Amigo - Enemigo: todo nace de la discordia

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AMIGO   –  ENEMIGO TODO NACE DE LA DISCORDIA  MARÍA DE LOS ÁNGELES LASA* I NTRODUCCIÓN  <<Y así dice (…) Heráclito que lo opuesto es lo que conviene, y que la armonía más hermosa es la producida por tonos diferentes, y que todo nace de la discordia>>. Aristóteles  (1970: 1155b) Por el hecho de ser lectores modernos , tenemos abierta la enorme posibilidad de enriquecer nuestra perspectiva a través del acopio de las grandes obras de la historia del pensamiento político. Precisamente por ello, es probable que caigamos en la cuenta de que las concepciones de la política y de lo político fueron muchas y variadas a lo largo de los siglos. En la antigua Grecia, cuna de la democracia y de los primeros y grandes filósofos de Occidente, Aristóteles decía que el hombre era por naturaleza social, (civil, si se quiere) en un sentido profundo: el hombre, según su concepción, estaba naturalmente destinado a vivir en la ciudad, en la polis ARISTÓTELES, 1970: I, 2, 1253a, 2-3.  ). En efecto, los antiguos griegos concebían a lo político como medio para la realización de un fin. Ya sea para alcanzar la felicidad o el bien común, la política era la manifestación de la providencia en el mundo terreno 1 . Más adelante, autores como Bertrand de Jouvenel, pensaron la política desde la categoría de dominio de los fines, sólo que los fines fueron un tanto diferentes. En efecto, la esfera de lo político se terminó transformando en una persecución ciega del objeto “poder” y, en más de una ocasión, llegó a vincularse solamente al aparato estatal. Pero hacia 1927 se provoca un giro copernicano de la mano de Carl Schmitt quién, en su obra El concepto de lo político (ensayo nuclear del pensamiento político del siglo XX), elabora y propone, a través de un estilo claro y didáctico,

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A M I G O   –   E N E M I G OT O D O N A C E D E L A D I S C O R D I A  

M A R Í A D E L O S Á N G E L E S L A S A *

I N T R O D U C C I Ó N  

<<Y así dice (…) Heráclito que loopuesto es lo que conviene, y que laarmonía más hermosa es laproducida por tonos diferentes, y quetodo nace de la discordia>>.

Aristóteles  (1970: 1155b) 

Por el hecho de ser lectores modernos , tenemos abierta la enormeposibilidad de enriquecer nuestra perspectiva a través del acopio de las

grandes obras de la historia del pensamiento político. Precisamente por ello, esprobable que caigamos en la cuenta de que las concepciones de la política yde lo político fueron muchas y variadas a lo largo de los siglos.

En la antigua Grecia, cuna de la democracia y de los primeros y grandesfilósofos de Occidente, Aristóteles decía que el hombre era por naturalezasocial, (civil, si se quiere) en un sentido profundo: el hombre, según suconcepción, estaba naturalmente destinado a vivir en la ciudad, en la polis ( ARISTÓTELES,  1970:  I,  2,  1253a,  2-3. ). En efecto, los antiguos griegosconcebían a lo político como medio para la realización de un fin. Ya sea paraalcanzar la felicidad o el bien común, la política era la manifestación de laprovidencia en el mundo terreno1. Más adelante, autores como Bertrand deJouvenel, pensaron la política desde la categoría de dominio de los fines, sóloque los fines fueron un tanto diferentes. En efecto, la esfera de lo político se

terminó transformando en una persecución ciega del objeto “poder” y, en másde una ocasión, llegó a vincularse solamente al aparato estatal.

Pero hacia 1927 se provoca un giro copernicano de la mano de Carl Schmittquién, en su obra El concepto de lo político  (ensayo nuclear del pensamientopolítico del siglo XX), elabora y propone, a través de un estilo claro y didáctico,

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la “refundación” categórica de lo político a partir de la identificación de unnúcleo propio, de un “átomo de lo político” autónomo que puede ser explicado –es preciso decirlo– absolutamente desligado de la moral y teología.

