Ambiente y Género. Gestión de Riesgos de Desastre

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1. Nociones Previas . 1. a. Ambiente. El Derecho al Ambiente, es considerado como un derecho de tercera generación, por cuanto ha sido calificado como un derecho colectivo ya que -el beneficio que deriva de él- concierne a toda la colectividad, y más aún, denominado como un derecho de solidaridad por estar concebido para la humanidad: tiene como objeto bienes jurídicos que identifican al género humano como tal, con lo cual no sólo abarca a las generaciones presentes sino que, también a las futuras. Este acercamiento a la noción de desarrollo sostenible/sustentable apunta a que las generaciones presentes alcancen la calidad de vida necesaria sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de alcanzar la propia. Se pone de relieve así, que el derecho al ambiente se encuentra indispensablemente unido al concepto de desarrollo sostenible y al de calidad de vida. “[Desarrollo Sustentable]…aquel desarrollo capaz de satisfacer las necesidades de la generación presente, sin comprometer la capacidad de generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades… Y que requieren de un proceso de cambio en el que la utilización de los recursos, la dirección de las inversiones y la orientación de los cambios tecnológicos e institucionales acrecientan el potencial actual y futuro para atender las necesidades y aspiraciones humanas” (Comisión Brundlant, 1987) El protagonista central, en torno al cual estos factores se interrelacionan, es el ser humano, por cuanto es destinatario, responsable individual y socialmente de su destino y del futuro del planeta. 1

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1. Nociones Previas .

1. a. Ambiente.

El Derecho al Ambiente, es considerado como un derecho de tercera

generación, por cuanto ha sido calificado como un derecho colectivo ya que -el

beneficio que deriva de él- concierne a toda la colectividad, y más aún,

denominado como un derecho de solidaridad por estar concebido para la

humanidad: tiene como objeto bienes jurídicos que identifican al género humano

como tal, con lo cual no sólo abarca a las generaciones presentes sino que,

también a las futuras.

Este acercamiento a la noción de desarrollo sostenible/sustentable apunta a

que las generaciones presentes alcancen la calidad de vida necesaria sin

comprometer la capacidad de las generaciones futuras de alcanzar la propia. Se

pone de relieve así, que el derecho al ambiente se encuentra indispensablemente

unido al concepto de desarrollo sostenible y al de calidad de vida.

“[Desarrollo Sustentable]…aquel desarrollo capaz de satisfacer las necesidades de

la generación presente, sin comprometer la capacidad de generaciones futuras para

satisfacer sus propias necesidades… Y que requieren de un proceso de cambio en el que la

utilización de los recursos, la dirección de las inversiones y la orientación de los cambios

tecnológicos e institucionales acrecientan el potencial actual y futuro para atender las

necesidades y aspiraciones humanas” (Comisión Brundlant, 1987)

El protagonista central, en torno al cual estos factores se interrelacionan, es

el ser humano, por cuanto es destinatario, responsable individual y

socialmente de su destino y del futuro del planeta.

Es así que este nuevo bien jurídico supremo –calidad de vida- requiera

equidad y solidaridad tanto de la presente como en las futuras generaciones.

Ahora bien, considerando que la cuestión ambiental es un punto que nos

interesa a todas las naciones, en mayor o menor proporción, cada Nación debe

adoptar medidas que posean un mínimo de coherencia entre sí tendientes a lograr

un ordenamiento ambiental –política ambiental-. Ese conjunto de medidas y

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acciones, que es la fijación armónica e interrelacionada de objetivos, por parte de

los Estados, tienen que lograr una ordenación racional del ambiente, su punto de

partida debe ser ¿qué hacer?, para luego saber cómo debe actuar sobre la

realidad que se presenta y, así transformarla en efectos ambientales positivos:

mejorar el ambiente y el mejor manejo de los recursos.

1. b. Género y Ambiente.

El género no tiene que ver con el sexo de cada individuo, sino con una

asignación social de funciones y actividades que condiciona su percepción y su

modo de actuar en la vida.

Se presenta de esta manera que reconocer que el desarrollo

sostenible con equidad social requiere, situar a las mujeres y los hombres

en pie de igualdad.

