrollo comunes y comple-mentarias. En estos y otros temas es indispensable construir “ políticas regionales comunes” , que tienen crucial importan-cia en el logro de un nuevo posicionamiento internacional y la complementaridad productiva. En especial es urgente estable-cer un política común amazónica para recursos energéticos, forestales y protección ambiental. En este caso la OTCA ofre-ce varias potencialidades para desencadenar esa discusión y acoplarla a los espacios de la CAN y MERCOSUR. Desde la perspectiva de la sustentabilidad es necesario desta-car la urgencia de un acuerdo regional ambiental en la región amazónica. Este acuerdo debe establecer un conjunto de con-diciones ambientales básicas en toda la región, y seguidamen-te un programa de conservación de áreas silvestres y manejo de recursos naturales que tome en cuenta la alta diversidad

territorial amazónica. También es importante advertir que es indispensable incorporar una planificación territorial regional, ya que la Amazonia es muy heterogénea, y por lo tanto se de-be evaluar detalladamente dónde y cómo ubicar diferentes emprendimientos productivos para minimizar los impactos ambientales. Sea en la OTCA o los acuerdos regionales, los cambios hacia el desarrollo sostenible tienen un fuerte contenido político. Todas las propuestas anteriores, que apuntan a rediseñar el regionalismo amazónico y su inserción global, sólo son posi-bles con un fuerte compromiso democrático y amplia partici-pación ciudadana. Las posiciones internacionales siempre se deben sostener en posturas nacionales de manera que los cam-bios que se plantean puedan llevarse a la práctica. En ese te-rreno hay muchos desafíos por enfrentar, en especial por la compleja problemática política en la región, pero también hay opciones para avanzar, aprovechando la creciente conciencia de ciudadanía amazónica que poco a poco está generándose en la región. El desafío consiste en aprovechar esas opciones.

(��*XG\QDV�LQWHJUD�HO�HTXLSR�GHO�SUR\HFWR�UHJLRQDO�HQ�GHVDUUROOR�VXVWHQWDEOH�$PD]yQLFR�GH�OD�)XQGDFLyQ�)��(EHUW��(V�VHFUHWDULR�HMHFXWLYR�GHO�&HQWUR�/DWLQR�$PHULFDQR�GH�(FRORJtD�6RFLDO� �&/$(6��HQ�0RQWHYLGHR� �ZZZ�DPELHQWDO�QHW��� HVSHFLDOL]iQGRVH�HQ�SROtWLFDV�HQ�GHVDUUROOR�VRVWHQLEOH��&RUUHR�H��FODHV#DGLQHW�FRP�X\���