¿Cuál es ese átomo? ¿En qué consiste este “núcleo” propio y autónomo dela política? ¿Cuáles son las consecuencias que se derivarán de sostener estapostura?

En un intento por dar respuesta a las preguntas anteriormente formuladas,nuestro escrito se estructurará de la manera que a continuación se refiere.Inicialmente, expondremos las líneas principales del concepto prioritario en CarlSchmitt: el de enemigo . En un segundo momento, presentaremos otra arista

teórica del pensador que ha merecido numerosas reflexiones yconsideraciones: ésta no es otra que la representada por el decisionismo soberano . En tercer lugar, desarrollaremos las principales influencias filosóficasy políticas en el pensamiento de Schmitt y las influencias de éste en posterioresdesarrollos teóricos. Concluiremos, luego, con algunas cuestiones yapreciaciones que engloben lo desarrollado en el presente trabajo.

A M I G O , E N E M I G O Y G U E R R A  

El ensayo El concepto de lo político se publicó inicialmente en 1927 con eltítulo de Der Begriff des Politischen . En 1932 fue nuevamente editado junto a

un discurso sobre la era de las neutralizaciones. La tercera edición data de1933.Desde el comienzo, El concepto de lo político  fue una obra polémica y

revolucionaria . Comenzaba, sin más ni más, con la frase que resume ycontiene en germen todo el pensamiento schmittiano: “la distinción propiamentepolítica es la distinción entre el amigo y el enemigo ” (SCHMITT, 2002: 31). Así, lapoliticidad para Schmitt, aquel “núcleo” propio de lo político del que habláramoscon anterioridad, se da, concretamente, allí donde un grupo de hombressituado frente a otro grupo de hombres se define, respecto de él, en términosde hostilidad (enemigo o feind ) o de no hostilidad (amigo o freund ).

En efecto, para Schmitt –así como para su maestro Weber– la política no esdiálogo sino lucha . <<La política –afirma nuestro pensador– alcanza la cimacuando se acierta a discernir al enemigo como enemigo con claridad

concreta>> (SCHMITT, 2002: 88). Tal vez sea por esta razón que el pensamientode Schmitt ha generado diversos malentendidos, entre ellos, la creencia de quesu pensamiento se enrola en las filas del belicismo . En rigor, entonces, allídonde existe la política, hay guerra .

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La reducción de la propuesta teórica de Schmitt al belicismo, y tal como loseñala claramente Fernández Vega, <<intenta prolongar un prejuicio sobre lanaturaleza del pensamiento de Schmitt que lo identifica sin más con elnacionalsocialismo>> (FERNÁNDEZ VEGA, 2002: 43). En todo caso, y a la luz deesta interpretación, se estaría prejuzgando a Schmitt como un teórico delnacionalsocialismo en vistas de que, como es harto conocido, éste apoyó,hasta antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, al régimen nazialemán. Pero lo real es que el concepto de Estado en Schmitt –o, mejor aún, elconcepto de soberano  –, refiere directamente la capacidad de éste paraasegurar el orden y evitar la guerra. En efecto, soberano es aquel individuo o

cuerpo político que puede conducir a una salida en una crisis, a un atajo paraevitar el peligro o a una escapatoria de la guerra.Sin embargo, como buen realista, Schmitt comprende que los rasgos que

pueden hacer patente y expreso al binomio propio de lo político es,ineludiblemente, la guerra. Schmitt señalará entonces que <<un mundo en elcual se hubiese eliminado y en el que hubiera desaparecido totalmente laposibilidad de la guerra, un globo terráqueo definitivamente pacificado sería unmundo sin la distinción del amigo y el enemigo y, por lo tanto, un mundo sinpolítica>> (SCHMITT, 2002: 47). La guerra es, en este escenario, la condición yla posibilidad de la existencia de la política.