En las últimas décadas se han dado pasos importantes hacia la igualación

de los derechos de hombres y mujeres; pero aún persisten brechas de género en

diversas esferas. Las mujeres son activas protagonistas de la vida política,

económica, social y cultural, pero su participación suele ocurrir en condiciones de

sobrecarga de trabajo, menor valoración y discriminación.

La igualdad de género es multidimensional y requiere del diseño y la

adopción de diversas medidas; ya que el término género refiere a un sistema de

relaciones sociales que involucra y afecta a mujeres y hombres, dado que es el

conjunto de características sociales, culturales, políticas, jurídicas y

económicas asignadas socialmente en función del sexo de nacimiento.

Igualdad de género: refiere a la titularidad y el pleno goce y ejercicio

de los derechos por parte de mujeres y hombres de diverso origen social,

étnico, religioso, nacional.

Implica que sus necesidades, comportamientos y aspiraciones sean

reconocidos y valorados de modo similar. No hay igualdad de género si las

mujeres no gozan de autonomía. Es necesario adoptar medidas legales y políticas

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que favorezcan el acceso a las oportunidades, los recursos y el reconocimiento

social, asegurando la igualdad real.

La participación de las mujeres y los papeles que desempeñan en la

adopción de decisiones y la gestión y dirección son fundamentales para los

procesos de desarrollo sostenible y la gobernanza en los planos locales,

nacionales e internacionales, donde pueden ser eficaces agentes del cambio.

Hay que adoptar medidas para que las mujeres participen plenamente en el

discurso sobre el desarrollo económico, el progreso social y la protección, y la

gestión del medio ambiente, inclusive en la concepción y la aplicación de medidas

de adaptación y mitigación en respuesta al cambio climático.

Esta concepción de la igualdad de género se correlaciona con el

compromiso del PNUD en su intensa labor en torno a la consecución de los

derechos humanos desde el paradigma de desarrollo humano: “el desarrollo

humano es el proceso de expansión de las libertades reales de las que disfrutan

las personas… pero las libertades también dependen de otros determinantes,

como las instituciones sociales y económicas, así como los derechos políticos y

humanos”.

La igualdad entre hombres y mujeres es fundamental para el desarrollo

humano y forma parte del ejercicio de los derechos humanos.

1. c. Gestión de Riesgo de Desastre.

El análisis de género es una forma sistemática de observar y medir el

impacto diferenciado de un evento sobre hombres y mujeres. Existen variados y

diversos estudios que evidencian que mujeres y hombres enfrentan el riesgo

y viven las consecuencias de los desastres de manera diferente. Por ello, la

gestión de desastres es un instrumento para la toma de decisiones,

planificación, ejecución y control, que permite a mujeres y hombre analizar

su entorno, decidir y desarrollar propuestas de acción efectivas para reducir

los riesgos existentes.

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La gestión de riesgo ambiental, es entendida como el conjunto de medidas

y herramientas dirigidas a reducir los niveles de vulnerabilidad de un sector -

poblado o ciudad- frente a una amenaza natural existente, para disminuir el nivel

de riesgo ambiental. Es una política pública con alta incidencia en lo urbano,

articuladora de acciones de prevención y mitigación, sin abandonar la atención al

desastre; que debe ser ejercida y guiada por el Estado, pero compartida con las

fuerzas no gubernamentales, tales como las organizaciones sociales, económicas,

políticas, e institucionales.

La reducción de riesgo debe ser un objetivo del desarrollo y la gestión de

riesgo una estrategia fundamental de dicho desarrollo, entendiéndose éste como

mejoras no solo de las condiciones de vida de los individuos, sino del bienestar

colectivo; enmarcado dentro una planificación y gestión urbana integral y de unos

principios de sostenibilidad, donde la prevención es la clave para la construcción

de un justo equilibrio entre el asentamiento humano y el ambiente.

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2. Documento País 2012 (DP)

Se trata de un documento que registra el análisis de riesgo de desastre en

el país e identifica las zonas prioritarias de intervención en materia de reducción

de riesgo de desastre; dicho documento se elabora en el marco del VI Plan de

Acción de DIPECHO para América del Sur, por parte de las organizaciones

ejecutoras de proyectos de preparación para desastre con el apoyo de la Dirección

General de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Comisión Europea (DG-

ECHO).

