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    NACER DENUEVO

    La vida despus del horror.Haceveinte aos, el atentado que vol la AMIA les

    quit a gente querida y les parti en dos laexistencia. Sin embargo, lograron reconstruir

    presentes y futuros. Cinco sobrevivientescuentan , desde la esperanza y la realidad,

    cmo volvieron a hacer y a soar.

    TEXTO:Leandro Torresi ([email protected]) y Miguel fras (mfriasclarin.com)FOTOS:Ariel Grinberg y Andrs D'Ela

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    ANAWEINSTEINEl da del atentado trabajaba en la AMIA. Diriga proyectos culturales. Sigue siendo su lugar.

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    Los muertos trabaja-ban con ellos; eranamigos, parientes, oeran los conocidosde enfrente, o pasa-ban por la calle, comopasaban siempre, opasaban a veces, a esa

    hora o a cualquier otra. Los sobrevi-vientes nacieron otra vez desde las he-ridas fsicas y el dolor. Fue un ataquecontra un entidad juda, no ocurri enotro lado, pero nos pas a todos. Todosramos laburantes y la bomba es comola peste: no te pregunta si sos judo oqu sos concluy uno de los entre-

    vistados para esta produccin, cincohistorias a veinte aos de la bomba queexplot en la AMIA.

    ADRIAN FURMANMemoria de un hermanoArregla computadoras, instala redes,se dedica a eso. Le gusta. Rinde. Tam-bin tiene un quiosco y librera. Deah sale bastante de la clientela. Tra-baja mucho pero tambin se hace untiempo para activar en la Asociacin18J, junto a otros sobrevivientes y fa-miliares de vctimas del atentado enla AMIA.

    Adrin Furman es las dos cos as.Sali vivo y caminando del edificio dePasteur. Pero en el atentado perdi asu hermano Fabin, cinco aos mayorque l.

    Trabajaba en la AMIA desde chico,en el rea de recursos humanos y liqui-dacin de sueldos, en el segundo piso.Se salv porque esa oficina estaba en elcontrafrente del edificio. El hermanoestaba en Sepelios, en el cuarto pisode la parte del frente, que fue la que se

    vino abajo con el estallido.La explosin fue una confusin

    total. Como la mayora de los que es-taban ah, pensamos que haba pasa-do algo con un equipo grande de aireacondicionado que estaban instalan-do. Nosotros fuimos para el lado deUriburu, por una salida de emergen-cia. Desde un terraza pudimos ver elfrente de la calle Pasteur y ah nos di-

    mos cuenta de la dimensin: no estabael frente de la AMIA, relata.

    Pens en el hermano. El cuarto pi-so no estaba ms, una desesperacin.Fue hasta el negocio de un to, enTucumn y Lavalle. Llam a su casa,perolos padres ya haban salido paraOnce: Cuando me vieron fue mediacalma. Estaba yo, pero de Fabin nosabamos nada.

    Adrin tena algn golpe, una lasti-madura en la mano. Lo principal erasaber de mi hermano. Empezaron la

    versiones: que estaba en el hospital deClinicas; que lo habian visto caminadopor Crdoba y Callao...

    Fue una semana de angustia. Te-rrible: todo el da gente en casa, llama-das y las novedades que no llegaban.El cuerpo recin apareci el domingosiguiente.

    Adrin decidi volver a trabajar a laAMIA, que estaba funcionando en unasede de la calle Ayacucho. Cuando es-cuch que iban a volver a Pasteur, dije.

    Ah no vuelvo.Se fue con un retiro voluntario y

    abri un negocio. Despus trabajcon el suegro en una fbrica de ropa enOnce. La crisis peg y abrieron un pa-rripollo en Belgrano. Hasta que con-sigui un trabajo en un papelera, encobranzas. Fue del '98 al 2000: estabaen el peor lugar en el peor momentoA quin le ibas a cobrar algo?