En virtud de lo expuesto, pues, <<se hace necesario subrayar que la guerraconsiste, para Schmitt como para su gran referencia clásica, Thomas Hobbes,en una amenaza potencial >> (FERNÁNDEZ VEGA, 2002: 47). De cualquier modo,

ésta no es razón suficiente para caratular al pensamiento schmittiano debelicismo radical. Para probarlo, permítasenos rescatar palabras del propioautor que, por claras y concisas, dilucidan esta cuestión. Dice Schmitt: <<laguerra no es pues la meta, el fin, ni siquiera el contenido de la política, pero síel supuesto  dado siempre como posibilidad real, que determina de modopeculiar las acciones y los pensamientos humanos y produce uncomportamiento específicamente político>> (SCHMITT, 2002: 44).

Autores contemporáneos, como David Held, parecieran desaprobar elsimplismo teórico de Schmitt. El Profesor Held, en efecto, afirma: <<se puedeapreciar que el actual sistema de seguridad nacional impugna las distincionessimplistas entre <amigo> y <enemigo> (…) [porque] bajo las condiciones de lamoderna tecnología bélica, el impacto de una guerra puede ser tan devastadorpara un <amigo> como para un <enemigo>>> (HELD, 1997: 150). Y añade: <<en

este contexto, ser <amigo> o <enemigo> puede no revestir mayoresdiferencias>> (HELD, 1997: 151).La postura de Held, también compartida por otros teóricos, es compresible y

respetable. Pero tal vez, lo que Held olvida es lo siguiente: una cosa es lapropia gramática  de la actividad beligerante, es decir, el desarrollo de una

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guerra, sus alianzas, distinciones específicas, armas, tecnologías y, hastapodría decirse, sus consecuencias sobre aliados, no aliados y neutrales; perootra diferente es la lógica  (que puede ser política o no) que subyace en esagramática. Vale decir, no puede negarse que la guerra, a pesar de tener supropia estructura, es la apoyatura conceptual en la discriminación de lascategorías centrales de lo político. Pero cuando Carl Schmitt piensa en laguerra a partir de la política, lo hace sólo en términos potenciales. ¿Por qué?Porque el binomio amigo-enemigo es propiamente político y puede –o no–hacerse extensible y derivar en guerra. En otras palabras, <<hacer la guerra esuna cosa; pensar lo político, otra muy distinta>> (FERNÁNDEZ VEGA, 2002: 50).

E L D E C I S I O N I S M O S O B E R A N O  

En Schmitt, como ya se ha referido, la distinción propiamente política es ladistinción entre amigo y enemigo. Es éste y no otro (ni la soberanía, ni lo jurídico, ni menos aún el Estado), el núcleo autónomo que configura lo político:el antagonismo entre los pares de opuestos.

En la tradición del pensamiento clásico, la política, aunque más aún lasoberanía, siempre habían sido definidas en relación a la concepción delEstado. Pero con lo referido hasta aquí, no es difícil advertir que el vínculoentre estado, soberanía y política (clásicamente considerados) desaparece.

Esto último, sin embargo, no debe entenderse como la afirmación de lainexistencia del Estado o la soberanía. A decir verdad, Schmitt cree ver a estosúltimos, de ahora en más, en la figura del dictador-soberano y no ya en lasformulaciones jurídicas nacionales e internacionales, o en esa “obra maestra”del siglo XVI llamada Estado-Nación. En la nueva formulación del teóricoalemán, el Estado como modelo de unidad política o el Estado como titular delmás extraordinario de todos los monopolios (el monopolio de la decisiónpolítica) está por ser destronado. Sin embargo, su planteo va más lejos aún.