El Documento País es impulsado por el Programa de las Naciones Unidas

para el Desarrollo (PNUD) y la Cruz Roja Argentina, en el contexto de los

Proyectos DIPECHO VII (Programa de Preparación ante los Desastres del

Departamento de Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea) que se ejecutan en

Argentina.

Además, Documento País 2012, revela de manera integral, el estado de

situación de la reducción del riesgo de desastre en la Argentina; herramienta

construida interinstitucional y multidisciplinariamente, que permite conocer los

últimos progresos realizados en la reducción de la vulnerabilidad y la mejora de la

resiliencia en el país.

En él se propone reflejar los avances logrados en las políticas para reducir

riesgos, la definición de prioridades, los principales retos y desafíos para disminuir

la pérdida de vidas humanas y los impactos económicos, sociales y ambientales

que estos generan. Muestra además una mejora sustantiva en los aspectos

técnicos de todos sus capítulos: el primero de ellos explica el rol argentino en el

escenario internacional; continuando con un detallado del contexto demográfico y

socio económico del país; el capítulo quinto analizan la gestión de riesgo desde

una perspectiva de género; a él le siguen, el capitulo seis y siete, los cuales

profundizan en el marco normativo, legal e institucional; el capitulo ocho por su

parte presenta las principales vulnerabilidades según las regiones; continuando

con un mapa de amenazas y se presentan los escenarios de riesgos; finalmente el

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capítulo once describe las políticas para disminuir los factores subyacentes del

riesgo y, concluye con una réplica de la última información referida al cambio

climático en nuestro país.

“…gestionar un riesgo no es solamente aumentar la resiliencia y estar

preparado para responder adecuadamente cuando se producen inundaciones,

tornados, incendios o terremotos. Consiste también en contemplar acciones que

busquen disminuir la vulnerabilidad de la vida y el hábitat humano frente a eventos

extremos. Esto implica que los modelos de desarrollo y planificación tienen que

considerar necesariamente ese aspecto de manera transversal, principalmente

cuando el cambio climático está aumentando las probabilidades de ocurrencia de

dichos eventos. Si los modelos han de incluir la reducción de riesgos como un

componente indispensable, todos los sectores y todos los actores implicados en

este desarrollo deberían estarlo en la gestión de riesgo de desastre” Álvaro de

Vicente, Prologo de la Dirección General de Ayuda Humanitaria (ECHO) Comisión

europea.

“La reducción de riesgo de desastre es una cuestión transversal que

requiere un compromiso político, la comprensión de la comunidad y el

conocimiento científico- técnico, conjugados en el marco de una planificación

responsable. Es un proceso prolongado pero necesario, el de desarrollar los

mecanismos e instrumentos para que la gestión de riesgo de desastres sea

efectiva, a través del compromiso político, la coherencia de las políticas públicas,

tanto en el gobierno central como en los locales, asegurando el espacio de

participación de la sociedad civil” Martín S. Herrero. Prólogo del Programa de las

Naciones Unidas para el Desarrollo.

“El Documento País nos demuestra que el trabajo articulado y el camino

compartido es posible. Cruz Roja Argentina, como organización líder de la

Sociedad Civil, ha dado otro pequeño pero fundamental paso hacia el

cumplimiento de su misión institucional: Contribuir a mejorar la vida de las

personas, en especial aquellas que se encuentran en situación de vulnerabilidad”

Osvaldo Ferrero, Prólogo de la Cruz Roja Argentina.

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3. El enfoque de Género en la Gestión del Riesgo de

Desastres.

Como hemos mencionado anteriormente, en el capítulo quinto del

documento se ocupa de tratar la cuestión de gestión de riesgos de desastres

desde una perspectiva en donde los modelos de desarrollo sean inclusivos, es

decir donde el desarrollo considere las diferencias existentes de las personas que

se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, y con ello lograr modelos de

desarrollo humano, equitativo y sostenible, como condición para construir

sociedades más seguras y con igual de oportunidades para todos.

Al decir, los modelos de desarrollo tienen el potencial de aumentar,

mantener o disminuir los riesgos y las desigualdades sociales: un modelo de

desarrollo inequitativo y no sostenible contribuirá a constituir mayores riesgos y

relaciones más desiguales entre hombres y mujeres; por el contrario, los modelos

de desarrollo más humanos, equitativos y sostenibles generan mejores

condiciones para reducir y enfrentar los riesgos y superar las desigualdades.