    Su mujer, Cynthia, lo ayud muchoa reponerse del drama. Haca cuatromeses que estaban de novios cuando

    fue el atentado. Ella trabajaba en La-valle y Larrea y escuch la explosin.Siempre estuvo conmigo. Tienendos varones de 14 y de 9 aos. Ahorahablo un poco ms del tema. Hace dosao no hubiera dadao una nota comoesta. Los chicos no conocieron al to,pero hablamos, saben del l, saben lo

    que pas, asume.Adr in par ece un tipo tr anquil o.

    Habla bajo. Esto nunca se va a pa-sar del todo. En la AMIA ramos ungrupo de seis o siete amigos; bamosa la casa de uno, a la casa de otro, a unasado;cuatro o cinco murieron. Conla Justicia yo estoy resignado con queno va a pasar nada. Pero por lo menospretendemos que no se olvide.

    ALEJANDRO MIROCHNIK

    La fe de un deportistaEste hombre que se abraza con chicosdiscapacitados en una cancha de LaMatanza, que re y hace chistes bajoel sol, estuvo hace veinte aos sepul-tado -sin saberlo- bajo el edificio de la

    AMIA. Entre hierros y escombros, enun ascensor: a oscuras, solo, la pier-na destrozada, preguntndose hastacundo tendra oxgeno y por qu suscompaeros tardaban horas en res-catarlo. Rez una oracin catlica, lareligin de su madre, la suya. Imaginque competa en un triatln: el sentidode su vida. Aunque ahora no hable deuna sino de dos, en tercera persona:

    Alejandro Mirochnik muri el 18de julio de 1994, a las 9.53. Ah naciotro, con otras angustias, otros dolo-res, otras broncas. Un tipo mucho msnervioso, muchsimo ms acelerado,ms reacio, menos afectuoso".

    El saludo con sus futbolistas delCEDIMA (Centro de Discapacitadosde La Matanza), jvenes con retra-

    "Esto nunca va a pasar de l todo. En AMIA ramos ungrupo de seis o siete amigos; bamos a la casa de uno, ala casa de otro. Varios de ellos murieron"ADRIANFURMANEra empleado en la mutual. Perdi a su hermano. Tiene un taller de reparacin de computadoras.

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    32 so mental, lo desmiente en el ltimopunto. Mirochnik -52 aos, remera deSan Lorenzo, buzo de DT, cuello po-lar a modo de turbante, rastas, miradaceleste transparente- explica: Lessobran ganas de vivir. Son terrible-mente cariosos. En ellos reconozcomi propia discapacidad. Intercambia-

    mos gentilezas: me hacen bien y yo mesiento til.

    El da del atentado lleg al edificiode Pasteur en bicicleta. Era empleadoadministrativo de la DAIA, profesorde Educacin Fsica, campen argen-tino de triatln (1992) categora 30-34 aos. La ascensorista no estaba.Marqu el quinto y empec a subir.De pronto se cort la luz, el ascensortembl y se desplom. Me agachpara amortiguar el golpe. Despus,el estruendo del choque, la lluvia de

    piedras, el silencio. La ascensorista sequejaba de que el ascensor era viejo:pens, nada ms, que se haba cado.

    Tena -lo sabra despus- fracturasde tibia, peron y astrgalo. Escuchun helicptero y, ms tarde, excava-doras. Hasta que vio una luz. Creque era Dios, pero eran rescatistas.

    Abrieron un boquete. Me arrastr porun hueco, agarrndome de los cablesdel ascensor. Me pasaron, entre losescombros, agua y oxgeno. Pregun-t a los gritos por qu los muchachosde vigilancia haban demorado tanto.'Estn todos muertos', me respondie-ron. Lograron sacarlo a las 18.30.