Contrariamente a lo sostenido por Hans Kelsen, jurista vienés del siglo XX yprincipal opositor a la teoría aquí planteada, Schmitt está en completodesacuerdo con la propuesta de que lo jurídico absorbe todo el contenido de lopolítico. Para Schmitt, la norma nos dice cómo se debe decidir, pero no quién  debe decidir. La norma, en definitiva, contiene un “estándar” previsto para una

situación normal pero no para acontecimientos no previstos, para casos endonde lo inesperado plantea situaciones particulares. Esto se ve claramente enlos estados de excepción donde quien decide (el soberano) va más allá de todanorma, “recreando” el orden jurídico. En otras palabras, <<una vez que lanorma desaparece no hay sustitución de la norma excepto por la efímera

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decisión del soberano>> (NEGRETTO, 1994: 65). Esto es lo que se conoce como“decisionismo schmittiano” ó “decisionismo soberano”2, concepto según el cualla quiebra entre lo político y lo jurídico es inevitable. Lo  jurídico –y de aquí ladistinción de Schmitt– se compone de lo decisorio pero, esencialmente, de lonormativo . Es por ello que nunca podrá decirnos de antemano sobre el ordenpolítico creado (o recreado) por la decisión. En esta realidad, entonces, esdifícil (por no decir imposible) prever algún tipo de orden –sea natural, seasocial–, dado que el nomos  ha desaparecido y resulta inaprensible . Todo, apartir de ahora, se funda en una profunda anomalía  que parece ser salvada,por instantes, al ser rescatado el binomio “natural” y “esencial” del amigo-

enemigo (Prólogo a cargo de BANDIERI

. En

 S

CHMITT, 2002: 15). En este sentido –y he aquí una de las grandes y principales críticas que puede extraerse del

tratamiento que Karl Löwith hace de Schmitt–, la decisión por la decisión o elbinomio amigo-enemigo son, en sí, una esencia (LÖWITH, 1998: 27-56).

Ampliando lo recientemente apuntado, es menester decir que las reflexionesde Löwith al respecto son significativas. Refiere Löwith: <<el decisionismo (…)de Schmitt es necesariamente ocasionista, por cuanto no sólo le faltan losfundamentos teológicos y metafísicos de los siglos anteriores, sino también losde carácter humanista y moral>>. Y añade: <<Schmitt aboga por una política dela decisión soberana cuyo contenido, sin embargo, sólo se desprende de laoccasio  casual dada por la situación política de cada momento y no de la<fuerza de un saber íntegro>, conocedor de lo que es originariamente justo ycorrecto, tal como plantea el concepto platónico de la esencia de la política,

que establece un orden de los asuntos humanos>> (LÖWITH, 1998: 35).

I N F L U E N C I A S F I L O S Ó F I C A S - P O L Í T I C A S A N T E C E D E N T E S

Y C O N S E C U E N T E S D E L P E N S A M I E N T O S C H M I T T I A N O  

Ya hemos hecho referencia al núcleo fundante: para entender el conceptode política en Schmitt, debemos necesariamente pensar en un campo defuerzas antagónicas entre los pares. Hablar en estos términos nos remite,entonces, a la idea hegeliana (en el plano de las ideas) o marxista (en el planosensitivo, material) que concibe la realidad en tanto “lucha” de contrarios. Eneste sentido, advierte Luis María Bandieri, es innegable que para Schmitt la

realidad se presenta como un puro antagonismo entre amigos-enemigos, pero  <<es siempre una realidad antinómica, y nunca dialéctica >> (Prólogo a cargo deBANDIERI. En SCHMITT, 2002: 10. Lo destacado nos pertenece). Como él mismolo expresa, <<tanto en la vida como en la teoría jurídica, la inclusión de lanegación es cosa totalmente distinta a una “primacía” de lo negado>> (SCHMITT,

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2002: 25). De allí que la distancia en relación al mundo de pensamientohegeliano sea considerable. Para Schmitt es inconcebible la posibilidad de una“síntesis” entre los opuestos, precisamente porque la aniquilación o superacióndel enemigo implica no sólo la desaparición de la política sino también laimposibilidad de nuestra propia existencia, por cuanto los grupos humanos sólose afirman como unidades políticas por vía de la enemistad.