La incorporación de la perspectiva de género en la mayor parte de las

propuestas destinadas a reducir y gestionar el riesgo es aún incipiente, muchas

veces genera más desigualdades en las comunidades, pero no por ello hay que

descartar la preocupación que este tema ocupa –relativamente- en la agenda

pública. Es por ello que la elaboración del Documento País, es la puerta para

iniciar la sensibilización de los distintos actores vinculados en la gestión de riesgos

de desastres, sobre la relevancia de incorporar las cuestiones de género en el

diseño e implementación de las políticas destinadas a la prevención, mitigación,

respuesta, recuperación temprana y reconstrucción frente a desastres.

3. a. Condiciones de Riesgo y Vulnerabilidad.

Entender la gestión de riesgo de desastre como el enfoque que analiza el

riesgo como el resultado de la conjunción entre la presencia de una amenaza,

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un grado de vulnerabilidad, y entre la capacidad de respuesta y adaptación de

la población expuesta a la amenaza. Pues así, se entenderá que la magnitud del

impacto de un desastre estará directamente relacionada a las vulnerabilidades y

capacidades preexistentes en la población afectada.

Se observa que producto de la asignación del género, varones y mujeres

juegan diferentes roles dentro de la sociedad, cada una presenta necesidades e

intereses distintos como así también diferentes posibilidades de acceder a los

recursos y de decidir sobre su uso; estos aspectos resultan centrales cuando se

trata de integrar la perspectiva de género a las políticas de gestión de riesgos de

desastre, ya que nos permiten visualizar e interpretar cómo estas diferencias

inciden en la construcción de vulnerabilidades y capacidades distintas según el

género.

Cabe destacar que la distribución sexual del trabajo, los estereotipos de

género, los roles, condicionan la forma en que hombres y mujeres se posicionan

en relación con la gestión de desastres y son afectados en los desastres mismos.

Las diferencias biológicas que se presenta entre varones y mujeres han sido y

continúan siendo el soporte para justificar y naturalizar la división de tareas y

responsabilidades en función del sexo. Así, en casi todas las sociedades, de las

mujeres se espera que asuman el trabajo reproductivo mientras que de los

varones se espera el trabajo productivo generador de ingresos.

El hecho de que la mayor parte de las actividades asumidas por las

mujeres se desarrollen principalmente dentro del hogar –de puertas para adentro-

y en su entorno comunitario –tareas de cuidado, trabajo comunitario, actividades

productivas en el hogar-, con frecuencia las deja en una situación de mayor

exposición frente a, por ejemplo, inundaciones o desplazamientos, ya que es más

probable que las encuentre en sus casas; no siendo así en el caso de los varones,

donde los mandatos de género, tales como la audacia o el heroísmo, suelen incidir

en una menor percepción del riesgo y conducirlos a exponer sus vidas para

rescatar vidas o proteger bienes.

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+ Es que las tareas reproductivas y comunitarias asumidas por las mujeres

resultan sumamente incrementadas en una situación de desastre: aumentando el

tiempo dedicado a la preparación de los alimentos, la obtención de agua, higiene,

cuidado de los enfermos, etc. Como consecuencia de ello, las mujeres tienen

menor libertad de movimiento y menor tiempo disponible para buscar trabajo o

desarrollar otras actividades generadoras de ingresos; diferencia tajante con

respecto de los varones, que tienen la posibilidad de migrar a otras partes en

busca de empleo.

Otro punto en que se expresa la desigualdad de género es en el acceso y

control de los recursos; entendiendo que el acceso a un recurso es la posibilidad

de usarlo para satisfacer necesidades individuales o colectivas y es esencial para

posibilitar el desarrollo integral, distribuyéndolo en la sociedad, que define y decide

qué hacer con el mismo.

En la gestión de riesgo de desastre este punto es neurálgico, en cuanto es

necesario diferenciar quiénes, mujeres o varones, tienen acceso a los recursos y

quiénes los controlan -quiénes deciden sobre su uso: es notable que en la mayoría

de las sociedades las mujeres tienen un menor acceso a recursos y ámbitos de

decisión, siendo estos aspectos muy importantes tanto para la preparación y

mitigación de desastres, tanto en la recuperación y como en la reconstrucción.