    Los alumnos de Mirochnik pateanla pelota: se mueven con dificultad. Eltambin: un leve bamboleo al cami-nar; la pierna derecha que le qued doscentmetros ms corta. Cuando estu-

    ve internado en el Clnicas, les peda alos mdicos que me la salvaran paracorrer el Ironman: 3.800 metros denatacin, 180 km. de bicicleta, 43 km.

    corriendo. No me aseguraban nada.En el 98 corr mi primer Ironman, en12 horas, 2 minutos. Compet en ochoms. El ltimo, este ao: en 11 horas,40 minutos. Baj 22 minutos. El aoque viene corro en Florianpolis.

    Capaz de frases fuera de norma,como despus de la internacin me

    cas: el segundo atentado, Miroch-nik muestra la plantilla de su zapa-tilla derecha, ms gruesa que la otra,y vuelve a hablar de l como si fueraotro: En su actividad, Mirochnik es elnico rengo. Ya no sale entre los diezprimeros sino entre los diez ltimos.Le dicen que lo importante es que siga

    vivo, que su to Buby, que era mozo ymuri en la AMIA, ya no puede correr.Pero no s. No quiero ser ste.

    Adems de trabajar con chicos dis-capacitados, es director de un colegio

    y entrenador de guardavidas. Dice queel triatln lo salv, que no tiene mie-dos, que fantasea con que un cientficoisrael le prueba una pierna robtica y

    vuelve a ser el que fue, que puede mo-rir corriendo, jams encerrado en unascensor, que no sabe o no logra llorar.Aunque me emocion con la ltimade X-Men. Wolverine viaja al pasa-do para corregir el futuro. Qu lindo,no? Volver al 18, un rato antes; decir-le al tipo que est por volar la AMIA:'Flaco, vas a matar a mucha gente, vasa matarte vos'. Cambiar el curso de lascosas. Sus alumnos lo llaman. Miro-chnik camina hacia ellos sin que se no-te su renguera, con una sonrisa triste.

    ANA WEINSTEINEn el lugar de siempre

    Ana Weinstein, Anita, directora de laFederacin de Comunidades Judas

    Argentinas Vaad Hakehilot y del Cen-tro de Documentacin e Informacin

    sobre Judasmo Marc Turkow, se dis-culpa por haber llegado tarde a la en-trevista, en su oficina del cuarto pisode la AMIA. Mi nieto de cinco aos vi-no de visita con el colegio por primera

    vez. Para m fue un acontecimiento,explica, y ofrece caf. La lluvia picotealas ventanas: nico rastro exterior que

    llega al edificio de Pasteur, cuya plan-ta baja tiene algo de fortaleza y algo demonumento recordatorio: los nom-bres de tantos compaeros de Weins-tein muertos en el atentado.

    Pero, salvo por el cuadro El ecode la memoria, de Alicia Messing, laoficina de Anita podra ser una oficinacualquiera; con empleadas jvenes,afables, distendidas: nias o bebsaquel 18 de julio. Hace veinte aos yotrabajaba en dos sedes de la AMIA: en

    Ayacucho y en Pasteur, donde coor-

    dinaba los festejos por el centenario.Aquel lunes, con Mirta Strier, mi se-cretaria, vinimos desde all hacia ac.Saludamos a varias compaeras. Al-canzamos a ver a Buby, el mozo, al quele dimos a entender con un gesto quequeramos caf. Entramos a nuestraoficina, que daba el frente. Como yo te-na que hacer una consulta, sal haciael fondo del pasillo. Eso me salv. Mir-ta y los dems no tuvieron esa suerte.

    Weinstein hizo una elipsis, no unaomisin. Sociloga, hija de sobrevi-

    vientes d el Holoc austo, sabe la im-portancia de recordar y de narrar elhorror, de explicar, de tratar de expli-carlo. Lo hace a su estilo: diplomtico,elegante y firme, medido hasta paraemocionarse. Mis padres, que pa-decieron la Shoah, me transmitieronun mensaje de optimismo que sigui

    vigente despus del atentado y que esparte importante de lo que siento por

    AMIA. De ellos aprend que hay que lu-char, resignificar, no quedarse en el rol

    "Alejandro Mirochnik muri el 18 de julio de 1994,a las 9.53. A partir de ah naci otro, con otrasangustias, otros dolores, otras broncas "ALEJANDROMIROCHNIK

    Estuvo atrapado en un ascensor de la AMIA durante el atentado. Entrena chicos discapacitados.