Innegable es, sin embargo, que la fórmula política schmittiana tiene un dejode pesimismo antropológico que algunos han preferido tildar de “ferocidad”. Eneste sentido, en la base del pensamiento de Schmitt no actúa una lógicadialéctica hegeliana sino que, más bien, se encuentra la negación del orden

social natural, el cual es reemplazado por el principio hobbesiano del homo homini lupus . Efectivamente dirá: <<en Hobbes, gran pensador yverdaderamente sistemático, a pesar de su individualismo extremo, tiene tantafuerza la concepción <pesimista del hombre>, que mantiene vivo el sentido delo político. Su exacta apreciación de que cuando las dos partes tienen laconvicción de poseer la verdad, el bien y la justicia es cuando se producen laspeores enemistades, así como su máxima sobre la <guerra de todos contratodos>, no son engendros de una fantasía medrosa y turbada (…); sonsupuestos elementales de un sistema del pensamiento que acierta a plantearsea sí mismo y sabe dar respuesta a cuestiones específicamente políticas>> (SCHMITT, 2002: 85).

En este marco, entonces, el fundamento de la vida humana no es más laamistad sino la enemistad, no es más el bien común sino la afirmación y la

supremacía, a rajatablas y a cualquier precio, del bien individual. Al respectoseñala el Dr. De Mattei: <<Schmitt fue definido como el Hobbes del siglo XX. Enefecto, él acepta el postulado hobbesiano de la naturaleza “asocial” delhombre, pero disuelve el contractualismo de Hobbes que proponía fundar elorden social sobre el pactum subjetionis . Hobbes había teorizado el Estado-Leviatán para neutralizar el desorden primordial de la humanidad; Schmittquiere volver a sumergir a la sociedad en aquel caos de conflicto que le habríaprecedido al nacimiento>> (DE MATTEI, 2001: 133. La traducción es nuestra); yagrega: <<el resultado que consecuentemente se deriva es el conflicto social yla guerra civil>> (DE MATTEI, 2001: 133. La traducción es nuestra). En otraspalabras, para Hobbes el Estado pone fin al bellum omnium contra omnes delEstado de naturaleza, al tiempo que Schmitt exaspera la postura y hace de laguerra una amenaza permanente  para la autoridad del Estado. En términos

 jurídicos, esto significa que la relación entre decisión soberana  y excepción también se halla invertida. En Hobbes, el estado de guerra –la excepción porexcelencia– es parte de una existencia prepolítica y, por lo tanto, prejurídica.Para Schmitt, por el contrario, la excepción (condición necesaria para ladecisión), siendo diferente de la anarquía o el caos, “permanece dentro del

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esquema de lo jurídico” (NEGRETTO, 1994: 67). Sencillamente, Schmittincorpora la excepción en el seno mismo del orden político y legal3.

Así como el Iluminismo eliminó a Dios de la historia, quedando reducida larealidad del mundo al mecánico funcionamiento de las leyes naturales, así elliberalismo erradicó la intervención dictatorial  del soberano del escenarioconstitucional, disfrazando el mando personal tras la abstracción de un“gobierno de las leyes”. Schmitt no se muestra interesado en traer el Reino deDios a la esfera de lo político, sino que se concentra en hacer del soberano undios secularizado . Si se mira esta realidad desde un punto de vista normativo,Schmitt nos diría que la decisión emana de la nada. En este sentido, pues, la

decisión es como un acto del “Dios Creador”: proviene del “caos” para crear un orden por voluntad divina (Cfr. NEGRETTO, 1994).A la luz de lo anteriormente referido, las doctrinas de Schmitt –sostiene de

manera categórica De Mattei– van a constituir un presupuesto ideológicofundamental del nacionalsocialismo y de algunas teorías posmodernas, comola “teoría del caos”. Esta teoría (fusión  de otras teorías desarrolladas conanterioridad) se fundamenta en la inexistencia o negación de un principio deorden y de causalidad en cada aspecto de lo real y en la afirmación del caoscomo principio originario y dominante del mundo (en sus esferas física, social,psíquica, económica, etc.). En el campo político, la consecuencia que se siguees una constante “auto-creación”, en cuyo proceso se disuelven las identidadesy las instituciones tradicionales. El equilibrio, para la teoría del caos, nace de unconstante proceso de turbulencia, mutación y continuidad (Cfr. DE MATTEI,

2001: 157 y ss.).