+ En la medida en que varones y mujeres asuman actividades diferentes, el

acceso y control sobre los recursos y los beneficios, hará depender el tipo de

relaciones que exista entre ellos, sobre sus necesidades e intereses: teniendo en

cuenta las necesidades practicas del género, lo que hace a las condiciones de

vida, generalmente insuficientes derivado de los roles asumidos por varones y

mujeres; por otro lado, si se tiene en cuenta los intereses estratégicos de género,

que desafían la subordinación de la posición de las mujeres frente a la sociedad.

Con relación a los intereses estratégicos de género, podrá decirse que en

un proceso de gestión de riesgos ello implica adoptar la estrategia de

tranversalización de la perspectiva de género en el diseño, ejecución, monitoreo y

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evaluación de las intervenciones destinadas a reducir y manejar el riesgo de

desastre.

Es así que la incorporación transversal de esta perspectiva permite

identificar las causas que originan y mantienen las vulnerabilidades específicas de

cada género frente a los riesgos, con el fin de modificarlas, reducirlas y/o

eliminarlas: contribuye a intervenir sobre las causas de los desastres y no sólo a

los efectos de los mismos, evitando la generación de nuevos escenarios de riesgo.

3. b. Género y Capacidad

Junto a la consideración de las vulnerabilidades, mencionadas

anteriormente; la gestión del riesgo con enfoque de género también nos permite

señalar la necesidad de identificar también la existencia de capacidades

diferenciadas con valor frente a desastres.

Si la vulnerabilidad refiere a la fragilidad de una población de ser afectada

por la ocurrencia de un desastre, la capacidad designa el conjunto de recursos con

que cuentan las personas y las comunidades expuestas a amenazas para reducir

el nivel de riesgo o los efectos de un desastre.

El análisis de las capacidades indica, la verdadera dimensión de las

vulnerabilidades, ya que nos permite saber si el desarrollo de ciertas capacidades

puede compensar algunas de esas vulnerabilidades.

+ La resiliencia y la autonomía se presentan como dos capacidades

centrales para que las personas y comunidades puedan reponerse de un desastre.

La resiliencia se refiere a la capacidad de las mujeres, varones, familias,

comunidades y países expuestos a amenazas, para adaptarse o cambiar con el fin

de alcanzar o mantener un nivel aceptable en su funcionalidad.

La autonomía por su parte es resultado de las capacidades de una

comunidad de identificar, disponer de recursos y medios, utilizarlos para enfrentar

desastres y recuperarse del impacto por sí mismo sin que si potencial de

desarrollo sea socavado. La autonomía de las mujeres es una condición para la

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igualdad, ya que es indispensable para que puedan tomar decisiones sobre los

recursos ambientales, económicos, políticos y culturales en función de sus

intereses y necesidades.

La relevancia otorgada a estas capacidades, da repuesta a un enfoque que

considera a las personas y comunidades como agentes activos de su propio

desarrollo, con capacidades para reducir los riesgos, afrontar las crisis y continuar

sus proyectos de vida.

Posicionándonos en la perspectiva de género, este enfoque supone

identificar y poner en valor las capacidades de resilencia y autonomía de las

mujeres y de los varones en cada contexto histórico y social, con el fin de reducir

vulnerabilidades y de fortalecer habilidades, destrezas, aptitudes, actitudes,

conocimientos necesarios para la reducción de los riesgos y los impactos de los

desastres.

+ En las tareas productivas que resultan centrales en respuesta a

situaciones de crisis, los varones no sólo se convierten en el sostén económico,

sino que además cuentan con habilidades y conocimientos útiles para ayudar en el

rescate de las víctimas, para las tareas de recuperación y reconstrucción. Las

mujeres, en cambio, se convierten en el sostén emocional de la familia y de la

comunidad, preocupándose por la alimentación de las personas y tratando de

mantenerlas saludables y fuertes, reduciendo así su vulnerabilidad; dado que sus

habilidades comunicativas las convierten en elementos fundamentales para la

integración. Esta capacidad de resiliencia desarrollada en sus trayectorias de vida

y puesta en juego en una situación de crisis, debería transformarse en una

oportunidad para remover las relaciones de subordinación en que muchas veces

se encuentran.