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    57de vctima, paralizada. En lo terribletambin hay lecciones.

    En una pared, un afiche recuerdalos 120 aos de la AMIA. Los primeros120, remarca Weinstein. Aunque ad-mite que en ella persisten los reflejosdel miedo, y que el tema del atentadofue central en todas sus terapias, jams

    se le ocurri trabajar en otro lugar. Mireaccin, desde el mismo 18 de julio,al salir del edificio en ruinas, fue hacery hacer cosas. Con el tiempo elaborque era el modo de no darles el gusto alos que haban querido matarnos. Nodarles el gusto de morir, de abandonarnuestros lugares de trabajo, de hacerlo que ellos haban pretendido: des-truirnos fsica y anmicamente.

    Weinstein dice que deplora los pi-lotes, las medidas de seguridad quedeben tomarse en las instituciones ju-

    das; que eso "no significa que estemosencerrados sobre nosostros mismos.Tras la voladura de la AMIA, debi so-portar comentarios discriminatoriosy no slo de taxistas. Las autoridadesde un centro educativo cercano, delque prefiero no dar el nombre, nos pi-dieron que nos mudramos. Algo diso-nante. Nosotros tuvimos la conviccinmuy fuerte de que no haba que reti-rarse de lugares ni cerrar puertas.

    El 18 de julio del 94, el padre deAnita, que haba logrado escapar de uncampo de exterminio, ya haba muer-to; la madre, que se salv escondida enel granero de un polaco catlico, estu-

    vo un largo rato sin saber qu haba pa-sado con su hija. Unos das despus,cuando ley una nota que me habanhecho, me dijo: 'Nunca pens que unahija ma iba a figurar en algn lado co-mo vctima de un ataque antisemita'.No vena del campo filosfico, pero erauna mujer inteligente: entenda el en-tramado de la Historia.

    Cuando se cumplieron diez aosdel atentado, Weinstein trabaj en ellibro Sus nombres y sus rostros, unlbum homenaje a las vctimas. Aho-ra pide un ejemplar por telfono y selo entrega al periodista. Para m eslo mismo que se cumplan 10, 12, 15, 19o 20 aos. Son fechas especialmente

    dolorosas. En parte por la frustracin,la desesperanza, la bronca, no s si de-cir si la resignacin, que provoca la no

    justicia. Pero no es slo eso. Es la au-sencia, mirar las caras... Igual, hay queseguir haciendo cosas, pensar y repen-sar, compartir lo que a una le toc vivir:honrar la vida.

    Al fin al, aco mpa a al perio dis tahasta abajo con un paraguas. En mediode la tormenta, la placa que recuerdaa las vctimas brilla ms. Anita se des-pide y dice: Desde nuestros lugares,

    todos podemos hacer aportes contrael olvido. Gracias por la entrevista.Entonces uno piensa en los padres deella, en ella, y en el nieto que la visit enla AMIA, volada 15 aos antes de quel naciera.

    HUGO FRYSZBERGLas velas encendidasAhora tengo ganas de hacer cosas, sealegra Hugo Fryszberg, activo en el pe-dido de justicia en la causa AMIA. Lafigura del sobreviente -cree- estuvo...no s si decirte menospreciada. Pe-ro no haba ms de tres que hablaranoficialmente. Nosotros somos los quepodemos contar lo que pas para queno vuelva a suceder.