C O N C L U S I Ó N  

Hacia finales del siglo IV a.C., Aristóteles escribía y dedicaba una obra a suhijo. Conocida como Ética a Nicómaco , el escrito es considerado como una desus obras fundamentales debido a que su contenido, que versa mayormentesobre consideraciones en torno a la virtud y la felicidad, es consideradosemejante al mensaje bíblico judeocristiano.

En uno de sus mensajes a Nicómaco, Aristóteles refiere: <<(…) pero laamistad perfecta es la de los hombres buenos e iguales en virtud; porque éstos 

quieren el bien el uno del otro en cuando son buenos, y son buenos en sí mismos ; y los que quieren el bien de sus amigos por causa de éstos, son losmejores amigos puesto que es por su propia índole por lo que tienen esossentimientos y no por accidente; de modo que su amistad permanece mientras

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son buenos, y la virtud es una cosa permanente >> ( ARISTÓTELES, 1970: 1156b.Lo destacado nos pertenece ).

Entre Aristóteles y Carl Schmitt mediaron años, vidas y guerras. Pero, másaún, mediaron ideas y formas de concebir al mundo. Así, Niccolò Machiavelli, alque conocimos los hispanos parlantes como Nicolás Maquiavelo, se concentróen resolver el problema práctico del ejercicio del poder en la nueva realidad delsiglo XVI4. Desde su perspectiva, la concepción aristotélica o, antes bien, laplatónica –en donde las reglas políticas trazadas para orientar la acción delhombre de gobierno presuponen la imbricación de la política con la moral–,  notienen más cabida. En este sentido, es necesaria una separación entre ambas

esferas, la cual, no es preciso recordarlo, Maquiavelo considera como un datoineludible de la realidad.Y si bien el florentino nunca se preocupó ni pretendió “construir” una nueva

teoría de la sociedad, como bien lo señala el Dr. De Mattei (Cfr. D E MATTEI,2001: 65 y ss.), sus predecesores se encargarán más tarde de hacerlo:Hobbes, Locke y Rousseau, siguiendo aquel deslinde entre política y moralinaugurado hacia finales del Medioevo, se encargarán de sacar todas lasposibles conclusiones.

Pensadores como Aristóteles, Maquiavelo, Hobbes, Locke y Rousseau sonpensadores cuyos nombres desencadenan aludes históricos y arrastranconsigo tal número de cosas que, más de una vez, uno siquiera se anima apronunciarlos. La razón no es menor: aquello que pensaron representó unquiebre en la historia del pensamiento político pero, además, sus conceptos

mantienen, al presente, una indiscutible vigencia y lucidez.Entre aquellos pensadores se encuentra, indiscutiblemente, Carl Schmitt. Lainfluencia de su teoría va mucho más allá de las consideraciones acerca deaquello que sea lo político. Y, más aún, su discurso polémico  traduce no sólouna concepción “secularizada” de la política sino que lleva en sí una críticaradical al romanticismo, una oposición tajante al liberalismo y, lo que es másnovedoso aún, el desarrollo de un decisionismo soberano ateológico que no esmás que una concepción basada en la tiranía de la situación y lascircunstancias.

Debe ser por esta razón que el propio Schmitt creía que el teórico políticono podía proclamar una verdad permanente, precisamente porque el teóricodebe moverse en el terreno de lo contingente, manipulando tan sólo verdadeshistóricas que –como él mismo lo sostenía– son verdades una sola vez .

Sin embargo, el teórico alemán se aferraba a un punto de partida dogmático  y perenne : todo conflicto, toda realidad y toda esfera de la vida pública estásignada por el binomio amigo-enemigo. La paz –decía– supone, “pide” unenemigo. Todo consenso necesita de un conflicto. Toda amistad política se

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contrasta con las enemistades políticas (aut -aut ). O, en palabras de Heráclito,todo nace de la discordia .