Es de gran importancia facilitar la participación de las mujeres en las

diferentes intervenciones para la reducción del riesgo y/o la respuesta a la

emergencia, dado que ello puede contribuir a incrementar su autoconfianza y

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autonomía para manejar recursos en condiciones más igualitarias con los varones,

y generar cambios en las creencias, valores y actitudes moldeadas por el género.

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4. Cuadro Contexto Nacional.

TRABAJO Y ACCESO A RECURSOS ECONOMICOS

Mercado de trabajo / Desigualdades: en un informe publicado por la PNUD, en la década de 1999/2009, la tasa de desempleo se redujo para ambos géneros, aunque el desempleo se mantiene más alto para las mujeres que para los varones y no ha traído aparejado modificaciones significativas en sus formas de inserción.

La mayor precariedad laboral, el mayor desempleo, la desigualdad en los ingresos, asi como la participación en empleos de menor productividad, colocan a las mujeres en una situación de mayor vulnerabilidad para hacer frente a los desastres; no solo porque seguramente las encuentre sin ahorros y sin protección social para enfrentar la situación, sino porque la falta de ingresos propios afecta su autonomía y las vuelve más dependientes de la ayuda estatal o de sus cónyuges.

Mujer campesina/ explotaciones rurales familiares: las mujeres aparecen teniendo un peso muy importante en las unidades productivas de la agricultura familiar.

Los condicionamientos derivados de los roles de género se agravan ante la ocurrencia de desastres, de allí la importancia de conocer las características de la participación femenina en los Núcleos de Agricultura Familiar, a fin de diseñar intervenciones que contribuyan a recuperar la capacidad productiva de las explotaciones familiares.

El trabajo en el marco de la economía social: las mujeres son mayoría en los Emprendimientos de la economía social, según el informe de PNUD, mostrando que son las mujeres quienes más solicitan microcréditos del Ministerio de Desarrollo social; en el empadronamiento de registro de monotributo, son prácticamente la mitad mujeres; se registra una mayor participación de las mujeres en las cooperativas del Programa Argentina Trabaja.

Para atender a estas situaciones es necesario recoger información sobre las actividades para la generación de ingresos realizadas por las mujeres antes del desastre, a fin de en el post desastre poder reemplazar los recursos y herramientas perdidas, así como implementar sistemas de crédito que se basen en las posibilidades reales de devolución por parte de las mujeres.

División sexual del trabajo: el incremento de la participación de las mujeres en el mundo del trabajo no ha estado acompañado de cambios significativos en la división sexual del trabajo doméstico. Según datos de la Encuesta Permanente de Hogares de 2009, el número de mujeres que realizan la mayor parte del trabajo doméstico en su hogar es hoy 3,8 veces mayor que el número de varones. Es que aún persisten representaciones sociales que siguen asignando prioritariamente a las mujeres las responsabilidades del trabajo reproductivo. En situaciones de desastre, las mujeres ven aumentada aún más su responsabilidad al interior de los hogares. Las tareas reproductivas y de cuidado, históricamente invisibilizadas y no valoradas, se vuelven claves tanto en la situación de emergencia como en el proceso de recuperación.

PARTICIPACIÓN EN LOS ÁMBITOS DE

En nuestro país se ha dado un gran avance en la participación de la mujer en la política; es de destacar en Argentina es uno de los pocos países a nivel mundial, en donde su autoridad máxima es una mujer; el avance también se ha dado a nivel de decisiones ejecutivas. Pero todavía sucede

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DECISIÓN que de cada 10 puestos de autoridad máxima relevados, menos de 2 son ocupados por mujeres, donde las desigualdades en el acceso se expresan principalmente en los gobiernos provinciales y municipales, en organizaciones de sociedad civil y en empresas.

Es importante la presencia de mujeres en las áreas locales institucionales oficiales relacionadas con el manejo de desastres ya que generalmente son ellas quienes más conocen en que hogares hay personas vulnerables, necesidades, experiencias, etc.; son un recurso valioso y cualquier programa de respuesta al desastre debe aprovechar sus conocimientos

VIOLENCIA DE GÉNERO

La violencia contra las mujeres se origina precisamente en la desigualdad de género; la que puede ser física, psicológica, sexual, económica, simbólica, etc.