    Hugo asumi que para l hubotres bombazos: el de la maana del18 de julio de 1994; el que produjo ensu vida su despido de la institucin,en 1996; y el que sigue estallando ylastimando: que los responsables y la

    verdad todava no aparecen.Lo que ms me daa es la falta de

    justicia. A m no me importa quinesfueron. Quien haya sido, que pague. Setiene que poder saber, precisa.

    Desde 2003 Hugo trabaja en un reaadministrativa del Ministerio de Cul-tura de la Ciudad. En AMIA, era subje-

    fe de Personal cuando fue el atentado,pero haca extras atendiendo turnosde sepelios los fines de semana. El lu-nes de la bomba estaba en su oficinadel cuerpo del fondo del edificio. Suhermano, Gabriel, trabajaba ah conl. Haba un humo negro y un olorcido tremendo. Enseguida nos en-contramos con mi hermano y los dossupimos que el otro estaba bien. Lasexplosiones que escuchamos fuerondos. Una la de la bomba. Y la otra, claro,el edificio que se caa".

    Como los dems compaeros delsector, sali hacia los edificios de atrs.Desde una cornisa pudo mirar para ellado de Pasteur y vino la imagen ho-rrenda. Me faltaba toda la AMIA. Yenfrente los edificios parecan esas ca-sas de Barbie. Estaban todos pelados.

    Lleg a la calle y pidi el telfono enel bar de la esquina para avisar que suhermano y l estaban vivos. Volvi aledificio. Me asom al precipicio delan-te de lo que era mi oficina. Agarr unportarretrato con una foto de mis hijosy le d un bwesito. Y me fui.

    En medio del desastre, no par. Fuea ayudar a reconocer los cuerpos. A lasiete de la tarde se tom el subte y sefue a la casa. A las 11 de la noche lo lla-maron para que se presentara a las seisporque la gente se sigue muriendo.

    Le toc hacer los trmites de susamigos personales de Sepelios. Memor, me enterr y resucit muchas

    veces hasta que enterr al ltimo demis compaeros. No fue una eleccin.

    "Lo que ms me daa es la falta de justicia. Lossobrevivientes somos los que podemos contar loque pas para que no vuelva a suceder"HUGOFRYSZBERG

    . Estaba en su oficina en AMIA cuando estall la bomba. Trabaja como administrativo en la Ciudad.

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    58 Fue lo que tuvo que ser y lo pude afron-tar. El costo lo pagu despus: eran misamigos.

    Con su mujer tomaron la decisinde sacar a su hijo del colegio judo alque iba al preescolar. Hugo pas a tra-bajar en el cochera de AMIA. Fue jefede Sepelios hasta que lo echaron, como

    parte de una lista de despidos.Los siguientes meses los tiene

    medio borrados. No s si estaba enla cama o qu haca. Me consuma laindemnizacin y no poda arrancar.Despus abri un quiosco, que le per-miti estar ocupado.

    Fue testigo en el juicio en 2001,aunque no lo segua todos los das:La decepcin fue terrible. En-tr a las Asociacin 18J buscandoasistencia psicolgica. Hace te-rapia de grupo. Es enriquecedor

    y a veces te hace pelota. Es as.Participa de los actos de todos los 18,cuando se prenden velas y se nombraa los 85 muertos. Para m, los muertosno son nombre, son tridimensionales.No te voy a decir que los conoca a to-dos, pero del 50 por ciento podra con-tarte alguna historia.

    HUMBERTO CHIESAHasta que lleg Abril

    A Humberto Chiesa los dems lo venbien. A l no siempre le res ulta tannormal; es algo as como una incomo-didad: Llevs un mochila que no te lapods sacar.

    No quiere aburrir con pormenoresmdicos. Fueron 40 das en coma. Unao hasta que le reconstruyeron su pa-rietal izquierdo, con una prtesis. Dosaos hasta que le terminaron de sacartodos los vidrios del cuerpo.