* * *N O T A S  

* Lic. en Relaciones Internacionales (UCC – Argentina). Investigadora Jr.

Contacto: http://about.me/maria.lasa1. Sobre este punto cfr. el excelente capítulo dedicado a la Política deAristóteles de Leo Strauss en su libro La ciudad y el hombre (STRAUSS, 2006:27-78). En estas páginas refiere que el objeto de la sociedad política en laantigua Grecia se concentraba en asegurar las condiciones de felicidad de loshombres, la educación en los hábitos y la adquisición de la virtud. Pero, señala,en la prefiguración moderna de la sociedad política –en su manifiesta distinciónentre Estado y sociedad–, <<el objetivo de la ciudad es permitir a sus miembrosel intercambio de bienes y servicios y protegerlos de la violencia que pudieraninfringirse unos a otros o proveniente de extranjeros sin ocuparse en lo másmínimo del carácter moral de sus miembros>> (STRAUSS, 2006: 54). Y agrega:<<[esto] recuerda la descripción que da Platón en la República de la “ciudad de

los cerdos”: una sociedad que alcanza para satisfacer las necesidadesnaturales del cuerpo, es decir, de lo privado por naturaleza. (…) Sobre estabase se entiende lo “político” como derivación de lo “económico”>> (STRAUSS,2006: 54).

2. Schmitt acuñó el término “decisión” en el prefacio a la edición de 1928de Die Diktatur , en referencia a los fundamentos legales de la dictadura y lateoría del estado de emergencia en el derecho constitucional. No obstante, yaen Politische Romantik de 1919 había utilizado la categoría de “decisión” paradefinir su propia concepción de la política frente a la filosofía del romanticismo.Contrariamente a esta idea, los teóricos clásicos de la soberanía no hacíanreferencia a situaciones excepcionales, pero sí proponían fundar un conceptode excepción que fuera atemporal y que valiera para distintos ámbitos

(legislativo y gubernativo). Al respecto, cfr. DE MATTEI, 2001: 132.

3. Schmitt, como buen discípulo de Max Weber, compartía con éste ladesilusionante conclusión de que el proceso de racionalización del mundooccidental había terminado por crear una civilización mecanizada y predecible

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en la que la humanidad hoy se encuentra atrapada –la famosa figura de la jaulade hierro–. En esta realidad, la teoría decisionista se presenta como la originalrespuesta que habría de permitir escapar de esa prisión. Puesto en otrostérminos, la excepción y decisión, en la jurisprudencia, son análogas al milagroen la teología. Cfr. para ampliar, NEGRETTO, 1994.4. De Mattei recuerda, en este sentido, la aguda reflexión de Marcel DeCorte cuando refiere que <<el hombre del renacimiento, del cuál Maquiaveloanaliza el comportamiento es el primer hombre faustiano: im Anfang war die Tat! Se puede también decir que es el primer hombre de tipo marxista, si esverdad que –conformemente al profeta del comunismo– no se trata más de

conocer el mundo sino de cambiarlo>>

(DE

MATTEI

, 2001: 67. La traducción esnuestra).

B I B L I O G R A F Í A C O N S U L T A D A  

ARISTÓTELES (1970). Ética a Nicómaco . Madrid: Instituto de EstudiosPolíticos, 1ª ed., 1ª reimp.

DE MATTEI, Roberto (2001). La sovranità necessaria : Riflessioni sulla crisi dello Stato moderno . Roma: Il Minotauro. Tr. esp., notas y prólogo a cargo deLASA, María de los Ángeles (próxima publicación). La soberanía necesaria :

Reflexiones sobre la crisis del Estado moderno . Guadalajara (México): FoliaUniversitaria.

FERNÁNDEZ VEGA, José (2002). Aproximaciones al enemigo . En: DOTTI, J.;PINTO, J. (comps). Carl Schmitt: su época y su pensamiento . Buenos Aires:Eudeba.

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