Ante un desastre la violencia se puede presentar. La violencia domestica que se trasladan del hogar hacia los centros de evacuados, es decir la violencia intrafamiliar; en lugares de hacinamiento, se está más expuesto a los acosos sexuales o violaciones contra mujeres jóvenes, adolescentes e incluso niñas.

Se señala en el Documento, que la violencia contra la mujer, en nuestro país continua siendo un flagelo –según informes el 79% de las personas afectadas por violencia en 2008/2009 fueron mujeres-

SALUD El hecho de pertenecer a uno u otro sexo tiene impactos diferentes en la salud que deben ser considerados en la respuesta a situaciones de emergencia: las mujeres que se encuentran en un centro de evacuados están más propensas a presentar enfermedades relacionadas con el hacinamiento, condiciones precarias de higiene, escasez de agua y alimentos.

Es importante destacar el cuidado de las embarazadas, que frecuencia se suele interrumpir los controles prenatales y después de dar a luz; se menciona que también debe considerarse la vulnerabilidad cuando las madres son adolescentes, que según el informe realizado por PNUD “que en Argentina, al igual que el resto de los países de la región, la fecundidad adolescente es un reflejo de la desigualdad social, por lo que sus niveles varian significativamente entre las jurisdicciones” lo que instala una cadena de situaciones a enfrentar.

También, según el informe Aportes para el Desarrollo Humano en Argentina/2011, las personas afectadas con VIH son más vulnerables ante los desastres, al existir la posibilidad de que no reciban su medicación, están más expuestos a contraer enfermedades, etc.

Se menciona, que los hombres suelen ser más reacios a recibir asistencia sanitaria, debido a la construcción de una masculinidad que censura la expresión del miedo o la angustia y premia el heroísmo, la fortaleza o la omnipotencia.

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5. Síntesis

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DOCUMENTO PAÍS

RIESGOS DE DESASTRES EN ARGENTINA

INVESTIGACION SOBRE PRINCIPALES

RIESGOS, AMENAZAS Y VULNERABILIDADES A ESCALA REGIONAL

MARCO NORMATIVO E INSTITUCIONAL A NIVEL NACIONAL

ALGUNAS INICIATIVAS EN GESTIÓN DE RIESGOS

INCORPORACION DE LA PERSPECTIVA DE GÉNERO

PROCESOS DE CONSULTAS A NIVEL NACIONAL

DA CUENTA DE LOS RIESGOS DE DESASTRES Y PERMITA DEFINIR CRITERIOS Y/O PRIORIDADES PARA FUTURAS ACCIONES.

Page 16: Ambiente y Género. Gestión de Riesgos de Desastre

6. A modo de conclusión.

La igualdad de género no es únicamente una cuestión de mujeres sino que

es mucho más, es una dimensión fundamental del desarrollo que implica un

proceso de transformación social y cultural.

Entender a la igualdad de género como pieza fundamental que contribuye al

desarrollo económico y social de múltiples maneras. Permitir la incorporación

transversal de esta perspectiva auxilia a identificar las causas que originan y

mantienen las vulnerabilidades específicas de cada género frente a los riesgos.

Lograr la modificación, reducción o eliminación de estas causas, aporta a

intervenir sobre las causas de los desastres y a sus efectos, posibilitando la

generación de nuevas amenazas.

Como se menciono es de gran importancia facilitar la participación de las

mujeres en las diferentes intervenciones para la reducción del riesgo y/o la

respuesta a la emergencia, pues ello puede favorece a incrementar su

autoconfianza y autonomía para manejar recursos en condiciones más igualitarias

con los varones, y generar cambios en las creencias, valores y actitudes

moldeadas por el género.

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Bibliografía

“Desafíos para la igualdad de género en la Argentina”

Estrategias del PNUD, Julio 2008, CABA.

www.comunicarigualdad.com.ar

“La gestión de riesgo ambiental como eje de la planificación

urbana e indicador de desarrollo local”. Msc. Urb. Sandra Ornés Vásquez y

Dra. Arq. Rosa María Chacón. Dpto. de Planificación Urbana de la

Universidad Simón Bolívar; Caracas- Venezuela.

Documento País.

Antecedentes “Documento País 2012” Centro Estudios

Sociales y Ambientales, investigadora Alejandra Celis.

www.undp.org.ar

www.desaprender.org

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