    Cinco aos hasta que le sali otra vezuna sonrisa. Fue cuando naci Abril, su

    nieta, que est por cumplir los 15.Ahora, animado cuando habla de la

    nieta, se atreve a la comparacin conhumor. Los comerciantes dicen queen enero y febrero no se vende nada;que marzo sigue flojo. Y que en abrilarranca el ao. Bueno, una Abril param fue una nueva vida.

    Era el imprentero de enfrente. Es-taba ah con el negocio haca 25 aos.Planta baja y primer piso. Impren-ta Chiesa y Galarraga, Pasteur 630;

    AMIA, Pasteur 633.Esa maana del 18 de julio haba ha-

    bia ido a tomar un caf a la esquina consu socio y un amigo comerciante de laotra cuadra. Estaban de vuelta en ellocal cuando fue el bombazo. El socio,Guillermo Galarraga, muri; tambinmuri uno de sus empleados, FavioBermdez. Otro, empleado, maqui-

    nista como Bermdez, sufri heridasgravsimas. Solo Adriana, la secreta-ria, result ilesa.

    Humberto empez a saber de a po-co cmo haba sido todo esto cuandoempez a levantar un poco los ojos,en el hospital. Al primero que distin-gui fue a un hombre que haba perdi-do una pierna. Despus supo que era elbarrendero de la zona.

    Con tantos aos ah enfrente ha-bamos hecho un vnculo muy fuertecon AMIA. Hacamos trabajos paraellos pero tambin habamos hecho un

    vinculo social con muchas personas,un relacin de confianza, cuenta.

    Despus del atentado a la embajada,imaginaban que alguna vez poda pa-sar algo. Desconfiaban de la seguridad.La imprenta haba ofrecido confeccio-nar unas tarjetas para organizar mejorla descarga de la mercadera en la cua-dra: Esa maana, cuando volvamosdel bar, vimos el famoso volquete, don-de todo el tiempo tiraban cosas.

    Se acuerda de que en el momento dela explosin estaban conversando detrabajo con el socio y con la secretara.Despus, nada ms. Mir: el encarga-do del edificio de al lado; la mujer que

    vena de la mano del nene que nuncaapareci; el chico del bar que llevaba elcaf a la AMIA; el tipo del edificio que

    todava no se haba levantado; el seorque estaba bajando mercadera para elbar; la quiosquera... esto no le pas soloa la AMIA, nos pas a todos.

    Tard dos aos en recomponerse.Imposible digerir que haba muertomi socio de toda la vida, que mi em-pleado no estaba ms. Recin cuandonaci mi nieta empec a sonrer otra

    vez. E ntend que tambin tena quehacerlo por la familia, porque cuan-do pasan estas cosas, le pasan a todos.Empec a actuar pensando en el otro.

    Fue clave cuando se sum al recla-mo por la verdad. Una coincidencia: suhijo y el de Laura Ginsberg, esposa deuna vctima, entraron al mismo cole-gio. Y charlando con ella se incorpor aMemoria Activa como querellante.

    Hoy lamentablemente no hay jus-ticia. Si yo tuviera que hacer un obrade teatro, pondra a los sobrevivientescon ropa de presos. Somo presos enesta causa. Si los responsables estnlibres y nosotros tenemos esta histo-ria clavada en el corazn, los presossomos nosotros.

    Humberto volvi al mundo grficocomo empleado de un imprenta gran-de. Es ejecutivo de ventas. Tiene 64aos. Este aos viaj al Vaticano parallevarle un carta al Papa para pedirleque la Iglesia Catlica tenga mayorprotagonismo en las conmemoracio-nes del 18 de julio. Los que pertene-cemos al credo catlico no tenemosque permanecer ajenos a este dolor,le escribi.

    "Recin cuando naci mi nieta Abril, cinco aosdespus del atentado, me sali otra vez una sonrisa.Entend que por la familia tena que hacerlo"HUMBERTOCHIESA.

    Tena un imprenta frente a la mutual. Estuvo 40 das en coma. Hoy, trabaja otra vez en el rubro.

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